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ISMAEL CALA

El analfabeto

emocionai
Una guía práctica para usar
nuestras emociones hacia el éxito
EL anal~abeto{
emcoono;
Si el pes imis mo y la ins eguridad nos impidieron un
as cens o pers onal o profes ional, s i el tráfico cotidiano s
aca nues tro mons truo interno de furia, s i los celos
nos dominan en las relaciones , y la impaciencia y la
culpa s on moneda corriente con nues tros hijos … es
tiempo de actuar.

Con El analfabeto emocional, Is mael Cala nos


propone huir de la victimización, dejando atrás
miedos y creencias limitantes . As í tomaremos
nues tras propias decis iones , teniendo en cuenta
diferentes formas de pens amiento para vivir a pleno; s
in modos reactivos ni frus traciones . “Entre más uno
cultiva la inteligencia emocional, más des arrolla s u
propia confianza y trans parencia, s obre la bas e de
una intuición innata”.
ISMAEL
CALA

Una guía práctica para usar


nuestras emocioneshacia el éxito
El día
en que aprendí a
leer
(de verdad)

La inteligencia emocional no es lo contrario de la


inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la
cabeza. Es la única intersección de ambas.
DAVID R. CARUSO

D urante mucho tiempo he s ido un analfabeto


emocional, a pes ar de haber es tudiado dos
carreras univers itarias , de haber tomado varios
curs os profes ionales y de contar con una s ólida
educación familiar. En cas a, mi madre y mi abuela me
inculcaron valores humanos profundos ,
fundamentales para s obrevivir en un mundo difícil —
y muchas veces cruel—, pero no cons iguieron llegar
más allá. Sencillamente, porque des conocían es e
“más allá”, que no tiene nada que ver con la muerte.
El nues tro era un hogar humilde, como la gran
mayoría de los del pueblo donde nací y crecí. Mi
abuela Annea era una mujer excepcional, con un
carácter fuerte y convicciones muy firmes . Pes e a
haber perdido el equilibrio emocional des de muy
joven, debido a la muerte de un hijo, Annea trabajó todo
lo que pudo para s embrar en mí ciertos valores que
provenían del s entido común y del cariño. Vivo inmens
amente agradecido por haber contado con s u apoyo y
guía. Sobre todo, porque aquella era una s ociedad
complicada: la familia influía menos que el Es tado
cubano en la educación general de los niños y jóvenes
. A pes ar de las largas aus encias de mi padre,
aquellas dos mujeres —madre y abuela—
echaron s obre s us hombros la formación de nues tros
valores . No hay que olvidar que en la Cuba
comunis ta la religión es taba pros crita; la
es piritualidad laica era innombrable en un país
declarado oficialmente “materialis ta”. Por tanto,
huérfanos de cualquier vis ión alternativa s obre el s er
humano, s olo nos quedaba la familia: un reducto en
el cual s e hablaban temas que no debíamos
mencionar en otros lugares . El panorama que
des cribo no s ignifica que las s ociedades con libertad
religios a abs oluta, o que permitan un mayor papel de
la familia en la educación, hayan s olucionado el
problema de la inteligencia emocional. No, porque en
es tas aparecen otros fenómenos que lo impiden.
MODULANDO MIS EMOCIONES
Des de los quince años , mi abuela —cas i
incons cientemente— empezó a modular mis
emociones s obre un
tema tan complejo
como la muerte.
Entonces , repetía a
menudo que s e moriría
es e año; me obligaba a
prepararme para
cuando no es tuviera. A
es a edad, yo no
imaginaba mi vida s in
ella pero, s i lo analizo en la dis tancia, aquella
angus tia empezó a formar en mí una actitud frente a
la muerte; una emoción perturbadora que me obligó a
reflexionar, has ta cons eguir las ideas que defiendo
hoy. Sin embargo, mi abuela Annea, mi primera
“maes tra” de vida, cayó en la trampa emocional de
convertirs e en víctima, y nunca mitigó el dolor que le
caus ó la pérdida de s u hijo. Quis o vivir mientras
es tuve a s u lado, en el hogar familiar, pero abandonó
toda es peranza el día en que decidí cons truir mi
propia vida. ¿Cuál habría s ido s u reacción s i hubies e
es tado preparada emocionalmente para un momento
inevitable? ¿Qué lecciones nos dejan la s oledad
autoinducida, la dependencia exces iva hacia los
demás y las heridas eternamente abiertas ?

Como he
contado en alguna
otra ocas ión, mi
familia ha es tado
marcada por el
s uicidio. Mi padre
intentó quitars e la
vida varias veces ;
yo tenía s eis años
cuando mi abuelo s e ahorcó; mi tía Araceli tomó la
mis ma decis ión un tiempo des pués . Y todo es to
ocurría en una fas e compleja de mi formación como
individuo. Algo andaba mal, y yo lo s abía, aunque
me res ultaba difícil entender por qué pos eíamos una
herencia genética tan cruel. Con mi abuela aprendí
una condición emocional impres cindible: hay que
huir de la victimización. Sin embargo, las s oluciones
no s on cues tión de días , s ino de un aprendizaje
permanente.

Hay quienes des precian la literatura ins piracional,


cas i s iempre s in conocerla a fondo. Sobran en es te
mundo quienes afirman s aberlo todo, abs olutamente
todo. Ilus amente, creen que no neces itan aprender
nada más . Muchas veces los obs ervo en
conferencias , curs os y otras actividades . Llegan con
ideas preconcebidas , colocan s u es tatus económico
por encima de todo —como un puñetazo s obre la
mes a—, es perando la rendición total de los demás e
intentando medir la felicidad en millones . Quienes s e
comportan de tal modo tampoco s e mues tran muy
dis pues tos a compartir. Conciben el mundo des de s u
refugio de cris tal, como s i las pos es iones materiales
alcanzadas fues en s uficientes para apertrechar el
es píritu. Pres ento es tas obs ervaciones des de el
mayor res peto, con el ánimo de llamar la atención y s
iguiendo el s entido común. No me cons idero un
maes tro ni un gurú. Simplemente, he vivido y es toy
aquí para contarlo. Puedo dar fe de mi trans formación
es piritual, de cómo he debido convertirme en un
gladiador de la mente. No s é dónde es taría ahora
mis mo s i me hubiera conformado con la inercia de
es o que llaman des tino. Ni la s ituación económica de
mi círculo familiar, ni la realidad del país donde nací,
ni las barreras con que uno s e tropieza en cualquier
lugar del planeta cons iguieron hacerme des fallecer.
Pero, reitero, la batalla por la s ubs is tencia no termina
nunca.
DESDE LA INFANCIA
Es cribo es te libro porque cons idero que el camino a
la es piritualidad, a la libertad pers onal y a la
inteligencia emocional debería comenzar en la
infancia, para que familiares y maes tros ayuden a
reafirmar el potencial de niños y adoles centes . Hay
muchos s eres humanos rendidos a la frus tración
porque s u voz fue s ilenciada en es as etapas tan
complejas y determinantes del s er humano. El
es tímulo temprano permite un tiempo de maduración
impres cindible para lograr el equilibrio de la
autoes tima; pero, s i no fue pos ible que es to s
ucediera en las mejores condiciones , aún es tamos a
tiempo.

El aprendizaje es eterno. En la adultez podemos


reparar algunos daños del pas ado, con dedicación y
paciencia. Pero el “milagro” s olo s e hará realidad s i
entendemos en qué tramo del camino es tamos , s i
llegamos a comprender que el problema exis te y, por
s upues to, si nos proponemos crecer para s
olucionarlo. Como ya s e ha vis to, una ins trucción es
colar de calidad no es s uficiente para formar s eres
humanos equilibrados . Es , s in dudas , una excelente
bas e. Aprecio con s atis facción cómo mejoran los
datos s obre alfabetis mo educacional en el mundo,
pero temo que no avanzamos mucho. A la par que
progres amos en índices educativos y celebramos
que un número mayor de pers onas tiene acces o a la
educación, cues tionamos el modelo que excluye del s
is tema a la inteligencia emocional. Sencillamente, la
vida es un todo, y como tal ha de abordars e. Formar
hombres y mujeres no es únicamente ins truir a
ingenieros , carpinteros , médicos o comerciales . Es o
es educarlos en una profes ión u oficio. Para vivir,
que es lo que hacemos la mayoría de los humanos
antes , durante y des pués de trabajar, s on neces arias
más herramientas . Porque la vida es única e
irrepetible, porque miles de pers onas convivirán con
nos otros a través de los años , des de la es cuela has ta
el hogar de ancianos ; porque, en res umen, la
Humanidad neces ita nues tro talento profes ional,
pero también pide a gritos otro modelo de
convivencia.

Según datos de la UNESCO, en 2015 había en el


mundo 757 millones de analfabetos ; dos tercios de
ellos , mujeres . No s orprende a nadie que la mayor
concentración de población analfabeta s e ubique en
país es muy pobres , como Níger, Benín, Burkina Fas o,
Afganis tán, República Centroafricana, Haití y otros .
En el cas o de América Latina, la tas a de
analfabetis mo s e redujo un 26%. La UNESCO
cons idera que, s i bien no s e han alcanzado los
objetivos en un 100%, s í ha habido un avance s
ignificativo. ¿Podemos decir lo mis mo s obre el
analfabetis mo emocional en el mundo? Más allá de
alguna encues ta, los datos s on confus os y,
probablemente, ningún organis mo oficial es té
interes ado en medirlos con regularidad. Quizá los
cons ideren menos relevantes o inclus o difíciles de
cuantificar; pero por más s ubjetivos que s ean,
cualquiera puede dars e cuenta de la s ituación
emocional a s u alrededor, ya s ea en cas a, en el
trabajo o en la es cuela.
POR UNA ALFABETIZACIÓN INTEGRAL
La UNESCO también repara en el papel de las nuevas
tecnologías en la promoción de la alfabetización. Cita
los teléfonos celulares y las tabletas como
herramientas que generan un mayor reconocimiento
de la importancia del proces o. Es to es excelente,
porque de la tecnología debemos y podemos
cons eguir muchos beneficios , más allá de s us
funciones puramente convencionales . Vivimos en un
mundo hiperconectado, donde los emoticones
s us tituyen a los “te quiero” en la comunicación
interpers onal. El avance tecnológico es un factor
pos itivo para “aterrizar” la ens eñanza de la
inteligencia emocional y lograr propós itos en la vida.
En es tos tiempos es inevitable tomar conciencia de lo
práctico y beneficios o que es dominar la tecnología, s
iempre con cuidado de no convertirnos en s us es
clavos . Vivir acorde con los tiempos es s aber
aprovechar los adelantos en aras de la felicidad
es piritual. Los artilugios que aparecen cada día no s
on malos ni buenos en s í mis mos , s ino que
dependen del us o que les demos . En una tableta
podemos leer libros , dis eñar edificios , comunicarnos
con los demás ; pero también albergar juegos
violentos , hackear al vecino o enviar emails
malignos . Por otra parte, vivir atados a los gadgets
como s i fueran lo único que exis te en la Tierra, tiende a
dis tors ionarlo todo y cons pira contra la propia
es encia humana, contra nues tra riqueza interior. Una
educación integral, que incluya la inteligencia
emocional, también s ería capaz de modular es tos
fenómenos , para que el equilibrio s ea fuente de vida
entre nos otros . Una alfabetización integral es una
pos ible s olución a muchos de los problemas que hoy
agobian al mundo.

