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Profesorado de Filosofía.

CESBA 2018
-

TRABAJO PRÁCTICO FINAL DE EPISTEMOLOGÍA


EL OTRO Y LA CIENCIA
L. S. Pascual​1​;
1​
Centro de Estudios Salesianos Profesorados Don Bosco, Buenos Aires, Argentina.
pascualls510@yahoo.com.ar

Resumen
Este trabajo final, intenta introducir algunos conceptos éticos para pensar la ciencia haciendo uso, particularmente,
de la filosofía de Emmanuel Levinas y de algunos conceptos de otros autores.. Haciendo uso de algunos conceptos
antropológicos intentaremos responder algunas preguntas que nos ayuden a humanizar la ciencia.

Palabras clave:​ Epistemología, Ética, Levinas.

1. Introducción
Con el motivo de la realización del trabajo final de Epistemología, en este trabajo se
busca poner en cuestión algunos conceptos éticos y antropológicos, y a través de ellos
interpelar al conocimiento científico. Por esto mismo se intentará introducir algunos
conceptos que nos ayuden a pensar posteriormente en la ciencia.
El filósofo prusiano Immanuel Kant nos aporta algunas ideas antropológicas que nos
puede permitir pensar la ciencia, en relación al ser humano:
“Pero suponiendo que haya algo cuya existencia en sí misma posea un valor
absoluto, algo que, como fin en sí mismo, pueda ser fundamento de determinadas
leyes, entonces en ello y sólo en ello estaría el fundamento de un posible
imperativo categórico, es decir, de la ley práctica.
Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí
mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad;
debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a
los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como
fin(...)”
Por otro lado, a la luz de los aportes de Emmanuel Levinas se podrá también pensar en
la ciencia en función de la Alteridad, la Otredad, del Otro, de lo otro. En este punto se
busca hacer algunas preguntas en función del otro como Dios, del otro como Naturaleza
y del otro como otro ser humano. Querríamos preguntarnos y quizás empezar a dar
algunas respuestas a preguntas tales como: ¿Qué pasa con ese Otro en el terreno

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científico? ¿La ciencia puede pensar en el Otro? ¿Es posible un tipo de conocimiento
científico donde se respete o haya lugar para ese otro?
También a lo largo de este trabajo nos gustaría analizar el modelo científico orientado
por la pregunta de la verdad, de lo verdadero, y a la vez analizar si es posible encontrarse
con lo otro, en la búsqueda de la verdad.

2. Discusión
2.1 La verdad y el Otro como Dios.
Para empezar la discusión de los temas antes abordados me gustaría empezar citando
una frase del filósofo Jean-Paul Sartre:
“Cuando concebimos un Dios creador, ese Dios se asimila la mayoría de las
veces a un artesano superior; y cualquiera que sea la doctrina que
consideremos, trátese de una doctrina como la de Descartes o como la de
Leibniz, admitimos siempre que la voluntad sigue más o menos al entendimiento,
o por lo menos lo acompaña, y que Dios, cuando crea, sabe con precisión lo que
crea. Así el concepto de hombre en el espíritu de Dios es asimilable al concepto
de abrecartas en el espíritu del industrial; y Dios produce al hombre siguiendo
técnicas y una concepción, exactamente como el artesano fabrica un abrecartas
siguiendo una definition y una técnica. Así el hombre individual realiza cierto
concepto que está en el entendimiento divino.”
Todos sabemos que Sartre va a hacer una crítica a esta concepción, siendo que no se
busca criticarlo porque no es el objetivo de este trabajo, sino analizar en esta frase, esta
forma de ver a Dios, los aspectos que remite y hechos que para nosotros desencadena
esta idea.
Al principio, en la introducción citaba a Immanuel Kant trayendo a la cuestión el
imperativo categórico que puede reformularse de esta manera.
“Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca
simplemente como medio(...)”
Este último, pone de manifiesto el problema de no poder reducir al otro (al otro ser
humano) a un medio para un fin. Ahora bien, si se nos advierte que no podemos hacer al
otro un medio, en que momento reducimos a Dios, al Otro con mayúsculas, al
completamente otro, a un medio para decir y fundamentar lo que alguno de nosotros
quería proponer. ¿En qué momento pasó a ser un fundamento metafísico para decir qué

