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Sistema agro- industrial o régimen alimentario.

Para Otero (2013) un régimen alimentario es una


“dinámica temporalmente especifica en la economía global de los alimentos. Se caracteriza por
estructuras, normas institucionales particulares y reglas no escritas acerca de la agricultura y de
los alimentos que están circunscritas geográfica e históricamente” (Citando Friedmann y
McMichael, 1989, pg. 53-54). Así mismo, él reconoce dos regímenes que mencionan Friedmann y
McMichael, el de la colonización, basado en la expansión de la frontera agrícola para la
acumulación de capital que va desde finales del siglo XIX, y uno dominado por Estados Unidos,
basado en el paradigma de la agricultura moderna, esta a su vez hace uso de petroquímicos,
maquinaria y semillas hibridas, este régimen inicia después de un periodo de transición entre la
primera y la segunda Guerra Mundial y llega hasta los años setenta (Otero, 2013, pg. 54).

Para Otero, existe un tercer que denomina el régimen alimentario neoliberal. Este inicia en la
década de los ochentas al mismo tiempo que se desplego con el neoliberalismo. Este consiste en:

La postura ideológica y las prácticas que proponen que la mejor forma de lograr el
bienestar humano se da mediante la liberación de las libertades y las destrezas
empresariales individuales dentro de un marco institucional que se caracterice por sólidos
derechos de propiedad privada, mercados libres y libre comercio (Harvey, 2005: 2).

Existen tres factores claves, el estado, las agroempresas multinacionales y la biotecnología. El


primero, promueve políticas y regulaciones que apoyan esta hegemonía neoliberal. El ejemplo que
nos da Otero, es que se financia investigación y desarrollo1, la expedición de políticas y
legislaciones que protegen los derechos de propiedad intelectual (Otero, 2013, pg. 57). La
promoción del uso de biotecnologías también sería un ejemplo de esta regulación. En este
sentido, no se hablaría de una desregulación sino de una neoregulación. Ya que el papel de
regulador del Estado no desaparece como a veces se formula con las ideas de la apertura de
mercados. El segundo factor, las agroempresas, dominan los mercados promovidos por la
regulación del Estado. Al parecer uno de los problemas más grandes con esto es que “Esta
estructura concentrada de mercado –oligopólica– presiona a los productores frente a un puñado
de vendedores de insumos, procesadores y minoristas, y además limita las opciones del
consumidor” (Otero citando a Hendrickson y Heffernan, 2007; pg. 59).

Y por último las biotecnologías, son la tecnología de predilección y, para Otero, son una
continuación del paradigma de la agricultura moderna (2013, 53). Para este autor esta última está
fuertemente relacionada con la denominada Revolución Verde, ya que el “El paradigma
tecnológico de la agricultura moderna involucra un paquete específico de insumos compuesto por
variedades de plantas híbridas o de alto rendimiento, mecanización, pesticidas y fertilizantes
agroquímicos e irrigación” (Otero, 2013, pg. 60). En este sentido, la agricultura moderna se
relaciona con una “agricultura industrial intensiva” basada en el uso de unos productos químicos,
en el monocultivo y el cultivo a gran escala (Otero, 2013, pg. 61). A pesar de que la biotecnología
nació como una industria propia termino siendo absorbida por grandes firmas (Otero, 2013, pg.

1
Un desarrollo contenido en las ideas del régimen alimentario.
71). Desde el principio se describió a las biotecnologías como “herramientas potentes para el
desarrollo sostenible y como un esfuerzo para eliminar el hambre mundial, la inseguridad
alimentaria y la desnutrición” (Otero, 2013, pg 61). Lo que se adecua a la agricultura a gran escala.
En este modo se convierte en una herramienta para resolver todos estos problemas a través de
una agricultura a gran escala y que busca aumentar la cantidad de la producción.

Dentro de esta propuesta se encuentran otros puntos que pueden ser importantes. Por un lado, la
idea del paradigma tecnológico, que se mueven acorde a unas trayectorias tecnológicas formadas
por la solución “normal” de los problemas (Otero citando a Giovanni Dosi 1984, pg.61). Lo más
importante de esto es que no solo se seleccionan unas soluciones sino que se excluyen a las que
no se encuentran dentro del paradigma. Por el otro lado, la idea del globalismo neoliberal, como
una ideología que denigra la intervención estatal y glorifica al sector privado y al libre mercado
(Otero, 2013, pg. 63). El problema con este régimen e ideología es que se promueve una
agricultura que tiene unos efectos adversos en el medio ambiente y que a la larga no se puede
mantener así misma por el cambio climático y, además, contrasta con los campesinos y pequeños
productores mercantiles. Ya que la producción de estos se inclina al autoconsumo y la escala
local, regional y nacional (Otero, 2013, pg. 64). A pesar de esto, Otero no busca mantener
dicotomías entre los tipos de campesinos. Los tipos de producción pueden cruzarse entre sí e
incluso una agricultura campesina puede mantenerse en un sistema capitalista (pg. 64-65).

La importancia de entender cómo se enmarca este régimen alimentario recae en que todo esto
configura maneras de producir, consumir, técnicas, de entender el comercio, cómo se pueden
considerar ciertos movimientos como alternativos y entenderlos mejor sus dinámicas de diversas
maneras.

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