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PATRICIO M. E. SAMMARTINO*
-PRIMERA PARTE-
La LNPA, en el Artículo 7°, incisos b) y c), establece que la causa –como ante-
cedente de hecho y de derecho– y el objeto –aquello que el acto declara, decide– son
elementos esenciales que estructuran el acto administrativo.
Esa consideración tiene significación jurídica.
De un lado, elevar la causa y el objeto a la condición de elemento esencial del
acto implica reconocer que ambos son requisitos estructurales necesarios e indispen-
sables de todo acto administrativo que emitan los órganos y entes que desarrollan la
función administrativa. De consiguiente, la ausencia o el vicio que alguno de ellos
pudiera padecer acarrea, como luego veremos, consecuencias importantes sobre la
vitalidad jurídica de la declaración.
De otro, significa además que en el régimen nacional el objeto, pero sobre todo la
causa, son elementos que si bien guardan interdependencia con respecto a los demás,
gozan de sustantividad, toda vez que no quedan subsumidos ni confundidos en los otros.
62 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
1
Fiorini explicaba que en el derecho civil la causa determinante del negocio o acto jurídico se sustenta
en la voluntad natural del individuo. El acto es producto de su voluntad sin considerarse los motivos que
concurrieron para su manifestación. Esto no puede acontecer en el derecho administrativo pues la causa
aparece compleja y coordinada (ver Derecho administrativo, T° I, p. 497 y sigs.).
El Prof. Cassagne señala que la teoría de la causa en su formulación objetiva nada tiene de común con
las distintas teorías elaboradas en el derecho privado. En el derecho administrativo lo que interesa, a los
efectos de mantener la juridicidad del acto, es la razón objetiva que justifica su emisión, aunque en el
fondo constituya también una respuesta al porqué de su dictado. Destaca que los distintos sentidos
atribuidos en el derecho privado a la palabra causa carecen de aplicación en el derecho administrativo
(Derecho Administrativo, T° II, segunda edición, p. 160).
2
Sin embargo, el fenómeno de la constitucionalización de las ramas del derecho tiende a borrar la
distinción entre derecho público y derecho privado (cfr. Favoreu, Louis Joseph, “La constitucionaliza-
ción del derecho, Misceláneas en homenaje a Roland Drago”, La unidad del derecho, París, Económica,
1996, p. 25 y sigs., reproducido por Revista de Derecho, volumen XII, agosto 2001, pp. 31-43).
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 63
1.2. La causa, como requisito autónomo del acto administrativo, se abrió paso en la
jurisprudencia del Consejo de Estado francés a través de tres casos resueltos durante la
década del veinte del siglo pasado: los arrets “Trepont”, “Blanchard” y “Lefranc”.
En el primero, el Consejo de Estado anuló la decisión administrativa que otorgó
una licencia no remunerada a un prefecto, al verificar que ella estaba basada en una
causa jurídica inexistente: el interesado no había presentado ninguna solicitud de
licencia. En el segundo, se anuló la orden de traslado de un agente fundado en que
éste nunca había formulado esa petición. Finalmente, en “Lefranc”, se trataba de un
funcionario a quien se hizo cesar en su cargo por haber sido éste suprimido; sin
embargo, tiempo después se comprobó que el cargo nunca había sido suprimido.
Todos son supuestos que exhiben una clara inexactitud material de los hechos
invocados como antecedentes del acto.
Desde otra perspectiva, en cambio, se podría afirmar que tanto el primero como
el segundo asunto citado, más que padecer vicios en el “elemento” causa, carecen de
un presupuesto de validez, toda vez que siendo ambos actos de naturaleza bilateral,
tanto la falta del pedido de licencia, en “Trepont”, como la ausencia de petición de
traslado en “Blanchard”, permitirían sostener que el vicio se aloja, no ya en la causa,
sino en la voluntad. Desde esa misma atalaya solamente el arret “Lefranc” resultaría
genuinamente un supuesto de ausencia de causa, como antecedente de hecho.
Con anterioridad a esa jurisprudencia, el Consejo de Estado registra dos impor-
tantes asuntos con respecto al alcance del control, por parte del juez administrativo,
en los que se advierte una fiscalización no sólo de la materialidad de los hechos3, sino
también de su calificación jurídica4.
En definitiva, para el derecho administrativo francés de las primeras décadas del
siglo veinte –cuya influencia pervive entre nosotros hasta el presente– cada vez que
3
Así, en el arret “Camino” (1916) se destaca que no corresponde al Consejo de Estado apreciar la
conveniencia de los actos administrativos pero sí le compete verificar la materialidad de los hechos que
motivaron los actos. En ese asunto se le imputaba al alcalde de una ciudad haber incumplido la obliga-
ción que imponía una ley al no velar por la decencia de un cortejo fúnebre. El Consejo dijo que el motivo
de las pretendidas vejaciones se basa en hechos que además de estar incompletamente probados, no
constituirán faltas. En su comentario al caso, Jéze sostiene que el arret “Camino” es célebre porque
marca con claridad el control de la inexactitud material de los hechos. Recuerda que años más tarde el
Consejo de Estado anuló, por estar basada en un hecho inexacto y por consiguiente en causa jurídica
inexistente, una decisión que otorgaba a un prefecto una licencia no remunerada a solicitud del mismo
cuando el interesado no había presentado ninguna solicitud (Trepont, 1922).
4
Con anterioridad al arret “Camino”, el Consejo de Estado francés se expidió en el arret “Gomel”
(1914). Este asunto es considerado por la propia doctrina francesa como el punto de partida de la abun-
dante jurisprudencia relacionada con el control de la calificación jurídica de los hechos por el juez de la
acción de nulidad. Según se desprende del caso, una disposición legal le confirió facultades al prefecto
para denegar, por medio de una decisión individual, la licencia de construcción en caso en que el proyec-
to presentado atentara contra una perspectiva monumental. El Consejo de Estado estimó que al denegár-
sele al peticionario la licencia de construcción se aplicó indebidamente la norma porque la construcción
proyectada no estaba incluida dentro de esa perspectiva monumental.
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5
Diez, Manuel M., El Acto Administrativo, Buenos Aires, 1956, p. 162.
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Habrá falta de causa o motivo cuando los antecedentes de hecho que justifica-
rían la emisión de acto no existieren o fueren falsos o cuando el derecho invocado
para ello tampoco existiere.
iii. Explica el Prof. Cassagne que en el derecho positivo vigente en el orden
nacional y la jurisprudencia de la Corte Federal, la causa consiste en las circunstan-
cias o serie de antecedentes o razones de hecho y de derecho que justifican el dictado
del acto administrativo6.
iv. El Prof. Gordillo considera que los elementos del acto administrativo son
cuatro: la competencia, la voluntad, el objeto y la forma. A partir de esa posición
destaca que los requisitos causa (motivo) y fin pueden ser subsumidos en los anterio-
res, particularmente en la voluntad.
