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“ • "TIUCACIÓN

CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR


S u p e r io r
greso sobre ía No Discriminación", organizado por el programa Nuevas
Fronteras, en Villa Giardino, Córdoba, abril de 1996, trabajo inédito.-
13. £1 capítulo 6 de la segunda parte, “La política educativa y los
proyectos institucionales”, es una reelaboración de la conferencia dada en A MANERA DE INTRODUCCIÓN:
el Congreso de Orientadores Escolares -organizado por la revista Ensayos
y Experiencias, en febrero de 1996-, pronunciada con el título “La orien­
EL CAMPO PROBLEMÁTICO
tación escolar y los proyectos institucionales”, inédita. DE LA FILOSOFÍA DE LA
14. £1 capítulo 7 de la segunda parte, ‘Dimensión ética de la función
dirigencial en educación. Reflexiones sobre el rol docente”, es una reela- EDUCACIÓN
boración del artículo que, con el mismo nombre, publicó la revista Nue­
vas Propuestas, de la Universidad Católica de Santiago del Estero, en su
número 1-2, de 1987.
15. Lo que publico como Apéndice de la segunda parte, "La educación
ética y ciudadana como educación para lo público", fue un espacio cedido
por la revista Novedades Educativas en su número 56 de 1995, precisa­
mente para exponer puntos de vista después de mi alejamiento del Progra­
ma Federal de Contenidos Básicos Comunes. Dadas las particulares cir­
cunstancias de su publicación y las referencias puntuales a una situación Vivimos una etapa de transformaciones en la educación. No podría ser
coyuntura!, pero de gran significación, me pareció más adecuado presen­ de otra forma si se atiende a los profundos cambios en la vida social. El
tarlo como un apéndice. problema son las direcciones, los sentidos, las decisiones que se toman,
16. El epüogo es la contribución, levemente corregida, que leí en una las tareas que se proponen, los obstáculos que se encuentran. Se plantean
mesa redonda, que inauguró el Primer Encuentro de Educación para la nuevas y viejas razones para educar. Se discute y se argumenta con ellas.
No Discriminación, organizado por el CEM, en Villa Giardino (Córdo­ Plantear la necesidad de una crítica de las razones de educar, desde
ba), en abril de 1996. distintos problemas, es el objetivo de este libro.
Se trata de manera explícita de reflexionar filosóficamente sobre la
educación. Esta tarea no es ingenua ni es inocente. El campo de la filo*
sofía de la educación es boy, por lo menos, problemático. Hay supuestos
que quisiéramos asumir con responsabilidad y proponerlos como punto
de partida y enfoque de los trabajos que se presentan en este libro.
Esta reflexión introductoria es particularmente significativa, porque
hay una cierta representación “negativa" en tomo al campo de la filosofía
de la educación. Sin duda que los primeros responsables de esta repre­
sentación somos los mismos filósofos. Se presenta el campo, muchas
veces, confundido con la exposición, en una galería de opiniones y de
ideas que algunos filósofos tuvieron sobre la educación. Estas presenta­
ciones se hacen descontextualizando sus redes semánticas, sus campos
interrogativos, sus condicionamientos históricos.
Otras veces se intenta presentar la filosofía de la educación cómo la
i:í :?TJCAC:ÍN
18SUPERIOR CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR A manera de introducción: el campo problemático de ia filosofía de la educación 19

