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GRADIENTE GEOTERMICO.

El gradiente geotérmico varía considerablemente de un lugar a otro. En la corteza, las


temperaturas aumentan, a una media de 20 °C a 30 °C por kilómetro. Sin embargo, la velocidad
de aumento es mucho menor en el manto y en el núcleo. A una profundidad de 100 kilómetros,
se calcula que la temperatura supera los 1.200 °C, mientras que en el límite núcleo-manto se
calcula que es de 3.500-4.500 °C y puede superar los 6.700 °C en el centro de la Tierra.

Tres procesos importantes han contribuido al calor interno de la Tierra:


1. el calor emitido por la desintegración radiactiva de los isótopos de uranio (U), torio
(Th) y potasio (K).
2. el calor liberado cuando el hierro cristalizó para formar el núcleo interno sólido.
3. el calor liberado por la colisión de partículas durante la formación de nuestro planeta.

Aunque el primero de los dos procesos sigue activo, su velocidad de generación de calor es
mucho menor que en el pasado geológico. En la actualidad, nuestro planeta irradia hacia el
espacio más cantidad de su calor interno de la que es generada por esos mecanismos. Por
consiguiente, la Tierra se está enfriando, con lentitud, pero continuamente.

FLUJO DE CALOR EN LA CORTEZA.

En la corteza, el flujo de calor se produce por el proceso de conducción. La conducción, que es


la transferencia de calor a través de la materia por actividad molecular, ocurre a un ritmo
relativamente lento en las rocas de la corteza. Por tanto, la corteza tiende a actuar como un
aislante (frío en la parte superior y caliente en la parte inferior), que contribuye a explicar el
enorme gradiente de temperatura mostrado por la corteza.

Ciertas regiones de la corteza terrestre tienen ritmos de flujo de calor mucho mayores que otras.
En concreto, a lo largo de los ejes de las cordilleras mesoceánicas, donde la corteza tiene sólo
unos pocos kilómetros de grosor, las velocidades de flujo del calor son relativamente elevadas.

Por el contrario, en los antiguos escudos (como el canadiense y el báltico) se observa un flujo de
calor relativamente bajo. Esto quizá se deba a que esas zonas tienen una raíz litosférica gruesa
que aísla de manera eficaz la corteza del calor astenosférico inferior. Otras regiones de la corteza
exhiben un elevado flujo de calor, por intrusiones ígneas superficiales o por concentraciones
superiores a la media de materiales radiactivos.

CONVECCION DEL MANTO

El aumento de la temperatura con la profundidad en el manto es mucho más gradual. Esto


significa que el manto debe tener un método más eficaz de transmisión del calor desde el núcleo
hacia fuera. Dado que las rocas son conductores del calor relativamente malos, muchos
investigadores concluyen que debe existir alguna forma de transporte de masa (convección) de
roca dentro del manto. La convección es la transferencia de calor mediante el movimiento o la
circulación en una sustancia. Por consiguiente, las rocas del manto deben ser capaces de fluir.

El flujo convectivo del manto (mediante el cual las rocas calientes menos densas ascienden y el
material más frío y más denso se hunde) es el proceso más importante que actúa en el interior
de la Tierra. Este flujo, térmicamente impulsado, es la fuerza que impulsa las placas litosféricas
rígidas a través del planeta, y genera en última instancia las cordilleras montañosas de la Tierra
y la actividad volcánica y sísmica de todo el mundo. Recordemos que las plumas de rocas súper
calientes parece que se generan en el límite núcleo-manto, desde donde ascenderían

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lentamente hacia la superficie. Estas plumas ascendentes serían la rama caliente del flujo
ascendente en el mecanismo convectivo que actúa en el manto. Se piensa que en los bordes de
placa convergente, donde están siendo subducidas láminas densas y frías de litosfera, se
produce flujo descendente. Algunos estudios predicen que este material denso y frío acabará
descendiendo todo el trayecto hasta el límite núcleo-manto.

