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María Victoria Monroy Ruiz

Vs. Corporación Andina de Fomento


Rad. 20429

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACION LABORAL

Radicación No. 20429


Acta No. 30
Magistrado Ponente : GERMÁN G. VALDÉS SÁNCHEZ

Bogotá, D. C., diecinueve (19) de mayo de dos mil tres (2003).

Resuelve la Corte el recurso de casación que interpuso MARÍA

VICTORIA MONROY RUIZ contra la sentencia del Tribunal de

Bogotá, dictada el 30 de julio de 2002 en el juicio ordinario laboral

que promovió la recurrente contra la CORPORACIÓN ANDINA

DE FOMENTO, CAF.

ANTECEDENTES

María Victoria Monroy Ruiz demandó a la Corporación Andina de

Fomento para que judicialmente se declare que entre las partes hubo

un contrato de trabajo, que ese contrato estuvo regido por la ley

colombiana y que, por decisión de la Corporación demandada, debía

recibir las garantías establecidas por el reglamento de personal en

materia de salarios, prestaciones e indemnizaciones.


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Basada en esa plural petición, la demandante reclamó estos

derechos:

1. El pago de un reajuste de salarios porque la demandada

cambió el sistema retributivo convenido;

2. El pago de cesantía, intereses, primas de servicios,

compensación de vacaciones y el bono vacacional porque son

“…prestaciones sociales que deben totalmente a la trabajadora

y/o que se adeudan en parte, según se explicará adelante para

cada concepto, por no haberse cubierto nunca y/o por haberse

excluido los factores salariales que han debido considerarse en

la correspondiente liquidación …”;

3. Cotizaciones para cubrir el riesgo de vejez;

4. Una participación, parcialmente insoluta, derivada de los

beneficios líquidos que obtuvo la entidad demandada;

5. Intereses sobre haberes debidos desde el mes de julio de 1994

hasta la fecha del despido.

6. Intereses sobre depósitos colocados en el fondo de previsión

de la entidad demandada;

7. La “diferencia” por indemnización por despido, por cuanto su

pago se hizo “…en contra de las previsiones que regulan la

materia (Ley 50 de 1990, art. 6°), y fuera de esto con


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exclusión de factores salariales que han debido considerarse

en la correspondiente liquidación …”;

8. El último bono vacacional correspondiente al período final de

vacaciones; y

9. La indemnización moratoria.

Pidió también que las condenas se hagan con la moneda convenida

en el contrato o que en susidio de ellas y de la indemnización

moratoria se condene por la indexación de los créditos adeudados.

Para fundamentar las pretensiones afirmó (en lo que interesa a la

definición del recurso de casación) que la demandada es una persona

jurídica de derecho internacional con representación permanente en

Colombia; que se vinculó con la demandada el 1° de febrero de 1988

y para ella prestó sus servicios hasta el 6 de septiembre de 1994; que

fue despedida sin justa causa; que la relación se formalizó mediante

tres contratos de trabajo, suscritos el 15 de marzo, el 15 de

septiembre y el 16 de diciembre, todos del año 1988, mediando

continuidad de servicios; que las partes acordaron que la relación se

regiría exclusivamente por la ley colombiana, sin perjuicio de la

aplicación de los beneficios de los reglamentos de la Corporación;


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que tiene derecho a todas las garantías del Código Sustantivo del

Trabajo, así como a los beneficios del reglamento de personal de la

Corporación; que su salario fue pactado en dólares americanos y

pagado con la moneda nacional mediante la conversión con base en

el tipo de cambio oficial, pero que ese sistema fue cambiado

unilateralmente por la demandada a partir del 15 de octubre de 1993,

mediante la aplicación de la tasa de cambio representativa, con lo

cual se redujeron la remuneración y las prestaciones; y que fue

despedida sin justificación y le pagaron una indemnización inferior a

la que legalmente le corresponde conforme las leyes nacionales.

La Corporación se opuso a las pretensiones de la demanda y propuso

como excepciones compensación, pago, inexistencia de la

obligación y prescripción.

El Juzgado 7° Laboral de Bogotá, mediante sentencia del 1º de

marzo de 2002, adicionada con la providencia del 7 de marzo

siguiente, condenó a la demandada a pagar a la demandante, en

dólares, 9.901.80 por concepto de cesantías, 3.564.60 por intereses

de cesantía, 9.901.80 por primas de servicios, 4.950.90 por

vacaciones y las cotizaciones que corresponden por pensión de vejez

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desde el momento en que fue desvinculada del Seguro Social hasta

la terminación del contrato de trabajo. De lo demás, absolvió.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Ambas partes apelaron la anterior providencia y el Tribunal de

Bogotá, en la sentencia aquí acusada, la revocó. En su lugar absolvió

de todas las pretensiones.