mera aplicación de algunas categorías, acuñadas por los filósofos, a lo


de una presunta convivencia o visión de la esencia misma de la educa­
que se supone que subyace en los problemas educativos: una concepción ción, o en algún tipo de propiedad de su nombre adecuado.
del hombre, una concepción de la verdad, una concepción del bien, una Con los nombres de la educación, desnudos de su esencia metafísica,
concepción de la sociedad y de la historia, una concepción de la autori­ se inauguran en realidad las ciencias de la educación. Y la cosa de
dad, de la disciplina, del poder. educar no es una esencia o una idea arqu'etípica. Es una historia de
No negamos la fecundidad de conocer cómo trata la historia de la complejas prácticas sociales...
filosofía los temas educativos, ni tampoco negamos que existan catego­
rías “codisciplinares”1que atraviesan más de un discurso teórico y prác­
2. Pero tampoco vamos a buscar la razón tínica de estas ciencias y de
tico. Sin embargo, sostenemos que la filosofía de la educación se mueve,
esta historia de la educación. El mundo moderno, como sabemos, buscó
más bien, desde dentro del movimiento reflexivo mismo de la práctica
este fundamento en la certeza del cogito, en el discurso del método, en
educativa, de las ciencias de la educación y de la historia de la educa­ un uso legítimo de la razón pura, una vez que la crítica nos hubo mos­
ción.3 Se trata de un pensamiento crítico que cuestiona fundamentos y trado cómo funciona. La desnudez de los nombres, con-respecto a las
legitimaciones, desde el interior mismo del campo educativo. cosas, atrajo, irresistiblemente, la fuerza y el poder del sujeto, de la razón,
Por eso, y como una forma de explicitar los propios supuestos, quisié­ para poder ‘Vestirlos" e “investirlos” de racionalidad segura.
ramos presentar, a manera de introducción a los textos reunidos en este No se trata de preguntarnos, ahora, qué es objetivamente la educación,
libro, una reflexión sobre lo que no es y lo que es la filosofía de la educa­ sencillamente porque no existen razones únicas, es decir la posibilidad de
ción. determinar a priori, desde una razón “pura” o sujeto trascendental, la
objetividad de las prácticas sociales como si fueran meros fenómenos
1. No estamos buscando el nombre propio de la educación. No se trata naturales. Por lo mismo, tampoco se trata de preguntamos por las leyes
de preguntamos qué es la educación en lo esencial, sencillamente porque del progreso en educación, desde un espíritu "transhistórico” o sujeto
no existen los nombres propios, es decir los que corresponden “natural­ absoluto que se supone sabe el sentido final o la estructura de las formas
mente” a las cosas. Reflexionamos sabiendo que “antiguamente la rosa históricas de la educación.
estaba junto con su nombre; nosotros, en cambio, tenemos los nombres La ilusión moderna consistió, en efecto, en reemplazar la relación de
desnudos”.3 En este sentido, aceptamos como un punto de partida el los nombres con las cosas, por una relación de los objetos con los suje­
llamado mundo moderno, y no suponemos que la filosofía de la educa­
tos. La filosofía de la educación podía abandonar sus pretensiones me­
ción sea algo así como una metafísica especial, preocupada por definir la
tafísicas y entrar, como positivismo, en el seguro camino de la ciencia.
esencia de la educación. Parafraseando la alusión de Eco y aludiendo a la crisis misma de la
Que tengamos de ia educación solamente los nombres “desnudos” no
modernidad, que es nuestro problema, podemos decir que reflexionamos
quiere decir, sin embargo, que por educación podamos entender cualquier sabiendo que '‘modernamente, los objetos estaban con un sujeto racional
cosa, o que a la “cosa” de la educación le dé lo mismo cualquier nombre. único, nosotros; en cambio, tenemos los sujetos desfondados, escindidos
Quiere decir, por el contrario, que con estos nombres tenemos que y fragmentados”. En este sentido, aceptamos también, como un punto de
construir y reconstruir, cuantas veces sea necesario, un discurso acerca partida, la llamada crisis de la modernidad misma y nos colocamos en
de la educación, que fundamente y legitime sus opciones en algo distinto medio del debate ante las posibles alternativas de “posmodemidad”.4

1. G. Palmade, Inurdisciplituuiedad e ideologías, Barcelona, Narcea, 1979.


2. D. Saviani, Pedagogía histórico-crítica. San Pablo, Cortez/Autofcs Asociados, 1991.
3. U. Eco, El nombre de la rosa, Barcelona. Lumen, 1985. 10a. ed. 4. C. Culleo. “Ética y postmodemidad”, en W .A A ., ¿Posonodemidad?, Buenos Aires.
Bíblos, 1988.
- iR r c c iC *; oz ro u C A C C N

í ¿SUPERIOR CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR A manera de introducción: e l campo problemático de la filosofía de la educación 21
3 ( R | C C * a * . r > M S » . 51 I S C . I K A Í

