Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
ESTUDIOS
Los sacramentos, abrazos divinos
¿Por qué y para qué celebramos
los sacramentos?
Bert Daelemans, S.J. 863
¿Celebrar aún los sacramentos?
Lino Emilio Díez Valladares, SSS 877
Los sacramentos de la iniciación cristiana.
Algunas claves para plantear el debate
sobre si instaurar o no el orden teológico
de los sacramentos de iniciación
Carlos Aguilar Grande 893
Sacramentos de sanación,
¿los sacramentos olvidados?
Causas y propuestas
José Mª Pérez Soba del Corral 907
LOS JÓVENES
“El pozo es hondo y no tienes cubo”:
Una contemplación pastoral sobre las
dificultades de los jóvenes con la Iglesia
Juan José Aguado, S.J. 921
LOS LIBROS
Recensiones 937
SalTerrae
SalTerrae
Revista de
Revista de Teología
Teología pastoral
pastoral
de la
de la Compañía
Compañía dede Jesús
Jesús en
en España
España
Fundada en 1912
Año 106
105
Número 1.238
1.225
SEPTIEMBRE 2017
NOVIEMBRE 2018
DIRECTOR:
José Ramón Busto Saiz, sj
Maldonado, 1 / E-28006 Madrid
Tfno.: + 34 915 759 848
E-mail: jrbusto@salterrae.es / revistasalterrae@salterrae.es
CONSEJO DE REDACCIÓN:
Antonio Allende (Delegado de Educación SJ)
Ana Berástegui Pedro-Viejo (Universidad Pontificia Comillas)
Junkal Guevara (Facultad de Teología de Granada)
Diego Molina (Facultad de Teología de Granada)
José Mª Rodríguez Olaizola (Grupo de Comunicación Loyola)
Pedro Rodríguez Panizo (Universidad Pontificia Comillas)
Abel Toraño Fernández (Maestro de Novicios - San Sebastián)
Javier de la Torre (Universidad Pontificia Comillas)
COLABORADORES HABITUALES:
Dolores Aleixandre - Patxi Álvarez de los Mozos
Lola Arrieta - Adela Cortina - Cipriano Díaz Marcos
José Mª Fernández Martos - Jesús García Herrero
Joaquín García Roca - José Antonio García Rodríguez
Pedro José Gómez - José I. González Faus
Luis González-Carvajal - Juan Antonio Guerrero
Pablo Guerrero - Daniel Izuzquiza - Mariola López
Luis López-Yarto - Juan Manuel Martín Moreno
Xavier Melloni - Fernando Millán
Jon Sobrino - Gabino Uríbarri
861
PRESENTACIÓN
ESTUDIOS
Los sacramentos, abrazos divinos.
¿Por qué y para qué celebramos
los sacramentos?
B ert D aelemans , S.J.*
Resumen
Los sacramentos son, mientras peregrinamos sobre la tierra, nuestro contacto con
el cielo. Son espacio de encuentro con Cristo, en el Espíritu. Son umbrales donde
celebramos nuestra pertenencia al cielo. Son acciones epicléticas y doxológicas de la
Iglesia en virtud del sacerdocio común de sus miembros. Nos introducen en el mis-
terio de la Trinidad y nos orientan hacia el Padre y hacia su Reino. Desvinculados
de las otras dimensiones de la Iglesia, que son el anuncio o testimonio (martyria),
el servicio (diakonia) y la comunión (koinonia), pierden su sentido y se atrofian.
En el organismo sacramental que es la Iglesia, la Eucaristía late como su corazón.
Palabras clave: mistagogía, Cristo, epíclesis, liturgia, celebración
The
sacraments , divine embraces .
Vhy do we celebrate the sacraments
and for what purpose ?
Summary
The sacraments are our contact with heaven as we make our pilgrimage on earth.
They are a place of encounter with Christ, in the Spirit. They are thresholds
where we celebrate our belonging to heaven. They are epicletic and doxological
actions of the Church by virtue of the common priesthood of its members. They
introduce us to the mystery of the Trinity and guide us towards the Father and his
Kingdom. When detached from the other dimensions of the Church, which are
proclamation or witness (martyria), service (diakonia) and communion (koino-
nia), they lose their meaning and become atrophied. In the sacramental organisa-
tion that is the Church, the Eucharist beats like its heart.
Key words: mystagogy, Christ, epiclesis, liturgy, celebration
¿Por qué y para qué celebramos los sacramentos?1 La respuesta a esta pre-
gunta tiene esa sencillez inherente a las personas sencillas y que los demás
anhelamos tener por gracia: porque Cristo quiere abrazarnos corporal-
mente y para acostumbrarnos a ser abrazados por el Padre.
No es solamente una metáfora. El Concilio Vaticano II lo afirmó así:
«Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el
misterio de su voluntad (Ef. 1,9), mediante el cual los hombres, por medio
de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo
y se hacen consortes de la naturaleza divina» (Constitución Dei Verbum
2). Este misterio, escondido desde siglos (Ef. 3,9), se hace visible en Cristo,
y desde que Cristo ascendió al Padre, en los sacramentos, como dice el
célebre dicho de San León Magno: «Lo que de nuestro Redentor fue ma-
nifiesto ha pasado a los sacramentos» (Sermo LXXIV 2: CCL 138A,42).
