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DESIGUALDAD JURÍDICA, EXCLUSIONES

ÉTNICAS Y DERECHO DE SUFRAGIO. ESTUDIO


NORMATIVO Y SOCIOCULTURAL CON MUJERES
AYMARAS DE TARAPACÁ, CHILE
ANDREA ÁLVAREZ DÍAZ Y HUGO VILCHES FUENTES

RESUMEN

La obtención del derecho a voto para las mujeres en 1949 de la sociedad nacional, estudiando especialmente el derecho
representa el hito más importante en la lucha por los derechos de sufragio. Por un lado, se analiza, en forma retrospectiva, los
políticos de las mujeres en Chile. Sin embargo, el proceso de hechos y normas constitucionales que dan cuenta de la partici-
obtención del voto universal completo fue producto de un largo pación electoral durante el período del Chile post-emancipado
proceso marcado por la superación de diferentes restricciones hasta el momento legislativo de reconocimiento del derecho de
al ejercicio del derecho a sufragio. En el caso de las mujeres sufragio a la mujer, y del posterior reconocimiento de este de-
aymaras, estas restricciones operaron como triple exclusión po- recho a los y las analfabetos, en especial bajo el amparo de la
lítica a su derecho ciudadano, articulándose jerarquías sociales Constitución de 1925. Por otro lado, se describe la forma en
de género (hasta 1949), y luego jerarquías de clase y de etnia que se configuró un escenario adverso para la participación
(hasta 1970), para poder ejercer su derecho a sufragio. En este política-electoral de las mujeres aymaras y el ejercicio de sus
trabajo interesa situar históricamente esta demanda de recono- derechos políticos, tanto por barreras culturales de la sociedad
cimiento cívico y ciudadano de las mujeres, y de las mujeres aymara, como por la invisibilización del sujeto indígena por
indígenas en particular, en el lento proceso de democratización parte de un orden social jerarquizado socio-racialmente.

n el año 1945, la poblaci- mujeres el derecho a elegir y a ser elegidas parlamentaria de la mencionada reforma
ón de Chile país apenas en los comicios municipales. algunos sectores conservadores sostenían
superaba los cinco millo- El proyecto de reforma que no existía esa necesidad, ya que se
nes de habitantes. “En las constitucional que consagró el derecho a había otorgado “a la mujer chilena el voto
elecciones presidenciales de ese año, sólo voto de la mujer en las elecciones a nivel comunal y, seguramente, casi todas las
votaron 419.930 varones (es decir 70% de nacional, se presentó en 1945 (redactado mujeres capaces de sufragar están ya ins-
los inscritos en los Registros Electorales), inicialmente por Elena Caffarena y Flor critas en los registros municipales”
cifra que equivale al 8,4% de la población” Heredia, ambas dirigentes del Movimiento (Senador José Maza, 1946, en Congreso
(Gaviola et al., 1986: 68). Los excluidos de Pro Emancipación de la Mujer Chilena Nacional de Chile s/f: 12).
los sufragios de 1945 fueron: la totalidad (MEMCH)), y fue aprobado en 1949. En En efecto, la historia
de la población femenina y la población de las calles, las organizaciones de mujeres constitucional de Chile evidencia una se-
hombres que no supiera leer y escribir. El desarrollaron una enérgica y decidida rie de exclusiones a la participación. Ésta
derecho a voto para las mujeres en las campaña por la conquista de sus derechos es probablemente la mayor falencia del
elecciones municipales había sido introdu- políticos (Eltit y Rosenfeld, 1986; Gaviola sistema político porque su institucionali-
cido en 1931, con restricciones de edad (21 et al., 1986; Kirkwood, 1986; Rojas, 1994; dad, sus leyes y las decisiones que llevan
años) y de acceso a la educación formal. Maza, 1995; Rodríguez, 2006; Godoy, ínsitas no reflejan lo que era verdadera-
En 1934 se dictó la ley que otorga a las 2013; Carrasco, 2018). En la discusión mente la población, aún más,

PALABRAS CLAVE / Derecho Constitucional / Género / Historia / Interseccionalidad / Sufragio /


Recibido: 29/01/2018. Modificado: 25/03/2019. Aceptado: 27/03/2019.

Andrea Álvarez Díaz. Psicóloga, Universidad Diego Portales, Chile. Magister en Desarrollo
Rural, Universidad Católica de Temuco, Chile. Doctora en Antropología Social, Universidad Nacional Autónoma de México.
Profesora, Universidad de Tarapacá, Chile. Dirección: Avda. Luis Emilio Recabarren 2477, Iquique, Chile. aalvarez@uta.cl
Hugo Vilches Fuentes. Abogado, Universidad Arturo Prat, Chile. Profesor de Historia y
Geografía, Universidad de Bío Bío, Chile. Magister en Ciencia Jurídica, Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor,
Universidad de Tarapacá, Chile.

