Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
100 (2009) 97
LA TAREA DE RECONOCER
EL MULTICULTURALISMO
COLOMBIANO1
THE TASK OF RECOGNISING THE COLOMBIAN MULTICULTURALISM
Resumen
Desde que la Constitución de 1991 estableció que Colombia es un país multi-étnico y
pluri-cultural se constata un creciente interés en algunos sectores académicos y políticos
por la cuestión del multiculturalismo. Esta investigación describe la historia del desco-
nocimiento de la pluralidad cultural en Colombia y examina la tensión actual vivida por
el Estado colombiano, que en su tarea de procurar la libertad y la igualdad de los ciuda-
danos debe buscar a la vez el reconocimiento de los derechos colectivos. La experiencia
colombiana evidencia los límites de la legislación liberal, basada tradicionalmente en
los derechos individuales y sirve como espacio para contextualizar la discusión que en
torno al papel del Estado ante los derechos colectivos han desarrollado recientemente los
filósofos morales partidarios del comunitarismo y aquellos partidarios del universalismo
de los derechos individuales.
Palabras clave
Pluralidad, cultura, Colombia, ley, indígena, participación, reconocimiento, Constitución.
Abstract
Since the Constitution of 1991 established that Colombia is a multiethnical and pluri-
cultural country, there is a growing interest about the multiculturalist issue among academic
and political sectors. These investigations describe the history of the ignorance about the
1 Este artículo presenta parte de los resultados de la investigación: “Calidad de vida y dignidad humana en el
debate bioético ante la libertad cultural”, desarrollada por la Facultad de Teología y el Instituto de Bioética
de la Pontificia Universidad Javeriana.
2 Facultad de Teología. Pontificia Universidad Javeriana.
98 Cuadernos de filosofía latinoamericana
cultures of Colombia and examines today´s tension lived by the colombian State, which,
in his task of fighting for the liberty and equality of the citizens, it has to recognise also
the colective rights. The colombian experience shows the limits of the liberal legislation
based traditionallly on individual rights and gives us a context for the discussion about the
role of the State in the issue of the colective rights. The moral philosophers that support
comunitarism and the ones that support the universality of the human rights have recently
focussed on this issue.
Key words
Plurality, culture, Colombia, law, native, participation, recognition, Constitution.
En los años siguientes a los desembarcos 4 Estas lenguas se agrupan de la siguiente manera:
Arawac (Wayuu, Curripaco, Achagua, Piapoco,
de 1500 se calcula que en Colombia han
Tariano, Cabiyarí y Yucuba); Caribe (Yuco
desaparecido aproximadamente 70 lenguas y Carijona); Chibcha (Uwa, Wiwa, Arhuaco
autóctonas3, dato que evidencia la aniqui- y Cogui); Guahibo (Cuiba, Hitnu y Sikuani,
Tucano Oriental (Macuna, Tanimuca, Yurutí,
Cubeo y Desano; Tucano Occidental como el
3 “Según estudios realizados por el Centro Siona y Koreguaje; Witoto como el Ocaina;
Colombiano de Estudios de Lenguas Choco (Embera y Wounana); Saliva-Piaroa;
Aborígenes (CECELA), de la Universidad de Macú- Pinave (Nukak), y Barbacoa (Awa);
los Andes, en el siglo XX las lenguas indígenas Quechua (Inga) y Tupi-Guarani (Cocama);
que han desaparecido son: el Kankuamo, de Bora (Miraña); y algunos pertenecientes a
la familia Chibcha, de la Sierra Nevada de familias independientes como el Andoque,
Santa Marta. Opón-carare y Pijao de la familia Cofán, Guambiano, Kamsá, Páez, Yagua y
Caribe, del Valle del río Magdalena, y Resigaro Ticuna. www.etniasdecolombia.org/periodico.
Vol. 30, No. 100 (2009) 99
la empresa privada, por lo que los enco- dos quienes se iban a convertir en esclavos,
menderos recibieron en contraprestación no se caracterizaban por una mayor sofisticación
sólo tierras, sino indígenas como retribución de las técnicas de trabajo con respecto a las
por los servicios prestados. Ante los abusos indígenas. Paradójicamente este grado de
de los que fueron objeto las comunidades desarrollo de las comunidades negras cons-
indígenas, la Corona desarrolló una política tituyó una razón de mayor sufrimiento para
indigenista expresada en leyes de protección, sus miembros.
que no obstante, “fueron un monumento a la
ineficacia” (Colmenares, 1989, p. 119), como Debe notarse, sin embargo, que desde la épo-
lo muestra el rápido descenso demográfico de ca de la colonia y hasta ahora, el trato hacia
la población indígena a causa del exterminio la población indígena no ha sido el mismo
y la sobrehumana explotación. que el recibido por los afrodescendientes. En
la colonia se entendía que se trataba de dos
Las comunidades afro-descendientes consti- clases diferentes de seres: “los indígenas eran
tuyen otro importante grupo que enriquece el una especie de ‘regalo de la Naturaleza’ que
acervo cultural colombiano y que, al lado de no implicaba erogación alguna; los esclavos
las comunidades indígenas, ha sido objeto de negros suponían una inversión y, obviamente,
discriminación durante siglos. “Aun cuando requerían cierta atención y cuidados mínimos
la mayoría de la población colombiana se para lograr un mayor beneficio” (Palacios,
define como mestiza, Colombia es el tercer 1989, p. 165). Esto explica bien la contradic-
país de las Américas con el mayor número toria tradición colonial del solícito cuidado
de descendientes de africanos” (Helg, 2004, hacia los esclavos por parte de sus amos, que
p. 23). Esta riqueza cultural se explica por no podían descuidar la inversión hecha.
