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CHÚMBALE 1

Biblioteca Teatral "El público" -A.T.T.A.CH


HÚMBALE
de Oscar VIALE

Personajes:
Enzo
Mecha
Papá
Mamá
Aída
Quique

PRIMER ACTO:
ESCENARIO DIVIDIDO EN DOS: de un lado, la habitación de Enzo en casa
de sus suegros, del otro, un pasillo con un sillón cama donde duerme QUIQUE. Se trata de
una vivienda proletaria, un escalón apenas arriba del lumpen.
Hay una pared con puerta que divide ambos ambientes.
Al iniciarse la acción, se oye la voz de un televisor transmitiendo un teleteatro,
que llega desde adentro. Aparece MECHA de camisón y ruleros. Enciende la luz de su
habitación y mete la cabeza debajo de la cama, saca un par de zapatillas del tipo “Adidas” y
regresa hacia interiores. La escena unos segundos vacía. Luego se ve ingresar a ENZO
nervioso y enojado, seguido de MECHA. El viste el uniforme de los cafeteros ambulantes.
MECHA trae en sus manos la bolsa en banderola con los termos, una bolsa de mercado con
alfajores y el gorrito de su parido puesto. ENZO trae en las manos las zapatillas que antes se
llevara MECHA.
MECHA: (Disculpándose) Vos dijiste zapatillas.
ENZO: Alpargatas dije, no zapatillas. Alpargatas (Ahora se inclina él y mete la
cabeza bajo la cama) Lo que pasa es que no prestás atención. Cuando el
televisor está funcionando, sonamos: te convertís en un zombie, en una...
(Se incorpora y la mira crítico) No están.
MECHA: ¿Y yo qué dije?
ENZO: ¿Pero cómo es que no están, Mecha? Tendrían que estar, yo las dejé abajo
de la cama
MECHA: Ah, yo no sé nada
ENZO: ¡Tenés que saber! ¡La pieza mide dos por dos, estamos como piojo en
costura, no se pueden perder! A que te agarró otra vez la locura de la
limpieza y no sabés dónde la metiste.
MECHA: ¿Ahora la culpable soy yo? ¿Vos las perdés y yo cargo con el fardo...?
Aprendé a tener un orden, a ser prolijo y no les reprochés nada a los
demás.
ENZO: Yo cuido mis cosas
MECHA: (Mostrando los objetos) ¿Quién tuvo que traer los termos y los alfajores que
dejaste tirados en el comedor...?
ENZO: No estaban tirados. Llegué, estaba la comida servida y me senté. Los
termos estaban al lado mío.
MECHA: Tirados.
ENZO: En el suelo, no tirados. Hablemos con, con, con... ¡hablemos bien!
MECHA: Tenés la costumbre de dejar las cosas tiradas. Claro, total: atrás viene la
mucama que levanta todo lo que tirás.
ENZO: ¿La mucama vos...? Entonces decime dónde carajo metiste las alpargatas.
MECHA: (Ofendida) ¡No sé! ¡Y si lo supiera, no te lo decía por tratarme de esa
manera! (Mutis pero él la detiene con sus palabras)
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ENZO: (Reprochón) ¿Y cómo querés que te hable? ¡Sabés cómo vengo de los pies y
te ponés a hablar pavadas en vez de ayudarme a encontrar lo que busco!
(Se quita los zapatos con gesto dolido)
MECHA: ¿Te duelen los pies...? ¡Me gusta! ¡Eso te pasa por irte con los zapatos,
sabiendo todo lo que tenés que caminar por día! Al trabajo vas con
zapatos, y después, cuando tenés que salir conmigo, te ponés las medio
básque.
ENZO: ¡Salir! ¡Salir, dice! ¿Y cuándo salimos nosotros? Y después de todo, no se
me antoja ir con zapatillas y sanseacabó.
MECHA: ¿Para qué las compraste, entonces...?
ENZO: ¡Mecha, dejate de preguntar boludeces y encontrame las alpargatas, que
no doy más de los pies!
MECHA: (Ofendida como una nena) ¡Encontrátelas vos! ¡A mí me hablás como es,
como a una señora o te jorobás...! (Mutis dando un portazo)
ENZO: (Corriendo descalzo a la puerta y vociferando hacia interiores) ¡Claro,
porque vos hablás fenómeno, pequeño larús ilustrado...! ¡Da gusto
escucharte! (Cierra de otro portazo. Para sí) Lo que quería era rajarse;
buscó la pelea para ir a enchufarse con la televisión... (Se sienta en la cama,
se masajea los pies con demostraciones de alivio. Por el pasillo llega
QUIQUE, el menor de sus cuñados, de 18 años. Está haciendo el servicio
militar en la policía. Trae la chaquetilla del uniforme y la pistolera colgadas
de un hombro. En una mano, casi ocultas, las alpargatas de ENZO. Abre la
puerta sin pedir permiso)
QUIQUE: Che, ¿qué son tantos gritos? ¡No estás en la calle vendiendo café, querido!
ENZO: (Malumorado) ¡A ver si antes de entrar golpeás y preguntás si se puede!
QUIQUE: ¡Ay, perdone caballero! No sabía que estaba entrando al baño.
ENZO: ¡No te hagás el piola! No te podés meter de esa manera. ¿Y si la agarrás
desnuda a tu hermana...?
QUIQUE: Qué terrible.
ENZO: O nos agarrás desnudos a los dos.
QUIQUE: Ay, qué miedo.
ENZO: Un poco de delicadeza nunca está de más.
QUIQUE: Faltaba menos.
ENZO: Ocho meses que vivo en esta casa y todavía no conseguí que nadie
golpeara antes de entrar...
QUIQUE: Acabala, flaco...
ENZO: ¡No la acabo nada! ¡Usted golpea y se acabó! ¿No se puede tener vida
privada aquí?
QUIQUE: ¿Justo a mí me venís de vida privada? Desde que te casaste con mi
hermana me mandaron a dormir al pasillo. Me afanaste la pieza.
ENZO: A llorarle a Cristo.
QUIQUE: El que está llorando sos vos. Comprate un búngalo si querés vida privada.
Ponés un granadero en cada puerta y al que no golpea, ñácate, un culatazo
por la cabeza. A los tres días les enseñás a todos o te quedás sin familia...
(Le muestra las alpargatas) ¿Por esto estabas haciendo tanto escándalo?
ENZO: ¡Mis alpargatas! ¿Las tenías vos?
QUIQUE: (Arrojándoselas) Te las usé un cachito cuando me bañé
ENZO: (Tanteándolas) ¡Pero están mojadas! Me las mojaste, sardanápola.
QUIQUE: ¿No oís que las usé cuando me bañé?
ENZO: ¿Te bañaste con las alpargatas puestas?
QUIQUE: No exagerés, están un poquito húmedas, nada más.
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ENZO: ¿Húmedas...? ¡Si parecen almejas! Las apretás y salta el chorrito.
(Indignado) ¿Pero cómo me hacés esto? ¡La re...pública que te partió...! (Le
tira las alpargatas, que el otro esquiva)
QUIQUE: (Finteando como un torero) ¡Qué tipo escandaloso, Dios te libre!
ENZO: ¡Ni un par de alpargatas se puede dejar en esta casa...!
QUIQUE: Cortala flaco. (Manoteando su bolsillo) A ver, ¿cuánto vale esa basura?
ENZO: ¿Qué manotiás, pulguiento? Si sos un seco. (En el pasillo aparece MAMÁ,
apurada. Abre y entra)
MAMÁ: ¿Qué pasa, por qué gritan así? Estamos viendo televisión, papá se quejó.
ENZO: Señora ¿cuántas veces tengo que decir que golpeen la puerta antes de
entrar...?
MAMÁ: Me olvido, hijo. Aquí en casa nunca tuvimos nada que ocultar. No tenemos
la costumbre de golpear. ¿Es muy importante eso para usted?
ENZO: Es que un día me pesca desnudo y se va a llevar un susto
QUIQUE: Tiene razón vieja: es muy fulero desnudo
MAMÁ: Vos callate y terminá de vestirte de una vez que se te va a hacer tarde.
Papá ya preguntó dos veces por vos. (A ENZO) Y usted, baje la voz. Mi
marido es muy nervioso y quiero terminar la noche en paz.
ENZO: Yo también. Así que llévese a este delincuente o los gritos van a seguir.
MAMÁ: Ay, qué hombre tan rezongón (Al mutis) Quique, no lo jorobés. (Sale)
ENZO: En cuanto pueda me las pico de esta ratonera
QUIQUE: Decidite pronto, flaco. Me gustaría volver a apoliyar decentemente.
ENZO: Ma dale, si aquí durmieron siempre encimados, como las gallinas.
QUIQUE: Atenti con esa boquita, querido, que hago correr la pelota y la vieja te
envenena la sopa...
ENZO: Te creo. La historia del mundo está llena de asesinos orgullosos.
QUIQUE: ¿Qué decís? ¿Mi vieja orgullosa?
ENZO: ¿Ah, no? Observala bien.
QUIQUE: No hace falta, la conozco bastante.
ENZO: Qué vas a conocer, si vos te acordás de tu madre únicamente cuando te
putean.
QUIQUE: ¡Justamente! ¿Sabés las puteadas que recibo por día...? Este uniforme
parece tener una atracción especial.
ENZO: Embrómese. ¿Vos te pensabas que hacer la colimba en la policía era una
paponia...?
QUIQUE: Igual es más divertido. Estás siempre en la calle y las pibas te dan bolilla...
La paso bien, no me quejo.
ENZO: Ah, ¿no te quejás? ¿Y qué hacías recién en la mesa? (Remeda) “Ufa, no
tengo ganas, miren si es hora para ponerse el uniforme...”
QUIQUE: Era un chiste.
ENZO: Un chiste, sí. Estás muy chistoso vos, últimamente.
QUIQUE: (Entre divertido y presumido, extrae con parsimonia su arma) Cuidado, ojito,
no te tirés conmigo, que yo... (Le pone el arma cerca del rostro)
ENZO: Guardá eso, che
QUIQUE: Dale, hablá ahora. Decí que no te caigo bien, vamos.
ENZO: (Receloso) Guardá esa porquería
QUIQUE: (Empujándolo con el arma) ¿Por qué, qué tiene de malo...?
ENZO: Es peligroso
QUIQUE: Ah, ahora arrugás, eh
ENZO: No arrugo, prevengo. Sos muy mocosito para jugar con el fierro ese
QUIQUE: Repetí eso y te quemo (Juguetea con el caño entre las ropas) Mirá que hay
mocositos que las tienen bien puestas...
ENZO: (Vociferante) ¡Guardala, te digo, boludo!
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QUIQUE: (Haciendolo con sonrisa sobradora) Cómo cacarea la gallinita.
ENZO: Un descuido, salta el seguro y perdés la salud.
QUIQUE: Más peligroso es lo que andás vendiendo vos y nadie te dice nada... (Toma
la bolsa de los termos y se la coloca. Imita) ¡Café, café! ¡Calentito el café...!
(Despectivo) ¡Ésto sí que es peligroso! (Arroja los termos al suelo)
ENZO: (Corriendo a recogerlos) ¿Qué hacés, animal...? ¡Los rompés! (Los toma y
comprueba uno por uno si están rotos, moviéndolos cerca de su oído) ¿Qué
tenés en la cabeza, sardanápola? ¡Están en consignación, se rompen y
tengo que pagarlos!
QUIQUE: Mirá qué cosa.
ENZO: (Incorporándose, más tranquilo) Bueno, menos mal.
QUIQUE: ¿No se rompió ninguno?
ENZO: No.
QUIQUE: Qué lastima. (QUIQUE sale corriendo y ENZO lo persigue unos pasos, un
poco en broma y otro tanto en serio . Al hacer mutis, QUIQUE casi tropieza
con PAPÁ. Un hombre de voz bronca y gesto adusto. ENZO no alcanza a
verlo y cierra su puerta)
PAPÁ: (Cerca del vano de la puerta, protestando hacia ENZO) ¿Qué pasa ahí...?
¿Qué son tantos gritos...? ¿Esta es una casa o un manicomio?
ENZO: (Sordamente, para sí) Andá fangulo
PAPÁ: (Gallo en su gallinero) ¿Tengo que rajar a todos para poder ver la
televisión...? (Pausa. ENZO, dentro, hace un gesto de “dejate de hinchar”)
¡Se callan o rompo el televisor a patadas...! ¿Me entendieron? (Espera una
respuesta que no se produce) ¡Bueno, no lo repito más! (Mutis)
ENZO: (Masticando rabia, en sordina) Este es otro sardanápola que te la voglio
dire. (Toma papel de diario y hace bollitos que coloca dentro de las
alpargatas. Regresa MECHA trayendo unas chinelas de dama, rosas y con
pompón)
MECHA: Las busqué por toda la casa y no aparecen
ENZO: Ya las encontré (Las muestra)
MECHA: ¿Viste que el descuidado eras vos? ¿Dónde estaban?
ENZO: Las tenía el tarado de tu hermanito; las usó para bañarse, las mojó todas.
Claro, aquí entra cualquiera. Agarran lo que quieren y vos no te enterás...
¿Qué hacés todo el santo día en casa? ¡Ni siquiera cuidás la pieza...!
MECHA: Yo soy tu mujer, no un sereno. Para cuidar la pieza comprate un perro.
ENZO: Mirá cómo las dejó.
MECHA: Ahora no te las pongas. Ponete las pantuflas de mi vieja (Le ofrece las
pantuflas)
ENZO: Pero Mecha, ¿cómo me voy a poner las pantuflas de tu vieja...?
MECHA: Por lo menos están sequitas.
ENZO: Devolvelas. De tus viejos no quiero nada
MECHA: No se dio cuenta que las agarré. No las usa. Se las saqué y chau.
ENZO: Peor entonces. A ver si piensa que se las robé.
MECHA: ¡Sos insoportable! Mirá si va a pensar que... (Deja las pantuflas por ahí)
¿Querés que lleve las alpargatas a la cocina?
ENZO: ¿Vas a hacerte un caldito?
MECHA: Para que se sequen con el calorcito de la cocina, tonto.
ENZO: No, dejá. El papel les saca la humedad. Para mañana están secas (Pone las
alpargatas sobre un envoltorio cilíndrico que está en el suelo)
MECHA: Ese paquete, ¿qué es?
ENZO: ¿Cuál?
MECHA: Ese (Señala) el que está abajo de las alpargatas
ENZO: Ah
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MECHA: ¿Es tuyo? ¿Es nuestro, quiero decir?
ENZO: Está ahí desde el otro día
MECHA: ¿Y cómo yo no lo vi?
ENZO: No habrás mirado bien
MECHA: (Ofendida) Yo limpio todos los días
ENZO: No dije que no limpiaras; dije que no habrás mirado bien
MECHA: Es que vos siempre tirás pataditas. Hay que ver qué decís y cómo lo decís,
porque de buena leche no hacés nada. ¿Qué te pasa, por qué andás tan
avinagrado últimamente?
ENZO: (Grosero) ¡Porque vos no parás un minuto de romperme los esquemas! ¡Por
eso!
MECHA: (Saliendo furiosa) ¡Está bien! ¡Mordete esa lengua y envenenate solito!
¡Hoy no te aguanta ni tu madre! (Sale dando un portazo)
ENZO: (Para sí) El día que hagan el concurso para encontrar a Miss Sardanápola,
ésta lo gana por muerte (En el pasillo aparece MAMÁ y QUIQUE. El
muchacho la empuja simpáticamente)
MAMÁ: Dejame, no empujés. ¿Qué querés de mí?
QUIQUE: Que me acompañes a la pieza de Enzo. Me olvidé la chaquetilla y no
quiero entrar solo (Abre la puerta) Che, viejo.
ENZO: ¿Otra vez...? ¿Qué tengo que hacer para que golpeen la puerta antes de
entrar?
MAMÁ: ¡Esta vez yo no fui! La puerta la abrió Quique.
ENZO: Si seguimos así voy a poner una trabex y después a llorarle a Cristo.
QUIQUE: (Escudado tras su madre) La chaquetilla vieja, agarrá la chaquetilla.
MAMÁ: (Toma la chaquetilla con QUIQUE siempre detrás de ella) No se la tome
conmigo. Hago lo que me piden.
ENZO: ¿Te trajiste al guardaespalda, sardanápola?
QUIQUE: (fingiendo temor cómico) Es que vos me das mucho miedo, varón.
ENZO: Vos tomátelo en broma; ya te voy a agarrar descuidado.
QUIQUE: ¿Lo oís, madrecita santa? Ese hombre me está amenazando.
MAMÁ: (Incómoda, intimidada) Yo no sé nada, a mí no me metan en los líos de
ustedes. (Sale de la habitación) Arréglenselas.