Que para pensar la educación no sólo tengamos sus nombres desnudos analítica alcanza para criticar el positivismo, pero es insuficiente para
sino también su racionalidad “desfondada” no quiere decir que nostal- instaurar una crítica de las razones de educar.
giemos algún trasmundo, como diría Nietzsche, que nos revele el nombre
propio, el modelo originario. Las reacciones premodemas a la crisis de 5. Por otro lado, aceptado que la educación no tiene una razón única
la razón y del sujeto moderno (y su correspondiente ideología que defina su “objetividad", sí nos interesa analizar .críticamente su pre­
neoconservadora) son buenos testigos de esta nostalgia, cada vez que sencia dispersa en las prácticas sociales, con la esperanza de encontrar su
lamentan la pérdida de la buena senda, la de las verdades esenciales, los poder productivo de subjetividad social, que nos permita comprendemos,
valores absolutos y la correcta concepción de la persona. presuponiendo que a esa presencia dispersa la determinan “razones de
En realidad, el hecho de que tengamos los sujetos desfondados quiere educar" que legitiman razones sociales, políticas, económicas, culturales,
decir que la racionalidad es más plural que lo que creíamos, más atrave­ y que llegados ahí sólo cabe la crítica y la resistencia. Este camino se
sada por el deseo y por el poder que lo que nos habíamos ilusionado. Con coloca en las huellas de Freire, Bourdieu-Passeron, Etablet, Snyders,
las razones de educar, desfondados sus sujetos, se inaugura en realidad Foucaull y, últimamente, Giroux, Bemstein, Apple, McLaren y otros.
el pensamiento crítico acerca de la educación. Y la cosa de la educación
no es tampoco un mero objeto de ciencia, neutralizado de- toda valora­ 6. Es que no nos podemos situar, al menos inocente o impunemente,
ción, un mero “h ed » ” sin sentido y sin construcción del sujeto mismo en presuponer que la educación se asemeja a un movimiento natural, a
que lo determina. La educación es un discurso o, mejor expresado, una un cambio, a un paso de la potencia al acto, a una mera cuestión de
práctica social discursiva. Es decir que en las razones de educar hay desarrollo. Pero tampoco podemos situamos en la presuposición de
conflicto de interpretaciones, lucha por la hegemonía, imposiciones ideo­ que la educación se asimila a la operación cultural, a un intercambio de sen­
lógicas, construcción de subjetividad y de realidad social. tidos, a un paso de lo real a lo simbólico, a una mera cuestión de socia­
lización.
3. Se trata de pensar la educación, pero no orientados por la pregunta
en tomo a sus presuntas propiedades esenciales, ni tampoco por la pregun­ 7. El hecho de que no exista el nombre propio de la educación como
ta enlofno a sus presuntas cualidades objetivas. Nos interesa en realidad una idea arquetípica o una esencia metafísica no quiere decir que se
su historicidad y su discursividad social. Y por eso, proponer una crítica reduzca a un mero fenótneno natural -el desarrollo de las potencialida­
a las gazónes de educar. des-, por complejo que sea en su estractura, en su legalidad y en su
continuidad. Es la tentación de todas las visiones de tipo positivista, que
4. Aceptado que la educación no tiene un noinbre propio que defina tienden a reducir la educación al fenómeno “natural" del aprendizaje o
su “esencia”, tampoco nos interesa reducir el campo de la filosofía de la al “hecho” cultural de la socialización. Tratándose de educación, el po­
educación al mero análisis del “uso” de palabras “pedagógicas” en el sitivismo no es una mera opción epistemológica sino claramente una
lenguaje cotidiano, con la esperanza de encontrar su sentido pragmático, toma de posición ético-política. No es lo mismo el positivismo progre­
el que nos permite comunicamos presuponiendo que a ese uso lo deter­ sista, en historia de la educación, que fue crítico del dogmatismo meta-
mina una “forma de vida”, y que llegados ahí sólo cabe la descripción. físico, que el positivismo reaccionario en los tiempos que corren, que en
Este camino lo intentaron Peters5 y sus seguidores, y ha servido para nombre de la evidencia de los hechos pretende obturar todo pensamiento
“clarificar'’ nociones, pero no para pensar la educación. La filosofía crítico en el campo educativo.

8. El hecho de que no exista la razón única de educar no quiere decir


5. R. S. Peters, Filosofía de la educación. México, FCE, 1977. tampoco que se reduzca a una mera acción cultural -la socialización de
‘A . n iR F C C iO N n r r o u c A c i O N

Mi SUPERIOR
2 2 ^ : '« r £ I O \ r , I M O A . D i ! « V l f l A 5 .
^ 22 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR A manera de introducción: el campo problemático de la filosofía de la educación 23