Tres aspectos contiene la sentencia del Tribunal. Con el primero

determina que a la relación de servicio que tuvieron las partes se

aplica la ley colombiana en virtud del principio de territorialidad

consagrado por el artículo 2° del CST. Con el segundo que la

Corporación demandada no goza de inmunidad frente a la presente

acción laboral y que por ello tanto el juez como el Tribunal tienen

jurisdicción y competencia para decidirla. Y con el tercero que la

demandante no tiene derecho a las pretensiones que reclama.

La motivación de la sentencia sobre ese último particular son,

textualmente, las siguientes:

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“Dentro de las pretensiones demandadas a las que


las partes dejaron irradiar competencia funcional a
esta Corporación, por efecto de censura a la
sentencia de primer grado, se distingue que su
soporte se basa en la declaración que se pide, que el
contrato de la demandante estuvo regido por las
leyes colombianas, de ello que le surjan las
obligaciones salariales, prestacionales e
indemnizatorias propias del Código Sustantivo del
Trabajo. A su vez, que la demandada aplicó las
garantías salariales, prestacionales e
indemnizatorias, que alude su Reglamento de
Personal; en uno y otro evento, igual pide que se
satisfagan las obligaciones que dice aparecen
insolutas entre uno y otro compendio laboral.

“A ello dice la demandada, que por su naturaleza


internacional, su personal directivo tiene
determinado un Reglamento de Personal, donde
están contenidos todos los derechos salariales,
prestacionales e indemnizatorios, que superan
ampliamente la ley laboral colombiana. Para lo cual
parte de la compensación entre los derechos que
dice le fueron aplicables a la demandante frente a las
normas laborales colombianas para determinar que
no solo cumplió totalmente con aquél, sino que
aquellos resultaron superiores a los de la ley local.

“El Juzgado en forma sesgada resolvió el asunto,


inclinándose por determinar que efectivamente por
efecto de la territorialidad de la ley colombiana, la
demandada estaba obligada al pago de las
prestaciones que alude el Código Sustantivo del
Trabajo, pero olvidó en un todo, referirse a aspectos
tan determinantes en este asunto, como las
excepciones que propuso la demandada, tal como lo
acusa aquella en la sustentación a su recurso.
“Visto de esta forma los planteamientos de las
partes, encuentra entonces la Sala, que el
planteamiento a dilucidar en este asunto, se
determina es en la aplicación de normas que resultan
foráneas al derecho laboral de la República, y si
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aquellas pueden resultar de aplicación concomitante


con las que aquél estatuto colombiano regula.

“Indudablemente el interrogante se despeja bajo la


consideración que el derecho laboral colombiano,
como estatuto de derechos irrenunciables e
ineludibles que gobiernan las relaciones laborales,
parte inequívocamente de un mínimo de garantías,
lo que de manera alguna impide u obstaculiza que
puedan eventualmente ser mejoradas o superadas
por las partes contratantes, pues así se ha aceptado y
es el pilar sobre el que se soportan las negociaciones
obrero patronales, de donde se espera surjan
derechos con mayor y mejor robusteza a los que la
legislación sustantiva preceptúa; aquella premisa de
mejoramiento de derechos, así lo ha pregonado la
Jurisprudencia Laboral de la Corte Suprema de
Justicia, como lo hizo en la sentencia de abril 22 de
1998, radicación 10461, reiteró lo siguiente:

“<... Es claro entonces, que las orientaciones de esta


Sala se han centrado en el respeto por el principio de
la territorialidad absoluta consignado dentro de
nuestra legislación laboral en el articulo 2° del
Código Sustantivo del Trabajo, lo cual no excluye la
posibilidad de estudio de situaciones especiales en
las cuales la atención de lo pactado por las partes del
contrato de trabajo no represente una contradicción
frente a las normas vigentes en el país o una
trasgresión de las mismas, pues es admisible que
dentro del respeto a ellas, se incluyan pactos
derivados de la aplicación de legislaciones foráneas
que no vulneren los principios y preceptos propios
de la nuestra>" (subraya la Sala).

“De manera que resulta perfectamente admisible que


se incluyan pactos derivados de legislaciones
foráneas que no vulneren los principios propios de la
nuestra, de lo que le sigue que es posible celebrar
pactos que reconocieran derechos derivados de
legislaciones extranjeras en la medida en que no
contrariaran la ley colombiana, esto es, que se podía
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mejorar el mínimo de derechos y garantías


consagrados en la ley nacional.

