Figuras de la imputación objetiva en el derecho administrativo
La imputación objetiva es una institución dogmática que proviene particularmente del
derecho penal, y a grandes rasgos supone un método de atribución de responsabilidad a un agente cuando éste, a través de una acción determinada, crea un riesgo no permitido por el ordenamiento jurídico, y con él se ve vulnerado un bien jurídico tutelado. El derecho administrativo contempla también un derecho de tipo sancionatorio, asimilable en ciertos rasgos al derecho penal, como una facultad punitiva del Estado para sancionar a quienes contravienen con sus actuaciones (u omisiones) las disposiciones normativas que rigen las conductas de los asociados al Estado. De una parte, existe un derecho sancionador general, que se aplica a todos los asociados al Estado (ciudadanía en general) cuando su comportamiento vulnera una disposición normativa que regula su conducta, partiendo del principio de legalidad; por otra, existe un derecho disciplinario, que regirá específicamente sobre las actuaciones de los funcionarios públicos, y solo quienes ostenten tal condición serán objeto del despliegue del derecho disciplinario. En esta última rama del derecho se han introducido algunas de las figuras de la imputación objetiva, como instrumento para la atribución de responsabilidad a un funcionario del Estado cuando éste ha vulnerado un bien jurídico tutelado, y como parte de la cláusula general de responsabilidad extracontractual del Estado, para que sean reconocidos tales perjuicios ocasionados y el deber de repararlos integralmente. Se destacan cuatro figuras de la imputación objetiva: 1. Riesgo permitido: supone que, dentro de todas las actividades humanas, incluidas las que se desarrollan por parte del Estado, hay un nivel de riesgo necesario sin las cuales sería inviable desarrollarlas. Sin embargo, este riesgo permitido es aquel que se ha normalizado socialmente, y que se tiene por aceptado. Superar estos niveles sociales de riesgo será lo que determine que una conducta resulta o no violatoria del ordenamiento jurídico. 2. Principio de confianza: supone que la actuación de los asociados del Estado se fundamenta en la confianza del actuar lícito y diligente de los demás. Supone una forma de aceptación del comportamiento de los demás, que se presume ajustado al ordenamiento jurídico. Así, ante una violación al deber de cuidado sobre el riesgo permitido, debe considerarse si los otros agentes han actuado adecuadamente, y quien ocasionó la elevación del riesgo permitido actuaba dentro del margen de confianza legítima. 3. Prohibición de regreso: supone que no se le puede atribuir a un agente la actuación dañosa de un tercero en su actuación propia. Esto quiere decir a grandes rasgos que la actuación de un tercero no le es atribuible al agente, por la sola participación inofensiva en los planes de dicho tercero. 4. Competencia de la víctima: supone considerar la autopuesta en peligro de quien resulta afectado por una actuación determinada, situación en la cual se desestimará la atribución de responsabilidad al funcionario público.