los individuos y de los grupos-, por compleja y variada que sea en 12. Las razones de educar son, en realidad, razones para justificar una
su estructura, en su legalidad y en su continuidad. Es la tentación de práctica social, una acción humana. El esfuerzo por autonomizar el discur­
los enfoques de tipo pragmatista de la educación, que tienden a confun­ so y la reflexión sobre la acción humana, en relación con los fenómenos
dir'educación con el fenómeno “cultural” de la adaptación al grupo y naturales o los meros objetos teóricos, enriquece la posibilidad de pensar la
de la inculturación. Tratándose de educación, el pragmatismo no es tam­ educación como un campo propio de la filosofía práctica.
poco una mera opción epistemológica sino que es claramente una toma de La educación no sólo tiene que ver con la historicidad y con la discur-
posición ético-política. No es lo mismo el pragmatismo democratizado!, en sividad, sino abiertamente con la normatividad, es decir con la ética y la
historia de la educación, que reaccionó frente a la soberbia iluminista del política. Y entonces la mediación del conocimiento enseñado, entre desarro­
enciclopedismo elitista, que el actual pragmatismo neoconservador que, llo y socialización, es ella misma objeto de crítica. ¿Cómo se legitima el
en nombre del fin de las ideologías y de las utopías, pretende legitimar conocimiento que educa?
y profundizar una clara segmentación y una política de marginación y Es desde estas preocupaciones que ofrecemos este material reflexivo. Está
exclusión. escrito en los últimos años y siempre tratando de responder a estas preguntas
y desde estos enfoques.
9. No buscamos definir la educación ni como esencia metafísica ni La unidad de los textos viene dada fundamentalmente por el lugar
como objeto natural, pero tampoco nos interesa reducirla a un mero juego reflexivo desde donde fueron escritos: la filosofía de la educación como
de lenguaje o a una mera dispersión de prácticas sociales. Nos interesa más parte de la filosofía práctica, pero con todas las dificultades nanativas de
bien colaborar en la producción de una crítica de las razones de educar, su historicidad y todo el espesor epistemológico de su discursividad.
presentes en las formas de vida y en las mismas prácticas educativas. Nuestro punto de partida es hoy y aquí. La condición de posibilidad
para poder pensar es saber estar, meramente estar, para lo cual es nece­
10. Mi propuesta es situamos en medio del debate, trayendo a la sario despojamos, desconstituimos de todo aquello que el “afán por ser”
“conversación”, como diría Rorty,6 algunas formas de preguntamos por nos exige y de todo aquello que el “mero acontecer” o “pasar” nos hace
la educación, que reconstruyen algunos caminos para pensar sus razones. resignar.
No estamos apelando a una duda metódica (que siempre presupone
11. Me parece central comenzar diciendo que la educación deja de ser una certeza) ni estamos postulando la necesidad de la tabula rasa o el
mero desarrollo y mera socialización, precisamente cuando aparece el
“animal salvaje” (que siempre suponen un desigual "lleno” de informa­
pensamiento critico. El pensamiento crítico, que no sólo destrona las
ción o una desigual “riqueza" de las naciones). No se trata de despojar­
“esencias”, sino que también limita el alcance de los “objetos”. Y enton­
nos de los saberes previos. Se trata de no “instalamos” en lo que ya
ces obliga a privilegiar, en el estudio de la educación, los procesos
somos, que es un producto complejo de identidades asignadas y de lucha
mediadores de las relaciones entre desarrollo y socialización, que desen­
cadenan las intenciones de enseñar, es decir de transmitir determinados por el reconocimiento. Se trata de saber estar con los nombres desnudos
conocimientos. Que entre el desarrollo “natural” y la socialización “cul­ y con ios sujetos desfondados y, desde ahí -donde es posible reconocer­
tural” medien saberes enseñados es, nos parece, el gran tema de la edu­ nos como “otros”-, crear el mundo de vuelta.7
cación y el que funda una crítica de las razones de educar. Es injusto que la transmisión del saber y la producción de sujetos
sociales del conocimiento no alcance a todos, y no alcance para que las

6. M. Rorty, La filosofía, espejo de la naturaleza, Madrid. Cátedra. 1991. 7. R. Kusch (1965), América profunda, Buenos Aires, Bonum, 1972, 2a. ed.
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C ^ T tT C A ££ Cí l y J U d L * ^
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C R ÍT IC A DI2 LA S RAZONOS D li [¿LHJCAK
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necesarias relaciones entre desarrollo y socialización se pongan al servi­ Primera parte a ^
cio üc! bienestar de todos. Desde estos principios y desde estas convic­
4
ciones, en distintos tiempos y circunstancias, fueron escritos estos traba­
josos intentos de pensar la educación.
ED U C A C IÓ N Y C O N O C IM IEN T O t %f.4
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C R ÍT IC A D E LAS R A Z O N E S D E ED U C A R
252

En clara conexión con cslc enfoque se “m odificaron” ciertos punios de


ciencias sociales, realm ente em blem áticos: la fa m ilia , las iglesias, el
género, y otros tantos de ciencias naturales, coherentes con esa visión del A M O D O DE EPÍLO G O
hombre y de la sociedad: la evolución, el origen de la vida humana, la
sexualidad. En tecnología los cam bios sí pueden calificarse d e “ m eno­
res” y el resto d e los capítulos no fue tocado.
M ás que discutir caso p o r caso (lo q u e podem os hacer en o lra'o p o r­
LAS RAZO N ES DE ED UCA R
tunidad) mi propuesta, para el debate, e s contraponer cslc cam bio en los Y LAS N U E V A S FR O N T ER A S
procedim ientos y estas m odificaciones de los contenidos con lo que di­
jim os de lo público y del sentido de la Form ación Ética y Ciudadana. EN ED U CAC IÓ N
La escuela, en esta crisis de finales de siglo, es un ám bito de vigencia
de lo público. N o dejem os que otra v e z se nos instale el m iedo por lo que
enseñam os. A unque sigam os atravesados p o r pocas certezas y p o r m u­
chas incertidum bres, confiem os en lo público de nuestra tarea.

