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Las ilustraciones de este número son

obras de Juan Torcoletti (Buenos


Aires, 1951).

86
Directora
Revista de cultura Beatriz Sarlo
Año XXIX • Número 86
Buenos Aires, diciembre de 2006 Subdirector
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 Adrián Gorelik

Sumario Consejo Editor


Raúl Beceyro
1 Beatriz Sarlo, Sujetos y tecnologías. La novela Jorge Dotti
después de la historia Rafael Filippelli
Federico Monjeau
7 Ana Porrúa, La puesta en voz de la poesía Ana Porrúa
Oscar Terán
12 Damián Tabarovsky, Los atributos del loro. Sobre Hugo Vezzetti
Héctor Libertella
Diseño:
Estudio Vesc y Josefina Darriba
15 Rafael Filippelli y Federico Monjeau, Fue lindo
mientras duró. Contribuciones a una crítica del Difusión y representación comercial:
tango. Tercer artículo de la serie “El juicio del Darío Brenman
siglo”
Distribución: Siglo XXI Argentina
23 Adrián Gorelik, Políticas de la representación
urbana: el momento situacionista Composición, armado e impresión:
Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.
31 Entrevista a Paolo Fabbri, de Pablo Francescutti,
El rostro oscuro de la comunicación

37 Hugo Vezzetti, Memoria histórica y memoria


política: las propuestas para la ESMA Suscripción anual
Personal Institucional
Argentina 30 $ 60 $
43 Leonor Arfuch, Imaginar pese a todo Países limítrofes 20 U$S 40 U$S
Resto del mundo 30 U$S 50 U$S

Punto de Vista recibe toda su


correspondencia, giros y cheques a nombre de
Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39,
Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina.

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Sujetos y tecnologías Proyecto
Documenta 12
La novela después de la historia
¿Es la modernidad
nuestra antigüedad?
Beatriz Sarlo

1
ción y, naturalmente, también lo que
ella cuenta. En Las islas, Gamerro
muestra (creo que por primera vez) lo
disparatado como modelo de relato
para un acontecimiento de la historia
reciente; el género “menor”, ciencia
ficción o thriller, no es utilizado para
narrar verosímilmente unos hechos
donde participan combatientes de la
guerra de Malvinas, sino para ampliar-
los hasta lo increíble. No se busca re-
alismo ni hipótesis interpretativas si-
no el efecto revelador de la hipérbole
cómica.
Como sea, todavía hoy, algunas no-
velas vuelven hacia los años setenta y
mencionaría sólo las que más me in-
teresan: Los planetas de Sergio Chej-
fec, Dos veces junio de Martín Ko-
han, La grande de Saer, donde Toma-
tis se atreve a pedir información sobre
lo sucedido con el Gato y Elisa, a un
personaje deleznable, amigo de repre-
Fue la pregunta de la hora nada nunca y Glosa de Saer, En esta sores, que lo humilla. Aunque, como
dulce tierra de Andrés Rivera, El vue- lo indican las menciones, la pregunta
Hace casi un cuarto de siglo, la nove- lo del tigre de Daniel Moyano y La 1. Una historia literaria de las últimas dos dé-
la argentina y la crítica (que no se lle- casa y el viento de Tizón. En clave cadas, organizada según poéticas y grupos de
van bien, porque muchos escritores del exilio o de la represión leímos a escritores, es la que propone Sylvia Saítta: “La
creen obligatoria la hostilidad frente Juan Martini, a Dal Masetto y muchos narrativa argentina, entre la innovación y el mer-
cado (1983-2003)”, en: Marcos Novaro y Vi-
al discurso universitario y, por su par- otros libros hoy olvidados. De este cente Palermo (eds.), La historia reciente; Ar-
te, el preciosismo amanerado de la aca- conjunto, quedan incólumes la obra de gentina en democracia, Buenos Aires, Edhasa,
demia aburre a cualquiera) coincidie- Juan José Saer y, fuera de sistema, 2004. Véase también: “1976-1989. Dictadura y
ron en una pregunta: ¿cómo la ficción Los pichiciegos de Fogwill.1 democracia”, de José Luis de Diego, y “1990-
2000. La concentración y la polarización de la
entiende la historia? Fue la pregunta Ya en los noventa Villa de Gus- industria editorial”, de Malena Botto, en: José
del momento en los ochenta, cuando mán y Las islas de Carlos Gamerro Luis de Diego (director), Editores y políticas
se había escrito poco sobre la dictadu- mostraron una variación. Gusmán hi- editoriales en Argentina, 1880-2000, Buenos Ai-
ra y se pensó que ese vacío la litera- zo girar la perspectiva del relato; pasó res, FCE, 2006. Un libro que reúne ensayos
característicos de la lectura realizada en los
tura podía tomarlo para sí. Figuracio- del reprimido y del intelectual, al re- ochenta es: AAVV, Ficción y política; La na-
nes de la historia fueron, entonces, presor y a los pequeños miserables. rrativa argentina durante el proceso militar,
Respiración artificial de Piglia, Nadie Eso cambia todo: la lengua de la fic- Buenos Aires, Alianza, 1987.
sobre la historia no se ha borrado, es Han sucedido dos cosas. Por un quinquenios. No se trata de clasificar
imposible afirmar que hoy ella es un lado, la interpretación de la dictadura libros en un par de columnas.
eje de la ficción argentina. ya no pasa, como entonces, por una Dos escritores, que vienen de los
Los historiadores han escrito y si- hipótesis sobre la violencia como cons- ochenta, son fundamentales. Fogwill y
guen escribiendo sobre los años se- tante histórica argentina, una especie Aira, en novelas completamente dife-
tenta y, por más renuentes que sean de ley que habría regido, igual a sí rentes, escriben en el escenario de la
los escritores a registrar hipótesis for- misma, desde el siglo XIX. Las expli- actualidad, de lo que está sucediendo
muladas por otras disciplinas, nadie caciones son ahora mejores y más es- en el momento. Aira y Fogwill cono-
podría decir con seriedad que no sa- pecíficas. Por otro lado, otros discur- cen la lengua del presente y cada uno
bemos en el sentido en que no se sa- sos, no literarios, han tomado un lu- escribe con ella, deformándola o regis-
bía en 1980. La literatura no dialoga gar que, a comienzos de la década del trándola a partir de un saber preciso.
todos los días con las ciencias socia- ochenta, la literatura ocupaba casi en Tienen una mirada documental pero
les pero tampoco navega en el vacío, solitario. Se habla menos del enigma ambos realizan sobre ese potencial do-
como si fuera un anillo exterior a la argentino y a ningún escritor se le ocu- cumental torsiones desrealizadoras dis-
galaxia conceptual. rriría hoy preguntarse quién escribirá tintas. Básicamente, los dos se oponen,
En 1980 la literatura anticipaba el Facundo, interrogante que preocupa- desde los ochenta, a que la dimensión
saber sobre el pasado y eso sostenía ba honestamente a Piglia. La pregunta interpretativa defina la ficción.
2 su empresa reconstructiva. Hoy esa misma sonaría ahora un poco fuera de Los pichiciegos, sin embargo, es
empresa sólo puede sostenerse en la foco: ¿revelación socioliteraria de un una novela tan interpretativa como et-
calidad de la escritura, ya que un sa- enigma? El lugar de la literatura ha nográfica, y esto tiene que ver con el
ber circula hasta en las formas más pasado a ser otro. Por lo menos hasta carácter imaginario de la situación na-
banales de los textos de memoria y el que las claves del pasado vuelvan a rrada. Es hiperrealista y, al mismo
periodismo-ficción audiovisual. Por parecer insuficientes.2 tiempo, hipotética, ya que no podría
otra parte, la literatura a comienzos de Si el pasado reciente obsesionó a proporcionar una referencia exterior a
los ochenta podía proponerse una for- los ochenta, el presente es el tiempo su trama. No trata de acercarse a algo
ma narrativa de justicia, que hoy care- de la literatura que se está escribiendo que habría sucedido en la guerra de
cería de cualquier sentido que no lle- hoy (por supuesto, excluyo de esta afir- Malvinas sino de encontrar la forma
gara desde la potencia estética. En los mación la llamada “novela histórica”, en que la cultura de los pichis funcio-
ochenta faltaba discurso social. Hoy un género editorial más que literario). na en condiciones de guerra comple-
se difunde en todos los géneros ima- No ignoro que muchas novelas siguen tamente desfavorables. La obligación
ginables. transcurriendo en el pasado. Lo que de sobrevivir vuelve imposible cual-
Por lo tanto, la ficción no llena un quiero decir, más bien, es que leyen- quier heroísmo y el Mercado toma el
vacío sobre el que ahora se vuelcan do la literatura hoy, lo que impacta es lugar de la Patria. La novela es una
otros discursos y ya no puede sentir el el peso del presente no como enigma hipótesis (una interpretación) y un do-
imperativo de ser la primera (la úni- a resolver sino como escenario a re- cumento de cómo son los intercam-
ca), cuando los desaparecidos son te- presentar. Si la novela de los ochenta bios dentro de la marginalidad, cuan-
ma de los hits de la telenovela, de la fue “interpretativa”, una línea visible do se abandona todo principio excep-
historia profesional, del periodismo o de la novela actual es “etnográfica”. to el de la conservación de la vida. La
de decenas de exhibiciones de foto- forma de la novela es la transacción
grafías y objetos de memoria. En es- (en todos los diálogos se realiza una
tas nuevas condiciones, se produce un Disyunción conceptual: transacción); esa habría sido también
desplazamiento hacia afuera de esa historia/etnografía la forma general de una guerra donde
historia, salvo en aquellos escritores los valores invocados no se correspon-
que descubren lo que todavía no ha ¿Qué significa esta división? Se trata dían con los motivos que la desenca-
sido dicho del modo en que ellos lo de una disyunción conceptual y tam- denaron. La novela no interpreta la
dicen (pienso en el extraordinario co- bién de la hipótesis de que el presente guerra, figuradamente, como un mer-
mienzo de Los planetas de Chejfec). etnográficamente registrado es elegi- cado. Desnuda la naturaleza de la gue-
Sería completamente absurdo afirmar do por novelas que son leídas como rra no en sus grandes objetivos (no
que no va a volver a escribirse ni de “lo nuevo” de la literatura argentina. dice, porque hubiera sido absurdo, que
modo figurado ni de cualquier otro so- Las interpretaciones del pasado se re- toda guerra es económica: la de Mal-
bre los años de la dictadura. Pero no emplazan por representaciones etno-
es absurdo suponer que, si se vuelve a gráficas del presente. La disyunción, 2. Miguel Dalmaroni da otras razones, diferen-
tes, para una periodización que distingue la li-
esos años como tiempo de la ficción, precisamente por su carácter concep- teratura escrita en los ochenta y la que aparece
la novela no tendrá con ese tiempo la tual, no incluye todas las novelas y a partir de 1995. Véase: “La moral de la histo-
relación de inmediatez autobiográfica solicito que se suspenda la idea de ver ria. Novelas argentinas sobre la dictadura (1995-
que tuvo el enigma de la violencia ar- si lo “interpretativo” y lo “etnográfi- 2002)”, en su libro La palabra justa; Literatu-
ra, crítica y memoria en Argentina; 1960-2002,
gentina para los escritores de los co” designan categorías donde hay más Mar del Plata-Santiago de Chile, RIL-Melusi-
ochenta. o menos novelas por décadas o por na, 2004.
vinas no lo fue), sino en los objetivos Aira que tiene el siglo XIX como pre- tro y va hacia otra parte como si fuera
defensivos de sus víctimas más inme- sente, no como pasado). Son las no- abandonada a un movimiento impre-
diatas, para quienes el trueque y la velas-crónica de Aira, un escritor que visible. Como un elegante víctima del
conservación de la vida están unidos. parece alejado de este género, y sin tedio, el narrador pierde súbitamente
Escrita durante la guerra, Fogwill ima- embargo, recorre espacios sociales (Yo el interés sobre aquel objeto que lo
ginó Los pichiciegos como una exten- era una chica moderna es otro ejem- había interesado en un principio.
sión a otro escenario de la cultura de plo de otro espacio y sus berretines)
los soldados. Es por eso una etnogra- con una levedad graciosa que lo sepa-
fía hipotética. ra de la vocación demostrativa y, en El abandono de la trama
En La villa y Las noches de Flo- el fondo, pedagógica que tuvo la cró-
res de Aira, la imaginación etnográfi- nica. Aira tiene la perfecta distancia Aira es un maestro en el abandono de
ca reconstruye el presente más coyun- del dandy literario, que encuentra chis- la trama.4 Daniel Guebel, desde su pri-
tural, es decir: no la miseria o la cul- tosa o amena toda variación del pre- mera novela, La perla del emperador,
tura juvenil, sino los cartoneros y el sente, sencillamente porque, primero, también. Es la ficción donde todo pue-
delivery, las formas que el presente es una variación y, segundo, se trata de pasar, y en ese sentido, se opone a
trae como novedad, las tácticas de mo- del presente. la novela moderna clásica, porque se
da de la supervivencia penosa.3 El pre- Ambas novelas se socavan a sí separa de dos ideas de trama narrati-
sente corto, la instantaneidad, es el mismas en los tercios finales desmin- va: la cerrada, que implica una repre- 3
tiempo de referencia (no de todas sus tiendo su etnografía: allí, como es ha- sentación de totalidad y un mundo so-
novelas, porque es casi imposible ha- bitual en Aira, la trama se deshace, cial de personajes; la abierta, que de-
blar de todo Aira, ya que existe un porque pega un giro, cambia de regis- bilita la trama como señal de la
dilución de las historias y de los ca-
racteres (el personaje se convierte en
una fluctuante duración de notas sub-
jetivas y verbales).
El abandono de la trama, en cam-
bio, refuta la pericia formal, una vez
que se ha mostrado que puede ejer-
cérsela; y también refuta el verosímil
sostenido por cualquier paradigma de
historia. La trama, simplemente, des-
cribe una elipsis que la aleja cada vez

3. Sergio Chejfec llama a La villa de Aira y a


unas notas etnográficas de Daniela Soldano,
“textos de nativos-viajeros, o más bien de via-
jeros en su propia comunidad”, (“Sísifo en Bue-
nos Aires”, incluido en El punto vacilante; Li-
teratura, ideas y mundo privado, Buenos Aires,
Norma 2005, p. 146, antes publicado en Punto
de Vista, 72, abril de 2002.)
4. Martín Kohan escribe sobre Aira: “Cada li-
bro viene bien escrito y bien narrado y, antes
de terminar, pudiendo estar bien del todo, se
estropea premeditadamente, decide echarse a
perder”, Punto de Vista, 83, diciembre de 2005.
Sandra Contreras plantea una interpretación dis-
tinta, al considerar ese rasgo como un “subra-
yamiento del fin” que sería el “signo más pal-
pable de la vuelta de la literatura de Aira al
relato en la medida en que muestra no sólo que
en su transcurso se ha desplegado un argumen-
to sino el hecho de que se ha recuperado esa
pregunta elemental que nos hacemos cada vez
que una historia nos interesa y nos atrapa: ¿có-
mo termina?”. También señala que este “acento
puesto en el final es índice, a la vez, de una
cierta conexión de la novela de Aira con el cuen-
to, con esa forma ‘fundamental’ o ‘elemental’
que, dice Eichenbaum, viene de la anécdota”
(Las vueltas de César Aira, Rosario, Beatriz
Viterbo Editora, 2002, p. 181). Mi argumento
va en una dirección totalmente diferente.
más de los desenlaces posibles al prin- dos de voluntad ficcional (véanse los deciendo al pie de la letra todos los
cipio, y cae, invalidando la idea mis- esfuerzos de Cortázar o la tensión ex- principios de la etnografía lingüística.
ma de un desenlace acordado con el trema y económica de Borges); lo dis- Con esta técnica, las lenguas re-
comienzo de la ficción. Al caer, la tra- paratado es inconclusivo y por eso, en gistradas pueden ser cualquier dialec-
ma señala la ilusión de cualquier ve- otras dimensiones, puede ser “etnográ- to de la sociedad: el de una adoles-
rosimilitud que podría haberse cons- fico”: salgamos a pasear por el mun- cente de capas medias altas (Paula
truido en el comienzo; desautoriza, de do donde no hay argumento sino su- Varsavsky, Nadie alzaba la voz) o de
atrás hacia delante, lo que se ha veni- ma de episodios divertidos. la más estereotipada pequeño burgue-
do leyendo. Como si se dijera: donde sía (Romina Paula). En ambos casos,
todo puede pasar, se pone en duda lo el efecto es etnográfico, porque entre
que pasó antes de que la trama caye- El registro plano narrador e “informante” la distancia
ra. La novela muestra una especie de del registro es mínima.
cansancio del narrador con su propia La novela fue el género de lo social y Sin embargo, ese pacto de mime-
trama, que es un cansancio (contem- de la intimidad que mantenían un ten- sis transparente se hace difícil de sos-
poráneo) de la ficción. Aun en sus so pero obligatorio pacto de necesi- tener. Romina Paula introduce un se-
obras más “etnográficas”, Puig no dad. Ese pacto ya no tiene el sentido gundo idiolecto igualmente tipificado:
abandonó la trama, porque ella era una que tuvo, incluso ya no hay pacto ex- su narradora es universitaria, mira pe-
4 dimensión central de lo que prometía plícito, sino solamente uso de mate- lículas y lee libros, sabe algunas pala-
a sus lectores, pero también de la for- riales de uno y otro lado. Lo que pone bras en alemán, etc. Lo “cultural” está
ma en que se planteaba para sí mismo a la novela en relación con aquel otro como prueba de que el registro plano,
la novela. mundo que antes solía ser el de su la documentación de la lengua, es un
Disuelta por abandono, la trama deseo de representación, son los len- procedimiento de la ficción y no las
fuerza a la ficción dentro de una lógi- guajes específicos. fichas de un investigador encubierto
ca donde todo puede ser posible, que En sus pretéritas relaciones con el que ha encendido sus grabadores sin
se distancia de una historia “interpre- lenguaje, salvo en declaraciones inge- que la gente se enterara. La acumula-
table” y cuestiona la idea de que exis- nuas, la ficción no sostuvo que la len- ción de drogas y viajes en la novela
ta un orden de los “hechos” de la fic- gua de sus personajes fuera directa de Paula Varsavsky, la repetición de
ción, así como la de un personaje que trascripción realista. No registraba los una expectativa de felicidad que no se
se mantenga de principio a fin, cam- lenguajes sino que los trabajaba (la realiza nunca, convierte a Nadie alza-
biando sólo dentro de las posibilida- palabra trabajo fue utilizada durante ba la voz en una cadena de decepcio-
des que quedan marcadas en el co- años por la critica para referirse a las nes en la que todos hablan y nadie se
mienzo (como sucede con los perso- operaciones de la ficción, y, aunque entiende en lo más mínimo. La novela
najes modernos). Probablemente no tributaba a una ideología productivis- presenta la contradicción entre lengua-
haya una impugnación más severa de ta de época, también refería a un pro- jes planos, banales, que no logran co-
la ilusión representativa que el aban- ceso de transformación de materias municar. La leve colisión desestabili-
dono de la trama en el desenlace. verbales). Respecto de los lenguajes za la planicie del discurso de esos per-
Estas ficciones, al no suscribir un sociales, que remitían a intimidades sonajes medios.
principio teleológico cualquiera de que también sociales, no se intentaba la A veces se cree que Puig habilitó
las cosas conducen a alguna parte, de- mimesis “etnográfica”, sino alguna ar- esta forma. Sin embargo, el lenguaje de
sembocan en lo “disparatado”, que es ticulación de diferencias entre lo que sus personajes es apasionado y desbor-
una forma de observar o de inventar se escuchaba y lo que se escribía. So- dante. Puig interesa porque sus perso-
sucesos. Se parte de una reconstruc- bre todo, sólo irónicamente se trans- najes son excepcionales, anormales, des-
ción minuciosa (de lo inventado o de cribía los lenguajes sociales al pie de viados, atormentados por la ley o amo-
lo visto) y se la desarma no poco a la letra. El estilo plano (de cinta gra- rales, insensata gente de melodrama y,
poco, como la irrupción clásica de lo bada) era un recurso excepcional, pa- aunque se atienen a sus dialectos, los
fantástico en el relato, sino de un gol- ra una novela entre decenas. hablan exageradamente, demasiado en
pe, como si se tratara, más bien, de lo Algunos ejercicios recientes en es- circunstancias donde deben callar, enig-
maravilloso. tilo plano son simplemente extremos. máticamente, tratando de entender lo que
Lo “disparatado” es maravilloso en Los diálogos de ¿Vos me querés a mí?, no entienden y no de decir sólo lo que
el sentido en que el lector y el texto de Romina Paula, presentan exacta- creen haber entendido.
siempre están en condiciones de acep- mente todo lo que el lector aseguraría Sólo el exceso puede rescatar el
tar más; en el caso de lo fantástico, en que esos personajes dicen en la vida registro plano.
cambio, todo debe suceder con lo mí- real, si fueran personajes de la vida
nimo, alejando la invención del exce- real. Probablemente esta novela sea un
so. Lo fantástico cierra el relato; lo ejemplo casi experimental de ese esti- Narrador sumergido
maravilloso disparatado lo saca de lí- lo: personajes enclaustrados en su dia-
mite. No tiene vuelta atrás. Lo fantás- lecto, como si se tratara de informan- Ese es el camino de Cucurto. Lo que
tico debe concluir por actos delibera- tes de una investigación realizada obe- él hace es más clásico: la hipérbole de
la lengua baja. La exageración rompe del relato: todo pasa azarosamente, trata de la tramoya de un manipulador
la ilusión etnográfica. Cucurto escribe ese orden u otro no cambiaría en na- de sentimientos.
como quien “no sabe escribir” (ese es- da el efecto estético. No se trata de ¿Por qué esto, y nada más que es-
pécimen no existe) para lectores cul- textos aleatorios sino de textos indi- to, parece ser otra cosa? Primero, por
tos que lo leen porque sus libros mues- ferentes a la sintaxis. los contenidos temáticos en el sentido
tran al escritor llegado con una lengua El narrador sumergido nunca es su- fuerte: los protagonistas son homose-
y unas fantasías de absorbente y exó- perior a sus personajes ni en ideas ni xuales que se mueven en un espacio
tica vitalidad. en experiencias. Es una especie de internacional; y el seductor inconstan-
En esto se diferencia radicalmente Cándido al que las cosas suceden, en te es portador de HIV. Segundo, por-
de Roberto Arlt (a quien Cucurto men- general para bien, y que se entrega que la novela consiste en prints de co-
ciona en reportajes como el “otro es- (como si hubiera sido aleccionado por rreos electrónicos y sesiones de chat,
critor” que no sabía escribir): lo inasi- el Dr Pangloss) al curso del mundo cartas y fragmentos de Kafka y Tho-
milable de Arlt era tan fuerte para su que, a pesar de desilusiones y contra- mas Mann que sostienen un comenta-
público popular como para algunos de tiempos, siempre es el mejor posible rio a la historia sentimental y a la for-
sus compañeros literarios. Arlt era le- ya que, sumergido, es imposible ver ma en que se comunican sus protago-
ído por un público al cual le devolvía otro. Puro cuerpo y cuerpo de la len- nistas. Por todo eso, La ansiedad no
una imagen no reconciliada de un gua, el narrador de Cucurto no tiene es sólo una novela sentimental, inter-
mundo que no consideraba divertido la fisura de las subjetividades en las nacional y porteña, ya que cuenta lo 5
sino despreciable y mezquino. Cucur- que el deseo, el lenguaje y el mundo que cuenta con esos fantasmas inesta-
to tiene lectores cultos que lo leen con están escindidos. En su planeta cum- bles de cartas y conversaciones a tra-
la diversión con que las capas medias biero no existe esa fractura. Y esto vés de nuevas tecnologías.5
escuchan cumbia. queda representado en la rapidez con Tanto como una novela de “tema”
En efecto, frente a una literatura que se llega desde el primer movimien- es una novela de “técnica”. Sin em-
intelectual como es la de Saer, la de to del deseo hasta el coito, sin dilacio- bargo, sería equivocado pasar por al-
Piglia o la de Chejfec, los libros de nes discursivas. A Cucurto le interesa to que el “tema” es gay, y las cosas
Cucurto ponen el cuerpo antes que la mucho más mencionar culos y tetas transcurren allí donde la mirada he-
cabeza y prefieren la vulgaridad del que las vueltas de la subjetividad: le terosexual sólo puede enterarse por
goce a la distinción aristocrática del interesa un mundo táctil, donde las su- lo que le cuentan: el on dit de un
deseo sin objeto. Su literatura celebra perficies corporales se tocan, rebotan, mundo exótico en el momento mis-
aquello que celebra la cumbia, aun- se humedecen, levitan. mo en que la cultura (por lo menos la
que parezca ridículo decirlo: la ale- Le interesa la vulgaridad de lo que cultura progresista) lo acepta, es de-
gría de vivir. Sin embargo, el carácter puede ser dicho con las palabras de la cir en el momento en que se levanta
sociológico de las novelas de Cucurto música más popular: Puig escuchó las una condena y la conversión de un
lo vincula directamente con una tradi- letras de Le Pera, Cucurto las de la joven en Albertine se vuelve innece-
ción a la que él contradice porque esa cumbia. No hay lugar para la nostal- saria no por razones estéticas, que
tradición, la del realismo, fue bien pen- gia ni la melancolía. A diferencia de probablemente subsistan, sino por ra-
sante y pequeño burguesa. La crítica Arlt (que escribió ácidamente, renco- zones morales. Se levanta la prohibi-
radical de esa literatura comenzó y ter- rosamente contra sus lectores popula- ción y, a falta de estar allí donde las
minó con Osvaldo Lamborghini. Des- res, contra sus personajes, implacable cosas suceden, la ficción cuenta. La
pués de la trituradora lamborghiniana en su desprecio), la literatura de Cu- novela de tema homosexual es tanto
ya no hay escándalo sino sana diver- curto se ubica a gusto en ese mundo. una reivindicación del carácter per-
sión, desfachatez y simpatía. Por supuesto, hay tedio en la repe- fectamente público de una opción de
En el abanico de opciones posi- tición, pero como las palabras que se género, como la oportunidad que
bles, Cucurto coloca su literatura en repiten son tan extrañas a la literatura, siempre ha abierto la ficción al vo-
un más allá populista. Digamos, un nadie lo señala porque la sorpresa del yeurismo y al gusto por lo diferente
populismo posmoderno, que celebra exotismo social se combina con el pe- escrito. A diferencia de los textos de
no la verdad del Pueblo sino su capa- ligro de incorrección ideológica que Aira donde el narrador habla desde
cidad para cojer, bailar cumbia, ena- amenaza a quienes lean “mal” las vo- donde el autor no está socialmente,
morarse y girar toda la noche. Aban- ces de Cucurto. estas ficciones hablan desde donde el
dona toda cautela entre lo que puede
decirse y lo que no puede decirse y, 5. En esta misma revista (número 83, diciembre
de 2005) escribí sobre una novela de Alejandro
sobre todo, no da al narrador una len- Nuevas tecnologías
López, Keres cojer?=Guan tu fak. Sin estar re-
gua distinta en nada a la de sus per- lacionada con ninguna “buena causa” también
sonajes. La gran invención de Cucur- La ansiedad de Daniel Link cuenta una esa novela prueba de una manera maciza la im-
to es la del narrador sumergido, es historia de amor y decepción. Alguien portación de la lengua, la discursividad, la sin-
taxis del chat y del correo electrónico a la lite-
decir, indistinguible de sus persona- se enamora de alguien, cree que, des-
ratura. Antes de La ansiedad, Link publicó Los
jes, incluso porque declina el poder pués de años de deriva sexual, ha lle- años noventa, un primer experimento con los
de organizar visiblemente la ilación gado el verdadero amor, pero no, se mensajes del contestador telefónico.
narrador está. La crónica desde fin la crónica periodística sobre la ficción. Referencias
del siglo XIX también tenía esta fun- Lo que ahora ingresa no son los mo-
ción noticiosa sobre escenarios cul- delos genéricos de escritores conside- Excepto donde se lo indica, todas las edi-
turales de último momento: el vapor, rados populares o del mercado sino ciones tienen pie de imprenta en Buenos
Aires.
el teléfono, las grandes tiendas, las los modelos genéricos de no escrito-
Aira, César, La villa, Emecé, 2001; Las
muchachas emancipadas detrás de los res. Como en el largo proceso de si- noches de Flores, Mondadori, 2004; Yo
mostradores de los negocios, de Da- glos de incorporación de la oralidad era una chica moderna, Interzona, 2004.
río a Roberto Arlt. plebeya, ingresa la escritura-oralidad Cucurto, Washington, Cosas de negros, In-
Inteligente, Link hace que a los de los que no saben escribir, algo que terzona, 2003; Fer, Eloísa Cartonera, 2003;
prints de computadora los precedan no sucedía del mismo modo, ni con el Las aventuras del Sr. Maíz, Interzona,
dos textos periodísticos, como si esta- mismo significado, con los géneros po- 2005.
bleciera una secuencia cronológica de pulares del XIX y primeras décadas Chejfec, Sergio, Los planetas, Alfaguara,
tecnologías comunicativas: primero, del XX. 1999.
Dal Masetto, Antonio, Fuego a discreción,
los diarios; luego, la web, que ha pen- Se trata, entonces, no del trabajo
Folios, 1984.
sado de modo original; e, intercalados sobre un género que pertenece a la Fogwill, Los pichiciegos, Ediciones de la
entre estos discursos, fragmentos de literatura (menor, popular, industrial, Flor, 1983.
clásicos del siglo XX, donde se tocan de mercado), sino de la captación de Gamerro, Carlos, Las islas, Simurg, 1998.
6 Kafka y Mann, dos escritores que hoy procedimientos con los que sólo ha- Guebel, Daniel, La perla del emperador,
ya no aparecen opuestos como para cen literatura los escritores cultos. Por Emecé, 1991.
Lukacs, lo que vale tomar en cuenta esta razón el proceso formalmente pue- Gusmán, Luis, Villa, Alfaguara, 1995.
porque implica, de algún modo, reor- de equipararse al de la captación y la Kohan, Martín, Dos veces junio, Sudame-
denar el canon. Los dos textos perio- representación de la oralidad, aunque ricana, 2002.
Link, Daniel, Los años 90, Adriana Hidal-
dísticos son reportajes ficticios que los discursos tecnológicos sean escri-
go, 2001; La ansiedad, El Cuenco de Pla-
ofrecen la teoría con la cual debe le- tos. Y, a diferencia del policial o de la ta, 2004.
erse La ansiedad, si se acepta que no ciencia ficción, son instrumentales para López, Alejandro, Keres cojer?=Guan tu
es una novela de “tema”, sino una no- la vida cotidiana. fak, Interzona, 2005.
vela de “técnica”: las formas de la co- Lo que hace que estos libros ten- Martini, Juan, La vida entera, Barcelona,
municación y de la tecnología que se gan un aire de familia fuerte con el Bruguera, 1981.
ensartan en la vida de los cuerpos y arte contemporáneo es su rasgo docu- Moyano, Daniel, El vuelo del tigre, Lega-
en el discurso de los sujetos. mental o, para decirlo de otro modo, sa, 1983.
La literatura sigue a las discursivi- la forma en que son representativos Paula, Romina, ¿Vos me querés a mí?, En-
tropía, 2005.
dades tecnológicas porque ellas son la de temas culturales del presente. Se
Piglia, Ricardo, Respiración artificial, Po-
novedad y funcionan como iconogra- trata de “otra” homosexualidad, de maire, 1980.
fía de lo Actual. Se puede hacer una “otra” marginalidad sexual, “otro” tra- Rivera, Andrés, En esta dulce tierra, Fo-
historia de la ficción en esta línea: el vestismo, de “otro” mundo de fanáti- lios, 1984.
modo en que el periodismo de masas cos de la cultura de mercado. Es de- Saer, Juan José, Nadie nada nunca, Méxi-
configuró no simplemente un público cir: la legitimación literaria de algo co, Siglo XXI, 1980; Glosa, Alianza, 1987;
sino formaciones de discurso;6 el mo- que busca estabilidad y, en el límite, La grande, Planeta, 2005.
do en que los géneros populares pene- normalización. Pese a desafiar formas Terranova, Juan, El caníbal, Ediciones
traron la literatura de los cultos. El sociales convencionales, tienen algo de Deldragón, 2002.
Tizón, Héctor, La casa y el viento, Lega-
cruce de la literatura con nuevas tec- la corrección ideológica propia de la
sa, 1984.
nologías de comunicación no sucede presentación de una causa o quizás sea Varsavsky, Paula, Nadie alzaba la voz,
por primera vez. a la inversa: el hecho de que esa cau- Emecé, 1994.
Pero ya no se trata de géneros po- sa deba defenderse les da una especie
pulares o de la industria cultural (co- de corrección ideológica. Y en este
mo el relato maravilloso o el policial punto, hacen sistema con el arte de
y las fantasías técnicas de los prime- mensaje bajo sus formas contemporá-
ros tiempos de la ciencia ficción) que neas, con lo cual estas notas se han 6. Acá valdría el interesante epígrafe de una
son secuestrados por la literatura culta referido tanto a la literatura argentina novela de Juan Terranova, que invierte la clá-
para realizar un trabajo de sofistica- como al giro documental del arte, un sica advertencia de la ficción (explícita sobre
ción o de parodia. El ingreso de nue- capítulo abierto en paralelo a la crisis todo en los films): “Por respeto al lector, todas
las noticias que aparecen en este libro son rea-
vas tecnologías expresivas en la lite- de las interpretaciones. Sólo me que- les y fueron publicadas en su momento por di-
ratura desde las pantallas de internet, da esperar que Damián Tabarovsky no versos medios de comunicación masiva. No se
el correo electrónico, el chat, los men- haya acertado al escribir: “Se puede han cambiado nombres, ni localidades, ni fe-
sajes de texto, los mensajes en las ca- discutir de todo, menos de los presu- chas y se han transcripto fielmente los textos
originales” (El caníbal, Buenos Aires, Edicio-
sillas telefónicas, no puede ser pensa- puestos estéticos”, ya que la disyun- nes Deldragón, 2002). El collage de esas citas,
do bajo el régimen que permitió dis- ción conceptual presentada no puede sin embargo, más que ser sólo documental, tie-
cutir la novela policial o la presión de negar ese origen. ne una suerte de arbitrariedad violenta.
La puesta en voz de la poesía

Ana Porrúa

7
torsión, como leve movimiento o co-
mo resolución intermedia entre estos
dos puntos. Definir estas variaciones
nos aproxima a una especie de histo-
ria evolutiva del oído; sin embargo las
pretensiones de estas notas no llegan
tan lejos. Lo que se rastreará, en algu-
nos cortes temporales y culturales con-
cretos pero a la vez aleatorios, son al-
gunos modos de la escucha y algunas
inflexiones de la voz.

