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BOR Scans Pa El cuerpo-blas6n de los taoistas Jean Lévi 1. El cuerpo como figuracién del cosmos En China, el cuerpo es percibido como la réplica del universo. Mientras que en la época preimperial (siglos ill y 1V a. de C.) los filésofos deducian del cuerpo un principio politico, a partir del siglo siguiente esta adecuaci6n entre ambos érdenes se articula en un verdadero sistema cosmogénico. Los emblemas que estructuran el universo, los nniimeros que catalogan las relaciones intimas y pertinentes entre los seres humanos, se reencuentran en el cuerpo humano cuyas mismas formas algoritmicas escanden la organizacion: «Su cabeza redonda es la béveda celeste, sus pies cuadrados estan hechos a la imagen de la tierra; sus cabellos son las estrellas, sus ojos el sol y Ia luna, sus cejas la osa mayor, la nariz se asemeja a una montaiia, sus cuatro miembros son las cuatro estaciones, sus cinco visceras los cinco elementos.» Serin los taoistas quienes van a apurar hasta sus ltimas consecuencias esta teoria cominmente compartida. No solamente el cuerpo se construye segin el modelo y la norma celeste, sino también el universo, el continente en su totalidad. Tal es en el Wufuwn (El Libro de los Cinco Talismanes) la absoluta equivalencia entre el microcos- mos y el macrocosmos: «El hombre contiene todo el universo: el sol, la luna, la osa mayor, la estrella polar, la constelacién libra de jade, los cinco picos, los rios y los mares... los cereales, la morera y el céfiamo, los animales domésticos, los caballos, los bueyes, péjaros, cuadrapedos, peces y tortugas, los arboles y las plantas...» No se encuentran alli solamente la fauna y la flora, sino toda la sociedad y los edificios en los que reside: 105 EL CUERPO-BLASON DE Los TACISTAS. «También esta el emperador, los tres duques, los nuevos ministros, los veintisiete grandes oficiales, los ochenta y un gentilhombres. Estan las grandes divisiones adi trativas con las nueve provincias, las ciento veinte encomiendas, las mil doscientas prefecturas, los dieciocho mil cantones, los ciento ochenta mil pueblos con sus palacios, sus casas, las cuales poseen a su vez unos centros de reunién, ventanas y puertas, pozos y herramientas.»? A partir del momento en que el cuerpo humano reproduce exactamente y engloba el cosmos en su integridad —siendo él mismo a la vez un elemento— la cosmogénesis se confunde con la embriogénesis. Asi puede deducirse al menos de un texto del siglo 1v inis- de nuestra era que juega con estos dos registros: «Los soplos de los nueve cielos bajan y se mezclan bajo la forma del yin y el yang —soplos rojos y soplos amarillos que depositan cada uno por su parte su semilla y traban un embridn por divina transformacién que responde al modelo de los nueve cielos—. El soplo celeste se extiende por debajo en el campo de cinabrio. Se condensa y solidifica como semilla en las puertas del destino (los rifiones). Después de nueve transformaciones, forma los campos de cinabrio donde por transformacién de los elementos transcendentes y coalescencia de los elementos terrestres forman el hombre. El hombre recibe el halito en el primer mes de su vida embrionaria, al segundo mes el alma... al cuarto mes la esencia se traba... al sexto mes, por transformaci6n, toma forma, al séptimo mes los emplazamientos de los dioses estan alli.»* Este texto se hace eco del Huainanzi, escrito del siglo 1 a. de C. que describe el proceso de nueve etapas que conduce desde el embrién a la forma acabada del ser humano:

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