El respeto por la identidad de género como una herramienta para la
construcción de ciudadanía
¿Qué pasaría si educáramos a nuestros niños desarrollando en ellos hábitos de
respeto y aceptación por la identidad de género? ¿será posible a través de la creación de buenos hábitos de convivencia construir ciudadanía?
En la etapa escolar los niños y adolescentes experimentan diversos cambios
biológicos, psicológicos y sociales, los cuales se ven reflejados en la convivencia y la interacción con el medio. Como seres sociales, nos sentimos afectados por la percepción que tienen las demás personas de nosotros y estamos en constante búsqueda de aceptación e inclusión. La escuela juega un papel fundamental en esta etapa. Si los niños y adolescentes crean hábitos de respeto por la diferencia serán adultos capaces de convivir con los demás en un ambiente democrático, de tolerancia y participación.
Esta tarea no solo está en manos de la escuela, los buenos hábitos de
convivencia y respeto por los demás los aprendemos desde nuestro hogar, gran parte de estos hábitos se interiorizan en el niño mediante el ejemplo que ven en casa. En la escuela, en muchas ocasiones los maestros caemos en el error de educar en la “normalidad”, es decir, en el seguimiento de unos patrones impuestos por una sociedad homogeneizadora donde todos queremos ser “normales” y queremos ser aceptados. Pero, el precio que están pagando las personas que interiormente no están dentro de esos parámetros de normalidad es muy alto, muchos de nuestros niños y adolescentes tienen que ocultar su verdadera identidad con tal de no sufrir el desprecio de los que los rodean incluso de su propia familia. Es difícil vencer el miedo a no ser queridos y aceptados a tan corta edad, es posible que los niños y adolescentes no se atrevan a compartir sus sentimientos con padres, compañeros y maestros por miedo a ser juzgados. Por esta razón crear hábitos de respeto por la identidad de género es tarea de todos.
Los seres humanos tenemos derecho a desarrollarnos libremente, sin tabúes,
sin discriminación, en una sociedad incluyente, donde la identidad de género no sea una razón para cerrar puertas ni crear odios, donde aprendamos a vivir políticamente, es decir, en un quehacer ordenado al bien común. Debemos empezar por el hogar donde los padres o en su defecto los adultos a cargo de los niños les inculquemos el respeto por los demás y el respeto por la diferencia, la mejor forma de hacerlo es mediante el ejemplo, teniendo una sana convivencia y siendo participativos en las actividades de la comunidad. En la escuela es de vital importancia implementar proyectos con contenidos actitudinales que respondan al desarrollo de competencias ciudadanas, al compromiso personal y social que implica el saber, esto hará que los estudiantes cambien sus hábitos respecto a su comportamiento, a la forma de pensar y convivir con los demás ya que los buenos hábitos toman la forma de valores, normas y actitudes es así como estaremos aportando nuestro granito de arena en la construcción de ciudadanía.