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Romero Vazquez Andrés Historia de la filosofía II

Comentario de Menón
De este razonamiento, pues, Menón, parece que la virtud se da por un don divino a quien le
llega. Pero lo cierto acerca de ello lo sabremos cuando, antes de buscar de qué modo la virtud
se da a los hombres, intentemos primero buscar qué es la virtud en sí y por sí 1.
En este fragmento se puede encontrar las tesis acerca de las formas, lo que intuye el filósofo
y la reminiscencia del alma. Para dar razón de esto, el diálogo comienza con 3 preguntas que
tratan acerca de: si la virtud es enseñable, y se alcanza en la practica o si es todo lo contrario,
no se aprende por lo tanto que no sea enseñable pero que los hombres la puedan alcanzar de
algún modo. Estas preguntas dan paso al diálogo entre Sócrates y Menón, para investigar si
eso es de ese modo, indagar en la virtud. Teniendo un tema similar al del Protágoras, el
objetivo del diálogo es poner a prueba al otro y a uno mismo, en búsqueda de la verdad. A
diferencia de la conclusión del Protágoras sobre que la virtud parece ser enseñable, el filósofo
no enseña, a diferencia del sofista, esto es debido a que el sofista tiene algo en concreto para
poder gobernar.
El filósofo en sí no forma, porque no tiene objeto de formación, lo que este hace es
saber preguntar en el diálogo con el otro. La razón de esto es debido a que hay una sospecha
acerca de la virtud. El filosofo intuye algo de la virtud y este saber es una especie de pre-
comprensión. Si es así, de alguna manera el filósofo intuye las formas a partir de aquello que
se ve, para así entre-ver las formas, dar señas por la intuición, de lo que son las formas. ¿De
donde viene esa sospecha del filósofo? Siguiendo con el diálogo del Menón, es debido a que
el alma siendo inmortal, ha visto y aprendido todas las cosas de modo que: “no hay nada que
no haya aprendido”2, de ser así es posible que recuerde la virtud y todas las demás cosas. Sin
embargo, este recuerdo no es conocimiento total de todo, debido a la finitud misma del
hombre, más bien es el punto de partida para penetrar hasta otras cosas olvidadas mediante
una búsqueda valerosa. Este es el porqué de tener conocimiento de “algo”, que solo se intuye
y da señas a los demás, el filósofo puede hacer recordar al otro y con lo anterior dicho, es
deber del otro es indagar, y debido a que el alma vio y recuerda todo, ese indagamiento es la
búsqueda de uno mismo, esto es ser sin llegar a ser. Entonces uno actúa conforme a la
naturaleza, y ser una mismo es eso, tal vez no sea totalmente definible la virtud en sí y por
sí, pero se puede tener una intuición de ella que nos encamine a ella, esto debido al logos que
reúne en el diálogo y nos dirige a la verdad, con el fin de ser mejores seres humanos.

1
Platón, Menón, 100b. Platón, Diálogos II. Trad. C. García Gual, et. Al., Gredos, Madrid, 2008
2
Ibid., Menón, 81c-d

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