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I B E R O A M É R C I A
F aculta d de Ps ico lo gía
III cuatrimestre
P sico lo gía Educa tiva I
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
PROFESORA: GABRIELA ESPINOZA
Carolina Castillo
Marysia Esquivel
Introducción 1
Marco Teórico 3
Trastorno Disocial 6
Comportamientos Agresivos 10
Conclusión 22
Bibliografía 24
Tr a s t o r n o s d e l a C o n d u c t a UNIBE
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Introducción
Los cambios sociales ocurridos en las últimas décadas, han ido provocando una se-
rie de cambios y necesidades de adaptación por parte del ser humano para la convivencia
social. Sin embargo, estos cambios son complejos y se pueden considerar condiciones con-
trapuestas, que según Rojas, Espinoza y Ugalde (2004), han provocado la emergencia de
una serie de fenómenos como la violencia, el delito, la carencia de hogar, abusos de sus-
provocado una seria de problemas psicológicos que aunque ahora pueden ser tratados
con mayor éxito dados los resultados de las investigaciónes. Por lo tanto se pueden desar-
terés creciente para todas las personas involucradas en procesos educativos (padres, profe-
sores y psicólogos educativos, entre otros). Es por lo tanto, imperativo tener claro que se
y no mera indisciplina en el niño o adolescente. Se debe de buscar, no solo cumplir los cri-
terios clínicos específicos, si no que también sea un trastorno que tenga consecuencias en
todas las áreas de desempeño de la persona, así como un tiempo prolongado en el cual se
repiten las conductas. Además, se deben de descartar situaciones externas que pueden
cados a nivel de diganóstico y tratamiento, y muchas veces tienen prognosis poco optimis-
tas. Sin embargo, se puede considerar que la detección temprana de estas situaciones, asi
como los programas de prevención influyen de manera positiva en los resultados del
volucra todas las áreas en las que se desarrolla el niño, y además extenderse durante
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periódos prolongados. Es ideal involucrar técnicas de modificación de las conductas dis-
importante que haya una comunicación clara y consistente departe de estas tres áreas y se
conductas individuales para cada niño, y de esta manera mejorar sus habilidades sociales
miento de los niños y adolescentes, los cuales les va a permitir tener vidas más estables y
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Marco Teórico
Es bien sabido que los niños muchas veces se comportan de manera hostil, desobe-
diente y desafiante ante las figuras de autoridad, sin embargo no todos los niños que pre-
sentan estas conductas pueden ser diagnosticados con el trastorno negativista desafiante,
tienen o no implicaciones serias para el niño o en su relación con los demás. Por ejemplo,
Ortiz y otros definen este trastorno como “un patrón recurrente de conducta negativista,
tante observar que en su definición utilizan la palabra recurrente, lo cual quiere decir que
son conductas que se tienen que presentar con cierta frecuencia para ser considerado un
trastorno, pues de lo contrario todos los niños serían diagnosticados con este trastorno ya
que es normal que en uno u otros momentos, y sobre todo en ciertas etapas del desarrollo,
los niños tiendan a presentar estas conductas en cierto grado. El problema se encuentra
prolongado de tiempo. Por ejemplo, como se puede ver a continuación, uno de los criterios
del DSM-IV para diagnosticar este trastorno es que la conducta debe prolongarse lo
mínimo 6 meses. Antes de este tiempo todavía no puede considerarse como un trastorno.
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Nota: considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con más
frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo compara-
bles
comenta que estos niños además tienden a “utilizar lenguaje obsceno, son mentirosos e
sente la etapa de desarrollo que se encuentra atravesando y los cambios conductuales que
son comunes para esa etapa del desarrollo, pues puede ser que el comportamiento que el
niño esté presentando forme parte del proceso normal y no implique que tenga una prob-
sos autores sobre las edades más comunes en las cuales se presenta, pues para Sarason y
Por otro lado, Obrero comenta que “Este trastorno suele aparecer en el niño,
comenzando a los tres años como una manifestación de oposición y desafío, y manifestán-
dose claramente a partir de los 7 años” (2009: 87). Esta perspectiva es también compartida
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Respecto a la comorbilidad de este trastorno, la mayor parte de los autores comen-
tan que los niños que desarrollan un trastorno negativista desafiante son más propensos a
edad adulta, de manera que se consideran como un continuo “en cuanto a la intensidad,
que va desde la normalidad hasta los trastornos disociales” (Diaz; 2009: 12).