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considerando la diversidad humana y cul- triple sello de libertad, igualdad y frater- permanecido silenciosos y olvidados du-
tural (Joignant, 2001). Aunque ello ha sido nidad, y que los derechos que se habían rante décadas, más aún, de siglos, e ir-
denunciado muchas veces en la historia obtenido, especialmente los civiles y polí- rumpen con sus antiguas identidades
nacional, no ha cristalizado en el proceso ticos, eran para todos, sin más límites que cuando pareciera que se aproxima la mo-
político, jurídico, educativo ni cultural del los mínimos como la edad. Pero esto es dernidad al continente” (Bengoa, 2000:
país, a pesar de todas las prevenciones. solo fruto de lo que Portales (2004) deno- 19). En el presente trabajo, de carácter
Este trabajo revisa par- mina ‘nuestra mitología historiográfica es- histórico y en parte jurídico y sociológico-
cialmente la historia constitucional chilena colar’, como un mito de la ‘república -antropológico, nos interesa analizar ese
en lo relativo al derecho de participación democrática’. período de olvido y de silenciamiento al
política en el sistema democrático, inau- Ahora bien, respecto de que alude Bengoa, anterior y precursor a
gurado tímidamente luego del proceso la participación electoral indígena en la etapa de protagonismo público desde
emancipador, y en especial analiza lo rela- Chile, se observan dos campos de discusi- sus identidades propias. El foco está situa-
tivo a la evolución normativo-constitucio- ón analítica contemporánea. Por una parte, do en particular en la situación de la so-
nal respecto del derecho de sufragio, ha- el análisis del comportamiento electoral ciedad aymara de Tarapacá, del norte de
ciendo hincapié en la manera en que afec- de este grupo de la población, principal- Chile. El pueblo aymara había sido incor-
tó a los y las analfabetos y analfabetas, a mente después de la recuperación de la porado al territorio chileno en 1884, hasta
las mujeres, y a las mujeres indígenas, en democracia (Cárdenas et al., 2011; entonces territorio peruano, lo que deter-
particular del norte de Chile. Además se Morales y González, 2011; Toro y minó una tri-frontera para el territorio
reconstituyen fragmentos de relatos de Jaramillo, 2014), buscando definir las ten- nortino que caracteriza la realidad regio-
una historia reciente de la región de dencias políticas del voto indígena, a favor nal y, además, significó que el pueblo
Tarapacá, para describir el escenario so- de la derecha política, la izquierda políti- aymara fuera fraccionado a través de esas
cio-cultural y los mecanismos socio-políti- ca, o de intereses y reivindicaciones pro- fronteras, quedando la población más pe-
cos que invisibilizaron a las mujeres piamente étnicas fuera de los esquemas queña en Chile. Al otro extremo del terri-
aymaras como ciudadanas entre los años tradicionales de izquierda/derecha de los torio nacional, Chile anexó en 1883 el ter-
1930 y 1950. partidos políticos. ritorio del pueblo mapuche, desde el río
Por otra parte, la partici- Bio Bio al río Toltén a través de un geno-
Antecedentes Conceptuales pación política de las mujeres indígenas cidio denominado ‘Pacificación de la
presenta ciertas especificidades respecto Araucanía’, desconociendo los tratados
Uno de los modos de de- de las mujeres en general, y la búsqueda que habían existido con la corona
terminar la obtención de derechos en el de igualdad para su participación ha sido española.
ámbito del Derecho Político, se basa en la mucho más difícil que la de las mujeres
idea que atles derechos, en particular el en general (Cadet, 2017). Así, varios estu- “Los aymaras han tenido históricamente
derecho de sufragio (a elegir y ser elegi- dios analizan la participación política y como estrategia las marcas de la invisi-
do) son concedidos, graciosamente, desde político-electoral de las mujeres indígenas bilidad” (González, 1999: 155). Ésta ha
el poder y quienes lo detentan, y/o en al interior de sus comunidades, en relaci- sido una característica propia, en dos sen-
nombre de quienes lo poseen en la etapa ón a su sistema tradicional de elección de tidos: como un tipo de resistencia pasiva,
constituyente abierta respectiva. Otro autoridades (Pequeño, 2009; Choque y estrategia de la diferencia; y también
modo constituyente lo es en un modo más Mendizabal, 2010; Cadet, 2017). A este como consentimiento, estrategia de la asi-
originario, en el cual los derechos de so- respecto, se evidencian numerosas dificul- milación. Así, la invisibilidad les serviría
beranía son de cada cual, de la comuni- tades para el ejercicio de una ciudadanía a los aymaras tanto como frontera cultural
dad y de cada uno de sus miembros, ejer- plena, básicamente por un mandato de gé- como vínculo cultural: estar y no estar a
cidos por los mayores de edad, sin ningu- nero que ubica a la mujer indígena en el la vez (González, 1999). Amplios sectores
na clase de distinciones discriminatorias, rol de guardiana de la tradición (Choque y de la población históricamente invisibili-
los que se obtienen y ejercen con un sim- Mendizabal, 2010). Conocer el significado zados se han incorporado de manera rela-
ple reconocimiento escrito previo, lo que de ‘mujer indígena’ implicará considerar tivamente reciente a los liderazgos de re-
es más propio de la filosofía del iusnatu- diferentes categorías: el sexo y la etnia, presentación política que se basan en el
ralismo racional y moderno (Villey, 1976). por un lado, y el género, la identidad, la voto. Ello se debe a diferentes razones
Un modo de medir la colectividad, por otro. Todas estas catego- económicas, culturales y políticas que de
profundidad de la democracia durante un rías dan cuenta de los roles, de la subjeti- manera particular han afectado a comuni-
período histórico determinado puede obte- vidad de la mujer y su poder en una par- dades indígenas, y a las mujeres indígenas
nerse revisando la concesión y/o reconoci- ticular cosmovisión y cultura. Estudiarlo en particular (Zegada, 2012). Desde el na-
miento normativo expreso de derechos po- desde esa perspectiva lleva a constatar cimiento de los Estados constitucionales
líticos que indican o establecen las cartas que el ejercicio y reconocimiento de su modernos, se conceptualizó la ciudadanía
constitucionales. Ahí se divisan disposi- ciudadanía han sido otorgados desde una sobre principios, valores, normas, reglas y
ciones que reflejan las inspiraciones y ten- visión masculina que ha impedido su par- elementos basados en el hábito masculino
dencias políticas desde el inicio del movi- ticipación y empoderamiento en la vida y del mundo ‘occidental’ (Bustillo y
miento autonomista chileno iniciado en política (Bustillo y García, 2014). García, 2014). Así, la obtención de dere-
1810 (cuyo trasfondo socio-político y jurí- Con todo, el auge de la chos políticos para las mujeres se logró,
dico se mantiene hasta hoy), lo cual da preocupación por el estudio de la partici- desde el discurso oficial, a partir de ‘vir-
sustento al régimen que surge de la demo- pación política, y de la participación elec- tudes domésticas’ y ‘atributos especiales’
lición del anterior. Al menos así se viene toral de los pueblos originarios, ha coinci- que determinaban la participación de las
enseñando en las escuelas y liceos del dido históricamente con lo que Bengoa mujeres en el espacio público en su condi-
país: que el régimen político que parieron (2000) denomina la ‘emergencia indígena’ ción de madres y esposas.
las revoluciones independentistas y eman- en el continente, y la aparición de un nue- Sin embargo, las mujeres
cipadoras frente a las monarquías europe- vo actor político: los indígenas en la esce- organizadas levantaron estrategias basadas
as es la democracia republicana con el na política social. “Los indígenas habían en el ‘lenguaje de la diferencia’,

