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II. ANTECEDENTES DE LA ACTIVIDAD EMPRESARIAL DEL ESTADO
Hasta 1968, las empresas estatales peruanas observaron una reducida incidencia
en la evolución de la economía. Estas entidades encuentran sus primeros
antecedentes en su relación a la explotación del guano y los Estancos que
monopolizaban la venta de sal y coca desde la Colonia, pero es recién durante
el gobierno de Leguía que ésta se desarrolla incipientemente. Encuadrándose en
ios patrones del surgimiento de las empresas estatales en América Latina, éstas
se iniciaron en el Perú en actividad desligadas a la brinca de fomento.
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del Estado. Debido a aumentos en la inversión, sobre todo metalúrgica e
hidroeléctrica y a la ampliación de la banca estatal con la creación del Banco
de la Nación en 1964, la formación de capital de las empresas estatales aumentó
de 1 a 2°/o del PBI, y los bancos del Estado alcanzaron a significar casi un tercio
del crédito bancario total. Como ya se dijo, la expansión de las actividades del
Gobierno Central ocurrió, en gran parte, durante este período. La diferencia con el
régimen siguiente fue la ampliación de las actividades del sector público a través
de las empresas estatales.
Hasta 1968, las empresas estatales más importantes estaban representadas por la
banca de fomento, los Estancos y una reducida participación en la industria, en
donde destacaban las planta siderúrgicas y de fertilizantes, la constructora naval, y
algunas pequeñas instalaciones en Arequipa para cemento y deshidratantes. La
siderúrgica y Cachimayo provenían de la década del 50, respondiendo, en parte, a
objetivos ligados al desarrollo regional e industrial; la planta naval tenía una
tradición que se remontaba al siglo pasado, y las plantas arequipeñas respondían
a programas de desarrollo posteriores a terremotos en la zona al igual que
en el caso de la siderúrgica.
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En su documento de base, Acción Popular anunciaba que los lineamientos de
su gobierno respecto a las empresas estatales consistirían en "la reversión
de ciertas empresas públicas a la actividad privada" (p. 8), lo que ocurriría
luego de un análisis individual que permitiría definir la estructura de
propiedad más conveniente en cada caso; y que "las empresas públicas que
se mantengan en su condición de tales, por causa de interés social, seguridad
nacional o de promoción de la economía" , deberían competir con las empresas
privadas, para lo cual se propugnaría una mejora en su eficiencia administrativa
y financiera. El Partido Aprista, aparentemente, anunciaba lineamientos no
muy diferentes a los anteriores: "Se normará la actividad empresarial del
Estado, propendiendo a su autofinanciamiento y a la reducción del número de
las empresas públicas al estrictamente indispensable, sujetando su gestión a
un criterio de eficiencia y rentabilidad, eliminando la excesiva diversidad de
sus esquemas operativos. Asimismo, anunciaba que el Estado asumiría
directamente la industria básica, la prestación de servicios de interés público,
y aquellos "campos no atractivos para el sector no público, pero necesarios
por su rentabilidad social o por su condición estratégica o de seguridad
nacional”.
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casi íntegramente al Estado participación superior al 90% y en otro 10% la
propiedad estatal es superior al 50%. Asimismo, la actividad empresarial del
Estado en el Perú muestra una alta concentración: 16 empresas componen
el 90% de la propiedad estatal. Estas empresas estatales ocupan diversas
áreas de la economía a través de distintos niveles de propiedad y bajo
diferentes criterios de intervención.
Sin embargo, pese a toda la retórica oficial, en la práctica muy pocas empresas
fueron privatizadas o liquidadas, lo que se debió, en parte, al hecho de no
existir consenso de criterios y, también, por lo políticamente delicado de un
proceso de tal naturaleza. Al interior del gobierno existían dos criterios
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respecto a las empresas estatales: por un lado, los que propugnaban un
drástico proceso de reducción del número de empresas y, por el otro, aquéllos
que entendían este proceso como parte de una racionalización de la actividad
empresarial del Estado.