Señala luego que el desacuerdo es un mero problema de denominación. Una
irregularidad del acto será para algunos vicios de voluntad, para otros vicios de for-
ma, para un tercero vicio en el objeto pero el vicio y su calificación se mantienen en
lo fundamental a través de distintas denominaciones7.
v. Juan F. Linares8 sostiene que el acto administrativo es la ejecución individua-
lizada del ordenamiento jurídico. Toda ejecución del derecho es la aplicación de la
totalidad del ordenamiento jurídico.
Al referirse a la estructura lógico normativa del acto administrativo señala que
no es adecuado hablar de motivos o causa del acto administrativo. Lo correcto, afir-
ma, es hablar de situación existencial antecedente, que remite a la idea de hecho
antecedente, hecho condicionante, hecho operativo, condición jurídica.
Explica Linares que la situación existencial antecedente es la inserción de la
realidad en todo el esquema normativo.
Linares explica que la situación existencial antecedente se integra con la compe-
tencia, la declaración de voluntad y la circunstancia del caso operativo.
La verificación de la circunstancia del caso operativo determina el cuándo del
acto administrativo o su oportunidad temporal. A esa temporalidad Linares la califica
como tiempo situacional (o situación existencial).
vi. El Prof. Pedro Coviello puntualiza que, con relación a este tema, interesa
simplemente si el acto estuvo fundado, sustentado, motivado, basado o cualquier otro
término que quiera buscarse en lugar de causa, tanto en los hechos o realidad y en el
derecho correspondiente. Afirma luego que más allá de las denominaciones se re-
quiere que el acto no sea producto de la simple voluntad del funcionario sino que
tenga su razón jurídica, basada en los hechos y en la norma aplicable9.
6
Cassagne, op. cit., pp. 160/161.
7
Gordillo, Agustín, Derecho Administrativo, T° 3°, 5ª edición, Cap. VIII. 1 al 24.
8
Linares, J. F., Fundamentos de Derecho Administrativo, 1975, p. 263 y sigs.
9
Coviello, Pedro J. J., La causa y el objeto del acto administrativo, conferencia dictada en las Jornadas sobre
Acto y Reglamento, organizadas por la Universidad Austral, 2001, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2002, p. 48.
66 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
vii. Al referirse a este elemento causa como antecedente de hecho, el Prof. Julio
R. Comadira señala que los hechos objetivos deben existir en la realidad como algo
exigible por el agente que ve comprometido su derecho y la Administración debe
acreditarlos de algún modo, especialmente cuando el interesado cuestiona la existen-
cia de tales hechos.
Enfatiza que la causa del acto no puede consistir exclusivamente en la voluntad
del agente, siendo por ende siempre necesario que ella se sustente en factores objeti-
vables. Por tal razón son nulos por falta de causa los actos que genéricamente inten-
tan fundarse en razones de servicio o de oportunidad, mérito o conveniencia sin ex-
plicitación concreta de ellas.
viii. En el derecho español, Fernando Garrido Falla conceptualiza a la causa
como la razón o circunstancia que justifica en cada caso que un acto administrativo
se dicte.
Para Garrido Falla, la comprobación de la causa ha de consistir normalmente en
la constatación o en la apreciación de un hecho, con lo que se viene a resolver el
problema jurídico de por qué y en qué medida las jurisdicciones revisoras pueden
entrar en el examen de los hechos determinantes de una decisión administrativa. De
allí que dos clases de errores fácticos pueden viciar la causa del acto administrativo:
la falsedad en los hechos y la apreciación errónea de los hechos10.
Eduardo García de Enterría puntualiza que la causa es el presupuesto de hecho
propuesto por la norma para que el acto pueda y deba ser dictado por la Administra-
ción. El acto sólo puede ser dictado en función del presupuesto de hecho tipifica-
do por la norma de cuya aplicación se trata. Asevera que el supuesto de hecho en
cuanto proviene directamente de la norma atributiva es siempre elemento reglado11.
Si ese presupuesto no se cumple, la potestad no podrá ser correctamente utilizada.
Desde una perspectiva distinta, Boquera Oliver dice que la causa de una declara-
ción de voluntad no son los hechos, sino la apreciación que el sujeto hace de los
hechos. Es lo que el sujeto imagina de la realidad. La causa, explica Boquera Oliver,
es subjetiva y no objetiva. Afirma que la representación y valoración que el sujeto
10
Garrido Falla, Fernando, T° I. Agrega este autor que una serie de circunstancias de hecho se integran
como elementos del acto administrativo a través de la noción de causa. Así la causa de una sanción
disciplinaria está en la comisión efectiva de la falta; la causa de la orden de demolición de una finca
ruinosa, en el estado de ruina; la de una jubilación de un funcionario por imposibilidad física, en la
situación de imposibilidad física; la del traslado voluntario de un funcionario de una a otra plaza, en
la existencia de esta última como vacante y en la solicitud del interesado. La falsedad de los hechos no
plantea más problemas que su probanza. Pero probado el error, el acto administrativo debe declararse
viciado. Se nombró un funcionario para una vacante que no existe; se dio traslado voluntario al funcio-
nario que no lo solicitó; se sancionó por falta que está probado que no se cometió. En estos casos la
comisión del error tiene los mismos efectos que la violación de la ley.
11
García de Enterría-Fernández, Curso de Derecho Administrativo, T° I, p. 529.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 67
hace de unos hechos es lo que le mueve a declarar su voluntad y a producir con ella,
en relación con el derecho objetivo, determinados efectos jurídicos12.
ix. En la doctrina italiana, Zanobini13 sostenía que la causa no es elemento esen-
cial del acto administrativo o en general del acto jurídico, porque no tiene existencia
autónoma, sino que es un requisito de la voluntad o mejor un modo de actuar de ésta.
La causa, dice este autor, puede llamarse el motivo práctico de la voluntad, el fin que
ésta se propone dando vida al acto jurídico.
Alessi14 se manifiesta también crítico con respecto al elemento causa. Afirma
que su introducción en el acto administrativo es producto de una analogía más apa-
rente que real que ha creído encontrar en la causa un elemento que relaciona el acto
administrativo con el interés público. Luego de afirmar que entre la causa del nego-
cio e interés público no existe nada en común, concluye que la pretendida adaptación
es forzada y antinatural.
1.5. Evaluación.
Se observa pues que las posiciones doctrinales elaboradas en torno de la “causa”
del acto administrativo son disímiles. Un criterio la confunde con la finalidad del
acto; otro, en cambio, le niega toda sustantividad. También hay quienes directamente
la subsumen en la voluntad. Mayoritariamente, se la emparenta con los hechos deter-
minantes. Este es el sendero que siguió la ley nacional al consagrar la causa como
antecedente de hecho.
En efecto.
i.- En el ámbito nacional, el régimen jurídico del acto administrativo exige que el
acto administrativo, al momento de su emisión, cumpla con todos los elementos que
indica el Artículo 7° de la LNPA. Ciertamente, la concurrencia de la causa, entendida
como antecedente de hecho, es uno de los requisitos esenciales de validez del acto.
