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ANÁLISIS SOBRE LA OBRA DE BONILLA.

Para entender el proceso de colonización en la Amazonia entre 1880-1930, y los estudios


realizados entorno a éste fenómeno, es necesario tener en cuenta dos factores fundamentales
que se interrelacionan: en primer lugar, el papel jugado por las misiones en este proceso de
secularización de las comunidades indígenas en la región de la Amazonia, quienes entran en
una primera oleada con los conquistadores y la colonización, y serán combatidos por los
nativos, entre los siglos XVI-XIX; dejando pocos vestigios de su paso por el territorio y la
colonización de mestizos promovida por las misiones que llegaron en la segunda fase de la
evangelización producto de la firma del concordato en 1887, para poblar la Amazonia a
finales del siglo XIX y comienzos del XX. El segundo factor, es el proceso jugado por la
economia extractiva con la explotación de productos como la quina y el caucho entre 1880 y
1930; este proceso afectara enormemente la estabilidad de la población indígena tanto en la
disminución de su población como también en la perdida cultural.

El primero de estos factores es analizado por Bonilla (1968)1, quien se interesa por descubrir
cómo se estableció esta dominación por parte de la iglesia católica y las consecuencias para
las comunidades nativas. Su tema nos permitirá entender el proceso de colonización religiosa
en la Amazonia, complementando su investigación con los aportes de Misael Kuan (2013)2
en su estudio sobre estas comunidades y su relación con el imaginario Nacional sobre las
misiones, como lo señalará en su trabajo de maestría titulado: Las Misiones Capuchinas en
el Caqueta y el Putumayo 1893-1929, en su capítulo III titulado: la nueva prefectura 1905.

Coinciden Bonilla y Kuan en señalar que una de las intenciones del director de la prefectura
en el Caquetá como jefe civil y religioso con sede en Mocoa era la de adelantar una

1
FALTA REFERENCIA
2
Kuan Misael (2013), La Misión Capuchina en el Caquetá y el Putumayo 1893-1929. Universidad Pontificia
Javeriana, Maestría en Historia. Vale la pena resaltar por otro lado los planes que desde el Estado Central se
van configurando: una representación de los salvajes como personas que deben ser incorporadas a la nación
“La construcción de soberanía a través de las misiones es otro elemento que aparece en los discursos de los
políticos de esta época”, Pp 76.
colonización dirigida por parte de la misión3, no solo con intereses religiosos, sino
económicos pues al momentos de hacer nuevas fundaciones apostólicas, es decir, nuevos
poblados, la iglesia estaba en la obligación de aportar el 25% de la indemnización otorgada
por el Estado Colombiano como parte del concordato de 1887. En este sentido es entendible,
en primer lugar, que la fundación de varios poblados como Sibundoy, Santiago, San Andrés
-poblados apostólicos- coincida con la campaña de atraer colonos por parte de la iglesia para
ofrecerles tierras baldías. Como lo señala Bonilla, por ejemplo, se trasladaban comunidades
antioqueñas hacia el poblado de San Andrés4 estableciendo contacto entre indígenas y
colonos “blancos” para el aprendizaje de prácticas “civilizatorias”, como lo era el vivir dentro
de la ciudad (1968)5.

Pero estas relaciones entre iglesia y colonos no fueron siempre cordiales, como advierte
Bonilla; investigando en diarios de la época en Pasto Juanambú y Eco liberal (1899), señala
también diferencias entre algunos colonos que entraron a los territorios indígenas y fueron
ocupando parcelas sin el consentimiento de la comunidad, a tal punto que, en 1890 un decreto
prefectura refrendado por el gobernador de Popayán ordena restituir las tierras, a lo que los
colonos hicieron caso omiso y los misioneros se colocaron del lado de los indígenas6.

En otras ocasiones serán los misioneros quienes expropiaran a los indígenas de su tierra,
sobre todo, por el enfrentamiento con otros poderes que llegaron a la región producto de las
refriegas entre los caucheros colombianos y peruanos en 19137, con la matanza de la pedrera
a manos de tropas peruanas que apoyaban a la Casa Arana, empresa de extracción cauchara.