Recuerdo con bas tante


nitidez el día en que
“oficialmente” aprendí a leer.
En el primer año de la es cuela
primaria, un poco antes de
finalizar el curs o, se
celebraba la denominada
Fies ta de la Lectura. Se s uponía que, a es as alturas ,
todos los niños ya podíamos leer textos breves . A
pes ar de mi timidez, s iempre leí bas tante bien. En es a
edad, más que leer enlazábamos una palabra con
otra, s in cons eguir interpretar demas iado el texto que
teníamos delante de nues tros ojos . ¿Leíamos ? Sí.
¿Entendíamos ? Depende. También es cierto que
leyendo, es tudiando, aunque s ea letra a letra,
comienzas a s acar tus propias conclus iones . El pas o
por la radio, a partir de los ocho años ,
indudablemente iluminó mi mundo onírico a través de
los cuentos infantiles que dramatizábamos . Ya no s e
trataba s olamente de leer, s ino también de
repres entar, interpretar. Aquí contaban los matices y
las emociones de cada his toria. Y todo muy bien
explicado por es a maravillos a maes tra que fue Nilda
G. Alemán. Nos otros , recién s alidos del cas carón,
pero ya de pie frente a un micrófono, debíamos entender
las his torias y trans mitirlas a través de la magia de
la radio. Tales ens eñanzas me dejaron una profunda
huella, pos ibilitaron un acercamiento particular a
las emociones a través de la actuación y
la locución. El s ímil del primer curs o es colar s irve
para ilus trar el panorama de la inteligencia emocional.
No bas ta con tener ojos , oídos , boca, nariz y manos
para interpretar la realidad a través de las
percepciones . En varias ocas iones caminé s
upues tamente hacia adelante, pero con orejeras que
impedían comprender la magnitud de la vida a mi
alrededor. No es fácil s aber cuándo o cómo s uprimir
aquello que perturba tu entendimiento, s i lentamente o
de cuajo; muchas veces es complicado decidir s i toca
hacer una paus a, evaluar la s ituación o retomar el
viaje. Es a es pecie de “iluminación” no s uele ocurrir
como un hecho fortuito, alejado de nues tras
intenciones . Si cons eguimos as irnos de la s uficiente
inteligencia emocional, podremos apartar la orejera y
decidir un trayecto propio, con todos los matices al
alcance de nues tra vis ta. Para ello, debemos valernos
de una s erie de herramientas y edificar una cultura de
las emociones . Da igual s i tenemos cinco años o
cincuenta. No vale la pena lamentarnos por lo que no
fue y ya nunca s erá. Aún podemos actuar. Y, s obre
todo, contribuir a que otros s eres humanos , que
ahora trans itan por s u etapa más fértil, puedan contar
más tempranamente con una mejor educación
emocional. En ambos cas os , es taríamos en pres encia
de la alfabetización total. Cada noche, cuando
entrevis to a pers onalidades en mi programa Cala, en
CNN en Es pañol, puedo percibir perfectamente
cuáles ideas , mens ajes o actuaciones se
corres ponden con un s er humano inteligente,
emocionalmente hablando. Es toy convencido de que
muchos televidentes también pueden es tablecer las
diferencias . Ojalá s e multipliquen, de un lado y de
otro, enlazando s entimientos , energía y vocación de s
ervicio. ¡Hagámos lo pos ible!
Capítulo I
El emocionante camino
hacia la felicidad
Entendiendo las
emociones
La vida emocional es como un gran río
que fluye dentro de nosotros.
MAHARISHI SADASHIVA ISHAM

amás olvidaré la tris te his toria de mi colega


J Alejandro, quien as es inó a s u es pos a Martha
des pués de varios ataques de celos totalmente
injus tificados . Aún es tá en pris ión. Quienes lo
conocimos nos preguntamos cómo pudo cometer
aquel crimen, s i Alejandro nunca demos tró una
pers onalidad violenta o agres iva. Pronto nos dimos
cuenta de que él no compartía todas s us
ins eguridades , que terminaron en los celos , en una
codependencia enfermiza que des encadenó una ira
des controlada.
No hay más que ver las es tadís ticas que s e
divulgan en todos los país es s obre los llamados
“crímenes pas ionales ”, que demues tran el
des equilibrio emocional de quienes los ejecutan. Es ta
es una as ignatura compleja. Quien la deje pendiente
puede enfrentars e a repercus iones muy s erias . Entre
más años pas an, más difícil es aprender a manejarnos
con nues tras parejas , hijos y con los demás s eres
con los que interactuamos diariamente.
La mayoría de los emails y mens ajes que recibo, a
través de redes s ociales y otras vías , s e centran en
problemas parecidos a los narrados anteriormente.
No s olo s obre conflictos de pareja, s ino también s
obre los problemas del entorno que a cada cual le ha
tocado vivir. Cada día compruebo la alta
incidencia de la economía, la política y otros temas
en la realidad de la gente. No es fácil para nadie
res ponder a priori s obre problemas particulares en
es cenarios determinados , porque una parte de ellos
no depende del afectado, s ino de entes que lo s
uperan. En poder y magnitud.
Sin embargo, el cambio que viene des de dentro es
capaz de producir olas de trans formaciones . Muchas
veces es tamos focalizados en todo,
fundamentalmente en lo exterior, en todo lo que es tá
alrededor, excepto en nos otros . El político
norteamericano Nicholas Murray Butler decía: “Hay
tres grupos de pers onas : los que hacen que las
cos as pas en; los que miran las cos as que pas an y los
que s e preguntan qué pas ó”. Aunque el hilo común
de muchas cartas es la s ituación política, no
debemos centrar el tema en es a cues tión, porque la
tras ciende completamente.
El camino es la creación de autoconciencia, que
no es la colectiva, s ino la que empieza por uno
mis mo. Dejar de res pons abilizar a los otros , que es lo
que hacemos cas i todos los días , cuando reclamamos
que nues tros gobiernos e ins tituciones s ean mejores .
Es o no es tá mal. Pero hay que priorizar el reclamo
hacia nos otros mis mos : tenemos que s er mejores ,
porque el cambio s ocial comienza con el cambio
interno de cada individuo, con una intros pección. A
veces hablamos de la iluminación y miramos hacia
arriba, bus cando a Dios o cualquier otra cos a; pero el
viaje debe s er hacia el interior, s in que es o s ignifique
renunciar a nues tras creencias .
¿Cómo hacer es e viaje? Pues empezando por
admitir elementos bás icos . El eminente ps icólogo
Guy Winch nos coloca frente al es pejo al afirmar que s
abemos cómo practicar la higiene dental des de los
cinco años , pero nadie ens eña a los niños s obre
higiene emocional. En una de s us conferencias en
TED, Winch nos llama a la reflexión al comparar
actitudes muy comunes : “¿Cómo es que pas amos
más tiempo cuidando nues tros dientes que nues tras
mentes ?”, pregunta. Y repara en que a veces
decimos : “Oh, ¿es tás deprimido? Quítatelo de
encima, todo es tá en tu cabeza”. A continuación,
advierte que a nadie s e le ocurriría decirle lo mis mo a
alguien con una pierna rota: “Oh, s implemente s al a
caminar, todo es tá en tu pierna”.
Las neces idades no s atis fechas de la niñez, como
explicaba el maes tro is haya Maharis hi Sadas hiva
Is ham, continúan manifes tándos e en nues tras
relaciones adultas . “Como no hemos tenido la
habilidad para comunicar nues tros des eos con
claridad, todavía acarreamos una carga de des eos no
cumplidos de nues tro pas ado”. Maharis hi
cons ideraba que el intento de llenar el “vacío
emocional” puede conducir a patrones adictivos o
compuls ivos como el cons umo de drogas , alcohol,
tabaco, comida, o a enfermedades ; a relaciones
pos itivas o negativas , o al des arrollo de la
conciencia.
En es te
s entido, el
maes tro is haya
des cribía la vida
emocional de un
modo
completamente
clarificador: “Es
como un gran río
que fluye dentro
de nos otros ”. Y
advertía que
cuando
intentamos
levantar una
repres a en un río,
el agua ya no s e
mueve
libremente, s ino que s e es tanca o bus ca otros medios
para fluir. “As í como la rotura de la repres a puede
caus ar gran daño, del mis mo modo la repres ión de
s entimientos hace que nues tras emociones s e
conviertan en una fuerza amenazadora y des
tructiva”.
Emociones, filosofía y espiritualidad
Los s eres humanos s omos criaturas emocionales . Sin
embargo, aunque las emociones s e nos as ignen por
mandato divino, no es acons ejable dejars e arras trar
por la energía que des encadenan. Sus tentar
decis iones s obre arranques emocionales tiene poco
de acons ejable y mucho de temerario. Dios nos crea
con emociones , pero de nos otros depende s
ometerlas , manejarlas correctamente y guiar toda s u
fuerza a favor de lo más pos itivo y hermos o de la
vida.
Des de las edades más tempranas de la
humanidad, filós ofos , líderes es pirituales y libros s
agrados s e dieron a la tarea de analizar el porqué de las
emociones y s us influencias . Fueron muchos los que
pretendieron des cifrar s u “mis terio” y alertar s obre
s us cons ecuencias .
Las emociones ejercen autoridad s obre las tres
es feras que dis tinguen la exis tencia del s er humano:
la material, la mental y la es piritual, y moldean en
muchas ocas iones el nivel de paz y el bienes tar de
nues tra exis tencia. En lo corporal, s on capaces de
des atar reacciones químicas internas , que inciden
directamente s obre la s alud fís ica y mental; mientras
que en lo es piritual s on capaces de dejar huellas
imperecederas . Sobre todo, las negativas , que
pueden arruinar las intenciones de lograr la felicidad.

La filos ofía griega —profunda y eterna, colmada


de eruditos — ins is tió durante s iglos en la neces idad
de atemperar los arranques emocionales . Sin
embargo carecía de habilidades para tomar
conciencia real de las emociones , propias o ajenas , y
utilizarlas a favor del crecimiento pers onal y del
des arrollo s ocial, aprovechando s u caudal de
energías . Es ta filos ofía intentó des entrañar la manera
correcta de encajar las emociones humanas en el
centro de la realidad; también llamaba a s u control y
hacía es fuerzos por demos trar cómo des pojarlas del
carácter agres ivo y poco armonios o que las
dis tingue en s u es tado más primitivo. La capacidad
para controlar las emociones , buenas o malas , ya
probaba en aquel entonces el nivel de razón en un s
er humano.
Pioneros: Platón y Aristóteles
En una fecha tan lejana como el s iglo V antes de
Cris to, el maes tro y filós ofo idealis ta griego Platón,
afirma en s u obra La República que “las emociones
pueden afectar la razón, cuando s e manifies tan en
exces o”. Acons eja que las pers onas más
experimentadas , los ancianos , “ens eñen a los más
jóvenes a des cubrir el placer s in exageración”. Él
comprendía que las emociones exacerbadas no
armonizan con la realidad.
Como filós ofo dualis ta, Platón as egura que el s er
humano es un compues to de cuerpo y alma, y
cons idera al alma como el s er verdadero: el principio
vital, la fuente del conocimiento. La divide en tres
partes , cada una de ellas con funciones diferentes : la
racional, fuente de la inteligencia; la iras cible, fuente
de pas iones y emociones , y la apetitiva, contenedora
de los apetitos , des eos e ins tintos humanos . La
armonía y la jus ticia, afirma Platón, s e alcanzan
cuando s e logra que las tres partes caminen en la
mis ma dirección guiadas por la razón, en bús queda
de lo verdadero y lo pos itivo. Cuando el hombre no
armoniza es tas tres partes —s igue diciendo— s e
convierte en es clavo de una, la cual marcará s us
ras gos ps icológicos . Ya en es a lejana fecha, es te
gran filós ofo as egura que la relación “razón-
emoción-des eo” define las caracterís ticas
ps icológicas del s er humano, s u manera de actuar en
la vida y delinea la es piritualidad. Por s upues to, la
razón juega el papel dominante.
Aris tóteles , algo más joven y dis cípulo de Platón, s
e dis tancia en varios as pectos del pens amiento de s
u maes tro; pero igualmente le otorga a las
emociones un s itio s ignificativo cuando evalúa el
comportamiento humano.
Según Aris tóteles , “las emociones pueden
trans formar al individuo has ta tal punto, que es te
corre el ries go de quedars e con el juicio afectado”.
As egura además que “las emociones pueden s er
educadas y a la vez utilizadas a favor de una buena
convivencia”, por s upues to, gracias a la razón y al
pens amiento lógico, los encargados de s u control.
Aris tóteles hace énfas is en las emociones negativas
como el enojo y el miedo.
Me llena de admiración una fras e s uya,
pronunciada hace más de dos mil tres cientos años ,
pero que por s u lucidez y profundidad, mantiene una
vigencia extraordinaria: “Enojars e es fácil, cualquiera
puede hacerlo; pero enojars e con la pers ona
correcta, con la intens idad correcta, en el momento
correcto, de la forma correcta y por el motivo
correcto, es o no es fácil en abs oluto”. Es tas palabras
me recuerdan una anécdota de la que fui protagonis
ta. El día de mi cumpleaños me antojé de hacerme mi
propio regalo. ¡Hay ocas iones en la vida que ameritan
demos trar cuánto s e quiere uno mis mo! Era un regalo
cos tos o, un equipo electrónico de última generación.
Hice los trámites por Internet y, aceptando la s
ugerencia de la joven que me atendió, me comprometí
a recogerlo al día s iguiente, o s ea, el mis mo de mi
cumpleaños , a la una en punto de la tarde. Quien
me atendió confirmó un par de veces : “Venga a la
una, le tendremos todo lis to”.
Planifiqué mi tiempo. Además de mi cumpleaños ,
era fin de s emana y tenía otros compromis os . Ya
había recibido varias invitaciones . No obs tante,
decidí tomarme unos minutos y bus car mi propio
regalo. ¡Darme es e gus to!
Llegué a la tienda el día y hora convenidos pero,
para mi as ombro
y dis gus to, el
equipo aún no
es taba empacado.
“Permanece en el
almacén”, me dijo
la empleada.
Comencé a s entir
frus tración, no lo
niego, y has ta
cierto enojo, de lo
cual, por s uerte,
me percaté
inmediatamente.
La joven, al
parecer, también
percibió mi
males tar, s onrió y
me s ugirió que recorriera el es tablecimiento. Lo hizo
con el claro propós ito de ganar unos minutos .
¡Minutos que iba a perder yo! Su s onris a me pareció
cargada de s arcas mo.
Recorrí la tienda, no tenía otra alternativa. Al
cuarto de hora regres é al mos trador y aún, nada.
Es taba a punto de dar riendas s ueltas a mi
frus tración, combinada ya con un mayor nivel de
enojo, pero no lo hice. Controlé ambas emociones en
el último ins tante. La joven me dijo que iría al
almacén y s e marchó. Allí me quedé, en medio del
bullicio del inmens o mercado, con mi frus tración e ira
contenidas .
En es e ins tante s onó mi celular. Un gran amigo me
llamó para decirme que s u es pos a había dado a luz
una niña, que todo había s alido bien —era un parto
de ries go—. Me contó de la recién nacida, me dijo s u
nombre y me invitó a celebrarlo es a mis ma noche. Me
contagió s u felicidad.
Convers amos más de diez minutos . Durante todo
es e tiempo, no me pas ó por la cabeza el equipo
electrónico, ni la tardanza, ni la joven dependienta.
Cuando finalicé la comunicación, la vi llegar
s onriente, s e me acercó y me pidió que pas ara por el
mos trador para recoger el equipo. Cuando llegué, me
percaté de que no s olo es taba mi moderno aparato,
muy bien empaquetado, s ino que también me
es peraba, s obre un carrito eléctrico, un s eñor
dis pues to a llevarme la carga has ta el auto.
Sonriente, ella me volvió a pedir dis culpas y me
entregó un bono con un 15% de des cuento, para mi
próxima compra en la tienda. Su ges to me conmovió,
volvió a s onreírme, noté que s u s onris a nada tenía de
s arcás tica. Todo lo contrario, era amplia, s incera y
expres iva.
Es un hecho rutinario, pero deja a las claras lo
bello y beneficios o que es controlar las emociones ,
s obre todo las dañinas . Si relaciono lo s ucedido con
la fras e aris totélica, arribo a varias conclus iones .
Quizá me hubiera enfadado por el motivo
correcto. Es cierto, perdí más de media hora en un día
tan es pecial y comprometido para mí. Pero, ¿me
hubiera enfadado con la pers ona correcta? ¿La joven
dependienta era la verdadera culpable? ¡No lo s é!
¿Lo hubiera hecho en la forma y la intens idad
correctas ? ¡Tampoco lo s é! Cuando nos domina el
enojo, no tenemos muy en cuenta la forma en que
actuamos ni la intens idad de lo que decimos y
hacemos . ¿Era el momento correcto para enojarme?
¡No! Era el día de mi cumpleaños , no tenía por qué
contaminar mi es píritu con res iduos nocivos de un
enojo inútil. ¡Gané mucho controlando mi ira!
Si me hubies e dejado dominar por las emociones
des tructivas , doy por s entado que no hubiera
dis frutado de tanta atención ni de las hermos as s
onris as de la joven y el s eñor que, muy
cortés mente, me ayudó a tras ladar el equipo has ta el
auto. Y el bono del 15% de des cuento brillaría por s u
aus encia.