El Artículo 7°, inc. b), de la LNPA, exige como condición de validez que un
evento de la realidad, particular y concreto, se inserte en el supuesto de hecho selec-
cionado abstractamente por el sistema normativo.
Al dotar de sustantividad a la causa como antecedente de hecho, la LNPA consi-
dera que la relevancia del evento fáctico previsto en la norma aplicable tiene tal
envergadura en la estructura del acto que merece ser asumida por el orden normativo
con autonomía conceptual y jurídica.
Como señalamos, frente a la posición asumida por el legislador en los Artículos
7°, inc. b) y 14 inciso b), de la LNPA, se deben descartar –en el orden nacional–
aquellos enfoques doctrinales que subsumen a la causa en los elementos objeto o
finalidad o, directamente, en la voluntad o que directamente la desconocen.
12
Boquera Oliver, Derecho Administrativo, décima edición, Civitas, p. 347.
13
Zanobini, Guido, Curso de Derecho Administrativo, volumen I, Parte General, Buenos Aires, 1954,
p. 317 y sigs.
14
Alessi, Renato, Instituciones de Derecho Administrativo, Tomo I, Barcelona, 1970, pp. 277/278.
68 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
15
CSJN, Fallos: 277:205 y JA 8-1970-459 y siguientes (“Hochbaum”); Fallos: 320:2509 (“Solá”);
Camnasio, Irma -2007-; PTN, Dictámenes: 261:118.
16
CSJN, Fallos: 311:160 (“Cabanas”); 320:2509 (“Solá”).
17
Dictámenes: 197:182; 264:83, entre otros. Reiteradamente la PTN recuerda que la Ley de Procedi-
mientos Administrativos N° 19.549 se enrola en una concepción objetivista, que considera causa del
acto administrativo a los antecedentes o circunstancias de hecho o de derecho que en cada caso justifi-
caron su dictado.
18
La Corte Federal, al confirmar la sentencia que ordenó reincorporar a la actora al cargo de docente del
cual había sido separada, sostuvo que la sola invocación de “razones de seguridad” sin un andamiaje
objetivo que la motive y sin que el interesado tenga garantizada su defensa, no puede justificar nunca la
privación del pleno goce de los derechos constitucionales de trabajar y de enseñar (CSJN, “Fadlala de
Ferreyra”, ED 108-460).
La mera invocación de razones de servicio no satisface el principio de razonabilidad que debe presidir a
los actos discrecionales (CSJN, Fallos: 307:388 –“Girardini”–, voto Dr. Belluscio).
En “Arias”, LL 1986-A-16, el alto tribunal consideró que la mera invocación de razones de servicio
fundadas en las prescripciones de leyes que reglamentaban el sistema de prescindibilidad, no resultan
idóneas para producir la baja del agente sin habérsele acreditado los cargos respectivos.
19
CSJN, “Spinosa Melo”, sent. del 5-9-2006, considerando 10.
20
Dictámenes: 265:232. Es doctrina reiterada de la PTN que los informes técnicos en los que encuentran
fundamento los actos administrativos merecen plena fe, siempre que sean suficientemente serios, preci-
sos y razonables, no adolezcan de arbitrariedad aparente y no aparezcan elementos de juicio que destru-
yan su valor (Dictámenes: 263:151).
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 69
Claro está, no es admisible considerar como causa del acto a los informes secre-
tos desfavorables de los que no tuvo conocimiento el particular21.
Tampoco pueden ser causa de un acto administrativo las conductas cumplidas en
el ámbito personalísimo del derecho a la intimidad que resguarda el Artículo 19 de la
Constitución Nacional22.
La causa de un acto administrativo, es decir las circunstancias de hecho y de
derecho que motivaron su emisión, no puede ser discrecional; debe hallarse referida
a circunstancias perfectamente verificables23. En esta inteligencia, es evidente que
exigiéndose circunstancias objetivables ellas podrán estar definidas en conceptos
determinados o, según el caso, en conceptos jurídicos indeterminados24; lo cual des-
carta que el antecedente de hecho quede supeditado totalmente a la discrecionalidad
del órgano emisor25.
De suyo, la errónea determinabilidad de un concepto jurídico indeterminado
establecido como presupuesto de hecho, vicia el elemento causa como antecedente
de hecho26.
La doctrina del más alto tribunal también da cuenta de que la errónea califica-
ción jurídica del presupuesto de hecho torna inválido el acto administrativo27.
iii.- Es posible apreciar entonces que el examen de la causa, como antecedente
de hecho, tiene dos grandes vertientes.
De un lado, se lo asocia con la existencia y la exactitud material de los hechos o
antecedentes fácticos exigidos por la norma aplicable.
21
CSJN, Fallos: 306:370.
22
CSJN, “Spinosa Melo” sent. del 5 de septiembre de 2006 (especialmente considerandos 8 y 11). Allí
el alto tribunal consideró que existía falsa causa para disponer una sanción a un diplomático por cuanto
los antecedentes fácticos invocados no constituyeron otra cosa que juicios de valor formulados sobre
comportamientos personalísimos del imputado, comprendidos en la esfera de su intimidad y amparados
por el Art. 19 de la Constitución Nacional. Con fundamento en el Art. 14, inc. b, de la Ley Nº 19.549
sostuvo que el acto sancionador debía ser dejado sin efecto.
23
Dictámenes: 114:376.
24
García de Enterría explica que ese presupuesto puede ser una situación material perfectamente objeti-
vable (existencia de la vacante para poder dictar el acto de nombramiento; requisito de titulación, edad,
para admitir a un aspirante a unas pruebas de selección; cumplimento de la edad para jubilar a funciona-
rio; antigüedad del funcionario en cuanto al reconocimiento de trienios); puede ser también una situa-
ción más compleja o más ambigua cuya apreciación exija utilizar conceptos de valor o de experiencia, o
incluso calificaciones jurídicas previas según la técnica de los conceptos jurídicos indeterminados (ur-
gencia, peligro, ruina, idoneidad) (García de Enterría-Fernández, Curso de Derecho Administrativo,
T° I, p. 529 y sigs.).
25
Ver CSJN, Fallos: 329:3617, “Spinosa Melo”, sent. del 5-9-2006, consid. 10.
26
Ibídem.
27
CSJN, Fallos: 293:133 (“Pustelnik”). En esa causa el alto tribunal reexaminó un acto que había
extinguido otro por razones de ilegitimidad (una autorización para construir), y sostuvo que en verdad la
revocación obedeció a razones de oportunidad, mérito o conveniencia.
70 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
28
Marienhoff (op. cit.) afirmaba que si faltare la causa o motivo, el acto será nulo, de nulidad absoluta;
en cambio, si la causa o motivo existieren, pero sólo estuvieren viciados, el acto será anulable, de
nulidad relativa. Para este autor, una errónea interpretación de los hechos existentes o del derecho
tornará anulable el acto.