“La única política clara dispuesta en los altos niveles era el requerimiento de
que todas las entidades públicas obtuvieran altos niveles de eficiencia y
cubrieran el costo de sus operaciones en un mercado competitivo.". En este
contexto, las acciones res-pecto a las empresas estatales se efectuaron
aisladamente a nivel ministerial, destacando el correspondiente al Ministerio
de Energía y Minas, el cual proponía una serie de lineamientos de política
para las empresas del sector centradas en proveer a estas entidades de
mayor flexibilidad operativa. Careciendo de una política global para la actividad
empresarial del Estado y quedando la labor de diseñar la política de las
empresas sectorial izad a ministerialmente, ésta dependió de las particulares
ideas de cada ministro. Asimismo, se formó, en junio de 1981, una Comisión
Multisectorial sobre la Actividad empresarial del Estado, cuyas conclusiones
fueron dejadas de lado por el Gobierno.
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Asimismo, a través del D.L. N° 216, CONADE ejecutaría el control de gestión
de las empresas estatales no financieras, lo cual acentuó la importancia de
la autonomía empresarial y los mecanismos de control, de modo que la
gestión se evalúe según el logro de los objetivos gubernamentales, lo cual
implicaba un control posterior a la gestión y no a la propia administración. El
principal aporte de la legislación que sobre la actividad empresarial del Estado
promulgó el gobierno es el ordenamiento legal de las empresas; sin embargo,
éste no proporcionó criterios de orientación claros para las empresas.
Mediante el D.L. 216 se definieron las cuatro formas a través de las cuales
el Estado participa empresarialmente:
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las empresas de Derecho público y las de Derecho privado, y el
Gobierno Central no hace distingos entre una y otra. La importancia de
las empresas estatales perdura actualmente, a pesar del cambio en
el discurso oficial. Por ejemplo, la tendencia de crecimiento que ha
mostrado en la última década el sector público peruano, medido a
través de sus Ingresos y Gastos Corrientes como porcentaje del PBI, ha
llevado a que éstos se dupliquen.
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Sin embargo, las limitaciones presupuéstales impidieron la realización de
aportes de capital correspondientes a dicho monto. En cuanto al comercio
exterior, el Estado participa a través de sus empresas en más de los dos tercios
y un tercio de las exportaciones e importaciones, respectivamente. Asimismo,
su participación en las ventas supera su importancia en la producción:
solamente las quince primeras empresas estatales por su dimensión
controlan el 15% del total de las ventas brutas en el país.
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“4.1 Empresas del Estado de accionariado único: Empresas organizadas bajo la
forma de sociedades anónimas en las que el Estado ostenta la propiedad total de
las acciones y, por tanto, ejerce el control íntegro de su Junta General de
Accionistas.
4.2 Empresas del Estado con accionariado privado: Empresas organizadas bajo la
forma de sociedades anónimas, en las que el Estado ostenta la propiedad
mayoritaria de las acciones y, por tanto, ejerce el control mayoritario de su Junta
General de Accionistas, existiendo accionistas minoritarios no vinculados al Estado.
4.3 Empresas del Estado con potestades públicas: Empresas de propiedad estatal
cuya ley de creación les otorga potestades de derecho público para el ejercicio de
sus funciones. Se organizan bajo la forma que disponga su ley de creación.
El accionariado estatal minoritario en empresas privadas no constituye Actividad
Empresarial del Estado y se sujeta a las disposiciones de la Ley General de
Sociedades y demás normas aplicables a tales empresas”.
Es importante precisar que el Decreto Legislativo N° 1031 solo se aplica a las
empresas del Estado bajo el ámbito del Fondo Nacional de Financiamiento de la
Actividad Empresarial del Estado - FONAFE. Este fondo es una empresa de
derecho público adscrita al Ministerio de Economía y Finanzas. Otras empresas del
Estado cuentan con regímenes particulares, como es el caso de Petróleos del Perú
–Petroperú S.A. o las empresas municipales.
En adición a ello, cualquier entidad del Estado podría realizar actividades de
prestación de servicios o de producción de bienes para la comunidad, que conviven
y eventualmente concurren con las actividades del sector privado. Algunos ejemplos
de ello son las prestaciones de servicios de hospitales, municipalidades,
universidades nacionales (tanto a través de su servicio educativo como mediante
sus centros de producción), etc. La determinación del carácter empresarial de
algunas actividades en situaciones específicas requiere un análisis previo orientado
a determinar si la actividad desarrollada por la entidad pública es de carácter
empresarial o si se trata de actividades que pueden desarrollarse en el marco de
sus fines y funciones.