Además, se ha visto que he este trastorno suele estar asociado en muchos casos al
Déficit de atención e hiperactividad. Al respecto Ortiz comenta que “Entre 30 y 50% de los
pacientes con TDAH tienen TOD. Hasta 60% de los sujetos con TDAH pueden presentar
decir, existen una serie de factores ambientales, familiares e individuales que convergen
dando paso a que se desarrolle. Por ejemplo, Sarason y Sarason (2006) comentan que es
más probable que se desarrolle en niños cuyos padres tienen un trastorno negativista
cias.
porque los padres son muy rígidos o muy despreocupados; porque los padres no se in-
volucran activamente en la disciplina del niño; porque no ayudan a los niños a socializar o
pobres habilidades para relacionarse con los demás, dificultades para solucionar proble-
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de riesgo para la salud como consumo de drogas o alcohol, vivir en la zona urbana, entre
otros aspectos.
Trastorno Disocial
tivista desafiante, pues este primero tiene consecuencias más serias tanto para el niño
normas de la sociedad y (…) falta de respeto por los derechos de los demás” (2006:491).
negativista desafiante el niño aún se percata de los derechos de los demás, mientras que en
el disocial el niño no los toma en consideración. Como consecuencia, son niños que mues-
tran tener menor empatía, se preocupan poco por las consecuencias que van a tener sus
Rigau también comparte esta conceptualización del trastorno, pues lo define como
“un patrón repetitivo y persistente de conducta que comporta la violación de los derechos
básicos de los demás, de las normas sociales o de las leyes” (2006: 83). Estos comporta-
mientos disruptivos se basan en conductas agresivas que amenazan o dañan a las demás
Además, de acuerdo con Obrero (2009), muchas de las conductas disruptivas de es-
tos niños de deben a que interpretan de manera errónea los actos de los demás
Para que pueda realizarse un diagnóstico de este trastorno, las conductas de este
tipo deben mantenerse durante un periodo prolongado de tiempo. Por ejemplo, en el DSM
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Criterios diagnósticos del trastorno disocial según el DSM IV:
1. Tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las características criterio de tras-
torno disocial antes de los 10 años de edad
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2. Tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característica criterio de trastorno di-
social antes de los 10 años de edad.
Especificar la gravedad:
– Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para esta-
blecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento sólo causan daños mínimos a
otros
– Moderado: el número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras personas
son intermedios entre "leves" y "graves"
– Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los requeridos para establecer el
diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a otros
(DSM-IV-TR, 2002)
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En cuanto a la prevalencia del trastorno, de acuerdo con Sarason y Sarason (2006),
En relación a las edades de mayor incidencia, estas dependen del sexo, pues las ni-
ñas presentan un pico en la conducta alrededor de los 15 años, mientras que los hombres
lo presentan alrededor de los 10 años. Además, es más frecuente entre los niños que en las
niñas.
sentan conductas de este tipo y calzan con los criterios del DSM IV tienen un gran riesgo
de padecer una conducta antisocial y de padecer abuso de sustancias. Además, entre más
atención e hiperactividad; con los trastornos de ansiedad; con los trastornos del estado de
Al igual que con el trastorno negativista desafiante, existen varios factores ambien-
tales, personales y familiares que facilitan el desarrollo de este trastorno. En cuanto a los
factores de riesgo familiares se encuentra que son más factibles en familias en las que los
padres tienen algún trastorno psiquiátrico, estilos poco adecuados de crianza, desintegra-
una disfunción del lóbulo frontal que dificulta tareas como evitar riesgos o aprender de las
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Trastorno de la Conducta No Especificado
plen los criterios para el diagnóstico. Por ejemplo, cuando no cumple un número
Comportamientos Agresivos
puede expresar de diferentes maneras, como la física directa (morder, pegar), física indi-
agresión y la edad del niño. Graciano (2001), define una serie de factores que van a provo-
•a) Frustración: El niño puede transformar su exigencia ante la frustración con con-
ductas agresivas: gritar, pelear, patadas.. La infancia es una etapa larga y de grandes
frustraciones.
amenazada este puede reaccionar con violencia y agresividad. El niño que se siente
agresivo.
