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GUÍA DE CONTENIDOS 7° BASICO, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES; PREHISTORIA Y HOMINIZACIÓN.

Para entender la historia del ser humano sobre la Tierra, es necesario considerar una perspectiva evolutiva, ya que
no siempre la Tierra fue igual a como la conocemos, ni los seres humanos habitaron en el planeta desde que
este se formó. Las plantas y los animales que había hace millones de años no son tal como las conocemos
hoy, muchas especies han desaparecido, así como se han desarrollado otras, enfrentando la necesidad de
adaptarse al medio para seguir sobreviviendo. De esta manera, desde la formación del oxígeno y, con ello de los
primeros seres vivos unicelulares,pasando luego a los seres multicelulares, como los anfibios, los reptiles y los
mamíferos, hasta la aparición y el desarrollo del ser humano, la gran constante han sido los cambios.
La Tierra se formó hace unos cinco mil millones de años, y el ser humano solo apareció hace unos 5 millones de
años. Gran parte del pasado de la Tierra, por lo tanto, transcurrió sin presencia humana; sin embargo,
remontarse a 5 millones de años, o incluso a un millón de años, nos resulta muy lejano y distante. A pesar de esta
dificultad, cobra sentido intentar conocer cómo fueron los orígenes de nuestros primeros antepasados al
comprender que mucho de lo que ellos lograron en millones de años, aún hoy forma parte de la especie humana. En
el estudio del pasado de la Tierra se distingue el tiempo geológico del tiempo histórico, siendo la aparición del ser
humano lo que los diferencia.

Prehistoria o Paleohistoria

Tradicionalmente se llamó Prehistoria al período de evolución del ser humano hasta la invención de
la escritura, donde habría comenzado “la Historia”. Esta visión fue superada hace bastante tiempo, basándose en la
idea de que todo lo realizado por el ser humano a lo largo del tiempo es histórico, más allá de los vestigios que haya
dejado para la posteridad. Es por eso que actualmente se evita la denominación de Prehistoria, y se prefiere hablar
de Paleohistoria –“historia antigua”– o directamente se nombra el período del que se quiere hablar: Neolítico,
Paleolítico.
La Paleohistoria es el largo período de la historia de la humanidad que antecedió a la invención de la escritura;
comenzó alrededor de cinco millones de años atrás con la aparición del primer homínido y llegó a su fin
alrededor del año 3200 a.C., fecha del primer registro escrito de la civilización de Sumer en Mesopotamia. La
evolución biológica y cultural de los seres humanos cubre gran parte de la Prehistoria.

Configuración de la especie humana: proceso de hominización

Durante el Paleolítico o Edad de Piedra el planeta sufrió grandes cambios, especialmente climáticos, ya que se
sucedían períodos de glaciaciones o avance de los hielos, que afectaban la proliferación, concentración y
distribución de la flora y fauna por todo el planeta. La última glaciación comenzó hace unos 80.000 años y
terminó hace unos 10.000. En el Paleolítico se desarrolló uno de los procesos más largos y fundamentales de
nuestro pasado: la hominización, que es el conjunto de cambios biológicos, físicos y culturales que, en el transcurso
de millones de años de evolución, permitió configurar los rasgos de la especie humana.
Durante este largo proceso los humanos fueron adquiriendo la marcha bípeda y la postura erecta, lo que les permitía
tener las manos libres para transportar a sus hijos o llevar objetos; aumentó su
campo visual; su capacidad craneana, que pasó a contener un cerebro más grande y complejo; modificó la forma
de la mano hasta conseguir un dedo pulgar oponible al resto de los dedos, permitiendo trabajos más minuciosos
con las manos. Logró distinguirse de otras especies animales al transformar la naturaleza, modificando así el
entorno y la realidad. Construyó las primeras herramientas de piedra tallada y hueso, dominó el fuego,
desarrolló las creencias religiosas, las expresiones artísticas, el lenguaje, dando cuenta de capacidades que, hasta
el día de hoy, son atributos exclusivos de los seres humanos.
Junto con los cambios biológicos y físicos, se originó la cultura, entendida como todas las expresiones y creaciones
del ser humano, que se manifiestan en múltiples planos: lo material, las emociones, las creencias, las formas de
representar y entender el mundo, los modos de vida, las maneras de relacionarse y de organizarse.
La especie humana es relativamente moderna, si se considera que los primeros seres vivos de la Tierra aparecieron
hace unos 3.500 millones de años, mientras que el primer ancestro humano se remonta a unos cinco millones de
años. Los homínidos son aquellas especies muy semejantes al ser humano, anteriores en su evolución al hombre
actual. Se han identificado distintos tipos de homínidos con rasgos propios. Si bien se originaron en distintos
momentos del Paleolítico, se cree que en muchos casos estas especies coexistieron en el tiempo durante muchos
años.
Los australopitecos: surgieron y vivieron en África durante más de
dos millones de años. De ellos se han encontrado muchos fósiles
que demuestran que fueron los primeros primates en adoptar la
posición bípeda y perder los incisivos simiescos, lo que ha sido
interpretado como una señal de mayor colaboración dentro del
grupo. Tenían una dieta rica en proteínas (insectos, raíces,
tubérculos y carne). Eran carroñeros. Pesaban entre 27 y 49 kilos
y median entre 1,10 a 1,50 metros. Sus brazos largos y dedos
curvos, su cuello corto y la forma de sus hombros, les permitían la
vida en los árboles.