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es el hombre o pasó a ser fundamento de la verdad, introduciendo aquí la cuestión de la


ciencia?
Durante muchos momentos de nuestra historia se buscó poner en Dios el fundamento de
las cosas. Pasando a ser Dios fundamento de la verdad, fundamento de la realidad.
Podríamos citar a Descartes que en sus búsqueda de recuperar el mundo, para escapar
del círculo vicioso que lo encerraba en su propia conciencia, recurrió a Dios para salvar
su teoría. Subyugó a Dios, lo redujo a un dios con minúscula que sólo servía para atar
con alambres su teoría. Y así encerró al hombre en un sí mismo.
Como Descartes podemos encontrar a muchos otros pensadores que son, los que en
principio Jean-Paul Sartre busca criticar en el texto citado. Todos ellos, a través de la
idea del Dios creador, buscaron hacerlo “crear”, poniéndolo de fundamento metafísico,
de una verdad, de una realidad y también de una ética. Y en esto reducen a Dios, lo
limitan al intentar explicarlo. Y acá bien podríamos escuchar a Nietzsche:
"El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. "¿Qué a
dónde se ha ido Dios?" -exclamó-, Se los voy a decir. ​Lo hemos matado-​ -ustedes
y yo. Todos somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo
hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el
horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia
dónde se mueve ahora? ¿Hacia dónde nos movemos nosotros? ¿Lejos de todos
los soles? ¿No nos estamos hundiendo continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los
lados, hacia adelante, en todas las direcciones? ¿Hay todavía una arriba o un
abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue
el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer cada vez más?
¿No es necesario encender faroles en pleno día? ¿No oímos todavía el ruido de
los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún de la
descomposición divina? Los dioses también se descomponen. Dios ha muerto.
Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado."
Lo instituimos fundamento de muchas de nuestras ideas de verdad, incluyendo a las
éticas, reduciéndolo a una idea nuestra, en vez de un Otro, de un ser distinto, totalmente
distinto. Y en ese acto de reducción lo matamos. Lo encasillamos en una estructura, y en
ese acto lo matamos. Y además de todo esto, no toleramos la estructura, y ya ni
nombrarlo vale, porque debíamos romper la estructura para poder vivir. Queda la
pregunta, ¿Podemos volver a relacionarnos con ese Dios, ese otro de otra forma? Ya no
como fundamento de nuestras verdades, sino como un otro con quien relacionarnos.

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Quizás ahora, muerto este dios podamos relacionarnos con este Otro, con este Dios con
mayúsculas.
Esto debería ser algo a aprender por la ciencia. Muchos científicos, “hombres de
ciencia”, que en el afán de querer explicar todo y no pudiendo dar explicación de Dios,
de ese Otro, del que poco tienen que decir, por querer encasillarse en una definición,
llegan a la sencilla conclusión de negarlo.

2.2 El Otro en la ciencia.


Para la segunda parte de este trabajo nos gustaría hacer un análisis desde la teoría de
Emmanuel Levinas.
El sostiene que durante la modernidad se instituyó una filosofía de la mismidad, que no
da lugar a la alteridad. Dentro de este tiempo se generó una lógica de dominación donde
el centro estaba puesto en el sujeto, en el yo. Esto generó que la relación con la
naturaleza y con el otro ser humano, fuera una relación utilitarista. Se produjo una
reducción de todo lo que tiene sentido a una totalidad en la que la conciencia abarca al
mundo, no deja ninguna cosa fuera. Esto mismo se tradujo en una búsqueda de
comprenderlo todo que desencadenó en la ciencia la búsqueda de someter al mundo.
Fue así que podemos ver en los anales de la ciencia muchas historias como la de
Schrödinger, que buscando encontrar la fórmula que le permitiera conocer cómo se
moverían todas las las partículas, queriéndolo dominar todo, descubrió irónicamente,
una ecuación que le daba una mera probabilidad de hallarla en un punto.
Podemos ver la historia de dominación del mundo por el hombre que, no alcanzando con
dominar la Tierra, buscó dominar el espacio. Podemos ver como muchos perdieron la
vida para llegar al espacio, para plantar bandera en él. Y en esto la ciencias naturales
tuvieron un lugar primordial, central por sobre la política y otras ciencias sociales.
Podemos ver cómo estas ansias de poder, de dominación se tradujeron en una reducción
de lo otro (naturaleza) a un mero medio de obtención de poder sobre el otro ser humano.
Obtención de poder que se traducía en dominación de un conocimiento que el otro no
poseía, o dominio de un territorio que el otro no podía habitar, etc.
Esto que la ciencia hace con el mundo también podemos verlo con el ser humano. La
ciencia, no bastándole dominar al mundo, cosificó al ser humano y también lo vio como
objeto de estudio. Hoy nos preguntamos si esta bien clonar o no a otro ser humano,