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• c) La disciplina dura innecesaria e inconsistente también puede generar en el niño
reacciones agresivas. Los niños incitan las conductas que los mayores tienen con
ellos.
•d) La sobreprotección: los padres que impiden que un niño se desarrolle con
despótica con aquellos que le protegen en cambio suelen ser inseguros y temerosos
en el entorno social.
cando entre ellos las decisiones que tienen en la educación de los hijos esto genera
• h) El rechazo afectivo: los padres inmaduros pueden tener una acusada incapaci-
dad para querer y dar al niño el afecto y la seguridad que necesita convirtiendo al
niño en agresivo.
hiperactivos, inquietos y agresivos. Los niños enfermos son más propensos a sen-
tirse frustrados irritables y agresivos más que aquellos que gozan de buena salud.
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Evaluación de los trastornos de la conducta
En primer lugar, para realizar una evaluación adecuada de estos trastornos debe
llevarse a cabo una entrevista clínica con el niño, los padres y los maestros.
De acuerdo con Ortíz (2008), debe observase el comportamiento del niño con sus
rapport con estos niños, de manera que hay que utilizar un modelo de entrevista adecuado
para esas situaciones. Javaloyes y Redondo recomiendan que la entrevista incluya pregun-
tas que puedan recabar información acerca del “uso de sustancias tóxicas y evaluar la ca-
pues como se vio anteriormente puede haber un trastorno comorbido como la depresión y
deben evaluarse las relaciones que mantiene el niño con su grupo de pares.
La entrevista debe incluir datos acerca del desarrollo del niño. Es decir, se debe
evaluar su comportamiento en las etapas anteriores para ver si existe un cambio significa-
tivo en ellas o su duración, así como la posibilidad de que exista abuso de algún tipo.
En cuanto a la entrevista a sus padres, esta debe estar dirigida a conocer los estilos
Por último, a los maestros se les debe preguntar sobre el comportamiento del niño
puede ser necesario realizar una evaluación para determinar si existen problemas de
aprendizaje.
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También resulta conveniente tener información de tipo médico para descartar que
Existen una serie de escalas que pueden ser aplicadas al niño, a sus padres o a sus
maestros con el objetivo de apoyar y fundamentar el diagnóstico, pues muchas veces este
pueda ser completamente fiable y objetiva. Algunas de ellas son: CONERS, STRENGHT
También otro ejemplo lo da Puerta (2004) quien construyó una escala utilizando el
disocial. Esta escala se elaboró utilizando una calificación discreta de 0 a 3 que va desde
Su escala fue probada demostrando que tiene una “alta consistencia interna y, por
tanto, puede utilizarse para estudios demográficos sobre la salud mental o como apoyo
Otro ejemplo es el BASC (Behavior assesment system for children), que es una es-
cala multidimensional que se utiliza para medir varios aspectos de la conducta y de la per-
pero también puede detectar aspectos positivos que puede tomarse en consideración en el
tratamiento.
Además, tiene versiones para diferentes grupos de edad, ya sea para preescolar en-
tre 4 y 5 años, escolares entre los 6 y los años, y adolescentes entre los 12 y los 18 años.
También, hay escalas para aplicar con los padres y los maestros. (Ver anexo 2).
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Tratamientos para los trastornos de la conducta
Existen tratamientos para estos trastornos desde diferentes enfoques, por lo que a
ideal es corregir aquellos aspectos que pueden intervenir como factores de riesgo de
manera que el trastorno como tal no llegue a desarrollarse. Es decir, la idea es dirigirse al
manejo de aquellos aspectos que pueden incidir en el desarrollo futuro de uno de estos
trastornos con el propósito de evitarlo. Para ello la atención primaria debe ir dirigida a la
A nivel familiar los autores recomiendan: ayudar a los padres a modificar el estilo
lar un vínculo afectivo padre-hijo durante el primer año; remitir a la pareja a terapia si es
dad de abuso.
aprendizaje o retraso mental; ayudar a los padres a que aprendan a potenciar las habili-
dades del niño; detectar de forma temprana otras trastornos o padecimientos mentales.
