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Hace mucho tiempo, existió un rey que gustaba de dar largos paseos por el bosque. Un buen día, y
cansado de tanto cabalgar, el monarca llegó a una humilde casita entre los árboles. En aquel lugar,
vivía un agricultor con su hija joven, la cual rápidamente se ganó la admiración del rey por su
belleza.
“Mi hija no solo es bella, sino que también tiene un don especial” – alardeaba el campesino.
Cuando el rey le preguntó de qué se trataba, el anciano respondió que la muchacha era capaz de
convertir en oro la paja seca con el uso de una rueca. “Genial, la llevaré conmigo al palacio” – gritó
entonces el rey.
Al llegar al enorme castillo, el monarca condujo a la joven doncella hacia una habitación donde se
encontraba una rueca rodeada de paja. “A la mañana siguiente vendré a ver si es verdad que
puedes convertir todo esto en oro. Si me engañas, tú y tu padre sufrirán las consecuencias por
haberme mentido”.
Al no saber qué hacer, la pobre muchacha se desplomó en el suelo y se puso a llorar hasta la
llegada de la noche. Entonces, cuando dieron exactamente las doce en el reloj, apareció por una
de las ventanas, un enano narizón que prometió ayudarla.
“Si me regalas tu collar, convertiré toda esta paja en oro” – dijo el enano con una voz suave, y sin
pensarlo dos veces, la hermosa joven le entregó su collar a la criatura, y esta se dispuso a hilar la
rueca con toda la paja de la habitación. A la mañana siguiente, el rey abrió la puerta y quedó
boquiabierto de ver que, efectivamente, toda la paja había sido convertida en oro.
Cegado por su ambición, el rey tomó a la muchacha por las manos y la llevó hacia otra habitación
mucho más grande que la anterior. Enormes bultos de paja se extendían hasta el techo. “Ahora
debes hacer lo mismo en esta habitación. Si no lo haces, verás las consecuencias de tu engaño”, le
dijo el monarca antes de cerrar la puerta.
La suerte de la muchacha no había cambiado, y tan nerviosa se puso que se tumbó en el suelo a
llorar desconsoladamente. A las doce en punto de la noche, apareció nuevamente el enano
narizón que la había ayudado. “Si me das esa sortija que brilla en tus dedos, te ayudaré a convertir
toda esta paja en oro”, le dijo la criatura a la muchacha, y esta no dudo un segundo en cumplir su
parte del trato.
Para sorpresa del rey, cuando regresó a la mañana siguiente, la habitación se encontraba repleta
de hilos de oro, y fue tanta su avaricia, que decidió casarse entonces con la pobre muchacha, pero
a cambio debía repetir el acto mágico una vez más.
Tan triste se puso aquella joven, que no tuvo más remedio que echarse a llorar durante toda la
noche. Como era costumbre, el enano narizón apareció entonces a las doce de la noche y
acercándose lentamente a la muchacha le dijo: “No llores más, hermosa. Te ayudaré con el rey,
pero deberás entregarme algo a cambio”.
“No tengo más joyas que darte”, exclamó la muchacha con pesadumbre, pero el enano le pidió
entonces una cosa mucho más importante: “Cuando nazca tu primer hijo, deberás entregármelo
sin dudar. ¿Aceptas?”. La princesa no tuvo que pensarlo mucho, y tal como había prometido el
enano, convirtió toda la paja de la habitación en oro usando la rueca.
En las primeras horas de la mañana siguiente, el rey apareció como de costumbre, y al ver que era
más rico aún gracias a la muchacha, ordenó a sus súbditos que preparan un banquete de bodas
gigante para casarse de inmediato.
Al cabo de un año, el rey y la nueva reina tuvieron su primer hijo, y aunque la muchacha había
olvidado por completo la promesa del enano narizón, este apareció una buena noche en la
ventana de su alcoba. “He venido a llevarme lo prometido. Entrégame a tu hijo como acordamos”,
susurró el enano entre risas. “Por favor, criatura. No te lleves lo que más amo en este mundo”,
suplicó la reina arrodillada, “te daré todo lo que desees, montañas de oro, mares de plata, todo
porque dejes a mi hijo en paz”.
Pero el enano no se dejó convencer, y tanta fue la insistencia de la muchacha que finalmente, la
criatura le dijo: “Sólo hay un modo de que puedas romper la promesa, y es el siguiente: dentro de
tres noches vendré nuevamente a buscarte, si para ese entonces adivinas mi nombre, te dejaré en
paz”. Y dicho aquello se desapareció al instante.