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tensionando la dicotomía público-privado, aymaras oriundas de diferentes pueblos pensadores avanzados de la modernidad
y exigiendo el reconocimiento de estas de la región, surge la hipótesis de la ex- europea. Estos últimos son los que dan el
‘virtudes femeninas’ como un servicio al clusión estructural y la invisibilización de sustento para la aparición de un nuevo
país (Godoy, 2012). A pesar de ello, en las mujeres aymaras del proceso de ob- modelo socio-político, cuyo imaginario
Chile, dirigentas del movimiento sufragis- tención del derecho a sufragio, y de su hallaron en las experiencias semidemo-
ta serían marginadas y perseguidas. La posterior concreción, ya en las elecciones cráticas de la antigüedad, simbolizadas
propia Elena Caffarena fue excluida de ac- de 1952. Así, el acontecimiento que abor- en la democracia ateniense de Pericles y
tos conmemorativos de la promulgación de da este trabajo se sitúa en torno al hito en la República romana nacida de la
la ley que le permitiera votar a las muje- que significó en 1949, en la historia na- constitución patricio-plebeya, a las que
res, y proscrita legalmente, por defender cional, la obtención del derecho a sufra- habríanse de adicionar la nueva filosofía
como abogada a mujeres y sus hijos me- gio femenino. Ello en un período históri- política moderna que atribuirá poderes al
nores de edad, prisioneros en un campo de co reciente como es el siglo XX, caracte- hombre ‘por mandato del Creador’ para
concentración por pensar de manera dife- rizado por un aumento sustancial de la autogobernarse y refundar una nueva or-
rente del primer mandatario (Rodríguez, participación política, social y laboral de denación social, política y económica.
2006). las mujeres (Rojas, 1994). Tales son, en sus líneas esenciales, los
Con todo, el movimiento La metodología emplea- postulados que desembocarían en la con-
sufragista de mujeres que enarboló las da incluye recolección y análisis de datos figuración de un régimen republicano, su-
banderas del derecho a sufragio femenino primarios a partir de relatos y testimo- peradoras de los postulados políticos del
tuvo un carácter elitista, determinado por nios de mujeres aymaras que ayudaron a cristianismo católico cuyo brazo secular
el acceso a la educación que era privativo configurar el escenario de la época, com- lo constituía la monarquía. No obstante,
entonces solo para algunos sectores de la plementado con la revisión de documen- se trata de una república que no concede
población femenina: “Se trató de un movi- tos históricos, fundamentalmente el a todas personas, sin distinción de clase,
miento de mujeres educadas y profesiona- Diario El Tarapacá, y los censos de la los derechos de participar en la generaci-
les de la clase media y sectores de la clase época, sistematizados por diferentes his- ón de los órganos del nuevo Estado, am-
alta ilustrada” (Rojas, 1994: 13). Una ex- toriadores. Se incluye también el análisis parados en la convicción que la falta de
cepción, para la época, la constituye la hermenéutico (Vilches, 2014) de la ilustración (educación) formal de los inte-
candidatura a regidora en las elecciones Constitución Política de Chile de 1833, la grantes de la sociedad no les permitiría
municipales del año 1935, en un municipio Constitución Política de Chile de 1925, y tener una opinión acerca de la dirección
sureño: Herminia Aburto Colihueque, mu- las leyes que se dictaron al amparo de y manejo de los asuntos de la polis.
jer mapuche, letrada, hija de presidente de esta última Constitución, específicamente La República nace en
la Federación Araucana (1922-1940) las que conceden derechos de sufragio a Chile con una impronta liberal, como una
Manuel Aburto Panguilef. Aunque las mujeres y a los analfabetos. reacción a la vieja monarquía conserva-
Herminia Aburto no resultó electa, asumió El trabajo de campo dora regresiva, a pesar de la conformaci-
el cargo de presidenta de la Federación cualitativo contribuye así a la descripción ón, por parte de éste, de un gobierno
Femenina Araucana Yafluayin, con el ob- del escenario regional en el que se encon- fuerte y de poder concentrado dados los
jetivo de formar una “entidad cultural de traban las mujeres aymaras en los años avatares de la guerra independentista
mujeres de la raza aborigen y unir a todas 1930 a 1950, mientras que el análisis de (Cristi y Ruiz-Tagle, 2007). Ello se deno-
las araucanas existentes en esta ciudad” los textos constitucionales permite deve- ta en las aspiraciones democratizadoras
(Foerster y Montecino, 1988: 169). lar la construcción de un imaginario so- contenidas en la Constitución Política de
Efectivamente, la mayo- cial respecto de la ‘mujer chilena’, por 1822, la que no hacía distinciones odiosas
ría de las mujeres indígenas del país (tanto parte del cuerpo normativo, como un sec- que separasen a los ciudadanos de prime-
aymaras como mapuche) no tenían, como tor homogéneo que no hace mayores dis- ra y segunda clase al contener normas
Herminia Aburto, acceso a la educación y tinciones de clase ni de etnia. Un discur- que restringieran el derecho de sufragio.
por ende tampoco al derecho a voto, con- so que tiende a la hegemonía y que en su Más aún, el artículo 6 establecía sin am-
dicionado al requisito de saber leer y es- producción argumentativa no considera la bigüedad alguna que: “Todos los chilenos
cribir. En este sentido es que nos parece diversidad de realidades sociales de las son iguales ante la ley, sin distinción de
que la teoría de la interseccionalidad mujeres, y es coadyuvante entonces, rango ni privilegio” (Valencia Avaria,
(Davis, 1981; Crenshaw, 1989; Hill- como dispositivo discursivo, en la invisi- 1986: 83).
Collins, 2000) proporciona herramientas bilización de sectores subalternos de la Con la salida forzada de
de análisis pertinentes y necesarias, al in- sociedad chilena. O’Higgins del gobierno a comienzos del
tegrar las categorías de género con las de año 1823, se aprueba la Constitución de
etnia/raza y clase, para evidenciar este Resultados enfoque conservador que conocemos
tipo de jerarquías socio-étnicas respecto de como la Constitución ‘moralista’, la que
sus derechos ciudadanos. El problema político-electoral en las consagra por vez primera el sistema de
Constituciones políticas chilenas voto censitario en su artículo 11
Metodologia (Valencia Avaria, 1986). Este sistema lo
La revolución ilustrada y recogerá la Constitución de 1833, en cuyo
Este artículo se basa en antimonárquica que comienza a abrirse padrón electoral también quedaron exclui-
una investigación más amplia realizada paso desde la Glorius Revolution inglesa das las mujeres por el hecho de ser tales
entre los años 2012 y 2015 sobre las de 1688-89 atraviesa la Guerra de y no solo por el hecho de no saber y es-
transformaciones que acontecieron en la Independencia de las colonias inglesas en cribir (Hunneus, 1879; Hunneus, 1993)
región respecto de las relaciones de géne- Norteamérica de 1776 y rebota, finalmen- configurándose una doble exclusión que,
ro en la sociedad aymara desde los años te, en la Revolución Francesa de 1789, si sumamos la circunstancia de ser parte
1950 a la actualidad (Álvarez, 2017). En ambas apoyadas y fortalecidas por la integrante de algún pueblo originario, hay
ese contexto, y a partir de las diez entre- doctrina racionalista y la directriz econó- en los hechos una explícita triple exclusi-
vistas biográficas realizadas a mujeres mica (tímidamente) liberal de los ón de ciudadanía.