Igualdad en el tratamiento legal de la actividad empresarial pública y privada
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El tercer párrafo del artículo 60º de la Constitución señala que “la actividad
empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal”, con lo cual se
establece un régimen de igualdad en el tratamiento legal de la actividad empresarial.
Esta disposición se planteó en su momento para eliminar las ventajas o privilegios
con los que contaba la actividad empresarial estatal, así como para remarcar que la
subsistencia de las empresas del Estado debía estar ligada a un desempeño
empresarial y económico que les otorgue viabilidad antes que a favoritismos o
ventajas derivadas de la propiedad estatal.
En aplicación del tercer párrafo del artículo 60º, las empresas del Estado tributan tal
cual lo hace el sector privado, aplican a sus trabajadores regímenes laborales
propios del sector privado y están sujetas a las mismas normas regulatorias que
cualquier empresa privada. El carácter estatal de la empresa no las exime de
tramitar los permisos o autorizaciones que las empresas privadas requieren, ni las
libera de los controles y supervisiones de los organismos estatales que verifican el
cumplimiento de normas sectoriales.
Sin embargo, esta disposición debe leerse también en el sentido de que el sector
privado no debe gozar de un trato ventajoso respecto de la actividad empresarial
del Estado y que esta última no debe afrontar restricciones, limitaciones o
condiciones más onerosas que las que enfrenta la empresa privada para su
desarrollo. Las limitaciones o las restricciones solo deben fundamentarse en el
carácter subsidiario de la actividad empresarial del Estado, previsto en el segundo
párrafo del artículo 60º de la Constitución.
Asimismo, es importante dejar sentado que el “mismo tratamiento legal” para la
actividad empresarial pública y no pública no significa “trato idéntico”. En efecto,
siempre es posible que la legislación establezca diferencias justificadas por la
naturaleza de las cosas que no representen un tratamiento arbitrario.
Ello se evidencia, por ejemplo, en las disposiciones legales sobre contrataciones
del Estado. Las empresas estatales y demás entidades del Estado deben realizar
sus contrataciones (compras, contratos de servicios, etc.) siguiendo procesos
generalmente lentos, que no solamente acarrean gastos de personal y demoras,
sino que, en ocasiones, se frustran sin alcanzar su objetivo. De igual modo, las
entidades del Estado afrontan gastos derivados de la supervisión que ejerce la
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Contraloría General de la República, toda vez que deben asignar personal a la
atención de requerimientos y documentar
especialmente todas sus decisiones, a fin de poderlas justificar cuando se necesite.
Si bien en estos supuestos, y en otros más, las entidades del Estado que realizan
actividad empresarial se encuentran ante un tratamiento legal diferenciado que
puede resultar oneroso y que las lleva a una situación de desventaja frente al sector
privado, este tratamiento se encuentra justificado en la medida que sus actividades
involucran recursos del Estado que deben ser adecuadamente resguardados. El
control y la supervisión del
uso de los recursos por estas empresas puede variar en su forma e intensidad,
sobre todo, a fin de no entorpecer innecesariamente el desarrollo de sus
actividades; sin embargo, en este caso, el tratamiento diferenciado se encuentra
justificado y no vulnera las disposiciones constitucionales.
De lo expresado en los párrafos anteriores se colige que, en caso encontremos en
la legislación un trato diferente entre la actividad empresarial pública y no pública,
este tratamiento deberá contar con una justificación suficiente. De no ser así, la
norma legal en cuestión no se encontraría alineada con las disposiciones
constitucionales.
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Los principales problemas de las empresas estatales en el Perú pueden
ser agrupados en tres grupos generales: los derivados de la relación con el
Gobierno Central, los derivados de las relaciones entre empresas estatales,
y aquellos problemas propios de estas entidades.
