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DIFERENCIAS ENTRE DERECHO

PENAL INTERNACIONAL Y
DERECHO INTERNACIONAL
PENAL
DERECHO PENAL INTERNACIONAL
CARATULA
DEDICATORIA ______________________________________________________ 3
INTRODUCCION _____________________________________________________ 4
Capítulo 1 CAPITULO I DERECHO PENAL INTERNACIONAL. _________ 6
I. Definición ___________________________________________________________ 6
II. Contenido. ___________________________________________________________ 6
2.1. Los Crímenes Internacionales. ____________________________________________ 6
2.2. Definición _______________________________________________________________ 6
2.3. Los elementos del crimen internacional. __________________________________ 6
2.4. Clasificación y Tipología _________________________________________________ 7
2.5. Responsabilidad Penal Internacional del Individuo. ________________________ 7
2.6. Determinación y Aplicación de las Penas. _________________________________ 7

III. Codificación del Derecho Penal Internacional. ________________________ 7


IV. Fuentes del derecho penal internacional. ____________________________ 8
V. La incidencia del concepto de macrocriminalidad. ______________________ 9
VI. Instituciones jurídicas del derecho penal internacional. ______________ 10
6.1. Jurisdicción Universal. __________________________________________________ 10
6.2. Cooperación Internacional: extradición y asistencia jurídica. ______________ 11
6.3. Aut dedere aut judicare. _________________________________________________ 12
6.4. Orden Europea de Detención y Entrega, “Euro-Orden”. ___________________ 13

VII. Tribunales Internacionales. ________________________________________ 15


Capítulo 2 CAPITULO II. DERECHO INTERNACIONAL PENAL ________ 16
I. NOCIONES GENERALES_____________________________________________ 16
II. ORIGENES __________________________________________________________ 17
III. CONCEPTO _______________________________________________________ 18
IV. PARALELO _______________________________________________________ 19
V. CARACTERISTICAS DEL DERECHO INTERNACIONAL PENAL __________ 20
VI. ESTRUCTURA ____________________________________________________ 24
6.1. Derecho Internacional y Derecho Penal _______________________________________ 25
6.1.1. Derecho Internacional _____________________________________________________ 25
6.1.2. Derecho Penal ____________________________________________________________ 26
VII. DERECHO INTERNACIONAL PENAL, HÍBRIDO JURÍDICO ____________ 27
VIII. DERECHO INTERNACIONAL PENAL SUBJETIVO ____________________ 28
a) El Ius Puniendi Internacional_________________________________________________ 28
b) Titularidad del derecho de Ius Puniendi Internacional ___________________________ 29
IX. FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL PENAL _________________ 30
9.1. QUINTANO RIPOLLÉS ______________________________________________________ 30
9.2. STEFAN GLASER __________________________________________________________ 33
9.3. JIMENEZ DE ASUA _________________________________________________________ 34
X. APRECIACION ______________________________________________________ 36
Capítulo 3 CUADRO DE DIFERENCIAS _______________________________ 38

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CAPITULO 4 CONCLUSIONES _______________________________________ 39
BIBLIOGRAFIA _____________________________________________________ 40

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DEDICATORIA

“Para todo aquel que esté ávido de conocimiento”

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INTRODUCCION

El presente trabajo de investigación, versa sobre un tema un tanto controvertido


respecto a las distintas denominaciones que algunos autores han señalado en
diversos trabajos y publicaciones realizadas. Nos referimos al concepto de
Derecho penal Internacional y al concepto del Derecho Internacional Penal.
Saber distinguir claramente los parámetros sobre los cuales versa su propia
denominación, indica el mejor camino para quienes desean iniciar en el campo
del Derecho Internacional, y para ser más específicos, en lo concerniente a lo
que algunos llaman: Derecho Internacional Penal o Derecho Penal Internacional.
¿Es lo mismo? ¿Son conceptos distintos? ¿Ambos indican el esfuerzo
globalizado de la población mundial por castigar algunos hechos en contra de la
humanidad? Son preguntas que dieron las base para el inicio de esta
investigación, y sobre la cual se sustenta nuestra posición; partiendo de la
pregunta ¿en qué se diferencia el Derecho penal Internacional del Derecho
Internacional Penal? ¿Qué función cumple cada uno? Nació una idea, que fue
producto de un razonamiento critico que nos llevó a dudar de aquellos conceptos
aparentemente claros para una mente., y porque el ser humano no puede vivir
en la duda, se buscó una respuesta –posiblemente cierta- la misma que
coadyuvo a sobrellevar nuestra duda, y de alguna forma alejarla de nuestros
pensamientos, que como hombres limitados, nos atormentaba.

El Derecho Penal Internacional, es distinto al Derecho Internacional Penal –


comentan algunos autores como: Kai Ambos- pues, nace producto del esfuerzo
de un conglomerado de países, que se unieron para no dejar impunes y
sancionar conductas lesivas para la humanidad en general. Otros autores
indican que lo único que varía es la denominación, pues es evidente que se está
haciendo mención al mismo concepto. Iguales o no, iremos desarrollando cada
uno de ambos términos, desde su origen, características y diferencias –si las
hay-, sobre eso gira nuestra idea.

Una idea –estimados compañeros- es como una planta que antes de serlo, se
reduce a simple semilla, que, sembrada en la tierra deja que el tiempo le permita
crecer. Asi inicio nuestra investigación, con una idea, que con ayuda de la

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experiencia de nuestro docente, fue desarrollándose, hasta culminar con un
trabajo que puede servir mucho o nada –dependiendo de cada individuo- para la
continuación de futuras investigaciones.

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Capítulo 1 CAPITULO I DERECHO PENAL INTERNACIONAL.
I. Definición
El Derecho Penal Internacional es el conjunto de normas que regulan, mediante
obligaciones jurídicas internacionalmente asumidas, las conductas cometidas
por individuos, sea a título individual o en su calidad de representantes, que
violan prohibiciones internacionalmente defendidas para las que se prevé una
sanción penal.
II. Contenido.

El contenido del Derecho Penal Internacional se subdivide en tres partes


principales: los crímenes internacionales, la responsabilidad penal individual y la
aplicación de las penas. Un mecanismo complementario para las penas lo
constituye la figura de la extradición.
2.1. Los Crímenes Internacionales.

La labor del Derecho Internacional la constituye en este campo la tipificación y


determinación de los crímenes o delitos contra el derecho internacional (delicta
iuris gentium), así como su clasificación y tipología. Los delitos internacionales
conforman el DPI sustantivo. Constituiría objeto de estudio de la Criminología
Internacional.
2.2. Definición

“Se puede considerar como crimen internacional a toda conducta que constituye
una violación grave de los principios de ius cogeos del Derecho Internacional.”
2.3. Los elementos del crimen internacional.

Según algunos estudiosos, los actos considerados como crímenes


internacionales deben presentar algunos elementos constitutivos característicos.
Los elementos para tipificar y determinar los crímenes internacionales son 5
principales:
 Elemento internacional (el acto afecta la seguridad internacional)
 Elementos objetivo y subjetivo (consiste en la violación de una norma de ius
cogeos y en la presencia de un sujeto al cual se le imputa tal acto
 acción masiva (un acto ilícito muy grave que amenaza la seguridad
internacional o la humanidad)

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 gravedad (significa que afecta los fundamentos mismos de la humanidad
deducido del carácter del acto, la amplitud de sus efectos o el objetivo del
autor)
 calificación internacional (basta que el crimen esté calificado como tal
mediante tratado u otra fuente del DI).
2.4. Clasificación y Tipología

En el derecho clásico, se consideraban tradicionalmente como crímenes contra


el derecho de las naciones, in ter alía, al delito de piratería (marítima y, ahora,
aérea), las violaciones de las leyes y costumbres de la guerra, y el tráfico de
esclavos; también otros crímenes específicos contemporáneos como
falsificación, tráfico ilícito de drogas (y de armas y migrantes), y terrorismo. En el
derecho moderno, surgió en base a los principios de Nüremberg la tipología de
los crímenes internacionales: crímenes contra la paz, crímenes de guerra, y
crímenes contra la humanidad.

2.5. Responsabilidad Penal Internacional del Individuo.

Los delicta iuris gentium (figura diferente de los actos ilícitos de los Estados)
genera específicamente la responsabilidad penal del individuo en el Derecho
Internacional. Como se sabe, la responsabilidad internacional es una de las
consecuencias del acto internacionalmente ilícito.
En el caso de la responsabilidad del individuo su consecuencia jurídica no se
limita a la reparación (como con el Estado), sino también a la imposición de la
pena (mediante procedimiento).
2.6. Determinación y Aplicación de las Penas.

Debido a que los crímenes internacionales se configuran como una infracción


universal, todo Estado en donde se halle detenido un individuo responsable de
estos actos tiene el deber de: conceder su extradición (para castigarlo) o de
castigarlo (principio aut dedere aut punire). Esto constituye la universalidad de la
jurisdicción penal de los Estados Jurisdicción universal) en esta materia delictiva.
III. Codificación del Derecho Penal Internacional.

