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HORIZONTES DEL PSICOANÁLISIS1

El título que nos convoca a este panel, como suele suceder, no es sencillo. Sin ser detallista en
analizar las palabras “horizonte” y “clínica” a grandes rasgos podemos entender la dificultad que
implica situarnos para hablar de un “horizonte”, metafóricamente, en Psicoanálisis. Perspectivas,
futuro, en fin, siempre implica un pronóstico y esto es fundamentalmente incierto. También tiene
sus complejidades el concepto de “clínica” porque, aunque existe una tendencia actual a creer en
un hecho clínico real que sucede ahí en el mundo, nosotros sabemos que la experiencia
psicoanalítica se construye desde diferentes ángulos y realidades de distintos tipos. Algo ocurre,
sin dudas, una experiencia, un relato y, en ellos está presente lo cultural en ambos participantes.
En los analizantes lo cultural-epocal está también en los síntomas por los que consultan en la
medida que ellos son transacciones de malestares varios. Pero también la época y la cultura están
en las teorías del analista, en sus formas de pensar, de escuchar, de organizar la experiencia y de
dar forma y sentido a las dificultades por las que es consultado. Recuerdo que hace cuatro décadas
cuando la anti psiquiatría cuestionó el estatuto de las enfermedades mentales, su existencia, N.
Braunstein en “Psicología, Ideología y Ciencia” decía que las enfermedades sí existían pero solo en
el espacio clasificatorio. Quizás hoy esta explicación sería parcial pero aun así tiene su grado de
validez.
Entonces, ¿qué esperamos de la clínica psicoanalítica, de la experiencia analítica, qué esperamos
de la estructuración psíquica de acuerdo a cómo vemos la construcción de una nueva época, qué
esperamos de los malestares de la sexualidad en la cultura, de nuestra posición como sujetos, de
nuestra posición como analistas, qué esperamos de nuestras instituciones formativas y científicas?
entre otras preguntas mirando ese horizonte. Me limitaré a dejar formuladas las preguntas.

En 1910 y en 1918 S. Freud se había planteado cuestiones de este tipo en “El porvenir o las
perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” y “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica”,

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Presentado en el Panel de cierre del Simposio APA 2015; 14 de noviembre.
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respectivamente.

En ambos textos Freud se muestra preocupado por el avance en conocimientos en teoría y técnica
que permitan abarcar un campo de acción mayor y mejor eficacia en esa acción y, estaba
preocupado también, por llegar a un público más amplio, a todos quienes lo necesiten más allá de
sus condiciones económicas.2 Recordemos que en 1918 Freud dijo que el pobre no tenía menos
derechos a la terapia anímica y que esto nos requeriría adecuar nuestro método.

Cuando Freud cumplía sus 80 años y ya estaba fuera de la dirección del movimiento psicoanalítico
internacional, en Viena se festejaba su cumpleaños inaugurando un edificio que albergaría a la
Sociedad psicoanalítica de Viena, el Instituto de Psicoanálisis, la editorial Psicoanalítica
internacional y una Clínica psicoanalítica gratuita. La conferencia fue brindada por Ernest Jones
quién era el líder absoluto del movimiento. El nombre de la conferencia fue “El futuro del
psicoanálisis”. El contexto era bien diferente del de 1910 y 1918. Claro está no era Freud, era Jones.
Pero en un clima de creciente nazismo, una sociedad psicoanalítica de Viena y un grupo de la vieja
guardia diezmado por las muertes y la emigración, algún otro eliminado del grupo como W. Reich,
Freud retirado y con más analistas que pronto emigrarían sobre todo a Londres y Estados Unidos
de Norteamérica. Jones estaba preocupado por el futuro del psicoanálisis, su unidad, su liderazgo
personal, el mantenimiento de teorías y prácticas y especialmente su reconocimiento profesional.
Se manifiesta claramente a favor de que el psicoanálisis se vincule a la medicina, como
especialidad y especialmente a la psiquiatría, lo cual lo restringiría en lugar de ampliarlo. De esta
ubicación profesional del psicoanálisis dependería su futuro, para Jones. “La selección de
candidatos podría ser más estricta, ya que un menor número de analistas adecuados sería más
efectivo como cuerpo, que un mayor número de otros menos cualificados”, decía Jones. La
formación de analistas era lo que le podía permitir el control y ahí se colocó el acento. Menos
analistas admitidos para formarse, una admisión mucho más restrictiva, comités internacionales de

