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Cuál es el significado de la misa para el Papa Francisco

El tiempo y el espacio de Dios.

Una de las cosas que algunos católicos han criticado de Francisco es lo que llaman el poco cuidado de la
liturgia, lo que ha puesto un interrogante en lo que realmente piensa sobre la misa.
Pero el lunes 10 de febrero, repentinamente, Francisco ha roto el silencio y ha dedicado toda la
homilía de la misa matutina en la capilla de Santa Marta a la liturgia, diciendo cosas que, desde
que es Papa, no había dicho nunca anteriormente.
Esa mañana en la misa se leía el primer libro de los Reyes, cuando durante el reino de Salomón la
nube, la gloria divina, inundó el cielo y “el Señor decidió habitar en la nube”.
Tomando como punto de partida esta “teofanía”, el Papa Francisco ha dicho que “en la liturgia
eucarística Dios está presente” de manera aún “más cercana” que en la nube en el templo; la suya “es una
presencia real”. Y ha continuado: “Cuando hablo de liturgia me refiero principalmente a la santa misa. La
misa no es una representación, es otra cosa. Es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una
teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo”.
Más adelante el Papa ha dicho: “La liturgia es tiempo de Dios y espacio de Dios, y nosotros debemos
ponernos allí en el tiempo de Dios, en el espacio de Dios y no mirar el reloj. La liturgia es precisamente entrar
en el misterio de Dios, dejarse llevar hacia el misterio y estar en el misterio. Es la nube de Dios que nos envuelve
a todos”. Y refiriéndose a Jesucristo expresó: “Hay que tener siempre claro que la Eucaristía no es algo que
hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No. Es obra de Cristo; es un
don de Cristo, que se hace presente y nos reúne a su alrededor para nutrirnos con su Palabra y su vida. Esto
significa que la misión y la identidad de la Iglesia brotan de allí: de la Eucaristía y siempre allí asumen forma…
Una celebración puede resultar impecable, bellísima, desde un punto de vista externo, pero si no nos lleva al
encuentro con Jesucristo, corre el peligro de no aportar alimento alguno a nuestro corazón y a nuestra vida. A
través de la Eucaristía, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y llenarla de su gracia, de modo que en
cualquier comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida”.
Trajo también el recuerdo de un hecho de su infancia: “Recuerdo que cuando era niño, cuando nos
preparaban para la primera comunión, nos hacían cantar: “’Oh santo altar, custodiado por los ángeles” y esto
nos hacía entender que el altar estaba verdaderamente custodiado por los ángeles, nos daba el sentido de la gloria
de Dios, del espacio de Dios, del tiempo de Dios”.
Cerca ya de la conclusión, Francisco ha invitado a los presentes a “pedir hoy al Señor que dé a todos este
sentido de lo sagrado, este sentido que nos haga entender que una cosa es rezar en casa, rezar el rosario, rezar
tantas bellas oraciones, hacer el vía crucis, leer la Biblia, y otra cosa es la celebración eucarística. En la
celebración entramos en el misterio de Dios, en ese camino que nosotros no podemos controlar. Él solo es el
único, él es la gloria, él es la potencia. Pidamos esta gracia: que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de
Dios”.
Fuentes: VIS, Sandro Magister, Signos de estos Tiempos
LA EUCARISTÍA IMPULSA AL PERDÓN Y A SALIR AL ENCUENTRO DE LOS DEMÁS

Ciudad del Vaticano, 12 febrero 2014 (VIS).-La relación de la Eucaristía con nuestra vida, como Iglesia
y como cristianos, ha sido el argumento de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia
general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro.

“¿Cómo vivimos la Eucaristía... cuando vamos a misa los domingos? ¿Es sólo una ocasión de fiesta, una
tradición consolidada, un motivo para encontrarnos y sentir que hemos cumplido o es algo más?” se ha
preguntado el Santo Padre y ha pasado a explicar tres señales concretas que descubren el acierto de
esa relación. La primera es nuestro modo de vivir con los demás. “En la Eucaristía -ha explicado- Cristo
actúa siempre de nuevo su entrega en la Cruz. Toda su vida fue una total entrega de sí por amor...Por eso le
gustaba estar con los discípulos y con la gente que conocía y esto significaba para él compartir sus anhelos y
problemas...Cuando nosotros participamos en la misa nos encontramos con tantas personas, pero ¿la Eucaristía
me lleva a sentirlos como hermanos y hermanas? ¿Me empuja a ir hacia los pobres, los enfermos, los
marginados, a reconocer en ellos el rostro de Jesús?”.

