Вы находитесь на странице: 1из 3

CONFERENCIA POR EL DIA DEL HIMNO

NACIONAL DEL ECUADOR

"Juro por el Dios de mis padres, juro por mi


patria, juro por mi honor, que no daré
tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi
brazo, hasta no ver rotas las cadenas que
oprimen a mi pueblo por voluntad de los
poderosos”.

Libertador Simón Bolívar

El 26 de noviembre todos los ecuatorianos recordamos con fervor cívico el día del Himno
Nacional del Ecuador, su letra fue compuesta por el insigne poeta don Juan León Mera nacido en
Ambato, y la música por el compositor don Antonio Neumane, nacido en la Isla de Córcega –
Francia, quien miraba al Ecuador como su segunda patria.

Pocas veces en una canción patria se ha logrado tanta armonía y tanta fuerza espiritual, capaz de
despertar el patriotismo hasta en los corazones mas insensibles, esta obra maestra es el símbolo
genuinamente representativo, marcial y perfecto de la historia y glorias ecuatorianas.

El coro del Himno describe a la Patria ecuatoriana y sus atributos. Empieza con un saludo a la
manera romana, y dice: "Salve oh patria, mil veces, oh patria, gloria a ti", para luego describirla
como una tierra de paz y felicidad: "ya tu pecho reboza, gozo y paz" al tiempo que alude al sol
equinoccional y las antiguas creencias prehispánicas de adoración del sol, cuando afirma: "y tu
frente radiosa, más que el sol contemplamos lucir".

La primera estrofa, al referirse a los tiempos coloniales, dice: "la injusta y horrenda desgracia,
que pesaba fatal sobre ti", recuerda también, a los hijos de la Patria, en este caso, los próceres del
Diez de Agosto, y dice "el yugo que te impuso la ibérica audacia" que se comprometen con la
"venganza del monstruo sangriento" y la ruptura "del yugo servil". Varias estrofas están escritas
con este acento, de alusión a las guerras de la Independencia,

En la segunda estrofa, se alude nuevamente a los próceres del Diez de Agosto, quienes son
identificados como "los primeros, los hijos del suelo que soberbio el Pichincha decora". Se hace
también una alusión al 2 de agosto de 1810, cuando los españoles masacraron al pueblo sublevado
de Quito: "y vertieron su sangre por ti. Dios miró y aceptó el holocausto, y esa sangre fue germen
fecundo". La alusión se extiende luego a los ecuatorianos de otras ciudades, como Guayaquil y
Cuenca, que se sumaron posteriormente al proceso de la Independencia: "de otros héroes que,
atónito el mundo, vio en tu torno a millares surgir."

La tercera estrofa describe poéticamente la Batalla del 24 de mayo de 1822 que tuvo lugar en las
faldas del volcán Pichincha, es rememorada con estos versos "De esos héroes al brazo de hierro,
nada tuvo invencible la tierra, y del valle a la altísima sierra, se escuchaba el fragor de la lid".

El carácter libertario de la Batalla se recuerda de esta forma: "tras la lid la victoria volaba, libertad
tras el triunfo venía, y al león destrozado se oía, de impotencia y despecho rugir".
La cuarta estrofa recuerda el legado de libertad de la independencia, y, advierte sobre la
disposición de los ecuatorianos de defender, entonces y por siempre, su soberanía: "hoy, ¡oh
Patria!, tu libre existencia, es la noble y magnífica herencia, que nos dio el heroísmo feliz, de las
manos paternas la hubimos; nadie intente arrancárnosla ahora, ni nuestra ira excitar vengadora,
quiera, necio o audaz, contra sí.

La quinta estrofa reitera la desafiante postura del Ecuador frente al intento de reconquista:
"Venga el hierro y el plomo fulmíneo, que a la idea de guerra y venganza, se despierta la heroica
pujanza, que hizo al fiero español sucumbir".

Finalmente, la sexta estrofa presenta una invocación a las volcanes ecuatorianos, representados
por el Pichincha, para que, en caso de una invasión extranjera, destruyan el país para que el
invasor no pueda apropiarse de él. "Y si nuevas cadenas prepara, la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! prevén tú la muerte, de la Patria y sus hijos al fin; hunde al punto en tus hondas
entrañas, cuanto existe en tu tierra, el tirano, huelle solo cenizas y en vano, busque rastro de ser
junto a ti".