La reina, decidió entonces averiguar por todos los medios el nombre de aquella criatura, por lo
que mandó a sus guardias a todos los rincones del mundo y les ordenó que no volvieran si no
traían una respuesta. Tras dos días y dos noches, apareció uno de los guardias, contando la
historia de un enano que había visto caminando por el bosque, mientras cantaba lo siguiente:
“Soy un duende maldito,
Inteligente como yo, nunca encontrarán
Mañana me llevaré al niño
Así pudo saber la reina el nombre del enano narizón, y cuando se apareció en la noche le dijo: “Tu
nombre es Rumpelstiltskin”. Entre gritos y lamentos, el enano comenzó a dar saltos enfurecidos
por toda la habitación, y tanto fue su enfado, que saltando y saltando llegó al borde del balcón y
se cayó en el foso del castillo, quedando atrapado allí para siempre.
Cuento clásico: El ganso de oro
Érase una vez, un anciano leñador que tenía tres hijos. El más pequeño de los tres se llamaba
“Tontín”, y sus hermanos lo despreciaban porque era muy lento para el trabajo.
Un buen día, mientras el más grande y fuerte de los hijos del leñador se encontraba talando en el
bosque, apareció de repente un anciano vestido con harapos que suplicaba por un sorbo de agua y
un poco de comida.
“De mi parte no recibirás nada, anciano inútil. Apártate” – le gritó el jovenzuelo y continuó su
trabajo talando los árboles. Entonces, el hombre canoso le lanzó una maldición y desde lo alto
cayó una rama pesada que fue a parar a la cabeza del joven leñador.
Al llegar a casa, adolorido y triste, el más grande de los hijos del leñador le contó lo sucedido al
hermano mediano, y este salió camino hacia el bosque para continuar con el trabajo. Horas
después, apareció en el mismo lugar el débil anciano, y al pedir por un poco de comida y un sorbo
de agua, el muchacho le respondió:
“No le daré nada, viejo decrépito. Apártese a un lado”. Y nuevamente, el hombre canoso lanzó una
maldición sobre el muchacho, quien recibió un fuerte golpe en la cabeza por una rama
desprendida de los árboles.
Con tan mala suerte, el hermano mediano regresó a casa y como no quedaba nadie para trabajar,
Tontín decidió terminar de talar los árboles, y partió a toda velocidad hacia el bosque. Al llegar al
lugar, el anciano apareció entre los árboles para pedir un poco de agua y comida, pero Tontín no lo
pensó dos veces y aceptó compartir su comida con aquel hombre debilucho. Para recompensarlo,
el anciano le regaló nada menos que un ganso de oro.
Alegre por su regalo, Tontín partió hacia la cabaña para reunirse con su padre y sus hermanos,
pero como era de noche, decidió refugiarse en una pequeña posada en el medio del bosque. En
aquel lugar, vivía un posadero con sus tres hijas, las cuales, al ver llegar a Tontín con su ganso de
oro quisieron aprovecharse y robar las plumas de oro del animal.
La mayor de las muchachas, esperó entonces a que Tontín se quedara dormido, y entró en el
cuarto sigilosamente buscando el ganso de oro. Sin embargo, cuando por fin puso sus manos
sobre el animal, quedó pegada irremediablemente a él sin poder escapar. Así lo hicieron las otras
dos hermanas, quedando pegadas una detrás de la otra.
A la mañana siguiente, Tontín emprendió su camino de regreso a casa, sin darse cuenta que las
muchachas se arrastraban con él, pegadas al ganso de oro. Durante el trayecto, un granjero quiso
ayudarlas, pero este también quedó pegado al animal sin poder zafarse. La esposa del pobre
hombre decidió entonces hacer algo por su marido, pero tan pronto lo tocó se quedó enganchada
de la fila.
El perro de la esposa, al ver a su ama arrastrándose por el suelo, trató de ayudarla agarrándola por
los tobillos, pero tanto el pobre animal, como el gato de la granja y tres pollitos quedaron
inútilmente pegados, justo detrás de la mujer, el granjero y las tres hijas del posadero.
