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Aunque el primero de los dos procesos sigue activo, su velocidad de generación de calor es
mucho menor que en el pasado geológico. En la actualidad, nuestro planeta irradia hacia el
espacio más cantidad de su calor interno de la que es generada por esos mecanismos. Por
consiguiente, la Tierra se está enfriando, con lentitud, pero continuamente.
Ciertas regiones de la corteza terrestre tienen ritmos de flujo de calor mucho mayores que otras.
En concreto, a lo largo de los ejes de las cordilleras mesoceánicas, donde la corteza tiene sólo
unos pocos kilómetros de grosor, las velocidades de flujo del calor son relativamente elevadas.
Por el contrario, en los antiguos escudos (como el canadiense y el báltico) se observa un flujo de
calor relativamente bajo. Esto quizá se deba a que esas zonas tienen una raíz litosférica gruesa
que aísla de manera eficaz la corteza del calor astenosférico inferior. Otras regiones de la corteza
exhiben un elevado flujo de calor, por intrusiones ígneas superficiales o por concentraciones
superiores a la media de materiales radiactivos.
El flujo convectivo del manto (mediante el cual las rocas calientes menos densas ascienden y el
material más frío y más denso se hunde) es el proceso más importante que actúa en el interior
de la Tierra. Este flujo, térmicamente impulsado, es la fuerza que impulsa las placas litosféricas
rígidas a través del planeta, y genera en última instancia las cordilleras montañosas de la Tierra
y la actividad volcánica y sísmica de todo el mundo. Recordemos que las plumas de rocas súper
calientes parece que se generan en el límite núcleo-manto, desde donde ascenderían
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lentamente hacia la superficie. Estas plumas ascendentes serían la rama caliente del flujo
ascendente en el mecanismo convectivo que actúa en el manto. Se piensa que en los bordes de
placa convergente, donde están siendo subducidas láminas densas y frías de litosfera, se
produce flujo descendente. Algunos estudios predicen que este material denso y frío acabará
descendiendo todo el trayecto hasta el límite núcleo-manto.
PLACAS LITOSFERICAS.
La tectónica de placas puede definirse como una teoría compuesta por una gran variedad de
ideas que explican el movimiento observado de la capa externa de la Tierra por medio de los
mecanismos de subducción y de expansión del fondo oceánico, que, a su vez, generan los
principales rasgos geológicos de la Tierra, entre ellos los continentes, las montañas y las cuencas
oceánicas. Las implicaciones de la tectónica de placas son de tanto alcance, que esta teoría se
ha convertido en la base sobre la que se consideran la mayoría de los procesos geológicos.
La litosfera está rota en numerosos fragmentos, llamados placas, que se mueven unas con
respecto a las otras y cambian continuamente de tamaño y forma. Se reconocen siete placas
principales.
Son la placa Norte americana, la Sud americana, la del Pacífico, la africana, la Euroasiática, la
australiana y la Antártica. La mayor es la placa del Pacífico, que abarca una porción significativa
de la cuenca del océano Pacífico.
Las placas litosféricas se mueven en relación con las demás a una velocidad muy lenta, de unos
cinco centímetros anuales. Este movimiento es impulsado en último extremo por la distribución
desigual del calor en el interior de la Tierra. El material caliente que se encuentra en las
profundidades del manto se mueve despacio hacia arriba y sirve como una parte del sistema de
convección interna de nuestro planeta.
BORDES DE PLACA
Las principales interacciones entre las placas individuales (y, por consiguiente, la mayor
deformación) se produce a lo largo de sus bordes. De hecho, los bordes de placa se establecieron
por primera vez representando las localizaciones de los terremotos. Además, las placas tienen
tres tipos distintos de bordes, que se diferencian en función del tipo de movimiento que exhiben,
y se describen brevemente a continuación:
1. Bordes divergentes (bordes constructivos): donde dos placas se separan, lo que produce
el ascenso de material desde el manto para crear nuevo suelo oceánico. También se
denominan centros de expansión
A medida que las placas se separan del eje de la dorsal, las fracturas creadas se llenan
inmediatamente con roca fundida que asciende desde el manto caliente. Este magma
se enfría de una manera gradual generando una roca dura y produciendo así nuevos
fragmentos de fondo oceánico. De una manera continua, las placas adyacentes se
separan y una nueva litosfera oceánica se forma entre ellas. Como veremos más
adelante, los bordes divergentes no están confinados al fondo oceánico sino que
también pueden formarse sobre los continentes.
