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E D IC IO N E S A R G E N T IN A S " C O N D O R ”
C O L E C C I O N
EL MUNDO DE HOY - Vol. VIII
. R O D O L F O y JU LIO IR A Z U S T A
LA ARGENTINA Y
EL IMPERIALISMO
BRITANICO
LOS ESLABONES DE UNA CADENA •'
Av
7
R O D O L F O y J U L I O I R A Z U S T A L A A R G E N T IN A X E L IM PERIALISMO B RITANICO
- 1.......... ------ -i. - 1 --i-..- . v „ , ., " v
tivo nacional un comienzo de feliz rectificación de los además, imponer normas para la navegación de los ríos
errores criticados en el curso de este libro. Esa rectifi- interiores ai'gentinos, tentativas sustentadas en afanosos
.cactón se ha manifestado en una rama gubernativa mu empeños por seis misiones diplomáticas consecutivas, las
cho más importante que la de hacieiida; en la concep t que tuvieron al fin que someterse ante la indomable re-
ción de la política exterior. Gomo para resarcirnos de • sistencia del gobierno de Rosas, en nombre de la pleni
las necedades proferidas a cada paso por el canciller o tud del dominio y jurisdicción nacional en los ríos, den
los embajadores extraordinarios, el ministro del interior tro de los mismos principios que la Europa había consa
aprovechó la ocasión de inaugurar un monumento a don grado en el Congreso de Yiena, período histórico cuyo
Bernardo de Irigoyen para levantar el tono del gobier epílogo fué el más amplio y solemne reconocimiento de
no a que pertenece al tocar la historia diplomática de nuestra soberanía en los mismos parlamentos de los paí
la nación. En un-pasaje referente a la iniciación de don ses que nos presionaban con sus escuadras, la consagra
B ernardo en la vi da dip lomát ica, dij o : ción de la tesis argentina en honrosos tratados, y el ho
“Esa iniciación... se producía en circunstancias en menaje a nuestro pabellón con una salva de veintiún ca
que ¡a política de las naciones de Europa se mostraba ñonazos”.
impulsada por propósitos imperialistas; en que Rober El lector verá más adelante que el pasaje citado llena
to Pecl en la Cámara de los Comunesf en Inglaterra, y el vacío más sensible en el diálogo londinense (que nos
Thiers en el Parlamento francés habían proclamado el otros llamamos inverosímil) sobre las relaciones anglo-
principio de la fuerza y do las intervenciones armadas 'argentinas. Pero esa aspecto de rectificación de las-recien
como norma de gobierno en las relaciones de esos Esta tes declaraciones de nuestra cancillería y sus represen
dos con la Argentina y naciones de América. Eran los tantes en el extranjero, no es el único importante en las
días de olvido y negación de las normas jurídicas, en palabras del doctor Meló. Ellas son, además, extraordi
que el Comodoro Purvis, al comando de una escuadra narias por otro motivo. Con ellas es la primera vez que
inglesa en la bahía de Montevideo había producido el un miembro del P. E. N. se sitúa conscientemente en el
atropello de detener y apresar, sin notificación previa j terreno nacional, y formula un juicio desapasionado sobre
de hospitalidad, naves argentinas al comando de Broum, I la política exterior del gobornante más discutido de nues-
agravando ese atentado con una audaz rectificación del i ira historia. Ellas son tanto mas significativas cuanto
solemne reconocimiento de la independencia, pronun que parecen resultar de un criterio firme y permanente,
ciado veinte años antes por Jorge Ganning, dando como pues, emanan del mismo hombre que prohibió la circu
excusa que existían precedentes del gobierno británico lación en nuestro país de las estampillas con que Ingla
de no admitir a los nuevos puertos de Sud América •— terra conmemoraba el centenario de su incautación de las
expresión con que nos denominaba — como potencias au Malvinas, por un decreto que fué la única respuesta dig
torizadas para el ejercicio de tan alto e importante de na a las reiteradas groserías inglesas de 1933 contra nos
recho como el del bloqueo. Be agregaron a estosf otros otros.
dios igualmente amenazantes, aquellos en que Gran Bre
taña y Francia concentraban escuadras en el Iíío de la Marzo de 1934.
Plata, el que querían usar como mar libre, pretendiendo,
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Capítulo I
ERRORES CORRIENTES SOBRE LA NEGOCIA
CION DIPLOMATICA
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R O D O L F O *Y J U L I O I R Á Z U S T A L A A R G E N T IN A 7 E L IM PER IALISM O BR ITAN IC O
. tico, vale decir, las relaciones de Estado a Estado, cu extranjero radicado en el país, 'y aún de la nrodnc-
ya armonía era necesario conservar aún por encima ‘cion nacional. JET equivoco sobre el carácter de la mi
de las dificultades económicas. entre el mercado ar sión," no "podía menos que perjudicar las relaciones
gentino y el mercado inglés, diplomáticas sin beneficiar proporcionalmente a las re
í Conviene dilucidar aquí una confusión muy frecucn- laciones económicas.
r te en nuestro país sobre las relaciones diplomáticas,
1 Está muy difundida 3a idea de que los asuntos de Es
tado ganan con ser equiparados a los negocios corner-
I ciales. Esto proviene de que, no teniendo la Repúbli
ca política internacional o propiamente hablando: po
lítica, lo económico prima en nuestros asuntos públi
cos. Esta ^concepción se acomoda perfectamente de to
do lo que no sea el progreso material. Se acomoda so-
■ bre todo con 3a idiosincrasia, oligarquía enemiga por
tradición de todo esfuerzo político que signifique un
sacrificio momentáneo en previsión de futuros bene-
í fie ios. Es lo que nos precipita frecuentemente en una
situación de dependencia muy poco propicia, para la
defensa, de nuestros intereses.
Que las transacciones comerciales, deben someterse
a 1a. política de un Estado, a los intereses permanen
tes de un pueblo,, que muchas v£ees se contraponen a
los de su propio comercio, lo está demostrando la po
lítica del gobierno de S. M. Británica, preocupado de
salvar la estructura del Imperio aún a costa del pecu
lio de algunos de sus nacionales empeñados en explo
taciones comerciales radicadas fuera de su órbita po
li tic-a. Los gobernantes británicos representan los in
tereses generales del Imperio, sin subordinarlos a los
intereses ocasionales de sus, súbditos.
[ En cambio, nuestros actuales gobernantes represen
tan al país en su aspecto de mercado, con el exclusivo
criterio que lo hiciera una corporación de intereses eco
nómicos, consorcio de comercio mixto o sindicato in
ternacional. No los intereses del pueblo argentino, que
a veces puecI^^TLfenrTdúníosEjRerc^cs^del comercio"
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IU ARGENTINA 7 EL IMPERIALISMO ; BRITANICO
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n o D OL F O r J VITO 1B A Z V S TA
LA ARGENTINA 7 EL IMPERIALISMO 'BRITANICO
participar en el torneo sin ella era ir a un desastre
seguró. Involuntaria o deliberada, la amenaza del li procidad comercial sin denunciar temporariamente sus
bre cambio imperial no podía ser contrarrestada por compromisos financieros con el acreedor; no debe re
nosotros sino con amenazas inversas, de proteccionis nunciar a la ventaja que tiene en la balanza de pagos.
mo, de nacionalismo económico. Antes que afrontar la Inglaterra ha. invertido en nuestro país grandes sumas
negociación en la forma que lo hicimos, era preferible de dinero. Usos capitales vinieron con el propósito
quedarnos en casa, tomar las represalias a que nos de valorizar sus riquezas naturales y por lo tanto de
provocaba la conferencia de Ottawa, y esperar. Qui rescatar sus intereses en productos que nuestro suelo
zás no hubiese pasado mucho tiempo sin que nos in había de producir. Como no venían a explotar minas
vitaran a negociar, en ver de tener que insistir para de oro, no podían exigir que sus capitales se multi
conseguirlo, con la ventaja resultante de la diferen plicaran metálicamente. De otra parte, lo que traje
cia de condiciones en que hubiésemos abordado la dis ron no fué oro, sino hierro, en rieles, máquinas e ins
cusión. . trumentos de toda especie, que han servido para la
De esas previas medidas internas que en Londres explotación de nuestro suelo, que da cereales y carne.
nos hubieran servido como elementos de negociación, No podemos pagar en oro el interés y las amortiza
la ley de carnes de que hablaba el Dr. de Tomase no ciones de un capital que hemos recibido en hierro, aun
era la única. Había muchas otras que, en forma de que aquél y no este metal sea la medida de los valo
leyes proyectadas o votadas o de propósitos guberna res aceptada en el intercambio mundial.. Si el Reino *
tivos, bien combinados, eran un juego diplomático for Unido no nos compra, es obvio que no podemos pa
midable. Así una ley de transportes, un régimen clel garle la deuda que tenemos contraída con él. Pero
combustible, un plan de transformación de la econo nuestro gobierno había vedado de antemano el uso de
mía nacional, (con el anuncio de un posible monopolio tal carta, porque en los meses que precedieron a la
oficial de elaboración de carne exportable y un deci partida de la misión Roca había multiplicado decla
dido proteccionismo a la manufactura argentina), y raciones de que el pago de la deuda exterior era intan
el silencio en vez de las declaraciones prodigadas por gible.
el presidente Justo y el ex-ministro lluevo sobre la A las restricciones de Ottawa había que responder
intangibilidad de nuestra política financiera. A an con la amenaza de transformar la economía nacional.
entregador le hubiera costado perder la partida con El monopolio de Estado o el régimen mixto de capi
un juego así. tal oficial y de particulares argentinos en la elabora
Sobre no ser buen jugador, como se verá más ade ción de carne expoliable es lo único que le puede dar
lante, el Dr. Roca no llevaba nada de eso, al contra al país el control del precio de su carne. Si a ello se
rio. Fué despachado con las manos vacías, o casi. Lo agrega el fomento por todos los medios de la indus
único que podía ofrecer era una rebaja en los dere tria fabril, se puede aumentar el consumo interno al
chos aduaneros, es decir, el ofrecimiento más absurdo mismo tiempo que disminuye automáticamente la pro
que puede hacer un país como el nuestro. Un país ducción de carne, basta el punto de que ya no sea
deudor no debe hoy aceptar el jmineipio de la reci una amenaza el posible retiro del cliente inglés.
De querer maniobrar, había que acelerar el movi-
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RODOLFO T JULIO IRAZUSTA
miento natural contrario a los capitales británicos in
vertidos en el país por medio de planes concordantes T{A ARGENTINA Y EL IM PEEI-áXISHO BRITANICO
sobre el. régimen del transporte y del combustible. La
rebaja de los fletes ferroviarios junto con la protec Tal método ee debió no solamente a la preparación. (
ción aduanera al petróleo hubieran surtido efectoe tal de la embajada, sino también a la elección del personal
vez mágicos. que debía desempeñarla,
Sobre ser las exigencias del momento económico que --------------- - : - ..................... ..... • '" * * * * * * » ■ * * » * & '
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IO. ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
cucntn su situación particular en la sociedad. Esta no Las consecuencias del equivocado sistema seguido I
puede ofrecer ninguna ventaja susceptible de volverse por el gobierno en la elección del personal llegarían
contra el interés general, oficialmente identificado con lejos. Bajo capa, se habla de faltas muy graves come
el de su clase. Donde ella no tiene estatuto legal, los tidas durante la negociación por uno de los delegados.
oligarcas no pueden ser utilizados sino individualmen Pero sin necesidad de acudir a conjeturas sobre lo in
te, con suma prudencia en la consideración de las con confesable, lo confesado prueba que como debía suce
diciones personales. Con mayor razón en nna repúbli der, los hechos respondieron al error de principio.
ca democrática, después de un largo período de domi Desde el día de la partida hasta el del regreso, los Oli
nación popular de sufragio universal, sucedido por una garcas se comportaron de acuerdo a la falsa posición
restauración empírica de mano torpe, que no ha he en que los colocaba la absurda elección del gobierno.
cho sino ahondar el abismo entre la plebe y la oligar-J Los ingleses hallarían en nuestra delegación los raejo- ¡
quía, sin asegurarle a ésta la permanencia en el man-1 res instrumentos para su maniobra diplomática, manio
do con la reforma de los medios de constituir el poder. bra que, como se verá en el capitulo siguiente, se ins
Esa interinidad en la función pública es un peligro pira, al revés de la nuestra, en la primacía de lo-po
demasiado evidente para que nos detengamos a seña lítico sobre lo económico.
lar sus posibilidades de perjuicio al interés general.
Con ligereza de escolares que acabaran de leer acer
ca de Yenecia y Roma, los liberales instalados en la..
Casa Rosada se lanzaron a la tarea de restaurar a la
vieja oligarquía argentina en el ejercicio de la más
importante función de Estado, no sólo olvidando la
historia funesta de la misma — lo que sería perdona-1
ble, dado que ella no se ha escrito más que en forma
de panegírico — sino hasta, los principios elementales
de una operación de esa especie. Así nombraron a los
componentes de la misión Roca sólo cuidando que,
además de su cualidad genérica, fuesen de la relación
personal del príncipe de Gales. No advirtieron que,
dada la situación política del país, el carácter de ami
gos de los ingleses es más permanente en nuestros oli
garcas que el de representantes del Estado argentino.
I3e tal modo, la amistad principesca, que en condicio
nes normales podía haber sido beneficiosa, era peligro
sísima, siendo muy humano que los negociadores ar
gentinos sacrificaran lo .^transitorio — la investidura
oficial — a lo permanente — la situación persona!L
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JUA. ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
ir
se brinda sin mezquindad. Pero el honor del agasajo
ha de pagarlo caro quien no lo merezca, y sobre todo
quien crea no merecerlo.
Por los conceptos que el jefe de nuestra misión
emitió en sus discursos de Londres no es dudoso que
habría de cualquier manera oído ein sobresalto los que
le dijo el príncipe de Gales,, aunque uno de los cola
boradores del primero no le hubiese preparado el te
rreno al segundo. Pero sí lo es que se los dijera sin era
preparación. Los ingleses son prudentes, conocen al
gunos reflejos de nuestro patriotismo, no están para
crearse dificultades de ninguna especie en un mundo
C apítulo IV ya bastante caótico, para no obrar sobre seguro aún
con los pequeños. Siempre habrían tratado de situar
LA POLITICA DE LOS INGLESES la discusión en el terreno político en que se desempe
ñan con tanta destreza. Pero probablemente no agre
garan al bluff el insulto, como lo hicieron ante las
Los in"loses, para quienes la economía es tan im facilidades que les brindaban nuestros propios repre
portante que con su solo manejo lian logrado el mila sentantes. Las increíbles declaraciones del doctor Ro
gro de alimentar un pueblo de cuarenta y ocho millo ca, tal vez quedaran unilaterales, como el caso curio
nes de habitantes domiciliados en un territorio que es so en la historia diplomática de un embajador que de
casamente podría sustentar a treinta, dejan decir lo fiende hasta con la inexactitud la posición de la parte
que se quiera, pero empiezan por la política. Para ellos contraria a Ja que ól representa en la negociación. Pe
la jerarquía internacional es una abundante fuente ro no habrían sido el eco de las insolencias que nos
de recursos. De manera que, cuando so les habla de eran dirigidas, ni quedado como prueba do una extra
comercio, responden: amistad tradicional, y cuando ña incapacidad de reacción en el hombre que parecía
se les invita a coordinar intereses invocan anteriores más indicado para sentir la dignidad de representar
protecciones, generosidades y entusiasmos, que los in al pueblo argentino.
terlocutores deben tener en cuenta de antemano. Pa ¿Por qué iban los ingleses a cuidar su vocabulario
ra los ingleses, lo primero es que se reconozca su ran y ahorrarnos esas insolencias que, pudiendo, les diri
go imperial, que se les rinda el homenaje debido a su gen a los grandes, y de las que sacan tanto provecho,
grandeza, y si posible, sumisa pleitesía. cuando los mismos miembros de nuestra delegación bm
Bien saben que el sometimiento voluntario de Ios- inspiraban?
inferiores por propia cbnfesión, los lleva de una ma Desde antes de llegar a Inglaterra, el representante
nera u otra a entregar la bolsa. Claro está que el ha de la finaliza, inglesa en Buenos Aires que era transi
lago personal con los representantes de las cafrerías toriamente miembro del cuerpo diplomático argentino
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n OD OL F O y JULI O I Ii A Z U S 7. A ARGENTINA Y EL IMPERÍÁLI8MO BUITANWO
como componente de la delegación presidida por el se cía política, era deducida lógicamente. La dependen
ñor Boca, empezó n preparar el terreno para las con cia económica reconocida gratuitamente por nuestro
versaciones de Londres al gasto de fias empleadores delegado, invitaba a los voceros del interés inglés a
| permanentes. En Pan, habiendo concedido una entre exigir la dependencia política.
vista a un corresponsal de la “United Trefís”, entre La declaración de sir Heriberto Samuel fue seguida
otras inexactitudes indignas de un diplomático argen por una campaña periodística de impresionante serie
tino, le declaró la enormidad siguiente: “La Argenti dad. Importantísimos órganos británicos, reputados )
na se parece a un importante dominio británico”, por su habitual ponderación, discutían el asunto de
f “Comparación poco feliz”, comento “La Prensa”, nuestra posición respecto de Inglaterra y su similitud
con una moderación diplomática de que había careci con la de los Dominios, en un tono científico que sólo
do el personaje que diera motivo a ese comentario. se usa para comentar las relaciones de un Imperio cotí
Otros periódicos de la capital reaccionaron, en forma las partes del globo aún colonizable, no las relaciones
{ igualmente moderada. Esa actitud de la prenfia argen de un Estado soberano con otro Estado soberano.
tina facilitaba la tarea de nuestra cancillería, que de Todo eso era obra de los particulares británicos, y en
haber cumplido con su deber de llamar al imprudente, rigor no había derecho a atribuirle ninguna participa
no apareciera cediendo a reclamos patrioteros, siem ción en ella al gobierno de S, M. B., no obstante el há
pre molestos en fieme jan tes circunstancias. S u falta de bito común en 3a prensa inglesa de ser dócil a ln¡s
sobresalto patriótico, dio a los interesados en prepa exigencias de la diplomacia imperial, y de no entorpe
rar el terreno de las conversaciones de Londres al gus cer sus actividades con manifestáronos extempo'rá-
to de los ingleses,-la, seguridad do que'fius maniobras nea.s.
dejarían indiferente al gobierno argentino. El carácter oficial de la maniobra empezó a defí- i
No bien llegada nncetra delegación a su destino so nirse con la publicación hecha por el gobierno britá
oyó en Londres una voz que retomaba el tema inicia nico, cuando la delegación argentina llegaba a Lon
do on Paiu y lo enriquecía como al conjuro de un di dres, de estampillas conmemorativas deLcentenario de
rector de orquesta. Esta vez no rc trataba de un miem su asalto a las l\Ialvinas, y se confirmaría el discurso
bro de la delegación argentina, sino de im alto perso pronunciado por el Príncipe de Gales en el Club Ar
naje británico, ex gobernador de Palestina y miem gentino de aquella capital, discurso que comentamos
bro del Parlamento Inglés. Como en el caso del pri a continuación.
mero, tampoco en el del segundo era posible suponer
ligereza o irreflexión. La inspiración común a que am
bos obedecían era tanto más aparente,
j Ese alto personaje británico decía que nuestro país,
para obtener ventajas comerciales, debía convertirse
| en una colonia inglesa. La derivación de la dependen
cia económica reconocida por. uno de nuestros delega
dos, sin protesta de nuestra cancillería, a la dependen-
23 29
t
i
LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
los ingleses nos niegan el derecho de invocar como nir dependa de la carne, y por lo tanto de Inglaterra.
nuestros los siglos de civilización española anteriores El papel que nos atribuye el príncipe de Gales, de
a la organización del Estado argentino como indepen país que ni en previsión de enormes ventajas futuras
diente; que ellos nos pusieron en el camino que nos puede afrontar nunca una negociación dispuesto a sa
llevará a una civilización gen niñamente argentina, li crificar la tercera parte, o el todo, de su comercio in
bre de “influencias ancestrales’'; que las magnificen ternacional, cuadra con la humillante concepción acer
cias de nuestra historia no son del tipo de civilización ca de la dependencia de nuestro futuro. Lo>s países \
a que los ingleses nos dejan aspirar, civilización pu que no juegan su presente no pueden ganar el porve
ramente material y cuantitativa. Esta segunda inten nir. Si somos lo que somos, es porque algunas veces, I
ción de las palabras del príncipe de Galas se descubre en 1808 y 1845, jugamos precisamente contra quien
más claramente en las que transcribimos a continua hoy nos dice que dependemos de él, un presente que
ción : ahora es nuestro glorioso pasado, \y ganamos!
Era ese glorioso pasado nuestro lo que el príncipe f
“ Pero si los acontecimientos siguen ese curso para la Ar de Gales debía ocultar, para realizar con éxito la ope
gentina, espero y creo que será gracias a la cooperación de ración de situar una discusión económica en el terre
nuestros dos países, porque una vigorosa civilización no pue mo político, y en éste invocar para su país una supe
de existir sin una base material segura. Por ejemplo, es rioridad que, si es de alguno de los dos, es nuestra
exacto decir que el porvenir de la Nación Argentina depen — “sans nulle vanité”. A esta altura de su discurso lo
de de la carne. Ahora bien ; el porvenir do la carne argen creyó logrado de tal modo, que se atrevió a decir, aho
tina depende quizás enteramente de los mercados del Peino
Unido.“ ra sin restricción de ninguna clase respecto al pasado:
“acabo de decir que la historia de la amistad an.trio-
Esta afirmación es falsa, do toda falsedad, si se ana argentina no contenía ninguna nube”. Se nos podría
liza a la luz de las estadísticas. Pero no lo es si se la objetar que esta afirmación está regida por la reserva
interpreta de acuerdo eou el pensamiento general que cronológica del comienzo. Pero como esa reserva era
\ circula en el discurso del principe de Gales. Eos pro arbitraria, es aquí tan inaceptable como allá, Si las 1
ductos, entre ellos la carne, que colocamos en Tnglate- palabras significan algo, la amistad anglo-argentína
rrra, no representan más que el 30 por ciento de nues tuvo, entro 1833 y 1933, nubes, como las había tenido
tras exportaciones. Y el porvenir de un país de tan antes de la fecha inicial fijada por el príncipe de Ga
tos re cursos como el nuestro no puede depender de les. Tuvo una interrupción de varios años. Sufrió un \
¡uno solo de sus clientes. Pero si no tenemos previsión verdadero temporal, puesto que el conflicto surgido
| pi voluntad para reformar nuestro régimen económico en 1843, que fué una guerra en forma, terminaría seis
de relativa dependencia del cliente inglés, y segui años después, por la convención Southern-Arana de
mos, como hasta ahora, afrontando las negociaciones 1849. Ahora bien, desechada por el príncipe la fecha
comerciales con la misma resolución de ceder a las racional de 1825 y por la historia argentina la fecha
veladas amenazas de quien las hace para mantenernos arbitraria de 1833, el estribillo de la “ininterrumpida
en la actual situación, será cierto que nuestro porve
34 35
RODOLFO r J ULI O i R A Z ü S T A.
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- r
RODOLFO Y 3 UL i o i h ' az u s t a LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
Sobre la duración de las relaciones anglo-argentinas, jj histórica a que pertenece el Dr. Roca, Muchos argenti- \
nuestro vice parecía babor llegado a la enormidad- jj nos de todas las facciones, extraviados por la enseñan- :
..cumbre, al summum de lo que un politiquero de origen f za oficial instituida por aquella, padecen la misma in- f
faccioso, de espíritu faccioso, en temporaria represen- I sensibilidad.
tación legal de un gran pueblo, puede decir con olvi- jj Pero, donde el Dr. Roca superaría a todos los pro- j
do de la dignidad de este último. Sin embargo, no fué j- fesionales argentinos de la genuflexión ante el extran
así. Se superaría al tratar del carácter de esas reía- jj jero, fué al tratar el tema de nuestra deuda política
dones. ..-i con Inglaterra. El Ingar común sobre nuestra supues- \
No aludimos a su versión, corregida y aumentada, ta dependencia económica, sobre nuestra participación
del tema empezado en Francia por uno de sus subal de esa índole en el Imperio británico, no satisfacía ei .
ternos, y magníficamente aprovechado por la prensa afán de exhibicionismo intelectual que consume al Dr.
imperialista de Inglaterra y por el príncipe de Gales, Roca como a los demás oligarcas, afán originado en
sobre la semejanza de nuestra situación con la de los la necesidad de justificar la restauración de su parti
Dominios británicos m£s importantes; versión que en do en el poder a raíz de la revolución de 1930. Ahora \
el discurso del Dr. Fosa reza como sigue; iban a ver la diferencia que había para tratar con el
extranjero, entre las rudezas nada protocolares del .
caudillo de la plebe y los finos modales de un gran
f “ La geografía política no siempre logra en nuestros tiem
pos imponer sus límites territoriales a la actividad de la eeo- oligarca. Así fué como el Dr. Roca dió con algo qüe
\ nomía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de no se le había ocurrido a ninguno de los anteriores re
‘ celosa personalidad (¿ I) que la Argentina, por su inter presentantes del Estado argentino hablando en el ex
dependencia recíproca, es, desde el punto de vista económi tranjero al representante de otro Estado. Ei párrafo
co, una parte integrante del Imperio Británico” . único dice así:
“La. Prensa” había agotado el caudal de su indigna “ Inglaterra, como la llamamos familiarmente, ha sido \
ción patriótica, lanzado el último dardo sin punta de nuestra primera amiga, que “ nos tendió la mano hasta ase
su arsenal critico, al calificar do “comparación poco gurar nuestra independencia”, cuando todo se conjuraba
en nuestra contra, y que nos prestó la ayuda de sus capi
feliz” la del Subalterno. Para la del jefe no le quedaba tales “ cuando” en los pasos iniciales de nuestra adolescen
ni un epíteto. Y eso que el último habló con más pre cia “ apenas éramos dignos de su confianza” .
cisión, en el país ante cuyo gobierno la misión estaba -r
acreditada, dirigiéndose al heredero al trono de ese L Esa enormidad, cuya exactitud discutiremos “in ex
país, mientras el primero lo había hecho como partí- '■} tenso” en otro capítulo, quedarla mal en labios de utl
cular, hablando con un simple repórter antes que la \ argentino “ebrio” o “dormido”. En lá de un oligarca
j misión hubiese comenzado sus actividades oficíales. El ; es en cambio de una perfecta adecuación. Ocupa en
agravio que aquellas comparaciones implican para el j el discurso del Dr. Roca el lugar correspondiente al
honor de la Nación no es poco sensible sólo para los j del concepto análogo en el del príncipe de Gales. Por
Demócratas Nacionales, nombre actual de la facción _ que es la característica de este diálogo entre los re-
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y 2t O B O L F O JULIO I R A Z Ü S T A
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Z A A R G E N T IN A Y E L IMPE RIALISMO BRITANICO
presentantes de dos naciones distintas, que los temas
-enunciados o insinuados por el interlocutor que habló argentino hubiera podido, sin faltar a las reglas di
en primer término, son regularmente repetidos, cuan O plomáticas, tachar en el del príncipe de Gales aque
do no ampliados, por el que habló en segundo termino, llos pasajes que implicaran juicios demasiado persona
viniendo los dos a decir lo mismo, como si los dos les sobre nuestra historia. Pero el Dr. Roca ha demos- J
hombres de Estado representaran la misma nación. trado ser oligarca antes que argentino.