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En el primero de ellos, la conferencia de marzo de 1910, Freud decía: “...me propongo hoy demostraros que nuestra aportación de
nuevos medios contra las neurosis no ha terminado aún, y que nuestra intervención terapéutica ha de ampliar considerablemente su
campo de acción en un próximo futuro.”. Preocupado en la ampliación de la teoría y de la práctica, de nuestros conocimientos y de
nuestra técnica, ampliar también a quienes puede llegar el psicoanálisis. Realizó una advertencia respecto de la autoridad que se nos
pudiera reconocer en nuestras posibilidades de auxiliar a quienes padecen de dificultades psíquicas. “ La sociedad -decía- no habrá de
apresurarse a concedernos autoridad. Tiene que oponernos resistencia, pues la sometemos a nuestra crítica y la acusamos de tener
gran parte de responsabilidad en la causación de las neurosis”
En Nuevos caminos en la terapia psicoanalítica de 1918-19 fue cuando Freud dijo: “en la aplicación popular de nuestros
métodos habremos de mezclar quizá el oro puro del análisis al cobre de la sugestión directa, (…) alguna vez la conciencia moral de la
sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menores derechos a la terapia anímica que los que ya se le acuerdan en
materia de cirugía básica...Estos tratamientos serán gratuitos. Puede pasar mucho tiempo antes de que el Estado sienta como
obligatorios estos deberes....cuando suceda, se nos planteará la tarea de adecuar nuestra técnica a las nuevas condiciones...Pero
cualquiera que sea la forma futura de esta psicoterapia para el pueble, y no importa qué elementos la constituyan finalmente, no cabe
ninguna duda de que sus ingredientes más eficaces e importantes seguirán siendo los que ella tome del psicoanálisis riguroso, ajeno a
todo partidismo.”
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control, comités especializados. Los acentos de Jones a diferencia de los de Freud parecían ser no
de extenderse, ampliar el radio de acción y el llegar a más gente sino por el contrario un vuelco
restrictivo. Y, en relación a modificaciones en la técnica, a diferencia de Freud que promovía una
ampliación, Jones decía que: “En el campo de la técnica, me sorprendería que en el futuro
inmediato realicemos algún cambio revolucionario. Al menos no veo signos de ello en el
horizonte.” Me resultó difícil entender esa conferencia leída desde nuestra realidad actual pero sin
duda la realidad de ese tiempo fue muy determinante, por dificultades internas del grupo de
analistas, del movimiento internacional que necesitaba un recambio generacional de sus
autoridades y liderazgos y por las inmensas dificultades económicas, sociales y políticas de la
época. Quiero señalar con estos ejemplos cómo la visión del futuro depende en cada momento y
contexto de muy diferentes factores: individuales, grupales, ideológicos, socioculturales, entre
otros. La concepción de la ciencia y de la clínica son consecuencia de esta multiplicidad de
condiciones.