PLACAS LITOSFERICAS.

La tectónica de placas puede definirse como una teoría compuesta por una gran variedad de
ideas que explican el movimiento observado de la capa externa de la Tierra por medio de los
mecanismos de subducción y de expansión del fondo oceánico, que, a su vez, generan los
principales rasgos geológicos de la Tierra, entre ellos los continentes, las montañas y las cuencas
oceánicas. Las implicaciones de la tectónica de placas son de tanto alcance, que esta teoría se
ha convertido en la base sobre la que se consideran la mayoría de los procesos geológicos.

La litosfera está rota en numerosos fragmentos, llamados placas, que se mueven unas con
respecto a las otras y cambian continuamente de tamaño y forma. Se reconocen siete placas
principales.

Son la placa Norte americana, la Sud americana, la del Pacífico, la africana, la Euroasiática, la
australiana y la Antártica. La mayor es la placa del Pacífico, que abarca una porción significativa
de la cuenca del océano Pacífico.

Las placas litosféricas se mueven en relación con las demás a una velocidad muy lenta, de unos
cinco centímetros anuales. Este movimiento es impulsado en último extremo por la distribución
desigual del calor en el interior de la Tierra. El material caliente que se encuentra en las
profundidades del manto se mueve despacio hacia arriba y sirve como una parte del sistema de
convección interna de nuestro planeta.

Simultáneamente, láminas más frías y densas de la litosfera oceánica descienden al manto,


poniendo en movimiento la capa externa rígida de la Tierra. Por último, los titánicos roces entre
las placas litosféricas de la Tierra generan terremotos, crean volcanes y deforman grandes masas
de roca en las montañas.

BORDES DE PLACA

Las principales interacciones entre las placas individuales (y, por consiguiente, la mayor
deformación) se produce a lo largo de sus bordes. De hecho, los bordes de placa se establecieron
por primera vez representando las localizaciones de los terremotos. Además, las placas tienen
tres tipos distintos de bordes, que se diferencian en función del tipo de movimiento que exhiben,
y se describen brevemente a continuación:

1. Bordes divergentes (bordes constructivos): donde dos placas se separan, lo que produce
el ascenso de material desde el manto para crear nuevo suelo oceánico. También se
denominan centros de expansión
A medida que las placas se separan del eje de la dorsal, las fracturas creadas se llenan
inmediatamente con roca fundida que asciende desde el manto caliente. Este magma
se enfría de una manera gradual generando una roca dura y produciendo así nuevos
fragmentos de fondo oceánico. De una manera continua, las placas adyacentes se
separan y una nueva litosfera oceánica se forma entre ellas. Como veremos más
adelante, los bordes divergentes no están confinados al fondo oceánico sino que
también pueden formarse sobre los continentes.

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2. Bordes convergentes (bordes destructivos): donde dos placas se juntan provocando el
descenso de la litosfera oceánica debajo de una placa superpuesta, que es finalmente
reabsorbida en el manto, o posiblemente la colisión de dos bloques continentales para
crear un sistema montañoso.

Aparecen bordes de placa convergentes donde dos placas se mueven una hacia la otra
y el movimiento se ajusta con el deslizamiento de una placa por debajo de la otra.
A medida que dos placas van convergiendo lentamente, el borde frontal de una de ellas
se dobla hacia abajo, permitiéndole deslizarse por debajo de la otra. La expresión
superficial producida por la placa descendente es una fosa submarina.

Los bordes convergentes también se denominan zonas de subducción porque son


lugares donde la litosfera desciende (es subducida) hacia la astenosfera. La subducción
se produce porque la densidad de la placa litosférica descendente es mayor que la de la
astenosfera subyacente. En general, la litosfera oceánica es más densa que la
astenosfera subyacente, mientras que la litosfera continental es menos densa y resiste
la subducción. Por consiguiente, es siempre la litosfera cubierta por corteza oceánica la
que experimenta la subducción.

Los bordes convergentes se pueden formar entre dos placas oceánicas, una placa
oceánica y una continental o dos placas continentales.

