Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
En este autor se encuentra una alta afinidad con una teoría coherentista de la justificación.
Popper establece al menos cuatro formas para contrastar una teoría con otra. Primero, se
debe realizar una comparación lógica de las conclusiones derivadas de las teorías, lo cual
permite contrastar la coherencia interna del sistema. Segundo, determinar el carácter de la
teoría expuesta, para saber si es empírica o tautológica. Tercero, saber si la teoría, en caso
de superar todas las contrastaciones, aporta un avance científico en su materia. Y
finalmente, contrastarla por medio de la aplicación empírica de las conclusiones que
pueden deducirse de ella (Popper, 1980, p.32). Cabe resaltar que para Popper la
contrastación se logra a través de la deducción de los enunciados.
De esta manera, el racionalismo crítico indica que a partir de problemas, identificados por
lo que conocemos y por lo que ignoramos de un evento, generamos hipótesis que deben ser
probadas a través de la experimentación. Si la hipótesis declarada no puede someterse a
experimentación u otra forma de ser contrastada entonces dicho conocimiento no es
objetivo, no tiene validez. Por otra parte, si de los experimentos realizados obtendremos dos
posibles resultados: la hipótesis saldrá victoriosa o bien será falseada. En el primer caso
esta hipótesis saldrá corroborada y será tomada por la comunidad científica como cierta de
manera provisional, sin embargó nunca habrá un acercamiento a la verdad absoluta, dado
que, para Popper, siempre está la posibilidad en un futuro de falsar las teorías (Gómez,
2013, p.127).
Entonces, si nos remitimos al postulado de los neopositivistas de que “todo enunciado tiene
sentido si es analítico o sintético” se encuentra que: este enunciado no puede ser
considerado ni verdadero ni falso por sus conceptos, y tampoco puede ser verificado como
verdadero o falso por medio de la experiencia. En este sentido Popper ha planteado una
crítica desarrollada como "crítica al verificacionismo", en la que se afirma que la función
de la experiencia no es justificar (vía verificación) nuestras creencias, sino falsarlas (Haack,
1997, p.101). Así pues, si los neopositivistas quisieron establecer un método de
justificación científico sin “conceptos metafísicos” se ven en la difícil tarea de justificar las
inferencias inductivas a partir de otras inferencias inductivas de “orden superior”, y así
sucesivamente. En síntesis, fundamentar la inducción en la experiencia, en lo “dado”,
acarrea una cadena infinita de la justificación.
Por otra parte, Thomas Khun establece otros criterios para la estructuración de la ciencia y
la manera en cómo se evalúa el conocimiento. Para Khun una teoría se acepta de manera
pragmática, esto quiere decir que es evaluada acorde con su suficiencia y utilidad. Para ello,
debe cumplir con cinco requerimientos: primero, la teoría debe ser precisa. Las
consecuencias deducibles deben estar en acuerdo demostrado con los resultados de. los
experimentos y observaciones. Segundo, debe de ser coherente consigo misma (fuera de
cualquier contradicción) y con otras teorías ya aceptadas. Tercero, debe ser amplia en el
sentido en el que abra la posibilidad de ir más allá de las observaciones, leyes o subteorías a
las que se destinó en principio. Cuarto, ser simple, dado que con esta teoría se ordenan
fenómenos que estaban aislados y generaban confusión. Finalmente, debe ser fecunda, lo
que significa generar nuevos resultados de investigación (Khun, 1982, p.345-346).
El análisis sobre la historia de la ciencia que realiza Thomas Khun aborda la parte
sociológica que Karl Popper ya había identificado como Tradición científica, pero que no
había desarrollado totalmente. De manera que: “El aparato conceptual que Kuhn introduce
en ella tiene como pilares el concepto de paradigma, que oficia de unidad en la
reconstrucción histórica de la ciencia, la determinación de la actividad de resolución de
rompecabezas como propia de la ciencia normal, y el funcionamiento de las comunidades
científicas como una variable relevante para su comprensión.” (Ache, 2015). Lo anterior en
relación con que Khun argumenta que los paradigmas forman y guían las investigaciones
científicas. Dentro de estos paradigmas existen métodos, ejemplos, problemas,
procedimientos, soluciones propios que dan un orden investigativo, el cual es adoptado por
los científicos que aceptan tal paradigma.