Homo habilis: definido como el primer miembro del


género homo, ya que junto a sus restos óseos se
encontraban las herramientas de piedra más antiguas
conocidas. El tamaño de su cerebro (590-690cc) era
mayor que el de los australopitecos, dado la mayor
nutrición que consiguió por el uso de herramientas.
Tenían una frente más ancha que el Australopitecos,
dientes menos fuertes, constitución más débil. Vivían en
núcleo familiar y eran capaces de fabricar herramientas
de piedra para desgarrar algún animal o raspar pieles.
Homo Erectus: medían hasta 1,7 metros de altura. La capacidad
craneana era de 800 a 1250 cc. Fue el primer miembro de la
familia homo que se aventuró fuera de África, legando hasta Asia
y Europa. Su estructura ósea era muy parecida a la nuestra y
diferente a la de los australopitecos. Su cuerpo lo capacitó para
recorrer grandes distancias más rápido y con menos pérdida
energética que los animales de la sabana. Simultáneamente los
cambios esqueléticos (fortalecimiento del tendón de Aquiles,
formación del arco longitudinal del pie, etc.), desarrollo varias
formas de pérdida de calor: gran aumento en la cantidad de
glándulas sudoríparas y pérdida de cabello corporal, entre otras.
Todo esto lo facultó para correr grandes distancias en búsqueda
de alimento (carne). El erectus seguía siendo principalmente
carroñero, pero ya dominaba el fuego y, hace 500.000 años
atrás, comenzó a cazar.

Homo neanderthalis: considerado una especie distinta al Homo


sapiens, vivieron desde hace e250.000 años hasta hace 30.000
años. Habitaron en Asia y Europa durante un período en que
bajaron las temperaturas en el planeta, lo que se conoce como una
“glaciación” (1000.00 a 10.000 años atrás). En el clima hostil, los
neanderthalis fabricaban herramientas, usaban el fuego, se vestían
con pieles y cazaban grandes animales. En la actualidad, se ha
descartado que el neanderthalis tuviese facultades que
posteriormente desarrolló el Homo sapiens sapiens, tales como el
lenguaje, el pensamiento simbólico (que les permitiera desarrollar
el arte) y el entierro de sus muertos.

Homo sapiens sapiens: contemporáneos de los


neanderthalensis durante un período, habitaron la tierra
desde hace unos 200.000 años y permanecen hasta hoy
constituyendo nuestra especie. Era un cazador
especializada y se adaptó con gran éxito al
medioambiente. A todas las características y cambios
corporales experimentados por sus antepasados, hay
que agregar que el homo sapiens sapiens tenía una
capacidad craneana, que los científicos han situado
entre 1350 y 1600 cc.
África fue la cuna de la humanidad; allí se han encontrado los restos de Australopitecus y del Homo habilis. El
Homo erectus, que ya dominaba el fuego y tenía herramientas más complejas, se desplazó a otros continentes
como Europa y Asia. América y Australia fueron colonizadas por el Homo sapiens sapiens. La población creció
lentamente; se estima que, desde su aparición hasta hace unos 10.000 años, la población de la Tierra eran solo unos
ocho millones de habitantes.