Las comunidades religiosas abren el camino de la civilización y la colonización como lo


demuestra profusamente el trabajo de Bonilla (1968), en especial a través de los mecanismos
como el adoctrinamiento religioso, para lo cual fue necesario minimizarlos y hacerlos sentir

3
“(…) fray Fidel de Montclar quien con un estilo de evangelización hacia énfasis, sobre todo, en el aspecto de
colonización, cambió profundamente la vida, no sólo religiosa, sino social y económica de la región” Kuan
(2013), Pp 74.
4
Buscar la cita en Bonilla,
5
Bonilla (1968) ídem pp (No hay señalada ninguna paginación, por que pones Idem???)
6
Idem pp 68.
7
Recuérdese la influencia que tiene el prefecto Montclar sobre el poder político a nivel nacional que pide la
destitución de un general de la República: Joaquín Escandón por oponerse a la expropiación que hizo la iglesia
de sus tierras, ídem Pp 115-116.
inferiores frente a una cultura avasalladora como lo es Occidente justificando el
sometimiento a una serie de prácticas inhumanas y denigrantes. Señalados como caníbales,
según Llanos y Pineda (1982)8, como bárbaros o salvajes, es decir, como aquello que se
presenta desde lo inculto, fundamentando su ideología por la ausencia de “Dios” en su
cultura; en ello radica el argumento según el cual es necesaria la evangelización, lo que
provocará paulatinamente la desculturización de las comunidades indígenas. Para tal fin, a
nivel nacional, como lo demuestra Pérez (2015)9, se utiliza una representación del indio como
inculto; desproporcionados al momentos de celebrar fiestas u otras prácticas como lo narra
extensamente en el capítulo IX del libro de Bonilla. No es clara la idea….

El libro de Bonilla se aleja de las anteriores narrativas de la historia tradicional para quienes
los indígenas no representan ningún tipo de protagonismo histórico. Para este autor de finales
de los setenta, quien destaca de manera descriptiva y apoyado en citas fundamentalmente de
escritos de la época de los misioneros, la relación de poder y dominación que se estableció
en la prefectura del Caquetá fue controlada totalmente por la iglesia como institución privada
con funciones Estatales. Su principal objetivo es abordar distintos aspectos desde fuentes
primarias, que para nuestro trabajo sobre la colonización cobra gran importancia, como es el
papel jugado por las misiones en la colonización. El poder concentrado por el fray Fidel
Montclar determino en gran medida la aprobación de muchas partidas por parte del Estado
central, pero también la obligatoriedad del trabajo de los colonos e indígenas en la
construcción de la principal carretera de la región, que logro sacar del aislamiento a la región,
muchas veces sin tener el presupuesto ni las ayudas prometidas por el presidente de ese
entonces Rafael Reyes (1905)10.

8
Llanos, Vargas Héctor, Pineda Camacho, Roberto (1982). Historia del Gran Caquetá, Banco de la República.
En donde a través de las fuentes primarias trabajadas perennemente se describe a los pueblos indígenas como
practicantes de la antropofagia, que como indicaría Gómez (1990), sería un mecanismo para protegerse de los
civilizados. De manera general, señala Rafael Reyes (1907) “por la América del sur como pueblos caníbales
los pueblos de la ribera del río Putumayo”.
9
FALTA CITA….
10
“(…) como quedó dicho fray Fidel de Montclar concibió, desde su llegada, la proa, el proyecto de abrir un
camino que uniese los centros misionales de Mocoa y Sibundoy con Pasto. La idea fue apoyada desde el
principio por el general Rafael Reyes (1905), presidente de Colombia; quien conservaba muy buenos recuerdos
de sus correrías comerciales por el sur del país”. Pp 88.
Bonilla describe como vivian las comunidades y el papel de las misiones capuchinas
destacando los elementos del sincretismo cultural que se manifestaron producto del contacto
entre la cultura cristiana y la cultura indígena del Putumayo para comienzos del siglo XX;
Así, por ejemplo, sus prácticas y fiestas fueron cambiando y adaptándose a las nuevas formas
impuestas por la iglesia: “semana santa” y “navidad”. Sin embargo, las comunidades ejercían
cierto tipo de resistencia con mecanismos de sincretismo haciendo que los pueblos
introdujeran cambios a las fiestas como la celebración del “Corpus Cristi en el Valle del
Sibundoy-Putumayo11; durante estas fiestas se producía mucha ingesta de licor, chicha y
guarapo, y como cosa curiosa anota Bonilla, los indígenas se suicidaban con prácticas tales
como colgarse después de la celebración. La explicación que hace Bonilla, después de
recoger estos relatos, es que los indígenas que se colgaban debido a las deudas que dejaban
las bacanales y el consumo de licor, adquiriendo deudas imposibles de pagar:

“(…) Pasadas -las fiestas- por agotamiento de fuerzas y de bebidas, la salud quebrantada, el
ánimo apacado, los indios endeudados y sin tener con que pagar, se ahorcaban colgándose
en un árbol de su chacra. Eran muchos, decenas, los que con este procedimiento saldaban
sus cuentas y pagaban los excesos cometidos” 12.

El texto de Bonilla (1968), trae muchos ejemplos de cómo el lenguaje utilizado por los Frailes
misioneros capuchinos catalanes era cada vez más despectivo hacia los indígenas,
señalándolos siempre como salvajes, degenerados, degradados; enfatizando que su misión
era la de salvarlos y protegerlos, “¿protegerlos de quién?” Si eran ellos quienes los obligaban
a acudir a la escuela, a casarse por la iglesia y no vivir amancebados como parte del pecado.

Las hermanas franciscanas una congregación de monjas que llegaron a la par con los
capuchinos en 1887 al Putumayo, fueron las encargadas de dirigir el internado femenino:

“(…) con cariño digno de todo elogio, las cuidan y atienden con esmero extraordinario; ellas
no perdonan medio para sacarlas de sus chozas y llevarlas a la escuela; ellas en esos
planteles, que saben rodear de toda clase de atractivos, arrancan de los tiernos corazones de

11
Esta fiesta conocida en la actualidad como la fiesta de la reconciliación o el perdón aun hoy se celebra en el
Valle del sibindoy, elementos culturales que demuestran la resistencia cultural que estos pueblos mantuvieron
frente a las misiones.
12
Bonilla, Víctor (1968). Pp 123, citando a Rufino Gutiérrez, Pp 6. En: informe de hacienda al ministro de
instrucción pública sobre el territorio escolar del Caquetá y Putumayo n° 2786, imprenta nacional 1912.
las niñas los gérmenes de salvajismo y de degradación que reciben con la sangre y el ejemplo
de los padres (…)”13.

El valioso aporte de Bonilla (1968), consiste en mostrar la situación de los indígenas que
hasta ese momento era desconocida en el país, creando conciencia de la situación violatoria
de los derechos de los indígenas frente a una misión que había aprovechado los poderes y las
condiciones de ignorancia de las comunidades para poder defenderse ante la ley. Este libro,
posteriormente será demandado por la misión catalana, tanto en Colombia como en España,
después de su publicación. En el libro de Bonilla se evidencian las penurias que han vivido
las comunidades indígenas, no solo en el Putumayo, sino en el resto de las misiones a nivel
nacional como en el Choco, La Guajira, Santanderes, Vichada, Putumayo y Caquetá.

Esta violación fragante de los derechos provocaría la revisión del concordato, a tal punto que,
el presidente Misael López en 1974, revisa el concordato entre la Iglesia y el Estado
quitándole el poder a la iglesia en los “territorios nacionales” y el control de la educación en
Colombia.