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Así, el primera problema de 1833 se contenía la norma básica y y mujeres siguieron un lento proceso de
consistió en la definición del sistema po- principal en materia de derechos de ciu- equiparación desde las primeras décadas
lítico a implementar en Chile, una vez dadanía que se mantuvo casi inalterada, del siglo XX, destinados a alcanzar nive-
derrotadas las fuerzas militarizadas que por espacio de 100 años, y en especial en les relativamente similares en los prime-
defendían los intereses de la monarquía lo relativo al sufragio femenino. Ahí bá- ros años de la enseñanza, haciéndose
borbónica en esta parte del Virreinato del sicamente desapareció todo intento de po- mayor la brecha entre hombres y mujeres
Perú. La inspiración original fue la de sibilitar la concesión de derechos políti- a medida que se avanzaba hacia los cur-
instalar un régimen democrático-republi- cos con carácter general y no hubo tam- sos superiores de los diversos niveles del
cano, con amplia participación electoral poco expresión o fuerza política alguna sistema educativo.
de una ciudadanía nueva y ávida de reco- que defendiera una opción más generosa En la vida política se
nocimiento de derechos políticos que las en la materia, situación que no era priva- discutió, en el seno de la Subcomisión de
primeras constituciones políticas no duda- tiva de Chile, sino propia de los ‘regíme- Reforma Constitucional, la necesidad que
ron en reconocer. nes políticos’ del mundo occidental de la no fuese la Constitución la que consagra-
El proceso independen- época. ra formal y normativamente el derecho de
tista y lo que siguió luego de su consoli- Ya adentrados los go- sufragio femenino, sino que su concreci-
dación en Chile es un modelo de situaci- biernos liberales del siglo XIX, una vez ón fuese mediante una ley. El espíritu de
ón política de dos polos reñidos: los ‘pi- terminado el gobierno del Presidente la Subcomisión fue “dejar a la ley que
piolos’, revolucionarios separatistas, por Santa María y mediante Ley de Reforma otorgue el voto municipal y el voto políti-
un lado, y por el otro, los ‘pelucones’ Constitucional de 1888 se estableció que co (se refiere al voto en las elecciones
(Jocelyn-Holt, 1990; Palma, 2005). Estas “son ciudadanos con derecho a sufragio parlamentarias y presidenciales) cuando
fuerzas sociales y políticas representaban los chilenos que hubieren cumplido 21 lo estime oportuno y conveniente y sin
y prolongaron la tradición monárquica en años de edad, que sepan leer y escribir y necesidad de una reforma constitucional”
el contexto de una sociedad estamental y estén inscritos en los Registros (República de Chile, 1925: 389).
claramente feudalizada (Amunátegui Electorales del Departamento” (Valencia Sin perjuicio de la pre-
Solar, 1946) y se enfrentaron con dureza Avaria, 1986: 207). Aquí lo que realmen- sencia de las primeras reformas al
para terminar aprobando una te ocurrió no es la entrada en vigencia Código de Bello, en materias civiles a la
Constitución hecha a la medida de las del sufragio universal, como señala mujer se le comenzó a reconocer progre-
ideas conservadoras, en una suerte de Andrade Geywitz (1963). Solo se eliminó sivamente una serie de derechos en el
monarquía republicana, con un fuerte el sufragio censitario que había estableci- Derecho Privado, especialmente en las re-
presidencialismo y un congreso muy obe- do la Constitución de 1833, a contrapelo glas relativas a las sucesiones hereditarias
diente al primer mandatario, frente a una de las constituciones precedentes, que es- (Rioseco, 1956). Respecto de estas mate-
ciudadanía mayoritariamente pasiva y tablecían un requisito patrimonial para rias, ya venían colaborando en la direcci-
acrítica. Este escenario político de tras- poder registrarse y ejercer derecho a ón indicada las relevantes leyes civiles
fondo tuvo una cara palpable y evidente sufragio. que se habían dictado en 1884, como lo
hacia afuera: una democracia republicana La implantación de un fue la ley de matrimonio civil y la que
mezquina, prácticamente inexistente. sistema crecientemente democrático se creó el Registro Civil. Ello como parte
Socialmente hubo una clase media míni- inició recién con la Constitución Política del proceso de secularización de institu-
ma y un extenso campesinado analfabeto de 1925 que reestableció la normalidad ciones privadas pero de relevantes conse-
y materialmente muy pobre, descendiente institucional, con impronta más mesocrá- cuencias públicas referidas, por ejemplo,
del cruce de sangres entre conquistador e tica (Guerra, 1929) y de progresivo reco- al registro y autorización de los matrimo-
indígena. Económicamente, Chile tuvo un nocimiento de derechos laborales (y so- nios civiles como contrato de naturaleza
régimen feudalizado de la tierra hasta cio-previsionales), con la aprobación y civil (y no solo eclesiástico) y al registro
bien entrado el siglo XX, en el sistema puesta en vigencia del primer Código del de los nacimientos y las defunciones, las
del latifundio y las grandes haciendas Trabajo en Chile en el año 1931 (Heise, que fueron devueltas al poder secular.
que provienen del régimen colonial, in- 1996). En materia de derechos
tentando abrir espacios industriales con la Pero es con el término de ciudadanía, en la Ley Nº 5.357 de 18
minería en el norte de Chile, potenciada de la Primera Gran Guerra europea que de abril de 1934 sobre Organización y
por el triunfo reciente en la Guerra del se catapultó la importancia social de la Atribuciones de las Municipalidades se
Pacífico. En este escenario decadente, en mujer más allá de los límites privados del otorgó a las mujeres el derecho a inscri-
materia de derechos políticos y de reco- hogar. Se puede observar que las mujeres birse en los Registros Municipales res-
nocimiento de ciudadanía no había visos comenzaron a presionar socialmente para pectivos para, por lo tanto, elegir y ser
de pronta apertura democratizadora. La su reconocimiento como sujeto de dere- elegida para algún cargo concejal. Esta
política estaba reducida a una fronda chos políticos o de ciudadanía. La pre- norma, que no tendría rango constitucio-
aristocrática (Edwards, 1928). La exclusi- sencia de la mujer era creciente en la nal, como se había acordado por los
ón política, entonces, de que nos ocupa- vida nacional, en lo público, lo profesio- constituyentes de 1925, permitió que por
mos aquí, fue parte de un programa más nal, lo cultural, etc. primera vez en Chile votaran las mujeres
amplio de dominación política que utilizó En Chile, la en elecciones de esta naturaleza.
el mundo conservador chileno, utilizando Constitución de 1925 no alteró en princi- Los niveles de alfabetis-
las herramientas institucionales e incluso pio los requisitos para ser ciudadano con mo fueron aumentando progresivamente
el arsenal teórico de los pensadores libe- derecho de sufragio respecto de la etapa con la implementación y ampliación de
rales y acomodándolos por los cauces for- constitucional previa (Guerra, 1929), y es cobertura del sistema escolar chileno. En
males del sistema de división de poderes especialmente llamativa esta falencia a la esto jugó relevante papel el Ministerio de
(Cristi y Ruiz-Tagle, 2007). hora de atender al requisito de saber leer Justicia Culto e Instrucción Pública de
Como se dijo anterior- y escribir (Heise, 1996). Los niveles edu- 1837, que a partir de 1887 se denominó
mente, en el artículo 8 de la Constitución cativos comparativamente entre hombres Ministerio de Justicia e Instrucción

