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LA TRASCENDENCIA EN EL RECURSO EXTRAORDINARIO FRENTE A LA

ACORDADA CS 4/2007

POR OSVALDO A. GOZAÍNI

1. La cuestión de trascendencia en el recurso extraordinario federal

1.1 Con la sanción de la ley 23.774 se introdujo la cuestión de trascendencia


en el recurso extraordinario. La norma fue objeto de muchas observaciones; incluso
la propia Corte, en la Acordada 44/1989, se opuso al aumento del número de
jueces integrantes del Superior Tribunal, aunque acompañó la selección discrecional
de casos afirmando que ello no iba contra el sistema democrático, sino que
afirmaba las potestades jurisdiccionales. Con ello lanzó el mensaje, confirmado
tiempo después, respecto al restriccionismo que se instalaba en la selección de
causas.

1.2 Con relación al art. 280 del Código federal fue planteada su
inconstitucionalidad sobre la base de considerar que violaba los arts. 14, 16, 17,
18, 28 y 31 de la Ley Suprema. Esencialmente el problema estaba en la eventual
desigualdad que provocaría la selección discrecional de causas ante la hipótesis de
expedientes que, encontrándose vinculados por simetría de cuestiones, uno de ellos
no fuera admitido frente a otro que se resolviera tramitar.

Está claro que lo inconstitucional no es la elección de cual entre ellos es más


trascendente, sino de la difusa valoración entre los intrascendentes porque en
igualdad de casos las soluciones deberían, por vía de principio, ser equivalentes.

1.3 Pero también, la reforma del art. 280 puso en crisis la garantía de
motivación de las sentencias, toda vez que no respaldaba ese criterio, el auto que
“con la sola invocación de esta norma" –art. 280, Código Procesal-, podía expulsar
del recurso extraordinario una causa eventualmente importante.

Es cierto que la comisión reformadora, integrada por prestigiosos juristas,


entre los que se contaba nuestro maestro hoy homenajeado en este libro, siguió la
sugerencia de Bidart Campos de otorgar a la Corte la facultad de usar su “sana
discreción” para seleccionar los expedientes; pero nos consta que la intención se
cambió al aplicarla pues nunca se había dicho se omitir el requisito de fundar la
sentencia; omisión que no queda salvada con la remisión a facultades
discrecionales. Quizás por ello, hoy se diga que el auto denegatorio no es
sentencia, sino una providencia simple.

1.4 Para Sagüés [...] “la discrecionalidad sana parece referirse a un arbitrio
legítimo, sensato, aproximadamente igualitario, y desde luego, no arbitrario, ni
inequitativo, ni discriminatorio e irrazonable. En una palabra, la discrecionalidad
sana es impuesta por la ley 23.774, y resultaría compatible con la Constitución.
Pero la discrecionalidad no sana resultaría primero ilegal (por vulnerar el art. 280
del Código Procesal), y además inconstitucional (por atentar contra el debido
proceso y la igualdad) (1)”.

Inclusive, la denegación sin otro argumento que la voluntad


infundamentada, daría lugar a la aplicación del art. 46, inc. 2-b de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, referida al acceso de las personas al sistema
interamericano cuando el tránsito exigido por el derecho interno se obstruye
indebidamente o se torna inútil y/o dilatorio.

1.5 La Corte, en una de las primeras observaciones que se efectuaron, salió


del paso sosteniendo que la declaración de inconstitucionalidad del art. 280 del
Código Procesal (modificado por la ley 23.774), debía plantearse en oportunidad de
interponer el recurso extraordinario, ya que desde ese momento constituía una
contingencia previsible que la Corte rechazara la vía intentada mediante el texto
legal tachado de inconstitucional. No obstante esa inoportunidad, algunos dijeron
que podían ser atendidos los agravios de conformidad con la consolidada tradición
jurisprudencial tendiente a no impedir el esclarecimiento de relevantes temas
constitucionales por mediar óbices procesales (voto de los Dres. Rodolfo C. Barra,
Augusto César Belluscio y Antonio Boggiano).

Pero el permiso de análisis los condujo a sostener que el art. 280 del Código
Procesal faculta a la Corte a ejercer su jurisdicción extraordinaria en casos de
trascendencia, aún cuando existiera algún obstáculo formal para acceder a la
misma; sin que la desestimación de un recurso extraordinario con la sola invocación
de dicha norma importe confirmar ni afirmar la justicia o el acierto de la decisión
recurrida.

1.6 En suma, el rechazo de un recurso extraordinario con la sola invocación


del art. 280 del Código Procesal implica que la Corte ha decidido no pronunciarse
sobre la presunta arbitrariedad invocada, por no haber hallado en la causa

1
. Sagüés, Néstor Pedro, El "writ of certiorari" argentino (Las reformas de la ley 23.774, respecto al
recurso extraordinario), La Ley, 1990-C, 717.
elementos que tornen manifiesta la frustración del derecho a la jurisdicción en
debido proceso (2).

2. El conflicto de constitucionalidad del requisito de trascendencia

2.1 En realidad, debatir sobre la constitucionalidad de una providencia


simple nos parece exagerado. El problema del recurso extraordinario no es la
queja, que es una de las oportunidades cuando se puede utilizar la selección
discrecional que indica el art. 280 del Código Procesal.

Cuando el Tribunal Superior de la Causa emite un interlocutorio que resuelve


la admisión del recurso da razones a la denegatoria. El certiorari, puesto en
práctica, no hace más que revisar el criterio de valoración de la cuestión
constitucional y de la gravedad institucional que pueda tener la controversia,
exigiendo al interesado que presenta el recurso directo que demuestre el equívoco
de la providencia de rechazo, la que se debe atacar por inconstitucionalidad y no
por nulidad, desde que esto no es un agravio federal.

2.2 Además, el recurso de queja por denegación del extraordinario no es un


remedio autónomo; solo promedia cuando es necesario revisar la decisión adoptada
por las cortes locales o por quienes sean los tribunales superiores de la causa,
pudiendo seleccionar entre aquellos que considere conveniente.

Ahora bien, la crisis se puede plantear cuando concedido el recurso y, de


acuerdo con el art. 280 del código referido, se llamen autos a sentencia, la Corte
pueda resolver aplicar su “sana discreción” y: a) rechazar por falta de agravio
federal; b) por ser la cuestión constitucional insuficiente; c) por resultar una
cuestión insustancial; o d) por carecer de interés o trascendencia, bastándola en
todos los casos con señalar alguna de estas causales sin necesidad de motivos o
más agregados.

En estos casos, la denegatoria parece, al menos, violatoria del derecho a


obtener una decisión fundada siguiendo el temperamento que se trata de un
recurso admitido. Las posibilidades, no obstante, tiene caminos alternos. Uno de
ellos es considerar que el tribunal superior no ha resuelto la cuestión constitucional
y por eso tiene que devolver el expediente a esos efectos pero manteniendo en
suspenso la cuestión de pertinencia; otra es considerar que fue mal concedido, en
cuyo caso, debería hacerse cargo de fundamentar las razones por las cuales lo
sostiene, sin posibilidad de aplicar los supuestos del art. 280 indicados.

2
. CS, 1993/02/02, “Rodríguez, Luis Emeterio c/ Rodríguez de Schreyer, Carmen Isabel y otro”, Fallos,
316:64.
2.3 Cabe pensar, al cabo de estas reflexiones, que cuando la Corte decide
aplicar el certiorari, las diferencias de criterios entre quienes así lo votan y los que
argumentan la procedencia formal, no permiten visualizar esquema alguno que
permita reconocer donde está la trascendencia. Bien dice Oteiza que […] “la falta de
definiciones ha ido deslegitimando el uso de la herramienta ya que la Corte no ha
fijado reglas claras sobre qué cuestiones son dignas de atención. En este sentido la
sana discreción debe ser tratada con sumo cuidado para no dejar margen a la
inseguridad que hoy pareciera estar presente” (3).