Nom bres desnudos, sujetos desfondados, larca im posible, utopía inter­


I minable, horizontes que se borran y auroras que se asom an. Las razones
de educar, conocim ientos y valores, fundamentos y legitimaciones, a cada
uno en su diferencia, a todos en su dignidad. El Sol no gira alrededor de
la Tierra, pero la Tierra tam poco gira alrededor de la mercancía.
Educación y sociedad, nuevas fronteras para su vieja com plicidad. Se
trata d e proponer una m etáfora, la de nuevas fronteras, en tom o al terri­
torio educativo o al espacio que ocupa la educación en la sociedad, hoy
y aquí.
La m etáfora, com o enseña Paul Ricoeur, no es un puro adorno del
discurso.1 Es un intento de producir una “innovación sem ántica” a partir
de un “choque” entre un sentido prim ero, en este caso ligado a la geo­
grafía, o m ejor a la geopolítica, y un sentido segundo, abierto desde ahí:
en este caso, el espacio social de la educación. L a m etáfora, dice Max
Black, actúa com o los m odelos en ciencia: nos perm ite redcscribir la
realidad, sugiriendo dim ensiones nuevas, rcsignificando sentidos históri­
cos.2

1. Cfr. Paul Ricocur. La méuiphore vive, París, du Scuil, 1975.


2. Cfr. Max Black, M odelos y metáforas, Madrid, Tccnos, 1979.
254 C R ÍT IC A D E LAS R A ZO N ES DE EDU CAR Im x razoiu'X de educar y las nuevas fronteras en educacidn 255

H ablar de “nuevas fronteras” es suponer que se han borrado o se están y juzgarlo! ¡Con que ligereza podem os encontrar la im agen ju sta para
honrando las “aniiguas”. Un ejemplo contundente: una economía globalizada identificar nuestros prejuicios! ¿N o es acaso im nuevo muro discrim ina­
parece echar por ticiTa las viejas fronteras d e los estados nacionales, y lo torio la obligación de tener un cuerpo de m odelo, una sonrisa d e locutor,
que antes se estudiaba com o econom ía política hoy se lo plantea como un lenguaje de vidcoclip, un dram a de tclcnovcla, una seriedad frívola de
economía de modelos corporativos supnm acionalcs o do alta competitivi- invitados a un alm uerzo o a una frivolidad seria para construir “opinión
tíat/ in te r n a c io n a l. pública”?
Hablar de “nuevas fronteras” puede significar, por el contrario, cjuc Por otro lado, ¿cuántas “estaciones de peaje” tenem os que sortear para
algunas que creíamos definitivam ente borradas están siendo remarcadas poder circular p or las redes internacionales de la inform ación? ¿Cuántos
n u evam ente. O tro ejem p lo contundente: el d isp o sitiv o legitim ador diezm os y óbolos tenem os que pagar cada mes, o cada día, para saber
ncoconsewador, com o el que sostiene el modelo económ ico neoliberal cjuc tipo d e savia circula p or el tejido social, y co n que código podem os
hcgemónico, se caracteriza por una fuerte tendencia a rem arcar m uy viejas
entender su inform ación? Y si accedem os a Jas redes, ¿cuántos disposi­
fronteras, generando verdaderos “muros” socioeconóm icos, culturales e,
tivos sofisticados de seguridad tendrem os que adquirir para salvaguardar
incluso, obscenamente raciales. Esta econom ía parece disociar el sentido
la "privacidad” de la inform ación, para protegernos de los piratas o de
político de Ja nación, el estado, del sentido cultural, los valores y las los corsarios?
legitimaciones. La econom ía se globaliza, pero los “otros” son considera­
En la aldea global, y transitando por autopistas informáticas, estamos
dos ciudadanos de segunda o, sencillamente, se (os persigue y se los echa
construyendo la “gran muralla de la realidad virtual”, que scp;irn un tcni-
más allá de la frontera de lo propio. Por el momento, el precio de la
lorio sim ulado de un territorio efectivam ente transitado. ¿Que efectos
globalización de la economía no es solamente el ajuste, la desocupación y
la marginación, sino lisa y llanam ente Ja exclusión. Ls decir el forzudo discriminatorios produce esta suene de "narcisism o cultural”, consistente
en ilusionantes con que )K>dcmos -s in fronteras, viriualm cnlc-, agredir o
exilio de los circuitos de la producción y del consumo.
Por otro lado, en la “ aldea global” , aquella que describía M eL uhan,' seducir, m alar o amar, sentir o pensar, m andar u obedecer, crear o elim i­
nar?
pareciera que las “barreras” com unicacionalcs (fronteras lingüísticas,
culturales, axiológicas) han desaparecido. En las “autopistas inform áti­ ¿Q ué quiere decir una “política educativa**, con estas contradicciones
cas” , pareciera que las “aduanas” y los “pasaportes”, para circular por el del estado, en las actuales formas de la economía, en las ambigüedades de
flujo de la inform ación m undial, han desaparecido. A sí expresa su entu­ la aldea global, en las telarañas de las redes inform áticas, en las dim ensio­
siasm o Bill G ates: “Al igual que ocurre con los vaqueros, la adaptación nes de la realidad virtual?
del aprendizaje al cliente será posible porque las com putadoras 'ajusta­ La metáfora de las “nuevas fronteras”, para describir lo que pasa en el
rán' el producto, en cslc caso la ‘enseñanza’, para perm itir a los alum nos espacio educativo en este contradictorio espacio social, m e d a qué pensar,
seguir cam inos ligeram ente distintos y aprender de acuerdo con su s pro­ jjor lo menos, en tres sentidos posibles:
pios ritm os... La educación se convertirá en algo muy individual” .'1
Sin em bargo, ¡cuántos "m uros del silencio" atraviesan la aldea global! 1.Que hablem os de nuevas fronteras puede querer decir que se ha
¡Cuántos “ formatos com unicacionalcs": géneros televisivos, periodísti­ am pliado el territorio, la jurisdicción, el espacio de la educación.
cos, publicitarios, segm entan el diálogo, levantan “burdos y sutiles muros 2. Q ue hablem os de nuevas fronteras puede querer decir, inversa­
de la discrim inación” ! ¡Con que facilidad podem os rechazar lo diferente, mente, algo así com o el achicam iento del espacio social de la
educación, particularm ente d e la escuela.
3. Cfr. H. M. MeLuhan, La comprensión de los medios, México, Diana. 1969. 3. “Nuevas fronteras”, entonces, puede significar necesidad de vol­
4. Cfr. Ditl Gales. Cantina a l futuro^ Madrid, McGr.uv lliIMntcrnitici'jcaiin. 1995. ver a m arcar el territorio menta!, conquistar una comprensión y
C R ÍT IC A D E LA S R A Z O N E S DE EDU CAR Ím x razones de e d u car y ios nu evas fronteros en educación 257
256