“Ahora, no quiere decir, como tampoco confundir,


que una circunstancia es que la ley laboral
colombiana rija en un todo las relaciones ejecutadas
en el territorio de la República, y otra que al
establecerse la unidad prestacional o de derechos,
tenga que serle aplicado al trabajador,
indistintamente dos regímenes simultáneamente,
cuando unos y otros tienen uniformemente
amparados idénticos derechos, pues ello en suma
medida contraría el principio de la inescindibilidad,
que como resulta entendible, tiende a que no se
extraiga de una norma únicamente lo favorable o
benéfico y se deseche lo desfavorable, o lo que es
igual, que los derechos y obligaciones que alguna de
ellas establezca, se apliquen en su integridad; de lo
que le sigue entonces, que si se opta en el caso
particular de la demandante, por la aplicación del
Régimen de Personal de la demandada,
preferentemente sobre los derechos estatuidos en el
Código Sustantivo de Trabajo, obviamente bajo el
supuesto ineludible que aquel supere o mejore los
derechos de éste, tenga pleno apoyo legal, orientado
en la aplicación del mencionado principio de la
inescindibilidad.

“Entonces, verificado por la Sala, que efectivamente


las partes convinieron en la celebración del contrato
de trabajo que éste se regiría por el Código
Sustantivo del Trabajo, con sujeción igual a la
aplicación del Régimen de la CAF, lo que además
resulta soportado en el acuerdo que el Gobierno
Nacional estableció con la demandada, en tanto que
clasificó a sus empleados en internacionales y
locales, entendidos aquellos regulados por el
Régimen de personal de la demandada, bajo la
perspectiva que tales derechos superan los que
estatuye el régimen laboral local colombiano (ver
artículo 18, fl. 27), de lo que surge entonces que,
basta la comparación entre uno y otro para
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determinar si efectivamente se cumple en el caso de


la actora.

“De aquella comparación se encargó la demandada


de establecer, y lo dictaminó el auxiliar de la justicia
traído al proceso, que si bien, como lo anota el
apoderado de la demandante, era una labor exclusiva
del fallador de instancia, igual puede constarse de
ello, que a la demandante le fueron reconocidos y
pagados por la demandada, derechos laborales que
ostensiblemente superan los mínimos que aluden las
normas del Código Sustantivo del Trabajo, como se
puede constatar de el (sic) Reglamento de Personal
de la demandada visible a folios 364 a 362 y
Reglamento de Personal de folios 29 a 100 del
expediente, que no fueron desconocidos en el
proceso por las partes; y por ello, las pretensiones de
la demanda que atendió favorablemente el Juzgado,
resulten desajustadas de la realidad de aquél pago y
de ello, que justifiquen la compensación
excepcionada por la demandada.

“En efecto, aún sin considerar que la demandada en


la liquidación de prestaciones sociales que hizo a la
demandante vista a folio 151 del informativo,
estableció un total de tiempo laborado que conforme
a las consideraciones de este fallo, no correspondían
al tiempo efectivo como trabajadora dependiente,
quedan igualmente superiores a los que
eventualmente le corresponderían en caso que se
hubiese aplicado las fórmulas de los derechos
laborales propias del Código Sustantivo del Trabajo,
pues verificadas las operaciones correspondientes,
se tiene que las Prestaciones sociales bajo aquellos
derechos mínimos le ascenderían a la suma de US
$41.040,56; y sobre los cuales la demandada
reconoció y pagó a la demandante un total de US
$76.472,43; lo que al margen de cotejo sobre los
conceptos que trae el Reglamento de Personal de la
CAF, resulta suficientemente superior y mejor a lo
que le habría correspondido por concepto de
prestaciones sociales bajo la aplicación de las
normas del Código Sustantivo del Trabajo.
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“Ahora, no está llamado a discutir o ejercer control


esta Jurisdicción del Trabajo, sobre el tratado y
convenio internacional que celebró el Estado
Colombiano con la Corporación Andina de
Fomento, respecto de la aplicación de su Régimen
laboral, en tanto que si clasificó a la demandante en
calidad de trabajadora internacional, con las
consecuencias prestacionales y de seguridad social
que ello implica, ya que en principio no vulnera
derechos mínimos laborales, y además son el
producto de una normatividad superior a la que se
vinculó el Estado Colombiano, y que merece sumo
respeto y observancia, por lo que si la actora,
durante toda su vida laboral aceptó y convino que la
demandada aplicara aquél Estatuto de personal, se
benefició de éste y derivó mayores y mejores
derechos laborales, a aquél debe atenderse entonces
esta Jurisdicción, al punto que, no es dable, como lo
predica su demanda, extraer de uno y otro derechos
y obligaciones laborales, pues ello desequilibra el
compromiso del Estado y en suma daría lugar al
establecimiento de una tercera norma mixta, entre
uno y otro.

“En consecuencia, las pretensiones de la demanda


están llamadas al fracaso, en tanto que la
demandada, se reitera, reconoció y pagó a la
demandante derechos laborales superiores a las
mínimas que aluden las normas del Código
Sustantivo del Trabajo; lo que injustifica la
imposición de sanción moratoria alguna, ante la
evidencia de ausencia de mala fe en la demandada.
Se revocan las condenas impuestas por el A quo”.