La gracia de sentirnos perdonados y dispuestos a perdonar es la segunda señal. “En realidad quien
celebra la Eucaristía no lo hace porque cree que es mejor que los demás, sino porque siente la necesidad de ser
siempre acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. Si cada uno de nosotros no
siente necesidad de la misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a misa. Vamos a misa
porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Dios, participar en la redención de Jesús, en su
perdón. El “Yo confieso” que decimos al principio, no es una fórmula, es un verdadero acto de penitencia... En
ese pan y ese vino que ofrecemos y alrededor de los que nos reunimos, se renueva cada vez el don del cuerpo y la
sangre de Cristo por la remisión de los pecados… Tenemos que ir a misa humildemente, como pecadores y el
Señor nos reconcilia”.

La relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas es la tercera.


“Hay que tener siempre claro - ha subrayado Francisco- que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es
una conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No. Es obra de Cristo; es un don de Cristo, que se hace
presente y nos reúne a su alrededor para nutrirnos con su Palabra y su vida. Esto significa que la misión y la
identidad de la Iglesia brotan de allí: de la Eucaristía y siempre allí asumen forma... Una celebración puede
resultar impecable, bellísima, desde un punto de vista externo, pero si no nos lleva al encuentro
con Jesucristo, corre el peligro de no aportar alimento alguno a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la
Eucaristía, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y llenarla de su gracia, de modo que en cualquier
comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida”.

El Papa ha finalizado invitando a vivir la Eucaristía “con espíritu de fe y de oración, de perdón, de