3. Autonomía del requisito de trascendencia

3.1 La incorporación del certiorari, tras la experiencia habida desde su


consagración legislativa, ha sido útil para rechazar recursos extraordinarios con la
sola invocación del art. 280 del Código Procesal; y al mismo tiempo, permitió tener
un mecanismo de selección de causas cuando ellas se consideraron de
trascendencia política o institucional.

Precisamente, al invocar la trascendencia como motivo, se entabla un


paralelo con la “gravedad institucional” que fomenta una causal más en el cuadro
de cuestiones federales que permiten la intervención de la Corte. El interrogante
que se formula es saber si actúan con independencia, o uno sustituye al otro, o
bien, la trascendencia en un caso especial de gravedad institucional que obra en
sus límites o con fronteras más amplias.

3.2 La relación directa entre writ of certiorari y gravedad institucional fue


puesta de relieve por la doctrina y tomada en cuenta en los primeros fallos de la
Corte después de sancionada la ley 23.774. En “Dromi” afirmó que “el objeto del
proceso es de inequívoca sustancia federal y, por su trascendencia exhibe gravedad
institucional” (4); pero paulatinamente fue confundiendo la relación para aislarla en
algunos casos y unificarla en otros. El vínculo pareció asentar cuando se aceptaba
el recurso extraordinario fundado en la protección de las instituciones básicas de la
Nación, o para proteger el orden institucional, o la emergencia económica, cuando
no por simples razones institucionales. Es decir, el nexo fue que la gravedad
institucional era más importante que los purismos formales de forma tal que, por la
vía del certiorari positivo, la trascendencia del caso permitía ingresar en un terreno
que, prima facie, no ostentaba cuestión federal suficiente.

3
. Oteiza, Eduardo D., El certiorari o el uso de la discrecionalidad por la Corte Suprema sin un rumbo
preciso, JA, 4/2/1998.
4
. CS, 1990/07/13, fallo antes citado.
3.3 Para Gelli, la similitud entre el certiorari y la gravedad institucional
deriva de que, en ambos, la Corte Suprema admite la revisión con fundamento en
la trascendencia del caso. Y eso es todo, pues el primero fue establecido para
restringir el control y el segundo para extenderlo (5).

La jurisprudencia nacional fue definiendo la gravedad institucional con


sentencias donde el concepto de trascendencia se releva más como adjetivo que
como condición o presupuesto. De allí que se indiquen situaciones trascendentes
(relevantes) de carácter constitucional, institucional, bienestar público, etc., que
impactan en la buena marcha de las instituciones.

3.4 Pero la trascendencia también se aplica fuera de contextos, cuando se


resuelve como presupuesto de admisión, sin tener en cuenta el compromiso con las
instituciones básicas de la Nación (6), las instituciones fundamentales del país ( 7) o
las bases mismas del Estado (8), donde la “gravedad institucional” toma cuerpo
singular y la trascendencia actúa entre los recaudos procesales.

No obstante, en situaciones donde no hay cuestión federal la gravedad


institucional sin mención de la trascendencia ha permitido entrar en el recurso
extraordinario con el fin de preservar los principios básicos de la Constitución
Nacional en casos que conmueven a la sociedad entera ( 9), o cuando está afectada
la buena marcha de las instituciones ( 10), o cuando se trata de un conflicto que
afecta a la conciencia de la comunidad (11).

3.5 Puesto en práctica el certiorari, nos parece que la trascendencia excede


la figura de la gravedad institucional. Con él se puede invocar el art. 280 y rechazar
el recurso extraordinario con laconismo (no conveniente pero legal) como es el
modelo norteamericano (certiorari denied); o denegarlo por falta de agravio federal
suficiente, o cuando las cuestiones planteadas resultaren insustanciales; pero al
mismo tiempo, el abogado que quiere anticiparse a una supuesta repulsa, debe
motivar la cuestión de trascendencia.

De allí que podamos distinguir las siguientes cuestiones federales: a) las


directas y complejas que indica el art. 14 de la ley 48; b) las insustanciales pero de
gravedad institucional; c) las que se fundan en la arbitrariedad de las sentencias, y

5
. Gelli, El "writ of certiorari" en perspectiva, cit., La Ley, 1994-B, 880.
6
. Fallos, 289:36; 292:229; 307:973.
7
. Fallos, 238:391.
8
. Fallos, 306:250.
9
. Fallos, 257:132.
10
. Fallos, 300:417.
11
. Fallos, 300:1110.
d) las que ostentan trascendencia que interesan no sólo a las partes en el litigio
sino también a la comunidad o a algún sector de ella.

4. Determinación de lo trascendente

4.1 La ausencia de orientación jurisprudencial, sumado a la discrecionalidad


poco metódica de los fallos de la Corte, impide generar un esquema donde
encuadrar situaciones donde la trascendencia pueda apoyarse siguiendo la actual
tendencia de la Corte, cuando sostiene que […] “no obstante que las decisiones de
la Corte se circunscriben a los procesos concretos que le son sometidos a su
conocimiento, no cabe desentenderse de la fuerza moral que emana de su carácter
supremo, sin verter argumentaciones que la contradigan, pues dada la autoridad
institucional de los fallos del Alto Tribunal en su carácter de supremo intérprete de
la Constitución Nacional y las leyes, de ello se deriva el consecuente deber de
someterse a sus precedentes” (12).

Con esta pauta, se puede ofrecer una visión probable de cuestiones


trascendentes. La primera llega de la mano de las que, indudablemente, son
cuestiones federales o constitucionales, cuya relevancia está implícita en el deber
de controlar la constitucionalidad de las leyes. Si se espera que la Corte federal sea
la última intérprete de la Norma Fundamental no se ve posibilidad alguna para
rehuir de esa misión con el argumento de la intrascendencia. En estos casos, el
problema de eludir el recurso por ausencia de cuestión federal no es posible, por lo
cual, como dice Guastavino […] “de existir cuestión federal trascendente sería
incorrecto que la Corte Suprema en ejercicio de la facultad selectiva discrecional
conferida por la ley 23.774 rechazase el recurso extraordinario” ( 13).

4.2 En segundo lugar aparecen los conflictos normativos derivados de leyes


infraconstitucionales, que siendo cuestiones federales tienen el mismo estándar que
el recién expuesto. Aunque según Sagüés [...] “hay que distinguir entre
interpretación de un precepto de derecho federal, y aplicación del mismo. La
interpretación de una norma tiene comúnmente proyección (al menos eventual) a
otros litigios. La aplicación (o efectivización de una regla a un caso concreto),
puede que sí o puede que no, y de darse esta última situación, carecería de
<trascendencia>" (14).

12
. CS, 2009/06/23, “Romero, Carlos Ernesto c/Andrés Fabián Lema s/desalojo - recurso de casación e
inconstitucionalidad”.
13
. Guastavino, Elías, Recurso extraordinario de inconstitucionalidad, tomo I, La Rocca, Buenos Aires,
1992, p. 488.
4.3 El tercer orden de análisis se da con las sentencias arbitrarias, que
según nuestra opinión, son pronunciamientos inconstitucionales porque violan el
debido proceso en cualquiera de sus manifestaciones. Este es uno de los aspectos
más conflictivos, porque la tendencia de la ley 23.774 fue, justamente, eludir con el
certiorari los recursos fundados en la arbitrariedad, basados en lo insustancial o
intrascendente (15). Los tipos de arbitrariedad repercuten en la validez del fallo e
inciden en los derechos de las partes y, a veces, se proyectan por la extensión y
efectos de la cosa juzgada y el peso de la jurisprudencia.