la aberrante importación de habitantes del
África Occidental y Central para satisfacer La discriminación social hacia las personas
la demanda de las minas, haciendas, conven- que pertenecen a las comunidades indígenas
tos y otras instituciones que en el territorio y afro-descendientes constituye una caracte-
colombiano fueron reemplazando progre- rística que recorre la historia de Colombia:
sivamente la explotación de la diezmada
población indígena por la de esclavos negros. Desde los principios de la Colonia,
el blanco ha sido igualado a la cul-
La importación de personas de piel negra tura occidental, el catolicismo, el
constituyó una empresa muy lucrativa que matrimonio legal y las profesiones
se expandió a partir del principio de propor- no manuales. Al indio se le ha igua-
cionalidad uno a tres, según el cual el trabajo lado a lo salvaje, la superstición, la
de un negro superaba por factor de tres al de propiedad comunal y la tierra. Por
un solo indio, “principio que rápidamente su parte, el negro ha sido el bárbaro,
se convirtió en la opinión común, creó la la brujería, lo sensual y lo sexual. El
convicción en los funcionarios y colonos, concubinato, y el trabajo manual.
especialmente en el siglo XVIII, de que la Entre las tres puntas de la pirámide,
trata e introducción masiva de negros era se encuentra una multitud de mez-
la panacea para la economía del virreinato” clas raciales consideradas siempre
(Palacios, 1989, p. 154). inferiores al blanco pero superiores
al negro y al indio “puros” (Helg,
Este principio, no obstante, escondía un im-
2004, p. 24).
portante elemento de diferenciación, pues las
sociedades africanas, de las que eran arranca-
100 Cuadernos de filosofía latinoamericana
La Ley 89 de 1890 dividió a los indígenas Durante casi todo el siglo XIX y parte del
en: aquellos ya establecidos en resguardos siglo XX, la sociedad colombiana, liberada
y comunidades, reducidos así a la vida ya de la hegemonía española, hizo suya la
civilizada, y los todavía salvajes, “cuya tarea de construir una identidad nacional,
reducción y evangelización eran pagadas pero en el proceso los indígenas, los negros
por el Estado pero encargada a misiones y las mujeres no tuvieron mayor partici-
católicas” (2004, 30). Las comunidades pación. El esfuerzo criollo por crear una
indígenas semi-civilizadas podían conser- identidad nacional en Colombia a partir de
var sus instituciones tradicionales pero no la cultura dominante conoció importantes
podían hacer transacciones de sus tierras sin manifestaciones culturales contrarias, como
la tutela del Estado. A la sombra del espíritu lo expone María Cristina Rojas en un artículo
de la Constitución de 1886 esta ley mantuvo sobre la formación de la identidad nacional
una percepción negativa de los indígenas y en Colombia durante el siglo XIX, publicado
reivindicó hacia ellos el modelo colonial, en el año de 1997.
razón por la cual “quedaron al margen de la
‘legislación general’ de la República, bajo La obra del poeta negro Candelario Obeso
la tutela de las misiones católicas, y fueron contiene importantes denuncias a la manipu-
considerados como ‘menores de edad’ en lación de la que fueron objeto las negritudes
lo que atañe al régimen civil y penal de la durante las guerras civiles del siglo XIX:
Nación” (Pineda, 2002, p. 12). La tutela de
estas comunidades encomendada a la iglesia Ricen que hay guerra con los cacha-
católica refleja bien el desconocimiento de cos, y a mí me chocan los Zambapa-
los indígenas como autónomos sujetos de lo... Cuando los goros si fui sordao
derechos y el espíritu de unificación cultural pocque efendía mi humilde rancho...
alrededor del cristianismo católico, propio de Si acguno quiere trepacse en arto,
la regeneración conservadora. buque ejcalera por otro lao... Ya pasó
er tiempo re loj eclavos: somo hoy
La política de eliminación de los resguardos, tan libre como lo branco... ¿Quieren
iniciada en 1890, se prolongó en la Ley 5 la guerra con los cachacos? Yo no me
de 1905 y luego en la Ley 104 de 1919, los muevo re aquí e mi rancho (Rojas,
despojos continuaron hasta en las más progre- 1997, p. 55).