penitencia, de preocupación por los necesitados y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas
nuestros con la certeza de que el Señor cumplirá lo que ha prometido: la vida eterna”.
Después de la catequesis el pontífice saludó entre otros a una delegación de la República Checa de la
que formaban parte un grupo de prelados de la Conferencia Episcopal de ese país en visita “ad
Limina”. Francisco pidió a todos que rezasen por él y bendijo a la Iglesia y a la población checa así
como las coronas para el Baluarte de la Tierra Bohema, un antiquísimo icono de la Virgen María con
el Niño Jesús que se venera en Stará Boleslav, a pocos kilómetros de Praga y a la que el pueblo ha
recurrido siempre en ocasión de guerras o peligros para el país y la población checas.
Cómo entrar en el tiempo y en el espacio de Dios
El Papa Francisco sorprende y rompe su silencio sobre la liturgia. "Es la nube de Dios que nos
envuelve a todos", dice: E invoca una vuelta al verdadero sentido de lo sagrado
de Sandro Magister
ROMA, 14 de febrero de 2014 – Cincuenta años después de que fuera promulgado el documento del
concilio Vaticano II sobre la liturgia, en el Vaticano se solemniza el hecho con un congreso de tres
días en la pontificia universidad Lateranense, promovido por la congregación para el culto divino, los
días 18 al 20 de este mes.
La liturgia no ha tenido, por ahora, un primer plano en la visión del Papa Francisco. En la larga
entrevista–confesión a "La Civiltà Cattolica" del verano pasado, redujo la reforma litúrgica conciliar a
una expeditiva definición: "un servicio al pueblo, releyendo el Evangelio a partir de una situación
histórica concreta". Ni una palabra más, a no ser para añadir "lo que considero preocupante es el
peligro de ideologización, de instrumentalización del Vetus Ordo".
Pero el lunes 10 de febrero, repentinamente, Jorge Mario Bergoglio ha roto el silencio y ha dedicado
toda la homilía de la misa matutina en la capilla de Santa Marta a la liturgia, diciendo cosas que,
desde que es Papa, no había dicho nunca anteriormente.
Esa mañana, en la misa se leía el primer libro de los Reyes, cuando durante el reino de Salomón la
nube, la gloria divina, inundó el cielo y "el Señor decidió habitar en la nube". Tomando como punto
de partida esta "teofanía", el Papa Jorge Mario Bergoglio ha dicho que "en la liturgia eucarística Dios
está presente" de manera aún "más cercana" que en la nube en el templo; la suya "es una presencia
real". Y ha continuado: "Cuando hablo de liturgia me refiero principalmente a la santa misa. La misa
no es una representación, es otra cosa. Es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es
una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del
mundo".
Más adelante el Papa ha dicho: "La liturgia es tiempo de Dios y espacio de Dios, y nosotros debemos
ponernos allí en el tiempo de Dios, en el espacio de Dios y no mirar el reloj. La liturgia es
precisamente entrar en el misterio de Dios, dejarse llevar hacia el misterio y estar en el misterio. Es la
nube de Dios que nos envuelve a todos".
Y recordando un hecho de su infancia: "Recuerdo que cuando era niño, cuando nos preparaban para
la primera comunión, nos hacían cantar: “'Oh santo altar, custodiado por los ángeles” y esto nos hacía
entender que el altar estaba verdaderamente custodiado por los ángeles, nos daba el sentido de la
gloria de Dios, del espacio de Dios, del tiempo de Dios".
Cerca ya de la conclusión, Francisco ha invitado a los presentes a "pedir hoy al Señor que dé a todos
este sentido de lo sagrado, este sentido que nos haga entender que una cosa es rezar en casa, rezar el
rosario, rezar tantas bellas oraciones, hacer el vía crucis, leer la Biblia, y otra cosa es la celebración
eucarística. En la celebración entramos en el misterio de Dios, en ese camino que nosotros no
podemos controlar. Él solo es el único, él es la gloria, él es la potencia. Pidamos esta gracia: que el
Señor nos enseñe a entrar en el misterio de Dios".
La homilía del Papa Francisco del 10 de febrero en la síntesis que ha dado de ella "L'Osservatore
Romano".
La constitución del concilio Vaticano II sobre la liturgia, el primer documento aprobado por esa
asamblea:
Sacrosanctum Concilium
Y he aquí como habló de ella Benedicto XVI en el discurso improvisado al clero de Roma del 14 de
febrero de 2013, hace exactamente un año:
"Tras la Primera Guerra Mundial, había ido creciendo precisamente en Europa Central y Occidental
el movimiento litúrgico, un redescubrimiento de la riqueza y profundidad de la liturgia, que hasta
entonces estaba casi encerrada en el Misal Romano del sacerdote, mientras que el pueblo rezaba con
sus propios libros de oraciones, compuestos según el corazón de la gente; se trataba de este modo de
traducir el alto contenido, el lenguaje elevado de la liturgia clásica, en palabras más emotivas, más
cercanas al corazón del pueblo. Pero eran como dos liturgias paralelas: el sacerdote con los
monaguillos, que celebraba la Misa según el Misal, y al mismo tiempo los laicos, que rezaban en la
Misa con sus libros de oración, sabiendo básicamente lo que se hacía en el altar.
"Pero ahora se había redescubierto precisamente la belleza, la profundidad, la riqueza histórica,
humana y espiritual del Misal, y la necesidad de que no fuera sólo un representante del pueblo, un
pequeño monaguillo, el que dijera: 'Et cum spiritu tuo', sino que hubiera realmente un diálogo entre
el sacerdote y el pueblo; que la liturgia del altar y la liturgia de la gente fuera realmente una única
liturgia, una participación activa; que la riqueza llegara al pueblo. Y así la liturgia se ha redescubierto,
se ha renovado.
"Ahora, en retrospectiva, creo que fue muy acertado comenzar por la liturgia. Así se manifiesta la
primacía de Dios, la primacía de la adoración: 'Operi Dei nihil praeponatur'. Esta sentencia de la
Regla de san Benito (cf. 43,3) aparece así como la suprema regla del Concilio. Alguno criticaba que el
Concilio hablara de muchas cosas, pero no de Dios. Pero sí que habló de Dios. Y su primer y
sustancial acto fue hablar de Dios y abrir a todos, al pueblo santo por entero, a la adoración de Dios
en la celebración común de la liturgia del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En este sentido, más allá de
los aspectos prácticos que desaconsejaban iniciar de inmediato con temas polémicos, digamos que fue
realmente providencial el que en los comienzos del Concilio estuviera la liturgia, estuviera Dios,
estuviera la adoración. No quisiera entrar ahora en los detalles de la discusión, pero siempre vale la
pena volver, más allá de las aplicaciones prácticas, al Concilio mismo, a su profundidad y a sus ideas
esenciales.
"Diría que había varias: sobre todo el Misterio pascual como centro del ser cristiano, y por tanto de la
vida cristiana, del año, del tiempo cristiano, expresado en el tiempo pascual y en el domingo, que
siempre es el día de la Resurrección. Siempre recomenzamos nuestro tiempo con la Resurrección, con
el encuentro con el Resucitado y, a partir del encuentro con el Resucitado, vamos al mundo. En este
sentido, es una pena que actualmente el domingo se haya transformado en el fin de semana, cuando
es la primera jornada, es el inicio; interiormente debemos tener presente esto: que es el inicio, el inicio
de la Creación, el inicio de la recreación en la Iglesia, encuentro con el Creador y con Cristo
Resucitado. También este doble contenido del domingo es importante: es el primer día, o sea, fiesta
de la Creación: estamos en el fundamento de la Creación, creemos en el Dios Creador; y es encuentro
con el Resucitado, que renueva la Creación; su verdadero objetivo es crear un mundo que sea
respuesta al amor de Dios.
"También había algunos principios: la inteligibilidad, en lugar de quedar encerrados en una lengua
desconocida, no hablada, y también la participación activa. Lamentablemente, estos principios
también se han malentendido. Inteligibilidad no quiere decir banalidad, porque los grandes textos de
la liturgia —aunque se hablen, gracias a Dios, en lengua materna— no son fácilmente inteligibles;
necesitan una formación permanente del cristiano para que crezca y entre cada vez con mayor
profundidad en el misterio y así pueda comprender. Y también la Palabra de Dios. Cuando pienso
día tras día en la lectura del Antiguo Testamento, y también en la lectura de las epístolas paulinas, de
los evangelios, ¿quién podría decir que entiende inmediatamente sólo porque está en su propia
lengua? Sólo una formación permanente del corazón y de la mente puede realmente crear
inteligibilidad y una participación que es más que una actividad exterior, que es un entrar de la
persona, de mi ser, en la comunión de la Iglesia, y así en la comunión con Cristo".
Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.
Casi dos mil años. ¿Qué empresa humana puede jactarse de haber sobrevivido tanto? Ninguna.
Todas las ideas llegaron, reinaron y cayeron. Todos los imperios que el hombre levantó, nacieron,
florecieron y murieron. Pero la Iglesia Católica sigue, a pesar de los errores y pecados de los hombres
que la llevan, de una generación a otra, para que se manifieste en ella la Gloria de Dios. Creo que, así
como Dios siempre elige a los ignorantes y pequeños para manifestarse a través de ellos, de forma
que Su gloria y Su poder brillen con luz absolutamente propia, así, de la misma manera, el Señor
parece que dejará a la humanidad caer en el abismo en el que elige caer, para que, cuando aparezca el
Aviso, esa gran muestra de la Misericordia Divina, no queden dudas de que viene de Él. Es en la
pobreza y la ignorancia donde florece la Sabiduría, es en los lugares y épocas donde sobreabundó y
sobreabunda el pecado, que sobreabundó y sobreabundará la Gracia. Nada puede acallar esa Gloria
eterna. Alabado sea Dios. Bendiciones.