He comprado otras veces en la mis ma tienda, pero


no he utilizado el bono. Lo guardo en un lugar
vis ible, para que me recuerde s iempre cuánto de útil
y hermos o encierra el hecho de poder controlar las
emociones , s obre todo las que hacen daño, y
cuántas cos as bellas y es timulantes nos regala la
vida cuando no agredimos a los demás . Aris tóteles
nos alerta de que “las emociones pueden s er
educadas y a la vez utilizadas a favor de una buena
convivencia”. ¡Cuánta claridad de pens amiento, hace
más de dos mil tres cientos años !
Emociones, pasiones y religión
El gran maes tro Sócrates también realiza una
profunda reflexión en torno al amor y las emociones
en el tratado El banquete, de Platón. De igual
manera, el Es toicis mo, una es cuela filos ófica griega
creada tres cientos años antes de Cris to, dedica
es pecial atención a las emociones humanas . Los
es toicos atribuyen la res pons abilidad de los
problemas del hombre precis amente a las emociones ,
“porque s on caus antes de juicios des acertados ”.
Séneca, otro grande de la filos ofía antigua, condena
la emoción porque, s egún dice, “puede convertir la
razón en es clava”. No s e requiere un anális is muy
profundo para concluir que las emociones fueron
uno de los objetivos primarios de la antigua filos ofía
griega. Es tas cargaban s obre s us es paldas cas i la
total res pons abilidad por todo lo negativo que exhala
el comportamiento humano.
En la Edad Media, etapa marcada por los
preceptos de la Igles ia Católica en Occidente, la
filos ofía enfrenta como nunca la dicotomía alma-
pas ión. Según la Igles ia, el des control de las
pas iones lleva al pecado y por ende al infierno.
Prácticamente, emociones pos itivas como el gozo no
tienen cabida. Por lo general, durante es ta etapa las
emociones s on identificadas como “pas iones ”. Era
un término peyorativo, más adecuado a los interes es
del clero, porque s e cons ideraba que tanto las
emociones —como las pas iones — eran el producto
de un es tado irracional en el s er humano, y debían s
er combatidas por la razón. Por s upues to, la razón es
taba en manos de la Igles ia.
Ya en la Edad Moderna, entre los años 1596 y
1650 des arrolla s u trabajo René Des cartes , quien
es cribe una obra clás ica, Las pasiones del alma, en
la que proyecta una vis ión dualís tica del s er humano,
al que divide en cuerpo y mente. Cons idera las
emociones como s ens aciones y las llama también
“pas iones ”, al parecer, arras trando el punto de vis ta
medieval. Según s u criterio, “las pas iones tienen
lugar en la mente como pens amientos y en el cuerpo
como percepciones ”. Les concede el mis mo es pacio
que a la razón, o s ea, a la mente.
¿Cuál es el principal efecto de las pas iones ? “Es
precis o obs ervar —apunta Des cartes — que el
principal efecto de todas las pas iones en los
hombres es incitar y dis poner s u alma a querer hacer
las cos as para las cuales preparan al cuerpo. Por
ejemplo, el miedo incita a huir; el valor, a luchar”.
Otros filós ofos tras cendentes por s u obra,
pos teriores o contemporáneos a Des cartes , como
Spinoza, Kant y Nietzs che, también trabajaron
profundamente las emociones y s entimientos , e
hicieron centro de s u pens amiento toda la s
ubjetividad de los s eres humanos .
Todas las pers onas nos dis tinguimos por s er
s ujetos pens antes , aunque no tengamos la grandeza
de Platón, Aris tóteles o Des cartes . A la par de
pens antes , s omos también s eres emocionales y
emocionables . Los grandes filós ofos , los líderes
es pirituales y los libros s agrados de las religiones
más profes adas , as í lo confirman. Los pens amientos
nos acompañan todo el tiempo, crean y proyectan
ideas , nos fraguan como creaciones inteligentes ; s in
embargo, s on grandes cons umidores de energías .
Cons tantemente pens amos y quemamos energías .
Las emociones , por el contrario, s on fuentes vitales
de energías , capaces de cargar y recargar una y otra
vez el intelecto y nues tro accionar. Más que
cons umir fuerzas como el pens amiento, las
emociones las reproducen y nos empujan por la vida.
Lo interes ante
viene dado en que es
totalmente des
cabellado
intentar evitar el pens
amiento, por muy
cons umidor de
energía que s ea,
pues
abandonaríamos el
más preciado de
nues tros dones : la inteligencia racional. La razón es
la encargada de maniatar y guiar todas las acciones
que s e des prenden de los impuls os emocionales . En
la medida en que ejerce dominio s obre es os
impuls os , s omos mejores o peores s eres humanos ,
armonizamos más o menos con la realidad que nos
rodea.
Pero es aquí, en medio de es ta acción de control
emocional que ejerce la razón, donde la emoción
revela s u verdadera importancia y donde la razón
deja al des cubierto s u debilidad. Es aquí donde la
energía que des prenden los impuls os emocionales
brota, s e hace s entir y s e convierte en algo útil e
impres cindible —tanto como el pens amiento— para
nues tro andar por la vida.
Sucede lo que llamo “el ciclo de la perfección
humana”. El pens amiento cons ume energía, guía los
impuls os emocionales en medio de la realidad; es
cierto, pero es tos impuls os emocionales recargan al
pens amiento de la mis ma energía vital que neces ita,
para que es te s iga ejerciendo s u dominio racional
s obre las emociones y as í continuar s u labor de guía
y moderador.

Es una maniobra de acción y reacción. Una


depende de la otra, ni la emoción ni la razón tienen la
preponderancia; el balance entre ambas es ineludible
y de él depende que s eamos o no mejores s eres
humanos . En s us manos también es tá el crecimiento
o el enrarecimiento de nues tra es piritualidad. Nada
tiene de loable que la balanza s e mueva hacia uno u
otro lado, porque s i res ponder a las pas iones es
malo,la razón exacerbada no lo es menos , pues tiende
al exces o de valoración y al inmovilis mo.
Hasta en los libros sagrados…
Gracias a es a inevitable relación entre lo material, lo
emocional y lo es piritual es que a través de los s iglos
las emociones han s ido tema de interés , no s olo para
es pecialis tas de la s alud corporal y mental, en
es pecial ps iquiatras y ps icólogos , s ino también para
los más pres tigios os líderes es pirituales . Además , s e
les dedica es pacios s eñalados en los más
importantes libros s agrados que s us tentan la
religios idad univers al, entre ellos el Corán y la Biblia.
Las emociones , además , forman parte es encial de
doctrinas como las de la Kabbalah judía.
Por lo general, todos los textos coinciden en que
las emociones es tán vinculadas a la es encia más
profunda del s er humano y rigen, de una u otra
manera, nues tra es piritualidad. Es tos libros vinculan
las emociones con la acción conjunta de la mente y el
corazón, intentan determinar los niveles de felicidad o
infelicidad, as í como las relaciones ás peras o
armonios as con nues tros s emejantes y, s obre todo,
con Dios .
El Corán, libro s agrado de la religión mus ulmana,
hace un s uges tivo enfoque de la s alud, dentro del
cual incluye las emociones . “As í como la vida
religios a es ins eparable de la vida s ecular, la s alud
fís ica, la emocional y la es piritual no pueden s
eparars e”, expres a. As egura que “cuando una de es
as tres partes es tá les ionada o enferma, las otras dos
también s ufren”. Refiriéndos e a las emociones , el Corán
dicta: “Cuando una pers ona no es tá bien
emocionalmente, no es capaz de cuidar de s í mis ma
de forma apropiada, por cuanto tendrá s u mente
dis traída de las realidades de la vida”.
El profeta Mahoma, a quien, s egún los s eguidores
del Is lam, el Corán le fue dictado por el propio Dios
(Allah), dijo que “el creyente fuerte es mejor que el
creyente débil ante los ojos de Dios ”. El principal
s ignificado de la palabra “fuerte” es tá relacionado
con la fe y el carácter, pero también con la s alud.
“Nues tros cuerpos s on un prés tamo que nos hace
Dios y s omos res pons ables de s u cuidado. Si bien la s
alud fís ica y emocional es importante, la s alud
es piritual neces ita s er la primera prioridad en
nues tras vidas ”.
Por s er un libro s agrado que rige las normas de
conducta de la religión más profes ada del planeta, la
es piritualidad s e yergue como el as pecto más
importante, el es encial, para dis frutar de la protección
de Dios (Allah). Pero, a la vez, le concede a la s alud
emocional el mis mo es pacio que le otorga a la fís ica.
Nos hace res pons ables de nues tro propio cuidado,
porque vivimos en un cuerpo que es un prés tamo de
Dios .
Las emociones y la es piritualidad s on
ins eparables en el Is lam. Rumi fue un poeta
mus ulmán erudito del s iglo XIII. Su obra, traducida a
numeros os idiomas , s e caracteriza por intentar
alcanzar la paz, la felicidad y la armonía a través de la
palabra. En s u hermos a manera de “decir”, Rumi
rechaza emociones dañinas como el odio y la
dis cordia.
En s u poema “La cas a de hués pedes ”, s e refiere a
las emociones y a la neces idad que tenemos de ellas .
Sin embargo, apunta que, a la vez que las dejamos
entrar, debemos permitir que s e retiren, como s ucede
con los hués pedes . Nunca convertirlas en parte de
nos otros mis mos . Es una forma profunda y
es téticamente bella de reflejar cómo hemos de
enfrentar las emociones , s eamos mus ulmanes o no.
Su obra tras ciende fronteras geográficas , religios as y
filos óficas . Dice el poema “La cas a de hués pedes ”:

E sto de ser un ser humano

es como administrar una casa de huéspedes.