QUIQUE: ¡Madre, por Dios, no me dejes a solas con él...! (MAMÁ sale apresurada. En
lo que sigue comienza a campear un tono irónico. ENZO, pese a las
apariencias siente simpatía por QUIQUE) Te tiene miedo la vieja.
ENZO: No sé por qué.
QUIQUE: Es lo que yo digo. Si sos mansito.
ENZO: ¿Ah, sí?
QUIQUE: Mucho grito, mucha matoneada, pero se te cae un termo y empezás a
llorar.
ENZO: Te los hago pagar y vas a ver si vos también no llorás.
QUIQUE: Parecías la negra de anoche.
ENZO: ¿Qué negra?
QUIQUE: Una sirvientita que nos bajamos con el cabo. Andaba provocando. Fue al
frente no se cuántos días y cuando llegó el momento... empezó a los gritos,
pedía por la madre. Como vos recién.
ENZO: Yo sé cuando me quejo. No soy una negrita... (Su duda) ¿Se la tiraron de
prepo?
QUIQUE: Sí. Pero no protestaba por eso. Era virgo, la estúpida.
ENZO: Eh, ¿cómo hicieron eso...?
QUIQUE: ¡Se lo tiene merecido! ¿No te dije que provocaba? Tres semanas anduvo
atrás mío. Parecía la reina de las piolas. Tanto, que el cabo me dijo: “Hay
que reventarla a ésta”. Y es lo que hicimos.
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ENZO: Pero el cabo ¿qué tenía que ver con esto...? ¿No decís que la chica te
perseguía a vos...?
QUIQUE: Necesitaba su visto bueno. Tiene la parada a dos cuadras. Por ahí me
llegaba con la negrita estando de facción... y me refunde. Entonces lo dejé
que se asociara. Llevé a la piba a una obra en construcción y el cabo se
apareció como de casualidad.
ENZO: Pero ¿cómo te metiste en ésa, pibe...?
QUIQUE: Todo hubiera salido bien si el cabo no se ponía como se puso. Se volvió
loco. Ni bien la entré se fue al humo, le abrió el vestido, le rompió el
corpiño... La piba se agarró un jabón de la madonna. Gritó, pataleó, pero
no hubo caso. El cabo no perdonó. Fue una carnicería.
ENZO: ¿La lastimaron?
QUIQUE: Lo natural. Un poco de sangre y chau. Pero lloró mucho, daba lástima.
¿Quién se iba a imaginar que ésa todavía no había debutado?
ENZO: ¿La lastimaron?
QUIQUE: Lo natural. Un poco de sangre y chau. Pero lloró mucho, daba lástima.
¿Quién se iba a imaginar que ésa todavía no había debutado...?
ENZO: Qué salvajada.
QUIQUE: ¿Salvajada por qué? La virginidad alguna vez la iba a perder.
ENZO: Pero no a la fuerza ni con un loco sexual.
QUIQUE: Cuestión de opiniones (Observa el paquete) Esto, ¿qué es...? (Indica el
paquete con un pié)
ENZO: Pintura.
QUIQUE: ¿Pensás pintar...?
ENZO: No sé, vamos a ver. (Por el pasillo vienen MECHA y MAMÁ, ésta delante)
MAMÁ: ¿Quique está en tu pieza todavía?
MECHA: No sé, antes no estaba. (MAMÁ abre y entran las dos)
MAMÁ: ¡Quique, hijo! ¿Te fijaste la hora que es...?
ENZO: Oiga, señora ¿hablo en chino yo...? ¡Golpee antes de entrar!
MAMÁ: Vengo con Mechita, me imagino que su mujer no tiene que golpear.
ENZO: Cuando viene acompañada sí.
MAMÁ: Perdone, es la falta de costumbre. Aquí, antes, vivía Quique, y yo nunca
golpeaba.
ENZO: Ahora tiene que hacerlo, qué le va a hacer. Su hija hace ocho meses que se
casó. Es hora de acostumbrarse.
MAMÁ: No lo hago con mala intención.
MECHA: Está bien, mamá, no tiene importancia.
ENZO: ¿Cómo que no tiene importancia...? ¿Para qué se inventaron las puertas?
MAMÁ: Mire qué pregunta: para abrirlas.
ENZO: No señora. ¡Para separar! ¡Se-pa-rar...! Es algo muy distinto.
MAMÁ: En esta casa nunca jugamos a las escondidas, nunca tuvimos misterios.
ENZO: Yo no hablo de misterios. Hablo de golpear, de anunciarse, de ser gente.
MECHA: Me parece que se te va la mano con esto de la puerta, querido.
MAMÁ: (A MECHA) Lo hago sin querer. No es un crimen, me parece.
ENZO: Ni un crimen ni un misterio. Hay que golpear y se acabó.
MECHA: Está medio nervioso, dejalo...
ENZO: Por ahí lo encuentran desnudo a uno y...
QUIQUE: ¿Pero esto qué es, una película pornográfica? ¿Siempre desnudos están?
MAMÁ: ¡Quique! ¡Moderación y cordura! (Por el pasillo aparece , hecho un
basílico)
PAPÁ: (Gritando hacia adentro) ¡Mercedes! ¿Qué pasa que el Quique no va a
tomar servicio...?
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MAMÁ: (Contestándole ídem) ¡Ya va, Roque, está saliendo...! (Por lo bajo a su hijo)
¡Apurate que papá está nervioso!
PAPÁ: ¡Si le pasa algo, después anda llorando por los rincones...! ¡Que cumpla
con sus obligaciones, carajo...! (Mutis enojado)
MAMÁ: ¿Lo oíste...? Vamos. ¿Tenés todo?
QUIQUE: (Saliendo enfurruñando) Yo cumplo con mis obligaciones... ¿Por qué tiene
que insultar...? (Los dos hacen mutis, dejando la puerta abierta. ENZO la
cierra de un portazo, enojado)
MECHA: Eh, despacito cierra igual. (Hay un silencio. ENZO comienza a
desabrocharse la camisa) ¿Tenés que ir al baño...? Aprovechá ahora que
todos están viendo la tele. Después lo agarra Aída y no lo suelta más.
ENZO: No tengo ganas
MECHA: Yo digo; como siempre protestás por el baño...
ENZO: Te dije que no tengo ganas.
MECHA: Para que veas que voluntad es lo que sobra...
ENZO: Te dije que no tengo ganas. Pero si querés voy igual, para aprovechar el
baño libre.
MECHA: ¡Ay, Enzo! ¡Qué carácter; no se puede hablar con vos...! ¡De todo te
quejás!
ENZO: Es que hasta para el baño estoy de prestado en esta casa. Sólo puedo
usarlo cuando los demás están distraídos.
MECHA: No estás de prestado, sos un hijo más. Aquí todos te quieren, todos
hicieron o hacen algo por vos. Quique duerme en el pasillo para que
nosotros tengamos una pieza...
ENZO: ¿Yo se lo pedí...? Yo le dije a tu viejo que para casarnos era mejor esperar
a contar con una comodidad por ahí... Y entonces empezaron a dar vueltas
hasta que nos metieron en este agujero.
MECHA: Qué, ¿te estás arrepintiendo de haberte casado?
ENZO: No, Mecha, no me arrepiento de nada. Te estoy refrescando la memoria,
nada más.
MECHA: Vos no me estás refrescando nada, te conozco. Me lo estás echando en cara.
Yo no estaba desesperada por casarme, para que sepas.
ENZO: ¿Y quién habló de eso...?
MECHA: Tenía el mismo apuro que vos, en todo caso. Y lo que hicieron mis viejos
fue por su cuenta, a mi no me preguntaron nada. ¡Yo siempre obré de
buena fe, de frente, no te quise pescar!
ENZO: ¡Pero Mecha, pará! Ahora no te enrosques con...
MECHA: (Cortándolo) Porque una mujer que apura al hombre para casarse es una
desesperada, o una mala persona. ¡Y yo no soy una mala persona! ¡La
mala persona sos vos, en todo caso, porque estabas pensando mal de mí
todo este tiempo y te lo tenías bien guardado...! ¡Ladino! ¡Escondedor!
¡Zorrito...!
ENZO: ¡Pará, loca! ¡Frená un poquito! Lo único que yo dije, fue que...
MECHA: ¡Me acuerdo perfectamente lo que dijiste! ¡No soy una tarada! ¡Tengo
memoria y tengo cabeza y tengo sentimientos! No me quieras hacer pasar
por tonta. Lo que dijiste, lo dijiste. Y te salió bien de adentro.
ENZO: ¿Pero qué es lo que dije, vamos a ver...? (Por el pasillo aparece, apurada,
AÍDA, la hermana mayor de MECHA)
MECHA: ¡Que yo te enganché de prepo, eso dijiste...!
AÍDA: (Abriendo la puerta sin golpear) ¡Chicos, hablen bajo! ¡Se oye todo! ¡Papá
está protestando!
ENZO: Esta es mi pieza y adentro hago lo que se me antoja.
AÍDA: De acuerdo, pero en voz baja. Hacé lo que quieras, pero sin bochinche.
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ENZO: Los que hacen lo que quieren en esta casa son ustedes. Todo el mundo
entra aquí cuando se le antoja, sin pedir permiso ni nada. ¿Cómo habrá
que decirlo para que entiendan? (Hace bocina con las manos) ¡Quiero que
golpeen la puerta antes de entrar! Punto. Firmado: el hinchaguindas.
Ministro de Puertas Golpeadas.
AÍDA: Vine a hacerles un favor.
ENZO: Si, ya sé: el favor de entrar sin avisar.
MECHA: ¿Se oía mucho? ¿Se notaba que estábamos discutiendo...?
AÍDA: Papá se estaba envenenando. Ya sabés que no le gustan los gritos.
ENZO: Como no sean los de él. Se pasa la vida gritando.
AÍDA: Después de todo es su casa, ¿no?
ENZO: Y también la mía.
AÍDA: (A MECHA) Escuchámelo a éste.
MECHA: Dejalo, está hecho un tonto.
AÍDA: Parece que los pajaritos se te fueron a la cabeza.
ENZO: Esta casa también es mía.
MECHA: ¿Papá te la regaló...?
ENZO: Esta casa es mía. Y de mecha, Y tuya. Es de todos.
AÍDA: Que no te oiga el viejo o lo vas a tener que escuchar un rato largo.
(Entreabre la puerta para asegurarse que el padre no esté cerca) No lo
repitas, por favor. No nos comprometas.
MECHA: ¿Para qué se lo dijiste? Ahora seguro que lo repite hasta el cansancio. El
siempre te lleva la contraria.
ENZO: (Tratando de apresar la idea) El viejo compró la casa, puso la guita, eso está
claro... Pero nosotros la, nosotros la... ¿Cómo se dice...? ¡Nosotros la
adquirimos! ¡Ahí está! ¡Nosotros la adquirimos! El la compró y nosotros la
adquirimos.
AÍDA: ¿Pero qué dice?
MECHA: Nada, dejalo. Mejor andate. Así descansa, viste.
AÍDA: Yo soy muy burra... pero comprar y adquirir es la misma cosa.
MECHA: Por favor, Aída, no le insistas.
ENZO: No es lo mismo, es otra cosa.
AÍDA: Vos tendrás un diccionario exclusivo.
ENZO: No es... pero es. No sé cómo explicarlo. La casa es nuestra, pero no es
nuestra.
AÍDA: (Irónica) ¿En qué quedamos...?
MECHA: No se la sigas por favor, que después pago las consecuencias.
ENZO: Esto me lo enseñó un tipo en el sindicato, o en la fábrica de muebles, no me
acuerdo.
AÍDA: Empezamos bien.
ENZO: Es una frase, unas palabras que no eran de él, pero que encierran todo
un... todo un pensamiento. No se le dice así, no es un pensamiento, es un...
bueno, no me sale.
MECHA: Decí lo que dijo y chau. ¿O eso tampoco te sale?
ENZO: Sí, me sale. Escuchen lo que me dijo, presten atención: (Hace una pausa
expresiva) La propiedá no esiste. (Las mira. Las chicas no responden) Miren
qué fácil.
AÍDA: Fácil un corno. ¿Qué quiere decir? ¿Lo que yo me imagino? Entonces
estás loco.
ENZO: ¿No lo catan...? A ver si lo explico. Las cosas de este mundo son de todos,
son para todos. El aire, el sol, el agua, la tierra... no tenían dueño. Estaban
tiradas a la bartola en la vida. El mundo nació de la nada... pero para
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todos. Nació bárbaro. Después la cagamos. (Tiempo) No era así como el
tipo me lo explicó, pero por ahí anda.
AÍDA: El mundo habrá nacido fenómeno, como vos decís, pero hoy en día, el que
no tiene se embroma. Eso de que la propiedad no existe contáselo a otra.
MECHA: La casa es de Papá; no es tuya ni de nosotras. El viejo trabajó toda la vida
para tenerla. No podés aparecer vos a decir, cómo es, que no de él porque
un coso del sindicato te lo dijo.
ENZO: Es que tampoco era una idea de ese hombre. Ese... pensamiento viene de
arrastre. No es la palabra, no es un pensamiento, pero en fin. Este
pensamiento lo había tenido otra persona, un bocho, un tipo que ya está
fiambre hace mucho, que se especializaba en tener pensamientos, uno de
esos que piensan todo el santo día... cómo se les dice. Bueno, ese tipo se
llamaba... cómo se llamaba, carajo.
MECHA: No sabés nada, querido. ¿Para qué sacás esta conversación entonces?
AÍDA: ¿Por qué tenés que creer las palabras de un tipo que contaba las ideas de
otro tipo que ya murió y del que no sabés ni siquiera el nombre?
ENZO: Porque el hombre era un cerebro terrible, un bocho, un...
MECHA: ¿Cual de ellos...? ¿El que se murió o el del sindicato...?
ENZO: ¡No importa! ¡No voy a estar eligiendo! ¡Lo que pasa es que la idea es
extraordinario! ¡La propiedá no esiste! Quieren algo más grande, más real,
más...
AÍDA: Mecha, vos sos la esposa y tenés la obligación de bancártelo. Yo no.
Cuando un marido se pone a hablar sin ton ni son, que se lo aguante la
querida esposa... Chaucito. (Mutis)
ENZO: Así te va en la vida: ¡rajando cada vez que la cosa se pone espesa...!
AÍDA: (Volviendo sobre sus pasos y abriendo la puerta) ¡Me lo tengo mereido! ¡Por
meterme donde no me llaman! (Mutis definitivo)
ENZO: (Gritándole feroz) Y si te llaman, antes de entrar, ¡golpeá la puerta!
MECHA: ¿Otra vez con la puerta? (Se está poniendo crema en el rostro)
ENZO: Vos dejame; yo tengo que defender mis derechos.
MECHA: Yo te dejo, pero sos tan cómico que deberías cobrar entrada para
escucharte.
ENZO: ¡Claro! Es más fácil reírte que encontrar un... pensamiento. (Pausa con
rabia) ¿Pero cómo eran que se llamaban los pensamientos del coso ése...?
MECHA: (Dejando de ponerse crema) Mi amor, yo tengo que... (Le acaricia los
cabellos) ¿Por qué no te... ?
ENZO: (Apartándose y tocándose los cabellos) ¡Cuidado, che, que tenés las manos
llenas de crema!
MECHA: (Las muestra) No, ya me las limpié. A vos te pasa algo, Enzo. Un hombre
que viene tan cansado de la calle, no es razonable que se busque problemas
en la casa...
ENZO: Yo no los busco. Los problemas están, aparecen. Lo único que hago es
hacerles frente.
MECHA: Ahí está la cosa. ¿No comprendés? ¿Qué necesidad hay de poner siempre
el pecho...?
ENZO: No puedo dejarme llevar por delante.
MECHA: Es que siempre pagás el pato. Te hechan de todos los trabajos y siempre
por tu carácter. Siempre por peleas. En dos años cambiaste como veinte
trabajos...
ENZO: Nueve.
MECHA: Nueve si contamos solamente desde que nos casamos. ¿Y antes...?
Terminaste vendiendo café en la calle. ¿Eso te parece justo para vos...? ¿A
CHÚMBALE 10
vos te parece que un tipo de tu viveza, con tu inteligencia, es lógico que
venda café por la calle...?
ENZO: El hombre vale por lo que es, no por el trabajo que hace.
MECHA: A mí no me hagas jueguitos de palabras. El hecho es que hacés lío en
donde quieras que estés. En casa también. Y no hay derecho. ¿Yo qué
tengo que ver...? ¿Por qué me comprometés así? ¡Yo siempre me llevé bien
con mis viejos! Pero desde que viniste vos ando siempre con...