Asì es. El ùltimo enemigo es el peor: el progre-modernismo. Los Papas lo llamaron "cloaca de todas
las herejìas", porque no consiste en un error puntual, sino en una convergencia, una sinergia de
aberraciones disolventes de la Verdad. Ademàs, trabaja DESDE DENTRO de la Iglesia, lo que lo hace
terriblemente virulento. Y por si esto fuera poco, tiene "apariencia de piedad" como profetiza San
Pablo sobre los falsos doctores de los ùltimos tiempos.
No es la piedad legìtima catòlica, sino otra "piedad"...; no es la piedad sobrenatural, del Espìritu,
trascendente pero actuante acà, de la santidad, de la verdadera Caridad que ayuda, ama y corrige y
denuncia, el temor de Dios, la austeridad, el respeto ante la Majestad, Omnipotencia, Eternidad y
Trascendencia de Dios y su justicia, la veneraciòn de su verdadera misericordia que da el perdòn
gozoso AL ARREPENTIDO. Sino algo muy distinto; es la "piedad" mundana e inmanente, que tanto
fascina a los lights que pululan dentro de la Iglesia y a los mundanos. Es la "piedad" de la "apertura"
(a cualquier cosa menos a la Verdad), de la genuflexiòn ante el Mundo ( y no ante el verdadero
Cristo), de la "Tolerancia", (de cualquier cosa menos la Verdad"; del "Universalismo" (De un "dios" sin
justicia que no distingue entre Bien y Mal y "premia" a todos); de la "Inclusiòn" (de todo Bien y Mal
en la misma bolsa, sin distinciòn ni discernimiento); la "piedad" de la "Actualizaciòn" de la
religiosidad (es decir el vaciamiento de valores evangèlicos y la inmanentizaciòn y subversiòn de la
verdad a valores mundanos); del "amor" que "no juzga"; no corrige y no distingue entre Bien y Mal:
"LO mismo un burro que un gran profesor.....todo da lo mismo....los inmorales nos han igualado"
como lo dice el profètico tango "Cambalache". Esos conceptos que tan fascinantes son para los que no
buscan la Verdad, estàn obviamente vaciados de contenido evangèlico y trascendente, y SON LOS
CONCEPTOS CLAVES, EL LECHO VALORATIVO INICUO, ADECUADO, GENERADO POR LAS
SOCIEDADES SECRETAS DEL PRINCIPE DE ESTE MUNDO para dislover la Fe catòlica, QUE ES
EL OBSTACULO, (opiniòn mia) para el Advenimiento del Nuevo Orden Mundial, es decir la nueva y
esperada y falsamente mesìanica "Teocracia" (o demonocracia) del "Hombre de Pecado". "El Inicuo" (2
Tesalonicenses): el Anticristo.

