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Tema 1.5: Dónde está la verdad conocida?

Inmanecia y trascendencia en el conocimiento

Fuente: catholic.net
Autor: P. Alfonso Aguilar

Tema 1.5

¿Dónde está la verdad conocida?


Inmanecia y trascendencia en el conocimiento

Objetivo

Comprender qué tipo de existencia tiene la verdad conocida: en qué sentido es intramental
(inmanente a la inteligencia) y extramental (es la realidad misma).

A. La experiencia conflictiva: ¿verdad intramental o extramental?

1. De la esencia a la existencia del objeto

Hemos descubierto que tenemos capacidad natural para conocer la verdad objetiva. Ahora nos
preguntamos qué tipo de existencia tiene esa verdad conocida: ¿es puramente ideal,
intramental, o también real, extramental? ¿Depende exclusivamente de la mente o es también
independiente? Cuando conozco algo, ¿conozco algo que está fuera de mí o sólo lo que mi
mente me ha presentado?

La pregunta es de vital importancia: si la verdad conocida fuera meramente intramental,


entonces no sería más que un conjunto de modificaciones de la mente sin relación directa con
la realidad exterior; si fuera, por otra parte, extramental, entonces ¿cómo podemos explicar que
el conocimiento sea una actividad de la mente?

2. La experiencia conflictiva

El hombre experimenta de manera natural y espontánea que lo que conoce es algo distinto e
independiente de él mismo. Mi juicio «el libro está delante de mí» va percibido como un objeto
diverso de mí, un objeto que yo no he inventado o fabricado en mi mente. Lo único que he
hecho ha sido reconocer cómo están las cosas ahí fuera en la realidad. Tenemos, pues, una
tendencia innata al realismo: conozco las cosas como son.

Por otra parte, también sentimos que el objeto está presente en mí, «dentro» de mí, lo poseo, es
parte de mí, de algún modo se identifica conmigo. Soy yo mismo quien hace este juicio: «el
libro está delante de mí». Nadie puede hacerlo como yo lo he hecho. Nadie puede penetrar mi
mente para comprender exactamente lo que pienso, con la misma intensidad, la misma
perspectiva, el mismo grado de comprensión. Por tanto, se da también, en nuestra experiencia
cognoscitiva, un indicio aparente de idealismo.

Así pues, las dos experiencias del acto cognoscitivo parecen contradecirse. Por un lado, ¿cómo
puede ser «mío» el objeto conocido si está «fuera» de mí? Por otro lado, ¿cómo puedo
reconocer que es así como lo pienso, si lo que tengo en mi mente no es el objeto real sino sólo
su rapresentación mental? En otras palabras, ¿cómo puedo tener, a la vez, un objeto
dependiente e independiente de mi mente, dentro y fuera de ella? ¿Cómo puedo reconciliar
estos dos aspectos: identidad y diversidad entre la mente y el objeto?
B. Idealismo: la negación de la diversidad entre la mente y el objeto

Un modo de solucionar el dilema consiste en negar que exista realmente una diversidad entre la
mente que conoce y la verdad conocida. El conocimiento es una asimilación intelectual de un
objeto. El objeto debe ser, pues, completamente proporcionado a la mente: debe ser mental. La
mente es espíritu; el objeto viene, pues, «espiritualizado», y así termina siendo completamente
intramental, dependiente de la mente. Lo que tiene una existencia mental es producto de la
mente, no de la realidad externa. Así, pues, cuando conozco el libro de gnoseología, lo que
conozco en el fondo es el libro que tengo presente en mi mente (la idea) y no el libro que está
sobre la mesa.

C. Realismo: la admisión de la diversidad entre la mente y el objeto

Hay un modo opuesto de solucionar el dilema. El hecho de que nuestra inteligencia afirme
implícitamente en cada juicio al menos tres verdades (las cosas existen, son inteligibles, yo
existo), el hecho de que admita necesaria e implícitamente que es capaz de conocer (a través de
la «reflexión completa»), el hecho de que el contenido de nuestro conocimiento sea objetivo,
absoluto (la subjetividad entra más bien en el modo de conocer), indica que hay una diferencia
entre el sujeto cognoscente y la cosa conocida. Esa diferencia es señal de que el objeto
conocido no depende, en su esencia, de nuestra actividad mental. Captamos las cosas externas
como son ahí fuera. Conocemos realmente el libro de gnoseología que está sobre la mesa y no
el libro mental de nuestra inteligencia. El objeto conocido es, pues, esencialmente trascendente.

Objeto trascendente significa, en gnoseología, que es extra-mental, «fuera» de la mente, que


existe en sí mismo, independientemente de si lo conozco o no y de mi modo de conocerlo, que
no depende de la actividad de la mente, sino que la precede y la regula.

Ahora bien, ¿cómo puede ser el objeto (por ejemplo, el libro de gnoseología), a la vez,
trascendente e inmanente, extramental e intramental, diverso de e idéntico a mí?

D. Dos órdenes o tipos de existencia

1. El «orden real»

Para evitar el reduccionismo y afirmar la objetividad de nuestro conocimiento, tendremos que


garantizar, en primer lugar, que el objeto es trascendente, extramental, diverso de mí, posee en
sí mismo una existencia que yo no le he dado. Conozco, en fin, el libro de la mesa.