Donde el príncipe de Gales había aludido a la supuesta Ésa opción es tan terminante que le hace descono
deuda política que tenemos con Inglaterra, el Dr. Ro cer hasta la mecánica del .imperialismo. Con su rendi
ca aclara que ella consistió en “asegurarnos la Inde miento colonial habrá ganado para sí la buena volun
pendencia3’; donde el uno había enaltecido a los cam tad de un príncipe; para su país no ganaría ni un
peones ingleses" de la libertad y de las instituciones lugar ventajoso en el concierto imperial británico.
libres en América, el otro precisa: “las luminosas en Nunca se insistirá demasiado sobre la enormidad |
señanzas de vuestro pasado que jalonan los más gran consistente en qne un embajador de tal importancia
des estadistas y los más elocuente oradores de que se contribuya voluntariamente a disminuir la jerarquía
guarde memoria“ ; donde el primero habla de un siglo del Estado que representa, a desnaturalizar las glorias
de amistad sin nubes, el otro se remonta un cuarto del pueblo a que pertenece, a fortalecer la mistifica
de siglo más arriba en busca de los orígenes de esa ción sistemática que niega a su raza y a su cultura
amistad, llegando hasta el contrabando inglés contra un rango eminente en el mundo civilizado. Considera
el monopolio español; donde el representante del Im da desde el punto de vista patriótico la actitud del
perio había afirmado silogísticamente que, por la car señor Roca sólo puede ser calificada de inverosímil,
ne, nuestro porvenir depende de Inglaterra, el repre pues sólo la inverosimilitud podría salvarla de una
sentante de la República reconoce que “la Argenti- condenación más enérgica y grave. Pero si se tiene l
na, . . es, desde el punto de vista económico, una parte en cuenta el propósito inmediato de entablar negocia
Integrante del Imperio Británico“ ; donde el inglés ciones que involucraban cuantiosos intereses privados
había hablado de nuestro futuro Horacio (como si no y públicos, la ineficacia del negociador surge espon
tuviéramos poetas; líricos tan grandes como los de táneamente de la posición por él adoptada. En efecto, \
cualquiera otra nación), el argentino habla de nues ¿quién que pretenda sostener con eficacia su derecho
tra “cultura incipiente“. Hasta el audaz tema del prín y preservar su haber comenzará por cubrirse de in
cipe de Gales al decir que nuestra “historia será tan dignidad, atribuyendo suma virtud a su contrincante,
magnífica“, tiene muda correspondencia en el discur con olvido de la propia y de la verdad? ¿Cómo podrá,
so del Dr. Roca. Su falta absoluta de trémolos patrió quien tan fácilmente decide la índole de las relacio
ticos constrasta con el abuso do ellos que luciera su nes anteriormente mantenidas con la otra parte, esta
interlocutor. blecer claramente la legitimidad de las ventajas que
La fundamental similitud entre los dos di.scur ios solicita para la suya? Más adelante haremos ver las |
revela que, como en todos esos casos hubo previa co consecuencias' materiales de la actitud espiritual en
municación recíproca de los mismos. Un representante que se colocara nuestro negociador antes de empezar „
la negociación.
42 *
43 ;
JUA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITÁNICO
dependencia argentina por Inglaterra, una de las pri declaración”. Sin embargo, ¿figura Vergennes entre
meras potencias mundiales que lo hiciesen, de donde los libertadores de: Norte América? Aunque figurara,
| la importancia de aquel acto y de su autor. Su memo el acto de Canning no es tan acreedor a nuestra gra
ria debe, sin duda, ser considerada por todo argen titud como el de Vergennes a la de'los norteamerica
tino como la de los personajes principales que han in nos. En tercer lugar, el texto mismo del documento
tervenido en los hechos salientes de la amistad anglo- designado como reconocimiento de la República Ar
| argentina. Pero, de ahí a reconocerlo como uno de gentina por S. M. B., documento firmado por Canning
nuestros libertadores hay un abismo que no debe fran en 1823, no es un reconocimiento de la Independencia1,
quearse sino sobre el puente de la más sólida verdad sino la simple formalidad con que se acredita un cón
| histórica. £Tuvo el reconocimiento de la independen sul comercial en un territorio donde la soberanía este
cia argentina por Inglaterra la importancia que se le aún en discusión o dividida, como los cónsules que las
asigna para reclamar hacia su gestor una gratitud de potencias europeas acreditaban ante las dependencias
carácter tan sagrado como la que se debe a los líber- del Imperio Otomano, aún reconociendo el dominio
\ tadores? Veamos. eminente de la Sublime Puerta sobre aquéllas.
j En primer lugar no fue un hecho aislado en la po Entre el documento d el'15 de diciembre de 1823 y
lítica del ministro ingles de relaciones exteriores, sino el tratado del 2 de febrero de 1825, que es el verda
uno de los tantos que lo caracterizaron a paxvtir de su dero reconocimiento del gobierno de Buenos Aires, hay
vuelta al ministerio en 1822. Esa política tuvo sus nada menos que la batalla de Ay acucho, es decir, la
motivos, principalmente europeos, que no es del caso extinción del último foco de resistencia española en
í examinar. Pero indudablemente no se debe a una es América.
pecial consideración por nosotros, a un acto gracioso El reconocimiento nos dio lo que dan habitualmente
] que obligue nuestra gratitud. En segundo lugar, la esos instrumentos de derecho público, cierto estatuto
fecha del reconocimiento, posterior en tres lustros a legal entre las naciones libres. Pero su falta no nos
nuestra revolución, y en dos a nuestra declaración de podía quitar lo que habíamos obtenido gracias a la
Indepedencia, exhibe de parte de Inglaterra una pru perseverancia de nuestros políticos, a la inteligencia
dencia que tiene muy poco que ver con la generosi de nuestros generales, al esfuerzo de nuestros solda
dad. Todavía hasta 1814 se puede alegar.en disculpa dos — el grado de existencia nacional alcanzado has
de su prudencia, la alianza con España, en contra de ta entonces por el. país. Decir que éste le debe en algo \
Napoleón, y el resultado aún dudoso de nuestro mo su libertad al gestor del reconocimiento de su inde
vimiento revolucionario. Pero a partir ele 1816, nues pendencia es como decir que el padre de un niño no
tra decisión de independizarnos fue irrevocable, y la es el que lo engendra sino el empleado del registro
alianza con España, que fuera un obstáculo al reco civil que lo inscribe en el acta de los nacimientos.
nocimiento, había cesado a la caída de Napoleón.. Aho No contento con esa cita desdichada, el .Dr, Roca $
ra bien, Francia reconoció la independencia de las co agregó de su propia cosecha, que Inglaterra nos ayudó
lonias norteamericanas a las pocas semanas de la de “hasta asegurarnos la independencia”. Y esto es mu- f
claración hecha por ellas, “y por el solo hecho de la eho más grave. Antes de establecer en qué corusistió
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' RODOLFO Y J ULI O' I RA Z USTA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
esa ayuda, conviene sentar ciertos pañncipios sobre tector. Pero es evidente que pueden variar al infinito
j 3a gratitud estadual. Rara vez un Estado ayuda a una entre la gratitud recíproca y la gratitud unilateral,
parte'de otro a disgregarse de este último, es decir, según sea el balance de los e*sfuerzos comunes. Y va
a independizarse, si no está directamente interesado de suyo que en ningún caso, ni en el de una deuda
| en la operación. Así, Inglaterra nos ayudó por dispu politica cuantiosa, la gratitud puede distraer al eman
tarle a España el dominio del mundo, ludia que en cipado de la preocupación por sn propia dignidad.
aquella época estaba aún indecisa. Antea de querer Nosotros podríamos reclamar, con más derecho que
libertarnos de España non había querido esclavos de ningún otro pueblo, la gratitud ilimitada de los que
ella misma. Francia ayudó a las colonias norteameri libertamos, porque hicimos todo, o casi todo, lo que
canas a independizarse de Inglaterra, porque ésta le se hizo en esas magnas empresas libertadoras. El in
había quitado el Canadá veinte años antes, precisa dicio más aparente : era nuestro el capitán que ganó
mente para defender a sus coljúiias -de la presión las guerras de Chile y el Perú. Y mientras Lafayette,
francesa. Ese desquite fue preparado con esmero por cuyo nombre simboliza- lía ayuda francesa] a. Norte
Luis XV y Luis XVI, quienes en ese breve plazo crea América, estaba a las órdenes de Wàshington, San
ron una marina tan poderosa como la del rival inglés. Martín tenía bajo sus órdenes a O’Higgins.
En la guerra de la independencia norteamericana era ¿Fué.ilimitada esa gratitud? Pero, dejando de lado
tal vez mayor el interés directo de Francia que el de un caso que admite especiales determinaciones, y del
\ los colonos de Nueva Inglaterra. Nosotros mismos, que -cual sólo debemos hablar con modestia, por tratarse
ayudamos a Chile y Perú a independizarse, lo lucimos de servicios entre hermanos, analicemos otros dos, que
por solidaridad americana, pero también para asegu se prestan a un ajustado paralelo sobre la gratitud
estadual. Las semejanzas y las diferencias entre la
rar nuestra propia independencia, que peligraba ayuda de Francia a las colonias inglesas y la de In
mientras el Perú fuera español. glaterra a las colonias española*?, en las respectivas
| De otra parte, es muy raro que la ayuda ajena val guerras de emancipación, son muy ilustrativas.
ga más que el esfuerzo propio del pueblo que se inde- Ambas potencias europeas ayudaron "a las colonias
| pendíza. A los pueblos que no tienen la energía ni los •americanas del norte y del sur a constituirse en Esta
medios necesarios para ser libres, no hay quien pueda dos independientes, después de haber intentado arre
asegurarles la independencia. batárselas a las respectivas metrópolis. En ambos ca
| Ahora bien, si hay un país que no depende de ningún sos es muy problemático el desinterés con que proce
otro, que puede encarar con serenidad la perspectiva dieron las potencias europeas con nosotros y con nues
de las más peligrosas coaliciones y creer asegurada su tros primos del norte. Pero, hay una cosa, en que la
independencia mientras él mismo lo quiera, es el nues- •ayuda de una y otra difieren fundamentalmente, en
| tro. El pasado es lam ejor garantía de nuestro porve-1* ■el modo de operación y en la cantidad, Y eso es lo
nir. . .' i que debe graduar la diferencia entre la gratitud de lai
^ Esas consideraciones, que podrían llamarse de físi Argentina a Inglaterra, y de Norte América a Fran
ca política, no excluyen todo sentimiento de las rela cia.
ciones entre el país emancipado y sü interesado pro-
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R O D O L F O __ t JULI O IRAZUSTA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
El carácter particular de la iniciativa de Lafayette
Norte América que la independencia de ésta fué ase
a f a v o r de los insurgentes americanos ha podido ex
traviar acerca de la ayuda oficial de Francia a Norte gurada por aquélla? Quisiéramos ver un ejemplo.
Frente a eso, ¿cuál fué la contribución inglesa a la
América, por el hábito que tiene el espíritu moderno
de descansar en los hechos salientes de las carreras in independencia argentina? Desde lat insurrección popu
lar contra Napoleón en la península ibérica, Inglate
dividuales, descuidando la historia general, de mirar
los árboles y no ver el bosque. Lafayette partió sin rra era aliada de España; el tratado formal de alianza
entre los dos países, firmado por Canning y los repre
duda clandestinamente, hasta perseguido por las au sentantes' de la Junta de Cádiz, es del 16 de enero de
toridades francesas a pedido del embajador británico
1809. Como si entre esta fecha y 1806-1808 no hubiera
en París. Pero la ayuda secreta del Estado francés 'ocurrido un vuelco total de la situación política, In
era anterior, no sólo a la expedición, sino al proyecto glaterra en el Río de la Plata siguió por la intriga
mismo de Lafayette; y la ayuda pública fué posterior la maniobra que había empezado por la guerra. Antes
apenas en un año. Francia mandó su primer contin combatía de frente a la aliada de Napoleón; ahora
gente oficial de socorro a los rebeldes americanos en combatía en la sombra a su propia aliada. En esas con
cuanto éstos declararon la Independencia, es decir, en diciones no podía ayudarnos, como no nos ayudó, efec
1778: doce barcos de línea y seis fragatas. Poco des tivamente. En los momentos difíciles no nos diú ofi
pués, el segundo: una expedición con cuatro mil hom cialmente ni un barco, ni un arma, ni un subsidio, ni
bres de desembarco. Y así sucesivamente hasta el fin un hombre. Sus consejos de prudencia retardaron la f
de las hostilidades en 1781. Lafayette había sido un declaración de nuestra voluntad de separarnos de E s
simple voluntario francés; los otros héroes que sim paña, y terminada su alianza con ella, no hizo por no
bolizan la ayuda de Francia a Norte América (Fstaing, sotros más de lo que había hecho antes. El primer |
Rochambeau, de Grasse) eran enviados oficiales del empréstito que nos acordó es ele 1824, posterior en ca
gobierno de Luis X V I , al mando de tropas oficiales. torce años al 25 de Mayo, en ocho al 9 de Julio, El i
Reconocimiento de la independencia proclamada por reconocimiento de la independencia vino en 1824, cuan
las colonias en 1778, declaración de guerra a la Metró do nuestro propio esfuerzo la había hecho irrevocable,
poli en 1770, envío de escuadras, ejército, dineros: cuando habíamos libertado a dos pueblos hermanos,
eso puede llamarse .“asegurar la independencia” de un A cambio de sus buenas palabras y de sus consejos de
país. Eso es lo que Francia hizo por Norte América. moderación; la supresión de las barreras aduaneras
La derrota infligida por 'Washington a Cornwallis en colonialjes, le; permitió extraer del país millones de
1781 fué final porque la escuadra de Grasse dominaba moneda metálica en pago de los artículos manufactu
el mar, impidiendo el aprovisionamiento y el reembar rados con quemos inundara; y del famoso empréstito
co del poderoso ejército inglés .sitiado en Yorh Town. cobró regularmente los intereses todo el siglo pasado,
¿Cuál fué la recompensa de Francia? La pérdida ca salvo en los períodos de conflictos provocados por ella
si total de las sumas prestadas durante la lucha a su misma, no por nosotros. -
aliado. ¿Habrá tenido Francia la satisfacción poste Subvenciones a los “preeuxsosfes”, cartas de lord;
rior de oír en boca de un alto personaje oficial' de Strangford a nuestros jefes revolucionarios, sin duda
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RODOLFO T JULI O IRA ZÜSTA T
Capítulo VIII
63
RODOLFO y JULI O 1RAZUSTA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
cada uno su lado débil, consiguió que ambos abando gura en los discursos londinenses de nuestro extraor
naran, cada uno en. sentido opuesto, las repugnancias dinario embajador, mostró en efecto conocernos muy
- que en un principio les eran comunes ante la horrenda bien, aprovechando la crisis de la autoridad en 3829
sugestión, su maniobra obedecía a indicaciones oficia para protestar “contra el decreto argentino que reor
les del gobierno inglés. ganizaba el comando de las Malvinas”. (El actual prín
\ Fiel a su política de no dejar el control de las gran cipe de Gales, igual conocedor de nuestro país, ha sa
des cuencas fluviales en manos de un solo Estado —■ bido aprovechar un momento semejante para decir
cuando no era ella la que ejercía el control, — .Ingla nos ciertas cosas). La primera gobernación de liosas, l
terra aprovechó la coyuntura de nuestras disenciones con las facultades extraordinarias, explica el compás
con el Brasil e hizo todo lo que dependió de ella para de espera en la maniobra británica, como las circuns
dividir ribereños, preparándose el terreno para luego tancias en que aquél abandonó el poder en 1832 ex
despojar a cada uno de ellos de la respectiva mitad plican el sincronismo (veinte días de diferencia) entre
^ de soberanía. “Divide et impera”. Aunque no con las la transmisión del mando en Buenos Aires y la toma
mismas circunstancias agravantes, pues el tratado que del Puerto Soledad por el comandante Onslow, Du- I
firmó con nosotros no fué de alianza, sino simplemen rantc la espera la preparación había continuado, pues
te de amistad, hizo con nosotros, en plazo casi tan mientras la flota de guerra se hacía la mano en des
breve, lo que había hecho con España, contribuir a embarcos bélicos en los puntos vulnerables de la costa
amputarnos después de habernos anestesiado con su americana, las expediciones científicas — como la de
firma. Fitzroy y Darwin, — además de explorar el terreno,
j De- la consideración que le merecía el Estado cuya probaban los reflejos patrióticos del gobierno argen
1 independencia acababa de reconocer, reconocimiento tino, izando banderas británicas en islas de nuestra
que le agradece hasta hoy con tanto servilismo como dependencia, pretendiendo desembarcar en violación
un acto libertador, un vicepresidente argentino, nos de la cuarentena. El cañón del puerto indicó, el 2 de
dio la primera advertencia arrebatándonos las Malvi agosto de 1832, que todavía no había llegado la hora
nas en 1833. La conquista de bases navales en los pun esperada. El 8 de diciembre se elegía a Balcarce como
tos estratégicos de las rutas oceánicas era para ella sucesor de Rosas, después de alternativas que mostra
más importante que el respeto de la fe eterna jurada ron la división del partido federal dominante en dos
en los tratados. En verdad no podemos jactarnos de fracciones, la del mandatario saliente, partidaria del
haber conseguido que Inglaterra derogara en honor gobierno fuerte, y la del mandatario entrante, parti
nuestro sus principios. Que el tratado de 1825 no al dario de las formas regulares, circunstancia que el su
teró en lo más mínimo sus planes de expansión marí cesor de Mr. YToobine Parish no podía ignorar. Y el
tima, lo prueba la esmerada preparación del asalto 1* de enero de 1833 Inglaterra se apoderaba de las
de 1833. Uno de esos “amigos” ingleses de la Argen Malvinas. Si había asegurado la independencia argen
tina cuyo conocimiento de nuestras casas deja boqui tina, era sin duda respecto de los otros Estados, no
abiertos a los que encaran fas relaciones internaciona de ella misma.
les con criterio literario, Mr. "Woobine Parish, que £i- Diez años más tarde, creyó llegado el momento de |
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R O D O L F O y J V L I O I R ' A Z U S T A L A AR G E N T IN A Y E L IM PER IAL ISM O BRITANICO
sometemos definitivamente, desconociéndonos el .de Martín a Mr. Diekson, el recuerdo del contraste su
recho de bloquear los puertos de un país que nos ha frido en 1808, y seis años de valor argentino perleuadie-
bía declarado la guerra, apresando nuestra escuadra, ron a Inglaterra la inutilidad de sus esfuerzos. La
arriando de nuestros mástiles el glorioso pabellón azul convención SouthernsArana reconoció la justicia- de
y blanco, entregando nuestros buques al enemigo, y nuestra causa. Después de seis años de lucha, nuestro \
rehusando declararse en estado de beligerancia con gobierno hacía aceptar en 1849 la posición defendida
'nosotros después de sus enormes atentados contra el por 61 en 1843, y sobre dos puntos esenciales del con
derecho de las naciones. Empezó por motivar su inter flicto ganaba terreno. Las primeras bases de arreglo |¡
vención con la defensa de la pacífica navegación, de postulaban el carácter internacional del río Uruguay
los ríos — límites, para luego reclamar la libre nave y la devolución del saludo inglés a nuestra baiulera;
gación de nuestros rígs interiores. Al mismo tiempo el arreglo definitivo internacionalizaba el río límite
que en la cuenca del San Lorenzo negaba a los yan respecto de los dos Estados ribereños, pero no de los
quis, linderos en el curso superior de ese río, la líbre demás países, y no estipulaba la devolución del saludo.
navegación, pretendía que las aguas de los tres prin-. Durante las variadas fases del conflicto, durante las f
cipa!es componentes de la cuenca píntense, fueran de diversas misiones que hicieron desfilar por la “gran
clarados internacionales. Al mismo tiempo que reco aldea” ilustres nombres de la diplomacia mundial del
nocía a Portugal el derecho de conceder o negar el siglo XIX, nuestro gobierno dio más. de una vez ría.,
cabotaje extranjero en los puertos de sus colonias, impresión de hacer girar la discusión sobre minucias
nos lo negaba a nosotros, en los puertos principales gramaticales, sobre x'ialabras. Por ellas parecía saeri- $
de nuestro territorio. Con la misma habilidad que los fíear los cuantiosos intereses materiales del comercio
fines, variaba los medios. Después de haber declara trabado por el largo bloqueo en aras de viejos ídolos,
do repetidas veces, por boca de sus embajadores y como especies preciosas quemadas ájfite carcomidas .
ministros de Estado, que en 1828 no había garantiza imágenes de palo. Al final se vio. que “soberanía”,. |
do la independencia oriental, en 1845, decía que sí, “bandera”, nos devolvían con creces las realidades
para sentar sus reales en un país cuya independencia u sustanciales que habíamos sacrificado en su honor. La |
no estaba amenazada.. Así, para garantizar la inde ■Igran afluencia de capitales extranjeros empezó en
pendencia uruguaya de la presión argentina, usurpó tonces; y como aceptaron venir sin condiciones, se
ella misma la soberanía del país que pretendía de- nacionalizaron. A»$í lo prueba el hecho de que en esa I
j íender. Ei arriendo de ía aduana de Montevideo, el época los capitales ingleses venían con nombres pro
desembarco de tropas y armas, la batería Purvis, la pios que dieron origen a grandes familias argentinas,
dependencia del gobierno uruguayo de los interven mientras en épocas posteriores vinieron anónimamen
tores europeos, son hechos tan evidentes que no sólo te. en forma de sociedades cuyas sedes siguen siendo
. no fueron negados, sino que han sido invocados como extranjeras y cuyas utilidades salen del país. Si lo j
gloria de la alianza de la oligarquía ríoplatcnse con que ahora es sangría, entonces fue transfusión, se de
Inglaterra. bió a nuestra firme voluntad de ser soberanos, a la
\ El cañón de Obligadot la luminosa carta de Sari garantía que ofrece todo Estado seguro de sí mismo.
56 57
R O D O L F O' y J ü L 10 I R A Z U■S T A
C apítulo IX
LA AMISTAD INTERNACIONAL
mos de los pocos países que le lían resistido. También muy aptos para sufrir la suerte de los países de esa
por necesidad. ■En cuando demos la impresión do índole.
ser mansos corderitos, el apetito del lobo se desperta La conciencia sobre la firmeza de nuestra indepen
rá. Equivocado sería creer que haya plazo proscripto dencia es santa y buena. Mejor es buscar los medios
para las pretensiones de Inglaterra. Los o dienta y de conservarla a toda costa. Medios morales, medios
cuatro años transcurridos desde el último conflicto materiales. Orgullo y fuerza. Esta última es indis])en
anglo-argentino, para nosotros son muchos, para ella sable, pero sola no bastaría para prevenir la renova
muy pocos, Después de un compás de espera, por largo ción de las tentativas de colonización que se repitie
que oca, sabe retomar su acción imperialista, no bien ron durante todo el curso de nuestro proceso forma-
se le presenta nueva oportunidad contra una presa co tivo. Hay que agregarle el tono que convenza de nues
diciada de antiguo, como hizo con las Malvinas, que tra decisión de usarla para defender nuestra indepen
volvió a ocupar "sesenta años después de haberlas eva dencia, no sólo de nuestra antigua metrópoli, sino
cuado previo reconocimiento de la soberanía española también “de todo otro poder de la tierra”, como dice
sobre las mismas, la declaración del 9 de Julio de 1816.
f Confiar en que esos métodos están excluidos de un Sin hacer el papel de la rana que reventó por emu-f
J mundo regenerado, sería peligrosa ilusión. Cuando en lar al toro, no tenemos por qué humillamos ante na
el Senado de "Washington se atreven a proponer que die, ni reconocer a nadie deudas políticas que no he
Francia ceda sus colonias americanas en pago de sus mos contraído, que no reconocen ni los que de veras
deudas de guerra; cuando Alemania reclama no sólo son deudores. Mucho menos en nuestras relaciones con.
la devolución de sus antiguas colonias, como lo hizo Inglaterra, cuya secular obsesión por la Pampa, cuya
desembozadamente al abrirse la reciente conferencia tradicional codicia de tierras solares, fecundas en pro
económica mundial, sino también, aunque con más em ductos espontáneos, de tráfico fácil, puede sernos útil,
bozo, los territorios europeos que le quitó el tratado pero, también peligrosa, según la cara que le mostre
de Veraniles; cuando Japón se apodera de la Manchu- mos. Si afable, pero digna, nos tratará como amigos;
ria ante la indiferencia del mundo; cuando los países si sumisa, como a inferiores. Porque no puede haber 1
sobrepoblados de Europa no ocultan sus deseos de ámistad sino entre iguales, por lo menos de corazón.
hallar salidas para sus excesos de población, pero sin
abandonar su soberanía sobre todos sus súbditos, no
es el momento de creer que sólo nosotros estamos a
exibierto de lo imperialismos renovados que.traen in
quieto al mundo. Especialmente después de haber si
do objeto de invitaciones como la de sir Heriberto
\ Samuel. Sin la voluntad de una metrópoli, tenemos una >
extraña tranquilidad de metropolitanos, junto con la
| fnás asombrosa curiosidad por el exotismo. No adver
timos que Europa nos considera exóticos a nosotros,
62 63
. £
ZA ARGENTINA. 7 EL IMPERIALISMO BRITANICO
ses hablaban de lo que ban hecho por nosotros, ¿por encama el señor Roca. Esa legislación, la más liberal \
qué nuestros representantes no hablaron de lo que del mundo, con que nos martillean los oídos, debió
nosotros hemos hecho por Inglaterra? ** servir como carta de nuestro juego diplomático, repar
| A la jactancia política de quienes se decían liberta rar una pequeña parte de los males que causara a la
dores de pueblos podían haber respondido con otra se nación. La radicación de los directorios fuera del país,
mejante, ya que la desigualdad de fuerzas entre los el fuero especial dentro de él, las condiciones suma
interlocutores se compensaba con lo paradógico de la mente favorables de las concesiones, la tasa del inte
afirmación inglesa y la evidencia resaltante que hubie- rés más elevada que en ninguna otra parte, junto con
| ra tenido la afirmación argentina. Al elogio del impe ochenta años de orden al amparo del cual los col oca-
rialismo británico debieron agregar una exaltación de dores extranjeros han rescatado varias veces sus ca
la generosa tradición diplomática argentina, que en pitales, forman nn activo capaz de equilibrar todos los
un sentido opuesto nos honra entre todos los pueblos pasivos que nos quieren presentar.
tanto como el imperialismo a los británicos. Dadas las Pero eso no era todo. Con Inglaterra tenemos una
dificultades que tuvimos con ese imperialismo, recor cuenta especial en que nuestros créditos son muy fuer
dar nuestro culto por el ai'bitraje, era aludir a ellas tes. Frente a las inversiones inglesas en la argentina
sin indiscreción. están las inversiones argentinas en Inglaterra. Duran
Por sus antecedentes políticos, una delegación pre te muchos años hemos invertido ingentes sumas de di
sidida por el señor Poca no podía argüir, para amino nero en animales de procedencia británica, ..en repro
rar la deuda de gratitud que los eolocadores ingleses ductores bovinos, ovinos y equinos, cuya aplicación
reclaman en todo momento, que sus capitales emi>eza- se refería casi exclusivamente al comercio con el Rei
) ron a venir sin ser llamados. Das dilucidaciones ante no Unido. Rara ese comercio se preparó nuestra ga
riores han mostrado que el jefe de nuestra delegación nadería; a ese comercio se dedicó el mayor esfuerzo
renegaba de la tradición colonial y del periodo del de nuestra industria, abandonando. o poco menos el
gobierno rosista, como si creyera que en el primer perfeccionamiento de las especies del país, preferidas
caso, no había Estado argentino, y que, en el segundo, por el consumo del país, más aptas para la exportación
el gobierno argentino estaba idealmente repartido en a los países europeos y sobre todo para la industria
tre los emigrados residentes en Chile, Uruguay y Bra- transformadora de índole saladeril, industria más per
j sil. Ko podía pues, decirles a los ingleses que su deseo manente y universal, completamente abandonada por
de invertir capitales en nuestro suelo era anterior a el comercio del frío a que nos invitaba el cliente in
ningún llamado, puesto que desde temprano dieron fa glés. Tal inversión, hecha inmoderadamente y sin los
mosos aldabonazos en nuestra puerta y al fracasar con recaudos necesarios, acentuó, al iniciarse, nuestra de-
los cañones volvieron con la sonrisa, sin condiciones pendencia del mercado británico, que ahora rehúsa el
. de ninguna especie. contacto con nuestra producción por razones de índo
I En cambio, pudo hacer valer de modo superior las le política que nuestros gobernantes, imbuidos de la
garantías y privilegios que dieron al capital extranje primacía de lo económico, no supieron prever nz con
ro los fundadores del régimen, cuya tradición política trarrestar.
60 67
RODOLFO r JULIO iBAZUSTA
*
Está claro que esa operación fuó comercial, no sen
timental. ¿No pasa lo mismo con la correspondiente
inversión de capitales ingleses en la Argentina? De
reclamarnos gratitud por ella, podemos reclamar con
igual derecho gratitud por nuestra inversión de capi
tales en Inglaterra.
