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"EMPLEABILIDAD"
Sin embargo la cuestión reside en determinar este "valor de mercado". Valor que, si
cabe, resulta más relevante en un momento como el actual en el que una
titulación o cualificación no aseguran por si mismos ningún valor si no somos
capaces de aportar valores diferenciales respecto a los otros candidatos que
pueden optar al mismo puesto. La formación, la titulación es relevante,
probablemente, en el entorno de la administración pública pero no lo es ni
aportan por sí mismas valores diferenciales entre diferentes candidatos a una
posición profesional determinada. En este momento es necesario disponer
(aparte de conocimientos y cualificaciones técnicas), de una serie de
características o competencias, que al mismo tiempo que permitan modular la
forma en que se desarrolla el trabajo, permitan al individuo integrarse
adecuadamente en una organización.
En un momento de gran competencia en el mercado de trabajo las organizaciones
que siguen contratando intentan identificar los estilos personales de cada
candidato, su forma de relacionarse en los contextos formales e informales, de
gestionar conflictos, de reaccionar ante el stress, etc. Estos aspectos
competenciales y motivacionales, sumados a los factores que dependen
estrictamente del mercado laboral (equilibro entre oferta y demanda) y de las
corrientes sociales (genero, edad, diversidad, etc.) hacen que la empleabilidad
dependa tanto de factores que un profesional puede controlar como otros de
carácter ajeno y en los que resulta muchas veces imposible de incidir. Este tipo
de criterios resultan aplicables para todos los niveles de competencia, formación, e
inclusive, aunque pueda sorprendernos, a los puestos de trabajo de menor
cualificación.
Los trabajadores deben ir acorde con las demandas del mercado de trabajo y
adaptarse a los cambios para conseguir reciclarse y no quedarse obsoleto en
sus conocimientos y habilidades.
• Adecuación vocacional,
• Competencia profesional,
• Idoneidad,
• Salud física y mental,
• Recursos alternativos y
• Relaciones interpersonales.
LA EMPLEABILIDAD Y LA ÉTICA
Todo oficio o profesión exige de sus miembros una conducta moral, que es algo
distinto al desempeño técnico y eficiente de una profesión. Para esto se requiere
del desempeño para que se respete y se cumpla con las normas morales. La
importancia de esta es que descubre en los hombres un valor en la actuación
profesional. Este valor surge como una exigencia de la persona, cualquiera sea su
trabajo. La ética profesional no debería ser motivo de asombro o presunción, ya
que debe ser algo con lo que debemos convivir diariamente, debemos de estar
plenamente conscientes y convencidos de que la ética se rige bajo principios
universales básicos, por lo tanto depende de nosotros mismos, el establecer un
entorno ético con nuestra familia, amigos, y principalmente con nuestros
colaboradores.
La ética trata permanentemente y vigorosamente de combatir la separación o
divorcio que se ha pretendido establecer entre las ideas y la vida, es decir, la
actitud negativa del hombre que considera que la regla moral hay que respetarla a
distancia.
La ética debe ser considerada como constante disciplina para la vida, pues nos
Ps. F. Eduardo Paredes A.
TECSUP-PFR INDUCCIÓN AL MERCADO LABORAL
sanos principios morales, trabajando por hacer conservar su rectitud nativa por el
camino de una obediencia constante y fiel a sus decisiones.
Todo el que tiene sentido de su dignidad profesional debe empezar por respetarse
a sí mismo, no ofreciendo nunca, ni en su vida privada, ni en su vida profesional,
ni en su vida pública ciudadana, motivo de escándalo. Debe mantener a raya sus
pasiones y ser un ejemplo vivo de buen comportamiento, un comportamiento
verdaderamente ÉTICO.
La ética en mi trabajo
Así pues queda claro que el concepto de trabajo está unido estrechamente a la
vida y se compenetran y ordenan de forma muy compleja. Una parte esencial del
disfrute y bienestar en la vida la juega la conciencia y aquí a formar parte, a su
vez, la ética y la honestidad.
Disfrutar de la vida, terminarla de modo que tengas la sensación que has hecho
todo lo necesario, todo lo que debías hacer, es harto difícil. Para ello se debe
alcanzar un nivel de bienestar casi perpetuo en el que la honestidad (para con uno
mismo, no me canso de repetirlo, lo que piense el mundo no importa excepto en el
caso de meterse dentro de la libertad de los demás), en el que la honestidad y una
conciencia plácida son, aunque entre bastidores, directores principales. El
sentimiento de fidelidad hacia la propia persona, el cumplimiento del concepto
propio y personalísimo de justicia y el disfrute de los ratos de ocio a la vez que
saber procurar la felicidad de las personas a tu alrededor y la mejora del ambiente
que nos rodea no es otra cosa que nuestro verdadero trabajo.