Por supuesto que no todos los progres-modernistas tienen el mismo grado de radicalidad en la
disoluciòn y el vaciamiento de la Verdad: hay matices de descenso a la Apostasìa. Las notas
caracterìsticas que mencionamos son "polares"; pero hay matices. De todas formas, incluso en los
matices menos disolventes (Ejemplo; alguien cree que hay que aprender muchas cosas del mundo
antes que de la Iglesia, pero todavìa cree en la trascendencia de Dios), el progre-modernismo (que
usalmente se acompaña del "buenismo-light" es un camino resbaladizo hacia abajo, hacia la
Apostasìa; "Ancho y confortable es el camino que lleva a la perdiciòn y muchos son los que van por
èl"; es la "highway to hell" (Autopista al Infierno) del grupo satànico de rock ACDC.
Ciertamente el Islam violento, asesino y terrorista, es diabòlico. Pero el peor enemigo es el que trabaja
DENTRO, como un càncer, como un Sida espiritual que mina las defensas contra el Mal.
Pablo VI, horrorizado por el avance de la desnaturalizaciòn del II Concilio Vaticano, de su
interpretaciòn, denunciò esto conmocionado cuando advirtiò:
"POR ALGUNAS GRIETAS SE ESTA FILTRANDO EL HUMO DE SATANAS DENTRO DEL
TEMPLO DE DIOS".
El Enemigo està dentro, y no es externamente violento; es sutil, sonriente, light y muy actual y "a la
altura del mundo"......
"El que busca encuentra" dice el Señor". Solo el que ama la Verdad, que es el mismo Cristo, es
tambièn el "Espìritu de la Verdad" (la otra Persona), no se conforma con basura con apariencia de
"piedad"...
Solo en la Escritura, interpretada por el Magisterio de la Iglesia, al que Cristo le dio el poder de
apacentar, y de atar y desatar, y vivida por la Tradiciòn de la Iglesia, vamos a encontrar la Verdad a
pesar de las fragilidades y el pecado humano.
La revista católica francesa Familia Cristiana publico el 23 de mayo una entrevista al
cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos, donde abogó por poner a Dios de nuevo en el centro de la liturgia
refiriéndose a mirar ‘ad orientem’, o sea hacie Él, en la misa.

El cardenal Sarah dijo que la liturgia es acerca de Dios. La Constitución del Vaticano II sobre la sagrada
liturgia, a la que el cardenal hace referencia en la entrevista, la llama “un ejercicio de la función
sacerdotal de Jesucristo” (n.7). “El primer ministro” Jesús es el actor principal, litúrgicamente hablando.

Él trabajo realizado en cualquier celebración litúrgica es el suyo.

En la entrevista, el cardenal Sarah expresa la preocupación de que el elemento humano de la liturgia pueda
eclipsar la dimensión divina.