Julio R. Comadira sostiene que un acto administrativo es nulo de nulidad absoluta cuando carece de
alguno de sus elementos esenciales, o padecen en ellos un vicio grave. En cambio, es anulable cuando
todos sus elementos concurren, pero alguno adolece de un vicio “leve” o “no fundamental” (ver El acto
administrativo, Buenos Aires, 2003, p. 76).
29
Marienhoff (op. cit., pp. 298/299), fuente doctrinal del título III de la Ley de Procedimientos Nacio-
nal, explica que “[p]or causa del acto administrativo ha de entenderse los antecedentes o circunstancias
de hecho o de derecho que en cada caso llevan a dictarlo”. Va de suyo que tales antecedentes o circuns-
tancias de hecho “deben existir o concurrir al tiempo de emitirse el acto”.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 71
30
Así el TSJ de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en “Gagnotti” (sentencia dictada el 14 de febrero
de 2002) estimó inválido el acto que aplicó analógicamente una norma legal para restringir derechos,
desconociéndose que la analogía no es una técnica habilitada para esa función. Al actor se le denegó la
licencia profesional para conducir taxis por cuanto, al tener antecedentes penales, la norma impedía su
otorgamiento. Sin embargo, la norma que se aplicó regulaba el transporte escolar, que sí impedía esa
posibilidad, mas la norma no regía el servicio de taxi.
31
La CSJN en “Digier”, sentencia del 5-9-1995, descalificó la validez de un acto denegatorio de un
beneficio previsional por cuanto la decisión administrativa aplicó un régimen jurídico equivocado. Dijo
así la CSJN que esa decisión administrativa “se apartó de la legislación aplicable al caso” por no estar
vigente a la fecha del dictado del acto administrativo que resolvió el tema.
32
En “Gottschau, Evelyn Patrizia c/ Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
s/ amparo”, sentencia del 8 de agosto de 2006, la CSJN sostuvo que “cuando se impugna una categoría
infraconstitucional basada en el ‘origen nacional’ como sucede en el sub lite, corresponde considerarla
sospechosa de discriminación y portadora de una presunción de inconstitucionalidad que corresponde a
la demandada levantar” (cfr. causa “Hooft”, Fallos: 327:5118, considerando 4º y sus citas).
33
Marienhoff, op. cit., p. 532.
72 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
34
Dictámenes: 221:124.
La PTN en Dictámenes: 179:95 (1986) sostuvo que la mención errónea del derecho aplicable es una
simple irregularidad (Art. 15 de la LNPA) que torna al acto meramente anulable siendo procedente su
saneamiento mediante su confirmación. A tal fin bastaría con corregir el fundamento legal expresándose
que la resolución se dicta en uso de las facultades otorgadas por la norma aplicable. Señaló también que
el acto no repugna al orden jurídico concebido en su totalidad, pero que tiene la particularidad de que se
ha errado en la invocación de la ley específica que regula la materia. Dijo luego: el derecho no es falso
o inexistente (como sería en el supuesto de una norma derogada o jamás sancionada) sino tan solo
erróneo.
35
Dictámenes: 221:124; 163:502.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 73
36
Por todos, ver Garrido Falla, Tratado… cit., vol I, pp. 595/596.
37
CSJN, “Consejo de Presidencia de la Delegación Bahía Blanca de la Asamblea Permanente de los
Derechos Humanos”, sent. del 23-6-1992, LL 1992-E-101.
38
Ver CSJN, “Gottschau, Evelyn Patrizia c/ Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires s/ amparo”, sentencia del 8 de agosto de 2006; “Mantecón Valdez”, sent. del 12 de agosto
de 2008.
74 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
39
Dijo la PTN en Dictámenes: 264:31 que ninguna facultad discrecional puede ser ejercida en forma
arbitraria; no es justo que los beneficios otorgados por las leyes queden librados a la voluntad capricho-
sa de las autoridades, ya que sólo un fundamento de razonabilidad puede dar fuerza de convicción a un
acto administrativo dictado en ejercicio de facultades discrecionales. La circunstancia de haberse ejerci-
do una facultad discrecional no obsta a que el acto en cuestión deba cumplir con el requisito constitucio-
nal de la razonabilidad, el que comprende la necesaria fundamentación de los actos administrativos.
Siguiendo la línea de Dictámenes: 261:378, destacó en Dictámenes: 264:8 que las medidas que se
adopten en ejercicio de facultades discrecionales deberán, además de tener en mira la necesidad del
servicio, eludir la arbitrariedad y ajustarse a las probanzas o elementos de juicio obrantes en las actua-
ciones respectivas.
40
La obra del Profesor Robert Alexy, Teoría de los Derechos Fundamentales, Centro de Estudios Polí-
ticos y Constitucionales, Madrid, 2002, es, en este punto, de lectura obligada. Ver, además, Bernal
Pulido, Carlos, El principio de Proporcionalidad y los derechos fundamentales, Madrid, 2003 y Cian-
ciardo, Juan, El principio de razonabilidad, Buenos Aires, 2004.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 75
42
En Dictámenes: 261:26 la PTN consideró que la autorización otorgada a una universidad para instalar
un sistema de TV abierta no era jurídicamente posible. Sostuvo que el acto era contrario a la ley y que
por tanto se había cometido error en la apreciación del derecho por parte del órgano emisor del acto.
Estimó que el vicio en el objeto tornaba al acto de autorización nulo de nulidad absoluta e insanable
(Art. 14, inc. b, LNPA). En una opinión emitida en el marco de un recurso jerárquico interpuesto por un
agente retirado contra una providencia de la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal que
resolvió, de un lado, suspender la liquidación del importe que aquél percibía en concepto de bonifica-
ción por título universitario instituido por Decreto Nº 361/1990 y, de otro, ordenó la posterior devolu-
ción de las sumas pagadas de más, el Órgano Asesor sostuvo que el acto que posibilitó que el agente
percibiera mensualmente la mentada bonificación por título es nula de nulidad absoluta e insanable por
violación de la ley aplicable (Art. 14, inc. b, de la Ley de Procedimientos Administrativos) (ver Dictá-
menes: 259:011). A tal efecto se tuvo en cuenta que el Art. 9º de la Ley Nº 13.018, al fijar las pautas para
la determinación de los haberes de pasividad, establece que el cálculo del haber de retiro debe hacerse
computando el importe del último sueldo y demás adicionales de cualquier naturaleza sobre los que se
efectuaron descuentos jubilatorios. Tomando en consideración que la fecha en que el recurrente dejó de
prestar servicios para pasar a revistar en disponibilidad a los fines del retiro voluntario fue en 1979 y,
habida cuenta de que el referido adicional por título rige a partir de la entrada en vigencia de la norma
que lo establece –que fue posterior a la del retiro–, se advierte que la bonificación nunca pudo haber
integrado su último sueldo percibido en actividad y menos aún sus aportes previsionales, razón por la
que tampoco debió ser contemplado en los rubros que conforman su beneficio previsional.