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1970, que se modificó el artículo 7º de la en 1949 se promulgó en Chile la ley No.
Pública y desde 1927 se separó de Constitución vigente de 1925, y se otorgó 9.292, ellas habitaban mayoritariamente
Justicia y tomó el nombre actual de el derecho de sufragio a quienes no saben en los poblados de la alta cordillera y
Ministerio de Educación, dadas las trans- leer y escribir, consagrando así el voto pre-cordillera de los Andes, y eran mono-
formaciones que venían experimentándo- universal real en Chile. A esas alturas, la lingües del idioma aymara. Recién en la
se en Chile en la materia. Más por mala educación había alcanzado gran parte del década de los años ’30 vieron llegar los
que por buena ventura, el alfabetismo territorio nacional y la tasa de analfabe- retenes policiales (González, 1999) y pos-
jugó un rol relevante en la no obtención tos apenas sobrepasaba el 10%, siendo teriormente, en la década de los años ’50,
de derechos políticos. Lo señalamos así siempre mayor entre las mujeres, y en los irrumpió la figura de la escuela pública
porque el imaginario ciudadano ilustrado sectores rurales. en las comunidades de la alta cordillera,
siempre estimó que el analfabeto no esta- Por lo tanto, la justicia con la llegada a lomo de mula y en lar-
ba en condiciones de ‘pesar’ o ‘valer’ lo electoral llega tarde en Chile, y cuando gos viajes en camión, de los primeros
mismo que un hombre culto a la hora de llega ya no tiene el sentido que pudo te- maestros fiscales (de lengua castellana)
determinar la posición o elección de los ner, al menos en teoría, cuando las tasas (González, 2002). En los años ’60 se re-
candidatos a ocupar los cargos decisorios de analfabetismo eran altas. gistran las primeras organizaciones socia-
en la ‘cosa pública’. Efectivamente, el derecho universal de les de mujeres promovidas desde el
De la mano de la evolu- sufragio se estableció en 1970, cuando las Estado en las comunidades andinas, a
ción progresiva que venía teniendo la tasas de analfabetismo eran residuales, través de los Centros de Madres, que se
educación, las mujeres siguieron su em- debido a los esfuerzos educadores del articulaban en función de una extensión
puje, a través de las organizaciones sufra- Estado mesocrático chileno de 1920 a del rol de madres y de su trabajo repro-
gistas que surgieron en nuestro país. En 1973. ductivo (Carrasco, 2018). Solo en los años
1947, durante la presidencia de Gabriel Al respecto, es intere- ’80 del siglo XX, se instalarían postas
González Videla se logró un acuerdo con- sante mencionar que esta ‘inclusión tar- médicas y otros servicios públicos
juntamente con el Congreso Nacional. día’ de las mujeres indígenas al derecho a (González, 1999).
Así el 8 de enero de 1949, finalmente, se sufragio fue un hecho común en la reali- Con relación al grado de
publicó la Ley Nº 9.292 (República de dad socio-histórica latinoamericana, por analfabetismo de la población rural, se
Chile, s/f) que modificó la Ley General cuanto la exclusión implícita basada en el observa que para el año 1907 en el veci-
sobre Inscripciones Electorales (Nº 4.554 requisito de lecto-escritura se reprodujo no sector andino de Arica, la población
del 9 de Febrero de 1929) en su texto re- en los cuerpos normativos de otros esta- sin instrucción ni manejo de la lecto-es-
fundido con las modificaciones que se le dos. En Perú las mujeres obtuvieron el critura superaba el 70%, según cifras ofi-
habían introducido en los años 1931, derecho de voto en 1955, pero el requisito ciales del censo. En 1930, el siguiente
1934, 1944 y 1948, agregándole la pala- de lecto-escritura para poder sufragar se censo de población arrojó una leve dismi-
bra ‘mujeres’ al lado de ‘varones’, ambos derogó recién en 1979. En Guatemala las nución: en General Lagos la cifra alcanzó
que debían inscribirse en los Registros mujeres obtuvieron el derecho a sufragar un 68,1%, en Belén 64,8% y en Putre 58,
Electorales para votar y ser votado. en 1945, aunque sus congéneres analfabe- 9% (Tudela, 1992). Podemos suponer, de
Ahora bien, en 1952, tas gozaron del mismo derecho solo des- acuerdo a las inequidades históricas de
cuando por primera vez votaron las muje- de 1965. En Brasil, la inclusión de muje- género, acrecentadas en esos años,
res en las elecciones parlamentarias y res al derecho de sufragio fue más com- que el porcentaje era mayor en mujeres
presidenciales, las tasas de analfabetismo pleja: en 1932 solo podían votar las muje- que en varones en los poblados rurales
seguían siendo considerables. Estas tasas res casadas con autorización de su andinos mencionados. En efecto, estas ci-
eran mayores, según datos del Censo marido, las viudas y las solteras con ren- fras obedecen a un continuum estructural
(Fernández y Sanhueza, 2013) en las mu- tas propias; en 1934 ese derecho se hizo de falta de compromiso por parte del
jeres (21,4%) que en los hombres (18%), extensivo a mujeres que supieran leer y Estado por alfabetizar las zonas periféri-
aumentando significativamente para la escribir, y recién en 1985 se concedió el cas, que arranca ya desde la época repu-
población femenina en áreas rurales (39,6 voto a la población analfabeta, que para blicana peruana y se mantiene sin
%) sobre las urbanas (12,5%). Por ello se ese año alcanzaba el 35% de la población mayor alteración con la sociedad chilena
puede colegir que, aun cuando las muje- total. (Díaz et al., 2010) hasta avanzado el siglo
res lograran reconocimiento del derecho XX.
de sufragio, todavía existía un número re- El escenario regional para las mujeres De este modo en los
lativamente alto de analfabetas entre las aymaras años ’50, cuando se proclamó el derecho
mujeres rurales indígenas, razón por la de sufragio para las mujeres chilenas, la
cual su exclusión estructural y sistémica En el norte del país, las escritura era tenida por herramienta de
siguió siendo muy patente por muchos organizaciones de mujeres veían con cier- poder en sí misma. Por su intermedio se
años más, por lo que este acto de justicia ta distancia esta aspiración fundamental dictaban leyes mediante oscuros e inacce-
política fue originalmente restrictivo. para el ejercicio ciudadano, ya que su in- sibles documentos para la mayoría de los
Accedieron por vez primera a cargos de terés estuvo más orientado a problemáti- indígenas: “Fue herramienta vedada y te-
representación popular en Chile algunas cas ligadas a la subsistencia económica y mida y, por lo mismo, íntimamente apre-
mujeres miembro de la elite letrada las reivindicaciones y derechos vincula- ciada. La escritura, sin embargo, era leja-
(Rodríguez, 2000), desde que los dere- dos a ella. Así, “la conquista de los dere- na a las mujeres, más aún que para los
chos políticos correspondían o equivalían chos políticos, jurídicos y sociales en este hombres de entonces” (Calfío, 2009: 95).
a la tríada: votar, ser votado y ocupar período queda más bien como un logro Las propias organizaciones de mujeres
cargos públicos, en general (y no necesa- de las mujeres de Santiago, al que se del norte del país, conscientes de esta
riamente electivos). Sin embargo, será fi- adhieren las del resto del país” (Carrasco, despreocupación estatal, levantaron como
nalmente en la Reforma Constitucional 2018: 273). una de sus demandas significativas la
aprobada mediante Ley Nº17.284, publica- Respecto de las mujeres educación y la instrucción para las muje-
da en el Diario Oficial de 23 de Enero de aymaras de la región de Tarapacá, cuando res de la zona (Carrasco, 2018).