Nuestros negociadores desdeñaron el uso de todas
esas cartas del juego argentino de un modo que no
es posible de críticas de detalle. Un tratado clásico de
estilo diplomático nos serviría para juagar desaciertos
protocolares, indiscreciones, que también se cometie
ron. Pero no nos serviría para juzgar la conducta ge
neral de nuestra misión, porque esos tratados se basan
en el supuesto de que los diplomáticos defenderán la C a pítu lo XI
posición del país que representan. Sus reglas de pru
dencia tienen por objeto moderar los exaltados senti LA NEGOCIACION
mientos patrióticos que se atribuyen implícitamente a
los embajadores, enseñarles a insinuarlo todo sin de
cir nada directamente, a ser cortés'sin humillarse, y La penosa negociación terminada por el convenio^
a defender los intereses que les están encomendados es más difícil de seguir que las actividades prelimina
sin grosería para la otra parte. Do que no pueden res de cortesía y protocolo. Loe discursos públicos se
prescribir es moderación en el elogio de la posición transmitían con bastante regularidad, a medida que
contraria, o defensa de la propia posición. Esto ya de eran pronunciados. Las discusiones comerciales no po
suyo, y aquello no es siquiera concebible. dían, por su misma índole, ser entregadas a la publi
, En este sentido, la misión Boca dio muestras de ex cidad. Hasta que no pase cierto tiempo, su relación
traordinaria originalidad. Es difícil que la hifetoria estenográfica no será conocida. Los resúmenes que los
diplomática registre nada semejante al caso de estos negociadores de una y otra parte facilitaban a la pren
embajadores que desdeñando hablar del país que re sa, eran forzosamente reservados e incompletos. De
presentaban se dedicaron exclusivamente al elogio del manera que el juicio sobre el desempeño de nuestros
país con cuyos representantes debían negociar sobre representantes en este período de la misión no puede
intereses muy contrapuestos, de tal modo que en esa ser tan categórico como lo ha sido sobr'e los prelimi
negociación anglo-argentina, todos parecían ingleses nares, como lo será sobre el tratado. Pero la línea ge
y nadie argentino. La causa de ese extraordinario fe neral de la negociación es relativamente fácil de se
nómeno se explicará en los capítulos finales; su resul guir, por lo menos para relacionarla con la conducta
tado desde el punto de vista de nuestro interés, en de aquellos, hasta el momento de iniciarse las discu
el próximo. siones comerciales. Y los debates del Congreso argen
tino revelaron ciertos detalles que pueden servir de
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69
RODOLFO r J V D I (7 IRAZUST A L a a r g e n t i n a y e l i m p e r i a l i smo b r i t á n i c o
jalones para el establecimiento científico de esa línea. taba era defender firmemente nuestras posiciones du
Nuestra misión salió dispuesta a pedir una ventaja rante la negociación. Si fuimos a Londres, quiere de- (
para las exportaciones de carne a Inglaterra. No se cir que la defensa nos parecía posible, como lo «3.
sabía lo que llevaba encargo de ofrecer. Pero so su Alas ¿podían resistir durante la negociación quienes
ponía que el gobierno 3e habría dado algún elemento se habían entregado antes de negociar? La resistencia
apreeiable de negociación. En su defecto, parecía con les era tanto más difícil cuanto que el contraste entre
fiarse en que la amistad del príncipe de Gales, de las sonrisas con que fueran acogidos en las recepcio
que disfrutaban casi todos los componentes de la mi nes mundanas y la seriedad que presentaba la discu
sión, obraría milagros. Suponiéndole al principe de sión comercial, debió tomarlos de sorpresa. Los abra
’ Gales la mayor buena voluntad toda ella no bastara zos habían sido en ensayo de la estrangulación; las,
a remediar la' deplorable posición en que habían que víctimas estaban desprevenidas ante lo inesperado del
dado nuestros intereses después de las declaraciones ataque.
obsecuentes de los diplomáticos “argentinos”. Debien La objeción inglesa sobre nuestra balanza comercial
do tanto, ¿cómo podíamos solicitar ventajas? Tenía favorable, era ridicula. Podría hablarse de paridad
mos que darlas, para ponernos al día. Todo lo que dié a restablecer en ese terreno si nuestra balanza de pa
ramos sería poco para saldar la deuda que nuestros gos no nos fueran tan desfavorable con Inglaterra.
negociadores reconocieron antes de iniciar la negocia Nuestros representantes bosquejaron la respuesta ade
ción, cuada. Pero sin duda no con la fuerza necesaria. Por
j -Así fue como, cuando todos creían que la discusión que ai final, el tratado sancionó la tendencia a un ab
empezaría sobre el asunto que interesaba a la Argen surdo equilibrio en el intercambio comercial, con -las
tin a el cable nos enteró de que los primeros asuntos ventajas correspondiente en la tasa del arancel sin la
\{ tratados serían los que interesaban a Inglaterra. El ventaja correspondiente que en vano pretendimos so
..vuelco de la situación sorprendió a todo el mundo, bre la cifra de la cuota asignada a la carne argentina
menos a los que habían seguido atentamente las acti por la conferencia de Ottawa. Pero es claro, un sim
vidades preliminares de nuestra misión y conocen el ple recuerdo de los reconocimientos de gratitud he
valor que en diplomacia tienen palabras de más o pa- chos por nuestros negociadores habrá bastado a los
| labras de menos. Las increíbles confesiones de depen ingleses para imponer'su exigencia. Cuando llegue el
dencia económica, de deuda política, hechas por nues momento en que nos paguen todo el precio de nues
tros delegados, del jefe hasta el último subalterno no tros cereales y nuestras carnes con sus artículos ma
podíaii tener otro resultado que el reconocimiento de nufacturados, y tengamos que recurrir a la alquimia
la misma primacía del interés británico en la discusión para seguir haciendo el servicio de los capitales in
comercial. gleses con oro en lugar de especies, todavía no habre
No es todo. Era difícil que#el orden de los asuntos mos pagado la enorme deuda que reconocimos.-Desde
no nos perjudicara; se necesita mucha habilidad para este punto ele vista, la objeción inglesa era irrebatible.
negociar en condiciones favorables con Inglaterra, que . De los debates en el Senado argentino quedan para I
f sobra de entrada a potencias mayores. Lo que impor- la historia dos muestras de la derrota sistemática, to-
■ ?
■ 71' ■
70
% OE OL E O. T JULIO I n' A Z V sT A _ LA ARGENTINA 7 EL IMPERIALISMO BRITANICO
tal, de la posición argentina durante las conversado- redacción definitiva que la incluye, es pues otro triun
| nes de Londres. El Dr. Lisandro de la Torre leyó en fo de los ingleses. Esa frase incidental, cuya impoi*-
la Cámara Alta un telegrama del canciller al jefe de • tancia negó obstinadamente nuestro mundo oficial,
la misión, pidiéndole que tratara de obtener la inclu aparece ahora como un obstáculo a la utilización del
sión en la cláusula segunda del ort. I 9 del tratado la 10 por ciento de la cuota por la industria argentina.
frase sobre el nivel remunerativo de precios. Esa in El.actual ministro de Agricultura acaba de afirmar lo
clusión liabría significado que las “circunstancias im contrario de lo que dijo el interino, doctor Alvara
previstas” quedaban condicionadas por el “nivel remu do, en el debate del Senado sobre la ratificación.
nerativo de los precios“ ; que las reservas sobre el mí Cierto, ja responsabilidad del contraste total sufrido (
nimum de la carne enfriada, que como luego veremos,, en Londres es de los poderes ejecutivo y legislativo ar
son dos. se reducirían a una sola, a la menos grave por gentinos, que homologaron lo pactado por nuestros ne
su alca neo menor y su menor imprecisión. Pero los ne gociadores, en vez de rechazarlo. Pero sus causas no
gociadores ingleses mantuvieron la absoluta dexvincu residen únicamente en la insuficiencia con que el go
lación entre la reserva de la cláusula primera, referente bierno argentino afrontara la negociación.. La forma |
al “'nivel de precios remunerativos”, y la reserva de en que nuestros delegados se desempeñaron durante
la cláusula segunda, referente a las “circunstancias toda ella fue decisiva en el desastroso resultado. Bas
imprevistas”. Y su criterio prevaleció en la redacción ta comparar las exigencias de otra parte pobrísimas,
definitiva. de algunos miembros del Ejecutivo Nacional, con los
Lo mismo sucedió con el artículo 3* del protocolo. documentos firmados por el Dr. Roca, para apreciar
Perdido en 1932 el pleito sobre el control de la cuota la absoluta nulidad (más bien nocividad) de la inter
argentina por el gobierno argentino, el Dr, de Tomaso vención personal de los negociadores argentinos. Esa
se esforzó por obtener en las negociaciones de 1933 intervención estaba condenada al fracaso desde las
el mayor tanto por ciento que fuera posible para la primeras declaraciones de los componentes de la mi
industria nacional dentro de la cuota. En vez del 15 sión Roca; creemos quedos capítulos anteriores de es
por ciento que nos asigna el tratado, cifra que inclu te libro no dejan duda al respecto.
ye el 5 por ciento que va tenían los frigoríficos nacio
nales de Gualeguaychú y de la Municipalidad de la
Capital, el ministro de Agricultura de entonces pre
tendía el 15 o el 20 por ciento, con exclusión de la par
te de la cuota de que disponían aquéllos. Pretendía
un 5 o 10 por ciento más de lo que se consiguió. Pero
la derrota argentina del artículo 39 del protocolo que
hizo conocer el senador De la Torre no comportaba la '
frase incidental, sobre la no persecución de fines de
primordial “beneficio privado”, en las empresas ar
gentinas que se dedican a la elaboración de carne. La
72
C a p ít u l o I
CARACTERISTICAS GENERALES
S E G U N D A PA R T E
Salta a la vista la enmarañada redacción de algu
EL T R A T A D O nas de sus partes. Cierto, el estilo de los documentos
diplomáticos no ha tenido nunca fama de claro ni de
correcto. Mas el de este tratado realiza como pocos,
en algunas cláusulas, el ideal cuya norma establece el
dicho que se atribuye a Taíleyrand, maestro en el gé
nero, de que “la palabra se le dio al hombre para dis
frazar su pensamiento”. Ahora bien, da la casualidad
-que esas oscuridades se hallan en las cláusulas refe
rentes a lo que recibe la Argentina, mientras 3o que
recibe Inglaterra se halla establecido en cláusulas diá
fanas, meridianas.
Otra de las características del documento firmado en
X/ondres el L de mayo de 1933 es su abundancia en
consideraciones generales ajenas a un escueto inter
cambio de concesiones particulares recíprocas. Esto
podría aparecer como respondiendo a la moda, si se
tienen en cuenta otros documentos recientes de la di
plomacia nueva, cuyo tono singularmente filosófico e
RODOLFO t JULI O IRAZÜSTA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
iluminado contrasta con el positivo y concreto de la ñor aquí ausente (“la earne depende de los mercados
antigua. Lo desagradable es. que toda esa filosofía po del Reino Unido”), y la conclusión del silogismo, que
lítica o económica sea unilateral y se refiere exclusi la primera vez apareciera, no en el discurso del prín
vamente a nuestro país, sin los correspondientes jui cipe inglés, sino en el de nuestro vicepresidente de la
cios sobre la política y la economía inglesas que serían República (“la Argentina es, desde el punto de vista
necesarios para dar lleno cumplimiento al “do ut des”, económico, una parte integrante del Imperio Británi
a la equivalencia que es principio de los tratados de co”). Así reconstruía Cuvier, con un solo hueso fósil, t
amistad entre las naciones. Así, la frase incidental del da forma de animales de especies extinguidas.
artículo 1 *, por la que el Reino Unido reconoce “la } Aquella frase permite reconstruir artificialmente el |
importancia de la carne “chilled” en la vida econó I esqueleto de nuestra antediluviana dependencia de la
mica de la Argentina”, podía haberse suprimido sin ! economía británica. En el mundo actual somos econó- I
alterar 3a esencia del artículo. Es un juicio de los in Tilicamente una especie de las que no se ven más que
gleses sobre nuestra economía, sin correspondencia en en los museos, como el plesiosaurio en la zoología.
un juicio nuestro sobre la economía de los ingleses. Cuando en todos los países, hasta en los peor dotados \
Esa irrelevantc consideración no tiene otro fin que por la naturaleza, la economía unilateral está en ban
el de hacerle un lugarcito en el tratado al tema prin carrota, profesamos de nuevo la fe en ella. El pacto 1
cipal ele las conversaciones preliminares. El agente de Roca, antes de comprometernos por un tiempo a no
la finaliza inglesa en Buenos Aires, que era miembro evolucionar hacia la economía compleja, hacia el equi
de la delegación argentina, había dicho que nos pare librio entre la producción de materias primas y de
cíanlas a un dominio británico. El príncipe de Gales, manufacturas, descarta como mala esa evolución.
que la Argentina depende de la carne, y la carne del El reconocimiento, por Inglaterra de la importancia
que la carne “chilled” tiene en la vida económica de
J
mercado inglés, premisas de un silogismo trunco cuya
conclusión era fácil adivinar. El Dr. Roca había he la Argentina, lleva implícita nuestra profesión de fe
cho clara esa conclusión, diciendo; “La Argentina es, sobre lo mismo.
desde el punto de vista económico, una parte integran Ahora bien, la economía pastoril es lo que nos hace i
te del Imperio Británico”. Las “comparaciones poco dependientes de Inglaterra. Esa dependencia fué ma
felices” de nuestros representantes eran inadmisibles yor hace un siglo, pues entonces le vendíamos rauchó
en un documento de derecho público. El silogismo menos de lo que le comprábamos. Teníamos con ella
trunco deí príncipe inglés, de intención aún muy cla balanza de comercio desfavorable. Al contraer el,em
ra. Desfigurajido la premisa inarof como el autor del préstito de 1824, la tuvimos también de pagos. Y así,
silogismo suprimiera la conclusión “le tour ctait joié”. el tratado de 1825 pudo basarse sobre el principio de
| Con ese resto desfigurado ("la importancia de la car la libertad de comercio, sobre la absoluta reciproci
ne “chilled” en la vida económica .de la Argentina”), dad de derechos, sin que la ventaja fuera en los he
los entendidos podrían reconstruir por medio de la chos iguales para ambas partes. La libertad de co
imaginación el verdadero aspecto de la premisa mayor mercio era dominio inglés y esclavitud argentina.
(“la Argentina depende de la carne” ), la premisa me- El siglo transcurrido desde entonces provocó modifi-
T8
* w ••
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RODOLFO t JULIO IRAZUST A
L A A R G EN TI N A Y E L IMPER IALISMO B R I T A N I C O
«aciones substanciales en esa situación. La fuerza de ¡f
las cosas primero restableció el equilibrio, para luego o nacionalismo económico. Y en lo que derogamos al li
darnos una ventaja. El aumento de nuestra capacidad beralismo profesado, unilateralmente, en algunas partes
productiva 7 el encarecimiento de la manufactura in del tratado, lo hacemos para asegurar mejor las venta
glesa, habían tornado favorable para nosotros ía ba jas sin compensación que damos a Inglaterra, como
lanza del comercio anglo-argentino. La ventaja ingle p. e. en el asunto de los cambios.
sa en ía balanza de pagos se veía amenazada por el k Las cláusulas dispositivas no merecen comentario, pues
progreso científico allí donde las inversiones del capi no difieren de las que son de estilo en todos los docu
tal británico en la Argentina son más considerables. mentos de esa especie, y exhiben una rara claridad do
Esa marcha natural de las cosas ofrecía la perspectiva í;■ expresión en un texto por otra parte tan oscuro. Lo úni
de nuestra próxima liberación. Las sanciones oficiales co digno de observación es la cláusula relativa a la au
empezaron a obedecer, de una y otra parte, a las exi tenticidad de las dos redacciones, la castellana y la
gencias de la realidad, y el término de esa evolución se 2'
inglesa. La unidad de texto, la especificación de cuál
veía próximo en la forzosa disminución del comercio de los dos hará fe en caso de divergencia, facilita evi
| anglo-argentino. De pronto, las elementales medidas dentemente la interpretación. Ahora bien, en un trata
tomadas por el Imperio Británico para afrontar aque- do en que las únicas cláusulas de difícil interpretación
\ lia situación hacen temblar a nuestros gobernantes. El serán las referentes a lo que se nos da, la doble autenti
{ temor a lo nuevo les hace encarar todos los sacrificios cidad, lejos de ser una concesión a nuestra pequenez,
para salvar la rutina. Y el panorama se transfigura. sería un instrumento para abusar de ella.
Cuando parecíamos estar más cerca de la libertad, vol
vemos a caer en una negra servidumbre,
| Es por la fidelidad a un hecho político, no a un prin
cipio económico, que el tratado de 1933 continua el de
| 1825. En efecto, es la dependencia argentina de Ingla-
' térra, no la libertad de comercio, lo que ambos esta-
j blecen. Los medios varían, el fin es el mismo. En el de
1825, la dependencia se establecía por la libertad de
v ( comercio aceptada por las dos partes. En el de 1933, por
un régimen total de economía dirigida de parte de los
, ingleses; y de parte nuestra, por un régimen mixto, de
liberalismo e intervencionismo, calculado para resta
blecer artificialmente las condiciones naturales clesfa-
\ vorables de hace un siglo. Así es cómo, mientras Ingla
terra se reserva los medios de seguir su política de li
brecambio imperial, ‘nosotros no nos reservamos nada i' . , . * te
'equivalente para contrarrestarla con el proteccionismo, - ' • ; ' ;
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LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
82
R OD OL F O r JULI O IRAZUSTA LA ARGENTINA X EL IMPERIALISMO BRITANICO
mente en tai caso, hasta donde crea el gobierno del Ilei~ segunda del artículo primero ?' Esa asociación de intere
no Unido, después de consultar y cambiar todas las in ses no es absoluta. Podríamos confiar en que la resis
formaciones pertinentes con el gobierno argentino, que tencia de los dominios a macizas reducciones de sus cuo
crea necesario a fin de asegurar un nivel de precios re tas nos asegurarían contra una. reducción mayor que la
munerativos en el mercado del Reino Unido". La cláu del 10 por ciento, ilimitada, si la amenaza de las reduc
sula primera parece limitar al 10 por ciento la reduc ciones fuera idéntica para ellos y para nosotros Des
ción facultativa del gobierno británico, que el 'diasta graciadamente no lo es. Los “embarques experimenta
donde crea.,, necesario a fin de asegurar un nivel de les" quedan siempre a salvo de toda contingencia. La
precios remunerativos’' hacía temer ilimitada. Luego reducción del 10 por ciento, prevista para defender los
la cifra de importación del 30 de julio de 1932 no es precios remunerativos, y la reducción 10 por ciento, an
intangible, y cuando menos puede ser reducida en un te “circunstancias imprevistas" los exceptúan. El día
diez por ciento. Nuestra ventaja no está pues en el que, pu di endo sustituir nuestros productos, la sociedad
monto de la cuota fijado una vez por todas en una cifra de naciones británicas quisiera cerrarnos el mercado del
grande o pequeña, pero al fin intangible. Reino Unido, la conferencia internacional previa a la
¿Estará en la seguridad absoluta de que ese diez por reducción, estipulada en el convenio del V de mayo,
ciento será el último límite de la reducción La negati establecería solemnemente un ínfimo tanto por ciento
va es terminante en la segunda cláusula del artículo igual para todos, dominios, Argentina y demás países
primero: “Si, debido a circunstancias imprevistas, el exportadores de carne. Y al otro día, o paulatinamente,
gobierno del Reino Unido considerase necesario que las los “embarques experimentales” podrían devolver a los
importaciones de la Argentina, de carne “chilled", de dominios lo que les había quitado la conferencia, y aca
bieran reducirse en cualquier año en una cantidad ma so asignarles lo que se quitara a los exportadores no per
yor que el 10 por ciento menos que la cantidad impor tenecientes a la sociedad de naciones británicas. No hay
tada en el año terminado el 30 de junio de 1932, con pues en la equiparación con los dominios, ninguna ab
sultará con el gobierno argentino y con los gobiernos soluta seguridad que signifique para nosotros una ven
de le« otros principales países exportadores de carnes taja, a cambio de la cual damos la rebaja de los aran
(incluso aquellos que son parte de la sociedad de- na celes.
ciones británicas) con objeto de hacer arreglos' para El trueque de una realidad por una promesa ya se-1
la reducción de las importaciones de carnes “chilled" ría imprudente en un mundo que varía tan fundamen
y congeladas de todos los países productores". Luego, tal y rápidamente, cuyo ritmo quebrado hace ilusoria
tampoco hay seguridad de que el 10 por ciento será el toda garantía de estabilización. No sólo porque según
último limito de la reducción. el fabulista latino “nunquam est f idelis cum potente
¿Estará nuestra ventaja, negativa, pero firme, en al societas", y porque ya sabemos cómo respeta Inglate
guna parteí ¿Estará en haber asociado nuestro interés rra los'tratados, cuando están en juego sus intereses,
con el de los dominios, cuyas cuotas serían reducidas a la sino porque la buena fe misma no podría nada contra
par de la nuestra, caso de que ésta debiera ser reducida la instabilidad de las cosas. Ventaja es hoy, únicamen- j
en más del 10 por ciento, como lo establece la cláusula te, la ventaja inmediata, positiva, concreta. Lo demás
VC; • ' ■ : ■■ ; .®
B OB O L F O t JULI O IBAZJJSTA
Capítulo III
LOS CAMBIOS
' \ 82,
88
O '■P O i F O ■ t - J ü L I O I E A Z ü S XA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
*
do a las relaciones económicas internacionales de todo Runciman, netamente ventajoso para Inglaterra, es di
artificio reduciéndolas a su realidad de trueque. Y lia fícil no suponer qué dichas exigencias no difirieron en
sido Inglaterra, no la Argentina, quien ha empezado el calidad no en tamaño, de las que fueron aceptadas.
reajuste de la apariencia con la esencia. La ruptura del Es aventurado creerse más conocedor de los intere
orden económico había sorprendido al intercambio an- ses de un país extranjero que él mismo. Pero franca
glo-argentino con una ventaja comercial para nosotros mente, ¿podía Inglaterra obtener una. ventaja mayor
que superaba con creces, la desventaja financiera. Una que el privilegio sobre los demás países en el giro, com
vez pagados los intereses de la deuda' con Inglaterra, binado con un interés de 4 por ciento para la parte no
nos quedaba un excedente de giros sobre Londres que licuable de sus créditos congelados, garantías renova
nos permitía afrontar déficits de intercambio con otros das para la situación de sus capitales y la rebaja del
países. Con la regulación de sus importaciones de la Ar arancel ? Dentro del sistema que ha prevalecido, no.
gentina, Inglaterra había tendido a subsanar ese des Dentro de otro sistema, sí.
equilibrio, perjudicial a sus intereses en la actual si La total licuefacción de los créditos congelados, y la
tuación del mundo. supresión. del control del cambio, habrían conspirado,
Comprarnos únicamente lo necesario para' cobrarse por la consiguiente depreciación de nuestra moneda,
los intereses de sus créditos sobre nosotros, era elemen- contra la exportación británica, objetivo de da rebaja
t tal de su parte. arancelaria. Pero esa no es la única dirección que pu
De la nuestra, lo elemental era mantener ese equili dieron tomar las exigencias, declaradas inaceptables de
brio a toda costa, sin permitirle romperse a nuestras los ingleses. Hay la posibilidad de un zarpazo al oro
expensas. Si Inglaterra decía: comprar para que nos argentino. Desde el traslado de oro. consentido por el
paguen; nosotros deberíamos responder: pagar para que gobierno’ provisional, el depósito restante _en la Caja
nos compren. El pacto Roca-Runciman no ha respetado de Conversión es una presa indicada para la codicia de
esos principios elementales de equidad, Y antes de acor las potencias que se preparan a la lucha por la hege
dar a Inglaterra rebajas arancelarias inspiradas en un monía monetaria mundial. Y una exigencia de esa es
principio de reciprocidad comercial, que con ella es ab pecie era “a priori” más concordante que ninguna otra
surdo, le da garantías para la defensa de los capitales con la política implicada en Ottawa, de abandono del
, invertidos en la Argentina, y facilidades para el cobro mercado argentino y de los capitales ingleses inverti
de los intereses devengados por esos capitales. dos en nuestro país. De otra parte, a cambio de lo poca
El artículo 29 del tratado se refiere únicamente a lo que nos podían dar, no podían pretender lo que obtuvie
último. El tironeo habido én Londres sobre el asunto ron, pero sí una ventaja limitada, con precedentes cer
de los-cambios ha hecho creer que la fórmula registra canos en nuestra política financiera. Tomado aislada
da en esta parte de los documentos fué una transacción. mente, el privilegio sobre los giros es inferior a la li
Se ha dicho que las exigencias inglesas sobre el punto quidación en oro de todos los créditos* congelados. Pe
eran desmedidas, y que ellas no triunfaron. Pero no se ro como pieza del sistema que forma el tratado, es su
ha dicho cuáles fueron esas exigencias. Dada la armo-, perior. La entrega del saldo de nuestro metálico no !;
nía"existente entre todas las partes del pacto Roca- hubiese sido tan perniciosa como el reforzamienloh de
88
R O D O L F O r J U L I O 1 JL£AJL A LA ARGENTINA T EL IMPERIALISMO BRITANICO
Ja dependencia económica de Inglaterra que ha preva
lecido en los acuerdos de 1933. permite al gobierno afrontar el déficit de este año y
■„Sean cuales fueren las exigencias inglesas durante la del que viene, continuar su política financiera, y absor
negociación, el arreglo sobre los cambios está en concor ber por un tiempo más la importación facilitada por el
dancia con la rebaja del arancel y los privilegios eco artículo 39 y varias cláusulas del protocolo.
nómicos acordados a Inglaterra por el protocolo.
Para apreciar debidamente las facilidades de giro es
tablecidas en el artículo 2o, no hay qué olvidar que la
cifra de los créditos congelados no fué analizada ni
objeto de negociación, y que el protocolo elimina la po
sibilidad de un análisis, de una negociación de esa es
pecie. Ahora bien, dadas las ganancias leoninas pasa
das y presentes, del capital británico invertido en el
país, la estabilidad de esa situación y su adopción co
mo base de cálculo para el giro, significa que los ingle
ses tendrán facilidades para sacar de nuestro país un
interés módico respecto al mercado sudamericano, pero
más alto que el corriente en Europa. Lo que es una ex
cepción en el mundo entero.
El saldo no transferiblc, la excrecencia usuraria, que
no podría transferirse'sin la ruina de nuestra moneda,
queda legalizado en forma de empréstito a oro, apun
tala por un año más al peso, cuya estabilidad es pieza
importante del sistema implantado por el convenio, y
abulta la cifra del embargo inglés sobre nuestra eco
nomía.
El gobierno del cambio, punto que constituye excep
ción al liberalismo unilateral de nuestra posición en el
resto del tratado, asegura ¡a. efectividad de las otras
ventajas que damos a Inglaterra' Lo mismo pasa con
el empréstito, cuyo tipo de interés resulta exagerado
para préstamos exteriores en el resto del mundo, que
no revela crédito del gobierno, '(pues el empréstito a
oro es signo de descrédito), que rio es riqueza venida
al país, (sino riqueza sobre cuya futura salida debíase
negociar) que no es una ventaja para el país, pero que
90
91
Zyá ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITÁNICO
10'¿ 103
1i O D O L F O r J U L I O I R A Z V S T A 7<A ARGENTINA X EL IMPERIALISMO BRITANICO.