EL RECURSO DE CASACIÓN

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Lo interpuso la parte demandante. Con él pretende que la Corte case

la sentencia del Tribunal “…en cuanto al revocar el fallo de primer

grado absolvió a la demandada de las sumas a que había condenado

el a quo por concepto de cesantía, intereses sobre la misma, prima de

servicios, la compensación monetaria de las vacaciones y

cotizaciones a la seguridad social por pensión de vejez y anule la

absolución en cuanto a la indemnización por mora, y en su lugar y

en sede de instancia, confirme las condenas impuestas por el juzgado

y además revoque la absolución de éste por indemnización moratoria

e indexación y condene por la indemnización por falta de pago del

artículo 65 del C.S.T. o en subsidio de ésta a la corrección monetaria

o indexación, y se disponga sobre costas como en derecho

corresponda”.

Con esa finalidad formula dos cargos contra la sentencia del

Tribunal, que fueron replicados.

PRIMER CARGO

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Acusa la sentencia por la interpretación errónea de los artículos 2,

10, 13, 14, 21, 43, 59, 65, 149 y 150 del CST, 17 y 22 de la ley 100

de 1993, 26 del decreto 2665 de 1988, 72 del acuerdo 44 de 1989 del

Seguro Social, 8 de la ley 153 de 1886 y 13 y 53 de la Constitución

Política, en relación con los artículos 186, 189, 249, 306, 307 y 308

del CST, 99 de la ley 50 de 1990, 1 de la ley 52 de 1975, 1 del

decreto 116 de 1976 y 14 y 17 del decreto 2351 de 1965.

Para demostrar esa acusación afirma:

“Para los efectos de este cargo no discuto los


fundamentos de orden fáctico en que se sustenta el
fallo gravado.

“Consideró el Tribunal en su extensa interpretación


que si bien en el presente asunto tiene aplicación la
ley colombiana por tratarse de una relación de
trabajo celebrada y ejecutada en territorio nacional,
<resulta perfectamente admisible que se incluyan
pactos derivados de legislaciones foráneas que no
vulneren los principios propios de la nuestra, de lo
que se sigue que es posible celebrar pactos que
reconocieran derechos derivados de legislaciones
extranjeras en la medida en que no contrariaran la
ley colombiana, esto es que se podía mejorar el
mínimo de derechos y garantías consagrados en la
ley nacional…> y que al establecerse <la unidad
prestacional o de derechos> no contraría el principio
de la inescindibilidad y que en el caso concreto al
aplicarse a la demandante el <régimen de personal
de la demandada, preferentemente sobre los
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derechos estatuidos en el Código Sustantivo del


Trabajo, obviamente bajo el supuesto ineludible que
aquel supere o mejore los derechos de éste, tenga
pleno apoyo legal, orientado en la aplicación del
principio de la inescindibilidad>. Y que como las
partes convinieron la sujeción al C.S.T. y a la
aplicación del régimen de la CAF y los derechos
reconocidos a la actora en conjunto son superiores y
mejores <a lo que le habría correspondido ‘a la
actora’ por concepto de prestaciones sociales bajo la
aplicación de las normas del Código Sustantivo del
Trabajo>, se justifica la <compensación
excepcionada por la demandada>.

“El razonamiento del Tribunal es contradictorio y


equivocado. Lo primero porque a pesar de
considerar que es aplicable la legislación
colombiana y de dejar sentado que los derechos
consagrados en ella son derechos mínimos, permite
que regulaciones diferentes puedan desnaturalizarlos
con tal de que globalmente se le paguen al
trabajador sumas de dinero superiores, así sea por
conceptos diferentes.

“El carácter de derechos mínimos previsto en los


artículos 53 de la Constitución y 13 del Estatuto del
Trabajo implica que esos beneficios los debe
devengar el trabajador bajo la denominación,
condiciones, requisitos, oportunidades y monto
estatuidos en la leyes del trabajo colombianas y no
en otras regulaciones distintas, así estas en conjunto
sean mejores.

“El respeto a la legislación nacional exige que las


prestaciones sociales que ella consagra no sufran
una mutación tal que el trabajador perciba un
beneficio distinto. Desde luego que los trabajadores
pueden devengar prestaciones adicionales diferentes
a las de la ley, pero siempre y cuando se les pague el
mínimo de lo que el legislador y la Constitución le
garantizan.

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“Son verdaderamente graves las consecuencias que


se derivan de la tesis del Tribunal porque de esa
manera cualquier empleador puede cambiar a su
arbitrio o por convenio con los trabajadores
derechos legales que son mínimos e irrenunciables,
so pretexto de que el monto global de lo pagado sea
superior a los emolumentos que surgen de la estricta
aplicación de la ley.

“Lo dado por la empleadora en forma diferente al


mínimo legal es un acto de mera liberalidad o un
acuerdo ilegal, pero de ninguna manera comporta un
respeto al mínimo de derechos de la trabajadora
consagrado en la ley.

