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Educación Especial
Documento N° 1
ENSEÑAR Y APRENDER PARA LA INCLUSIÓN
en el marco de la Formación Docente Situada
Índice
Presentación
La alfabetización en el marco de prácticas de enseñanza inclusivas
En busca de prácticas de enseñanza inclusivas
¿Qué significa hablar de una gestión curricular inclusiva?
Hacia un Diseño universal del aprendizaje
Pensando la comunicación desde un diseño universal de aprendizaje.
Anexos:
Fundamentos filosóficos y pedagógicos de la propuesta
Educación Especial: de dónde venimos y hacia dónde queremos ir…
Repensando las prácticas a partir del Modelo Social
La Educación Especial: marco político y normativo
Bibliografía
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Presentación:
En el marco del Plan Nacional de Formación Permanente, hemos elaborado este documento que
integra un conjunto de materiales destinados a acompañar y fortalecer las prácticas pedagógicas que se
llevan adelante en la modalidad de Educación Especial.
Realizaremos, junto con todos los Niveles y Modalidades del Sistema Educativo, un recorrido para abordar
uno de los temas de enseñanza que a diario suscitan preocupación entre los docentes: la alfabetización, y
ligada a ella, la comprensión lectora.
Situar la educación especial como modalidad implica trabajar a partir de los Diseños y propuestas
curriculares que se implementen en todos y cada uno de los niveles y modalidades, de modo tal que los
invitamos a participar en la lectura de los documentos, orientaciones y producciones elaboradas por dichos
niveles.
“La adquisición de lectura y la escritura resulta imprescindible para desenvolverse con autonomía en una sociedad
letrada; un logro importante que incide tanto en la trayectoria escolar como en el desempeño como ciudadanos y
ciudadanas, de allí la importancia de construir configuraciones de apoyo que promuevan la reflexión sobre el lenguaje
como condición de posibilidad para el acceso a la lengua escrita por parte de los alumnos con discapacidad (…)”
(Circular técnica N° 4/2016)
La modalidad de educación especial trabaja con niños/as, adolescentes y jóvenes que, en algunas
ocasiones, más allá de los diferentes niveles de apoyo ofrecidos, presentan importantes dificultades para
transitar exitosamente los procesos de alfabetización. Si partimos de la premisa que la adquisición de la
lectura y escritura es mucho más que el acto de leer y escribir mecánicamente, y que se halla inmerso en
un proceso más amplio y complejo que es la comunicación, tendremos que ampliar nuestro horizonte a la
hora de elaborar una propuesta para favorezca esas trayectorias educativas.
En tal sentido, recuperamos el Art. 2 de la Convención sobre los Derechos de las personas con
discapacidad donde leemos: “La “comunicación” incluirá los lenguajes, la visualización de textos, el Braille,
la comunicación táctil, los macrotipos, los dispositivos multimedia de fácil acceso, así como el lenguaje
escrito, los sistemas auditivos, el lenguaje sencillo, los medios de voz digitalizada y otros modos, medios y
formatos aumentativos o alternativos de comunicación, incluida la tecnología de la información y las
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comunicaciones de fácil acceso; por “lenguaje” se entenderá tanto el lenguaje oral como la lengua de señas
y otras formas de comunicación no verbal (…)”.
En el marco de una educación inclusiva que valora y responde a la diversidad, es responsabilidad de la
educación especial garantizar los apoyos necesarios para que las personas en situación de discapacidad
logren tanto el desarrollo de competencias comunicativas como la adquisición de la lectura y escritura.
En estas primeras jornadas les proponemos ahondar en los que llamaremos prácticas de enseñanza
inclusiva, a través del Diseño Universal del Aprendizaje. Si bien planteamos un análisis general del
quehacer docente desde esta perspectiva, será importante focalizar la mirada en aquellas prácticas
referidas a la comunicación y a la alfabetización, promoviendo más y mejores oportunidades de
aprendizaje para los estudiantes con discapacidad.
Para poder abordar lo expuesto hasta aquí consideramos necesario re-visitar el encuadre que nos
posiciona para dar lectura, hacer un breve análisis y luego poner en acto en nuestras prácticas.
Proponemos entonces… mirar para reflexionar, luego actuar y actuar para transformar.