Unos por ¿mistad personal hacia el Dr. Iíoca, otros cía en actos de franqueza poco diplomática. La presión
por hacer de cualquier cosa un triunfo del gobierno» por medio de continuas reducciones de la cuota 'de im
los de más allá por amor a la política financiera del portación de carne enfriada, cuando la opinión argen
ex ministro Hueyo, que creían consolidadas por la con tina confiaba en la tregua provisoria estipulada en el
c lu s ió n del c o n v e n io , quienes hasta el día a n t e r io r .se
protocolo, era ejercida sin miramientos y hasta confe
habían estado combatiendo recíprocamente, y debían sada. Aquí había pasado inadvertido que el gobierno
reanudar la lucha al día siguiente, hicieron una tregua inglés tenía derecho a hacer reducciones durante 4la
momentánea, para formar un coro de. alabanzas algo negociación; y en vez de enojarse con sus negociado
desentonadas, pero que levantaron el ánimo deprimi res, que habían consentido a la otra parte esa ven
do de quienes no las esperaban. Las partituras giraban taja sin reservarse una equivalente, la opinión argen
alrededor de "las quejas de la opinión británica, tan tina se la tomaba con los ingleses, que no hacían más
unánimes (decíase) como la satisfacción de la nuestra. que emplear, en defensa de sus intereses, el arma que
El argumento no podía convencer sino a quienes ig el documento firmado el I o de mayo lee daba.
noraran la economía del orgullo inglés, al que todo le Un telegrama de Herbert Moore a “La Prensa”, deí
parece poco. El pueblo que en el siglo XVIII recibiera 12 de julio de 1933, exhibe al desnudo la situación:
como catástrofe nacional un tratado que le daba el do “Las relaciones angío-argentinas, después de haber j a
minio de tres continentes, no podía celebrar como un sado por un período de cordialidad que casi no tie
éxito el que su gobierno acababa de suscribir con unos ne precedentes, se están acercando a una crisis a causa \
antípodas que no se entregaban del todo. del enojoso problema de las tarifas, que está poniendo
Pero sirvió para preparar la apoteosis con bamba en peligro la suerte del convenio comercial anglo-
linas de la Bolsa de Comercio. Como al salir de un tea argentino. El ministro de Agricultura, mayor ‘W alter
tro, ilusionados por la serenidad del ambiente en que Elliot, durante el discurso que pronunció ayer en la
se desarrollara una ficción idílica, nos sorprende una Cámara de los Comunes, ya hizo notar que serían inevi
lluvia tempestuosa, las noticias que empezaron a lle tables nuevas reducciones en las cuotas para importa
gar de Londres sobre las ulterioridades.de la negocia ción de carnes enfriadas, y esto, agregado a otras in
ción sobrecogieron el ánimo de quienes creyeron que dicaciones de carácter oficial, ha contribuido a produ
la realidad no estaba en la calle sino en el rieníe esce cir cierta inquietud, aunque “se considera que están
nario de la Bolsa de Comercio. destinados a ejercer cierta presión sobre el gobierno
Nos habían dicho que el gobierno inglés no tenía in argentino a fin de que apresure la conclusión del acuer
terés en un tratado (pie nos daba tantas ventajas, arran do sobre concesiones arancelarias”. Y en otro telegra
cadas por la habilidad de nuestros negociadores. Y ma del mismo día: “De fuente autorizada se sabe que
ahora resultaba que ese Ínteres era enorme, al parecer el gobierno británico está descontento con la faBa de
mayor que el de nuestro propio gobierno. Día a día el progreso en las conversaciones sobre el acuerdo de ta
cable nos comunicaba la ansiedad de los inglesen por rifas anglo-argentino y que está preparando mayores
la conclusión definitiva del acuerdo, supeditada a la restricciones en las cuotas de importación de carne du
firma del convenio arancelario. Esa ansiedad sé tradu- rante el ultimo trimestre del año en curso, debido, “os
104 105
RODOLFO t JULIO IRAZUSTA RODOLFO t JULIO IRAZÜSTA
tensiblcmcnte”, a la situación de los precios "aunque aflojada del ministro británico de comercio, que el 19
de buena fuente se asegure que los mismos están desti de julio declaró a Villarreal que "había previsto la
nados a ejercer presión sobre el gobierno argentino posibilidad de extender el plazo acordado para la ra
para acelerar el acuerdo suplementario de tarifas. tificación”, el Ejecutivo apuró los trámites y obtuvo
Créese que el Ministerio de Comercio notificará den
tro de pocos días a la embajada argentina que consi la sanción legislativa, después de sacrificar mi pruden
te Dr. Hueyo.
dera necesario que se rebajen las importaciones a la
Gran Bretaña de carne vacuna enfriada para la prime
ra mitad del último trimestre del año en un 20 ó 25
por ciento por debajo de la cuota máxima de Ottawa,
pero insinuando al mismo tiempo su disposición de re
ducir las importaciones solamente en un 15 por cien
to durante el trimestre citado si la Argentina conclu
ye .satisfactoriamente el acuerdo sobre tarifas. Se ha
ce notar que si los ingleses restringen las importacio
nes de carnes durante la primera mitad del últñno tri
mestre de este año en un 25 por ciento, todavía po
drían, durante la segunda parte del mismo, imponer
una nueva restricción del 8 por ciento, sin violar,
en su opinión, el convenio anglo- argentino y sin ne
cesidad tampoco de imponer reducciones similares a
los dominios. Naturalmente que todo esto se entiende
desde el punto de vista de que el de agosto esté
completamente concluida la convención; pero “si así
no sucediera, es evidente que los británicos podrían
reducir Jas cuotas para las carnes argentinas en una
medida ilimitada”. ("Na Prensa”, jueves 13 de julio
de 1033).
Las amenazas brutales .eran alternadas con palabras
de conciliación que denotaban la ansiedad del gabine
te de Londres por el perfeccionamiento del convenio.
Las sonrisas de Kunciman, sucediendo a los frunci
mientos del ceño del coronel Elliot, serían tan irresis
tibles para nuestro gobierno como las alternativas de
brutalidad dulzura de Hércules para Grifa Ha. Sin
detenerse a reflexionar sobre la importancia de la
100 LO
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1¡A ARGENTINA Y EL ■IMPERIALISMO BRITANICO
IOS \
109
■
.I;
RODOLFO . í JULI O I R A Z U S T A I*i ARGENTINA 7 EL IMPERIALISMO BRITANICO
* por la conducta de los negociadores y por las condicio ción de la patente de patriotismo otorgada al Dr. Ro* #
nes en que el Ejecutivo Nacional iníciabá el debate ca, patente que el miembro de la internacional no po
en el Congreso, El gobierno, evidentemente impresio día otorgar sin evidente falsificación del cuño, el lí
nado por el escandaloso “bluff” de los ingleses, sacri der socialista pronunció en este debate uno de sus me
ficaba su ministro de Hacienda. Y la mayoría parla jores discursos. Denunció los peligros del control, del (
mentaria estaba decidida a cubrir a.'eu jefe, Dr, Roca, comercio de carnes por Inglaterra, la violación de las
- quien con su conducta al frente de la embajada era leyes sobre el monopolio por la entrega del 85 por cien
el que había fomentado el “bluff”. Y así se inició el to de la cuota a los frigoríficos extranjeros, la reite
f paradógieo debate en que Los llamados demócratas rada protesta de las sociedades rurales argentinas con- *¡
nacionales y socialista« argentinos hablaban como tra la conferencia de fletes que neutraliza el juego de
• „miembros de una internacional, y los miembros decla la oferta y la demanda, el absurdo de reducir los aran
rados de la internacional, como vulgares “patriotas”, celes sin previa denuncia de todos los tratados que
de interés nacional y soberanía. contienen la cláusula de nación más favorecida, el pe
En la Cámara de Diputados, el ministro informante, ligro de tarifas pr'eferenciales implicado en un acuer
afiliado al partido que preside un azucarero, apareció do arancelario tan mal planteado, el escándalo de es
*como librecambista al reconocer que podríamos indus tabilizar la abusiva situación de los capitales ingleses ‘
trializarnos, pero que el costo de nuestra industria invertidos en el país, la violación del tratado de 1825
“resultaría ele vaciísimo e inaceptable para nuestro pue por los acuerdos de Ottawa, etc., etc. Mas por sobre f
blo” ; y; defendió el control de la cuota de importación esa cerrada discusión de los hechos, en que por otra
de carne por lo« ingleses basándose en los argumentos parte el médico socialista estuvo mejor que todos los
del gabinete de Doadres. Y fue el primero en lanzar abogados que intervinieron en el debate en las dos
a la circulación el bonito argumento jurídico de que ramas del Congreso, el doctor Repetto fué el único que
la estipulación contractual a favor de otro país de se acercó al verdadero punto de vista desde el cual se
, un derecho que el nuestro no había ejercido no ora un debe encarar el pacto Roca, y tuvo unos arranques de
' abandono. Con el mismo fundamento se podría decir realismo político inusitados en el mundo oficial, y es
que la soberanía inglesa sobre las Malvinas y su actual pecialmente en el sector socialista de ese mundo: “Con
posesión de ellas, son la misma cosa. viene pensar en el porvenir y evitar las “ataduras irre
Obedeciendo a la ley de ese rigodón parlamentario, mediables” ; “en presencia de los acontecimientos ac
.el líder socialista, con olvido de sus principios, ocupa tuales, del mundo, especialmente de los económicos, lo
ba la posición que abandonaba el conservador, como que importa defender .no son los intereses más inme
éste ocupaba la posición que dejaba el socialista. El diatos, sino mantener algunas vías abiertas para dar*
Dr. Repetto se mostraba por un momento insensible nos una colocación en el porvenir”. (“Diario de Sesio
al interés del consumidor local, y preocupado por la nes”, 18. de julio de 1933). Dejemos de lado el juicio
amenaza a la industria fabril argentina; a la inversa de las intenciones del líder socialista. Pero el hecho de I
del Dr. Escobar, apoyaba su exposición en las razo- que en ese debate el buen sentido y el patriotismo es
| nes del ministro argentino de agricultura. Con oxcep- tuvieron de su parte, da la medida de lo que es el eon-
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R O D O L F O y , /' ü L I O I H A Z U S T A S\ i
LA ARGENTEA' t - E L IMPERIALISMO 'BRITANICO
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greso'“nacionalista” salido.de la revolución de septiem • . .v p #'
bre. to. Sería vano buschri"eh su *defensa del ^pacto Roca
El vocero del otro sector de la oposición fue rico una respuesta a las „-objeciones formuladas por 1¿
en revelaciones sobre el desarrollo de la negociación. oposición. Las palabras de nuestro canciller nunca tie~
Apárte' de la comparación entre el. diverso tratamiento nen nada que ver con la realidad. Pero de entre ellas
acordado 'por Inglaterra a Dinamarca y a sus domi hay que destacar dos frases que en concordancia rjeón
nios, a quienes cede el absoluto control de sus cuotas otras de los delegados extraordinarios, exhiben el cri
terio que rige nuestras relaciones exteriores, es decir,
’ respectivas, mientras no« rehúsa a nosotros el control la verdadera política argentina; “Estamos en una
de la nuestra, el Dr. Noble no hizo fíino dar informes “¿olorosa” dependencia de los mercados exteriores” ;
sobre los entretelónos de la misión, informes que por / “Y de ahí, señor presidente, cómo sin intervención
no haber sido negados, quedan para la historia y ya nuestra, sin tener voz ni voto en esa conferencia (de
"hemos homologado en precedentes pasajes de este li Ottavza), la palabra del primer ministro inglés nos
bro. defiende y limita los,efectos a que conducirían ris as
Sólo sus autores podían defender el monstruoso en piraciones de los dominios”. ‘(“Diario ele Sesiones”,
gendro. En primer lugar habló el ministro de Beíacio- 19 de julio de 1933). Tiene razón el Dr. Saavedra La
| nes Exteriores. El Dr. Saavedra Lamas es iniciador mas en estar engreído de la novedad de su diplomacia;
entre nosotros de la diplomacia ante el objetivo foto nunca ha hablado de ese modo un canciller argentino.
gráfico. Cultiva el tratado por el tratado como los Del Dr. Miguel Angel Cárcano ninguna definición
decadentes finiseculares cultivaban el arte por el ar- mejor ni tal vez más agradable para él que la siguien
¡| te. Cree que la política de los países es materia para te: es un suh-Saavedra Lamas. Así tampoco podía le
la teorización jurídica, y no que la teorización jurí vantar las objeciones de la oposición. Y puesto entre t
dica sea el instrumental de la política. No dormirá la espada y la pared por el 1 ider Socialista, confesó
hasta no haber salido en los rotograbaclos de la pren que la piedra angular del convenio era de cartón pin
sa modernísima tantas veces como un Briand o un tado. Interrogado sobre el carácter de esa garantía
Maedonald, sentado a las mesas de cancillería, cala de un mínimum de exportación de carne enfriada a
das las gafas doctoriles, empuñando la pluma histó cambio de la cual se consintieron enormes ventajas
rica, para firmar un documento cuyo contenido blan efectivas, el Dr. Cárcano contestó: “si lee mi expo
co o negro sobre el mismo asunto es lo de menos. Co- sición verá que “no” hay una garantía “si” los precios
fino buen loro de facultad nos dio en la Cámara lo que bajan”. (“Diario (fe Sesiones”, 19 de julio de 1933).
nos daría en el Senado; una acabada exhibición de En el Senado se repitió en miniatura parecida esce
psitacismo. Hablaba correctamente, sin una duda. Pe na. El miembro informante, como el de la Cámara,
ro. tan sin expresión que parecía no tener ni sospecha con su lección aprendida de.memoria, olvidada en cuan
de ló que decía. Y en el centón oratorio con que nos to. dicha, después de soltar enormidades sopladas, no
regaló ni un solo texto era digno de repetición. El Dr. intervino más en el debate. Los .viejos ideólogos de la
Saavedra Lamas* no h a ‘tenido la suerte que le enseña izquierda,• como salidos de un baño de'realismo juve
ran un poema de Víctor Hugo, como al loro deí cucu nil, limpios de los sistemas y prejuicios que malogra-
lí 2 313
A,
RODOLFO y JULI O IUAZUSTA LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
ran sus largas vidas, dieron al Congreso una lección Señaló la entrega de la soberanía argentina estipula
de buen sentido y patriotismo, no por tardía menos da 'en las cláusulas primera y tercera del protocolo,
admirable. El canciller con la misma intrepidez que Pero en tono frío, sin emoción verdaderamente patrió-1
en ln Cámara, repitió en el Senado que lo negro era tica. Su caricatura del estetismo diplomático, de la pac-
blanco, y su mayoría regimentada, emulando a los "ge* tomanía ministerial, fue magnífica. La invectiva, eP
nuflexos” del año 30, votó como si le hubiera creído. sarcasmo hubieran sido más políticos que aquella iro
Del discurso del Dr. Rothe bastará citar dos frases nía demasiado fina.
que exhibe el espíritu de vencido antes de pelear con Di ó la nota emocionante el anciano Dr. Matienzo,
que encaró la negociación, de otra parte realizada con quien recordó algunas partes de la historia verdadera
el mismo espíritu: "la situación nueva planteada por de las relaciones anglo-argentinas y usó la palabra
“la transformación de la política económica internacio soberanía no.como arma de oposición, sino como ex
nal de la Gran Bretaña”, constituye un hecho promi presión de una realidad sentida hondamente por 61.
nente” ; "Gran Bretaña ha dejado de ser un mercado Fue el único, entre todos los representantes de las dos
abierto”. Y catorce líneas más abajo; "Nuestro país razas del gobierno mezclados al asunto, que habló co
constituye un organismo económico con caracteres pe mo estadista. Por desgracia su elocución hesitante no
culiares "inmodificahles”. Será "siempre” una nación daba la noción exacta de la importancia que tenía su
en que las actividades agrícolas ganaderas primen so discurso. i
bre los demás”. ("Diario de Sesiones”, 27 de julio de De otra parte, si alguna vez la razón sirvió para dar )
1933). Ese criterio es el mismo que ha inspirado a vuelta una mayoría parlamentaria, no podía ser en as-
nuestros delegados en Londres y a nuestros gobernan te caso. Por los motivos enunciados en el capítulo an-\
tes en Buenos Aires. Demócrata^ cuanto se quiera. terior, la “concordancia” hallhba en el pacto Roca
¿Nacional? Bello nacionalismo que abre la boca ante nna de sus bases más sólidas; y la misma oposición
la ajena libertad de movimientos y a ojos cerrados nos no sabía ni podía oponerse como era debido. El Con- \
condena a nosotros a una eternidad pastoril. greso salido de la revolución no se apasiona por los
Multiplicando declaraciones de un oportunismo que asuntos del carácter internacional, por graves que sean.
contrastaba con su lia bit nal rigidez de principios, sí Más bien los aprovecha para evitar las discusiones de \
no de conducta política, el Dr. Lisandro de la Torre política interna y jugar al juego parlamentario con
pulverizó el tratado nnglo-argentino, discutiéndolo la serenidad que le permita mantener las complicida
punto por punto en cí terreno de los hechos. Además des post-revolueionarias.
demostró, el retroceso general de la posición argenti La forma en que se acabó por ratificar el acuerdo
na. del mínimum reclamado por nuestro país antes de arancelario esencial reveló al desnudo toda esa farsa.
las conversaciones de Londres, a las concesiones otor El canciller había incitado al Congreso a ratificar- los
gadas por nuestros negociadores en aquella capital; documentos firmados en Londres, minimizando la im
y el triunfo no menos general del gobierno 1)ritan ico, portancia de la primera ratificación con el argumento ’
cuyas pretensiones anteriores a la negociación queda de que más tarde, al discutirse el documento que se
ron satisfechas por el 'convenio en su casi totalidad. firmaría en Buenos Aires, habría tiempo para apre-
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RODOLFO y JULIO I 11 A Z U S T A
ciar toda la transacción con más espacio y conocimien
to de causa. Llegado el momento, el P. E. obtuvo de su
Congrego la ratificación del acuerdo arancelario en
cuarenta y ocho horas, en las últimas sesiones del pe
ríodo ordinario de 1933. Esa es la palabra de un ca
ballero en el gobierno.
Capítulo T ill
lia traído son nuevas ligaduras destinadas a mantener proseguir su liberación del comercio mundial y pre
y si posible reforzar nuestra dependencia de la'Gran pararse al gran destino que la naturaleza le promete
Bretaña, dependencia que la evolución natural de las en Sud América, es explicable el malhumor inicial del
cosas económicas y políticas en nuestro país y en el gabinete de Londres ante el proyecto de una misión
f mundo habían debilitado. Tara no citar sino dos ca comercial argentina. Era inconcebible que ésta pudie
sos de ese. proceso de liberación, el desarrollo comer ra ir a ofrecer algo más que pleitesía y rendimientos
cial de los medios de transporte inventados por la in de amor platónico a cambio de las ventajas a que po
dustria más moderna, amenazaba la primacía del fe día aspirar en la modificación de las grandes líneas
rrocarril, baluarte del capital inglés entre nosotros. de la nueva economía británica.
1 Y eí progresivo aumento de la explotación petrolífera El contraste entre aquel desvío de los ingleses por
nacional, amenazaba la importación del carbón. Ahora la negociación y la subsiguiente ansiedad por su per
bien; cu esos dos puntos de la economía argentina se feccionamiento se debe a las insospechadas perspecti
jugaba el porvenir, en nuestro país, del imperialis vas que, a poco de llegar, abrieron en Londres los
mo económico inglés. Este mismo, parecía de an miembros de nuestra embajada, realmente extraordi
temano aceptar esa derrota, parcial. Inglaterra, des naria. El grado de espíritu colonial de los diplomáti
pués de resistirse heroicamente, durante varias confe cos argentinos debió escapar a las previsiones unás li
rencias imperiales, a no interesarse por la *suertc de los sonjeras del gabinete británico. Este no podía rehu
capitales invertidos en la Argentina, preparándose a sarse a una negociación que la delirante anglo-manía
libertarse de nuestros productos alimenticios, acabó por de aquéllos le presentaba bajo los auspicios más fa
ceder a las exigencias coloniales. Y en la última con vorables. El resultado justificaría el cambio de acti
ferencia de Gttawa, empezó sus preparativos impo tud inglesa.
niendo cuotas a la carne argentina y un arancel ai Nosotros le dimos a Inglaterra: una rebaja arance- |
trigo, cosa esta última que en 1930 Maedonald había la ría que sus propios dominios no le otorgarán jamás,
declarado absolutamente imposible. Esa nueva políti aceptación sin discusión previa de la cifra de sus cré
ca, decidida en última instancia por la crisis mundial ditos congelados, estabilización de éstos en un emprés-*
que había separado las dos últimas sesiones de la Me tito a oro, privilegio de giro, control poco menos que
sa Redonda. sancionaba, con su amenaza a la indus absoluto de la industria frigorífica argentina, bene
tria frigorífica ríoplatensc/ la renuncia a defender a volencia para sus capitales invertidos aquí (es decir*
toda costa los capitales británicos invertidos en nues tranquilidad para sus ferrocarriles), régimen de ex
tro país. Era la política del buen sentido y de la hora. cepción para su hulla, etc., etc. Inglaterra nos dio una I
Como esa política no era de mala intención, y como promesa de estabilizar nuestra cuota de “chilled”, pe
Jos gobernantes ingleses no podían suponer que en ro con tantas reservas que si lo necesita o lo quiero
un mundo como el actual, cuya unidad económica ha t podría reducirla a cero.
sido rota por la crisis y el resurgimiento de los nació-j No habiendo contraído un compromiso incondicional,
nalismos y los imperialismos, la Argentina desprecia es difícil que Inglaterra acuerde a la Argentina el
la ocasión, que le ofrecía la fuerza de las cosas, de suplemento de buena voluntad extra-contractual en
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RODOLFO y JULI O I U A Z V S X A. Z>A ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITÁNICO
que reside la única garantía posible para nosotros. permisos de importación al Reino Unido. En lo ma
Nuestros sacrificios unilaterales, lejos de impedir, fa terial, el peor aspecto de la entrega del control de
cilitan la evolución inglesa hacia el librecambio impe nuestra industria frigorífica es la imposibilidad de per
rial o proteccionismo británico, que amenaza a nues seguir primordialmente, en las empresas nacionales de
tra exportación de carne. Respetada en el convenio elaboración de carne, fines dé^beneficio privado. Se
mismo, esa evolución se hará sobre una base cuyos- nos dirá que el capital argentino tiene todo el resto
mejores elementos proporcionamos nosotros. Un pri del comercio de la carne en el país para intentar la
mer término, Inglaterra puede llegar a la ecuación: creación de la industria frigorífica nacional. Pero es
manufactura por carne, para luego dar el oro que an evidente que la contestación no vale. El comeruio de
tes pagaba por aquélla a sus propios productores en la carne es gran negocio en nuestro país únicamente
primas a la. ganadería o a los dominios para embar en el renglón de la carne enfriada. Y sólo en ese ren
ques experimentales; pudiéndose decir que nosotros glón podrá nuestro capital privado animarse a entrar
mismos subvencionamos la competencia contra noso en el comercio de la carne en una escala que le permi
tros. En segundo término, durante la evolución hacia tiera después, como obra patriótica y menos intere
la prescindencia de nuestra carne, se asegura la can sada, abarcar la industria en todo el ámbito del país.
tidad de ésta que necesite para su consumo. Si el ex Ahora bien, el gran negocio es imposible sin la perse
perimento de provisión colonial no resulta, siempre cución de fines de primordial beneficio privado. Y la
estará a tiempo para volver a nuestros productos ali protección del gobierno apenas bastaría para despertar
menticios, los que, por no haber nosotros intentado la el espíritu de empresa en quienes encararan la indus
correspondiente evolución inversa, de prescindir pro tria frigorífica como negocio.
gresivamente del mercado inglés, le ofrecerán la mis Esa diferencia entre la libertad de maniobra ingle
ma o mayor baratura que antes, según los resultados sa y las ataduras argentinas que sanciona el pacto Ro
partíales del experimento imperial. Si éste resulta, ca es más sensible si cabe en el aspecto arancelario
dentro de tres años estaremos en peor situación que del mismo. Siendo para nosotros la cuota de “chilled”
hoy para negociar la renovación del convenio o ante lo más importante y para Inglaterra la rebaja del aran
xtn mercado cuyo cierre -definitivo habría permitido cel, no es verdadera reciprocidad que nos prometan
preparar en su faz técnica la reserva de las “circuns fijar en su estado actual firmes concesiones en el te
tancias imprevistas”. rreno de los aforos. La reciprocidad hubiérase hallado
La evolución correspondiente de la industria frigo en el establecimiento, en lo que depende del gobierno
rífica argentina, hacia la prescindencia del mercado inglés y no de la oferta y la demanda, de un mínimum
inglés, es imposible dentro de los compromisos con intangible de importación de carne argentina en In
traídos por nosotros con Inglaterra. No tanto por la glaterra, como se ha establecido un máximum intan
mala voluntad manifiesta de nuestro gobierno contra gible de aforo a los productos de manufactura inglesa
ella o la pequenez del margen consentido a la explo importados en la Argentina. A falta de eso, la rebaja
tación nacional, por lo demás sujeta a la dichosa bue arancelaria consentida-por nosotros hubiera sido acep
na voluntad inglesa por su facultad de conceder los table con reservas equivalentes a las del “nivel remn-
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RODOLFO r JULI O IRAZUSTA I,A ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
Ji era ti vo de precios” y “circunstancias i mprevi sí as” del
artículo primero del tratado. Esas reservas podían ha de los casos dentro de tres años), significa que no po
berse referido a la defensa de la industria y necesi dremos adquirir nuestros vestidos fuera del país y
dades fiscales argentinas, no, como lo hace el artícu estaremos en peores condiciones que hoy para fabri
lo 3? del tratado, para indicar el “modos operandi” carlos nosotros mismos.
de nuestra parte en la preparación del convenio aran Como si el abatimiento de la muralla aduanera no
celario, sino para conservar un medio de maniobra bastase, la operación sobre cambios tiende al mismo
equivalente al que conservan los ingleses sobre la cuo fin. La descongelación, de los créditos excepcional en
ta del "chilled”. el mando, no es la única ventaja que obtiene Inglate
Esa inferioridad se conjuga con la ya señalada en rra. El empréstito a oro, que significa enorme sacrifi
las estipulaciones sobre el comercio de carne para ha cio para nuestro país, le servirá a nuestro gobierno
cer irremediable nuestra inmovilidad frente a la es- para seguir con su política financiera, que es uno de
J pléndida libertad de movimientos inglesa. De todos los los cimientos del tratado. Llegando a tiempo para su
expedientes imaginables para prepararnos a prescin plir la progresiva disminución de las entradas fiscales
dir del mercado inglés, prescindencia que un día pue y hacer frente a un presupuesto que no disminuye en
de ser forzosa, es el aumento del consumo interno. Y proporción, el empréstito será un tópico de efecto mo
este sólo se puede obtener en los momentos actuales, mentáneo sobre la lepra deficitaria. Servirá para de
con el aumento del trabajo por medio de la industria fender la moneda por un tiempo más. Ahora bien, la
lización del país; no industrialización absoluta, sino estabilización del peso, frente a una libra fluctuante
tendencia a la armonía económica entre la manufactu mas con firme tendencia a la baja, significa; de nues
ra y los productos fáciles del agro argentino. Ahora tra parte, renuncia a la mejor defensa contra la im
bien, suponiendo que el acuerdo arancelario no lesione portación, y de la de ellos, “dumping” monetario. La
la situación actual de la industria fabril argentina, depreciación de la libra abarata cada día más el cos
esa situación no permite su desarrollo ,en la medida que to de la producción británica, lo que sumado a la re
es necesaria para apuntalar la evolución de la indus baja de nuestros aranceles es una doble prima a la
tria de elaboración do carnes hacia la independencia importación de esa procedencia; de otro lado, la pro
respecto del mercado inglés. gresiva disminución en el exterior, del poder adquisi
/.Es seguro que el pacto Roca no lesionará ninguna tivo de la moneda inglesa conspira contra nuestra ex
de las industrias fabriles afianzadas a favor de la pa portación de carne enfriada.
ralización del intercambio mundial en los último.« años, Dejando para otra ocasión el examen de lo que nos
como lo afirma el Dr. Cáncano en su boletín de triun lia costado la benevolencia hacia el capital extranjero,
fo posterior a la conclusión del acuerdo arancelario? especialmente británico, el compromiso de continuar
Por lo pronto, parece que la del tejido está muy ame esa política es ahora mucho más indefendible que en
nazada. Y la amenaza al tejido significa, para cuan el pasado. Antes pudo servir para atraer capitales, que |
do tengamos que guardarnos los saldos exportables de vinieron en condiciones de privilegio abusivo, y es
carne y do cereales (como puede suceder en el mejor quilmaron al país, pero que en parte valorizaron su
riqueza natural. Ahora ya no servirá sino para salvar |
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^ RODOLFO y JULIO 1RAZUSTA jM- 'ARGENTINA 7 EL IMPERIALISMO BRITANICO
lo que sea 'salvable de los beneficios de aquel abuso. situación que dicen atravesar. Se sabe que el interés
Seguirá permitiendo y facilitando a los ferrocarriles declarado por ellas no está calculado sobre un capital
ingleses, por ejemplo, la percepción de un interes ex real ni sobre una ganancia bruta. ¿Cómo es que ni en
cepcional en el mundo, y si se aprueba la ley sobre las épocas de mayor prosperidad no declararon ganan
coordinación de los transporten se combatirá artifi cias mayores al interés mínimo que les garantizaba el
cialmente la competencia natural de los vehículos mo gobierno argentino? ¿Cómo es que en los momentos
dernos. Un directorio de Londres ya reclama la para de mayor depresión de la crisis actual siguieron pa
lización de construcciones del Ferrocarril del Estado gando al gobierno inglés el impuesto a la renta?
que afecten zonas de influencia de un ferrocarril ex Suponiendo que las quejas sean justificadas, que la
tranjero. Pero ni con los mayores sacrificios se atrae- módica ganancia declarada por las compañías com
$ rán nuevos capitales del Reino Unido.,En lo referente prenda las ingentes sumas enviadas a Londres en con
al crédito exterior se puede asegurar que la política cepto de impuestos, el compromiso de benevolencia
rige a la economía. El canciller inglés declaró en la significa renunciar a sugerirles que modernicen su ex
Conferencia Económica Mundial de Londres, que para plotación, y que lejos de esperar mayor tolerancia a
nuevos créditos, sería necesario crear cierto control su rutina, deben hacer todo lo necesario por rebajar
del país prestamista sobre el país emprestador, como las tarifas, sustituyendo el viejo combustible por el
única manera de devolver al publico suseriptor la con más moderno. Se sabe que, donde los ferrocarriles usan
petróleo, hacen por parte baja una economía del 50 por
fianza perdida, agregando: "Por el momento, no nos ciento. La benevolencia prometida en el protocolo sig
debemos ocupar de nuevos préstamos sino de asegu nifica la renuncia del Estado a intervenir para que
rar el -pago de los ya efectuados”. La benevolencia una preciosa posibilidad se realice en beneficio de la
hacia los capitales británicos puede servir para este industria argentina: la rebaja de los fletes basta don
último objeto, no para el primero. de lo permita la economía hacedera en el combustible.