El Derecho Internacional se está transformando debido al proceso de


positivación; en muchas áreas ha pasado de consuetudinario a convencional
como en el Derecho Diplomático (Convención de Viena sobre Relaciones

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Diplomáticas de 1961), Derecho del Mar (Convención de Derecho del Mar de
1982), o el Derecho de los Tratados (Convención de Viena sobre Derecho de los
Tratados de 1969). En el Derecho Penal Internacional, no ha habido un avance
comparable representado por un convenio o código general sobre esta disciplina
jurídica, es por tanto una de las áreas relativamente no escritas del Derecho
Internacional.
Intentos para formalizar un código penal internacional (que trate con el campo
del DPI) y para crear una corte penal internacional (que maneje los casos de
violación del DI) no han sido exitosos hasta la década de 1990 (al menos
respecto a la corte). En la década de 1920, la Unión Interparlamentaria preparó
un código penal internacional. Tras la creación de la ONU en 1945, el tema del
DPI y su codificación había sido afrontado con resultados diversos como la
Convención de Genocidio de 1948 y el Proyecto de código de Delitos
Contra la Paz y Seguridad de la Humanidad de 1954.
Un código penal internacional, según proyectos del mismo, sería aplicado
jurisdiccionalmente a través de dos formas:
(a) directamente por un TPI (apoyado provisoria y complementariamente por
tribunales penales internacionales ad hoc).
(b) o indirectamente por sistemas internos de justicia penal (TP nacionales).
IV. Fuentes del derecho penal internacional.

Básicamente se puede decir que actualmente el DPI sustenta sus fuentes en lo


previsto en el Estatuto de Roma, teniendo en cuenta el derecho aplicable al
momento de juzgar a una persona natural. En ese sentido lo primero que se
emplea como fuente jurídica es el mismo texto del estatuto. En otras palabras,
existe un reconocimiento a la lex escripta, lo cual muestra la gama de influencias
jurídicas en la construcción del contenido final del instrumento internacional.
Haciendo parte integral de esta primera fuente se encuentran los elementos de
los crímenes de conocimiento de la CPI, y las reglas de procedimiento y pruebas.
Ambos documentos fueron aprobados por la asamblea de los estados parte, en
la primera sesión llevada a cabo entre el tres y el diez de septiembre del año
2002, celebrada en Nueva York.
En segundo lugar dentro del artículo 21, b, tendremos como fuente del DPI, en
el contexto de su máxima expresión actual, el Estatuto de Roma, a los tratados,

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principios y normas del derecho internacional que sean aplicables a la
persecución internacional de crímenes internacionales; dentro de dichas fuentes
también se encuentran las normas del derecho internacional de los conflictos
armados, conocido como DICA.
En tercer lugar se sostiene como fuente del DPI, los principios generales del
derecho. En esta oportunidad, y habida cuenta de la pluricitada presencia de
diferentes culturas en la construcción del Estatuto de Roma, se indicó que estos
axiomas jurídicos serían precisamente aquellos que se derivarían de la
existencia de diferentes sistemas jurídico - procesales a nivel mundial. Pero es
más, la CPI incluye como novedad la aplicación de los principios jurídicos del
Estado en donde se juzgó o debió normalmente ser juzgada la persona (esto en
virtud del principio de complementariedad), siempre y cuando ellos no resulten
incompatibles con los establecidos en el estatuto.
Por otra parte el Estatuto de Roma también enseña que tendrá como una gran
segunda fuente, las decisiones anteriormente tomadas por la CPI; aquí
hablaremos entonces del precedente como elemento primordial en la
construcción del DPI; de hecho, lo que se mantiene aquí es simplemente la
perspectiva histórica sobre la cual se ha construido este tipo de derecho; esta es
una constante donde confluyen normas y jurisprudencia. Así se vio en
Núremberg y Tokio, la ex Yugoslavia y Ruanda. En verdad se puede decir que
estos últimos tribunales, fueron montados sobre la base de los primeros y la CPI,
sobre la experiencia de los cuatro anteriores, mostrando una evolución y
perfeccionamiento sobre el tema.
El numeral tercero del artículo veintiuno del Estatuto de Roma, sostiene que la
aplicación de valores, principios, normas y precedentes deberá hacerse teniendo
en cuenta las normas del DIDH, y sin ningún tipo de exclusión por
consideraciones de distinta índole. De hecho es bueno decir que el
establecimiento de una corte penal de naturaleza internacional, para nada
significa una derogatoria tácita del DIDH, ni mucho menos del DIH, sino
simplemente una complementación.
V. La incidencia del concepto de macrocriminalidad.
Kai Ambos, señala que el concepto de macrocriminalidad conforma el puente
entre derechos humanos y derecho penal internacional y permite, de esta
manera, que el derecho penal internacional no se ocupe solamente de la

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violación de bienes jurídicos en tiempos de guerra. En tal sentido, define a la
macrocriminalidad como comportamientos adecuados a la situación dentro de
una estructura de organización, aparato de poder u otro contexto de acción
colectiva con relevancia para la guerra y el derecho internacional que:
a) se diferencia cualitativamente del crimen organizado debido a la condición
política de excepción en que se desarrollan y al rol activo que en éste desempeña
el Estado;
b) no se asocian necesariamente a la criminalidad de los poderosos, dado que
ésta refiere a la de los “poderosos” en defensa de su posición de poder y ni éstos
poderosos ni el poder económico que defienden provienen del Estado o del
poder estatal.
Se trata de una criminalidad política- no necesariamente económica- fortalecida
por el Estado, que desarrolla crímenes colectivos políticamente condicionados,
orientados a los propios ciudadanos: crímenes de Estado, terrorismo de Estado
o criminalidad gubernamental.
Estos comportamientos, siempre que refieran a hechos macrocriminales,
comprenden también los crímenes internacionales de actores no estatales que
pueden ser objeto de represión en el ámbito internacional toda vez que el Estado
competente omita o no garantice a sus ciudadanos la protección que les
corresponde.
Tal concepción ha sido recogida en el Estatuto de Roma en los artículos 6 y 7,
toda vez que las descripciones de crímenes de lesa humanidad y genocidio, ya
no exigen su relación con un conflicto armado ni internacional, sino que pueden
ser criminalizadas en tiempos de paz cuando conformen violaciones graves a los
derechos humanos en un contexto de comisión- que puede ser no estatal
determinado, generalizado y sistemático.
VI. Instituciones jurídicas del derecho penal internacional.
6.1. Jurisdicción Universal.
A contrario sensu de la concepción clásica del derecho internacional, expresada
en la máxima par in parem non habet imperium, por la cual el principio de
soberanía de los Estados permite excluir a otros Estados el ejercer su jurisdicción
dentro de su territorio, en la actualidad, a parte de los ya tradicionales principios
de jurisdicción territorial y personal, existe el principio de jurisdicción universal.
La jurisdicción universal es el principio de derecho internacional por el cual

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cualquier Estado tiene la facultad para perseguir y castigar una persona (hostis
humani) que cometió un crimen internacional (delictum humani generis), aun
cuando el crimen se cometió fuera del territorio por un extranjero en contra de
cualquier persona o grupo de personas sin ningún vínculo con ese Estado. El
Derecho Internacional permite e inclusive alienta a los Estados a emplear la
jurisdicción universal con el fin de asegurar que los sospechosos de crímenes de
guerra y de crímenes en contra de la humanidad no encuentren refugios seguros.
Su ratio legis se basa en la reprobación universal de cierto tipo de crímenes. La
aplicación de la jurisdicción universal se relaciona directamente a la naturaleza
del crimen. Es decir, la ofensa no se comete en contra de ningún estado en
particular, sino en contra de toda la humanidad. Las cortes nacionales pueden
ejercer su jurisdicción universal sobre los presuntos responsables de cierto tipo
de crímenes caracterizados por su carácter imperativo. En general, las normas
imperativas o jus cogens que son claramente aceptadas por la comunidad de
estados incluyen la prohibición del genocidio, esclavitud, discriminación racial,
crímenes en contra de la humanidad y tortura.
Originalmente el principio de jurisdicción universal se utilizaba únicamente al
crimen de piratería en alta mar. Sin embargo, debido a la pobre reacción y
responsabilidad directa de los Estados hacia los crímenes internacionales, este
principio se ha expandido hacia los crímenes ya mencionados. Aunque se han
adoptado medidas colectivas en el marco de la Naciones Unidas para evitar o
controlar los conflictos en los cuales se han perpetrado este tipo de crímenes,
tales como las misiones de paz en Ruanda, la ex-Yugoslavia o la República
Democrática del Congo, desgraciadamente, este tipo de acciones siempre se
han quedado cortas ante la magnitud de dichos eventos o se ha intervenido
demasiado tarde. Por lo anterior, los Estados imposibilitados a actuar de forma
inmediata a través de medidas colectivas del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, conciben a la jurisdicción universal como un mecanismo por el cual
pueden ejercer medidas unilaterales para enviar un claro mensaje hacia aquellos
que cometan este tipo de delitos: que sus crímenes no quedarán impunes.
6.2. Cooperación Internacional: extradición y asistencia jurídica.
La asistencia jurídica y la extradición, son las instituciones por excelencia de la
cooperación internacional. Originalmente dicha cooperación internacional tiene
su base en el principio de reciprocidad por el cual los Estados se comprometen