Al decir mirar, estamos pensando en tomar cierta distancia para revisar aquello en lo que no habíamos
reparado, hacernos preguntas, buscar nuevas respuestas, ver las posibilidades que se nos ofrece y que no
habíamos tenido en cuenta. Revisar representaciones establecidas, su concepción, siempre teniendo en
cuenta que hacia donde queremos ir es hacia un mejoramiento de las prácticas de enseñanza.
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Proponemos ahora volver colectivamente la mirada allí donde está nuestra experticia, es decir sobre la
enseñanza, y en función de los “entornos discapacitantes” 1 centrarnos en el análisis de las barreras para el
aprendizaje:
“en este sentido, el modelo social de la discapacidad está reclamando a todo el
Sistema Educativo una transformación de las prácticas y de los escenarios que
caracterizaron lo escolar desde una perspectiva más tradicional y que aún no logra
ni termina por instalarse”.
(Del Torto, 2015, pág. 121)
Entonces para que esto suceda habrá que reconfigurar nuestras prácticas y construir lo que Mariana
Maggio (2012) define como enseñanza poderosa: “La enseñanza poderosa mira en perspectiva, es decir
promueve la innovación y el cambio:”
Esto nos lleva a promover la necesidad de diseñar apoyos que permitan el acceso al aprendizaje,
potenciando la tarea de la enseñanza. Por lo tanto pensamos en una escena educativa donde se de
flexibilidad en las formas en que la información es presentada, en los modos en que los estudiantes
responden o demuestran sus conocimientos y habilidades, y en la manera en que son motivados y
comprometen sus propios aprendizajes
Este encuadre de referencia nos permitirá revisitar nuestro hacer pedagógico, desde una mirada crítica,
analítica y reflexiva, desplazando el centro de la escena del “problema del que no aprende” al desafío que
se nos presenta a los educadores de ser los responsables de garantizar una educación de calidad para
todos. Así las cosas, “no se trata de pensar un contenido y luego ver cómo se ajusta, sino, en todo caso
comprender de partida que en el grupo hay diferentes modos de aprender y entonces la enseñanza es la
que se modifica para que cada estudiante aprenda desde sus saberes y posibilidades. Y esto amerita,
literalmente, otra posición” (Del Torto, 2015).
Revisar nuestras prácticas nos enfrenta a algunos interrogantes: ¿qué significa enseñar hoy a todos
asumiendo la riqueza de la heterogeneidad? ¿Qué nuevos modos de enseñar nos estamos replantearnos?
¿En qué medida somos capaces de transforma-nos para generar entornos de enseñanza menos restrictivos
y discapacitantes? ¿Cuáles son estrategias de enseñanza que proponemos para que todos puedan
aprender?
Esto implica situarnos desde otra perspectiva que dé paso a una gestión curricular que contribuya
verdaderamente a la mentada inclusión educativa. ¿Y cómo hablar de gestión curricular inclusiva, sin antes
remitirnos al concepto de justicia curricular? (Connell, 2006) Esta idea reclama un currículum capaz de
contemplar los intereses de todos, incluyendo los de los menos favorecidos y valorando las experiencias
1
En referencia al concepto de discapacidad como constructo social, en el que son las barreras del entorno en
interacción con las condiciones de la persona las que la activan. Esta temática se desarrolla en el Anexo.
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de todos. Se plantea la necesidad un desarrollo curricular donde todos los estudiantes tengan igualdad de
oportunidades para aprender, maximizando los aprendizajes de cada uno, reduciendo las barreras de
enseñanza.
Asumir el currículum como una construcción cultural anclada en dimensiones sociales e históricas por un
lado, e institucionales por el otro, devendrá, tomando palabras de Serafín Antúnez (1998), “en un ejercicio
continuo de reflexión y praxis que persigue encontrar cada vez más y mejores soluciones didácticas y
organizativas y, a la vez, promover la innovación y el cambio en la escuela”. Reconociendo las paulatinas
transformaciones producidas en las instituciones en las últimas décadas mediante experiencias
innovadoras, guiadas por políticas educativas enmarcadas en propuestas teóricas, tal como por ejemplo,
cambios en la organización del tiempo, el agrupamiento de los estudiantes y la organización del espacio,
es necesario continuar a paso seguro por este camino.