En combinación con el trasnochado compromiso an El régimen de privilegio prometido al carbón ani
terior, el de mantener libre de derechos la entrada y quila uno de los medios para fomentar la producción
estudiar el modo de conservarle al carbón inglés su de petróleo nacional. La protección contra la compe
situación actual en el mercado argentino, paraliza tencia del bajo precio de la hulla inglesa podría dar
nuestras industrias de toda especie en el afligen te es gran impulso a Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Por
tado que es hoy el de ellas. La ganadería y la agricul lo pronto se obtendría la rebaja en los fletes con sólo
tura deben perder toda esperanza alivio por ese la obligar de ese modo a los ferrocarriles a cambiar do
do y la manufactura en pañales, de un vasto desarro combustible, sobre la base del precio actual del petró
llo. gracias a la rebaja de los fletes. leo en el país. La rebaja de los fletes, más la carestía
La benevolencia significa renunciar al análisis de artificial del carbón, fomentaría la evolución de toda
las quejas de los ferrocarriles extranjeros sobre la ale la industria fabril hacia el consumo del combustible
gada disminución de sus ganancias. nacional. Y terminada esa evolución podría volverse
La falta de dividendos que alegan casi todas las al régimen librecambista en el combustible, sin temor
compañías, no basta para demostrar la angustia de la
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R O D O L F O y J JJ L I O I R A Z Ü S T A
ZtA A R G EN TI N A Y E L IM PERIALISMO B R I T A N I C O 1
a la competencia del carbón inglés, con una forzosa do Inglaterra misma tiende a sustituir el carbón de
rebaja mayor en el precio del petróleo nacional, y las la isla por el petróleo colonial para modernizar su in
naturales ventajas suplementarias para la indos tria. dustria y abaratar el costo de producción de su ma
Tan halagüeñas perspectivas quedan en suspenso, nufactura. Y así de lo demás.
no sólo debido a la manifiesta mala voluntad o falta No pudiendo probar que tan ingentes sacrificios ha
de iniciativa de todos nuestros gobiernos, sino a los llen compensación firme en los acuerdos concluidos,
compromisos recientemente contraídos con Inglaterra. los defensores de éstos dicen que eran necesarios para
Durante tres años quedamos empantanados en nuestra conservar esa benevolencia extraeontracfual de In
rutina económica, en situación peor que la de antes, glaterra en que, repetimos, reside toda la garantía ar
porque ahora liemos renunciado solemnemente a salir gentina. Y ei argumento parece mejor que todos lo»
del pantano. Para ello somos alternativamente libre anteriores. El doctor Saavedra Lamas aludió al infor
cambistas y proteccionistas, siempre a contrapelo. Fo me del doctor Roca sobre las grandes posibilidades
mentamos el intercambio comercial, pero defendemos que tenía el gobierno inglés para prescindir, si lo que
la moneda, ambas cosas en beneficio exclusivo de In ría, de nuestra carne. Esas posibilidades existen. Pero
glaterra y perjuicio nuestro. Damos a. aquélla una ven no en. la medida que da el informe aludido y aquí es
taja arancelaria sobre la base de la reducción, no de tamos en el verdadero terreno de la discusión.
la preferencia, como hacen los dominios, para cada Que Inglaterra tendiera a prescindir inmediatamen
uno de los cuales la manufactura nacional es intangi te de nuestros productos si no íbamos a ofrecerle las
ble; y con nuestro Hbrecambismo industrial le permi ventajas que le dimos; que lo consiguiera, si no có
timos a Inglaterra afianzar industrias nuevas que ella modamente, con la sumisión del consumidor inglés, es
fomenta con artificio por medio de la protección. .Acep posible. Pero no probable. Entre la conferencia de
tamos el principio de la igualdad comercial y el de Ottawa y el anuncio de nuestra misión comercial, m
asegurar la suerte de los capitales del mayor acree actitud no había sido hostil; la forma en que había
dor, lo que es contradictorio. No teniendo capital pro defendido en Ottawa su libertad de movimientos para
pio es absurdo obligarnos a recibir manufactura por proseguir el intercambio extraimperial (el 70 por cien
materia prima y a la vez dar seguridades a la .cartera to de su comercio exterior) denotaba su propósito de
de créditos; somos el único país deudor del mundo no encerrarse en un sistema fijo, y que su evolución
que se compromete a cumplir más de lo que le admi hacia el proteccionismo no podía perjudicarnos inme
ten como pago en especie. Confirmamos nuestra clásica diatamente, sino a la larga; las reducciones de la cuo
benevolencia para con los capitales británicos inver ta de nuestra carne enfriada no llevaban el ritmo que
tidos en el país en el mismo convenio que confirma tomaron después.
la mala voluntad inglesa para con los productos ar La aceleración del movimiento en las reducciones de
gentinos. de que Inglaterra trata de prescindir por bióse con toda evidencia a la primera intuición del
medio de los “embarques experimentales”. Nos com gabinete de Londres sobre lo que podía sacar de n u e s
prometemos a seguir importando en lo posible la mis tro miedo. Obtenidas esas ventajas es probable que su
ma cantidad de carbón inglés que basta ahora, cuan evolución hacia el consumo de productos alimenticios
127 :
RODOLFO t JULIO IRAZUSTA LA ARGENTINA Y til IMPERIALISMO BRITANICO
*T ’
coloniales sea nías lenta, ¿Es seguro1? Y sobre todo, lo tendría que ser absoluta; no como la participación en
que es esencial, ¿detendrá Inglaterra esa evolución de el Imperio de un gran dominio semilibre, si no como
bido a aquellas ventajas? la de una dependencia directa de la Corona. No están- f
Depende. Si la situación mundial mejora de modo do ya Inglaterra en situación de jugarse en cada po
jl sensible, es probable que sí. Si, como en de prever, sesión por la primacía en el mundo, como hace un si
la (situación mundial empeora, es casi seguro que no. glo, sólo se sacrificará por aquellas que estén dentro
Ahora bien, en el primer caso no necesitábamos hacer de la órbita de los puntos vítales para su política im
concesiones para seguir teniendo la buena voluntad do perial, como Sud Africa y la India. Ahora bien, noso- ^
Inglaterra; su propio interés nos la aseguraba En el tros quedamos fuera de esa órbita, porque Inglaterra
segundo caso, las inmensas concesiones que le otorga parece haber renunciado a intervenir en la política
mos sin compensación no nos valdrán de nada; el in del Pacífico, el otro gran aspecto de la situación mun
terés es superior a la buena voluntad. dial. Y esa participación de la Argentina en el Impo I
j| Basta observar el celo con que Inglaterra defiende rio Británico al 'estilo de los dominios que es el ideal
su libertad de movimientos ante el confuso porvenir confesado de tantos oligarcas, no nos valdría la soli
inmediato para convencernos de la importancia de su citud de la ansiada Metrópoli en un momento de apu
maniobra, y de la torpeza que hay en fiarse con ella ro. La dependencia directa de la Corona tal vez sí. 1
no ya de garantías extracontractuales, sino hasta de Pero Inglaterra sabe demasiado que no es hora de
contratos que no se basen en una perfecta combinación cultivar el germen del colonialismo en un país inde
de intereses. Frente a los dominios, Inglaterra defen pendiente. Lejos de sacrificarse para engolosinarnos
dió su libertad de comerciar fuera de la sociedad de con los beneficios del régimen imperial, aprovechará
naciones británicas; frente a la Argentina y otros paí hasta donde pueda las enormes ventajas que le hemos
ses extranjeros defendió su libertad de evolucionar có otorgado, y nos volverá la espalda cuando no podamos
mo y cuándo le convenga hacia el proteccionismo im darle nada más, tirará la cáscara, después de haber
perial. Este último es para ella un sacrificio que, en chupado la naranja. Si dentro de unos años, la anar- ^
previsión de circunstancias peores, encara como un quía del mundo llega a extremos imprevisibles, y vuel
mal menor. Si la situación mundial no se agrava, ella ve la época de las conquistas, estaremos más a 3u mer
querría haber perdido lo menos posible a causa d ejas ced cuanto más nos haya debilitado. - •.
infracciones impuestas por el momento a su clásico Esos peligros resultan exclusivamente de las atadu
liberalismo. Pero si la situación mundial sigue empe ras que nos impone el pacto Roca. Antesvide.;, éste la
orando, las exigencias del proteccionismo imperial, que maniobra inglesa no nos amenazaba más aé lo que.
son más políticas que económicas, se acentuarán. To nos amenaza ahora; después del tratado la maniobra v,
das nuestras concesiones presentes y futuras, salvo la .seguirá el curso que- Inglaterra crea necesario y noso
entrega total de nuestra soberanía, serían en el último tros no podremos contrarrestarla debido a nuestro com
caso previsto, vanas para evitar el retiro del cliente promiso de inmovilidad. Antes que ésto, era preferi
inglés. ble no hacer nada y dejar las cosas como estaban. No j
( Para que la entrega fuera materialmente provechosa, os que el momento no fuera favorable para negociar* \
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R O D O L F O v J U L I O l Ii A Z ü '$ T A
H I S T O R I A DE L A
O L I G A R Q U I A
A R G E N T I N A
130
LA OLIGARQUIA EN EL GOBIERNO
inconciencia que, San, Martín satirizó con ¿listísima vellanos, otro de los graneles alumbrados, consistente
acrimonia. Y fueron sus partidarios los que en el con en dar a la agricultura preferencia-sobre la industria,
greso de 1825 hicieron abandono de nuestros derechos fabril. Con lo cual España abandonó la lucha por el
al territorio comprendido en la antigua presidencia de predominio comercial en América, que en adelante ha
Charcas, sin exigir compensación alguna, sin tomar bía do ganar poco a poco su rival Inglaterra. Las ide?s
ningún recaudo contra ulteriores conflictos de fronte que informan la política de Carlos III (cuyo reinado
ra. se consideró como una época.de progreso esplendoro
$-■' Rivadavia consideró siempre errónea la políti'-a do so) pro cedían de naciones enemigas de España. No es
f expansión adoptada el 25 de Mayo. Para él, la revolu extraño que el torpe injerto secara el árbol de su im
ción debía restringirse para cobrar eficacia, jmesto que perio. Aquellos hombres cultísimos, que habían impues- $
la extensión del país y el' estado de los espíritus no to despóticamente el progreso, provocaron la ruina de
permitían comenzar de inmediato el progreso en todas su patria. .La declinación del.poderío español facilitó
} partes,. Reduciéndolo a la capital, se fortalecería' el la emancipación de los pueblos americanos que set ha
k núcleo progresista que había de ejemplarizar al resto llaban bajo su dependencia. Y los argentinos debería
\ de América. Instituciones perfectas, no una gran na mos agradecer a quienes la provocaron, si* ellos mis
ción, era lo 'que él trataba de fundar. mos no hubiesen sembrado la semilla de los desastres
Su reformismo era bastante retrógrado. Se emparen que acompañaron a nuestra independencia. En el pro- í
taba menos con el de los jacobinos, casi contemporá ceso de ésta, Rivadavia fué de los primeros que adop
neos suyos, que con el de los alumbrados, pertenecien- taron conscientemente la política de abandono en que
| tes a las generaciones anteriores. Cuando ya había pa- habían caído inconscientemente los cultísimos asesores
) sado Napoleón, Rivadavia estaba en Carlos III. Este de Carlos III. *
monarca, cuya política nos toca tan de cerca, permitió Esa filiación es la única que puede explicar su mo
la primera experiencia moderna de la aplicación de dalidad espiritual. Los alumbrados planeaban refor
\ la ideología a la cosa pública. Los hombres de que fie mas sin calcular sus contragolpes políticos;* y cuando
rodeó, un grupo de aristócratas poseídos por el espí- los percibían, sin tenerlos en cuenta. Los jacobinos eran
i ritu del siglo’ XVIII, inquieto y escéptico, transforma tan reformistas como los alumbrados, pero no se dete
ron al Estado que fuera paladín de la Iglesia, en el nían ante las inconsecuencias para enmendar a tienta*
| primer Estado anticlerical de Occidente. Aranda; Flo- los desastres causados por sus reformas. A su modo, $
ridablanca, Patino, fueron los gestores de expulsión los jacobinos eran patriotas sobre todo. Los alumbra-1
de los jesuítas! expulsión que tanto interesaba a. la dos no. Y Rivadavia como los alumbrados. Su ca.racte-1.
masonería, británica y aí gobierno portugués, cuya se rística más notable es la impermeabilidad a las leccio- y
cular ambición de llegar hasta el Plata hallaba el ma nes de la experiencia. Desde el principio inoportuna, !v
yor obstáculo en las "Misiones de la Compañía. La ini su conducta fué rectilínea hasta el fin. Los obstáculos
ciación de esa-política de ideas coincide con el abando que la realidad le oponía lo hacían caer; pero él no se 1
no de la política de prestigio. Su complemento en el desviaba de su.cainino.
terreno económico es la reforma preconizada por J o -t El primer fracaso de la política prineipista antes
* *
136 *- * ** * 137
R O D O L F O v J U L I O I 11 A. Z U S X A LA ARG EN TINA Y EL IMPE RIALISMO BRITANICO
que patriótica no comprometió b u nombro tanto como e l Al final de ese período la indiada se había corrido
de García, el procurador de la invasión portuguesa. hasta Quilines. El invasor de la. Banda Oriental pre
La abdicación directorial, causa de disgregación del sionaba sobre las provincias del litoral. La independen
país como la de Carlos IV lo había fiido del Imperio, cia se consumaba sin participación de Buenos Aires,
tenía la aprobación de Bivadavia. Pero no estaba uni es decir, del pueblo que tan gloriosamente la había
da a su nombre. Lejos de perjudicarle, permitióle rea empezado. El control de la política americana esca
lizar la ansiada experiencia al amparo del localismo paba de las manos a que correspondía por derecho pro
♦subsiguiente a la caída de Pueyrredón. pio. _ * / ,
La Arcadia feliz que Pivadavia intentó realizar de Pivadavia no salió del gobierno en .1824 tan desai
1S21 a .1824 no tenía nada de original. Los alumbrados radamente como lo merecía. Pero la nueva administra
habían convertido al país más árido de Europa en ción señaló un cambio de rumbo en la política pro- ;
productor y exportador de materias alimenticias. Na píamente dicha, es decir, de fronteras, y una escisión
da semejante en el servil imitador criollo. En vez de en el partido ministerial. Las Heras activó la guerra
transformar radicalmente la economía del país, pero •contra los indios y empezó la preparación de un ejér
en sentido contrario al do los alumbrados (como aquí cito destinado a operar en la Banda Oriental en el
lo exigía oscuramente la reacción popular) el progre momento oportuno. Ahora bien, lejos de resignarse’a f
sismo despótico de Pivadavia consistió en acentuar el dejar el gobierno en poder de aquellos que parecían
f sistema de sus modelos. Adornar el entrepuerto comer más a tono con las circunstancias, los riva da víanos se
cial que habían hecho de Buenos Aires las reformas aprestaron a reconquistarlo-por cualquier medio. Y así i
de Carlos III, y abandonar el interior del país a su lo hicieron el 7 de febrero de 1826 del modo ilegítimo
triste suerte, tal la obra económica de Pivadavia. que dijimos al principio de este capítulo.
I Con la misma fidelidad que en eí terreno económico En el hecho, el escándalo consistió en que fueran
siguió las huellas del liberalismo en el terreno espiri- los pacifistas a pesar de todo, loe partidarios del re
1 tuaí. Sin detenerse a considerar que el momento no nunciamiento n la integridad territorial, los'enemigos
era el más oportuno, pues la independencia nacional declarados de la guerra nacional, los fautores de la
no estaba consolidada, ni establecida la posesión del guerra religiosa, quienes tomaron el poder cuando el -
territorio ocupado por los infieles ni garantizada la país estaba empeñado en.su primera lucha extranje
♦seguridad interior, Pivadavia se dedica a reformar la ra, y no podía volverse atrás sin incalculable desme
religión del país, descuidando aquellos problemas que dro de su interés y de su honor. Era como si en 1914,1
involucraban la existencia misma del Estado. Con esa en Francia, el gabinete de unión nacional, en vez de
política no sólo atentaba a las reglas del buen sentido; constituirse bajo el signo ‘de los patriotas, hubiera
prevenía contra sí a la opinión del país que ambiciona quedado bajo la presidencia xde Jaurés, partidario de
ba mandar desde una magistratura suprema. Esa tor la huelga general frente al enemigo.
peza no sería de las que menos contribuyeron a impe En derecho, el escándalo consistió en que hombres
dirle conservarse en el poder cuando su famosa pre ¿i quienes la moral y la ley no se les caían de la boca,
sidencia. Tiolaran tan descaradamente a ambas. Crear el poder
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ejecutivo permanente antes de constituir al país era a acentuar, donde el ascendiente personal, basado en
flagrante violación de la ley fundamental del Congre la superioridad del individuo sobre sus semejantes del
so. Persuadir a los porteños a quienes algunas pro modo más elemental: fuerza, destreza, prudencia, sim
vincias habían confiado sus representaciones, que trai patía, donde las condiciones físicas: lentitud de las
cionaran los intereses de aquéllas, era el colmo de la comunicaciones, aislamiento de muchos distritos, etc.,
deslealtad, hacían dificultosa la difusión de una popularidad na
j Con todo, la creación del ejecutivo nacional era una cional, Rivadavia supuso fácilmente asequible la crea
operación oportuna, si se piensa que el momento de ción de condiciones diametralmente opuestas. Antes de \
conseguirlo se puso a trabajar como si la autoridad'’
unión patriótica era el más propicio para restaurar el
Estado. Una vez triunfante en 3a frontera oriental, el impersonal fuese un hecho. .Un congreso de doctores j
Estado podía terminar fácilmente su ^organización al para aplicar en el país las leyes de Londres o Berlín,
llegadas en las iiltimas gacetas, un presidente de to
amparo del prestigio y la fuerza de un ejercito victo-
ga, falto de toda popularidad; el gobierno ideal a plu
| rioso. Lo que no podía ser más inoportuno era la sus mazos, cuando la espada era el primer instrumento del
titución de Las Heras, perfectamente a la altura do gobierno.
las circunstancias, por Rivadavia, hombre de partido, Rivadavia poseía notables cualidades de índole ci- 1
sin antecedentes de negociador, hábil en el terreno ins vil. Su pretensión de dejarle al país un corpus institu- I
titucional, pero sin aptitudes de organizador militar. cional era justificada. En sí, los decretos del “Registro
En aquellas circunstancias el gobierno era la materia oficial” que llevan su firma, son de lo mejor que su
de Las Heras, y no era la de Rivadavia. Sus propios época podía ofrecernos. Entristece reflexionar que los
antecedentes en la política constitucional del país no decretos del famoso ministerio eran contemporáneos de
lo indicaban al último para hacer triunfar la maniobra la ocupación portuguesa en la Banda Oriental y la
que intentaron sus partidarios. No teniendo la ley de última faz de la lucha por la independencia, de las
su parte, el hombre que por cuatro años había obsta cuales Rivadavia hizo abstracción. Pero los de la Pre
culizado la reunión del congreso, que en 1821 había sidencia revelan una desesperante tozudez. De 1326 a
ridiculizado las pretensiones de los aspirantes a una 1827, .su literatura, considerada en relación con las cir
magistratura suprema, estaba en malas condiciones cunstancias exteriores e interiores, resulta de una me
para hacerse aceptar en ella, diocridad repugnante.
| Un político verdadero podía vencer esos inconve No es todo. Las dificultades internas se las creó el
nientes. /,Lo era Rivadavia? Antes de alegar el resul mismo. Mientras estuvo Las Heras, las provincias con-
tado. que dice lo contrario, analicemos su conducta. \ tribuyeron a la guerra con una generosidad reveíado-
J Rivadavia no quería el gobierno para sacar al país de- ! ra del sentimiento nacional unánime. No es seguro que
las dificultades en que se hallaba, por los medios que | siguieran contribuyendo al producirse la sustitución
requerían esas dificultades, sino para continuar su [ de Las Heras por Rivadavia sí éste no las provoca. Lo
obra de literatura institucional, para seguir progre- 1 cierto es que Rivadavia provocó a las provincias.
i san do en el papel, aunque retrogradando en la reali- | El golpe de mano con que Lamadrid se apoderó del
J dad. En un país cuyo localismo él había contribuido
1&
140
RODOLFO y JULIO 1RAZUST A .LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
gobierno de Tucumán con las fuerzas reclutadas para m La sugestión del inglés fué tomando cuerpo a medi
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fefe'
el ejército nacional de la Banda Oriental, había sido da que nuestras tropas redoblaban sus éxitos. Desde
un acto preliminar de la maniobra que exaltó a Riva- el punto de vista nacional el ilogismo. era tremendo.
davia a la presidencia. La mayoría rivadaviana del fteri Pues la independencia uruguaya hubiera sido admisi
Congreso no acordó a Las Heras el castigo solicitado ble como transacción entre la fuerza del Brasil y el
por éste de su desleal servidor. El presidente apoyó m}i derecho de la Argentina, no cuando nosotros tenía
con dinero y armas la Liga del Norte constituida por mos a la vez el derecho y la fuerza. Pero desde el pun-i
Lamadrid. Las amenazas proferidas contra los caudi to de vista rivadaviano la solución era lógica. Si la riA
llos provinciales en cartas cambiadas entre Lamadrid queza era lo primero, la guerra civil que había entor
y los agentes del ejecutivo nacional fueron intercep pecido la vigorosa prosecución de la guerra, extranje
tadas, circularon de una parte amenazada a otra. T ra y la guerra civil, la opción por la última era im
el país ardió. puesta por el principio del sistema rivadaviano. La te-\
Los despilfarros edilicios o culturales, la provocación nacidad con que se asía al poder cuando su conserva
de la guerra civil, no eran los medios de apoyar sóli ción le era tan difícil, la inocencia con qne identifica
damente la acción exterior. El ejército formado por ba su persona con el orden y la oposición con la anar
Las rieras era el mejor que había conocido el continen quía, la obcecación que lo llevaba a preferir la des
te. Pero convenía mejorarlo aún más, dada la impor honra y la amputación de la patria al abandono de la
tancia del enemigo. Sus triunfos fueron brillantes. Pe lucha por sus principios, son de una perfecta conse
ro el gobierno le había quitado los medios de explotar cuencia con las circunstancias en que llegara al poder
debidamente la victoria. La lucha civil provocada por un año antes. La idea de la independencia oriental,
él no le permitió a Rivadavia mandar a la Banda Orien proveniente del gobierno inglés, debía parecerle de
tal los dos mil infantes con que el general en jefe se una adecuación irresistible. La colaboración inglesa
comprometía a decidir la guerra en el terreno donde era pieza maestra de su sistema. Cartas suyas a los her
ella se desarrollaba después de Itazaingó. manos Hullet, de Londres, anteriores a- la creación
Los errores de Rivadavia no pararon ahí; pensaba del ejecutivo~permanente, harían creer que la.s conce
en la paz. Escuchaba consejos de paz al- mismo tiempo siones de Minas fueron la causa primera de la aventura
que se colocaba torpemente en situación de no poder presidencial. Su embajada de 1824-26 a Inglaterra des
| ganar la guerra. El "amigo” inglés, lord Ponsonby, í'tf'jy ató ese torrente de especulación que nos ha dejado
ministro de S. M. B, en el Plata ..y que no hacía más IJi; pulidos guijarros en bellas narraciones de viajes de
que trasmitir las ideas de su gobierno, sugería solucio tff'los agentes comerciales británicos. Sus compromisos
nar el conflicto argentino-brasilero erigiendo en la con el extranjero coincidían demasiado con su concep-
| Banda Oriental nn listado independiente. A Inglate ppeión de la política argentina para que la guerra, acci-
rra le interesaba debilitar el Estado poseedor de las |g|';|dente imprevisto que había perturbado sus madurados
ricas tierras que baila" el Plata; explotar a dos estados pipianes, no le pareciera evitable a cualquier precio, so
débiles es más fácil que explotar a uno solo. El des mbre todo el que indicaba Inglaterra.
quite de 1806-S era & «se precio. Por su inoportunidad, por la personalidad del negó- í
■i
144 145
mm
£ .
RODOLFO y \ J V LIO 'IRAz'üST'A
í
La elección del instrumento revela él conocimiento
de los hombres que tenían los rivadavianos. Sabían po-
1 "v eo de psicología colectiva pero mucho de psicología
‘ individual. La ambición e inquietud de Lavalle, que
no había respetado la autoridad de un hombre de la
situación anterior, como“Al ve ar, era fácilmente infla
mable contra el discutido sucesor de Rivadavia y don-
Vicente López.
• La obra maestra de la intriga rivadavíana fue peí*- |
suadir a un patriota como Lavalle que ellos, los paci
fistas, los hombres de la política de renunciamiento y
abandono, eran los amigos del ejército, y sus enemigos
C apítulo II* los otros, los constantes partidarios de la^gruerra con
tra el invasor de la Banda Oriental. Ese prodigio de ter~{
LA PRIMERA EMIGRACION •giversación pinta a las claras la índole de sus procedi
mientos, y la habilidad hecha de inescrupulosidad que
ponían al servicio de sus intereses personales, en^ con
Ineptos en el gobierno, los rivadavianos eran habilí traste con la rigidez inepta que les hacía deservir los
simos en la oposición. Habilísimos e inescrupulosos. intereses del país cuando les tocaba gobernarlo.
Teóricamente eran campeones del orden legal, consti Dorrego tenía antecedentes muy mezclados, era de-
tucional. Prácticamente hadan todo lo contrario. Fue , masiado hombre de partido para 1 tener toda la apro
se la intriga o el motín, nada les repugnaba para el bación de los jefes militares que dejara la facción de
logro de sus fines. Así atropellaron arteramente en rrocada. Pero a la inversa de los rivadavianos, su acier
1825 a los gobiernos provinciales con la fuerza reclu to en el gobierno había sido tan indiscutible como dis
tada' por Lamadrid con destino al ejercito de opera cutible fuera su conducta en la oposición. “Procax otii,
ciones en la Banda Oriental. Así traicionaron como potestate temperatior”. La energía e inteligericia con
diputados al Congreso de 1826 el mandato de los pue- que tomo al país en eí punto desastroso donde lo de-
blosy la ley orgánica del propio cuerpo, que Ies orde * jara Rivadavia y lo puso en condiciones de rectificar
naba no variar el estado de las cosas hasta que no se la paz vergonzosa de García, fueron admirables. Lle
dictara la Constitución, y crearon el ejecutivo perma vando de frente las operaciones militares y la nego
nente antes de ocuparse en aquélla. Así atropellaron ciación habían obtenido en un año sorprendentes re
el l 9 de diciembre de 1828 las instituciones que ellos, sultados. No es extraño que se ignorara la maestría
mismos habían perfeccionado y que funcionaban más con que había conducido la negociación diplomática
o menos regularmente hacía, ocho años consecutivos, que precedió a la convención de 1828. Negociación mo
para recuperar el gobierno que no habían sabido con delo que puede haberse igualado mas no superado en
servar. nuestra historia diplomática, ni aún en el ministerio
—t
146 K>
♦
RODOLFO Y JULIO I R A Z' U S T A
LA AB GENTINA Y FL IMPERIALISMO BRITANICO
clásico de don Felipe Arana. Pero entre los instiga
dores de Lavalle, un Agüero, el hombre que al despedir A' no aceptaban resigna clámente el fusil o el palo civili
a García en 1827 le dijera que la paz “a todo trance”
„ era la única salvación de los hombres de 1823, no tenía zadores. ¿Cómo los jefes del ejército vencedor del Bra
sil no podían con los caudillos? ¿Cómo los veteranos
derecho a criticar la paz firmada por Borrego. Las de las fuerzas regulares no podían con la montonera?
ventajas obtenidas por éste sobre las condiciones acep La misma ineficacia que les hacía perder provmeias
tadas por aquellos eran todo lo enormes que podían de la patria en condiciones ventajosísimas, les hacía
ser: Independencia de la Banda Oriental en vez del perder el gobierno teniendo en la mano el mejor ins
compromiso de desmantelar las fortificaciones que trumento de dominación.
construyéramos en ella durante la guerra. Ninguna La emigración de los rivadavianos en masa empezó í
cláusula financiera en vez de la unilateral indemniza mucho antes que el control de la situación pasara to- •
ción al Brasil por las presas que le habían hecho nues talmente de Lavalle a Rosas. En cierto momento La-
tros corsarios. valle no veía salida sino en la conciliación; para las
j Las reticencias con que empujaron a Lavado a la rivadavianos la conciliación con 'los “vándalos” era
ejecución de Borrego y a la asunción por el instru “inverificable”. No sólo porque seguían fieles al espí
mento de la responsabilidad que correspondía a los ritu de 1823, sino también porque empezaban a adver
instigadores, fueron de mía habilidad trágica, verda- tir que sus errores les hacían cada día más imposible
] deramente shakespeareana. Más felices que Yago, lo \ reconciliarse con la opinión pública. El despotismo í
graron (pie el improvisado Otelo se encadenara para | ilustrado, la transformación forzosa de un país «ató-
siempre a ellos por el eslabón de una complicidad acep i lico en país liberal, el establecimiento de la factoría a
tada, en vez de castigar en sí mismo la culpa ajena
como el ejecutor de la inocente Besdémona.