una m anera de ver las cosas que nos perm ítan, entre otras cuestio­ ruínenle nos hace am pliar las fronteras históricas de la escuela, pero no
nes, saber pensar lúcidam ente esta presionante contradicción: para abandonar el espacio de lo público en la enseñanza sino para reafir­
- nunca, com o hoy, la escuela ha tenido que ocupar laníos terre­ marlo y resignificarlo.
nos; Lo público, en la econom ía globalizada, no puede ser sino la justicia
- nunca, com o hoy, el espacio social, la significación social de com o equidad; en la aldea global deben ser la igualdad de oportunidades
la esc u d a ha estado más rcducido c, incluso, desvalorizado. y la libertad en la comunicación; en las redes de la inform ación debe ser
la producción aulónoma y crítica de sentidos. Mi tesis es que la escuela
debe enseñar lo público y públicamente. Y nótese que insisto en un carác­
/. El. PROBLEMA EDUCATIVO MÁS ALLÁ ter nom iativo, es decir ético.
DE LOS MUROS DE LA ESCUELA

“Nuevas fronteras” sugiere la idea de pensar el problema cducalivo m á s 2. IA S REDUCCIONES ESCOLARES


allá d e l o s m u r o s d e l a e s c u e l a . Se traía de reconocer la presencia de
otros agentes educalivos, d e otras formas de circulación del saber y la Frente a eso aparece el sentido contrario. Nuevas fronteras para la edu­
información, de oíros m odos de presentar o im poner valores y norm as, de cación puede significar que se achique el espacio de la escuela, que se
un cruce permanente de discursos. Sin duda que la escuela no monopoliza pretenda "privatizarlo”, que la enseñanza quede sin espacios públicos -d e
hoy la educación, al menos en el sentido d e agente privilegiado del control y para iodos* críticos porque autónom os, com unes porque equitativos- y
de la información necesaria para la socialización. que la escuela, entonces, sea un agente educativo más, sujeto a las mismas
Sin embargo, la cuestión radica en el desde dónde la escuela abre sus leyes que parecen regir en el modelo social y económico, hcgcmónico hoy
fronteras, desde dónde dialoga y se com unica con las otras instancias so* en el planeta: competencia salvaje, criterios sólo de eficiencia y rentabili­
cíales educativas. Mi respuesta es clara: sólo desde su función específica, dad, exclusión de amplios sectores de la participación en el conocimiento
en cuya definición se juega el núcleo d e una política educativa. y su valor social y económico.
D i escuela es la institución social donde se enseñan saberes (conoci­ Frente a cslc panorama, pareciera que las nuevas fronteras de la educa­
mientos, valores, normas, técnicas, etc.) legitim ados públicamente. La es­ ción transforman a la escuela, la "reducen”. Estas reducciones escolares
cuela lis EL ESPACIO DE VIGENCIA DE LO PÚBLICO, COmO C rite rio de 10 que SC pueden llegar a asemejarse a amplias playas de estacionam iento para pasar
enseña, de lo que se debe enseñar. Las nuevas fronteras de la escuela, en el tiempo de la desocupación social, a amplios confinamientos para domes­
este sentido de ir m ás allá de sus muros, no pueden significar sino el ticar y contener la violencia social que el m ism o m odelo socioeconóm ico
problema de redefinir lo público com o criterio de legitimación de la ense­ genera, a enorm es asilos donde muchos, m uchos niños y niñas, jóvenes c
ñanza. Y es esto lo que las ¿rimúes corporaciones, que m anejan la com u­ incluso adultos, encuentren un poco de pan y un poco de ternura, bienes
nicación social y las redes de información, por definición, no quieren cada vez más escasos en esta sociedad de la pobreza creciente y de los
plantear. M ás bien pretenden afirm ar que hoy por hoy las barreras, las poetas muertos.
fronieras, entre lo público y lo privado sencillamente se han borrado. La pregunta aquí es clara. ¿Q uién m arca este territorio a la escuela?
La escuela es el lugar donde la educación, la enseñanza, dciíü sük i-úm.i- ¿Q uién o quiénes dem arcan estas nuevas fronteras de reducción y em po­
ca , es dccir destinada a todos, autónom am ente crítica y equitativamente brecim iento del espacio escolar? Mi respuesta es tam bién clara: las po­
común. Que cslc espacio público penetre hoy de oirá manera el tejido de líticas educativas, cuando no responden en la crisis del estado y de la
la sociedad civil, que tenga que relacionarse de oirás formas con los Agen­ sociedad a los principios norm ativos de la ju sticia sino a los principios
tes privados y con los problemas corporativos, es otra cuestión, que segu- que im ponen los |>odcres hcgcm ónicos de tum o, sin ser capaces de resis-
C R ÍT IC A DLL LAS R A ZO N ES DE EDUCAR h ts razones de educar y las nuevas fronteras en educación 259
258