Nos encontramos en un momento histórico en el que desechamos que existe una única manera de acceder
al conocimiento, por lo que se nos impone girar el enfoque:
“(… ) el peso de la adaptación debe recaer en primer lugar sobre el currículum y no sobre el
estudiante. Puesto que la mayoría de los currículos no se pueden adaptar a las diferencias
individuales, tenemos que reconocer que son dichos currículos, y no los estudiantes, los que
están “discapacitados”. Por tanto debemos “arreglar” currículos y no estudiantes”
(Pautas para el diseño universal del aprendizaje, 2013)
En este punto el Diseño Universal del Aprendizaje se nos presenta como una propuesta que nos obliga a
confrontar con nuestras propias prácticas pedagógicas, desde una concepción en la que la diversidad es la
norma y no la excepción, donde la “flexibilidad” deja de ser solo un enunciado y se encarna en acciones
concretas, considerando como destinatarios a todos los sujetos y no solo a unos pocos concebidos desde
imaginarios patrones de normalidad pre-establecidos.
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Siguiendo esta lógica de pensamiento, el DUA pretende considerar la variabilidad de los estudiantes,
contemplando la flexibilidad en los objetivos, métodos, materiales y evaluación en los procesos de
enseñanza.
Observamos en el siguiente esquema la interrelación de todos estos elementos, que se conjugan para
alentar prácticas más inclusivas:
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“(…) es un acercamiento que se enfrenta con la barrera primordial para hacer aprendices
expertos2 de todos los alumnos: un la existencia de currículo inflexible, que pretende ajustarse a
todos los estudiantes y que, por ello, no hace sino aumentar las barreras para aprender. Los
aprendices con discapacidad o en otras situaciones de desventaja son más vulnerables a dichas
barreras, pero muchos alumnos sin discapacidad también encuentran que el currículo está
escasamente diseñado para alcanzar sus necesidades de aprendizaje”.
(Diseño Universal para el Aprendizaje, 2013)
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Desde la perspectiva del DUA los aprendices expertos son: a) Aprendices con recursos y conocimientos. Los aprendices expertos utilizan en gran
medida los conocimientos previos para aprender cosas nuevas, y activan el conocimiento previo para identificar, organizar, priorizar y asimilar
nueva información; reconocen las herramientas y los recursos que les pueden ayudar a buscar, estructurar y recordar la información nueva; saben
cómo transformar la nueva información en un conocimiento significativo y útil.
b) Aprendices estratégicos, dirigidos a objetivos. Los aprendices expertos formulan planes de aprendizaje; idean estrategias efectivas y tácticas para
optimizar el aprendizaje; organizan los recursos y herramientas para facilitar el aprendizaje; monitorizan su progreso; reconocen sus propias
fortalezas y debilidades como aprendices; abandonan los planes y estrategias que son ineficaces.
c) Aprendices decididos, motivados. Los aprendices expertos están ansiosos por aprender cosas nuevas y motivados por el dominio del aprendizaje
en sí mismo; su aprendizaje está orientado a la consecución de objetivos; saben cómo establecer metas de aprendizaje que les supongan un
desafío, y saben cómo mantener el esfuerzo y la resistencia necesarias para alcanzar dichas metas; pueden controlar y regular las reacciones
emocionales que pudieran ser impedimentos o distracciones para un aprendizaje exitoso.
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conocimientos que poseen los estudiantes. Para ello se impone prever opciones para la acción
y la expresión, por ejemplo en estudiantes con discapacidad motora la utilización de Sistemas
Aumentativos y Alternativos de Comunicación (SCAA) o en estudiantes con discapacidad
auditiva la LSA.
3) Proporcionar múltiples formas de Implicación: Llegamos al porqué del aprendizaje en relación
con el componente emocional, en el modo en que los estudiantes pueden ser motivados o
implicados para aprender. Al igual que en los principios anteriores será necesario ampliar el
repertorio de opciones que propicien múltiples formas de implicación.
En esta instancia seguramente cada uno podrá comenzar a imaginar el diseño de propuestas encuadradas
desde esta perspectiva. Ahora nos limitaremos a citar algunos ejemplos que brinda el DUA para su
implementación:
El tamaño del texto, imágenes, gráficos, tablas o cualquier otro contenido visual.
El volumen o velocidad del habla y el sonido.
Utilizar representaciones textuales equivalentes como subtítulos o reconocimiento de voz
automático para el lenguaje oral.
Proporcionar claves visuales o táctiles equivalentes (por ejemplo, vibraciones) para los sonidos o las
alertas.