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Con todo, ello no signi- diferente a la de los varones, aunque Sin duda la ampliación
fica, por supuesto, que la comunidad an- “trabajaron tanto o más que los hombres para las mujeres de la esfera pública, la
dina comenzara recién en esa década a en la pampa salitrera, hay un desconoci- prensa, el asociacionismo descrito, y las
tener una relación permanente con la cos- miento de esas faenas u oficios, y un no mismas campañas electorales, inclusive,
ta urbana occidentalizada. En efecto, des- reconocimiento de que su labor constituía potenciaron la aproximación de diferentes
de la época colonial se realizó una tem- realmente un trabajo” (González, 2002: actores sociales a la vida política nacio-
prana castellanización (Mamani, 2005) y 195). Las que sí tuvieron reconocimiento nal, aun cuando sus derechos de repre-
entre fines del siglo XIX y comienzos del formal, por estar contratadas por la admi- sentación política no estuviesen reconoci-
XX (después de la Guerra del Pacífico nistración de las Oficinas salitreras, fue- dos por la ley, como era el caso de las
que anexó las Provincias de Tarapacá y ron las cajeras y vendedoras de las pulpe- mujeres y hombres analfabetas, tanto en
Antofagasta a Chile) los aymaras, que rías, así como las ‘libreteras’. Muchas el espacio urbano como rural.
ahora vivían en territorio chileno, debie- otras se desempeñaron en las casas de los Sin embargo, durante el
ron regularizar sus propiedades de valles administradores y altos empleados, como ciclo salitrero y posterior a él, la gran
y altiplano “bajando a pie desde poblados empleadas domésticas, niñeras, lavande- mayoría de las mujeres aymaras seguía
como Isluga y Cariquima (ubicados a ras, planchadoras, costureras. Las mujeres viviendo en las ‘zonas de refugio’ de la
3000msnm) hasta el Puerto de Pisagua que provenían de los valles de la pre-cor- pre y alta cordillera. El contexto geográ-
para inscribir sus tierras, y reinscribirlas” dillera (poblados andinos) “se caracteriza- fico de la Región de Tarapacá favorece el
(González, 2002: 22). ron por vincularse al negocio de la verdu- desarrollo diferencial de actividades eco-
Por otra parte, la alfabe- lería, entre otros. Fueron algunas, al nómicas y productivas en torno a diferen-
tización de los y las aymaras también se modo de su conocido oficio de las ferias, tes nichos ecológicos. Así, en la costa se
vio acrecentada, por una parte por el cir- unas “mercachifles” pampinas que en vez ubicaron las ciudades-puerto de Iquique y
cuito del arrieraje en el que estaban invo- de vender casimires, vendían productos Pisagua, mientras que en el valle central
lucradas las poblaciones aymara y que- agropecuarios” (González, 2002: 202). se instalaron los enclaves mineros (deno-
chua de la zona durante el ciclo salitrero Todas ellas regresaron a sus pueblos ante minadas salitreras). Desde los valles a
(1883-1930) y, por otra parte, por su in- la crisis del salitre (1913-1930) y, las me- través de las Quebradas de Tarapacá, de
corporación como mano de obra a los en- nos, migraron tempranamente a ciudades Camiña (o Tana) y de Aroma se encuen-
claves mineros. Efectivamente, “los indí- de la costa, donde se desempeñaron prin- tran diversos pueblos andinos en la pre y
genas no solamente se incorporaron a las cipalmente como empleadas domésticas. alta cordillera (a 1 o 2 días de viaje a
salitreras como trabajadores, sino además De acuerdo a Donoso (2014), mientras en lomo de mula). En estos últimos, de
establecieron relaciones de intercambio 1913 trabajaban más de 50.000 trabajado- acuerdo a los mandatos de género propios
comercial entre éstas y sus pueblos o co- res en 127 industrias operativas, en 1921 de la sociedad aymara tradicional, las
munidades de origen” (González, 2006: la cifra de trabajadores se redujo a poco mujeres estaban centradas en roles de
41). Este fue el caso de indígenas de los más de 25.000 obreros en 53 oficinas sa- pastoreo, agricultura y textilería. Ello sig-
valles y altiplano chilenos (aymaras), así litreras y entre 1924 y 1926 otras 31 ofi- nificaba que, a diferencia de los varones,
como de indígenas de los valles y altipla- cinas salitreras cesaron sus actividades la socialización de las mujeres aymaras
no bolivianos (quechuas y aymaras). productivas. no incluía una orientación hacia el espa-
Estas redes de intercambio generaron un En los cantones y sali- cio público, ni hacia el ejercicio ciudada-
complejo proceso de mutua dependencia treras, las organizaciones de mujeres no. Al menos, no en términos electorales.
económica e influencia cultural, “en el constituyeron un referente importante en “En términos políticos, la posesión de la
cual se intercambiaron principalmente la lucha en pro de sus derechos políticos tierra otorga a los varones, mayores capa-
productos agropecuarios (tales como: al- y del ejercicio de una ciudadanía activa. cidades de decisión y legitima su orienta-
falfa, vino, chicha, fruta, carne, charqui, Los orígenes de estas organizaciones se ción hacia las actividades de representaci-
lana, harina y tejidos) por productos ela- reconocen en torno al año 1913 con la ón” (Gavilán, 2014: 174).
borados (calaminas o zinc, planchas y co- creación de los Centros Femeninos ‘Belén Así lo recuerda una mu-
cinas de fierro, alimentos envasados)” de Sárraga’ y las Ligas de jer aymara respecto de la vivencia en su
(González, 2006: 41). Librepensadoras (p.e. en el cantón familia, oriunda de un pueblo de la pre-
En este contexto de den- Negreiros) (Carrasco, 2018). Aunque el -cordillera: “Yo de niña recuerdo que mi
so intercambio económico y cultural, una centro de las organizaciones y del movi- papá era el que iba a votar, pero mi
de las influencias indudables del ciclo sa- miento de mujeres se encontraba en las mamá no. Yo nunca la vi que saliera a
litrero (cuyo declive se inició en 1913) ciudades-puerto, la labor de difusión a votar. Mi papá sí; él se arreglaba y se
fue para los aymaras poder compartir una través de la prensa, folletos y documentos preparaba para salir a votar, pero mi
forma de vida basada en un tipo de co- escritos fue intenso “conociéndose su ac- mamá no iba y mi suegra tampoco.”
munidad urbana, solidaria y contradicto- cionar en toda la pampa, lo que permitió Como se observa, existe un recuerdo, una
ria a su vez, que otorgó al indígena ca- la creación de nuevas instancias de este huella en la memoria colectiva de la ex-
racterísticas ciudadanas (González, 2006). tipo en distintas oficinas salitreras y can- clusión en los comicios, en el ejercicio
El obrero pampino, proveniente de dife- tones” (Carrasco, 2018: 245-247). Sin em- del sufragio de las mujeres aymaras. Sin
rentes confines del país y del mundo, se bargo, junto al ocaso del ciclo salitrero y embargo, junto a esa exclusión basada en
constituyó a sí mismo en torno a la lucha la migración de mujeres y dirigentas a las desigualdades de etnia y género, el
sindical y a la conciencia de clase, porta- los centros urbanos de la costa, la poten- testimonio también nos informa respecto
dor del pensamiento obrero ilustrado, y cia del movimiento femenino fue decre- del grado de relevancia que se le atribuye
del cual se hicieron parte los aymaras. ciendo en los enclaves de la pampa. Con a los acontecimientos electorales y a los
Con todo, esta transformación en ciuda- todo, en las oficinas salitreras que aún comicios nacionales en particular, como
dano de derecho parece haber implicado funcionaban en los años ’30, tuvo impor- eventos relativamente importantes en la
más al varón que a la mujer aymara. tante presencia el MEMCH, a través de memoria familiar. Además, por el tiempo
En aquellos años, la si- las seccionales que convocaban mujeres que requería el desplazamiento a las me-
tuación de las mujeres pampinas fue proletarias. sas de votación, los eventos electorales se