San Agustín describe su conversión y relación con Dios como abrazo con
el Mediador en claros tonos eucarísticos y sobre el trasfondo asombroso
de una gracia inmerecida: «Me di cuenta de la gran distancia que me sepa-
raba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu
voz que me decía desde arriba: “Soy alimento de adultos: crece, y podrás
comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con
la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí”. Y yo buscaba el
camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no
lo encontraba, hasta que me abracé al Mediador entre Dios y los hombres,
1. Quiero expresar mi gratitud a Adelaida Gil Martínez por su valiosa revisión del
castellano.
el hombre Cristo Jesús (1 Tim 2,5), el que está por encima de todo, Dios
bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino, la
verdad y la vida (Jn. 14,15), y el que mezcla aquel alimento, que yo no
podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne»2. El Catecis-
mo lo dice así: «En los sacramentos, Cristo continúa “tocándonos” para
sanarnos» (CCE 1504). Los sacramentos siguen siendo misterios de los
cuales Cristo es el actor principal.
Este artículo tiene cinco partes que desvelan algo del sacramento como
abrazo divino: primero, encontramos la sacramentalidad en toda la histo-
ria de la salvación. Segundo, propongo una mistagogía (una introducción
en el misterio) sacramental a partir de un cuadro, un libro y una defini-
ción. Tercero, cada sacramento es un encuentro y un diálogo con Cristo.
Cuarto, los sacramentos son acciones epicléticas y doxológicas. Quinto,
hablaremos de la vivencia sacramental.
2.1. Un cuadro
En el museo del Prado se conserva un cuadro que me parece de gran
actualidad para entender los sacramentos. Se llama La Fuente de Gracia y
Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga (1430-40), de la escuela de Jan Van
Eyck. A primera vista, y tampoco el título lo parece indicar, no trata de los
sacramentos, pero un análisis detenido demuestra lo contrario.
Se trata de la visión medieval –por lo tanto, maravillosa y valientemente
contextualizada, con una valentía que se esperaría encontrar hoy– de la
visión joánica del Apocalípsis: Me mostró el río de agua de vida, brillante
como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero (Ap. 22,1-2).
El lugar central lo ocupa el trono de Dios con el Cordero a sus pies. De
allí sale un río de agua en el cual flotan formas sagradas: es un río a la vez
bautismal y eucarístico, como también indican las imágenes del pelícano
y del fénix en la fuente octogonal. Esta fuente sacramental es el único
punto de contacto que tienen los dos grupos de personas ante el muro
con el jardín celeste. Reconocemos a la Iglesia, arrodillada y en actitud
2.2. Un libro
Un libro, Liturgia fontal, corresponde maravillosamente con esta visión
del cuadro4. Su autor, el francés Jean Corbon, entiende la Liturgia como
un Río de Vida que se ofrece gratuitamente a la humanidad sedienta
–incluso sin que sepa que tiene sed– como el Misterio escondido desde
los siglos (Ef. 3,9) que Dios dio a conocer en Cristo, Verbo encarnado
(cf. DV 2). Desde que Cristo ascendió a los cielos, este Misterio pasó a
los sacramentos. Nuestras celebraciones litúrgicas son esencialmente ac-
ción de gracias, reflujo doxológico de este Río de Vida que se nos ofre-
ce gratuitamente: «Cuando nuestra humanidad consienta en unirse a la
5. Ibid., 97.
6. Ibid., 29.
7. Ibid., 62.
8. Ibid., 64.
9. Ibid., 75.
10. Ibid., 77.
11. Ibid., 67.
12. Grupo des Dombes, Espíritu Santo, Iglesia y sacramentos, Cuadernos Phase 70,
Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 1996, 18.
Más que signos para contemplar, los sacramentos son eventos eclesiales
y acciones dialogales en las cuales hemos de participar. En razón de esta
participación las exequias no pueden ser un sacramento, porque el sujeto
debe estar vivo. Pero se suele celebrar el funeral en conexión íntima con
el sacramento de la Eucaristía. Los sacramentos son encuentros sensibles
con Cristo, que implican nuestra corporalidad y la de Cristo. Tienen su
origen en Cristo, Verbo encarnado, y nos configuran con Él, ofreciéndose
al Padre.
En virtud de nuestro bautismo, ejercemos nuestro sacerdocio común
ofreciéndonos al Padre: pedimos Espíritu Santo, Río de Vida para saciar
nuestra sed desde el corazón de la Trinidad misma. Los sacramentos son
acciones epicléticas, invocaciones del Espíritu Santo. Al mismo tiempo,
son acciones doxológicas, en las cuales damos gracia y gloria a Dios15.
Los sacramentos son «signos de un mundo redimido»16 que suponen,
nutren y robustecen la fe (martyría, testimonio) del creyente (SC 59),
17. D. Borobio, Los sacramentos, fuente de caridad, Cuadernos Phase 217, Centre
de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2014, 13.
18. Concilio de Trento, Sesión XXI: DH 1728; cf. SC 37.
19. San Agustín, «Carta 55 (a Jenaro)» II,1,2: Obras completas, Vol. 69, BAC, Ma-
drid 1986, 348.
20. Ibid.
21. San Agustín, Sermo 272: PL 38, 1246-1247.
con nuestra ética, nuestra teoría con la práctica. Los sacramentos abren
un espacio para poder celebrar el misterio y vivir sacramentalmente.
5. Vivir sacramentalmente
24. L. Boff, Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos, Alcance 1, Sal
Terrae, Santander 1991.
25. J. Granados, Tratado general de los sacramentos, Sapientia Fidei 4a, BAC, Ma-
drid 2017, 20.
Resumen
Vivimos en un mundo en el que la práctica sacramental no sólo ha descendido
de manera significativa, sino que suscita críticas directas. Los rituales de la calle
no sirven todavía para sustituir el ritual sacro que exprese la intensidad de la
experiencia en los momentos de tránsito en nuestra cultura cristiana. Pero cada
vez se va debilitando más su significado propiamente católico y queda más en
un genérico rito de paso, en un rito civil y social de tránsito. Tarea de la Iglesia,
de todos los miembros del pueblo de Dios, es hacerlos de nuevo deseables. Sin
celebración del Misterio de Cristo la fe se muere y desaparece; pero cualquier
celebración no vale.