(Lloriqueando casi infinitamente) ¿Por qué me amargás la vida? ¿Por
qué...? (ENZO se pasea confuso, sin respuestas. MECHA se calma) ¿Por qué
creés que se casa una mujer, Enzo...?
ENZO: (sorprendido por el viraje) No sé. Depende.
MECHA: Depende no. Decime por qué.
ENZO: El hombre y la mujer se casan por el mismo motivo.
MECHA: ¿Qué motivo?
ENZO: Qué sé yo. Es difícil de explicar.
MECHA: Decilo, qué cuesta. Hacele frente a la palabra. Se casan por amor.
ENZO: (Despectivo) Esa es la fotonovela que hacen con la vida. En la vida no es
así.
MECHA: (Afirmándose) Se casan por amor. Para acompañarse, para compartir, para
quererse, para...
ENZO: Para hacer el amor.
MECHA: También, ¡por qué no? Yo me casé enamorada. Sigo enamorada y quiero
todo eso. Pero resulta que vos tenés “ideas”, y que las ideas te ponen mal
con la vida, con la gente, con todo el mundo... ¿Cómo no me dí cuenta que
eras un tipo de ideas...? Mi vieja y mi hermana me avivaron de todo, hacé
esto, hacé lo otro... ¡Pero no me dijieron cómo se maneja a un tipo de
ideas...! Y yo fuí a meter justamente la patita ahí. ¡Venga un marido con
ideas para la tarada...! Y vino.
ENZO: Yo nunca escondí nada. Siempre fui tal cual.
MECHA: Ya sé, no te lo estoy echando en cara. ¿Acaso no me estoy acusando a mí
misma...? Lo que yo te quiero decir es esto: ¿por qué ponés las ideas por
encima de todo lo demás?
ENZO: No sé. Me nace. Será que veo que la vida no es justa, qué se yo.
MECHA: (Cercándolo, le toma el rostro con ambas manos) Mi querido comunacho.
ENZO: No soy comunista, Mecha.
MECHA: Ya sé, lo dije por decir.
ENZO: ¡Y no lo digás por decir! Alguien te llega a escuchar y se me arma flor de
merengue. A los comunas los persiguen, los encanan, los... Mirá si tu viejo
lo llega a imaginar. Ya no me soporta como cafetero; ¡mirá si encima le
resulto cafetero-comunista!
MECHA: Está bien, no lo digo más
ENZO: (Quitándole las manos) ¿Viste que tenías las manos llenas de crema...? (Se
quita lo que puede del rostro)
MECHA: Creí que estaban limpias. Perdoname. Vení que te limpio.
ENZO: No, dejá. Una engrasada de vez en cuando no viene mal. Bueno, me voy a
dormir. (Comienza a quitarse los pantalones) Estoy molido.
MECHA: ¿Vas a ir al baño?
ENZO: ¿Otra vez empezamos con lo mismo...?
MECHA: No, disculpame. (ENZO tiene los pantalones a mitad de pierna cuando
aparece MAMÁ por el pasillo y abre la puerta)
MAMÁ: Enzo, escúcheme una... (Lo ve) ¡Ay, perdón! (Vuelve a cerrar la puerta)
ENZO: (Feroz) ¿Vio, vio? ¿Qué le dije? ¿No le avisé que alguna vez me iba a
encontrar desnudo...? (Se reacomoda los pantalones rápidamente)
CHÚMBALE 11
MAMÁ: ¿Se puede pasar ahora?
ENZO: ¡Es inútil, no aprenden!
MECHA: Pasá, mamá. Ahora está visible.
MAMÁ: (Ingresando) Perdone, es la falta de costumbre.
MECHA: Nos estábamos por acostar. ¿Qué querés?
MAMÁ: (A ENZO) Me dijo Quique que usted piensa pintar la casa.
ENZO: ¿Quién, yo?
MAMÁ: Dijo que usted se lo contó.
ENZO: Yo no le conté nada.
MAMÁ: ¿Usted no tiene un tarro de pintura?
ENZO: Sí. ¿Y qué hay con eso?
MECHA: (Sorprendida) ¿Dónde tenés un tarro de pintura?
MAMÁ: Entonces Quique no mintió. Usted quiere pintar.
MECHA: ¿Ves que sos un zorrito, que las matás callando...?
ENZO: No tenía nada que contar. Un tarro de pintura es un tarro de pintura, no
quiere decir nada.
MAMÁ: Un tarro de pintura siempre quiere decir algo.
ENZO: Los tarros no hablan, señora.
MAMÁ: Menos mal que el Quique no se lo contó a papá; que tuvo la picardía de
decírmelo a mí solamente.
MECHA: ¡Tengo razón cuando me enojo! ¡No podés ocultarle cosas a tu propia
esposa! ¿Dónde está la pintura?
ENZO: (Señalando) Ahí, ¿no lo ves? (A MAMÁ) ¿Y qué hubiera pasado si se lo
contaba a su marido, señora?
MAMÁ: A Roque no le gusta que nadie ponga las manos en su casa.
MECHA: Una mujer tiene que conocer los proyectos del marido...
ENZO: Yo todavía no puse las manos en ningún lado. Ni dije que lo fuera a hacer.
MAMÁ: Pero la intención la tiene, no diga que no.
MECHA: ¡La pintura está en mi pieza y soy la última en enterarse! ¿Te parece bien?
MAMÁ: Aquí no se aparezca con sorpresas.
ENZO: Nada de sorpresas. En un momento, cuando estuviese por hacerlo, yo
pensaba pedirle ayuda a don Roque.
MAMÁ: Usted no puede pedirle ayuda. Es su casa. En todo caso, usted tendría que
ayudarlo a él. Las cosas en su lugar. ¿Piensa que papá iba a dejarlo
manejar las cosas...?
ENZO: ¿Y por qué no? ¿Qué hay de malo en eso...?
MECHA: Lo que me gustaría saber es en qué momento pensás pintar.
MAMÁ: Vamos, hijo, no se haga el tonto.
ENZO: No me hago el tonto, señora.
MECHA: ¿Cuándo pensabas pintar?
ENZO: Un fin de semana.
MECHA: ¿Cómo? ¿Un fin de semana?
MAMÁ: Sí, dijo un fin de semana.
MECHA: ¡Pero si los sábados y domingos trabajás más que nunca! ¡Vas a la cancha!
ENZO: Entonces un día cualquiera.
MECHA: ¿Un día cualquiera?
MAMÁ: Dijo un día cualquiera.
MECHA: ¿Estás mal de la cabeza? ¡No podés faltar! ¡Hace veinte días que
empezaste a trabajar ahí!
MAMÁ: Mecha tiene razón.
MECHA: Nos metimos en el crédito de las frazadas. La plata hace falta.
ENZO: ¡Dejame hablar con tu madre! ¿Usted piensa que don Roque lo iba a
tomar a mal?
CHÚMBALE 12
MAMÁ: Si necesitan unos pesos, contá con nosotros, nena.
ENZO: Contésteme, señora.
MAMÁ: ¿Qué quiere que le conteste? Si se puede, los disgustos hay que evitarlos.
ENZO: ¿Los disgustos míos o los de su marido...?
MAMÁ: No anda bien de la presión, tiene que cuidarse. El doctor Bañares le dijo
que...
ENZO: ¡Deje en paz al doctor Bañares! ¡Dígame por qué está mal que quiera
pintar!
MAMÁ: Un gran médico. A la Aída la sacó adelante hace unos años.
ENZO: ¿Usted tiene miedo que tengamos un problema? ¿Por qué?
MAMÁ: Aída tenía una fístula. Y el doctor se la operó con una...
MECHA: Enzo ya sabe todo eso, mamá
MAMÁ: Pero me está preguntando.
ENZO: Le estoy preguntando qué tiene de malo que yo dirija la operación pintura
de la casa. Usted antes dijo que no le parecía bien. ¿Por qué?
MAMÁ: No sé, no me acuerdo por qué lo dije.
ENZO: ¡Pero cómo no se va a acordar!
MAMÁ: ¿Qué quiere que le haga? ¡Se me fue de la memoria!
ENZO: ¿Quiere que le repita la conversación?
MECHA: ¡Lo que no podés repetirle son los pensamientos! Ella, antes, pensó una
cosa. Y ahora no se acuerda. Y nadie se lo puede solucionar.
MAMÁ: Claro, es como dice Mechita. Este muchacho me confunde, nena. Se pone a
darle vueltas a lo que una dice y no para hasta que no decís lo que él
quiere.
ENZO: ¡Lo que quiero conseguir es que respeten y sostengan sus propias ideas!
MAMÁ: ¿Ves, ves...? ¡El no para, te la sigue a muerte!
MECHA: Dejá, Enzo. ¿No te das cuenta que la ponés nerviosa?
ENZO: ¡El que se pone nervioso soy yo! ¿Por qué no habla de una vez?
MAMÁ: Ya le dije todo.
ENZO: ¡No me dijo nada! Empezó a hablar y después se atrancó.
MECHA: (A MAMÁ) No es verdad.
MAMÁ: ¡Y pensar que papá está allá, mirando la tele lo más campante!
ENZO: ¿Y por qué no lo hacen venir, así lo calientan al cuete como me están
calentando a mí...?
MECHA: (Furiosa) ¡Enzo! ¡A ver cómo hablás! ¡Es mi madre! (Por el pasillo asoma
PAPÁ y se planta furioso)
PAPÁ: ¡Mercedes...!
ENZO: (A MAMÁ) Ahí lo tiene, ¡llámelo!
MAMÁ: ¡Ay, Dios mío! ¿Habrá oído algo?
PAPÁ: ¡Mercedes! ¿Me vas a tener toda la noche sentado mirando televisión?
MAMÁ: ¡Andá a acostarte, viejo!
PAPÁ: ¿Y el té de yuyos que me ibas a preparar...?
MAMÁ: ¡Ay, es cierto! ¡Me olvidé! ¡Enseguida voy a hacértelo, viejo! ¡Andá
nomás...!
PAPÁ: (Marcando el mutis) Ya tiene la cabeza hecha un flan la vieja chota ésta...
(sale enfurruñando)
MAMÁ: (Atisbando hacia afuera por la puerta entreabierta) Se fue. Parece que no oyó
nada.
ENZO: Si oyó o no, es lo mismo, no entremos en payasadas. Lo que le dije a usted
se lo puedo repetir a él y tan tranquilo...
MAMÁ: Esto de la pintura le puede caer muy mal a Roque.
ENZO: Me gustaría saber por qué.
MAMÁ: ¡Es lo más lógico!
CHÚMBALE 13
ENZO: ¿Qué es lo más lógico?
MAMÁ: Que le caiga mal.
ENZO: Eso ya lo dijo. Pregunto por qué.
MAMÁ: “¡Por qué, por qué!” ¡Qué muchacho más cargoso!
MECHA: ¡Dejala tranquila, Enzo! ¡Papá se pone mal y se pone mal! ¿Para qué
querés por qué...?
ENZO: ¡Ma sí, está bien! ¡Hagan y digan lo que quieran! ¡Hacerles engendrar dos
pensamientos seguidos a ustedes es más difícil que retroceder en
chacletas...! (Se tira de espaldas sobre la cama, desentendiéndose de ellas.
MAMÁ se acerca a MECHA)
MAMÁ: (Sotto voce) Decile que no pinte. Vos lo podés convencer.
MECHA: Está bien; ahora dejanos solos, dale. (La empuja hacia la puerta)
MAMÁ: (Dejándose llevar) ¿Para qué buscarse problemas? Papá es muy jorobado.
Quiere su lugar, que lo respeten. Cuando nosotros nos muramos, ustedes
hagan lo que quieran con la casa. Pero por ahora, papá es el que manda.
ENZO: (Incorporándose feroz) ¡Ahí está! ¡Eso es lo que no se animaba a decir...!
¡Que su marido es el que manda...! (MAMÁ asustadísima, sale corriendo.
ENZO parado sobre la cama) ¡Pero yo no lo acepto! ¡A mí no me manda
nadie!
MECHA: (Tratando de calmarlo) Enzo, querido, por favor...
ENZO: ¡Esta casa es de todos! ¡Todos tenemos derecho a opinar! ¡La propiedá no
esiste!
MECHA: (Imponiéndose con un grito) ¡Callate, te digo...!
ENZO: (Se calma, baja de la cama. Un silencio. Casi divertido) Habló porque pensó
que yo no la escuchaba...
MECHA: ¿No la pensás terminar nunca...? Parece mentira. Los hombres de ideas no
tienen necesidad de gritar como marranos.
ENZO: ¿Y qué querés...? Tengo que defenderme.
MECHA: Lo único que conseguís de esa manera son problemas.
ENZO: Tenés razón. En esta casa, en este país, en este mundo, el que grita y se
calienta por sus derechos es un loco, un pajarón o un comunista: de eso no
te salvás.
MECHA: Vos no sos ninguna de las tres cosas. Entonces, no dejes que lo piensen.
Ahora calmate y dejamos todo este asunto para mañana.
ENZO: Claro, mejor mañana. (Capcioso) Mañana todo se arregla. Y si no, lo
arreglamos pasado mañana. Y si pasado mañana no tenemos tiempo, al día
siguiente. Y así hasta el infinito. En este país para hacer las macanas
siempre estamos dispuesto. Para arreglarlas, nunca tenemos tiempo. (Ha
comenzado a quitarse nuevamente los pantalones. Esta vez lo hace casi por
completo. Por el pasillo aparece AÍDA, muy apurada. Entra sin llamar)
AÍDA: Enzo, oíme; me parece que...
ENZO: (Levantándose los pantalones, cómicamente enojado) ¡Ah, no! ¡Yo pongo un
cartel! ¡No entre sin llamar! ¡Hombre queriéndose desnudar!”
AÍDA: Por mí seguí, no te detengas.
ENZO: Claro, muy bien. Total, vos sos moderna, y el cuñado desnudo no es lo
mismo que un tipo en pelotas...
MECHA: ¡Enzo, no seas grosero...! ¡Fijate cómo estás hablando!
AÍDA: ¿Dónde está?
ENZO: ¿Dónde está qué?
AÍDA: La pintura.
ENZO: ¿Ya te fueron con el cuento...?
AÍDA: Me dijo Mamá que querías pintar la casa.
ENZO: ¿Ah, sí?
CHÚMBALE 14
AÍDA: Que tenías todo preparado. Los pinceles, todo.
ENZO: ¿Ah, eso también?
AÍDA: Que te ponías a pintar ya mismo.
ENZO: (Divertido) ¿Ya mismo? ¿De noche?
MECHA: Esta mamá es terrible. Mirá lo que anda diciendo. Hay que frenarla
(Marca el mutis) Si no, este lío no lo para nadie (Hace mutis)
AÍDA: ¿Dónde la tenés?
ENZO: (Indicando) Ahí.
AÍDA: ¿Y lo demás? Para pintar la casa te harán falta como veinte litros.
ENZO: Es que yo no sé de dónde sacaron que yo pienso pintar toda la casa. Yo
pasé por una pinturería, vi un látex en oferta y lo compré. Eso es todo.
Pienso pintar la pieza, pero no sé cuándo, ni de qué manera.
AÍDA: Qué egoísta. ¿Así que querés pintar tu pieza, nada más?
ENZO: ¿Por qué iba a pensar en otra cosa?
AÍDA: Está bien, es lógico. ¿Pincel o rodillo?
ENZO: No sé, lo que tenga tu viejo por ahí. (Pausa) Qué raro. No te opusiste, no
gritaste, no te pusiste nerviosa.
AÍDA: Al contrario. Si necesitás ayuda, contá conmigo.
ENZO: Gracias, ya vamos a ver.
AÍDA: Aunque no te puedo negar que me desilusionaste un poco. Yo asocié esto
de la pintura con lo que dijiste antes, eso de que la propiedad no existe. Lo
de pintar la casa, entonces, entraba justo.
ENZO: Es que a veces me dejo llevar por la... Tengo la lengua fácil. A propósito:
perdoname por lo de antes.
AÍDA: Sos un arrebatado, no tenés que disculparte.
ENZO: Hay que ver cómo me va en la vida por ese defecto.
AÍDA: No es un defecto. Hacerse escuchar cuando los demás no quieren oír es una
actitud muy piola. Ojalá mi marido hubiera tenido el mismo sistema. No se
hubiese dejado pisotear por mi papá.
ENZO: ¿Se llevaban mal?
AÍDA: El viejo le puso la pata encima desde que entró a esta casa. Eso fue un
desastre. Gerardo es débil de carácter y el viejo se avivó enseguida. Lo
basureó tanto, que hasta que no nos vio separados, no paró.
ENZO: ¿Por qué no te fuiste a vivir con tu marido por ahí...?