var que el niño forme parte de un grupo no conflictivo, con actividades positivas; in-
volucrar al centro educativo para que presten especial atención al progreso académico del
Obrero (2009) también propone algunas medidas o intervenciones que pueden ser
son:
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•Escuela para padres: esto consiste en enseñar a los padres el manejo de límites con
sus hijos basado en el mejor estilo de crianza, comunicación asertiva, premios, cas-
tigos, entre otras cosas. El objetivo es que los padres puedan disciplinar a los niños
de la manera más adecuada, así como fortalecer el vínculo entre ellos, la comunica-
psicoeducativos con una ambientación ecológica” (2009: 91). Este tipo de terapia
trabaja tanto con el niño, como con la familia y el entorno, por consiguiente, los pa-
•Las intervenciones pueden ser diarias o tres veces por semana durante unos tres o
reducir las disruptivas por medios de los juegos, la música, deportes y demás. Se
pretende que el niño pueda canalizar sus energías en el desarrollo de estas otras ac-
bilidades sociales.
•Terapia de grupo: estas se realizan al interior de las escuela con los compañeros,
pues estos pueden contribuir a que el niño mejore sus habilidades de socialización.
sin embargo, se ha visto que algunos fármacos junto con la terapia dan mejor resul-
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La perspectiva conductista parte de que estos trastornos se desarrollan gracias a un
mal manejo disciplinario por parte de los padres. Como consecuencia, “el niño ha apren-
dido que la conducta oposicionista es eficaz para manipular a los adultos con el fin de que
recapitulen ante sus deseos” (2006:84). La terapia, por lo tanto, está dirigida al trabajo con
por Barkley, el cual se utiliza principalmente para el trastorno negativista desafiante. Este
programa está desarrollado en 8 pasos, cada uno a intervalos de una semana, los cuales
están pensados para que el niño deba aplicar determinados principios los cuales irán
La modificación del comportamiento del niño se realiza por medio de: una lista de
conductas que el niño debe llevar a cabo, premios y castigos, y un sistema de fichas.
Las perspectivas cognitivas, por otro lado, parten de que las conductas disruptivas
(2006:85) o la dificultad para llevarlas a cabo cuando es necesario. Es decir, sus dificultades
cognitivas son las que provocan las dificultades en su conducta, por lo que esta terapia
esta dirigida a estimular las áreas cognitivas que estén implicadas y así modificar su con-
ducta.
que la conducta del niño no es intencional y a raíz de esto puede ser más fácil el identificar
Además, según este modelo “el resultado de la conducta depende del grado de
compatibilidad entre las características del niño y las del adulto” (2006:85), de manera que
el adulto, pues las conductas del niño van a ser valoradas negativamente por el padre gen-
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A raíz de esto, el primero objetivo de la terapia consiste en identificar y resolver
aquellos puntos en los cuales hay una incompatibilidad. Para ello es necesario conocer cu-
ales son las situaciones en las cuales el niño presenta las conductas negativistas, pues ahí
se encuentra la clave acerca de cuales son las funciones cognitivas de las que carece. Como
lo explican Rigau y otros: “La conducta explosiva se da cuando las demandas cognitivas
superan las capacidades del niño para responder de forma adaptativa” (2006:86).
Una vez que se han identificado todas las conductas y los momentos en los cuales
A- Incluye aquellas conductas que implican un riesgo de hacerse daño o hacer daño
B- Conductas que no generan riesgo pero que causan grandes problemas a nivel
familiar.
momentos.
Las conductas de la categoría B son las que dan paso a que se un mayor cambio,
pues ahí es cuando el niño pueden aprender a controlar su conducta y sus emociones.
y darle la oportunidad al niño para que juntos encuentren una solución aceptable en la
cual ambos deberán ceder. Esto permite que el niño tome responsabilidad de sus actos y
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que sienta que se le toma en consideración, al mismo tiempo que se le estimula su capaci-
dad para tomar decisiones, para reflexionar sobre sus actos, entre otras cosas.
