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aller de etras N° 44:
Kurzen 115-127, 2009 Rubem Fonseca y su detective -abogado
issn 0716-0798
The distinguished writer, university professor, journalist and cinema critic Rubem
Fonseca tends to recreate not only forms coming from popular literature such as the
hard-boiled detective novel, but those coming from the political, social, existential
and erotic novel as well. In his long detective novels (El gran arte (1983), Bufo &
Spalanzani (1986) and Agosto (1990)) as well as in the shorter ones analyzed here
(Romance negro (1992), Y de este mundo prostituto y vano sólo quise un cigarro entre
mi mano (1997) and Mandrake, la Biblia y el bastón (2006)), Fonseca reveals himself
masterful in stressing the dark side of the human being and his institutions (eroticism,
hedonism, violence, corruption in all its forms), that is to say, a completely decayed
world without god, law and redemption. From the 90s onwards Fonseca consciously
incorporates metanarrative and intertextual aspects in his novels, reveals himself thus
as an author who is more and more postmodern who attempts to link in his literary
work both his desire to unmask the Brazilian reality as well as to reinvent it. In his
hybrid detective novels, the lawyer-detective Mandrake reveals himself as womanizer
and ethically ambiguous (in the tradition of the American detective Sam Spade) who
tends to fail in his search for the truth offering the reader different versions of what
has really happened.
Keywords: Brazilian Hard-Boiled Detective Novel, Rubem Fonseca, Detective
Novel, Mandrake, Search for Truth.
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2 Según Deonisio da Silva, durante el gobierno de E. Geisel, entre 1974 y 1978, se prohi-
bieron en Brasil “mais de 500 libros” (8), películas, piezas de teatro, etc.
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Aquí no hay redención y todo –desde las míseras favelas hasta los
lujosos departamentos donde se desarrollan orgías de alcohol, sexo
y drogas– exhala un hedor de depravación, de podredumbre irreme-
diable. La única cualidad que permite a algunos sobrevivir aquí es
el cinismo: nadie quiere cambiar este mundo abyecto, sino sacar el
mayor provecho de él. (1-2)
3 El apellido Winner, es decir, ganador en inglés, insinúa, probablemente, que la visión
imaginada de la realidad que elabora el escritor es la que, finalmente, se impone.
4 “das wahre Leben im falschen zu entdecken und ihm eine Stimme zu geben”.
5 “Im Leser Angst zu schüren ist Ziel und Aufgabe der Dichtung; zu diesem Zweck müssen
Autor und Leser aus der engen Realität ausbrechen in die Realität der Imagination; doch
diese bleibt immer zurückgebunden an die Wirklichkeit des Lebens: sei es, dass die Literatur
wahres Leben im flaschen erkennt, sei es, die letztendlich angsterfüllende Version, dass das
falsche Leben im auf den ersten Blick so wahren aufgedeckt wird”.
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Queda claro así que Fonseca proviene de la tradición negra del crimen lite-
rario a la manera de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. “El Mandrake
de A Grande Arte o Guedes de Bufo…, son prolongaciones de Philip Marlowe
de Chandler o el Sam Spade de Hammett” (Chaparro 4). Como es sabido,
el género policial negro disminuye los elementos del misterio y del análisis,
característicos del género policial clásico o de enigma, e introduce los de
la violencia, el sexo y la crítica social. Es bastante obvio que sobre todo la
vertiente negra le sirve a Rubem Fonseca para desenmascarar el mundo de
violencia desatada y sexo descontrolado bajo los veintiún años de dictadura
brasileña. Al igual que los escritores de Argentina, Chile, España, etc., también
los de Brasil vieron en la novela negra un género especialmente apto para
tematizar los crímenes cometidos bajo sus respectivos gobiernos militares.