Que sea una cuestión procesal (v.gr.: omisión de considerar prueba


esencial) no disminuye el sacrificio al derecho de defensa en juicio, la inviolabilidad
del derecho de propiedad o el derecho a la eficacia de la prestación del servicio
jurisdiccional. Como consecuencia de ello, se comparte que “las reformas
establecidas en la ley 23.774 sólo justifican extremar el rigor para considerar
manifiestamente arbitrarias a las sentencias, pero en modo alguno –una vez
acreditada esa palmaria causal descalificatoria de los pronunciamientos recurridos-
pueden justificar el rechazo por intrascendente del recurso extraordinario donde se
impugne la sentencia por tales vicios evidentes” (16).

4.4 El cuarto eslabón está puesto para las sentencias de gravitación


institucional, que importan en sí mismas una cuestión federal trascendente, que
debe demostrarse en la fundamentación del recurso. Es aquí donde la
jurisprudencia del tribunal superior muestra su divagar, porque desde el caso
“Jorge Antonio” (17) al presente, una misma línea de situaciones tiene
interpretaciones distintas. Creemos así que no es solo la Corte quien debe orientar,
sino el abogado, también, el que debe justificar razonadamente porqué entiende
que el problema trasciende el interés de las partes.

14
. Sagüés, Néstor Pedro, El "writ of certiorari" argentino (Las reformas de la ley 23.774, respecto al
recurso extraordinario), La Ley, 1990-C, 717 y ss.
15
. Para Sagüés hay que distinguir la arbitrariedad normativa de la fáctica. En materia de arbitrariedad
normativa, los maxi errores de interpretación tendrán generalmente trascendencia, ya que una exégesis
insalvablemente errónea, absurda, imprudente, inequitativa, etc., de una norma, importa un problema que
puede exceder el mero interés de las partes y proyectarse a otras situaciones. Los maxi errores de
aplicación, en cambio, podrán o no tener trascendencia, según las distintas situaciones. En cuanto la
arbitrariedad fáctica, los maxi errores en la valoración de las pruebas (v. gr., omisión de probanzas
decisivas; sentencias basadas en pruebas inexistentes, o que no realizan una meritación razonable de las
pruebas, etc.), conciernen habitualmente nada más que al caso específico donde se presenta el vicio, y no
se proyectan (dada su singularidad) a otros expedientes. No habría pues aquí -en principio-
"trascendencia". En síntesis, la "trascendencia" se emparentaría, prima facie, con asuntos de
interpretación normativa, antes que con problemas de aplicación o de arbitrariedad fáctica (Sagüés, El
"writ of certiorari" argentino (Las reformas de la ley 23.774, respecto al recurso extraordinario), cit., La
Ley, 1990-C, 717 y ss.).
16
. Guastavino, Recurso extraordinario de inconstitucionalidad, tomo I, cit., p. 491.
17
. Fallos, 248:195.
4.5 El último escalón se instala con la trascendencia, propiamente dicha.
Esta es la repercusión social, la evaluación de los efectos, la significancia del fallo,
la urgencia del conflicto, etc. Para ellos el requisito de la cuestión federal es
“intrascendente” aunque siempre exista una cuestión constitucional implícita desde
que todos los derechos tienen un fundamento directo o mediato en la norma básica
del Estado. Con esto quiere significarse que un asunto sin trascendencia normativa
puede contar con trascendencia social, y entonces resultaría irrechazable el recurso
extraordinario (18).

5. Fundamentación de la trascendencia

5.1 La contrariedad que refleja la trascendencia se evidencia con ser una


facultad discrecional para seleccionar causas, en lugar de haber dispuesto que el
recurrente fundase al interponer el recurso extraordinario la trascendencia
suficiente del caso para movilizar la intervención de la Corte nacional.

De este modo, se hubiera salvaguardado la bilateralidad y contradicción


necesaria, en lugar de correr el riesgo del abuso con una herramienta técnica que
trabaja para expulsar antes que para dar acceso a la justicia.

Por ello, la trascendencia no se debe considerar en el cuadro de las


cuestiones federales, sino en el marco de las potestades discrecionales de elección
de recursos que posee la Corte Suprema de Justicia de la Nación. No es, entonces,
una potestad del Superior Tribunal de la causa, quien pese a la delegación de
facultades que le hace la Acordada 4/2007 no alcanza a lo que es resorte exclusivo
del máximo órgano jurisdiccional.

5.2 Esto provoca una conmoción técnica porqué si la “gravedad institucional”


se suma como cuestión federal implícita, ella puede denegarse o ser desconocida
en la etapa de admisión del recurso, pese a la revisión que se suscita con la queja o
recurso directo. Lo mismo sucedería con la trascendencia desvinculada de lo
puramente relevante por razones de política institucional o por el orden público
emergente, en la medida que, siendo una potestad discrecional, no admite
traslados a quien la ley no le concede tales atribuciones.

En consecuencia, la actuación del abogado en el recurso es fundamental por


varios motivos: sea por la rigurosidad formal del medio de gravamen que exige
acabados conocimientos sobre la fundamentación autónoma de cada requisito;
porque también se tiene que demostrar la trascendencia del caso, la gravedad

18
. Sagüés, El "writ of certiorari" argentino (Las reformas de la ley 23.774, respecto al recurso
extraordinario), cit., La Ley, 1990-C, 717 y ss.
institucional emergente, o, de ser el caso, la arbitrariedad correspondiente que se
denuncia. Y todo ello con una mirada común: evitar que la Corte invoque el
certiorari.

5.3 Aunque sea diferente la técnica de nuestro recurso extraordinario, con el


de las peticiones de certiorari del sistema americano, se ofrecen pautas de
ineludible atención: toda presentación tiene que portar enumeradas y ordenadas:
1) Las citas de las disposiciones legales que establecen la jurisdicción de este
tribunal; 2) una referencia a la sentencia, resolución u orden cuya revisión se
solicita, incluyendo el nombre y número del caso, el tribunal que dictó la sentencia,
resolución u orden, la fecha en que se dictó la misma, la fecha en que ésta fue
notificada, y en casos apropiados, la fecha en que se archivó en autos copia de la
notificación de la sentencia; disponiéndose que en casos que hayan originado en el
tribunal de distrito o en una agencia administrativa, o que hayan pasado del
Tribunal Superior a la división de apelaciones de dicho tribunal la información
anterior se suministrará para cada una de las etapas del caso; 3) una breve
relación de los hechos del caso que sean relevantes a la petición de certiorari; 4) un
señalamiento breve y conciso de las cuestiones de derecho planteadas por el
recurso; y 5) el argumento de las cuestiones planteadas.

5.4 Inclusive la simetría formal se aumenta con la Acordada 4/2007, desde


que la formulación del certiorari necesita de una cubierta de la petición que tiene
solamente en el epígrafe, el nombre, dirección y teléfono del abogado del
peticionario y el nombre, dirección y teléfono del abogado o abogados de todas las
demás partes. Inmediatamente después habrá un índice detallado de la petición.

En Puerto Rico, por ejemplo, la petición no podrá tener más de veinte (20)
páginas, índice y apéndice exclusive. Se hará formar parte de la petición un
apéndice que contendrá una copia literal de: 1) las alegaciones de las partes; 2) la
sentencia, resolución u orden del Tribunal Superior (incluyendo las conclusiones de
hecho y de derecho en que se funda) cuya revisión se solicita; y 3) cualquier otra
resolución u orden, o escrito de cualquiera de las partes, que forme parte del legajo
en el Tribunal Superior y en que se discuta expresamente cualquier asunto que se
plantee en la petición de certiorari; y 4) cualquier otro documento que forme parte
del récord en el Tribunal Superior, y que pueda ser útil a este tribunal al tomar su
decisión sobre la expedición del auto.

No se permitirá la presentación de un memorando de autoridades separado,


debiendo incluirse la argumentación y fundamentos de derecho en el mismo cuerpo
de la petición. El peticionario notificará la petición a todas las demás partes. Dentro
de los diez (10) días de dicha notificación las otras partes que así lo deseen podrán
presentar memorandos en oposición a que se expida el auto de certiorari, y tales
memorandos no podrán tener más de quince (15) páginas, índice y el apéndice
exclusive.