Primer corte aleatorio. Existe una ex-


traña relación entre el tiempo y las
voces. Se podría decir que hay voces
antiguas, aquellas que reconocemos en
determinadas películas o discos
(Humphrey Bogart o Edith Piaf, por
ejemplo); no se trata sólo del timbre
sino, sobre todo, de los modos de de-
cir. La dicción, la entonación de la
frase, las variaciones de velocidad ten-

¿Cómo pensar la escucha en la poe- cucha poética sucede en un territorio 1. Roland Barthes, “El acto de escuchar”, en Lo
sía, cómo recuperar y distinguir los peculiar, no primario ni sólo sosteni- obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos y voces,
Barcelona, Paidós Comunicación, 1986; pp. 243
modos de escuchar y de decir el poe- do por índices. Así, algunas voces y y ss, dice: “(….) la escucha es la atención pre-
ma? ¿A qué se deben las transforma- algunas lecturas poéticas suenan ame- via que permite captar todo lo que puede apa-
ciones de tono, los cambios en la pro- nazantes en tanto desajustan lo previ- recer para trastornar el sistema territorial; es un
sodia? ¿Cuánto hay de estilo personal sible de la audición (aquello que en modo de defensa contra la sorpresa; su objeto
(aquello hacia lo que está atenta) es la amenaza
y cuánto de escena cultural en la puesta cada momento histórico y en cada lu- o, por el contrario, la necesidad; el material de
en voz? Las grabaciones de poetas que gar, por qué no, se entiende como lec- la escucha es el índice, bien porque revela el
leen sus textos y la existencia en la tura o recitación de un poema). En es- peligro, bien porque promete la satisfacción de
red de sitios de poesía con audio ha- te sentido habría territorios de mayor una necesidad”. Ciertamente, Barthes está defi-
niendo una escucha primaria. La escucha del
cen posible esta indagación. estabilidad –más cerrados, con una tra- sentido plantea otras cuestiones: “A partir de
La escucha tiene un fuerte carác- dición mayor– y territorios más lábi- ese momento, la escucha queda sujeta (bajo mil
ter territorial y como tal define un es- les donde es posible escuchar de mo- formas diversas, indirectas) a una hermenéuti-
pacio familiar, doméstico, de la segu- do nuevo. El impacto tiene que ver ca: escuchar es ponerse a disposición de deco-
dificar lo que es oscuro, confuso o mudo”. Si
ridad. Si ese territorio es vulnerado, la con esta cualidad del territorio: la nue- bien la hermenéutica es una fase necesaria de la
escucha detecta aquello que lo pone va voz o el nuevo modo de decir la escucha poética, es interesante pensar este terri-
en peligro.1 Podría pensarse que la es- poesía pueden ser percibidos como dis- torio en términos de escucha indicial.
san una voz hacia el pasado o la vuel- Singerman agrega al poema ciertas risas vención, lo inaudible de una voz de
ven contemporánea. La voz es mate- ausentes en el original, suspiros u ono- intérprete que somete el poema al dra-
ria de la historia y esto puede “escu- matopeyas que actúan la ironía como dis- matismo escénico.
charse” siempre. plicencia. Con un tono de época se cons-
Berta Singerman desplegó en la truye una voz femenina moderna. Lejos, por supuesto, de la declama-
Argentina uno de los repertorios más La declamación abría estos espa- ción, pero como puesta del poema en
nutridos de recitación; interpretaba bá- cios y ocupaba otros más tradiciona- otra voz, es interesante escuchar a Juan
sicamente a sus contemporáneos, Al- les como los del texto amoroso de to- Gelman recitando (leyendo más bien)
fonsina Storni, Antonio Machado, Fe- no solemne y el “metafísico”. El po- poemas clásicos de Rubén Darío, co-
derico García Lorca, Gabriela Mistral. ema transmite verdades a las que se mo “Era un aire suave” y “Yo persigo
Su primera actuación fue en 1921 y la asocian las modulaciones de la voz y una forma”.5 Para un lector de Darío,
última, en el Teatro Colón, en 1990. el juego de los timbres, como en la el efecto inmediato es de extrañeza.
El extendidísimo arco temporal indi- interpretación de “Me compraré una Algo suena distinto; reconstruir esa di-
caría cierta vigencia de su interpreta- risa”, incluido en El poeta maldito ferencia que aleja el texto clásico de
ción poética, pero también, aunque pa- (1944) de León Felipe, donde Singer- su escucha imaginaria, no es sencillo
rezca contradictorio, la antigüedad –el man acentúa el carácter dramático. El porque supone reponer el trabajo arti-
envejecimiento, mejor– que muchos pregonero, por ejemplo, tendrá su voz, ficioso de esos poemas, que los con-
8 escuchaban en la interpretación de Sin- y otras voces se distinguen por el to- vierte en verdaderos monumentos del
german después de algunas décadas.2 no, más varonil o más femenino, por lenguaje poético y, si se quiere, de la
La puesta en voz de Singerman es- la altura y la intensidad. Pero en me- lengua: el verso medido, el uso de las
tá asociada a una práctica escénica dio de esta variación teatral, aparece posibles ligaduras de sílabas o la se-
concreta, la declamación, que ella es- una voz más acorde a la tradición del paración forzada de dos vocales, la
tudió en el Consejo Nacional de Mu- patetismo clásico, que dice las “ver- complejidad de los acentos en cada
jeres de Buenos Aires. Esta práctica, dades”, evalúa, sentencia en tono luc- verso (que de algún modo hace que
iniciada en Argentina con la creación tuoso: “¡Silencio… Silencio!/ Aquí no cada verso tenga autonomía porque es-
por decreto del Conservatorio Nacio- ríe nadie…./ ¡La risa humana ha muer- tá trabajado como una unidad que for-
nal de Música y Declamación en 1924, to!.../ ¡Y la risa mecánica también!”, mará parte de un todo), o los modos
y que sigue vigente al menos dos dé- o el más metafórico: “Polvo es el ai- más salientes de la musicalidad del
cadas después, es la que ha caído en re,/ polvo de carbón apagado…” verso, como las aliteraciones. En fin,
desuso, la que se torna insostenible en La voz de la poesía que se escu- lo que hizo del verso dariano la mo-
la escucha poética contemporánea.3 A cha en los recitados de Berta Singer- dulación exacta del modernismo este-
diferencia de la relación entre orali- man se aleja de la idea moderna del ticista.
dad y poesía en la antigüedad o en la poema como escritura que debe ser “Era un aire suave” es un poema
Edad Media, cuando el ritmo y las re- leída en silencio, e impone el grado en dodecasílabos, se sabe, con dos
peticiones aseguraban la transmisión más alto de mediatización y de subje- acentos básicos al final de cada he-
de un texto que muchas veces daba tividad que es al mismo tiempo el pun- mistiquio (es decir en la mitad y en el
cuenta de hechos que debían conser- to más saliente del artificio de la voz. final del verso): “Era un aire süáve/
varse en la memoria, y la destreza del En el poema de León Felipe, un mo-
juglar consistía en el manejo de pau- mento de la interpretación es el em- 2. Llama la atención leer, para quienes escu-
charon sólo el último período de Berta Singer-
tas bastante rígidas, lo que caracteriza blema de una práctica que se ha vuel- man (y vieron la multiplicación de parodias que
la declamación es la “interpretación” to hiperbólica: “Debajo de esta risa de produjo), que “sus recitales de poesía son tes-
personal, individual, del poema, su ordenanza/ que llega en las tinieblas,/ timonio del ambiente de vanguardia y moderni-
puesta dramática. El declamador, el hay un rictus de espanto,/ una boca dad de la primera mitad del siglo XX”. Cierta-
mente ella recitó a Palés Matos, Maples Arce y
rapsoda moderno, hace hablar al poe- epiléptica,/ una baba amarilla/ y san- Mario de Andrade pero el recuerdo de sus de-
ma, pero dándole su voz. gre… sangre, y llanto”, declama Sin- clamaciones articula una forma popular de la
Así, cuando Singerman recita “Ca- german y allí están todos los acentos, transmisión de poesía, más acorde a la lírica
pricho” de Alfonsina Storni (El dulce todos los timbres en un crescendo me- que a las poéticas de vanguardia. Ver los artí-
culos “Archivo personal de Berta Singerman” y
daño, 1918),4 asume esa voz femeni- lodramático, hoy risible. “Berta Singerman: música y poesía”, en la re-
na como propia. No dice un poema de Todavía sobreviven restos de esta vista Biblioteca valenciana, http://bv.gva.es/do-
otro, sino que le habla directamente a práctica en las lecturas escolares o en ciumentos/Febrero_2005/.
ese “amado” que ya no está; interpela la relación actual de la poesía con lo 3. No se abordará en esta nota la cuestión de las
performances poéticas que tienen hoy un espa-
también a quien escucha (los hombres, público, pero ya han sido sometidos cio importante y que implican una práctica en
los que dicen –tal como se lee bajo la una y otra vez a la parodia –baste re- la que lo teatral también está presente.
máscara de la primera persona– que las cordar a Humberto Tortonese en los 4. En www.amediavoz.com (sección “De viva
mujeres “Deseamos y gustamos la miel 80, recitando poemas de Alfonsina voz”) puede escucharse a Berta Singerman re-
citando poemas de Rubén Darío, Alfonsina Stor-
de cada copa/ Y en el cerebro habemos Storni con un pescado en la mano, en ni, Gabriela Mistral o León Felipe.
un poquito de estopa”) y la ironía defi- el Parakultural–, un modo de la relec- 5. Ver la sección “De viva voz” de www.ame-
ne el tono general de la puesta. Berta tura que destaca la crisis de una con- diavoz.com.
de pausados gíros”. Gelman por mo- morfosis y mutaciones de ciertos per- tal vez, entender una lectura que tam-
mentos marca estos dos acentos y en sonajes al morir, el tono sigue siendo bién es melódica. En los textos su-
algunos casos sólo el final. Además, el de la narración o el coloquial, de rrealistas, que hacen de la imagen el
como un rasgo propio del modo gel- tal modo que lo alucinado del poema centro de la escritura, una metáfora
maniano de leer poesía consiste en tra- se escucha como una historia normal.6 se encadena con otra y así sucesiva-
bajar sobre la cadencia, muchos de los La dicción de Gelman trabaja siem- mente; siempre en expansión, con ma-
finales de verso de Darío cierran en pre en este sentido, produciendo un yor o menor arbitrariedad en los en-
suspensión, como una cadencia sus- efecto de interpretación de la poesía garces: un término o un detalle nimio
pendida, porque no elimina el último de Darío, a la que le resta “antigüe- de la imagen anterior permiten el pa-
acento, pero lo suaviza y lo deja en el dad” y, en parte, la desaloja de una saje de una imagen a otra. Algunas
aire, a tal punto que el final de la pa- época al quitarle solemnidad y este- veces, además, este término se des-
labra –si no se trata de un cierre de ticismo formal. Gelman lee melódi- plaza y en la construcción de la ima-
verso en aguda– casi se vuelve imper- camente a Darío, pero con una melo- gen aparece otro significante, ausen-
ceptible, como si la última sílaba fue- día ajena, con otro ritmo. te hasta el momento. ¿Qué lectura
se aspirada. Este tipo de cadencia de puede tener esta sintaxis? ¿Cómo leer
final de verso suspendido no se rige, Segundo corte aleatorio. La pregun- una sintaxis de encadenamientos y de
en realidad, por recursos poéticos co- ta, sería ahora si hay una relación círculos concéntricos o desfasados, una
mo el encabalgamiento. Por lo tanto, fuerte entre estéticas y modos de le- sintaxis de cajas chinas o en espiral? 9
aun cuando Gelman respeta los dos er. No sabemos cómo leía Darío, pe- Sólo con una voz cuyo tono es envol-
acentos más fuertes del dodecasílabo ro sí podemos decir que hay algo ins- vente; esto, que parece una obviedad,
dariano con pausa central, hace un tra- cripto en el texto que permitiría re- es sin embargo una espina en la escu-
bajo distinto con el sonido. Darío com- cuperar la lectura a la letra, por cha de hoy. A partir de las teorías de
pone tomando en cuenta los acentos llamarla de alguna manera. Luego, a la vanguardia, de la idea de experi-
internos de cada término y, por eso, principios del siglo XX, Darío tam- mentación y de forma, de puesta en
su ritmo se caracteriza por una acen- bién será presa de la declamación, de primer plano del procedimiento, las
tuación múltiple que no aparece en la la lectura en donde lo dramático se lecturas de Apollinaire o Breton sue-
lectura de Gelman, que también sua- destaca, pero siempre dentro del mar- nan inadecuadas. Y no lo son.
viza las aliteraciones y no marca las co de la lírica. Dos explicaciones posibles: la más
diéresis que imponen la división arti- Ahora bien, ¿cómo imaginamos la cercana a una lectura de lo que hay allí
ficial, pautada por la métrica, de dos lectura de las vanguardias históricas? en el texto (como si leer fuese –y a
sonidos que normalmente van unidos Si uno piensa en la ruptura profunda veces lo es– desplegar los elementos
(la de süave, que es central en este del discurso poético con los cubistas, tal como aparecen situados en el poe-
poema). los futuristas, los dadaístas o los su- ma) podría entenderse como un modo
Gelman acorta la distancia histó- rrealistas, tal vez la escucha imagi- de simetría entre lo escrito y la voz
rica con el poema de Darío, por de- naria traicione la de época. Hay re- que lee esa escritura (o mejor, en este
cirlo de algún modo. Cuando lee “Yo gistros en internet, especialmente en caso, entre lo escrito por Breton y la
persigo una forma” pone en escena www.ubuweb.com, donde se puede es- voz de Breton con sus tonos, su ritmo
un poema narrativo. Desdibuja el rit- cuchar a Apollinaire, Breton, Artaud y su cadencia diciendo ese texto); la
mo (que Darío trabajó también a par- y otros leyendo sus propios textos. otra explicación, que llevaría investi-
tir de una compleja importación y cas- Apollinaire lee “Le Pont Mirabeau”, gaciones muy complejas, es la de las
tellanización de formas métricas), y un poema de Alcools, su libro de tradiciones de lectura. En este sentido,
el soneto, que es uno de los más enig- 1913. La lectura es melódica, apela al podría pensarse que Apollinaire, en
máticos de la poesía latinoamerica- crescendo y a la dicción envolvente. 1913 (cuando aun no existían las van-
na, parece hablar de algo comunica- Pero si se piensa en lo que está leyen- guardias históricas como tales, sino tan
ble: un poema, que despliega los arre- do Apollinaire, este poema que habla sólo el cubismo y el futurismo), lee se-
batos del neoplatonismo (también del de lo que viene y lo que pasa (verbos gún un modo anterior. Apollinaire per-
neopitagorismo, figuraciones caras a que se repiten) y por supuesto del río, tenecería, al universo del melos, y por
Darío), el pasaje por el simbolismo y la lectura no es desajustada. eso su lectura de “Le Pont Mirabeau”
la lectura de Mallarmé, se transfor- Breton lee con una modulación si- no se habría separado aún del modo
ma, en la voz de Gelman, en un po- milar a la de Apollinaire “L’union li- salmodiado y de cierto tono expresivo
ema de Carriego. O en un poema de bre”, uno de los poemas que esceni-
Gelman. Esta última escucha es veri- fica la cuestión de la imagen tal co-
ficable si se atiende a la dicción cuan- mo se la plantearon los surrealistas 6. Fondo de Cultura Económica acaba de editar
do lee, por ejemplo, sus poemas de al retomar esa construcción paradig- en CD Los poemas de Sydney West leídos por
Gotán, pero más aun cuando lee los mática de Les Chants de Maldoror Gelman. Se puede escuchar a Gelman leyendo
sus poemas en www.amediavoz, sección “La
textos de Traducciones III. Los poe- de Lautréamont. El poema de Bre- voz de los poetas”, en www.palabravirtual.com
mas de Sydney West, porque allí, en ton, más que un tema, desarrolla un y en el sitio alemán www.lyrikline.org, entre
esas escenas inverosímiles de meta- procedimiento cuya revisión permite, otros.
con acentos patéticos. Y, para nuestro le, la impronta de Neruda en el reci- versos más cortos que Casas lee ha-
asombro, Breton tampoco.7 tado sigue siendo muy fuerte; cuando ciendo una pausa entre uno y otro, co-
comenzó a escucharse a Nicanor Pa- mo si la lentitud estuviese asociada
Tercer corte aleatorio. Más cerca en rra, el reclamo se dio no sólo sobre con lo más importante: “Somos los
tiempo y espacio, pero en el centro los referentes, aquello que debía in- muertos vivos,/ somos los muertos vi-
del melos están las lecturas de Pablo gresar a la poesía (aquello que por otra vos./ Alineados de a uno/ vivimos en
Neruda. ¿Quién no ha escuchado Vein- parte, ya había ingresado con Neruda, una zona mental/ de un distrito aleja-
te poemas de amor y una canción de- en muchos casos), sino también sobre do./ Mejor que vengan a censarnos/
sesperada? ¿Quién no ha escuchado el tono y la voz propicia para el género. antes que nos pasemos de rosca”. De-
idéntica dicción en Alturas de Machu siderio lee La zanjita usando un tono
Pichu?8 Neruda decía igual el poema Cuarto corte aleatorio. En el año emotivo aún más marcado. La voz del
amoroso que el poema político. Esta 2005, el sello “Voy a salir y si me hie- relator de las historias de la zanja ad-
homogeneidad es el efecto de una mo- re un rayo”, editó dos discos compac- quiere por momentos la entonación del
dulación siempre lenta, o de base sua- tos de poetas argentinos “nuevos”.9 Uno cuento infantil fantástico o mítico: “A
vizada, que marca las sílabas como si de ellos, Polvo, incluye lecturas de mu- la zanja/ según el más viejo del ba-
se tratara de tonos y semitonos, con jeres y hombres; el otro, Dulce, arma rrio/ la creó el diablo/ allá por el año
un fraseo lento que se alarga más en un conjunto estrictamente femenino.10 en que/ el más viejo del barrio/ perdió
10 algunas sílabas. Sobre esa lentitud Lo que se escucha, en ambos casos, es una pierna/ en una guerra en la que
avanzan ciertos crescendi y esa com- lo heterogéneo (no hay una sola voz de todos/ perdieron una pierna”; e inclu-
binatoria es la base de un modo de época), pero también ciertos procesos so, en otros momentos, un tono bíbli-
recitar que arma una fuerte tradición a de transformación que hacen pie en lo co: “–ahora van a venir lo sapo/ y la
la que se agregan Rafael Alberti, Fe- emotivo y en la naturalidad, como ín- culebra/ y todo lo vecino/ van a ser
derico García Lorca e incluso Severo dices que aparecen fuertemente asocia- bautizado/ en esta zanja–”. Esta tona-
Sarduy, entre muchos otros. El poema dos, aunque de modos distintos: del pri- lidad se mantiene aun cuando cam-
en la voz del poeta se convierte en un mero a la ausencia de pathos, de la bian los registros del poema y la emo-
fragmento discursivo diferencial y me- segunda al artificio, se abren distintas tividad que habilita este modo de de-
lódico, en un “canto”. versiones de la voz poética en los 90. cir legitima los nuevos referentes como
Esto supone una lectura emotiva. Sin intención de armar una crono- dignos de memoria (el Pelahuesos, la
Se sabe que la voz de la poesía no es logía lineal, se podría pensar en el ini-
la de lo práctico y que es imposible cio de la poesía de los 90 en relación
decir con un mismo tono un poema y con algunas de estas lecturas, las de 7. Los poemas referidos de Breton y Apollinaire
pueden escucharse en http://www.ubu.com/sound/
una nota periodística. Esta es una pauta Fabián Casas o Juan Desiderio, por index. La escucha de Marinetti nos remite efec-
ideológica de la escucha. La supuesta ejemplo. En los primeros poetas de la tivamente a lo que pensamos debería ser la van-
desacralización del objeto poético en década hay un registro narrativo fuer- guardia; su puesta en voz es altamente dramática
las Odas elementales de Neruda cae, te, pero su puesta en voz es tranquili- y experimental en textos de la misma época que
“Le Pont Mirabeau” de Apollinaire, como “Bat-
primero, bajo el peso de las imágenes zadora. Hay algo conocido en sus lec- taglia, Peso + Odore” (1912) y “Dune, parole in
que rodean los objetos banales o coti- turas, un fraseo que de algún modo ya libertà” (1914). Ver también www.ubuweb.com
dianos, como poetización de las co- estaba planteado en la tradición: cor- (http//www.ubu.com.sound).
sas. Luego, bajo el encanto de la me- tes de verso suavizados, continuidad 8. Se puede escuchar a Neruda leer sus poemas
en http://www.neruda.uchile.cl/obra/obra3.htm,
lodía: un río, los pechos de una mujer, regida por lo que se está contando. sitio de la Universidad Nacional de Chile. Ver
una manzana o un par de medias son, Casas lee “Cangrejos” con un fraseo también www.amediavoz.com, sección “La voz
todos, vehículos del tono salmodiado. que busca dar el sentido en relación de los poetas”.
La voz de Pablo Neruda, o la imi- con la velocidad y la intensidad. El 9. “Voy a salir y si me hiere un rayo” es una
editorial independiente, dirigida por María Me-
tación de su modo de decir, ha insta- poema comienza como un continuo, drano, que se ha propuesto como actividad salien-
lado una especie de “escucha forza- cada oración se dice de una sola vez, te el “registro oral” de poetas contemporáneos.
da”, esa cualidad que Barthes destaca aunque ocupe tres o cuatro versos. La Ver http://www.simehiereunrayo.com.ar.
en relación a los discursos religiosos respiración está pautada estrictamente 10. Polvo incluye lecturas de Alejandro Rubio,
Bárbara Belloc, Damián Ríos, Juan Desiderio, Lau-
en los que el sacerdote habla y los por la sintaxis. La lectura se hace más ra Wittner, Fabián Casas, Martín Gambarotta, Os-
fieles son “escuchadores” que desci- lenta y el tono más bajo, en el mo- valdo Méndez y Silvana Franzetti. En Dulce, se
fran. Porque, efectivamente, lo que se mento en que el poema se acerca a escucha leer a Ana Wajszczuk, Cecilia Pavón,
escucha es la alabanza o la prédica una primera persona: “Así, con este Roberta Iannamico, Selva Dipasquale, María Me-
drano, Silvina Vázquez, Lola Arias, Verónica Vio-
como modo de decir lo poético. El to- tronar, escuchábamos los bombarde- la Fisher, Anahí Mallol, Carolina Jobbagy, Patri-
no exclamativo y la analogía posible os./ Sentimos mucho miedo porque cia Suárez y Ximena May. El sello editorial ha
de esta voz con el canto distancian a nos habían dicho que ellos tenían he- sacado, además, Chicha, la nueva poesía perua-
quien oye de esa materia que se va licópteros silenciosos. Cuando ya/ es- na, Carmen Ollé, poemas, In Situ (lecturas de
José Kozer), todos en formato de disco compacto.
desplegando sonoramente, o mejor di- taban encima tuyo, los escuchabas. Es- En bazarAmericano.com, por gentileza de María
cho lo sitúan ante lo poético a fuerza cuchá:”. Y a este imperativo que cie- Medrano, pueden escucharse los poemas
de encantamiento. De hecho, en Chi- rra una estrofa le sigue una serie de analizados, incluidos en los CD Polvo y Dulce.
Rosita, el cura, los punk). Casas y De- modo, como una indagación alrededor en un tono apacible, sin altibajos y
siderio eligen esa forma de leer lo pro- de la voz situando la poesía en el terre- como si hablara de algo cotidiano. Así,
pio y no otra; Rubio, en cambio, aun no de la escucha. la lectura que hace de Pizarnik cam-
ante la materia narrativa, se detiene bia sustancialmente. Porque el tono pa-
en los finales de verso, marcando cier- Dulce sigue un trayecto cuyos extre- rece más apropiado para decir los po-
to énfasis de la forma por sobre lo mos son la máxima naturalidad y la emas de Infierno musical que la zona
que se cuenta. máxima afectación. Es interesante, en maldita de su poesía. En la escucha
En el conjunto, Martín Gambaro- este sentido, calibrar en el mismo con- uno podría leer, oír, la muerte de la
tta lleva a un punto límite este princi- junto a Roberta Iannamico y a Cecilia revulsividad de Pizarnik.
pio, cuando lee algunos poemas de Re- Pavón. Iannamico lee sin ninguna im- Lejos, muy lejos del dramatismo es-
lapso+Angola y corta, exageradamen- postura, con una voz limpia, más cer- tán estas voces, tanto la de Iannamico
te, el verso. No hay encabalgamiento cana a la infancia que a la adultez, pe- como la de Arias y Pavón. Pero Ceci-
posible, no hay continuidad. La pausa ro con una fuerte marca genérica. Po- lia Pavón merece una audición aparte
entre verso y verso es sustancial. Gam- dría hablarse incluso de una voz sin porque propone, o da como resultado,
barotta suspende la lectura y al sus- tratamiento poético, porque el efecto “una nueva voz”: el tono es el de una
penderla, suspende la frase. No el po- que produce escucharla es la ausencia adolescente desganada, monocorde que,
ema completo sino la frase. Es más, la de mediaciones como barrido del arti- además, homologa a nivel de fraseo lo
prosodia –los acentos, la entonación y ficio. La voz está allí para decir, llevar, banal con lo que no lo es. La sonori- 11
el ritmo en la lectura– permite tomar el poema; no para agregar algo en su dad afectada, antinatural, se escucha co-
cada verso como una frase (como una lectura. Como si fuese posible la natu- mo novedad en tanto se aleja de todos
oración, en términos gramaticales). De ralidad absoluta, nada en la voz de Ian- los modos de enunciar en términos po-
hecho, en algunos casos es así, pero namico miente, nada parece construido éticos (y no me refiero sólo al tono
Gambarotta no deja de mostrar el cor- en el tono, en la línea melódica o en la solemne de la tradición); pero, a la vez,
te cuando la oración continúa en el dicción. Su voz es justamente el rever- resuena en ese modo de leer una mo-
verso que sigue. Y esta es la singula- so de la de Pavón, cuya modulación dulación ubicable temporalmente, ju-
ridad de su lectura. Si a esto se suma está fuertemente asociada a la cultura venil y pautada con claridad desde la
que pocas veces baja la entonación al contemporánea, al punto de constituir- cultura. Lo de Pavón podría pensarse
final del verso –modulación caracte- se como una voz de época. en realidad como la contracara de las
rística de la frase declarativa–, sino En esta línea –la de una voz epo- lecturas tradicionales: en el gesto de
que más bien la mantiene e incluso cal– puede escucharse a Lola Arias, armar un grado cero de la interpreta-
levanta levemente el último término pero en relación a la literatura, a la ción se juega un nuevo dramatismo
completo, se enrarece aún más la pro- tradición. Los textos que lee en Dulce (que está bastante generalizado y com-
puesta de oralidad del propio texto. pertenecen a Las impúdicas en el pa- parte al menos Fernanda Laguna), una
Este gesto, repetido de un verso a otro, raíso (2000) que la crítica ha asocia- nueva artificialidad.
mantiene, en el fraseo parejo, una es- do una y otra vez (y no sin razón) a La pose de leer como si nada fuese
pecie de estructura para el que escu- algunos de los libros de Alejandra Pi- importante, como si todo fuese acci-
cha y pone en un lugar central la for- zarnik (Los poseídos entre lilas, por dental, supone también una idea de la
ma, el corte, la respiración del texto. ejemplo). Ciertamente hay en la poe- poesía, y el gesto, aunque parezca ob-
La voz como forma, podría decirse, sía de Arias un eco de imágenes que vio decirlo, ejecuta una resolución del
es la cuestión que aborda Silvana Fran- llegan desde allí, pero lo que no pue- lenguaje poético distinta a la de Casas,
zetti en 5 notas al pie. Si bien en la de distinguirse en su lectura, en la voz Desiderio o Laura Wittner, muy dife-
versión escrita la voz de la locutora ra- que pone a los textos, es el tono de rente también a la que se oye bajo la
dial que anuncia noticias de la zona (pér- Pizarnik. El mito funciona como telón modulación de Roberta Iannamico, Ve-
dida de un grabador y un bolso, un pe- de fondo sobre el que se arma otro rónica Viola Fisher, Silvana Franzetti
dido de agua, o el aviso de vidrios rotos ritmo. Es en la escucha más que en la e incluso, María Medrano (cada una
en una casa) está incrustada como cita lectura en silencio, donde se capta la armando una escucha propia); una re-
en el poema, en la versión oral precede diferencia de Lola Arias. No hay una solución que está en las antípodas de
a la propia voz, la que lee el cuerpo voz desaforada como la que surge de Rubio o Gambarotta cuando dan una
central del texto. La operación de con- Hilda la polígrafa. Es más, no hay ni relevancia mayor a la respiración o po-
trapunto presenta dos registros disími- siquiera sesgo irónico en la voz de nen, directamente, en un primer plano
les en una extraña puesta en común. Arias. Tampoco se trata del registro la sintaxis. En esta nueva voz, lo que
Igualmente, sólo en la audición, la com- de Pizarnik cuando lee o recita un frag- queda relegado en realidad es la mate-
binatoria abre varias preguntas, tales co- mento de Escrito con un nictógrafo rialidad de la poesía, el peso, la densi-
mo cuál es la relación entre una voz real de Carrera.11 Arias dice “La enferme- dad y la arbitrariedad de las palabras
y la voz de la que escribe, cuál el fraseo dad afila lo inmundo: fiebre, sudor, con las que se construye un poema.
de la poesía, cómo se entrelazan –si es convulsiones./ Fornicaciones con ni- 11. La grabación está incluida en la edición de
que lo hacen– los registros orales y los ños repelentes en el baldío del yo” o Escrito con un nictógrafo de Interzona, Buenos
escritos. 5 notas al pie funciona, de este “soy el cadáver inverso de mi padre” Aires, 2005.
Los atributos del loro
Sobre Héctor Libertella