Sin embargo, una vez que Fonseca mostró en sus grandes novelas negras de
los ochenta que el mundo y, ante todo, las grandes ciudades brasileñas son
un conglomerado de crímenes, en los noventa ya no necesita describirlo de
nuevo, sino que puede dedicarse en sus textos policiales más cortos como,
por ejemplo, Romance negro o Y de este mundo prostituto y vano solo quise
un cigarro entre mi mano, más a las preguntas metanarrativas por el cómo
de la descripción o del escribir mismo. “El crimen se convierte por eso en
el pretexto de iniciar una investigación sobre el enigma del escribir sobre
el crimen y los abismos de la naturaleza humana” (Pöppel 247)6. Según la
6 “Das Verbrechen wird dadurch zum Anlass, eine Untersuchung über das Enigma des
Schreibens über das Verbrechen und die Abgründe der menschlichen Natur in Gang zu
setzen”.
Sostener, como lo hace Hubert Pöppel, que el Fonseca de los noventa se acerca más al modelo
de la novela policial clásica inglesa porque las investigaciónes policiales parten de un mundo
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como “fascinante advogado, misto de detetive e policial” (Da Silva 56), antes de convertirse
en el protagonista de la novela El gran arte (1983). La figura legendaria de Mandrake es
tan interesante que HBO emitió una miniserie sobre este notable personaje.
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8 “Kaum eine Seite kommt ohne einen Hinweis auf dieses von Mandrake und Gustavo
Flavio geteilte Laster aus, wobei ihre Funktion als Phallussymbol so offensichtlich ist, dass
Fonseca sich sogar einen Exkurs zum zigarrenrauchenden Freud erlauben kann, quasi als
banale Erklärung”.
“[…] den Akt der Rezeption und Reflexion beim Schreiben, wobei die langen Blätter des
Tabaks, Metapher für die gelesene Literatur, gleichmässig und geduldig in Rauch überführt
werden müssen, solle sie ihre volle Wirkung entfalten”.
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Ante todo, rechaza la moral sexual católica conservadora que recibió del
padre Lepinski, quien, basándose en San Agustín, sostenía, por ejemplo, que
“’incluso en el matrimonio la relación sexual es pecaminosa’” y que la “mujer
llevaba al hombre al pecado”. Mandrake, sin embargo, como ya sabemos y
él reconoce, lleva en la sangre el gusto por las mujeres y ya como universi-
tario llega al extremo de mantener “alternativamente la cópula fornicatoria
con ocho mujeres” (El gran arte 67). En su posterior tiempo como abogado
criminalista suele tener una relación amorosa relativamente estable, algo así
como una pareja o conviviente actual, pero, además, siempre mantiene dos
o tres amantes, más las ex que de repente pueden aparecer en el horizonte
“[…], sondern als Anwalt, der Texte odnet und bisweilen interpretiert bzw. interpretierend
ordnet”.
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Sin embargo, al igual que en su última novela donde al final Mandrake espera
recibir a Karin en sus brazos, también aquí aparece Bebel en la última página
de la novela, es decir, el círculo vicioso de Mandrake rodeado de varias mu-
jeres sigue vigente.
Ahora bien, detrás de la buena dosis de humor con la cual Fonseca presenta
los enredos amorosos de su protagonista con las mujeres, se esconden, sin
embargo, serias inquietudes y convicciones de este escritor brasileño. En
primer lugar, al igual que ya Boccaccio en la Edad Media tardía considera
que el impulso sexual es prácticamente incontrolable. Por eso, los hombres,
según su alter ego Mandrake, “tenemos que comernos a todas las mujeres
que nos lo quieren dar, al menos una vez, una especie de deber moral” (…
bastón Swaine 126). Mandrake ve en cada mujer bella una epifanía que
lo atrae y sostiene que puede amar a varias mujeres al mismo tiempo, es
decir, no solamente tener sexo con ellas sino establecer una relación per-
sonal con ellas en forma paralela. “Y no eran excitaciones coup de foudre,
descargas eléctricas instantáneas, evanescentes, que apenas se impulsan
al sujeto a llevarse la hembra a la cama. Era amor” (…Biblia de Maguncia
65). Es consecuente, por tanto, que Mandrake “nunca h[a] estado casado”
(…bastón Swaine 167) y piensa que el matrimonio destruye el amor. Ante
todo, defiende el derecho de la mujer a gozar sexualmente y celebra que
las mujeres soberanas y liberadas de hoy
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buenas ganancias. Es decir, ambos asumen una postura ética algo ambigua
tanto respecto a la verdad como al dinero. Otras facetas de su conducta ética
muestran a Mandrake de forma más simpática. Curiosamente, a Mandrake
como mujeriego le cuesta sospechar de una bella mujer, razón por la cual a
veces no las investiga con la misma profundidad. Una clara excepción con-
siste en el duro interrogatorio al cual somete a la bella Karin, luego de que
su amigo policía Raúl le abrió los ojos.