La mera radicación de una petición de certiorari no afectará en forma alguna


los procedimientos en el tribunal de instancia, a menos que este tribunal, motu
propio o a solicitud de parte, dictase una orden a tales efectos. La pretensión de
que se dicte una orden de este tipo se podrá hacer en cualquier momento luego de
radicada la petición de certiorari; pero siempre se hará en una moción separada y
debidamente fundamentada.

6. El requisito de la trascendencia con la Acordada CS 4/2007

6.1 El alistamiento del certiorari en la etapa de admisión del recurso


extraordinario debilitó notablemente el uso de la arbitrariedad y concretó un freno
al activismo judicial que muestra la Corte de los años 1984/1990. Antes que un self
restraint, o un regreso a las cuestiones no justiciables, el uso discrecional del art.
280 del Código Procesal entronizó la trascendencia como eje de la selección de
causas.

Para este comportamiento influyó decisivamente la vinculación del tribunal al


gobierno central. Había un estilo global que prefería el gobierno por decretos contra
el imperio de la ley. La Corte justificó el uso incalificable del argumento de la
necesidad y urgencia (caso Peralta), pero actuó con disparidad en otras cuestiones
como el derecho de propiedad frente a los derechos individuales. En la síntesis,
hubo una clara retracción de la doctrina de la arbitrariedad sin que fuera un modelo
en retirada.

La preocupación de ello fue objeto de claros señalamientos de la doctrina.


Morello, por ejemplo, sostenía que […] “mientras las fallas del servicio subsistan
(déficit en el nivel de motivación de las decisiones de instancia) no cabe sino el
funcionamiento de ese reaseguro último para la recta prestación de la justicia y
merced al cual mantiene la confianza el edificio global. Una cosa es cortar el abuso
y otra cancelar un instrumento que al ser usado responsablemente afianza la
justicia” (19).

6.2 Lo cierto es que la continuidad de la incertidumbre para precisar cuándo


una causa era o no trascendente se mantuvo (se mantiene) por mucho tiempo
hasta que en el mes de marzo de 2007 (16/03/2007), una nueva integración del

19
. Morello, Augusto Mario, Actualidad del recurso extraordinario, Platense – Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1995, p. 81.
tribunal que en el año 2006 (Ley 26.183) pasó a quedar compuesta por siete
miembros con la intención de volver al número de cinco (5) tal como era en sus
orígenes de 1860, dispuso poner en marcha la Acordada 4/2007.

La acordada tuvo la fina intención de esquematizar la técnica recursiva,


ofreciendo instrucciones y formularios que se completan a los fines de interponer
ante el Superior Tribunal de la causa el recurso extraordinario, o ante la Corte
federal cuando sea el caso del recurso directo.

6.3 En el texto se lee que es obligación del interesado cumplir con los
recaudos procesales, y en especial hacer un relato claro y preciso de todas las
circunstancias relevantes del caso que estén relacionadas con las cuestiones que se
invocan como de índole federal, con indicación del momento en el que se
presentaron por primera vez dichas cuestiones, de cuándo y cómo el recurrente
introdujo el planteo respectivo y, en su caso, de cómo lo mantuvo con
posterioridad.

El centro de atención se pone en las cuestiones federales, debiendo el


recurrente demostrar que el pronunciamiento impugnado le ocasiona un gravamen
personal, concreto, actual y no derivado de su propia actuación; además de refutar
todos y cada uno de los fundamentos independientes que den sustento a la decisión
apelada en relación con las cuestiones federales planteadas.

Es obligación fundamentar y confirmar la afirmación de que media una


relación directa e inmediata entre las normas federales invocadas y lo debatido y
resuelto en el caso, y de que la decisión impugnada es contraria al derecho
invocado por el apelante con fundamento en aquéllas.

6.4 Estos deberes de fundamentación se refuerzan más adelante con la


exigencia de ser precisos y puntuales en los motivos, desde que no es posible la
simple remisión a lo expuesto en actuaciones anteriores, ni con una enunciación
genérica y esquemática que no permita la cabal comprensión del caso que fue
sometido a consideración de los jueces de la causa.

En el caso de que el apelante no haya satisfecho alguno o algunos de los


recaudos para la interposición del recurso extraordinario federal y/o de la queja, o
que lo haya hecho de modo deficiente, la Corte desestimará la apelación mediante
la sola mención de la norma reglamentaria pertinente, salvo que, según su sana
discreción, el incumplimiento no constituya un obstáculo insalvable para la
admisibilidad de la pretensión recursiva.

6.5 Esta única mención a la “sana discreción” es lo que vincula la acordada


al art. 280 del Código Procesal, aplicable en todo caso, para admitir recursos que
sin resultar “trascendentes” puedan tener suficiencia técnica, o sean interpuestos
en “forma pauperis”, que significan los casos presentados en defensa penal de
personas desvalidas o privadas de la debida asistencia letrada.

En consecuencia, si el examen de admisibilidad del remedio federal consiste


básicamente en apreciar si cumple con los artículos 14 y 15 de la Ley 48, el artículo
257 del Código Procesal y el reglamento aprobado por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en la acordada que se recuerda, bien podría afirmarse que la
trascendencia se conserva únicamente en el dominio de la Corte, toda vez que los
recaudos formales que están en la sistematización o catálogo que concreta el
acuerdo, determinan que ante el mero incumplimiento o el cumplimiento deficiente
de uno solo de ellos acarreará sin más la desestimación de la apelación (regla 11
del anexo a la acordada).

Parece obvio –diría Morello- que a esta altura, que si el propio órgano
destinatario del recurso extraordinario y cuya palabra es la final al sellar su destino,
se ha replegado a desempeñarse preferentemente como Tribunal de Garantías
Constitucionales y asegurador de la supremacía de la ley fundamental, el enfoque y
la técnica de la apelación federal debían absorber profundas innovaciones, para así
adaptarse a esos desplazamientos. O lo que es lo mismo, que la elaboración de los
objetivos del escrito en que se deduce el recurso extraordinario aunque en lo
medular no dejará de revestirse con el ropaje histórico, al verse ahora el tribunal
descargado en buena medida del lastre opulento que en sus buenas épocas
constituyó el inagotable granero de la sentencia arbitraria, aunque siga siendo el
mismo viene constreñido a actuar, sin embargo, de otro modo (20).

7. Conflictos de interpretación

7.1 Tanto la reforma del régimen procesal de redacción y fundamentación


del recurso extraordinario que se introdujo con la ley 23.774, así como los efectos
que trae la mencionada acordada, ponen en crisis el cumplimiento ritual de los
clásicos tres requisitos (propios, comunes y procesales) del remedio excepcional.

Quizás el nudo gordiano a desatar esté en el art. 2° inciso i) de la Acordada


4 que pide la mención clara y concisa de las cuestiones planteadas como de índole
federal […], porque la referencia supone solamente indicar el título del recurso que
lleva el motivo; o en su caso, la síntesis de la cuestión federal con remisión a los
fundamentos de la pieza impugnatoria; aunque también puede significar un

20
. Morello, Actualidad del recurso extraordinario, cit., p. 110.
desarrollo de todas las cuestiones, directas e indirectas de índole federal, en la
medida que “no se considerará ninguna cuestión que no haya sido incluida aquí”.

7.2 La arbitrariedad, como conflicto constitucional, puede estar jugando su


tiempo final y el replanteo hacia algunas posibilidades de intervención de Tribunales
intermedios, tal como hace algunos años atrás (muchos) lo planteamos como
alternativa para un Tribunal intermedio de Casación Civil.

También parece ser el réquiem para la argumentación jurídica. La Corte


quiere que se cataloguen los requisitos formales y se estandarice la presentación
concreta de la cuestión federal. El futuro nos dirá si es para abrir el grifo a la
necesidad de revitalizar el control de constitucionalidad, o para colocarle
definitivamente su mortaja.