En Dictámenes: 258:219, el Organismo Asesor valoró como acto administrativo irregular a aquel que
ordenó el pago al interesado de una suma de dinero con sustento en una liquidación que se apartó de la
normativa aplicable –entre otros aspectos, se advirtió que la liquidación había utilizado una metodolo-
gía basada en fórmulas polinómicas que ya habían sido dejadas sin efecto–.
Frente a esa plataforma fáctica, la Procuración del Tesoro entendió que se estaba en presencia de un acto
nulo de nulidad absoluta e insanable, emitido en violación de la ley aplicable, y que, al no generar derechos
subjetivos que se estén cumpliendo, habilita su revocación (cfr. Artículos 14, inc. b y 17 LNPA).
43
En el ámbito del derecho disciplinario la CSJN sostuvo: “Al respecto, es conveniente recordar que las
medidas disciplinarias tienen por objeto mantener el orden y la disciplina dentro de las relaciones de
servicio, con el objeto de asegurar el debido cumplimiento de los deberes funcionales; por lo que la
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 77
intensidad con que se castigan las infracciones del ordenamiento estatutario que rige los deberes y
derechos del funcionario debe ser proporcional a la gravedad de la perturbación que la falta ocasiona en
el funcionamiento del servicio. En el caso, la privación del derecho a percibir haberes de retiro, impuesta
después de 29 años de servicio a un funcionario que, según el legajo personal agregado, tiene sesenta y
un años de edad, aparece desproporcionada con la gravedad de las faltas que se le imputan (cfr. Fallos:
313:153, considerando 6°; 321:3103, considerandos 4° y 6°), pues ni está destinada a asegurar el orden,
ni tiene carácter correctivo sino que, virtualmente, constituye una pena pecuniaria de carácter accesorio
cuya entidad resulta ser más gravosa que la sanción principal” (CSJN, “Spinosa Melo”, sent. del 5
septiembre de 2006).
78 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
-SEGUNDA PARTE-
1.- Bajo los principios del Estado constitucional vigente en la república, la Corte
Federal viene sosteniendo, a modo de principio44 , que ciertas disposiciones genera-
les sospechosas de incurrir en discriminación por razón del origen nacional de las
personas, son portadoras de presunción de inconstitucionalidad.
i.- Así en la causa “Gottschau”45 –amparo promovido por una abogada a quien se
le denegó la solicitud de acceso a un concurso para la selección de Secretarios de
Primera Instancia en el Poder Judicial de la CABA por no cumplir el requisito regla-
mentario que exigía ser de nacionalidad argentina, nativa o naturalizada–, el alto
tribunal sostuvo que “cuando se impugna una categoría infraconstitucional basada en
el ‘origen nacional’ como sucede en el sub lite, corresponde considerarla sospechosa
de discriminación y portadora de una presunción de inconstitucionalidad que corres-
ponde a la demandada levantar”. Como respaldo se invocó el precedente “Hooft”,
Fallos: 327:5118, considerando 4º.
ii.- La línea directriz trazada en las causas “Hooft” y “Gottschau” fue asumida
un año más tarde por los Dres. Petracchi y Argibay en el caso “Reyes Aguilera”. Allí
la actora, de nacionalidad boliviana, promovió un amparo frente a la negativa de las
autoridades administrativas de concederle la pensión por invalidez prevista en el
Artículo 9º de la Ley Nº 13.478 (y sus modificatorias) por no contar con la residencia
mínima de 20 años requerida para los extranjeros por el Decreto Nº 432/1997, regla-
mentario de aquél. Cabe puntualizar que el requisito del plazo de residencia en el país
establecido por la norma exhibe variaciones según el solicitante fuera argentino nati-
vo, naturalizado o extranjero. Con relación al primero sólo se exige ser residente en
el país. Los naturalizados, en cambio, deben contar con una residencia continuada de
por lo menos cinco años. Finalmente en el caso de los extranjeros “deberán acreditar
una residencia mínima continuada en el país de veinte (20) años”.
44
CSJN, “Repetto” (1988), voto de Petracchi y Bacqué; “Hooft” (2004), “Gottschau” (2006), “Reyes
Aguilera” (2007), voto Dr. Petracchi y Argibay (2007) y “Mantecón Valdéz” (2008).
45
CSJN, Fallos: 329:2986. Luego de descartar la aplicación el Art. 20 de la Constitución Nacional
–“Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano […]”–, la
Corte Federal enfatizó que estando en juego el derecho de acceder a un empleo público, la cuestión plan-
teada en el caso se rige por el Art. 16 de la Ley Fundamental nacional. En lo pertinente, la norma
invocada establece: “Todos los habitantes de la Nación Argentina son iguales ante la ley, y admisibles en
los empleos sin otra condición que la idoneidad […]”.
Asevera la Corte que el mentado Art. 16 no establece una equiparación rígida como el Art. 20 de la
Constitución, “sino que impone un principio genérico (igualdad ante la ley de todos los habitantes) que
no impide la existencia de diferencias legítimas”.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 79
Frente a ese panorama el voto referido consideró que la norma está directamente
contrapuesta con las reglas constitucionales que prohíben un trato discriminatorio en
razón del origen nacional (Arts. 20 de la Constitución Nacional; 1.1 del Pacto de San
José de Costa Rica; 2.2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
“Esa contradicción directa con el texto constitucional –dijeron los ministros en
su voto– obliga a considerar a la categorización realizada por el decreto como sospe-
chosa de discriminación y hace pesar sobre dicha norma una presunción de inconsti-
tucionalidad”46.
iii.- El mismo temperamento adoptó el alto tribunal en un fallo reciente, “Mante-
cón Valdés”47.
Allí, con remisión a los fundamentos dados por el Procurador General, el tribunal
entendió que estaba ante una causa sustancialmente análoga a las resueltas “Hooft” y
“Gottschau”.
Frente al dilema que planteaba el requisito de nacionalidad argentina estableci-
do en la disposición reglamentaria aplicable para concursar el cargo de auxiliar de la
Biblioteca de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se consideró que esa exigen-
cia no resultaba compatible con la igualdad tutelada en el Artículo 16 de la Ley Funda-
mental en cuanto dispone que “todos sus habitantes [de la Nación Argentina] son igua-
les ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”.
Como en pronunciamientos anteriores se sostuvo que cuando se impugna una
categoría infraconstitucional basada en el “origen nacional” –como sucede en el sub
lite48–, corresponde considerarla sospechosa de discriminación y portadora de una
presunción de inconstitucionalidad que corresponde a la demandada levantar.
2.- La grave consecuencia que la CSJN le asigna a las previsiones normativas
sospechosas de discriminación revela la preferente importancia de los bienes jurídi-
46
CSJN, “Reyes Aguilera”, voto Dres. Petracchi y Argibay, consid. 11.
47
La plataforma fáctica de este caso guarda similitud con la de “Gottschau”: el actor, de nacionalidad
cubana, interpuso demanda de amparo contra la resolución que desestimó su solicitud para participar en
el concurso llamado para cubrir un cargo de auxiliar de la Biblioteca de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación y contra el Art. 11 del Reglamento para la Justicia Nacional (Acordada CSJN del 17 de
diciembre de 1952) que sirvió de fundamento a dicha desestimación, en razón de no cumplir con el
recaudo de ser argentino.