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El de la falta de objetivos en las empresas estatales se considera
como uno de los problemas claves en este tipo de entidades. Como
consecuencia de la indefinición de los objetivos de la política
empresarial del Estado, la falta de objetivos claramente definidos,
alcanzables y coherentes en las empresas es una secuencia lógica.
Esto provoca que los ministros, más que establecer objetivos y
políticas para las empresas estatales, intervengan en la operación
diaria.
B) SISTEMAS DE CONTROL
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pública son comunes en la mayoría de países, pero estas dificultades se
vuelven particular-mente serias en el Perú".
VENTAJAS
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3. Incremento de procesos (tiempos)
4. Criterios genéricos que en algunos casos deben ser precisados.
5. Limitación de recursos que pueden ser asignados por la corporación
6. Percepción errónea de intereses de determinados grupos.
VI. JURISPRUDENCIA
El tercer párrafo del artículo 60º de la Constitución señala que “la actividad
empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal”, con lo
cual se establece un régimen de igualdad en el tratamiento legal de la
actividad empresarial.
Esta disposición se planteó en su momento para eliminar las ventajas o
privilegios con los que contaba la actividad empresarial estatal, así como para
remarcar que la subsistencia de las empresas del Estado debía estar ligada
a un desempeño empresarial y económico que les otorgue viabilidad antes
que a favoritismos o ventajas derivadas de la propiedad estatal.
En aplicación del tercer párrafo del artículo 60º, las empresas del Estado
tributan tal cual lo hace el sector privado, aplican a sus trabajadores
regímenes laborales propios del sector privado y están sujetas a las mismas
normas regulatorias que cualquier empresa privada. El carácter estatal de la
empresa no las exime de tramitar los permisos o autorizaciones que las
empresas privadas requieren, ni las libera de los controles y supervisiones
de los organismos estatales que verifican el cumplimiento de normas
sectoriales.
Sin embargo, esta disposición debe leerse también en el sentido de que el
sector privado no debe gozar de un trato ventajoso respecto de la actividad
empresarial del Estado y que esta última no debe afrontar restricciones,
limitaciones o condiciones más onerosas que las que enfrenta la empresa
privada para su desarrollo. Las limitaciones o las restricciones solo deben
fundamentarse en el carácter subsidiario de la actividad empresarial del
Estado, previsto en el segundo párrafo del artículo 60º de la Constitución.
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Asimismo, es importante dejar sentado que el “mismo tratamiento legal” para
la actividad empresarial pública y no pública no significa “trato idéntico”. En
efecto, siempre es posible que la legislación establezca diferencias
justificadas por la naturaleza de las cosas que no representen un tratamiento
arbitrario.
Ello se evidencia, por ejemplo, en las disposiciones legales sobre
contrataciones del Estado. Las empresas estatales y demás entidades del
Estado deben realizar sus contrataciones (compras, contratos de servicios,
etc.) siguiendo procesos generalmente lentos, que no solamente acarrean
gastos de personal y demoras, sino que, en ocasiones, se frustran sin
alcanzar su objetivo. De igual modo, las entidades del Estado afrontan gastos
derivados de la supervisión que ejerce la Contraloría General de la
República, toda vez que deben asignar personal a la atención de
requerimientos y documentar especialmente todas sus decisiones, a fin de
poderlas justificar cuando se necesite. Si bien en estos supuestos, y en otros
más, las entidades del Estado que realizan actividad empresarial se
encuentran ante un tratamiento legal diferenciado que puede resultar
oneroso y que las lleva a una situación de desventaja frente al sector privado,
este tratamiento se encuentra justificado en la medida que sus actividades
involucran recursos del Estado que deben ser adecuadamente
resguardados. El control y la supervisión de uso de los recursos por estas
empresas puede variar en su forma e intensidad, sobre todo, a fin de no
entorpecer innecesariamente el desarrollo de sus actividades; sin embargo,
en este caso, el tratamiento diferenciado se encuentra justificado y no vulnera
las disposiciones constitucionales.
De lo expresado en los párrafos anteriores se colige que, en caso
encontremos en la legislación un trato diferente entre la actividad empresarial
pública y no pública, este tratamiento deberá contar con una justificación
suficiente. De no ser así, la norma legal en cuestión no se encontraría
alineada con las disposiciones constitucionales.