Convergencia oceánica-continental.- Dondequiera que el borde frontal de una placa


con corteza continental converja con una capa de litosfera oceánica, el bloque
continental seguirá «flotando», mientras que la placa oceánica más densa se hundirá en
el manto.

Este proceso, denominado fusión parcial, genera tan sólo un 10 por ciento de material
fundido, que se entremezcla con la roca del manto no fundida. Como es menos densa
que el manto que la rodea, esta mezcla móvil y caliente (magma) asciende de una
manera gradual hacia la superficie como una estructura en forma de gota. Según el
entorno, estos magmas derivados del manto pueden ascender a través de la corteza y
provocar una erupción volcánica. Sin embargo, mucha de esta roca fundida nunca
alcanza la superficie; se solidifica en profundidad donde contribuye a aumentar el grosor
de la corteza.

Convergencia oceánica-oceánica.- Cuando convergen dos placas oceánicas, una


desciende por debajo de la otra, iniciando la actividad volcánica por el mismo
mecanismo que actúa en un borde convergente oceánico-continental.

En este marco, los volcanes crecen desde el fondo oceánico antes que sobre una
plataforma continental. Cuando la subducción se mantiene, acabará por construir
cadenas de estructuras volcánicas que emergen como islas.

Convergencia continental-continental.- si una placa en subducción también contiene


litosfera continental, la subducción continuada acabará uniendo los dos bloques
continentales. Mientras la litosfera oceánica es relativamente densa y se hunde en la
astenosfera, la litosfera continental flota, lo cual impide que ésta sea subducida a una
gran profundidad. El resultado es una colisión entre los dos bloques continentales.
Antes de una colisión continental, las masas de tierra afectadas estaban separadas por
una cuenca oceánica.

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A medida que los bloques continentales convergen, el fondo oceánico que queda entre
ellos es subducido debajo de una de las placas, se consume el fondo oceánico situado
entre medias, esas masas continentales colisionan. Esto pliega y deforma los sedimentos
acumulados a lo largo del margen continental como si estuvieran colocados en una
prensa gigante. El resultado es la formación de una nueva cordillera montañosa
compuesta por rocas sedimentarias deformadas y metamorfizadas, fragmentos del arco
de islas volcánicas y posiblemente fragmentos de corteza oceánica.

3. Bordes de falla transformante (bordes pasivos): donde dos placas se desplazan


lateralmente una respecto de la otra sin la producción ni la destrucción de litosfera.

La mayoría de las fallas transformantes une dos segmentos de un dorsal centro


oceánico. Las fallas transformantes activas se encuentran sólo entre los dos segmentos
desplazados de la dorsal.

El fondo oceánico producido en un segmento de la dorsal se desplaza en la dirección


opuesta al fondo oceánico generado en el segmento opuesto. Entonces, entre los dos
segmentos de la dorsal las dos placas adyacentes se están rozando conforme se
desplazan a lo largo de la falla. Aunque la mayoría de las fallas transformantes está
localizada dentro de las cuencas oceánicas, unas pocas atraviesan la corteza continental.
Dos ejemplos de ellas son la falla de San Andrés, en California, con tendencia a los
terremotos, y la falla Alpina, en Nueva Zelanda.

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INTERPRETACION DE DATOS SISMICOS

Un terremoto es la vibración de la Tierra producida por una rápida liberación de energía. Lo más
frecuente es que los terremotos se produzcan por el deslizamiento de la corteza terrestre a lo
largo de una falla. La energía liberada irradia en todas las direcciones desde su origen, el foco o
hipocentro, en forma de ondas. Estas ondas son análogas a las producidas cuando se lanza una
piedra en un estanque tranquilo (Figura 11.1). Exactamente igual a como el impacto de la piedra
induce el movimiento de ondas en el agua, un terremoto genera ondas sísmicas que irradian a
través de la Tierra. Aun cuando la energía de las ondas sísmicas se disipa rápidamente conforme
se alejan del foco, instrumentos sensibles localizados por todo el mundo registran el
acontecimiento.