AÍDA: Porque me mostró su lado flojo... y dejó de gustarme vivir a su lado. Pero
vos tenés que aprender la lección. No lo dejes meter en tu vida. Incluso,
fijate que Mechita está muy pendiente de ellos. Apartala.
ENZO: Vamos a ver. (Hay una pausa. Ella va hacia la puerta)
AÍDA: Un rosita pálido quedaría lindo.
ENZO: ¿Eh? ¡Ah, sí! Todavía no pensé en colores.
AÍDA: ¿Querés que te ayude a convencerlo? Dos pueden más que uno.
ENZO: No, mejor que no te metas en esto.
AÍDA: No te echés atrás. Si pensaste que pintar es importante... hacelo. Porque si
vos empezás con tu piecita... a lo mejor los demás venimos atrás con toda
la casa. Hay que mejorarla, tiene muy mal aspecto. Así que lo que vos
hagás, puede provocar el bienestar de todos... ¿Vas a pintar...? (ENZO
Asiente) ¿Toda la casa?
ENZO: Bueno, eso... (Se oye un ruido en la ventana) ¿Quién anda ahí...?
QUIQUE: (Fuera) Soy yo, Quique. Abrime. (ENZO corre a abrir la ventana. Del otro
lado aparece QUIQUE de uniforme, muy nervioso)
AÍDA: ¿Qué hacés ahí? ¿No estás de servicio?
QUIQUE: Sí, sí, estoy. Pero vine a... (Observando con temor) ¿No anda papá por
ahí...?
CHÚMBALE 15
AÍDA: No, está en el comedor, ¿Qué pasa?
QUIQUE: Haceme un favor, Aída. Sin que se dé cuenta papá, agarrá mi traje nuevo,
ese grisecito, y me lo traés aquí al fondo. También traeme una camisa, por
favor. Andá, apurate.
AÍDA: ¿Para qué lo querés? ¿Pasa algo?
QUIQUE: No, nada. Andá, después te explico. (AÍDA marca el mutis) Si te ve el viejo,
decile que me las vas a planchar, que yo te pedí el favor.
AÍDA: No te habrás metido en algún lío, ¿no?...
QUIQUE: Dale que estoy apurado, Aída. (AÍDA sale. ENZO y QUIQUE se observan)
¿Qué mirás? ¿Qué te pasa?
ENZO: Eso pregunto yo. ¿No vas a entrar?
QUIQUE: No, me voy enseguida. Dejé la parada y...
ENZO: Vamos, hablá. ¿Qué pasa? A mí no me engrupís.
QUIQUE: (Titubeando mucho) Te juro que no... Mirá, lo que pasó es que... (Amaga
irse) Mejor que vaya, porque Aída me va a...
ENZO: (Lanzándose sobre él y tomándolo de las ropas) ¡Hablá, carajo!
QUIQUE: (Lanzando a lloriquear) ¡Me van a joder, Enzo! ¡La patrona de la negrita
hizo la denuncia! ¡Ahora me van a venir a buscar a mí! ¡Y yo tengo que
rajar antes de...!
ENZO: ¿Pero vos no te presentaste a tomar servicio...?
QUIQUE: No, un amigo me avisó. ¡Yo me tengo que ir antes de que se vengan al
humo! ¡A mi no me agarran, viste! (Por el pasillo avanzan caminando PAPÁ
y MECHA, en ese orden)
MECHA: ¡No entrés, papá, que ya debe estar dormido!
PAPÁ: ¡A ése lo voy a hacer dormir yo! (Al oír voces, ENZO cierra los postigos y
oculta a QUIQUE. PAPÁ entra sin golpear.) Oigamé, ricura. ¿Usted se
piensa que...?
MECHA: ¿No es mejor hablarlo mañana, papá?
PAPÁ: ¡No, ahora! ¡Antes de que se vuelva a hacer el loco! (A ENZO) Oiga, ¿usted
no tiene nada que decirme a mí...?
ENZO: Yo sí.
PAPÁ: Adelante, lo escucho.
ENZO: Primero vuelva a salir, golpee la puerta y pida permiso para entrar.
PAPÁ: No se me antoja.
ENZO: Quiere decir que las puertas de esta casa están al pedo, como Rey Mago en
Moscú.
PAPÁ: No se haga el gracioso y hable. (MAMÁ aparece en el pasillo y escucha)
ENZO: Primero pida permiso para entrar. La puerta está para algo.
PAPÁ: Vamos, no hinche, que la renga no está para el pasodoble.
ENZO: No lo escucho, usted no entró todavía.
MECHA: Dejá la puerta a un lado, Enzo. No tengamos siempre la misma discusión.
PAPÁ: ¿Así que no quiere hablar? ¿Entonces quién me va a contar eso de la
pintura que anda maquinando...?
ENZO: (Mirando a MECHA) ¡Los chismosos que le fueron con el cuento!
MECHA: (A la defensiva) ¡Es mi padre, él me preguntó y yo tuve que contestarle!
PAPÁ: Oiga, usted se está pasando. Lo suyo es una impertinencia.
ENZO: Es el sueldo que les pago a los intrusos (MAMÁ está al lado de la puerta)
PAPÁ: ¿Cómo intruso...? Esta es mi casa, yo ando por donde se me ocurre.
ENZO: ¡De esa puerta para acá, usted es juan de los palotes!
PAPÁ: ¡Pero oímelo al poligriyo éste!
MECHA: Enzo, por favor: ¡mi mamá está llorando en el comedor!
ENZO: ¡Que llore todo lo que se le cante!
MECHA: ¡Es mi madre! ¡Si puedo evitar que sufra, lo evito!
CHÚMBALE 16
MAMÁ: (Del otro lado) ¡Chupate ésa!
ENZO: ¿Y para vos ir con cuentos es evitar que la gente sufra...?
MECHA: ¡Peor es andar con mentiras!
ENZO: ¿Pero qué mentiras, Mecha? ¡Si no hay de qué mentir! ¡Todo esto lo están
inventando! ¡Andá a buscar a esa vieja charlatana, haceme el favor!
MAMÁ: (Corriendo hacia foro) ¡Sí, cualquier día...!
MECHA: ¡No voy a buscar a nadie! ¡Y cuidado con la forma como hablás de mi
mamá!
PAPÁ: ¿Oyó? ¡Aquí criamos hijos decentes, y no parias que el destino abandonó!
ENZO: (Irónico) ¿Quién es el que está pasando discos de Gardel a esta hora...?
PAPÁ: ¡Bueno, basta! ¿Va a dar la cara o no...? ¡Hable de la pintura! Porque yo
se lo advierto: usted me llega a tocar una sola pared y le rompo el culo a
patadas.
ENZO: (A MECHA, irónico) Haceme acordar que mañana me ponga a temblar.
MECHA: Papá, ¿no hay forma de hablar sin necesidad de pelearse como perro y
gato? (MAMÁ reaparece sigilosamente en el pasillo)
PAPÁ: ¿Pero cómo vas a hablar serenamente con un tipo que no da la cara, con
un atorrante que se hace dueño de lo ajeno, con un guapo que se
envalentona únicamente con las mujeres...?
ENZO: (Enfrentándolo por primera vez) ¡Oiga, termine de decir pavadas o me voy a
engranar en serio!
PAPÁ: ¡Al fin se decidió!
MECHA: (Interponiéndose entre los dos) ¡Hoy están cansados, menor hablan mañana!
ENZO: ¡No sé con qué chisme le fueron, pero no tiene derecho a hablarme de esa
forma!
PAPÁ: ¿Usted no le dijo a esta pobre diabla que era más dueño de la casa que
yo...?
ENZO: ¡Yo no dije eso! Mecha, ¿yo dije que era dueño de la casa...?
MECHA: Vos dijiste que la propiedad no existe.
ENZO: ¡Pero eso quiere decir otra cosa!
PAPÁ: ¡Ahora deje tranquila a mi hija y hable conmigo!
ENZO: ¡Ella y la madre armaron todo este lío! ¡Ahora que lo arreglen!
PAPÁ: Si usted es tan inocente como dice, ¿cómo se explica que mi mujer ande
llorando por los rincones? ¿Qué le pasa, por qué está así?
ENZO: ¡No sé! ¡Llámela y que se lo explique!
MAMÁ: (Vuelve a salir corriendo) ¡A mí que no me metan! (Mutis)
MECHA: ¿Ahora resulta que la culpa la tengo yo? ¿Ahora no reconocés que dijiste
la propiedad no existe...?
ENZO: Pero eso es un... ¡es un pensamiento, Mecha! ¡Lo dijo un bocho! Y aunque
no lo hubiera dicho... ¡es verdad lo mismo!
PAPÁ: Así que esta casa no es mía... ¡es suya!
ENZO: ¡Es de todos! (Por el foro aparecen MAMÁ y AÍDA)
MAMÁ: Están discutiendo. Mejor no entres, quedate conmigo.
PAPÁ: ¿Sabe lo que es usted? Un angurriento, un ambicioso.
AÍDA: Menor entremos, mamá.
PAPÁ: Un envidioso. Un, un, un... ¡un comunista!
ENZO: Ja, ¿qué te dije? ¡No podía fallar! ¡Ya me puso la etiqueta!
AÍDA: Se van a agarrar a piñas. Mejor entremos.
MAMÁ: Ese chico necesita un escarmiento. Quedate aquí.
PAPÁ: ¿No le gustó lo de comunista? Entonces le digo lo que realmente es. Una
bosta. Pero chiquita, de oveja. Mierdita de oveja.
ENZO: ¡Ah, no! ¡Así no! ¡Retire lo que dijo...! Porque una de dos: hablamos o
peleamos. ¡Elija!
CHÚMBALE 17
MECHA: ¿Ustedes se olvidan que yo estoy presente...? ¿Piensan que yo voy a
permitir que se peleen?
MAMÁ: ¡Valiente la Mechita!
MECHA: ¡Aquí no pelea nadie...! ¡Se callan, cállense! (A ENZO) Vos explicate bien
eso de la propiedad no existe. (A PAPÁ) Y vos, dejá que te lo expliquen.
¡Somos seres humanos, y no bestias que se entienden únicamente a las
trompadas...!
MAMÁ: ¿Qué hace esa chica? ¿Ahora le da órdenes al padre...?
AÍDA: Me parece bárbaro.
MECHA: Vamos, hablen.
PAPÁ: Yo estoy esperando que no le saque el cuerpo a lo que hizo.
ENZO: Lo de la propiedá no esiste lo dije. El tarro de pintura ahí lo tiene. ¿Quiere
que reconozca algo más?
MAMÁ: ¡Tuvo que reconocer que tenía la pintura!
AÍDA: Eso nunca lo negó
PAPÁ: ¿Y usted a quién le pidió autorización para comprar esa pintura...?
ENZO: ¡A nadie! ¿Desde cuándo tengo que pedir permiso para hacer uso de mis
derechos...?
MECHA: Eso está mal de tu parte, papá. El puede comprar lo que se le antoje.
MAMÁ: ¿esa chica por qué se mete...?
PAPÁ: Pero no puede poner lo que compra en la propiedad de otro. ¡Es lo mismo
que comprarse una montura para ensillar el caballo del vecino...! Y lo peor
es que anduvo a las escondidas. No fue capaz de hablar por derecha.
ENZO: Yo compré la pintura y basta. La puse ahí. La vio el que quiso verla. No
oculté nada.
PAPÁ: ¡Reconozca que quería pintar la casa!
ENZO: ¡No le reconozco nada!
MAMÁ: Es duro, ¿eh? ¡No quiere dar el brazo a torcer!
AÍDA: ¡Callate!
PAPÁ: Y entonces ¿qué pensaba pintar? Porque un tarro de pintura no se compra
porque sí. ¿Quería darle una manito a la cucha del perro?
ENZO: ¡La manito pensé dársela a la pieza, que se parece bastante a la cucha del
perro...!
MAMÁ: ¡Lo dijo! ¡Lo dijo...!
PAPÁ: (Dando vueltas, autocompadeciéndose) ¿Pero cómo puede ser, señor mío...?
¿Cómo puede hacerme esto a mí, que le abrí las puertas de mi casa...?
¿Quién le dijo que puede reírse de mí de esa manera...? ¿De dónde sacó
que puede disponer de mi casa, DE MI CASA, como si fuese de él...?
MECHA: No puso mala intención, papá, te lo juro. Es bueno, tiene buen corazón.
PAPÁ: ¿Cómo va a ser bueno un tipo que meta sonrisa por delante y por atrás te
encaja la puñalada trapera...? ¡Esta es mi casa, tiene que entenderlo!”
ENZO: (Firme) La propiedá no esiste.
PAPÁ: (En la cima de la ira) ¡Váyase a la puta que lo parió, usted y la propiedad!
MAMÁ: ¡Ay, se armó!
PAPÁ: ¡Déme la pintura!
ENZO: ¡No le doy nada...! (Toda la acción siguiente es simultánea y se desarrolla
vertiginosamente. Movimientos y voces son casi al unísono. PAPÁ se abalanza
sobre el tarro de pintura, lo toma e intenta arrojarlo por la ventana. Abre la
persiana de un empujón y al hacerlo del otro lado aparece QUIQUE, de traje
y corbata, sorprendido y confuso) ¡Deje eso que es mío, don Roque!
PAPÁ: ¡Se lo tiro al diablo! (ENZO y PAPÁ forcejean por el tarro. AÍDA y MAMÁ
entran a la pieza)
AÍDA: ¡No dejes que te la saque, Enzo!
CHÚMBALE 18
MAMÁ: ¡Vení, Aída! ¡No te metas!
PAPÁ: (Dándose cuenta que lo vencen, a QUIQUE) ¡Ayudame, Quique! ¡No te
quedes sin hacer nada...! ¡Ayudame, idiota! (ENZO, para evitar que
QUIQUE ayude, aleja a PAPÁ de la ventana. MAMÁ toma a sus hijas de los
brazos y las saca del cuarto)
MAMÁ: ¡Vengan, vengan! ¡Ese muchacho está loco! ¡Salgamos de aquí!
PAPÁ: (Ya perdido) ¡Ayúdenme, carajo...! (ENZO consigue arrebatarle el tarro. Con
un hábil movimiento hace palanca con su cuerpo y empuja a PAPÁ hacia el
pasillo. Tira el tarro de pintura sobre la cama y cierra velozmente la puerta,
echándole llave y pasador. PAPÁ, caído en el pasillo, da órdenes:) ¡No dejen
que se encierre! ¡La puerta! ¡Que no cierre la puerta! (ENZO en la pieza,
corre a la ventana y cierra también, aislándose totalmente del exterior)
MAMÁ: ¡Abra la puerta, este chico!
AÍDA: ¡Muy bien, Enzo! ¡No abrás!
MECHA: ¡Enzo, querido! ¡Me dejaste afuera!
PAPÁ: (Golpeando la puerta) ¡Abrí desgraciado, abrí!
MAMÁ: ¡Se volvió loco! ¿Cómo hace una cosa así...?
AÍDA: ¡No le hagas caso! ¡Mantenete firme!
MECHA: ¡Dejame entrar! ¡Yo quiero estar con vos! (ENZO, del otro lado, corre los
muebles cercanos y los coloca contra la puerta. Apaga la luz. Del otro lado
todos hablan al mismo tiempo. MAMÁ y PAPÁ golpean la puerta)
ENZO: (En las sombras, gritando como enloquecido) ¡Sigan, sigan! ¡Chumben
ahora...! ¡Chumben! ¡Sigan chumbeando!

SEGUNDO ACTO
Cuadro uno
(Han pasado apenas unos minutos luego del final del primer acto. La luz del
cuarto de ENZO sigue apagada, y él está inmóvil en la semipenumbra. Del otro lado, el
clima es espeso. MECHA, desbordada por los actontecimientos, se siente desamparada por
su marido, quien la dejó afuera. PAPÁ, furioso, no sabe qué camino tomar y su pobre mente
no le da para más. MAMÁ, miedosa como siempre, alienta por momentos a su marido y
luego se arrepiente. AÍDA, a favor de ENZO, guarda vigilancia. Hay un silencio. El único
que se mueve es PAPÁ.)
PAPÁ: No hay derecho. ¡No se puede encerrar en un cuarto que no es de él,
dentro de una casa que no es suya, con paredes para pintar que no le
pertenecen...! (Frente a la puerta) ¡Abra, sinvergüenza! ¡Abra o rompo la
puerta a patadas!
MAMÁ: (Por lo bajo) La puerta dejala tranquila.
MECHA: (Llorisqueando) ¿Por qué me dejó afuera? ¡Es mi pieza también!
AÍDA: Tuvo que hacerlo todo de apuro, comprendé.
MECHA: ¡Enzo, dejame entrar! ¡Una esposa debe acompañar siempre sal marido!