“Es tan cierto que la empresa no respetó el mínimo


de derechos y prestaciones establecidos en el código
que el propio Tribunal aplicó la excepción de
compensación, que procede es cuando se trata de
deudas de diferente origen, como en efecto sucede
en este caso en que los derechos mínimos no fueron
satisfechos a mi representada.

“Si el Tribunal dijo que los derechos pagados son


mejores <a lo que le habría correspondido ‘a la
actora’ por concepto de prestaciones sociales bajo la
aplicación de las normas del Código Sustantivo del
Trabajo>, es porque indudablemente las prestaciones
reconocidas son diferentes a las instituidas en el
Código, que se repite son derechos mínimos e
irrenunciables en favor de los trabajadores.

“El artículo 13 del Código Laboral no admite los


esguinces ni la hermenéutica acogida por el
Tribunal. Su texto es perentorio y tajante como lo ha
enseñado desde siempre la jurisprudencia de esa
honorable Sala, entre otras en la sentencia que
transcribo a continuación y que ha perdurado desde
el año de 1959 y así se ha mantenido en todas las
publicaciones del régimen laboral colombiano. Esa
jurisprudencia que viene como anillo al dedo al caso
en estudio y que reafirma el error hermenéutico del
Tribunal,, es del siguiente tenor:
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“<El texto del artículo 13 es una proposición


jurídica inexpugnable: la ley sustantivo consagra un
mínimo de prestaciones; todo pacto por debajo de
ese mínimo es nulo y carece de efectos. La
interpretación que el recurrente considera verdadera
haría decir al texto anterior que todo pacto por
encima del mínimo daría derecho a repetición de lo
pagado, lo cual no se aviene en manera alguna con
la sencilla declaración del mandato legal. O que si
los ‘pluses’ reconocidos y pagados lo fueron en
desarrollo de un derecho extraño al colombiano, al
aplicarse éste debería procederse a una
compensación, sin tener en cuenta la heterogeneidad
de los extremos. O que, habiéndose sobrepasado la
prestación colombiana por mera liberalidad, puesto
que esta no se presume, lo dado en exceso al
trabajador puede ser compensado por el patrono.
Ninguna de estas interpretaciones cabe dentro de la
norma mencionada> (resalto) (CSJ, Cas. Laboral,
Sent. Abr. 9/59, G.J. 2210, pág. 422).

“Permitir que unos trabajadores del país devenguen


beneficios ajustados a los que establecen las leyes
colombianas y que a otros se le reconozcan otros
distintos, valga la redundancia, por el solo hecho de
ser en conjunto más favorables, también entraña un
entendimiento equivocado del principio de igualdad,
consagrado en los artículo 13 de la Carta
Fundamental y 10 del código del trabajo.

“Además, es indiscutible que las disposiciones


legales que regulan el trabajo humano son de orden
público y por consiguiente los derechos y
prerrogativas que ellas conceden son irrenunciables.
De manera que las prestaciones establecidas en la
ley, en su forma, en sus condiciones, oportunidades
de pago y en su monto no pueden ser renunciadas
por los trabajadores por pacto tácito o expreso ni por
la aplicación de una legislación foránea. La única
salvedad, conforme al artículo 14 del C.S.T., son los
casos EXPRESAMENTE EXCEPTUADOS POR
LA LEY. Al no entenderlo así el fallador y permitir
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esa curiosa compensación, interpretó erróneamente


este precepto, habilitando ilegalmente una renuncia
de los derechos de cesantía, intereses, compensación
por vacaciones y primas, consagrados en el Código.

“En el único evento en que sería discutible el asunto,


sería respecto de la prima de servicios, pues
conforme al artículo 308 del código es posible que
pactos, convenciones colectivas, fallos arbítrales o
reglamentos de trabajo, establezcan beneficios
similares, tales como primas anuales o de navidad
superiores a las legales, caso en el cual es posible
que se imputen a la obligación legal, y se debe tratar
de primas parecidas. Pero esa previsión especial no
hace más que reforzar lo dicho por la jurisprudencia
en el sentido de que so pretexto de reconocimientos
similares no es dable desconocer el mínimo de
derechos y prestaciones en la forma y cuantía
regulada por la ley, de manera que no es dable
denominar en general, verbigracia, <cesantía>, a
pagos que se hacen en cualquier momento de la
relación laboral, o convertir indemnizaciones o
bonificaciones extralegales en prestaciones sociales
legales, ni alterar la regulación de los beneficios en
los términos en que lo manda la ley laboral. Con el
criterio opuesto, cohonestado por el Tribunal,
sobraría la normatividad legal sobre prestaciones
sociales y bastaría que con un pago único en el año,
superior en su monto a lo legal, se entendiera
satisfecha la obligación patronal, lo cual es
totalmente contrario al texto y a la finalidad de las
disposiciones que disciplinan las prestaciones
sociales no solamente en Colombia, sino en el
mundo.