Proporcionar objetos físicos y modelos espaciales para transmitir perspectiva o interacción.
Proporcionar claves auditivas para las ideas principales y las transiciones en la información visual.
Permitir la participación de un ayudante competente o un compañero para leer el texto en voz alta.
Proporcionar el acceso a software de texto-a-voz.
Proporcionar comandos alternativos de teclado para las acciones con ratón/mousse.
Proporcionar acceso a teclados alternativos.
Pre-enseñar el vocabulario y los símbolos, especialmente de manera que se promueva la conexión
con las experiencias del estudiante y con sus conocimientos previos.
Insertar apoyos para el vocabulario y los símbolos dentro del texto (por ejemplo, enlaces o notas a
pie de página con definiciones, explicaciones, ilustraciones, información previa, traducciones).
Insertar apoyos para referencias desconocidas dentro del texto (por ejemplo, notaciones de
dominios específicos, teoremas y propiedades menos conocidas, refranes, lenguaje académico,
lenguaje figurativo, lenguaje matemático, jerga, lenguaje arcaico, coloquialismos y dialectos).
La sintaxis no familiar (en lenguas o fórmulas matemáticas) o la estructura subyacente (en
diagramas, gráficos, ilustraciones, exposiciones extensas o narraciones), a través de alternativas
que permitan: resaltar las relaciones estructurales o hacerlas más explícitas; establecer conexiones
con estructuras aprendidas previamente; hacer explícitas las relaciones entre los elementos (por
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ejemplo, resaltar las palabras de transición en un ensayo, enlaces entre las ideas en un mapa
conceptual, etc.).
Ahora bien, ya nos hemos referido a la importancia de abordar los procesos de alfabetización en el marco
de propuestas de enseñanza inclusivas. Los invitamos entonces a repensar algunas situaciones áulicas
mediatizadas por el DUA.
Supongamos una clase donde el objetivo que se persigue es que niños del segundo ciclo del nivel primario
lean e interpreten un texto breve. Es probable que desde un enfoque tradicional se ofrezca el texto en un
solo formato mediante el cual los estudiantes leerán, buscarán ideas principales, harán comentarios orales
y finalmente responderán preguntas o elaborarán una síntesis.
¿Qué nos propone el DUA para esta misma clase? Volvamos a revisar sus principios, los que interjuegan y
se relacionan entre sí.
En cuanto a la representación, deberemos presentar la información en múltiples formatos para que todos
los estudiantes puedan acceder a ellos. De esta manera no solo el soporte será el papel, podremos incluir
el mismo texto en formato digital, lo que permitirá ser manipulado de variadas maneras (por ejemplo
aumentando el tamaño de la fuente, haciendo la conversión del texto al habla, resaltando el texto mientras
se lee); o bien su presentación mediante un audio para hacerlo más accesible según las posibilidades de
cada estudiante; asimismo podrán incluirse imágenes y pictogramas.
Si tomamos el segundo principio, referido a la acción y la expresión, deberemos permitir que los
estudiantes usen alternativas para articular o demostrar su aprendizaje, en este caso lo que se ha
interpretado luego de la lectura del texto. Existen múltiples modos entre los que mencionamos solo como
ejemplo: crear un archivo en formato digital (un documento en Word que permite el uso del corrector
automático, una presentación en PowerPoint), elaborar un póster, un folleto, una grilla, escribir una
síntesis, realizar una presentación oral individual o grupal, construir una red conceptual, elegir
representaciones gráficas que den cuenta de lo leído, la utilización de SCAA, etc.
Finalmente el tercer principio -proporcionar múltiples formas de Implicación-, nos lleva a estimular los
intereses de los estudiantes, además de contemplar las preferencias de aprendizaje. Por lo tanto, desde
esta perspectiva tal vez no utilicemos el mismo texto para todos los estudiantes, sino que éstos variarán en
función de sus motivaciones; lo mismo ocurrirá con su extensión u otras características.
En síntesis, considerar los aportes del DUA no significa atarnos a modelos y recetas pre-establecidas; muy
por el contrario nos enfrenta al desafío de diseñar dispositivos de enseñanza, generando más y variadas
situaciones de enseñanza que favorezcan el aprendizaje de todos los estudiantes. En estas jornadas ese
desafío adquiere especial relevancia por la trascendencia y el valor que poseen la comunicación y la
alfabetización en la vida de todas las personas.