Damián Tabarovsky

12
la palabra “nuevo” en el título de un
libro, remite a una forma de la desme-
sura, un optimismo creciente, una in-
genuidad que de tan ingenua se vuel-
ve cínica; como si en esa palabra se
cifrara la esperanza de la vida eterna,
un núcleo duro que resiste al llamado
de la especie, el modo absoluto de la
resistencia.
¿Existe una contradicción entre
ambos términos? ¿Puede la novedad
ser una forma de resistencia? Resistir
tiene que ver con el inmovilismo, con
lo refractario, con lo que perdura, con
la amenaza frente al cambio. La nove-
dad se encuentra en el polo opuesto,
es una noticia, un acontecimiento, se
presenta bajo el modo de la irrupción,
su destino es la mutación, el desplaza-
miento. La resistencia es lo que que-
da, el resto, lo que perdura. Novedad
es lo que arrasa.
Héctor Libertella nació en Bahía Blanca en 1945. Su novela El camino de los La tensión entre resistencia y no-
hiperbóreos ganó el premio Paidós en 1968 y Aventura de los miticistas, de vedad está en el centro de las preocu-
1971, el Internacional Monte Avila. Después de este comienzo consagratorio, paciones del psicoanálisis, de la filo-
Libertella fue un escritor admirado por una minoría estética, que reconoció el sofía política, de la historia de la lite-
temple estoico y el humor corrosivo del vanguardista. Libertella acaba de ratura y de la antropología urbana. El
morir, en octubre de este año. Esa misma semana, Punto de Vista le pidió a lenguaje del marketing, y unos de sus
Damián Tabarovsky el texto que se publica. derivados, el discurso político progre-
sista, tampoco son ajenos a estas cues-
Siempre me gustaron los libros con antologías unos pocos se convierten tiones. Jean Starobinski, en Acción y
títulos como “Nueva literatura alema- en consagrados, otros quedan flotan- reacción. Vida y aventura de una pa-
na”, “Nueva poesía argentina”, o do en la mediocridad del mercado li- reja, traza con agudeza el recorrido
“Nuevo pensamiento post-metafísico”. terario, y el resto pasa rápidamente al histórico de este nudo, desde su lugar
Hay algo de evanescente en esos títu- olvido, pervive en la conversación en- en la física hasta las vanguardias his-
los, una cierta levedad, como una for- tre veteranos, o en el recuerdo íntimo tóricas y el pensamiento post-estruc-
ma de descuido: la palabra “nueva” del que quiso ser escritor. turalista. En ese trayecto, Valéry apa-
invariablemente envejece, los autores Pero también, a la inversa, el uso rece como una bisagra, un momento
nuevos se vuelven viejos, la escritura de ese adjetivo, la invocación a la pro- culminante: “Soy reacción a lo que
se anquilosa, el tiempo pasa; de esas pia idea de novedad, el esplendor de soy”, escribe, instituyendo un tipo es-
pecífico de relación entre cambio y no se aloja allí ninguna dialéctica. La en Nueva escritura en Latinoamérica
resistencia: el doble vínculo (el doble escritura de Libertella lleva al extremo es la elección de autores, lo que hoy
vínculo ejerce la imposibilidad de la esa doble imposibilidad, la imposibili- llamaríamos el canon: Osvaldo Lam-
síntesis). dad de la memoria y la de la vanguar- borghini, Puig, Reynaldo Arenas, En-
En la literatura argentina, quien lle- dia. La suya es la escritura de esa im- rique Lihn, Salvador Elizondo, Seve-
vó más lejos este tipo de preocupacio- posibilidad. ro Sarduy (no hay porqué descartar
nes, es Héctor Libertella. En 1977, en A lo largo de los años, he escu- que si hubiera habido una reedición
la editorial Monte Avila, publicó un chado (en redacciones, cátedras, revis- reciente del libro, Libertella hubiera
libro llamado Nueva escritura en La- tas culturales, editoriales, canales de agregado a Mario Bellatín, Mario Le-
tinoamérica. Treinta años después, el televisión) que Libertella es un autor vrero, y entre los argentinos a Fog-
ensayo mantiene una actualidad asom- “difícil”, que “vende poco”, que “es will, Aira o Sergio Bizzio, sobre quie-
brosa, casi puede leerse como una in- incomprensible”, que es “hermético”, nes sí escribe en la edición de 2002
tervención crítica acerca de los deba- que “no circula”. Lo he escuchado una de La Librería Argentina). Es decir,
tes literarios más recientes. ¿Acaso ha y otra vez, y en esa tontería probable- la elección de un tipo de literatura que
resistido el valor de novedad? ¿Resis- mente se esconda algo de razón, otro da por finalizado el boom y que, por
tido a qué? ¿Qué hay en ese título que tipo de verdad. Quizás se oculte la su negatividad, se sustrae a la tenta-
se resiste a perecer? intuición silvestre de que la escritura ción de lo que vendrá en los años pos-
Una metodología, llamémosla la 13
metodología Libertella. Ese precepto
organiza el ensayo sobre lo nuevo, pe-
ro también buena parte de su ficción,
en especial algunos textos claves, co-
mo El árbol de Saussure, y el aún
inédito Zettel, ambos escritos en el lí-
mite entre el ensayo y la ficción, o
mejor dicho: forzando ambos límites,
hasta desembocar en otro tipo de rela-
to; el relato siempre amenazado por el
doble vínculo, por el pasaje de un po-
lo a otro, por la tensión entre vanguar-
dia y memoria. En algún texto, Berg-
son dice algo que vale como introduc-
ción a este método: “Si existe una
oscilación alrededor de una posición
media, una suerte de movimiento pen-
dular, el péndulo, en lo que atañe a la
sociedad, está dotado de memoria y el
fenómeno ya no es el mismo a la vuel-
ta que a la ida”. El texto de Libertella
pasa de la ruptura a la resistencia, pe-
ro cada uno de esos polos contiene la
memoria de su antagonista, de su con-
trario. El método, el doble vínculo, la
ausencia de síntesis, consiste en eso;
en la fricción entre hermetismo y co- de Libertella efectivamente se pone a teriores: la literatura de desaparecidos,
municación, entre autonomía y mer- prueba en su imposibilidad: hace de la la vuelta al realismo ramplón, la crisis
cado, entre vanguardia y post-vanguar- imposibilidad (de conciliar ambos po- de la experimentación, la búsqueda de
dia. Esto no debe entenderse como una los) su modo de existencia, su testimo- una letra inteligible. El texto de Li-
forma de convivencia (incluso en ten- nio negativo. Pero esa imposibilidad es bertella se planta en ese otro lugar,
sión) entre esos dos extremos, sino al llevada a un extremo sin retorno, a un ese lugar imposible, que es el de un
contrario, como la imposibilidad de esa camino radical del que no se vuelve; tipo de comunidad literaria que opera
convivencia dentro del texto, la impo- como si el texto se convirtiera en una por desplazamientos de sentido, de sal-
sibilidad de esa simultaneidad, de esa olla a presión, siempre al borde de la to en salto, hasta alcanzar el estatuto
doble existencia. Ninguna de las metá- ruptura final, del estallido, de la explo- de comunidad negativa, la comunidad
foras con las que nos tiene acostum- sión definitiva, de la neurosis grave, de de los que no tienen comunidad: “Fi-
brados la sociología funcionan en Li- la violencia concentrada. Lo sabemos: nalmente se concibe otro momento si-
bertella: estos dos polos no se articu- el doble vínculo es enloquecedor. multáneo, sin programas ni creencias,
lan, no se estructuran, no se posicionan; Lo primero que llama la atención cuando el discurso vanguardista pres-
cinde de toda propuesta, y de toda es- ascendente. Su literatura ocupó siem- se expande ni se contrae, sus muros
trategia, disuelve las fantasías de un pre un lugar lateral, descentrado, ina- no tapan el horizonte, no requiere de
programa ‘eficaz’, reubica su volun- similable. Conocemos todo el anecdo- fronteras; al contrario, si el ghetto es
tad de Poder y sólo se comprende fun- tario de frases y declaraciones sobre el mundo y el mundo es la literatura,
cionando en un juego de simples des- este punto: “Si Argentina es un país entonces el ghetto es ante todo una
plazamientos”. periférico en el mundo, su escritor más cuestión de posición (abajo, arriba),
Pese a esta declaración, la escritu- periférico será entonces centralmente un estado de la lengua (alterada, es-
ra de Libertella, ganada por la neuro- argentino. A mí me ha costado mucho tándar), un asunto metodológico (do-
sis del doble vínculo, funciona por an- sostener esta paradoja... ¡Cuanto más ble vínculo, plenitud).
telación; siempre toma en cuenta la marginal, más central!” Pero el asun- “De vuelta a la literatura”, escribe
estrategia potencial, la próxima juga- to es mucho más profundo. En Nueva en El árbol…“ella en cambio no es un
da, la respuesta del rival; pero lleva a escritura…, señala: “Se sugiere un do- pensamiento”. ¿Qué es entonces? “Una
cabo ese movimiento bajo el modo de ble movimiento interior a la vanguar- zona siempre un poco resistente a la
la sospecha; sospecha de ese nuevo dia o la posibilidad de dos vanguar- interpretación.” Y luego: “O sólo per-
movimiento, de sus efectos, del paso dias coexistentes: una que, apoyada en tenece al inapresable orden de la mís-
siguiente. Quiero decir: en el instante cierto aparato teórico, alimenta la fan- tica o bien se integra a la lectura ra-
en que Libertella señala este nuevo tasía de una evolución crítica (la van- cional y laica del signo”. Libertella
14 corpus, en el momento mismo en que guardia de pasos sucesivos), y su som- descree de ambos caminos, alejado
designa la novedad de estas escritu- bra, en la otra escena, que simula ope- tanto de cualquier trascendencia co-
ras, se prepara también para desafiar rar en el cuerpo social como escondida mo de la vocación de comunicación,
el carácter instituyente de ese gesto en un Caballo de Troya (…) y que su texto se asemeja a la declaración
deíctico. En el momento de armar el ajena a la conquista de rápidos efec- de Barthes: “En la lengua servilismo
canon, en el grano de su lucidez (mien- tos en el mercado, sólo ‘funciona’ y poder se confunden ineluctablemen-
tras aquí todavía se discutía sobre el –pica, graba, talla– compulsivamente te. Si se llama libertad no sólo a la
exilio de Córtazar y esas cosas), el tex- en las cuevas”. El lugar de la van- capacidad de sustraerse al poder, sino
to ya está sospechando de sus propios guardia, el de las nuevas escrituras o también y sobre todo a la de no some-
efectos: la constitución de ese canon mejor dicho, el lugar de la escritura ter a nadie, entonces no puede haber
como nueva escritura normal, lo raro nueva, es el sótano, la cueva, el sub- libertad fuera del lenguaje. Desgracia-
vuelto presentable, la novedad conver- terráneo. Hay aquí una poética de la damente el lenguaje humano no tiene
tida en valor de cambio. negatividad radical (la negatividad exterior: es un a puertas cerradas. Só-
Es evidente que Libertella tiene contra la vanguardia, la negatividad de lo se puede salir de él al precio de lo
buen ojo, que señala allí donde hay la negatividad), que recorre toda su imposible: por la singularidad mística
que señalar, que acierta con sus gus- obra y que desemboca, reformulada, (...); o también por el amén nietzsche-
tos. Leído hoy, tiene algo de obvio en la idea de ghetto, tal como aparece ano, que es como una sacudida jubilo-
indicar la correspondencia entre Puig en El árbol de Saussure: “La plaza sa asestada al servilismo de la lengua
y Arenas, o argumentar que lo nuevo del ghetto se reduce a los límites del (...). Pero a nosotros, que no somos ni
proviene de Lamborghini. Pero en ghetto. Lo único que la distingue es caballeros de la fe ni superhombres,
1977, esa elección todavía tenía cierto ese árbol plantado al medio. En los sólo nos resta, si así puedo decirlo,
aire de rareza. Ocurre que treinta años días de mercado radiante se puede ver hacer trampas con la lengua, hacerle
después, ese movimiento se ha vuelto un puñado de escritores dándose un trampas a la lengua. A esta fullería
instituido, y lo que era contra-canon baño de sol encima de la copa, entre saludable, a esta esquiva y magnífica
hoy es tapa de los suplementos cultu- sus ramas y hojas llenas de sentido y engañifa que permite escuchar a la len-
rales y mesa de saldos en la Avenida salud. Otros se quedan al pie porque gua fuera del poder, en el esplendor
Corrientes (esto ya lo he escrito en prefieren la sombra. Son tomas de po- de una revolución permanente del len-
algún otro lado, así que no vale la pe- sición”. guaje, por mi parte yo la llamo: lite-
na abundar en detalles). Aceptado el Pero inmediatamente, en el párra- ratura”.
estado de normalidad de esas escritu- fo siguiente, nuevamente el texto des- En otro pasaje de El Árbol… se
ras, el carácter institucional de esas confía de sus propios efectos y, gana- lee: “Mimesis: El loro es el único ani-
narrativas, la pregunta es: ¿cómo es do por la tensión imposible del doble mal que habla y el cabalista callado es
posible que todavía sigan siendo tan vínculo, expande el ghetto hasta el in- el loro de la Torá escrita. (Más ade-
poderosas? ¿Cómo es posible que sus finito: “La plaza tiene dificultades pa- lante volveremos sobre éstos y otros
efectos continúen siendo tan radica- ra reconocer su perímetro. Se reduce atributos del loro)”. Pero ese más tar-
les? ¿Cómo es posible que en ellas a los límites del ghetto, sí, pero el ghet- de nunca llega. Quizás porque esos
todavía se juegue la tensión entre van- to es grande como el mundo y hasta atributos son los del doble vínculo, los
guardia y resistencia? incluye un Océano entero”. Si el ghet- de la tensión imposible del texto. Los
Sin embargo, por alguna razón (o to puede ser tan grande como el mun- atributos del loro: el testigo negativo
mejor dicho: por todas esas razones) do, significa que no es un perímetro, del ghetto, la escritura, la resistencia,
Libertella no fue atrapado por esa ola no es una cartografía, un territorio; no la vanguardia.
Fue lindo mientras duró Tercer artículo de la serie
Contribuciones a una crítica del tango “El juicio del siglo”