A continuación, llevaremos esta línea de análisis a las disposiciones sobre
competencia desleal relacionadas con la actividad empresarial del Estado y
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a la revisión de otras dos normas que establecen un trato diferenciado entre
la actividad empresarial pública y no pública.
A partir del año 2008, la legislación sobre competencia desleal se encuentra
contenida en el Decreto Legislativo Nº 1044 – “Ley de Represión de la
Competencia Desleal” (en adelante LRCD). En ella se establece como una
modalidad de competencia desleal los actos de “violación de normas”,
infracción consistente en “… la realización de actos que tengan como efecto,
real o potencial, valerse en el mercado de una ventaja significativa derivada
de la concurrencia en el mercado mediante la infracción de normas
imperativas. A fin de determinar la existencia de una ventaja significativa se
evaluará la mejor posición competitiva obtenida mediante la infracción de
normas.” (artículo14º, numeral 14.1).
Como puede apreciarse, un requisito para la comisión de la infracción es
contar con una ventaja significativa, derivada de la concurrencia mediante la
infracción de normas.
Este acto de competencia desleal, se encontraba previsto en la normatividad
previa a la LRCD, considerando también necesaria la existencia de una
ventaja significativa para que se configure la infracción.
Adicionalmente, la LRCD incorporó un supuesto no contemplado en la
legislación precedente:
“14.3.- La actividad empresarial desarrollada por una entidad pública o
empresa estatal con infracción al artículo 60º de la Constitución Política del
Perú configura un acto de violación de normas que será determinado por las
autoridades que aplican la presente Ley. En este caso, no se requerirá
acreditar la adquisición de una ventaja significativa por quien desarrolle dicha
actividad empresarial” (las negritas son nuestras).
De este modo, la norma introduce la presunción de que toda violación al
artículo 60º de la Constitución acarrea una ventaja significativa que no
requiere ser probada, es decir, establece una presunción solo aplicable a la
actividad empresarial del Estado.
Esta presunción no se basa en aspectos objetivos de la actividad realizada
que nos permitan inferir que existe una ventaja significativa que no requiere
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ser demostrada o que es evidente en sí, sino que se fundamenta en el sujeto
de la acción, toda vez que solo una entidad del Estado podría realizar esta
conducta.
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Con fecha 13 de mayo de 2008, el Procurador Público Adjunto del Ministerio
de Economía y Finanzas se apersona al proceso y, con fecha 23 de junio de
2008, expone sus fundamentos sobre la demanda, aduciendo que el decreto
supremo cuestionado no vulnera los derechos alegados por la demandante.
La Sala Superior competente confirmó la apelada, por estimar que los hechos
y el petitorio no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido de los derechos invocados.
"En una economía social de mercado, el derecho a libertad de empresa, junto
con los derechos a libre iniciativa privada, a la libertad de comercio, a la
libertad de industria y la libre competencia, son considerados como base del
desarrollo económico y social del país, y como garantía de una sociedad
democrática y pluralista. Coincidente con esta concepción, la Constitución en
su artículo 60º reconoce expresamente el pluralismo económico y que la
empresa tiene las características de promotora del desarrollo y de sustento
de la economía nacional.
En este contexto, la libertad de empresa se erige como un derecho
fundamental que garantiza a todas las personas a participar en la vida
económica de la Nación, y que el poder público no sólo debe respetar, sino
que, además, debe orientar, estimular y promover, conforme lo señalan los
artículos 58º y 59º de la Constitución.
Para ello, el Estado debe remover los obstáculos que impidan o restrinjan el
libre acceso a los mercados de bienes y servicios, así como toda práctica
que produzca o pueda producir el efecto de limitar, impedir, restringir o falsear
la libre competencia, para lo cual debe formular y establecer todos los
mecanismos jurídicos necesarios a fin de salvaguardar la libre competencia.
Por dicha razón, el artículo 61.º de la Constitución reconoce que el Estado:
a) Facilita y vigila la libre competencia;
b) Combate toda práctica que limite la libre competencia; y
c) Combate el abuso de posiciones dominantes o monopólicas".