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2. Bordes convergentes (bordes destructivos): donde dos placas se juntan provocando el
descenso de la litosfera oceánica debajo de una placa superpuesta, que es finalmente
reabsorbida en el manto, o posiblemente la colisión de dos bloques continentales para
crear un sistema montañoso.
Aparecen bordes de placa convergentes donde dos placas se mueven una hacia la otra
y el movimiento se ajusta con el deslizamiento de una placa por debajo de la otra.
A medida que dos placas van convergiendo lentamente, el borde frontal de una de ellas
se dobla hacia abajo, permitiéndole deslizarse por debajo de la otra. La expresión
superficial producida por la placa descendente es una fosa submarina.
Los bordes convergentes se pueden formar entre dos placas oceánicas, una placa
oceánica y una continental o dos placas continentales.
Este proceso, denominado fusión parcial, genera tan sólo un 10 por ciento de material
fundido, que se entremezcla con la roca del manto no fundida. Como es menos densa
que el manto que la rodea, esta mezcla móvil y caliente (magma) asciende de una
manera gradual hacia la superficie como una estructura en forma de gota. Según el
entorno, estos magmas derivados del manto pueden ascender a través de la corteza y
provocar una erupción volcánica. Sin embargo, mucha de esta roca fundida nunca
alcanza la superficie; se solidifica en profundidad donde contribuye a aumentar el grosor
de la corteza.
En este marco, los volcanes crecen desde el fondo oceánico antes que sobre una
plataforma continental. Cuando la subducción se mantiene, acabará por construir
cadenas de estructuras volcánicas que emergen como islas.
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A medida que los bloques continentales convergen, el fondo oceánico que queda entre
ellos es subducido debajo de una de las placas, se consume el fondo oceánico situado
entre medias, esas masas continentales colisionan. Esto pliega y deforma los sedimentos
acumulados a lo largo del margen continental como si estuvieran colocados en una
prensa gigante. El resultado es la formación de una nueva cordillera montañosa
compuesta por rocas sedimentarias deformadas y metamorfizadas, fragmentos del arco
de islas volcánicas y posiblemente fragmentos de corteza oceánica.
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INTERPRETACION DE DATOS SISMICOS
Un terremoto es la vibración de la Tierra producida por una rápida liberación de energía. Lo más
frecuente es que los terremotos se produzcan por el deslizamiento de la corteza terrestre a lo
largo de una falla. La energía liberada irradia en todas las direcciones desde su origen, el foco o
hipocentro, en forma de ondas. Estas ondas son análogas a las producidas cuando se lanza una
piedra en un estanque tranquilo (Figura 11.1). Exactamente igual a como el impacto de la piedra
induce el movimiento de ondas en el agua, un terremoto genera ondas sísmicas que irradian a
través de la Tierra. Aun cuando la energía de las ondas sísmicas se disipa rápidamente conforme
se alejan del foco, instrumentos sensibles localizados por todo el mundo registran el
acontecimiento.
TERREMOTOS Y FALLAS
Algunas de ellas son muy grandes y pueden generar grandes terremotos. Un ejemplo es la falla
de San Andrés, que es un límite de falla transformante que separa dos grandes secciones de la
litosfera terrestre: la placa Norteamericana y la placa del Pacífico.
Otras fallas son pequeñas y producen sólo terremotos pequeños e infrecuentes. Sin embargo,
la gran mayoría de fallas son inactivas y no generan terremotos. No obstante, incluso las fallas
que han permanecido inactivas durante miles de años pueden volver a moverse si los esfuerzos
que actúan en la región aumentan lo suficiente.
La mayor parte del movimiento que se produce a lo largo de las fallas puede explicarse de
manera satisfactoria acudiendo a la teoría de la tectónica de placas.
Según esta teoría, grandes unidades de la corteza terrestre se están moviendo lenta y
continuamente. Estas placas móviles interactúan entre sí, deformando las rocas en sus bordes.
De hecho, es a lo largo de las fallas asociadas con los bordes de placa donde se produce la
mayoría de los terremotos. Además, los terremotos son repetitivos. En cuanto termina uno, el
movimiento continuo de las placas deforma las rocas hasta que vuelven a fracturarse.