J expensas de la nación, eran siempre los imperativos de
' su conciencia. Pero cada vez era más visible que la I
f Pero si en la oposición tenían la omnímoda libertad realización de ese programa; reforma religiosa, unidad
del error, en el gobierno estaban atados por sus ante a palos, abandono de la integridad territorial, moti
cedentes a una política de fracaso. Besde la aventura nes civilizadores, era resistida en cada detalle por la
presidencial estaban condenados a repetir los métodos opinión pública. Entre ellos y la mayoría, entre los im- (
\ que la experiencia desautorizaba. Todo paso que daban perativos de su conciencia y el interés del país no había
aumentaba su culpa, y cada vez les era más necesario conciliación posible. La primera negativa de Lavalle a (
ponerse a cubierto del castigo del modo que más los seguir esa conducta extrema, fue la señal para la emi
acercaba a él. La lucha contra sus enemigos interiores, gración de los rivadavianos. A raíz de Rivadavia y i
que bajo Pivadavia fuera más de hechos que de pa Agüero, emigraron seiscientas personas en dos días.
labras, era bajo Lavalle más de palabras que, de he Tenían un refugio. La factoría formada por ínter- ¡
chos. Lavalle obedecía a sus consejos facciosos, fusi vención de los ingleses y cedida por su culpa, sería
lando, deportando, anulando a los opositores. Pero no el baluarte de' operaciones contra este lado del estua
en la medida que ellos deseaban, no en proporción con rio. Poco después, Lavalle, antes de entregarse defi
sus furiosas declamaciones contra los “vándalos” que nitivamente, como si entreviera una larga expiación
. para los hombres con quienes' se había comprometido,
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' RODOLFO y J V L I O___1 n A Z U S T A ■■ "■' v A
LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BBITJMCO,
les repartió el día antes de irse los dineros públi ta ; los que se felicitan de la creación del Estado coji
cos, “para ponerlos a cubierto de las vicisitudes de las nete, como los más obcecados que lamentan el esfuer
disenciones civiles”. zo por amparar del Brasil a una provincia que dicen
Bl Estado en cuya formación habían tenido tanta nos era desafecta, olvidan la gravedad infinitamente
parte se estaba organizando de acuerdo al espíritu de mayor que entonces revestía para nosotros la segrega
su origen. Rivera le había copado a Lavalleja la pri ción, bajo cualquier forma — independencia o devolu
mera presidencia constitucional de la nueva repúbli ción a su reciente conquistador — de aquel pedazo
ca, y como debía suceder, empezó de entrada a manio- de la patria. L a . provincia oriental era entonces más \
l brnr contra la Argentina. Porque Rivera, el individua grande que Buenos Aires, que apenas llegaba al Sa
lista más perfecto que haya existido en el Plata, y que lado; y ante su vecina en lucha con el interior debía
según el giro de su interés estuviera vuelta a vuelta en creerse más poderosa. Por■lo que el Brasil ha ganado
contra o a favor de su patria chica o del Brasil, fue con la independencia de aquella provincia (varios te
el más constante enemigo'interior o exterior de la pa rritorios y una primacía continental indudable durante
tria grande. Al Emperador, que alia por el ano 20 lo el siglo XIX y parte del XX), no se necesita mucha ima
hiciera barón de Tacuarembó y lo sentara en la dieta ginación para calcular lo que le hubiera valido no per
de Río, el pardejón lo servía o lo traicionaba, según su derla en 1828. Tal vez sería hoy realidad el sueño de
conveniencia. Extraño fenómeno, en carácter o situa aquel gran diplomático portugués del siglo XVIII, don
ción tan instable, la única constante de Rivera fue no Luis da Cunha, de un imperio lusitano que abarcase en
servir, ni por conveniencia personal, a la República su franja al Uruguay, el Entre Ríos, Corrientes y el
Argentina. Nadie pues más indicado que él para ini Paraguay. Pero hasta un eaudillejo como Rivera se ba
ciar los gobiernos independientes del país cuya fun hía mareado con la independencia oriental. Y desde su
dación obedecía al propósito de debilitar el Estado, presidencia hasta su muerte, soñó con engrandecer el
susceptible de volverse poderoso, que tenía el control nuevo Estado a expensas de la Argentina. En esa ope
de la cu enea del Plata. Y en efecto, Rivera no había ración se complicaron los rivadavianos.
calentado el sillón presidencial cuando ya intrigaba ¿Ceguera? ¿Rencor? ¿Un poco de ambas cosas? Sea
contra la antigua metrópoli de su país, organizan rio un de ello lo que fuere, esa complicidad no puede juzgarse
espionaje en la parte vulnerable de la frontera, la Me- con la misma severidad que merecen las posteriores
sopofamia. alianzas de los emigrados con el extranjero; era impo
Sin esperar el fin de la tentativa de Paz en el inte sible que la política del Plata quedara de un día para
rior, rale decir, antes de ver si el problema argentino otro como en compartimentos estancos, siendo dirigida
se solucionaba a gusto de ellos por medios argentinos, por hombres nacidos bajo la misma bandera, que ha
los emigrados en el Uruguay se aprestaron a secundar blaban la misma lengua y hacían una vida común. Has-í
la maniobra de Rivera contra nuestro país. Los cpie juz ta aquí la emigración era enconada, falta de espíritu
gan la segregación de la Banda Oriental con la tran patriótico, pero no había llegado a los extremos de ob
quilidad histórica que les permite el actual desequili cecación que se verían muy pronto. Y el ojo por ojo t
brio de fuerzas entre ambos Estados ribereños del Pla- que Rosas, con su imaginación bíblica empezó a aplicar t
151,
RODOLFO y JULIO I R A Z tl S T A L A A R G E N T IN A Y E L IMPERIALISMO BRITANICO
' — - ■ 1 ‘ * .í
después de la eliminación de La valle y de Paz, no les elección legal “si fuese favorable“., o el movimiento qtxe
dejaba otra esperanza de retomo triunfante que la opo ha de efectuar el cambio Asi no lo fuese” (Vera,rel can
sición armada. __ : didato opositor), será ayudado por toda la emigración...
La misión que Rivera asignó por el momento a los Es imposible que la elección si fuese adversa no d é ...
emigrados era la de anarquizar el litoral y el interior motivos o pretextos para el movimiento, o si no 'que los
de la Confederación Argentina, influyendo sobre las invente. No hay que pararse en pelillos como jamás se
personas que en'esos lugares les quedaban adictas. Lo pararon nuestros enemigos. Que alegue eoaeión, temor
grado es?e objeto, Rivera podría atacar a Buenos Ai- o intrigas en las elecciones; o si no, defectos o críme
| res. Entonces empezó esa correspondencia que, de 1830 nes personales de Bchagüe o de su sucesor, haciendo
a 1850, fue incesante entre Montevideo y los focos de resaltar la poderosa íeela de que hace años que Entre
f oposición en la Argentina. Sostenida alternativa o su Ríos es siervo de Santa B e .. . En cuanto a política in
cesivamente, por los emigrados más talentosos.de dos terior que proclame la ley, la seguridad, la libertad.,
generaciones, esa correspondencia forma un cuerpo li A este respecto debe convenirse con Ereñú acerca de
terario más digno de rivalizar con la diplomacia vene un punto, importante. ¿Qué se hace con la legislatura?
ciana que la literatura gubernativa de.los liberales con La opinión de los amigos (Carril y Agüero) es que si i
las ordenanzas de S.S. M.M. española ó francesa. La creen no contar con sus miembros, no se acuerden de
diferencia de mérito, es sobre todo notable en las pro ella para nada, pero sin decir que¡ la disuelven. Pero
ducciones de los viejos unitarios, Carril y Agüero,, por - si. cuentan con una. mayoría segura, agarrarse de ella
ejemplo. Entre los ponderosos decretos y oficios de los al.instante; convocarla con pompa y urgencia; instruir
ex in ini st ros de Rivadavia y las medulosas y vivaces es la dedo hecho y de los motivos, y depositar en ella el
quelas de intriga a Ricardo López Jordán y otros do gobierno poniendo a sus disposiciones la fuerza; seguro
nes, bav un abismo. Quitadas la peluca dieciochesca y' de que será elegido el que ellos quieran. Así se da a la
la toga doctoril, a calva limpia y en mangas de camisa, cosa un aire de dignidad y legalidad y se compromete
exhibían una-destreza en la forma y'el pensamiento de - a todos, .. En cuanto a la política exterior, es más deli
que hasta entonces habían carecido. La viveza criolla, neado pero más importante. Debe anunciar su gobierno
dejada en libertad, los acercaba a Maquiaveló más que a todas"las provincias, proclamando la paz, la tranqui
/sus conocimientos unilaterales al patrón de política eu lidad, la decisión -de sostener la independencia de su
ropea que antes procuraban remedar. ¡Desgraciado pro- provincia y la necesidad de constituir la- nación. Este
\ gresol Para combatir a la patria, desplegaban un ta- último Je conquistará la voluntad de la casi totali
^ lento (pie no habían tenido para servirla. Así, hay más dad de los gobiernos y populizará eu* causa.... Hasta
'filosofía en la carta de Lavalle a Chilavert sobre los aquí las advertencias de aquellos amigos que “he co-
métodos para revolucionar a Entre Ríos que en todo rpiado literalmente”. Concluyo advirtiendo, a usted que
el “Registro oficial“ del 21 al 24 y del 26 al 27. Y Lava- : el centro de la dirección está en. Montevideo, que yo no
lie no hacía más que copiar literalmente los conceptos tengo parte alguna directiva, y que es allá donde se
-de Carril y Agüero. •debe ocurrir todos los casos en que se necesiten luces.
i La pieza es digna de transcripción: “Terminada la Yo me reservo para mi rol natural que es ejecutar”.
152
R O D O L F O y J U LI O I R A Z U S T A
¿A ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
Ocioso señalar las diferencias reveladas por esa car
sirvieron a Rosas 'de escalones para llegar a la suma del
ta en el credo unitario al cabo de una década. Esas di poder. Pero con aquella acción los emigrados eeharonu
ferencias están más en la letra que en el espíritu, pues
lo que abora se atrevían a decir antes lo hacían. Pero las bases del triunfo posterior, cercenaron en más de j
es indudable que el cambio ‘experimentado por su pro la mitad la obra constructora del mayor estadista na- '
cional, y prepararon la servidumbre argentina del ex
paganda era grande. Hasta entonces habían liablado de tranjero que les era indispensable para gobernar a sus
orden y de progreso, como sus modelos los inventores compatriotas.
del despotismo ilustrado; ahora hablan de libertad. An . El éxito más inmediato obtenido por los emigrados
tes so quejaban de la anarquía; ahora declamaban con
tra el despotismo. Antes soñaban con un rey extranjero fue en el orden de la política interna uruguajm. El pri
mer cambio presidencial en la vecina república bahía
que los ayudara a afianzar su impopular dominación;
ahora soñaban con el levantamiento anárquico de los exaltado al poder a don Manuel Oribe. ¿Desvió del pue-
pueblos a su favor. blo hacia Rivera? ¿Equivocación de Rivera sobre la
lealtad con que Oribe lo sirviese en la represión de las
Su maquiavelismo había sido siempre el mismo; siem tentativas revolucionarias de La valle ja? ¿Prescind encía
pre en beneficio propio y perjuicio de la patria. Pero electoral del mandatario saliente? ¿Inconsciencia de éste
antes era sólo obrado, cuando más hablado; ahora, tam sobre las consecuencias de la elección del entrante? Po
bién escrito. Cuando estaban en el gobierno, la ducti co importa. Lo cierto es que Oribe no siguió, no podía
lidad partidaria, en contraste con la camisa de fuerza seguir la política de Rivera. Los emigrados argentinos
que pretendían calzarlo al país para entregarlo al ex contribuyeron a la tarea de voltearlo.
tranjero, les resultaba inconfesable ; ahora que estaban Oribe era un patriota. Lo había sido en la patria gran
en la oposición la dominación extranjera que creían de ; continuaba siéndolo en la patria chica. Mientras Ri
condición indispensable de la riqueza podía establecer vera traicionaba a los argentinos-o se rendía al Empe
se al grito de ¡libertad! Y con el oportunismo que per rador Oribe peleaba junto a aquéllos en el Cerrito y en
mite Maquiavelo, para los mismos fines cambiaron los Ituzaingo. La independencia oriental debió ser para él
medios. un desgarramiento. Vicente Fidel López cuenta haberle
La habilísima acción de los emigrados no había de oído decir al final de su vida, que él siempre había sido
dar fruto« tempranos. Por lo pronto habían hallado la porteño de corazón. Sea de ello lo que fuere, había que
horma de su zapato. En nuestro país empezaba a desta dado al servicio de su patria chica y obedecido al intri
carse la personalidad de un hombre.que, sobre tener el gante cuyos móviles y métodos no podía ignorar (pero
arrastre popular de los caudillos provinciales que ja que de un modo u otro era su jefe legal), con lealtad de
quearon a Rivadavia y el patriotismo inflamado de un caballero y de soldado.
San Martín o un Dorrego, . tenía tan férrea voluntad Con todo, la política internacional de Rivera no po
para el bien de la patria Como los rivadavianos para día menos de parecerle suicida. La idea de engrandecer •
su mal, y era más inteligente y culto que todo« ellos {f al Uruguay a expensas de la Argentina no favorecería^; ■ -
juntos. Las mismas tentativas de los emigrados por más que al Brasil. Quien había conocido en la confra- \
delatar en nuestro país una conflagración general, le ternidad del heroísmo la fibra argentina debía encarar &'] ¡~
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LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
V OV OL F O t JULIO IRAZUSTA
refugio a loe experimentadores amenazados. Tal la ló- |
como muy difícil la operación que Rivera creía tan fá gica de ese monstruoso fenómeno prolongado hasta nues-
cil. Y 3a guerra entre los Estados ríoplatenses a que gitros días, que hace amigos de los oligarcas, descendien-
conducían los actos de su antecesor no podía tener otro lltes directos de los emigrados, a los peores enemigos de «
resultado que el debilitamiento de aquellos dos, y el for nuestro país en el Uruguay, y por el contrario enemi- *
talecimiento del Brasil. Y con la fuerza renovada del gos suyos a los mejores amigos que la Argentina tuvie
mismo, su apetito voraz, rebelde a la distétíea de los tra ra en aquel país.
tados. Ante la opción forzosa por una u otra alianza, Precisamente cuando Oribe asumió el poder e i m p r i
tampoco podía un patriota uruguayo dudar entre el im mió a la política internacional uruguaya el cambio que
perialismo brasilero y la generosidad argentina. Corno dijimos, la situación de los emigrados argentinos se
no había dudado Lavalleja en cnanto se le pasaron los volvía cada vez más desesperada. Rosas acababa de con
humos de la borrachera orientalista que le hizo agarrar seguir la suma del poder público. Y ellos ya habían te
lord Ponsonby. El cambio de rumbo en la política in nido tiempo de comprender lo que eso significaba. El
ternacional uruguaya fue inmediato a la asunción del entendimiento argentino-uruguayo era en tales condi
mando por el sucesor de Rivera. ciones más intolerable, que punca. La lucha contra Ori
' Pero el argentinismo de Oribe era inconciliable con be más urgente que contra el mismo Rosas. En esa lu
el interes de los emigrados argentinos. Si la amistad cha sellaron una alianza con Rivera y los agentes fran
ríoplatense era la base de la grandeza Argentina y de ceses. Y vencieron. El triunfo así obtenido daría a la
la grandeza uruguaya, su enemistad era condición in emigración nuevo carácter, que señalaba una etapa im
dispensable para la grandeza de los emigrados. Aquella portante en la formación de la oligarquía.
amistad no podía edificarse sino sobre el cese de la
utilización por un Estado de los opositores del otro, co
mo elemento de maniobra contra aquél. Y esa manio
bra era la única razón de ser de loe rivadavianos. La
'unión ríoplatense era la fuerza de los dos países-y la
ruina de los emigrados, pero la debilidad ríoplatense.
Y éstos habían optado mucho tiempo hacía entre el in
terés nacional y el interés personal o partidario. Esa
opción no era sólo exigencia de la oportunidad. Tenía
los caracteres de lo eterno. La desunión ríoplatense, ai
mismo tiempo que colmaba las ambiciones brasileras,
facilitaba la realización del programa rivadaviano, la
transformación de los dos países ribereños según el es
píritu de 1823. Debilitados, estos católicos países ofre
cerían menos resistencia al experimento de transfor
marlos en especies de factorías protestantes. Y ei algu
no de ellos reaccionaba violentamente, el otro ofrecía
157
256
LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO ,
1 G0
yq,'¡q
RODOLFO t JULIO IZAZVSTA
••. 7 -y L A A R G E N T I N A Y E L IM PER IAL ISM O BRITANICO
de la oligarquía argentina y en el destino de nuestra
patria), si no se relacionaran esos hechos con la histo
ria de Francia en la primera mitad del siglo XIX. Las -conflicto entre las dos tendencia*? antagónicas que lu
reclamaciones que sus agentes venían interponiendo des chaban en Francia.
de 1829 con varia fortuna y permanente injusticia, no Desde el primer día, Luis XVIII, aunque deseoso de
eran fruto del capricho. Respondían a un sistema visi \ lá paz que era" condición del re*stablecimiento material
ble en la repetición del pretexto, escrito en la geogra- , y humano de su pueblo, había cuidado de preparar (en
\ fía y en la historia de ambos mundos. Era el sistema de> sentido latino), la guerra que es la mejor salvaguarda
expansión de un país cuyas fuerzas renovadas recla de aquélla. Cuando el belicismo de Francia' despertó
maban objetos sobre qué ejercitarse. El agotamiento de ! con las fuerzas que le devolviera la Restauración, el país
1815, de las guerras napoleónicas, había cesado en la estaba listo para cualquier empresa. Al hacerse sentir
paz de las dos restauraciones. Olvidado el precio de la primera necesidad dé una transacción, tenía medios
| la gloria militar, se añoraba su embriaguez. "Francia de expansión mundial. Su escuadra rivalizaba con la
j se aburre”, decía Lamartine. Sentíase con la fuerzas ne • de Inglaterra. Su prosperidad económica era la mayor
cesarias para divertirse. de Europa. Y así de los demás.
i El pueblo francés soñaba con desquitarse de 1815 en A poco se vi ó un maravilloso despliegue de escuadras
Europa. Los borbones restaurados, pacifistas cu Europa, y banderas blancas (después del cambio *de dinastía,
distrajeron ese ansia de desquite hacia el resto del mun tricolores), que abarcó todos los mares y todos los con
do. Esa luelia entre el pacifismo de los reyes y el beli tinentes, revelando otra vez al mundo la fuerza fran
cismo del pueblo es la historia de las monarquías de cesa. En cada punto neurálgico del globo, donde an
Borbón y de Orleans, de 1815 a 1848. La revolución de tes no había.más'que una estación naval, la inglesa,
julio es más puente que zanja entre los dos. Las líneas , en adelante hubo otra, de la nueva potencia marítima.
fundamentales de la política internacional no variaron La. nación que a raíz de la Revolución y Trafalgar
de Luis XVIII y Carlos X a Luis Felipe. Las empresas quedara literalmente sin un buque, y en inferioridad
coloniales empezadas por el último Borbón, fueron se de condiciones por treinta años, había alcanzado a su
guidas. rematadas y ampliadas por el de Orleans. El antigua rival. Su nueva luna de miel con fel mar le pro-
concierto europeo, condición de la monarquía restaura q duela una embriaguez que contrastaba con la sensatez
da, fné respetado por la monarquía burguesa de 1830. ■ de la expansión inglesa, resultado de sus ininterrum-
Luis XVIII y Carlos X habían.sido fieles al espíritu de pidas-nupcias con el dominio. Al revés de Inglaterra,
la Santa Alianza; Luis mereció por su pacifismo en T “satisfecha con la sustancia, desdeñosa de la apariencia,
Europa el sobrenombre de Napoleón de la paz. Tampo v Francia daba la impresión de pagarse más de la apa-
co variaría durante esos dos períodos la tendencia fun ' rieneia que de la sustancia. Con todo, en esa locura
damental de la oposición, belicosa basta en sus seeío- bahía método. Sus errores no'fueron tan numerosos
t res más izquierdistas. Nosotros, como' cualquier parte como sus aciertos. . - . ,
colonizable del mundo, pagaríamos los platos rotos del La acción consular y diplomática secundaba la de
'los marinos. El Ministerio de Relaciones Exteriores da-
ba orden a sus agentes, con las instrucciones más opor-
162
t . tunas para cada caso, de sacar en todas partes el ma
lea
R O D O L F O r J U L I O I R A Z U S T A
' ; L A A R G E N T I N A Y E L IM PE R IA L ISM O BRITANICO
yor partido posible del menor incidente. Fueron re
vueltas los archivo« de la gloriosa historia colonial emigrados debían sentirse cómodos con los nativos del
francesa, en busca de viejos documentos .que, permitie país que era para ellos una segunda o tercera patria.
ran renovar pretensiones. El sistema de'expansión no Unos y otros habían probablemente pasado por las mis* \
era todo lo explícito que debía en el texto de las ins mas evoluciones de pensamiento, del revolucionftrismo
trucciones. Pero era sobreentendido qne los agentes jacobino o napoleónico al conserva tismo de la Santa
gozaban de una libertad mayor que la que les asignaba Alianza, de éste al liberalismo de julio. De otra parte
la letra de aquellas. había tan estrecha relación entre la política argentina
i Es de imaginar la tentación experimentada por los de los emigrados y la' intromisión francesa en Améri
colegas y compatriotas de quienes andaban buscando ca, que antes de ver el completo desarrollo de ésta,
gloria en los desiertos de Africa o las selvas de Asia, aquéllos de los emigrados cuyo patriotismo era equivo
ante la llanura única en el mundo por ,su calidad en la cado pero indudable no podían concebir ninguna sos
extensión, limitada por el Polo y el trópico, los Andes pecha. El incremento de la intromisión europea, con la \
y el Océano. El debilitamiento de los Estados ríopla- venida de los franceses, era fruto de la política rivada-
1:cuses parecía dejar librado el bello territorio al pri viana de prosperidad antes que de patriotismo, de aban-
mer ocupante. Un cnipujoncito a la fuerza de las co I dono de la política por el comercio, como si ésta no de-
sas, y la corona se enriquecía con una joya inimita Í pendiera de aquélla para ser beneficiosa a un país. El 1
ble, Fomentar la desunión entre ambos Estados ribere aislamiento de 1821, la cesión del Alto-Perú en 1825,
ños. Isacor pie en el más chico para luego volverse con la sustitución de la guerra extranjera por la guerra
tra el más grande, arguyendo el viejo pretexto y mos civil en 1826, la pérdida de la Banda Oriental, habían
trando los barcos, era la maniobra visible, hasta para sido el precio de la gran obra edilieia, institucional,
j un novicio. La colaboración de los agentes franceses cultural, de los hombres de 1823. Los capitales que ve-J
con Rivera y los emigrados argentinos estaba escrita nían a la zaga de los barcos de guerra europeos hacia
de antemano en los antecedentes de cada colaborador, nuestras playas no podían menos de seguir persuadien
como la conjunción estelar en las órbitas de estrellas do a esos hombres que ellos tenían razón y que nuestro
hoy separadas, destinadas a unirse mañana. El ignaro país se había, equivocado al expulsarlos de su seno. Las \
mulato orillero no era la mejor compañía para las lu Malvinas, perdidas en 1833, estaban tan lejos. El blo
minarias de la emigración argentina, mucho mono-: pa queo de Montevideo por los franceses para derrocar a
rados marinos o diplomáticos franceses, algunos de ellos -Oribe sitiado del lado terrestre por Rivera, era un acto
pertenecientes al Faubourg Saint Germain. Aunque he puramente civilizador, puesto que preservaba la divi
teroclítica, la reunión era de una lógica perfecta. sión ríoplátense, condición de la existencia de los emi
| La afinidad entre las puntas del ángulo era mayor grados y de la prosperidad y el progreso que ellos re
que la de cada una de ellas con el vórtice que las unía. presentaban. La confraternidad del triunfo sobre Oribe
1 No era solo la posición lo que acercaba a los emigrados entre Rivera, Lavalle, que decidió la batalla del Pal
t argentinos de los agentes franceses. Había también la mar, y Leblanc, jefe de la. escuadra francesa, debió ser :
• comunidad espiritual. Hijos espirituales ele Financia, los tan placida como espontánea había sido la colabora
ción de las tres fuerzas.
164
i/ifc-
RODOLFO y J U L I O IRAZÜSTÁ
LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
I Pero las cabeza« da lo« rivadavíanos eran abismos
( insondable« de inconsciencia. La segunda parte de la
rio por imponer una fe cuyo triunfo era a ese solo pre
maniobra francesa en el Plata hirió en bu patriotismo
cio. Salidos de los colegios fundados por los hombres \
a algunos de los que habían contribuido al éxito de la
de 1823, nutridos en los mismos principios, habían de
i primera. No habían visto la relación entre ambas. La jado a aquéllos muy atrás con sólo sacar de las pre
' toma de Martín García arrancó a Juan Cruz Yarela misas rivadavianas las consecuencias últimas. La pro
j acentos heroicos de épocas remotas. Agüero pensaba pia deducción y el pensamiento ajeno, llegado en las
f sobre el asunto lo mismo que Posas. Lavalle condenó últimas gacetas, los habían llevado a la negación de
’ severamente a los compatriotas suyos que hacían el “las leyes eternas del patriotismo” de que hablaba La-
j juego del enemigo. “Estos hombres”, escribía a Ohila- valle. negación implícita en el pensamiento de Rivada-
veri el héroe de Junín, “estos hombres, conducidos por via. Más que una teoría, política, sus ideas eran una |
un interés propio muy mal entendido, quieren trastor religión, la religión del progreso y la civilización. No ^
nar las le}'es eternas del patriotismo, el honor y el buen la civilización de la cruz, carcomida y condenada a la
sentido; pero confío en que toda la emigración prefe disolución, sino la del capital extranjero, el progreso
rirá que la “Revista” la llame estúpida, a que su pa material en todas sus manifestaciones. Poseídos de la
tria la maldiga mañana con el dictado de vil traidora. intolerancia correspondiente a su ardor, habían rehusa
Hay también una cuestión muy grave. El general Ri do su colaboración al hombre que, con amplitud de
vera piensa invadir él en persona al territorio argenti miras, invitaba a esos jóvenes recién salidos del colegio
no. Este punto no quisiera tocarlo, pero Y. tiene un a acompañarlo en su obra de restauración, no sólo po
pecho argentino y sentirá todo lo que yo siento... si lítica sino cultural. No dependió de Rosas que la fuer
se realizan las ideas de hoy, es decir, si llega el caso za de aquellas inteligencias no se canalizara en bene
de llevar la guerra a nuestra patria, los pabellones ficio de la patria. Pero la canalización de ese sentido
. francés y Oriental, entonces haremos nuestro deber”, era imposible. Porque, de no ceder sus miembros uno \
j Meses después haría todo lo contrario. por uno a los halagos de la temprana disfínción, y evo
| En este momento críti*eo} en esta “junctura rorum” lucionar, el espíritu de la Asociación de Mayo era
en que se 'jugaba el destino de la patria, en que la inconciliable con el espíritu de la Restauración. Esta I
emigración, núcleo de ha oligarquía destinada a gober se basaba en los principios tradicionales del orden.
nar el país, pudo volverse atrás, en que el corazón es Aquélla en el trastorno de esos principios. El arraigo 1 *
tuvo a punto de rectificar lás desviaciones de la cabeza, nacional del Restaurador ofuscaba a unos jóvenes que *
surge la nueva generación de emigrados, resuelta a im- no vivían sino con la imaginación puesta en el extran- A*¡ ¡
j pedirle á la vieja su reconciliación con el país. Y 16 jero. Lá Suma del Poder no les repugnaba sin duda. L,“ [
consigue. ' '*' tanto como la índole del que disponía de pila, y sobre h, í
\ La “Revista” a qiie aludía Lavalle en su carta a Chi- todo el uso a que la destinaba. Tal vez Ies pareciera,f *;*>,;
lavert era redactada por un núcleo de jóvenes, los más bello emplear la fuerza, *encarcelar; Afusilar, pero nc>L
capaces en la nueva generación ríoplatense/ emigrados como lo hacía Rosas, para* que el país nofse disolviera ;Óc- M
voluntarios poseídos, de un verdadero deóeo de marti- en- una ‘serie 'de republiquetas, -'sino; qomo^Rivad.avía y; [\
Lavalle 'n a r á i W f l W f l f l í i r 'f l t i r í m u í fu aR f» VÍV vitv Rrdrí 'm in+ív'SJilSK lll
1G6
í
RODOLFO y ,J U L I O I R A Z U S T A
XA A R G E N T IN A X E L ' IM PERIALISMO BRITANICO
del país im núcleo de vida europea,, cortado por el pa conducta, Francia representaba la barbarie. Y vice ver
iren de París o de Londres, de preferencia 3o último,, j* sa.
bien libre, es decir; bien protestante, bien civilizado, es ]■ En ningún momento el gobierno argentino qne debió
i
decir, bien extranjero. .afrontar' el penoso conflicto se apartó de la justicia,
JBI conflicto franco-argentino no fué siquiera dilema
t
la seriedad, el buen sentido y el deseoBde conciliación
ara ellos. Con rara unanimidad vieron en él un con con la otra par.tc. Alegaba el acuerdo ,de la ley que
flicto entre la civilización y la barbarie. ¿Podía ser du había dado origen al conflicto con el derecho de las
dosa la opción? Los que no se habían ido, tomaron el naciones, sin rehusarse a discutir el punto diplomáti
camino del voluntario destierro, o se dedicaron a' zapar camente. Ofrecía satisfacciones sobre los hechos recla
en el interior la fuerza del bárbaro que ^.resistía a los f mados negando el reconocimiento del derecho siíf pre
.civilizados representantes de Francia. Los que ya es via discusión con nn representante debidamente auto
taban en Montevideo, consiguieron poner las principios rizado, no con un simple cónsul sin investidura diplo
- ..y.