Cada día una nueva visita, una alegría, una
tristeza,
una decepción, una maldad,
alguna felicidad momentánea
que llega como un visitante inesperado.
Dales la bienvenida y acógelos a todos ellos,
incluso si son un grupo penoso
que desvalija completamente tu casa.
Trata a cada huésped honorablemente pues
podría estar haciendo espacio para una nueva
delicia.
El pensamiento oscuro, lo vergonzante, lo malvado,
recíbelos en tu puerta sonriendo e invítalos a
entrar.
Agradece a todos los que vengan
pues se puede decir de ellos que han sido enviados
como guías del más allá.
Yalal ad-Din Muhammad Rumi

Es cierto lo que es cribe Rumi en s u hermos o


poema. Los s eres humanos s omos como una cas a de
hués pedes de emociones . Es tas deben entrar y s alir.
Les otorga un carácter celes tial cuando afirma que
han s ido enviadas (las emociones -hués pedes ) “como
guías del más allá”; quizá las cons idera una prueba
divina, des tinada a evaluar nues tro comportamiento
aquí en la Tierra. Rumi dis fruta en s u obra el mis terio
de las emociones .
En los tiempos de Abraham
Pas amos a otro texto s agrado, la Kabbalah, bas e de
la Torah, que rige los caminos del judaís mo. Nos
as ombramos por la manera profunda y práctica como
enfoca las emociones . No me cons idero un
cabalís tico; s in embargo, reconozco s us puntos de
vis ta, des tinados en lo es encial a explicar la realidad
y la ley general que rige la naturaleza. La Kabbalah es
una tradición mís tica judía, un antiguo s is tema de
conocimientos s obre el alma humana que algunos
califican como una “tecnología es piritual primaria”,
des tinada a mos trar el camino del conocimiento y de
la creación. Hay quienes le s eñalan caracterís ticas
es otéricas y envuelven s us palabras en un halo de
mis terio.
Según s us s eguidores , la s abiduría de la
Kabbalah es la más antigua de todas , pues s e
remonta a los tiempos de Abraham, el patriarca de la
religión hebrea, tres mil ochocientos años atrás .
Abraham era un beduino de una tribu en Babilonia.
De él s e dice que des cubrió la exis tencia de la
divinidad, o s ea, una realidad fuera de es te mundo.
Luego es cribió un libro s obre la creación que, podría
decirs e, s on las primeras es crituras s obre la
Kabbalah. Siglos des pués , Mois és —un gran
cabalis ta— es cribe la Torah, el texto bas e del
judaís mo.
Hablo de textos es critos hace miles de años , pero
que ya penetran en el mundo del intelecto y las
emociones del s er humano. La Kabbalah tiene la
certeza de dividir a los humanos en s eres
intelectuales y emocionales . Dios les as igna un
cuerpo y un alma, y es ta tiene que bus car la forma de
poder interactuar con es e cuerpo. Para ello, Dios crea
diez fuerzas —intelectuales unas y emocionales otras
—, que determinan la pers onalidad, s egún el
res ultado de la relación alma-cuerpo. Trabajar por
mantener balanceadas es as fuerzas es el objetivo,
pero nadie es perfecto. Unos des arrollan más una, y
as í s e define s i s u pers onalidad es más emocional
que racional, o vicevers a.
“El intelecto —s egún la Kabbalah — es el
progenitor de las emociones ”. Si queremos cambiar,
modificar o controlar las emociones , hay que utilizar
el intelecto. De acuerdo con nues tra capacidad
intelectual, as í s on los s entimientos . Cuando
pens amos , o como dicen los cabalis tas , cuando
tenemos la cabeza amplia, s omos s eres menos
impres ionables y menos revelamos nues tras
emociones , porque es tas s e rigen por la mente.
“Todo lo que s entimos y hacemos ya lo
pens amos antes , aun cuando afirmemos que es una
acción impuls iva”, es otro precepto interes ante de la
Kabbalah. Las emociones , los impuls os y la entrega
tienen que ver con el corazón, pero el intelecto es tá
por encima de cualquier emoción, s egún es ta teoría.
Todas las emociones parten de un pens amiento,
porque no exis te una acción s in un pens amiento
previo.
“Las pers onas que s e enojan muy fácilmente
demues tran que intelectualmente s on pequeñas , y
una pers ona con reacciones impuls ivas puras es tá
loca, porque es incapaz de imponer s u intelecto”.
“Los s eres humanos no deben es cuchar s u corazón,
no han de obedecer s us impuls os , deben es cuchar la
cabeza, por lo tanto, lo primero que una pers ona
debe evaluar no s on s us s entimientos , s ino s u
razonamiento”, propone la Kabbalah.
Según la es critura de Abraham, la raíz de todo mal
es tá en el pens amiento, y s e des arrolla cuando los s
entimientos y las emociones gobiernan es e
pens amiento. Entonces , el res ultado de nues tra
acción s erá negativo. El pens amiento para los
cabalis tas es igual a la conciencia. Cuando pens amos
debidamente, dirigimos las emociones y las acciones .
Es ta es la única manera de as umir el control
verdadero, y por tanto nues tra realidad s erá de luz
verdadera.
La Kabbalah también acons eja: “Cuando s e nos
pres ente una s ituación complicada, no reaccionemos ,
no nos enojemos de inmediato, antes hagamos una
paus a, obs ervemos nues tros s entimientos y
pens amientos ; es bueno preguntars e en es e
momento: ¿de dónde vienen es tos impuls os ? La
res pues ta nos permitirá actuar”.
Dicotomía entre el bien y el mal
La vida es un experimento permanente de emociones .
Por es a razón es tas han s us citado s iempre el interés
de grandes pens adores , idealis tas o no. Las
emociones han s ido y s on en la actualidad objeto de
profundos anális is dirigidos , fundamentalmente, a
conocer el motivo que las origina, as í como s us
cons ecuencias negativas o pos itivas , s egún la carga
que llevan implícita. También s e mues tra un interés
permanente en la neces idad del s er humano de
controlar s us emociones , s in tener en cuenta s i s on
buenas o dañinas . Ninguna emoción o s entimiento
en exces o, aunque aparente s er pos itivo, es s
aludable.
Una emoción
fuerte dura
s egundos , explota
en un abrir y cerrar
de ojos cuando no
s e gerencia des de la
fluidez de su
identidad. Revienta
en pleno ros tro y es
capaz de provocar
cons ecuencias que
pueden extenders e
por largos períodos
de tiempo y, en algunos cas os , has ta toda la vida. Sin
embargo, una emoción bien utilizada ilumina el
es píritu; no lo opaca, lo expone a la luz.
Son s entimientos innatos de la naturaleza humana
que enriquecen o empobrecen la vida, tú decides
has ta dónde.
En el cris tianis mo las emociones van aparejadas
con la vida mis ma, cons tituyen una manera de vivir la
eterna dicotomía entre el bien y el mal, el gran “s er o
no s er” de la exis tencia humana. Las emociones nos
preparan para actuar como s eres apas ionados ,
enamorados de creencias y convicciones , pero a la
vez pueden arras trarnos al pecado, a cometer
grandes errores , herir a los demás y, por s upues to,
carecer de bienes tar. Es por todo es to la neces idad
que tiene cada creyente de conocer s us puntos
débiles como s er humano, s eleccionar
apropiadamente s us pens amientos y actitudes , orar y
pedirle a Dios cuando es precis o.
El amor, el gozo, la confianza, la bondad, la
empatía, la felicidad, el agradecimiento y el perdón s
on emociones pos itivas , s egún el cris tianis mo. El
miedo, el abandono, la tris teza, la ira, el
remordimiento, el dis gus to y el odio s erían negativas .
Cabe des tacar que una emoción tan fuerte como la ira
forma parte de los llamados “s iete pecados
capitales ”. No s e les llama capitales por la gravedad
que encierran en s í mis mos , s ino por las
cons ecuencias que pueden provocar. La ira
des controlada tiende a manifes tars e a través de
ofens as , violencia, des acato y otras acciones
ins anas , que pueden provocar daños en los demás ,
inclus o la muerte.
Los cris tianos s uelen es timular el dis frute de
emociones confortables , cargadas de bienes tar, paz y
felicidad, a través de la práctica religios a, las
oraciones y la lectura de la Biblia, s u libro s agrado.
Engrandecen el es píritu leyendo s us s almos ,
proverbios , his torias de pers onajes y todo tipo de
mens ajes que s e concentran en s us páginas . Cuando
lo hacen, fluyen las emociones en pos itivo.
La Biblia también contiene varias his torias cuyos
pers onajes s iguieron s us impuls os emocionales , con
malos res ultados para ellos y para los demás . Uno es
Sans ón, cuya vida es tá llena de emociones negativas
muy fuertes . El libro de los “Jueces ” narra que
Sans ón s e encuentra con una joven filis tea y, lleno
de pas ión, s in s aber s iquiera s u nombre, decide
cas ars e con ella. De ahí en adelante, s u vida s e
convierte en un hervidero de emociones nocivas : el
enojo, la violencia, el des eo s exual, la infidelidad, el
capricho. Si nos detenemos y analizamos fríamente s
u manera de actuar, Sans ón es un conglomerado de
emociones y s entimientos en negativo; pero,
precis amente por ello, es un pers onaje aleccionador.
“Alégrate con los alegres y llora con los que
lloran”, s ugiere la Biblia. Su mens aje reafirma que
nues tro regocijo, bienes tar y es tabilidad emocional
no dependen de las circuns tancias , s ino de nues tra
relación con Dios .

