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a) Son contratos típicos aquellos que tienen una disciplina normativa previa
establecida por la ley. Ejemplo: compraventa; arrendamiento, mandato, mutuo, etc.
b) Son contratos atípicos aquellos que pueden o no tener reconocimiento legal pero
que carecen de una disciplina normativa previa. Ejemplo: Leasing general, factoring,
contratos de servicios.
Es importante destacar que la denominación más precisa es la que aquí se emplea: típicos
y atípicos. Ello porque existen autores que aluden a contratos nominados para referirse a
los primeros e innominados para los segundos (a partir de la idea de presencia o ausencia
de nombre). Sin embargo, esta denominación no es del todo precisa atendido a que existen
diversos contratos que carecen de una regulación normativa dada por ley, pero que tienen
igualmente nombre adquirido en la práctica o cuya denominación es empleada por la propia
ley, esto es, caben dentro de la idea de nominados, por ejemplo, el factoring o contrato de
prestación de servicios. De ahí que sea más adecuado hablar de contratos típicos y atípicos.
Debe destacarse también que los conceptos de tipicidad y atipicidad contractual son
relativos, ya que se miden en función del contenido que en cada momento posee el
ordenamiento jurídico. Contratos que hasta un determinado instante han sido atípicos,
pueden dejar de serlo y convertirse en contratos típicos desde que su normativa es recogida
y fijada por la ley. Asimismo, debe tenerse en cuenta también que la atipicidad contractual
puede darse en distintos grados, según cuánto se alejen las partes de los tipos contractuales
predefinidos por el legislador, dado que en ocasiones utilizan elementos de diversos
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contratos típicos y otras en que van creando relaciones completamente inéditas, alejados
totalmente de la tipología legislativa.
- Las estipulaciones contractuales constituyen una ley para las partes contratantes,
conforme lo dispone el artículo 1545 CC, que fija el principio de la fuerza obligatoria de los
contratos.
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desarrollando en el tiempo y que son de la misma naturaleza. Ej. contrato de
arrendamiento.
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3. Contratos preparatorios y contratos definitivos
Los llamados contratos preparatorios son aquellos en que las partes convienen la
celebración de otro contrato en el futuro. El ejemplo más común es el del contrato de
promesa de celebrar otro contrato, regulado en el artículo 1554 del CC, y del que nace una
obligación “de hacer”: celebrar el contrato prometido, por ejemplo, promesa de
compraventa. También es un ejemplo de contrato preparatorio el contrato de opción, en
que una de las partes formula una oferta temporal, irrevocable y completa de celebrar un
contrato en favor de la otra que tiene la facultad exclusiva de decidir si contrata o no (por
ejemplo, se celebra un contrato de comodato confiriendo la opción al comodatario de
comprar la cosa objeto del mismo).
a) Los contratos de libre discusión son aquellos en que las partes contratantes han
discutido y negociado libremente el contenido y las cláusulas del contrato. Las
partes se encuentran en un plano de igualdad desde el punto de vista de la
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negociación y ello les asegura un pleno ejercicio de la libertad contractual para
definir la configuración del contrato.
b) Los contratos de adhesión son aquellos en que el contenido contractual ha sido
dictado o redactado unilateralmente por una de las partes, en términos tales que la
otra no puede negociarlo, ni modificarlo, quedando limitada a aceptarlo como un
todo, adhiriendo simplemente al mismo.
En segundo lugar, esta clasificación tiene importancia por la existencia de ciertas reglas
especiales de interpretación que se aplican a los contratos de adhesión, esto es, a la hora
de determinar el sentido y alcance de las cláusulas contractuales:
- Regla de interpretación contra el redactor. Conforme a ella, atendido que sólo una de las
partes ha definido el contenido del contrato, se le hace responsable de las ambigüedades o
errores que pudiese presentar la redacción del contrato y, por tanto, se interpretarán en su
contra y a favor de la parte más débil. En nuestro ordenamiento esta regla aparece recogida
en el artículo 1566 inc. 2º del CC, que dispone que las cláusulas ambiguas que hayan sido
extendidas o dictadas por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán en
contra de ella.
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- Preferencia a cláusula manuscrita sobre la impresa. En los contratos de adhesión es
habitual el uso de formularios impresos que son redactados por una de las partes. Por ello,
se da preferencia a las cláusulas manuscritas si es que existen porque son siempre
posteriores y en ellas se manifiesta verdaderamente el acuerdo de las partes, porque dan
cuenta de que en ese aspecto ha habido negociación.