En el aula:
Dado que gran parte del tiempo del día del niño o adolescente transcurre durante
desde el ámbito educativo. Javaloyes y Redondo (2005), especifican que una vez identifi-
cuentra que en casos de delincuencia juvenil, frecuentemente producto del mal manejo de
trastornos de la conducta, hay una tendencia preocupante hacia una reducción en las ma-
triculas escolares. Esto puede ser determinado por factores como poco apoyo de pares, ma-
lo tanto, se le debe de poner un cuidado especial a estas áreas para evitar la deserción es-
Bragado, Bersabé y Carrasco (1999), definen una serie de factores de riesgo para los
trastornos de conducta que pueden ser interferidos desde el área educativa. Bajos niveles
tanto, puede ser buena estrategia preventiva evitando este tipo de situaciones, dandoles el
apoyo académico necesario. Si esta situación llegara a ocurrir, seria importante hacer un
acompañamiento y una supervisión cercana de las actitudes del niño y trabajar con este las
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De acuerdo con Obrero (2009), es importante eliminar o disminuir las situaciones
aprenda a controlar sus emociones de ira o enojo, por ejemplo, enseñarle a darse un
tiempo cuando sienta que no va a poder manejar una situación de la mejor manera en ese
momento o enseñarle técnicas de relajación para que pueda manejar y disminuir su estrés.
También, se debe recompensar al niño por sus actos positivos, como cuando
demuestra flexibilidad o cooperación con sus compañeros. Otro aspecto es que se deben
establecer prioridades para que el niño sepa que se espera que haga y así evitar enfrenta-
mientos, y establecer límites claros junto con las consecuencias que se aplicarían en el caso
Graciano, (2001), propone una serie de alternativas para controlar conductas agresi-
vas en los niños y adolescentes dentro del aula. Primero, se deben de reconocer las causas
específicas que provocan las conductas agresivas, para luego eliminar los factores desen-
cadenantes o enseñarle al niño como manejar esas situaciones específicas. Es muy impor-
tante, que en el momento en que el niño se ponga agresivo, se le haga un time out o
tiempo fuera, en el cual se aisla al niño para que esta agresividad no lastime a nadie mas, y
los alumnos más tranquilos para que por medio de imitación se logre la conducta más
que los programas de tratamiento educativos que se implementan en niños antes de los
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ocho años permite hacerlos más resistentes a la emisión de conductas antisociales, y de lo
Además, hay otros factores que deben de ser controlados y modificados para evitar
tades para extinguir las conductas son: variables motivacionales ( ruido ambiental en las
de los establecimientos), bajo apoyo del staff directivo para establecer una disciplina clara
castigos administrados por las conductas). Estas carencias y confusiones deben de ser evi-
tadas, puesto que la educación escolar es importante para la preparación laboral futura y
nes que se pueden y deben hacer con niños con conductas perturbadoras dentro del ám-
bito escolar. En general, debe de existir un apoyo conductual positivo para toda la escuela.
Esta va a tener un impacto significativo sobre los patrones de conducta del niño, y por lo
tanto se deben de implementar programas que ofrecen apoyo conductual positivo para
académicos exitosos para todos los estudiantes. Van a estar compuestos por consecuencias
claras y consistentes para las conductas inapropiadas, contingencias positivas para con-
Dentro del aula, se propone que se debe de luchar porque exista un ambiente de
procedimientos claros. La conducta del niño debe de estar siempre supervisada, para de
esta manera poder recompensar las conductas prosociales y responder de manera consis-
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tence a conductas problemáticas y determinar cuando y porque el niño incurre en compor-
tamientos agresivos para poder prevenir y manejar estas situaciones más adecuadamente.
