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La locura según los grandes

escritores
Jueves, 17 de septiembre de 2015 12:15
| Julieta Sanguino

Serios padecimientos y trastornos hacen de la vida de algunas personas


algo difícil, una constante lucha con sus demonios internos, esos
demonios que los convierten en personas aisladas, solitarias y
rechazadas por los demás. Son recluidos y dejados de lado. Su persona
deja de importar y su libertad crece desmedidamente. Nadie les pone
límites, nadie los comprende ni entiende por qué hacen lo que hacen.
Para ellos la barrera social ha quedado olvidada. Son los que, diría
Freud, se atreven a romper con los tabúes, las normas y el contrato
social. Se convierten en seres que viven otra realidad, ni mejor ni peor,
la suya.
La locura ha sido descrita por muchos, las interpretaciones entorno al
concepto giran aleatorias. Algunos aprovechan la palabra para hacer la
más bella poesía; otros la convierten en una palabra prohibida, que no
debe decirse a menos que sea 100 por ciento necesario. Para unos
cuantos es anhelada, la palabra más bella de la historia, que provee de
libertad ilimitada a aquel que dice padecerla.
Antiguamente se creía que la locura no era más que la manifestación de
un ser de otro mundo que realizaba la posesión de una persona. En el
Renacimiento, la locura era una encarnación del mal, cuyo síntoma
principal era un furor extraordinario. Pero en esa misma época, muchos
literatos y filósofos como Miguel de Cervantes, William Shakespeare o
Erasmo de Rotterdam se enfocaron en desmitificar el tema. En sus
estudios buscaban, de manera contraria, criticar a la razón a través de la
locura.
Se ha convertido en un tema que los estudiosos, románticos, artistas,
filósofos y teóricos han explicado. Cada uno de ellos le da un carácter
distinto.

Te presentamos las mejores definiciones de locura de grandes escritores.


Uno de los ensayos más celebres de Erasmo de Rotterdam giró alrededor
de este concepto. En él, la locura protagoniza la historia y se convierte
en la crítica y justiciera de su nombre. La locura, para Erasmo, se
presenta en todos nosotros, nadie se salva, ni siquiera los Reyes ni los
príncipes, ni los teólogos, papas u obispos. A través de su voz, la locura
nos muestra lo agradable de la vida. Se burla de aquellos que reniegan
de ella. Su definición es clara: “la locura es sabiduría y la sabiduría
locura”.

Hay dos clases de locura. Una es la que las “Furias vengadoras vomitan
en los infiernos cuando lanzan sus serpientes para encender en el
corazón de los mortales, ya el ardor de la guerra, ya la sed insaciable del
oro, ya los amores criminales y vergonzosos, ya el parricidio, ya el
incesto, ya el sacrilegio, ya cualquier otro designio depravado, o cuando,
en fin, alumbran la conciencia del culpable con la terrible antorcha del
remordimiento. Pero hay otra locura muy distinta que es por todos
apetecida con la mayor ansiedad. Manifiéstase ordinariamente, por
cierto, alegre extravío de la razón, que a un mismo tiempo libra al alma
de angustiosos cuidados y la sumerge en un mar de delicias”. Para
Rotterdam aquél que sufre una enfermedad mental vive feliz y divertido,
no en la prisión cotidiana que nos encontramos todos los demás.
A Sebastian Brant le debemos el famoso libro La nave de los locos , en
el que critica la sociedad de su época, en la que la necedad se hacía cada
vez más presente, del mismo modo que la estupidez. En él, cuenta la
historia de un grupo de locos que deben de embarcarse a un nuevo sitio,
dejando la civilización y todo lo conocido, como si se tratara de un éxodo
obligado. Cada personaje del barco tiene aventuras entre sí. En su obra,
el loco muestra la sinrazón no sólo de los tripulantes sino del mundo. La
demencia se convierte en una señal de que el fin del mundo está cerca.
A lo largo de la literatura, existen más autores que tienen opiniones
sobre la locura, algunas coinciden, la mayoría de ellos quisieran estar
locos, locos de remate en un mundo en el que la razón es lo que
prevalece.