La mayor parte de los terremotos se produce por la liberación rápida de la energía elástica
almacenada en la roca que ha sido sometida a grandes esfuerzos.
Una vez superada la resistencia de la roca, ésta se rompe súbitamente, provocando las
vibraciones de un terremoto.
Sabemos que las fuerzas (esfuerzos) que provocan el deslizamiento súbito a lo largo de las fallas
son provocadas en última instancia por los movimientos de las placas terrestres.
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También está claro que la mayoría de fallas están bloqueadas, con excepción de movimientos
breves y abruptos que acompañan la ruptura de un terremoto. El motivo principal por el que la
mayor parte de las fallas están bloqueadas es que la presión de confinamiento ejercida por la
corteza suprayacente es enorme. Por esta razón, las fracturas en la corteza, en esencia, están
fuertemente comprimidas.
Al final, los esfuerzos que provocan la ruptura de la falla superan la resistencia friccional al
deslizamiento. Todavía no se conoce con exactitud qué es lo que desencadena realmente la
ruptura inicial. Sin embargo, este acontecimiento marca el inicio de un terremoto.
Históricamente los sismólogos han utilizado varios métodos para obtener dos medidas
fundamentalmente diferentes que describen el tamaño de un terremoto: la intensidad y la
magnitud. La primera que se utilizó fue la intensidad, una medición del grado de temblor del
terreno en un punto determinado basada en la cantidad de daños. Con el desarrollo de los
sismógrafos, se hizo evidente que una medición cuantitativa de un terremoto basada en los
registros sísmicos era más conveniente que los cálculos personales inexactos. La medición que
se desarrolló, denominada magnitud, se basa en los cálculos que utilizan los datos
proporcionados por los registros sísmicos (y otras técnicas) para calcular la cantidad de energía
liberada en la fuente del terremoto.
ESCALAS DE INTENSIDAD
Las escalas de intensidad se basan en los efectos (en gran medida la destrucción) de los
terremotos que dependen no solamente de la gravedad del temblor del suelo, sino también de
factores, como la densidad de población, el diseño de los edificios y la naturaleza de los
materiales superficiales.
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VII. Todo el mundo corre a la calle. Daño despreciable en los edificios de diseño y
construcción buenos; de ligero a moderado en las estructuras de construcción
ordinaria; considerable en los edificios pobres o con estructuras mal diseñadas.
VIII. Daño ligero en estructuras especialmente diseñadas; considerables en edificios
sustanciales ordinarios con derrumbamiento parcial; grande en estructuras mal
construidas (caída de chimeneas, columnas, monumentos, muros).
IX. Daño considerable en estructuras especialmente diseñadas. Los edificios son
desplazados de sus cimientos. Se abren grietas en el suelo.
X. Se destruyen algunas estructuras de madera bien construidas. La mayoría de las
estructuras de albañilería y madera se destruyen. Se abren muchísimas grietas en el
terreno.
XI. Quedan de pie muy pocas estructuras, si queda alguna. Se destruyen los puentes;
grandes fisuras en el terreno.
XII. Daño total. Se ven ondas en el suelo. Los objetos son lanzados al aire.
ESCALAS DE MAGNITUD.
Con el fin de comparar los terremotos en todo el mundo, era necesaria una medición que no se
basara en parámetros que varían considerablemente de una parte del mundo a otra, como los
tipos de construcción.
La escala de Richter se basa en la amplitud de la mayor onda sísmica (P, S u onda superficial)
registrada en un sismógrafo. Dado que las ondas sísmicas se debilitan a medida que la distancia
entre el foco sísmico y el sismógrafo aumenta (de una manera parecida a la luz), Richter
desarrolló un método que considera la disminución de la amplitud de onda con el incremento
de la distancia. En teoría, siempre que se utilizaran los mismos instrumentos, o unos
equivalentes, todas las estaciones de control obtendrían la misma magnitud de Richter para
cada terremoto registrado. (Richter seleccionó el sismógrafo Wood-Anderson como dispositivo
de registro normalizado.) No obstante, en la práctica, las diferentes estaciones de registro a
menudo obtenían magnitudes de Richter ligeramente diferentes para el mismo terremoto,
como consecuencia de las variaciones en los tipos de roca a través de los cuales se desplazaban
las ondas.
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