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La disciplina del afecto

¿Hasta qué punto el castigo físico es perjudicial para los menores, también desde el aspecto
psicológico?

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castigo físico,
crianza con cariño,
disciplina del afecto

Por Brenda Martínez


14 de Abril de 2015 a las 00:00h

La Ley de la Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia 27-2003 establece


que todo niño, niña o adolescente tiene el derecho de no ser objeto de cualquier
forma de violencia, crueldad y opresión, punibles por la ley. Asimismo, tienen
derecho a ser protegidos contra toda forma de maltrato, y el Estado debe adoptar
las medidas para proteger al menor de toda forma de abuso físico, sexual,
emocional o descuidos.

Harold Flores, procurador general de la Niñez y Adolescencia de la Procuraduría


General de la Nación (PGN), explica que al recibir la denuncia de que un menor es
maltratado, se hacen dictámenes psicológicos y de trabajo social, para abrir un
proceso penal contra los padres o tutores, así como de protección al menor. Según
la PGN, en el 2014 fueron rescatados 240 menores por maltrato físico. En lo que va
del año, 71.
“La violencia contra niños y adolescentes es un círculo repetitivo: si nos trataron
mal, vamos a tratar mal. Hay otras medidas correctivas para no llegar a estos
extremos”, dice. La clave es la comunicación para que los niños respeten reglas y
límites.

Cómo disciplinar

Disciplina se deriva de discípulo, que significa aprendiz, es decir, instruir o


preparar a una persona, en este caso, los niños, expone la psicóloga María José
Gálvez, máster en Desarrollo y Gestión de Niñez y Adolescencia.
La disciplina efectiva enseña conductas, valores y hábitos adecuados en un
ambiente en el que la expresión de los sentimientos es acertada, lo que, a su vez, le
da seguridad al niño.

Los padres que utilizan maltrato físico o psicológico para disciplinar a sus hijos
piensan que para demostrar su autoridad deben ejercer castigo corporal o maltrato
verbal.

El sociólogo Otto Rivera afirma que muchos padres canalizan en los golpes al niño
su frustración, ira o enojo. También, muchas madres jóvenes están, por ejemplo,
más pendientes de su celular que en dedicarles tiempo y afecto a sus hijos.
“Cuando un niño se cae, no solo se asusta, sino encima el adulto lo golpea para
advertirle que no lo vuelva hacer”, añade.

Son pocos los niños que reciben suficiente tiempo y atención de parte de sus
padres, quienes están muy ocupados y absortos en sus problemas.

En el ámbito escolar, si el niño tiene bajo desempeño académico, en lugar de


investigar las causas, los padres le pegan. Hay que mejorar las conductas para
tener una convivencia pacífica, sin tolerar malos hábitos.

Premio, no golpe

Si el niño se porta mal, hay que decirle: “Si cambias tu forma de comportamiento,
voy a recompensarte con cosas que te gusta hacer”, dice Rivera, y no
necesariamente comprarle cosas.
La mejor manera de enseñarle al niño es con el ejemplo. Si un padre no arregla su
cama, ¿cómo puede exigirle a su hijo que lo haga?, cuestiona el antropólogo
Alfonso Torres. Por falta de paciencia o tiempo, los padres delegan la
responsabilidad de educar a la televisión o al internet, y cuando llega el momento
de corregir, el primer recurso que usan son los golpes.

Guatemala fue uno de los primeros países que firmaron la Convención


Internacional de los Derechos del Niño —en 1990—; sin embargo, ha llevado
décadas realizar las acciones y crear las políticas públicas en torno al tema y tanto
más ejecutarlas, afirma Gálvez. “Muchos ciudadanos aún desconocen que tienen
derechos como seres humanos y, por lo mismo, no los ejercen ni los practican con
los niños”, añade.

Flores refiere que existen escuelas para padres, tanto públicas como privadas, a
donde asisten progenitores para aprender a prevenir el castigo físico a los niños.

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