El Paleolítico: la cultura de la piedra tallada

Paleolítico es una palabra que se compone de dos términos: “paleo”, que significa “antiguo”, y “lítico” que viene
del griego lithos que quiere decir “piedra”, es decir “piedra antigua”. Su nombre se debe a la gran cantidad de
utensilios fabricados con piedras que se han encontrado en excavaciones y corresponde al período que va desde la
aparición de las primeras herramientas de piedra, hace aproximadamente 2,5 millones de años, hasta el
desarrollo de la agricultura por parte del Homo sapiens sapiens.
Durante el Paleolítico los humanos vivían en bandas y clanes, es decir, grupos de familias de entre 25 y 100
personas. Las bandas estaban formadas por parientes sanguíneos, mientras que los clanes correspondían a
parientes culturales, es decir, grupos que inventaban un antepasado común. Bandas y clanes no se quedaban en un
solo lugar, sino que se trasladaban para ir recogiendo restos de animales muertos, recolectando vegetales o
cazando, es decir, eran nómadas. En ese momento, las labores cotidianas comenzaron a dividirse según el
sexo y la edad. Así, por ejemplo, los hombres salían del campamento en búsqueda de presas (carne), mientras
mujeres, niños y ancianos practicaban la recolección.
En el período Paleolítico fue clave el manejo del fuego (por el Homo erectus) y el desarrollo de técnicas para
producirlo y conservarlo. El fuego permitía calentar el ambiente, por lo que estaba al centro del espacio de
reunión de clanes y bandas. También servía para la caza, cuando esta comenzó a ser más común, hace unos
500.000 años. Los cazadores preparaban emboscadas a sus presas, encendían fuego para ahuyentarlas y las
perseguían, llevándolas directamente a lugares donde fuese más fácil atraparlas, como los pantanos o barrancos.
Después de cada caza exitosa, ocupaban no solo la carne para alimentarse, sino también las pieles para vestirse
y cubrir las tiendas, los dientes y colmillos de los animales se usaban para confeccionar adornos o, en el caso de
los grandes colmillos de los mamuts, para la construcción de chozas. Fabricaban cuchillos y bifaces para cortar la
carne y las pieles, raspadores para curtir las pieles y hacer vestidos, agujas para coser y arpones para pescar.
Durante esta etapa, el hecho más significativo fue el surgimiento de un comportamiento cooperativo en las
actividades de caza, la elaboración de utensilios y un lenguaje rudimentario. Las últimas etapas del Paleolítico se
asocian a la aparición de la especie Homo sapiens, que logró perfeccionar las técnicas para trabajar la piedra,
desarrollar la capacidad creativa, el pensamiento y la comunicación simbólica.
La evolución biológica y el desarrollo cultural desde los primeros homínidos hasta la configuración del ser humano
moderno (Homo sapiens sapiens), se caracterizó por la interacción con el medio natural a través de grandes saltos
cualitativos. Uno de los hechos más significativos de este proceso evolutivo fue la expansión y poblamiento del
planeta por el hombre moderno, así como su capacidad de adaptación a distintos climas. Las glaciaciones y la
necesidad de procurarse el alimento obligaron a las bandas de cazadores a desplazarse hacia tierras lejanas; fue así
como el planeta se fue poblando lentamente y hace unos diez mil años, llegaron grupos nómadas desde Asia a
América, principalmente a través de la ruta de Beringia.
Los hombres y las mujeres del Paleolítico tenían la creencia en el más allá, que se manifestaba en los ritos
funerarios. Los entierros de los muertos iban acompañados de ofrendas, como flores, instrumentos de piedra o
hueso, collares de concha de caracoles, almohadas de piedra, aplicaciones de pintura roja sobre el cuerpo, y
pequeñas figurillas de piedra y arcilla. También creían en fuerzas sobrenaturales que les ayudaban en la caza,
protegían a los niños o hacían que las mujeres tuvieran
más hijos. Para que esas divinidades les fuesen favorables crearon santuarios los lugares más profundos de las
cuevas, en los que celebraban ritos y presentaban ofrendas.
Las paredes de las cuevas eran decoradas con dibujos, de este modo las pinturas rupestres pintadas en roca
han permitido conocer aspectos de la vida en esta época. Se pintaban motivos rituales destinados a favorecer la
caza, la pesca y la fertilidad. Los materiales que se utilizaban para pintar eran elaborados con polvo de carbón de la
hoguera y de otros minerales y tinturas vegetales. Los aplicaban directamente sobre la roca mezclados con grasa
animal, sangre o resina, utilizando las manos o pinceles hechos con pelos de algún animal.
Se cree que los encargados de pintar eran los hechiceros o chamanes, quienes, se suponía que se comunicaban con
el mundo de los espíritus. Se pintaban animales que les servían de alimento, en muchos casos, atravesados con
flechas y sangrando. Otras veces, pintaban manos humanas superpuestas, reflejando un notable sentido artístico. Las
pinturas rupestres más famosas son las de la cueva de Altamira, en España, y las de la cueva de Lascaux, en Francia.
En algunos yacimientos de finales de este período se han encontrado estatuillas femeninas talladas en piedra,
marfil o hueso. En ellas se exageraba el volumen de las partes del cuerpo relacionadas con la maternidad:
pechos, caderas, vientre. Se les conoce como las “Venus prehistóricas” y se supone que estaban relacionadas con la
fertilidad. Las esculturas y los grabados se encontraban generalmente a la entrada de la cueva, mientras que los
grandes murales pintados se hacían en la parte más oscura y profunda.