TERREMOTOS Y FALLAS

Normalmente los terremotos se producen a lo largo de fallas preexistentes que se formaron en


el pasado lejano a lo largo de zonas de fragilidad de la corteza terrestre.

Algunas de ellas son muy grandes y pueden generar grandes terremotos. Un ejemplo es la falla
de San Andrés, que es un límite de falla transformante que separa dos grandes secciones de la
litosfera terrestre: la placa Norteamericana y la placa del Pacífico.

Otras fallas son pequeñas y producen sólo terremotos pequeños e infrecuentes. Sin embargo,
la gran mayoría de fallas son inactivas y no generan terremotos. No obstante, incluso las fallas
que han permanecido inactivas durante miles de años pueden volver a moverse si los esfuerzos
que actúan en la región aumentan lo suficiente.

La mayor parte del movimiento que se produce a lo largo de las fallas puede explicarse de
manera satisfactoria acudiendo a la teoría de la tectónica de placas.

Según esta teoría, grandes unidades de la corteza terrestre se están moviendo lenta y
continuamente. Estas placas móviles interactúan entre sí, deformando las rocas en sus bordes.
De hecho, es a lo largo de las fallas asociadas con los bordes de placa donde se produce la
mayoría de los terremotos. Además, los terremotos son repetitivos. En cuanto termina uno, el
movimiento continuo de las placas deforma las rocas hasta que vuelven a fracturarse.

La mayor parte de los terremotos se produce por la liberación rápida de la energía elástica
almacenada en la roca que ha sido sometida a grandes esfuerzos.

Una vez superada la resistencia de la roca, ésta se rompe súbitamente, provocando las
vibraciones de un terremoto.

Se producen también terremotos a lo largo de superficies de falla preexistentes cuando se


superan las fuerzas friccionales de éstas.

RUPTURA Y PROPAGACION DE UN TERREMOTO

Sabemos que las fuerzas (esfuerzos) que provocan el deslizamiento súbito a lo largo de las fallas
son provocadas en última instancia por los movimientos de las placas terrestres.

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También está claro que la mayoría de fallas están bloqueadas, con excepción de movimientos
breves y abruptos que acompañan la ruptura de un terremoto. El motivo principal por el que la
mayor parte de las fallas están bloqueadas es que la presión de confinamiento ejercida por la
corteza suprayacente es enorme. Por esta razón, las fracturas en la corteza, en esencia, están
fuertemente comprimidas.

Al final, los esfuerzos que provocan la ruptura de la falla superan la resistencia friccional al
deslizamiento. Todavía no se conoce con exactitud qué es lo que desencadena realmente la
ruptura inicial. Sin embargo, este acontecimiento marca el inicio de un terremoto.

MEDICION DE LAS DIMENSIONES SISMICAS

Históricamente los sismólogos han utilizado varios métodos para obtener dos medidas
fundamentalmente diferentes que describen el tamaño de un terremoto: la intensidad y la
magnitud. La primera que se utilizó fue la intensidad, una medición del grado de temblor del
terreno en un punto determinado basada en la cantidad de daños. Con el desarrollo de los
sismógrafos, se hizo evidente que una medición cuantitativa de un terremoto basada en los
registros sísmicos era más conveniente que los cálculos personales inexactos. La medición que
se desarrolló, denominada magnitud, se basa en los cálculos que utilizan los datos
proporcionados por los registros sísmicos (y otras técnicas) para calcular la cantidad de energía
liberada en la fuente del terremoto.

ESCALAS DE INTENSIDAD

Para estandarizar el estudio de la gravedad de un terremoto, los investigadores han desarrollado


varias escalas de intensidad que consideraban el daño provocado en los edificios, así como
descripciones individuales del acontecimiento, y los efectos secundarios, como deslizamientos
y la extensión de la ruptura del suelo.