sistas administraciones presidenciales, pues
“desde el Estado se fomentó una política de La obra de Soledad Acosta de Samper en-
negación de las culturas y de las sociedades carna también la resistencia de las mujeres
indígenas, en cuanto que se percibía... a los del siglo XIX al proyecto criollo, de cariz
indios y a los negros como estigmas de infe- masculino, como único camino reconocido
rioridad racial” (Pineda, 2002, p. 13). Sin em- para alcanzar la construcción de la identidad
bargo, la Ley 89 había sentado un importante nacional. En la novela Un chistoso de Aldea,
precedente para los pueblos indígenas “en Soledad muestra la ambivalencia que tuvo
cuanto definía su existencia si se demostraba para las mujeres la lucha por la indepen-
su convivencia en comunidad” (Pineda, 2002, dencia, pues significó una lucha contra la
p. 13). Este aspecto sirvió luego para defender opresión española, pero continuaron bajo la
los derechos comunitarios de los pueblos opresión masculina. “Acusado de anti-patrio-
indígenas y posibilitó los logros obtenidos en ta por defender a una mujer española, Justo
la Constitución de 1991. se defiende diciendo que aunque patriota no
102 Cuadernos de filosofía latinoamericana
puede resistir el mal comportamiento contra Sin embargo, la historia colombiana evi-
la mujer” (Rojas, 1997, p. 56). dencia enormes vacíos de reconocimiento
cultural en el papel que jugaron las mujeres,
La discriminación hacia comunidades negras los negros y los indígenas en el proceso de
e indígenas a lo largo de la historia llevó a construcción de la identidad. “Al tomar en
importantes movimientos de reivindicación consideración la construcción de identida-
que van desde los primeros combates de des se puede entender el porqué los criollos
resistencia indígena contra las huestes espa- americanos más que imaginar una comuni-
ñolas en el siglo XVI y la fundación de los dad fraternal... imaginaron una comunidad
primeros palenques por parte de los esclavos excluyente cuyo resultado fue una nación
fugitivos, pasando por la conformación de altamente fragmentada”6.
grupos guerrilleros indígenas como el Quintín
Lame, hasta las luchas de los movimientos La historia colombiana, atravesada por el
indígenas que desde 1970 “tomaron como desconocimiento de los derechos y las nece-
meta la recuperación de la tierra, la lengua y sidades de las minorías étnicas y culturales,
la cultura” (Pineda, 2002, p. 13). y el convulsionado escenario político en que
la pluralidad cultural ha sido recientemente
Sin embargo, los grupos afrodescendientes no admitida y valorada, muestran el carácter ne-
contaron con los vínculos y tradiciones que cesario que dicho reconocimiento comporta
permitieron al movimiento indígena resistir para una sociedad fragmentada que busca
de manera continua la discriminación. Acaso su identidad como proyecto en permanente
por haber sufrido un desarraigo que como ha construcción.
ocurrido con la población desplazada hoy por
la guerra, los arrancó de su tierra y desmem- El filósofo comunitarista Charles Taylor
bró sus comunidades. Sólo hacia 1980 las (2001, p. 43) señala que el reconocimiento
movilizaciones de las negritudes se hicieron por parte de otros juega un importante papel
visibles para la sociedad colombiana, que en la forja de la propia identidad si ésta se
entonces cobró conciencia de la importancia entiende como “la interpretación que hace
cultural de estos grupos. una persona de quién es y de sus caracterís-
ticas definitorias fundamentales como ser
humano”; “consideramos lo que entendemos
Necesidad del reconocimiento de la por identidad: es quiénes somos, ‘de dónde
pluralidad cultural en Colombia venimos’” (Taylor, 2001, p. 54) y a la vez
como el ideal de la autenticidad (véase: Ta-
El proyecto de forjar una nación está ínti- ylor, 2001, 47); En este sentido Taylor (2001,
mamente relacionado con el de forjar una p. 50) dice suscribir la concepción de Lionel
identidad, pues el ejercicio de reconocerse Trilling expuesta en Sincerity and authenti-
miembro de una comunidad política es posi- city. “Hay un cierto modo de ser humano que
ble gracias al de distinguirse de los miembros es mi modo. He sido llamado a vivir mi vida
de otras comunidades y de otros proyectos5. de esta manera, y no para imitar la vida de
ningún otro”. Por esta razón, resulta tan per- concreta” (Rojas, 1997, p. 50), como bien
judicial la ausencia de reconocimiento como señala Jesús Martín.
el reconocimiento limitante o degradante, del
que han sido objeto en la historia colombiana No obstante, la preocupación por la identidad
los negros, los indígenas, las mujeres y todos individual y el reconocimiento colectivo de
los grupos pertenecientes a minorías margi- la que ésta depende es un rasgo característico
nadas culturalmente. En general éste es el de las sociedades que se dejan permear por el
sino propio de todos los pueblos colonizados: proyecto moderno de la igualdad en dignidad
“El reconocimiento igualitario no sólo es el que comparte todo ser humano. La concep-
modo pertinente a una sociedad democrática- ción del sí mismo más allá de la escala social
mente sana. Su rechazo puede causar daños a jerárquica, como fidelidad con la propia ori-
aquellos a quienes se les niega... No dar este ginalidad, fue atribuida por Herder, no sólo a
reconocimiento puede constituir una forma de las personas sino también a los pueblos que
opresión” (Taylor, 2001, pp. 58-59). buscan ser fieles a su cultura y la transmiten
a otros. La fidelidad con la propia manera de
En la dinámica de la autenticidad las re- ser es un empeño que evidencia la estrecha
laciones resultan fundamentales para el relación existente entre identidad y recono-
auto-descubrimiento y la autoafirmación, cimiento, rasgo esencial de la vida humana.
mientras que “la proyección sobre el otro
de una imagen inferior o humillante puede Deseo valerme del término len-
en realidad deformar y oprimir hasta el guaje en su sentido más flexible,
grado en que esa imagen sea internalizada” que no sólo abarca las palabras que
(Taylor, 2001, p. 58). El proceso histórico pronunciamos sino también otros
de forjar una identidad nacional con base en modos de expresión con los cuales
un modelo europeo y masculino de cultura no definimos […] Este rasgo decisi-
durante siglos imprimió en las poblaciones vo de la vida humana es su carácter
femeninas, negras e indígenas una imagen de fundamentalmente dialógico. Nos
inferioridad y sólo podía dar como resultado transformamos en agentes humanos
una sociedad fragmentada. “Una mirada a la plenos, capaces de comprendernos
historia de Colombia, a mediados del siglo a nosotros mismos y por tanto de
XIX, nos permite concluir que inventamos definir nuestra identidad por medio
una nación fragmentada más que unificada” de nuestra adquisición de enrique-
(Rojas, 1997, p. 56). cedores lenguajes humanos para
expresarnos... Pero aprendemos
La modernidad que removió las bases de las
estos modos de expresión mediante
sociedades jerárquicas tradicionales y despla-
nuestro intercambio con los demás...