La revolución del Neolítico

Al igual que Paleolítico, Neolítico es una palabra compuesta de dos términos: “neo”, que significa “nuevo”, y “lítico”,
“piedra”. Este nombre da cuenta de una etapa de la cultura humana donde las herramientas de piedra se
perfeccionaron y presentaron una estructura pulimentada. Sin embargo, esta nueva piedra no es la única ni la más
importante característica del Neolítico.
Durante el Neolítico, que comenzó hace unos 12.000 años, tras el fin de la última glaciación, el ser humano desarrolló
trascendentales avances en el dominio de un entorno que se volvía más cálido. El cambio más importante ocurrido
fue el descubrimiento de la agricultura, es decir, el comprender que alimentos como el trigo, recolectado en
los campos donde crecía en forma natural, eran también semillas que podían almacenarse y plantarse. Tras ese
descubrimiento, el ser humano se convirtió en agricultor y comenzó a asentarse en poblados, es decir se hizo
sedentario, dejando de ir de un lugar a otro, sin establecer una residencia fija. Los grupos talaron bosques,
rellenaron pantanos y cortaron matorrales para dedicar la tierra al cultivo, de manera que el paisaje que habitaba
el ser humano se vio cada vez más transformado.
Además de cultivar cereales y otros vegetales, en esta época el ser humano comenzó a domesticar animales, como
ganado y aves. Del ganado pudo obtener tanto carne como leche, cueros o lana, sin la imperiosa necesidad de ir de
caza. Este acceso más permanente a los alimentos permitió a los seres humanos guardar para las temporadas de
escasez y gozar de un tiempo libre para dedicarse a actividades diferentes como búsqueda de alimentos,
fabricación de utensilios de arcilla y confección de vestimentas hechas con lana animal o fibras vegetales.
Tuvieron una especial importancia el comienzo del trabajo de los metales y la extensión del comercio a largas
distancias.
Todo este proceso de cambios en la forma del asentamiento humano puede resumirse en un gran fenómeno: una
mayor racionalización o control de la alimentación. Se rompió con el inmediatismo de la vida humana, las
comunidades ahora podían planificar su alimentación anualmente, las cantidades, los mejores productos e
intercambiar sus cosechas. La mayor disponibilidad de granos y vegetales posibilitó también alimentar animales,
con lo que nació la domesticación de animales o ganadería.
Es muy importante tener en cuenta que todos estos cambios técnicos y culturales no se dieron simultáneamente
en todas partes. Mientras el Cercano Oriente fue la zona pionera en el desarrollo de la agricultura diez mil años
antes de Cristo, regiones como Sudamérica o Asia Pacífico recién desarrollaron esa tecnología ocho mil años
después. Este proceso fue paulatino, lo que significó que coexistieran aldeas, poblados y ciudades dentro de la
misma región y entre distintas regiones, situación, por lo demás, que es posible observar hasta hoy en algunos
lugares del planeta.
Paralelamente, las sociedades neolíticas descubrieron otras materias primas, como la arcilla, que al ser cocida se
transformaba en cerámica, endureciéndose definitivamente para conservar la forma que le diera el artesano. Se
desarrolló también la textilería, ya que se podían obtener, de manera más o menos constante, gran cantidad de
fibras, como lana o algodón, para ser hilados y trabajados en telares simples.
En el Neolítico se llevaron a cabo las transformaciones fundamentales y básicas en la forma de organización social.
El ser humano se distanciaba cada vez más del resto de los animales. El trabajo agrícola permitió a las comunidades
humanas neolíticas disponer de mayor tiempo y recursos para dedicarlos a otras actividades. Ya no había que estar
permanentemente a la búsqueda de la presa o del fruto. Nació así la división del trabajo: no todos harían lo
mismo. Si bien antes de la agricultura ya había una división de las labores –hombres cazando, mujeres criando–,
era muy básica y no involucraba una gran cantidad de tareas. En el Neolítico en cambio, existían actividades diversas,
como la agricultura, la ganadería, la alfarería, la metalurgia, la contabilidad, la defensa y la religión.