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a otorgar al otro la misma ayuda que reciban en el desahogo de sus solicitudes
de cooperación. La asistencia jurídica mutua tiene por objeto el servir como
auxilio a las autoridades investigadoras o juzgadoras en la obtención de todo tipo
de pruebas en territorio extranjero. La extradición tiende a auxiliar en la
localización, detención y ulterior entrega de fugitivos al Estado que los investiga
o juzga. En la actualidad dichas figuras jurídicas han evolucionado o inclusive
han sido superadas. Tal es el caso de la figura de la extradición la cual ha sido
remplazada dentro de la Unión Europea por la figura de la entrega. La entrega
europea permite a las autoridades requirentes obtener de forma más rápida a
sus fugitivos, eliminando todo el procedimiento que engloba la extradición. Sin
embargo, para aquellos Estados que continúan utilizando la figura de la
extradición, los tratados fast-track han transformado por completo esta
institución. En estos tratados se establece un procedimiento específico a seguir,
independiente a los establecidos en su derecho interno. Se elimina el requisito
de la doble criminalidad para ciertos delitos y el requisito sobre prescripción ya
no se solicita a los dos Estados –requirente y requerido- sino solamente para el
Estado requirente. La asistencia jurídica se ha ido especializando en los
ordenamientos jurídicos internos de cada Estado. Los tratados que la codifican
han incluido dentro de su articulado provisiones específicas en cuanto a la
recuperación de bienes o activos, utilización de nuevas tecnologías para la toma
de declaraciones (e.g. videoconferencia) o para la comunicación entre las
autoridades centrales de los Estados (e.g. correo electrónico seguro). Inclusive,
la evolución de la asistencia jurídica internacional ha permitido que la toma de
declaraciones dentro del Estado requerido pase de ser meramente voluntaria, a
permitirle al Estado apercibir a las personas para que comparezcan.
6.3. Aut dedere aut judicare.
Otro de los principios que en la actualidad componen el sistema penal
internacional es el de aut dedere aut judicare, mecanismo complementario a la
figura de la extradición. Si bien es cierto que dentro del Derecho Internacional no
existe obligación alguna de extraditar en ausencia de un tratado, la costumbre
internacional requiere a los Estados extraditar o juzgar en latín aut dedere aut
judicare aquellas personas responsables de crímenes de guerra, crímenes de
lesa humanidad y terrorismo. Recientemente se ha expandido el alcance de este
principio mediante su inclusión en varias convenciones a crímenes tales como el

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narcotráfico, delincuencia organizada, y la corrupción. En los casos en que
México niegue la extradición, las autoridades mexicanas investigan y juzgan al
individuo con base en el artículo 4 del Código Penal Federal. Bajo dicha práctica
se puede argumentar que en México se aplica de forma parcial el principio aut
dedere aut judicare. Se dice de forma parcial, ya que dicho artículo 4 limita los
enjuiciamientos a la existencia de un vínculo personal con el Estado mexicano,
así como también, que el Estado mexicano sea el forum deprehensionis del
fugitivo. En otras palabras, el principio está limitado a que el crimen haya sido
cometido en el extranjero por mexicanos o en contra de mexicanos, y el fugitivo
se encuentre en territorio mexicano.
6.4. Orden Europea de Detención y Entrega, “Euro-Orden”.
Como se mencionó unos párrafos atrás, en algunas regiones del mundo se ha
dado una mayor integración entre los Estados, la cual ha resultado en un
aumento notable en el nivel de cooperación en materia de procuración de justicia.
Dicha cooperación aunada a los principios del derecho internacional permiten
fortalecer el sistema penal internacional, como por ejemplo en el caso de la
llamada “euro-orden”. El 13 de Junio del 2002, el Consejo de Europa adoptó una
medida que desplazó el sistema de extradición en Europa: la euro-orden. La
adoptada ‘Decisión marco relativa a la orden de detención y a los procedimientos
de entrega entre Estados miembros’ o ‘euro-orden’ es una medida realizada con
base en el tercer pilar de la Unión Europea: cooperación en justicia y asuntos
internos. Este instrumento adoptado de acuerdo a los objetivos establecidos por
el Tratado de la Unión Europea, busca facilitar y acelerar la cooperación judicial
en cuestiones criminales entre los estados miembros. Es decir, el objetivo
primordial de la Orden de Detención Europea es la substitución del esquema
complejo y lento de extradición entre los estados miembros, por un sistema de
entrega entre autoridades judiciales. La Orden de Detención Europea, que se
considera como la piedra angular de la cooperación judicial de la Unión Europea
y cuya implementación se estableció el 1 de Enero del 2004, trae como
consecuencia la creación de un espacio judicial europeo genuino por el cual los
estados miembros tienen la obligación de ejecutar automáticamente la solicitud
emitida por otro estado. Tal y como el Consejo de Europa expresa, esta decisión
representa ‘la primera medida concreta en el campo del derecho criminal al
introducir el principio del reconocimiento mutuo’. Basado en un alto nivel de

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confianza entre los Estados, el mecanismo tiene como respaldo el respeto de
cada corte a los principios de libertad, democracia, estado de derecho, derechos
humanos y libertades fundamentales, bajo las cuales la Unión Europea es
fundada. Como elemento característico este instrumento legal elimina el
requisito de la doble criminalidad del acto para cierto tipo de crímenes. Esto
significa que no es un requisito que el acto este considerado como un crimen
tanto en el país que emite la solicitud como en el estado que está obligado a
cumplirla. Entre la lista de crímenes que la Orden Europea de Detención y
Entrega prohíbe para ejercer el requisito de doble criminalidad y dentro de los
cuales en ‘cierta medida’ la comunidad internacional, acepta aplicable la
jurisdicción universal se encuentran: terrorismo, tráfico de humanos, explotación
sexual de menores, secuestro de naves aéreas y marítimas, y otros crímenes
dentro de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
El impacto, en la relación de los estados de la Unión Europea, que la Euro-Orden
establece no sólo representa la introducción del principio de reconocimiento
mutuo, sino además da una enorme proyección a la institución de jurisdicción
universal. Primero, porque las decisiones criminales a nivel estatal se convierten
automáticamente en obligatorias para toda la Unión Europea, y segundo porque
elimina cualquier posibilidad que las autoridades de un país nieguen la entrega
con base en la falta del requisito de doble criminalidad. Aunque exista un
organismo internacional que este facultado para juzgar crímenes que den pie a
la jurisdicción universal, tal es el caso de la Corte Penal Internacional (CPI), la
persecución de estos actos depende primordialmente en las cortes nacionales.
Esto se deriva de que la raison d’etre de este principio sea evadir la impunidad y
prevenir que los sospechosos encuentren un refugio. De esta forma, la Orden de
Detención Europea adquiere una mayor relevancia gracias a que las cortes que
normalmente aplican la jurisdicción universal son aquellas de Europa (España,
Francia, Alemania y hasta hace poco Bélgica). Para visualizar el impacto real de
la Euro-orden es necesario recordar que en la actualidad la Unión Europea, está
formada por veinticinco estados (Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Dinamarca,
Eslovenia, Eslovaquia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda,
Hungría, Irlanda, Italia, Portugal, Latvia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Polonia,
República Checa, Suecia y el Reino Unido). En otras palabras, la superficie que
abarca la Unión Europea se estima en 3,854,469 km2 , área que en conjunto

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con la Orden de Detención Europea constituye un espacio europeo genuino, en
el cual la jurisdicción universal se puede ejercer. Aunque podría argumentarse
que este instrumento no tiene un efecto real o mayor impacto que la institución
de la extradición, solamente es necesario recordar lo que sucedió en el momento
que la jurisdicción universal empezó a aplicarse de una forma frecuente en las
cortes europeas: la primer consecuencia visible que tuvo sobre los presuntos
responsables de crímenes internacionales fue la cancelación de sus viajes a esta
área por el temor a ser arrestados. Si años atrás los presuntos criminales
trataban de evitar el Estado que estaba investigándolos, ahora que la Orden de
Detención Europea es de aplicación automática en toda la Unión Europea no es
difícil ver el impacto que este instrumento tiene. Esta solicitud refuerza la
preocupación detrás de la aplicación del principio de jurisdicción universal por el
cual se desea que la protección a los derechos humanos tenga un significado
real, ya que si los probables responsables escapan de los castigos, estas
prohibiciones serian meramente declaratorias.
VII. Tribunales Internacionales.
Aunque el primer intento de tribunales internacionales fueron los juicios de
Leipzing al final de la Primera Guerra Mundial, por el cual se buscó juzgar al
Káiser alemán Wilhelm II por graves violaciones al derecho de los tratados,
propiamente los precursores de los tribunales internacionales fueron los
Tribunales Militares Internacionales instaurados después de la Segunda Guerra
Mundial, en Nuremberg y Tokio. Los juicios de Núremberg y Tokio, aunque han
sido criticados por haber impartido una justicia parcial o “victor’s justice”, fueron
la semilla de lo que en la actualidad se conoce como la Corte Penal Internacional.
Antes de poder hablar de la Corte Penal Internacional, es de suma importancia
hacer mención a sus antecesores inmediatos: el Tribunal Penal Internacional
para Ruanda y el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Estos
dos tribunales, a diferencia de los Tribunales de Nuremberg y de Tokio que
surgieron de un tratado, fueron establecidos por el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas a través de dos resoluciones bajo el capítulo VII de la Carta de
las Naciones Unidas. La creación de estos tribunales fue una medida adoptada
por la comunidad internacional para asegurar la paz y seguridad en esas
regiones y castigar a aquellos culpables del genocidio en Ruanda y la antigua
Yugoslavia. Desafortunadamente, derivado de su constitución estos tribunales