zó la ideología del honor que hacía ver bien
La génesis de la mente humana no
las diferencias sociales, abrió paso al sentido
es, en este sentido, monológica (no
igualitarista de los derechos universales, pero
es algo que cada quien logra por
sólo fue parcialmente aceptada por la socie-
sí mismo), sino dialógica (Taylor,
dad colombiana, que hizo suyos los procesos
2001, pp. 52-53).
de modernización sin renunciar a su invete-
rada manera excluyente de organizarse en lo
político (véase: Jaramillo, 1998, pp. 27-57). La propia identidad se define en la búsqueda
Por esta razón el proceso de constitución de la de la autenticidad, pero siempre la realización
identidad nacional en Colombia obedece a un propia está referida a los otros en forma dia-
proceso de “inclusión abstracta y exclusión lógica; dirá Taylor (2001, p. 55) “mi propia
104 Cuadernos de filosofía latinoamericana
identidad depende, en forma crucial, de mis hecho de que es distinto de todos los
relaciones dialógicas con los demás”. No demás (Taylor, 2001, p. 61).
obstante, y es una paradoja, la constitución
de la identidad colombiana luego de la in- El caso colombiano muestra que no es fácil
dependencia política de España se inspiró lograr la compatibilidad de ambas visiones
en la recién inaugurada visión moderna de políticas y que el reconocimiento de la dife-
la humanidad como comunidad universal y rencia es condición para aceptar la dignidad
resultó a la vez marcadamente excluyente: universal.
vasallaje y de desconocimiento al que habían lombiana debe demandar del Estado no sólo
sido históricamente sometidas las mayorías la protección de las costumbres, las creencias
femeninas, indígenas y negras. Los criollos y la lengua de las comunidades marginadas
optaron por la defensa de la civilización eu- culturalmente, sino la implementación de
ropea como camino seguro para construir la políticas públicas parcializadas que permitan
nación y la identidad nacional. disminuir el desequilibrio introducido histó-
ricamente. A propósito de esto, Taylor ve un
La civilización mestiza fue con- paralelismo entre la parcialidad introducida
cebida como un proceso de blan- al implementar políticas redistributivas, como
queamiento en el cual no quedaran respuesta a la preocupación por la permanen-
vestigios de las razas indígena y cia de algunas personas en la segunda clase
negra... La tarea de construir una de ciudadanía por razones económicas, y
nación civilizada tampoco requería la necesidad de favorecer a algunos grupos
la presencia política de las mujeres. mediante un trato diferenciado para evitar
El mejoramiento de su condición de- la discriminación. Taylor ve tal paralelismo
pendería de la suerte de los hombres en el pensamiento de Will Kymlicka, quien:
y de su concurso en el ámbito priva-
do del hogar (Rojas, 1997, p. 51). […] trata de defender cierto tipo de
política de la diferencia [...] pero
La paradójica exclusión y destrucción cultu- desde una base que se encuentra
ral de las que fueron objeto quienes estaban firmemente ubicada dentro de la
llamados a la inclusión universal en nombre teoría de la neutralidad liberal [...]
de la igualdad muestra la incompleta acep- En ciertas circunstancias, para las
tación del proyecto moderno por parte de la poblaciones en desventaja, la inte-
clase criolla dominante. Mientras la política gridad de la cultura puede requerir
del universalismo reconoce la igualdad en que les asignemos mayores recursos
dignidad de todo ciudadano y niega la discri- o derechos que a los demás. El ar-
minación entre diferentes estratos jerárquicos gumento es perfectamente paralelo
de ciudadanía, en el caso colombiano no sólo al que se ha establecido en relación
se transgredió el principio de no discrimina- con las desigualdades económicas
ción, sino se condenó a los discriminados a (2001, p. 64).
un total desconocimiento cultural por parte
de los otros y –lo que es más grave– por parte De esta forma los comunitaristas advierten
de ellos mismos. bien la conexión que media entre la discri-
minación política por razones culturales y la
El caso colombiano de igualación cultural a discriminación económica que algunas veces
que respondió el proyecto de nación introdujo preocupa al liberalismo. John Rawls, epígono
otro problema, pues la igualación no sólo del liberalismo de los derechos individuales,
afectó los derechos civiles y políticos sino se condiciona el ideal de una sociedad justa a
extendió a la esfera económica. “Las personas los principios de la libertad y de la diferencia:
a quienes la pobreza ha impedido sistemáti-
camente aprovechar de lleno sus derechos de
ciudadanía han sido relegadas, según esta opi-
nión, a la categoría de segunda clase” (Taylor, 1. Toda persona tiene igual derecho
2001, p. 60). En este sentido conviene señalar a un régimen plenamente suficiente
que una sociedad fragmentada como la co- de libertades básicas iguales, que sea
106 Cuadernos de filosofía latinoamericana
Es razonable suponer que las cultu- en una forma sutil e inconsciente, resulta
ras que han aportado un horizonte de sumamente discriminatoria”. Sin embargo, lo
significado para gran cantidad de se- más preocupante para él es que el liberalismo
res humanos, de diversos caracteres no sea más que “un particularismo que se
y temperamentos, durante un largo disfraza de universalidad” (Taylor, 2001, p.
periodo –en otras palabras, que han 68). Esta crítica parece válida y oportuna en
articulado su sentido del bien, de lo lo que se refiere a la forma androcéntrica y
sagrado, de lo admirable– casi cier- eurocéntrica propia del proyecto excluyente
tamente deben tener algo que merece de forjar identidad nacional a partir del dis-
nuestra admiración y nuestro respeto curso de la dignidad universal.