La situación actual del Psicoanálisis, ya desde las últimas décadas del siglo XX y en el comienzo del
siglo XXI ha sido estudiada, pensada y expuesta por diferentes autores. Me limitaré a referir sólo a
tres de ellos, que cada uno podrá consultar pero que yo solo tomaré alguna de sus ideas.
S. Bleichmar en “Por un balance hacia el futuro del psicoanálisis” dice que “las grandes pasiones de
la época no circulan por el horizonte que marcó a la ciencia de comienzos del siglo XX (…). Se
suman a esto nuevas condiciones de organización de la propiedad social y de los vínculos laborales,
lo cual propicia la circulación de enunciados respecto a que el hombre del siglo XXI es radicalmente
diferente de aquel del siglo XX, que sus intereses no son los mismos, ni tampoco lo es su manera
de percibir el mundo. (…) este es el comienzo de algo insospechado, en una época en la cual las
nuevas tecnologías producirán transformaciones de tal calibre que no podemos siquiera imaginar
el modo de funcionamiento del hombre del futuro”. Esta incertidumbre, planteada por Bleichmar,
me resulta totalmente compartible. “Sin embargo, dice S.B., las condiciones cambiantes no
implican necesariamente el abandono de los grandes descubrimientos del psicoanálisis, pero
tampoco el mantenimiento a toda costa de todas sus piezas teóricas. Si la situación del
psicoanálisis es preocupante -sigue diciendo- no lo es tanto porque los cambios epocales lo
destituyan o sus enemigos teóricos lo hayan abatido, ni porque haya surgido una teoría que lo
superó, sino, como ocurrió con el socialismo real, implosionado por sus propias contradicciones
internas, ante la necedad y la estrechez de sus propios defensores”. Es decir, nosotros. Frente a
esto -sigue diciendo- es necesario tomar los paradigmas de base del psicoanálisis y, en muchos
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casos, darlos vuelta, ponerlos sobre sus pies, sacudirlos en todas direcciones para que puedan
quedar en condiciones de ser re-posicionados en el campo general de los conocimientos del
presente..”

M. Viñar en “Inquietudes en la clínica psicoanalítica actual”, dice que “Habitamos una


época donde los viejos códigos ya están obsoletos y los nuevos aun no son claros y confiables”. En
este desconcierto y para no perder la brújula ¿nos aferramos a viejos estándares y a una ortodoxia
que pretende domesticar la alteridad del otro que consulta sometiéndolo a reglas de juego ya
conocidas? Arriesguémonos -dice- a la eficacia del etnólogo cuando se deja impregnar de las
lógicas de otra cultura, otra sensibilidad que le es extraña, como le fue extraño a Freud el lenguaje
de las histéricas de su época.

Sélika Acevedo de Mendilaharsu en “ Futuro del psicoanálisis” recorre los cambios culturales de la
época y en relación al psicoanálisis se plantea diferenciar un centro de una periferia. En el centro
es importante sostener la mono-disciplina, la especificidad de la experiencia analítica y del campo
epistémico. En la periferia sostiene que hay que impulsar la interdisciplinariedad. No solo salir de
las instituciones a los diferentes campos de la comunidad y al público en general, participando en
salud mental, hospitales, universidad, aprendizaje y educación, integrándose a los diferentes
equipos, por ejemplo de drogadicción, violencia familiar, delincuencia, marginalidad y abandono,
etc., sino además ir más allá del paralelismo, buscando el nivel teórico metodológico operativo en
las distintas situaciones. Pone como ejemplo la narrativa en intersección con la literatura y las
neurociencias en intersección con la medicina y biología. Las mono-disciplinas surgen, se
desarrollan, se especializan y luego se fragmentan. En la intersección de dos o más mono-
disciplinas se puede dar un desarrollo y especialización y esta especialización se ha llamado:
hibridación.3 La hibridación para Dogan denota la recombinación de fragmentos de ciencias o
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La hibridación de especialidades. Algunos estudiosos recomiendan un planteamiento interdisciplinario. Lo mismo que hay
quienes parecen creer que es posible establecer categorías claras entre las ciencias sociales, otros muchos persisten en la
búsqueda del santo grial de la "interdisciplinariedad". Ahora bien, esa recomendación no es realista porque pasa por alto
un fenómeno esencial de la historia de la ciencia, esto es, la especialización a través de un proceso de fragmentación. La
fragmentación de cada disciplina deja lagunas entre las especialidades, que se suman a las que produce la división de las
ciencias sociales en disciplinas establecidas. A veces, la hibridación tiende puentes sobre esas lagunas y a veces las
colma totalmente (Dogan y Pahre, 1990). Distintas disciplinas pueden partir de diferentes perspectivas para estudiar un
mismo fenómeno, lo cual acarrea una división de territorios entre las disciplinas. La hibridación, en cambio, entraña un
solapamiento de segmentos de disciplinas, la recombinación del saber en nuevos campos especializados. La innovación
dentro de cada disciplina depende en gran medida de intercambios con otros campos pertenecientes a otras disciplinas.
En los niveles superiores, la mayoría de los investigadores pertenecen a subdisciplinas híbridas. En caso contrario, pueden
dedicarse a un campo o subcampo híbrido: el comportamiento de las masas (relacionado con la psicología social), la
formación de las elites (relacionado con la sociología y la historia), la política urbana (con la geografía social), los Estados
benefactores (con la economía social y la historia social), los valores (con la filosofía, la ética y la psicología social), las
aptitudes para gobernar (con el derecho y la econo- mía), la pobreza en los países tropicales (con la agronomía, la
climatología y la geografía económica), el desarrollo (con todas las ciencias sociales y varias ciencias naturales), etc. Una
recombinación innovadora es una mezcla de fragmentos de ciencias.( Las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas
de las disciplinas. Mattei Gogan; Fuente: http://www.cholonautas.edu.pe/pdf/NUEVAS%20CIENCIAS%20SOCIALES.pdf "
target="_blank"> Cholonautas.
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segmentos de disciplinas y no de especialidades o disciplinas completas. Es en las fronteras inter-