tír desde las políticas públicas a las presiones corporativas, vengan de J. NUEVAS M ONTERAS EN LAS RELACIONES
donde vengan y cueste lo que cueste. Claro, para quienes entienden así DEL DOCENTE CON EL CONOCIMtENI O
las nuevas fronieras de la educación, las utopías no existen y no hay otra
forma de hacer políticas "públicas” que el clicnlclism o, la corrupción y Frente a esta contradicción, cnirc la ampliación y la reducción, entre lo
el cínico pragm atism o de la conveniencia. abierto y lo cerrado, sugiero pensar las nuevas fronteras en educación
¿Desde dónde resistir a cslc ‘'achicam iento”, "ajuste”, “reducción”? com o una cuestión mental. O, más precisamente, com o una cuestión que
Nuevamente no encuentro otra respuesta: desde una política educativa, pasa por las relaciones que, com o docentes, tenemos con el conocimiento.
pero regida por principios de justicia que deben norm ar la acción de edu­ Es decir, desde dónde enseñam os. Porque lo que nos hace afirm ar que la
car. La escuela no es un m ero rito d e iniciación para j>oder vivir en la aldea escuela es el esp acio d e vig en cia d e lo pú b lico no os p en sarla com o
o navegar en la red o com petir en r.I mercado. Es el espacio de la ludia la responsable de las injusticias del modelo, sino entenderla com o produc­
p o r e l reconocimiento, de que lo "m ás íntimo d e lo m ás intim o nuasiro es to de una política educativa -p arte de las políticas públicas, responsabili­
lo más com ún y lo m ás digno de todos” : la igualdad en la libertad para dad del estado com o garante del espacio público- cuya función social
crear y para gozar, para pensar y para com unicam os, para participar y para específica es enseñar conocimientos, legitimados públicamente.
compartir, para vivir disponiendo de los bienes necesarios en la realización ¿En que fronieras tenem os “encerrado” o “reducido” el conocim iento
de los proyectos que se elijan. que enseñam os? ¿Q ué conciencia tenem os de nuestros propios estereoti­
Sin fronteras discriminatorias, éste es el espacio abierto, el de lo público pos m entales, de nuestra ignorancia, d e las resistencias o los obstáculos,
y lo común; es el único que permite reconocernos iguales en la libertad, para a v a n z a r en lo q u e sab e m o s, p a ra a rg u m e n ta r n u e stra s d ife re n ­
de elegir las identidades difcrcntes%sin que esta elección implique avasallar cia s, para am pliar nuestros puntos de v ista?'S i no revisam os a fondo
la igualdad y la libertad de nadie. La escuela es el espacio de lo público, estas relaciones que entablam os con el conocim iento, si no som os capa­
pero en tanto regido por el principie úe equidad. Es lo público en el estricto ces nosotros m ism os de pensar públicam ente sin restringir de manera
sentido ético-norm ativo de 1a palabra, es decir ei w pacio de lo justo. arbitraria los destinatarios d e nuestra enseñanza, sin censurar porque sí
P or eso, esta tendencia de reducir las escuelas a meros espacios institu­ las producciones de sentido, nuestras o de nuestros alum nos, sin controlar
cionales descentralizados, casi a sociedades de fomento barriales o vecina­ autoritariamente las participaciones y los cm prendimícntos comunes, ¿cómo,
les, puede estar indicando el abandono d e Jo público, com o ese espacio
me pregunto, seremos capaces de educar para la no discrim inación, y cómo
para el principio de equidad. Si por el contrario, la escuela trabaja jx>r