Edgar Allan Poe, uno de los cuentistas de terror más importantes en la


literatura, tenía un gran interés por definir la locura.

“Más cuerdo es, el que acepta su propia locura”.

“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime


de la inteligencia”.

“Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura”.


“Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo,
todo, menos la razón”.
–Gilbert Keith Chesterton

“Es cosa admirable que todos los grandes hombres tengan siempre
alguna ventolera, algún granito de locura mezclado con su ciencia”.

–Molière
“El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida”.
–Marguerite Yourcenar

“ La locura, la verdadera locura, nos está haciendo mucha falta, a ver si


nos cura de esta peste del sentido común que nos tiene a cada uno
ahogado el propio”.
–Miguel de Unamuno

“Si el loco persistiera en su locura, se volvería sabio”.


–William Blake
“Vamos a plantearnos que estamos todos locos, eso explicaría cómo
somos y resolvería muchos misterios”.
–Mark Twain

“En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay
algo de razón”.
–Friedrich Nietzsche

“La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos,


en los pueblos, en las épocas, es la regla”.
–Friedrich Nietzsche
“La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo
diferente forma”.
–Goethe
“Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible
deben tener”.
–Charles Bukowski

“Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre”.


–Samuel Beckett

“Generalmente se encuentra en la naturaleza humana más de locura que


de sabiduría”.
–Francis Bacon
“Las únicas personas que me agradan son las que están locas: locas por
vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas.
–Jack Kerouac

“No hay loco de quien algo no pueda aprender el cuerdo”.


–Calderón de la Barca

“El loco se cree cuerdo, mientras que el cuerdo reconoce que no es sino
un loco”.

–William Shakespeare

9 escritores que se
volvieron completamente
locos

CULTURA GENERAL

By Alexia B
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#1 Friedrich Nietzsche
A lo largo de los años han surgido teorías sobre el filósofo alemán: algunos

mencionan que sufría de esquizofrenia, otros de una locura producto de la

sífilis. Los últimos años de su vida quizá fueron los peores: el gran filósofo

alemán había perdido su extraordinaria mente.

#2 Edgar Allan Poe


Sufrió un trastorno mental de carácter no determinado el cual le

causaba pánico a la oscuridad, pérdidas de memoria, manía persecutoria

y alucinaciones ¡Sorprendente! sobre todo por el género en que se destacó,

quizá eso fue lo que lo ayudo a crear tan maravillosas obras, el decía: “Los

hombres me han llamado loco; pero aún no está determinada la cuestión de

si la locura es o no la más excelsa inteligencia, si mucho de lo que es gloria,

si todo aquello que es profundo, no brota de la enfermedad del

pensamiento, de modos de pensar exaltados respecto del intelecto general.

Aquellos que sueñan de día son conocedores de muchas cosas que se les

escapan a los que únicamente sueñan de noche.”


#3 Ernest Hemingway
Por su parte este escritor padecía ataques de nervios, manía persecutoria

y propensión al suicidio, se dice que tenía trastorno bipolar, incluso

hablaban de rasgos de personalidad narcisista. Lo cierto es que después de


someterse a un máximo de 15 episodios de terapia de

electroshock durante 1960-1961, Hemingway se despertó una mañana de

julio, tomó su escopeta favorita y se voló los sesos.

#4 Jonathan Swift
El autor de “Los viajes de Gulliver” sufría de un trastorno mental no

determinado que se mostraba como desorientación, pérdidas de memora,

incapacidad de reconocer a las personas y entender el hablar. Se

sumergió lentamente en la locura durante un período bastante largo, y fue


hasta 1742 que perdió completamente la cordura, incluso dicen que 5
enfermeras lo tuvieron que sostener para que no se sacará un

ojo, después de lo cual guardo silencio durante todo un año. Sus

trastornos continuaron hasta el fin de su vida y lo llevaron a una

discapacidad total.

#5 Franz Kafka
El escritor de “Metamorfosis” padecía neurosis y depresiones, por lo que

su humor era una montaña rusa: momentos de gran felicidad con otros

períodos de gran apatía. Tenía problemas con el sueño y temores


exagerados. ¿Será que sus novelas, llenas de desesperación y miedo,

representaban este mal?