Con el paso del tiempo, aquella extraña caravana llegó a la ciudad, donde el rey tenía una hija que
nunca había podido reír. Tanta era la amargura del rey que ofreció la mano de la princesa a
cualquier ser humano que fuera capaz de hacerla reír. Para suerte de Tontín, la triste muchacha se
encontraba en ese momento descansando en su alcoba, y al ver aquella fila de personas y
animales arrastrándose por el suelo, estalló en miles de carcajadas, por lo que el rey no tuvo más
remedio que casarla con el atontado muchacho.
Así fue que, en poco tiempo, Tontín logró casarse con la princesa para comenzar a vivir una vida
llena de alegría y felicidad.
Versión 1: Cuento de El gato con botas
Érase una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. El molinero solo tenía tres posesiones para
dejarles cuando muriera: su molino, un asno y un gato. Estaba en su lecho de muerte cuando
llamó a sus hijos para hacer el reparto de su herencia.–“Hijos míos, quiero dejarles lo poco que
tengo antes de morir”, les dijo. Al hijo mayor le tocó el molino, que era el sustento de la familia. Al
mediano le dejó al burro que se encargaba de acarrear el grano y transportar la harina, mientras
que al más pequeño le dejó el gato que no hacía más que cazar ratones. Dicho esto, el padre
murió.
El hijo más joven estaba triste e inconforme con la herencia que había recibido. –“Yo soy el que
peor ha salido ¿Para qué me puede servir este gato?”, – pensaba en voz alta.
El gato que lo había escuchado, decidió hacer todo lo que estuviese a su alcance para ayudar a su
nuevo amo. – “No te preocupes joven amo, si me das un bolso y un par de botas podremos salir a
recorrer el mundo y verás cuántas riquezas conseguiremos juntos”.
El joven no tenía muchas esperanzas con las promesas del gato, pero tampoco tenía nada que
perder. Si se quedaba en aquella casa moriría de hambre o tendría que depender de sus
hermanos, así que le dio lo que pedía y se fueron a recorrer el mundo.
Caminaron y caminaron durante días hasta que llegaron a un reino lejano. El gato con botas había
escuchado que al rey de aquel país le gustaba comer perdices, pero como eran tan escurridizas se
hacían casi imposibles de conseguir. Mientras que el joven amo descansaba bajo la sombra de un
árbol, el gato abrió su bolsa, esparció algunos granos que le quedaban sobre ella y se escondió a
esperar.
Llevaba un rato acechando cuando aparecieron un grupo de perdices, que encontraron el grano y
se fueron metiendo una a una en el saco para comérselo. Cuando ya había suficientes, el gato tiró
de la cuerda que se encontraba oculta, cerrando el saco y dejando atrapadas a las perdices. Luego
se echó el saco al hombro y se dirigió al palacio para entregárselas al rey.
Cuando se presentó ante el rey le dijo: – “Mi rey, el Marqués de Carabás le envía este obsequio.
(Este fue el nombre que se le ocurrió darle a su amo)”. El rey complacido aceptó aquella oferta y le
pidió que le agradeciera a su señor. Pasaron los días y el gato seguía mandándole regalos al rey,
siempre de parte de su amo.Un día el gato se enteró de que el rey iba a pasear con su hermosa
hija cerca de la ribera del río y tuvo una idea. Le dijo a su amo: – “Si me sigues la corriente podrás
hacer una fortuna, solo quítate la ropa y métete al río”. Así lo hizo el hijo del molinero hasta que
escuchó a su gato gritando: – “¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Se ahoga el Marqués de Carabás! ¡Le han
robado sus ropas!”.
El rey atraído por los gritos se acercó a ver qué pasaba. Al ver que se trataba del Marqués que
tantos obsequios le había enviado, lo envolvió en ropas delicadas y lo subió en su carruaje para
que les acompañara en el paseo.El astuto gato se adelantó a la comitiva real y se dirigió a las
tierras de un temido ogro, donde se encontraban trabajando unos campesinos. Los amenazó
diciéndoles: – “Cuando el rey pase por aquí y les pregunte de quién son estas tierras, deberán
responder que pertenecen al Marqués de Carabás, sino morirán”.
De esta manera cuando el rey cruzó con su carruaje y preguntó a quién pertenecían aquellas
tierras, todos los campesinos contestaron: – “Son del señor Marqués de Carabás”.