Palabras clave: Secularización, ritos de paso, celebración, religiosidad,
evangelización
Summary
We live in a world where sacramental practice has not only decreased signifi-
cantly, but is also directly criticised. Street rituals are not yet a substitute for the
sacred ritual that expresses the intensity of the experience at times of transition in
our Christian culture. However, its proper Catholic meaning is becoming weaker
and weaker and it is now more of a generic rite of passage, a civil and social rite
of transition. It is the task of the Church, of all members of God’s people, to make
them desirable again. Without the celebration of the Mystery of Christ, faith dies
and disappears; but not just any celebration is valid.
Key words: Secularisation, rites of passage, celebration, religiosity, evange-
lisation
1. Cf. V. Vide, «Anunciar al Dios vivo en una sociedad secularizada»: Vida nueva
2788 (11 al 17 de febrero de 2012), Pliego.
2. Sobre el tema cf. E. Bueno de la Fuente, «Proponer hoy la fe en una so-
ciedad secularizada y postsecular», en línea, https://web.unican.es/campuscul-
tural/Documents/Aula%20de%20estudios%20sobre%20religi%C3%B3n/
CursoTeologiaProponerHoyLaFe2012-2013.pdf (Consulta el 21 de julio de
2018); T. García-Noblejas Santa-Olalla, «Valores emergentes en una socie-
dad secularizada», Conferencia pronunciada en la XXXVI Semana de Estudios
4. Cf. «I valori degli italiani e degli europei: il caso della religione», en R. Gubert
– G. Pollini (eds.), Italia ed Europa: valori a confronto, Franco Angeli, Milano
2005, 135-181.
La fe no es un gueto religioso
La búsqueda de una fe adulta y creíble está más interesada en que la se-
cularización de la cultura tiende a confinar la fe en el ámbito de un gueto
religioso (independientemente de si esta religiosidad ha sido purificada o
no). La religión sería solo una esfera subjetiva y privada, aislada del mun-
do profano, que no la necesita.
Rechazar reducir la fe a una «religión» significa, por tanto, también –y
muy explícitamente en los documentos del Vaticano II– rechazar la re-
ducción de la fe evangélica a un conjunto de creencias y prácticas aisladas
de la vida humana: rechazar el dualismo entre fe y mundo. Un cristia-
nismo ‘encapsulado’ en una «esfera religiosa» es absolutamente ajeno a
la esencia de la fe evangélica. Comparándolo con rasgos manifiestos de
otras religiones, se podría ver al cristianismo como una religión «secular»
en cuanto la adoración de Dios, el confiarse a Dios, debe ser vivido ante
todo en la concreción de la vida y en el amor a los hermanos. Lumen
Gentium, 34 reivindica claramente esta característica: «todas sus obras, sus
oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano
trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso
las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten
en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo».
Una fe cristiana adulta debe, pues, comprometerse en la realización po-
sitiva de las grandes tareas humanas, mediante las cuales se actúa al amor
a los hermanos. Debe adorar a Dios en la lucha por la humanización del
mundo, en el trabajo, en la ciencia, en la técnica, en la política, en la
cultura…
La fe cuestiona a la religión
La crítica de la religión no es solo un fenómeno ligado a la secularización.
A lo largo de la tradición judeocristiana se produce también en nombre
de una más auténtica adoración a Dios.
El Antiguo Testamento ilustra la crítica mordaz de los profetas respec-
to a la religiosidad de su tiempo: los actos de culto, los sacrificios, la
observación del reposo festivo, la limosna para el templo, los gestos de
3. La dimensión ritual de la fe
Más información en
www.gcloyola.com
P.V.P.: 18,00 €
576 págs.
Más información en
www.gcloyola.com
Resumen
El hecho de que en alguna diócesis española se haya puesto la Confirmación
antes de la Primera Comunión, nos lleva a reflexionar sobre la conveniencia de
restaurar o no el orden teológico de los sacramentos de Iniciación. Más que dar
razones para secundar una u otra práctica pastoral, buceamos en las cuestiones de
fondo que afectan a la Iniciación cristiana, singularmente la de su unidad y la
de traducir pastoralmente la famosa afirmación del Concilio de que la Eucaristía
es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana. El debate no se debe centrar
meramente sobre edades y tiempos, sino en cómo acompañar los diferentes proce-
sos que cada persona vive.
Palabras clave: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, procesualidad, uni-
dad.
Summary
The fact that, in some Spanish dioceses, Confirmation has been placed before First
Communion leads us to reflect on whether or not it is advisable to restore the theo-
logical order of the sacraments of Initiation. Rather than giving reasons to support
one pastoral practice or another, we dive into the fundamental questions that affect
Christian Initiation, particularly that of its unity and that of pastorally translating
the famous statement of the Council that the Eucharist is the source and summit of
all Christian life. The debate should not merely focus on ages and times, but on how
to accompany the different processes that each person experiences.
Key words: Baptism, Confirmation, Eucharist, processuality, unity.
Introducción
Pasaron ya los años en los que se planteaba abiertamente que, para con-
seguir cristianos verdaderamente maduros y comprometidos, una buena
opción era retrasar el Bautismo hasta el uso de razón, o, si no, retrasar la
edad de la Primera Comunión y sobre todo la de la Confirmación para
que ésta estuviera lo más cerca de la mayoría de edad y coincidiera con el
momento en el que la persona adquiere su madurez.