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constituían en espacios de encuentro y rurales por parte del Estado chileno, los de un padrón electoral mínimo, excluyen-
sociabilidad entre los votantes de la aymaras, de manera organizada, contrata- te, de fuerte raigambre tradicional y antili-
población rural que ejercían su derecho a ron los servicios privados de maestros beral, la que se definió extrañamente
voto. bolivianos para enseñar el castellano y como una república representativa. Así he-
Para las elecciones presi- llevar la instrucción básica a sus comuni- mos singularizado este ‘padrón electoral
denciales de 1952, cientos de mujeres (de dades (González 2002b). Este proceso de mínimo’ y seguido su derrotero hasta la
la actual región de Tarapacá) inscritas en alfabetización transfronterizo muy proba- década del ’70 del siglo XX, cuando reci-
el Registro Electoral acudieron a votar blemente vehiculó consigo componentes én se universaliza el derecho a sufragio
por primera vez en la historia del país. concomitantes al ejercicio de la ciudada- incorporando a la población analfabeta (a
Las mesas de votación femenina se insta- nía y a los derechos políticos, en una cla- pesar que el analfabetismo era ya residual
laron en las ciudades-puerto de Pisagua e ve étnica más cercana a la del Estado na- a ese tiempo en Chile). Así, durante 162
Iquique y en cuatro pueblos relevantes cional chileno. años fueron progresivamente disminuyen-
del valle: Zapiga, Negreiros, Huara y Así, en el complejo con- do las exclusiones a través de diferentes
Pozo Almonte (Diario el Tarapacá, texto socio-histórico que hemos descrito, reformas para el ejercicio de este derecho
03/19/1952). En el pueblo de Tarapacá podemos observar que las mujeres ayma- ciudadano. El número de electores inscri-
(ubicado al inicio de la Quebrada de ras se encontraban en una situación desi- tos aumentó constantemente en todo el pe-
Tarapacá, camino hacia los pueblos andi- gual y desventajosa con respecto a sus ríodo estudiado; sin embargo la mejora
nos) solo se constituyó una mesa para va- congéneres nacionales en tanto sujeto de más significativa se produjo sin duda al
rones, ya que allí no se inscribió ninguna derecho, cuando el ejercicio del sufragio obtener las mujeres el derecho al voto o
mujer. se obtuvo de manera condicionada al ma- más cabalmente dicho, los derechos políti-
La falta de caminos y de nejo de la lecto-escritura (en lo que era cos (Klimpel, 1962; Vergara, 1974;
transporte se constituía en otra barrera para ellas un segundo idioma). Siguiendo Gaviola et al., 1986; Kirkwood, 1986;
para que las mujeres aymaras pudieran a Hernández (2014), podríamos aseverar Navia, 2004).
ejercer su derecho a elegir autoridades. que se producía en el imaginario y dis- Con todo, diferentes fac-
Una mujer aymara, actualmente migrante curso de la época, una ‘no existencia’ de tores excluyeron a las mujeres aymaras de
en Alto Hospicio, describe así el aisla- las mujeres indígenas, a través de una los pueblos del interior de la posibilidad
miento que entonces se vivía: “Mi mamá monocultura del saber feminista, una mo- de emitir su voto, cuando como mujeres
nació en 1916. Nunca bajó mi mamá al nocultura del tiempo lineal en la que el habían obtenido el derecho a sufragio. Por
hospital. Nosotros nos criamos allá en sentido único de la historia estaba marca- un lado, como se ha señalado, las barreras
Coscaya y no había en qué bajar. Ella se do por las luchas feministas del culturales propias de la división sexual de
mejoraba sola. No había ronda médica, no Occidente y por sus logros. Con todo, roles de la sociedad tradicional aymara
había huella (camino)”. Por lo demás, la esta ‘no existencia’ de las mujeres indíge- confinaban a las mujeres a la economía
falta de accesibilidad no solo afectaba a nas en el imaginario de la lucha de las doméstica, con escasa participación en es-
las mujeres de los poblados andinos, sino mujeres por el derecho de sufragio no pacios públicos. A ello se suma la baja es-
también a los varones aymaras. puede ser imputada exclusiva, ni siquiera colaridad y el alto grado de analfabetismo
Existe, como podemos principalmente, al movimiento de mujeres que prevalecía en los pueblos de la puna y
observar, una memoria colectiva en los de la época. Por el contrario, nos parece de las quebradas de los Andes chilenos,
relatos del aislamiento y marginación res- que las razones obedecen más al horizon- sobre todo entre las mujeres. Por último,
pecto a servicios educativos o de salud, te civilizatorio de la sociedad chilena la falta de red vial de transporte que per-
fundamentalmente urbanos, a los que la de entonces, fuertement e cargado por mitiera a los habitantes movilizarse con
población rural aymara no accedía. Estos una concepción aristocrática e facilidad hacia los centros urbanos del val-
documentan, asimismo, que la consagra- ilustracionista. le, donde se encontraban las mesas de vo-
ción de derechos políticos femeninos a tación más cercanas.
nivel jurídico no transformó automática- Conclusiones Efectivamente, la ciuda-
mente las prácticas o las experiencias de danía no se agota en su definición jurídi-
las mujeres aymaras. En este sentido, el La ‘cuestión electoral’ es co-normativa sino que reposa en la noción
aporte de estos testimonios se constituye un aspecto relevante del sistema político de reconocimiento efectivo. Así, el acceso
como punto de vista privilegiado para ex- que surgió en y con las revoluciones libe- o exclusión de los derechos ciudadanos y
plorar las ambivalencias y complejidades rales, donde los derechos políticos fueron de su ejercicio no solo dependerá del cum-
en el proceso de chilenización e integra- el núcleo fundamental de esta nueva clase plimiento de los requisitos que los legiti-
ción política de las mujeres aymaras en el de Estado, no obstante concretó un ‘siste- man, sino también de la aprobación de
Chile del siglo XX. Sin embargo, es im- ma electoral’ mínimo, a la medida de una aquellos que sustentan el poder para deter-
portante considerar que se establecen his- concepción aristocrática (de los más dota- minarlo. Efectivamente, diversas posicio-
tóricamente influencias diferenciales entre dos educacional y patrimonialmente) del nes y situaciones de las mujeres marcadas
los pueblos andinos de la pre-cordillera y nuevo régimen. Es el caso de Chile, que por la clase social, género y etnia, han de
los pueblos de la alta cordillera, fronteri- negó el derecho de sufragio a los grupos ser consideradas, desde una perspectiva
zos con Bolivia. En este sentido, es posi- sociales más postergados, aunque preten- interseccional, para que la construcción de
ble asumir que la Ley de Instrucción dió erigirse como ‘gobierno del pueblo’ la mujer indígena como sujeto político
Primaria Obligatoria, Ley No. 3.654 de como lo pregonaban las constituciones po- parta del principio de igualdad, recono-
1920, indudablemente trajo una influencia líticas y la filosofía política que le ciendo sus diferencias y especificidades
modernizadora a las comunidades y pue- precedió. histórico-culturales. Ello solo puede suce-
blos del interior. Es posible asegurar que der en un contexto democrático y plural
Sin embargo, el proceso este régimen político puede ser caracteri- en función de un proyecto de construcción
de educación y alfabetización en los pue- zado como una oligocracia propietaria de de una ciudadanía distinta, en la que se
blos de la alta cordillera fue diferente, ya la tierra, que adhiere a un catolicismo incluyan de manera activa las diversas
que previo a la construcción de escuelas conservador y pro monárquico, partidario identidades en juego.