El gato con botas que se sentía muy complacido con su plan, se dirigió luego al castillo del ogro,
pensando en reclamarlo para su amo. Ya había escuchado todo lo que el ogro podía hacer y lo
mucho que le gustaba que lo adularan. Así que se anunció ante él con el pretexto de haber viajado
hasta allí para presentarle sus respetos.
Cuando estuvo solo con el ogro, el gato le dijo: – “Me han dicho que es capaz de convertirse en
cualquier clase de animal, como por ejemplo un elefante o un león”.
– “Es cierto”, – contestó el ogro muy halagado y se transformó de inmediato en un rugiente león
para demostrarlo.A lo que el gato contestó: – “¡Sorprendente! ¡Ha sido increíble! Pero me
impresionaría más si pudieras transformarte en algo tan pequeñito como un ratón. Eso debe ser
imposible, incluso para un ogro tan poderoso como tú”.El ogro ansioso por impresionar al gato, se
convirtió en un segundo en un diminuto ratón, pero apenas lo hizo el gato se lanzó sobre él y se lo
tragó de un bocado.
Fue así como el gato reclamó aquel palacio y las tierras circundantes para el recién nombrado
Marques de Carabás, su joven amo. Allí recibió al rey, que impresionado ante el lujo y la
majestuosidad del castillo, le propuso de inmediato la mano de su hija en matrimonio. El hijo del
molinero aceptó y luego de que el rey murió gobernó aquellas tierras, al lado de el gato con botas
a quien nombró primer ministro
.
Cuento: El gigante egoísta
Hace muchos años, en un pequeño pueblo, existían cinco niños muy amigos que cada tarde salían
a jugar al bosque. Los pequeños correteaban por la yerba, saltaban a los árboles y se bañaban en
los ríos con gran felicidad. En realidad, eran muy unidos y les gustaba sentirse en compañía de los
animales y el calor que les brindaba el Sol. Sin embargo, cierta tarde, los niños se alejaron del
bosque y fueron a dar con un inmenso castillo resguardado por unos altos muros.
Sin poder contener la curiosidad, treparon los muros y se adentraron en el jardín del castillo, y
después de varias horas de juego, sintieron una voz terrible que provenía de adentro. “¿Qué hacen
en mi castillo? ¡Fuera de aquí!”.
Asaltados por el miedo, los cinco niños se quedaron inmóviles mirando hacia todas partes, pero en
seguida se asomó ante sus ojos un gigante egoísta horroroso con los ojos amarillos. “Este es mi
castillo, rufianes. No quiero que nadie ande merodeando. Largo de aquí y no se atrevan a regresar.
¡Fuera!”. Sin pensarlo dos veces, los niños salieron disparados a toda velocidad de aquel lugar
hasta perderse en la lejanía.
Para asegurarse de que ningún otro intruso penetraría en el castillo, el gigante reforzó los muros
con plantas repletas de espinas y gruesas cadenas que apenas dejaban mirar hacia el interior.
Además, en la puerta principal, el gigante egoísta y malhumorado colocó un cartel enorme donde
se leía: “¡No entrar!”.
A pesar de todas estas medidas, los niños no se dieron por vencidos, y cada mañana se acercaban
sigilosos a los alrededores del castillo para contemplar al gigante. Allí se quedaban por un largo
rato hasta que luego regresaban con tristeza a casa. Tiempo después, tras la primavera, arribó el
verano, luego el otoño, y finalmente el invierno. En pocos días, la nieve cubrió el castillo del
gigante y le aportó un aspecto sombrío y feo. Los fuertes vientos arreciaban en las ventanas y las
puertas, y el gigante permanecía sentado en su sillón deseando que regresara nuevamente la
primavera.
Al cabo de los meses, el frío por fin se despidió y dio paso a la primavera. El bosque gozó
nuevamente de un verde brillante muy hermoso, el Sol penetró en la tierra y los animales
abandonaron sus guaridas para poblar y llenar de vida la región. Sin embargo, eso no sucedió en el
castillo del gigante egoísta. Allí la nieve aún permanecía reinando, y los árboles apenas habían
asomado sus ramas verdosas.
“¡Qué desdicha!” – se lamentaba el gigante – “Todos pueden disfrutar de la primavera menos yo, y
ahora mi jardín es un espacio vacío y triste”.