Hoy en día los padres que tienen una cierta identidad católica suelen
mostrar la convicción de que sus hijos han de recibir el Bautismo en
los primeros meses de vida y se comprometen, en general con gusto, a
educarles en la fe de la Iglesia; aunque el grado de conocimiento de lo
que eso significa y de los compromisos que adquieren y de lo que esto
supone sea algo muy mejorable en bastantes casos. Por su parte, la Iglesia
exhorta vivamente a que los padres pidan el Bautismo de sus hijos «poco
después de su nacimiento»1 y a que la edad de la Confirmación y de la
10. El Ritual del Bautismo de Niños incluye esta monición: «Este niño, nacido de
nuevo por el Bautismo, se llama y es hijo de Dios. Un día recibirá por la Confir-
mación la plenitud del Espíritu Santo. Se acercará al altar del Señor, participará
en la mesa de su sacrificio y lo invocará como Padre en medio de su Iglesia»,
nº 159.
11. Cf. CIC, can. 889, §1.
12. Catecismo de la Iglesia Católica, 1306.
13. Cf. Catecismo 1392.
14. Los obispos españoles en una nota publicada el 24 de octubre de 1991 se hacían
eco de ciertas moniciones que se usaban en celebraciones de Confirmación y
de lo que se decía en algunos materiales de preparación para dicho sacramento:
«“La confirmación es la celebración de mi decisión libre y personal de querer
vivir como cristiano. Nadie la puede tomar por mí”; “la confirmación te ofrece
ahora la oportunidad para que definas tu actitud ante esa fe que han tratado de
transmitirte”» Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Nota sobre
algunos aspectos doctrinales del sacramento de la Confirmación, 3.
15. «Finalmente, la Confirmación está tan vinculada con la Eucaristía, que los fieles,
marcados ya por el Bautismo y la Confirmación, son injertados de manera plena
en el Cuerpo de Cristo, mediante la participación de la Eucaristía», Pablo VI,
Constitución Apostólica Divinae consortium naturae, sobre el sacramento de la Con-
firmación, 22 de agosto de 1971, cito según la edición publicada por A. Pardo,
Ritual de los Sacramentos, BAC, Madrid 19854, 25.
23. El decreto del concilio Vaticano II, Ad gentes divinitus, lo planteó así:
1) Testimonio cristiano (AG 11-12);
2) La predicación del Evangelio y la reunión del Pueblo de Dios (AG 13-14);
3) Formación de la comunidad cristiana (AG 15-18).
24. Cf. Lc 15,11-31.
25. Cf. Lumen gentium 11.
26. Catecismo de la Iglesia Católica 1272.
27. Rom 10,29.
manjar de los grandes: crece, y me comerás, sin que por eso me trans-
forme en ti, como el alimento de tu carne; sino que tú te transforma-
rás en mí. En efecto, no es el alimento eucarístico el que se transforma
en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos
por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos
a él; «nos atrae hacia sí»»32.
Con razón, pues, los obispos españoles en aquel documento, La catequesis
de la comunidad, planteaban que la meta de la Iniciación era «la participa-
ción constante en la Eucaristía»; y mientras esto no se da, o siempre que
esto se debilita o se pierde, la Iniciación no ha llegado a su meta y habrá
que seguir intentándolo.
A modo de conclusión
Sacramentos de sanación,
¿Los sacramentos olvidados?
Causas y propuestas
J osé M aría P érez -S oba D íez del C orral *
Resumen
Vivimos, en el ámbito sociorreligioso, un cambio de época muy profundo, ca-
racterizado por la individualización. Uno de los síntomas de este cambio es la
conciencia de vivir una crisis –cambio– en la vida sacramental cristiana, que
se agudiza en los sacramentos de sanación. Mantener y profundizar los procesos
pastorales, privilegiando la experiencia espiritual personal, el acompañamiento,
los encuentros fraternos, la animación comunitaria y la propuesta de tiempos y
espacios de calidad son oportunidades para redescubrir el don que son estos sacra-
mentos para nuestra vida.
Palabras clave: reconciliación, unción de enfermos, comunidad, procesos
pastorales.
Esta opción intimista tiene que ver con la percepción de que la indivi-
dualización ha generado una sociedad del riesgo11. E. Morin señala que
«hemos creído poder edificar una civilización de seguridad, pero ahora
nos damos cuenta de que, lejos de eliminar los riesgos, ella misma pro-
duce otros nuevos»12. Esa sensación de riesgo, agudizada por las sucesivas
crisis económicas y sociales, es el abono perfecto para que crezca la ten-
tación ancestral del gnosticismo13: la historia y el espacio público, focos
de conflicto y de mal, no tienen redención, la única salvación es la huida
al propio yo. Esa retirada a la propia intimidad conlleva, claro está, que
se evapore la referencia al otro y a sus necesidades. En palabras de Lluis
Duch:
«Las referencias al Dios supramundano han sido sustituidas por las
autorreferencias al propio sí mismo del individuo, el cual, de esta ma-
nera, puede prescindir (o cree que puede prescindir) de cualquier for-
ma de relación con la exterioridad, con la alteridad, poniendo entre
paréntesis la historia, es decir, la responsabilidad por el otro, y decla-
rando un manifiesto estado de “abstinencia ética”»14.
11. U. Beck, La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Paidós, Barcelona
1998.
12. E. Morin, ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI, Paidós, Barcelona
2010, 25.
13. H. Jonas, La religión gnóstica. El mensaje del Dios extraño y los comienzos del
cristianismo, Ediciones Siruela, Madrid 2000.
14. Ll. Duch, Un extraño en nuestra casa, Herder, Barcelona 2007, 351.
centro real del rito. Pero los sacramentos que me obligan a salir de mí, a
enfrentar mi propia existencia frente a otros, como son los de sanación,
quedan sin espacio. Mi debilidad es cosa mía, y se debe silenciar pública-
mente, puesto que atenta contra el deber, que ya no derecho, al placer y
la autorrealización15.