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ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Municipalidad Distrital
de Acobamba contra la sentencia expedida por la Sala Mixta de la Corte
Superior de Justicia de Junín.
ANTECEDENTES
Argumentos de la demanda
Con fecha 17 de junio de 2008, los recurrentes interponen demanda de
inconstitucionalidad contra la Ley N.° 28564, Ley que deroga la Ley N.º 27504
y restituye el tercer párrafo del artículo 5º de la Ley Universitaria, alegando
que es incompatible con los derechos fundamentales de acceso a la
educación universitaria, a la constitución de centros docentes universitarios,
a la libre iniciativa privada y a la libertad de empresa. Asimismo, afirman que
atenta contra la garantía institucional de la autonomía universitaria. Aún
cuando sostienen que, en estricto, el vicio de inconstitucionalidad se
encuentra en los artículos 1º y 2º de la ley cuestionada, afirman que éste
alcanza al resto de su articulado por conexidad.
Mediante sentencia emitida en el Exp. N º 00017-2008-PI/TC, el Tribunal
Constitucional (TC) declaró inconstitucional la Ley Nº 28564, que establecía
la prohibición de creación de nuevas filiales de universidades públicas y
privadas, fuera del ámbito departamental de su sede principal.
La Ley fue declarada inconstitucional por cuanto la prohibición de creación
de nuevas filiales universitarias no constituye una medida adecuada para
garantizar el derecho fundamental a una educación universitaria de calidad,
ni para que se ejerza el derecho fundamental de acceso a la educación
universitaria de aquellas personas que residen en departamentos que
carecen de una suficiente oferta educativa en determinadas carreras.
En tal sentido, el Tribunal Constitucional enfatizó que la creación de nuevas
filiales permite garantizar y realizar el derecho fundamental a la educación
universitaria, así como el ofrecimiento efectivo de un servicio educativo al
alcance de todas las personas.
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No obstante, la declaración de inconstitucionalidad, el Tribunal ha
establecido pautas para que el Estado garantice en forma real y efectiva, que
en todas las filiales universitarias se brinde una educación de calidad.
Entre las pautas de actuación dispuestas destaca, que ante la inexistencia
de una autoridad competente para autorizar el funcionamiento de las filiales,
se ha propuesto la creación de una superintendencia estatal encargada de
evaluar y autorizar el funcionamiento de las nuevas filiales universitarias, así
como la evaluación de todas las existentes con el propósito de elevar su
calidad educativa.
Finalmente, debe precisarse que la declaración de inconstitucionalidad de los
artículos 1º y 2º de la Ley N.º 28564, no genera el derecho de las
universidades a crear nuevas filiales, en tanto el Estado no cumpla con crear
un organismo imparcial que se encargue de evaluar el cumplimiento de los
requisitos para que las nuevas filiales universitarias funcionen brindando una
educación de calidad supervisada.
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b) Alumnos Universitarios y de Institutos Superiores Universitarios en
profesión o carrera cuya duración no sea menor de seis semestres
académicos; y,
c) Escolares.
Artículo 2.- Los pases libres son aplicables a los miembros de la Policía
Nacional. No se encuentran comprendidos el personal de Sanidad ni
especialistas de la Policía Nacional.
Artículo 3.- El precio del pasaje universitario, en el ámbito urbano o en el
interurbano no podrá exceder de 50% del precio del pasaje adulto.
Artículo 4.- El uso del pasaje universitario sólo procederá entre las 5:00 y las
24:00 horas, en días laborables.
El pasaje escolar se hará efectivo previa presentación del carné expedido por
el Ministerio de Educación y en los horarios que determine la norma
pertinente
Articulo 5.- El cobro del pasaje universitario se realiza previa presentación
del Carné Universitario o del Carné de Instituto Superior; expedidos por la
Asamblea Nacional de Rectores y el Ministerio de Educación,
respectivamente, que constituyen documento único de acreditación para
acogerse al beneficio del pasaje diferenciado.
Tratándose de documento único los organismos autorizados para su
expedición quedan facultados para establecer los mecanismos de control y
supervisión que impidan su falsificación o mal uso”.