Lo que sucede es que si lo esperado es solamente la “mención” “clara y


concisa”, con la “cita de las normas involucradas” y de los “precedentes de la Corte”
sobre el tema, resumiendo la declaración que de la Corte se espera, porque la
insuficiencia en cumplir con ello determina la suerte del recurso al quedar fuera
toda cuestión que no se presente en la carátula; todo ello provoca desconcierto,
porqué mención es enunciado; cita es referencia; sintética indicación de cuál es la
declaración que de la Corte se quiere, no es petición formal ni pretensión procesal,
de manera que aquello que se quiso simplificar, en los hechos, ha generado un
profundo barullo.

7.3 La explicación podría llegar con el artículo 3°, que sería el indicativo de
las cargas de fundamentación del recurso; donde el interesado tiene que
argumentar las cuestiones que solamente ha enunciado, mencionado o citado en la
carátula; pero resulta que en “los capítulos sucesivos” del recurso extraordinario no
se debe “incurrir en reiteraciones innecesarias” (art. 3° párrafo final del comienzo).

La Corte no es explicita en este aspecto, solamente indica que […]


“corresponde desestimar la queja si el recurso extraordinario cuya denegación la
origina exhibe severas deficiencias formales que cancelan la instancia federal
promovida, pues carece de un relato mínimo que permita tomar conocimiento de
los antecedentes fácticos y jurídicos del asunto que se pretende someter a decisión
de la Corte, de la cuestión que como de naturaleza federal se invoca, de la relación
directa que debe existir entre lo decidido y la materia ventilada en el sub lite y de
otros recaudos concernientes a la fundamentación autónoma y suficiente que, con
carácter taxativo, han sido enumerados por el Tribunal en el reglamento aprobado
por la acordada 4/2007 (21).

21
. CS, 2007/10/25, “Movimiento por la Dignidad y la Independencia O. N. s/acta N° 13 de la H. Junta
Electoral Nacional de la Capital Federal”, (voto del Dr. Enrique Santiago Petracchi), Fallos, 330:4587.
7.4 Tradicionalmente, la fundamentación del recurso extraordinario requirió
de una rigurosa planificación técnica, donde la presentación y el orden formaron
parte de las condiciones de admisibilidad. Hasta hoy, todos los puntos
controvertidos que justifican planteos concretos y específicos no se satisfacen con
expresiones superficiales o genéricas. Es imprescindible la suficiencia en la
impugnación, como igualmente lo requiere el ejercicio de la defensa de la contraria
y el deber de expedirse del tribunal en una sentencia motivada e intrínsecamente
justa.

En nuestro parecer no debería modificarse esta exigencia, de forma que el


mentado art. 2° inciso i) debiera quedar expuesto para señalar con precisión: 1°)
cuáles son las cuestiones federales, 2°) cómo se afectan las normas involucradas;
3°) los antecedentes jurisprudenciales de la Corte que existieran al respecto; y 4°)
indicar la solución jurídica que del tribunal se pretende (lo que significa enunciar la
pretensión con claridad y precisión, donde manifestaciones como decir que “se
quiere justicia” es totalmente inadecuado).

Luego, en el cuerpo formal del recurso, aquello que fue “mencionado”,


“enunciado” o solamente “citado” tendría que fundamentarse adecuadamente para
evitar la insuficiencia que la Corte frecuentemente señala cuando entra en el fondo
de la temática. Esto no sería propiamente una repetición innecesaria sino la
integración fundamentada de aquello que solamente se presentó en la carátula.

7.5 Por ejemplo, el carácter de sentencia definitiva que es un requisito


propio, se debe agregar como capítulo entre las páginas sucesivas del recurso. Por
citar solo algunos fallos desde que la Acordada 4 está vigente, vale indicar el
criterio que, al respecto, se va formando. En efecto, se ha dicho que “cabe
desestimar la queja interpuesta por el magistrado destituido, a quien se le denegó
el recurso extraordinario por defecto formal consistente en haber omitido toda la
consideración sobre el carácter irrecurrible de las decisiones dictadas por el Jurado
de Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación que establece el art. 115 de la
Constitución Nacional- circunstancia que compromete la fundamentación autónoma
del planteo ( art. 15 de la ley 48)-, y por remitir en lo substancial a cuestiones de
hecho y prueba, pues si bien la falta por parte del quejoso de un abordaje explícito
relativo al contorno conceptual del carácter irrecurrible expresado en la norma
constitucional, no puede ello interpretarse de modo que conduzca a calificar de
deficitaria la fundamentación del remedio federal, y dicha conclusión sólo permite
superar la objeción formal formulada por el tribunal a quo, sin que adelante criterio
acerca de la efectiva demostración de que se hayan violado las garantías
constitucionales invocadas” (22).

7.6 Por su parte, los antecedentes y las “circunstancias relevantes” también


han de ser motivadas con independencia. La Corte sostiene que “el recurso
extraordinario interpuesto no satisface el recaudo de fundamentación autónoma, si
la presentación carece de un relato apropiado y suficiente de los antecedentes más
relevantes de la causa y de la descripción clara y precisa de los agravios originados
en las graves irregularidades que atribuye al proceso de enjuiciamiento” (23).

7.7 La misma conclusión tiene la necesidad de refutar todos y cada uno de


los fundamentos que dan sustento a la decisión apelada en relación con las
cuestiones federales planteadas (art. 3° inciso d); de otro modo es improcedente la
impugnación federal si los argumentos de la Cámara no fueron rebatidos en
términos que satisfagan el requisito de fundamentación autónoma a que se refiere
el art.15 de la ley 48, exigencia según la cual el escrito respectivo debe contener
una crítica prolija de la sentencia impugnada, o sea que el apelante debe rebatir
todos y cada uno de los fundamentos en que se apoya el juez para arribar a las
conclusiones que lo agravian, a cuyo efecto no basta sostener un criterio
interpretativo distinto del seguido en la sentencia (24).

7.8 Las conclusiones a las que arribamos coinciden con aquellos que
sostienen que […] “la Corte Suprema luego de la reforma comienza una mayor
reflexión sobre sus funciones como tribunal constitucional. En gran medida, luego
de simplificado el procedimiento el Tribunal puede analizar qué casos son los que

22
. CS, 2009/05/19, “Leiva, Luis Alberto s/ pedido de enjuiciamiento”, L. 1259. XXXVIII; RHE
23
. CS, 2008/04/22, “De la Cruz, Eduardo Matías (Procurador General de la Suprema Corte de Justicia)
s/acusa -causa N° 93.631-“, Fallos, 331:810.
24
. CS, 2008/04/08, “Unión de Usuarios y Consumidores c/Compañía Euromédica de Salud s/amparo”,
Fallos, 331:563. El recurso extraordinario carece de la fundamentación autónoma que exige el artículo 15
de la ley 48, si no se demuestra, en las circunstancias concretas del sub lite, la vulneración constitucional
invocada, ya que el apelante alega la afectación al principio de congruencia sólo con base en el cambio de
calificación legal dispuesto por el a quo y en el análisis que dicho tribunal realizó acerca de ambas figuras
penales, mas omite referirse a los hechos que constituyeron la materia del juicio e indicar en qué consistió
la variación que -en su opinión- habrían sufrido, a pesar de que esta última circunstancia es la que importa
y decide la cuestión (CS, 2007/12/11, “Antognazza, María Alexandra s/p.s.a. abandono de persona
calificado -causa Nº 19.143/2003-“, Fallos, 330:4945). También se agrega que, el recurso extraordinario
no cumple con el requisito de fundamentación autónoma exigido en el art. 15 de la ley 48 si el relato de
los hechos y los agravios expuestos, resultan insuficientes para refutar adecuadamente los fundamentos de
la sentencia impugnada, y no logran demostrar la violación de las garantías constitucionales invocadas
por el recurrente, ni la configuración de un supuesto de arbitrariedad que justifique la intervención de la
Corte por la vía del art. 14 de la ley 48” (CS, 2007/09/25, “Das Neves, Mario y otro s/denuncia”, La Ley
Online).
debe resolver porque plantean cuestiones constitucionales importantes y cuáles no”
(25).