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recibieron algunas críticas tales como que solamente cuentan con una
jurisdicción limitada tanto territorial como temporal, que su jurisdicción es
retroactiva, y que en su formación no participaron el resto de los países
miembros de las Naciones Unidas sino solamente los 15 miembros del Consejo
de Seguridad. Con la creación de la Corte Penal Internacional se intentó mejorar
el esquema instituido por los dos tribunales ad hoc. Se buscó que en su creación
participaran todos los Estados, se le otorgó una jurisdicción pro-activa con
potencial de jurisdicción cuasi-universal – dependiendo de sus estados
miembros–, se le facultó al Fiscal con el poder para iniciar investigaciones proprio
motu, así como también se estableció un catalogo crímenes a perseguir, por
nombrar algunas mejoras. En la actualidad, aparte de la Corte Penal
Internacional, el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia y el Tribunal Penal
para Ruanda otro tipo de tribunales penales llamados “híbridos” están
emergiendo.33 La naturaleza de dichos tribunales es híbrida debido a la mezcla
entre tribunales internacionales y tribunales locales. El ejemplo más significativo
es la Corte Especial para Sierra Leona, establecida en marzo del 2002
conjuntamente por las Naciones Unidas y el gobierno de Sierra Leona para
juzgar aquellos responsables de las atrocidades cometidas, a partir del 30 nov.
1996, durante el conflicto armado de Sierra Leona. Otros de estos tribunales
penales híbridos son las Cámaras Extraordinarias de Camboya, los Paneles de
Crímenes del Distrito de Dili en Timor del Este, y los Paneles “regulación 64” en
las cortes de Kosovo. Los tribunales a los que se ha hecho mención se encargan
exclusivamente de investigar y juzgar a individuos. Sin embargo, dentro del
esquema del sistema penal internacional, la Corte Internacional de Justicia es la
encargada de juzgar a los Estados en caso de que sean responsables de haber
cometido crímenes internacionales tales como el del genocidio. La postura
clásica plasmada en los juicios de Nuremberg de “los crímenes en contra del
derecho internacional son cometidos por hombres, no por entidades abstractas,”
esta perdiendo fuerza bajo el espectro moderno del derecho internacional. Como
prueba la Corte Internacional de Justicia han ventilado varios casos en los que
se acusa directamente a Estados de cometer crímenes como el genocidio.

Capítulo 2 CAPITULO II. DERECHO INTERNACIONAL PENAL


I. NOCIONES GENERALES

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Algunos autores consideran que el derecho internacional penal como el derecho
penal internacional, son sinónimos que definen la misma materia, viéndolo
irrelevante hacer distinción alguna, como un trabajo in productivo, sin embargo
hay quienes adoptan la postura, en la cual el derecho internacional penal, es una
disciplina distinta a la de derecho penal internacional. Esta confusión se da
porque este nuevo orden jurídico no ha tenido, necesariamente, una adecuada
construcción científica, tal como puede observarse con la dogmática penal de los
derechos nacionales, puesto que en el derecho internacional penal aún no
existen conceptos precisos que puedan identificar a las instituciones
fundamentales del sistema punitivo mundial. Es por esta falta de precisión
doctrinal que pretendemos abordar un tema de importante eficacia en el
tratamiento de los ilícitos internacionales, en propiedad, expondremos dos
comentarios relativos al concepto, orígenes y a las características definitorias del
así llamado derecho internacional penal.
II. ORIGENES
La voz Derecho Internacional Penal es de data bien antigua, aunque no se le
asignara el significado que hoy en día se le da, ya que en ella se incluían dos
grupos de materias que son diferentes, surgiendo el término en medio de una
confusión conceptual que con el paso del tiempo la doctrina fue despejando,
hasta llegar al uso de dos expresiones similares, para evocar materias disímiles.
Puestos en el trance de buscar antecesores a esta denominación, la hallamos
ya usada en el año 1888 en la obra del intemacionalista boliviano Santiago Vaca
Guzmán, “Reglas de Derecho Internacional Penal, Proyecto de Decisiones”,
incluyendo en éste tan sólo el problema de la cooperación internacional en la
represión de la delincuencia común, ya que, en aquella época, no existía
propiamente una penalización internacional de conductas lesivas al orden
internacional mismo, que se encontraba apenas forjándose.
Fue Jeremías Bentham quien introdujo al léxico jurídico el término Derecho
Internacional Penal, pero asignó esta denominación a los problemas del ámbito
de validez de las leyes penales en el espacio. Vespaciano V. Pella, fue quien
primero esbozó una distinción conceptual de materias, que se aglomeraban bajo
una misma y equívoca denominación. Respecto del Derecho Penal
Internacional, dice el penalista rumano, no debe .ser confundido con la disciplina
jurídica actual que ha recibido indebidamente la misma denominación, cuyo

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objeto es determinar la ley penal aplicable, determinar los efectos
extraterritoriales de las leyes represivas de los diferentes Estados, y fijar las
reglas de la colaboración de las autoridades de diferentes países. El Derecho
Penal Internacional, en su acepción clásica, no es, pues, más que una simple
ramificación o, mejor dicho, un capítulo del Derecho Penal existente en cada
Estado.
Pero fue el penalista italiano Constantino Jannacone, quien primero distinguió
entre Derecho Penal Internacional y Derecho Internacional Penal. Según este
autor, En el primero se comprenderían las infracciones previstas y penadas en
los ordenamientos estatales internos, y en el segundo, las de estructura
puramente internacional». En el mismo sentido pronunciase ulteriormente el gran
internacionalista cubano Sánchez de Bustamante, bien que refiriéndose
primordialmente a lo procesal. ''El penalista español Quintano Ripollés, hizo suya
esta distinción y denominaciones, profundizándolas en su gran obra, Tratado de
Derecho Penal Internacional e Internacional Penal.
III. CONCEPTO
El Derecho Internacional Penal, en la terminología de Quintano Ripollés, o los
aspectos penales del Derecho Internacional, en la denominación de Cherif
Bassiouni, son “Los Aspectos del sistema jurídico internacional que regulan, a
través de obligaciones jurídicas internacionalmente asumidas, las conductas
cometidas por individuos, personalmente o en su calidad de representantes o
por colectividades, que violan prohibiciones internacionalmente definidas para
las que se prevé una sanción penal”. Las normas de Derecho Internacional Penal
son normas de jerarquía internacional establecidas por vía consuetudinaria o
acordada, incriminadoras de ciertos tipos de conducta, con independencia de su
posible penalización o no en el Derecho interno de los Estados.
Para Quintano Ripollés, según se desprende de su gran Tratado, el Derecho
Internacional Penal se ocuparía del estudio de la incriminación de las conductas
lesivas para la comunidad internacional, de los delitos contra el orden jurídico
internacional, expresada en la trilogía que tuvo su origen en el Estatuto del
Tribunal Internacional de Nuremberg, crímenes contra la paz, crímenes de
guerra y crímenes contra la humanidad, además de la incriminación de otras
conductas que constituirían, por así decirlo, delitos comunes internacionales,
como la piratería, destrucción de cables submarinos, la trata de blancas, el

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terrorismo, el tráfico ilícito de drogas, etc. “El Derecho Penal Internacional es una
parte del Derecho Penal que regula las relaciones de coordinación entre los
Estados respecto a la aplicación de normas penales sobre individuos que residen
en otras potencias; de condición, este cuerpo de normas arbitra los casos de
aplicación extraterritorial de las leyes penales, sobre procedimiento de
extradición y la jurisdicción penal, empero la creación de los delitos y su
punibilidad sigue siendo competencia soberana de los Estados. El Derecho
Internacional Penal, por su parte es un ámbito propio del Derecho de Gentes, de
suerte que la creación de los delitos y su sanción descansa sobre las fuentes,
principios, sistemas hermenéuticos y la doctrina del Derecho Internacional
(tratados, costumbre, principios generales)
En ese sentido el derecho internacional penal es aquella disciplina que prevé
sanciones para aquellos individuos que cometan delitos de carácter
internacional, que afectan a toda la raza humana.
IV. PARALELO
Haciendo un parangón entre ambas disciplinas, Quintano nos dice que lo jurídico
internacional, en lo penal, posee dos vertientes.
En la primera, “lo internacional es tal por razón de su objeto, mientras que resulta
indubitadamente nacional o interno por el sujeto”, son internacionales por las
materias que regula, pero son nacionales por dimanar de la facultad punitiva de
un Estado determinado. En la otra vertiente, lo internacional penal es tal por el
objeto y también por el sujeto, puesto que se sancionan conductas violando
intereses o bienes internacionales y tales sanciones provienen no ya de una
voluntad estatal concreta, sino de la de una comunidad, a veces acorde, pero
otras discorde con aquella. Y es que las comparaciones nos ayudan a determinar
algunas peculiaridades con las que se define un concepto o un objeto, para poder
distinguirlo de los demás, y este parangón inicial a servido de ayuda, teniendo
en cuenta que existen autores que han puesto su esfuerzo y empeño en hacer
dicha distinción, tales como el profesor Quintano que dando una posible
conclusión al desarrollo realizado por él dice “debemos llegar a la conclusión,
que el derecho penal internacional, en sentido estricto, es una parte integrante
del Derecho penal, mientras que el Derecho internacional penal, como producto
de la comunidad y no de un Estado singular, es ante todo, internacional.”