LAS HERRAMIENTAS DE LAS MISIONES EN LA COLONIZACIÓN:

Las misiones tenían bajo su potestad la educación de los nativos como el instrumento idóneo
para la dominación de estas comunidades; como lo diría Althusser (1971),14 es el instrumento
clave para todo el proceso evangelizador y de control territorial con el objetivo de
convertirlos al cristianismo y someterlos a una nueva cultura. Las elites de aquella época lo
sabían, uno de ellos fue el político senador Rafael Uribe Uribe, quien en uno de su libros
expresa tal fin como la “reducción de salvajes”15; explica los mecanismo que deben ser
utilizados para la dominación de estos pueblos que superan, según cálculos de la época, las
200.000 almas, necesarias para el proceso de colonización en la zona de Frontera, para lo

13
Bonilla (1968) ídem Pp 124.
14
Althusser, Luis (1970). Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Editorial Siglo XXI. Fondo de Cultura
Económica, México.
15
FALTA CITA
cual sugiere entre otras el llamado a las misiones para hacer el enlace cultural y someter a
estos pueblos “salvajes”16.

El mecanismo más idóneo fue la construcción, en primer lugar, de poblados como los de
Mocoa, Santiago, San Andrés o Puerto Asís; el segundo, ponerlos en contacto con los colonos
fuesen estos mestizos o blancos; y tercero reclutar a los niños y niñas internándolos en las
escuelas garantizando más rápidamente la transculturización.

Bonilla utiliza muchos referentes, tales como, el uso de citas sacadas de los informes
misionales y documentos oficiales dando cuenta de las discusiones entre el poder eclesiástico
y el poder político entorno a las medidas que se iban tomando; argumentos que justifican de
parte de la prefectura la toma de medidas de tipo policial o para presentarse a sus superiores,
como también lo veremos en la investigación de Carolina Sánchez (2015)17, quien se
distancia del estructuralismo abordando el tema desde la perspectiva del post-
estructuralismo, mostrando la mirada de “nosotros y los otros”, de los cuales, Bonilla será
pionero al buscar entender cómo eran representados los indígenas a partir del proceso
modernizador en que se habían encaminado “las elites”, y en ese proceso, incorporar estos
“salvajes” a los intereses nacionales.

Otra autora interesada en el tema sobre la fundación de los pueblos ubicados en la frontera
del Sur es Lina Sánchez (2015)18, quien cuenta con un profundo conocimiento de las ciudades
que son refugio de fenómenos sociales o políticos que afectan la región y sufren procesos
migratorios muy fuentes.

Escribe un artículo en el libro compilado por Augusto Gómez (2015)19: Pioneros y Colonos,
fruto del trabajo doctoral en Historia de la Universidad Nacional de Medellín con énfasis en

16
Uribe, Rafael (1907). Reducción de Salvajes. Memorias respetuosas al excelentísimo señor presidente de la
república. Propone un método para dicha reducción: la construcción de una colonia militar; crear un cuerpo de
intérpretes y el establecimiento de la Misión. Pp 5, Capitulo IV.
17
Pérez, Bermúdez Amada Carolina (2015). Nosotros y los otros, representaciones de la Nación y sus
habitantes Colombia 1880-1910. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
18
Sánchez, Steine, Lina (2015). La Ciudad refugio, migraciones forzadas y reconfiguración territorial urbana
en Colombia publicada en 2012.
19
Gómez, Augusto & otros (2015). Pioneros, Colonos, y Pueblos. Memorias y testimonios de los procesos de
colonización y urbanización de la Amazonia. Universidad del Rosario y Universidad Nacional. Pp 94.
la Historia de la Amazonia, donde se recopilan varios artículos sobre la fundación de ciudades
y pueblos importantes en el Putumayo, escribe un artículo titulado: Mocoa. Análisis histórico
de los procesos de estructuración espacial y urbanización en contexto de colonización,
conflicto y migraciones. Siglos XVI-XXI.