8. La cantidad de páginas del recurso extraordinario

8.1 El primer punto de las “reglas para la interposición del recurso


extraordinario federal” indica que “deberá interponerse mediante un escrito de
extensión no mayor a cuarenta (40) páginas de veintiséis (26) renglones, y con
letra de tamaño claramente legible (no menor de 12)”, mientras que en el recurso
de queja, se reduce a diez (10) páginas.

La acordada, en nuestro parecer, no busca formalizar las formalidades, ni


dar más solemnidades a un recurso que, por sí mismo, requiere de una técnica
puntual. En cambio, persigue afanosamente convertir a la pieza en un riguroso
escrito donde el recurrente señale con precisión cuál es la cuestión federal que le
permite habilitar la intervención de la Corte. Obsérvese que el mismo formulario
interroga sobre la decisión que pretende obtener del tribunal (26).

8.2 Al mismo tiempo, supone cambiar una costumbre arraigada en la


redacción del recurso directo, cuál es reiterar los argumentos del extraordinario
sumado a la impugnación del auto que lo deniega. Si observamos que, ahora, se
reduce a diez (10) páginas el escrito de interposición de la queja, es evidente que
no se quiere la repetición innecesaria de fundamentos que ya están en el acto
rechazado por el Superior Tribunal de la Causa.

25
. Sola, Juan Vicente, La Acordada 4/2007 y el control de constitucionalidad, Suplemento Especial.
Técnica jurídica de los Recursos Extraordinario y de queja, La Ley, 2007 (abril), p. 39
26
. Dice Gelli que […]: “Ese recaudo que limita la extensión de los escritos de los recursos
extraordinarios y los de queja, puede muy bien ir de la mano con la celebración de audiencias públicas en
las cuales las partes expongan ante el Tribunal, durante un plazo previamente establecido por la Corte
Suprema, sus argumentos principales. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se celebran con provecho
ese tipo de audiencias ante el Tribunal Superior de Justicia, en los casos en que se plantean conflictos de
poderes o de demanda la declaración directa de la inconstitucionalidad de leyes, decretos o normas de
carácter general. La Corte Suprema ya ha ordenado audiencias públicas en el caso "Mendoza", referido a
derechos colectivos de protección ambiental. Tanto los escritos concisos como los argumentos orales
expuestos en audiencias públicas durante un lapso limitado y preestablecido, exigen ir al núcleo de los
problemas y ayudan a que la opinión pública se anoticie acerca de cuestiones trascendentes” (Gelli, María
Angélica, Las reglas creadas por la Corte para la interposición del recurso extraordinario, Suplemento
Especial. Técnica jurídica de los Recursos Extraordinario y de queja, La Ley, 2007 (abril), p. 1).
Es posible que el modelo seguido para la extensión se haya tomado de las
Rules of the Supreme Court of the United Status (27), que la acordada define
buscando disciplinar la técnica del recurso (28).

Se ha explicado que […] “la Corte Suprema ha establecido, a través de su


doctrina jurisprudencial, algunos criterios acerca de este aspecto formal. En tal
sentido, ha indicado que la extensión no está limitada por ley ni puede ser
restringida por el superior tribunal de la causa (29). No obstante, sin perjuicio de las
normas establecidas en el Reglamento para la Justicia Nacional (arts. 46 y 47), la
regulación clara y explícita de la extensión del recurso extraordinario y de la queja,
con las restantes exigencias formales que prescribe la acordada, constituye un
aporte que contribuirá en la celeridad del procedimiento ante la Corte Suprema, la
cual tendrá que leer menos y mejor expuesto, en forma uniforme o estandarizada
(30)".

También son verdad, atinadas observaciones de especialistas, que destacan


[…] “dados los excesos y las carencias comentadas recién, creemos que, en
general, la regla es oportuna y necesaria. Sin embargo, en casos complejos y/o que
llevan años de litigio, su administración estricta por parte del tribunal puede
producir consecuencias no deseadas. En efecto, no se debe perder de vista que esta
medida requiere ser compatibilizada con las exigencias expresadas en los arts. 3.b
(relato claro y preciso de los hechos), 3.d y 10 (fundamentación suficiente y
autónoma del recurso). En la confección de un recurso extraordinario, dentro del
perentorio plazo de diez días, uno de los tantos problemas con que se enfrenta el
abogado es, precisamente, el de satisfacer el carácter autónomo del remedio: ¿qué
tanto de lo ocurrido a lo largo de centenas o miles de fojas será suficiente
mencionar para que no se desestime el caso por no haber satisfecho esa exigencia?
¿Todos los ministros o los secretarios emplean el mismo criterio? Entendemos que

27
. Pizzolo, Calógero, El límite de páginas y la sanción por incumplimiento de los requisitos formales en
la Acordada 4/2007 de la Corte Suprema, Suplemento Especial, cit., p. 34.
28
. En tal sentido, Bianchi apunta que […]: "En nuestro sistema, salvo la forma escrita y los requisitos
mínimos que rigen para los restantes escritos judiciales, el recurso extraordinario queda librado a la
imaginación y libre creación de cada letrado en lo atinente a su contenido, disposición de los capítulos y
extensión. Muy por el contrario, en los Estados Unidos, rigen formas muy rígidas en relación con estos
aspectos, las cuales están detalladamente descriptas en las Reglas 14 (contenido de la petición) y en la
Regla 33 donde se detalla el tamaño de las hojas que deben ser empleadas, el color de las mismas, el tipo
de letra, el espacio entre renglones, etc. Se establece también allí la extensión máxima que pueden tener
los escritos" (Bianchi, Alberto B., ¿Ha fracasado el certiorari?, La Ley, 2004-A, 1381; ver Tettamanti de
Ramella, El recurso extraordinario federal estrena ropaje: La acordada N° 4/2007, cit., La Ley, 2007-
E, 703).
29
. Fallos, 194:116; 214:157.
30
. ver Tettamanti de Ramella, El recurso extraordinario federal estrena ropaje: La acordada N° 4/2007,
cit., La Ley, 2007-E, 703).
en la mayoría de los casos es posible ser breve y contundente en la presentación de
los antecedentes del expediente y el desarrollo de los argumentos. También
pensamos que un escrito que respete estos límites probablemente tenga mayor
fuerza de convicción que otro que abunde en aspectos o circunstancias
innecesarias. No obstante, existe otro tipo de causas que, por la complejidad del
tema que se discute, los tropiezos habidos durante su trámite o los años de litigio,
no será pasible de ser analizado, resumido y alegado en la extensión requerida,
todo ello dentro del exiguo plazo de diez días. Probablemente sea en éstos donde
ceda y deba flexibilizarse esta novedosa exigencia, abriendo camino a la salvedad
anunciada en el párr. 1º del art. 11 (vgr., <.la Corte desestimará la apelación con
la sola mención de la norma reglamentaria pertinente, salvo que, según su sana
discreción el incumplimiento no constituya un obstáculo para la admisibilidad de la
pretensión recursiva>)” (31).

8.3 Eventuales desinteligencias sobre esta formalidad, se han despejado con


algunos pronunciamientos donde fue dicho que el escrito no debe exceder de diez
"páginas" y no "hojas" (como pretendía el recurrente) (32).

Finalmente, en nuestro parecer, la extensión señalada en el artículo 1° de la


Acordada no suma las que corresponden a la carátula, la que pese a no tener
señalada la cantidad de folios que importa, no debiera tener más espacio que el
asignado para completar el formulario.