Por primera vez, el hombre dejó de estar obligado a la caza o la recolección para su alimentación; ahora era posible
el intercambio de aquello que se producía, para la obtención de alimento. Así, junto con generarse las bases del
comercio surgió la idea de propiedad privada, pues el sedentarismo permitió que los grupos identificaran como
propios aquellos terrenos y bienes que obtenían con su trabajo, cambiando la visión de que las cosas son para ser
utilizadas, no para ser poseídas.
Surgieron nuevas necesidades de organización y administración, política, defensiva, que fueron transformando
paulatinamente las comunidades igualitarias en sociedades, donde el acceso a recursos no era igual para todos.
Así surgieron las primeras diferenciaciones y jerarquizaciones sociales. Aquel grupo que lograba criar más
animales o guardar más alimentos a la larga tendría más poder, permitiéndose sostener fuerzas armadas y
dominara otros grupos de la sociedad. Si antes la dominación de un grupo nómade sobre otro se debía
exclusivamente a la fuerza física, ahora la superioridad la determinaba el ingenio creativo y la posesión de
recursos. Es así como surgió la función de un líder que guiaba a un grupo de personas, generalmente este líder era
un monarca con fundamento divino.
Junto con estos cambios, aumentó notablemente la población humana. Al asegurar las fuentes
de alimentación y enriquecer la dieta, se produjo un aumento de la población y una mayor
esperanza de vida. Los asentamientos se convierten en ciudades, las tiendas en chozas.
En los años finales del Neolítico los seres humanos comenzaron a construir monumentos
con grandes bloques de piedra, llamados megalitos. Los principales monumentos megalíticos
eran los menhires, los dólmenes y los crómlechs. Los menhires eran grandes piedras
alargadas, hincadas verticalmente en el suelo. Posiblemente su construcción tenía relación
con el culto al Sol. Los dólmenes eran construcciones formadas por grandes piedras
verticales que formaban un muro y que se cubrían con varias losas horizontales de gran
tamaño; eran grandes sepulturas colectivas.
Los crómlechs eran grandes recintos circulares formados por la agrupación de menhires;
probablemente eran santuarios.
La sedentarización y ruralización de la cultura humana fue de la mano con los adelantos
técnicos. Luego de la piedra pulida, el ser humano fue utilizando nuevos materiales para los
instrumentos agrícolas, armas de guerra y de caza. Es así como el ser humano logró
trabajar los metales, ya desde mediados del Neolítico, siendo el cobre el primero de ellos,
debido a su abundancia y fácil procesamiento. El uso del metal aumentó la producción en
muchas áreas: agrícola, bélica, ornamental, artesanal, dando paso a procesos productivos
más tecnificados y especializados. Así como la revolución agrícola o del Neolítico se
caracterizó por la creación de herramientas de piedra pulida, el desarrollo de la minería,
que permitió la obtención de minerales, y de la metalurgia, que posibilitó la elaboración de
herramientas de metal, fueron logros muy significativos.
Mezclando el cobre con el estaño, los metalúrgicos obtuvieron el bronce, material de
mayor durabilidad. Sin embargo, sería el hierro, hacia el 1.500 a.C., el que marcaría el hito
más importante en la historia de la metalurgia. De mayor dureza y resistencia, el hierro
sustituyó al bronce en la elaboración de las armas, la indumentaria bélica, como cascos y
corazas, y en los instrumentos agrícolas. Esto fue clave en el surgimiento de sociedades con
mayor poder bélico, como los asirios. En todo caso aún se desconoce la cultura que trabajó por
primera vez este metal, si fue en el Cercano Oriente, en India o en China. En América el uso de
los metales fue tardío y no estuvo ligado a la fabricación de herramientas o armas sino a
los objetos simbólicos y ornamentales.
El uso de técnicas especializadas en la producción de metales y de herramientas, facilitaron
el trabajo agrícola y permitieron la fabricación de armas más elaboradas, lo que sería un
elemento clave para diferenciar el poder de las sociedades.

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