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La distinción es útil, nos dice Quintano, y responde sin duda, a la realidad ya
mencionada de la diversa titularidad, en el Derecho Penal Internacional, la
ostenta el Estado, mientras que en el Internacional Penal, la Comunidad como
un todo relativamente uniforme.
Una opinión distinta es la sustentada por Cherif Bassiouni, quien plantea una
concepción un tanto más integradora, dando a ambos grupos de materias el
nombre de Derecho Penal Internacional, sin preocuparse de la intercalación de
palabras, ya que se trataría de un sólo Derecho que, es el resultado de la
convergencia de los aspectos internacionales de la legislación penal nacional de
los Estados y de los aspectos penales de la legislación internacional. Opina este
autor, que aunque se esté consolidando como disciplina autónoma, conserva de
todos modos este doble aspecto de materias, pero la distinción adquiere cada
vez más un sentido puramente metodológico.
V. CARACTERISTICAS DEL DERECHO INTERNACIONAL PENAL
1. Exclusividad del Derecho internacional como fuente formal. Una
característica primigenia es que, ante todo, el poder punitivo dimana,
exclusivamente, ordenamiento internacional, vale decir, que el derecho
internacional es la fuente exclusiva de los delitos y sus penas, toda vez
que es la comunidad internacional la que determina qué conductas son
reprochables al extremo de ser catalogadas dentro de los tipos
internacionales, estableciendo las causales de exención de
responsabilidad individual y, en caso contrario, ser sancionadas con las
penas que suelen importar una restricción de alguno de los derechos
fundamentales, como la libertad o la propiedad.
2. Es un derecho que evoluciona hacia lo convencional. En el apartado
anterior aludíamos a que el concepto “derecho internacional penal”
descansa en el argumento positivo que el derecho aplicable a la
persecución y castigo del delito internacional se halla, naturalmente, en el
ejercicio de la potestad penal por la comunidad internacional. Sin
embargo, no habíamos aludido a que este derecho penal tiene la
peculiaridad actual de no gozar de una reserva de fuente formal parala
creación del delito y la pena –como lo es la ley en los sistemas penales
de los Estados–, sino que existe un sistema múltiple de fuentes creadoras
de delitos. Por lo anterior, es necesario determinar cuáles son las fuentes

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de derecho internacional que son utilizadas por la comunidad
internacional al momento de tipificar un delicta iuris gentium; algo que no
es un tema trivial si tenemos presente que el ejercicio de la potestad penal
por parte de la comunidad internacional tiene un límite poderoso: las
garantías a los Derechos Fundamentales de la persona, universalmente
reconocidos en los instrumentos y en la costumbre internacionales, que a
la fecha son consagrados cuales normas de Ius Cogens.
De esta manera, se puede sostener que una característica del derecho
internacional penal es que posee diversas fuentes determinadoras de
delitos, a diferencia de lo que ocurre en los ordenamientos nacionales en
donde el derecho penal está reservado solamente a la ley; y por esta
razón el artículo 15 apartado 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos emplea una fórmula de amplia extensión para consagrar el
sistema de fuentes formales del delito internacional: “Nadie será
condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no
fueran delictivos según el derecho nacional o internacional”.
Efectivamente, no todo delito internacional nace de un tratado –
instrumento que por su escrituración puede semejarse a la ley–, sino que
también admite otras fuentes directas, pues hay algunos ilícitos que tienen
origen consuetudinario, es decir, basados en una costumbre jurídica
inmemorial, fundada en la práctica reconocida desde los inicios del
moderno derecho internacional (ej.: La piratería fue un delito internacional
tipificado por la costumbre, después definido por la jurisprudencia,
finalizando con su escrituración en el artículo 105 de la Convención de
Montego Bay de 1982), otros fueron producto de la opinión de los autores
que, a modo de propuesta (o lege ferenda), pasaron a ser reconocidos
como Principio General de Derecho.
3. Es un derecho orientado a la codificación. Otra característica que se
alegaba hasta hace muy poco era que el derecho internacional penal se
asemejaba más al concepto del derecho anglosajón y menos al derecho
de tradición codificadora, esto es, que el delito internacional debía ser
entendido como algo más cercano al enfoque probabilístico de la common
law que al enfoque conceptualista del derecho penal europeo-continental
y latinoamericano. Este postulado fue cierto hasta finales del siglo pasado;

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con todo, la emergencia del Estatuto de Roma, más la práctica forense de
varias jurisdicciones nacionales, han aceptado que el derecho
internacional penal abandonó el modelo anglosajón, inclinándose ahora
por la dogmática penal de cuño europeo-continental, puesto que no sólo
se han adoptado y reconocido principios garantistas que no habían sido
asumidos por el primitivo derecho internacional penal sino que toda la
definición y elementos de los Crímenes de son de competencia de la Corte
Internacional Penal recogen el esquema lógico-formal de la así llamada
“Parte General” del derecho penal legalista y codificado.
Para una mejor intelección, esbozaremos algunas normas paradigmáticas
que muestran la adscripción del actual derecho internacional penal a la
teoría general del delito, merced a los postulados de tradición
codificadora, a saber:
a) la conducta. Este elemento del crimen internacional ha de entenderse
en dos aspectos: que el derecho internacional penal sólo castiga acciones
u omisiones del individuo (exclusión de la responsabilidad penal de las
personas morales –principio societas delinquere non potest–), y que la
represión punitiva en el orden internacional se dirige en contra de hechos
del hombre y no contra sus pensamientos o estados psíquicos
(proscripción del derecho internacional penal del autor o “derecho penal
del modo de pensar” –gesinnungvölkerstrafrecht–). En concreto, el
derecho internacional penal entiende que el delicta iuris gentium estriba
en una acción u omisión de la persona natural, por ejemplo, el artículo 22
del Estatuto de Roma establece que nadie será penalmente responsable
a menos que la conducta sea constitutiva de un crimen internacional cuyo
juzgamiento sea de competencia de la Corte, otro tanto ocurre con el
artículo 15 del Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos,
consagrando que nadie será penalmente responsable “por actos u
omisiones” que al momento de cometerse no fueran delictivos según el
derecho internacional.
b) la tipicidad. No hay duda que el derecho internacional penal reconoce
la exigencia de la exacta correspondencia entre un comportamiento
humano y el supuesto conductual previsto en la norma penal (tatbestand
völkerstraf), ya que tal requerimiento no sólo puede deducirse,

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implícitamente, en la garantía del principio de juridicidad del delito y la
pena, sino que en el propio Estatuto de Roma, en su artículo 22 apartado
224, se consagra el deber de interpretación taxativa de los tipos penales
y de la exclusión de la analogía. Como puede observarse, estas
exigencias jurídicas son, por antonomasia, pertenecientes a la tradición
codificadora, pues en el common law no han sido pocas las ocasiones en
que la judicatura penal empleó la analogía para castigar conductas que
no estaban tipificadas precisamente en el sistema jurídico, si bien los
tribunales de la tradición anglosajona han desechado actualmente este
recurso, sobre todo en la Inglaterra por su adhesión a la Convención
Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la analogía en lo pena
c) la antijuridicidad. Asimismo, se observa que el derecho internacional
penal incorpora la exigencia normativa que la conducta, amén de hallarse
dentro de la hipótesis del tipo penal, debe ser algo contrario al derecho
internacional general, lo que en concreto se traduce en el siguiente
apotegma: “toda conducta típicamente penal es, a su vez, ilícita; a menos
que al autor de la conducta se le reconozca una justificación que lo
legitime”.
d) la culpabilidad. Pese a la discrepancia inicial entre los autores
internacionales, hoy es evidente que el derecho internacional penal
establece un juicio normativo sobre la actitud subjetiva del autor de una
conducta internacionalmente típica e ilícita, puesto que estructura la
culpabilidad de un crimen en las categorías clásicas del derecho penal
codificado, esto es: la imputabilidad de la conducta (exclusión de los
inimputables por edad –artículo 26– y de los privados de razón – artículo
31 letras ‘a’ y ‘b’27–), la regulación del dolo (con sus elementos volitivos
y cognitivos artículo 3029–, así como sus casos eximentes en el error de
hecho y de derecho –artículo 32–), y la exigibilidad de otra conducta lícita
(que, a contrario sensu, queda reglada en las causales de exculpación por
no exigibilidad, o sea: la fuera moral irresistible –artículo 31 letra ‘d’–; el
miedo insuperable –artículo 31 letra ‘d’ apartado II–; la obediencia debida,
crítica o reflexiva –artículo 33–, ya que el subordinado siempre ha de
negarse de cumplir si él sabe que la orden es ilícita o es manifiestamente

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ilícita, como si la orden consistiere en cometer un genocidio o un crimen
de lesa humanidad
4. Los delitos y las penas internacionales son imprescriptibles. El tema de la
prescripción extintiva de la acción penal y de la pena asignada a un crimen
internacional es hoy algo indiscutido por la comunidad internacional: al
imputado no le favorece prescripción alguna. Si bien es efectivo que en el
prematuro derecho internacional penal existieron indicios hacia la
prohibición de prescripción de los crímenes de guerra, tales como las
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas números 3
(I) de 13 de febrero de 1946, 95 (I) de 11 de diciembre de 1946 y 170 (II)
de 31 de octubre de 1947, hubo jurisdicciones domésticas que adoptaron
la posición de complementar las reglas punitivas en sede internacional
con las normas internas sobre la extinción de la acción penal30, toda vez
que las resoluciones no constituyen, per se, fuentes formales directas de
derecho internacional.
5. La penalidad internacional se encuentra en proceso de evolución. Otra
característica interesante es la creciente reforma del sistema punitivo
internacional, tanto en su dimensión sustantiva como en su dimensión
adjetiva, es decir, que tanto la pena como la jurisdicción en sede
internacional están viviendo actualmente un cambio de paradigma. En
primer orden, recodemos que la pena internacional se ha caracterizado
hasta el día de hoy como un ejemplo de conminación indirecta, vale decir,
la comunidad internacional sólo determina qué conductas son delitos
según el derecho de gentes y asimismo obliga a que tal conducta sea
punible, pero delega a los soberanos nacionales la imposición concreta
de la sanción penal. En propiedad, la historiografía jurídica internacional
demuestra que la potestad punitiva de la comunidad internacional ha sido
ejercida, sin lugar a dudas, en la determinación de las conductas
delictivas, pero no ocurre lo mismo con la determinación de las penas
aparejadas a tales delitos, ya que las fuentes del derecho internacional
han solido dejar cláusulas abiertas para que los Estados sean los
encargados de penalizar dentro de la esfera de sus competencias.
VI. ESTRUCTURA