(Taylor, 2001, p. 100).
No se debe desconocer la estima de la que
Esto implica ir más allá del mero conocimien- se es objeto por parte de los demás si se trata
to de las diversas formas culturales y alcanzar de alcanzar “un sistema caracterizado por
el campo jurídico. la igualdad, la reciprocidad y la unidad de
propósito” (Taylor, 2001, p. 67) en que todos
Desde una perspectiva multicultural la in- los ciudadanos sean honrados por igual. En
fravaloración de cualquier grupo humano este sentido Rousseau había propuesto ya el
aparece no sólo como equivocada fáctica- Estado del contrato social, en que “el pueblo
mente por no reconocer la diversidad, sino debe ser, a la vez, soberano y súbdito” (Ta-
como moralmente incorrecta por rechazar el ylor, 2001, p. 77), para lo cual la libertad, la
principio fundamental que reconoce el mismo indiferenciación de papeles de los ciudada-
potencial común a todos los seres humanos. nos y el sólido propósito común deben ser
El sentido moderno de la dignidad humana inseparables. Sin embargo, con esto deja a
como capacidad para dirigir la propia vida cada quien en dependencia con respecto a la
en forma autónoma ha sido en Colombia voluntad general –como medida para prevenir
sistemáticamente negado tanto a las mujeres dependencias bilaterales– y no debe olvidarse
como a las comunidades afrodescendientes e que “ésta ha sido la fórmula para las formas
indígenas. Esta dignidad universal se ubica más terribles de tiranía homogeneizante”
en el mismo nivel del potencial de moldear y (Taylor, 2001, p. 77).
definir la propia identidad, “como individuos
y como cultura” (Taylor, 2001, p. 65). Si bien Hegel y Rousseau aciertan al afirmar
que “la lucha por el reconocimiento sólo
Los grupos marginados deben participar en puede encontrar una solución satisfactoria, y
la forja de la identidad nacional para que ésta ésta consiste en el régimen del reconocimien-
responda a los parámetros modernos, pero to recíproco entre iguales” (Taylor, 2001,
debe tenerse muy presente que las críticas p. 76), tal régimen debe ser ampliado para
más radicales hechas desde la política de que en él se pueda reconocer la diferencia.
la diferencia al liberalismo de la dignidad Esto falló en el caso colombiano en el que el
igualitaria coinciden al señalar que los libera- reconocimiento sólo se dio entre las clases
lismos no son sino reflejo de algunas culturas culturalmente dominantes y para los otros
particulares. Para Taylor (2001, p. 67), la hubo desconocimiento y discriminación. Des-
ceguera de la dignidad igualitaria es reflejo de la óptica liberal los derechos individuales
de una cultura hegemónica y evidencia que siempre deben ocupar el primer lugar, pues
“la sociedad supuestamente justa y ciega a las “una teoría de los derechos correctamente
diferencias no sólo es inhumana (en la medida entendida no es, de ninguna manera, ciega
en que suprime las identidades) sino también, frente a las diferencias culturales” (Haber-
108 Cuadernos de filosofía latinoamericana
mas, 1999, p. 194) y en ella las provisiones 97), existen otros modelos de sociedad liberal
no discriminatorias deben tener precedencia que no aplican de manera uniforme las reglas
sobre las metas colectivas, pero el recono- derivadas de los derechos y no desconocen
cimiento de las diferencias culturales y la la importancia de las metas colectivas. Estas
corrección de las discriminaciones sociales formas de liberalismo alternativo, preconiza-
y económicas que se derivan de la margina- das por Taylor y a las cuales podría aproxi-
ción cultural deben ser condiciones para que marse cada vez más la organización política
el proyecto liberal se concrete en Colombia. de la sociedad colombiana, distinguen entre
los derechos fundamentales inalienables y
Universalistas como John Rawls y Jürgen otros que pueden concretarse de diversas
Habermas proponen que el trato recíproco e maneras.
igualitario, por ser procesal, guarda indepen-
dencia con respecto a los fines sustantivos de Estas modalidades del liberalismo
la vida, pero comunitaristas como Taylor y están dispuestas a sopesar la im-
Walzer muestran que eso sólo se puede lograr portancia de ciertas formas de trato
si se reconocen las diferencias culturales y no uniforme contra la importancia de
se colige de ellas la discriminación social, la supervivencia cultural, y optan
política y económica. La neutralidad de la a veces a favor de esta última... No
sociedad y del Estado ante las concepciones constituyen modelos procesales de
de vida buena históricamente desconocidas y liberalismo, pero se fundamentan en
políticamente marginadas debe ser entonces buena medida en los juicios acerca
reconsiderada para que la meta universal del de lo que es una vida buena (Taylor,
liberalismo pueda ser alcanzada sin pasar por 2001, p. 91).
encima de las metas colectivas de las mino-
rías, pues “una sociedad liberal se distingue
La versión rígida del liberalismo que le
como tal por el modo en que trata a las mino-
apuesta a la neutralidad puede todavía ser
rías” (Taylor, 2001, p. 88), en este sentido los
defendida pretendiendo que encarna el ideal
principios de la teoría de la justicia deberían
de “un terreno neutral en que podrían unirse
proponerse en orden inverso, comenzando
y coexistir personas de todas las culturas”
por el favorecimiento de lo más vulnerable.