AÍDA: ¡Callate, lo vas a hacer aflojar!
MAMÁ: ¡Es lo que tiene que hacer! ¡Dejala que le hable! ¡La abandonó! ¡Esto es
abandono conyugal, causal de divorcio!
CHÚMBALE 19
AÍDA: Ya se va a aclarar todo, no es causal de nada. El te quiere, Mecha. Dejalo
pensar, ya va a encontrar una solución... A lo mejor, primero quiere
pintar...
PAPÁ: ¡No puede pintar! ¡Que abra! ¡Abra, le digo! ¡Conteste o tiro abajo la
puerta!
MAMÁ: ¿Por qué te la agarrás con la puerta? A ver si aparte del momento
desgraciado que estamos pasando, encima tenemos que gastar plata
arreglando la puerta.
PAPÁ: ¿No hay una llave por ahí?
AÍDA: No, no hay. Quique había perdido una la otra vez.
MECHA: ¡Hay otra llave! En el aparador de la cocina o en el galponcito hay una.
PAPÁ: ¡Vayan a buscarla...! (Nadie se mueve) ¡Dije que vayan a buscarla!
AÍDA: ¿Hasta cuándo vas a seguir insistiendo, papá?
PAPÁ: Yo no insisto. ¡El que insiste es ése, diciendo pavadas, encerrándose!
AÍDA: Está en su derecho. Es su pieza, puede encerrarse cuantas veces quiera. No
sé por qué hacés tanto escándalo.
PAPÁ: ¡No es sólo que se haya encerrado! ¡Es la forma cómo lo hizo!
MAMÁ: ¡Y para qué lo hizo! ¡Para ponerse a pintar!
PAPÁ: ¡Ahí está ese desgraciado, revolviendo la pintura, dispuesto a usarla en
cualquier momento! ¡Y vos decís que está en su derecho! ¿Esas son cosas
de hacer...?
MECHA: ¡Yo sé que no va a pintar ahora! Me dijo que estaba cansado.
PAPÁ: ¡Pero igual es un peligro, una amenaza! ¡Tiene la pintura ahí!
AÍDA: ¿Qué hay con que tenga la pintura?
PAPÁ: ¿Cómo qué hay? Hay que la casa es mía, hay que las paredes también, hay
que yo no le dí permiso, hay que... ¡la puta que lo parió!
MAMÁ: Roque, cuidado con la presión. No te pongas así que te puede hacer mal.
MECHA: No insultes porque todo va a resultar peor
PAPÁ: De alguna manera me tengo que desahogar, ¡qué embromar! ¿Será posible
que tenga tanta mala suerte con los yernos, che...? ¡Uno peor que el otro!
(ENZO, de la rabia, mueve un mueble del otro lado y produce un ruido fuerte)
MAMÁ: ¡Cuidado!
PAPÁ: (Apartándose de la puerta) ¡Se movió!
MECHA: ¡Enzo, querido! ¡Abrime, por favor! ¡Yo tengo que estar con vos, estoy
sufriendo aquí afuera!
AÍDA: (Tratando de apartarla) ¡Dejalo tranquilo, no le llenes la cabeza!
MAMÁ: ¿Estás bien, Roque?
PAPÁ: ¿No salió, viste? ¡Tiene miedo, está asustado! ¡Cuando yo digo que la
juventud de ahora es mierdita de oveja, me quedo corto! ¡Bosta de canario
son! (ENZO, ex-profeso, vuelve a hacer ruido. Se produce una nueva
espantada de los padres)
MECHA: Enzo, abrime. ¡No hagás papelones, no seas cabeza dura!
AÍDA: Dejalo, no es bueno que le insistas así. Se va a poner más nervioso
(Acentuando para asustar a su padre) Y un tipo nervioso está para cualquier
cosa.
MECHA: No, Enzo es incapaz.
AÍDA: Puede pasar un desastre, creeme
PAPÁ: ¿Qué tipo de desastre?
AÍDA: Y... a lo mejor está armado.
PAPÁ: ¿Armado...? ¿Puede ser?
MAMÁ: ¿Armado con un arma, decís vos?
MECHA: El no anda con esas cosas. Tranquilo, papá, que no tiene nada.
CHÚMBALE 20
PAPÁ: Yo estoy tranquilo, quedate tranquila. Lo que estoy es un poco... (ENZO
vuelve a producir un nuevo ruido. Otra espantada de los padres)
MECHA: Enzo, ¿qué pasa? ¿A qué estamos jugando?
PAPÁ: (A MAMÁ) está armado, tiene razón la Aída
MAMÁ: ¿Pero de dónde puede haber sacado el arma?
PAPÁ: (Golpeándose la frente) ¡Quique!
MAMÁ: ¿Qué pasa con Quique?
PAPÁ: ¡Cómo no me dí cuenta antes! ¡Quique está en la ventana! ¿No lo viste?
MECHA: Si, yo lo vi. Estaba con el traje nuevo.
MAMÁ: ¿Querés decir que Quique está ahí adentro?
PAPÁ: ¡Ponele la firma! ¡Esto es un complot! (Va hacia la puerta) ¡Quique! ¡No
podés hacerme esto! ¡Sos mi hijo, no te hagas cómplice de esa basura!
(Espera una respuesta) ¡Quique! ¿Me oís...? (Hay un silencio)
MECHA: Quique no está ahí adentro, papá.
AÍDA: (Siempre en su política) ¿Vos qué sabés? Para mí que está. ¿Qué hacía en la
ventana, si no?
PAPÁ: Le pedí ayuda y se quedó en el molde.
AÍDA: Porque está a favor del Enzo, salta clarito. Además, estaba con el traje.
¿Por qué estaba de traje si él había ido a tomar servicio...?
PAPÁ: Claro, tenés razón. (Gritando hacia la pieza) ¡Quique! ¡Yo sé que estás ahí!
¡Contestá, estúpido...!
MECHA: No está; si no, te hubiese contestado. Esto está todo mal y así no vamos a
ninguna parte. Ustedes nerviosos, él también... Si me dejan solita, en una
de ésas se arregla todo...
MAMÁ: (A PAPÁ) ¿Qué te parece Roque? No es mala idea.
PAPÁ: No le creo mucho. Todos éstos están a favor del otro. Hasta el Quique me
falló. Por ahí, lo que están buscando es que me vaya de aquí para ponerse
a pintar todos juntos.
MECHA: Yo sé cómo manejarlo. Creeme, papá. No estoy a favor de nadie. Si me
dejan a solas con él, yo consigo que abra la puerta, vas a ver (PAPÁ,
decidido, toma de un brazo a su hija y la aparta de la puerta para hablarle en
voz baja. MAMÁ se les une)
PAPÁ: (Con sordina) Oíme, Mechita. Vos sabés que yo le escapo a los líos, que no
me gusta tener peloteras, ¿no es cierto...?
MAMÁ: Claro que lo sabe.
PAPÁ: Mi sueño es vivir estos últimos años en paz... sin meterme en la vida de
nadie ni que se metan en la mía... Ustedes hagan su vida, busquen su
felicidad... Yo estoy a favor. Mi lema es: todo por los hijos, ellos antes que
nada. Creo haber demostrado ser buen padre y buen marido.
MAMÁ: Claro que lo demostraste. Yo fui testigo.
PAPÁ: Yo luché mucho, hija. Puse el lomo siempre, sudé la gota gorda, cinché
como una bestia de carga... Crié llagas y callos. Mirá cómo tengo las
manos. (Las muestra)
MAMÁ: Cómo las tiene, pobre.
PAPÁ: Nunca les fallé, el pan nunca faltó en nuestra mesa, siempre tuvieron el
remedio que les hizo falta...
MAMÁ: Por suerte fueron chicos sanitos.
PAPÁ: Conseguimos una buena relación familiar, nos llevamos bien.
MAMÁ: Nos queremos mucho.
PAPÁ: (Gritándole furioso) ¡Dejame hablar, carajo! ¡No te metas siempre!
MAMÁ: Cuidado con la presión
PAPÁ: (Zalamero, reptante) Entonces, lo que vos tendrías que hacer es convencerlo
a este chico. Hacerle entender que hizo mal, muy mal... Pero nosotros
CHÚMBALE 21
podemos perdonarlo. Si él nos devuelve el tarro de pintura sin usar...
nosotros vamos a olvidar todo lo que pasó (A MAMÁ) ¿No es cierto que nos
olvidamos, Mercedes?
MAMÁ: Bueno, tanto como olvidar...
PAPÁ: (Fusilándola) ¡Nos olvidamos, carajo!
MAMÁ: ¡Claro que nos olvidamos!
AÍDA: Te están trabajando la mora, Mecha. Cuidado con lo que vas a hacer.
MAMÁ: Vos callate, no te metas
PAPÁ: (Siempre en lo suyo) Hablale, dale. Dulce, con lindas palabras; tocale el
corazón. Decile que te dé el tarro y nos vamos todos a dormir.
MAMÁ: (Acomodándole la ropa) Este camisón. ¿No tenés algo más lindo para
ponerte? El tiene que verte linda, seductora...
MECHA: Toda mi ropa está adentro.
PAPÁ: ¡No importa! ¡El otro no la puede ver! (Dulce) ¿Entendiste cómo le tenés
que hablar, Mechita...?
MECHA: Sí. Ahora váyanse. Tengo que estar sola.
AÍDA: No hagas nada, Mecha. Yo sé lo que te digo.
PAPÁ: ¡Callate o te parto la trompa de un piñazo! (Transición rápida, muy dulce)
Nosotros mejor nos quedamos, Mechita. No es por nada, sólo para
escucharte cómo le hablás. Nos quedamos ahí, aparte. (Señala el foro)
MAMÁ: Pero vos no le digas que estamos. Hacé de cuenta que te quedás solita. (Le
guiña un ojo evidente a PAPÁ)
MECHA: Pero entonces yo le estaría mintiendo
AÍDA: Eso es lo que quieren, tonta.
MECHA: Si yo le digo que ustedes no están, no tienen que estar. No tengo costumbre
de mentir. Si él me pregunta, yo le tengo que decir la verdad.
AÍDA: Muy bien: eso se llama lealtad
PAPÁ: Nos vamos lejos, mirá. (Toma a MAMÁ y se van a foro) Es casi como no
estar. No le estás mintiendo, esto no es una mentira. (Hay un silencio.
MECHA no se decide)
MAMÁ: Dale, vamos, que tu papá tiene que levantarse temprano, sé buenita.
MECHA: Bueno, pero quédense ahí, no se muevan (Se prepara ante la puerta. Hay un
silencio) No me sale nada ¿Qué le puedo decir?
PAPÁ: (Perdiendo la calma) ¡Pero Mecha, por favor! ¡Te estuve diciendo todo lo
que tenías que decirle!
MECHA: Ah ¿eso que me decías era para...? Yo pensé que eran cosas para mí, para
que yo... Bueno, ahora entendí. (Se prepara otra vez. Un silencio) No
puedo.
PAPÁ: ¿Por qué, qué te pasa ahora?
MECHA: Me da vergüenza delante de ustedes.
PAPÁ: (Explotando) ¡Pero dejate de vergüenzas y hablale de una vez al poligriyo
ése! ¿Tantas vueltas para convencer a ese piojoso...?
MAMÁ: Tranquilo, Roque: la presión.
MECHA: (Poniéndose a llorar) ¡No le digas así...! Si decís eso es que no lo querés, que
me estás engañando...
AÍDA: (Tomándola en un brazo) Sos muy ingenua, Mecha...
MAMÁ: (Retando a PAPÁ) Mirá lo que conseguiste. ¿Por qué te embalás así,
Roque? (Al oír llorar a MECHA, ENZO se moviliza en el cuarto y se acerca
a la puerta)
ENZO: Mechita.
PAPÁ: ¡Habló!
MAMÁ: ¡Shh, silencio!
ENZO: ¿Mechita, te pasa algo? ¿Por qué llorás?
CHÚMBALE 22
MECHA: ¡Ahí está! ¡Habló de nuevo! (Se acerca a la puerta)
MAMÁ: (Haciéndolo también) ¿Qué dijo?
ENZO: Mecha, ¿me oís?
MECHA: (Secándose las lágrimas) Si, te oigo ¿Por qué te encerraste y no me querés
abrir?
AÍDA: Escuchame: la cosa no es con vos.
PAPÁ: No será conmigo, pero me estás castigando igual. ¿Por qué no me abrís?
AÍDA: ¡No abras, Enzo, no abras...! ¡Mirá que es una trampa! ¡Está todo
organizado! ¡Te quieren sacar la pintura! (PAPÁ toma a AÍDA de un brazo
y la aparta violentamente. Le da un cachetazo. La violencia del impacto hace
que AÍDA vaya contra la pared. Aun así, sigue enfrentando a su padre)
PAPÁ: ¡Te dije que te callaras!
AÍDA: ¡Siempre lo mismo! ¡Querés ganar por la fuerza! ¡Pero mirá para qué te
sirve la fuerza...! (Gritando) ¡No habrás, Enzo!
ENZO: ¿Qué pasa ahí...? ¿Te pegaron, Mecha?
AÍDA: ¡Seguí adelante! ¡Tenés que pintar! ¡Es importante para todos! ¡Pintá,
pintá...!
PAPÁ: ¡La mato a la loca ésta! Intenta ir sobre AÍDA pero MAMÁ se interpone y
produce un forcejeo)
ENZO: ¡Le llega a tocar un pelo a Mechita y me va a tener que aguantar!
MECHA: ¡Es a la Aída a la que le está pegando!
PAPÁ: ¡Sacámela de adelante o la destrozo!
MAMÁ: Aída, hija: ¿cómo nos hacés esto...? (La lleva aparte)
ENZO: ¡Mechita, Aída! ¡Escúcheme...! ¿Me oyen?
MECHA: Sí, hablá.
AÍDA: (Soltándose de su madre) ¿Qué querés?
ENZO: Salgan de aquí. Vayan al comedor o a cualquier otro lado. No quiero que
estén cerca si pasa algo.
MECHA: ¿Y qué puede pasar...? Enzo, no me asustes.
AÍDA: Dejalo que después te explico. Está bien, Enzo. Lo vamos a hacer.
PAPÁ: ¡Mirá, mirá! ¡El mundo al revés! ¡Los hijos en contra de los padres!
ENZO: Hay momentos en que un hombre no puede recular. Tiene que hacer lo que
le dicta su... El hombre que tiene pensamientos, alguna vez los tiene que
llevar a la práctica. ¿Entendés?
MECHA: No, no entiendo nada. Esto me parece una ¿cómo es?, ¡una locura!
AÍDA: Quiere decir que está luchando por el bien de todos. ¡Es una cuestión de
principios!
PAPÁ: ¡Dejen de hablar con ese desgraciado si realmente son mis hijas...!
MAMÁ: ¡Ah, no mijito! ¡Hagan lo que hagan son tus hijas! ¡Nunca hubo otro
hombre en mi vida!
ENZO: (Gritando) No hace falta que usted la eche, señor; yo les estoy pidiendo que
se vayan. ¡Así entre usted y yo, solitos, arreglamos nuestras cuentas!
PAPÁ: (Miedoso, achicándose) ¿Qué dice? ¿Está hablando conmigo?
MAMÁ: Sí, la cosa es con vos. Quiere quedarse a solas con vos. Mejor me voy con
las chicas, Roque.
PAPÁ: ¡No señor! ¡De aquí no sale nadie!
MAMÁ: ¡Quiere estar con vos a solas!
PAPÁ: ¡Aquí no hay secretos! ¡Lo que se puede hablar entre dos, se puede hablar
entre todos! (Entra ENZO) Oiga, ¿no le parece mejor discutir esto sin
violencias, hablando como personas educadas...?
ENZO: Con usted no se puede hablar. Usted amenaza, manda, gritonea, y eso yo
no se lo permito a nadie. Así que ahora bánquese lo que venga. Esto que
está pasando es culpa suya.
CHÚMBALE 23
PAPÁ: ¿Usted trae un tarro de pintura y quiere que me quede mosca?
ENZO: ¡Yo traje la pintura, pero no me puse a pintar!
PAPÁ: ¡El que tiene pintura es porque en algún momento quiere pintar!
ENZO: Y bueno, sí: ¡voy a pintar!
PAPÁ: ¡Ahí lo tienen, lo dijo! ¿Vieron que yo tenía la precisa?
MECHA: ¿Pero por qué querés pintar Enzo, por qué...? (Llorisquea) ¡Vos no me
tenés en cuenta! ¡Vos no me querés!
ENZO: Mechita, por favor: ¡No te pongas a llorar de nuevo! Yo te quiero, pero
ahora tengo que solucionar otra cosa.