48
En este caso el conflicto por resolver concernía a si el requisito de nacionalidad argentina, que la
reglamentación aplicable establecía como condición para concursar el cargo de auxiliar de la Biblioteca
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, es compatible con la igualdad tutelada en los Arts. 20 y 16 de
la Ley Fundamental. Se señaló que el actor se postuló para acceder a un cargo público (auxiliar de la
Biblioteca de la Corte Suprema de Justicia de la Nación) y que, tal como V.E. resolvió en los precedentes
aludidos, al no encontrarse comprometidos sus derechos civiles no rige el caso el Art. 20 citado, aunque
sí resulta aplicable el Art. 16 de la Constitución Nacional que, en lo que aquí interesa, dispone: “Todos
sus habitantes [de la Nación Argentina] son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra
condición que la idoneidad”.
80 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
49
La CSJN, con arreglo a la jurisprudencia de la Corte IDH, sostiene que “garantizar” implica el deber
del Estado de tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos que puedan existir de
forma tal que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce (cfr. “Girol-
di”, Fallos: 318:514). Ver, además, voto Dr. Zaffaroni, en la causa “C. L., G. s/ acción de amparo”, del
23 de mayo de 2006.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 81
Esta última cuestión nos inquiere puntualmente, no ya solamente sobre la teoría del
acto sino con respecto al procedimiento administrativo y su principio basilar, la juridicidad.
En situaciones que presenten una plataforma fáctica similar a la evidenciada en
los casos “Repetto”50, “Gottschau”, “Reyes Aguilera” o “Mantecón Valdés”, ¿qué
alternativas tiene la Administración para actuar por sí la juridicidad?
Los órganos que ejercitan la función administrativa, ¿están dotados de atribuciones
para inaplicar, por sí, disposiciones legales portadoras de presunción de inconstituciona-
lidad aún cuando ellas no hubieran sido declaradas formalmente inconstitucionales?
4.- Vayamos por partes.
Cuando el alto tribunal federal asevera que una norma es portadora de presun-
ción de inconstitucionalidad, está consagrando una directriz que quiebra la genérica
presunción de validez de los actos estatales51.
Vale recordar que sobre el principio de presunción de validez de las disposicio-
nes constitucionales, legales, reglamentarias, de los actos administrativos, y de las
sentencias descansa la inicial fuerza obligatoria de los actos estatales52.
Ciertamente, la presunción de validez es solamente una suposición; indica que
un acto estatal, en sentido amplio, se lo debe considerar como dictado con arreglo al
ordenamiento que lo condiciona.
Claro está, lejos de toda certeza definitiva, la suposición de validez de los actos
estatales reviste carácter esencialmente provisional53. Se prolonga hasta que alguna auto-
ridad competente, luego de examinar su forma o materialidad, declare54 su ilegitimidad55.
50
Fallos: 311:2278, voto Dres. Petracchi y Bacqué, consid. 7°.
51
Cfr. Fallos: 190:142; 314:424; 326:2004, entre muchos otros.
52
Sin embargo, la pérdida de fuerza obligatoria no tiene necesariamente su fundamento en la pérdida de
presunción de validez. Así, la suspensión de un acto administrativo si bien priva de ejecutividad al acto,
no le hace perder su presunción de legitimidad. Esta perdura hasta que la autoridad competente dispon-
ga su extinción.
53
La presunción de constitucionalidad de los actos legislativos es meramente provisional iuris tantum y
cede, en un sistema de control de constitucionalidad judicial difuso, ante la comprobación y declaración
de invalidez de las normas por el Poder Judicial (CSJN, Fallos: 324:3219, “Mill de Pereyra”, voto Dr.
Boggiano, consid. 13).
54
En “Alcántara Díaz Colodrero” (sentencia del 20-8-1996, LL 1997-A-71), el Alto Tribunal sostuvo:
“[…] se presume que toda la actividad de la Administración guarda conformidad con el ordenamiento
jurídico, presunción que subsisten en tanto no se declare lo contrario por el órgano competente”.
55
Ha señalado la CSJN que la presunción de validez de los actos estatales en general cede cuando contraría
una norma de jerarquía superior, lo que ocurre cuando las leyes se oponen a la Constitución (CSJN,
“Banco Comercial de Finanzas”, sentencia del 19 de agosto de 2004, cons. 4°).
Reiteradamente la Corte sostiene, además, que [l]a declaración de invalidez de una norma es un acto de
suma gravedad institucional que debe ser considerado como la última ratio del orden jurídico y, en caso de
duda, debe estarse por su constitucionalidad. Sólo debe acudirse a aquélla cuando la repugnancia de la ley
inferior con la norma calificada de suprema sea manifiesta y la incompatibilidad inconciliable (CSJN,
Fallos: 285:322; 324:3219, “Lapadú”, sentencia del 23 de diciembre de 2004, entre muchos otros).
82 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
De allí que, de ordinario56, atañe al interesado que se alza contra la actividad esta-
tal asumir la carga de alegar y de probar57 la ilegitimidad de la norma impugnada.
5.- Ahora bien, si a una norma abstracta se le retira la presunción de constitucio-
nalidad de la que está investida y se la considera, en cambio, presuntamente incons-
titucional, ella no podrá originar las mismas consecuencias jurídicas que producen
las normas que sí gozan de presunción de validez.
6.- La Corte Federal en las causas “Hooft”, “Gottschau”, “Mantecón Valdéz” y
en el voto de los ministros Petracchi y Argibay en “Reyes Aguilera”, ha marcado
diferencias procesales importantes entre ambas presunciones.
En esos precedentes el alto tribunal puntualizó que frente a normas afectadas de
presunción de inconstitucionalidad se invierte el onus probandi.
En tales supuestos, será una carga de la autoridad pública demandada ofrecer y
producir la prueba sobre los fines que se habían intentado resguardar pero también
sobre los medios que se emplearon al efecto.
Con relación a los fines, la Corte señala que ellos deben ser sustanciales, y no
meramente convenientes.
En cuanto a los medios, no bastará con una genérica adecuación sino que se
deberá valorar si efectivamente el medio escogido promueve efectivamente esos fi-
nes, debiendo verificarse que no existen otras alternativas menos restrictivas para los
derechos en juego que las impuestas por la regulación cuestionada.
7.- La doctrina del alto tribunal no se limita a señalar que cuando estén en juego
disposiciones sospechosas de discriminación se invierte la carga de la prueba. Va más
allá. Hace pesar sobre dicha norma una presunción de inconstitucionalidad.
En línea con esa doctrina, estimamos que además de la inversión del onus pro-
bandi, la presunción de inconstitucionalidad de aquellas previsiones normativas sos-
pechosas de discriminación produce otra consecuencia nada desdeñable: tales nor-
mas, en principio, no vinculan a la obediencia.
En efecto.