,de acuerdo con el hecho de la emigración, precipitar a mática o nn jefe de escuadra. Francia quería arrancar
sus maestros, los viejos emigrados, en una alianza 'con nos a la fuerza privilegios que ella no da hoy mismo
los enemigos .de la patria. Suya fué la obra de conver sin compensación, como el derecho de propiedad para
tir en un trío, el dúo Rivera-Leblanc. La anarquía el extranjero sin las obligaciones de los nacionales, y
.uruguaya y .el imperialismo francés iban del brazo. La la cláusula de nación más favorecida que el Reino Uni
| traición argentina se unió a la comitiva. En tres días do tenía por un tratado de reciprocidad formal absolu
La val le fué persuadido por Varela, a dejar sus escrú ta. Y contra la ley de las naciones nos bloqueaba sin* ,
pulos de meses antes; y su partida en los barcos fran previa declaración de guerra, y nos quería imponer una’
ceses fué facilitada por. Andrés Lamas, el niño mimado discusión diplomática con4 nn agente cuya investidura ’
\ ,de Rivera. La oligarquía en formación revestía nuevo militar era la negación de la diplomacia. El atentada
i -carácter. era tan claro, que no podía suponérselo destinado’ a ob
f .Por clara .que fuese para los flamantes emigrados, tener los derechos reclamados, sino un pretexto pqVa !'
redactores .de la ¿'Revista”, la naturaleza del conflicto una empresa de conquista. El pretexto era más incon
entre la civilización y la barbarie, debieron hacer pro sistente que el abanicazo del bey de Argel al cónsul
digios de dialéctica para disuadir a sus tona patriotas de Francia, abanicazo que fué el primer episodio de la ■ j
( de ver el asunto ai revés. Porque Jo' curioso es que, colonización francesa en todo- el Africa del Norte /íy ;F
considerado desde cualquier punto de vista, el conflicto No obstante el carácter expansivo de la agresión
parecía .realmente entre la barbarie y la civilización/ francesa, probado por su simultaneidad con otras en*
pero invirtiendo las etiquetas que los emigrados ponían América, Africa, Asia, los emigrados tomaron las ar~l: ^
a cada una de las partes. Francia podía aparecer repre mas contra su patria, junto a los agresores dé la mis- f
sentando a ja civilización sólo en el caso de que la civi ma. Recibieron oro en pago del nefando servicio. Y si- l,
lización fuese una misma cosa con ella; si era un prin guieron creyéndose los mejores argentinos. Rosa? de-1
cipio que fa trascendía, y al cual .debiera. ajustar su. f en di a las leyes fundadas por los ri va davíanos en aque
llos puntos en que representaban los principios indis- V
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Jl O D O L F O v J ü Z l O I K A Z Ü S T A
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■E A ~ 'J H U £ m $ l i r A Y E i;- IMPER IALIS MO BRITÁNICO j
n ó v o l r o y j u l ro i n a z v s t a
'
ingles es y franceses. .El protegido es en este caso elr.
Alianza un bloque hostil. Debiendo vivir de Europa,, mejor lazo de unión entre los protectores, ' -
no habría podido hacer otra cosa que mendigar, y hu Florencio Várela es utilizado por los agentes euro
biera conocido “si come sa di fíale ií pane altrui”, como peos que' ya tenían decidida una intervención conjunta,
exclamó otro gran exilado. en el Río de la Plata, para explicar a los gabinetes de
Da acogida que tuvieron los jóvenes porteños de 1838 Londres y París, las ventajas de aquella. Nada más
en Montevideo Jfn¿ totalmente diversa. El odio a liosas justo que el acuerdo angl.o-francés posterior al conflicto
era uno de los valore« más cotizados en la plaza. Mu vsohre la cuestión de Méhemct Alí, se volviera contra
cho más el mismo odio, servido por una pluma capaz el gobierno que estaba amenazando detener el progre
de comunicarlo a los otro«. En vez del mendrugo dado so del imperialismo europeo en America.
de limosna, sin lástima, al ser inadaptable en su país La emigración argentina, aliada del imperialismo eu
que no debe ser bien recibido en ninguna parte de un ropeo, se encarga de abogar esta cansa contra su país.
mundo armónico, la corona cívica, el aplauso caluroso Inglaterra no había mirado con buenos ojos la intro
a esas ideas cuya circulación está prohibida enfrente, misión francesa de 1838. No por amor a la independen
que aquí tienen libre curso. cia de estos países, sino por la amenaza a uno de rus
Buenos Aires no les negaba el éxito a condición de buenos mercados. Pero había sido impotente contra
no atacar el orden establecido. En Montevideo podían ella.
atacar el orden establecido cu Buenos Aires (no el Rosas no tuvo la suerte del sultán de Constan tino pía
establecido en Montevideo; ninguna libertad contra la que provocó la unión de Inglaterra, de Rusia, de Pru-
| libertad), y tener éxito. Ni los emigrados franceses de- sia y de Austria, para protegerlo contra Mehemet AH
1789 a 1815, ni los emigrados rusos de autes o después: ayudado por Francia. Debió salvarse solo. Nuestra ami
de la guerra han tenido la libertad de movimientos, la ga no hizo más que contemplar la contienda, acompa
consideración, el aplauso de que disfrutaron los jóvcr ñarnos con su simpatía (hecha de interés), proporcio
| nes porteños de 1838 en los países vecinos. Entre el des nar el terreno neutral y descorchar el champaña con
tierro de Sarmiento, de Albcrdi, y el de Chateaubriand, que se abriera, a bordo de uno de sus barcos, la nego
de Trotzkv o Bculiaeff, ¡qué diferencia! 1 ciación franco-argentina de 1840.
A poco de obtener sus primeros éxitos cu la prensa, Hasta que la locura, heroica del liberalismo francés
serían utilizados en la diplomacia. Para Francia, la con no amotinó a Europa contra Francia, Inglaterra debió
vención .Mnckau-Arnna no había fiido más que un com alimentar serios temores, (agravados por la impoten
pás de espera. Inglaterra misma, riendo el giro que to cia) sobre la suerte que amenazaba, a su gran mercado
maban los acontecimientos a raíz de esa convención del Plata. La convención Mackau-Arana primero, lue
que ella había en parle procurado, se inquietaba. Rosas go" su propio acuerdo con Francia, vuelta a Ja razón
no se contentaba con parar la maniobra extranjera. La por la prudencia de Luis Felipe, alejaron la posibilidad
contestaba. Los imperialismos europeos, que se anda de. que su rival la sustituyera violentamente en el co
ban estorbando, fíe ponen de acuerdo. La emigración mercio ríoplatense. En condiciones iguales, de penetra
exulta. En vez de dos protectores rivales, en adelante ción simplemente económica, Inglaterra no podía temer
no tendrá, máfi que uno solo en la unión de los agentes
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3", :i ■ . : j¡-.; íí-f'V
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B i t A R G E N T I N A F E L IM P E R I A L I S M O ' BRITANICO:
It b D OLF O t JULIO IRA Z U8 TA
H íij,actividad, mantendrá la guerra civil civil en un punto muy;
la competencia de Francia. Carlos III y los rivadavianos conveniente. Si Paz consigue atravesar
atraves el Paraná antes
liabían hecho de este país un tributario natural de In ; que Oribe y Pacheco, vencedores de Lavalle y Lama-,
tflííSVr^í- arid, de vuelta del Norte y de Cuyo■ respectivamente, se
glaterra ; la reciprocidad formal de trato con él le bas
taba para obtener un beneficio mayor que por ¡a dómi- reúnan, su triunfo sobre cada uno de ellos en detalle''
f nación de derecho. Francia no podía aspirar a lo mis L g L e s posible; y la organización de un régimen liberal, sin
mo; su estructura económica no se lo permitía. ;|>£L/;la intromisión francesa y sin prevenciones contra la pe-
Pero si al reves dé Francia, Inglaterra se contentaba l.nétración británica, comercial y. pacífica. Sorpresa: Fe-
con la penetración comercial, y se alegraba de nues 'fe-L; rré le quita a Paz el ejército correntino antes que el
tra resistencia a la penetración política mientras no d|§r*L vencedor de Caaguazú explote su triunfo pasando el Pa-
había llegado cí momento que esperaba ella misma, no [ffgy 'raná. Había que impedir a todo trance el aniquila mi en-
podía tampoco mirar con buenos ojos que pasáramos sfeí2 to del ejército correntino-uruguayo de la Mesopotamia,
de la defensiva a la ofensiva. Si no deseó el hundimien ahora mandado por un ex carpintero deseoso de emu
to del Estado porteño que por el momento aseguraba lar a Naj) oleón y el torpe intrigante que nunca había
un mínimum de orden a su comercio, el contraataque ganado una batalla. Mandeville trata de averiguar por
argentino sobre el foco de las agresiones en la otra ban dónde piensa Oribe invadir a Entre Ríos. Pero Rosas,
da, comprometía los resultados obtenidos por ella en B¡í sobre aviso, devuelve astucia por astucia. ¡Malo! Oribe,
1 1828 y 1833. Era inquietante. después de atravesar el Paraná por un sitio clifevente
Para medir la distancia que va de la actitud inglesa del que se hiciera creer a Mandeville, aniquila a Rive
de 1838 a la de 18-12, imaginemos las reflexiones que ra, Ferré y consortes* en la batalla de Arroyo Grande.
pudo hacer el representante británico en Buenos Aires, ¡Peor! Oribe atraviesa el río Uruguay y pone sitio a
desde la segunda gobernación de Rosas basta la época Montevideo.
a que hemos llegado. Rosas sube en 1835 con la suma Esa reacción de la fuerza argentina contra la agre
del poder, pero la consolidación del orden le dará tra sión de Francia 3" la conflagración interna y externa
bajo. La guerra contra Bolivia es la primera manifesta descargada por ella, sobrepasaba las aspiraciones ingle
ción de una nueva política internacional argentina; el sas, era de mu3f malos augurios para el mantenimiento
veto a la unión del Alto con el Bajo Perú, es un golpe de la debilidad ríoplatense. El espectro de una gran po
maestro. Mas el derrocamiento de Oribe le impedirá tencia sudamericana, (similar a la que había surgido
a Rosas proseguir sus éxitos internacionales por el lado en sus antiguas colonias del Nuevo Mundo), que había
del Paraguay. La agresión francesa, combinada con la movido a Inglaterra a proponer desde 1826, la inde
sublevación de la Mesopotamiá, la coalición del Norte, pendencia oriental, se concretaba de modo alarmante.
la revolución del Sur, la conjuración de Buenos Aires y La fuerza de Rosas, la habilidad de su maniobra, ame-f
la invasión de Lavallc amenazan favorecer demasiado nazaban los ulteriores progresos del imperialismo euro
a la potencia rival. peo en América.
Suerte que Rosas resiste, pero sin duda para quedar / La conducta que esos hechos le inspiraron a Mande-
postrado. El nuevo ejército que Corrientes pone en pie, B ; ville fué tan clásicamente inglesa, tan digna de un su-
mandado por el mejor general argentino entonces en il-L1 '
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RODOLFO y JULIO I R A Z U S- T A LA ■
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ce.sor de 1 Woodbinc Parish y lord Ponsonby, que' se
unió al represeuíaníc francés para ofrecer a Posas una Alvear, Manuel Moreno, Sarratea, Guido), que aprove
mediación preñada de amenazas, antes que Oribe hu chaba las 'disensiones civiles de Francia e Inglaterra,
biese derrotado a Rivera en Arroyo Grande, es decir, como estas aprovechaban al papel de intermediarios en
cuando el enemigo que non había declarado la guerra tre los consulados de Montevideo y los palacios de
ocupaba todavía una provincia de la Confederación, YYhitehall y las Tullerías. Pudieron entonces mostrar
cuando la invasión de la Banda Oriental era una hipó su valer intelectual, probar ante los únicos jueces que
tesis supeditada a la condición aleatoria de una batalla =ellos admitían su pretensión de ser los mejores argen
no ganada todavía. La sorpresa que tal conducta de tinos, de merecer el gobierno por derecho propio: todo
contra su país. Y arel a. di ó los materiales con que Thiers i
Mandoville causara en el campo de los emigrados, que alimentaba la llama de su elocuencia sobre las bellezas
la deseaban, pero la creían absolutamente imposible, naturales de la Banda Oriental, con cuya descripción
desde que Mande villa pasaba por el mejor amigo y pro mostraba el precio reservado a la cruzada libertadora
teo for de Rosas, confirnói el carácter forzase de aque de Francia en América. El más exaltado partidario eu-
lla conducta, su fidelidad a la línea fundamental de Topeo de la intervención abogaba, no por una inocente
la política británica en el Río de la Plata. operación de policía, sino x>or el protectorado sobre la
A la mediación amenazante de los diplomáticos de Banda Oriental. El enano sonoro que en 1830 había es- \
Francia y de Inglaterra siguieron los insultos de pa camoteado el fruto de la revolución a los republicanos
labra y de hecho de sus hombres de armas, su partici y que en 1870, al vencer a la'comuna de París, haría
pación en ln defensa de Montevideo, “el principio de fusilar 7.000 prisioneros, quería proteger a Montevideo
no reconocer a los nuevos puertos de Sud América co del sanguinario caudillo de Buenos Aires, más para
mo potencias marítimas autorizadas para el ejercicio quedarse con ella. }Qué mucho, si Varela iba más lejos!
de tan alto e importante derecho como el del bloqueo”, El gran publicista político desplegó ante Guizot y lord
los atentados del “salvaje comodoro inglés Purvis” con Aberden, su plan mirífico para atomizar el territorio del
tra la escuadra y el pabellón argentinos, el paso de la antiguo virreynato del Río de la Plata en una polva
mediación a las reclamaciones, la negación de nuestra reda de Estados. Mostraba las coyunturas con la habi
soberanía sobre los ríos interiores o para legislar sobre lidad de un “maitre dTiotel” indicando cómo se des
la condición del extranjero en el país, la transforma posta un ave. Aquí la Mesopotamia, segregada de la
ción de Montevideo en una especie de Argel o Túnez, Confederación y constituida en Estado semilibre bajo
etc., etc., etc. el protectorado francés; allá el Paraguay, con su in
Para estrechar o mantener el acuerdo de los gabine dependencia reconocida, más allá las Misiones Orienta
tes metropolitanos, acuerdo que no podía ser tan ajus les, cedidas al Brasil para que la cuña de la división
tado o perenne como el de los agentes que aquí reac- Tioplatense no añoje nunca. Buenos Aires, esa aldea I
| clonaban ante el mismo estímulo de los hechos, Qmra con pujos de metrópoli imperial, reducida a la" impo
contrarrestar en Europa la acción diplomática de Ro tencia para siempre. Entre esas jurisdiciones territoria
sas, servido por las mejores cabezas de la aristocracia les, la navegación bien libre en una cuenca internacio
revolucionaria, del patriciado argentino (San Martín, nalizada. Régimen civil de excepción para los extran-
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177
R O D O L F I r J V LI O IE A Z V S T A
L A AMGEN T I N A Y E L IM PER IAL ISM O BRITANICO
I jeros en el interior de cada Estadillo. El fantasma del
gran Estado posible en las Provincias Unidas del río loa europeos aflojar la presión de esa tenaza que basta
de la Plata, émulo do los Estados Unidos de Norte ba a extirpar el mal de América? Tal probabilidad des
América, definitivamente exorcizado. esperaba a los emigrados.
( Mientras Várela, de vuelta de Europa, desarrollaba Nuestro país los comprendía cada día menos, la una
su plan en la prensa emigrada con la fría impasibili nimidad alrededor del jefe legal hacíase siempre ma
dad satánica, con el aplomo en el absurdo de un Swift, yor, la resistencia más fácil, la perspectiva de un triun
Sarmiento lo sustituía en la tarea de persuadir a los fo opositor más remota. Era la seguridad de la conde
gabinetes de París y de Londres que el empleo más nación histórica, .más temible para ánimovs esforzados
noble y civilizador que podía darse a la fuerza europea como aquellos, que la vida violenta que llevaban.
era matar en el huevo el germen de una grande ar- Abora la lucha no había sido como en 1840, en el se
} gentinn. Salvo la cesión de la Patagonia a Chile, Sar no del país, toda de hermanos contra hermanos, mien
miento no podía agregar mucho al pian de renuncias tras los franceses miraban desde el río. Paz no tuvo
territoriales bosquejado por el experto Varela. Pero tiempo de medirse con Urquiza, y la reducción de Ma
con su genio literario era capaz de tocar mejor que dariaga no costó mucho trabajo. En cambio, los anglo-
nadie los resortes morales que movieron a continuar’la franeeses pudieron darse cuenta que aquí no se entra
intervención. Francia no podía ceder, porque los insiti- ba como en Asia o Africa. Combate de Obligado. ¿Y
tos recibidos por ella del sucio bárbaro porteño man las campañas de la Banda Oriental, que parece destina
cillaban su honor. Las “leyes eternas del patriotismo’* da a contemplar la invencibilidad del brazo argentino
que para la Argentina no regían, debían ser inviolables cuando la cabeza que debe regirlo manda bien? Ahora,
para Francia, que era la civilización. pocos episodios ingratos, como la huida desesperada del
El frenesí antinacional de los emigrados redoblaba noble La va He. La respuesta a los ultrajes del extran
a medida que se iban quedando más solos. Su concepto jero, el castigo del más pérfido y constante enemigo de
de “las leyes eternas del patriotismo“ se .hacía cada la patria, del caudillejo que simboliza tan extrañamen
vez irías contrario al de sus propios maestros, los inven te la cruzada civilizadora de los europeos.
tores, de aquel sentimiento, los revolucionarios france Horror, Los representantes de la cultura tratan de t
ses del 89. Retornaban a la teología. La opción por un igual a igual con el caudillo de la Pampa. No pudien- J
principio en vez de una cosa, es teológica. Se basa en do conquistar a Buenos Aires como a Argel, ni impo
el principio de que el espíritu es superior a la materia. nerle un régimen como el de las capitulaciones en Tur
^ Pero ¿cuál era el principio espiritual esgrimido contra. quía o el de las embajadas con barrio de extraterrito
la integridad del territorio patrio? El de la civiliza- rialidad, como en China, ni siquiera un gobierno de
i eión. ¿Qué civilización? “La civilización es la escoba”,. amigos, se resignan a reconocerle; todos los atributos
| decía Sarmiento en 1845. Del Jado contrario estaban eí de la soberanía internacional, el derecho de legislar
patriotismo incondieionado y la cruz, es decir, la bar- como soberano sobre la navegación de sus ríos interio
l barie. Civilización de la escoba y barbarie del patrio- res, sobre la condición del extranjero en su propio se- >
t tismo y la cruz. Esa antítesis era una tenaza. ¿Podían no. Europa se persuade que por exótico y lejano que {
t, sea un territorio, cuando su Estado respeta la cruz no
178 *
RODOLFO y JULIO IR A Z US TA
L A A R G E N T I N A Y E L IMPER IALIS MO BRITANICO
es susceptible de ser más cultivado, ni por lo tanto
\ colonizadle como cualquier territorio pagano. Aquellos silera, cuando ello parecía imposible, “hic *opus, bic
años de 1849 y 1850 ven decidirse el destino de Amé- labor”.
■ rica del Sur. Los emigrados la realizaron. ■
Si el. gobierno argentino caía en la épica contienda, Los peligros corridos por la Confederación habían si
los otros gobiernos sudamericanos hubieran conocido do comunes con el Imperio. Este hubiese difícilmente
la misma suerte que le esperaba a aquél con el triunfo arrostrado como aquélla, airosamente, la agresión cu-,
de las grandes potencias de la codicia europea. La ropea en combinación con su desorden interno. Sus cos
amenaza que todos conocimos entonces de la servidum tas más vulnerables, su cohesión política menor, su ma
bre efectiva, la ignominia, que sólo conoció Montevideo, terial humano, tanto más inferior, no le hubiese per
del interventor siempre al lado del representante for mitido el esfuerzo maravilloso del gobierno bonaerense.
mal de la soberanía, como el uniforme ele general fran El Brasil habíase beneficiado como el resto de Amé
cés junto a las blancas vestiduras de un rey marroquí rica, de la heroica resistencia argentina. Aunque sus
o tunecino que aún hoy se ven en la prensa ilustrada, posesiones no fueran tan codiciables para la coloniza
\ se disipan corno una pesadilla al despertar. Los frutos ción europea como las fértiles llanuras del Plata, pro
del triunfo obtenido al promediar el siglo, se perdieron tegidas como estaban por la insalubridad del clima y
| en parte poco después. Nos quedaría lo suficiente para la proliferación africana, corriera algún riesgo su im
libertarnos del todo cuando lo queramos. perial soberanía si los poderosos Estados de la Mancha
Para los emigrados la situación presentaba muy otro hubiesen obtenido el logro de sus aspiraciones. De ahí
aspecto. El definitivo reconocimiento de la independen su neutralidad durante la lucha entre la Confederación,
cia argentina era la caída de Montevideo, el fin de los y los europeos. Terminada ella como convenía a la cau
subsidios y hasta de los resobados argumentos sobre sa americana y al Brasil, el problema consistía para
civilización y barbarie. La perspectiva de un fin oscuro éste en lo siguiente: reanudar su propia intervención
en vez del retorno triunfal en la escuadra anglo-fran en el Plata, sustituir a los europeos en la tarea de im
ees a, con- un desembarco en Buenos Aires conquistada, pedir la formación de un gran Estado en la desembo
a merced de los vencedores. Para los menos esforzados, cadura de la cuenca maravillosa, en el momento más
en el mejor de los casos, la amnistía humillante. Para oportuno para esa formación. Desembarazado de sus
los impenitentes el destierro definitivo, la agonía entre dificultades con las grandes potencias, Posas, cuya po
añoranza de paisajes vistos en la niñez y dudas sobre lítica de integración territorial era conocida, no podía
J el juicio de la posteridad. Pero cuando parecían más tardar en volverse contra el Brasil y sus constantes in- -
próximos a la derrota final, estaban en realidad más tentos de atomizar el territorio del antiguo virreynato. í- t
cerca del triunfo. Haber visto claro en aquellos mo Su ejército veterano y poderoso sería destinado a im
mentos, haber procedido con serenidad en el corto tiem- pedir la segregación del Paraguay, y a ocupar las Mi
ro restante, fueron una obra maestra de voluntad e in~ siones Orientales indispensables a la defensa de la in
I teligencia. Sustituir a la intervención europea, la bra- dependencia Oriental, y a nuestra propia seguridad vul
nerable por el lado del país hermano. Aunque la ex- ’^
pansión argentina nunca fue injusta, el Brasil podía fjh
180 *
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RODOLFO Ar JULIO 1R A ZV S T A LA ARGENTINA Y, EL IMPERIALISMO 'BRITANICO
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temer que, como complemento del gran Estado que de *-■ ■ : >?. %
seaba formar, Rasas le devolviera maniobra por ma pre el levantamiento de barreras arancelarias, la pro
niobra, atomizando sus territorios del Sur, hacía tiem tección de la industria nacional, la defensa del metá
po anarquizados. lico. . Por añadidura el cierre de los ríos, necesidad J
El problema era de difícil solución. La pieza que te de la política internacional, medio de presión contra el
nían los ajedrecistas de Río era una sola: Montevideo. separatismo paraguayo, perjudicaba a la provincia de
| Y empezaron a utilizarla con la habilidad que caracte su primer lugarteniente, caudillo progresista, ansioso
riza a la política brasilera, política que ha hecho un de valorizar el territorio del pueblo que mandaba, con
solo Estado de territorios dispares, un conquistador de arraigo local in discutido y prestigio nacional de gran
un país débil, como la cabeza suele hacer de un cuerpo guerrero. De otra parte la prolongada dictadura había
prematuramente enfermizo un hombre longevo. tenido efecto doble. Sobre el mismo dictador; causado
Poro ¿habría sido tan eficaz su política, tan serena de tan largo y difícil esfuerzo. Sobre la. opinión. El es
su acción en aquel momento difícil de 1850 de no tener píritu del siglo, infiltrándose por el resquicio de las
la ayuda espontánea de los emigrados " argentinos? simples transcripciones con que las gacetas oficiales
¿Quién sino éstos podían indicar ocultas debilidades en creían anonadar a sus adversarios, habíala trabajado
la situación argentina? Suponer el debilitamiento con y extraviado sobre el rango de los problemas. Después
siguiente a una lucha larga ora fácil. ¿Cómo prever, ba de la lucha por la independencia/ contra los europeos,
jo las apariencias de la salud (las manifestaciones de el mismo Urquiza vería menos claramente la necesidad
los pueblos Confederados a favor de su jefe), los gér cíe subordinar por más tiempo la economía a la políti
menes latentes de disolución? ¿Cómo ver de lejos los ca. Por ese lado, el.régimen menos político que comer- 1
puntos más vulnerables del cuerpo cansado? eial, propugnado por las mejores cabezas argentinas,
| Rosas no había transformado la economía del país. debió empezar a seducirlo, hasta desatar en él esa pa^;.