Las escalas de intensidad se basan en los efectos (en gran medida la destrucción) de los
terremotos que dependen no solamente de la gravedad del temblor del suelo, sino también de
factores, como la densidad de población, el diseño de los edificios y la naturaleza de los
materiales superficiales.

Alrededor de 1902, Giuseppe Mercalli había desarrollado una escala de intensidad


relativamente fiable, que todavía se utiliza hoy con algunas modificaciones.

Escala de intensidad de Mercalli modificada


I. No sentido, excepto por algunas personas bajo circunstancias especialmente
favorables.
II. Sentido sólo por unas pocas personas en reposo, especialmente en los pisos
elevados de los edificios.
III. Sentido con bastante nitidez en los interiores, especialmente en los pisos
superiores de los edificios, pero muchas personas no lo reconocen como un
terremoto.
IV. Durante el día, sentido en interiores de edificios por muchas personas, en los
exteriores por muy pocas. Sensación de que un camión pesado haya chocado contra
el edificio.
V. Sentido por casi todo el mundo, muchos se despiertan. A veces se observan
cambios en los árboles, los postes y otros objetos altos.
VI. Sentido por todos; muchos se asustan y salen a la calle. Algunos muebles pesados
se mueven; pocos casos de paredes caídas o chimeneas dañadas. Poco daño.

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VII. Todo el mundo corre a la calle. Daño despreciable en los edificios de diseño y
construcción buenos; de ligero a moderado en las estructuras de construcción
ordinaria; considerable en los edificios pobres o con estructuras mal diseñadas.
VIII. Daño ligero en estructuras especialmente diseñadas; considerables en edificios
sustanciales ordinarios con derrumbamiento parcial; grande en estructuras mal
construidas (caída de chimeneas, columnas, monumentos, muros).
IX. Daño considerable en estructuras especialmente diseñadas. Los edificios son
desplazados de sus cimientos. Se abren grietas en el suelo.
X. Se destruyen algunas estructuras de madera bien construidas. La mayoría de las
estructuras de albañilería y madera se destruyen. Se abren muchísimas grietas en el
terreno.
XI. Quedan de pie muy pocas estructuras, si queda alguna. Se destruyen los puentes;
grandes fisuras en el terreno.
XII. Daño total. Se ven ondas en el suelo. Los objetos son lanzados al aire.

ESCALAS DE MAGNITUD.

Con el fin de comparar los terremotos en todo el mundo, era necesaria una medición que no se
basara en parámetros que varían considerablemente de una parte del mundo a otra, como los
tipos de construcción.

La escala de Richter se basa en la amplitud de la mayor onda sísmica (P, S u onda superficial)
registrada en un sismógrafo. Dado que las ondas sísmicas se debilitan a medida que la distancia
entre el foco sísmico y el sismógrafo aumenta (de una manera parecida a la luz), Richter
desarrolló un método que considera la disminución de la amplitud de onda con el incremento
de la distancia. En teoría, siempre que se utilizaran los mismos instrumentos, o unos
equivalentes, todas las estaciones de control obtendrían la misma magnitud de Richter para
cada terremoto registrado. (Richter seleccionó el sismógrafo Wood-Anderson como dispositivo
de registro normalizado.) No obstante, en la práctica, las diferentes estaciones de registro a
menudo obtenían magnitudes de Richter ligeramente diferentes para el mismo terremoto,
como consecuencia de las variaciones en los tipos de roca a través de los cuales se desplazaban
las ondas.

Magnitudes Richter Efectos cerca del epicentro


<2,0 Generalmente no se siente, pero se registra
2,0–2,9 Potencialmente perceptible
3,0–3,9 Sentido por algunos
4,0–4,9 Sentido por la mayoría
5,0–5,9 Produce daños
6,0–6,9 Destrucción en regiones bastante pobladas
7,0–7,9 Terremotos importantes. Infligen graves daños
≥8,0 Grandes terremotos. Causan destrucción extensa en las comunidades
próximas al epicentro

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