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El principio de Arquímedes es el principio físico que afirma: «Un cuerpo total o
parcialmente sumergido en un fluido en reposo, experimenta un empuje vertical hacia
arriba igual al peso del volumen de fluido desalojado por el cuerpo». Esta fuerzanota 1 recibe
el nombre de empuje hidrostático o de Arquímedes, y se mide en newtons (en el SI). El
principio de Arquímedes se formula así:
o bien cuando se desea determinar para compararlo contra el peso del objeto:
Índice
1Historia
2Demostración
3Otra demostración
4Prisma recto
o 4.1Notas
o 4.2Referencias
o 4.3Bibliografía
5Véase también
Historia[editar]
Arquímedes creció en un ambiente donde la ciencia era familiar, ya que su padre, Fidias,
era astrónomo. Arquímedes reveló tempranamente particular disposición para los estudios.
Viajó por la península ibérica y estudió en Alejandría. Allí trabó amistad con el famoso
Eratóstenes de Cirene, con quien efectuó la medición de la circunferencia terrestre.
Probablemente a consecuencia de los estudios realizados con Eratóstenes, más que por
tradición familiar, en Arquímedes nació la afición por la astronomía. Vuelto a Siracusa, se
dedicó a sus estudios de matemática, física, geometría, mecánica, óptica y astronomía. En
todas estas materias realizó investigaciones que aún hoy resultan difíciles para una
persona de buena preparación.
La anécdota más conocida sobre Arquímedes, matemático griego, cuenta cómo inventó un
método para determinar el volumen de un objeto con una forma irregular. De acuerdo
con Vitruvio, arquitecto de la antigua Roma, una nueva corona con forma de corona
triunfal había sido fabricada para Hierón II, tirano gobernador de Siracusa, el cual le pidió a
Arquímedes determinar si la corona estaba hecha de oro puro o si un orfebre deshonesto
le había agregado plata.2 Arquímedes tenía que resolver el problema sin dañar la corona,
así que no podía fundirla y convertirla en un cuerpo regular para calcular su densidad.
Mientras tomaba un baño, notó que el nivel de agua subía en la tina cuando entraba, y así
se dio cuenta de que ese efecto podría usarse para determinar el volumen de la corona.
Debido a que la compresión del agua sería despreciable,3 la corona, al ser sumergida,
desplazaría una cantidad de agua igual a su propio volumen. Al dividir la masa de la
corona por el volumen de agua desplazada, se podría obtener la densidad de la corona. La
densidad de la corona sería menor si otros metales más baratos y menos densos le
hubieran sido añadidos. Entonces, Arquímedes salió corriendo desnudo por las calles, tan
emocionado estaba por su descubrimiento para recordar vestirse, gritando «¡Eureka!»
(en griego antiguo: «εὕρηκα» que significa «¡Lo he encontrado!»)4
Dado que la historia se había transmitido de forma oral, durante el renacimiento fue
cuestionada por la imprecisión de medir el volumen y el empuje por separado y dividirlos, y
también por el hecho de que la descripción anterior no utiliza para nada el Principio de
Arquimedes. Galileo En 1586, con solo 22 años, publicó el artículo La Bilancetta, en el que
describía una forma de comparar densidades con una balanza sumergida y proponía que
podría ser el dispositivo original del propio Arquímedes.5
La historia de la corona dorada no aparece en los trabajos conocidos de Arquímedes, pero
en su tratado Sobre los cuerpos flotantes él da el principio de hidrostática conocido como
el principio de Arquímedes. Este plantea que todo cuerpo sumergido en un fluido
experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del volumen de fluido
desalojado; es decir, dados dos cuerpos que se sumergen en el seno de un fluido
(ej:agua), el más denso o el que tenga compuestos más pesados se sumerge más rápido,
es decir, tarda menos tiempo para llegar a una posición de equilibrio. Esto sucede por el
gradiente de presión que aparece en el seno del fluido, que es directamente proporcional a
la profundidad de inmersión y al peso del propio fluido.6
Demostración[editar]
El principio de Arquímedes puede deducirse matemáticamente de las ecuaciones de
Euler para un fluido en reposo que a su vez pueden deducirse generalizando las leyes de
Newton a un medio continuo. De la misma manera el principio de Arquímedes se puede
deducir de las ecuaciones de Navier-Stokes para un fluido:
(1)
La condición de que el fluido incompresible que esté en reposo implica tomar en la
ecuación anterior , lo que permite llegar a la relación fundamental entre presión del
fluido, densidad del fluido y aceleración de la gravedad:
(2)
A partir de esa relación podemos reescribir fácilmente las fuerzas sobre un cuerpo
sumergido en términos del peso del fluido desalojado por el cuerpo. Cuando se sumerge
un sólido K en un fluido, en cada punto de su superficie aparece una fuerza por unidad de
fluido pen ese punto. Si llamamos al vector normal a la superficie del cuerpo
(3)
donde la última igualdad se da solo si el fluido es incompresible.
Otra demostración[editar]
podemos elegir pequeños elementos de área , tales que tiendan a ser un punto de la
superficie del cuerpo.
Sobre cada punto (elemento de área) actúa una presión de valor y una
una vertical tenemos una respectiva fuerza hacia abajo y otra hacia arriba y por
decir,
Por lo tanto se llega a:
Prisma recto[editar]
Para un prisma recto de base Ab y altura H, sumergido en posición
totalmente vertical, la demostración anterior es realmente elemental.
Por la configuración del prisma dentro del fluido las presiones sobre el
área lateral solo producen empujes horizontales que además se
anulan entre sí y no contribuyen a sustentarlo. Para las caras superior
e inferior, puesto que todos sus puntos están sumergidos a la misma
profundidad, la presión es constante y podemos usar la
relación Fuerza = presión x Área, y teniendo en cuenta la resultante
sobre la cara superior e inferior, tenemos:
(4)
(5)
Introduciendo en el último término el volumen del cuerpo y
multiplicando por la densidad del fluido ρf vemos que la fuerza vertical
ascendente FV es precisamente el peso del fluido desalojado.
(6)
El empuje o fuerza que ejerce el líquido sobre un cuerpo, en forma
vertical y ascendente, cuando este se halla sumergido, resulta ser
también la diferencia entre el peso que tiene el cuerpo suspendido en
el aire y el "peso" que tiene el mismo cuando se lo introduce en un
líquido. A este último se lo conoce como peso "aparente" del cuerpo,
pues su peso en el líquido disminuye "aparentemente"; la fuerza que
ejerce la Tierra sobre el cuerpo permanece constante, pero el cuerpo,
a su vez, recibe una fuerza hacia arriba que disminuye la resultante
vertical.
(7)
Bibliografía[editar]