Estas dos autoras nos permiten confrontar la información inicial de Bonilla (1968); Sánchez
utiliza otras fuentes primarias: Los misioneros: Fidel Montclar (1915)20 y Fray Castellví
(1938)21; mientras que Sánchez utiliza como fuentes del poblamiento de Mocoa a Villalba
(1895)22 y a Restrepo (1985)23, Bonilla entrega información importante sobre el papel jugado
por los misioneros del Ecuador para reforzar la prefectura del Caquetá con sede en Mocoa
quienes llegaron convocados por el obispo Manuel José Caicedo de Pasto; esta misión, que
se desplaza por todo el río Putumayo, le sugiere mover la capital de la misión al Valle del
Sibundoy 1896, esta se ubicó en la población de Santiago, una población más cercana a Pasto
y anota,“(…) la mayoría de los habitantes de Mocoa en ese momento eran blancos”24, pero
la autora Sánchez hace la siguiente claridad sobre el concepto de “blanco”. En los informes
profusos de las misiones, son “blancos”, las personas que pueden ser mestizas, pero fieles a
la religión católica que se encuentra en esta región.

Otra comparación importante es el número de habitantes; mientras Bonilla habla de 3.000


habitantes en Santiago para 1912. ESTE NÚMERO DE HABITANTES COMPARADO
CON QUIEN… CUALES SON LAS OTRAS CIFRAS???

En Mocoa habitaban más colonos “blancos” practicantes de la ganadería, los indígenas,


quienes no estaban acostumbrados al ganado vacuno, se vieron afectados en gran medida por

20
Montclar, fray Fidel (1915). Emigración Antioqueña al Putumayo. Imprenta municipal de Sonsón. mayo
21
Castellví, fray Marcelino (1938). Etnografía de los indios de Sibundoy con la del resto de Colombia.
Conferencia pronunciada en la Universidad Pontificia Javeriana.
22
Villalba, María Ángel (1895). Una visita al Caquetá. En: Misiones Capuchinas ecuatorianas. Relatos de
misioneros de Caquetá, Sibundoy y Putumayo. Compilador José Antonio Recalde,175-228. Editorial Cuenca
2002.
23
Restrepo, José (1985). El Putumayo en el tiempo y el espacio. Sibundoy s.e. Citado por Sánchez, Lina (2015).
Pp 94.
24
Sánchez (2015). ídem Pp 84.
los estragos ocasionados por estos animales, los cuales dañaban sus cultivos, viéndose
obligados a vivir a los alrededores, como lo registra Sánchez25.

Bonilla describe, las relaciones económicas que se establecían entre los fieles y los
misioneros; el pago de los diezmos era una manera de apropiarse de sus tierras, según Bonilla,
los indígenas entregaban sus chacras a la comunidad misionera aumentando sus tierras
obligándolos a buscar tierras en la ladera “montaña” alejándolos más del casco urbano; por
tanto, los misioneros no solo se dedicaron a la evangelización, sino también a la
administración de sus haciendas en el Putumayo26.

Otro elemento abordado por Bonilla, se desprende del análisis sobre el vestuario en el
Sibundoy; utilizaban un gran Moncho o ruana de colores azul y rojo que les llegaba hasta los
tobillos; este traje que no era del agrado de los misioneros no pudo ser removido de su
indumentaria por los misioneros, a tal punto que, el propio jefe de la misión fray Fidel
Montclar permitió esta indumentaria, pero con la negociación de que los niños indígenas que
ingresaban a la escuela deberían vestir de blanco; la otra anécdota contada por Bonilla es que
un mestizo proveniente de Pasto al pedir casarse con una indígena, el padre de ésta le solicitó
que para su aprobación éste debía dejarse de vestir con ropas de color blanco27.

25
Según el padre Villanova (1947). “para ese año el casco urbano de Mocoa estaba poblado por unas 45 casas
que albergaban 200 blancos y 150 indios” Pp 59.
26
Ídem Pp 125-126. Los misioneros y la comunidad además ejercían y controlaban la policía local.
27
Ídem Pp 127.

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