#6 León Tolstoi
Sufría de episodios depresivos que eran cada vez más graves, frecuentes y

sofocantes, finalmente resolvió convertirse en ascético.


#7 Jean-Jacques Rousseau
En este caso el famoso escritor, tenía paranoia y solía imaginar que era

perseguido.

#8 HP Lovecraft
Padeció de un trastorno del sueño traumático, que ahora se piensa que

es una rara variedad de parasomnia, o terrores nocturnos. Sumado a esto

sufría de depresión extrema y, para terminar, le diagnosticaron cáncer

intestinal y la enfermedad de Bright. En otras palabras: Lovecraft pasó el

resto de sus días con dolores intensos.

#9 El Marqués de Sade
Fue declarado loco y se coloca en el asilo de Charenton. Sin embargo, la

siempre “libertina” vida de Sade no fue un período sin incidentes: mientras

estaba recluido tuvo numerosas relaciones sexuales ilícitas hasta su


muerte en 1814.
Los escritores
que oían
voces en su
cabeza
O cómo los sueños y el trastorno
mental son buenos creativos
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POR

SERGIO PARRA

25 OCTUBRE 2016

 Creatividad

 alucinaciones

 dickens

 escritores
 evelyn waugh

 philip k dick
 stevenson

 virginia woolf

 voces
S on muchos los autores que han oído voces en su cabeza, que
hablaban con seres imaginarios o que incluso interactuaban en sus sueños
de formas tan diversas que, finalmente, podían usar todo ese bagaje
psicopatológico para concebir obras mucho más sugerentes.

Yeats, por ejemplo, usaba la escritura automática para comunicarse con


espíritus. Crowley escribía lo que le dictaba una inteligencia no humana
llamada Aiwass. Tal vez si no hubieran estado un tanto «trastornados»,
pues, no disfrutaríamos ahora de obras tan interesantes. Y quizá la frontera
entre trastorno y creatividad artística sea un tanto difusa.
¿Trastorno o genialidad?
Según un reciente estudio de la Universidad de Stanford, la dimensión
clínica con el que se aborda que los enfermos de esquizofrenia
experimentan alucinaciones auditivas depende en gran parte del contexto
cultural. En África o en la India, por ejemplo, estas alucinaciones se
encajan como benignas e, incluso, místicas.

Tal vez, muchas personas con sensibilidad artística sufren algún tipo de
trastorno más o menos benigno, pero también acaso una empatía más
desarrollada de lo habitual, una habilidad innata para ponerse en la piel de
otras personas e imaginar cómo hablan. De hecho, a menudo las
alucinaciones de muchos autores son auditivas.

Charles Dickens solía afirmar que los personajes se le aparecían y le


dictaban las líneas de diálogo con sus propias voces. Por ello llegó a pasar
los últimos años de su carrera haciendo lecturas en público de sus relatos y
poniendo las distintas voces cuando hablababa uno u otro personaje.

Evelyn Waugh convirtió en un libro las alucinaciones auditivas que padeció


en un viaje en barco: La prueba de fuego de Gilbert Pinfold. A Virginia
Woolf le perseguían esas voces en toda clase de situaciones y, por ello,
entre otros motivos, optó llenar de piedras los bolsillos de su abrigo y se tiró
al río Ouse.
Aleister Crowley

Otra clase de alucinaciones


Robert Louis Stevenson, el autor de obras como La isla del tesoro o El
extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, solía ser víctima de sueños
nocturnos muy vívidos que, en ocasiones, derivaban en pesadillas.

Con el tiempo, se dio cuenta de que tenía la capacidad de regresar a los


sueños inconclusos y retomarlos allí donde se habían quedado, hasta que
lograba crear una historia completa. A menudo, usaba estas historias
oníricas como base para concebir sus ficciones literarias.