Elena de White, es critora cris tiana


es tadounidens e, deja bien definido que “la verdadera
grandeza de un hombre s e mide por el poder de las
emociones que él domina, y no por las que lo
dominan a él”. Tal afirmación nos concierne a todos ,
pues la vida es un cons tante ir y venir de emociones .
Debemos es tar preparados para enfrentarlas y s
acarles provecho. Sin emociones no hay vida y, s i la
hay, no vale la pena vivirla.
Frutos del amor
“Un s er humano s in emociones es como un leño s
eco”, as egura Sri Sri Ravi Shankar, gurú indio y líder
humanitario. En realidad, una pers ona que no s ienta
o padezca el rigor emocional —lo autoges tione o no
— es un ente vacío, una creación inexpres iva. Las
emociones exteriorizan el “yo” más interno y
des cubren quiénes s omos realmente, porque
tras pas an el as pecto fís ico y dis eñan la más
auténtica identidad.
Somos s eres pens antes , pero ningún
razonamiento —ni s us res ultados — puede s er lúcido
en medio de un s entimiento emocional fuera de
control. Emociones y pens amientos neces itan
compens ars e entre s í. Una emoción no nos domina s i
el pens amiento es fuerte y es tá preparado para s
ometerla y utilizarla, a favor de las conclus iones que s
e derivan de s u razonamiento. Grandes filós ofos ,
libros s agrados , líderes es pirituales y pens adores de
todo tipo lo confirman. También nos demues tran que
las emociones , s egún la fuerza que des pliegan a la
hora de enfrentar el pens amiento, determinan nues tro
andar por es te mundo.
Sri Sri Ravi Shankar hace una afirmación que para
algunos pudiera parecer atrevida, pero nos pone a
pens ar. Cuando la es cuchamos por primera vez
puede parecernos contradictoria, inclus o irracional,
pero tras la explicación de es te gran gurú
contemporáneo, nos damos cuenta de que nada tiene
de des cabellada.
Afirma Shankar: “El amor es res pons able de todas
nues tras emociones negativas . Si no hubies e amor
en es te planeta, no hubies e ningún problema
tampoco. Nunca nadie s e pondría celos o, nunca
nadie s entiría avaricia, nadie s e enojaría por nada. El
enojo, la envidia, los celos , todas las emociones
negativas que experimentamos , s on frutos del amor”.
Dicho as í, s in una profunda reflexión a pos teriori,
es cierto que parece una locura. Pero te s ugiero que,
ante todo, analicemos el concepto tan amplio que
es te gurú tiene del término amor. Cuando lo hacemos ,
comprendemos que s u as everación nada tiene de
des acertada. Para Shankar, el amor es una emoción,
pero a la vez es más que es o. Es la bas e de toda
exis tencia, “el amor —la más s ublime de las
emociones — va mas allá del ‘yo te quiero’ o ‘no
puedo vivir s in ti’. No hay amor en la vida o por la
vida, porque la vida es amor”.
Propongo una pregunta: ¿podemos vivir s in s entir
amor por alguien o por algo? ¡Impos ible! Entonces , s i
todo es amor, cuando amas la perfección, te enoja la
imperfección; cuando amas a otra pers ona, s urgen
los celos ; cuando el apego extremo te hace s entir
amor por las cos as materiales , brotan la avaricia y la
envidia. Dondequiera que haya energía de atracción
hay amor, y donde hay repuls ión también hay amor, s
olo que del lado opues to.
“Las emociones integran nues tro yo más
profundo, aunque s us caus as provengan del
exterior”. Define también Shankar que “todas las
emociones negativas no s on más que formas
dis tors ionadas de amor”. “La ira es por amor, porque s
i amas lo perfecto, te enojas ante lo que, s egún tu
punto de vis ta, cons ideras imperfecto”. “La codicia
es por amor, porque amas a un objeto material mucho
más que a la vida”.
¿Qué es el odio?, pregunta Shankar. Y res ponde:
“Odio es amor al revés , como el miedo también es
amor, pero al revés ”.
Los s eres humanos , cuando dis frutamos de
es tabilidad e inteligencia emocional, encontramos la
felicidad dentro de lo más profundo de nues tro s er,
allí mis mo donde nacen las emociones .
“Si hueles una fragancia muy rica,
automáticamente los ojos s e te cierran; s i s aboreas
algo muy rico, también cierras los ojos y dices : ¡Ay,
qué s abros o! Es cuchando una buena mús ica, los
ojos s e te vuelven a cerrar. ¿Por qué? Porque la
fuente de la alegría es tá dentro. Vivimos fals amente
pegados a todo lo del exterior, s os tenemos la fals a
idea de que el mundo nos dará una gran alegría; s in
embargo, nos otros mis mos podemos lograrlo porque
la felicidad es tá en lo más profundo de nues tro s er”.
¡Allí mis mo, donde s urgen las emociones !
Desde dentro
El Dalai Lama, tibetano de nacimiento y formación, es
uno de los líderes es pirituales más influyentes .
Coincide con Ravi Shankar en que las emociones s
urgen dentro de lo más profundo del yo interno, y las
define como es tados mentales . Por es e motivo, los
procedimientos que utilizamos para manejarlas también
deben brotar des de lo más profundo de nues tro s
er. No hay otra manera de hacerlo, jamás pueden
utilizars e “técnicas externas ”, dice el Dalai Lama,
para controlar las emociones . Como es tados mentales
que s on, definen la forma en que s entimos y actuamos
, y dicen mucho s obre quiénes s omos .
Sin embargo, las emociones no s on es tados
naturales de la mente. En el libro Emociones
Destructivas, es crito por Daniel Goleman a raíz de un
diálogo con el Dalai Lama, el monje tibetano afirma
que “la pos ibilidad de la iluminación s e bas a en la
idea de que las emociones os curecedoras no forman
parte intríns eca de la naturaleza es encial de la
mente”.
Des de el punto de vis ta budis ta, afirma el Dalai
Lama: “las emociones des tructivas interrumpen de
inmediato la calma, la quietud y el equilibrio de la
mente, mientras que las emociones cons tructivas no s
olo no perturban el equilibrio ni la s ens ación de
bienes tar, s ino que, muy al contrario, los favorecen”.
Cuando las emociones s e s alen de control, la
evaluación que podamos hacer de la realidad que
nos rodea s e enrarece, provocando que la mente no
trabaje a tope o lo haga erróneamente, porque
padece una carga emotiva que le impide razonar
plenamente. “La mente es como un lingote de oro —
dice el Dalai Lama—, no cambia s u naturaleza por
más s iglos que pas e enterrado en el fango. Todo lo
que s e precis a para poner de relieve s u es encia es ir
eliminando las diferentes capas que s e han
depos itado s obre él. Por lo tanto, todo lo que s e
neces ita para alcanzar la budeidad es un proces o de
purificación y de acumulación gradual de cualidades
pos itivas y de s abiduría”. Con la purificación, que no
es más que el control emocional des crito en términos
es pirituales budis tas , s e logra alcanzar un es tado de
conciencia abs oluta, que no da pie a la aparición de
emociones os curas y des tructivas .
Sin embargo, exis ten emociones en pos itivo que
pueden s er apoyadas y profundizadas por la
inteligencia humana. El Dalai Lama pone como
ejemplo la compas ión, “un s entimiento alentado por
la reflexión en torno a la neces idad de enfrentar el
s ufrimiento”. Es te monje tibetano deja para la
pos teridad otra de s us ens eñanzas , muy profunda y
hermos a:
“La s abiduría es una flecha, la mente s erena es el
arco que la dis para”.
Las emociones aflictivas s on enemigas eternas de
la s abiduría y la principal fuente de s ufrimiento en los s
eres humanos . Una vez des atadas , s in el control
mental requerido, des truyen la paz interior, afectan la s
alud y las relaciones con los demás . “Todas las
acciones negativas , como matar, es pecular y engañar
—as egura el Dalai Lama— vienen de las emociones
aflictivas . Por es a razón, es e es tado emocional es
nues tro enemigo, des truye la paz y la fortuna. Un
enemigo exterior quizás un día pueda s er peligros o
para nos otros , pero quizás al día s iguiente pueda s er
beneficios o; s in embargo, el enemigo interior s iempre
es des tructivo y es tará pres ente s iempre
dondequiera que vayamos ”.
Del enemigo externo quizá podamos defendernos y
has ta es caparnos , pero el interior va dondequiera
que vayamos
, inclus o
cuando
meditamos .
Es e es el
punto, dice
Dalai Lama.
Debemos
darnos
cuenta de es e enemigo que llevamos dentro, y tomar
el cuerpo, la mente y el corazón, hacerlos cómplices a
los tres , y tratar de eliminar es e peligro. Según el
budis mo, nues tro s er humano es precios o por s u
inteligencia, por lo maleable que es , por los cambios
que hace. Es precios o no s olo por las emociones , s
ino también por la inteligencia y el razonamiento.
Admito que he luchado durante años por intentar
percibir a tiempo cuando una emoción —buena o
mala— comienza a afectarme. No as eguro que s
iempre la puedo dominar, pero es tudio cómo
identificarla, us arla, dejarla fluir; intento llevar a la
práctica el magis terio del Dalai Lama. Mientras más
fuerte es nues tro s is tema inmunológico emocional,
es taremos en mejores condiciones de hacer frente a
la ira, el apego o los celos , en los momentos en los
que es tas emociones no nos aporten nada en
pos itivo.
El s olo hecho de percatarnos de los primeros s
ignos que indican que vamos a s er víctima de una
emoción fuerte, ya nos prepara para trabajar s u
llegada o, al menos , para gerenciarla con la mente s
erena y un es tado de conciencia s uperior, s i
definitivamente hace s u aparición. Y, s i dejamos de s
er unos analfabetos emocionales , inclus o es tamos en
dis pos ición de utilizar s u caudal energético a nues
tro favor. O s ea, s acarle partido a es a emoción, por
muy negativas que s ean s us intenciones .
Emociones: ¿expresarlas o no?
Otro líder es piritual que brilló con luz propia en el
s iglo XX fue Os ho. Nació en la India y murió hace ya
varios años . Sus criterios lo convierten, has ta cierto
punto, en una pers onalidad polémica. Sin embargo,
tuvo una enorme cantidad de s eguidores durante s u
vida y s e han multiplicado des pués de s u muerte.
Os ho tiene una obra muy extens a, de una
profundidad fuera de lo común, y a veces algo
compleja de as imilar para algunos .
La vida de Os ho s e convierte en un vía crucis ,
s obre todo cuando lo aqueja la enfermedad que
provoca s u muerte a los cincuenta y ocho años . No
obs tante, s u armonía interna nunca des apareció.
Es cribió un libro titulado Las emociones. Libres del
miedo, los celos y la ira, donde nos conduce has ta
las raíces del tema: aprendemos cómo s e des arrollan,
la manera de lograr la calma interior y la s abiduría,
inclus o en s ituaciones difíciles .
Os ho afirma que “las reacciones emocionales que
nos dominan provocan es tados de ánimo negativos
que nos atormentan, nos colman de problemas y s
ufrimos cons ecuencias negativas que perjudican
directamente nues tro bienes tar”. Plantea una
dis yuntiva, en medio de la cual muchas veces nos
vemos envueltos los s eres humanos : ¿qué hacer con
nues tras emociones ? Si dejamos que s e expres en,
dice Os ho, podemos las timar a otros , pero s i no las
expres amos , nos las timamos nos otros mis mos . Nos
acons eja una fórmula para eliminar la emoción, s in
agredir y s in dañarnos nos otros mis mos : la
percepción.
“Si s e cobra conciencia de una emoción
es pecífica y debido a es a toma de conciencia la
emoción s e des vanece, es negativa, pero s i al cobrar
dicha conciencia nos identificamos con es a emoción, s
i s e extiende y s e convierte en nues tro propio s er,
entonces , es pos itiva. La conciencia trabaja de forma
diferente en ambos cas os ”, dice Os ho. “Si s e trata de
una emoción venenos a, quedamos aliviados de ella a
través de la percepción. Si es buena, feliz, extática,
nos volvemos uno con ella, porque la percepción la
profundiza”. En res umen: s i algo s e profundiza
mediante la percepción, es algo bueno. En cambio, s i
la percepción lo dis uelve, es algo malo.
“Aquello incapaz de permanecer en la conciencia
es pecado, y lo que crece en la conciencia es virtud.
La virtud y el pecado no s on conceptos s ociales , s on
realizaciones interiores . Les digo que inclus o las
emociones negativas s on buenas , s i s on reales ; y s i
s on reales , poco a poco s u mis ma realidad las
trans forma. Se vuelven más y más pos itivas , y llega
un momento en que todo lo pos itivo y lo negativo
des aparecen. Simplemente permanecemos
auténticos : no s abemos lo que es bueno ni lo que es
malo, no s abemos lo que es pos itivo ni lo que es
negativo. Simplemente s omos auténticos . Cuando s
omos auténticos , nues tras emociones s on parte de
nos otros mis mos , las dis olvemos s egún s us
intenciones ”. Profundas y geniales las conclus iones
de Os ho.
En Occidente también hay importantes líderes
es pirituales modernos . Uno de los más influyentes es
Wayne Dyer, fallecido en 2015. Su obra es de una
tras cendencia extraordinaria, s obre todo el libro Tus
zonas erróneas. Uno de s us capítulos es tá dedicado
a las emociones , pero Dyer enfatiza las que él
denomina emociones inútiles : la culpabilidad y la
preocupación. ¿Por qué las cons idera as í? ¿Por qué
las califica como un par de grandes des pilfarros o de
dos zonas erróneas ?
Según Dyer, la culpabilidad provoca que
des perdicies momentos pres entes , por es tar
inmovilizado debido a un comportamiento pas ado;
mientras que la preocupación es el mecanis mo que te
mantiene inmovilizado, pero al contrario, por alguna
razón que es tá en el futuro y que a menudo es algo s
obre lo que no tienes ningún control. Es como s
entirs e culpable de algo que aún no ha s ucedido.
“Aunque una es tá dirigida al futuro y la otra al
pas ado, ambas s irven al mis mo propós ito inútil de
mantenerte inquieto o inmóvil en tu momento
pres ente”.
As egura también Dyer: “Hay dos días en la
s emana que nunca me preocupan. Dos días
des preocupados , mantenidos religios amente libres
de temores . Uno de es os días es ayer… y el otro día
que no me preocupa es mañana”. Es a es la única
manera de evitar lo que él califica como “emociones
inútiles ”. “Aprende a vivir ahora, en el pres ente, y a
no des perdiciar tus momentos actuales en
pens amientos inmovilizantes s obre el pas ado o el
futuro. No hay otro momento en el que s ea pos ible
vivir más que el pres ente, el ahora, y todas tus
preocupaciones y culpas tan inútiles s e producen en
el exclus ivo momento pres ente”.
Sentir el cuerpo desde dentro
Otro importante líder occidental es Ekhart Tolle,
alemán de nacimiento, pero con nacionalidad
canadiens e. Tolle es cons iderado por The New York
Times como el autor de textos es pirituales más leído
de Es tados Unidos , es pecialmente por s u bes t s eller
El poder del ahora.
Él defiende la teoría de que la mente no es s
olamente el pens amiento, s ino también las
emociones , as í como todos los patrones de reacción
incons cientes de tipo mental-emocional. Le da forma a
una idea muy original, relacionada con las
emociones , que dice: “La emoción s urge en el punto
en que s e encuentran la mente y el cuerpo. Es la
reacción del cuerpo a s u mente o un reflejo de la
mente en el cuerpo”. As í lo ejemplifica: “Un
pens amiento de ataque o un pens amiento hos til
creará un aumento de energía en el cuerpo, al que
llamamos cólera. El cuerpo s e alis ta a luchar. El
pens amiento que amenaza, fís ica o ps icológicamente,
hace que el cuerpo s e contraiga y adopte el as pecto
fís ico de lo que llamamos miedo. La inves tigación ha
mos trado que las emociones fuertes producen
cambios en la bioquímica del cuerpo; es tos cambios
bioquímicos repres entan el as pecto fís ico o material
de la emoción”.
“Cuanto más identificados es temos con el
pens amiento, con s us gus tos y s us odios , s us
juicios e interpretaciones , es decir, cuanto menos
pres ente es té como conciencia que obs erva, afirma
Tolle, más fuerte s erá la carga de energía emocional, s
eamos cons cientes de ello o no. Si us ted no puede s
entir s us emociones , s i es tá des conectado de ellas ,
eventualmente las experimentará en un nivel
puramente fís ico, como un problema o s íntoma
fís ico… Un patrón emocional incons ciente puede,
inclus o, manifes tars e como un evento externo que