disciplinarias que se producen estas innovaciones. Aunque, claro está, la dificultad está en cómo
elaborar la heterogeneidad de ese cruce disciplinario, lo cual es siempre un desafío de innovación.

¿Con qué clínica analítica nos encontraremos en el futuro, qué horizontes de las experiencias
analíticas y de los motivos de malestar psíquico y social?, son preguntas que quedan
necesariamente abiertas. Primero intentaré situar a grandes trazos y a mi modo el centro de
especificidad del Psicoanálisis y luego me limitaré a decir algunos caminos que me parecen
favorables para recorrer.

Lo real de la pulsión sexual entramada en la urdimbre cultural hace a la zona específica del
psicoanálisis y habla en cada momento singular del caso a caso y en cada cultura y época, de los
malestares humanos y sociales. Inevitablemente cuando cambian las formas de las relaciones de
parentesco, sus reglas, los tipos de uniones familiares, el tipo de legalidad de la descendencia, los
sistemas de intercambios sexuales, las diferencias sexuales, cambia la urdimbre donde los
malestares singulares se cuecen. Cuando cambian las ideologías entre las épocas y dentro de cada
época, cambian los imaginarios identificatorios disponibles. Todo ello lleva a diferentes
presentaciones, tipos de síntomas, fantasías, actos y cambios de los pedidos de ayuda. Pero la
sexualidad siempre está allí haciendo erógena la carne con los signos culturales. Es decir,
escribiendo y armando los cuerpos erógenos y, a su vez, los cuerpos construyendo lo social. Los
cuerpos son construcciones de escritura erógena y, a su vez, instrumentos o grafo de escritura
social.
Los psicoanalistas podemos expresar estas ideas de diferentes formas, aun con diferentes
conceptos, pero es muy central sostener un área epistémica de especificidad que nos permita la
escucha y la intervención. Es un desafío actual y seguramente lo será en el futuro pues son muchas
las fuerzas que aplastan toda noción de sujeto y de subjetividad. Sostener la fuerza y eficacia de la
palabra y el gesto, nos rescata de una visión naturalista, del Machine Man, del robot y nos permite
recorrer los malestares de la sexualidad y la cultura con la fuerza performativa de las palabras, en
el mundo simbólico pero, también, aunque no sepamos sus límites, en lo real.
Indudablemente los cambios científico tecnológicos ejercerán efectos reales sobre los cuerpos y
sobre los sexos, con repercusiones sobre la subjetividad que aun desconocemos. Sólo espero que
no estemos tan sordos como lo fuimos a los discursos de la diversidad sexual y social que, recién
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en las últimas décadas estamos pudiendo escuchar y pensar.