Argumentos de la demanda
Los demandantes plantean la demanda de inconstitucionalidad contra los
artículos 1°, 2°, 3°, 4° y 5° de la Ley N° 26271, Ley que norma el derecho al
pasaje libre y pasaje diferenciado cobrado por las empresas de transporte
urbano e interurbano de pasajeros, por considerar que dicha norma vulnera
la Constitución en lo que toca al derecho de igualdad (inciso 2), artículo 2°, a
los deberes primordiales del Estado (artículo 44° de la Constitución), al rol
económico del Estado (artículo 59° de la Constitución), al pluralismo
económico (artículo 60° de la Constitución) y a la libre competencia (artículo
61 0 de la Constitución).
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Alegan que los deberes constitucionales del Estado para promover y
garantizar la libre empresa, así como su obligación de ayudar a los sectores
que sufren desigualdad, no se concreta en el caso de las pequeñas empresas
del sector privado dedicadas al servicio público de transporte urbano e
interurbano, toda vez que, a consecuencia de la ley materia de acción de
inconstitucionalidad, se les impone cobrar los servicios que prestan a un
precio subvencionado -en el caso de los pases libres y pasajes diferenciados
a favor de la Policía Nacional, cuerpo de bomberos, pasajes universitarios y
escolares-, sin que se tome en cuenta que para producirlos adquieren sus
insumos (combustible, autopartes, lubricantes, etc.) a costo de mercado.
Señalan que este trato sólo es aplicable a su sector y no al resto de
empresas, por lo que se vulnera el principio de igualdad establecido en la
Constitución.
Asimismo, indican que esta situación hace que las empresas
progresivamente se descapitalicen y no puedan reponer sus unidades
vehiculares debido al deterioro y la depreciación ocasionada por el transcurrir
el tiempo.
De otro lado, argumentan que no puede existir libre competencia, cuando a
las empresas dedicadas al servicio público de transporte urbano e
interurbano se le resta competitividad en relación con el gran universo
empresarial dedicado a otro rubro de servicios y bienes.
Finalmente, mediante Informe de fecha 17 de febrero de 2005, los
demandantes reiteran sus argumentos e invocan la intervención del Tribunal
Constitucional, a través de una sentencia exhortativa o aditiva, para corregir
las anomalías de la Ley N. o 27191, -sea en esta o mediante otra ley-,
referidas a la omisión del Estado en otorgar una retribución equitativa a los
empresarios del sector de transporte público de pasajeros urbano e
interurbano, para compensar los servicios que vienen subvencionando.
SE DECLARO INFUNDADA LA DEMANDA DE INCOSTITUCIONALIDAD
24
A continuación se presenta un cuadro comparativo en países como España, Chile
y Colombia, incluyendo la normatividad peruana. Cuadro 2 Legislación y
jurisprudencia Actividades Empresariales en Perú, Colombia, Chile y España
PERÚ
NORMA TEXTO
25
las empresas privadas se considera suficiente para
satisfacer la demanda existente, en todo el territorio
nacional o en la parte en donde atienden. Se presume,
salvo demostración en contrario, que tal condición se
verifica en aquellos mercados en los que operan al menos
dos empresas privadas no vinculadas entre sí.
[…]
ESPAÑA
26
NORMA TEXTO
27
Artículo 130 desarrollo del sector económico
28
de la empresa pública respecto de la privada y en el que
únicamente se admitía la pública ante la inexistencia o la
insuficiencia de la privada, habiendo alcanzado ahora
ambas el mismo rango constitucional..”
CHILE
NORMA TEXTO
29
LEGISLACIÓN Ley 18.971
INFRA
Artículo único.- Cualquier persona podrá denunciar las
CONSTITUCIONAL
infracciones al artículo 19, número 21, de la Constitución
Política de la República de Chile. El actor no necesitará
tener interés actual en los hechos denunciados. […]
30
- C. Apelaciones de Santiago, Rol 3899-94,
26.01.95; GJ 177(1995)
COLOMBIA
NORMA TEXTO
31
a las personas que en virtud de dicha ley, queden privadas
del ejercicio de una actividad lícita.
VIII. CONCLUSIONES
32