Así como la norma que se supone legítima está dotada por ello de fuerza obliga-
toria58, la disposición normativa que no goza de esa suposición general de validez
carece, en principio, de exigibilidad jurídica.
56
En las causas “Banco Comercial de Finanzas” (2004) y “Lapadú” (2004) la CSJN, reafirmando las
directrices de “Mill de Pereyra” (Fallos: 324:3219, de 2001), autorizó el control oficioso de constitucio-
nalidad.
57
Dijo la Corte Federal en “Ganadera Los Lagos S.A.” (Fallos: 190:142): “[…] los actos administrativos
tienen en su favor la presunción de constituir el ejercicio legítimo de la actividad administrativa y, por consi-
guiente, toda invocación de nulidad contra ellos debe necesariamente ser alegada y probada en juicio”.
58
Fallos: 190:142.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 83
59
El dictamen del Procurador General en “Mantecón Valdés”, al que remitió la CSJN, señala que la
demandada no podía limitarse a alegar que la exigencia de nacionalidad argentina a un auxiliar bibliote-
cario era razonable o aun conveniente para el buen desempeño del cargo y resultaba adecuada al fin
perseguido. Por el contrario, debía acreditar que existían fines sustanciales que hacen al ejercicio de
funciones básicas del Estado que requerían que el cargo sólo pudiera ser cubierto por argentinos. Debía,
además, disipar toda duda sobre si no existirían medidas alternativas (a la exigencia de nacionalidad
argentina) que pudieran garantizar el objetivo perseguido de un modo menos gravoso para el interesado.
84 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
10.- Vemos así que en aquellas situaciones en que durante el trámite del procedi-
miento administrativo, ora impugnatorio, ora constitutivo, la Administración se vea
en el dilema de aplicar una disposición infraconstitucional afectada de presunción de
inconstitucionalidad –por cuanto dicha disposición constituye el inevitable antece-
dente de derecho (causa, Art. 7°, inc. b), LNPA) del acto– ella se deberá, en principio,
abstener de aplicar esa norma.
Esta solución es tributaria del principio de juridicidad administrativa en el Esta-
do constitucional.
En este tipo de Estado la juridicidad lleva ínsita, necesariamente, el reconoci-
miento de la efectiva supremacía de la Constitución (Art. 31 CN) –y de los valores
que ella reconoce y consagra por sobre cualquier otra norma positiva– y de su fuerza
normativa inmediata.
La fuerza normativa de la Constitución no sólo irradia sus efectos sobre los
órganos del Poder Judicial.
En el Estado constitucional, o Estado de los derechos fundamentales, la fuerza
normativa de la Constitución –que, vale enfatizar, es norma o regla de derecho– tam-
bién se despliega con igual fuerza sobre la Administración imponiéndole deberes
inmediatos que favorezcan y garanticen los derechos fundamentales.
La idea de juridicidad, en el marco del Estado constitucional, está condicionada
por los vínculos de contenido que imponen los derechos fundamentales.
De allí que administrar eficazmente, hoy en día, es bastante más que ejecutar las
leyes.
Administrar bien es satisfacer de manera inmediata, directa y permanente el in-
terés público comprometido con la vigencia de la juridicidad, asumiendo que en el
vértice mismo de ésta está el deber de garantizar el respeto a la dignidad de la persona
humana y a los derechos que le son inherentes.
11.- En el Estado constitucional la Administración satisface el interés público
comprometido con la vigencia de la juridicidad cuando asegura los valores y princi-
pios que consagra la Constitución.
En esta inteligencia, el mantenimiento de la juridicidad lleva a reconocer com-
petencia inherente –Arts. 99, inc. 1 y 75.22, CN– que la habilita a inaplicar por sí
toda norma portadora de presunción de inconstitucionalidad. Ello solamente cuando
mediante esa actuación se creen o amplíen situaciones jurídicas activas vinculadas
con la protección de derechos humanos.
Sin embargo, la Administración, con fundamento en una cuidadosa prueba sobre
los fines que la norma presuntamente inconstitucional intenta resguardar, podrá des-
truir esa presunción de invalidez y decidir su aplicación.
Para que ello sea posible la autoridad pública administrativa, al momento de
emitir el acto, deberá, en primer lugar, verificar que la norma abstracta que vaya a
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 85
60
CSJN, “Gottschau”, consid. 6°.
61
Fallos: 311:2278, consid. 7°.
62
CSJN, “Gottschau”, consid. 6 in fine.
63
En Dictámenes: 265:183 la PTN dictaminó que si bien en nuestro sistema institucional los fallos de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación no deciden en términos generales y abstractos sino en los casos
concretos sometidos a su decisión, el carácter definitivo y último de sus sentencias respecto de la aplica-
ción e interpretación del derecho y la necesaria armonía con el comportamientos de los distintos órganos
del Estado, son factores que determinan, en principio, la procedencia de que la Administración se atenga
a la orientación que sustente la Corte en el ámbito jurisdiccional. En esta ocasión se invocó como
precedentes a los dictámenes registrados en los tomos 243:1 y 246:693.
Ya antes había afirmado que es conveniente que la Procuración del Tesoro de la Nación y la Administra-
ción pública nacional se atengan a los criterios de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia
de aplicación e interpretación del derecho. Ello así, por diversas razones: la jerarquía de nuestro más
Alto Tribunal, el carácter definitivo de sus sentencias, la armonía que debe haber entre los distintos
órganos del Estado y la necesidad de ahorrarle al erario los gastos derivados de juicios que se saben
perdidos de antemano. Esta pauta posee vigor siempre que haya identidad esencial en los casos, y que el
fallo y el dictamen sean coetáneos (Dictámenes: 264:37).
86 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
VII. CONCLUSIONES
La doctrina elaborada por la Corte Federal argentina en derredor del principio de
no discriminación tiene importantes consecuencias prácticas en el desarrollo de la fun-
ción administrativa. A no dudarlo, ella impacta directa y decisivamente sobre la estruc-
turación del acto administrativo y del procedimiento que desemboca en su emisión.
Así, en el desarrollo del procedimiento administrativo, ora constitutivo, ora im-
pugnativo, a la Administración se le presenta una situación singular: deberá, primera-
mente, distinguir si el antecedente de derecho (derecho aplicable) está configurado
por una norma dotada de presunción de validez, o sin ella.
1. En la primera situación –normas con presunción de validez– el principio car-
dinal de juridicidad establece que los órganos que despliegan la función administra-
tiva deberán subordinar íntegramente su actividad formal y material a las previsiones
normativas aplicables.
Sin embargo, cuando existan uno o más precedentes de la Corte Federal en los
que ésta hubiera conocido y decidido casos judiciales cuya plataforma fáctica y jurí-
dica resulte similar a la examinada por la autoridad administrativa durante el proce-
dimiento que precede la emisión del acto, la Administración, con ese fundamento,
deberá inaplicar la norma declarada inconstitucional por el alto tribunal. Claro está,
la fuerza imperativa del decisorio sólo alcanza a su holding.