En esta estrofa, podría encontrarse también una alusión a la resistencia de los indígenas a los
conquistadores españoles, pues en 1534 el volcán Tungurahua hizo erupción, mientras Rumiñahui
incendiaba la ciudad de Quito para no dejarla a las tropas de Sebastián de Benalcázar.

Hay que recordar que hubo otros intentos por dotar al país de una Canción Nacional.

Revisemos entonces los personajes y distintas épocas que aparecieron a lo largo de la interesante
historia de nuestro símbolo patrio.

1830-1832: El guayaquileño José Joaquín de Olmedo escribe una Canción Nacional (un coro y
cuatro estrofas) en homenaje al naciente Estado ecuatoriano. Esta creación sugerida por el Gral.
Juan José Flores no fue musicalizada ni tampoco logró difusión.

1833: Un himno con título de Canción Ecuatoriana (seis estrofas) se publicó en la Gaceta del
Gobierno del Ecuador No. 125 del 28 de diciembre. El trabajo señala 1830 como el año de su
creación, pero la mayoría de los cronistas no le presta total atención por ser de un autor anónimo.

1838: Una Canción Nacional (coro y cinco estrofas) aparece incluida en el folleto Poesías del
General Flores en su retiro de La Elvira, que publicó la Imprenta del Gobierno. En edición
posterior presenta cambios en su tercera estrofa. Aún así, para los historiadores es la segunda
Canción Nacional que se conoce.

1865: El músico argentino, Juan José Allende, que colaboraba con el Ejército del Ecuador,
presenta al Congreso Nacional un proyecto de musicalización de la letra del Dr. José Joaquín de
Olmedo, pero aquello no tuvo la suficiente acogida.

En noviembre de 1865, por expreso pedido del presidente del Senado, Dr. Nicolás Espinosa, el
poeta ambateño Juan León Mera Martínez, para entonces secretario de dicha función del
Estado, escribe y entrega la letra del Himno Nacional, que luego de ser conocida por los
congresistas es enviada a Guayaquil para que el maestro Antonio Neumane le ponga música.

1866: El 16 de enero se publica la versión completa de la letra de Juan León Mera en el


semanario quiteño El Sud Americano.
1913: El escritor y diplomático guayaquileño Víctor Manuel Rendón, entrega un nuevo himno con
letra adaptada a la música de Antonio Neumane pero finalmente el Legislativo rechaza la
propuesta.

1947-1948: El Dr. José Miguel García Moreno, ministro de Educación del gobierno de Carlos
Julio Arosemena Tola, comisiona al religioso jesuita Aurelio Espinosa Polit y a Juan León Mera
Iturralde, hijo del ilustre tungurahuense, para que estudien y cotejen las versiones que se conocían.

Luego de un detenido estudio finalmente los comisionados recomiendan la expedición de un


decreto que declare Himno Nacional del Ecuador a la letra de Juan León Mera Martínez.

1948: El Congreso Nacional declaró Himno Oficial e intangible a los versos del autor ambateño,
con fecha 29 de septiembre. El Ejecutivo sancionó el decreto legislativo el 8 de noviembre y en el
Registro Oficial No. 68 del 23 de noviembre se publicó dicha letra. Era presidente de la República
Galo Plaza Lasso.

1965: Al cumplirse el primer centenario de la letra del Himno Nacional, la Junta Militar de
Gobierno que regía el país, procede a declarar el 26 de noviembre de cada año como Día del
Himno Nacional del Ecuador. El decreto se expidió el 24 de noviembre.

1977: El Consejo Supremo de Gobierno, por decreto del 11 de marzo, dispone la supresión de
ciertas repeticiones en el Himno Nacional a objeto de hacerlo menos extenso y propender a que la
ciudadanía lo cante correctamente.

Con justicia los ecuatorianos recordamos con gratitud y respeto a sus autores: Juan León Mera y
Antonio Neumane. El patriotismo y el civismo laten en la letra y música que nos legaron tan
connotados personajes.

Que esta fecha sea propicia para la meditación y el estudio, considerando que nuestro Himno es
uno de los símbolos que sintetiza en su sagrado contenido las glorias, el espíritu indoblegable y la
proyección histórica de la Patria.

Señoras y señores.

¡Viva la Patria por siempre y para siempre!!!

Вам также может понравиться