MAMÁ: (Aparte con PAPÁ) La única que lo puede hacer aflojar es Mechita. Mirá
cómo la consuela. Si ella sigue llorando el tipo abandona, creeme.
ENZO: ¿Los viejos se fueron?
AÍDA: No, todavía están aquí. Lejos de la puerta, pero aquí.
MECHA: Parece que te entendés mejor con la Aída. Claro, ella es más inteligente,
sabe de qué estás hablando...
ENZO: No es así Mechita.
MECHA: ¿Te pensás que no me doy cuenta que yo no importo nada aquí...? Si estoy
o no estoy es lo mismo. ¡Te sirve más Aída que yo!
MAMÁ: ¡Aprovechá la volada, Roque, vamos!
PAPÁ: (Acercándose) Tiene razón Mechita. Arregle esta situación, che. Si
realmente la quiere... tiene que demostrárselo.
AÍDA: Se lo está demostrando.
PAPÁ: ¡Parece que usted tuviera una inclinación pecaminosa por mi otra hija!
AÍDA: ¡No digas tonterías! ¡La quiere a ella! (A MECHA) ¡No le creas, está
sembrando cizaña!
PAPÁ: ¡En mi casa yo no permito porquerías, mi amigo...! ¡Usted se encerró y
dejó a su mujer afuera! ¿Eso cómo se explica? ¡Mi hija sostiene que usted
no la quiere y tiene razón! Yo pienso lo mismo.
MAMÁ: ¡Si no la deja entrar, es que no la quiere, salta clarito!
MECHA: Esperen, yo no digo que no me quiere. Digo que no me demuestra cariño,
nada más.
PAPÁ: ¿Y no es lo mismo, acaso...?
AÍDA: No te dejes enroscar, Mecha (A ENZO) ¡Mantenete firma, que aquí está
todo controlado!
ENZO: Oíme, Mecha, yo quiero explicarte lo que pasa... pero no tengo facilidad de
palabra, me cuesta... ¡Y encima estamos separados y es peor!
PAPÁ: ¡Esa es la cosa! ¡Ustedes no tendrían que estar separados! Vea, hagamos
una cosa: por nuestro asunto no se preocupe, lo de la pintura lo aclaramos
en su momento... Pero solucione ya mismo este asunto con Mechita. Un
matrimonio no se destruye por una pavada...
MAMÁ: Una mujer no es un trapo de piso... (Acarica a MECHA) Una mujer es una
mujer. Decile lo mal que te sentís, nena. Decile que no tenés consuelo, que
te vienen ganas de llorar...
MECHA: (Inocente) No tengo ganas de llorar.
PAPÁ: (Otro ataque de furia) Ah, ¿no tenés ganas de llorar...? ¿Con todo lo que te
hace esta bazofia no tenés ganas de llorar...?
MECHA: (Puchereando) ¡No lo insultes, no le digas eso!
PAPÁ: ¡Es una basura, una porquería, un atorrante...! (MECHA se pone a llorar)
¡Un imbécil, un idiota, un comunista!
MECHA: (Llorando) ¡No es verdad, no es verdad!
MAMÁ: (A PAPÁ) Suficiente, ya está
ENZO: ¡No llorés Mecha, por favor!
AÍDA: Te lo están haciendo a propósito ¿No te das cuenta?
CHÚMBALE 24
MECHA: ¡Es que yo quiero entrar!
PAPÁ: ¡Claro que tenés que entrar! ¿Tu lugar está ahí adentro!
MAMÁ: ¡Pobrecita, cómo llora! ¡Apiádese, desalmado!
ENZO: Bueno, está bien. Te voy a dejar entrar. Pero a vos sola, eh.
AÍDA: Enzo, cuidado. Vas a hacer peligrar todo.
MECHA: ¡Vos callate! ¿Por qué no querés que me junte con mi marido...?
AÍDA: ¡Porque no vas a poder entrar sola! ¡Ellos se van a colar! ¡Y se terminó
todo, entonces!
MECHA: ¡Que se termine! ¿A quién le interesa que sigamos así? (ENZO se pone a
separar los muebles que están delante de la puerta)
ENZO: Bueno, a ver ¡Atención! Preparate, Mechita (No bien entreabre la puerta,
PAPÁ y MAMÁ se abalanzan con intención de entrar a la pieza. ENZO lo
advierte a tiempo y vuelve a cerrar) Conque querían jorobarme, ¿no...?
PAPÁ: (Golpeando la puerta) ¡Abra, basura, abra!
AÍDA: ¡Te avisé! ¿Viste que era una trampa?
MECHA: ¡Yo no estaba en ninguna trampa, Enzo! ¡Yo lloraba de verdad!
PAPÁ: ¡Abra, le digo! (Sigue golpeando)
MAMÁ: ¡Ay, por favor! ¡No te pongas a gritar de nuevo!
PAPÁ: ¿Y qué querés que haga...? ¡Este tipo me enloquece! Con un ladrón yo
podría entenderme. Con un asesino también. Hasta con un marica podría
entendérmelas... ¡Pero con este loco no!
MECHA: ¡Bueno, basta! ¡Ya me cansaron! ¡Váyanse todos! ¡Vos también, Aída...!
¡Yo necesito entrar, quiero estar con mi marido! ¡Y ustedes estorban!
ENZO: Esperá Mecha, vas a entrar igual. Se me ocurrió una idea. Aída
escuchame: ¿dónde están los viejos ahora?
AÍDA: A unos cinco metros
ENZO: Bueno, muy bien. Andate al lado de ellos y pediles que canten. Que no se
muevan de donde están y que canten todo el tiempo.
AÍDA: Muy bien (Va hacia los padres)
ENZO: Y vos, Mechita: en cuanto abra, te metés adentro volando. ¿estamos?
AÍDA: (A los padres) Canten.
PAPÁ: ¿Cómo?
AÍDA: Quiere que canten. Si no, no abre.
MAMÁ: ¿Y para abrir quiere que cantemos...? Tenés razón, Roque: ¡este chico está
colifato!
PAPÁ: ¿Para qué quiere que cantemos?
AÍDA: Así los tiene localizados. Si los escucha lejos, no corre peligro.
PAPÁ: Entonces no canto un carajo.
MAMÁ: (Codeándolo) ¡Sí, hombre! ¡Cantemos! (Le guiña un ojo) Decile que vamos
a cantar, andá (AÍDA se aleja hacia la puerta para comunicar la noticia. Por
lo bajo a PAPÁ) Es mejor tener a Mechita adentro. Ello lo hace aflojar, vas
a ver.
AÍDA: Van a cantar. ¿Estás listo?
ENZO: Adelante.
AÍDA: (De nuevo al lado de sus padres) Ya oyeron. Canten.
PAPÁ: (A MAMÁ) ¿Qué podemos cantar?
MAMÁ: Un tango.
PAPÁ: No, los tangos son tristes. Otra cosa.
MAMÁ: ¿”Palomita blanca”...?
PAPÁ: No sé la letra
AÍDA: Canten cualquier cosa. Vamos.
MAMÁ: Ah, esperá (Le dice algo al oído a PAPÁ) ¿Te acordás?
CHÚMBALE 25
PAPÁ: Si, dale. Arranquemos. (Se miran) Un, dos, tres. (Se ponen a cantar
“Aurora”) Alta en el cielo, un águila guerrera, audaz se eleva en vuelo
triunfal. Azul un ala, del color del cielo... (ENZO abre y MECHA se cuela
dentro de su pieza. Los padres arremeten nuevamente, pero llegan tarde. Un
silencio. ENZO y MECHA se trenzan en un largo y apasionado beso. PAPÁ y
MAMÁ están al lado de la puerta, tratando de oír qué pasa dentro)
MAMÁ: ¿Y ahora?
PAPÁ: ¿Ahora qué?
MAMÁ: ¡Ahora qué carajo hacemos!
PAPÁ: Shh, callate. Dejame escuchar. (Un silencio. Del otro lado sigue el beso)
MAMÁ: No se oye nada
PAPÁ: No. ¿Estarán pintando, ya?
MECHA: (Separándose un tanto) Creí que no me querías más. (Bajo, tierna, sensual)
¿No me querés más?
ENZO: (Idem)Mirá que sos pava. ¿Cómo no te vos a querer?
MAMÁ: Hablan, están hablando. ¿Qué dicen?
PAPÁ: No oigo nada. Estarán poniéndose de acuerdo para pintar.
MAMÁ: ¡Ay, qué negativo que sos!
PAPÁ: ¡Mecha, Mechita! ¡No te dejes convencer! ¡Vos ya sabés lo que tenés que
hacer!
ENZO: Dejá, no le hagas caso.
MECHA: Es mi padre.
ENZO: Y yo soy tu marido.
AÍDA: ¿Por qué no la dejan tranquila un momento, ¿eh?
MAMÁ: Tiene razón, Roque. No nos pongamos nerviosos. Dejemos que Mechita lo
haga a su manera. Ella no nos va a fallar, es una buena hija. Mejor
escuchemos (Lo hacen un tiempo. ENZO y MECHA se están besando otra
vez) ¿Vos oís algo?
PAPÁ: Shhhh.
MECHA: (Bajo a ENZO) Para mí que se fueron.
ENZO: No, todavía están ahí.
MECHA: ¿Qué hacemos? (ENZO se encoge de hombros)
MAMÁ: ¿Qué hacemos? (PAPÁ se encoge de hombros)
ENZO: Mejor salí de nuevo, Mecha
MECHA: ¿estás loco? ¿Por qué?
ENZO: Estamos metidos en un quilombo terrible.
MECHA: A mí hablame correctamente. Qué, ¿ya estás arrepentido de que haya
entrado...?
ENZO: ¡No! ¿Pero qué hacemos los dos aquí? Tendrías que haber traído los
pinceles o un rodillo...
MECHA: ¡Entonces vos querés pintar en serio!
ENZO: No pensaba... pero ahora que se armó este... este lío ¡algo tengo que hacer!
MECHA: Yo pensé que era nada más que un cómo es, un ataque de rabia.
ENZO: No, es un... pensamiento. Y a los pensamientos hay que respetarlos.
MECHA: ¿Es tan importante pintar? Me echaste encima a mis padres. Ellos quieren
que te convenza de no pintar. Si llegás a pintar, nos vamos a tener que ir de
aquí...
ENZO: Y bueno, nos vamos.
MECHA: ¿Por qué no se pueden combinar las cosas? ¿Para andar bien con mi
marido tengo que andar mal con mis viejos...? ¿Por qué...?
ENZO: No todo se puede tener, qué le vas a hacer.
MAMÁ: Hablar hablan, pero no se entiende nada.
CHÚMBALE 26
PAPÁ: (Consultando su reloj) ¡La una ya! ¡Yo me tengo que estar levantado dentro
de cuatro horas!
MAMÁ: Todas las luces encendidas a esta hora. Qué desperdicio.
AÍDA: ¿Y si nos vamos a dormir todos...? ¿No sería lo mejor?
PAPÁ: Dormir no sé. Pero mejor que aflojemos un poco (A MAMÁ) Vení, se me
ocurrió una idea y quiero contártela (MAMÁ y PAPÁ hacen mutis. AÍDA va
rápidamente hacia la puerta. En la pieza se oyen golpes en la ventana)
ENZO: ¿Quién anda ahí?
QUIQUE: (Fuera) Soy yo, Quique, abrime.
ENZO: ¿Qué querés?
QUIQUE: Pedirte un favor.
ENZO: No puedo abrir. Hablá.
AÍDA: (En la puerta) ¡Enzo! Soy yo, Aída. Escuchame.
QUIQUE: Primero abrime.
ENZO: No puedo.
AÍDA: ¿Cómo que no podés? Estoy sola, tengo que hablarte.
MECHA: (A ENZO) Te está hablando Aída
ENZO: Si, ya la oí.
QUIQUE: ¿Estás solo?
AÍDA: Enzo, contestame.
ENZO: (A QUIQUE) Si, estoy solo. Hablá.
AÍDA: ¿Cómo que estás solo...? ¿No está Mecha ahí?
ENZO: (A AÍDA) ¡Esperá un poquito!
QUIQUE: Qué hago, ¿hablo o espero?
ENZO: Vos hablá.
AÍDA: Lo que yo quiero es entrar.
ENZO: ¡No podés entrar!
QUIQUE: Ya entendí. ¡Lo que yo quiero es hablar!
MECHA: (Confundida) ¡Ay, qué merengue! (Se tienta)
ENZO: (A MECHA) ¡Ayudame, vos!
QUIQUE: ¿Justo a mí me pedís ayuda?
ENZO: A vos no te estoy pidiendo ayuda.
AÍDA: Pero yo te la ofrezco igual. ¡Estoy de tu parte!
ENZO: (Tomándose la cabeza) ¡Qué quilombo es esto!
QUIQUE: ¡Yo te avisé que era un quilombo!
AÍDA: No importa: ¡Se va a arreglar!
MECHA: ¿Qué es lo que querés, Aída?
AÍDA: Abrime, Mecha; tengo que entrar. Quiero ayudar a pintar.
MECHA: Enzo no quiere que entre nadie.
ENZO: (Frente a la ventana) ¿Qué es lo que querés. Hablá rápido.
QUIQUE: ¡Guita! ¡No tengo un mango!
ENZO: Ahora sí que sonamos. Yo no puedo hacer nada.
MECHA: (A AÍDA) ¡Enzo dice que nos e puede hacer nada!
ENZO: (A MECHA) No; ¡ella que espere un poco!
QUIQUE: Está bien, yo espero ¿Vas a tardar mucho?
AÍDA: ¿Cómo que no puede hacer nada? ¿Se echó atrás?
ENZO: (A QUIQUE) ¡No! ¡Vos no esperes nada!
AÍDA: ¿Empezaste a llorarle, Mecha?
QUIQUE: ¿Que no espere nada... ? Es Mecha la que te está llenando la cabeza, ¿no?
ENZO: (Vociferando) ¡Basta! ¡Así no podemos seguir! ¡Todos al mismo tiempo no!
¡No nos vamos a entender nunca!
AÍDA: ¡Si le hacés caso a Mecha, claro que no!
ENZO: ¡Aquí Mecha no corre!
CHÚMBALE 27
QUIQUE: ¿entonces quién es la que está hablando ahí adentro...?
MECHA: (A ENZO) ¿Quiere decir que mi opinión aquí no importa nada?
ENZO: ¡Che, cada vez nos estamos enredando más!
QUIQUE: ¡Yo no te estoy enredando en nada, viejo! ¡Vos ayudame y basta!
AÍDA: Y vos qué pensabas, ¿qué esto iba a resultar fácil...?
MECHA: ¡Yo opino todo lo que se me antoje! ¡Tengo tanto derecho como vos!
ENZO: (A QUIQUE) ¡Sos prepotente igual que tu viejo!
AÍDA: ¿Yo igual que mi padre...? ¡Lo cambiaste, Mecha! ¡A ése cualquiera lo
hace aflojar! (Aparecen MAMÁ y PAPÁ)
PAPÁ: ¿Qué pasa ahora?
MAMÁ: ¡Por qué tanto griterío, Dios mío...?
PAPÁ: ¿está pintando?
AÍDA: ¡Qué va a pintar! ¡Si es un marica!
ENZO: ¡Andate, Quique! ¡Yo no puedo ayudarte!
QUIQUE: ¿Ah, no...? ¡Maricón!
MAMÁ: ¡Quique! ¡Dijo Quique! ¿Está ahí adentro...?
ENZO: ¡Salí de la ventana o te rompo el alma, guanaco!
PAPÁ: ¡Está en la ventana! (Sale corriendo hacia foro) ¡Quique está en la ventana!
MAMÁ: (Siguiéndolo) ¿Qué hace ahí afuera con este frío...? (Mutis)
ENZO: ¡Quique, escapate, que ahí van los viejos...! ¡Rajá!
QUIQUE: ¿Vienen para acá?
ENZO: ¡Sí, apurate...!
MECHA: ¡Quique...! ¡Quique...! (Espera respuesta) Se fue. ¿Por qué dijiste que se
fuera...? ¿Por qué tiene que escapar...? ¿Por qué le avisaste y se fue...?
ENZO: Porque... porque le conviene irse.
MECHA: ¡Pero explicame por qué...! Te vino a pedir plata. ¿Qué secretos tienen?
ENZO: Ufa, Mecha, terminala con las preguntitas.
MECHA: Es inútil, siempre te hacés el zorrito conmigo... ¿Por qué no me contás las
cosas...? ¿Tan tarada soy...?
ENZO: ?No podés hablar sin hacer preguntas...?
MECHA: Con todos hablás hasta por los codos, menos conmigo. Yo estoy a tu lado,
duermo con vos, y nunca sé lo que pensás. ¿Qué tengo que hacer para que
seas confidente conmigo...?