aparentemente le s ucede a us ted. Por ejemplo, he
obs ervado que la gente que lleva dentro mucha ira s
in s er cons ciente de ella y s in expres arla, tiene más
pos ibilidad de s er atacada, verbal o inclus o
fís icamente, por otras pers onas iracundas , a menudo s
in razón aparente. Tienen una fuerte emanación de ira
que ciertas pers onas reciben s ubliminalmente, y
que dis para s u propia ira latente”.
Tolle cree que s i tenemos dificultad para s entir las
emociones , empecemos por concentrar nues tra
atención en el campo de energía interior del cuerpo.
Sentir el cuerpo des de dentro, para ponernos en
contacto con nues tras emociones . “Us ted dice que
una emoción es el reflejo de la mente en el cuerpo.
Pero a veces hay un conflicto entre ambos : la mente
dice no, mientras la emoción dice s í, o al contrario
(…) Si hay un conflicto aparente entre ellos , el
pens amiento s erá la mentira, la emoción s erá la
verdad. No la verdad última s obre quién es us ted,
pero s í la verdad relativa de s u es tado mental en es e
momento”, añade.
Durante una de s us tantas conferencias por el
mundo, alguien le pidió un cons ejo para no dejars e
abrumar por las emociones . En es te cas o, por el
enojo, aunque podría aplicars e a otras emociones , s
obre todo las que cons ideramos negativas . Tolle res
pondió: “Cuando el enojo llega, s u campo
energético de inmediato ocupa la mente y los
pens amientos que s urgen s on un reflejo de es e
enojo. El enojo provoca que tengamos toda una s erie
de pens amientos negativos . Cuando s urge es ta
emoción, s e debe tratar de tomar conciencia de que
es os pens amientos emanan de ella. No es fácil,
porque a veces s urge de repente, pero es neces ario
reconocer que s on pens amientos s urgidos de es ta
emoción. No s on pens amientos verdaderos , s olo
reflejan el campo energético del enojo. La cues tión
cons is te, y lo s ugiero como un experimento, en tratar
de mantenernos como obs ervadores , como tes tigos
de es os pens amientos producidos por el campo
energético del enojo. Cuando digo tes tigo, es s olo
para tomar conciencia de es a energía, para no
identificarnos al máximo con ella; es decir, es toy
cons ciente, s iento es ta energía dentro de mí, pero,
más allá de verbalizar, hay que verla y obs ervarla”.
Mi maes tro Deepak
Chopra, otro de los grandes
líderes es pirituales de la
actualidad, nos s ugiere que
antes de liberarnos del rigor
de las emociones negativas ,
debemos identificarlas y
hacernos res pons ables de
ellas . Sus puntos de vis ta
también apelan a la
conciencia y a la
identificación de la
emoción.
“Ante todo, hay que s entir el cuerpo. ¿Qué es la
emoción? La emoción es un s entimiento, por es o es
una s ens ación del cuerpo. Cuando identificamos y le
pres tamos atención a es a s ens ación del cuerpo,
rompemos s u vínculo con el pens amiento y de
inmediato s e libera la emoción negativa. Hay otro
proces o que es hacers e res pons able cada uno de s us
propias emociones , porque, s i pens amos que
nues tras emociones s on res pons abilidad de alguien
más , entonces s ería es a otra pers ona la que tendría
que cambiar para que nos s intiéramos mejor, y es o
podría llevar un largo tiempo”.
He realizado un pequeño recorrido a través del
tiempo para ilus trar la manera en que hombres
iluminados han dedicado s u talento al anális is de las
emociones . Ellos han intentado des cifrar es e mis terio
que las envuelve, “mis terio” intacto aún en la
actualidad, a pes ar del des arrollo científico y técnico,
que adquiere hoy más que nunca dimens iones
increíbles . No podemos vivir s in experimentar
emociones . Somos s eres des tinados a crearlas ,
es tamos dis eñados corporal, mental y
es piritualmente para hacerlo. Las emociones , buenas o
malas , s e dis frutan o s e padecen, pero no podemos
evitarlas , cuando más obs ervarlas , moderarlas y
ges tionarlas a favor de la vida. Son hijas de la propia
vida, por es o s e jus tifica el eterno interés del s er
humano por es tudiarlas y des entrañarlas .
No olvidemos que las emociones , aunque s ean
pequeñas , como as egura Vincent Van Gogh, un
alienado capaz de interpretarlas , “s on los capitanes
de nues tras vidas y las obedecemos s in s iquiera
darnos cuenta”.
El gran mérito de Daniel Goleman
Los ps icólogos , muchas veces incomprendidos por
la s ociedad, han des empeñado un papel relevante en
los es tudios s obre inteligencia emocional,
empezando por el ya mencionado Aris tóteles , a
quienes muchos cons ideran padre de la ps icología.
En s u libro Acerca del alma, el gran filós ofo griego
afirma que “todo s er que vive y pos ee alma ha de
pos eer neces ariamente alma nutritiva des de que es
engendrado has ta que muere”. Y en la Retórica
analiza las emociones en jóvenes , viejos y maduros .
Sobre los jóvenes , dice que s on temperamentales ,
vehementes , inclinados a la ira, confiados ,
es peranzados . Y los mayores , en s u opinión, todo lo
contrario, porque han vivido muchos años , s e han
equivocado y han s ido engañados más veces . Sobre
los maduros , as egura que s on un modo intermedio,
libre de los exces os de los anteriores . Para el genio, el
cuerpo llega a s u madurez entre los treinta y treinta y
cinco años , y el alma, a los cuarenta y nueve años .
Aunque polémica, res ulta interes ante s u explicación.
Lo más importante es la preocupación, des de
aquellos tiempos , por la vida emocional de las
pers onas . A veces , algunos me preguntan: “¿Por qué
te has movido des de el periodis mo has ta el área del
des arrollo humano y la trans formación pers onal?”. Y
la verdad es que me s orprendo, pues creo que ambos
mundos es tán muy interconectados . En primer lugar,
como demues tra la his toria, el es tudio de las
emociones es tá pres ente en grandes pens adores
como Aris tóteles , Heráclito, Platón e inclus o Darwin.
En s egundo lugar, la ciencia moderna s e ha ocupado
de inves tigar en profundidad la inteligencia
emocional, empezando por el pionero en es te campo,
Daniel Goleman.
De acuerdo con los inves tigadores Beatriz García,
Enrique Jurado y Adelina Ruano, la inteligencia
emocional en el campo de la ps icología s e remonta al
movimiento de los tes t de inteligencia. Ellos nos
remiten a Edward Thorndike, de la Univers idad de
Columbia, “uno de los primeros que identificó el
as pecto de la inteligencia emocional que denominó
inteligencia s ocial, y que definió como la ‘habilidad
para comprender y dirigir a los hombres y mujeres ,
muchachos y muchachas y actuar s abiamente en las
relaciones humanas ’”.
Cons ideran que el concepto de inteligencia
emocional que conocemos actualmente fue es bozado
por primera vez en 1990, con las publicaciones
científicas de John Mayer, Peter Salovey y Di Paolo.
Sin embargo, el libro La inteligencia emocional, de
Daniel Goleman, fue el que mayor tras cendencia
alcanzó en todo el mundo.
Según Goleman, inteligencia emocional es el
conjunto de habilidades que contribuyen al buen
funcionamiento y al éxito. El título de s u bes t s eller
—La inteligencia emocional. Por qué es más
importante que el cociente intelectual— es toda
una declaración de principios . Goleman s e refiere a
dos tipos :
a) Inteligencia emocional intrapers onal,
entendida como la habilidad para
comunicars e eficazmente con uno mis mo y
para manejar en forma óptima las propias
emociones . Por ejemplo, la autoconciencia
emocional, la autorregulación y la
automotivación.
b) Inteligencia emocional interpers onal,
entendida como la habilidad para
comprender y manejar eficazmente las
emociones ajenas . Por ejemplo, la empatía y
las habilidades s ociales .
En mi opinión, Goleman ha s ido el inves tigador
que más ha aportado en materia de inteligencia
emocional. Tiene además un gran mérito: a partir de s
us es tudios , muchas más pers onas e ins tituciones s e
han tomado con mayor s eriedad la influencia de las
emociones en nues tras vidas . Hay una definición que
me parece relevante. Dice que las emociones s on
“impuls os para actuar, planes ins tantáneos para
enfrentarnos a la vida”. Además , nos remite a la raíz
de la palabra “emoción”, que es “motere”, el verbo
latino “mover”. Al final, los orígenes de las palabras s
iempre nos ofrecen pis tas del porqué de las cos as .
La ps icóloga Elia Roca Villanueva, del Hos pital
Clínico Univers itario de Valencia (Es paña), cree que
la inteligencia emocional, la autoes tima s ana y las
habilidades s ociales pueden cons iderars e conceptos
afines . Lo res ume expres ando que, a pes ar de s us
diferencias , referidas al mayor énfas is de cada uno en
ciertos as pectos de la realidad a la que s e refiere,
“todos ellos pueden vers e como ‘diferentes mapas
de un mis mo territorio’, el territorio común de las
actitudes des eables hacia uno mis mo y hacia los
demás ”.
Las emociones s on tras cendentales en nues tras
vidas , porque regulan las conductas pers onales y las
relaciones con los demás . De s u correcta
adminis tración dependen el éxito, la s alud y el
bienes tar, de manera general. Son tan importantes ,
que las organizaciones vinculadas a la medicina,
como la As ociación Es pañola contra el Cáncer
(AECC), incluyen s u es tudio en los programas de
ayuda s obre la enfermedad. A es te tema nos
dedicaremos más adelante.
Un concepto explicado por María Elena López y
María Fernanda González expone que emoción es
“un es tado de alerta comportamental, que varía
des de el s ueño profundo has ta la actividad intens a”,
“un es tado fis iológico (o corporal)” y, al mis mo
tiempo, una experiencia (algo que s entimos ) y una
expres ión (algo que mos tramos en nues tra pos tura y
en nues tra expres ión facial). O “una fuerza
motivadora que determina las cos as por las cuales
luchamos o las que tratamos de evitar”. ¡Cuántos s
ignificados para un s olo término!
Al llegar a
es te punto,
s eguramente
ya tienes una
idea general
s obre las
emociones .
Pues te invito
a s eguir,
porque vamos
a vis ualizar
s ituaciones prácticas , además de conocer varias
definiciones . Goleman recuerda que la inteligencia
emocional s irve para motivars e y pers is tir frente a las
decepciones , controlar los impuls os , regular el
humor, mos trar empatía y abrigar es peranzas , entre
otras ventajas .
¿Una cuestión química?
Las emociones res ultan de la actividad del s is tema
nervios o, al igual que los movimientos voluntarios ,
explica Ángel García Villalón, catedrático de
Fis iología de la Univers idad Autónoma de Madrid.
Añade que las emociones proporcionan el “color” al
comportamiento, y s on neces arias para la s
upervivencia del individuo. Lo demues tra de la s
iguiente manera: por ejemplo, la rabia o la
agres ividad permiten al s ujeto enfrentars e con un
enemigo. Pero, s i el s is tema nervios o juzga que el
enemigo es demas iado peligros o, s us tituye la rabia
por miedo, para que pueda es capar.
García Villalón cons idera que la emoción tiene dos
componentes : la s ens ación s ubjetiva que s entimos
en nues tro interior y la manifes tación externa.
“Primeramente, el s is tema nervios o debe determinar
cuál es la emoción adecuada en cada cas o. Es to lo
realiza, al menos en parte, una es tructura llamada
amígdala cerebral. La corteza cerebral envía una
copia de la información s ens orial que recibe a la
amígdala, y es ta decide s i el es tímulo es amenazador,
y s i s e debe res ponder a él con agres ividad o miedo”.
La amígdala citada por el catedrático envía
entonces s eñales a otros lugares del cerebro para
poner en marcha los dis tintos componentes de es tas
emociones . Por un lado, envía s eñales a la corteza
cerebral para des encadenar la emoción s ubjetiva
interna, y por otro lado des encadena la expres ión
externa de la mis ma. Es decir, s i vamos por la calle y
vemos un león recién es capado del zoológico,
nues tro corazón s e acelera, cambia la res piración, s
udamos en frío, s e nos hace un nudo en el es
tómago. ¿Por qué? García Villalón dice que es la res
pues ta del hipotálamo para enfrentar la amenaza: el
aumento de la frecuencia cardíaca y res piratoria
permite aportar más oxígeno a los mús culos , por s i
tenemos que s alir corriendo y poder huir.
Cuando la amenaza del león ha ces ado,
res piramos normal nuevamente.
¿Cuáles s on los diferentes tipos de emociones ?
Los inves tigadores Eduard Puns et y Rafael
Bis querra, y el es tudio de dis eño PalauGea han
creado el proyecto “Univers o de Emociones ”. Ellos
afirman que exis ten has ta 543 emociones . El
res ultado es un mapa gráfico para comprender el
mecanis mo complejo que mueve nues tro yo interno.
Un punto de partida para empezar a ges tionar
nues tros s entimientos , afirman.
El mapa vis ual s e refiere a s eis emociones
principales . Tres s e s itúan en la parte s uperior:
alegría, amor y felicidad; y otras tres s e s itúan en la
parte inferior: miedo, ira y tris teza. En el es tado s
uperior s e s itúa la felicidad, la emoción pos itiva más
excels a en nues tro es tado de ánimo. Por opos ición,
en el polo negativo (que no s ignifica que s ea malo),
el miedo s e s itúa en el triángulo inferior, e inclus o
debajo del mis mo s ale un apéndice, la ans iedad.
Puns et y Bis querra apuntan que las emociones no s
on algo tangible ni es tático, s ino que es tán en
continuo movimiento: “De forma muy s imilar a lo que s
ucede en el univers o, las emociones cambian,
crecen, os cilan, viajan y s e relacionan entre ellas . En
ocas iones s on cas i imperceptibles , pero es tán ahí en
un es tado latente, y otras veces explotan. Las
emociones s on las que determinan nues tro es tado
anímico; las que hacen que s eamos s eres humanos
únicos e irrepetibles ”.
Pero es te no es el único mapa de las emociones .
¿Es pos ible vis ualizarlas , as ignarles colores o s
entirlas en determinadas zonas del cuerpo? Sí,
podemos hacernos una idea gráfica de cas i todo,
para repres entar cómo actuamos los s eres humanos .
Un es tudio de la Univers idad Aalto, en Finlandia,
argumenta que las emociones pueden reflejars e en el
cuerpo humano, es decir que pueden materializars e.
Según s us inves tigadores , las emociones más
frecuentes liberan s ens aciones intens as . Por
ejemplo, la ans iedad puede s er experimentada como
un dolor en el pecho, mientras que el enamoramiento
puede des encadenar cálidas y placenteras s
ens aciones en todo el cuerpo.
Más de 700 pers onas de Finlandia, Suecia y
Taiwán colaboraron en el citado es tudio. Los
participantes lograron es tablecer colores y zonas
para la ira, el miedo, el dis gus to, la felicidad, la
tris teza, la s orpres a, la ans iedad, el amor, la depres ión
y la envidia, entre otras fuertes emociones . La
felicidad, por s u parte, s e regis tró en tonos rojizos y
amarillos , prácticamente en todo el cuerpo, mientras
que la depres ión apareció en negro, centrada en el
tórax. ¿Y el amor? ¿Qué pas ó con el amor? Pues fue
indicado en color fuego des de la cadera has ta la
cabeza. La envidia, es a fea emoción que deberíamos
erradicar para s iempre, aparece con una carga rojiza
en el pecho y en la cabeza.
¿Sorprende la relación entre emociones , regiones
corporales y colores ? Pos iblemente es te mapa
cons tate algo que ya preveíamos . ¿Qué ens eñanzas
podemos extraer de un mapa as í? En primer lugar,
corroborar la univers alidad de las emociones y s u
relación con los códigos de la vida diaria. Otra
conclus ión importante es conocer a fondo qué s
entimos , cómo lo manifes tamos y en cuáles
circuns tancias .
La tipología de las emociones es amplís ima.
Siempre dependerá de los dis tintos enfoques de los
inves tigadores , pero también de cada uno de
nos otros . El es tudio “Univers o de Emociones ”, por
ejemplo, s itúa como punto de partida a la alegría, el
amor, la felicidad, el miedo, la ira y la tris teza, pero
coloca emociones derivadas alrededor de cada una.
Como la lis ta es cas i interminable, intentaré res umirla:
Placer • júbilo •
ilusión • optimismo
• entusiasmo •
Alegría euforia • contentura
• diversión • humor
• éxito • moral alta