Rafael Filippelli y Federico Monjeau

15

I con el bife de chorizo y algunas otras la Argentina se experimenta una espe-


cosas más. cie de gran reconciliación: la de los jó-
Asistimos hoy a un paroxismo del tan- Pero ese paroxismo domina no só- venes con el tango. Lo escuchan y lo
go en la Argentina, tal vez en el mun- lo las formas del consumo sino tam- 1. En este sentido es particularmente
do entero, a pesar de lo cual no es bién las de la producción cultural. Hoy significativo el caso de “Raptos”, la microópera
fácil decidir sobre la vitalidad del gé- el tango es una red omnipresente den- de Edgardo Cozarinsky encargada por el Centro
nero. Es evidente que el tango ha vuel- tro de la que se inscriben discursos de de Experimentación del Colón y presentada en
octubre de 2005 en el subsuelo del teatro. La
to a ocupar un lugar fundamental en origen muy variado.1 Al tango se acer- obra está centrada en la ejecución en vivo del
el reparto mundial de bienes cultura- can o se consagran no sólo legiones de bandoneonista Pablo Mainetti. Son tres episodios
les y atracciones, y es probable que al turistas sino también sectores sociales (“raptos”), cuyo tema común, según el
interés que desde hace más o menos y generaciones que habían permaneci- programa, es la pulsión entre Eros y Tanatos.
Se ven, en verdad, como tres estampas porteñas,
dos décadas viene sumando la música do tradicionalmente distanciados del gé- tres dúos coreográficos (compuestos por
de Piazzolla entre intérpretes clásicos nero. Después de décadas de desen- Marcelo Carte y bailados por Sofía Mazza y
y jazzistas se haya sumado ahora la cuentro, apenas mitigado por hechos Gonzalo Heredia) que, más allá de su pretendida
posición privilegiada de la Argentina aislados como por ejemplo la reivindi- estilización, no escapan de la estética del gran
espectáculo tanguero, como si del espacio de la
como plaza del turismo, donde even- cación de Mariano Mores por parte de ópera experimental hubiésemos pasado
tualmente el tango forma un sistema Spinetta (que grabó “Gricel”), hoy en súbitamente a un restaurante de Puerto Madero.
tocan, como se puede comprobar con notorias en Adriana Varela. Llegó un la riqueza y tal vez incluso el progre-
la proliferación de orquestas noveles. momento en el que el tango pareció so histórico del género están más cen-
El recambio alcanza a las generaciones tener un solo y único representante de trados en la interpretación que en la
y los sexos, por lo que no debe sor- la línea belcantista, Luis Cardei, al que composición misma. Esta es una de
prender que en la tradicionalmente mas- un grupo de intelectuales, en un mo- las diferencias existenciales entre el
culina fila de bandoneones de la nueva vimiento que es un perfecto símbolo tango y el folclore, donde las exigen-
Orquesta Escuela que dirige el vetera- en sí mismo, llevó de una oscura pa- cias técnicas de la interpretación son
no Emilio Balcarce haya hoy nada me- rrilla de San Cristóbal al escenario de menos decisivas y donde a todas lu-
nos que tres mujeres. la librería Gandhi. ces se sigue componiendo. Quizás en
La reconciliación está fuertemente El estilo arcaico deja su marca, pe- un momento una forma tan tipificada
atravesada por el baile, la fuerza con- ro los nuevos vocalistas se enfrentan como el tango dejó simplemente de
servadora por excelencia dentro del con el problema de la ausencia de una admitir más novedades y todo progre-
tango: desde la década del cuarenta escuela. La perspectiva historicista que so compositivo debió asumir la forma
del siglo pasado el baile fue un obs- hoy domina en la interpretación clási- de una ruptura, que fue lo que Piazzo-
táculo para las innovaciones pretendi- ca y en buena parte del jazz tiene su lla ensayó de diversas maneras y con
das por algunos arregladores. De he- departamento en el tango, aunque la diversos resultados.
cho, la gente no iba a bailar con Sal- reconstrucción histórica en este caso
16 gán; las distintas orquestas tenían sus encuentra un obstáculo infranqueable
distintos bailarines, y este sistema de en el género cantado, en la medida en II
preferencias difícilmente pueda ser hoy que la gran escuela de canto no fue
reconstruido.2 La reconciliación es, otra que la orquesta. Eran Troilo y Di Puede pensarse que Piazzolla desarrolla
desde luego, una reconciliación con el Sarli los que le decían a sus vocalistas y lleva a un punto de no retorno el mo-
pasado, y esto es perfectamente com- cómo tenían que cantar, y hay testi- delo orquestal heredado de Julio De Ca-
prensible dado el triste camino que to- monios que dan perfecta cuenta de eso, ro, la matriz del tango moderno, que es
mó el tango en su perspectiva pos- como la grabación de un ensayo don- al género orquestal lo que Carlos Gar-
piazzolliana, saturada de clichés.3 Tal de Troilo empuja a Alberto Marino al del es al tango cantado.4 Pero tal vez en
vez el giro comenzó a producirse tras límite del agudo: “Vamos Marinito, De Caro esta marca es más fuerte por la
la muerte de Piazzolla y maduró en la que usted puede”. ruptura y la división de campos que pro-
década del 90. Sea como fuese, en un Pero no sólo han desaparecido Troi- duce; su coincidencia cronológica con
momento dado el tango comenzó a de- lo y su orquesta. También ha desapare- los Hot Five de Armstrong, de 1925,
sandar la perspectiva piazzolliana y cido el público. Uno debería pregun- trompeta, clarinete, trombón, piano y
volvió su mirada a modelos orquesta- tarse a quién le cantan los cantores. Por banjo, o los Hot Seven, de 1927, los
les e idiomáticos antiguos, no sólo al un lado, el revivido salón de baile no mismos instrumentos más tuba y bate-
de la orquesta típica sino también a conserva demasiado efecto de verdad; ría, es uno de los paralelos entre los ci-
los conjuntos chicos de la música crio- por el otro, ya no se cuenta con el de- clos vitales del jazz y del tango que me-
lla, y los dúos de bandoneón y guita- cisivo espacio de la radio, donde las 2. Antiguamente, por ejemplo, estaban los
rra. En este sentido resultan ilustrati- orquestas actuaban en vivo, en progra- bailarines de Pugliese, a quienes el ritmo de la
vos los últimos movimientos de Ro- mas que sin duda eran lo más escucha- orquesta los llevaba a bailar lento y corto, y los
dolfo Mederos (bandoneonista que do del día, que un locutor como Anto- de Di Sarli, que bailaban con largas corridas.
Hoy, al ver no sólo a los jóvenes sino también
antes de formar sus propios grupos fue nio Carrizo podía introducir con una a gente mayor que ha descubierto una súbita
instrumentista y arreglador de la or- adecuada y entusiasta vibración: “Troilo pasión por el tango, es fácil comprobar cómo se
questa de Pugliese), un músico del co- se escribe con T de Tango”. baila sin escuchar la orquesta.
razón del tango y a la vez notoria- Tampoco la composición está en 3. Como se pudo verificar tanto en las formas
lentas del tango balada, como en los ritmos
mente impelido por una idea de reno- alza, lo que no es nuevo, y es induda- acentuados en 3 + 3 + 2, en ciertos portamentos
vación, cuyo actual retorno a la ble que Piazzolla fue el último gran y efectos percusivos sobre la madera o la caja
orquesta típica, cantor incluido, y si- compositor que tuvo el tango. Si es de los instrumentos, en el lineamiento melódico
multáneamente a la forma chica de cierto lo que dice Adolfo Sierra (en general y en el gusto por ciertas progresiones
melódico-armónicas que son también propias
bandoneón y guitarra (con Colacho uno de sus estudios publicados por Co- de la música barroca. Durante mucho tiempo
Brizuela), describe una tendencia sig- rregidor sobre los orígenes del géne- pareció que no se podía pensar el tango sin esa
nificativa en el interior del tango. ro), acerca de que la interpretación del red en la cabeza, aun cuando ella no se
Cierto estilo arcaizante ha dejado tango, desarrollada sin mayor profe- representara de manera completamente
transparente.
también su marca en algunos vocalis- sionalismo, nació muy atrasada respec- 4. Estas notas no toman en consideración el
tas, lo que es también perfectamente to de la composición, también lo es período del tango que va desde sus orígenes
comprensible dada la saturación ex- que la primera no tardaría en desarro- hasta mediados de la década del veinte. En
presiva que se produjo en la senda pa- llarse hasta dejar a la segunda un po- nuestra opinión, el tango se convierte en una
música significativa desde el punto de vista
tética del Goyeneche tardío, que reco- co rezagada. El tango tiene sus “stan- artístico recién con la aparición del Sexteto de
gió militantemente el frente femenino dards”, una lista amplísima con ejem- Julio De Caro. Por eso sólo nos referiremos al
y tuvo una de sus representaciones más plares de extraordinaria calidad, pero período moderno del tango.
recería ser considerado.5 tier haya significado una continuación ón, aunque aquí la polaridad es mayor
En el sexteto de De Caro se plan- excepcional. Los arregladores cambian porque el gran efecto expresivo de la
tean las variables fundamentales del pero el sonido de la orquesta permane- orquesta descansa en el instrumento del
tango moderno: fila de violines, fila ce, y evidentemente ese sonido está vin- director, y verdaderamente se trata de
de bandoneones, piano y contrabajo. culado de modo muy fuerte con el ins- un descanso: cuando aparece el bando-
Es el esqueleto de la orquesta típica, trumento del director. En la orquesta neón de Troilo invariablemente la mú-
que después va a progresar a cuatro de De Caro, ya poseída por el espíritu sica se frena. Troilo detiene la música;
instrumentos por fila, más violonche- pianístico de Cobián, la dirección era es como si esa entrada histórica del ban-
lo y viola. Violines y bandoneones al- virtualmente compartida por Julio y doneón en el tango, con el objeto de
ternan las líneas principales, con el ca- Francisco. En el tango el piano es el ralentarlo, diera en Troilo otra vuelta
racterístico contracanto en los violi- alma de la orquesta, pero es evidente de tuerca. Es extraordinario el efecto
nes (ejemplarmente desarrollado en el que su protagonismo rivalizará con el de suspensión que producen dos notas
segundo violín de la orquesta de De del violín en la orquesta de Gobbi; el de Troilo, y es notable como a veces
Caro), y con los bandoneones marcan- violín de Gobbi no sólo se expresa en los jazzísticos pianos de su orquesta
do la subdivisión en cuatro tiempos, forma individual sino también en un tienden a acelerar lo que el bandoneón
el rasgo rítmico principal del tango sentimiento melódico generalizado y en retrasa.7
moderno que De Caro termina de plas- un sentido de la ornamentación y el El tempo era de Troilo, por supues-
mar. No menos decisivo es un ele- detalle que tal vez sólo alcanzaría a ser to, algo que no estaba escrito en los 17
mento heredado de Cobián: la función superado por Salgán. El piano da la arreglos, así como nadie le arreglaba
del piano como corazón de la orques- forma orquestal en Di Sarli; la diferen- a Di Sarli sus vertiginosas síncopas.
ta, por lo que la orquesta de De Caro ciación que encontramos en el registro Por eso el arte de la interpretación en
fue en verdad la orquesta de los her- alto de la aristocrática orquesta de Gob- el tango se desarrolla en dos frentes:
manos Julio y el pianista Francisco bi ocurre en el grave en la orquesta el arreglo y la ejecución, lo escrito y
(además de Emilio en el segundo vio- arrabalera de Di Sarli. El piano de Di lo no escrito. Generalmente los arre-
lín). Es común que la mano izquierda Sarli introduce cierto vértigo en una or- glos marchan a la par del director, se
doble la línea del contrabajo, pero el questa de sonido más bien homogéneo. arregla para el estilo de una orquesta,
piano no sólo cumple funciones rítmi- También el piano tiene su importancia aunque no siempre esto es así. Surge
cas o de bajo sino también melódicas, en Pugliese, pero la rítmica de Puglie- de inmediato el ejemplo del arreglo
ornamentales, de enlace, de relleno, se tiende a estabilizarse en una fórmu- de Argentino Galván para la orquesta
además por supuesto de sus partes so- la.6 Como la de Gobbi, la orquesta de de Troilo de “Recuerdos de Bohemia”,
listas; el piano es el elemento de cir- Troilo está dividida entre dos instru- de 1946, cuyo vanguardismo debe de
culación y relevo permanente. Pero mentos líderes, el piano y el bandone- haber puesto muy a prueba los límites
además en el sexteto de De Caro hay
una formulación muy camarística, con 5. Sin llegar a ser el creador del género, como a prefiere, en los quintetos de Miles Davis de los
voces individualizadas y con dos ban- veces se afirma, Louis Armstrong fue quien años 50 y 60, fue alejando la música
amplió el jazz en lo que hace a la improvisación norteamericana no sólo de las formas
doneones que no siempre marchan al colectiva. Y aunque estableció la dirección que vanguardistas del tango sino de toda la música
unísono sino que se despegan de una tomaría el jazz desde el punto de vista del estilo, popular del siglo XX.
manera muy expresiva. Esta situación sus HotFive y Hot Seven no se comparan 6. Yumba es la onomatopeya que más
se continuará de modo evidente en las musicalmente con la revolución del sexteto de precisamente la describe. En un compás en cuatro
Julio De Caro. Las propiedades excepcionalmente tiempos, yum define el acento con arrastre en el
orquestas de Troilo y, sobre todo, de variadas del ataque y del corte del fraseo, sumado primero y ba, la caída en el tercero. La
Pugliese, cuyos dos primeros bando- al repertorio de vibratos con que daba color y onomatopeya divide el compás en dos acentos,
neones durante la década del cuaren- adornaba la calidad de su sonido, sin duda fuerte-débil, aunque débil quiere decir en este
ta, Osvaldo Ruggero y Jorge Caldara, emparentaban a Armstrong con De Caro, tanto caso que el tercer tiempo está levemente menos
por el swing como por el efecto de la corneta acentuado que el primero. El tercer tiempo es
solían cambiar su postura y se enfren- acoplada al violín. En la música de Armstrong invariablemente muy marcado en la orquesta de
taban en un duelo no menos emocio- había intuición, arrojo y una cierta actitud Pugliese, lo que no quiere decir que la marcación
nal que virtuosístico. contestataria, aunque todo eso se encontraba un (la fórmula) no tenga sus matices y sus
La década del 40, que en el tango poco diluido por la compañía de músicos de poca microvariaciones. El particular sentimiento
formación y escaso dominio del instrumento. rítmico de la orquesta de Pugliese queda bien
es por cierto una década muy larga, Contrariamente, en el sexteto de De Caro eran retratado en el arreglo de “La Yumba” que
podría ser considerada como una es- todos herederos de la tradición europea, la realizó Emilio Balcarce para la Orquesta
tructura montada sobre el legado de De mayoría componía, y los arreglos escritos eran Escuela, con el pedal grave del piano que se
Caro, en la que distintas orquestas, más de una complejidad inimaginable por aquellos reitera sobre los tiempos 2 y 4 del compás,
músicos de New Orleans. También es cierto ofreciendo una inestable estabilidad.
que superponerse, se complementan. que aquellos fueron los comienzos, que más 7. La forma jazzística culminará en el período
Para definir esa estructura habría que tarde el jazz y el tango tuvieron un desarrollo en que Osvaldo Berlingheri fue pianista y
seleccionar las orquestas idiomática- desigual y que, progresivamente, la relación de arreglador de la orquesta de Troilo (es
mente fundamentales: Gobbi, Puglie- calidad se fue invirtiendo. Si las bandas de swing interesante comparar, aunque el arreglo no
de mediados de los años 30 pueden considerarse cambia notablemente, las marcadas diferencias
se, Troilo, Salgán y Di Sarli, aunque en un cierto paralelo técnico con la orquesta de en las interpretaciones de Goñi y Berlingheri en
Miguel Caló haya sido el origen de mu- Miguel Caló, la revolución del bebop y el las dos versiones de “Quejas de bandoneón”
chas otras agrupaciones y Francini-Pon- desarrollo que culminará en el free jazz o, si se por la orquesta de Troilo).
lo que por supuesto no quiere decir que
músicos como Piazzolla o Salgán no
siguiesen aportando algunas piezas ma-
gistrales. Los arreglos no necesariamen-
te tenían que introducir la violencia de
Galván; muchas veces eran estilizacio-
nes que transformaban expresivamente
los elementos del original. Surge el
ejemplo de un maravilloso tango de
Gobbi, “Orlando Goñi”, en la versión
de la orquesta de Pugliese de 1965, don-
de la sección del trío es reelaborada de
una manera ampliamente lírica, no so-
lamente por la intervención de los vio-
lines sino también por la suspensión de
los bandoneones: primero uno y luego
dos, que se bifurcan en el mejor estilo
18 del sexteto de De Caro.
Salgán constituye un caso aparte.
En Salgán lo escrito y lo no escrito se
unifican, no sólo porque Salgán escri-
be todo y es el supremo codificador
idiomático del género, sino porque en
su caso el arreglador es al mismo tiem-
po el instrumento principal de la or-
questa. Tanto por la cantidad de planos
como por el aire que circula entre las
voces, la orquesta de Salgán es única.
Es tal vez la más aérea de todas las
orquestas (así como Di Sarli dejó su
sello en el grave, Salgán lo dejaría en
el registro medio-agudo). Salgán escri-
be los arreglos que él mismo interpreta
y en los que el piano lleva la voz can-
tante. Su arreglo de “Recuerdo”, el tan-
de Troilo. En cierta forma Galván po- orquestal, y muy para el final está re- go de Pugliese, es un claro ejemplo del
ne la estructura del tango patas para servada la entrada del cantor Alberto extraordinario efecto de planos. Reto-
arriba, y desarrolla un planteo de aper- Marino. Uno no puede dejar de ima- ma la bellísima variación para bando-
tura en el más puro estilo de la músi- ginar lo que pensaría no sólo Troilo neón tal como la había escrito Pugliese
ca de cámara, confiado a la cuerda. Es sino, principalmente, el pobre Mari- y agrega un acompañamiento para pia-
como si no se tratase sólo de una evo- no, a quien se le concede sólo una no completamente sincopado, o mesu-
cación de la vida bohemia y como si pasada de la segunda parte del tango, radamente dislocado, que es uno de los
efectivamente el recuerdo de Bohemia poco más de treinta segundos dentro momentos más maravillosos de todo el
nos llevase a un paisaje centroeuro- de una interpretación de cinco minu- tango instrumental y forma una pieza
peo, al Moldava, con una introducción tos y medio, como si el modernismo dentro de otra. La orquesta de Salgán
del violonchelo de exquisita ambigüe- del arreglo retrotrayese al cantor de tiene capas, que son también capas his-
dad tonal. La presentación del tema orquesta, que vivía todavía su época tóricas, como en la contramelodía de
principal tampoco será del todo cris- de oro, al primitivo estadio del estri- naturaleza lírica que el músico super-
talina; la melodía permanece intacta, billista. Ya está en ciernes la expul- puso al viejo tango rítmico de Mendi-
pero sostenida por armonías más bien sión del cantante que se concreta más zábal “El entrerriano”.
ásperas, y ya en la primera reiteración tarde con Piazzolla. Salgán diversificó la orquesta sin
de esa feliz frase inicial de dos com- Esa radical formulación de Argen- sacrificar el color del tango, con los
pases8 los segundos violines introdu- tino Galván pone de manifiesto que des- efectos de percusión creados por los
cen un tenso contrapunto. Las cosas de los cuarenta el verdadero laborato- propios instrumentos, como la chicha-
parecerían estabilizarse cuando el ban- rio compositivo del tango es la instan- rra o el papel de lija en los violines, los
doneón solista entra con la segunda cia del arreglo. El tango se sigue golpes de arco, las batidas en la made-
parte, pero no es del todo así. Se se- componiendo no tanto en las piezas pro- 8. “Fui tua-mor pri-me-ro tu Manón y tu Griseta
guirá oyendo una especie de obertura piamente dichas como en los arreglos, / Fui lains-pi-ra-do-ra de tus sue-ños de poe-ta”.
ra del piano o en la caja del bandone-
ón; una percusión, por decirlo así, des-
de adentro de la orquesta, sin batería.
En un momento Salgán resolvió incor-
porar el clarinete bajo, ya que este ins-
trumento se funde bien con los bando-
neones y aporta el espesor a la línea de
bajos que requería su finísimo sentido
de equilibrio. Nótese que el clarinete
bajo no se oye en Salgán como un ins-
trumento individual, sino en fusión con
los bandoneones. Para Salgán el tango
tiene un límite en la forma y también
en el sonido. Su concepción orquestal
se ubica en las antípodas de esa otra
idea sinfonista que tiene su origen en
Francisco Canaro y su culminación
fáustica en Mariano Mores. 19
La cuestión del sonido en el tango
merecería un breve apunte sobre Os-
valdo Fresedo, quien también introdu-
jo elementos un tanto extraños como
vibráfono, arpa y redoblante. Suele
afirmarse que el redoblante le permi-
tió a Fresedo liberar el piano de la
función rítmica, pero el redoblante en
el tango no tiene tanto una función
rítmica como un efecto de color, una
intensificación de ciertos puntos cul-
minantes, a la manera de un trémolo
ampliado. El vibráfono –que Fresedo
usaba casi como un armonio, con acor-
des tenidos– y el arpa proporciona-
ban, además de un fondo armónico,
una atmósfera crepuscular en la forma venir del tango. El solo de violonche- entre ellos mientras ejecutaban, ese go-
martillada del tango. Es probable que lo de “Inspiración” en el arreglo que ce individual en las improvisaciones,
a Fresedo lo guiase un sentido impre- él hizo para la orquesta de Troilo sue- el entusiasmo del conjunto al ejecutar
sionista del color además de un hu- na poco convencional para la época, un acorde, en fin, algo que nunca ha-
mor particular, que tiene en los van- pero es esencialmente tango. Sus arre- bía notado hasta ahora con los músi-
guardistas bandoneones-trenes de “El glos de 1947 para su propia orquesta cos de tango. Como resultado de esta
espiante” una culminación extraordi- con Francisco Fiorentino no introdu- experiencia nació en mí la idea de for-
naria. Es un momento único en el tan- cían las extrañezas idiomáticas de Gal- mar el Octeto Buenos Aires. Era ne-
go, aunque algo de ese espíritu humo- ván. En todo caso Piazzolla acorrala- cesario sacar al tango de esa monoto-
rístico estaba también en el violín cor- ba al cantor con un exceso de activi- nía que lo envolvía, tanto armónica
neta de De Caro. Psicológicamente, tal dad melódica orquestal, y la volátil como melódica, rítmica y estética. Fue
vez no haya una orquesta más decare- contramelodía de los violines en la ver- un impulso irresistible el de jerarqui-
ana que la de Fresedo. sión de “Viejo ciego” es un notable zarlo musicalmente y darle otras for-
ejemplo en este sentido. En Piazzolla mas de lucimiento a los instrumentis-
a veces se oye estallar el tango desde tas. En dos palabras, lograr que el tan-
III adentro. Hay un interesante testimo- go entusiasme y no canse al ejecutante
nio sobre el rubro “influencias” que y al oyente, sin que deje de ser tango,
A Salgán se le debe esa ocurrencia Piazzolla dejó en la contratapa de un y que sea, más que nunca, música”.
paradójica, según la cual él siempre disco con el Octeto: “En 1954, estan- En su valiosa discografía crítica de
había querido entrar en el tango, mien- do en París, tuve la oportunidad de Piazzolla preparada para Sony BMG,
tras que Piazzolla siempre quiso salir. ver y escuchar a muchos conjuntos de Diego Fischerman ha observado que
No es una mala imagen la de Piazzo- jazz moderno, entre ellos el octeto de por ese entonces Mulligan no tenía un
lla como un león enjaulado. En Piaz- Gerry Mulligan. Fue realmente mara- octeto sino un conjunto de diez músi-
zolla, efectivamente, todo parece pro- villoso ver el entusiasmo que existía cos, lo que vuelve el comentario de
Piazzolla bastante aleatorio. De cual- esto también la acerca a la revolución pulsado, aunque de tanto en tanto vuel-
quier forma, la influencia del jazz no del jazz moderno. ve a entrar por la ventana. Héctor de
sería tanto material como psicológica. La crítica tradicionalista sobre la Rosas representa una heroica resisten-
Piazzolla envidia el humor del jazz por- ausencia de melodía en la música de cia del noble y viejo estilo, y es ilus-
que la orquesta de tango le parece un Piazzolla nunca tuvo ningún funda- trativo volver a oír sus grabaciones de
poco amarga y reglamentada; hay evi- mento. Toda la música de Piazzolla piezas clásicas como “Cuesta abajo”,
dentemente algo del jazz en la forma está concebida en un sentido fuerte- “Malena” o “Sur” en medio de los re-
de los solos o en las imitaciones repen- mente melódico, y no pocas veces esa cargados arreglos del quinteto. Es la
tistas entre su bandoneón y el piano de música cobra la forma de varias me- intensificación del conflicto que se vis-
Osvaldo Manzi en la parte central de lodías superpuestas, en contrapunto. lumbraba con Fiorentino. Ya Daniel
“Revolucionario”, con el quinteto de Seguramente las tempranas transcrip- Riolobos o Roberto Yanés darán más
1970. Y es difícil establecer si también ciones de partitas para violín de Bach con el giro de la época. La bombásti-
proviene del jazz o tan sólo de su for- y el estudio de las fugas otorgaron una ca versión de “Cafetín de Buenos Ai-
midable intuición el maravilloso deta- consistencia y un brillo adicional al res” en 1962, con Yanés y la orquesta
lle instrumental que Piazzolla introdu- generalizado giro barroco de los años de Piazzolla, señala la irremediable de-
ce en el tango en 1955, con el octeto: 50 y 60, al que nuestro músico no per- cadencia del tango cantado. Es la épo-
la guitarra eléctrica, con su ataque pun- maneció indiferente. Las huellas ba- ca en que el tradicional cantor de or-
20 zante, su distinción en el contrapunto, chianas no se advierten solamente en questa se transforma en cantor solista,
su incomparable media voz y su flexi- la conducción polifónica de las voces la pista de baile es desplazada por el
bilidad para doblar los instrumentos so- sino también en los solos de bandone- café concert y el antiguo fraseo rítmico
breimprimiendo un sutil efecto de elec- ón, cuyos diseños y, sobre todo, sus es reemplazado por el estilo de balada.
trificación en el conjunto acústico. giros ornamentales, recuerdan ciertas
Es probable que del jazz Piazzolla melodías del barroco alemán tardío,
también haya tomado cierto impulso de forma parecida a lo que ocurre con IV
rítmico, esa forma de avanzar un poco el Aria del Concierto para violín de
a los tumbos que es propia del bebop Stravinski, fragmento que conserva El violagambista y director de música
y que en la música argentina está más afinidad idiomática con la música de antigua Jordi Savall concedió al Or-
en la chacarera que en el tango. Pero Piazzolla. Un buen ejemplo de esta feo de Claudio Monteverdi el puesto
la principal invención rítmica de Piaz- forma barroca puede encontrarse en la no sólo de ejemplar inaugural del gé-
zolla tiene que ver con un desplaza- “Introducción al Ángel”, grabado con nero operístico sino de ejemplar insu-
miento del acento en el interior de la el quinteto en 1962. Hay otras veces perado, ni siquiera por la posterior
milonga, que deriva en su caracterís- en que la forma barroca degenera en Poppea del propio Monteverdi. “Cré-
tica forma de ocho pulsos agrupados algo demasiado edulcorado y conven- ame –aseguraba Savall en una entre-
en 3 + 3 + 2, que introduce un prin- cional, especialmente en ciertas pro- vista personal–, después del Orfeo la
cipio de ambigüedad en la cerrada mé- gresiones armónico melódicas; la co- ópera empieza a declinar”. Sin caer
trica del tango. Para decirlo un tanto da de “Invierno porteño” en la graba- en el inquietante fanatismo historicis-
esquemáticamente, el tango primitivo ción de 1970 con el quinteto es un ta de Savall, podríamos decir que el
(o la habanera) dividía el compás en ejemplo entre otros. tango también tiene su fijación arcá-
dos tiempos, el tango moderno lo di- La melodía de Piazzolla tiene una dica: Carlos Gardel estableció tan aca-
vide en cuatro, Piazzolla lo divide en naturaleza instrumental, no necesaria- badamente el modelo y su voz se apa-
ocho. Hasta Piazzolla la rítmica del mente cantable, y podría afirmarse que gó en un estado tan perfecto, que es
tango no presentaba demasiadas va- el estilo polifónico de sus conjuntos no como si la decadencia del tango can-
riantes en la métrica sino en el tempo, fue sino una ampliación de su manera tado no comenzara hacia fines de
en los cambios de velocidad en el cur- polifónica de tocar el bandoneón. Con- 1950, que es cuando realmente tiene
so de la interpretación, donde por cier- viene volver aquí al ejemplo de “Intro- lugar, sino en 1935, con el accidente
to el tango tiene uno de sus rasgos ducción al Ángel”, que comenzaba con de Medellín. Se trata efectivamente de
más fascinantes. Con Piazzolla, la rít- un contrapunto de bandoneón y violín
9. El otro caso de un músico que quiso modificar
mica se modifica en la composición sobre una línea de bajo; es precisamente la tradición fue Eduardo Rovira. Bandoneonista,
misma, en la escritura. Piazzolla tal esa forma alternada de solos, dúos, trí- compositor y arreglador fue durante un tiempo
vez nunca haya conseguido salir del os, lo que Piazzolla establece a partir la versión racional de la obra básicamente
tango, pero sin duda se alejó de su del octeto de 1955 y termina de definir pasional de Piazzolla. Sin embargo, después de
un período fecundo, marcado por una clara
coreografía. Le restó al tango un so- con el quinteto de 1960, que fue en sí influencia de Alfredo Gobbi (su tango “El
porte material tan decisivo como el mismo una de las mayores revolucio- engobbiao” es la mostración más cabal de esa
baile; eso que le producía horror a nes de toda la música argentina.9 influencia), se fue perdiendo en una suerte de
Troilo, el hecho de que las parejas de- El cantante tenía poco que hacer confusión originada en su obstinado empleo de
la forma camarística. El título de algunas de sus
jaran de bailar y se acercasen a escu- en este esquema. Piazzolla le restó al composiciones es por demás elocuente:
char, era precisamente el punto de par- tango no sólo el soporte del baile sino “Policromía”, “Sónico”, “Azul y yo”, “Opus 16”
tida de la revolución piazzolliana, y también el del canto. El cantor es ex- y así de seguido.
un ilusionismo. Gardel piensa y desea que ese ‘día’ ralmente por la orquesta, a la manera
Debe convenirse en que, si bien exista en un futuro inmediato, Goye- de un instrumento privilegiado). Y esa
Gardel no es el único modelo posible neche sabe y está convencido de que desaparición involucra una importan-
en la tradición del tango cantado o, en ese ‘día’ no llegará nunca. te cuestión rítmica. Hay una expresión
todo caso, no es la única orientación, Si el modelo gardeliano tuvo una en- tradicional en el tango que es “cantar
la mayoría de los grandes cantores pos- carnación tan plena en Raúl Berón, se- a compás”. Cantar a compás quiere
teriores fueron gardelianos. Ahora guramente esto tuvo que ver con un pro- decir no abandonar el ritmo de la or-
bien, cantor gardeliano quiere decir, fundo lazo de todos los Berón con las questa; lo que no significa, por supues-
por un lado, cantor con un importante formas “débiles” de la música criolla, to, que el cantor no atrase o adelante
caudal de voz y una cierta imposta- que corrigen naturalmente cierta gran- creando una contracorriente o un efec-
ción que no olvida el valor de la letra, dilocuencia del tango ciudadano. Es co- to suspensivo, que naturalmente en
aunque sepa que lo que escande es la nocida la reacción de Caló cuando Ar- ciertos puntos de la pieza volverá a
música; y, por el otro, quiere decir can- mando Pontier le presentó a Berón en encuadrarse con la orquesta. Gardel
tor “melódico”, capaz de cantar un po- 1939: “Yo necesito un cantor de tangos, era, entre otras cosas, un maestro de
co por encima del tiempo marcado; no un folclorista” (el pianista Osmar Ma- la precipitación, como lo revela ejem-
para el cantor gardeliano la expresión derna convenció al director de que esa plarmente su versión con guitarras de
es una cuestión de naturaleza musical, era la voz ideal para grabar “Al compás “Viejo smoking”.
de dramaturgia mesurada. del corazón” y “El vals soñador”). En Y aunque sus voces no deban ser 21
Los cantores de Troilo son la me- efecto, Berón cantaba como un folclo- pensadas con las categorías de la ópe-
jor revelación de la amplitud del mo- rista fino por la tersura melódica y por ra, es evidente que el tango también
delo gardeliano. Si los puntos de par- el sentido de la ornamentación: el bor- tendrá su página verista: a partir de
tida a comienzos de la década del cua- dado justo en el momento justo. los años 60 se reclaman voces en con-
renta fueron Fiorentino y Marino, las Berón tenía una voz más oscura sonancia con la nueva sensibilidad. Ra-
sucesivas incorporaciones cubrieron lo que Gardel –un barítono alto, que po- úl Lavié es un nuevo modelo expresi-
que dejaban vacante alguno de los dos. día llegar cómodamente a las regiones vo, como también Yanés. Se prefiere
Así, en la continuación de Fiorentino de tenor–, aunque el timbre es un as- el registro grave, pero en una direc-
se sucedieron Floreal Ruiz, Aldo Cal- pecto entre otros de un estilo. Es ne- ción contraria a la tradición del bajo
derón, Raúl Berón y Angel Cárdenas; cesario detenerse un poco en la cues- bufo que Rivero encarnó admirable-
en la de Marino, lo hicieron Edmundo tión del timbre y el registro de las vo- mente. Se prefieren voces graves por
Rivero, Jorge Casal, Roberto Goyene- ces, que en el tango se maneja con la sencilla razón de que nadie habla a
che y Tito Reyes. Los primeros fue- comprensible imprecisión. La defini- la manera de un tenor. Los cantores
ron la versión del cantor melódico, le- ción del registro en el tango no debe- de tango se convierten en baladistas,
vemente canalla, que combinaba la fi- ría ser transpuesta directamente de la con la convicción de que para cantar
neza con un tono moderadamente ópera, ya que en la ópera los roles y de una manera acorde con la vida ni
arrabalero y, en algunos de los casos, las tesituras se definen dentro de un siquiera se requiere mucha técnica; en
una cierta imprecisión fonética.10 Los sistema de oposiciones: el tenor se lugar de la técnica aparece la gesticu-
segundos se distinguieron por la clari- mueve en el registro alto pues se dife- lación y una dudosa idea de buen gus-
dad vocal y un mayor respeto por el rencia musical y dramáticamente del to. En el tango aggiornado y la ideo-
contenido de las letras. De todas for- barítono. El amante ardiente deberá ser logía del medio melón en la cabeza,
mas, son tan gardelianas la versión de un tenor así como el bufón o el mo- el cantor gardeliano ya no tiene nada
“Bandoneón arrabalero” de Goyene- narca sólo podrán ser un bajo o un que hacer; es así como la expresión
che, la de “Siga el corso” de Marino, barítono. Es, además de una cuestión “cantor gardeliano”, que sin ser im-
y la de Rivero de “Carnaval” como de técnica vocal, una estructura musi- precisa era tal vez demasiado amplia
las de “Sólo se quiere una vez” de cal, expresiva y psicológica, que hace en los cuarenta, se convierte en un tér-
Ruiz, la de Fiorentino de “Tristezas que efectivamente los distintos roles mino crítico frente a la ideología que
de la calle Corrientes”, la de Cárdenas se conserven como funciones especí- exuda el tango a partir de los 60.
de “¿Quién?” y todas las de Raúl Be- ficas. El tango ha dado pocos tenores Evidentemente la modificación del es-
rón. Ser un cantor gardeliano no im- puros, aunque buena parte de los can- tilo de canto tuvo que ver con la mo-
plica hacer las cosas como las hacía tores hasta los años 50 tienen un color dificación del escenario, de la pista de
Gardel ni mucho menos copiarlo, co- atenorado; son barítonos que suelen baile o el pasaje del cabaret al café
mo alguna vez hicieron Hugo del Ca- sonar como tenores, y por eso la ex- concert, y la pérdida del baile segura-
rril y Horacio Deval. “El día que me presión barítono atenorado, poco cien- 10. Entre su decir compadrito y su débil dicción,
quieras” tiene dos versiones extraor- tífica, es apropiada para el tango. por momentos a Raúl Berón no se le entendía
dinarias: la de Gardel, obviamente, y El registro constituye un punto de demasiado lo que cantaba. Hay una ilustrativa
la de Roberto Goyeneche; sin modifi- inflexión en el desarrollo histórico del anécdota en este sentido: a la salida del cabaret
Marabú, se le acercó una persona diciéndole que
car demasiado la forma gardeliana, tango. Con la desaparición del cantor esa noche no se le había entendido nada. A lo
Goyeneche introduce allí un signifi- de orquesta desaparece al mismo tiem- que Berón respondió: “¿A vos te gusta la letra?
cativo matiz expresionista: mientras po un tipo de registro (exigido natu- ¿Por qué no te comprás el Alma que canta?”
mente fue fatal para la tradición de can- treinta cantores que iban de lo muy Para ese momento se vivió la ilusión
tor “a compás”. bueno a lo excepcional, ha sido junto de un renacer del tango, y es conocida
La autocrítica del tango llegó al con el jazz la mejor música popular la humorada de Goyeneche: “Si Sosa
corazón de la forma cantada, y de este del siglo pasado. Un conjunto de si- no hubiese muerto yo seguiría mane-
modo se vuelve necesario revivir an- tuaciones concurrentes fueron marcan- jando un colectivo”. Lo más curioso
tiguas historias. Sólo así puede enten- do su progresiva e implacable decaden- del malentendido fue el hecho de que
derse que un crítico tan agudo como cia: ya a fines de los años cuarenta, la un conjunto de intelectuales que habí-
Jorge Andrés se lance a comparar el finísima interpretación de “Ninguna” de an aprendido a jugar al truco en las
pase de orquesta del cantor Ariel Ar- Alberto Castillo había cedido su lugar playas de Villa Gessel fueron los más
dit con la ultracompetitiva situación a la chabacana “Por cuatro días locos”, entusiastas defensores de un cantor tan
profesional de los cantores del cua- que fue su hit de los años cincuenta.13 vulgar que, como se dijo en algún mo-
renta.11 Ardit es un cantor respetable, De ahí en más, salvo la lucha de- mento, tosía mientras cantaba.
pero sus registros con orquesta dejan sesperada de Troilo, Pugliese o Salgán, De ahí en más, y hasta hace unos
mucho que desear. En rigor, hoy na- todo fue para peor. La conciencia de pocos años, el tango desapareció de
die sale bien parado de esta experien- haber salido del centro de la industria cualquier horizonte musical. Primero
cia, a no ser que se trate de esas sim- cultural llevó a verdaderas caricaturas volvió con un revivido entusiasmo co-
páticas incrustaciones como las del musicales. Una muestra de ello era el reográfico que todavía perdura; más
22 cantaor flamenco Miguel Poveda en propio Castillo cantando “pa que se- tarde, de la mano de unos jóvenes mú-
la orquesta de Mederos, precisamente pan todos los mozos de ahora, cómo se sicos que se volcaron hacia el género
por su excentricidad y por una tempe- hizo el tango canción de arrabal; esos en dos direcciones: por un lado, con-
ratura emocional que ya no es posible que hoy prefieren los rockes y mam- juntos que incorporan saxos y baterías
transmitir con los medios retóricos del bos…”, para no mencionar el mal gus- en una fusión híbrida y lavada; por el
tango. Se ha perdido un equilibrio y to de prácticamente todos los tangos otro, nuevas orquestas que tocan los
recomponerlo es imposible. No están cantados por Alberto Echagüe en la or- arreglos de Caló o de Pugliese de la
las orquestas, no está el ambiente; en questa de Juan D’Arienzo durante las década del cincuenta. En el mejor de
algunos casos queda la memoria. Es décadas del cincuenta y del sesenta. los casos, el tango es hoy una bien
muy seguro que cuando Cardei canta- Un párrafo aparte merece el can- intencionada arqueología.
ba tuviese una vieja orquesta en la ca- tor Julio Sosa, apodado “el varón del
beza, generalmente la de Miguel Ca- tango”, que constituyó un gran malen-
ló, pero tambien la de Ricardo Tanturi tendido. Después de pasar por las or-
e incluso la de Alfredo De Angelis.12 questas de Francini-Pontier, Francisco
La voz parece imposible de recons- Rotundo y Armando Pontier, encasi- 11. La Nación, Buenos Aires, 2 de octubre de
truir, tal vez precisamente por ser el llado en una suerte de cantor de carác- 2006.
12. En su versión de “Tarde gris”, Cardei no
instrumento, el nudo o la vibración ter, machista y arrabalero, decide a fi- sigue la versión de Gardel sino la de Floreal
más emocional del tango. En los can- nes de la década del cincuenta y hasta Ruiz, con la orquesta de Basso. Del mismo modo
tantes se siente doblemente la general 1964, fecha de su muerte, crear su pro- que cuando cantaba “Bajo un cielo cubierto de
condición espectral del tango hoy. El pia orquesta dirigida por un músico estrellas” parecía escuchar la orquesta de Caló y
cuando decía “Charlemos” oía a Di Sarli.
tango interpretado por las orquestas de muy fino: Leopoldo Federico. Su éxito 13. Ver Emilio de Ipola, “El tango en sus
los cuarenta y cincuenta, donde se de- fue fenomenal debido, entre otras co- márgenes”, Punto de Vista Nº 25, Buenos Aires,
sempeñaban como vocalistas veinte o sas, a su participación en la televisión. diciembre de 1985.
Políticas de la representación urbana: Proyecto
Documenta 12
el momento situacionista
¿Es la modernidad
nuestra antigüedad?
Adrián Gorelik