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Pensando la comunicación desde un diseño universal de aprendizaje (DUA)
Hasta aquí hemos desarrollado brevemente el encuadre desde donde nos posicionaremos en concordancia
con los lineamientos de la Dirección de Educación Especial de la Provincia de Buenos Aires, para poner en
escena las prácticas educativas en relación con la enseñanza de la lectura y la escritura.
Asimismo, el enfoque de Prácticas del lenguaje de los Diseños Curriculares actuales
“refleja una concepción que privilegia como objeto de enseñanza las prácticas mismas -
hablar y escuchar, leer y escribir- sobre los contenidos lingüísticos escolares -sustantivo,
oración. Toda práctica se adquiere “en la práctica”. Formar a los niños/as como
hablantes, lectores y escritores significa crear las condiciones didácticas que les permitan
ejercer como tales desde su ingreso en la escuela. Ningún niño/a se hará lector si el aula y
la escuela no son comunidades de lectores a las que se ingresa participando”.
(Diseño Curricular para la Educación Primaria, 2008)
Desde esta perspectiva curricular es que en estas jornadas abordaremos la alfabetización en estudiantes
con NEDD partiendo desde un sentido más amplio: la comunicación. Entendemos la comunicación como
“cualquier acto, en el cual una persona brinde o reciba de otra persona información sobre
sus necesidades, deseos, percepciones, conocimiento o estados emocionales. Puede ser
intencional o no intencional, puede involucrar señales convencionales o no convencionales,
puede abarcar formas lingüísticas o no lingüísticas, y puede darse a través del habla u
otros modos de comunicación”.
(Comité nacional de las necesidades comunicativas de las personas con
Discapacidad de E.E.U.U, 1992)
Desde el modelo social, es el entorno quien garantiza el derecho a la comunicación a las personas con
discapacidad, para lo cual habrá que incorporar herramientas, recursos y apoyos en general que así lo
permitan. Ya mencionamos que el Art 2 de la Convención Internacional sobre los derechos de las personas
con discapacidad hace alusión a este derecho, y también lo hace la Ley 26.522/09 de Servicios de
Comunicación Audiovisual. Efectivamente, en su Artículos 3 señala que: “Se establecen para los servicios de
comunicación audiovisual y los contenidos de sus emisiones, los siguientes objetivos: El derecho de acceso a
la información y a los contenidos de las personas con discapacidad”.
Asimismo, en su Art.66 explicita al referirse a la Accesibilidad:
“Las emisiones de televisión abierta, la señal local de producción propia en los sistemas
por suscripción y los programas informativos, educativos, culturales y de interés general de
producción nacional, deben incorporar medios de comunicación visual adicional en el que
se utilice subtitulado oculto (closed caption), lenguaje de señas y audio descripción, para la
recepción por personas con discapacidades sensoriales, adultos mayores y otras personas
que puedan tener dificultades para acceder a los contenidos. La reglamentación
determinará las condiciones progresivas de su implementación”.
(Ley 26.522/09 de Servicios de Comunicación Audiovisual)
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Así, para que la televisión cumpla con las condiciones de accesibilidad es necesario aplicar los sistemas de:
audiodescripción; closed caption (sistema de subtítulo);, lengua de señas en toda su programación; o en la
radio, las emisoras deben ofrecer complementariamente a la transmisión radial; páginas web accesibles en
las que publiquen los contenidos de los distintos programas; textos escritos e imágenes de fácil
comprensión; además de disminuir la velocidad en la locución de las noticias o respetar los turnos de
palabra en coloquios y debates.
Nuria Pérez de Lara (2008) define el proceso comunicativo como
“cualquier forma de interacción social que existe entre individuos, de esta manera
comunicar es interactuar consigo mismo, con el otro, con la realidad, con el medio. Este
proceso está presente en el ser humano desde que nace, y se perfecciona a través de su
desarrollo. De esta forma en el comunicar está el llanto del recién nacido que busca
satisfacer necesidades básicas, hasta las formas más elaboradas de un enunciado. Este
proceso es posible mediante la utilización de diversos tipos de códigos: una simple mirada,
un gesto, lo kinésico, lo proxémico, lo icónico… las palabras. Los seres humanos
comunicamos con todo nuestro ser y no solamente a través de las palabras”.