9. Rigorismo técnico del actual recurso extraordinario

9.1 El recurso extraordinario cuya fundamentación autónoma (art. 15, ley


48) se integra con los desarrollos de lo enunciado en el art. 2 inciso i) y art. 3
incisos a), b), c) d) y e), de la Acordada 4, se complementa con la transcripción de
todas las normas jurídicas citadas que no estuvieran publicadas en el Boletín Oficial
del país, debiendo indicar los períodos de vigencia.

La obligación se puede cumplir dentro del texto del recurso o incluyendo un


anexo separado. En ambos casos, la suma de paginas no debe superar las cuarenta
(40) del recurso extraordinario, ni las diez (10) de la queja por denegación.

El deber de citar los fallos de la Corte con la mención del tomo y página de
la publicación oficial (colección Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación)

31
. Garay, El recurso extraordinario y su reglamentación por la Acordada 4/2007, JA, 02/05/2007.
32
. CS, 2008/12/22, "Andino, Adrián c/ Laboratorio y Molino Porta S.A. y otros", La Ley, , 2009-B, 7, cita
de Chiacchiera Castro - Calderón, La acordada 4/2007 en la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia, La Ley, 29/05/2009, p. 1.
se puede recabar, ante la ausencia de la obra, en la excelente página web del
tribunal (www.csjn.gov.ar).

La Corte federal se ha mostrado muy severa en el control formal.


Repetidamente ha dicho que “cabe desestimar la queja y declarar perdido el
depósito, si el apelante ha cumplido en forma deficiente el recaudo previsto por el
artículo 3º, inc. b, del reglamento aprobado por la acordada 4/2007” (33). El mismo
resultado cuando el apelante no satisface lo establecido en el art. 7º, inc. c. ( 34), o
la defección es por no integrar los requisitos previstos por los arts. 4°, 5° inc. h) e
i) y 7° inc. c) (35).

9.2 La acordada delimita la competencia del tribunal y delega el


protagonismo de la selección de causas (antes evocada en el art. 280 del Código
Procesal) en las jurisdicciones provinciales. Con ello consigue un doble efecto: a)
que las cuestiones federales se resuelvan por el superior tribunal de la causa, y b)
que se restrinja la causal de arbitrariedad.

Bien dicen Morello y Rosales Cuello que […] “la lectura de su articulado
muestra que se pretende regresar al ejercicio del recurso extraordinario clásico,
según la letra de los artículos 14, 15 y 16 de la ley 48. Los recaudos que exige
cumplimentar están especialmente dirigidos a demostrar la estricta concurrencia de
los requisitos propios, comunes y procesales del recurso federal en la versión
diseñada por esa norma y también por la jurisprudencia elaborada a su respecto.
Además, se ha establecido una serie de previsiones encaminadas a darle más
prolijidad, precisión y claridad a los recursos y quejas interpuestas ante el máximo
tribunal, facilitando el estudio de su admisibilidad. Esa ha sido la respuesta de la
Corte para evitar la proliferación de recursos o quejas extensos, pero escasamente
fundados, imprecisos e inundados de generalidades, citas y sumarios desvinculados
de la cuestión a resolver” (36).

Sin embargo, el poder que se le otorga a los Superiores Tribunales y, en el


orden federal y de la justicia nacional, a las cámaras de apelaciones, parece
demasiado amplia por el impacto que genera en el recurso directo o de queja. La
puesta en escena del recurso extraordinario revierte el uso de la trascendencia que
antes era discrecional de la Corte, por el encuadre en el molde predispuesto en

33
. CS, 2007/12/11, “Alessio, Liliana Graciela c/Vicente Giorgi S.A.”.
34
. CS, 2007/12/11, “Arazi, Débora Alejandra c/Poder Ejecutivo Nacional”.
35
. CS, 2007/12/11, “García, José Rafael s/causa Nº 6350”.
36
. Morello, Augusto M. – Rosales Cuello, Ramiro, Práctica del recurso extraordinario, La Ley, Buenos
Aires, 2009, p. 337.
formularios y técnicas que se indican, como si el recurso extraordinario fuera un
crucigrama a descifrar y completar.

Una última instancia blindada o bloqueada puede ocasionar serias


deficiencias en el sistema todo y dejar en pie una sentencia contraria a la
Constitución Nacional y, lo que es más, al Estado a las puertas de una condena en
el sistema interamericano (37).

9.3 El artículo 11 de la acordada es lapidario: "En el caso de que el apelante


no haya satisfecho alguno o algunos de los recaudos para la interposición del
recurso extraordinario federal y/o de la queja, o que lo haya hecho de modo
deficiente, la Corte desestimará la apelación mediante la sola mención de la norma
reglamentaria pertinente, salvo que, según su sana discreción, el incumplimiento
no constituya un obstáculo insalvable para la admisibilidad de la pretensión
recursiva. Cuando la Corte desestime esas pretensiones por tal causa, las
actuaciones respectivas se reputarán inoficiosas. Del mismo modo deberán
proceder los jueces o tribunales cuando denieguen la concesión de recursos
extraordinarios por no haber sido satisfechos los recaudos impuestos por esta
reglamentación".

Pese a la delegación que realiza el tribunal hacia las jurisdicciones


provinciales, igualmente se reserva el poder discrecional (una vez más usa la
advertencia de la sana discreción), de seleccionar las causas que hubieran sido
admitidas. La salvedad que contiene la norma permite interpretar que el uso del
certiorari pervive, aunque diluido.

La excepción a esta regla se prevé en el art.12 para los recursos


interpuestos in forma pauperi". Éstos son aquellos que, a pesar de ser
deficientemente fundados o sin responder con los presupuestos formales, al
provenir de personas privadas de su libertad y sin la debida asistencia letrada, igual
reciben admisión.

La Corte dice que "[...] los reclamos de quienes se encuentran privados de


su libertad, más allá de los reparos formales que pudieran merecer, deben ser
considerados como una manifestación de voluntad de interponer los recursos de ley
[...] (38).

El déficit se canaliza otorgando representación letrada, con la esperanza que


la técnica de fundamentación quede abastecida. Por ello, si se advierte con claridad
que el defensor oficial, en lugar de dar sustento jurídico al recurso in forma

37
. Morello.– Rosales Cuello, Práctica del recurso extraordinario, cit., p. 339.
38
. Fallos 308:1836.
pauperis, se limita a transcribir sintéticamente los agravios que había alegado el
imputado en dicha presentación, sin darle fundamento técnico ni desarrollo para
una crítica concreta y razonada a los argumentos de la sentencia condenatoria, ello
importa un inadmisible menoscabo al derecho de defensa en juicio del acusado que
determina la nulidad del recurso de casación por carecer de una asistencia efectiva
de la defensa, máxime que se trataba de una defensa técnica provista por el Estado
y que la debida fundamentación de esa impugnación resultaba fundamental para
que se cumpliera eficazmente con la revisión integral de la sentencia condenatoria
(39).

En el mismo sentido se afirma que, corresponde dejar sin efecto el


pronunciamiento que -desconociendo la jurisprudencia de la Corte Suprema en
materia de recursos in forma pauperis- rechazó por extemporáneo el de casación,
impidiendo la revisión de la condena y la pena (art. 8.2.h. del Pacto de San José de
Costa Rica y 14.5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos), y la posibilidad de
obtener un pronunciamiento acerca de los agravios en cuestión, y echando por
tierra toda posibilidad del control constitucional por parte del Tribunal (40).

10. El recurso de queja y la Acordada 4

10.1 La acordada 4/2007 refiere al recurso de queja en los artículos 4 a 7.


Particularmente el cinco (5) aclara que también se debe presentar una carátula con
los requisitos del art. 2 incisos a) hasta e), y enunciar los recaudos formales que allí
se mencionan. Luego, en la fundamentación de la queja, la Corte reduce el objetivo
señalando al recurrente que deberá refutar, en forma concreta y razonada, todos y
cada uno de los fundamentos independientes que den sustento a la resolución
denegatoria. “El escrito tendrá esa única finalidad y no podrán introducirse en él
cuestiones que no hayan sido planteadas en el recurso extraordinario”.