Afligido por su suerte, este se tumbó en su lecho y allí hubiese quedado para siempre sino fuese
porque un buen día oyó con gran sorpresa el cantar de un sinsonte en la ventana. Asombrado y sin
poder creerlo aún, el gigante se asomó y esbozó una sonrisa en sus labios. Su jardín había
recuperado la alegría, y ahora, no sólo los árboles ofrecían unas ramas verdes y hermosas, sino
que las flores también habían decidido crecer, y para su sorpresa, los niños también se
encontraban en aquel lugar jugando y correteando de un lado hacia el otro.
“¿Cómo pude ser tan egoísta? Los niños me han traído la primavera y ahora me siento más feliz” –
así gritaba el gigante mientras descendía las escaleras para salir al jardín. Al llegar al lugar,
descubrió que los pequeñines trepaban a los árboles y se divertían alegremente. Todos menos
uno, que por ser el más chico no podía trepar a ningún árbol.
Compadecido con aquel niño, el gigante egoísta decidió ayudarlo y tendió su mano para que este
pudiera subir al árbol. Entonces, la enorme criatura eliminó las plantas con espinas que había
colocado en su muro y también las cadenas que impedían el paso hacia su castillo.
Sin embargo, cuando los niños le vieron sintieron miedo de que el gigante egoísta les expulsará del
lugar, y sin perder tiempo se apresuraron a marcharse del castillo, pero el niño más pequeño
quedó entonces atrapado en el árbol sin poder descender. Para su sorpresa, las flores se
marchitaron, la yerba se tornó gris y los árboles comenzaron a llenarse de nieve.
Con gran tristeza, el gigante le pidió al chico que no llorara, y en cambio le dijo que podía quedarse
y jugar en su jardín todo el tiempo que quisiera. Entonces, los demás niños que permanecían
escondidos desde fuera del muro, comprendieron que este no era malo, y que por fin podían estar
en el jardín sin temor a ser expulsados.
Desde ese entonces, cada año cuando la primavera arriba al bosque, los niños se apresuran hacia
el castillo del gigante para llenar de vida su jardín y sus flores.
Ricitos de Oro y los tres osos
Érase una vez una familia de osos que vivían en una linda casita en el bosque. Papá Oso era muy grande,
Mamá Osa era de tamaño mediano y Osito era pequeño.Una mañana, Mamá Osa sirvió la más deliciosa
avena para el desayuno, pero como estaba demasiado caliente para comer, los tres osos decidieron ir de
paseo por el bosque mientras se enfriaba. Al cabo de unos minutos, una niña llamada Ricitos de Oro llegó a
la casa de los osos y tocó la puerta. Al no encontrar respuesta, abrió la puerta y entró en la casa sin permiso.
En la cocina había una mesa con tres tazas de avena: una grande, una mediana y una pequeña. Ricitos de
Oro tenía un gran apetito y la avena se veía deliciosa. Primero, probó la avena de la taza grande, pero la
avena estaba muy fría y no le gustó. Luego, probó la avena de la taza mediana, pero la avena estaba muy
caliente y tampoco le gustó. Por último, probó la avena de la taza pequeña y esta vez la avena no estaba ni
fría ni caliente, ¡estaba perfecta! La avena estaba tan deliciosa que se la comió toda sin dejar ni un poquito.
Después de comer el desayuno de los osos, Ricitos de Oro fue a la sala. En la sala había tres sillas: una
grande, una mediana y una pequeña. Primero, se sentó en la silla grande, pero la silla era muy alta y no le
gustó. Luego, se sentó en la silla mediana, pero la silla era muy ancha y tampoco le gustó. Fue entonces que
encontró la silla pequeña y se sentó en ella, pero la silla era frágil y se rompió bajo su peso.
Buscando un lugar para descansar, Ricitos de Oro subió las escaleras, al final del pasillo había un cuarto con
tres camas: una grande, una mediana y una pequeña. Primero, se subió a la cama grande, pero estaba
demasiado dura y no le gustó. Después, se subió a la cama mediana, pero estaba demasiado blanda y
tampoco le gustó. Entonces, se acostó en la cama pequeña, la cama no estaba ni demasiado dura ni
demasiado blanda. De hecho, ¡se sentía perfecta! Ricitos de Oro se quedó profundamente dormida.