Dado que nuestro pensamiento y nuestras acciones clínico-teóricas dependerán de los recorridas
que hagamos, puntualizaré entonces:

1- La disponibilidad del Psicoanálisis en sus distintas prácticas por amplios sectores de la población,
tanto en su inserción en la salud como en la educación, dinámica de grupos, parejas, familias,
entre otros, siguiendo la vertiente enfatizada por Freud ya en 1918. Esto implica una ampliación de
la inserción social del Psicoanálisis y de los modos de llevarlo a la práctica. Un Psicoanálisis de alta
frecuencia y alto costo para una élite económica no tiene perspectivas para el desarrollo real del
Psicoanálisis futuro. Pero eso no implica abandonar el compromiso con una práctica analítica
centrada en una experiencia con el inconsciente intensa. No hay psicoanálisis fuera de esta
experiencia transferencial e inconsciente intensa. Nada de esto habla sobre la extensión de cada
sesión, la frecuencia semanal siempre igual ni sobre la forma de realizarse los encuentros. Todo
eso tendría que estar al servicio de una mejor y posible condición de trabajo y no de mantener una
formalidad a toda costa. La definición del Psicoanálisis como forma de investigación y tratamiento
no debería entonces quedar limitado a una forma de encuadre definido por su frecuencia y
duración, como suele hacerse, sino por el tipo de escucha y el trabajo intenso en transferencia con
lo inconsciente, más allá de las diferencias en su conceptualización. Correspondería entonces
hablar de psicoanálisis en distintas prácticas.

2- Un Psicoanálisis centrado en un concepto de sujeto de deseo en conflicto, con el centro en esta


concepción del sujeto humano, a contrapelo de otras prácticas que sortean la condición de sujeto
para actuar suprimiendo síntomas y conductas a través de técnicas o del uso exclusivo de psico-
fármacos. Por el contrario, una defensa comprometida con el sujeto humano como sujeto psíquico
y social. Es posible que esta afirmación tenga validez especial en esta época, es decir en un
momento donde el sujeto psíquico y social es "dribleado", sorteado, aplastado y también es
posible que esta resistencia los distintos analistas podamos conceptualizarla de diferentes formas.
Pero frente a este aplastamiento del sujeto humano solo es posible una actitud de resistencia, en
el mejor sentido político de “resistencia” frente a la opresión y el vaciamiento. Resistencia que
compartimos con muchas disciplinas humanas y con distintos sectores de intereses y compromiso
social. Pienso que sostener un lugar de sujeto de deseo es y será una tarea central del lugar del
analista en la clínica.
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3- Una apertura del psicoanálisis a distintas disciplinas y prácticas, tanto para nutrirse de ellas, para
dialogar e interactuar como para recibir a profesionales procedentes de amplias vertientes
universitarias académicas y profesionales, con quienes compartamos prácticas analíticas
personales y con otros, como centro común de nuestra experiencia.
4- En la formación: Institutos abiertos, amplios, fermentales, pivoteando siempre en las más
diversas experiencias con lo inconsciente. Y, en consecuencia, una formación abierta a prácticas en
diferentes encuadres, fundamentados clínica y teóricamente. No sólo no disponemos de teorías
únicas sino que la pluralidad teórica es una realidad del límite disciplinario, de la coexistencia de
fragmentos separados pero capaces de inter actuar, en la medida que trabajemos con ellos. No se
trata de la fragmentación eterna sino de la producción de mestizajes, de hibridaciones, de
aleaciones más eficaces, para cada caso, que el oro puro.

4- En lo institucional: Reagrupamientos societarios más centrados en un compromiso por hacer


producir las distintas experiencias analíticas actuales y menos en un eclecticismo burocrático o
alineados a estructuras históricas o a autores y escuelas.

BIBLIOGRAFÍA

Futuro del psicoanálisis


Sélika Acevedo de Mendilaharsu
Semanario Relaciones Nº 180, p.8-9, Montevideo, 1999.

Por un balance hacia el futuro del psicoanálisis; "Sostener los paradigmas desprendiéndose del
lastre.Una propuesta respecto al futuro del psicoanálisis"
Silvia Bleichmar
Bleichmar, S. (2009).La subjetividad en riesgo. Buenos Aires, Topía, pp. 119-136.
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Las nuevas ciencias sociales: La marginalidad creadora.


Mattei Dogan; Robert Pahre.
Editorial Grijalbo, México, 1993.

Inquietudes en la clínica psicoanalítica actual


Marcelo N. Viñar
Revista Uruguaya de Psicoanálisis 2006 ; 103 : 22 – 39

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