ENZO: ¿Lo querés saber? ¡Dejame de hinchar! ¡Eso tenés que hacer! (MECHA se
pone a llorar casi instantáneamente)
AÍDA: (Otra vez cerca de la puerta) Enzo. Los viejos se fueron para la ventana.
ENZO: Sí, ya los oí.
AÍDA: ¿Necesitás algo...?
MECHA: (Enfrentando con furia la puerta) ¿A vos qué te importa? ¡Dejalo tranquilo!
¡Metete en tus cosas...! ¡Al final voy a darle la razón a papá, cuando dice
que entre ustedes hay algo raro...!
ENZO: Mecha, por favor.
AÍDA: Yo lo apoyo. Eso es todo.
MECHA: ¿Por qué no lo hiciste pintar a tu marido cuando lo tuviste aquí...? Ahí e
callabas ¿no?
ENZO: Pará loca. Es tu hermana. No le hablés así.
MECHA: ¡Claro, defendela todavía...! ¡La verdad que no sé qué es lo que estoy
haciendo aquí adentro! (Va hacia la puerta, pero ENZO la detiene de un
brazo)
ENZO: Vení aquí (Tierno) ¿Qué hacés...? (están muy juntos, se miran a los ojos)
MECHA: (Dulce) Si no me querés más, yo te dejo tranquilo. No me ves más. Pero
decímelo; no me hagás jugar a las adivinanzas. Si soy una molestia,
hacémelo saber. No te lo voy a reprochar.
CHÚMBALE 28
ENZO: ¿Quién te mete esas ideas en la cabeza...?
AÍDA: Enzo, escuchame.
MECHA: No sé vivir así, Enzo. Yo tengo que enterarme, tengo que saber.
AÍDA: Enzo ¿me oís...?
ENZO: ¿Saber qué, Mecha?
MECHA: Todo.
ENZO: ¿Si te quiero?
MECHA: Todo.
AÍDA: Enzo, ¿necesitás algo de aquí afuera...?
MECHA: Pero no me vengas con palabras. No me hagas discursos. Eso me confunde.
Yo prefiero los hechos. ¿Vos querés pintar? Fenómeno. Pero decime por
qué.
ENZO: Es que yo tampoco lo sé.
MECHA: ¿entonces por qué lo querés hacer...? ¿Es tan importante?
ENZO: Las cosas que me naces aquí o aquí... (Mente, corazón) siempre son
importantes.
AÍDA: (Pegada a la puerta) ¡Y la pintura es muy importante!
MECHA: (A la puerta) ¡Vos callate! ¡No te metas! (Con un leve empujón, Me separa a
ENZO de la puerta. Se activa eróticamente para evitar la injerencia de AÍDA.
Acaricia a su marido, lo besa, lo excita habiéndolo por todo su cuerpo. Esa es
la medida de su poder sobre ENZO) Estamos perdiendo el tiempo, querido.
Somos jóvenes... (Beso) Pensemos en nosotros... (Beso) Nosotros nos
queremos... (Beso) Andando bien nosotros... (Beso) Todo anda bien.
AÍDA: ¡Hay que ganar esta batalla, Enzo! ¡no te dejes desviar! ¡ahora que
empezamos, lo importante es pintar...!
MECHA: (Se quita el batón. Apaga la luz de la pieza y lleva a su marido hacia la cama.
Caen sobre ella) Pensemos en nosotros. Como siempre, mi amor. Como lo
hacemos siempre. (Se confunden, se abrazan y besan muy exitados)
AÍDA: Oíme Enzo. ¡Fueron a buscar a Quique para obligarte a salir...! ¡Papá
cuenta con el revolver de Quique, estoy segura...! ¡Es capaz de todo! Por
eso hay que pintar rápido, ¿entendés? (Queda esperando una respuesta. Los
otros ya no la oyen, presas de la pasión) ¡Enzo, por favor! ¡Pintemos
rápido...! ¡No te dejés vencer...! ¡Hay que pintar...! ¡Hay que pintar...!

APAGÓN LENTO

Cuadro dos
(Al encenderse las luces, ENZO se incorpora de la cama, se enfunda los
pantalones. Me queda laxa, dormida. Sigilosamente, ENZO va hacia la puerta y escucha los
movimientos de fuera. Del otro lado, sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la
puerta, está AÍDA, en posición semifetal. ENZO va hacia la ventana, repite la operación de
escuchar y la abre despaciosamente. Trata de salir al exterior, pasando una pierna por el
alféizar. MECHA lo sorprende en mitad de esa acción.)
MECHA: ¿Qué hacés?
ENZO: (Sorprendido) Voy a... Tengo que salir un rato.
MECHA: ¿Ya no querés pintar más?
ENZO: Si, quiero.
MECHA: Es que si salís te vas a encontrar con papá, y...
ENZO: Todavía no volvieron. Deben estar buscándolo al Quique por ahí.
MECHA: ¿Cómo sabés?
CHÚMBALE 29
ENZO: Porque estuve escuchando todo el tiempo.
MECHA: ¿Cuando estábamos juntos también escuchabas...? ¿No estabas
concentrado? ¿Vos hacés el amor conmigo y estás pendiente de otra cosa?
ENZO: ¡Ay, Mecha, dejate de preguntas! Tengo una urgencia, ahora no puedo...
MECHA: (Cortándolo) ¿Qué tipo de urgencia?
ENZO: ¡Y dale con las preguntitas!
MECHA: ¡Contestame una al menos...!
ENZO: Tengo que ir al baño.
MECHA: ¿A qué? (Se tapa cómicamente la boca) Perdoname.
ENZO: A hacer pipí. ¿Entendiste ahora...? Chau.
MECHA: Esperá. ¡No te vayas, corrés peligro! ¿No podés hacer aquí? (Se levanta de
la cama y busca un recipiente que sirva a los efectos)
ENZO: ¿Cómo voy a hacer aquí? ¡No soy un pichicho!
MECHA: ¡Busquemos algo que sirva! (Encuentra un vaso y lo muestra) ¿Te alcanza
con esto?
ENZO: (Fastidiado) ¡Mecha, por favor! No me entretengas más. Dejame ir.
MECHA: ¡Esperá, algo vamos a encontrar! (Protesta) ¡Nunca me dejaste tener un
florero en la pieza! ¿Ves qué útil hubiera sido ahora...?
ENZO: ¡No es momento de reprochar!
MECHA: (Señalando) ¿Los termos no sirven?
ENZO: ¡Pero Mecha, cómo voy a usar los termos para eso! ¡Después tengo que
poner la mercadería ahí!
MECHA: Bueno, está bien, ya vamos a encontrar algo.
ENZO: (Cómicamente) ¡Dale, que me hago encima!
MECHA: Cuando éramos chicas, la Aída y yo usábamos la cómo es... ¡La pelela azul!
¡La pelela azul tiene que estar en alguna parte! (Se cubre con algo
rápidamente y saca a ENZO de la ventana) ¡Dejame que voy a buscarla!
ENZO: Pero apurate, eh. Y que no te agarre tu viejo, porque si no...
MECHA: Perdé cuidado. (ENZO la toma de la cintura y la ayuda a pasar por sobre el
alféizar) ¿Me vas a abrir cuando vuelva?
ENZO: Mirá qué pregunta.
MECHA: Prometémelo. (Le da un apasionado beso en la boca)
ENZO: (Separándola como si fuese una ventosa) ¡Dale, apurate! (MECHA se va
románticamente, lanzándole besitos. ENZO cierra las ventanas y caminando
cómicamente con las piernas encogidas por las ganas de orinar, va hacia la
puerta) ¡Aída! ¿Aída, estás ahí...? (AÍDA se moviliza) Aída, contestame.
AÍDA: A mí no me hablés. Sos un gallina. Mirá todo el lío que hacés y después te
dejás ganar por Mecha. Una mujer te hace recular.

ENZO: No me hizo recular.


AÍDA: Ella hace de vos lo que quiere. Tuviste tiempo de ponerte a pintar y no lo
hiciste. Mecha te calentó y te olvidaste de todo.
ENZO: Yo sigo firme. Primero tengo que hacer una cosita... y después le meto a la
pintura.
AÍDA: ¿En serio, no me estás engañando?
ENZO: Vos andá a conseguirme los pinceles de tu viejo y vas a ver. Andá al
galponcito y traeme los pinceles, andá.
MECHA: (Aparece en el pasillo y enfrenta a su hermana) Aída, ¿no viste la pelela azul
que usábamos antes? ¿No sabés dónde está? Enzo la necesita.
AÍDA: ¿Para qué, para pintar...? ¿Para hace la mezcla?
MECHA: (Tentada) ¡No, qué mezcla! ¡Quiere hacer otra cosa! (Ríe. Del otro lado,
ENZO se tienta y se frunce tratando de evitar hacerse encima)
ENZO: ¡Ay, no me hagan reir que me hago...! (Gritando) ¡Apúrense, che!
CHÚMBALE 30
AÍDA: No sé, busquemos en el galponcito. Ahí tiene que estar todo. ¡Vamos!
(Salen las dos mujeres)
ENZO: (Gritando) ¡No se olviden de los pinceles...! (Queda a la espera unos
segundos) No voy a aguantar. Tengo que... tengo que... (A partir de este
momento trata de no quedarse estático para disimular sus deseos de orinar.
Camina de un lado al otro, salta, hace pasos de baile, boxea, etc. Canta)
Pelela azul, dulce morada de mi vida, fiel testigo de mi... que se apuren o
no respondo de mí. (Boxea) Menos mal que tengo un estado que... ¡Que
piñazo, querido! ¡Con ganas de mear, ni Monzón me aguantaba un
round...! (Se detiene) ¿Y si pinto todo de azul...? ¡Las paredes azules y el
zócalo amarillo! ¡Los colores del glorioso...! ¡Boca, corazón! ¡Boca,
corazón! (Salta como un hincha) ¿El viejo, de qué club será hincha? ¡Ese es
hincha de él, de Sportivo Yo mismo! (Toma el tarro de pintura entre sus
manos y lo observa) ¡Mirá si fuesen dos kilos de dinamita! ¡Paf, qué
quilombo le hago al viejo! ¿La dinamita viene en kilos o en litros...?
Bueno, es lo mismo. ¡Se la pongo al gritón abajo del televisor, para que le
duela más, y la hago explotar! ¡Y sale el televisor hecho una...! ¡El televisor
y el gritón, los dos juntos, rumbo a la estratófera...! ¡No, a la estrófera! A
ver si queda colgado como un satélite, toda la vida, rompiendo los
kinotos... ¡La que tiene que volar es la casa, la podrida casita sin pintar!
¡O recién pintada! ¡Claro, primero la pinto y después la hago volar...! (se
pasea con el tarro como Hamlet con la calabera) Pintar... o no pintar. ¡Esa es
la cuestión! Parezco Alfredo Alcón haciendo de... ¿cómo se llamaba el
colacho ése que...? (Se queda pensativo) No, ese loco la final perdía, mordía
el polvo, entregaba el rosquete. Y yo no. Yo voy a ganarle al viejito gritón
¡Yo pinto! ¡Pinto...! (El tarro se transforma en el rostro del suegro. ENZO lo
ahorca, lo aprieta contra el piso) ¡Entendelo de una vez gritón! ¡Yo pinto!
¡Porque esta casa no es tuya! ¡Es de todos! ¡La propiedá no esiste...!
¡Entendelo, carajo! ¡No me obligues a...! ¡Si me obligás, yo te amasijo! ¡Te
amasijo...! (En ese momento regresan MECHA y AÍDA por el pasillo. Traen
pinceles, un rodillo. Me carga un enorme fuentón de hojalata.)
MECHA: Enzo, abrí; somos nosotras.
ENZO: (Recomponiéndose) ¿Traen todo?
MECHA: Si. Todo.
ENZO: ¿La pelela también...? (Entreabre la puerta y recibe los pinceles y el rodillo
de AÍDA)
MECHA: ¡Apurate que vuelven! (Se oyen las voces de PAPÁ y QUIQUE. Sin tiempo
para más. ENZO cierra la puerta al tiempo que PAPÁ, MAMÁ y QUIQUE
entran)
AÍDA: ¡Abrí, dejanos entrar!
MECHA: ¡Enzo! ¡Me dejaste afuera otra vez!
PAPÁ: Ahí lo tenés. (A QUIQUE, firme) Vamos, portate como un hombre
MECHA: (Tirando el fuentón al suelo) ¿Qué pasa? ¿Qué van a hacer?
AÍDA: (Gritando) ¡Enzo, cuidado que lo trajeron al Quique!
ENZO: (Con los pinceles y el tarro, que abre, ensimismado, relatando como un
comentarista de fútbol) ¡En un marco de verdadera espetación, está por
comenzar el partido...! ¡el réferi controla su reloj...!
PAPÁ: (A QUIQUE) Vamos, ¿qué esperás...?
QUIQUE: (Asustado) ¿qué querés que haga...?
PAPÁ: ¡Usá el arma, dale! Bajale la puerta a tiros.
MECHA: ¿Estás loco?
AÍDA: (Avisando) ¡Quieren usar el arma, Enzo!
CHÚMBALE 31
MECHA: ¡No uses nada, Quique! ¡Por favor! ¡Mirá si te equivocás! ¡Vas preso toda
la vida!
ENZO: (Relatando) ¡El público brama en las tribunas, coreando a sus equipos
favoritos...! ¡Los jugadores están nerviosos!
PAPÁ: ¡Salí de ahí, Mecha! (La aparta ferozmente) ¡Vamos, Quique, hacete ver!
MECHA: ¡Quique, no hagás nada, por favor!
AÍDA: Papá ¿adónde querés llegar?
PAPÁ: (A QUIQUE) ¡Usá el arma, vamos! ¡Sacala, dale! (Lo manotea)
QUIQUE: ¡Nunca la usé! (La saca) No sé cómo... Hay que...
MECHA: ¡No lo obligues, papá, por favor!
ENZO: ¡El referí hace sonar su silbato!
PAPÁ: ¡Tirá, vamos!
QUIQUE: ¿Adónde...?
PAPÁ: ¡A la puerta, imbécil! ¡A la puerta!
MECHA: (Tirándose sobre el padre) ¡No, no! Decile que no lo haga.
ENZO: ¡La pelota se pone en movimiento!
PAPÁ: (Tomando a MECHA y llevándola contra el camastro) ¡Dejame en paz,
carajo! ¡No te metás! (MECHA cae de espaldas sobre el camastro, PAPÁ
encima, tomándola del cuello)
QUIQUE: (Apuntando el arma inconscientemente hacia su padre)¡Soltala, viejo!
MAMÁ: Roque, ¿qué estás haciendo...? ¡Enzo, no aflojes!
ENZO: El hombre avanza rápidamente por el lateral, va a tirar el centro, lo hace,
Saltan varios en el área...
QUIQUE: ¡Soltala, te dije...! (Se le escapa un tiro hacia su padre)
PAPÁ: ¡Ay! ¡Ay...!
MAMÁ: ¡Roque, por Dios!
ENZO: (Revolviendo la pintura, feliz) ¡Goooolll...! ¡Goooollll....
APAGÓN RÁPIDO

Cuadro tres
(Al darse la luz, del lado del dormitorio se ve a ENZO caminando encorvado,
muy dolorido, apretándose el bajo vientre. Las paredes no están pintadas, sino dibujadas,
hay monigotes y leyendas: “La propiedá no esiste”, “abajo el gritón” y “biba yo”. En el
suelo, el tarro de pintura y los pinceles. Del lado del pasillo, PAPÁ está boca abajo en el
camastro. Por el foro entra MAMÁ)
MAMÁ: Roque, ya son las ocho de la mañana. ¿Cómo te sentís?
PAPÁ: (Sin moverse, la voz bronca, cabeza abajo) La puta que lo parió.
MAMÁ: ¿Qué pasa ahora?
PAPÁ: (Señala la pared al lado de su cabeza) Mirá, recién me doy cuenta. Mirá el
agujero que hizo tu querido hijo en la pared. El balazo era para mí.
MAMÁ: No era para vos. Se le escapó.
PAPÁ: Qué se le va a escapar. Tus hijos salieron todos torcidos. No quieren a
nadie.
MAMÁ: (Obviando el comentario) ¿No vas a ir a trabajar?
PAPÁ: No puedo irme sin saber lo que hizo ese desgraciado ahí adentro.
MAMÁ: Estuve pensando sobre eso, Roque. Y no tiene que importarnos.
PAPÁ: ¿Te volviste loca?
MAMÁ: El pintó, no nos engañemos. Se salió con la suya. Perfecto, ahora nosotros
tenemos que salirnos con la nuestra.
PAPÁ: Eso es imposible. Si él se salió con la suya, nosotros perdimos.