Como explicó él mismo, los sueños eran una especie de pequeño teatro
del cerebro que se mantenía intensamente iluminado por la noche. A los
personajes que aparecían en su teatro onírico los llamaba su brownies.
Estos personajes, por ejemplo, fueron la fuente de inspiración para
escribir El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, tal y como
explica Richard Wiseman en Escuela nocturna:

Unas horas después de quedarse dormido, tuvo un sueño en el que estaba


viendo una escena en la que un buen hombre era juzgado por algún crimen.
Asustado, el personaje ingirió una especie de polvos o poción, y se
transformó en la personificación del mal. En ese momento, Stevenson se
puso a chillar y su esposa lo despertó. Al gran novelista no le hizo ninguna
gracia, porque dijo que estaba soñando una “historia muy bonita” y ahora
había perdido el hilo del argumento. Pero, pese a que de repente lo habían
privado de la actuación de los brownies, Steveson supo completar su obra
de ficción más famosa en sólo unos pocos días.

Esta especie de invasión de personajes de mentira para inspirar obras de


ficción incluso puede tener lugar en la vigilia, como le sucedió a Julio
Cortázar para inventarse a los cronopios, tal y como explica el propio
Cortázar en Los nuestros, de Luis Harss:

Una noche, escuchando un concierto en el teatro de los Campos Elíseos,


tuve bruscamente la noción de unos personajes que se llamarían cronopios.
Eran tan extravagantes que no alcanzaba a verlos claramente; como una
especie de microbios flotando en el aire, unos globos verdes que poco a
poco iban tomando características humanas.

Con todo, era durante el sueño cuando las inspiraciones eran más
frecuentes. Le sucedía a Samuel Taylor Coleridge, que en 1797 soñó de
una sola tacada con 200 versos de un poema nuevo. Sin embargo, cuando
al despertar empezó a tomar nota de todos ellos, una visita le interrumpió.
Los versos finales jamás los pudo recordar, y esa es la razón de que su
poema más conocido, Kubla Khan, quedara incompleto. Y Walter Scotto
confiaba en los sueños para resolver cualquier atasco creativo en sus obras,
como él mismo señaló en Diario:

Cuando en medio de una historia me encuentro con algún problema


complicado […] siempre es al abrir los ojos por la mañana cuando las ideas
me acuden en tropel. Tanto es así que, cuando me veo perdido, me digo:
“No te preocupes, mañana a las siete lo estudiaremos”.
Yeats

Otras mentes
El escritor y ocultista Aleister Crowley decía que escribía lo que le dictaba
una inteligencia no humana llamada Aiwass. Según palabras del propio
Crowley, este ser desplegaba «una inteligencia y unas facultades
inmensamente más sutiles y mayores que las de cualquier ser humano».
Tal y como lo explica el historiador John Higgs en su libro Historia
alternativa del siglo XX: Más extraño de lo que cabe imaginar:

El libro que Crowley pensaba estar transcribiendo suele denominarse El


libro de la Ley, ya que su verdadero título, Liber AL vel Legis, sub figura
CCXX, tal y como fue entregado por XCIII = 418 a DCLXVI, tiene mucho
menos gancho. La obra consta de tres capítulos, cada uno escrito a lo largo
de una hora durante tres días en un hotel de El Cairo. El texto tiene mucha
fuerza, es perturbador y, por momentos, da miedo (…) El tono monosilábico
se pone de manifiesto en su frase más famosa: “Haz lo que quieras es toda
la ley”.

Algo parecido se encuentra en el escritor de ciencia ficción Phillip K. Dick,


que dijo en una ocasión que muchas de sus ideas sobre el futuro
procedían de una mente extraña que le había colonizado la suya:

Invadió mi mente, tomó el control de mis centros motores y pensaba por mí.
Era un espectador de lo que pasaba. (…) Esta mente, cuya identidad
desconocía absolutamente, estaba equipada con unos conocimientos
técnicos increíbles. De ingeniería, medicina, cosmogonía y filosofía. Tenía
recuerdos de más de dos mil años. Hablaba griego, hebreo, sánscrito. No
había nada que pareciera desconocer.

Y en 1925, el poeta irlandés W. B. Yeats hizo uso de la escritura


automática para contactar con los espíritus y así transcribir sus ideas. La
forma en que tenían esos espíritus de que ya estaban listos para establecer
la comunicación era llenando su casa de olor a menta.