(Taylor, 2001, p. 92), pero esto sería descono-
Para Taylor una sociedad puede perseguir cer importantes visiones culturales como las
con ahínco ciertas metas colectivas sin dejar indígenas, en que “no puede hablarse siquiera
por ello de ser liberal, ya que en la diversidad de separar la política y la religión en la forma
debe respetar las divergencias de aquellos que como hemos llegado a esperar que acontezca
no comparten sus metas comunes dejando a en la sociedad liberal de Occidente” (Taylor,
salvo los derechos fundamentales. “Hay que 2001, p. 92).
distinguir las libertades fundamentales, las
Para Taylor el liberalismo tradicional no
que nunca deben ser infringidas [...] de los
puede reunir a todas las culturas en cuanto
privilegios y las inmunidades que a pesar de
no es sino la expresión política de una cultura
su importancia se pueden revocar o restrin-
occidental incompatible con otras. “Además,
gir por razones de política pública” (Taylor,
como bien lo saben muchos musulmanes,
2001, p. 89).
el liberalismo occidental no es tanto una
Para superar un liberalismo “culpable de las expresión de la visión secular posreligiosa
acusaciones que le dirigen los partidarios de que se popularizó entre los intelectuales
la política de la diferencia” (Taylor, 2001, p. liberales, cuanto un retoño más orgánico del
Vol. 30, No. 100 (2009) 109
cristianismo” (Taylor, 2001, p. 92). No cabe vida de los menos aventajados con los demás
entonces atribuir al liberalismo la neutralidad sectores de la sociedad se debe asegurar las
cultural con la que de ordinario se le asocia, identidades colectivas de todos los grupos
pues se trata de un credo combatiente (Taylor, que conforman tal sociedad. Por su parte,
2001, p. 93). Taylor ve la contraposición que se da entre
la formulación de los derechos individuales
Ante las críticas comunitaristas el Estado de- a iguales libertades y la real garantía de tales
mocrático de derecho se resquebraja porque identidades. Al contraponer la universaliza-
está cimentado sobre la base de los derechos ción de los derechos subjetivos y la conside-
individuales. Por esta razón pensadores como ración de las diferencias culturales, pone en
Taylor y Walzer cuestionan la comprensión entredicho la neutralidad ética frente a las
moderna de la libertad, de cuño individualista concepciones particulares del bien, neutrali-
y proponen una segunda versión del liberalis- dad propuesta por teorías liberales como las
mo que incluya el respeto a formas de vida y a de Rawls y Habermas.
concepciones del mundo amenazadas por ser
propias de los grupos en desventaja. Frente a la neutralidad demandada por los
liberales universalistas, Taylor y Walzer
La propuesta de Taylor consiste en pasar señalan la necesidad que tiene el Estado de
de un liberalismo ciego a la diferencia a un derecho de fomentar determinadas concep-
liberalismo que parta de la diferencia, pero a ciones particulares del bien. Sin embargo,
ella se oponen pensadores universalistas de Habermas explica que las limitaciones a los
la talla de Habermas, para quien una teoría derechos fundamentales que la neutralidad
de los derechos, formulada en términos indi- protege, son propuestas por los comunitaris-
vidualistas, responde a las luchas colectivas tas al no entender correctamente la teoría de
por la identidad sin que sea necesario pensar los derechos individuales, que creen ciega
otro tipo de liberalismo. ante las diferencias culturales. Para Habermas
En el punto decisivo Taylor se mantiene es claro que el principio de igual respeto por
ambiguo. Distingue dos versiones del Estado los individuos sí garantiza la posibilidad
democrático de derecho que denomina libe- que tiene cada quien para llevar a cabo su
ralismo 1 y liberalismo 2. Esta denominación proyecto personal de vida, de acuerdo con la
sugiere que la segunda versión favorecida por concepción de bien, propia de su comunidad
él tan sólo corrige una comprensión inadecua- cultural. Si se pretende, como los comuni-
da de los principios liberales. Si se mira más taristas, que el Estado debe proteger ciertas
de cerca, la versión de Taylor ataca, empero concepciones y abandonar entonces su neu-
estos principios en sí mismos (Habermas, tralidad, se niega la autolegislación según la
1999, p. 191). cual los destinatarios del derecho sólo pueden
serlo si se consideran los mismos autores de
Habermas reconoce la insuficiencia –seña- las leyes. El paternalismo descubierto por
lada por algunos comunitaristas– que tiene Habermas en la base del comunitarismo esta-
la distribución de los bienes colectivos para blece una dicotomía entre autonomía privada
garantizar el reconocimiento de las identida- y autonomía pública, división que conlleva
des colectivas y la igualdad de derechos de las la dificultad de establecer los criterios para
particulares formas de vida. También propone saber cuándo “lo igual ha de tratarse igual y
que desde esta perspectiva la equidad depen- lo desigual de forma desigual” (Habermas,
de de la identidad cultural, pero advierte que 1999, p. 194).