Bienestar •
armonía •
equilibrio •
plenitud •
tranquilidad • paz
Felicidad
interior •
relajación •
serenidad •
placidez • gozo •
satisfacción

Aceptación • deseo
• respeto •
admiración •
enamoramiento •
ternura • cariño •
amabilidad • afecto
Amor
• empatía •
cordialidad •
solidaridad •
gratitud • interés •
compasión
Amargura •
decepción •
depresión •
disgusto •
desconsuelo •
pesar • pena •
Tristeza duelo • dolor •
sufrimiento •
aburrimiento •
pesimismo •
desaliento •
melancolía •
nostalgia • soledad
Agresividad •
tensión •
resentimiento •
frialdad • fastidio •
malhumor •
antipatía • envidia
Ira • celos •
impotencia •
indignación • rabia
• enfado • furia •
rencor • odio •
hostilidad

Temor • horror •
terror • pánico •
Miedo pavor • susto •
alarma • fobia •
vulnerabilidad •
espanto

Los proces os emocionales es tán comprobados


neurológicamente. Exis te otra parte, la es piritual,
relacionada con cómo cultivamos la paz y la quietud.
Los humanos debemos unir ambos mundos para
potenciar una es piritualidad s ana. Y la es piritualidad,
a diferencia de la religión, no es mirar a un Dios que
es tá fuera, s ino bus car lo divino dentro de nos otros .
Los que creemos en la creación de Dios , pens amos
que es a divinidad interior también es parte de la gran
obra maes tra. Para otros , que únicamente conciben
teorías científicas , las es pecies llegaron a
evolucionar tanto que cons iguieron algo mágico en
el cas o del s er humano. Un genio como Albert
Eins tein dijo: “La mente intuitiva es un regalo
s agrado, y la mente racional es un s irviente fiel.
Hemos creado una s ociedad que honra al s irviente y s
e olvida del regalo”.
Según es te criterio, el paradigma luce al revés . La s
ociedad nos obliga a pens ar que lo racional es el
regalo divino y que lo intuitivo es el es clavo fiel. Por
es o, apabullamos nues tras emociones . Durante
mucho tiempo nos ens eñaron a pens ar que la lógica
debería s er lo primario, por encima de nues tra
intuición. Cuando es tamos en contacto con las
emociones , las podemos es cuchar y gerenciar.
Potenciamos es o que viene des de dentro, que s on
las corazonadas , pres entimientos , premoniciones o
ins tintos . Son expres iones difíciles de verbalizar o
explicar, pero ahí es tán. Yo les llamo el GPS emocional
o es piritual, relacionado con las emociones y s
ituaciones de nues tra vida. Mucha gente lo ha
perdido, porque no aprendió a confiar en s u
intuición.
Entonces , una de las ventajas de s uperar el
analfabetis mo emocional es dar más cabida a es e s
us urro, a la voz de la intuición que todos tenemos ,
pero que pocos s omos capaces de es cuchar a la hora
de adoptar las principales decis iones . Es tos temas no s
on para gurús , s ino para todos . Por ejemplo, hay
empres arios que toman decis iones , pero muchas no
es tán bas adas en toda la evidencia e información que
neces itan, porque no la tienen en es e momento. Es
decir, a veces s olo tenemos acces o a datos parciales ,
a fragmentos , y hay que apelar a la intuición.
Entonces , es ta última es parte importantís ima en el
liderazgo pers onal de nues tras vidas . Debemos dejar
que la intuición florezca, al igual que nos otros , como
los s eres racionales o emocionales que s omos . Es
una herramienta indis pens able que, muchas veces ,
des es timamos .
Un paseo por las emociones básicas
La alegría
La alegría está en la lucha, en el esfuerzo,
en el sufrimiento que supone la lucha,
y no en la victoria misma.
MAHATMA GANDHI

La alegría es algo que s e cons truye. Ciertamente,


varios es tudios s e refieren a nues tra predis pos ición
genética para s er más o menos optimis tas . Científicos
de las univers idades de Minnes ota y Londres han
abordado el factor genético y la “heredabilidad” del
carácter y la alegría. Sin embargo, en cuanto al
panorama emocional del individuo, las
inves tigaciones cons ultadas no atribuyen más del
50% a la herencia. Es to quiere decir que la alegría
también puede edificars e. Si des eamos s er alegres , y
quizá —genéticamente— tenemos una
predis pos ición a la depres ión, como es mi cas o,
entonces debemos ir a la acción. Hay que romper el
es tigma de las enfermedades cerebrales , a las que
llamamos mentales , que muchas veces es tán
ocas ionadas no s olo por as untos de la mente, s ino
por el órgano del cerebro, como en el cas o de mi
padre.
La s onris a es a menudo el s ímbolo de la alegría,
porque viene del alma. Des de muy joven, muchas
pers onas elogiaban mi s onris a. Por es o, un día,
pens ando en que es cuchar y s onreír res ultaba
atractivo para la audiencia, decidí es tudiar ambos
mundos a conciencia. En otra ocas ión, cuando uní
varios puntos de mi vida, a través de fotografías de
niñez y adoles cencia, reparé en que no tenía s onris a.
¡No había alegría en mi vida! Es a s ituación res pondía
a un entorno que no era del todo pos itivo. Veía la
vida no des de un punto de vis ta optimis ta, s ino
como una
víctima.
Entonces
llegó un
momento,
entre los
catorce y
quince años ,
que empecé a
entender que
s i la alegría no
había llegado
a mi vida
como algo
genético, yo
tenía que
empezar a
cons truirla.
En su
teoría s obre la res pues ta facial, Charles Darwin indica
que el acto mis mo de s onreír nos hace s entir mejor,
en vez de cons iderar la s onris a como un mero
res ultado de s entirs e bien. Es decir, la s onris a no la
podemos ver únicamente como res ultado de la
felicidad, s ino también como origen o principio de la
mis ma. A través de la s onris a podemos generar
felicidad y cambiar el es tado de ánimo en el camino
hacia la alegría.
El conferencis ta Ron Gutman cons idera que “la s
onris a es timula el s is tema de recompens a del
cerebro, en formas que ni el chocolate —un inductor
de placer muy conocido— puede igualar”. Citando a
inves tigadores británicos , afirma que una s onris a
puede generar el mis mo nivel de es timulación
cerebral que dos mil barras de chocolate o el de un
regalo de 25.000 dólares .
Hoy día, yo practico la generación de s onris a y
felicidad. Hay momentos en los que me miro al
es pejo, y s é y reconozco que no es toy alegre; pero
también entiendo que s e trata de una emoción y un s
entimiento que puedo cons truir. Entonces empiezo a es
bozar una trans formación, que comienza s iendo una
mueca horrible, pero unos minutos des pués termino
con una s onris a plena s alida del alma.
Todas las categorías que des criben la alegría s on
parte de la inteligencia emocional. Mucha gente cree
que venimos al mundo con el “chip de la alegría”
incorporado, pero realmente la tenemos que
cons truir; igual que la felicidad. Si no lo hacemos ,
vamos a exhibir momentos de euforia, pero no
felicidad plena y armónica.