No importa si todas estas historias son falsas, verdaderas o imaginadas, ni


siquiera si denotan algún problema psiquiátrico. Lo relevante para la
literatura y el acto creativo es que, con olor a menta o no, funcionan
como profundo acicate para concebir libros mucho más jugosos.

excalibur libro prohibido que habla sobre el todo

“El recuerdo de Burk del manuscrito fue que tenía alrededor de setenta mil palabras de largo y
comenzaba con una fábula sobre un

rey que reunió a todos los sabios y les ordenó que le trajeran toda la sabiduría del mundo en
quinientos libros. Luego les dijo

que fueran y condensaran la información en un centenar de libros. Cuando habían hecho eso,
quiso que la sabiduría fuera reducida

a un solo libro, y finalmente una sola palabra. Esa palabra era “sobrevivir”. Russell Miller

Cuál es el contenido de su libro? Excalibur es un compendio que todas y cada una de


las claves que darían respuestas a los enigmas que siempre han convivido con el ser
humano: ¿quiénes somos realmente? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿existe un
Dios? ¿cuándo comenzó el mundo? Sin lugar a dudas, se trata de una obra que
comprende en sus líneas un saber muy cercano al absoluto, al todo
Al parecer, el autor, excéntrico en muchas de sus facetas, tenía conexiones estrechas con
el ocultismo. Incluso escritores como Jeff Jacobsen aseguran que Hubbard utilizaba la
técnica de la escritura automática para contactar con ciertas entidades metafísicas.
Hubbard no era un formado en magia, pese a tener grandes conocimientos de la materia.
Tenía una insaciable curiosidad sobre los poderes de la mente humana, y era una persona
de lo más telemática y clarividente. ¿Es posible que muchas de las informaciones que
recibía le fueran proporcionadas por su protector espiritual o ángel de la guarda?

Ritual para the school magic


Hoy desde Gran Misterio quiero referirme a un tema ya antes mencionado por mí: Vender
el alma al Diablo. Como ya indiqué esta opción no se contempla cuando se sigue la
filosofía satánica Laveyana (aquella que promulgó Anton Szandor Lavey en su 'Biblia
Satánica). Sin embargo, parece que otros grupos satanistas sí practican este tipo de
rituales para obtener un objetivo determinado que de otra forma sería inalcanzable para
estos.

Así pues, se nos presentan dos formas distintas para llevar a cabo el cometido de vender
el alma humana a Satán de forma permanente. Estos rituales para pactar con el ángel
caído se realizan de manera individual y su resultado depende por tanto únicamente del
modo del que éste se lleve a cabo, que, cabe recordar quedaría anulado si la persona en
cuestión carece de fe en él o su fuerza vital, la cual es primordial para este tipo de
procesos (y más aún cuando es el alma lo que se va a ‘vender’).Se debe estar ante todo
espiritual y psicológicamente preparado si se quiere adquirir un resultado óptimo.

-La primera forma-


La primera forma que se nos presenta requiere como acción obligatoria bañarse/ducharse
antes de comenzar el ritual. Se presupone que de alguna manera se va a tener contacto
con el mismísimo Satán y que por lo tanto uno no debe faltarle al respeto. Una vez hecho
esto se debe adquirir varias velas negras, un objeto punzante para hacer una herida y
extraer sangre de ella, una hoja o folio para escribir el pacto y algún objeto con el que
poder redactarlo con la sangre. Adquirido esto se debe pronunciar lo siguiente:

‹‹Ante el todopoderoso e inefable dios Satán/Lucifer y ante la presencia de


todos los demonios del infierno que son los verdaderos dioses, yo, (escriba
aquí su nombre completo), renuncio a cualquier tipo de lealtad pasada. Yo
renuncio al Dios judeocristiano Jehová, también yo renuncio a su maligno y sin
valor hijo Jesucristo, y yo renuncio del loco, odioso y podrido Espíritu Santo.