En consecuencia, las revoluciones científicas, dentro de las cuales hay crisis al interior de
los paradigmas por la aparición de anomalías (problemas que no tienen respuesta lógica con
el sistema paradigmático adoptado) indican que existe una necesidad de posición de un
nuevo paradigma, lo cual implica traspasar el periodo de crisis, pues sin ella no habría
rediseño de herramientas (Santibáñez, 2008, p.43). Esto, lleva a Kuhn a defender que el
cambio operado a través de ellas no implica solamente la sustitución de un cuerpo de
hipótesis teóricas por otro, sino también modificaciones profundas a nivel de las reglas
aceptadas para hacer ciencia, los métodos, los valores e incluso las cosmovisiones
asociadas a las teorías científicas. Y por lo tanto, no es posible ninguna comparación de tipo
lógico o empírico entre paradigmas rivales, debido a que no hay punto de comparación
alguna en el tipo de racionalidad científica que ha sido establecido en una comunidad
científica y en otra. (Ache, 2015, p.210)
Para los positivistas lógicos la racionalidad de la ciencia está definida por la procedencia
metodológica que ha sido establecida dentro de su marco normativo. Este es: evaluar los
enunciados científicos a través de una lógica proposicional con un componente matemático
muy fuerte y la verificación observacional. En este sentido, asumen dos tipos de
enunciados, los analíticos, que son verdaderos o falsos por el valor de sus conceptos
mismos, y los sintéticos, que pueden ser verdaderos o falsos en la medida en que se
compruebe a partir de la experiencia. No obstante, este argumento positivista ya ha sido
fuertemente cuestionado por el método inductivo como justificación del conocimiento, la
incapacidad de aceptar una diversidad metodológica acorde con los valores, creencias,
problemas prioritarios y criterios elegidos por las diferentes comunidades de investigación
científica que pueda haber.
A diferencia de la objetividad como fundamento del racionalismo crítico de Popper o el
cambio de criterio racional según el paradigma por parte de Khun, Karl Feyerabend
formula en los años setenta un anarquismo epistemológico como una reducción al absurdo
de las interpretaciones tradicionales de la ciencia, es decir, de los intentos de definir
axiomática o metodológicamente a la ciencia. A través de su anarquismo epistemológico
Feyerabend busca demostrar las contradicciones y limitaciones que los intentos del
neopositivismo lógico y del racionalismo crítico suponen de establecer un criterio de
demarcación que defina qué es la ciencia. Al destacar la presencia de la metafísica o el mito
en la ciencia Feyerabend no pretende denostar la ciencia, tal como sus críticos apuntan
habitualmente, sino demostrar que es falsa la dialéctica que el racionalismo crítico y el
positivismo lógico establece entre ciencia y metafísica (Vasquez, 2015, p.66-67).
Asimismo, no existe algo como un “criterio de demarcación” único para definir a la ciencia.
Para Feyerabend todas las teorías en correspondencia con su marco ontológico definen un
modo particular de ver la realidad, establecen una manera de seleccionar, disponer y
explicar la evidencia o hechos observacionales, fijan la significación que adquieren los
términos teóricos y observacionales, crean los instrumentos de observación y medición, y
codifica los modos en que los resultados deben interpretarse. De aquí que, en la medida en
que las teorías estén informadas por una ontología distinta, el conjunto de datos
observacionales, términos, leyes o principios de una teoría resulten incompatibles o, más
propiamente, inconmensurables con los de otra (Gargiulo, 2016, p.65). Lo que para Khun
fue una inconmensurabilidad por los valores internos de cada paradigma, para Feyerabend
trasciende la barrera de la cosmovisión adoptada por los investigadores.
En conclusión, se ha realizado un chequeo general sobre el debate contra los principales
postulados de la corriente neopositivista durante los años cincuenta y sesenta. Estas
discusiones han contribuido a romper una ceguera casi que dogmática sobre cómo debe de
funcionar la ciencia. Debido a esto, ha quedado descartado cualquier posibilidad de
monismo metodológico. Todo lo contrario, las discusiones han llevado a analizar la
posibilidad de diferentes criterios asumidos por las comunidades científicas para realizar
ciencia. Por ejemplo, en el caso de Khun (1962): “The reason we do not feel that
philosophy has made any progress since Plato, is that no branch of philosophical inquiry
has ever been rejected once and for all.” (p.160). Lo cual deriva de una carencia de un
criterio a través del cual se puedan evaluar las teorías científicas, ya que estas corresponden
a unos criterios propios, valores y contextos diferentes y por lo tanto no existe algo como
“avance científico”.
Estas discusiones sobre la filosofía de la ciencia abrieron el campo visual a la ciencia
contemporánea para que se despojase de una rigidez dogmática que lo único que provocaba
era un estanque para la resolución de nuevos problemas, lo que en palabras de Ulf Persson
(2016) logró el método crítico de Popper: “The imagination never works in a vacuum, it
needs to be provoked by encountering obstacles. This is the true role to be played by
falsification. Falsification are like diamonds forever, they cut off possible avenues, and thus
allow us to probe much deeper into the configuration space of ideas” (p.462). Este criterio
de objetividad de Popper que avala directamente la crítica, sea cual sea el criterio científico
del momento, logró transmitir un dinamismo a la ciencia para suscitar una competencia y
mejore constante en la ciencia moderna.
Referencias Bibliográficas:
Ache, P. M. (2015). De los esquemas conceptuales a los paradigmas. Evolución del. Acta
Scientiarum, 13.
Gómez, O. I. (2013). Inductivismo y falsacionismo en epidemiología. CES Salud Pública,
125-128.
VÁZQUEZ, M. T. (2015). LA NOCIÓN POSITIVA DE CIENCIA. CRÍTICA, Revista
Hispanoamericana de Filosofía., 61-94.