De esta manera, la singularidad de cada uno de nuestros estudiantes será la que nos guíe en la elección de
dichos apoyos para la comunicación, quienes posibilitarán el acceso a los contenidos curriculares, en este
caso los de Prácticas del lenguaje. Por citar solo algunos ejemplos nombraremos el uso del código Braille,
audiotextos, lectores de pantallla, magnificadores, audiodescripción en el caso de estudiantes con
discapacidad visual; netbook, hardware o software comunes y específicos para estudiantes con
discapacidad auditiva o la implementación de lectura fácil y lenguaje sencillo en situaciones de
discapacidad Intelectual.
Existe una gran amplitud en las posibilidades, formas y modos de comunicación que presentan las
personas con discapacidad. Hay quienes no han podido acceder al lenguaje oral o bien su habla no es lo
adecuadamente inteligible, para ellos se propone la utilización de los Sistemas Aumentativos y Alternativos
de Comunicación (SCAA).
El término “aumentativa” se refiere a las distintas formas que una persona puede utilizar con el objetivo de
mejorar su comunicación cuando su habla no es suficientemente clara o variada. Por su parte, los métodos
alternativos son aquellos que suplen o reemplazan la función del habla. En la actualidad el término SCAA
abarca un amplio espectro de métodos y estrategias para facilitar la comunicación. La Dirección de
Educación Especial ha brindado en los últimos años interesantes materiales para su abordaje que invitamos
a recuperar mediante su lectura; entre ellos el Documento de Apoyo N°5 /2011 y la Circular Técnica N° 2
/2016.
A partir de las diferentes barreras que se adviertan en la comunicación, se decidirá la estructura y
organización del sistema a utilizarse, pudiendo ser éste de baja tecnología (como tarjetas impresas, por
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ejemplo) o alta tecnología (comunicador electrónico, tablet). En cuanto a estos últimos destacamos la
importancia de generar entornos personalizados de aprendizaje y comunicación; en otras palabras:
considerar sus necesidades particulares de acceso al uso de diferentes herramientas, espacios y recursos
digitales.
Queremos finalizar destacando que en los escenarios educativos actuales ya no es suficiente el enunciado
de discursos inclusivos, sino que impera la necesidad de anclarlos en acciones y propuestas pedagógicas
concretas y definidas.
Si bien son todos los actores institucionales de las diferentes modalidades y niveles los que deben asumir
este compromiso, la modalidad de Educación Especial posee la responsabilidad indelegable de favorecer y
contribuir con sus saberes específicos al diseño de los apoyos necesarios para que los estudiantes con
NEDD efectivicen su derecho a aprender.
Consideramos que sin convertirse en una prescripción, el Diseño Universal para el Aprendizaje ofrece un
marco general desde donde construirlos, desde donde poder pensar la inclusión educativa.
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ANEXOS
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Condición de ser otro/ Perspectiva acerca del otro.
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discapacidad serán así una sola entidad. Ya no es Pedro que tiene Mielomeningocele, por ejemplo, sino
que es el “mielito” identificado y reconocido desde su diagnóstico y no desde su Ser.
Aparece entonces con claridad cómo la “normalidad” se construye colectivamente, dejando de ser un
status fijo y determinado, y que se establece de diferentes modos: como mayoría, como convención, como
modelo enunciado por la autoridad médica, religiosa, legal y… ¡pedagógica!.
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Si bien se implementaron diversos modelos, en todos ellos se marcó con énfasis el déficit y las dificultades
de los que aprenden, generalmente a través de “mediciones” y comparaciones entre sujetos. Como ya
señalamos, la diversidad, lejos de considerarse un valor y un elemento enriquecedor aparece como un
factor que obstaculiza y que debe ser eliminado.
Es así que en las personas en situación de discapacidad, los diagnósticos médicos se constituyeron en los
rectores del quehacer pedagógico, delimitando “pronósticos educativos” en el marco de modelos médico-
biologisistas.
“El cambio de la mirada sobre el sujeto en la educación especial supone acabar con el concepto
prejuicioso de que el alumno (…) es igual a su deficiencia diagnosticada (un síndrome de Down, un
paralítico cerebral, una psicótica, un sordo o un ciego…) o es un objeto de tratamiento separado y
específico cuando no un <niño eterno>,… para pasar a verle como un ser humano completo…”
(Núria Pérez de Lara, 1998)
15
rehabilitación, y es gracias a quien se logra “compensar” y llevar a la “normalidad” a las personas que
presentan deficiencias físicas, psíquicas o sensoriales.