23
que dominó los años ochenta: así co-
mo ese momento de celebración cul-
tural y política de la ciudad funcionó
bajo la advocación simultánea de la
figura de la flânerie benjaminiana y
de la categoría de espacio público, las
remisiones al imaginario situacionista
podrían verse emergiendo ante los pri-
meros signos del fracaso de aquel cul-
turalismo ciudadano, cuando se fue
haciendo evidente que las apelacio-
nes a la fruición urbana y el pluralis-
mo público habían estado acompañan-
do –cuando no fundamentando– los
procesos de espectacularización mer-
cantil y fragmentación social caracte-
rísticos de lo que hoy se denomina “ciu-
dad archipiélago” en todo el mundo. Y
así como aquellas figuras abonaron en
los ochenta una idea reconciliada de
ciudad, la deriva situacionista se pre-
senta en esta nueva encrucijada como
un discurso y una práctica apropiados
Es posible constatar que desde media- mo puede verse tanto en la escena ar- para la ciudad del conflicto.
dos de los años noventa el situacio- tística como en los programas de los
nismo tiene una presencia creciente en centros más sofisticados de la acade-
la alta cultura arquitectónica y artísti- mia arquitectónica, donde la arquitec- La fiesta urbana de los
ca internacional. Hasta entonces, ape- tura se ha convertido en una rama de años ochenta
nas sobrevivía en la memoria del Ma- las artes digitales o performativas. Y
yo francés –especialmente por mérito como toda moda teórica, la emergen- Si la flânerie benjaminiana y la no-
de algunas de sus más célebres pinta- cia actual de un momento situacionis- ción de espacio público dieron el tono
das– y en la veneración de la figura ta podría informar acerca de la adop- a los años ochenta, conviene comen-
de Guy Debord por pequeños cenácu- ción de nuevos lenguajes, estilos y es- zar aclarando que no funcionan en uni-
los de anarquistas o de las figuras de tados de ánimo más generalizados con versos conceptuales muy sencillos de
Jorn o Constant por pequeños cenácu- los cuales se representa la ciudad y se reunir (por ejemplo, Benjamin, como
los de artistas y arquitectos, oficiantes imaginan intervenciones sobre ella. buen vanguardista, directamente care-
del culto de una vanguardia eterna. Pe- Todo indica que el situacionismo cía de una noción de espacio público).
ro ahora el situacionismo, en sus con- ha sido recuperado como una retórica Como se sabe, ninguna de esas coa-
ceptos y sus tácticas urbanas, se ha política sobre la ciudad más apropia- gulaciones de sentido que son las mo-
convertido en una moda teórica, co- da a la caída del optimismo urbano das teóricas funciona de acuerdo con
la precisión conceptual: se trata de del flâneur, sus últimos rasgos de au- los ochenta– fue que al levantar como
comprenderlas en sus propias condi- tenticidad, para formar la metrópoli en ejemplo cumbre de la riqueza moderna
ciones de producción, y si se las trian- la que ya no iba a tener más cabida la la ciudad haussmanniana, Berman con-
gula con los motivos teóricos que re- experiencia. De modo que es sencillo fluía con los modelos urbanos que es-
claman es sólo porque también gene- ver que el genial tour de force de Ber- taban comenzando a poner en práctica
ran para ellos nuevas condiciones de man fue reunir tres edades urbanas los sectores más influyentes del pos-
recepción y lectura. En este caso, la que, aunque muy próximas, desde un modernismo arquitectónico: una recu-
flânerie y el espacio público no sólo punto de vista conceptual están tan in- peración de los patrones de la ciudad
fueron parte constitutiva de un mismo comunicadas como edades geológicas. decimonónica, tanto en términos de di-
horizonte de representación urbana, si- El espíritu optimista sobre las po- seño cuanto de gestión, ya que la idea
no que alimentaron un clima festivo sibilidades al mismo tiempo cultura- de espacio público también suponía de-
respecto de la ciudad moderna tan po- les y políticas de la vida metropolita- volverle a la sociedad civil y al merca-
co afín a la percepción trágica de Ben- na fue lo que selló esa reunión de do un protagonismo en la gestión urba-
jamin como al pesimismo de cualquie- flânerie y espacio público en el bou- na que la planificación moderna había
ra de los teóricos del espacio público, levard. Mientras Sennett buscaba re- siempre intentado preservar para el es-
que, sea cual fuere el momento histó- dimir las formas más clásicas de la tado. Esa fue la base conceptual de los
rico ideal en el que inspiraran sus re- sociabilidad urbana frente a las dife- modelos de la “ciudad por partes” y el
24 flexiones, han escrito siempre para rentes huidas de la ciudad (por dere- “urbanismo de lo pequeño”, que se im-
mostrar la imposibilidad de una esfera cha y por izquierda) que le habían pondrían con la velocidad de los ha-
pública activa en las sociedades con- puesto la marca rabiosamente antiur- llazgos que vienen a colmar una de-
temporáneas.1 bana a los años setenta, Berman ya manda latente: una ciudad ya no pen-
Fue Marshall Berman el primer au- participaba de una discusión respecto sada “desde arriba”, sino desde cada
tor que, en el famoso capítulo sobre la de los contenidos que estaban asu- sector de la sociedad urbana, y en la
París de Baudelaire de Todo lo sólido miendo los diversos regresos a la ciu- que la arquitectura recuperaba un rol
se desvanece en el aire, propuso esa dad que caracterizarían los años ochen- protagónico como dadora de identidad,
reunión que marcaría la década. La ta: sus ejemplos para la recuperación para la puesta en forma de ámbitos es-
gran originalidad de Berman en ese de Nueva York frente a la dinámica pecíficos –con “carácter”, otra figura
capítulo fue situar al flâneur en el es- fáustica del urbanismo modernista del de la tratadística clásica recuperada– en
pacio público y a ambos, en el boule- siglo XX presentaban en todos los ca- los que la vida social podía ganar au-
vard haussmanniano. Basta con leer sos la fruición callejera de un arte pú- tonomía y riqueza.
el libro de Richard Sennett, El declive blico, realizado por artistas compro- Toda la extraordinaria experimen-
del hombre público, escrito unos po- metidos con sus comunidades locales. tación que se había venido desarrollan-
cos años antes, para notar la novedad Berman reaccionaba frente a los diag- do en la arquitectura y el urbanismo
de tal reunión.2 Apegado a definicio- nósticos más negativos sobre la mo- desde los años cincuenta y sesenta, pro-
nes teóricas e históricas más riguro- dernidad con una posición pro-moder- ducto de la crisis del modernismo, pa-
sas, Sennett identificaba el espacio pú- nista y anti-vanguardista: las culpas no ra superar sus rígidos esquemas urba-
blico con los hábitos de representa- habían sido de la modernidad en sí, nos mediante la incorporación de la his-
ción característicos de la ciudad sino de la peculiar resolución que las toria, la memoria, la política, la cultura
ilustrada, extinguidos con el doble mo- vanguardias le dieron en el siglo XX popular, la vida cotidiana, parecía en-
vimiento de masificación e individua- a sus ricas contradicciones del siglo contrar el canal oportuno en la dinámi-
lización del siglo XIX: en esta pers- XIX, cuando volición modernista y re- ca explosiva que recorrió las ciudades
pectiva, el flâneur surge en una ciu- chazo crítico a la modernización se en los años ochenta, como escenarios
dad en la que ya ha caído toda hallaban todavía productivamente im- y motores de la vida social, cultural y
posibilidad para el espacio público. Por bricadas; la apuesta de Todo lo sóli- económica. La flânerie y el espacio
otra parte, se sabe que la ciudad del do…, contra las posiciones posmoder- público podrían pensarse, así, como
flâneur era para Benjamin la inmedia- nas, era que pudieran estarlo nueva- figuras del imaginario social que, en
tamente anterior a la reforma hauss- mente. Ésa era para Berman la esa novedosa irrupción de lo urbano,
manniana que produjo la París metro- vitalidad política que la modernidad
politana. El flâneur del Passagenwerk guarda todavía como potencialidad, y 1. Hice un análisis más desarrollado sobre estos
es una figura que “está en el umbral la ciudad, el ámbito específico en que temas de la cultura urbana de los años ochenta
tanto de la gran ciudad como de la podría volver a realizarse. en “El romance del espacio público”, Block Nº
clase burguesa”, ambas inminentes 7, CEAC, Buenos Aires, 2006.
2. La primera edición de Todo lo sólido se
cuando Baudelaire escribe: una figura desvanece en el aire. La experiencia de la
cuya forma de vida es el último “des- La resaca modernidad es de 1982; la de El declive del
tello conciliador” antes de “la inmi- hombre público, de 1977.
nente y desconsolada del hombre de Una de las paradojas de tal apuesta 3. Cfr. Walter Benjamin, “París, capital del siglo
XIX”, en Poesía y política. Iluminaciones II,
la gran ciudad”. 3 Para Benjamin, modernista –paradoja típica de los ma- Taurus, Madrid, 1998 (se trata del exposé
Haussmann destruye la París onírica lentendidos del debate posmoderno en redactado en 1935).
sirvieron para representarse celebratoria- tro histórico de la Berlín de finales de mica, en directa relación con el reci-
mente ese mundo vital y proyectar for- siglo XIX y comienzos de siglo XX, clado historicista de sus fragmentos de
mas de intervención en él. Fueron figu- aprovechando que la reunificación re- valor patrimonial y la producción de
ras puente, en el sentido de que permi- cuperaba para el mercado una enorme operaciones urbanas y arquitectónicas
tieron conectar y traducir prácticas porción de tierras vacías estratégica- espectaculares, encontró, como se sa-
sociales y culturales en formas urbanas. mente situadas, implicó una serie de be, su realización plena en diferentes
Pero, a su vez, su generalización y operaciones de alta visibilidad global. ciudades españolas, desde donde se ex-
consiguiente depreciación teórica no Como Potsdamer Platz, entre las más tendió a todo el mundo con el nombre
pudo sino ser funcional a la cristaliza- conocidas, todo un sector reurbanizado de “planeamiento estratégico”. Por su-
ción de esa experimentación en un mo- con manzanas compactas y paseos cum- puesto, este cambio no pasó desaper-
delo único –la ciudad decimonónica pliendo el gesto radicalmente superfi- cibido para los analistas críticos: la ciu-
como panacea de la vida urbana mo- cial de apelar a una memoria urbana dad siguió siendo, como en los años
derna–, y en un repertorio todavía más abstracta, sin referentes ni vinculacio- ochenta, un foco principal para la re-
limitado de esquemas formales –la nes con memoria alguna de la ciudad, flexión cultural y sociológica, pero co-
“calle corredor” y el sistema de aman- pero repitiendo todos los gestos de un menzó un nuevo ciclo de análisis con-
zanamiento– y de prácticas de gestión historicismo devenido ya, sin retorno, testatario sobre la realidad urbana con-
–la promoción de los fragmentos ur- argumento de marketing para los gran- temporánea. Las nociones de “ciudad
banos capaces de alentar grandes in- des negocios y el turismo –marketing global”, “urbanismo revanchista”, 25
versiones a través del city marketing, del cual los arquitectos “de marca” ha- “marketing urbano”, entre otras mu-
más allá de las necesidades generales bían resultado sorpresivamente una pie- chas, son el resultado plural y polémi-
de la ciudad consideradas desde un za decisiva. co de esa intensa renovación teórica
punto de vista público. Esta bastardización del urbanismo que continúa en nuestros días, ante la
Un buen ejemplo de este desliza- por cuenta de la generalización de los evidencia de que los procesos urbanos
miento de sentido aparece al compa- esquemas formales que se demostraron más dinámicos –los del este asiático y
rar la experiencia de la IBA (Interna- más convenientes y rentables requiere algunas metrópolis norte y latinoame-
tionale Bauausstellung), en el Berlín una salvedad. Porque lo habitual en la ricanas– se instalan directamente en
de los años ochenta, con las realiza- historia moderna de las relaciones en- el punto terminal del pasaje de la “ciu-
ciones urbanas posteriores a la reuni- tre arquitectura y mercado fue el apro- dad por partes” a la “ciudad archipié-
ficación, cuando se intentó convertir a vechamiento para la rentabilidad de la lago”, un espejo magnificado de la
Berlín en un gran foco europeo –en simplicidad repetitiva de los esquemas fragmentación que las propias ciuda-
términos culturales y, especialmente, funcionalistas –la célebre adaptación del des europeas –a pesar de sus estánda-
económicos. La IBA podría pensarse refinamiento miesiano para las tipolo- res sociales tanto más homogéneos–
como el contraejemplo perfecto que gías de la más vulgar arquitectura cor- comienzan también a percibir como
habría necesitado el libro de Berman porativa–, que impuso la idea de que irreversible.
para ofrecer una alternativa al moder- era en su propio éxito donde había que En la alta cultura arquitectónica y
nismo del siglo XX en el propio terre- entender el fracaso del modernismo clá- artística, por su parte, fue éste el mo-
no de la producción de la ciudad. A sico. En este caso, en cambio, la nueva mento en que la figura del flâneur
través de intervenciones en múltiples centralidad de la cultura en la econo- dio paso a la deriva situacionista y se
fragmentos puntuales, las más de las mía urbana de la “ciudad archipiélago” abandonó la idea de espacio público
veces mínimos, los concursos de la –la identidad como clave de la compe- –que quedó desde entonces en manos
IBA convirtieron a Berlín en un ex- tencia entre ciudades– hace que lo que de los funcionarios públicos y los em-
cepcional laboratorio de formas urba- se generaliza hasta el vaciamiento total presarios urbanos– para adoptar la
nas y sociales, con algunos de los prin- de significados sea la búsqueda de ori- idea del caos como clave de interpre-
cipales arquitectos que habían prota- ginalidad arquitectónica como espec- tación del funcionamiento urbano. Pe-
gonizado el debate teórico en las táculo urbano. Estos no son tiempos ro más allá de la iracundia de los dis-
décadas anteriores (desde Aldo Rossi para la sobriedad de un Mies, sino para cursos –una especie de aggiornamen-
hasta James Stirling, desde los herma- la exhuberancia de los museos de Gehry to de La sociedad del espectáculo
nos Krier hasta Alvaro Siza) actuando o los puentes de Calatrava –“a cada mediante los argumentos de la bio-
junto a pequeños grupos comunitarios riacho su Calatrava”: una de las voces política y la multitud–, se ha produ-
en la definición de los espacios ciuda- de orden del espacio chatarra, según cido una bifurcación de la reflexión
danos más aptos para su desarrollo. el ácido dictum de Rem Koolhaas.4 estética de punta respecto de la cul-
Muy poco tiempo después, a co- tura urbana crítica.
mienzos de los años noventa, un cam- Quizás parte de esa bifurcación,
bio en la escala económica de las ope- La bifurcación del momento que compromete la dimensión políti-
raciones urbanas vino a mostrar que situacionista
aquella experimentación desembocaba
4. Ver Rem Koolhaas, “Espacio chatarra”,
fácilmente en conservadurismo pom- La conversión de la ciudad en un te- publicado en castellano como separata de Otra
pier. La búsqueda por relanzar el cen- rritorio de primera magnitud econó- Parte N° 8, Buenos Aires, 2006.
ca de los discursos situacionistas, pue- va de esa ciudad, para violentar la nor- tenido en un cocktail vertiginoso cu-
da entenderse en los propios límites malidad expresada en la multitud con- yos ingredientes de base suelen ser Vi-
de esa inspiración en esta coyuntura sumista y producir un reencantamien- rilio, Agamben y Foucault, pero bien
urbana. Porque originariamente la de- to fugaz capaz de acumular fuerzas en batidos con un inconfundible sabor de
riva fue una táctica de intervención su desestabilización. Pero lo que en la reader norteamericano, el discurso de
frente a los primeros signos de la gran posguerra se presentaba como alter- este grupo ha encontrado un anclaje
transformación modernizadora que se nativa a la homogeneización moder- ejemplar en “Inundación!”, el juego de
avecinaba en la París de posguerra: nizadora –los islotes de riqueza sim- mesa que elaboraron en 2001 y que
una práctica de reivindicación de los bólica que relevaba el mapa psicoge- vienen difundiendo desde entonces.7 Se
últimos “bolsones de subdesarrollo” ográfico– hoy es el estado natural de trata de un juego de simulación de una
que estaban en proceso de extinción a una ciudad estallada, la forma misma inundación en Buenos Aires, en el que
manos de la homogeneización espa- de la modernización. Y cuando la rei- proponen aceptar la catástrofe como al-
cial.5 Es decir, la deriva podría pen- vindicación del fragmento da paso a go inevitable de la vida urbana moder-
sarse como el resultado de una mirada la naturalización de la fractura, la iro- na y, a partir de ahí, en lugar de resis-
nostálgica que ilumina la pobreza ur- nía surrealista deriva ineludiblemente tirla, abrirse a la exploración de las nue-
bana como lugar de redención cultu- hacia el cinismo. vas posibilidades urbanísticas que
ral frente a la modernización: esos ba- Hay un ejemplo local muy claro de contiene.
26

rrios obreros y marginales “tan ina- este nuevo deslizamiento ideológico de La remisión al situacionismo es ex-
propiados para vivir como apropiados la cultura estética: las acciones de plícita, en la propia idea de juego y en
para derivar”, en palabras de Debord, M777, un grupo de arquitectos que se su humor cáustico, pero también en la
que todavía ocupaban algunas zonas viene proponiendo como recambio re- traducción política sin mediaciones
céntricas de París antes de la cons- vulsivo de las coordenadas habituales que le asignan –una característica no-
trucción de los grands ensembles que de reflexión disciplinar, para lo que no table en los textos de Debord: la com-
llevarían sus poblaciones a la perife- es secundaria su inserción activa en cír- binación de virulencia, imaginación
ria.6 Frente al uso utilitarista que im- culos artísticos (han formado el “Club epigramática y rusticidad política–, ya
pone la metrópoli, los situacionistas de arquitectura” en relación con el Pro- que el juego estaría preparándonos pa-
se propusieron una práctica subversi- yecto Venus y la revista Ramona). Sos- ra la actual realidad de la “política me-
teorológica”, que funciona como “un que selecciona sitios de la ciudad a esas intervenciones que ilustran con
juego estratégico de poderes pero com- través de una investigación geográfi- elocuencia los límites del momento si-
pletamente interferidos por el azar”.8 ca y urbanística, realiza las gestiones tuacionista.
Las zonas inundadas de la ciudad fun- necesarias para viabilizar las inter- La primera es la de Antoni Mun-
cionan como los bolsones de poten- venciones, selecciona los artistas y ar- tadas, un veterano del arte político que
cialidad situacionista que le ofrecerí- quitectos invitados a realizar los pro- en San Pablo realizó un característico
an una salida política y cultural a la yectos y acompaña su desarrollo para amojonamiento situacionista del terri-
reflexión urbana, como instrumento capitalizar colectivamente sus potencia- torio: relevó un mapa de catástrofes
para horadar las grietas de una cultura lidades estéticas y técnicas y sus impli- producidas (por acción u omisión) por
homogeneizante, representada básica- cancias urbanísticas y sociales.9 El pro- las políticas urbanas, levantó un mo-
mente por el estado y sus políticas pú- grama teórico-político de Arte/Cidade nolito en cada sitio con placas recor-
blicas. Pero, ¿qué estado, qué políti- apunta explícitamente contra las formas datorias de cada catástrofe y editó una
cas públicas en el archipiélago urbano cristalizadas de la celebración urbana: serie de postales conmemorativas. Ha-
y social que emerge de la crisis en la mercantilización del arte y la ciu- ce ya unos años que Muntadas va por
Buenos Aires? La repetición ritual de dad, las lógicas del “planeamiento es- las ciudades como una especie de ex-
ciertos slogans contestatarios se inde- tratégico” y las estrategias de monu- perto internacional en arte político ur-
pendiza, en la alta cultura artística y mentalización y espectacularización bano, realizando, con el soporte de ar-
arquitectónica, de cualquier interpela- museográfica; y se propone superar los tistas locales, manifiestos de pretendi- 27
ción que ponga a prueba su mayor o enfoques todavía vigentes de la flâne- do impacto político local pero cuyo
menor capacidad de comprensión crí- rie que no hacen más que enmascarar único impacto político se verifica glo-
tica de la realidad. Por supuesto, po- esa situación, impidiendo ver la nueva balmente, en los catálogos de su obra y
dríamos ver el carácter provocativo del realidad urbana.10 en los textos críticos que la describen.
juego y explicarlo como recurso iró- De todas las ediciones, fue la cuar- Desde este punto de vista, el sentido
nico para escapar de los límites bien- ta y por ahora última, realizada en de la eficacia que preside sus propues-
pensantes en que se clausuró buena 2002, la que se propuso ir más a fon- tas no es muy diferente del de M777,
parte del arte político desde finales de do en estos postulados, porque tomó aunque el trabajo del catalán se instala
los años noventa y especialmente des- un área inmensa y muy comprometida más clásicamente en la denuncia (su
de la crisis de 2001, con su epifanía de la ciudad, un sector industrial aban- ya ganada celebridad internacional le
conmovedora de fábricas recuperadas donado de 10 km2 al este de San Pa- permite ser un poco menos ingenioso).
y cartoneros ambientalistas. Pero se blo, y porque buscó intervenir en al- La segunda intervención que me
necesita algo más para darle enverga- gunas de las problemáticas metropoli- interesa señalar es la de Krzysztof Wo-
dura política a esta variante chic del tanas más generales (redes, habitación diczko, artista polaco radicado en los
situacionismo, para pensar que la rei- popular, pobreza urbana), invitando Estados Unidos, conocido como artis-
teración mecánica de algunas de sus para ello a un conjunto de artistas y ta político y activista desde que reali-
modalidades históricas de contestación arquitectos de gran repercusión inter- zó unos vehículos para homeless neo-
sea más que una ocurrencia, el gesto nacional. Voy a referirme a tres de yorquinos en la década de 1980; pre-
teórico de moda para lograr, antes que
una intervención crítica en la realidad
urbana contemporánea, una inserción 5. Sigo en este punto a Thomas McDonough, de Agulla & Baccetti”, la agencia del publicista
“La deriva y el París situacionista”, en Líbero que en esos años había protagonizado el más
expectable en el circuito internacional Andreotti y Xavier Costa (eds.), Situacionistas. crudo desembarco de la lógica del marketing en
del arte y la arquitectura. Arte, política, urbanismo, Catálogo de la la política a través del asesoramiento del
muestra homónima realizada en el Museu D’Art gobierno de De la Rúa.
Contemporani de Barcelona, Barcelona, 8. Ver “Política meteorológica”, entrevista a
MACBA y ACTAR, 1996. M777 de Jennifer Allen, publicada en Artforum
La ciudad como guerra 6. Guy Debord, “Arquitectura y juego”, Potlatch Magazine en octubre de 2005 y republicada en
N° 20, París, 30 de mayo de 1955. Reproducido el sitio web del grupo.
Una experiencia más radical en este en Potlatch. Internacional letrista (1954-1959), 9. Ver la página web de Arte/Cidade:
mismo sentido, porque lleva sus pre- textos completos de la revista editados en www.artecidade.org.br.
castellano, Literatura Gris, Madrid, 2001. 10. “Hasta ahora, se tenía por supuesta una
supuestos a un nivel mucho más im- 7. Ver la página del grupo: www.m7red.com.ar. relación con el mundo todavía típica del siglo
pactante de realización, es la de Arte/ El juego “Inundación!” se presentó en 2001 XIX: la ciudad baudelaireana, campo de la
Cidade, una propuesta de experimen- como un programa de experimentación experiencia, los trayectos, las miradas. Una
tación artística y urbana que toma na- desarrollado en el CEAC de la Universidad Di relación establecida a escala del individuo. Hoy
Tella por M777, que entonces aparecía formado ya no es más posible hacer esos itinerarios
da menos que la ciudad de San Pablo por Mauricio Corbalán, Gustavo Diéguez, Lucas urbanos como un paseo. Hace ya mucho que el
como su laboratorio a escala real. Or- Gilardi, Pío Torroja, Daniel Goldaracena y dislocamiento ha llevado al transeúnte a perderse
ganizada y curada por Nelson Brissac Santiago Costa (hoy en la página web figuran en el caos urbano”, escribió Brissac Peixoto en
Peixoto, Arte/Cidade ha tenido cuatro solamente Corbalán y Torroja). Como un dato “Intervenciones a gran escala”, Block N° 1,
bien elocuente de este giro cínico del discurso CEAC-UTDT, Buenos Aires, agosto de 1997.
ediciones desde que comenzó en 1994; estético revulsivo, no es secundario señalar que Ver también, del mismo autor, “La ciudad en
funciona como un colectivo de artis- en esa elaboración inicial M777 había recibido cuestión”, Todavía N° 13, Fundación OSDE,
tas, arquitectos, ingenieros y técnicos la colaboración del “Programa de creatividad Buenos Aires, abril de 2006.
cisamente, en Arte/Cidade propuso la conceptual (en su capacidad de pro- dad de gran impacto cultural, Koolha-
construcción de prototipos de vehícu- ducir una modificación en la percep- as también produce algunas de las for-
los de transporte y acopio para carto- ción de un problema), en San Pablo mas arquitectónicas y urbanas que
neros. De todos los participantes, Wo- se convierte en una propuesta técnica componen su paisaje. Esto significa
diczko es uno de los que ha desarro- “realista” que no toca, ni de lejos, la que, a diferencia de lo que ocurre con
llado más explícitamente un registro realidad que busca afectar. Por no ha- buena parte de la crítica cultural urba-
situacionista de crítica de las realida- blar de los cambios en la categoría de na, cuando él escribe sobre la “ciudad
des metropolitanas y de la voluntad “guerra urbana”, como se vio en el chatarra” o el “realismo de mercado”
reformista de las disciplinas tradicio- “lunes negro” de San Pablo el último sabe muy íntimamente de qué está ha-
nales de la ciudad. Para él, las masas mayo: la relación entre lo formal y lo blando, y esa doble cara lo vuelve una
de indigentes urbanos que recorren y informal cambia de escala dramática- figura mucho más fascinante –esa fas-
ocupan las metrópolis no deberían ser mente en las condiciones de margina- cinación por la transformación mate-
pensados como un problema para la lidad masiva de las metrópolis latino- rial del mundo que, en definitiva, si-
ciudad, sino como la fuente de su re- americanas. De este modo, seguramen- gue indicando en nuestros días la vi-
novación, los agentes de la transfor- te sin siquiera saberlo –y en esta falta gencia del ethos moderno.
mación: integran los flujos que cues- de conciencia hay un problema ma- Detengámonos un momento en la
tionan y horadan las divisiones clási- yúsculo para un artista crítico–, el dis- trayectoria de Koolhaas. A finales de
28 cas de la ciudad moderna entre capital curso situacionista, que se propone co- los años setenta, participando de la
y trabajo. Perseguida y desconocida mo un enfoque radical y vanguardista cosmopolita vanguardia neoyorquina,
por los defensores del orden, la activi- sobre el tema de la marginalidad, en escribió el que seguramente es el últi-
dad de estos marginales transcurre en su pasaje de Nueva York a San Pablo mo gran manifiesto de la arquitectura
los bordes del sistema pero ocupa de se convierte en un clásico discurso de moderna: Delirious New York.12 Del
hecho el centro de la vida metropoli- populismo latinoamericano. Un cam- modo más antagónico tanto con el cli-
tana: esa lucha entre margen y centro, bio de sentido especialmente compli- ma antiurbano de esa década que ter-
entre caos y orden, es descripta por cado para quien se propone interpelar minaba, como con la inminente revi-
Wodiczko como una guerra cotidiana críticamente los más variados contex- sión que llevaría al “urbanismo de lo
contra las políticas urbanas, los siste- tos urbanos.11 pequeño” en la década siguiente, el
mas de infraestructura y los empren- La frustración de la entente de los libro realizaba una de las más lúcidas
dimientos inmobiliarios. Las fuerzas años ochenta entre análisis culturales reivindicaciones de la dinámica me-
establecidas intentan preservar la ciu- urbanos, diagnósticos críticos y pro- tropolitana. Uno de sus aciertos más
dad estática y sedentaria de la moder- puestas transformadoras, se ha tradu- difundidos fue reclamar para la alta
nidad, mientras las masas nómades de cido ahora en una completa descone- cultura moderna un producto emble-
los marginales incorporan nuevas for- xión: la fracción de punta de la refle- mático de la lógica inmobiliaria y la
mas de percibir el espacio, la actuali- xión estética sobre la ciudad, iconografía popular neoyorquina, el
dad de una metrópoli concebida como adoptando las poses más contestata- rascacielos déco, anticipando su recu-
intercambio constante y caótico de rias, ha roto con toda voluntad crítica peración masiva –ocho años después,
procesos y flujos. En ese conflicto en- y transformadora a favor de una exas- Woody Allen dedicaría toda una larga
tre lo formal y lo informal, los vehí- peración sarcástica de lo dado.
culos para cartoneros son definidos co- 11. Con mucha más ingenuidad que Muntadas,
Wodiczko expresó los límites de la búsqueda
mo “máquinas de guerra” para triun-
de inserción global del arte político en una
far en una ocupación del territorio Jeckyll & Hyde entrevista en Barcelona: “Espero que algún
metropolitano. proyecto se desarrolle en Barcelona. Tengo que
Pero si este discurso se pretende Finalmente, la tercera intervención de trabajarlo más para aprender cuáles son los
silencios de Barcelona. Y averiguar qué
situado, lo primero que salta a la vista Arte/Cidade que interesa analizar es
monumentos podrían aprender a hablar y quién
es la enorme diferencia entre un ve- la de Rem Koolhaas, invitado estrella los animaría. Es un proceso largo” (Babelia,
hículo para homeless en Nueva York de la cuarta edición y mentor princi- suplemento cultural de El País, sábado 14 de
y un carrito de recolección para los pal de buena parte de sus postulados julio de 2001). No es sólo que ya no se puede
distinguir entre un artista político y alguien que
cartoneros en San Pablo. Lo que en de fondo, pero, especialmente, una de
pide una pasantía académica, sino que la única
Nueva York puede funcionar como las figuras decisivas y sin duda la de razón por la cual la ciudad de Barcelona –o
una provocación y una denuncia –una mayor densidad para entender la re- cualquier otra– podría financiarle ese conocimiento
máquina “inútil”, pero que vuelve vi- novación de los discursos sobre la ciu- sobre ella misma a un artista político global, sería
porque aspira a convertir la intervención de ese
sible un problema que la sociedad pre- dad desde los años noventa. En efec-
artista en una “ocasión” más para el marketing
fiere naturalizar–, en San Pablo senci- to, su lugar en la cultura urbana con- cultural, en la típica operación del planeamiento
llamente replica, en mejores condicio- temporánea podría pensarse como estratégico contemporáneo que supuestamente el
nes tecnológicas, la infinidad de equivalente al que ocupó Marshall arte político urbano combate.
12. Ver Rem Koolhaas, Delirious New York. A
carritos de recolección realmente exis- Berman en los años ochenta, con el
Retroactive Manifesto for Manhattan (1978),
tentes. Es decir, lo que en Nueva York agregado de que al mismo tiempo que 010 Publishers, Rotterdam, 1994 (hay edición
funciona todavía como obra de arte produce insumos críticos sobre la ciu- en castellano).
secuencia de Hannah y sus hermanas disolventes en la práctica del urbanis- resultado de la aplicación operativa del
a un tour por esos edificios guiado mo: el espacio público convertido en conocimiento crítico, llevado adelante
por un arquitecto que parecía haber fetiche, el talismán teórico mediante por una de las mentes más lúcidas que
leído Delirious New York. Y en ese el cual parecen resolverse mágicamen- dio la arquitectura en las últimas dé-
sentido podríamos identificar un mo- te los problemas de la ciudad, que que- cadas.14
vimiento análogo al que antes habían dan entonces doblemente ignorados. La presencia de Koolhaas en un
hecho Venturi, Scott Brown e Izenour Quizás nadie criticó de modo tan lugar como la zona este de San Pablo
en Aprendiendo de Las Vegas: levan- inteligente como Koolhaas la ceguera no puede sino exasperar estas contra-
tar la calidad específicamente arqui- del urbanismo, su mistificación heroi- dicciones, porque cuando viaja no de-
tectónica de un producto especulativo ca y progresista. Siempre irónico, ja nunca de ser una gran figura del
que siempre había sido mirado con siempre ingenioso, él decidió jugar el star-system arquitectónico; un enfant
desprecio. Pero la gran diferencia es rol ambiguo de quien conoce como terrible, en todo caso, pero de firme
que la revisión de Koolhaas no se nadie las reglas de la ciudad y la ar- pertenencia a ese mundo glamoroso
orientaba hacia el pop vernáculo nor- quitectura del mundo global contem- de los que un día se reúnen con em-
teamericano, sino a un gran tema de poráneo, lo que le sirve tanto para cri- presarios en Shangai y otro día dan
la modernidad clásica, la potenciali- ticarlas con agudeza en sus escritos, una conferencia en la Architectural As-
dad cultural y estética de la concen- como para ofrecer las respuestas más sociation de Londres (su participación
tración urbana: el rascacielo era visto adecuadas a ellas en sus obras y, en el en Arte/Cidade no podía dejar de re- 29
como una función metropolitana, el re- mismo gesto, criticar a los arquitectos cordar al presidente Lula cuando to-
sultado lógico de la flexibilidad abs- que no terminan de comprenderlas o davía asistía al Foro de Davos y al de
tracta y universal de la grilla; es la aceptarlas. Ya se han señalado muchas Porto Alegre sin conflictos). Su inter-
relación entre ambos lo que produce veces las “dos caras” de Koolhaas: es- vención fue pequeña pero significati-
ese espacio delirante que debe cele- cribe contra el consumo desenfrenado va: eligió el único edificio modernista
brarse en Manhattan. de la sociedad contemporánea, pero di-
Durante los años ochenta Koolha- seña los locales y la imagen de Prada
as estaba de regreso en Europa, traba- (el mismo “Espacio chatarra”, segura-
jando a partir de las claves que había mente el texto más exasperadamente 13. “What ever happened to Urbanism?”, en
Rem Koolhaas y Bruce Mau, S, M, L, XL, 010
desarrollado en Nueva York, la gran debordiano de Koolhaas, apareció ori- Publishers, Rotterdam, 1995.
dimensión arquitectónica y la conges- ginariamente en The Harvard Design 14. Hal Foster es uno de los que ha mostrado
tión metropolitana, leyendo la ciudad School Guide to Shopping, el primer esta “doble cara” de Koolhaas, en Diseño y
como una multiplicidad caótica de flu- libro de su serie “The Project of the delito, Madrid, Akal, 2004 (ver el capítulo 4,
“Arquitectura e imperio”, donde desarrolla
jos y secuencias que demolía cualquier City” realizado con sus cursos en Har- algunos de los ejemplos que menciono aquí),
ideal estático de recuperación histori- vard sobre la arquitectura del consu- pero se limita a señalar la ambivalencia de sus
cista de las cualidades clásicas de la mo, traducido rápidamente en estrate- actitudes. Great Leap Forward –alusión irónica
ciudad (su plan de 1990 para “Eurali- gias de intervención); escribe contra al Segundo Plan Quinquenal de Mao con que
Koolhaas titula su segundo libro de la serie “The
lle”, un centro de negocios que busca- la arquitectura espectáculo pero acep- Project of the City” (Harvard, 2002) con los
ba capitalizar la confluencia de vías ta encargos de quien más la promovió estudios para el proyecto del Delta del río
de alta velocidad, es una de las más en todo el mundo, el Museo Guggen- Pearl–, está enmarcado por un gesto típico del
claras refutaciones del paseo y el es- heim; escribe páginas filosas sobre el giro cínico que estoy señalando. Koolhaas capta
en la lógica de las ciudades chinas un rasgo clave
pacio público urbano). La agudeza con fenómeno de la ciudad en China, pero de la ciudad contemporánea que llama “Coed©”,
que advirtió muy temprano la mistifi- no deja de hacer sus propios edificios- “City of Exacerbated Difference”, poniéndola
cación implícita en esa recuperación monumento cuando lo llaman, ni de como eje conceptual de toda la investigación y
quedó plasmada en un texto de co- fascinarse ante los aspectos más asumiéndola como fundamento para su propia
intervención. En el polo opuesto de Foster,
mienzos de los noventa: “Para los ur- escandalosos de la urbanización en el Michael Speaks ha celebrado a Koolhaas como
banistas, el redescubrimiento demora- Delta del río Pearl, apostando a radi- el principal iniciador de la aproximación de la
do de las virtudes de la ciudad clásica calizar su “realismo de mercado” arquitectura al “nuevo gran romance” entre los
al momento de su imposibilidad defi- (Market-Realism© de acuerdo a los negocios y la cultura corporativa, cuyo producto
son una nueva generación de ejecutivos surgidos
nitiva, puede haber sido el punto de juegos de lenguaje de Koolhaas, en como “héroes en la batalla por dominar y dar
no retorno, el momento de su desco- los que presenta sus categorías analí- sentido al complejo mundo lanzado por las
nexión fatal, el motivo de descalifica- ticas como marcas). Sin embargo, no fuerzas de la globalización”. Aunque, para
ción. Hoy son especialistas en dolores habría que pensar simplemente en una Speaks, el esteticismo vanguardista de Koolhaas
le impediría llevar su realismo a las últimas
fantasmales: doctores que discuten las actitud ambivalente, un caso de doble consecuencias: “Uno suele tener la impresión
complicaciones médicas de una extre- estándar o hipocresía, sino en el resul- de que Koolhaas está paseándose por los bajos
midad amputada”.13 Koolhaas no se- tado de llevar hasta las últimas conse- fondos, probando el sabor del degradado mundo
ñalaba simplemente que el espacio pú- cuencias ciertos presupuestos de lo que del comercio para hacer que su vanguardismo
se distinga de la ya pasada moda dominante de
blico estaba funcionando como mera aquí llamamos el momento situacio- la vanguardia de los años ochenta y noventa”,
escenografía de la ciudad espectácu- nista. Koolhaas no es sólo un arqui- en “Dos historias para la vanguardia”, Block Nº
lo; lo que advertía eran sus efectos tecto sin principios: el cinismo es el 5, CEAC, Buenos Aires, diciembre de 2000.
de toda la región este de San Pablo, mo, mucho más sutil: en el São Vito cada de 1920, había terminado reali-
un enorme edificio abandonado y tu- Koolhaas reescribe el modernismo co- zada en positivo por la arquitectura y
gurizado por habitantes miserables, el mo Pierre Menard el Quijote, con un el urbanismo de avanzada en la cons-
São Vito, en el que propuso apenas apego hiperrealista a lo dado que en trucción metropolitana de la década de
construir el ascensor que nunca se ha- su absurdo señala con ironía los lími- 1930: quedaba demostrado que, más
bía llegado a realizar. A diferencia de tes de la arquitectura. Lo que está cri- allá de su autorrepresentación ideolo-
quienes hubieran aprovechado la “rui- ticando implícitamente es el heroísmo gizada, la arquitectura siempre es una
na modernista” para hacer una crítica modernista, la larga historia de ilusio- variable del poder. Koolhaas aplica ese
explícita al modernismo (en Arte/Ci- nes reformadoras de la arquitectura y conocimiento y se hace cargo él solo
dade hubo varios ejemplos, como el el urbanismo: ¿qué va a hacer ese edi- del ciclo completo; critica el estado
de un artista que construyó réplicas ficio con un ascensor dentro de la pro- del mundo con virulencia, pero inter-
de la estructura dominó de Le Corbu- pia lógica urbana que Koolhaas esti- viene a su favor descaradamente, afir-
sier en refugios de homeless), Kool- mula? La propuesta no dice cómo va mando con un guiño para entendidos:
haas hizo una intervención de lógica a hacer el São Vito para liderar un la arquitectura está condenada a cons-
minimalista y al mismo tiempo estric- proyecto de reestructuración urbana de truir el mundo real. La deriva situa-
tamente funcional: propuso instalar el gran escala sin repetir las típicas alte- cionista le calza a la perfección al áni-
ascensor en el mismo hueco que el raciones sociales que produce el “pla- mo transgresivo del arte político ac-
30 edificio había previsto originalmente. neamiento estratégico” en las ciuda- tual y genera el exacto distanciamiento
Así, resumió en un gesto contenido de des latinoamericanas cuando es exito- irónico respecto del finalismo cons-
diseño de infraestructura un complejo so (gentrification, entre otras). Eso no tructivo de la arquitectura y el urba-
y vasto discurso sobre la “ciudad ge- podría interesarle a Koolhaas: los dis- nismo, a los que sólo les deja la posi-
nérica” y el “bigness”, proponiendo cursos situacionistas sobre los flujos, bilidad del cinismo. Como una reen-
una “estrategia flexible”, basada en el la irrigación de territorios, la supre- carnación de Jekyll & Hyde, Koolhaas
compromiso de instituciones y grupos sión de las fronteras, la intensificación exaspera las contradicciones de la me-
sociales: “crear un hecho movilizador, de diversificaciones y corto-circuitos, trópoli como artista de vanguardia por
que aglutine a los habitantes, las em- pueden funcionar como descripciones la noche, porque la misma exaspera-
presas, el poder público, los arquitec- críticas pero también como diagnósti- ción lleva implícito un elemento co-
tos y los medios de información”, pa- cos realistas de un mundo del que se rrosivo, mientras que como arquitecto
ra que el edificio se convierta en un acepta que no va a cambiar: ahí está la del star-system las aprovecha para re-
elemento reestructurador de toda el novedad respecto del modernismo, la solverlas en obras por la mañana. Una
área para su adecuación a las nuevas crítica a su mesianismo se ha transmu- mecánica de funcionamiento de la ciu-
lógicas de funcionamiento urbano.15 tado en renuncia a la dimensión ética y dad y la arquitectura global que los
En ese sentido, el ascensor emblema- de compromiso social que histórica- discursos situacionistas no contribuyen
tiza para Koolhaas la idea de vertica- mente lo marcó. a poner en cuestión.
lidad, un tipo de conexión entre pú- Durante los años sesenta y setenta,
blico y privado que establece la nueva la historiografía crítica reveló el sig-
relación mecánica de la arquitectura nificado dialéctico del ciclo de las van-
de gran escala. guardias históricas, mostrando que la
Pero, al mismo tiempo, eso tam- experimentación negativa, destructiva,
bién supone una crítica al modernis- de las vanguardias artísticas de la dé- 15. Ver página web de Arte/Cidade.