tendremos la lucidez suficiente para saber qué hacer frente a las contradic­
proyectos institucionales y dcscentralizadam cntc, com o una forma d e rede-
ciones de la demanda que sentim os de am pliar las fronteras, por un lado,
finir- y re v ita liza r lo público, las nuevas fronteras no significarán
y de reducirlas por el otro?
achicamiento y ajuste sino profundización d e la función social de Ja escue­
Porque ni la aldea global ni la autopista inform ática ni m ucho m enos la
la de enseñar el “ingreso ciudadano” ,5 construyendo un sujeto social del
economía globalizada son espacios públicos, en el estricto sentido norma­
conocimiento, autónomo y solidario, que aprenda a diferenciar las relacio­
tivo de la justa distribución de las oportunidades de comunicación, de
nes hum anas justas de las injustas, aprenda a discernir dónde y cuándo los
disposición de la información, de trabajo, consum o y goce.
derechos hum anos son respetados, y dónde y cuándo son violados.
Una últim a reflexión. O, m ejor, casi un deseo. Am pliem os las fronte­
ras de nuestra autoestim a, derribem os Jos m uros de nuestros propios
m iedos. Pero no desde actitudes voluntaristas u om nipotentes. M ás bien
en Ifi reflexión conjunta, escuchándonos, respetándonos en nuestras d i­
5. Cfr. Rubén Lo Vuolo (conip.). C ontra la exclusión. Im propuesto d e l tn ^ tv s o
ferencias, yendo los "unos a las escuelas de los otros”, com o dice
ciudadano, Buenos Aires, M iño y Dávila. 1995.
260 C R ÍT IC A DIZ LA S R A Z O N E S DIZ EDUCAR

Diiciicíard,6 cu ando define el esp íritu cien tífico com o racionalidad


B ib lio te c a C U E S T IO N E S D E E D U C A C IÓ N
enseñante, bien en la actividad conjunta, que nos perm ita "conseguir que
sean el tiempo, el espacio, la actividad y el conocimiento, los que vertebren
Dirigida por María Carmen Delgadillo
la vida diaria en las escuelas", com o dice H. Giroux,7 cuando define a los y Bealriz Alen
profesores com o intelectuales transform ativos.
No hay alimentos m ás potentes de la discriminación y de la injusticia
que el escepticismo y el miedo. Luchem os por reconocemos, por aceptar­
nos. Por sabemos, porque enseñam os, constructores de las nuevas fronteras
de lo público.
Un poco de la utopía d e un m undo sin discrim inaciones ni exclusiones
nos espera cada día, en el aula, arrinconada, quizá, pero siempre dispuesta
a em prender el vuelo en las alas de los niños y de Jos jóvenes, prendidos
1. A. Puiggrós - Universidad, proyecto generacional e imagina­
a las cuales, com o dice la canción de Teresa Parodi hablando de su hijo,
rio pedagógico
todavía podem os aprender.
2. H. Solvcs (comp.) - La escuela, una utopía cotidiana
3. L. M orcau de Linares - El ja rd ín maternal
4. R. M artínez G u a rin o - La escuela productiva
5. P. Pogré - Im trama de la escu d a media
6. P. Selmanovich y otros - Efemérides, entre el mito y la historia
7. M. Rojo y P. Somoza - Para escribirte mejor
8. M. C. Davini - Im form ación docente en cuestión: política y
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9. O . D c v rie s - Salud y educación. Sida en una escuela
10. E. Litwin (comp.) * Tecnología educativa
11. M. A. Lus - D e la integración escolar a la escuela integradora
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y tra, ¿usted... de qué trabaja?"
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