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LEGAL INEQUALITY, ETHNIC EXCLUSION AND RIGHT TO VOTE. A NORMATIVE AND SOCIO-CULTURAL
STUDY WITH AYMARA WOMEN FROM TARAPACÁ, CHILE
Andrea Álvarez Díaz and Hugo Vilches Fuentes
SUMMARY
Obtaining the right to vote for women in 1949 represents the dilatory process of democratization of the national society
the most important milestone in the struggle for the political regarding the right to vote. On the one hand, the facts and
rights of women in Chile. However, the process of obtaining constitutional norms that account for electoral participation,
a complete universal vote was the product of a long process during the period of post-emancipated Chile until the legisla-
marked by overcoming different restrictions on the exercise tive moment of recognition of the right to vote for women, are
of the right to vote. In the case of Aymara women, these res- analyzed retrospectively, and the subsequent recognition of
trictions operated as a triple political exclusion to their citi- this right to the illiterate. On the other hand, we describe the
zens’ right, articulating gender social hierarchies (until 1949) way in which an adverse scenario for the political-electoral
and, then, class and ethnic hierarchies (until 1970), in order participation of Aymara women was configured, both due to
to perform their right to suffrage. In this paper we are inter- cultural barriers of the Aymara society, as well as by the in-
ested to place, historically, this demand for civic and citizen visibility of the indigenous subject by a social and racial hie-
recognition of women, and indigenous women in particular, in rarchical order.

DESIGUALDADE JURÍDICA, EXCLUSÕES ÉTNICAS E DIREITO AO SUFRÁGIO. ESTUDO NORMATIVO E


SOCIOCULTURAL COM MULHERES AYMARAS DE TARAPACÁ, CHILE
Andrea Álvarez Díaz e Hugo Vilches Fuentes
RESUMO

A conquista do direito ao voto para as mulheres em 1949 ciedade nacional, estudando especialmente o direito de sufrá-
representa o marco mais importante na luta pelos direitos gio. Por um lado, são analisados, em forma retrospectiva, os
políticos das mulheres no Chile. No entanto, a obtenção do fatos e normas constitucionais que viabilizaram a participação
direito ao voto universal completo foi produto de um longo eleitoral durante o período do Chile post-emancipado até o
processo marcado pela superação de diferentes restrições no momento legislativo de reconhecimento do direito de sufrágio
exercício do sufrágio. Neste caso das mulheres aymaras, as para a mulher, e do posterior reconhecimento de este direito
restrições operaram como tripla exclusão política em seu di- às pessoas analfabetas, em especial sob o amparo da Consti-
reito cidadão, articulando-se hierarquias sociais de gênero tuição de 1925. Por outro lado, se descreve a forma como foi
(até 1949), e mais tarde hierarquias de classe e de etnia (até configurado um cenário adverso para a participação política-
1970), para poder exercer seu direito de sufrágio. É interesse -eleitoral das mulheres aymaras e o exercício de seus direitos
deste trabalho situar historicamente a exigência de reconheci- políticos, tanto por barreiras culturais da sociedade aymara,
mento cívico e cidadão das mulheres, em particular das mu- como por invisibilização do sujeito indígena por parte de uma
lheres indígenas, no lento processo de democratização da so- ordem social hierarquizada sócio-racialmente.

MARCH 2019 • VOL. 44 Nº 3 139

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