En otras palabras, cuando el criterio médico se ubica en el centro de la escena, se buscarán las limitaciones
que alejan a esas personas de supuestos “estándares de normalidad” comparándolas cuantitativamente
con patrones o modelos sancionados como normales. Se produce entonces una fuerte identificación con la
enfermedad, la que determina que deben ser “curadas”, rehabilitadas.
Las acciones llevadas a cabo se proponen compensar, reemplazar, dar lo que falta. La clasificación y la
perspectiva deficitarias establecen el pronóstico, el futuro de la persona, independientemente de cualquier
intervención. Los diagnósticos y pronósticos son dichos y escuchados como verdades absolutas, al tiempo
que la discapacidad es un problema privado que debe verse dentro de la familia, como una “desgracia
personal”
Ahora bien, en respuesta a estos modelos, a finales de los años sesenta del Siglo XX se alza la voz de un
grupo de personas en situación de discapacidad física, dando nacimiento al “Movimiento de Vida
independiente” o “autonomía personal”. Este movimiento surge como defensa de los derechos civiles de
colectivos sociales minoritarios o marginales en EEUU. Se pone el acento en la autodeterminación de las
personas para decidir todo lo que atañe a sus vidas, entre ellos los procesos rehabilitatorios; su lema es:
“Nada sobre nosotros sin nosotros”.
Jiménez Lara señala que ahora la meta es la supresión de las barreras físicas y sociales del entorno que los
rodea por ser consideradas las causas principales de la discapacidad, en oposición a la idea de que el origen
reside en motivos religiosos, médicos, científicos. Ya el problema no anida en el individuo de forma aislada
sino en su entorno, en la situación de dependencia ante los demás. Jenny Morris, integrante de este
Movimiento dice: “Una incapacidad para caminar es una deficiencia, mientras que una incapacidad para
entrar a un edificio debido a que la entrada consiste en una serie de escalones es una discapacidad”.
En este punto resulta interesante rescatar el término Diversidad funcional con el que este colectivo
prefiere autodefinirse:
“Con esta propuesta buscamos un lugar intermedio que no obvie la realidad. Las mujeres y
hombres con diversidad funcional somos diferentes desde el punto de vista biofísico de la
mayor parte de la población. Al tener características diferentes, y dadas las condiciones del
entorno generadas por la sociedad, nos vemos obligados a realizar las mismas tareas o
funciones de una manera diferente, algunas veces a través de terceras personas”
(Javier Romañach, 2005)
A partir de allí se generaron potentes perspectivas sociológicas al “interior de la discapacidad” plasmada
en una teoría social: “Una teoría social de la discapacidad…debe estar localizada dentro de la experiencia
de las propias personas con discapacidad y sus intentos, no solo para redefinir la discapacidad sino también
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para definir un movimiento político entre ellos mismos y desarrollar servicios proporcionados con sus
propias necesidades autodefinidas” (Oliver, 1990).
En definitiva, importa reconocer la importancia que adquiere que las personas con discapacidad se hayan
convertido en un grupo social, no por su condición de discapacidad sino por la defensa de sus derechos
como ciudadanos, la reivindicación del valor de la diversidad y el derecho de todas las personas a una
ciudadanía plena. La concepción de la discapacidad es así una ‘construcción social’ impuesta, y se plantea
una visión de la discapacidad como clase oprimida, con una severa crítica al rol desempeñado por los
profesionales y la defensa de una alternativa de carácter político más que científico.Se considera que las
personas con discapacidad tienen mucho que aportar a la sociedad; pero esto se encuentra íntimamente
relacionado con la inclusión y la aceptación de las diferencias.
En síntesis: la discapacidad es una condición relacional, un producto social dinámico entre factores
individuales, contextuales y vinculares que solo se evidencia cuando se activan los mecanismos y factores
que la producen; es la interacción entre la deficiencia de la persona y las barreras del entorno. Esto
fundamenta porqué desde muchos enfoques teóricos se elija la expresión “Personas en situación de
discapacidad”, en clara referencia al papel preponderante del entorno.
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de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso
público, tanto en zonas urbanas como rurales.