La crisis de los sacramentos es la crisis de una experiencia religiosa,
que, incluso cuando se autoidentifica como cristiana, no se vincula
a la fraternidad del Dios de Jesús. No hay vinculación con ninguna
experiencia de pertenencia comunitaria, con ninguna experiencia de
ser Iglesia.
Pese a todo ello, siguen existiendo espacios de oportunidad. El Vati-
cano II fue profético en su lectura de los signos de los tiempos, enten-
diendo que la modernidad, con todas sus ambigüedades, es también un
espacio para el Espíritu, al que podemos escuchar evitando convertirnos
en “profetas de calamidades”. De hecho, este proceso de individualiza-
ción encuentra sus raíces en el ethos cristiano16. No debemos caer en “el
malentendido individualista de la individualización”17, en confundir la
oportunidad de usar mi propia libertad para construir mi existencia,
con la obligación de hacerlo de forma individualista y autocéntrica. No
condenemos la segunda, de raíz cristiana, porque exista la primera. La
traducción pastoral de ello es evidente: no podemos vivir de una cris-
tiandad heredada, sino que solo podemos crecer desde la experiencia
personal del encuentro con Cristo (DV 5, EG 3), experiencia, que, si
es cristiana, se proyecta en la referencia a otros, a la fraternidad eclesial:
«el verdadero conocimiento de Dios consiste en la praxis cotidiana de
la misericordia, que, es, en verdad, conocimiento de Dios a través del
reconocimiento del prójimo»18.
19. F. Millán, La penitencia hoy. Claves para una renovación, Desclée de Brouwer/
Universidad Comillas, Bilbao 2001, 145.
20. J. A. Pagola, «La acción evangelizadora de la comunidad cristiana en el campo
de la salud», en AAVV, Pastoral de la salud. Acompañamiento humano y sacramen-
tal, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 1993, 16.
Las crisis existenciales, que son parte de nuestro crecimiento vital34, acom-
pañados desde la comunidad, pueden desembocar en la reconciliación
sacramental como signo de conversión y de la experiencia de sanación en
Dios. De la misma manera, los procesos de enfermedad, acompañados,
pueden ser el lugar natural de la celebración de la unción. Esta práctica
del acompañamiento, constante en la historia de la Iglesia en distintas
formas, hoy tiene un espacio especialmente importante en la cultura de
la individualización, porque sin perder nunca de vista la libertad de la
persona, se le acompaña en su proceso de discernimiento de la voluntad
de Dios en su vida. Este servicio implica, claro está, contar con personas
vocacionadas y formadas.
38. J. M. Larrú, «La unción de enfermos», en Mª José Arana (ed.), op. cit, 221.
39. A. Torres Queiruga, Repensar el mal. De la ponerología a la teodicea, Madrid,
Trotta, 2011.
40. J. González Faus, Etty Hillesum. Una vida que interpela, Santander, 2008.
Más información en
www.gcloyola.com
Todos sabemos cómo es la agonía de tener sed y querer saciarla. De esto nos habla
José Tolentino Mendonça en este maravilloso libro que recoge sus reflexiones sobre
losLa muerte Espirituales
Ejercicios se ha convertido en un tabú.
de la Cuaresma, queAhora no en
impartió solo es normal
2018 al papa morir en
Francisco
y asoledad,
la Curia sino que ni siquiera se puede hablar de la muerte y a menudo se
romana.
abandona al moribundo a su suerte. Es un signo de un profundo cambio
La sed más profunda nos ofrece un viaje con con dos posibles recorridos. El pri-
de la cultura, que ha pasado de la petición de «piedad para quien muere»
mero, es el de la sed más cruda y real –la de las periferias del mundo, la de quien se
a una solicitud de «muerte por piedad». Están en juego profundas diná-
muere o la de quien no encuentra salida–. El segundo, nos lanza a la sed de muchos
pormicas afectivas,
descubrir más y culturales y espirituales,
crecer humana y tratarDos
y espiritualmente. lostipos
problemas fuera
de sed que de
se cal-
una visión humanística y sapiencial resultaría restrictivo.
man en un mismo manantial de agua viva, limpia y fresca, llamado Jesús.
LOS JÓVENES
«El pozo es hondo y no tienes
cubo»: una contemplación
pastoral sobre las dificultades
de los jóvenes con la Iglesia
J uanjo A guado , S.J.*
Resumen
El diálogo entre Jesús y la samaritana sirve de hilo conductor de una con-
templación «pastoral» de la interacción de los jóvenes con la Iglesia desde la
que se pueden reconocer algunas dificultades que ambos experimentan en esta
relación. Según sea su contacto con la Iglesia (prácticamente nulo, esporádico o
frecuente) se identifican tres actitudes de partida predominantes (indiferencia,
disonancia o implicación), Para cada una de estas situaciones se propone una
actitud pastoral básica (contemplación cordial, diálogo empático o acompaña-
miento vocacional) que permita afrontar estas dificultades como oportunidades
para desarrollar una relación que sea «fuente de vida» tanto para los jóvenes
como para la Iglesia.
Palabras clave: juventud, diálogo, fe, cultura.
Summary
The dialogue between Jesus and the Samaritan woman serves as the com-
mon theme for “pastoral” contemplation on young people’s interaction with the
Church, which we can use to recognise some of the difficulties experienced by both
in this relationship. No matter what their contact with the Church is (practi-
cally non-existent, sporadic or frequent) three initially predominant attitudes are
identified (indifference, dissonance or involvement). For each of these situations,
a basic pastoral attitude is proposed (cordial contemplation, empathetic dialogue
or vocational accompaniment) which allows us to see these difficulties as oppor-
tunities to develop a relationship that is a “source of life” for both young people
and the Church.