ESTUDIOS SOCIALES
Revista Universitaria Semestral
R E V I S T A D E H I S T O R I A
Consejo Editorial: Darío Macor (Director),
Ricardo Falcón, Eduardo Hourcade, Enrique Mases,
Año XV - Número 29 - Año 2006 Hugo Quiroga, César Tcach, Darío Roldán.

Dossier: Trabajo, raza, género y nación: Nº 39 - Primer semestre 2006


dimensiones históricas del Brasil Escriben: Palermo - Girbal-Blacha - Aelo
pos-emancipación / Galería: Modas y Quiroga - Chiroleu - Bartolucci - Barros
continuidad en la investigación histórica:
Gallo / Artículos, lecturas y reseñas ESTUDIOS SOCIALES, Universidad Nacional del Litoral, 9 de julio 3563,
Santa Fe, Argentina; telefax directo: (042) 571194
DIRIGIR CORRESPONDENCIA A: Casilla de Correo 353, Santa Fe, Argentina
E-mail: suspia@fcjs.unl.edu.ar / Internet: www.unl.edu.ar/editorial
Suscripciones: en Argentina, $ 30.- (dos números).
El rostro oscuro de la comunicación

Entrevista a Paolo Fabbri, de Pablo Francescutti

31
fundado por el estadounidense Char-
les Peirce. Las dos tradiciones se ha-
llan representadas en Bolonia: la pri-
mera por Fabbri; la segunda por Um-
berto Eco; aunque ambos no se sienten
del todo cómodos con tales etiquetas:
Eco prefiere ser considerado una figu-
ra mediadora; y Fabbri se lamenta de
que la Escuela de París no se haya
abierto al pensamiento de Peirce.
A su juicio, la semiótica necesita
refundarse. Sostiene que la disciplina
cometió el “pecado” de nacer en París
durante el auge estructuralista, y su-
frió un eclipse debido al cambio de
moda intelectual. También influyeron
en su pérdida de actualidad razones
de tipo interno (la deriva a la filosofía
del lenguaje propugnada por Eco); y
externo (la resistencia académica de
corte “realista” a la investigación síg-
nica). A su modo de ver, la semiótica
debe dejar de lado el afán taxonómico
Paolo Fabbri nació en 1939 en la ciu- además de haber impartido clases en por las unidades mínimas de sentido y
dad italiana de Rimini, y transcurrió las universidades de Venecia, Floren- centrarse en los mecanismos de signi-
su adolescencia en un liceo militar, una cia, Urbino, Palermo, París V y Cali- ficación, postulándose como una “ca-
“cárcel” de la que huyó para refugiar- fornia (San Diego). Asimismo, ha ocu- ja de herramientas” al servicio de las
se en las palabras. Un refugio enten- pado los cargos de primer consejero ciencias sociales para el análisis de tex-
dido en un sentido muy amplio, ya de la embajada italiana en París y di- tos culturalmente pertinentes. Esa es-
que de los estudios lingüísticos pasó a rector del Instituto Italiano de Cultura trategia pasa por un vuelco a lo cor-
la semiótica, la comunicación de ma- en la misma ciudad. póreo, lo sensible y lo continuo. Con-
sas, la sociología y la filosofía del len- Fabbri reconoce sus fundamentos secuentemente, Fabbri ha tomado
guaje, intereses que le llevaron a la teóricos en la semiótica generativa de como objeto de estudio las pasiones,
creación del Centro de Semiótica y la Escuela de París, una tradición lin- Internet, la divulgación científica, el
Lingüística de la Universidad de Ur- güística que va de Saussure a Hjelms- lenguaje de los sordomudos; y por esa
bino. Hoy, convertido en uno de los lev y llega hasta el representante más vía pone en práctica el proyecto de
principales referentes europeos en el famoso de dicha escuela, Algirdas semiótica cultural esbozado por Iuri
campo de la semiótica, ejerce la do- Greimas. Esta semiótica de cuño eu- Lotman: “un proyecto incluido en una
cencia en la Facultad de Filosofía y ropeo se sitúa en relación de oposi- antropología general que presta aten-
Letras de la Universidad de Bolonia, ción respecto del correlato anglosajón ción a los estilos semióticos de vida
–por ejemplo, a las pasiones dominan- noción de que el signo es diáfano. No, nes de comunicación.
tes– y sobre todo, a la autodefinición el signo no es nada diáfano, afirmó Fabbri ha publicado poco; en cas-
eficaz de las culturas”. categóricamente, pues tiene pliegues, tellano disponemos de dos libros su-
Algunas de esas ideas las ha ido múltiples y distintos. La siguiente en- yos, Táctica de los signos. Ensayos
desgranando en sus visitas a Madrid, trevista, realizada en ocasión de esa de Semiótica (Barcelona, l995) y El
que constituyen siempre un aconteci- visita, pretende recoger las fascinan- giro semiótico (Barcelona, 2000), de
miento académico. En plena guerra de tes sugerencias lanzadas en su inter- ahí el interés especial de su conversa-
Irak, el salón de actos de la facultad vención, sobre la opacidad inherente ción, de sus clases, de sus charlas, for-
de Ciencias de la Información se col- al proceso comunicativo. matos en los que se expresa a sus an-
mó para escucharlo hablar de la retó- Como todo marco conceptual, el chas. Esa vocación dialógica hace de
rica de la guerra. Ante un público es- suyo no escapa a las determinaciones la entrevista un medio idóneo para cap-
tudiantil sublevado contra la política del entorno; él mismo admite la afini- tar las sutilezas de su pensamiento, tan-
belicista del gobierno de Aznar, Fab- dad de su visión de la comunicación to en lo referido al “rostro oscuro de
bri alternó el análisis de la política de- con la especificidad del contexto ita- la comunicación” –título de su confe-
sinformativa estadounidense con la liano, distinguido por el lenguaje sibi- rencia–, como a las polémicas sobre
proyección de pinturas de batallas, de- lino del clero, la astucia maquiavélica la representación de Mahoma o a la
teniéndose en la importancia de las nu- y la proliferación de sociedades secre- política italiana, un punto preocupan-
32 bes en la representación bélica. La úl- tas, desde la masonería y los carbona- te para este intelectual empeñado en
tima vez que vino a la capital españo- rios hasta la Cosa Nostra y la logia P- situarse frente a la realidad en una pos-
la lo hizo para participar en un ciclo 2. Una marca de origen que en modo tura crítica, a la vez distante de la in-
de conferencias organizado en la Uni- alguno restringe el alcance de sus plan- dignación –pasión intensa pero pasa-
versidad Complutense por su colega teamientos, ya que, como él indica, jera– y de la resistencia –actitud que
Jorge Lozano, junto con Dominique las observaciones realizadas en el “la- deja la iniciativa al adversario.
Wolton y Derrick de Kerkhove. En es- boratorio italiano” son perfectamente
ta ocasión embistió contra la clásica extrapolables al resto de las situacio- P. F.

se suma la idea de Grice de que, en


cierto modo, practicamos con nuestros
interlocutores un principio caritativo de
comprensión. Tales enfoques no nos
ayudan a comprender el orden social,
ni la cuestión de la verdad ni la rela-
ción con el otro, problemas comunica-
tivos de gran magnitud. No niego que
en muchos aspectos Habermas, Grice
y Apel tengan razón –es preciso poner-
se de acuerdo para discutir–, pero in-
sisto: su concepción nos oculta los me-
canismos complejos de la significación.
En la comunicación y en la relación
con el mundo prima el conflicto, el de-
sacuerdo, el engaño: el consenso es una
tregua provisional. Partir de la claridad
no nos sirve para entender, por ejem-
plo, la comunicación en tiempos de
guerra, donde el objetivo no pasa por
Pablo Francescutti: En una exposi- Paolo Fabbri: Mi posición es inversa informar sino por convencer y vencer.
ción reciente, Dominique Wolton su- a la de Habermas y a su idealización
brayó el modo en que las nuevas tec- de la comunicación como un diálogo Si la transparencia y los preceptos ra-
nologías podrían favorecer la trans- transparente y cooperativo, la conver- cionales no nos entregarán la clave
parencia de la comunicación. Wolton sación de personas sentadas en una sa- de los mecanismos de la comunica-
y otros, en la línea teórica de Haber- la sin demasiados rumores, dispuestas ción, ¿cómo podrían entendérselos
mas, apuestan por las formas directas a entenderse y llegar a acuerdos; pri- desde la perspectiva de su opacidad y
del discurso, usted en cambio adopta mero habla uno, el otro piensa, luego reversibilidad?
el punto de vista opuesto, el de lo ocul- se expresa y así... Campo y contra-
to, lo tenebroso.... campo, como en el cine clásico. A ello Convendría hacer como sugería Erwin
Goffman: observar el orden desde el conspirativo parece deducirse un mar- ca del Mediterráneo dividida a muerte
punto de vista del desorden; vale de- co conceptual ajeno al paradigma de entre musulmanes y cristianos; demos-
cir, desde el ángulo del ladrón, del te- la Ilustración, que inspira el análisis tró cómo, durante un largo período de
rrorista o del espía. Tomemos a este de la comunicación de Habermas y tiempo, la posibilidad de entendimien-
último, un personaje muy importante sus seguidores... to entre culturas antagónicas dependió
de nuestro tiempo; y no lo digo en un de los traidores que hacían circular in-
sentido figurado: días atrás, el jefe de Por el contrario, a mí el Iluminismo formaciones a través de fronteras ce-
la CIA reveló que tiene unos cien mil me fascina precisamente por las razo- rradas. Valdría la pena reconstruir la
espías en nómina, y unos ciento cua- nes apuntadas. Su programa intelec- historia de quienes pasaban esas infor-
renta mil aspirantes. Para aprehender tual ha pasado a la historia como por- maciones: bastardos, renegados, tráns-
la complejidad táctica de la informa- tador de una razón universal, triunfan- fugas. Eso nos conduce al régimen de
ción es preciso partir del espionaje y te, emancipadora; y, sin embargo, en funcionamiento del secreto. La circula-
el contraespionaje, formas típicas de su seno actúan personajes de la talla ción de informaciones se rige por las
una cultura –la occidental– que busca de Cagliostro y Casanova, y florecen reglas del secreto. No hay una comuni-
obsesivamente el código mítico que sociedades ocultas como la masone- cación limpia sino distorsionada adre-
garantice el secreto absoluto. Asisti- ría, las prácticas esotéricas y las escri- de. La cuestión fundamental consiste
mos a una extraordinaria proliferación turas secretas. Si observamos deteni- en dilucidar cómo, en un mar de tácti-
de claves y lenguajes cifrados, mien- damente a los hombres de la Razón cas, es posible construir y mantener una 33
tras los sectores de la criptografía y la no tardaremos en descubrir la condi- verdad siempre provisional. Como a los
seguridad no dejan de expandirse y ción de agentes dobles o espías de mu- racionalistas, a mí también me interesa
penetrar en todos los vericuetos de la chos de ellos. El propio Cagliostro era la verdad, pero para mí posee una de-
sociedad. El caso de la mafia lo ilus- un agente doble; y Casanova, un ca- finición estratégica.
tra muy bien: de un lado estaba el ca- balista experto en criptografía y un es-
po Provenzano, un criminal muy difí- pía. Subrayar la dimensión críptica del Cabe pensar, entonces, que su recha-
cil de espiar porque se comunicaba con Iluminismo –y no sólo la crítica– me zo a los postulados de la acción co-
los suyos mediante pequeños papeles parece un buen modo de introducir en municativa lo conduce a pergeñar una
escritos a máquina, prácticamente inin- un paradigma comunicativo raciona- semiótica de la sospecha.
terceptables; del otro, sus perseguido- lista una problemática capaz de dar
res policiales, cuyos teléfonos tenían cuenta de cosas que se le escapan. En modo alguno. La sospecha se vin-
una codificación especial para no ser cula con un pensamiento crítico que
pinchados a su vez por los mafiosos. Resulta notable que en estos tiempos coloca a los sujetos en la posición eter-
Italia es uno de los países con mayor de auge de las problemáticas de la na e inexpugnable de mirar al mundo
cantidad de intercepciones telefónicas identidad, a nivel sociológico, antro- con suspicacia. Pero el mundo, la glo-
por orden judicial. Todos los grandes pológico o incluso político, usted se balización, ya no forman una totali-
operativos, desde Manos Limpias a los preocupe más por la falsa identidad... dad sino una suma de compartimentos
arrestos de los capomaffiosi, se hicie- muy complejos y articulados. Lo que
ron sobre la base de escuchas telefó- Sí, del problema de la identidad se ha- yo propongo es otra cosa. En lugar de
nicas. Esta democracia deliberativa bla mucho, pero a mí me interesa la una teoría de la sospecha, quiero pro-
funciona a golpe de intercepción tele- duplicidad, la capacidad de tener dos mover una semiótica de la significa-
fónica y acaba volviéndose objeto de o más identidades. Por eso encuentro ción estratégica. Es verdad que los ita-
apropiaciones secretas y meta-inter- atractiva la figura del doble agente, lianos somos muy proclives a ver la
cepciones. Semejante paradoja choca un espía al cuadrado muy frecuente vida de esta manera, entre otras cosas
frontalmente con los preceptos haber- en la literatura. Traidor por partida do- porque vivimos en un país habitado
masianos y nos alerta que nos move- ble, traiciona a quienes espía y a quie- por una sociedad secreta como la ma-
mos en el centro de problemas estra- nes le encomendaron espiar. Fenome- fia; esa reflexión forma parte de nues-
tégicos y tácticos, imposibles de en- nólogo de las apariencias normales de tra práctica cotidiana. Algún psicoa-
tender sin una teoría compleja del los demás, y observador minucioso y nalista dirá que somos paranoicos; pe-
conflicto. De ahí mi escasa afición por malévolo de lo que a otros les resulta ro no, no somos paranoicos sino que
las teorizaciones en la línea de la paz obvio, su doblez nos ayuda a captar nos preguntamos por la táctica opera-
universal de Kant. Me inclino por pen- las estratagemas de la comunicación. tiva detrás de cada discurso.
sar que las deliberaciones se subordi- En el proceso comunicativo los agen-
nan a consideraciones de orden tácti- tes dobles resultan indispensables, por- Cuando usted subraya la importancia
co y estratégico. La máscara, el mon- que llevan informaciones de una parte de la ocultación en los procesos co-
taje, la duplicidad del lenguaje, fijan a la otra y viceversa, por encima de municativos no puedo dejar de pensar
las reglas del comportamiento inter- las lealtades oficiales. Una de mis co- en Simmel y, en particular, en esa idea
subjetivo. legas estudió a los marinos, viajeros y suya destacada por el semiólogo Jor-
comerciantes que durante siglos actua- ge Lozano, de considerar el secreto
De su énfasis en lo tortuoso y en lo ron como agentes dobles en una cuen- como una de las mayores conquistas
de la humanidad. Se me ocurre que Al revelar unos secretos aparecen otros. fausta memoria entre los árabes. Tam-
en el estudio de las estrategias dis- La revelación no lo destruye; sencilla- bién aquí hay un encuadre diferente:
cursivas, las figuras del secreto po- mente lo desplaza. Conforme avanza- pocos daneses se acuerdan de que su
drían conformar una subárea de enor- mos en el conocimiento descubrimos bandera porta una cruz.
me riqueza. la existencia de nuevos secretos. No olvidemos, por otra parte, que
las caricaturas siempre se han hallado
Coincido completamente. Simmel ocu- Usted promueve una semiótica esco- en el centro del conflicto. Cuando en-
pa en mis reflexiones un papel cen- rada hacia la lingüística y la antro- tran en juego también se tornan obje-
tral, ya que pensó los elementos fun- pología. Esta semiótica cultural resul- to de estrategias. Las viñetas sobre Na-
damentales del conflicto de manera no ta especialmente pertinente en un con- poleón eran un motivo dominante en
hegeliana; y en eso radica su fuerza, texto de “choque de civilizaciones”. los periódicos de la época. Por consi-
pues en la era del consumo masivo y Pienso en la crisis internacional sus- guiente, encuentro impecable que Bin
el riesgo global, la dialéctica del amo citada por las caricaturas de Maho- Laden agite la cuestión de las carica-
y el esclavo ha quedado fuera de jue- ma publicadas en Dinamarca: lo que turas de Mahoma; resulta coherente
go. De ahí la vigencia de su gran es- para los occidentales se presenta co- con su estrategia, aunque él sabe per-
tudio sobre la sociedad secreta, que mo una cuestión de libertad de expre- fectamente que no guardan ninguna re-
introduce una problemática de la ver- sión, para los islámicos se reduce a lación con la religión. Y no actúa de
34 dad entendida en términos de estrate- una blasfemia. ¿Cómo analizaría esta esa manera porque los árabes tengan
gia individual, una intuición que más discrepancia en la decodificación del una actitud ingenua ante las imáge-
tarde desarrollarían Goffman y T. mensaje? nes; de hecho, han reflexionado mu-
Schelling, quien obtuvo el premio No- cho acerca de la fotografía. Su gran
bel de Economía por sus trabajos so- Para abordar ese asunto me remitiría teórico y líder anticolonialista Abdel-
bre las morfologías de las estrategias. al concepto de encuadre, en la acep- kader ya sostenía en el siglo XIX que
De Simmel rescato cómo concibe la ción de marco discursivo establecida la fotografía no era una imagen en el
comunicación en el seno de la socie- por Bateson y Goffman. La utilización sentido condenado por el Islam, es de-
dad secreta, cuya estratificación está táctica y luego la forma del mensaje cir, un ídolo, sino que, de alguna for-
gestionada por la lógica del secreto y son comprensibles únicamente en tér- ma, constituía una reproducción de la
no por la del saber. Dice, además, al- minos de encuadres provisorios y de- realidad. Los árabes se han adaptado
go admirable: en el proceso de socia- finitivos en la actividad de debate. Una muy bien a los nuevos medios de co-
lización, saber guardar un secreto se vez más, los signos son legibles en el municación.
torna tan crucial como revelarlo. En seno de una estrategia general: una ca-
las organizaciones clandestinas no es ricatura es una caricatura cuando se la La adaptación de los árabes a las nue-
el secreto lo que define la pertenen- considera como tal. En nuestra cultu- vas tecnologías de la información se
cia, sino el juramento de no revelarlo. ra existen trazos específicos que nos ha hecho patente en las decapitacio-
No por casualidad Simmel pertenece permiten distinguir una fotografía de nes de rehenes filmadas por sus se-
al siglo XIX, testigo del auge de la una caricatura: determinadas deforma- cuestradores islámicos, y difundidas
masonería, la gran sociedad secreta de ciones, un énfasis del mentón, de la por Internet y la televisión a partir de
Occidente. A mí me interesa el estu- nariz o de las orejas. En cualquier ca- la guerra de Irak: un hito en términos
dio de los regímenes de funcionamien- so, las caricaturas suponen una distor- mediáticos.
to del secreto. Otra de sus fórmulas sión del lenguaje, sea por disminución
afirma que en cada sociedad existe una o por ampliación; son una sistemática Sin duda. Las páginas más vistas últi-
cantidad estándar de secreto. Incluso deformación retórica dentro de un en- mamente en la red son las pornográfi-
en la ciencia, esfera característica del cuadre distinto. Ahora bien: basta con cas y las que muestran las decapita-
conocimiento público, los científicos no reconocer el marco cultural discur- ciones: Eros y Tanatos. Destacaría en
guardan en secreto sus procedimien- sivo para que de inmediato un signo particular la forma con que se presen-
tos hasta el momento de publicar sus devenga insulto mortal. Un ejemplo tan las decapitaciones. Basta adoptar
resultados. Desde esa perspectiva la lo tuvimos en Bolonia, cuando un gru- una perspectiva genealógica para ver
comunicación no tiene nada que ver po de islamistas se escandalizó al des- en ellas la caricatura de aquello que
con la sala de debates habermasiana y cubrir que un fresco del siglo XIV so- los europeos conocieron de primera
sus ocupantes dedicados a intercam- bre el Juicio Final mostraba a Maho- mano. La decapitación pública fue una
biarse información sin reservas. Co- ma en el Infierno: se enojaron por algo práctica bien notoria en el viejo con-
mo decía Robert Frost: “Bailamos al- de lo que ningún italiano se había per- tinente. No olvidemos que la guilloti-
rededor, pero el Secreto se asienta en catado, porque ellos manejan otro na funcionó en Francia hasta 1970, y
el centro, y lo sabe”, si bien a esta encuadre. Tampoco nadie en Occiden- que en el siglo XIX algunos carbona-
imagen le haría una objeción: el se- te ha reparado en que la bandera dane- rios fueron guillotinados por orden del
creto no posee una naturaleza estáti- sa quemada por algunos militantes Papa. Con las ejecuciones trasmitidas
ca. Todo lo contrario: es la circulación islámicos se distingue por su cruz blan- por Internet retorna aquello que Fou-
de secretos lo que realmente interesa. ca, el símbolo de los cruzados, de in- cault subrayó en el primer capítulo de
visibilidad al mismo tiempo que cam-
bia el régimen carcelario. Nuestro dis-
curso judicial adolece de un desequi-
librio congénito: se proclama huma-
nista pero nuestras cárceles no lo son.
La prisión se globaliza, deja de ser
estatal. Se crean nuevas prisiones co-
mo la de Guantánamo, prisiones vola-
doras, internacionales, fuera de la ley,
adonde se traslada a los secuestrados
en distintas partes del mundo. En ese
marco, la pena retorna, pero como una
caricatura de la pena tradicional del
Estado. En el marco de un poder es-
tatal inexistente, las decapitaciones ex-
puestas por Internet resultan un simu-
lacro irrisorio de las espectaculares ce-
remonias de Estado. A su vez, tales 35
caricaturas son combatidas mediante
intercepciones telefónicas, espionaje,
secuestros, ejecuciones, prisiones glo-
balizadas e incluso contra-simulacros:
Bush decide que ha ganado la guerra
de Irak y organiza una celebración a
bordo de un portaaviones americano,
tal como se hizo en la última guerra
mundial con los representantes japo-
neses encargados de firmar la rendi-
ción. Pero aquí no había un Estado
enemigo que viniese a firmar. El te-
rrorismo de Al Qaeda es una nebulo-
sa, una red irrepresentable en térmi-
nos estatales.

Volviendo a la vieja Europa, a su país


natal en concreto: allí el gran aconte-
cimiento político de los últimos meses
ha sido la derrota electoral de Silvio
Berlusconi. ¿Qué reflexión le merecen
las andanzas de este gran comunica-
dor desde un punto de vista semiótico?