Una actitud compasiva muestra también tanto con la ingenua Doña Neide,
que no le puede pagar por sus servicios legales y la que no le hace caso a
sus repetidas instrucciones que incluían varias mentiras, como con el enano
Carlos Waise, para el cual pide un trato respetuoso de parte de su amigo
policía por ser su cliente y porque no quiere que una persona tan perjudica-
da por la vida sufra violencia. Esta percibe a Mandrake en todas partes del
mundo y en todos los tiempos. Por eso, no sorprende que él mismo tome la
decisión de vengarse, instruirse en el arte del Percor (manejo del cuchillo) y
perseguir al boliviano Camilo Fuentes, que casi lo asesinó junto con Rafael,
para matarlo. Mandrake está firmemente decidido a no quedarse “sentado
en un sillón intentando olvidar, leyendo periódicos y pagando los impuestos
puntualmente. No pretendía olvidar, era bueno recordar y odiar” (El gran arte
106). Recién al final de la novela cambia de parecer y ya no quiere saber de
venganzas. En las siguientes novelas, sin embargo, Fonseca nos presenta un
Mandrake más reposado y menos proclive a la violencia, acercándolo, así,
más a los patrones conductuales de los detectives clásicos.
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Había que recalcar de esta cita que Mandrake se apodera del universo dis-
cursivo de la familia Lima Prado a través de la lectura. De esta forma, el
mundo se convierte, como en los cuentos de Jorge Luis Borges, en un libro
que, ante todo, debe ser leído y descifrado. Al mismo tiempo, la búsqueda
detectivesca consiste en una lectura lúcida y perspicaz que transforme al
lector en un crítico literario, lo que resalta también Ricardo Piglia (48). En
este sentido, Mandrake se parece, por ejemplo, al detective borgiano Erik
Lönnrot que, en el cuento “La muerte y la brújula”, intenta descifrar los crí-
menes a base de textos hebraicos. También en Y de este mundo…, Mandrake
insinúa ya en la primera página que la percepción del mundo se basa más
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Con estas dos novelas comparten los relatos policiales de Fonseca, además,
su carácter híbrido. En El gran arte, por ejemplo, se fusionan la novela
histórica con la novela policial y estamos ante una clara asimilación tanto
del género policial de enigma como negro, predominando, ante todo en la
primera parte de esta novela, lo último, dado que la lucha entre un detec-
tive urbano y una bandilla mafiosa es característica para muchas novelas
negras norteamericanas. La comparación con El halcón maltés, una novela
9 “dieAufmerksamkeit auf die Funktion des Erzählers und das Funktionieren der Erzählung
[zu richten], wobei sich Anzeiger für Wahrhaftigkeit und Authentizität ironisch die Hand
geben mit solchen, die systematischen Zweifel schüren. Auf diese Weise erfüllt diese meta-
narrativ geprägte erste Seite schliesslich die Funktion, die textuelle Vermittlung aller Daten,
Fakten und Indizien herauszustreichen, um dem Leser die Mittelbarkeit aller Erkenntnis
und gleichzeitig die artifizialität dieser Art des Schreibens –also des Kriminalromans– vor
Augen zu führen”.
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negra clásica de Dashiell Hammett de los años treinta del siglo pasado, es
casi inevitable.
Bibliografía
10 “a parody of detective fiction, a […] caricature of its excesses and unrealities”.
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