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6.1. Derecho Internacional y Derecho Penal
De la simple lectura de la expresión Derecho Internacional Penal, es posible
comprender que se trata de una expresión compuesta, que constituye un híbrido
entre el Derecho Internacional y el Derecho Penal, por lo que, para una mayor
comprensión posterior, se hace necesario que recordemos someramente estos
conceptos

6.1.1. Derecho Internacional


1Santiago Benadava lo define como, “el orden jurídico de la sociedad o

comunidad de Estados”

Para el tratadista Julio Diena, el Derecho Internacional es, 2“El conjunto de


normas que por voluntad recíproca de los Estados y de los otros entes que
forman parte de la comunidad jurídica internacional, están obligados a respetar
en las relaciones mutuas”. Entonces, podemos decir que el Derecho
Internacional es el ordenamiento jurídico que rige a la comunidad internacional,
concepto cambiante y dinámico, compuesto tradicionalmente por los Estados.
Sin embargo, actualmente, la sociedad internacional se compone, además, por
otras entidades distintas a los Estados, como son las organizaciones
internacionales y los individuos, ya sean personas naturales o jurídicas.

Con todo, no son pocos los que niegan la existencia del Derecho Internacional,
fundamentalmente por la falta de un sistema centralizado de sanciones (Leyes,
Tribunales, Coactividad), que incentive a cumplir, aun por medio de la fuerza, las
normas de Derecho Internacional, ya que los entes que componen la comunidad
internacional y principalmente los Estados, no están subordinados unos a otros
ni a una entidad jerárquica superior y sólo admiten relaciones de coordinación
sobre una base paritaria.

En favor de la existencia del Derecho internacional se argumenta que, la


ausencia de ley no obsta la existencia del Derecho, toda vez que, existen
sistemas jurídicos, como el anglosajón, que se sustentan sobre la base de

1
SANTIAGO BENADAVA. Derecho Internacional Público”, Edtitoria Juridica de Chile, tercera edición,
Santiago, 1989, pág. 1.
2
Jorge Chaparro, «El crimen contra la humanidad» Memoria de Prueba, Editorial Universitaria S.A.,
Santiago, 1964, pág. 16, citando a Julio Diena, «Derecho Internacional Público», traducción de la 4*
edición italiana, con referencias al Derecho español, por J.M. Trias de Bes, Editorial Bosch, España, 1941,
pág. 2

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precedentes, siendo esencialmente consuetudinarios y no legislados, revistiendo
incuestionablemente la calidad de ordenamientos jurídicos.

La falta de coercitividad es tal vez el punto más débil del Derecho Internacional,
ya que no existe un organismo ejecutivo que detente el monopolio de la fuerza y
que haga cumplir coactivamente las normas del Derecho de gentes, así como
las decisiones judiciales.

Sin embargo, ello no implica la ausencia absoluta de mecanismos para hacer


cumplir sus normas, ya que se han empleado y probablemente se seguirán
empleando mecanismos de presión, de índole económico o político, e inclusive,
en casos graves y urgentes, la acción bélica conjunta de varios Estados
organizados, como lo han sido las suscitadas especialmente en el último tiempo
por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Por todo lo dicho, podemos sostener la existencia de un Derecho Internacional


verdaderamente jurídico. No obstante, dadas las peculiares características que
presenta, tales como un sistema disperso de normas, tribunales y sanciones,
debe reconocerse su estado gestacional actual, aun cuando es posible notar que
evoluciona progresivamente en el tiempo, siendo una de sus principales
características, su extraordinario dinamismo.

6.1.2. Derecho Penal


El Derecho Penal objetivo, es definido por 3Luis Jiménez de Asúa como “El
conjunto de normas y disposiciones jurídicas que regulan el ejercicio del poder
sancionador y preventivo del Estado, estableciendo el concepto de delito como
presupuesto de la acción estatal, así como la responsabilidad del sujeto activo,
y asociando a la infracción de la norma una pena finalista o una medida
aseguradora” por su parte el autor Eugenio Raúl Zaffaroni nos dice que:

4“El Derecho penal es el saber jurídico que establece los principios para la
creación, interpretación y así ejecutar la aplicación de las leyes penales (aun a
los casos privados); propone a los jueces un sistema orientador de sus

3
Jiménez de Asúa, «Principios de Derecho Penal, La Ley y El Delito». Reeditado por Editorial
Sudamericana Abeledo Perrot S.A., Buenos Aires, 1990, pág.l8.
4
Eugenio Raúl Zaffaroni, Manual de Derecho Penal, Parte General, Ediar, 2005

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decisiones, que contiene y reduce el poder punitivo para impulsar el progreso del
Estado constitucional de derecho.”

Para el profesor Mir Puig el derecho penal es “Es el conjunto de normas jurídicas
que constituyen el denominado ordenamiento jurídico penal que tienen por
objeto la determinación de las infracciones de naturaleza penal y sus
correspondientes sanciones -penas y medidas de seguridad-“5

En el ámbito nacional, no existen dudas acerca de su existencia y estabilidad,


girando la discusión en torno a la Teoría del Delito, la Teoría del Sujeto
Responsable y la Teoría de la Pena.

VII. DERECHO INTERNACIONAL PENAL, HÍBRIDO JURÍDICO

El Derecho Internacional Penal, en cuanto disciplina científica, “es el resultado


de la convergencia de dos ramas fundamentales del Derecho y. en
consecuencia, se ve afectado por una importante dicotomía en sus premisas
doctrinales de base... lo que ha dificultado su desarrollo”.6

El Derecho Internacional es un sistema jurídico construido sobre la «presunción


de consenso y sumisión voluntaria de sus principales sujetos (Estados), cuyas
relaciones se establecen en pie de igualdad, sin que ninguna autoridad superior
aplique los mandatos del sistema. Por su parte el Derecho Penal, en todos los
Derechos internos, supone procesos de toma de decisión de modo vertical,
apoyados sobre medios coercitivos en orden a la aplicación de los mandatos del
sistema.

Con razón Quintano Ripollés señala que, no basta con yuxtaponer una filosofía
penal a otra internacional para que el resultado sea viable. Las circunstancias y
características de ambas ramas jurídicas son demasiado diversas y a veces
contradictorias para permitir tan sencilla operación aritmética.

Las diferencias que existen entre estas dos premisas doctrinales de base,
incidirán en la dificultad para dar respuesta a una serie de interrogantes. Demos
cuenta de algunas de ellas: ¿Las sanciones penales internacionales, se aplican

5
Mir Puig: "Introducción a las bases del Derecho Penal", Editorial Bosch, Barcelona, 1976, pág. 29
6
CHERIF BASSIOUNI. «Derecho Penal Internacional, Proyecto de Código Penal Internacional».
Traducción al español de José L. De La Cuesta Arzamendi. Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1984.

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al Estado o al individuo o a ambos? Ya que el Derecho Penal y el Derecho
Internacional dan respuestas completamente distintas. Recordemos que el
principio fundamental del Derecho Penal es la responsabilidad personal, en tanto
que para el Derecho Internacional, los principales sujetos son los Estados, si bien
la tendencia es hacia el reconocimiento de la persona natural como sujeto del
mismo en ciertos casos, relacionados fundamentalmente con los derechos
humanos y la responsabilidad criminal internacional de las personas. ¿Cuáles
son las fuentes del Derecho Internacional Penal y cuál es la jerarquía que existe
entre ellas? .Cuestión bien compleja de determinar, ya que para el Derecho
Penal la principal y exclusiva fuente es la Ley, recogiéndose en toda su plenitud
el principio de la legalidad en el vismonullum crimen sine lege nullumpoena sine
lege. En cambio el Derecho Internacional reconoce como fuentes no sólo a los
tratados internacionales sino que a la costumbre, que puede tener validez incluso
en contra de un tratado, cuando esta costumbre constituye una norma Cogens,
y, además, los principios jurídicos, la doctrina y la equidad.