Ciertamente, la predicada eficacia vinculante de las sentencias definitivas dicta-
da por el intérprete final de la Constitución, la Corte Suprema64, no sólo es postulable
con respecto a los tribunales inferiores. También lo es, y con más razón, con respecto
a la Administración65. Razones de previsibilidad en cuanto a la observancia del prin-
cipio de juridicidad y economía –evitar conflictos innecesarios– aconsejan además
ese temperamento.
64
En “Cerámica San Lorenzo” (sentencia del 4-7-1985, LL 1986-A-178), la CSJN sostuvo que los
jueces inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a las sentencias de la Corte.
Sobre el tema enseña Sagüés (Recurso Extraordinario, T. 1, 2002, p. 186) que la Corte, al definirse
como intérprete final de la Constitución, obvio es que sus fallos se hallen en una situación de singular
privilegio institucional, el mismo tribunal ha dicho que es el intérprete y salvaguardia final de la Cons-
titución, lo que hace que la doctrina que elabore resulte el paradigma del control de constitucionalidad
en cuanto a la modalidad y alcance de su ejercicio.
En Fallos: 321:2294, la CSJN ha reputado arbitrario el fallo de los tribunales inferiores que se apartan
de la doctrina de la Corte sin fundamentación valedera.
65
En “Cooper v/ Aaron” (1958), la Corte norteamericana sostuvo que la interpretación que ella hace de
la Constitución, es “la ley suprema de la tierra”, a la que deben conformarse tanto los órganos judiciales
como los del Poder Ejecutivo y Legislativo. Al respecto, el Prof. N. P. Sagüés (Derecho Procesal Cons-
titucional. Logros y obstáculos, Buenos Aires, 2006, p. 207 y sigs.) destaca que se puede pensar que ese
fallo importa una suerte de segundo “Marbury v/ Madison” por su trascendencia institucional; y que de
algún modo significativo altera las bases del sistema histórico inicial difuso de control de constituciona-
lidad, dado que cuando la Corte define algún tema constitucional, los tribunales inferiores tienen recor-
tada su capacidad de juzgamiento sobre tal punto.
CUESTIONES DE ACTO ADMINISTRATIVO, REGLAMENTO Y OTRAS ... 87
66
Dictámenes: 265:183; Dictámenes: 264:37, entre otros.
88 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
dite la existencia de fines sustanciales que hacen al ejercicio de funciones básicas del
Estado67.
Pero, según la doctrina de la Corte, ello tampoco resultará suficiente. Además, se
deberá disipar toda duda sobre la ausencia de medidas alternativas (a la exigencia de
nacionalidad argentina) que pudieran garantizar el objetivo perseguido de un modo
menos gravoso para el interesado.
Para el supuesto en que se verifique la ausencia de fines sustanciales, de un genui-
no interés estatal insoslayable, corresponderá que coetáneamente con el acto adminis-
trativo que inaplica la norma legal se impulse la elaboración de un proyecto de ley
tendiente a derogar la previsión legal portadora de sospecha de discriminación.
ii.- Si la norma dotada de presunción de invalidez es una disposición reglamen-
taria, su particularizada inaplicación a través de un acto administrativo deviene, en
principio, formalmente prohibida por el principio denominado inderogabilidad sin-
gular del reglamento68.
Este principio69 –cuyo fundamento algunos lo ubican en el principio de legalidad
y otros en el de igualdad– predica que un acto administrativo (individual), como
condición de validez, debe someterse a los reglamentos administrativos. De consi-
guiente, el acto particular no puede transgredir lo establecido por un acto de alcance
general normativo; ello, con prescindencia de la posición jerárquica del órgano emi-
sor. De este modo se desautoriza toda posible dispensa o excepción particular o sin-
gular al reglamento, ora por el órgano que lo emitió, como por cualquier otro.
Destaca Santamaría Pastor70 que la inderogabilidad singular de los reglamentos
significa la superioridad cualitativa del reglamento respecto del acto administrativo,
en primer lugar; y en segundo, que la fuerza obligatoria del reglamento actúa con
entera independencia de la posición jerárquica de los órganos de los que emanan.
El Prof. García de Enterría enfatiza que el principio de inderogabilidad singular
de los reglamentos es “puramente formal” y no permite entrar a calificar si la deroga-
ción singular está o no materialmente justificada71 .
En estas condiciones a los órganos de la Administración se les abren diferentes
alternativas:
67
Cfr. CSJN, “Gottschau”, consid. 6º; “Reyes Aguilera”, voto Dres. Petracchi y Argibay, consid. 11.
68
Julio R. Comadira, en la segunda edición de su obra La Licitación Pública (Buenos Aires, 2006,
pp. 161/163), sostuvo que al principio se lo debía catalogar como inderogabilidad no normativa de los
reglamentos, abarcando así no sólo la subordinación del acto particular al general normativo –reglamen-
to–, sino, también, la sujeción a éste del acto de alcance general no normativo.
69
El Art. 52 de la LRJPAC española establece: “[…] las resoluciones administrativas de carácter
particular no podrán vulnerar lo establecido en una disposición de carácter general, aunque aquellas
tengan rango igual o superior a éstas”.
70
Principios de Derecho Administrativo, Vol. I, Madrid, 1998, pp. 300/301.
71
Op. cit., p. 194.
90 PATRICIO M. E. SAMMARTINO
1.- Si el órgano que debe emitir el acto administrativo es el mismo que ha dicta-
do la norma sospechada de discriminación, deberá disponer su derogación; y luego,
con arreglo a la nueva normativa, dictar el acto singular.
Sin embargo, si se estima que es necesario investigar concretamente la concurren-
cia o no de genuinos fines sustanciales (de interés estatal insoslayable como sostuvie-
ron los Dres. Petracchi y Bacqué en “Repetto”) y la necesidad del medio empleado, se
podrá ordenar, por razones de interés público comprometidas con la vigencia de la
juridicidad, la suspensión de los efectos de esa previsión normativa portadora de pre-
sunción de invalidez hasta tanto el órgano competente defina si corresponde disponer
la derogación del reglamento.
2.- Ahora, si quien debe dictar el acto no es la autoridad competente para decidir
su derogación, aquélla podrá disponer la suspensión del procedimiento e impulsar la
derogación del reglamento. El acto se lo deberá dictar una vez que el órgano compe-
tente decida el temperamento por adoptar.
3.- Si existen situaciones de urgencia demostrada, la autoridad administrativa
podrá dispensar singularmente el cumplimiento de una disposición reglamentaria
sospechosa de discriminación y por ende portadora de presunción de inconstitucio-
nalidad. En el Estado constitucional un principio formal, como es la inderogabilidad
singular del reglamento, no puede anteponerse a la fuerza normativa de la Constitu-
ción, a la juridicidad por los valores consagrados en los derechos fundamentales que
integran el bloque constitucional argentino.
En esas condiciones, esa cláusula reglamentaria no es exigible ni vincula a la
obediencia a los particulares ni a la propia Administración. Carece entonces de apti-
tud para ser considerada “causa” del acto administrativo.