2. El «orden intencional»

Ese objeto tiene, al mismo tiempo, una existencia inmanente, intramental, es idéntico a mí,
posesión mía. Tengo en la mente una representación o semejanza del libro de la mesa. Ahora
bien, el libro de mi mente es, en su esencia, el mismo que el libro de la mesa. Pero en su
existencia son diversos: uno es mental, lógico, inmaterial, interno; el otro es físico, real, sensible,
externo. Uno representa, el otro viene representado. El segundo es real, el primero es imagen
del real.
E. Dos tipos de signos

1. El «signo instrumental»

Ahora bien, esta imagen, semejanza o representación no es simplemente una «copia» o un


signo instrumental de la realidad, como lo es, por ejemplo, el humo (signo de fuego), la luz
verde del semáforo (signo para cruzar la calle), las notas de un pentagrama (signo de melodía
musical). En estos casos conocemos directamente, inmediatamente y en primer lugar los signos
(humo, luz verde, notas) e, indirectamente, en segundo lugar y sólo a través de ellos, lo que
significan (fuego, paso libre, melodía). Se trata, más bien, de un «signo formal».

Signo formal es aquel por el cual lo significado viene conocido directamente, inmediatamente,
en primer lugar, mientras que el signo va conocido sólo indirecta, mediata y secundariamente a
través de la cosa significada. La imagen, semejanza o representación mental del objeto tiene
como única función la de ser medio por el cual el objeto exterior es conocido.

La razón por la cual este signo formal es tan peculiar, único en su género, se debe a que el
conocimiento humano es sumamente misterioso y peculiar. Todos nuestros signos humanos
son instrumentales: constituyen el objeto directo del conocimiento (en latín, el id quod = «lo
que» se conoce), aunque señalen a alguna otra realidad distinta de sí en su naturaleza (el humo
y el fuego son dos tipos diversos de entes). El signo de la representación mental es, en cambio,
formal: constituye el medio por el cual (en latín, id quo = «aquello por lo que») otro es
conocido. Señala, pues, a algo con lo cual coincide en su esencia: así, el libro que está
físicamente delante de mí y el que tengo en mi mente representándolo se identifican en su
modo de ser (son el mismo libro).

Podríamos comparar la función de nuestra imagen mental con dos realidades físicas. Para ver
algo necesitamos luz. ¿Qué es lo que vemos directa e inmediatamente: la luz o el paisaje? La luz
es sólo un medio para ver las cosas. Cuando miramos por la ventana, vemos la calle exterior.
¿Qué tendemos a ver directa e inmediatamente: la calle o la ventana? La ventana constituye un
medio necesario para ver fuera (si no hubiera ventana, sólo tendría pared y no vería nada de
afuera).

De modo análogo, la representación mental no es el fin ni el objeto directo e inmediato de mi


conocimiento. Es, simplemente, un signo formal o un medio necesario (como la luz y la ventana)
para conocer el objeto exterior, trascendente (el libro de gnoseología que está sobre la mesa).

E. Conclusión: ¿objeto intramental y extramental a la vez?

1. Contradicción aparente

Efectivamente, el objeto es simultáneamente interno y externo a la mente, dependiente e


independiente de la misma. Estos dos hechos no se contradicen. ¿Por qué? Expliquemos el
motivo resumiendo al mismo tiempo las ideas claves del capítulo: Conclusión

Hay dos tipos de existencia del mismo objeto: una real, trascendente, extramental,
independiente, que es el objeto conocido, el id quod del conocimiento, la realidad como es (el
libro de la mesa); la otra es intencional, inmanente, intramental, dependiente del sujeto
cognoscente, que es el objeto por el cual la cosa es conocida, el id quo del conocimiento, la
representación intencional, lógica, mental o ideal de la cosa u objeto conocido (el libro de mi
mente). Una constituye el contenido, la otra el medio de mi conocimiento.
2. La mente y el objeto

La entidad conocida y su representación ideal son, pues, diversas en el orden real (el libro de la
mesa y el de mi mente son seres distintos), pero idénticas en el orden intencional (ambos se
refieren al mismo libro). Digámoslo de otro modo: ambos son distintos en el tipo de existencia
que poseen (una existe realmente, la otra intencionalmente), pero no en su esencia (los dos son
«el libro de la mesa»).

La mente, por un lado, es pasiva o estática, pues recibe lo que es y se conforma a lo que es (el
libro de la mesa). Por otro lado, es activa o dinámica, pues da a la cosa conocida un nuevo tipo
de ser: una existencia intencional, mental, ideal o lógica, que antes no tenía. De este modo, la
mente hace que lo cognoscible sea conocido, que «lo-que-es-en-sí» sea también «lo-conocido-
para-mí».

Términos claves

Esencia: el principio por el cual algo es lo que es. Ejemplo: el libro es tal porque tiene la esencia
o la naturaleza de libro.

Existencia: el principio por el cual algo es o existe. Puede ser de dos tipos: existencia u orden
real: orden físico, extramental, de los seres; existencia u orden intencional: orden lógico o del
conocimiento, entendido sobre todo como tendente o dirigido hacia la realidad.

Signo instrumental: medio que se usa para conocer alguna otra realidad y que constituye la
primera cosa que se capta de las dos.

Signo formal: medio por el cual o en el cual se capta algo distinto primera, directa e
inmediatamente; su función es, pues, relativa, ya que no se capta en sí mismo, sino sólo en o a
través de la cosa que representa.

Representación o semejanza de la realidad: la imagen o el objeto mental de las realidades que


conocemos y por el cual o a través del cual las conocemos. En latín se llama species.

Autoevaluación

1. ¿Cuál es la diferencia entre la esencia de la verdad conocida y la existencia de la misma?

2. ¿Qué significa para la gnoseología los términos «extramental» o «real» e «intramental» o


«ideal»?

3. En una frase, ¿en qué consiste el idealismo y en qué el realismo?

4. ¿Cuáles son los dos órdenes de existencia del objeto del conocimiento?

5. ¿Cuál es la diferencia entre un «signo instrumental» y un «signo formal»?

6. ¿En qué sentido la representación o «signo formal» de la cosa conocida y la cosa misma son
idénticos? ¿En qué sentido son distintos?

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