antes de poner a la par las condiciones de
110 Cuadernos de filosofía latinoamericana
El reconocimiento de los derechos individua- sexual o cultural y propone que se haga una
les comprende la integridad del individuo de interpretación adecuada de las necesidades
una manera tal, que incluye los contextos par- reales diferenciadas por la identidad de gé-
ticulares de vida que configuran su identidad, nero o de cultura.
por esta razón, dice Habermas, el sistema de
derechos individuales sí atiende a las desigua- Para Habermas las luchas por la identidad
les condiciones de vida de las clases sociales de un género particular generan para los
y garantiza las diferencias culturales entre miembros de los demás géneros una mejor
los grupos particulares. La igualdad jurídica interpretación de su propia identidad y modi-
garantiza, pues, la diferencia fáctica en la fica su rol social, pero en el caso de las luchas
medida que concede una libertad de acción que reivindican la identidad colectiva de
que puede ser ejercida de manera diferente minorías étnicas y culturales oprimidas, los
por cada uno como miembro de una comu- demás grupos no tienen por qué modificar su
nidad particular. propio papel, a no ser que se trate de grupos
étnicos que fuerzan los estados nacionales
Aunque Habermas concede que para hacer a conceder espacios para ejercer formas de
uso de la igualdad jurídica debería contarse autonomía como la lingüística. La dificultad
con una igualdad fáctica en las condiciones que surge en las luchas de las minorías étnicas
materiales de vida, no considera que deba de un estado nacional es que vistas desde otro
introducirse una intervención que en aras patrón, son mayorías que pueden oprimir a
del igualitarismo limite la libertad necesaria otros grupos presentes en el espacio geográfi-
para configurar la vida de manera autóno- co que ocupan, como claramente ocurre en las
ma. Para él la dicotomía introducida por los comunidades negras e indígenas con respecto
comunitaristas desconoce la conexión que a sus componentes femeninos.
hay entre Estado de derecho y democracia,
pero también la que hay “entre los derechos El derecho criticado por Taylor, cuya pro-
subjetivos de las personas privadas y la auto- puesta es tanto jurídica como política, es
nomía pública de los ciudadanos participantes formal, individualista, positivo y coactivo,
en el proceso legislativo” (Habermas, 1999, pero democrático, en tanto establecido por un
p. 195). procedimiento democrático. Por esta razón, la
respuesta de Habermas a estas críticas se con-
La dificultad de armonizar la igualdad con creta en una “concepción procedimental del
la diferencia en el Estado de derecho se evi- derecho según la cual el proceso democrático
dencia en las consecuencias ambivalentes de debe asegurar simultáneamente la autonomía
conquistas en el terreno de la equidad, como privada y la autonomía pública” (Habermas,
las logradas por los movimientos feministas7. 1999, p. 197). La respuesta de Habermas es
Los resultados de estos logros en el terreno contundente: las minorías deben participar
de la igualdad muestran cómo la libertad políticamente a través de los individuos que
deviene limitaciones para ella misma. Ante las conforman. No hay Estado de derecho sin
esta dificultad Habermas advierte que es el democracia y por eso, antes que el Estado ga-
paternalismo estatal el que genera restriccio- rantice algún trato especial para cierto grupo,
nes a la libertad por orientarse de acuerdo los miembros de éste deben hacer uso de su
con estereotipos tradicionales de identidad autonomía ciudadana mediante discusiones
públicas a propósito del trato igual y diferente
7 El acceso al empleo, por ejemplo, ha
que se requiere en diversos planos de su vida.
redundado en feminización de la pobreza y en
la desprotección de la prole.
Vol. 30, No. 100 (2009) 111
debe subrayarse la importancia dada por los que fue posible gracias a las acciones estata-
universalistas a la participación política de les proyectadas desde el Instituto Colombiano
todo ciudadano, incluidos los miembros de para la Reforma Agraria (INCORA).
las comunidades culturales marginadas his-
tóricamente, como condición de legitimidad Como resultado del procesual abandono de
para toda legislación y ordenamiento político. la idea de civilizar a los indios y el empo-
deramiento de las comunidades indígenas,
estas comunidades no sólo consiguieron
La Constitución de 1991 y el nuevos resguardos, sino lograron reducir la
reconocimiento del pluralismo injerencia aniquilante de iglesias, entre ellas
cultural la iglesia católica, sobre sus tradiciones. Es
así como vieron que desde 1978 el Ministe-
En la actual legislación colombiana se en- rio de Educación “asumió la etnoeducación
cuentra de alguna manera, quizás incipiente como política oficial para los pueblos indí-
todavía, expresada la política comunitarista genas, promoviendo la educación bilingüe e
del reconocimiento al lado de la política intercultural” (Pineda, 2002, p. 13). Estos an-
universal de la no discriminación, con lo tecedentes prepararon el terreno para la ratifi-
que se redirecciona la dinámica histórica cación del convenio 169 de la Organización
de marginación y desconocimiento cultural Internacional del Trabajo (OIT), referente a
que ha acompañado el proceso de la forja de la autonomía de los pueblos indígenas y para
la identidad nacional. Sin embargo, se trata que en la Constitución de 1991 se propusiera
de un proceso largo que hunde sus raíces en a las comunidades indígenas como sujetos
los comienzos del siglo XX y que sólo se de derechos colectivos y se les asignara dos
verá realizado en las conquistas a favor de plazas en el Senado.