Yo proclamo a Satán/Lucifer como mi único y verdadero Dios. Yo prometo


reconocerlo y honrarlo en todo lo que haga, sin ningún tipo de reservación,
deseando a cambio su gran asistencia para lograr mis objetivos de forma
correcta.››

Después de haber recitado esto se procede a encender las velas y escribir con la sangre
extraída del dedo índice de la mano izquierda el nombre de la persona que realiza el ritual.
En este punto llegaría el momento de concentrarse y repetir la fórmula mentalmente,
acabando el proceso exclamando en voz alta y con convencimiento: <> después de haber
quemado la hoja donde se encontraba el trato en una de las velas negras.

-La segunda forma-


La segunda opción que se nos presenta para vender el alma al Diablo se remota a los
tiempos de los grimorios por algunos de los elementos utilizados, según dicen.
En este procedimiento se recomienda vestir una túnica o cualquier otra prenda de color
negro y haber ayunado al menos durante un día. Se debe haber evitado también el alcohol
en mínimo tres día antes de realizar el ritual para no albergar elementos ‘tóxicos’ o dañinos
en el cuerpo. En este caso será necesario disponer de velas negras, una imagen con el
símbolo de Bafomet (pentagrama invertido), una mesa con un mantel negro, una alfombra
del mismo color, una daga, una campanilla y un cáliz de plata.
Una vez esté listo el altar y las velas estén encendidas se debe hacer sonar la campanilla
nueve veces y recitar las siguientes palabras:

IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI EXCELSI

En nombre de Satanás, que rige el mundo y es el Rey de la Tierra, yo ordeno a las


Fuerzas de las Tinieblas que me otorguen todos sus Infernales poderes.

IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI EXCELSI

En el nombre de Satán, Señor de la Tierra, Rey del Mundo, ordeno a las Fuerzas de la
Oscuridad que viertan su poder infernal en mí. Abrid las Puertas del Infierno de par en par
y salid del Abismo para recibirme como su hermano y amigo.

Concededme las Indulgencias de las que hablo.

He tomado tu nombre para que haga parte mía. Vivo como las bestias del campo,
regocijándome en la “vida carnal”. Favorezco al justo y maldigo lo podrido.

Por todos los Dioses del Averno, ordeno que lo que yo digo ha de suceder….

Salid y responded a vuestros nombres manifestando mis deseos:

(Da la vuelta hacia el sur) Satán, (voltea hacia el este) Lucifer, (mira al norte) Belial, (gira al
oeste) Leviatán.

Será ahora el momento de transmitirle a Satán los deseos del practicante del ritual por
medio de la concentración y la meditación proyectadas por la fuerza interior. Por último, se
pronunciarán las siguientes líneas:

Poderoso Satán, antiguo Señor del Mundo, esta noche estoy ante Ti para declarar y
confirmar mi alianza para contigo. De verdad he tomado Tu Nombre como parte de mí
mismo. Siempre ha sido así, pero he vivido mucho tiempo ignorante de mi naturaleza.
Estoy agradecido de saber quién y qué es lo que soy. Estoy orgulloso de ser uno de los
tuyos y de denominarme “satanista”.

Poderoso Satán, estoy ante Ti con todo lo que tengo. Te ofrezco mis dones y aptitudes,
mis talentos y capacidades, mis habilidades, mi vida (aquí deberá ofrecerle todo lo que le
haga destacar). Y aún así no tengo nada que ofrecer que no haya sido tuyo desde el
Principio, ahora soy consciente de toda esta circunstancia.

Oh, Poderoso Señor de las Tinieblas, dame inteligencia y razón satánicas, guíame, oh
Satán, al Sendero Siniestro. Quédate conmigo en todo lo que haga. Abre las Puertas de la
Magia Infernal y enséñame la Sabiduría Antigua.

¡Shemhamforash!

Mi alma a ti entrego, oh gran maestro de las tinieblas, por hoy y por siempre.

A cambio te pido (aquí nombra todo lo que desea obtener a cambio de haber entregado su
alma)

Salve Satán, salve Lucifer, salve Belial, salve Leviatán, salve todos los espíritus con
nombre o sin nombre de las Profundidades del Abismo que ahora están conmigo…
Así será

IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI EXCELSI.

Finalmente, se hará sonar la campanilla nueve veces más para despedir a las fuerzas
demoníacas y así terminar con el ritual

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