“No sobra agregar que no se puede confundir, como


lo hizo equivocadamente el sentenciador, pagos que
se le hacen al trabajador a la finalización del
contrato por diferentes conceptos, con cuotas a la
seguridad social que ordena el artículo 150 del
C.S.T.

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“Cabe decir, por último, no puede ser más favorable


lo que es simplemente complementario o por ley no
es susceptible de comparación.

“Evidentemente, los beneficios otorgados por la


empleadora por fuera de la regulación legal no
admiten el parangón que hace el Tribunal, porque
sencillamente no son los que la ley prescribe y
mucho menos es admisible la compensación como
lo hizo erradamente el fallador. Por el contrario, en
caso de duda en el alcance de un mismo precepto, a
partir de la Constitución de 1991 debe aplicarse la
hermenéutica que resulte razonablemente más
favorable al trabajador y no lo que hizo el Tribunal
de entender la más favorable al empleador, violando
de esta manera no solamente el texto constitucional
sino también el artículo 16 del Código del Trabajo,
ya que haciendo la interpretación individual de cada
norma como su cotejo sistemático la exégesis aquí
expuesta y conforme a la jurisprudencia de 1959,
antes reproducida, es la que resulta más favorable y
de aplicación perentoria.

“En ese orden de ideas puede afirmarse


rotundamente que el Tribunal hizo una equivocada
hermenéutica de las normas aplicables, lo que lo
condujo a revocar las condenas impuestas por el
juzgado y a no imponer las demás que he solicitado
en el alcance de la impugnación, como confío lo
haga esa Sala, previa casación del fallo violatorio de
la ley”.

Dijo la Corporación opositora, a su vez, que es incorrecta la

integración de la proposición jurídica; que es igualmente equivocado

el concepto de la violación escogido por la recurrente en su

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acusación y que el cargo se aparta de los fundamentos fácticos que

el Tribunal tuvo en cuenta para definir la controversia.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

El artículo 2° del Código Sustantivo del Trabajo dispone que la ley

laboral colombiana rige en todo el territorio de la República para

todos sus habitantes, sin consideración a la nacionalidad. De acuerdo

con esa disposición, todo servicio subordinado queda sometido a la

Constitución y a las leyes nacionales, y, al contrario, todo servicio

prestado en el exterior está excluido de la aplicación de la ley laboral

nacional.

A pesar de que la premisa legal anterior pareciera estar concebida en

términos absolutos, la jurisprudencia ha señalado que bajo

circunstancias especiales la ley laboral rebasa el ámbito territorial

colombiano y puede aplicarse por fuera de él, como también ha

aceptado para contratos ejecutados en Colombia la aplicación de

normas extrañas a la ley colombiana en tanto no la contradigan o

transgredan.

En ese sentido la jurisprudencia de la Corte ha reconocido que a los

trabajadores contratados en Colombia, pero que eventualmente son


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remitidos por la empresa empleadora a prestar sus servicios en el

exterior, es posible aplicarles la ley nacional para garantizar la

plenitud de los derechos laborales. Así se pronunció la Corte en la

sentencia de casación del 17 de febrero de 1987 y en otras

posteriores.

El presente caso presenta una situación fáctica opuesta a la juzgada

en el proceso definido judicialmente con la sentencia citada, pero la

solución es la misma.

En efecto, el Tribunal se basó en jurisprudencia de esta Sala de la

Corte conforme a la cual el principio de la territorialidad de la ley no

excluye la posibilidad de acoplar su aplicación a situaciones

especiales.

Pues bien, cuando la relación contractual laboral, dentro de unas

condiciones particulares, se presta en desarrollo de un tratado

público o, como aquí ocurre, de un acuerdo subregional concertado

por el Estado Colombiano, resulta imperativo ajustarla al mismo. El

soporte de esta premisa, supone un límite a la aplicación del

principio de la territorialidad de la ley laboral colombiana, pero es la

propia Constitución Política la que autoriza la celebración de esos


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tratados y acuerdos subregionales, y surge como una consecuencia

natural, la obligación de respetarlos. El juez laboral, por tanto, está

sujeto a los tratados y a los acuerdos subregionales, porque tienen

soporte constitucional, porque adquieren carta de nacionalidad con

la ley que los ratifica y porque a través de ellos se compromete el

Estado colombiano como signatario.

El Tribunal definió la controversia bajo el presupuesto de que la

Corporación Andina de Fomento es una entidad de derecho público

internacional, tal como expresamente se consigna en el Convenio

Constitutivo de la misma, teniendo en cuenta además que la ley 103

de 1968 aprobó el mencionado Convenio, y también con base en que

el Estado Colombiano suscribió con la dicha Corporación el acuerdo

del 30 de noviembre de 1979, que desarrolló “…los tratamientos

consignados en el Convenio Constitutivo de la Corporación Andina

de Fomento, aprobado por la Ley 103 de 1968…”.