Lo interesante de este personaje radi-


ca en su adscripción al género de los
políticos que plantean dificultades de
Vigilar y castigar, referido al esplen- dad barroca de los autos de fe, a la legibilidad. Cuando llegó al poder to-
dor de la pena que encarnaba la justi- sociedad televisiva y su miseria de los dos lo asociaron con el fascismo, y se
cia divina y humana. Hoy, las decapi- talk-show. equivocaron: él no es un dictador to-
taciones televisivas carecen del esplen- talitario; tiene la mentalidad opuesta,
dor del espectáculo barroco. La pena En consecuencia, de la mano de las la de un manager que gobierna el país
retorna como una especie de bricola- nuevas tecnologías regresamos a los sobre la base de encuestas. No pro-
ge artesanal, según el estilo microscó- suplicios públicos, que habían sido re- mulgó ninguna ley de censura ni lo
pico de la pequeña pantalla. No faltan legados a la oscuridad en nombre de intentó. Conoce demasiado bien a los
ni la confesión de la víctima, que di- los discursos penales humanistas. medios como para hacerlo. Cierto, ex-
ce: “Sí, es culpa mía y también de cluyó a algunos periodistas de la RAI,
Bush y de América”; ni los verdugos Foucault decía que la pena de muerte, pero ello entra dentro de la pauta ha-
de pie detrás de ella, armados y enca- al aplicarse en la prisión, deja de ser bitual de los gobiernos italianos. La
puchados. Hemos pasado de la socie- visible. Sin embargo, hoy recupera la izquierda organizó la resistencia a Ber-
lusconi al estilo antifascista, y erró quierda no se replantea su relación con en recuperar lo que ya es suyo. Por
completamente por su incomprensión los medios y no cambia su organiza- otro lado, subsiste el problema de los
del funcionamiento mediático. Berlus- ción interna y su dirigencia, nos vere- berlusconianos, entre los que se cuen-
coni importó a la política los sondeos mos constreñidos a combatir a Ber- tan personas acomodadas, por supues-
de la industria mediática; antes de él lusconi siempre en su terreno; y en to, pero también jóvenes desemplea-
no se hacían encuestas de forma siste- vez de afirmar nuestros valores segui- dos y obreros que han perdido la con-
mática. El suyo es un modo de hacer remos hablando de los suyos, negán- fianza en la política y los sindicatos;
política análogo a las relaciones pú- dolos. desgraciadamente tan teleadictos co-
blicas; él mismo es un sondeo vivien- mo los votantes de la izquierda.
te. Hasta no hace mucho, nos quejá- La victoria electoral de la Unión po-
bamos de la excesiva autonomía de la dría interpretarse como la prueba de ¿En qué medida la renovación del pa-
clase política, la cual, una vez electa, que los líderes del centroizquierda ita- radigma político que usted propone
se olvidaba de los electores por cinco liano han tomado buena nota del ré- se conecta con su defensa de un cam-
años. Eso ya no es del todo posible a gimen comunicativo señalado por us- bio en el canon italiano?
causa de los sondeos. No se trata de ted, y que han aprendido finalmente
un “golpe de estado mediático” (Viri- las reglas de un juego dominado por La idea de modificar el canon la acu-
lio) sino de un nuevo régimen comu- Berlusconi. ñó Italo Calvino, quien, con su extra-
36 nicativo y político. Y fue Berlusconi ordinaria inteligencia, había compren-
quien lo introdujo, un individuo per- En modo alguno. La clase política si- dido el límite del aparato de autorre-
sonalmente muy mediocre que fue gue pensando en categorías pre-ber- presentación canónica que la cultura
transformado en una especie de genio lusconianas. Los que ahora lo han ven- italiana construyó durante el siglo
del mal por la izquierda italiana. Po- cido, Prodi, Rutelli, D'Alema, son los XIX. En aquel marco nacionalista se
demos deplorarlo, pero no ignorarlo. mismos que fueron derrotados por él juzgaba necesario crear un canon li-
hace cinco años. Hay una necesidad terario italiano con Dante, Petrarca o
Esa satanización de Berlusconi me re- imperiosa de una renovación radical Bocaccio. Pero gran parte de la cultura
cuerda la invectiva lanzada por Vic- del pensamiento, de las estructuras y italiana siempre ha sido bilingüe: lati-
tor Hugo contra Luis Napoleón, un del personal político. Fijémonos en las na y dialectal, es decir, internacional y
personaje mediocre a quien acabó en- listas electorales: quienes deciden local. Por eso Calvino juzgaba necesa-
grandeciendo al atribuirle un poder quién va primero y quién va último, rio repensar el canon literario y cultu-
de iniciativa sin paralelo en la histo- es decir, quién accede al parlamento, ral introduciendo a Ariosto y Galileo
ria, según le criticaba Marx en El 18 son los secretarios de cada partido. En como clásicos; es decir, introduciendo
Brumario. Italia unos treinta líderes partidarios fantasía y rigor, ciencia y poesía, pero
deciden la composición parlamentaria, poniendo aventura en la ciencia y rigor
Sin duda. Al magnificar a Berlusconi y no son cargos electos; son funciona- en la aventura. Este modo de romper el
sus adversarios ocultan su propia de- rios de partido. En términos más ge- canon constituye una manera rigurosa
bilidad. De ese modo evitan pensar que nerales, debemos repensar la cultura de pensar la contemporaneidad: elec-
los éxitos de aquel tienen algo que ver política después de la era Berlusconi. ción y aventura también en la política,
con su debilidad. Prefieren conside- De otro modo, a falta de verdaderas en la gobernanza o, como se dice hoy,
rarlo un genio político, capaz de gol- alternativas en los valores y la cultu- en la composición del colectivo de los
pes de efecto permanentes. Si la iz- ra, me temo que Berlusconi no tardará hombres y de las cosas.

DIRECTORA:
NELLY RICHARD

SUSCRIPCIONES INTERNACIONALES
1 año, 3 números, vía aérea

Personal U$S 20 / Instituciones U$S 30


Adjuntar cheque a nombre de Nelly Richard. Revista de Crítica
Cultural, Casilla 50736, Correo Central, Santiago de Chile
Memoria histórica y memoria política:
las propuestas para la ESMA

Hugo Vezzetti

37
tiene una cierta opacidad alrededor de
los proyectos para el museo: desde ha-
ce meses hay un conjunto de propues-
tas, difundidas en las páginas oficia-
les, que hasta hoy no han provocado
ninguna discusión pública.
Pero algo de lo sepultado retorna
de la peor manera en las rencillas que
terminaron con la renuncia forzada de
la ex Secretaria del área en la ciudad,
Gabriela Alegre, alineada con Aníbal
Ibarra en la disputa por el control po-
lítico del distrito. Fueron las luchas
intestinas las que expusieron fugaz y
sesgadamente el tópico ante la opinión,
asociado al manejo de la causa de Cro-
mañón. ¿No hubiera sido oportuno, an-
tes o después del incidente, una eva-
luación pública de las políticas desa-
rrolladas en el área (que incluyen la
construcción del Parque de la Memo-
ria, que se prolonga por más de seis
años, y la participación en el Museo
¿Cómo debe recordar una ciudad o una cusiones de las recientes condenas re- de la ESMA), una rendición de cuentas,
nación los acontecimientos que han caídas sobre criminales conocidos de un programa mínimo, algún debate en
marcado su historia presente y perdu- esa etapa. Pero a diferencia de esa pre- la Legislatura?
ran como núcleos duros en la elabora- sencia de la cuestión en la sede judi- Nada de eso se ha hecho antes, du-
ción del pasado? ¿Cómo tratar ese pa- cial, otras escenas, como los memo- rante la gestión de Ibarra, ni ahora con
sado y quiénes deberían ser sus agen- riales (en el Parque de la Memoria) y el recambio conducido por Telerman.
tes y sus destinatarios? ¿Cómo la construcción de un museo nacional El tema pertenece, más que al estado
proyectar la duración de esa memoria en la ESMA, permanecen en una suerte porteño, al conjunto de agrupaciones
hacia el futuro? Estas son las cuestio- de invisibilidad para la esfera pública. de derechos humanos, que son no só-
nes básicas, si se trata de impulsar una Aunque en verdad hay una doble rea- lo los agentes mayores sino los prota-
memoria histórica y una deliberación lidad de la ESMA: por un lado, el sitio gonistas efectivos de ambas iniciati-
pública sobre el terrorismo de Estado. reaparece periódicamente en los me- vas. Es lo que pudo verse el 1 de abril
En el impacto sobre la opinión, la es- dios a través de la visita de algunos pasado, en la ceremonia que inaugu-
cena judicial sigue siendo el espacio elegidos, ya que está cerrado para los raba los primeros nombres en el mo-
fundamental para la edificación de una simples ciudadanos; por otro, en un numento a los desaparecidos en el Par-
conciencia histórica sobre ese ciclo y tiempo en que se multiplican las invo- que de la Memoria. La nueva gestión
sus efectos. Lo demuestran las reper- caciones de la memoria social, se man- de Telerman prácticamente se estre-
naba en ese acto que se realizó sin agrupamientos de derechos humanos, var plantas y animales de la región de
convocatoria pública; en él no partici- que no participan de la iniciativa del Buenos Aires, y el Comité de Segui-
pó ni la Legislatura ni el poder judi- Parque de la Memoria; pero la moda- miento de la Convención sobre los De-
cial de la ciudad, ninguna autoridad lidad es la misma gestión estatal debi- rechos del Niño propone un recorrido
nacional y ningún representante de litada.1 Ausente un marco político de histórico sobre la violación de los de-
otras fuerzas u organizaciones socia- deliberación, que no puede limitarse a rechos humanos de los niños.
les, ni de la Universidad de Buenos la denuncia de los crímenes, ni mucho Ese espacio todavía virtual que,
Aires, que ha cedido parte de los te- menos a la manipulación cruda del pa- además, para la mayoría de las pro-
rrenos para el parque. Los organismos sado para los fines de una política co- puestas debe llenarse en su totalidad
de derechos humanos eran en verdad yuntural, lo que se extraña es una ba- (17 hectáreas), funciona en la inten-
los organizadores de ese acto destina- se plural de debates capaz de discutir ción de esos proyectos como el mer-
do a pocos; las autoridades de la ciu- ese pasado, admitir la herencia que im- cado en la visión utópica de los libe-
dad, el Jefe de Gobierno y su Ministra pone y procurar entenderlo en el tra- rales clásicos: la acumulación de de-
de Acción Social y Derechos Huma- tamiento de los temas del presente. Es mandas e intereses particulares
nos estaban allí sobre todo para dar obvio que ese horizonte político in- llevaría, por si sola, a plasmar una ex-
examen ante un público mayormente cluye, sobre todo, una tensión hacia el presión del interés general. La pro-
volcado al apoyo del ex Jefe Ibarra y futuro, a las esperanzas o los temores puesta del SERPAJ se orienta en una di-
38 la continuidad de Gabriela Alegre. La sobre la edificación democrática, un rección a la vez similar y diferente.
funcionaria ahora renunciante, más que horizonte oscurecido en las formas do- Similar, porque exaspera la voluntad
un agente estatal responsable ante la minantes de la política argentina. Esa de acumular memorias heterogéneas
sociedad, era la representante de una apertura hacia el futuro es el funda- en un espacio multifocal. Diferente,
parte de los organismos aliada al iba- mento de una política de la memoria, porque la acumulación se produce en
rrismo; y el desenlace que finalmente sin el cual las acciones sobre el pasa- una única propuesta que buscaría res-
la excluyó revela que las luchas polí- do quedan reducidas a la expresión de ponder a diferentes “olvidos” del es-
ticas profundizan fracturas ya existen- grupos, a una fragmentación replega- tado y la sociedad. El organismo pa-
tes en el movimiento de los derechos da y autorreferencial, rodeada de cier- rece haber recogido demandas varia-
humanos. Lo que no ha cambiado es ta indiferencia conformista que se sos- das y propone incluirlas a todas.
el vacío de una función estatal capaz tiene en representaciones establecidas. Además del espacio dedicado a la
de promover la deliberación pública, Los límites de una memoria testimo- ESMA, propone otros núcleos para el
incluir otras voces y otras constela- nial y reivindicativa de grupos y tra- resto del predio: la deuda externa y el
ciones de ideas, incluyendo las de los diciones, entonces, exponen cierto fra- poder económico; los centros clandes-
especialistas, en la fijación material del caso en la edificación pública de otras tinos de detención de todo el país; la
pasado. Entiéndase bien, el problema formas y de otras prácticas culturales historia de las violaciones a los dere-
no es el protagonismo de los repre- y políticas. chos humanos en Argentina; los pue-
sentantes de las víctimas (familiares y blos originarios; la niñez y la adoles-
ex detenidos), porque esa presencia Las propuestas para la ESMA, disponi- cencia. Además, decidido a llenar to-
fuerte de los afectados directos es una bles en Internet, puede ser tomadas co- do el lugar, agrega un centro de
constante y ha sido igualmente decisi- mo una muestra reveladora del estado aprendizaje de oficios para jóvenes y
va en los memoriales europeos; tam- de la deliberación, o más bien de sus
poco la diversidad de propuestas y ali- debilidades.2 Algunas son una expre-
1. En la ley 46 (1998) de la Legislatura de la
neamientos en el movimiento de los sión bastante clara de una reivindica- Ciudad de Buenos Aires, que crea el monu-
derechos humanos. El problema es ción de grupos. Por ejemplo, COEPRA, mento en el parque costero, se incluyen repre-
que, en un proyecto que lo involucra una entidad que agrupa ex exiliados, sentantes de diez organismos, entre los más co-
nocidos: las Abuelas, las Madres línea Funda-
necesariamente, el estado porteño re- propone instituir una “memoria del
dora, el CELS y el SERPAJ. El Convenio 8/
signa la representación del interés ge- exilio” separada en un pabellón espe- 2004 entre el Estado Nacional y el gobierno
neral y resiente su autonomía en la cífico y se ofrece para construirlo y porteño, para construcción del Espacio en la
búsqueda de otros actores y en el tra- gestionarlo: “nadie mejor que noso- ESMA, si bien menciona la participación de los
organismos no especifica cuáles. Sin embargo,
bajo sobre los destinatarios en la so- tros mismos, los que sufrimos en car-
una de las pocas (casi la única) exposición pú-
ciedad. ne propia el dolor del destierro forzo- blica, realizada por el Secretario de Derechos
so al que se nos condenó, para hacer- Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde
nos cargo de la tarea de organizar ese (8/03/04), mencionó siete organismos, la ma-
yoría de los cuales no participa del otro proyec-
Qué hacer con la ESMA sector...”. Otras ocurrencias sectoria-
to; por ejemplo, la Asociación de Ex Detenidos
les proponen sus propias memorias rei- Desaparecidos, que acompaña a Duhalde y ha-
En el otro gran proyecto institucional vindicativas de un modo que difumi- bla por los organismos en esa ocasión, no inte-
de memoria, el proyectado Museo de na la idea potente de un espacio con- gra el grupo que apoya el emprendimiento de la
ciudad. Véase www.derhuman.jus.gov.ar/disc-
la ESMA, no ha habido escándalos pú- centrado sobre el terrorismo de estado:
conf/08-03-04.html.
blicos, pero la situación es semejante. hay un proyecto de un “Jardín de plan- 2. Pueden consultarse en: www.derhu-
La convergencia se da aquí con otros tas nativas” que debe reunir y preser- man.jus.gov.ar/espacioparalamemoria.
un centro de estudios, de carácter con- Ese testimonio material en verdad El proyecto de la AEDD define ta-
tinental, de investigación y formación debe ser preservado dos veces. Prime- xativamente todos los puntos que han
para la Paz y los Derechos Humanos, ro, como prueba judicial, ya que los estado sometidos a la discusión en el
que sería a la a vez una Universidad crímenes que allí se cometieron están movimiento de los derechos humanos
de la Paz, con convenios con la UNESCO bajo proceso; pero, además debe ser y que se expusieron sobre todo en la
y la ONU y una entidad capaz de traba- preservado como el fundamento ma- revista Puentes, de la Comisión Pro-
jar en la resolución de conflictos re- yor de la construcción de memoria. El vincial de la Memoria. Los debates que
gionales. argumento principal alega que la ESMA se insinuaron, pero que no alcanzaron
Sobre el motivo central de la con- debe ser preservada en su totalidad (es mayor repercusión pública, se referí-
vocatoria, el terrorismo de estado, las decir las 17 hectáreas del predio con an sobre todo a tres cuestiones:
propuestas significativas contemplan, todos sus edificios y su campo de de- a) si debía usarse para el memorial-
en general, criterios similares para ser portes) porque así operó para imple- museo la totalidad o parte del predio;
aplicados al museo-sitio, donde fun- mentar la acción terrorista de la Ar- b) si el contenido y las tareas en el
cionó el centro de detención y tortura mada. La propuesta incluye que no se sitio debían focalizarse en la experien-
(el casino de oficiales); todos concuer- realice ninguna modificación de los cia de la ESMA o si debían abrirse a
dan en que debería ser preservado y edificios hasta tanto la justicia haya una dimensión nacional e incluir otras
eventualmente reconstruido para dar llevado a cabo diversas acciones de dependencias y otros recursos (como
cuenta de lo que allí sucedía del modo relevamiento, y que, luego de asegu- archivo, dependencias estatales o in- 39
más directo y testimonial. Pero algu- rado el mantenimiento de la prueba, cluso instituciones educativas o artís-
nos insisten en distinguir otro espacio se reconstruya (especialmente el casi- ticas, etc.);
(el edificio de las columnas) que com- no de oficiales) tal como funcionó co- c) si debía habilitarse al público
pletaría el “Espacio para la Memoria mo centro clandestino de detención y por etapas, sobre todo teniendo en
y para la promoción y defensa de los exterminio. Todo el predio debe que- cuenta que el casino de oficiales (que
derechos humanos” creado por el go- dar tal como estaba en el período de es el espacio que se usó centralmente
bierno nacional y de la ciudad.3 Es en la represión clandestina y la operación como centro de detención y tortura)
relación con ese espacio mayor que de fijación comienza con la denomi- está en condiciones de ser reconstrui-
surge el problema del relato o los re- nación propuesta: “Centro Clandesti- do y habilitado en un plazo cercano.
latos capaces de señalar nudos proble- no de Desaparición y Exterminio – La propuesta de la Asociación to-
máticos de la historia reciente, presen- ESMA”; no se deberían admitir otras ma una posición clara: hay que ocu-
tar interpretaciones alternativas y fa- funciones o dependencias: ni institu- par todo el predio y sólo para evocar
vorecer los debates. A lo que se añade ciones educativas ni oficinas públicas, el centro en la ESMA. En cuanto a la
la cuestión sobre los agentes y los des- aun las relacionadas con los derechos apertura del lugar, postula que no de-
tinatarios de ese trabajo de memoria y humanos. En ese sentido, la propuesta berá abrirse al público hasta que el
conciencia sobre el pasado. rechaza “un movimiento rutinario co- predio se encuentre “totalmente desa-
En ese sentido, las propuestas de tidiano de alumnos, profesores, fun- lojado de presencia naval abierta o en-
la Asociación de Ex detenidos Desa- cionarios, empleados [que] vaciarían cubierta”.
parecidos (AEDD) y la del Centro de de contenido” el sitio: no se admite
Estudios Legales y Sociales (CELS) re- que allí pueda instalarse el Espacio de Una propuesta que puede considerar-
velan el contrapunto de dos conceptos la Memoria incluido en el convenio se alternativa es la del CELS que reto-
claros y diferentes sobre el destino del del Estado nacional y la ciudad de ma para el sitio la denominación defi-
sitio. La propuesta impulsada por la Buenos Aires. En el límite, el ideal de nida en el convenio: Espacio para la
AEDD, con el apoyo de otras entidades, preservación busca un objetivo impo- memoria y la defensa de los derechos
apunta sobre todo a preservarlo como sible: el retorno integral del pasado en humanos. El CELS fue fundado por dos
“testimonio material” de un “genoci- un sitio sacralizado e intangible, que familiares de desaparecidos, Emilio
dio”. Debe ser la “representación his- sólo puede representarse y explicarse Mignone y Augusto Conte, pero reú-
tórica de su funcionamiento [del ge- a sí mismo: “Donde hubo muerte de-
nocidio] y de la identidad de los dete- be señalarse, recordarse, mostrarse, sa- 3. El Espacio fue creado por el Convenio N° 8/
04 entre el Estado Nacional y la Ciudad de Bue-
nidos desaparecidos que estuvieron berse que hubo muerte, quiénes fue- nos Aires, el 24 de marzo de 2004.
secuestrados allí”. En sus fundamen- ron los que murieron, por qué murie- 4. Un análisis de la comparación de la ESMA
tos apela a los conceptos de “patrimo- ron y quiénes los mataron. No debe con Auschwitz, un lugar común de los discur-
nio cultural” y “conservación” y pone pretenderse que ahora haya vida”. Fi- sos militantes de memoria, excede los límites
de este artículo. En principio, si se toma en
como ejemplo la preservación del cam- nalmente, se propone que el terreno con cuenta el análisis de James Young, que es de
po de concentración de Auschwitz.4 todos sus edificios, incluyendo el cam- 1993, en Auschwitz no hubo ni conservación ni
Esa voluntad de fijación del sitio en el po de deportes, sea declarado Monu- reconstrucción sino una enconada disputa entre
pasado se refuerza por la idea de que mento Histórico Nacional y Área de memorias, a partir de la imposición de una me-
moria polaca y católica. Ver J. E. Young, The
los crímenes continúan, “porque no se Protección histórica, así como impul- Textures of Memory. Holocaust Memorials and
han esclarecido la situación y el des- sar ante la UNESCO que el predio sea Meaning, New Haven and London, Yale Uni-
tino de todos los desaparecidos”. declarado Patrimonio de la Humanidad. versity Press, 1993.
ne ciudadanos comprometidos con los
derechos humanos en un sentido am-
plio, y no se focaliza sólo sobre el
terrorismo de estado. En su página web
informa que “trabaja en la detección
de las violaciones a los derechos hu-
manos que se producen en el marco
del sistema democrático”. Además de
la acción por la justicia retrospectiva
aplicada a los crímenes de la dictadu-
ra, enuncia algunas cuestiones priori-
tarias: “la violencia institucional, el ac-
ceso a la justicia, las condiciones de
detención, el acceso a la información
y la libertad de expresión, la discrimi-
nación, la situación de los inmigran-
tes y la exigibilidad de los derechos
40 económicos, sociales, y culturales”.5
La propuesta del CELS comienza por
plantear la cuestión del consenso ne-
cesario en el desarrollo del proyecto;
seguidamente, amplía el objetivo: si
bien el foco del espacio debe estar en
el terrorismo de Estado, también in-
cluye “sus antecedentes y consecuen-
cias” con el objetivo de promover “una
cultura política democrática y el afian-
zamiento de los derechos fundamen-
tales de las personas”. En cuanto a los
destinatarios dice que “debe trascen-
der a las víctimas directas, los fami-
liares de las víctimas y las organiza-
ciones de derechos humanos, susten-
tándose en toda la sociedad”. El
ámbito de proyección del museo debe
ser nacional; propone la inclusión de
las instituciones educativas y la uni- dos (nacional y de la ciudad) decidir teado (y lo mantiene como un tópico
versidad en el desarrollo del proyecto, sobre el resto del predio, siempre con que debe discutirse) la conveniencia de
es decir, la incorporación de los espe- destino a emprendimientos públicos. mantener allí algunas de las institucio-
cialistas; también señala la necesidad La propuesta incluye otro argumento nes educativas de la Armada.
de construir políticas de estado que para justificar ese uso del predio: el
perduren. Y se ocupa de la cuestión proyecto debe ser austero porque “los En efecto, hay una discusión que es
de las autoridades y la gestión (algo proyectos desmesurados resultan invia- central para el futuro del museo. Plan-
que en general queda indefinido en los bles”. El núcleo de mayor disidencia tear la expulsión de toda presencia na-
otros proyectos): se requiere de una se plantea con una opinión que parece val, sobre todo de los jóvenes en pro-
instancia institucional que resguarde prevalecer en los organismos (y en los ceso de formación, como un a priori
el emprendimiento de las coyunturas funcionarios responsables) que respal- ideológico, previo a la discusión so-
políticas, transparencia en la gestión, dan la ocupación total, sin mayores bre el destino del sitio, implica desen-
rendición de cuentas y concursos pú- precisiones sobre su uso. En verdad, tenderse de una cuestión central: la
blicos para cubrir la mayoría de los la afirmación del papel estatal y la ges- educación democrática de quienes in-
cargos de dirección. tión a cargo de agentes públicos desig- gresan a la fuerza armada debe incluir
En ese punto y en su postura sobre nados por concurso parece ir, hasta hoy, el conocimiento y la reflexión sobre
la ocupación del predio se distancia contra la idea instalada en la coalición ese pasado. No se trata de sostener
de la idea del sitio intangible y la re- de los derechos humanos y en el go- que los establecimientos educativos de
ferencia única al centro clandestino: bierno de que el predio ha sido “cedi- la Armada deban indefectiblemente
propone que el espacio comprenda só- do” a los organismos. El CELS había
lo el pabellón central y el casino de avanzado más allá en algunas ideas pre-
oficiales. Correspondería a los esta- vias sobre el destino del sitio: ha plan- 5. Ver www.cels.org.ar/Site_cels/index.html.
permanecer allí; pero parece razona- historia y sus responsabilidades; y se dió y por qué pudo suceder”. Es decir
ble que la decisión dependa de una edifica en la ESMA un reducto cerrado, que la presentación de los crímenes
voluntad estatal autónoma, luego de de los organismos y para los organis- debe servir para pensar sus condicio-
una consulta amplia y pluralista. Lo mos. El riesgo, a la vista, es confundir nes a partir de ciertos criterios: la plu-
que es seguro es que una decisión de la reivindicación de un grupo con la ralidad de voces, la incorporación de
estado debe incluir objetivos que no construcción de un espacio de conoci- la reflexión académica y el reconoci-
surgen ni están entre las responsabili- miento y reflexión colectivos. miento de la complejidad de un deba-
dades de los grupos que representan a Lo que está en juego es justamen- te que debe ocuparse no sólo del te-
las víctimas; por ejemplo, debe incor- te la capacidad de edificar allí un ar- rrorismo estatal sino de la experiencia
porar a las nuevas fuerzas armadas y tefacto de formación ciudadana, que de la lucha armada. Finalmente, sobre
de seguridad entre los destinatarios de recupere algunos marcos básicos de la autoridad y la gestión, propone que
ese espacio. La posición que de entra- acuerdo respecto de lo que debe ser sea un ente público dirigido por un
da las margina del predio parece ex- evocado y discutido y cómo debe ha- Consejo de Administración compues-
presar una exclusión más básica y ra- cerse. La propuesta del CELS postula to por un representante del Gobierno
dical respecto del proyecto mismo de algunas ideas básicas sobre las fun- Nacional, uno por el Gobierno de la
una formación política ciudadana que ciones educativas del lugar. Se propo- Ciudad de Buenos Aires y cinco per-
debería dirigirse a la sociedad y a los ne “que no se convierta en un museo sonas designadas por concurso de an-
funcionarios estatales. Con la exclu- del horror” y que la recuperación tes- tecedentes. 41
sión se produce un encierro doble: se timonial del centro clandestino y los
refuerza el ghetto en que viven y se métodos empleados debe privilegiar Ahora bien, la distinción entre el lu-
forman las fuerzas armadas, desconec- “la perspectiva de la reflexión y trans- gar testimonial y un espacio de refle-
tadas de la discusión necesaria de su misión sobre qué sucedió, cómo suce- xión y conocimiento lleva necesaria-
mente a plantear cuestiones relativas
a los objetivos, a la idea de represen-
tación y de “verdad” en juego, y a los
agentes del emprendimiento. En prin-
cipio la idea misma del “testimonio
material”, que supondría que basta con
exhibir el lugar y los objetos, sin re-
lato, supone una noción simplificada
del testimonio. Los lugares no dicen
nada si alguien no cuenta o ha conta-
do sobre ellos. Se puede y se debe
preservar la base material del testimo-
nio, pero no es posible borrar los tes-
tigos ni los relatos y las ideas. Sería
deseable que pudiera abrirse una dis-
cusión sobre ese fundamento real y
sobre los límites de la representación
de un acontecimiento radicalmente
único. Pero, por ahora al menos, se
ven lejanas las condiciones para un
debate sobre los criterios de una “ver-
dad histórica” o sobre los riesgos de
una “normalización” de ese pasado. En
todo caso el problema reside en plan-
tear y promover lo pensable de un
acontecimiento límite. Por otra parte,
la discusión sobre el papel del testi-
monio en el lugar no es simplemente
teórica; tiene consecuencias directas,
prácticas y políticas, sobre quienes ten-
drán responsabilidades mayores en las
decisiones y la gestión de ese espacio.
Cuanto más se afirma la idea del sitio,
es decir del centro clandestino, y de la
función testimonial, más queda con-
sagrada la posición dominante de
quienes son testigos obligados, los so- mación, comunicado con la investiga- mas elegidos. Tampoco hay guías es-
brevivientes y en general las víctimas. ción intelectual y académica, no pue- tablecidas para las visitas de los gru-
Y si todo el sitio es definido como un de dejar de ofrecer un marco, una pos que se preparan previamente a par-
“testimonio material”, son los ex de- agenda de los temas y las cuestiones tir de una discusión de los objetivos y
tenidos desaparecidos (que realizan la abiertas al debate público. Por lo me- los contenidos.6
propuesta) los que pueden llenar me- nos, debería proporcionar una infor- En fin, es sólo un ejemplo de los
jor esa función. mación descriptiva de los aconteci- cambios que se introducen cuando, a
Al afirmar, en cambio, la idea del mientos de violencia de ese mundo he- la densidad material del sitio y al pun-
museo “histórico” o del espacio de co- terogéneo y conflictivo, y alguna to de vista de las víctimas, se incorpo-
nocimiento, enseñanza e investigación, presentación de los debates actuales ran las perspectivas de lo que debe
queda destacado el trabajo de los es- en la investigación y en el pensamien- edificarse en la sociedad y las institu-
pecialistas, historiadores y museólo- to. Y no hay que partir de la meta de ciones. Una foto ilustra un caso ejem-
gos, tal como sucede en los espacios una exposición definitiva: hay muchos plar: se ve a un grupo de jóvenes sol-
semejantes en el mundo. El problema ejemplos en el mundo de museos y dados del ejército alemán de hoy, con
queda situado de otro modo si se pien- memoriales que han revisado sus na- uniforme, sentados en lo que fue la
sa en conjunto la exhibición y el mu- rrativas o que las amplían con mues- sala de la Conferencia; en las paredes
seo como un espacio de enseñanza, tras temporarias. están las fotos de los jerarcas nazis
42 un artefacto para pensar el pasado en La exhibición del sitio, entonces, que estuvieron sentados en ese mismo
un sentido “ejemplar”, es decir, que no debe ser pensada como un objetivo lugar en 1942. Nada puede borrar la
tenga efectos duraderos en el presen- en si mismo, a costa de oscurecer una enormidad de los crímenes que allí se
te. La función de enseñanza destaca función formativa en el plano intelec- decidieron ni la responsabilidad de
ya no las imágenes crudas sino las ba- tual y moral. Un problema análogo se aquellos agentes estatales. Pero el tra-
ses: documentos, hipótesis históricas, planteó en el Museo-sitio de la Casa bajo de estos nuevos agentes, impli-
debates, interrogantes abiertos. No hay de Wannsee, en los alrededores de cados en su propia formación y dis-
banalización en ese trabajo intelectual Berlín, sede de la Conferencia para la puestos a admitir y transformar esa he-
de la memoria; por el contrario es el Solución Final, en 1942. La renova- rencia siniestra, abre un horizonte
tópico de la reiterada exhibición del ción de ese espacio, que fue reabierto diferente.
horror y el recurso que toca las fibras este año, ha privilegiado las funciones Para terminar, proyectar la ESMA
primarias de la sensibilidad lo que se pedagógicas con un criterio claro: no como un “lugar de memoria”, aun en
ha demostrado una vía segura hacia la basta con mostrar los crímenes y los una perspectiva que hoy parece leja-
banalización de las imágenes de la criminales ni mucho menos las imá- na, exige tomar en cuenta una condi-
tortura y la muerte. Así como la evo- genes del genocidio, sino que el pro- ción doble. Por una parte, no se puede
cación idealizada y autocomplaciente pósito del lugar apunta a las condicio- borrar el peso de lo que allí sucedió,
de la violencia revolucionaria en los nes y al papel de las instituciones y la la carga tenebrosa de un pasado que
mitos de la heroicidad, desprovista de sociedad. En los seminarios que se or- convirtió la tortura y la muerte masi-
toda reflexión sobre sus condiciones y ganizan con grupos homogéneos (ma- vas en una rutina cotidiana; allí nace
sus métodos, construye estereotipos pa- estros, alumnos, periodistas, académi- el primer mandato de reparación que
ra el consumo antes que tópicos para cos, funcionarios) y muy particular- exige honrar a las víctimas y recono-
la intelección y la responsabilización. mente con agentes estatales (jueces, cer en ellas los derechos agraviados
Hasta aquí, someramente, un cier- policías, militares o penitenciarios), de todos. Pero ese núcleo duro del
to estado implícito de la discusión que una tarea central es estudiar y discutir acontecimiento no impone un destino
aflora en las propuestas más elabora- cómo el respectivo grupo profesional a la representación; ninguna condena
das. Pero existen debates más aleja- actuó durante el período nacionalso- obliga a la pura reproducción del se-
dos de lo expuesto por los actores, que cialista; a partir de ello el trabajo se ñorío compacto de la muerte sobre la
saltan a la luz cuando se proyectan focaliza sobre la significación y las vida y las libertades. La compulsión a
ideas sobre lo que debe comprender consecuencias de ese pasado en el la repetición no es el trabajo de la re-
ese espacio de educación ciudadana. tiempo presente. En los cursos para memoración sino su fracaso; y el tra-
El problema mayor es cómo incluir docentes se incluye una discusión del bajo de memoria en la proyección del
en el cuadro histórico la escalada de propio programa educativo, en rela- sitio reside, entonces, en las promesas
la violencia política sin afectar la ima- ción con una cuestión central: cómo que lo sostienen como un fundamento
gen idealizada de los revolucionarios encarar ese pasado. No hay un pro- necesario: el deber cívico, político en
de los 70. Es evidente que no se trata grama fijo o una línea armada y se el sentido más eminente, de transfor-
de cargar al museo con la responsabi- procura partir de los intereses y del mar el pasado.
lidad de proporcionar una interpreta- conocimiento previo de los participan-
ción de un ciclo histórico que desem- tes. En todos los casos el material de
boca en el terrorismo de estado; pero la exhibición se complementa con el
en la medida en que se admita que el trabajo de los participantes en el ar- 6. Una información detallada puede encontrar-
museo debe ser un artefacto de for- chivo documental, a partir de los te- se en www.ghwk.de/engl/kopfengl.htm.
Imaginar pese a todo