La comprensión desequilibrio entre la divinidad y la humanidad de Cristo no es algo nuevo. Los nestorianos
del siglo V hicieron hincapié en la humanidad de Jesús, en detrimento de su divinidad. Y el espíritu de
Nestorio y de los monofisitas aún vive en la actualidad.
El cardenal Sarah ve la liturgia de hoy como particularmente susceptible a la influencia nestoriana de lo
mundano, lo que hace que las celebraciones sean demasiado humanas:
“La liturgia es la puerta de nuestra unión con Dios. Si las celebraciones eucarísticas se transforman en auto-
celebraciones humanas, el peligro es inmenso, porque Dios desaparece. Si el hombre está en el centro, la
Iglesia se convierte en una sociedad puramente humana, un simple ONG sin fines de lucro, al igual que
Francisco ha dicho. Si, por el contrario Dios está en el corazón de la liturgia, la Iglesia recupera su vigor y la
savia“.
Del mismo modo critica en la entrevista a las liturgias como entretenimiento, comida amistosa, o
momentos fraternos.
La liturgia es la gran principio reordenador del cosmos, de la historia, y de nosotros. Su contenido es la obra
sacrificial de Cristo Sacerdote que en la práctica vuelve todas las cosas al Padre. Este segundo Adán no hace Su
voluntad sino la del Padre.

Él es el pontifex maximus que reduce la brecha entre el cielo y la tierra. No entender este hecho es perder el
corazón de la liturgia.
El segundo punto principal de la entrevista del cardenal Sarah es que este gran acto de inflexión divina y
humana, de la metanoia, de conversión, es muy importante, ya que los fieles están llamados a participar en ella.
“La orientación del conjunto hacia el Señor”, dice el cardenal Sarah, “es un medio simple y concreto para
fomentar una verdadera participación de todos en la liturgia… Es permitir que Cristo nos lleve y nos asocie a
su sacrificio… La Eucaristía nos hace entrar en la oración de Jesús y en su sacrificio, porque sólo él sabe
cómo adorar en espíritu y en verdad“.
La acción es pasar del egocentrismo a Dios-centrismo. Las personas en los bancos se dan a sí mismos, unidos
a Cristo que es la Cabeza, como ofrendas al Padre, precisamente para que ellos también puedan
experimentar el fruto de la auto-ofrenda de Cristo: la resurrección y glorificación.
Si la sustancia real de la liturgia es el retorno definitivo de Jesús al Padre, y si los bautizados están llamados a
unirse a esta obra de salvación, entonces ¿cómo podría esta realidad interna e invisible expresarse y promoverse
en el exterior? “Volverse”, dice el cardenal Sarah “hacia Dios”, tanto espiritual como físicamente.
Sarah invoca el “principio sacramental” como un principio muy humano. El alma y cuerpo de hombres y
mujeres expresan y se encuentran con realidades internas a través de los signos externos y corporales. La
felicidad está representada por una sonrisa; la paz simbolizada por un apretón de manos; el amor simbolizado
por las rosas; el perdón expresado por las palabras “lo siento”.
Si carecen de signos externos, las realidades invisibles son casi irreales: la expresión sensible manifiesta las
cosas insensibles.
Los sacramentos son un tipo de “signo eficaz” y, como signos, expresan verdades invisibles. ¿Cómo, por
ejemplo, hacer las realidades invisibles del sacramento del bautismo, el renacimiento a una nueva vida, y la
limpieza de la impureza del pecado sean reales? A través de los signos externos del agua que se vierte y cuando
se invoca a la Trinidad.
Cuando este principio se aplica entendemos que nuestra conversión interna es, en parte, efectuada por
nuestra conversión corporal:

“Estoy profundamente convencido de que nuestros cuerpos deben participar en esta conversión. La mejor manera es,
sin duda celebrar – sacerdotes y fieles – volviéndose juntos a la misma dirección: hacia el Señor que viene…. Es a su
vez mirar juntos hacia el ábside, que simboliza el Este, donde la Cruz del Señor resucitado está entronizada. Por este
modo de celebrar, experimentamos, incluso en nuestros cuerpos, la primacía de Dios y su adoración. Entendemos que
la liturgia es ante todo nuestra participación en el perfecto sacrificio de la Cruz”.

En concreto,
“yo he propuesto que los sacerdotes y los fieles se dirijan hacia el Este, al menos, durante el acto penitencial,
durante el canto del Gloria, y durante la oración eucarística”.
Para muchos, el anuncio ad orientem señala un retorno a los días anteriores al Vaticano II.
¿Puede el anuncio postura ad orientem facilitar nuestra conversión y poner a Dios en el centro de
nuestras vidas? El Cardenal Sarah piensa que sí.

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