El artículo 18 del acuerdo del 30 de noviembre de 1979 contiene una

previsión en cuanto al régimen laboral y de seguridad y beneficios

sociales de la representación permanente. La letra b) de ese artículo

dice textualmente: “Los funcionarios y empleados contratados


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localmente que presten sus servicios a la Representación estarán

sujetos al Seguro Social Colombiano obligatorio y su régimen

prestacional y laboral se regirá por el Reglamento de Personal de la

Corporación Andina de Fomento, en el sentido de que sus beneficios

no podrán ser inferiores a los que consagra la legislación laboral

colombiana”.

En desarrollo del anterior mandato, las partes demandante y

demandada suscribieron el contrato del 16 de diciembre de 1989 en

el cual se estipuló: “Este contrato se regirá exclusivamente por la

Ley Colombiana y a voluntad de la Corporación Andina de Fomento

podrán aplicarse los beneficios establecidos en el Reglamento de la

CAF, en el entendido que no serán inferiores a lo establecido por la

ley Colombiana”.

Esos ordenamientos ponen de presente que el Estado Colombiano y

la Corporación Andina de Fomento garantizaron, mediante un

mecanismo convenido, el respeto a la ley laboral colombiana. La

previsión estuvo en establecer que la Corporación podía aplicar

beneficios reglamentarios internos bajo el entendimiento de que no

fueran inferiores a los establecidos por la ley colombiana y así lo

tuvo por establecido el Tribunal que por ello concluyó que la


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demandada pagó lo estipulado por la ley nacional y más allá de lo

previsto por ella, por lo que no desconoció ni mal interpretó el

principio de territorialidad de la ley laboral, dio cumplimiento a lo

previsto en el acuerdo subregional y no transgredió la ley sustancial

laboral.

El cargo, en consecuencia, no prospera.

SEGUNDO CARGO

Acusa la sentencia por la aplicación indebida indirecta de los artículos 2,

10, 13, 14, 21, 43, 59, 65, 149, 150, 186, 189, 249, 306, 307 y 308 del

CST, 99 de la ley 50 de 1990, 1 de la ley 52 de 1975, 1 del decreto 116 de

1976, 14 y 17 del decreto 2351 de 1965, 17 y 22 de la ley 100 de 1993, 26

del decreto 2665 de 1988, 72 del acuerdo 44 de 1989 del Seguro Social y

13 y 53 de la Constitución Política.

Afirma que la apuntada trasgresión de la ley fue consecuencia de

haber incurrido el Tribunal en los siguientes errores de hecho:

“1) Dar por demostrado, sin estarlo, que a la


demandante le fueron pagados el auxilio de cesantía,
los intereses, la prima de servicios y la compensación
de las vacaciones legales.
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“2) No dar por demostrado, estándolo, que los pagos


hechos por la demandada no corresponden a los
anteriores conceptos.

“3) Dar por demostrado, sin estarlo, que la demandada


hizo los descuentos a la trabajadora y pagó las
cotizaciones a la seguridad social por concepto de
pensión de vejez.

“4) Dar por demostrado, sin estarlo, que la demandada


procedió de buena fe”.

Señala como prueba erróneamente apreciadas el Reglamento de

Personal de la demandada de folios 362 a 405, el reglamento de

personal de folios 29 a 100 y la liquidación del contrato de trabajo.

Para demostrar los errores de hecho afirma:

“Como se lee al folio 669 el Tribunal basó su fallo


en los documentos de folios 362 y siguientes y 29 a
100 que contienen el Reglamento de Personal de la
demandada y en ellos encontró que los derechos
legales de cesantía, intereses, vacaciones, prima de
servicios, fueron pagados a la actora. La simple
lectura de estos documentos muestra una realidad
bien distinta porque lo cierto es que en ese
reglamento de personal se consagran derechos bien
diferentes a los que prevé la legislación laboral
colombiana en los conceptos antes referenciados.

“Así se ve a folios 37 y 39, y 84 a 86 que la


regulación de las vacaciones es distinta de la
prevista en la legislación colombiana. Pero todavía
es más disímil el régimen del auxilio de cesantía y
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sus intereses que ni siquiera está contemplado en el


reglamento de personal apreciado por el Tribunal.

“Tampoco está regulada en dicho reglamento ni en


el Manual la prima de servicio.

“Lo anterior demuestra que el error del Tribunal fue


garrafal porque vio en ese reglamento y en el
Manual prestaciones y beneficios legales que no
están contenidos en tal documental.

“La liquidación por terminación del contrato de


folios 150 y 151 mencionada en el fallo también fue
estimada con manifiesto desacierto porque en ella se
aprecia es el pago de un bono vacacional y de una
indemnización, beneficios bien distintos al pago de
las cotizaciones a la seguridad social y al auxilio de
cesantía, a sus intereses, a la compensación de
vacaciones y a la prima de servicios a que tenía
derecho mi mandante.