Leonor Arfuch

43
ductibilidad a toda imagen, aun docu-
mental, lo inimaginable –y hasta obs-
ceno– de ese límite de lo humano. Qui-
zá contrariamente a lo que podría es-
perarse, una de las cosas que despertó
mayor virulencia fue un texto que
acompañaba ciertas imágenes en el ca-
tálogo de una exposición1–cuando hay
relativo consenso en considerar que la
palabra es un recaudo ético ante la cir-
culación irrestricta de la imagen en las
sociedades mediatizadas–, aunque esas
imágenes lo eran en verdad del límite,
de aquello nombrado como inimagina-
ble. El título que Georges Didi-Huber-
man, el autor de ese texto, pensó para
el libro posterior que lo contiene, da
cuenta de ello: Imágenes pese a todo.2
El libro, cuyo subtítulo, “Memoria
visual del holocausto”, abre también
espacio a la polémica, se centra en las
cuatro fotografías que un día de vera-
no de 1944 tomaron los miembros del
Lo feliz de la imagen reside en que ampliara el margen de lo visible y lo Sonderkommando de Auschwitz, de-
es un límite para lo indefinido. Cerco mostrable. Y no es que ese margen safiando todos los peligros que esto
endeble, que no nos mantiene tanto a fuera estrecho –la fotografía, sobre to- entrañaba –muertes aún más horren-
distancia de las cosas, como nos pre- do, ya había tallado su lugar en las das que la cámara de gas–, para dejar
serva de la presión ciega de esa dis-
retinas, configurando una mirada típi- testimonio de la “solución final”, ese
tancia. Por ella, disponemos de esa
distancia. ca y traumática del siglo XX–, pero eufemismo que significó la matanza
Maurice Blanchot adquirió una nueva dimensión no sólo de seis millones de judíos de un modo
por el efecto de simultaneidad que pro- hasta entonces impensable.
I. duce toda efemérides sino también, po- ¿Qué muestran esas fotografías?
dría pensarse, por la agudización de la Precisamente ese momento entre la cá-
Los 60 años de la liberación de los sensibilidad perceptiva contemporánea mara de gas y el crematorio, en que
campos de exterminio nazis trajo apa- que se enfrenta cotidianamente a la vio-
rejada en Europa una abundancia de lencia global de la imagen. 1. La exposición Mémoire des camps. Photo-
imágenes: exposiciones de fotos, do- En Francia este “salir a luz” pro- graphies des camps de concentration nazis tu-
vo lugar en París bajo la organización de Clé-
cumentales, ficciones salieron a la luz vocó un debate encarnizado en torno ment Chéroux y dio lugar a una publicación
como si se hubiera cumplido un tiem- de una vieja cuestión: la imposible re- Photographies des camps de concentration na-
po de retención a partir del cual se presentación de los campos, su irre- zis, París, Marval, 2001.
los cuerpos recién retirados esperan, vacíos de una trama, no es meramente –como en algún momento enfatiza el
tendidos en una distancia próxima del imaginario. Se apoya en otros relatos autor, en coincidencia con Agamben–
ojo, su desaparición material ya anti- de diversos vestigios, en otros textos, de lo “indecible” o “inimaginable”.
cipada por un telón de humo. Pero como el de J.C. Pressac4 –que a su Este camino está indicado desde
también hay otro momento, aterrado- vez fue soporte de una de las exposi- el principio. “Para saber hay que ima-
ramente anterior, donde mujeres des- ciones conmemorativas en Francia–, ginarse” dice la primera frase del tex-
pavoridas corren, azuzadas, hacia su en investigaciones y en cantidad de to, retomando los ecos de un poema
propia muerte. Esta extraña tempora- testimonios, algunos de los cuales so- de Filip Müller, sobreviviente de un
lidad, que la cámara registra con pul- brevivieron a sus propios autores. Por- Sonderkommando (…“Nunca nos
so apresurado, casi invirtiendo el or- que si el lema rector de la “solución acostumbramos a ello. Era imposible.
den del mundo –dos de las vistas son final” fue la desaparición de los cuer- Sí, hay que imaginarlo”).6 Se juega
oblicuas y el cielo parece desplomar- pos, de sus actores y de sus instru- allí la contradicción veridictiva entre
se como en un cataclismo–, suscita en mentos, de modo tal que “nadie pu- “realidad de los hechos” y “subjetiva-
Didi-Huberman una expresa voluntad diera atestiguar de lo ocurrido” y en ción”, entre el argumento racional y
narrativa: la de tratar de reponer, paso caso de hacerlo no pudiera ser creído la irrupción de lo que aparece en la
por paso, lo acontecido aquel día, el justamente por la enormidad de los he- mente como imagen indisociable de
único en el que el horror de lo inima- chos, no logró por cierto constituirse la ensoñación, del engañoso fluir de
44 ginable iba a plasmarse, para una pos- en un “crimen perfecto”.5 Pese a que la memoria y el olvido, de la fantasía
teridad, en “cuatro trozos de película estaban destinados ineludiblemente a inconsciente y también, por cierto, de
arrebatados del infierno”. la cámara de gas, hubo sobrevivientes esa refracción de las imágenes que nos
Sabemos así que los miembros de de los Sonderkommando –entre ellos, sitúa siempre ante un espejo. Es quizá
ese Sonderkommando –los equipos que David Szmulevski, miembro del equi- el relato de Didi-Huberman, que pide
las SS seleccionaban entre los propios po que tomara las fotografías– y can- “imaginarse”, lo que desata la mayor
judíos para el escarnio mayor: tener tidad de testimonios que, a sabiendas polémica en relación con unas fotogra-
que manipular la muerte de sus seme- de la muerte inminente, fueron ente- fías que, aun en su singularidad, eran
jantes, en todos sus horripilantes deta- rrados en lugares cercanos a los cre- conocidas e integran el acervo visual
lles, anticipando así la propia, que in- matorios como “botellas arrojadas a del Museo de Estado de Auschwitz-
variablemente los alcanzaba– habían la tierra” para hablar a una hipotética Birkenau.
recibido de la resistencia polaca una posteridad. Perdidos muchos de ellos A esa polémica el autor dedica el
cámara de fotos y un mandato: regis- por el saqueo de los polacos en busca resto del libro –una segunda parte cu-
trar justamente aquello de lo que se de “tesoros” al día siguiente de la li- ya extensión duplica la del relato mis-
tenía conocimiento pero no imagen, beración, otros fueron encontrados a mo– respondiendo en particular a
para ofrecer el testimonio más rotun- lo largo de los años, formando un con- Gérard Wajcman y Élisabeth Pag-
do de su verdad, no sólo más allá del junto –los “rollos de Auschwitz”–, cu-
alambrado, en su inconcebible vecin- yas voces, desde la profundidad de ese 2. Georges Didi-Huberman, Imágenes pese a
todo. Memoria visual del holocausto, Barcelo-
dad, sino “más allá”, quizás en Ingla- “infierno peor que el del Dante” des- na, Paidós, 2004 (edición francesa: Images mal-
terra, en ese ancho mundo que el cam- mienten que el exterminio de los judí- gré tout, París, Minuit, 2004).
po había aniquilado por completo de- os sea del orden de “lo indecible”. 3. Los cameramen que tomaron las primeras
trás de su perímetro. El relato de Didi-Huberman, que imágenes de los campos a su liberación se en-
contraron con una realidad tan horrorosa que
La narración nos introduce enton- enmarca las cuatro fotografías en una puso en crisis la noción misma de “realidad” y
ces, a sabiendas, en la pesadilla de densa trama significante, no se propo- por ende, la manera de filmarla. Ante los ros-
aquel día, donde el calor insoportable ne solamente rescatar, para el acervo tros de los sobrevivientes, que habían perdido
se agregaba a la insomne maquinaria histórico, los instantes de heroísmo que toda expresión, el cine se vio reducido a su
estricto poder ontológico: la cámara, en encua-
de la muerte. Recrea el modo en que hicieron posible, en ese día de agosto dre frontal, sólo como un ojo testimonial, don-
la cámara viajó hasta las manos de de 1944, imprimir un documento úni- de el orden de la “representación” quedaba can-
quien –secundado por la vigilancia de co –y último– del horror. Sí por cierto celado como límite ético. Ver Nicolas Losson,
sus compañeros– apretó el disparador, rendirle un homenaje a esa decisión a “Notes on the images of the camps”, en Octo-
ber 90, otoño 1999, pp. 25-35.
y cómo ese trozo de película, escondi- costa de la propia vida, a esa esperan- 4. J. C. Pressac, Auschwitz: Technique and Ope-
do en un tubo de dentífrico, logró sa- za en el futuro de las generaciones, a ration of the Gas Chambers, New York, Beate
lir del campo. Imágenes que no son ese gesto, en fin, donde la borradura Klarfeld Foundation, 1989.
las que encontraron los liberadores de de lo humano que era la más terrible 5. Los miembros del Sonderkommando estaban
completamente aislados del campo principal, del
los campos3 sino otras, atravesadas realidad del campo encuentra también “otro lado” del horror, sin retorno a las barracas
justamente por su actualidad, por la su límite, su fracaso: imágenes pese a después de su macabra tarea. Por otra parte,
temporalidad haciéndose bajo los ojos, todo, que lograron llegar tanto “más sólo los SS destinados a la vigilancia de las
la acción en su transcurso, de un lado allá”, que siguen interpelándonos más cámaras sabían lo que allí ocurría y estaban
conminados al secreto absoluto, también bajo
y del otro de la cámara, en un instante de medio siglo después. Pero este ho- amenaza a su vida.
irrepetible. Pero si bien el relato trata menaje es también un desafío teórico: 6. La cita es tomada de C. Lanzmann, Shoah,
por momentos de llenar los espacios el de contraponerse a la “comodidad” pp. 139.
noux –quienes publicaran sendos artí- za ante la imagen como pura aparien- cámara de gas: “Auschwitz, un acon-
culos críticos en Les Temps Moder- cia, reflejo, espectáculo, y entonces el tecimiento sin testigos”. Por eso el re-
nes– pero también a Claude Lanz- peligro de caer en la “idolatría”, y su lato, la imaginación que despiertan las
mann, el conocido autor del film y el contrafigura, la confianza en el logos, cuatro fotografías entra, para Wajc-
libro Shoah, cuyas reacciones ante el la palabra, el sentido, amparado por man, en una categoría casi sacrílega,
ejercicio de imaginación propuesto va- las estructuras formales de la lengua. por cuanto pretende “usurpar” ese va-
rían solamente en intensidad. Palabra contra imagen, en este caso, cío de la imagen, hilvanando su “an-
que reconoce el estatuto de testigo a tes” y su “después”: se obstina en col-
quien pueda hablar pero no al docu- mar la nada en lugar de enfrentarla.
II. mento –la imagen– que pretenda ha- Sobreinterpretación, alucinación, má-
blar ante la desaparición del testigo. quina de fantasías, identificación en-
¿Poder de la imagen? Efecto-represen- Tanto las acusaciones de Wajcman gañosa, exaltación infantil, sugestión
tación en un doble sentido: de presen- como las de Pagnoux giran en torno hipnótica, fetichización religiosa de la
tificación del ausente –o del muerto– de esta cuestión: si es necesario mos- imagen, adoración casi cercana a la
y de auto-representación que instituye trar lo que ya se conoce (“la foto no perversión sexual, voyeurismo, idea
al sujeto de mirada en el afecto y el enseña nada que no sepamos ya”) y si abyecta, que asimila el verdugo a la
sentido. no hay palabra suficiente ante una di- víctima, goce del horror… el tono va
Louis Marin mensión inalcanzable del aconteci- subiendo hasta llegar incluso a la acu- 45
miento, algo que no tiene imagen po- sación de antisemitismo: Didi-Huber-
¿Cuáles son los ejes de esa polémica? sible ni traducción posible: no hay man sería una especie de renegado,
Los argumentos en cuestión ponen en imagen de la Shoah en tanto no hay cristianizado, devoto del culto de las
escena un viejo dilema: la desconfian- testigos, nadie puede dar cuenta de la imágenes.
El debate interesa más allá de su
objeto. Vivimos en tiempos de expan-
sión global de la imagen y justamente
su exceso es considerado como poten-
cialmente negativo –obnubila, cauti-
va, automatiza la mirada. La virulen-
cia de la reacción crítica a Imágenes
pese a todo señala una paradoja: al
denunciar la superficialidad de la ima-
gen, su inadecuación al acontecimien-
to, se denuncia al mismo tiempo su
poder abusivo.
Poderes de la imagen que, según
Louis Marin siguiendo a Benveniste,
“la instituyen en autor, en el sentido
más fuerte del término, no por incre-
mento de lo que ya existe sino por la
producción en su propio seno”.7 En
esta óptica, el ser de la imagen no se
conforma con ese estatuto “segundo”
que le ha otorgado cierta filosofía oc-
cidental, ni su poder se define por lo
que nos hace, o nos impide conocer
de la cosa. Su virtud está en su fuerza
de re-presentar –es decir, mostrar al-
go nuevo–, en el modo en que impac-
ta los cuerpos que la leen, y por ende,
en la direccionalidad de la respuesta
más que en su ajuste a aquello que la
inspira.
La “impresión en el receptor” arti-
cula también la refutación de Didi-Hu-
berman, que se apoya fundamental-

7. Louis Marin, Des pouvoirs de l’image, París,


Seuil, 1993, p. 10.
mente en testimonios de sobrevivien-
tes –Primo Levi, Jorge Semprún– y
también en textos de Benjamin, Arendt
y Blanchot. De los primeros toma las
propias impresiones ante la divergen-
cia entre experiencia e imagen, el no-
reconocimiento “literal” de los luga-
res donde se vivió, al verlos en el gé-
nero del documental. Semprún relata
la extrañeza de esa comprobación en
una sala de cine poco tiempo después
de haber salido del campo de Buchen-
wald: “Las imágenes grises, desenfo-
cadas, filmadas con el tembleque ca-
racterístico de una cámara que se su-
jeta con la mano, adquirían una
dimensión de realidad desmedida, que
46 mis recuerdos no alcanzaban”. Una
comprobación que marcaba al mismo
tiempo el pasaje de la intimidad al es-
pacio de lo público –una especie de
“desrealización”– y la necesidad de ese
pasaje, en el sentido ético de la trans-
misión.
Este desdoblamiento entre el re-
cuerdo vivencial y el espectáculo re-
conocible pero irremediablemente dis-
tante es leído por Didi-Huberman co-
mo “un doble régimen de la imagen”,
que por un lado es capaz de iluminar
“un instante de verdad” –como diría
Arendt– sin por ello hacernos creer
que “estamos allí”. Aproximación no
es apropiación ni identificación, sos-
tiene el autor, y mucho menos “fasci-
nación”: las cuatro imágenes nunca se-
rán tranquilizadoras en el sentido de no será intrínseca a la imagen sino al mite tanto a la (propia) muerte como
finalmente “haber visto”. Esta refle- impacto que pueda generar en su per- a la inmortalidad. Un fondo que toca
xión guarda seguramente relación con ceptor, a la afección que sea capaz de justamente, en el caso de dos de las
las “dos versiones del imaginario” que producir. fotografías presentadas, el lugar im-
según Blanchot habitan la imagen co- Y de afección se trata aquí sin du- posible desde donde fueron tomadas:
mo una ambigüedad constitutiva: o la da, más que de un estricto aporte do- el “ojo del ciclón”, el interior de una
imagen nos ayuda a recuperar ideal- cumental al profuso archivo de Ausch- cámara de gas. Atrevimiento imper-
mente la cosa y es entonces su “nega- witz. Todo el tiempo se percibe, en el donable, según Wajcman, el aventu-
ción vivificante” o puede remitirnos texto de Didi-Huberman, esa tensión rar que sea posible haber tomado una
con su propia pesadez no ya a la cosa emocional de los distintos “a veces” imagen siquiera desde el lugar del cual
ausente sino a la ausencia misma co- que van puntuando el trayecto de su no existe ninguna imagen.
mo presencia. Pero esta duplicidad no lectura, el análisis de la imagen y de Si, según sus críticos, el relato de
se resuelve en una opción entre “esto sus condiciones de posibilidad, la fluc- Didi-Huberman “usurpa” el lugar del
y lo otro” sino que actúa, en una tem- tuación entre el conjunto y el detalle, testigo, haciendo “hablar” a las foto-
poralidad caprichosa, “a veces” como lo visible y lo invisible, el diálogo pro- grafías a la manera de la prosopope-
articulación con el mundo, “a veces” puesto entre la imagen y las voces que ya, también (según Lanzmann, que lo
como inmersión fascinadora, “a veces” no la sobrevivieron. Es verdad que por acusa de “insoportable pedantería in-
como el poder de “disponer de las co- momentos su mirada parece abstraída, terpretativa”) cede a la pulsión escó-
sas en su ausencia” gracias a la fic- capturada por la profundidad del cua- pica y otorga a la imagen de archivo
ción pero con una gran riqueza de sen- dro –ese fondo de ausencia, inimagi-
tidos.8 Acontecimiento e imagen esta- nable, que Jean-Luc Nancy define co- 8. M. Blanchot, El espacio literario, Barcelona,
rán así modulados por la distancia, que mo una veladura de la imagen que re- Paidós, 1992 (1952), p. 252.
un don de imaginación que no tiene. quienes la consideraban la condición Este “abuso de imaginación” no
Refutando el argumento del autor de misma del recuerdo y la memoria, e llega sin embargo hasta el final, se-
Shoa, Didi-Huberman vuelve sobre la interrogando también su devenir en gún afirma el propio autor. No pre-
singularidad de “sus” imágenes toma- la filosofía de nuestro tiempo –Hus- tende dar cuenta exhaustivamente de
das con riesgo de vida –aun de esa serl, Bergson, Sartre. La imaginación, un acontecimiento límite que escapa
“nuda vida” del campo– y sobre lo lejos de la connotación negativa que a toda posible totalización ni rechaza
que ellas merecen y le piden a su la enfrenta a la veridicción, adquiere lo inimaginable como experiencia. Lo
eventual perceptor: nada menos que o reafirma en este trayecto una di- que pide es, justamente, imaginar pe-
un reconocimiento de su identidad mensión cognitiva, que aparece nota- se a todo el sufrimiento, la desola-
acorde con su ontología. El rechazo blemente resumida en la primera fra- ción, la aniquilación del ser –de los
de Lanzmann a toda imagen de ar- se de Didi-Huberman: “Para saber hay cuales brota sin embargo el gesto, casi
chivo es visto entonces no sólo como que imaginarse”. inconcebible, de heroísmo.
un gesto, igualmente ampuloso, de Imaginación e imagen aparecen así También se trataría, después de
absolutización de la palabra y el tes- religadas a la “representación histo- Auschwitz, de pensar de nuevo la
timonio –entre las acusaciones de riadora”, que deberá articular compren- imagen –así como Hannah Arendt
Wajcman estaba la supuesta preten- sivamente la memoria –alimentada por proponía pensar de nuevo la política
sión de Huberman de “absolutizar” el testimonio–, la prueba documental y la antropología, o Primo Levi y Paul
la imagen–, obtenidos en su más pu- –donde la imagen tiene sin duda un Celan, el relato, la memoria y la es- 47
ro presente, desoyendo y en cierto
modo “negando” voces e imágenes
contemporáneas del horror, sino tam-
bién como una negación de la con-
cepción misma del archivo que, aun
conformado, está siempre abierto a
la multiplicidad de las lecturas, a una
sintaxis innovadora de sus documen-
tos, en definitiva, a la imaginación
que conduce toda “representación his-
toriadora”, como gusta llamarla Paul
Ricœur.

III.

Esa fue justamente la tarea empren- privilegio semiótico– y la interpreta- critura. Pensarla justamente como ilu-
dida por Didi-Huberman al tomar del ción de aquello que es, en tanto pasa- minación parcial, “instante de verdad”
archivo las cuatro fotografías para re- do, inaccesible en su dimensión de “re- necesario a la memoria, objeto sinto-
presentarlas, leerlas en una clave con- alidad”. Una interpretación que para mático que muestra tanto como ocul-
temporánea y personal. Su gesto, sin Ricœur es esencialmente narrativa, es ta y por ello, no “agota” su propia
duda osado, remite a ciertas preocu- decir, articulada en el eje de la tempo- significación. Así, el relumbrar terri-
paciones de gran vigencia en el esce- ralidad, donde la puesta en forma del ble y malsano de las cuatro fotogra-
nario del presente: por un lado, esa relato es, al mismo tiempo, su puesta fías es lo que impacta y quizá subyu-
tríada que Ricœur reunió en el título en sentido. ga, más allá de lo que aporten a un
de su último gran libro: la memoria, Es interesante notar que la inter- “saber”.
la historia, el olvido. Por el otro, la pretación de Didi-Huberman articula En esta óptica, el enunciado “No
cuestión problemática y a veces lace- las “imágenes pese a todo” en una na- hay imagen de la Shoah” se presenta
rante, de la imagen: la imagen trans- rración que precisamente las pone en como doblemente problemático. Por
formada –o desnaturalizada– en visi- forma y en sentido, uniendo, curiosa- un lado, porque supone que la única
bilidad, exponiendo al mismo tiem- mente, dos “momentos icónicos”: el imagen válida sería aquella imposible
po su fragilidad en el flujo continuo propio de la imagen –que habla por del acto mismo de la muerte, desme-
que nos asedia, y su poder, también sí– y el que emana del relato mismo, reciendo así todo otro indicio en rela-
avasallador. Un eje en particular po- en esa lógica implacable de la lengua ción metonímica, como las fotografí-
ne en sintonía a nuestro autor con el donde todo signo conlleva, con su as en cuestión. Por el otro, porque de
libro de Ricœur: el de la imagina- “imagen acústica”, un concepto que alguna manera abona el terreno de lo
ción, a la que el filósofo recientemen- es también una imagen. Esa doble ico- “inimaginable” con que los nazis cre-
te fallecido dedica un largo capítulo nicidad –esa licencia de poner palabra ían protegido el secreto terrible de la
inicial, volviendo una vez más hacia sobre imagen– es quizá lo que más ha “solución final” –y que las tomas de
los griegos –Platón, Aristóteles–, molestado a sus críticos. ese día de agosto vinieron justamente
a refutar.9 Pero además la polémica para quedar en la memoria como una con Lanzmann, Didi-Huberman se
roza, en diversos momentos, la cues- “una huella en la cera” –una afección vuelve en la última parte del libro ha-
tión cuantitativa: ¿cuántas imágenes en el alma– con esa potencialidad que cia Godard, una contrafigura emblemá-
son necesarias –o suficientes– para es- señala la aporía aristotélica, de “hacer tica en el tratamiento de la imagen, pa-
tablecer el rango de lo que se debe presente lo que está ausente”. En ese ra encontrar en él, y sobre todo, en His-
conocer frente a “lo que ya se sabe”? sentido la imagen “nos” habla en sin- toire(s) du cinéma, un lenguaje más
Podría decirse que, ante la imagen gular, íntimamente, aunque muestre lo afín, donde el montaje altamente meta-
traumática –como en general, ante el que está a la vista de todos. fórico y la sobreimpresión de imáge-
flujo indiscriminado al que nos some- Por eso es también la relación en- nes, tanto del archivo del cine como de
te la mediatización–, el problema no tre imagen y memoria lo que está en la Historia, constituyen –lejos de toda
es tanto su proliferación como su na- juego, aquello que la conmemoración pretensión veridictiva– no solamente un
turaleza, qué se propone a la visión, hace presente al revitalizar un momen- intento de “redención” del cine frente a
qué tipo de interrogantes plantea, si to de la Historia, siempre en la ten- su “culpa” ante las atrocidades de su si-
agota el sentido o abre caminos al pen- sión entre repetición y diferencia. Las glo, sino una obra de potencia trágica
samiento. Aquí es tan relevante ese imágenes pese a todo apuestan justa- que interroga la memoria y el pasado no
“ser de la imagen” al que aludía Louis mente a la diferencia, no a mostrar lo para inmovilizarse en él sino para poder
Marin, como su contextualización, sus ya visto en la modalidad pasiva de la pensar otro presente y otros futuros.
usos, sus frecuencias, ese vaivén sin exposición –la enumeración de esce- Ese es asimismo el propósito –y el
48 pausa que va de lo especular al espec- nas que intentan reponer la magnitud movimiento, la tensión– de las Imáge-
táculo y a esa refracción donde el pro- del acontecimiento– sino a hacer-ver nes pese a todo, cuya singularidad no
pio mirar se transforma en pantalla. de nuevo, a la luz de lo contemporá- impide que podamos leerlas en una cla-
Imágenes de voyeurs, que quieren ver neo, unas pocas escenas cuyo espanto ve propia y sintomática, para tratar de
lo invisible –y ése es su goce– o imá- –inducido a su vez por otras imáge- imaginar también ese otro límite de lo
genes-mirada, según Nancy, para nes, de signos y naturalezas diversas– humano que se infringió aquí nomás,
quien las fotografías presentadas por nos es también contemporáneo. en nuestra tierra. Pero no solamente pa-
nuestro autor se inscriben en esta úl- La polémica fue entonces más sus- ra lamentar su horror sino, como seña-
tima categoría: una mirada que deriva citada que acogida como un “efecto lan algunas voces de este texto, para
del espanto –una de sus formas posi- secundario”, más una instigación que preguntarnos por aquello que lo hizo
bles– y no del voyeurismo. una respuesta, si bien seguramente no posible –y que sigue haciendo posibles
Pese a hablar de las fotografías, fue “imaginable” el grado de su viru- tantos escenarios aterradores en el an-
imágenes que se presentan a la mira- lencia. Algo de ese asombro puede per- cho mundo de nuestra actualidad.
da, es también la imagen vuelta hacia cibirse en la contra-argumentación en-
9. Pese a la prohibición absoluta de la fotogra-
el interior, hacia la intimidad, la que fática y a veces recurrente, cuyo vai- fía, los SS no pudieron resistir la tentación fatal
atraviesa el texto que comentamos y vén siempre trae algo más, sin de registro de las propias atrocidades; una espe-
por cierto, también el nuestro. Ese aquietarse en el reflujo. En esa suma- cie de soberbia burocrática –que Jean-Luc Nancy
(Au fond des images, Paris, Galilée, 2003) lla-
“fondo” donde queda fijado para siem- toria se despliega, convocando a múl- ma “la auto-idolatría absoluta”– los llevó a acu-
pre el contorno impreciso de lo “vis- tiples voces, una articulación concep- mular ingente cantidad de imágenes, de las cua-
to” en su doble inadecuación: respec- tual donde la problemática de la ima- les se salvaron en el campo principal de Ausch-
witz, después de haberse ordenado su
to de lo real dejado a la distancia por gen aparece como indisociable de la destrucción total, cerca de 40.000 negativos, gra-
la imagen y respecto de la imagen mis- memoria –y de la memoria de los cam- cias a que fueron escondidos por prisioneros
ma, despegada ya de su materialidad pos en particular. Después de discutir que trabajaban en los laboratorios.

DIARIO DE

Nº 73 / Sept.-Nov. de 2006
Dossier: Aldo Oliva
Los libros de Picasso
Reportaje a Darío Cantón
Talvaz: confesiones de una Gioconda

SUSCRIPCIONES: (4 números, 1 año)


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Documenta 12 Magazines es un proyecto de
contacto e intercambio entre 70 revistas de todo el
mundo, que finalmente será una sección especial
de la Documenta de Kassel en el 2007.
Documenta 12 recogerá debates y reflexiones
publicados en esas 70 revistas y proporcionará una
plataforma de intercambio en Internet. Los temas
propuestos a las revistas participantes son:
1. ¿Es la modernidad nuestra antigüedad?; 2. La
nuda vida. Subjetivación; y 3. Formación. La
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A partir de este número Punto de Vista comienza a
publicar materiales encuadrados en el proyecto
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Los amigos de Alejandro Szterenfeld crearon la


Fundación con su legado para prolongar el recuer-
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destacado animador de la cultura y un relevante
empresario en el campo de la música, el teatro y la
danza.
Nuestra finalidad es desarrollar y promover actividades en el amplio espectro de la cultura y el arte,
en colaboración con las instituciones públicas o privadas que buscan la excelencia tanto en la tradición
como en la innovación. En su segundo año de vida, la Fundación continuará auspiciando Festivales
Musicales y la Academia Bach, el Teatro Colón y su Opera de Cámara y el CETC, asimismo la Scala
de San Telmo y la temporada de conciertos del Templo de la Comunidad Amijai, entre otras entidades.
Descontamos contar nuevamente con el favor de los artistas y el entusiasmo del público.
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Libertad 567, 10∫ piso.Buenos Aires
Presidente Vicepresidente Tel/Fax : 4382-7433 / 4381

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