Al poco tiempo, los tres osos regresaron del paseo por el bosque. Papá Oso notó inmediatamente que la
puerta se encontraba abierta:—Alguien ha entrado a nuestra casa sin permiso, se sentó en mi silla y probó
mi avena —dijo Papá Oso con una gran voz de enfado.—Alguien se ha sentado en mi silla y probó mi avena
—dijo Mamá Osa con una voz medio enojada. Entonces, dijo Osito con su pequeña voz:—Alguien se comió
toda mi avena y rompió mi silla. Los tres osos subieron la escalera. Al entrar en la habitación, Papá Oso
dijo:—¡Alguien se ha acostado en mi cama! Y Mamá Osa exclamó:—¡Alguien se ha acostado en mi cama
también! Y Osito dijo: —¡Alguien está durmiendo en mi cama! —y se puso a llorar desconsoladamente.
El llanto de Osito despertó a Ricitos de Oro, que muy asustada saltó de la cama y corrió escaleras abajo
hasta llegar al bosque para jamás regresar a la casa de los osos.
Adivinanzas
Teclas tengo sin ser piano y mi tamaño es pequeño: conmigo puede mi
dueño ahorrar fatiga a su mano.
Solución: Máquina de escribir
Invita año tras año a tus mejores amigos, os coméis la rica tarta y os lo
pasáis divertido
Solución: El cumpleaños
Abierto siempre estoy para todos los niños. Cerrado y solo me quedo los
domingos.
Solución: El colegio
Rodando por un camino, van unos largos cajones que producen mucho
ruido.
Solución: El tren
Zapatos de goma, ojos de cristal, con una manguera me alimentas y dentro
de la cochera me guardas.
Solución: El coche
Blanca como la paloma, negra como la pez, habla y no tiene lengua, anda y
no tiene pies.
Solución: La carta
Entre pared y pared hay una santa mujer, que con el diente llama a la gente.
Solución: La campana
Alto y más alto, redondo como un plato, negro como la pez, ¿a que no me lo
aciertas en un mes?
Solución: El sombrero
Guardada en estrecha cárcel por soldados de marfil, está una roja culebra
que es la madre del mentir.
Solución: La lengua
Uno larguito, dos más bajitos, otro chico y flaco, y otro gordonazo.
Solución: Los dedos
Una copa redonda y negra; boca arriba está vacía, y boca abajo está llena.
Solución: El sombrero
No la palpas pero si la oyes ¿Qué es?
Solución: La música
Poemas
tan linda es tu mirada
que muestra en tu reflejo
TE HABLO...
1. Tan bello es el Sol
tan bella es la Luna no me olvides
a alguien como tú 7. le escribo a la mar
no la cambio por ninguna que nunca me olvides
le pido al destino
SERAS...
2. Te hablo Luna MI ÁRBOL TENÍA
te hablo Sol 8. Mi árbol tenía
quisiera ser la llave sus ramas de oro.
de tu corazón
¿Que es?
TUS OJOS AZULES SON MAS 17. ¿Que es el amor? Si no es lo que
BELLOS... siento por ti
13. tus ojos azules son mas bellos que el ¿Que es el dolor? Si no es lo que
mar te quiero mas cada dia y no te siento cuando estas lejos de mi
pienso olvidar ¿Quien soy yo? Sin ti
Amor
14. Del Cielo cayó una flor mi mamá la
recogió se la puso en la cabeza y qué
linda le quedó.
MUJER DIVINA MUJER ALMA BLANCA E INOCENTE QUE
HERMOSA SIEMPRE CON... VAS...
18. mujer divina, mujer hermosa, 23. Alma blanca e inocente
siempre con una linda sonrisa y un que vas por la vida tras lo imposible,
cuerpo de diosa cuán lejos ves el día en que por fin
puedas ser libre,
es sincera tu sonrisa
SUEÑO
tu alegría es la que miente
19. Te vi y en un segundo
¿Por qué tienes que ser musa
Los sueños empezaron a volar
de este corazón inconsciente?
Te conquistaba, me casaba
Muchos hijos y un hogar. A VECES CUANDO NADIE ME
De pronto el tren paró VE...
Te perdiste entre la gente 24. A veces cuando nadie me ve
Toda mi vida soñada cuando nadie me oye
Se deshizo de repente!! cuando nadie me piensa
puedo oír tu voz diciendo que me
extraña...
VUELVO A SER COMO ERA
PERO... Despertar
20. Vuelvo a ser como era, 25. Despertar.
pero esta vez diferente,
esta vez que ella muera, Hoy desperté amándote más que
en mi corazón y en mi mente. ayer,
hoy soñaré como seguir amándote,
y despertaré abrazado a ti,
No confíes
para que el amor continúe en mí.