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como si pudiéramos hacer cualquier cosa con el otro ser humano. Discutimos si esta
bien el aborto, o no. Si es correcta la eutanasia. Y hasta, cuando notamos que alguien es
diferente, la ciencia se alega el derecho de categorizar como enfermo a esa persona.
Decimos: “Está loco”, “Tiene TDAH” y los diferenciamos y reducimos a sus síntomas.
En medio de este mundo, Levinas viene a proponer el sentido en otro lado, en las
relaciones humanas, en un cara-a-cara, en una ética distinta. El propone una nueva
antropología que entiende a la construcción de la subjetividad desde lo otro. Y propone
la categoría del rostro y la idea de la responsabilidad infinita, previa a la libertad, que
conforman el humanismo del otro hombre. Quizás estas categorías e ideas nos puedan
ayudar a pensar la ciencia.
Así una de las preguntas que primero surgían era respecto a que pasaba con el otro en el
terreno científico. Levinas dice en Ética e Infinito (2000):
“Yo me pregunto si se puede hablar de una mirada dirigida hacia el
rostro, pues la mirada es conocimiento, percepción. Yo pienso más bien
que el acceso al rostro es, de entrada ético”
y también:
“la mejor manera de encontrar a otro es no darse cuenta ni del color de
sus ojos”
Esto nos pone de cara a la realidad de que al conocer al otro (nos gustaría pensar el
concepto del otro más allá de lo antropológico, un concepto que nos permita pensar la
naturaleza, pensar a Dios como también pensar lo humano), lo reduce a ser menos que
ese otro, quitándole la jerarquía otredad. Lo hace parte de la propia mismidad,
dominándolo, haciéndolo lo que uno quiere que sea, encasillándolo y encerrándolo en
una forma de ser.
Para este filósofo, sólo si logramos dar prioridad al Otro por encima del yo (el ideal de la
santidad) podríamos llegar al único valor absoluto, y en nuestra opinión nos
humanizaríamos profundamente.
Esto pone a la ciencia de cara a una actitud distinta. Donde la búsqueda del conocer por
conocer no va a ser la prioridad, sino será una ciencia que pueda entrar en diálogo no de
dominación sino una actitud de respeto con el otro ser humano, con el otro naturaleza y
con el otro Dios.

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Levinas propone una relación de asimetría con el otro. Una relación desde la
proximidad, un tipo de relación distinta al saber. Lo próximo es lo que incumbe al
sujeto, lo que le afecta antes que él lo elija y frente a lo cual no puede guardar distancia.
Se impone a la responsabilidad y reside en el rostro del otro.
En este tiempo donde la madre naturaleza, como muchos la llaman, de tantas maneras
nos clama; dónde nos afecta el calentamiento global, la contaminación, el efecto
invernadero, etc. La ciencia podría estar llamada a hacerse próxima de esta y hacer uso
de tantos saberes que obtuvo de su libre manipulación, para salvarla, para dejarse
interpelar por esta.
Puede que la ciencia deba aspirar a un conocimiento que está abierto al descubrimiento
de un otro. Donde no quiere subyugarlo a un mero hecho de conocimiento sino un
descubrimiento de algo que es sagrado, en el que la conciencia de violarlo, nos ponga en
alerta en función a una responsabilidad frente a ese otro.
Tal vez, el modelo científico actual no nos permita salir de la búsqueda de lo verdadero,
de la verdad por la verdad misma y entrar en una dimensión en donde el otro es más
importante que esa verdad aparente. Que el priorizar al otro por sobre la verdad
científica nos podría humanizar. En definitiva nos podríamos quedar con la misión de
dejar al otro ser otro.
Cito para terminar una frase de Analia Giubbani: “Está claro que el Otro es un límite
para mi libertad, yo no soy libre absolutamente, y los demás son oportunidad y, al
mismo tiempo, límite de mi libertad.

3. Conclusión
Podemos observar como la ciencia junto con el cambio de época, debería empezar a
escuchar el llamado de un otro que hoy día clama, un otro que se traduce en niños
deformados por agroquímicos, pueblos exterminados por armas atómicas, un mundo que
cada vez más nos advierte de los desastres que provoca el cambio climático, etc. Si hoy
no se deja interpelar por el rostro del otro, nunca podrá ayudar a humanizarnos, quizás
inclusive coopere con tantas éticas deshumanizantes que hoy rondan en nuestra
sociedad.

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Referencias
[1] Ricardo de San Víctor. ​De Trinitate​, L. IV, cap 6; cit. Julián María, El Tema del
hombre​, Madrid, Espasa-Calpe (col. Austral), 1973;
[2] Levinas, Emmanuel. ​Ética e infinito​. Madrid: Machado Libros (2000)
​ scritos /
[3] Giubbani, Analía Giménez. ​Emmanuel Levinas: Humanismo del Rostro. E
Medellín - Colombia / Vol. 19 N.43 / pp.337-349 (2011)
[4] Nietzsche, Friedrich. La gaya ciencia. sección 125

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