Key words: youth, dialogue, faith, culture.
Introducción
Jesús abandonó Judea y volvió a Galilea; tenía que pasar por Samaría.
Llega a una ciudad llamada Sicar donde estaba el pozo de Jacob. Fatigado
del camino, Jesús se sentó junto al pozo. Era alrededor de mediodía. Llega
una mujer de Samaría a sacar agua.
Una «Iglesia en salida» tiene que pasar por el mundo de los jóvenes.
Jesús tenía que pasar por Samaría… Esta escena evangélica nos pre-
senta una vez más a Jesús «en salida», atravesando diversos lugares,
abandonando lo ya conocido, deteniéndose y poniéndose en marcha
según sea preciso La Iglesia del siglo XXI quiere presentarse también
como «Iglesia en salida»4, saliendo al encuentro de todos, muy espe-
cialmente de los jóvenes, allí donde se encuentran, en las «fronteras»
que pueden ser las calles y plazas, los centros de formación y de ocio,
las redes sociales y los medios de comunicación. Y esta Iglesia «tiene
que pasar» por este mundo de los jóvenes para seguir cumpliendo su
misión en la historia actual.
4. «La fórmula “Iglesia en salida” identifica pertinentemente el problema general, pero to-
davía estamos buscando indicaciones operativas útiles para poder realizarla» (IL 138).
En la primera fase del diálogo, Jesús toma la iniciativa pidiéndole «de beber»
a esta joven samaritana. Su respuesta inicial, cargada de recelo y desconfian-
za, refleja la reacción más frecuente de los jóvenes ante una Iglesia que quie-
re iniciar una relación con ellos. Desde los prejuicios hacia la institución y
desde el desconocimiento de su mensaje, la actitud que predomina entre los
jóvenes ante la Iglesia no es tanto de rechazo frontal como de indiferencia
escéptica. Esta escena nos invita a asomarnos a la realidad social y cultural
de los jóvenes españoles en su conjunto, reconociendo que una mayoría ya
no tiene (y no quiere) ninguna relación con la Iglesia, mientras que otros
muchos «están aprendiendo a vivir sin Dios y sin la Iglesia»8.
«¿De dónde (…) esa agua viva?». Las expectativas de la cultura juvenil.
En el curso del diálogo vemos cómo la samaritana mantiene una actitud
escéptica ante la propuesta de Jesús. De modo similar, una gran mayoría
11. Cf. Acta de la sesión «Iglesia en diálogo: ¿Se escucha a los jóvenes hoy?», y Acta de
la sesión «Iglesia en diálogo: Retos y oportunidades de los jóvenes hoy».
12. A modo de ejemplo, son varios quienes señalan con recelo que una asamblea de
obispos trate sobre «los jóvenes», siendo todos los participantes «varones» (sin
representación femenina), «adultos» y muchos de ellos «de edad avanzada».
«Dame de esa agua, para que no tenga más sed». Hacia un horizonte com-
partido de felicidad y sentido.
Pero son todavía muchos los jóvenes que no se conforman con que «les
vaya bien la vida», sino que le piden a la vida «algo más» que logros perso-
nales y entretenimiento constante. Sin abandonar el deseo de autorreali-
13. Expresión de Mario Vargas Llosa que describe así: «Un mundo en el que el primer
lugar de la tabla de valores vigente es el entretenimiento, donde divertirse, escapar
del aburrimiento, es la pasión universal» en M. Vargas Llosa, La cultura de la
civilización, Letras libres, febrero 209, 6. (Cita recogida en A. Ruiz López de
Soria, ODN., «Los jóvenes y el ocio como elemento formativo», Sal Terrae 106
(2018), 542).
14. Para los jóvenes el respeto a la pluralidad es un valor cuasi absoluto. Cuan-
do perciben a la Iglesia como una «institución» (antes que una comunidad de
personas diversas) queriendo «imponer» su visión de la vida y la sociedad, se
«revuelven» en forma de desprecio.
15. Por ejemplo, considerar que viven una etapa sólo de transición (de la infancia
a la madurez), o que son una generación «perdida», no hará más que levantar
barreras y suscitar posiciones defensivas.
«Señor, veo que eres un profeta, pero (…)». Una espiritualidad a la carta.
No cabe duda de que, para muchos jóvenes «cercanos» a la Iglesia, al
encontrarse con ella en torno a las cuestiones que realmente les afectan,
la Iglesia puede ser reconocida como transmisora de «algo valioso» que
les interpela. Sin embargo, en nuestra cultura secularizada y plural, la
religión y las creencias no sólo se entienden espontáneamente como algo
propio de la esfera privada, sino como algo sujeto a los gustos y preferen-
cias personales. Se repite así el esquema del evangelio: «vosotros decís…
pero nosotros pensamos». Como resultado de su modo de entender la
libertad individual como valor absoluto18, los jóvenes se reservan el «de-
recho a decidir» qué creen y cómo, y rechazan todo lo que les suena a
«dogma cerrado e impuesto» y se van formando una religión a medida,
como un collage de creencias y prácticas «a la carta».
16. «Hay enseñanzas que son especialmente controvertidas hoy: contracepción, aborto,
homosexualidad, cohabitación, matrimonio, etc.», RP. Parte I, n.5.
17. RP, Parte I, n.1
18. Preparando el «Parlamento de la Juventud» de la diócesis, un grupo de universi-
tarios cristianos de la U. P. Comillas coincidieron en considerar la libertad como
valor prioritario, por delante de la familia y la religión (empatadas en segundo
lugar) y de la amistad, del trabajo (casi a la par que la diversión en cuarta posi-
ción) y, dejando a la política en último lugar.