Había aprovechado el privilegio concedido a Buenos síón constitucíonalista que tan extrañamente contrasta 4
Aires por el régimen de Carlos III y los ri va daría nos. con su genio autoritario y sus procedimientos dictato
No, como estos últimos, sólo en mejoras edilicias, para riales, aún después de Caseros.
la metrópoli, .sino también en pagar la unidad nacional, Esas o parecidas razones debieron los-*emigrados dar
comprando a los caudillos pobres y costeando todas las le al Brasil para precipitar todavía más'su decisión, ya
( guerras necesarias con los recursos de su aduana. Re casi tomada. Va reía, el 1artista de la traición, había 1
formar la economía, redactar la constitución, antes de muerto poco antes en trance equívoco. Pero tenía un \
realizar la unidad nacional, hubiese sido poner la ea- sucesor: Andrés Lamas, el abuelo de nuestro presente
\ rreta delante de los bueyes. Y..61 no era pueblerino co canciller. Lamas era el hombre qtxe como estadista rio-
iné Ri va da vía, sino hombre ’de campo, que sabe cómo plateóse distinguióse por lo bien que conocía y procu
se ata una carreta. Pero su buen sentido no bastaba raba los intereses del Brasil. Nadie más indicado que
para acallar la grita de los pueblos, que^ venía de an él para ofrecer al Emperador, en nombre de la emL...
tes y no había cesado durante los quince años de su' gración, el compromiso de satisfacer todas las ambicio- c
gobierno. Una que otra 'provincia interior pedía siein- nes de aquél a cambio de la ayuda para restituirse ella
en el gobierno de la Confederación. El fué el dignó, í
1S2
11 O P O L F O " y J U L I O I R A Z Ü S T A l,A ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
%
promotor de esos tratados que nos liarían perder la argentinos dieron al Brasil la libre navegación de nues
provincia del Paraguay, el resultado de los triunfos tros ríos mientras el Brasil se la negaba al Uruguay
obtenidos sobre Francia e Inglaterra, que abrían la en aguas donde a éste le correspondía por los princi
puerta a la segregación de Entre Píos y Corrientes, pios más inconclusos del derecho internacional y fun
que le permitirían al Brasil desquitarse de Ituzaingo daron el principio de la ocupación como título de pro
con una entrada triunfal de sus tropas en Buenos Aires. piedad al misnio tiempo que decían instituir el reinado
Para colmo de ignominia, por aquellos tratados nos de la justicia y de la razón. De nn gobierno sin camb
comprometíamos a ..pagarle ai Brasil el precio de su ras, en una plaza sitiada el Brasil obtuvo por la inti-.
operación de policía, único pretexto de su pérfida in midaeión la ratificación de aquel tratado. Las dudas'
tervención, la cual, si requerida por el tratado de 1828 sobre su validez, le costaron la presidencia aL primer
era de su debed', y si no, de su interés, más resaltante. mandatario constitucional uruguayo,, después de Case
Pero el trabajo de Lamas no paró en eso. Bajo su fe ros, Giró, derrocado por amaños entre la oposición lo
de “caballero”, se compz-ometió verbalmente a pagar cal y la legación del Brasil. La “pacificación” seguiría
además por la ayuda en 3a moneda corriente en que con los mismos métodos por muchos años. No era sólo
se cobraba el Brasil, que si no tenía interesen comercia ansia de prestigio. Había también interés. Las gran
les, conservaba intacta su hereditaria codicia territo des maniobras diplomáticas de los emigrados, le per
rial. Entre quejas de jugar su popularidad, con una mitirían al Brasil redondear sus territorios de yerba,
precipitación que nada justifica en materia tan grave, producto del que éramos y somos el mayor consumidor
violando la ley de las naciones, firmó un tratado de mundial y por el que somos tributarios del extranjero
límites uruguayo-brasilero sin participación de la Ar por derecho de conquista. El nombre de Lamas está
gentina, que no podía faltar en semejante arreglo. Ade asociado a una etapa de esa operación.
más de cobrar el mantenimiento de sus tropas inter
ventoras, el Brasil recibía otro precio en una moneda
que el tratado de 1828 excluía taxativamente, la cesión
de territorios del Estado protegido al Estado protec
tor, pues aquel inaudito tratado de límites cedía al Bra
sil territorios uruguayos y la soberanía entera sobre
aguas comunes a los dos pueblos, Pero la parte más
característica de aquel, arreglo entre “caballeros” es el
reparto de tierras que no les pertenecían ni a una ni
a otra parte, el reparto de las Misiones Orientales, so
bre, las cuales jamás habíamos renunciado a nuestros
derechos ni el Brasil tenido otro título (por confesión,
propia) que el hecho de la ocupación.
Así fue como protestando mentirosamente inaugurar
de aquel modo nefando, una era nueva, los emigrados
184
LA ARGENTINA T EL IMPERIALISMO BRITANICO
1 86
■ yf RODOLFO t JULIO IRA ZV 8 TA %A ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
— quedaban Gutiérrez, Carril y muchos otros, velando por que habría sido según la fe de los tratados”, como dice
' la realización del programa de 1823 y 1838, uno de sus propios hijos, Oliveira Lima, la opción no
Los compromisos de hacer lo posible por obtener del era difícil para un patriota argentino ni para un buen
futuro gobierno Confederado el reconocimiento de la americano. La ¡mimacía continental del Brasil ha en
indepenciencia paraguaya, la libre navegación de Jos venenado las fuentes del derecho internacional sudame
ríos y el pago del subsidio al ejército argentino, más ricano, al establecerse sobre la aceptación de la ocupa
los gastos de la ocupación imperial eran formales. Y ción como título de propiedad territorial. De primal’
Urquiza no podía volverse atrás sobre ellos, como no la Argentina, el continente no hubiese presenciado las
lo hizo. Ultrapasó sus atribuciones cumpliéndolos por guerras de conquista que vinieron a continuación.
decretos del gobierno provisorio. Pero sobre lo que no La emigración restaurada en el poder tenía otras coT
estaba comprometido, sino sólo amenazado, ¿cómo no sas en que pensar. No tanto la constitución, como el
resistir al espíritu de 3a alianza? La perdida de la ven cumplimiento de los dictados del extranjero. Lo que
taja obtenida por las convenciones de 1849 y 50 eii no habían obtenido los cañones ingleses y franceses,
la parte más delicada de nuestra política internacio fue cedido bajo el mentiroso pretexto de federalismo
nal, es decir, el problema oriental, era de suyo enor a la americana. La Confederación Argentina existía
me. Oribe era la gran carta de la armonía rioplatense, desde veinte años antes y su dispositivo político permi
exclusión hecha de medios ingratos, ¿a qué agravar la tía la esperanza de completar la obra unificadora hasta
pérdida? Resistir a la cesión de las Misiones Orienta los límites naturales del país. Pero no era precisamen
les era conservar un elemento de reacción. De donde te esa Confederación la que se iba a poner en la carti
los esfuerzos de Urquiza por no dar el alcance de un lla imprescindible. Se trataba de destruir el federalismo
reconocimiento de los derechos brasileros a la garan vernáculo para sustituirlo con el remedo del federa
tía del tratado de límites firmado por Lamas, el distan- lismo norteamericano. A la disposición racional y pro
ciamiento de los gobiernos de Río y Paraná. porcionada de los distintos miembros de la Confedera
Peña y Vicente F. López obstaculizaron la reacción ción que hubiera sido conveniente poner en la ley, ha
de Urquiza cuanto pudieron como diplomáticos de la bía que preferir la uniformidad formal de los Estados,
Confederación. Los emigrados no sólo no veían clara y al principio de interés había que sustituirlo con el
mente, ni siquiera intuían como Urquiza que el proble de justicia. Las libertades vigentes en la gran república
ma Oriental era más importante que la pérdida de una norteamericana, en ningún sentido eran tan amplias
provincia o las franquicias otorgadas al universo por como las que se adoptaron aquí.
la Constitución. Allí estaba la paz de América y por Los Estados del viejo continente, veían ál gran Es
ende su prosperidad. Lo que el patriotismo ingenuo sen tado americano absorberles su sangre y sus capitales
tía es demostrable por la razón. Entro la primacía de sin esperanza de retorno. En el Plata, las libertades
un Estado que podía ser fuerte con la sola voluntad de ofrecidas al extranjero no anulaban su condición de tal.
conservar lo que le pertenecía por derecho, cuya gene Un extranjero en los Estados Unidos, para ser propie
rosidad está escrita en el mapa, y la de un Estado tario de bienes raíces había de renunciar a su naciona
conquistador, '‘bien poco semejante en extensión a lo lidad. Aquí quedaba siempre al amparo de su cónsul.
“Los criollos no tienen cónsul”, fue el comentario más del 11 de Septiembre, no bien aquel se hubo embarcado :
profundo de la Constitución del 53. Significaba la con para Santa Pe. Reducidos a juzgar “excelentes pero;
dición de vasallaje a que se reducía al pueblo argentino. abusivos y usurpadores de autoridad” los decretos d e l'
En los Estados Unidos nadie tiene cónsul, el hijo del gobierno provisorio de la Confederación, comprometie
país conserva allá bu predominio; aquí abdica de su ron la unidad del país por una querella liliputiense, en
derecho natural, El instrumento que en el Norte servía la cual de otra parte tomarían, cuando^ el control de
para extenderse basta el Pacífico, basta el golfo de la autoridad nacional pasara a manos de ellos, la po
Méjico, basta la extrema Al asir a, que'de un pequeño sición que habían combatido. Su principal tarea fué
núcleo de colonos establecidos en la costa del Atlán jugar a la Convención, con un Luis XVI en efigie y sin
tico hacía el Senado de un Imperio, se usaba en el acordarse.de la frontera, pues la indiada reconquistó
Plata para perder el dominio legítimo sobre el río epo- parte del terreno perdido del 33 al 52.
nimo, para sancionar la amputación definitiva de tres Después de Pavón, los emigrados podían detenerse
provincias. en la pendiente que bajaban. El gobierno del Paraná
Aunque los decretos del gobierno provisorio y la cons había realizado la parte más desagradable del progra
titución eran poco menos que simples transcripciones ma aliancísta, cumplido los compromisos ineludibles,
del “Comercio del Plata” y “Argirópolis”, los puros de aquellos cuyo ineumplimjento hubiese provocado difi
la emigración no estaban conformes. El sobreviviente de cultades argentino-brasileras que el país no podía afron
tar al otro día de Caseros. Era el momento de dar má
la era rivadaviana, el consejero de Lavalle/ Carril, ha
bía cedido de su rugosidad primitiva a las caricias de quina atrás, de volver a la senda de una política na
la experiencia; más vale' tarde que nunca. El lema de cionalista. El espíritu conciliador de Mitre permitía ’
los más jóvenes era todo o nada. Para ellos la unidad esa esperanza. Pero los exaltados que lo rodeaban eran !
nacional no tenía ninguna importancia si no se efectua una amenaza para los sobrevivientes del régimen rosis-
ta, que cometieron la torpeza de dar el pretexto de
ba bajo su dominación. Por gobernar ellos, que era de seado para aplastarlos, levantándose en armas contra
lo que se trataba, plantearon una nueva segregación. el gobierno salido de Pavón. Nombrado director de la
Segregación tanto más grave que las anteriores. No po guerra, Sarmiento la llevó arbitrariamente, fusilando
dían tolerar el gobierno del caudillo que se había pres sin juicio previo al jefe de la. rebelión y haciendo expo
tado a su designios. Cumplida, su obra, éste debía abdi ner su cabeza en una plaza durante ocho días, como un
car en manos de los emigrados. El no era un puro. Ha Oribe cualquiera. Por lo visto la civilización consistía
bía servido a la nación en sús grandes conflictos, había en fusilar y la barbarie en degollar. Para justificar su .
perseguido al pardejón. Rivera, aniquilado sus huestes procedimiento, y las desavenencias con Mitre, que no lo
en India Muerta y manda dolo a arreglar cuentas con había autorizado, es'eribió “Los caudillos”, la mejor de
el emperador en Río de Janeiro. ¡Su más pura gloria! fensa hecha hasta hoy de los métodos de Rosas, por
| Con un pleito sobre la forma del acuerdo de San Ni razones que valen más para su caso que para el de Sar
colás y una intensa propaganda liberal contra algunos miento.
actos dictatoriales del vencedor de Caseros, prepararon Esos acontecimientos no daban ocasión de hacer so-
el ambiente de Buenos Aíres, e hicieron la revolución
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RODOLFO T J ULI O I R A Z XJ S T A
XA »ARGENTINA X JÚL IMPERIALISMO BRITÁNICO
bre los fines de la política la misma rectificación que
Sarmiento, guiado inconscientemente por el criterio de tradicionalismo latino español; nada de catolicismo.
la autoridad personal, había hecho sobre los medios. Una caricatura de loe Estados Unidos, pero despojada
Las complicaciones internacionales hallaron a Mitre mal de orgullo, de potencialidad, de ambición. La libertad
preparado para ver' claramente. Gomo podía ocurrí ír en la debilidad, vale decir, la fuerza del extranjero.
sele, rodeado como estaba de los puros de la emigra Conteste criterio, había que crear categorías de juicio
ción, reprimir la insolencia de la intromisión brasilera contrarias al pensamiento tradicional de la humanidad.
en el Uruguay? Lo que el error de Mitre empezara, fuó Para ser patriota sería menester haber luchado contra
completado por la soberbia de López. Y el doloroso su país aliado al enemigo. Los planfletarios de Monte
conflicto con los hermanos se hizo inevitable. video o de Chile, identificados durante años con el in
Pero la fidelidad de Mitre al espíritu de la triple terés extranjero, serían los grandes escritores naciona
alianza no les bastaba a los emigrados puros. Mitre era les, aunque no todos hubiesen tenido el genio literario
patrióla. Su prestigio de general victorioso, un peligro del presidente de la República. Estadistas eminentes se
para el régimen que ellos pensaban establecer. Había rían aquellos que habían asociado su nombre a la pér
que. realizar sin asco el máximo programa de la emi dida de ima provincia o desencadenado una. guerra ci
gración. En la república ideal a establecerse en esta vil, y grandes generales, los triunfadores en luchas fra
parte del universo, había que trastrocar los valores mo tricidas.
rales y las nociones del intelecto, desnacionalizar a los Ese espíritu necesitaba un cuerpo. Los emigrados
t argentinos de modo sistemático. Y Mitre sería un obs- ajustan los resortes de la oligarquía. A ese primer
11 aculo. Era preciso quebrar su influencia. grupo se agregan muchos elementos de la alianza ac
| Como Rivadavia, Sarmiento fué encaramado a la pri cidental con los federales de Urquiza, pero no de los
mera magistratura por una combinación de camarilla más calificados. Coneuríren luego |los viejos núcleos
fortalecida por la ausencia. Así como, "mientras Las unitarios del interior, que vivieron agazapados, amena
Heras se ocupaba en la guerra, los partidários de Ri zantes, bajo el gobierno de Rosas. Data de entonces la
vadavia preparaban la presidencia de este, cuando gran inmigración mediterránea a Buenos Aires. Al mis
Mitre estaba en el Paraguay, en campaña, los par mo tiempo ingresan multitud de aventureros de todo
tida riots de Sarmiento organizaron y lograron imponer origen extranjero, europeos y americanos. Los orienta
»su candidatura. Nada más lógico. Había que continuar les pululan en el grupo directivo de la República Ar
1 a. obra de 1823, perfeccionándola con el espíritu de gentina, eximidos del compromiso de proeurar la uni
1838 y 1845. Y Sarmiento era la quintesencia del emi- dad. Su misión es asegurar la independencia de la Ban
\ grado. Para prevenir reacciones patrióticas como aque da Oriental, de que se enorgullecen dominando en Bue
lla de que fuó víctima la monarquía francesa restaura nos Aires. Así Andrés Lamas, el gran enemigo de la
da en 1815, acusada de haber vuelto al país en los fur unión del Plata, cuyo nombre simboliza el avasallamien
gones del extranjero, había que sistematizar el antipa to de Montevideo por el Brasil, es uno le los personajes
triotismo, cambiar totalmente el país, su índole, sus más influyentes del Estado argentino. Se le encarga
j costumbres, sus ideas, su religión, su carácter. Nada de “construir” la historia del país que había contribuido
a despedazar. Se le confían los archivos nacionales, de
193
R O D O L F O 7 J V L I O l R A Z V S. T A
’ -rJ »»1 LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO >
cuya expurgaeión había de salir inmaculada la actua
ción de los emigrados y tinta en sangre la memoria Unidos, de mentalidad opuesta al espíritu nacional y
de los defensores de la nación. El volumen de las “Me de muy escasa jerarquía intelectual. Con ayuda de losj
morias” de Paz q u e trata de la factoría de Montevideo, clérigos de procedencia exótica, en su mayor parte an-
es traspapelado. La “nueva Troya” no debía ser sino glo-sajones, destinados a sustituir en la dirección de 1&
heroica. El servicio prestado a la civilización sexúa re juventud a los curas criollos o latinos, el laicismo como
compensado por la patria, la cual debía olvidar pasiva religión de Estado se afirma en la enseñanza.
mente los servicios a ella prestados, los sacrificios rea En la administración se introduce el espíritu contra- |
lizados en su nombre. La traición debía no ser traición, rio a las costumbres populares, la repugnancia por todo
pero el castigo de ésta queda como crimen inexpiable. lo que fuera genuinamente criollo. El régimen econó
El deliberado silencio de Mitre, e n s u s grandes obras, mico destinado a complementar el político, es más ab
sobre la época dolorosa, era un desafío al espíritu de surdo que éste. País productor de materias primas, adop
la emigración. Parecía reacio a llevar los conceptos de tamos el sistema propio del más grande país consumi
la polémica a la historia. Se cierra el camino de la re dor y transformador, de la gran nación imperial. Como
elección. el federalismo es a la yanqui, el comercialismo es a la
Al conglomerado anterior se agregan de inmediato inglesa. En vez de fomentar la población de la cam-J
los comerciantes ingleses, franceses, a quienes el pre paña que había de proveer como sola fuente de recur
dominio de los factores económicos buscado por la cons- sos a todo el organismo nacional, se fomenta el desarro
i titución da un poder exorbitante. El patriciado argenti- » llo de las ciudades. En vez de privilegiar al campesino \
no desaparece de la vida pública como factor prepon- j se deprime oficialmente su condición rústica parango
derante. El principio aristocrático de los servicios pres- m nada con 1a. cultura del ciudadano, en general parasi
fados al país es sustituido: por el favor del extranjero, tario. Por la ley del número prevalece en el Estado la \
por la gloria que da el renunciamiento a la grandeza población de la ciudad numerosa y compacta, en vez
nacional. La gloria de las armas es sustituida por el de la población campesina, escasa y dispersa. El Estado i
prestigio de las carreras liberales. El agio, la especu- cae en manos de profesionales y funcionarios. Pero los "
í laeión, prevalecen sobre la industria. La nación renun legistas criollos quedan reducidos a la apariencia del
cia a su prestigio, disimula sus más excelsas glorias. La poder, al mero usufructo de las posiciones oficiales. El
última gran manifestación del heroísmo nacional se extranjero domina por los profesionales influyentes
oculta para agradar a los amigos ingleses y franceses, que tiene a su servicio, reclutados entre las notabili
quienes no corresponden uniformemente, pues en París dades del partido gobernante. El régimen financiero,
se exhibe aún hoy una bandera de Obligado, y este nom basado en la primacía del comercio sobre la producción,
bre adorna la estación de una línea del subterráneo de deja en manos del primero la ganancia líquida del país.
la Ciudad Luz. * Hay crédito comercial, pero no hay crédito agrario.
j Para consolidarse la oligarquía busca, el prestigio de Este último se organiza por medio del comercio, que
la inteligencia ; introduce escritores y maestros protes a su vez vive del crédito oficial. Y como el comercio es
tantes o agnósticos de Francia, Alemania, los Estados . en su inmensa mayoría extranjero, la ganancia corres
ponde al extranjero. Ese mismo comercio extranjero I
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195
R O D O L F O T J U L I O I R A Z V S T A
■ di■-i*- í-líjífííiíj"'■
í'tf?! ' LA ARGENTINA *T EL IMPERIALISMO BRITANICO
sostiene la prensa que influye en la cosa pública. El
extranjero nos domina con nuestros propios medios. Una empresa genuinamente nacional pudo variar las )
^ Bég-imen inhumano que consiste en la libertad del ex- condiciones de la política impuesta al país por la oligar
J tranjero y el sometimiento del criollo. Aquél había de quía de Sarmiento y Avellaneda, si el hombre que lá*
explotar al país con sus capitales al mismo tiempo que cumplió con tan buen éxito hubiese realizado una ac
»imponía sus ideas; éste había de transformarse total- ción concordante con:1 a índole del prestigio que llevó
j mente de acuerdo a los cánones de la civilización. Para al gobierno. Optó en cambio por continuar la política í
subsistir ese gobierno q Ue contaba con la animadver de sus antecesores inmediatos, aunque entreviera en su
sión popular, organizó una policía cuya misión primor- paseo por la Pampa, cuál era el servicio de la nación.
. dial era la de realizar la parodia electoral periódica. Porque fué el general R-oea quien consolidó la-oligar-1
I La oligarquía cobraría sus servicios muy módicamente qnía, oligarquía conservadora de la doctrina de Sarmien
\ con el usufructo de las posiciones públicas. Siquiera su to y Avellaneda. Estos dieron el contenido, el general
rapacidad hubiese sido mayor, no dejara todo el pro Roca mejoró el continente, agregándole el gran presti
vecho de la explotación intensa del país al extranjero. gio de su acción militar, adorno que le faltaba a la oli
\ Jamás el pueblo argentino sancionó con su aproba- garquía para remedar la verdadera naturalización. En \
i ción ese estado de cosas. Ese régimen no fue en mo efecto, el general Roca agregó a la ideología de Sarmien
mento alguno mayoritario, como lo había sido el de Ro to el prestigio de la conquista del desierto. Esta obra )
sas. El pueblo de Buenos Aires sintió antes que ninguno tenía significado grandioso. Era la terminación de una \
la usurpación de soberanía que tal organización signifi- empresa secular, identificada con la ocupación de Amé
| eabn. La historia de los primeros años de la oligarquía rica por la raza blanca, con la difusión del cristianismo,
en el gobierno no es otra cosa que su coastante esfuer con el establecimiento de la cultura europea representa
zo por sofocar las rebeldías populares. Las explosiones da por una de sus más ilustres ramas, el Estado espa
que a partir de la presidencia Avellaneda se reiterarían ñol, soldado de la Iglesia. Esa epopeya, de las mayores
regularmente a cada renovación de autoridades, mues que vieron los siglos, tuvo en sus varios episodios, dis
tran la disconformidad del pueblo con el gobierno oli- tintas manifestaciones. Pronta y cabal en Méjico y Pe
j gárquico. Esas generaciones habían nacido y crecido rú en lo que se refiere a la cristianización y al dominio,
en un período de gloria nacional, viviente aún en la quedó pendiente en el extremo austral de Sud América,
tradición oral, que sólo acabaría con el tiempo, median donde había de operarse en toda su magnificencia. Por
te el trabajo de la historia falsificada por los emigra que si en los viejos imperios indígenas su triunfo fué
dos y difundida por loíluaeMros'exóticos de reciente dorado e inmediato, en las pampas australes se reserva
importación. Cuando pasó de este mundo la genera ba la condición complementaria que había de afianzar
ción que había oído el cañón de Obligado y la salva el dominio de la raza blanca. La tardanza no agregaría
desagraviante de los ingleses, la oligarquía pudo ereer- sólo sacrificios; permitió su máximo desarrollo. El fi
\ se definitivamente afianzada. La ulterior reacción de nal lógico de la gran empresa comenzada tres siglos an
! las masas populares sería inocua debido al espíritu an tes debía significar el mayor prestigio para su realiza
tipatriótico inculcado a las nuevas generaciones. dor.. La cruenta lucha de los blancos en nombre de Dios |
con los infieles irreductibles tenía el carácter de üna
196
RODOLFO y JULIO I R A Z US T A LA ARGENTINA Y EL IMPERIALISMO BRITANICO
í ■
| cruzada por el orden clásico. El prestigio que le díó ha su p r e s id e n c ia n e g á n d o s e a que la R e p ú b lic a partici
berla terminado púsolo el general Roca al servicio de para en la guerra de las democracias y de la libertad
la ideología revolucionaria, cuyos designios ocultos no contra el oscurantismo y el militarismo. A continuación j
eran otros que la descristianización del país y el descré- causó el escándalo de la opinión liberal rehusando la
■dito de la raza que había realizado la magna empresa. colaboración argentina a la Liga de las Naciones.
\ El estallido del noventa fué una reacción contra los Esa rectificación fué absolutamente empírica. El cau- j
agravios inferidos a la sociedad por la oligarquía. El dillo popular no supo retomar el hilo de la gran diplo
general Roca había entregado el poder a los elementos macia anterior al 52, poniéndola al día. Tenía el instin
que le ayudaron a consumar la política antirreligiosa. to más que la idea de una política internacional. Carecía
Aquel brillante núcleo de escépticos fanfarrones del de expedientes. Y la oligarquía había destruido hasta
inmoralismo, ignoraba la condición artificial de su do el último vestigio de una tradición diplomática propia .
minación. Incurrió en excesos que sus predecesores ha del país. En la política religiosa, no fué capaz, a pesar \
bían sabido evitar con prudente hipocresía. La caída de de varias tentativas locales de sus partidarios, de su
los "dnndies” de la política detuvo algún tiempo el primir la escuela laica. Pero impidió el divorcio, y la 1
"progreso ideológico” que, sin el traspié del &0 hubiera vigencia de una constitución provincial atea que sirvió
llegado a extremos incalculables. de pauta a las que se votaron después de su caída.
La instabilidad gubernamental subsiguiente sugirió El sucesor, también surgido de comicios libres, lejos |
a los proceres de la oligarquía la oportunidad de legi de proseguir la feliz rectificación comenzada por el cau
timar el estado de cosas con la aquiescencia popular. dillo popular en la política internacional y en la políti
El experimento debía continuar el proceso histórico ca religiosa, dió máquina atrás, sobre todo en lo prime
iniciado oficialmente en 1823, proseguido "in partibus” ro, como en los peores tiempos del soso y denigrante
de esa focha a 1852, y vigorosamente aplicado desde en pacifismo promotor de guerras de la oligarquía. En cam
tonces, Creían haber tomado sobradas precauciones, por bio, dotó al país de un armamento militar admirable,
medio de su instrumento escolar, contra el caudillismo impensado correctivo de aquella funesta diplomacia.
j clásico de origen hispano. La democracia debía admitir Uno y otro presidentes populares, sin sospechar siquie- ]
su papel de continuadora y aceptar los principios esta- ra el sentido de lo que hacían a exigencias de su situa
\ blecidos por el liberalismo. Debía ser laica y perfeccio- ción de mandatarios genuinamente nacionales, dejaron
j nista, progresista y anticlerical. Las previsiones falla- intacta el armazón de dominio antipopular de sus ante
| ron en gran parte. El demos criollo plebiscitó de entra cesores. Continuaron tolerando el liberalismo ideológico ]
da a un caudillo autoritario y absorbente y no manifes- y el comercialismo extranjerizante, con lo cual la oli
f tó ningún fastidio por los curas. Pero, contrariamente garquía desalojada del gobierno mantuvo el control de
a lo que esperaban losóexperimentadorés, falló en su las finanzas y el manejo de la opinión pública por me
gestión administrativa, que puede ser ofrecida como un dio de la prensa. Sus aciertos de política internacional,
1 ejemplo de ineptitud. Ot.ra. de las cosas inesperadas por religiosa o militar no se tradujeron en ninguna medida
* los oligarcas: el caudillo mayoritario salió teniendo ideas trascendente destinada a enmendar la organización da
\ muy particulares sobre política internacional. Comenzó da al país por el liberalismo. Así las cosas, los despüfa-
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>
1- F IN
’ 200 201 ,
Pág.
Segunda parte
E L TRATADO
Prefacio
’ ................... 7 L — Características generales ........... . 77
- t ’ *
I I . — L a cuota (lci “chilled” .................................. 33
Primera parte III. — Los cam bios .... .............................................. 87
IV . —L a rebaja del a ra n c e l...... .................... 92
LA M IS IO N BOCA V . —E l protocolo ........................... 98
V I, — Al regreso de la misión ................ . 103
I .' — - E r r o r e s c o r r ie n t e s s o b r e la n e g o c ia c ió n d i V IL —L a ratificación ..................... ........... . 108
p lo m á tic a . . . . . . . . . . . . * .............. .................. *. 13 V I I I .— S ig n ifica d o de toda la transacción 117
I I . — E l e m e n t o s d e la n e g o c ia c ió n d e 1 9 3 3 . . . . . . 16
III. — La e le c c ió n d e l p erso n a l ........ . . . . . . . . . . . 22 Tercera parte
IV . — La p o lític a d e lo s in g le s e s ......... ...................... 26
H I S T O R IA D E L A OLIGARQUIA ARGENTINA
V .— E l d iá lo g o inY ersím ii : la voz .............................. 30
V I .— E l eco . . . . . . . . . . i ' .................................................... 37
V I I .— P a r a le lo so b r e la g r a titu d esta d u a l ............. ■ éi I.— L a oligarquía en el gobierno...... ......... 133
V I I I .— V erd ad ero H i s t o r i a d e l a s r e la c io n e s a n g lo -
II,— La prim era emigración ........... . 14G
a r g e n tin a s ........................................... .. ............. * ............. 53
I I I . — Del despotismo ilustrado a la propaganda
I X .— L a a m is ta d in te r n a c io n a l ................................... 59
libertaria ........................ ................... 153
X . — E l c r i t e r i o d e l o s d e l e g a d o s a r g e n t in o s . . . . 61
IV . — El gobierno "in partibus” .................. 171
V.— La restauración de 1852 y sus consecuencias 18G
X I .— La n e g o c ia c ió n .................... ........................ 69