De esta forma, la queja se concreta casi como un recurso de nulidad, antes


que de inconstitucionalidad, porque si el ataque tiene el único motivo de demostrar
a la Corte que existe error en la resolución denegatoria, la vía es agraviarse por
cada uno de los motivos que el tribunal superior haya expresado.

Se abandonaría entonces la tesis jurisprudencial que indica en la queja la


necesidad de cumplir con el requisito de fundamentación autónoma que obliga a un
escrito recursivo que contenga un relato adecuado de los antecedentes de la causa

39
. CS, 2007/08/07, “Noriega, Manuel s/p.s.a. robo calificado -causa Nº 3/03”, Fallos, 330:3526.
40
. CS, 2006/06/20, “Cardozo, Gustavo Fabián s/ recurso de casación”, Fallos, 329:2265.
al respecto que no tenga que obligar a la lectura del expediente para una cabal
comprensión del asunto (41).

10.2 Ahora bien, si la repulsa viene señalada por no dar cumplimiento con
tal o cual disposición de la Acordada 4/2007, el recurso directo toma alguno de los
siguientes caminos: a) provoca una suerte de reposición in extremis contra la
providencia interlocutoria que expulsa al recurrente del sendero federal; b) opera
como recurso de nulidad, o c) trabaja como recurso de inconstitucionalidad o
extraordinario puro (42) que, en nuestro parecer, es la única posibilidad que tiene la
Corte para atender.

Con relación a la reposición in extremis, entre muchos precedentes, se tiene


dicho que […] “las decisiones de la Corte por las que rechaza los recursos de queja
por apelación denegada no son, como principio, susceptibles de reposición ni de
recurso de nulidad” (43). Por eso, “corresponde rechazar el recurso de revocatoria
contra la decisión de la Corte que desestimó el recurso de queja que carecía de un
requisito esencial como era la firma de su presentante si no sólo al deducir el
mismo el letrado no justificó su presentación en los términos del art. 48 del Código
Procesal, sino que la propia parte da cuenta de que durante el proceso se hizo uso
de la facultad otorgada por dicho artículo, circunstancia que frente a lo dispuesto
por el tercer párrafo del mismo sella la suerte de su petición” (44).

10.3 De allí que, sería una reposición en última instancia, cuando se quiera
demostrar que la falta de un requisito formal que echa la suerte del recurso
denegado, en realidad está cumplido pero que resulta inadvertido por el tribunal
superior.

Por ejemplo, la Corte ha revertido un auto que declara inadmisible el recurso


extraordinario señalando que […] corresponde revocar la decisión que desestimó el
recurso de queja ya que si el art. 7°, inc. b, del reglamento aprobado por la
acordada 4/2007 sólo menciona la copia del escrito de interposición del recurso
extraordinario federal -que había sido adjuntado- a fin de no incurrir en un exceso
de rigor formal no correspondía exigir la carátula prevista por el art. 2° del referido
reglamento al deducirse la queja” (45).

41
. CS, 2003/02/06, “Oswald, Victoria María y otros c/ Lalor S.A. Consignataria Mandataria y
Financiera”, Fallos 326:34.
42
. Cfr. Rojas, Jorge A., Las nuevas fronteras del recurso extraordinario federal, La Ley, 2008.E, 858 y ss.
43
. CS, 2007/12/18, “Provincia del Chaco c/Moro, Julio y Paz de Obes, Graciela Azucena y/o cualquier
otro ocupante”.
44
. CS, 2007/11/27, “Zocchi, Gisela Mariana y otro c/Sidi, Claudio David y otros”, Fallos, 330:4891.
45
. CS, 2008/08/26, “Porta, Ezio y otros c/Pérez Juárez, Ricardo José y otro”, Fallos, 329:4454.
10.4 Como recurso de nulidad contra el auto denegatorio, caben iguales
reflexiones, porque en la práctica no es una providencia nula por error formal, sino
en todo caso, un déficit de apreciación que se debe atacar como vicio del
juzgamiento, y como tal, dentro del carril de la queja por apelación denegada.

Ahora bien, si la resolución de inadmisibilidad se argumenta con las causales


de la acordada 4, es evidente que el tribunal superior de la causa, pese a que el
art. 11 no lo dice expresamente, también tiene la facultad de desestimar el recurso
“mediante la sola mención de la norma reglamentaria pertinente”, provocando una
clarísima restricción al desarrollo que se exige en el artículo sexto, debiendo
entonces, volver a los fundamentos de la inconstitucionalidad por violación al
debido proceso (art. 18, 43, 75.22, CN).

10.5 Queda una cuestión más, supongamos que el auto de rechazo aporta
fundamentos que no dijo en la sentencia impugnada. Ante tal situación sería
evidente la injusticia de aplicar el párrafo final de artículo sexto que veda la
posibilidad de utilizar la queja para cuestiones no planteadas en el recurso
extraordinario. La “sorpresa” del auto denegatorio, ampliando fundamentos,
produce un agravio federal que se puede agregar en la presentación directa ante la
Corte.

Por todo lo dicho, es demasiado riesgoso dejar en el tribunal superior de la


causa la posibilidad de “seleccionar causas”, de “resolver sobre la trascendencia del
caso”, de permitir que rechace invocando solo la norma reglamentaria (que
significaría delegar el ceriorari hacia jurisdicciones que no pueden aplicarlo), o de
establecer, como lo hace el art. 11 de la acordada que “del mismo modo deberán
proceder los jueces o tribunales cuando denieguen la concesión de recursos
extraordinarios por no haber sido satisfechos los recaudos impuestos por esta
reglamentación.

10.6 Tradicionalmente figura entre los deberes de la jurisdicción el de


fundamentar el auto que admite formalmente el recurso, dado que la procedencia
queda en manos de la Corte Suprema. Los recaudos que se deben ponderar, en
cierta medida, son todos -comunes, propios y formales- pues son presupuestos de
cumplimiento imprescindible y concurrente. El auto que concede o deniega la
admisión del recurso extraordinario es un verdadero juicio, donde se reúnen
distintas tareas del tribunal que resulta impugnado.

La principal consiste en la difícil misión de aislarse del contexto donde supo


conocer y dictar una sentencia que pretende definitiva, para ocuparse solamente
del recurso que critica ese fallo por inconstitucionalidad o alguno de los defectos de
congruencia clásicos, entre los que se cuenta la remanida arbitrariedad de los
pronunciamientos. Esta tarea le obliga a considerar tópicos diferentes, como el
tiempo, la forma, la conexidad entre la entidad del gravamen y la cuestión
constitucional resuelta por el superior tribunal de la causa, etc.

10.7 Tantas actividades no pueden resumirse en fórmulas estereotipadas o


pensadas en "muletillas" que no analizan las circunstancias particulares de cada
caso. Es preciso que se motive razonadamente dicho juicio de admisibilidad. La
ausencia de fundamentación generalmente se ha tratado como causal de rechazo
del recurso extraordinario al ser mal concedido, devolviéndose para que se dicte un
nuevo pronunciamiento formal (46).

En consecuencia, más allá de cuestionar el estilo como se concede o deniega


el acceso a la Corte, que podría obligar al órgano apelado a defender posiciones
asumidas o a resolver ampliando argumentos que no dijo en la sentencia que
provoca el gravamen federal (47), lo cierto es que la providencia necesita colaborar
con el Alto Tribunal aportando fundamentos para la admisión o la denegación,
evitando así que la Corte tenga que relevar si la sola enunciación de la norma de la
acordada que se dice en falta, es o no cierto.

46
. Fallos, 310:1789; 311:64, entre otros.
47
. Gozaíni, Osvaldo A., Indebida ampliación de argumentos en el auto que atiende la admisión del
recurso extraordinario federal, ED, 28/09/1992.

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