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el descubrimiento de la rigurosa

el descubrimiento de la rigurosa necesidad del diálogo con el enfermo, así para el diagnóstico
como para el tratamiento de su enfermedad. Antes de Freud, la patología había sido
preponderante o exclusivamente visual: hasta los datos percibidos acústicamente eran
referidos a imágenes y medidas vistas o visibles y de ahí el nombre de 'estetoscopio' que dio
Laennec al aparato por él inventado. Desde Freud, en cambio, la patología es, a la vez que
visual y táctil, también auditiva, atenta a zonas del ser y de la vida del hombre susceptibles de
audición, comprensión e interpretación, mas no de intuición eidética. La histeria de Charcot
fue siempre, hasta cuando se la miraba desde el punto de vista del mecanismo de sus síntomas,
histeria ex Visu; la histeria de Freud, en cambio, fue desde el primer momento histeria ex
auditu.
Cuando se busca la prehistoria del psicoanálisis, suele acudirse inmediatamente a los autores
alemanes de la época de la Naturphilosophie, y en especial a su elaboración del concepto de
inconsciente. A mi modo de ver se trata de una soberbia simplificación del problema. El
psicoanálisis hay que situarlo en un contexto histórico mucho más amplio, que hunde sus
raíces en los mismos orígenes de la cultura occidental. Y a la vez en un contexto próximo más
estricto, el de la crisis de la razón absoluta y especulativa que se produce inmediatamente
después de la muerte de Hegel y da origen al surgimiento de una racionalidad concreta,
situada, circunstanciada, más rica que la anterior, pero a la vez también más débil. Las
denominaciones serán variadas según los autores: razón vital, razón histórica, razón
emocional, razón situada, razón hermenéutica, razón débil, etc. El psicoanálisis carece de
sentido alejado de ese contexto. A propósito precisamente de Freud, Laín Entralgo recuerda
una frase de Hegel que resume perfectamente todo esto. Se encuentra en el prólogo a
la Fenomenología del espíritu y dice así: «Lo verdadero es el torbellino de las bacantes, ése en
el cual no hay miembro que no esté embriagado». Y es que para el hombre contemporáneo,
como dice el propio Laín, «la vida humana» no es «racional». Es, o pretendemos que sea,
razonable. Tal es el objetivo de la psicoterapia y tal también el de cualquier actividad
específicamente humana.
Tomando el contexto cultural descrito como marco de nuestro análisis, veamos ahora el modo
como lo desarrolla Freud. El objeto de su dedicación va a ser el mundo de lo inconsciente, es
decir, de lo que se encuentra encerrado en la instancia que más tarde llamaría el Ello. Por eso
denominó a su doctrina «Psicología profunda». Sólo más tarde comenzará a ocuparse de otra
dimensión, la del «Yo», y únicamente al final de su vida, y de modo muy insuficiente, estudió el
mundo de lo que llamó «Súper yo». El objetivo primario de la obra de Freud fue el análisis del
inconsciente, es decir, de todas aquellas fuerzas psíquicas, fundamentalmente emocionales,
que se caracterizan no sólo por no ser racionales sino por no ser ni siquiera conscientes, y que
sin embargo juegan un papel fundamental en la vida humana. El análisis de lo humano
inconsciente. Ése fue su objetivo. Es a partir de él como- más tarde se ocupará de los otros dos
estratos del psiquismo humano, el Yo y el Súper-yo.

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