la pluralidad cultural que se logren a nivel
jurídico y político durante el siglo que está Además de prohibir la esclavitud así como
comenzando. toda forma de servidumbre y de trata de seres
humanos, la Constitución de 1991 (art. 17)
Desde comienzos del siglo XX, algunos afirma que “el Estado reconoce y protege
sectores de la sociedad colombiana habían la diversidad étnica y cultural de la Nación
reconocido la dignidad de la condición indí- colombiana” y que al lado del castellano,
gena y promovieron una visión dignificante idioma oficial, “las lenguas y dialectos de los
de su cultura. “Algunos de ellos veían en la grupos étnicos son también oficiales en sus
indianidad la fuente de la nacionalidad, mien- territorios” (art. 10), razones por las cuales
tras que otros pensaron el resguardo como el la enseñanza impartida en las comunidades
germen de la futura organización socialista” con tradiciones lingüísticas propias debe ser
(Pineda, 2002, p. 13). El Instituto Indigenista bilingüe.
Colombiano, fundado en 1941 promocionó la
reivindicación de la dignidad de los pueblos De esta manera la Constitución de 1991 es-
indígenas y promovió un nuevo horizonte tablece que Colombia es un país multi-étnico
para la política indigenista en Colombia. Esta y pluri-cultural, rompiendo con el paradigma
política se institucionalizó con la creación de tradicional de la homogeneidad cultural bajo
la Oficina de Negocios Indígenas, establecida el cual había sido concebida la organización
durante el Frente Nacional, que dio origen a la de la sociedad colombiana.
División de Asuntos Indígenas del Ministerio
de Gobierno. La ley 135 de 1961 abrió la po- Haciendo un justo reconocimiento
sibilidad de crear nuevos resguardos, empresa a la composición multi-étnica de la
Vol. 30, No. 100 (2009) 113
Hay que tomar en serio las críticas que desde Gaviria, C. (s.t.) (2001). En Sánchez, E. &
el comunitarismo se hacen a las versiones Jaramillo, I. La jurisdicción especial
rígidas del liberalismo, pero también las que indígena. Bogotá: Procuraduría General
se hacen al Estado benefactor. Sin embargo, de la Nación. www.alertanet.org
no es posible abandonar los ideales de justicia
social que encarna el Estado de Derecho ni Habermas, J. (1999). La lucha por el reco-
la importancia de inculturar adecuadamente nocimiento en el estado democrático
sus políticas en las comunidades indígenas de derecho. En La inclusión del otro.
y negras que conforman la riqueza cultural Barcelona. Paidós.
de Colombia.
Helg, A. (2004). Constituciones y prácticas
La experiencia colombiana evidencia los sociopolíticas de las minorías de origen
límites de la legislación liberal basada tra- africano. En Arocha, J. Utopía para los
dicionalmente en los derechos individuales, excluidos. El multiculturalismo en África
pero señala un avance enorme en la lucha por y América Latina. Bogotá: Universidad
el reconocimiento de la diversidad, pues “no Nacional de Colombia.
es siempre fácil construir un orden político
Jaramillo, R. (1998). La postergación de la
fundado en la diversidad, ni armonizar el
experiencia de la modernidad en Co-
respeto a la diferencia cultural con la pro-
lombia. En Colombia: la modernidad
tección de derechos fundamentales que se
postergada. Bogotá: Argumentos.
consideran universales” (Uprimny, 2001, p.
105). Está abierto el horizonte político para Melo, G. (1986). La Constitución de 1886: un
que en los próximos años el reconocimiento acuerdo sobre lo fundamental. En Boletín
del pluralismo cultural se concrete en polí- cultural y Bibliográfico. Volumen XXIII.
ticas públicas que beneficien a las mujeres, Bogotá: Banco de la República. www.
a los negros y a los indígenas para lograr así banrep.gov.co
la forja de una identidad nacional incluyente
que permita a la sociedad colombiana superar Palacios, J. (1989). La esclavitud y la so-
el estado fragmentario al que la ha conducido ciedad esclavista. En Nueva Historia de
su largo proceso histórico de discriminación Colombia. Vol. 1. Bogotá: Planeta.
y de desconocimiento.
Pineda, R. (2002, febrero). Estado y pueblos
indígenas en el siglo XX. La política indi-
Referencias genista entre 1886 y 1991. En Credencial
historia, 142. Bogotá.
Colmenares, G. (1989). La economía y la
sociedad coloniales 1550 - 1800. En Rawls, J. (1996). La justicia como equidad:
Nueva Historia de Colombia. Vol. 1. política, no metafísica. En Revista La
Bogotá: Planeta. Polítca, 1. Barcelona: Piados.
Constitución Política de Colombia de 1991. Rojas, M. (1997, jul-dic). La formación de
www.presidencia.gov.co la identidad nacional en la Colombia de
mediados del siglo XIX. En Universitas
Garay, L. (2002). Repensar a Colombia. Ha- Humanística, 46. Bogotá: Pontificia Uni-
cia un nuevo contrato social. Talleres del versidad Javeriana.
milenio. Bogotá: Tercer Mundo.
Sánchez, E. & Jaramillo, I. (2001). La ju-
risdicción especial indígena. Bogotá:
116 Cuadernos de filosofía latinoamericana