VIII. DERECHO INTERNACIONAL PENAL SUBJETIVO


a) El Ius Puniendi Internacional
La facultad de imponer penas y medidas de seguridad a las personas como
consecuencia de la comisión de un acto delictual, ha correspondido
tradicionalmente al Estado. Históricamente, ha sido el Estado el Titular del jus
puniendi, a tal punto, que el nacimiento del Derecho Penal moderno, se entronca
precisamente con el surgimiento del concepto mismo de Estado.
En el campo del Derecho Internacional Penal, creemos que el jus punendi
consiste en la facultad que posee la comunidad internacional políticamente
organizada de declarar punibles determinados hechos que atentan contra la
propia comunidad internacional.
Ya decía el gran maestro Juan Bustos respecto a este tema “Así como en el
Derecho Penal objetivo el centro de la preocupación es la sistematización de las
normas jurídico penales, en el caso del Derecho Penal subjetivo la preocupación
científica gira en tomo a la potestad punitiva del Estado. El Derecho Penal
objetivo es el jus poenale, el Derecho Penal subjetivo es el jus punendi; Bustos,
define el Derecho Penal subjetivo o jus punendi, como la potestad penal del
Estado, por virtud de la cual puede declarar punibles determinados hechos a los

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que impone penas o medidas de seguridad. Ello, agrega, es expresión del poder
único y exclusivo del Estado para ejercer la violencia legítima. La violencia penal
no es sino un aspecto de aquella” 7
b) Titularidad del derecho de Ius Puniendi Internacional
Si en el ámbito nacional el jus puniendi pertenece al Estado, es porque esta
organización política ha sido investida de poder por sus nacionales, sus
habitantes, el pueblo, que en definitiva son o es el sustento de aquel, ya que el
Estado existe precisamente para servir a la persona humana y no para servirse
así mismo, tal y como ha sido modernamente concebido por nuestra Constitución
Política y las constituciones de más reciente data a nivel comparado. En el
ámbito internacional, evidentemente Ius puniendi no puede pertenecer al Estado
Creemos que la titularidad del jus punendi internacional, esto es, la titularidad de
la facultad de declarar punibles determinados hechos que atenían contra la
comunidad internacional, COI responde a la comunidad internacional
políticamente organizada, llámese Organización de las Naciones Unidas o
cualquiera otra que en el futuro se pueda dar, si es que ésta por algún motivo
llegase a desaparecer Por eso, preferimos llamarla comunidad internacional
políticamente organizada, que evoluciona constantemente y que ha detentado la
facultad de penar, de estimar punibles ciertas conductas que, en el ámbito de la
conflictividad entre Estados o en el interior de un Estado determinado, lesionan
no sólo a una sociedad nacional en particular, sino que atenían contra la
comunidad en su conjunto, digamos, atenían contra la humanidad, y que pese a
las deficiencias que hasta ahora presenta, por ser un ordenamiento en gestación,
evoluciona, desde Nuremberg a la ex-Yugoslavia y Rwanda, y esperamos logre
prontamente su consagración definitiva con la aprobación del proyecto de
Código de Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad y proyecto
de Corte Criminal Internacional.
Ya Quinlano Ripollés, sin adentrarse en el fondo del problema, señalaba que el
Derecho Internacional Penal precisaba la superación de la concepción
secularmente estatal del Jus puniendi, sin indicar, sin embargo, en qué consistía
el Derecho Internacional Penal subjetivo, ni señalar su titular. Con todo, sin
suficiente claridad y a propósito de la distinción entre el Derecho Penal

7
Juan Bustos Ramírez, «Introducción al Derecho Penal», Editorial Jurídica Ediar Conosur Ltda., Santiago,
1989, pág. 19

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Internacional e Internacional Penal, el mismo Quintano sostenía que, la distinción
es útil y responde sin duda, a la realidad ya mencionada de la diversa titularidad,
en el Derecho Penal Internacional, la ostenta el Estado, mientras que en el
Internacional Penal, la Comunidad como un todo relativamente uniforme.
IX. FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL PENAL
Mucho se ha discutido en torno a cuáles son las fuentes del Derecho
Internacional Penal y la jerarquía que existe entre ellas, atendidas las
características tan especiales de esta disciplina, a que ya se hiciera suficiente
referencia. Daremos cuenta de las principales posiciones doctrinarias sobre el
particular, dividiéndolas por autores, haciendo presente desde ya que el tema se
encuentra directamente relacionado con el problema de la legalidad de los delitos
y las penas.
A continuación mencionamos algunos de los autores que clasifican las fuentes
del Derecho Internacional Penal:
9.1. QUINTANO RIPOLLÉS
Quintano, parte su planteamiento manifestando la imposibilidad o al menos la
inconveniencia de jerarquizar las fuentes de esta disciplina, para lo cual cita a
varios autores que relativizan la jerarquización de las fuentes en el orden interno,
de modo de apoyarse en ellos para sostener su tesis. Así, cita a Federico de
Castro, para quien el orden jerárquico de las fuentes jurídicas no puede decidirse
a priori, estando determinado en cada momento histórico y dentro de los distintos
ordenamientos jurídicos, conforme a su propia organización política. Más
delante, agrega que la jerarquización de fuentes es propia del positivismo, y que
pierde relevancia en el jusnaturalismo.
En ese sentido para Quintano Ripollés, no es posible extrapolar el orden de
prelación de fuentes establecido por el artículo 38 del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia, esto es, las convenciones, la costumbre, los principios
generales del derecho, y, como secundarias o auxiliares, la jurisprudencia y la
doctrina científica, pues, tal Tribunal no posee competencia penal, ya que está
encargado exclusivamente de resolver los problemas que se suscitan entre los
Estados, de índole territorial, comercial, pero no penales. Empero, Quintano,
sostiene que si algún orden debe darse a las fuentes del Derecho Internacional
Penal, debe ser el siguiente; 1° El tratado (consentimiento expreso); 2° La

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costumbre (consentimiento tácito); 3° Los principios Generales del Derecho; 4°
La Ley; 5° La jurisprudencia y el Derecho judicial; 6° La doctrina.
En cuanto al Tratado internacional o consentimiento expreso, considera que si
bien es la fuente primera del Derecho Internacional común, en el ámbito penal
tiene escasa significación y, cuando alguna tiene, está referida a la víctima, pero
nunca al sujeto activo del Delito. En el ámbito del Derecho Internacional Penal,
los tratados implican un avance en cuanto a la positivización de las normas, pero
en modo alguno se puede sostener que los Estados que no han ratificado una
determinada convención, puedan violar impunemente sus preceptos, ni aun los
que retirasen la adhesión prestada. Por ello Quintano advierte que la teoría del
consentimiento expreso contractual como fuente primordial del Derecho
Internacional Penal, conduce a absurdos.
La costumbre o consentimiento tácito, no debe ser entendida, dice Quintano,
como la voluntad tácita de los Estados, sino como la voluntad de la comunidad
internacional considerada como un todo homogéneo, que evoluciona
aceleradamente. La costumbre considerada como lo meramente histórico pugna
con la existencia misma del Derecho Internacional Penal, en que el impunismo
se ha impuesto secularmente, pero ella, no es ya costumbre válida en la
opinio juris del Derecho Internacional de vocación penal, latiendo la contraria, de
precisión ineludible de castigo.
Si bien los principios generales del Derecho no son considerados como fuente
formal en lo nacional interno por el dogma de la legalidad de los delitos y las
penas, Quintano Ripollés concuerda con Le Fur, en que ésta es la fuente más
profunda y real del Derecho Internacional, que tiene plena validez en el ámbito
penal, según se ha hecho aplicación en la jurisprudencia viva de Nuremberg y
Tokio.
Aun cuando los catálogos tradicionales de fuentes internacionales no la
consignan, Quintano Ripollés pone en cuarto lugar a la Ley, pero ella no
entendida en el sentido que le asigna el Derecho interno. Se trata de normas que
formalmente corresponden a tratados internacionales, pero que tienen la virtud
de trasponer la voluntad pactada más allá de los Estados contratantes,
imponiéndose a todo el orbe. Cita a modo de ejemplo la Carta de las Naciones
Unidas, principalmente el párrafo 6 del artículo 2, que dispone:

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“La organización hará que los Estados que no son miembros de ella, se
conduzcan de acuerdo con estos principios en la medida que sea necesaria para
mantener la paz y la seguridad internacionales”.
Otro ejemplo lo constituiría la Declaración de Moscú del 1° de noviembre de
1943, suscrita por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, que impuso urbis et orbe una jurisdicción universal para
los crímenes de guerra sin localización geográfica precisa, que posteriormente
dio lugar al Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. Otras
muestras estarían dadas por La Declaración Universal de los Derechos del
Hombre y la Convención sobre el Genocidio. Asevera Quintano que,
cualesquiera que sea el nombre técnico que se les adjudique, ellas ostentan una
clara voluntad de imperio, característica de las leyes más que de los pactos.
Sostiene finalmente que, pretender que estas normas sólo obligan a los que las
han ratificado, llevaría al absurdo de admitir la licitud de crímenes de estas
especies, por Estados no contratantes o simplemente disidentes.
Respecto de la jurisprudencia y el Derecho judicial, Quintano Ripollés sostiene
que el Derecho Internacional Penal parece inclinarse decididamente por lo que
Hauriou ha denominado Estado de Derecho Judicial, en contraposición al Estado
de Derecho Legal, debido a que sus más grandes patrocinantes, Gran Bretaña
y Estados Unidos, responden a la tradición del Derecho judicial, no legislado, y
debido también, a que éste es un Derecho en gestación con escasas normas
escritas. Sin embargo, Quintano se ve forzado a reconocer que aún no existe
una organización judicial verdaderamente supraestatal, con características de
permanencia y real jurisdicción criminal, para hablar de un Derecho Judicial
acabado como el anglosajón. Pero bien que el Derecho Internacional Penal es
un Derecho nuevo en formación, debe tenerse en consideración que la misma
circunstancia se dio en el Derecho interno primitivo y en el Derecho Internacional
común antes de la creación de la Corte de La Haya. Según Quintano, la
jurisprudencia se encuentra consolidada como fuente del Derecho con el
precedente del juicio de Nuremberg, ya que fueron sentadas doctrinas del más
alto valor para el Derecho Internacional Penal, que posteriormente fueron
recogidas por Naciones Unidas, mediante la adopción de la resolución