“Sinceramente no hay necesidad de mayor esfuerzo


de visión para darse cuenta del monumental error
del Tribunal que dio por pagado lo que no estaba,
pues tal indemnización ni remotamente tiene que ver
con el auxilio de cesantía o los intereses o las primas
devengadas por la actora.

“Siendo el yerro de tal entidad, sobraría cualquier


demostración adicional porque el desatino surge a
simple vista de la confrontación de los propios
documentos invocados por el fallador, que no
demuestran los pagos que vio equivocadamente.

“Siendo evidente que se trata de derechos mínimos a


que puede aspirar cualquier trabajador que labore en
el territorio nacional y que lo pagado por la empresa
es bien distinto del auxilio de cesantía y de las
primas de servicios de ley, que no fueron
reconocidas ni siquiera por nada que se les
pareciera, emerge protuberante la ausencia de buena
fe de la demandada.
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María Victoria Monroy Ruiz
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“Si el Tribunal hubiese apreciado correctamente la


documental mencionada, necesariamente habría
colegido que a la demandante no se le pagaron los
derechos que reclamó en este proceso, lo cual lo
habría conducido a condenar a la demandada por los
mismos”.

Dijo la entidad opositora, por su parte, que el cargo no contiene una

demostración cabal y que su proposición jurídica es incompleta.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Al definir el cargo anterior se precisó que mediante ordenamientos

de carácter internacional el Estado Colombiano y la Corporación

Andina de Fomento garantizaron, mediante un mecanismo

convenido, el respeto a la ley laboral colombiana. Ese mecanismo no

debía traducirse en el reconocimiento de las mismas prestaciones e

indemnizaciones previstas por la ley colombiana, con tal que las

reconocidas no fueran inferiores.

Dentro de ese contexto y apoyado complementariamente en el

principio de inescindibilidad, el Tribunal tuvo por establecido que la

demandada, de conformidad con el Código Sustantivo del Trabajo, a

la terminación del contrato debía cancelar a la actora por

prestaciones sociales la suma de US$41.040,56 y que a la postre le

pagó US$76.472,43, cantidad que consideró “suficientemente


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superior y mejor” a lo que le correspondía por tales prestaciones

sociales, conclusiones que en realidad no están atacadas por el cargo

y que por tanto subsisten como sustento de la decisión absolutoria

que adoptó el Ad quem.

En el fallo acusado en realidad no se dice que la demandada hubiera

pagado a la demandante cesantías, intereses, vacaciones y primas de

servicios, ni que hubiera hecho descuentos y pagos de cotizaciones a

la seguridad social, por lo que mal puede aceptarse que hubiera

cometido los tres primeros errores fácticos denunciados. Lo que

concluyó, como se dijo, es que frente a la globalidad de los derechos

prestacionales pagó a la actora más de lo que le hubiera

correspondido según la ley colombiana y para legitimar ese pago se

apoyó tanto en el acuerdo celebrado por el gobierno de Colombia

con la C.A.F. como en los reglamentos de personal de la misma

(además de la Ley 103/68), elementos demostrativos en los cuales

realmente aparece que la Corporación puede sujetarse a dichos

reglamentos en sus pagos laborales siempre que los beneficios

derivados de ellos no sean inferiores a lo consagrado en la ley

colombiana, por lo que no aparece que frente a tales pruebas haya

una distorsión de su contenido y por tanto no encuentra la Sala que

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de allí se deriven los errores fácticos ostensibles que denuncia el

censor.

Un tema subyacente en el planteamiento del cargo es si para que

sean aplicables convenios y reglamentos como los que aceptó el

Tribunal es indispensable que expresamente incluyan los mismos

rubros o conceptos laborales diseñados en la ley colombiana

mejorándolos, tema que por ser jurídico no puede ser analizado

ahora por estar desentrañándose un cargo planteado por la vía

indirecta.

En síntesis, como el cargo no discute que lo pagado fue superior a lo

debido, sino que asume que no se pagaron los mismos derechos que

establece la ley colombiana, no le asiste razón en la impugnación

que le formula a la sentencia del Tribunal.

El cargo, en consecuencia, no prospera.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de

Casación Laboral, administrando justicia en nombre de la República

de Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia del

Tribunal de Bogotá, dictada el 30 de julio de 2002 en el juicio

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ordinario laboral que promovió María Victoria Monroy Ruiz contra

la Corporación Andina de Fomento, CAF.

Costas en casación a cargo de la parte demandante.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE INSERTESE EN LA

GACETA JUDICAL Y DEVUÉLVASE EL EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.

GERMÁN G. VALDÉS SÁNCHEZ

CARLOS ISAAC NADER EDUARDO LÓPEZ VILLEGAS

LUIS JAVIER OSORIO LÓPEZ LUIS GONZALO TORO CORREA

ISAURA VARGAS DÍAZ FERNANDO VÁSQUEZ BOTERO

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María Victoria Monroy Ruiz
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LAURA MARGARITA MANOTAS GONZÁLEZ


Secretaria

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