«Yo soy, el que te está hablando.» Facilitar una experiencia de encuentro con
Jesucristo.
Llegados a este punto de la contemplación es imprescindible reconocer
un «salto» en la analogía que vamos siguiendo, para no tomar a la Iglesia
(en sí misma o en ninguna de sus expresiones) como objetivo final de
nuestra pastoral. Sin duda, el objetivo último de la pastoral eclesial, y
muy especialmente en su interacción con los jóvenes, es ofrecerles una
experiencia de encuentro con Jesucristo19 que sea significativa, auténtica
y transformadora.
Lo que la Iglesia sí puede ofrecer a los jóvenes, tras escuchar sus inquietu-
des más profundas, es este indicativo enfático que les permita reconocer
en sus experiencias personales la huella inconfundible del Espíritu: «esto
que estás sintiendo, descubriendo, deseando…, tiene signos de ser de Dios»,
19. Para este punto ver I. González Sexma, S.J., «Jóvenes y experiencia de Dios»,
Sal Terrae 106 (2018), 65-77.
20. Así presenta una de las tareas del «apóstol» G. Villar Maciñeiras, S.J., «De
profesión: apóstol. Apuntes de hoy de un viejo oficio», Sal Terrae 105 (2017), 709-
722.
21. Evangelii Gaudium (EG), n. 105.
No podemos ya más que apuntar algunas pistas por dónde se podría com-
pletar esta contemplación22 centrándonos en los jóvenes que han tenido
de un modo u otro esa «experiencia de Dios» que les ha marcado y desde
la que viven implicados con la Iglesia. La joven vuelve a su misma reali-
dad, pero transformada; no puede ocultar lo que ha vivido y se convierte
en facilitadora de conexión con Cristo para sus vecinos.
Los jóvenes piden «experiencias con las que se pueda modelar y fomentar
la identidad y personalidad»23, superando el peligro de conformismo con
unas creencias religiosas que ofrezcan sólo satisfacción y/o seguridad
emocional. Entre las múltiples dificultades que ellos también encuentran
en su relación con la Iglesia destacaríamos la dificultad de integración
en su vida de estas experiencias de fe, que a menudo quedan diluidas en
momentos puntuales y no llegan a configurar su identidad, orientar su
actividad y dinamizar su mundo de relaciones24.
Conclusión
Con el deseo de «generar procesos más que ocupar espacios»26, hemos apun-
tado algunas actitudes pastorales que puedan «restablecer conexión» con
los jóvenes: contemplar cordialmente, dialogar empáticamente y acom-
pañar vocacionalmente. Terminemos esta contemplación iniciando un
coloquio entre la Iglesia y los jóvenes que debe continuar siempre abier-
to. Cuando la Iglesia pregunta a los jóvenes: «¿qué esperáis de ella?», ellos
responden:
«Los jóvenes le piden a la Iglesia que se les escuche. También reclaman que
tenga una actitud de cercanía y apertura hacia el mundo de hoy: se com-
prometa proponiendo con más claridad el evangelio de Jesús; aceptación
de las diferencias, tolerancia, diálogo y claridad evangélica; que acoja, que
sea inclusiva, misericordiosa y samaritana; más moderna, que se comuni-
que mejor, con lenguaje de hoy, que renueve sus mensajes, que conecte con
las ideas de hoy, que no sea excesivamente moralista y que proponga una
liturgia más viva y cercana; que sea fiel a Jesucristo y a su Evangelio, com-
prometida con la justicia, con la solidaridad, con el cuidado del planeta;
que los laicos tengan más formación para ser cada día más conscientes de
su misión y corresponsabilidad; y que los pastores estén más cercanos a los
jóvenes.»27
LOS LIBROS
RECENSIONES
Santiago, M. de, Carmen Cuesta del Muro. Una líder del feminismo
católico, BAC Biografías 42, Madrid 2018, XXXIX+517 pp.
Scannone, J. C., La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Fran-
cisco, Sal Terrae, Santander 2017, 279 pp.
Laboa, J. Mª, Pablo VI, España y el Concilio Vaticano II, PPC, Madrid
2017, 247 pp.
prescindibles, sino sobre todo por- que el Concilio Vaticano II, presidi-
que en la aproximación a este papa do y dirigido por el papa Pablo VI,
y a sus relaciones con nuestro país tuvo en la vida de la Iglesia y de toda
topamos con el importante proceso la nación española.
de modernización de la sociedad y Si ahora, a la distancia de sesenta
del catolicismo español, que com- años, quisiéramos evaluar el resulta-
plica enormemente los juicios, tras- do de aquellos acontecimientos para
toca la ubicación de los personajes nosotros, tendríamos que reconocer
y a menudo desconcierta a quienes que el Concilio y proporcionalmente
desde Roma deben también juzgar «las orientaciones pastorales de Pablo
y decidir sobre la realidad española. VI nos ayudaron a descubrir la nece-
El autor dedica el capítulo quin- sidad de una Iglesia libre de cualquier
to a presentar la historia de lo que injerencia del poder político, centra-
fue la Asamblea Conjunta de obis- da en el anuncio del mensaje religio-
pos y sacerdotes. Aquel aconteci- so y salvador de Jesucristo, abierta
miento dividió las opiniones de la a todos los sectores de la población,
Iglesia española y tensó las relacio- partidaria decidida de la reconcilia-
nes entre la Conferencia Episcopal y ción y la paz entre todos los españo-
la Santa Sede. les, en diálogo cercano y sincero con
El libro termina con un capítulo la vida, los sentimientos y las ideas de
de tipo general (El Concilio Vatica- todos nuestros conciudadanos».
no II y su impacto en España) en el
que se exponen las consecuencias Lázaro Sanz Velázquez
Montes Peral, L. Á., Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandona-
do? La crucifixión de Jesús en la historia de la pasión de san Marcos, San
Pablo, Madrid 2017, 174 pp.