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951, que estableció los Principios consagrados por el Tribunal de Nuremberg.
Pero, debe tenerse presente, que la jurisprudencia es evolutiva, por lo que estos
principios son susceptibles de desarrollarse en el futuro.
Finalmente, la doctrina científíca, al igual que en el Derecho Internacional común,
constituye una fuente supletoria de las anteriores, de carácter auxiliare
interpretativa. Sostiene el penalista español que muchas veces la doctrina se
coloca a la zaga de la marcha de la normativa internacional penal,
probablemente por la insólita rapidez con que se desarrollan los
acontecimientos. Pero, la doctrina internacional penal r ^ es tan reciente como
algunos pretenden, ya que es posible encontrar atisbos de esta disciplina en las
ideas de Vitoria, y más tarde en las de Grocio, cuyos postulados no excluían un
Derecho de Gentes de carácter sancionatorio. El triunfo de la monarquía
absoluta y del positivismo hizo que la idea de una justicia penal supraestatal
fuera relegada al campo de lo utópico. Ello se mantuvo hasta que Quintiliano
Saldaña, quien es sindicado por Quintano Ripollés como el Vitoria del Derecho
Internacional Penal, formuló las bases de una justicia penal internacional.
9.2. STEFAN GLASER
Stefan Glaser, sostiene una opinión bastante más radical que la de Quintano
Ripollés. Para este autor, la fuente primera del Derecho Internacional Penal es
la costumbre. Glaser lo fundamenta diciendo: “Como se sabe, el Derecho
Internacional Público, del que el Derecho Internacional - penal - forma parte
integrante, es un Derecho consuetudinario. Su fuente principal (fuente formal o
positiva), es decir, aquella de donde provienen las reglas positivas de este
Derecho es, por tanto, la costumbre”.
Y prosigue con su tesis: las reglas del Derecho Internacional son enteramente
independientes del Derecho convencional; es decir, de la existencia de tratados
o convenios, que no hacen, en general, más que formular un estado de cosas
existente. Pero Glaser va todavía más lejos, llegando a sostener que una regla
de una convención no conforme a la costumbre, es nula y no existente desde el
punto de vista del Derecho Internacional”.
Stefan Glaser, no sólo plantea la supremacía de lo consuetudinario respecto de
las demás fuentes, sino además, que la costumbre es fuente «única» del
Derecho Internacional Penal, considerando que los principios del Derecho y la
Equidad, no son sino elementos de la costumbre.

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9.3. JIMENEZ DE ASUA
Sin proponer una tesis propia, ya que este autor niega la existencia del Derecho
Internacional Penal, critica expresamente a los dos autores anteriormente
citados.
Respecto del orden de prelación de fuentes propuesto por Quintano, se pregunta
Jiménez de Asúa si se justifica que un penalista tan competente como Quintano
Ripollés, se desvíe de la jerarquía de fuentes del Derecho Penal y del
Internacional. No deja de ser extraño, dice Asúa, que un auténtico penalista,
aunque se adjetive circunstanciadamente de internacional, coloque la ley en
lugar tan secundario, para exaltar la costumbre, con tanto error como riesgo.
Curioso empeño, parejo al de Glaser, y de harto difícil defensa, ya que el propio
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, que no se ocupa de cuestiones
penales, sino que funciona en el dominio de otras ramas del Derecho, en que
sería más defendible dar papel principal a la costumbre, sitúa en primer término
al Derecho establecido en convenios, tratados o acuerdos, que en el Derecho
Internacional es la ley. Pero Jiménez tiene su respuesta, Están obsesionados
por defender el «hecho de Nuremberg y Tokio...temen que, al poner la ley en
primer rango se pueda deducir una implícita condena contra aquellos tribunales
militares, en los que imperó la costumbre o los principios generales del Derecho.
Por eso valorizan estas fuentes en grado superlativo y dan a la ley un papel
subalterno.
Reitera Jiménez de Asúa que en el Derecho Internacional Público común, el
consentimiento expresado en los tratados ha sido la base de su dogmática, y
agrega que la costumbre ostenta sólo el número dos en el rango de prelación
consagrado en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
En tanto que en la tradición penal, hecha de legalismo escrito, con aparente
unicidad de fuentes en la ley, esa condición parece absolutamente incompatible
con sus esencias.
Por ello Jiménez califica como una aberración que Glaser postule que «la fuente
primordial, que absorbe a las otras, incluso a los convenios y tratados, es la
costumbre», ya que el argumento que este autor da para su tesis es
precisamente que la costumbre es la fuente principal del Derecho Internacional
común, en circunstancias que ni en el propio Derecho Internacional Público, la

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costumbre es la primera fuente del Derecho, según lo dispone el artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
En cuanto a la jerarquía superior que Quintano asigna a ciertos tratados
internacionales, que tendrían una obligatoriedad similar a la que posee la ley en
el Derecho interno, Jiménez de Asúa sostiene que las convenciones
internacionales sólo pueden obligar a quienes las han suscrito. Es así como
refiriéndose al ejemplo de la Convención contra el Genocidio señala que, la letra
del convenio de 9 de diciembre de 1948, no da ciertamente la razón al Fiscal de
Madrid, agregando que, los no presentes en la convención del genocidio, no
están jurídicamente autorizados por exclusión, para la perpetración de actos
genocidas, pero no vemos tan fácil que, a pesar de estar fuera del pacto los
delincuentes, pueda operar la sanción penal llegado el momento histórico y
político propicio para ello. Y con todo su manifiesto escepticismo y pragmatismo
asevera, hasta los países que han suscrito el convenio y han tipificado el
genocidio en sus propias leyes, si lo practican con comunidades internas o contra
sus compatriotas, y su ministerio público no acusa, ¿quien abre proceso y
pronuncia la pena? Ejemplificando expresa, los tiranuelos hispanoamericanos,
amigos de Estados Unidos, como Trujillo y Somoza, por citar a dos o tres a modo
de ejemplo, ¿no están cometiendo toda clase de tropelías contra los opositores,
que a veces alcanzan las proporciones de genocidio, sin que nadie levante la
mano de la justicia contra ellos? Por ello, con desaliento afirma, es fácil construir
en el papel un Derecho Internacional Penal, pero en el papel se queda.
Para Asúa, la función de los principios en el Derecho Penal, aunque sea
internacional, es escasa, interviniendo sólo en trance interpretativo. Y añade que,
La Corte de La Haya ha hecho parco uso de esta tercera fuente y, siempre,
acompañándola de cuantos antecedentes históricos pudo acumular.
Según Jiménez, además de faltarle al Derecho Internacional Penal una
verdadera organización supraestatal con características de permanencia, falta
otro elemento, la posibilidad de hacer efectiva la coacción que la ley internacional
conmine y que estos Tribunales impongan.
En suma, para Jiménez de Asúa Este examen del fundamento y de las fuentes
del llamado Derecho Internacional Penal, demuestra que hoy por hoy es utópica
esa rama jurídica de nuevo cuño, y a juzgar por lo que dicen sus defensores, no
es deseable que se cree con semejante orientación, en que se mira a la ley como

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fuente subalterna y se alzapriman otras fuentes, con las que el riesgo de
arbitrariedad es palmario.
Acaso la composición de un Código Penal Internacional, definidor y sancionador
de los más graves delitos, y de un Tribunal internacional penal que lo enjuicie,
diera el preciso contenido para que se creara robusta esa nueva dogmática
jurídica. Pero siempre faltaría el medio de aplicar la coacción, sin el cual resulta
ilusoria toda norma que pretenda inscribirse en la esfera del Derecho.
X. APRECIACION
En nuestra opinión, el término “derecho penal internacional” es una noción que
denota un equívoco, ya que el orden de los adjetivos (penal-internacional) estaría
aludiendo a un orden legal penal con trascendencia hacia lo internacional,
independiente si la potestad punitiva y sus límites fueran fijados dentro de las
fronteras de los Estados o por la comunidad internacional. En cambio, la
proposición “derecho internacional penal”, al asociar primeramente el adjetivo
“internacional” al sustantivo “derecho”, posee la ventaja de apoyarse en la
realidad misma de este orden jurídico, más aún si atendemos a un argumento
positivo, cual es el sistema de fuentes del derecho aplicable, regulado en el
artículo 21 del Estatuto de Roma, pues impone al juzgador un orden de prelación
del derecho a que debe ceñirse para el pronunciamiento de sus resoluciones, a
saber:
(a) las normas del Estatuto de Roma y el Protocolo de los Elementos de los
Crímenes y sus Reglas de Procedimiento y Prueba;
(b) las normas contenidas en tratados internacionales que versen sobre los
delitos internacionales, los principios y normas de derecho internacional, incluso
los principios establecidos del derecho internacional de los conflictos armados; y
(c) en su defecto, los principios generales que derive la Corte del derecho interno
de los sistemas jurídicos del mundo, incluido, cuando proceda, el derecho interno
de los Estados que normalmente ejercerían jurisdicción sobre el crimen, siempre
que tales principios de derecho interno no sean incompatibles con el Estatuto de
Roma, ni con el derecho internacional ni las normas y estándares
internacionalmente reconocidos.
En ese sentido no podemos sostener que el tratamiento sustantivo y procesal de
los delitos internacionales sea un mero remedo del derecho penal de los
Estados, trascendiendo a la sede internacional; más bien es la propia comunidad

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internacional la que se arroga el poder de tipificar conductas y sancionarlas de
acuerdo a su sistema de fuentes y de jurisdicciones.

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Capítulo 3 CUADRO DE DIFERENCIAS

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CAPITULO 4 CONCLUSIONES

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BIBLIOGRAFIA

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