Recuperando las reflexiones que vinimos realizando en los apartados anteriores, advertimos cómo la
Convención se posiciona frente a la discapacidad como una cuestión de derechos humanos reconociéndola
en función de las barreras que presenta el entorno para la participación plena y el aprendizaje.
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La Educación especial: marco político y normativo
En este escenario se fueron produciendo cambios en la estructura del sistema educativo, el derecho a la
educación se encarna en leyes y normativas que respaldan la inclusión; se plantea a la educación especial,
no ya como una rama aislada, sino como una modalidad queatraviesa todos los niveles del sistema
educativo. Tal como señalala Ley de Educación Nacional, en su Art. 17:
“...constituyen modalidades del Sistema Educativo Nacional aquellas opciones
organizativas y/o curriculares de la educación común, dentro de uno o más niveles
educativos, que procuran dar respuesta a requerimientos específicos de formación y
atender particularidades de carácter permanente o temporal, personales y/o contextuales,
con el propósito de garantizar la igualdad en el derecho a la educación y cumplir con las
exigencias legales, técnicas y pedagógicas de los diferentes niveles educativos ...”
Y en el Art. 42 expresa:
“La Educación Especial es la modalidad del Sistema Educativo destinada a asegurar el
derecho a la educación de las personas con discapacidades, temporales o permanentes, en
todos los niveles y modalidades del Sistema. Se rige por el principio de inclusión educativa
y brinda atención educativa en todas aquellas problemáticas específicas que no puedan ser
abordadas por la educación común. Se debe garantizar la integración de los/as alumnos/
as con discapacidades en todos los niveles y modalidades según las posibilidades de cada
persona.”
De esta manera, si bien la modalidad de Educación Especial se convierte en garante de la educación de los
estudiantes con discapacidad, todo el sistema educativo aparece como responsable de la construcción de
una real inclusión educativa.
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El sentido de transversalidad alude a que ya la educación especial deja de tener un sentido sesgado,
inscribiéndose en los principios y fines de la educación general, en articulación permanente con todas las
modalidades y niveles. Para ello utiliza estrategias, ayudas técnicas y pedagógicas que eliminan o
disminuyan las barreras en el aprendizaje, favoreciendo las trayectorias educativas.
“Definirse como modalidad transversal implica desarrollar acciones educativas de manera
conjunta con los niveles y las otras modalidades del sistema educativo, para promover el
diálogo y la articulación en las distintas instancias de decisión pedagógica: a nivel de los
ministerios de Educación –nacional y jurisdiccional–, en los equipos de supervisión y entre
las instituciones, y junto con otros actores y organismos del Estado que atienden a
personas con discapacidad”
(Egurza, 2015)
Como referencia de lo anteriormente expuesto les proponemos releer el marco político normativo que da
encuadre a la propuesta de Educación Especial en la Provincia de Buenos Aires , que a contituación
enumeramos:
Ley de Educación Nacional 26206/06 (art. 42, 43, 44, 45)
http://www.me.gov.ar/doc_pdf/ley_de_educ_nac.pdf
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http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/sistemaeducativo/educacionespecial/normativa/res1269-
2011.pdf
Resolución 703/16 Servicios Agregados de Formación Integral
http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/sistemaeducativo/educacionespecial/normativa/2016/res
olucion_703_16_cfi_rectificacion.pdf
Circular Técnica N° 1/2016 Brindar orientaciones para la reflexión sobre las prácticas de inclusión
educativa como de los supuestos históricos y sentidos actuales del término “integración”.
http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/sistemaeducativo/educacionespecial/normativa/2016/circ
ular_tecnica_1_16_inclusion_integracion.pdf
Bibliografía:
Antúnez, Serafín (1998) Cuadernos de educación. España. Editorial Horsori e ICE Universidad de
Barcelona.
Booth T. (2000) Progreso en la educación inclusiva. Estudio Temático de la evaluación de la
educación para todos. Paris. UNESCO.
Carlos Cullen (2009) Entrañas éticas de la identidad docente. Buenos Aires. La Crujía Ediciones.
Cast (2011) Pautas sobre el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)Texto Completo (Versión
2.0) Wakefield. Traducción al español version 2.0 (2013) Recuperado de
www.udlcenter.org/sites/udlcenter.org/files/UDL_Guidelines_v2.0-full_espanol.docx
Connell, R.W. (1997) Escuelas y justicia social. España. Ed. Morata.
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