21. Hoy alguien me dijo:
Me enamoré
No confíen en mí,
Ni en el que te dejó 26. No sé cómo decirle , como explicarle
Confía en ti cómo pasó ,que sucedió ,solo tiemblo
No sólo para seguir de estar a su lado ...no se !!! Si al
Sino para empezar a vivir darse cuenta ella ,pero temprano dejé
de hablarme no se amiga , si de ti no
El alma
debí enamorarme .
22. El alma que hablar puede con los
Autor :Alexánder Núñez
ojos, tambien puede besar con la
mirada.
Rimas
Ejemplos de rimas cortas para niños
Sol, limones y membrillos
son de color amarillo
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Tengo un antojo,
me quiero sacar el abrojo
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La luna está sonriente
porque comienza el cuarto creciente
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Rimas cortas Bonitas
El león comía melón
Y el ratón comía melocotón
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Ana la araña
viaja en avión
y usa su vestido
de algodón
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La coneja Gloria
come con gusto su zanahoria.
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La gallina Anacleta
quiere pasear en biccicleta.
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Rimas cortas de Frutas
Yo me como el melón
y también el bombón
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A la niña Nerea
le gusta comer la pera.
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La manzana canchera
se cayó en la bañera.
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Me como una uva
es dulce y morada
me las como todas
y no dejo nada
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Dijo la pera
que ella no espera.
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La traviesa banana
se escapó por la ventana.
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Rimas cortas de Amor
Si yo fuese el mar, y tu una roca
haría subir la marea, para besar tu boca.
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Puedo perderte,
puedo odiarte,
pero es imposible
poder olvidarte.
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El mejor despertar
es contigo estar.
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Mi corazón es como un tomate
está loco de remate.
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Te llamo , te llamo
porque quiero decirte que te amo.
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Que triste está la luna porque el sol no la acompaña
pero más triste la mujer cuando su amor la engaña.
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Mi querido amigo un día te miré,
y sin querer de ti me enamoré.
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Reframes
1- Dios aprieta pero no ahoga. Aunque haya situaciones difíciles,
siempre hay esperanza de salir airoso de ellas.
10- Mucho ruido y pocas nueces. Describe a las personas que dicen que
harán algo, lo divulgan y no hacen nada al final.
11- En la variedad está el gusto. Expresa que la diversidad es
importante para poder desarrollar aprecio por ciertas cosas.
12- Tanto tienes, tanto vales. Para indicar que muchas veces se trata a
una persona de acuerdo a sus riquezas.
15- Dios los cría y ellos se juntan. Referido a las amistades que se
crean entre personas con características afines o semejantes.
16- El que espera desespera. Para resaltar lo que sufre alguien que tiene
una esperanza poco probable o incierta.
18- No hay mal que dure cien años. Una especie de advertencia hacia
aquel que abusa del poder o que se aprovecha de alguna situación para
hacer daño.
19- Guerra avisada no mata soldados. Aquellos que han recibido una
advertencia o indicación acerca de algo, no tienen justificación para fallar.
20- La fe mueve montañas. Denota seguridad y confianza proveniente
de la fe.
25- Si así llueve, que no escampe. Una manera coloquial para desear
que las cosas sigan como van si están muy bien.
07- Querer es poder. Sólo hace falta voluntad para lograr los objetivos.
9: El taxista dijo:
No cabe duda.
Entonces, duda se fue caminando.
11: Era una señora tan gorda, pero tan gorda, que cuando salía en la televisión, salía en
todos los canales.
12: Cariño, tengo dos noticias, una buena y otra mala, he dejado las drogas, pero no sé
donde.
13: El coronel dijo: ¡Sigan a vanzando!
Y todos se perdieron, porque vanzando no se sabía el camino.
14: Había un niño tan pero tan feo que un día va con la mama y le dice:
¿Mami tu me quieres?
Y la mamá le responde:
Si, mijito, pero sólo como amigos…
18: Ahí tenias a un perro que se llamaba gomita, le dijeron gomita y gomito
19: Colmo.
¿Cual es el colmo de los colmos?
Que un mudo le diga a un sordo que un ciego lo esta mirando
20: Mama mama, ¿La abuela es técnica?
Mamá: No hijo no.
Hijo: ¡Entonces que hace debajo de un camión?