MAMÁ: Esperá, escuchame: ahora nosotros tenemos adelante nuestro dos caminos
para tomar con este chico. Uno, le pedimos que se vaya. Dos, nos hacemos
los burros: aquí no pasó nada, haya pintado o no.
CHÚMBALE 32
PAPÁ: Después del despelote que se armó, ¿ahora resulta que nos hacemos los
burros...?
MAMÁ: Lo podemos hacer. Nos olvidamos de lo que pasó. No entramos a su pieza y
se acabó.
PAPÁ: ¿Por qué tengo que prohibirme entrar a su pieza, a ver?
MAMÁ: Para evitar el lío definitivo. Cuando uno no quiere ver, dos no pelean. Si no
hay pelea, no hay vencedores... ni vencidos. ¿A quién le puede refregar por
la pintada de su pieza si nosotros resolvemos no enterarnos de lo que
pasó...? ¿Entendés?
PAPÁ: (Casi deslumbrado) No está mal (Lo piensa) No está nada mal. (Por el fondo
entra AÍDA. Se mira con los padres. Hay recelo de ambas partes. Un silencio.
Ingresa MECHA. Ahora con la chaquetilla de agente de QUIQUE sobre los
hombros. Trae entre manos una cacerola)
MECHA: (A AÍDA) ¿Alguna novedad?
AÍDA: Ninguna.
MECHA: (Mostrándole subrepticiamente la cacerola) Le traje esto. Es más fácil de
pasárselo que el fuentón.
AÍDA: Dámela (MECHA se la da) En cuanto pueda se la paso.
MECHA: YA tendría que haber terminado, ¿no...? ¿Cuánto se tarda en pintar una
pieza?
AÍDA: Hay que esperar a que seque cada mano que se da.
MECHA: Pero mientras van pintando una pared, la otra se seca. (ENZO estornuda,
se toma el vientre dolorido) Estornudó. ¿Se habrá resfriado?
AÍDA: Debe ser el olor a la pintura. (ENZO vuelve a estornudar en medio de
contorsiones)
MECHA: ¿Pasa algo, Enzo?
AÍDA: ¿Te sentís bien...?
PAPÁ: Ahí las tenés: todos a favor de él.
MAMÁ: Todos no. Yo estoy a favor tuyo.
MECHA: ¿Te pasa algo? ¡Contestá, por favor!
AÍDA: ¿Terminaste de pintar, ya? (ENZO no contesta) Si terminaste, no tiene
sentido que sigas encerrado...
MECHA: No des dos manos. Con una basta. La intención es suficiente.
PAPÁ: ¡La mala intención, será! ¡Porque ése es una rata, un...!
MAMÁ: (Cortándolo, en sordina) ¡Roque! ¿En qué habíamos quedado...?
MECHA: Me parece que ya es hora de terminar con las agresiones, ¿no? A esta
altura de los cómo es, de los acontecimientos, ya están de más.
MAMÁ: ¿A la altura de los qué...? ¿Qué acontecimientos? ¿Pasó algo aquí, Roque?
PAPÁ: ¿Aquí...? (MAMÁ le guiña un ojo) Aquí no pasó nada.
MAMÁ: Claro que no. Nosotros nos vamos a dormir, para que sepan. Vamos,
Roque. (Marca el mutis, pero su marido no la sigue. Gira hacia él) Roque,
vamos.
PAPÁ: (Yendo, sotto voce) ¿Vos hablás en serio...? ¿Querés dormir de verdad?
MAMÁ: ¡Vení, bocón, vení! (Lo arrastra fuera de la escena)
AÍDA: (Junto a la puerta) Se fueron, Enzo.
MECHA: A dormir, parece. Están como vencidos, no sé.
AÍDA: Mecha trajo una cacerola para que puedas... Abrí enseguida que te la
paso. (ENZO da vueltas por la habitación como un lobo enjaulado) Enzo,
¿me oiste?
ENZO: Todavía... todavía no terminé. Falta.
MECHA: No importa, ya ganaste. Con una sola pared que hayás pintado es
suficiente. ¿No es cierto, Aída?
AÍDA: Claro. Abrí que te ayudamos a terminar.
CHÚMBALE 33
ENZO: No, no, tengo que terminarlo yo, solito.
MECHA: ¿Estás cansado?
ENZO: Un poco. Pero lo peor es que... Parece como si se me fuera a reventar la
vejiga.
MECHA: ¡La cacerola, mi amor! ¡Tomá la cacerola!
AÍDA: ¡Abrí que te la pasamos!
ENZO: (Se culpa) Y además... no tengo colores. No me gusta pintar de blanco. Yo
quería pintar la pieza de otro color... No sé si hacerlo.
AÍDA: ¿Cómo que no sabés? ¿Pero vos pintaste o no...?
ENZO: (Balbuceando) Yo... a mí... Había pensado que...
MECHA: ¿Te arrepentiste, querido...? (Pausa) ¿Te arrepentiste? (Reaparecen PAPÁ y
MAMÁ, seguidos a unos metros por QUIQUE, en camisa con el uniforme a
medio poner)
PAPÁ: ¡Mecha, la chaquetilla de tu hermano!
QUIQUE: (Quitándosela de un tirón) ¿Qué hacés? ¿Por qué me la agarraste?
MECHA: Tenía frío... y mi ropa está toda ahí adentro.
AÍDA: ¿Adónde vas?
QUIQUE: A presentarme
AÍDA: Y ese lío que tenías... ¿se arregló?
PAPÁ: Si, se arregló. La chica violada levantó la denuncia.
AÍDA: ¿Qué chica violada?
QUIQUE: Era un asunto que... Yo no tenía nada que ver. Fue el cabo que...
MAMÁ: La culpa fue de otro. Se aclaró todo. La patrona de la chica levantó la
denuncia y no pasó nada.
PAPÁ: Quedó a salvo el apellido. Limpio de polvo y paja.
MECHA: ¿Vos habías violado a una chica?
QUIQUE: ¡Yo no! ¿No entendés lo que te están explicando...?
MECHA: Pero estuviste envuelto en una cosa que... (A AÍDA) ¡Con razón estaba
aquí, vestido de civil! ¡Estaba escapando!
MAMÁ: ¡No escapaba! ¡Vino a proteger su inocencia!
PAPÁ: Después de todo, si pasó algo, es cosa de hombres... (Palmea a QUIQUE,
quien ha recuperado su arrogancia del comienzo) Era una negrita jetona,
¿no es cierto?
QUIQUE: Si, una provocadora.
PAPÁ: ¿Entonces de qué violación me hablan...? Esas son todas mujeres corridas;
hicieron bien en aprovecharla.
MECHA: (Espantada) ¿Los oís, Aída? ¡Lo justifican! ¡Lo están perdonando!
PAPÁ: ¡Es mi hijo! Si no perdono a mi hijo... ¿a quién voy a perdonar?
MAMÁ: ¡A ustedes también las estamos perdonando! ¡Y todo lo que han estado
haciendo esta noche!
AÍDA: Cómo ¿no era que lo habían olvidado todo, que no le daban importancia?
MECHA: (Bloqueada por sus pensamientos encontrados) ¿Te das cuenta...? Hacen un
escándalo terrible por un tarrito de pintura... y después cómo es, no les
importa que éste sea un delincuente, un asesino, un... ¡un violador!
QUIQUE: ¡Si seguís hablando así te voy a tener que dar un sopapo...!
MAMÁ: Ahora no empiecen a pelearse entre ustedes... ¡por una pavada!
PAPÁ: ¿Para qué es esa cacerola...? ¿Qué hacen aquí con eso?
MECHA: (Quitándosela a AÍDA) Es mía. La traje yo.
PAPÁ: ¿Para qué es...? Para el piantado, ¿no? Le iban a pasar comida.
MECHA: No, es para... No es para él.
ENZO: (Cortándola con un grito desgarrador) ¡Es para mí! ¡La cacerola es para
mí...! ¡Pasámela, Mechita! ¡No aguanto más, me voy a...! ¡Abro y me la
pasás!
CHÚMBALE 34
MECHA: ¿Ya terminaste de pintar...? (Hay una pausa terrible) ¿Terminaste?
ENZO: Si, está... está todo pintado.
MECHA: Bueno, entonces abrí tranquilo
ENZO: ¿Tenés la cacerola allí...?
MECHA: ¿Para qué la necesitás? ¡Si ya pintaste, salí y vas al baño tranquilamente!
MAMÁ: ¿Al baño...? ¿Entonces la cacerola era para... ? (Le quita la cacerola) ¡Qué
asquerosos!
ENZO: Abro, ¿eh? ¡Voy a abrir!
QUIQUE: Abrí de una vez, ¡qué tanta preparación, viejo!
MECHA: ¡Es que vos no sabés todo lo que pasó aquí esta noche!
QUIQUE: Salí, yo te voy a proteger. Antes me hiciste un favor y ahora te lo puedo
devolver... (Hay un instante de tensión, hasta que ENZO abre la puerta. No
bien la entreabre, PAPÁ y MAMÁ se lanzan contra ella y la abren del todo.
ENZO retrocede por el impulso)
PAPÁ: (Feroz, activísimo) ¡Dale, Quique, agarralo! ¡No lo dejes mover! (QUIQUE
va sobre ENZO y le toma un brazo, se lo retuerce y le hace una torsión en la
espalda)
MECHA: ¡Soltalo Quique! ¡No le hagás nada!
ENZO: (Indefenso) Por favor te lo pido. ¡Soltame que me meo!
PAPÁ: (Mirando las paredes) ¡No pintó! ¡No pintó!
AÍDA: (Imitándolo, desconsolada) ¿Por qué no pintaste? ¿Por qué?
MECHA: (Luchando con su hermano) ¡Soltalo, desgraciado, soltalo!
MAMÁ: (Persignándose) ¡La virgen me ha escuchado! ¡Gracias, Virgencita!
PAPÁ: ¡Nos estuvo cargando todo el tiempo! ¡Se encerró para nada! ¡Por joder,
nada más! ¡Fajalo, dale sin asco! (QUIQUE le pega en la cintura)
MAMÁ: (Tomando el tarro de pintura) ¡Esto no lo ve más! (Hace mutis corriendo)
ENZO: ¡La pintura no! ¡La pintura es mía! ¡No se la lleve...!
PAPÁ: ¡Mirá si será desgraciado! ¡Las cosas que escribió! ¡Hizo un enchastre,
arruinó las paredes...!
ENZO: ¡La pintura es mía! ¡Es mía...! (QUIQUE lo suelta y ENZO cae
pesadamente al suelo. MECHA se inclina sobre él, para ayudarlo a
incorporarse)
MECHA: Enzo, Enzito, ¡Vení, mi amor! ¡Yo te ayudo!
ENZO: (Incorporándose) Deciles que me devuelvan la pintura... Es mía.
MECHA: Olvidate de la pintura ahora. Vamos al baño, ¿podés caminar solo? (Salen
los dos caminando lentamente. ENZO, encorvado, tomándose de su mujer)
PAPÁ: ¡Si será basura! Mirá para qué nos tuvo en jaque toda la noche.
MAMÁ: (Regresa) ¡Ya está! ¡La pintura ésa no la ve más...! (A PAPÁ por lo bajo)
¿Por qué lo dejaste salir?
PAPÁ: ¡Porque el revolucionario tenía que mear! Así terminan todos los poligriyos
esos: ¡pidiendo perdón y dando lástima! (AÍDA está disgustada en un
rincón. Los padres observan las paredes)
QUIQUE: (Casi divertido) Lo gracioso es que ahora van a tener que pintar en serio.
PAPÁ: ¿Por qué?
QUIQUE: No vas a dejar las paredes así como están
PAPÁ: ¿Por qué no? ¡Que se jorobe! ¡El las enchastró, él se las banca!
QUIQUE: Está bien, tenés razón... Se las banca él, pero también te las bancás vos.
Viene una visita, tía Yolanda, por ejemplo, que es tan nariz fruncida, ve
estas paredes y qué puede decir...
MAMÁ: Que este chico es un roñoso, ¿qué puede decir?
QUIQUE: ¡Qué descuidada tienen su casa Roque y Mercedes, va a decir! (Silencio
expresivo) Las paredes están en su pieza, pero la pieza está en la casa de
ustedes. (Nuevo silencio)
CHÚMBALE 35
MAMÁ: Yolanda dijo que iba a venir este sábado...
QUIQUE: Entonces hay que pintar más pronto de lo que me imaginaba.
PAPÁ: Vamos a ver. Hasta el sábado hay tiempo. Hoy no quiero hablar más de la
pintura. Se verá, se verá... (Sale de la habitación seguido de MAMÁ. En el
pasillo se cruzan con ENZO y MECHA, que regresan. Se detienen con gesto
aireado frente a ellos. ENZO con la vista baja) Esto ya lo vamos a conversar,
mocito. Y va a tener que dar explicaciones. Muchas explicaciones.
(Vomitándoselo) Cagón.
MAMÁ: (Empujándolo fuera de escena) Vení, no empecemos de vuelta. (ENZO y
MECHA siguen su camino hacia la pieza. Allí los espera sonriente QUIQUE.
AÍDA está distante)
QUIQUE: No te podés quejar, macho. Ligaste unas piñas, pero te devolví el favor.
Convencí a los viejos de que igual tenían que pintar. Eso es lo que querías,
¿no...? (ENZO no responde. QUIQUE hace mutis. Despaciosamente ENZO
comienza a vestirse con al ropa de cafetero. MECHA, condolida, trata de
reanimarlo)
MECHA: ¿Oíste? ¡Vas a poder pintar igual!
AÍDA: (Con bronca contenida) ¡No es lo mismo! ¡No es lo mismo!
MECHA: ¿Cómo que no...? El asunto era pintar, fuese como fuese. Bueno, ya está; lo
va a poder hacer. (ENZO se calza el gorrito y se cruza los termos sobre el
pecho. Está ridículo, como títere sin movimiento)
AÍDA: (Un reproche casi en letanía) Tuvo todo a favor... y no quiso aprovecharlo.
MECHA: Me parece que vos estás equivocada. Lo importante es conseguir las cosas,
no el sistema para conseguirlas. ¿Qué ganaba con hacerlo de prepo...?
Estábamos todos enojados, con las unas afuera...
AÍDA: ¿Ahora estamos mejor...? (ENZO arrastrando los pies, cruza el cuarto
rumbo a la puerta, MECHA lo detiene y lo hace girar hasta ella. Están frente
a frente, muy juntos)
MECHA: ¿Te pensás ir así, sin saludar...? (Le da un beso) ¿A ver los ojitos? ¿A ver la
carita...? ¡Qué ojitos tristes! Vamos, haceme una sonrisita. Una sonrisita
para Mechita. ¿A ver la sonrisita? (ENZO incitado por la monería de ella,
trata de sonreir y le sale una mueca) Así está mejor, ¿Y el gritito...? ¿A ver
cómo le sale el gritito...? ¿No hay gritito para mamita...?
ENZO: (Luego de un esfuerzo) Afé.
MECHA: Así no, Uno más lindo.
ENZO: (Casi sin voz) Afé, afé
MECHA: Tiene que salir mejor. A ver uno más
ENZO: ¡Café...! ¡Café...! ¡Café...!
MECHA: Va mejorando. Pero hace falta uno con más... cómo es. Con voz de pintor.
De pintor de la casita. ¿A ver cómo grita mi pintor...?
ENZO: (Enfureciéndose con la mención, de menor a mayor) ¡Café...! ¡Café...!
¡Café...! (Sale al pasillo) ¡Café...! ¡Café...! ¡Café...!
MECHA: Bueno, suficiente, ¡No te canses...!
ENZO: (Como maldiciendo a toda la casa) ¡Café...! ¡Café...! ¡Café...!
MECHA: ¡Basta, Enzo! ¡Basta, mi amor! (Asustados los gritos, reaparecen PAPÁ,
MAMÁ y QUIQUE)
ENZO: (En los enfrenta como si fuese una bestia feroz. Les escupe a la cara las
palabras. Feroz) ¡Café...! ¡Café...! ¡Café...! (PAPÁ y MAMÁ retroceden
espantados. QUIQUE se hace a un lado, sonriendo, nervioso. ENZO les
revolea la bolsa de los alfajores frente a los rostros, lo que contribuye a
sembrar aún más el pánico. Sale gritando) ¡Café...! ¡Café...! ¡Café...! (Mutis.
AÍDA en la pieza, sonríe. Los otros estás consternados)
CHÚMBALE 36
MECHA: (Tratando de sembrar una confianza que ella no tiene) Tranquilos, se le va a
pasar. A él siempre se le pasa. (Se oyen los gritos de ENZO, que se van
perdiendo en la lejanía)
TELÓN LENTO

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