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Conclusión
identificación y por lo tanto tratamientos adecuados para estas poblaciónes. Además, una
vez identificados, son trastornos que ofrecen cierta dificultan en el manejo, características
tienen altos costos y requieren de mucho esfuerzo de todas las partes involucradas en la
Se logra identificar que, los trastornos representan oposiciones fuertes a los intentos
de modificar y corregir estas conductas, y por lo tanto se puede considerar que los pro-
gramas más efectivos van a ser los de prevención a nivel global. Se les debe de enseñar a
los padres como poner límites claros y consistentes, y hacerlo de la misma manera en las
escuelas, para evitar la aparición de estos trastornos. Estas intervenciones tempranas van a
facilitar la recepción de límites y reglas, así como la aceptación de las consecuencias nega-
Además, esta claro que para minimizar los efectos sociales que pueden tener estos
individuos más adelante en sus vidas, como el desempleo y pobreza que los pueden llevar
a incurrir en actos delictivos, es imperativo ayudarles con los procesos educativos. Si bien
prevenir con las atenciones necesarias que van a requerir de manera individual, tal como
los problemas de aprendizaje específicos y el énfasis que se debe de tener con respecto a
miento por parte de los padres, brindandoles herramientas y programas que les ayuden a
manejar las situaciones dificiles que van a enfrentar a partir de la aparición de estos tras-
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UNIBE
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tornos. En muchos casos, estos pueden ser eventos disparadores para las conductas agre-
sivas y desadaptadas que van a presentar los niños, y que probablemente los padres no
procesos terapéuticos, a las habilidades sociales y el control y manejo del enojo y estrés. Si
miento de los factores desencadenantes por parte de los niños y adolescentes puede ser
clave para el mejor desempeño. Deben de aprender, que aunque no pueden cambiar las
situaciones a las que se enfrentan y los problemas que van a tener, hay maneras adecuadas
como lo son los trastornos de la conducta, son lo que permite a profesionales y profesion-
mejor a padres y profesionales en educación para darles a estos niños y adolescentes mejo-
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Bibliografía
Bragado, C., Bersabé, R., Carrasco, I. (1999) “Factores de Riesgo para los Trastornos Con-
ductuales, de ansiedad, Depresivosy de Eliminación en niños y adolescentes” Revista Psi-
cothema, Vol 11, N˚4. (pag. 939-956)
Díaz, M.A. y otros (2009) “Tratamiento de los problemas de la conducta mediante un pro-
grama protocolizado de escuela de padres”. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y
del Adolescente. N° 8, Vol. 1, pag. 12-20.
Obrero, O. (2009). “Los trastornos disóciales en el aula”. Revista Digital Enfoques Educati-
vos. N° 37.
URL: http://www.enfoqueseducativos.es/enfoques/enfoques_37.pdf#page=86
Tr a s t o r n o s d e l a C o n d u c t a
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Revisado: 28 de marzo Hora: 5:25 pm.
Rigau, E. y otros. (2006). “Tratamiento del trastorno por oposición desafiante”. Revista de
Neurología. N° 42 (supl. 2) pag. S83-S88.
Rojas, P., Espinoza, M., Ugalde, F. (2004) “Intervenciones Piscológicas basdas en la Eviden-
cia para la Prevención de la Delincuencia Juvenil. Un programa de Habilidades Sociales en
Ambientes Educativos.” Revista Terapia Psicológica, vol 22. N˚001. pag 83-91. Santiago,
Chile.
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Anexo 1- Cuestionario Basado del DSM-IV para el diagnós-
tico del trastorno disocial
8.¿Utiliza armas u objetos que puedan hacer daño a otros (bates, cuchillos, etc.)? N
AV F S
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ANEXO 2-BASC, escalas evaluativas de los padres (6-11
años).
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34. Le pega a otros(as) niños(as) NVFS
35. Tiene problemas de los ojos NVFS
37. Se burla y fastidia a los demás NVFS
38. Se preocupa de lo que piensan los padres NVFS
39. Olvida las cosas NVFS
40. Repite continuamente una actividad NVFS
41. Usa lenguaje vulgar y grosero NVFS
42. Dice: ‘nadie me comprende’ NVFS
43. Necesita demasiada supervisión NVFS
44. Inicia actividades por sí mismo(a) NVFS
45. Tiene sentido del humor NVFS
46. Se queja de dolores NVFS
47. Evita competir con otros(as) niños(as) NVFS
48. Se altera cuando se cambian planes NVFS
49. Discute con los padres NVFS
50. Dice: ‘los exámenes me ponen nervioso’ NVFS
51. Se distrae fácilmente NVFS
52. Toca constantemente las cosas, tales como sus propios cabellos, NVFS
uñas o ropa
53. No le importan los sentimientos de los demás NVFS
54. Se frustra fácilmente NVFS
55. Es inquieto(a) cuando ve una película NVFS
56. Tiene muchas ideas NVFS
57. Se ofrece a ayudar a los demás NVFS
58. Vomita NVFS
59. Es tímido(a) con otros niños(as) NVFS
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