Montes Peral ha tenido el acier- necesarias. De la cruz, como de Ma-
to de ofrecernos, de forma sencilla ría, nunca se escribirá bastante.
y profunda a la vez, una obra de in- La crucifixión de Jesús es la su-
vestigación accesible para todos los prema revelación del Amor de Dios
públicos. a la humanidad. En ella se manifies-
El misterio de la cruz es tan tras- ta hasta el extremo cómo la debili-
cendente e insondable que obras dad de Dios vence a las fuerzas del
como esta son siempre oportunas y mal.
Jesús. Cristo lava los pies del hom- ma a cada uno por su nombre para
bre. Desde el punto de vista psico- anunciarnos una gran esperanza. La
lógico es un punto ciego. Cada per- Buena Noticia de Jesús vivo y ver-
sona debe buscar en su interior la dadero. Finalmente, Martini invita
fuerza de Dios. Dios ama lo débil y a meditar con María, por el camino
frágil de cada ser humano. Jesús de del discipulado y de la escucha.
Nazaret fue un hombre libre, leal, En conclusión, la Pasión no es
honesto y no pone obstáculos a ser preludio, sino que entre la Pasión y
arrestado. Jesús no hace ni dice nada la Resurrección hay un abismo, el
cuando es abofeteado o castigado Misterio Pascual. Martini hace un
injustamente. La propia naturaleza comentario densísimo de los textos
humana alterna el servilismo ob- bíblicos de la Pasión. Leer esta obra
sequioso con la revancha cultural es hablar con Cristo crucificado. Re-
(del que sabe hablar contra el que comiendo hacerlo durante la Semana
no sabe hacerlo) y de la educación Santa.
(del que tiene modales finos contra
el que no los tiene). Cristo nos lla- Marta Sánchez
liza algo nuevo” (Is 43, 19). Aconse- otras formas de construir el Reino de
jan a los padres meditar su historia Dios. Se requiere esfuerzo, paciencia
de amor desde el inicio, cuando se y tolerancia. Vencer miedos, fraca-
enamoraron. Dios vive y respira en sos y desilusiones. Dios reúne a cada
lo cotidiano. Para ser consciente de familia en un viaje y no la abandona
su Presencia, es importante cultivar nunca. Es una travesía por la alegría
una vida de oración. Hablar con verdadera. Es vivir en libertad espi-
Dios en los momentos de tensión ritual. Trabajar por la paz. Buscar en
y ternura, de gratitud y enojo. Las los altibajos de la vida familiar una
reglas están tomadas de la Tradición semilla de esperanza. Vivir bien la
cristiana y son orientaciones para vida familiar es construir un mundo
transformar los hogares en espacios más fraterno y justo. Descubrir en
de paz y bien. Son una brújula para cada rincón de la casa la Bondad del
los días serenos y tormentosos. Dios Creador.
habita en lo profundo del hogar. Es En conclusión, un buen libro
percibir lo bueno en cada momento. para tener en todos los hogares. Es-
Celebrar los pequeños logros. Tener tas orientaciones ayudan a todos a
voluntad de empezar “aquí y aho- crecer en el conocimiento de sí y en
ra” algo nuevo. Los padres buscan la visión de lo bueno. Está lleno de
oportunidades para enseñar a sus sugerencias para iniciar a los niños
hijos que cada uno es una nota de la en el amor a Dios. Cultivar hábitos
sinfonía divina. Dios es el autor de de corazón y ensanchar la vida espi-
esta sinfonía y Cristo es la melodía. ritual de cada uno de los miembros
El núcleo de la espiritualidad fami- del hogar. La base de la espirituali-
liar es Jesús de Nazaret. Iniciar una dad familiar es la esperanza. Fijaos
vida espiritual activa en los hogares en las aves del cielo...vuestro Padre del
es sencillo. Algunas sugerencias son: cielo las alimenta. ¿No valéis vosotros
leer historias de la vida de Jesús a los más que ellos? (Mt. 6, 25-26).
más pequeños, bendecir la mesa o
participar en el culto litúrgico. Hay Marta Sánchez
P.V.P.: 25,00 €
176 págs.
Más información en
www.gcloyola.com
Este libro es un auténtico tesoro que guarda las historias más tiernas y conmove-
La muerte
doras sobre lassepersonas
ha convertido
mayoresendeun tabú.
todo Ahora no
el mundo. Cadasolohistoria
es normal
es unmorir en
testimo-
niosoledad,
del podersino
de que
la fe,nilasiquiera se puede
perseverancia hablarTodo
y el amor. de ladesde
muerte los yojos
a menudo se
de quienes
abandona al moribundo a su suerte. Es un signo de un profundo
han visto pasar muchos años. Cada relato conserva una porción de la sabiduría cambio
dedeloslaancianos
cultura,que
quenecesitan
ha pasado los de la petición
jóvenes de «piedad
para poder para quien
tener esperanza en elmuere»
futuro.
a una solicitud de «muerte por piedad». Están en juego profundas diná-
El papa Francisco también cuenta su historia como una persona mayor más, con
micas afectivas, culturales y espirituales, y tratar los problemas fuera de
pequeños relatos suyos en cada capítulo y reflexiones sobre muchas historias de
una visión humanística y sapiencial resultaría restrictivo.
otros mayores...