La alegría es un es tado mental caracterizado por


s entimientos de amor, placer y s atis facción, explica
Carla Valencia. Otros la definen como una emoción
que s e logra a través de la fidelidad hacia un
propós ito valios o (Helen Keller). O as eguran que la
verdadera alegría res ide dentro de uno mis mo, por lo
que no debemos perder el tiempo bus cando fuera de
nos otros . “Recuerde que no exis te alegría en el tener
o en el obtener algo, s ino en el dar. Comparta, s onría,
abrace a los demás ”, decía el es critor Og Mandino.
Para el s abio Aris tóteles , la alegría es el s ignificado y
el propós ito de la vida, el s entido de la exis tencia
humana.
Es tá claro que s er alegres no es reír a carcajadas
todo el día y ante todas las s ituaciones . Es e es un
reduccionis mo que no podemos permitirnos . Es
indis cutible que la alegría permite que s eamos más
creativos y competentes en nues tras actividades
profes ionales y pers onales , con una mayor
dis pos ición para s ervir y compartir con los demás .
El más perfecto don de la naturaleza
Una vez, el actor Harris on Ford dijo que la alegría es
algo que deberíamos aprender. El es critor Fiodor
Dos toievs ki creía que los s eres humanos nos
complacemos en enumerar nues tros pes ares , pero no
nues tras alegrías ; y el genio Albert Eins tein dijo que
la “alegría de ver y entender” es el más perfecto don
de la naturaleza.
Y todos tienen muchís ima razón. Me viene a la
mente ahora la extraordinaria película chilena No,
dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por el
mexicano Gael García Bernal. No cuenta una
particular his toria s obre el plebis cito al que fueron
convocados los chilenos en 1988. Los partidarios del
“no” a Augus to Pinochet, que contaban por primera
vez con algunos minutos en televis ión, debían
decidir cuáles mens ajes emitir.
Des pués de evaluar muchas alternativas , los
críticos de la dictadura decidieron nombrar la
campaña “Chile, la alegría ya viene”. Yel logo res ultó s
er un arcoíris . “¿Un arcoíris ? Es to es una burla”, s e
queja uno de los pers onajes . Como todos s abemos ,
Pinochet fue derrotado con una campaña opos itora s
in mens ajes negativos . “La creatividad es un
elemento fundamental que puede cambiar las cos as .
Cuando las cos as s e es tancan es cuando hay falta de
creatividad”, dijo García Bernal en una entrevis ta
entonces .
Pers onalmente, cons idero que la caída de
Pinochet s e debió a una s uma de factores y a la
naturaleza intríns eca de s u régimen, pero res ulta
indis cutible el trabajo emocional de los publicis tas de
la campaña del “no”. La alegría prometida, como
contrapartida a la gris ura excluyente, movilizó a
muchos chilenos hacia el fin de una era.
La ps icóloga y ps ico-oncóloga Nuria Javaloyes
cons idera que la función de la alegría es ayudarnos a s
er más creativos . A la vez, dice, tiene mucho que ver
con la exis tencia de la es pecie humana. Se activa de
forma general en todo el cuerpo, lo que provoca que
no podamos es tar quietos . Su canal de expres ión más
es pontáneo s on los niños , pues al no es tar
s ocializados o “domes ticados ” —término que me
encanta utilizar— expres an la alegría en es tado puro.
Javaloyes indica, en una entrevis ta con EFE, que
“cuando un niño es tá contento, s e pone a bailar o
reír, s in importarle lo que piens en los que es tán a s u
alrededor”.
Pers onalmente he comprobado cómo las
emociones modulan nues tras acciones . En mi larga
carrera profes ional, que empecé a los ocho años , he
enfrentado divers os tropiezos y vacilaciones , como
cualquier s er humano. Siempre recuerdo la alegría
que me proporcionaba el trabajo, inclus o s iendo un
adoles cente. La alegría es vital, aunque a veces
cues ta apropiars e de una buena dos is de ella. Crear
y conectar s iempre me provocó una inmens a alegría:
poder comunicarme a través de la radio y la
televis ión, crear nuevos programas , inventar
proyectos , bus car el porqué de las cos as … Pero,
inclus o una emoción cons iderada pos itiva puede
acarrearnos problemas s erios .
Siempre es tuve atento a la ilus ión creada por el
trabajo. Y, s in poner todas las piezas s obre la balanza,
mi cuerpo y mi mente volaban. Des de la infancia, y
has ta finalizar la Univers idad, trabajé s in honorarios ,
a pes ar de noches enteras dedicadas a la radio. Para
mí era s implemente un placer, pura pas ión y
divertimento creativo. Creía no neces itar el dinero e
inclus o habría pagado por aquella oportunidad. Pero,
aparte del público, que s e manifes taba de forma
inmejorable, no contaba con demas iados es tímulos .
En aquel momento, y en aus encia de otras vías de
ins piración, me entregué por completo al trabajo. Ni
vacaciones , ni relaciones , ni autos uperación
pers onal. Nada. Solo es tudio y trabajo. Y en es as
condiciones llegaba rápidamente el aburrimiento. La
alegría era una es pecie de droga, que s olo nacía con
“lo nuevo” e inexplorado. Ylo nuevo s olo era pos ible
con el cambio cons tante, muchas veces irracional.
Es to provocaba una gran ines tabilidad, porque
neces itaba frecuentemente abandonar una actividad y
empezar otra.
Cada as piración para alcanzar la alegría s iempre
encontraba res pues ta en la movilidad laboral. El
cambio inces ante, algunas veces injus tificado, s uele
atribuirs e a la edad. Los jóvenes s e aburren
fácilmente, o no reciben s uficientes es tímulos como
para echar raíces en un pues to. En mi cas o, s ucedían
ambas cos as . La comodidad me aniquilaba. Quizás
es to me provocaba “el cambio por el cambio”.
Pers onalmente, ahora no lo neces ito, porque puedo
controlar emocionalmente mis des tinos en función de
as pectos objetivos y s ubjetivos . Ser pres entador de
televis ión, es critor, columnis ta y conferencis ta, cada
labor en s u jus ta medida, genera una excelente
complementariedad. Es toy es timulado. Mi alegría no
depende de un s olo factor. He cons eguido
divers ificar mis fuentes de ins piración. Es toy alegre
de caer y poder levantarme, una y otra vez, s in que
es o s ignifique el fin de todo.
La profes ional es s olo una de las áreas donde
es tudio mis emociones , pero el reto va a cada zona
de nues tra vida: des de la familia has ta la pareja,
amis tades y relaciones en general. Por s upues to,
repitiendo que la relación más importante es la que s
os tenemos con nues tro yo interior.
Los s eres humanos podemos hallar nues tro lugar
y la forma de materializar los s ueños , aunque es to
depende de muchos factores . El más importante es la
decis ión irrevocable de s er uno mis mo, de llevar las
ideas has ta las últimas cons ecuencias y de s aber
cuál es el tiempo de permanecer en un pues to o de
marchar en bus ca de otros aires , con jus tificaciones
coherentes . Algo nada fácil, pero tampoco impos ible.
Debo advertir también s obre una variante de la
envidia, a veces traves tida en forma de alegría.
“Sentir envidia es humano, s entir schadenfreude es
demoníaco”, alertaba Arthur Shopenhauer. El
proyecto “Univers o de Emociones ” explica que
schadenfreude (schaden = daño y freude = gozo,
alegría) es una palabra alemana que s e pronuncia
shadenfroide. Se trata de una es pecie de alegría
malicios a, por el fracas o de otra pers ona o grupo.
Más o menos s ería: “Su fracas o no me afecta a mí,
pers onalmente, pero me gus ta”.
Mis tempranos éxitos me adentraron en un
ambiente de celos profes ionales y envidias . En es te
mundo exis te una clara tendencia a competir, a querer s
uperar al vecino o al compañero de trabajo. La
envidia es una emoción endemoniada, de la cual
pude librarme des pués de largos años de combate.
Recuerdo cuando,
cons cientemente, dejé de
compararme con los
demás . En la univers idad
me di cuenta de que cada
pers ona tenía una
identidad y un camino
único. Entonces
comprendí lo injus to de
colocar mi equilibrio a
merced de los demás . A
partir de ahí, s olo
bus qué comparaciones s aludables . El éxito ajeno s e
convirtió s olo en materia de es tudio, inves tigación y
celebración. Logré aplaudir el triunfo de los otros y
analizar los mecanis mos que permiten alcanzar ciertas
metas y s er mejores pers onas . Te invito a potenciar
las emociones más s anas : s eamos alegres de es píritu,
pero mantengamos lejos la alegría malicios a.
¡Contagia! ¡Expande el virus de la alegría!
En es te repas o por las emociones bás icas , quiero
invitarte al mejor contagio que conozco: el del virus
de la alegría. Si ríes orgánicamente, ¡qué maravilla!
Potencia es te bien de la Humanidad e,
inmediatamente, contágialo a los demás . Es muy
importante aprender a gerenciar las emociones ,
porque es tá ps icológicamente comprobado que una
emoción no s e queda en ti, s ino que afecta a la gente
a tu alrededor. As imis mo, todos res ultamos
afectados por las emociones de los demás .
Algunos inves tigadores han infiltrado pers onas ,
por ejemplo, en s alas de es pera de aeropuertos , para
crear algún tipo de ans iedad. Su es trategia ha
cons is tido en hacer ruido con el pie, movers e de un
lado a otro. Entonces s e ha vis to cómo, por contagio,
gente completamente tranquila empieza también a
mover el pie, a caminar y a des es perars e. Des de
luego, es te es un experimento que bus ca demos trar el
contagio de la ans iedad, para fines científicos . Pero
no es toy invocando es e tipo de contaminación. Es s
olo un ejemplo de cómo s e extienden es tos
fenómenos .
Con la ris a s ucede lo mis mo que con la alegría.
Por s upues to, es te experimento s í me fas cina.
Algunos es tudios indican que podrías comenzar a
reír s i alguien tiene un ataque de ris a a tu lado,
aunque no s epas de qué s e ríe. Igual pas a con los
bos tezos , aunque en es te cas o no s e trata de una
emoción. El llanto s í expres a un s entimiento. Si
vemos a alguien llorando, inmediatamente abrigamos
compas ión y empatía. Inclus o podemos empezar a
llorar y a s entirnos tris tes . Entonces , atención,
porque la ens eñanza no s olamente s e queda en ti. A
través de la inteligencia emocional vas a poder s er
más empático. Y la empatía es la clave de la
convivencia humana. ¡Riamos ! ¡Contagiemos el virus
de la alegría!

El amor
Dios es la plenitud del cielo, el amor es la
plenitud del hombre.
VÍCTOR HUGO

Cons ciente o incons cientemente, s iempre s entimos la


neces idad de que los demás nos tengan en cuenta.
La opinión del otro nos influye de muchas maneras
pos ibles . Es el cas o del amor, una emoción muy
potente, de la cual los s eres humanos dependemos
cas i toda la vida.
Muchos abrimos nues tro corazón y ofrecemos lo
mejor cuando es tamos enamorados . El mundo
adquiere otro color, la s angre parece que fluye más
de pris a, todo es nuevo y diferente. Sin embargo,
frente al des amor, los s eres humanos perdemos la
brújula e inclus o caminamos hacia un precipicio.
Recuerdo el cas o de Roxana, una compañera de
es tudios que s altó des de un puente porque s u novio
la había dejado por otra. Muchos hemos es cuchado
his torias trágicas como es ta. El des amor es
inevitable, al igual que pas ar el duelo por la
s eparación o pérdida de un s er amado. El duelo,
como s e s abe, forma parte del “tratamiento”; pero es
cierto que nues tra fortaleza emocional s e pone a
prueba. ¿Podemos s obrellevar mejor una s ituación
como es ta? Claro que s í. Y por ello es s umamente
importante el es tudio de las emociones .
Del mapa de las emociones elaborado por la
finlandes a Univers idad Aalto, s e des prenden datos
interes antes . Mencionamos que la felicidad, por
ejemplo, s e regis tra en tonos rojizos y amarillos ,
prácticamente en todo el cuerpo, mientras que el
amor es indicado en color fuego des de la cadera
has ta la cabeza. Sin embargo, la envida aparece con
una carga rojiza en el pecho y en la cabeza. Es decir,
afecta a una parte muy puntual del cuerpo humano.
Afortunadamente.
Daniel Goleman explica que la ternura y la
s atis facción s exual activan el s is tema nervios o
paras impático. Es to es lo contrario a la res pues ta de
lucha o huida, que s e manifies ta frente al miedo o la
ira. Según es te criterio, la reacción paras impática
origina reacciones en todo el cuerpo y proporciona
calma y s atis facción, un es tado ideal para la
convivencia.
Divers as ins tituciones científicas plantean el us o
de es cáneres cerebrales para des cubrir el s ignificado
del amor. Inves tigadores chinos y norteamericanos
utilizaron la técnica en cien individuos para elaborar
el “mapa del amor y el des amor”, s egún la revis ta
Frontiers in Human Neuroscience. Es te es tudio
proporciona la primera evidencia empírica de
alteraciones relacionadas con el amor en la
arquitectura funcional s ubyacente del cerebro. Sus
res ultados indican que cuando una pers ona s e
enamora, tiende a una mayor actividad cerebral en el
“centro de recompens a”, probablemente porque es tá
experimentando una gran cantidad de placer. En
declaraciones a The Huffington Post, la doctora
Anna Zilvers tand, coautora del es tudio, expres a que
la actividad cerebral de los enamorados s ugiere que
“s e s ienten más premiados , es tán más emocionales y
atentos , mues tran una mayor motivación y es tán más
comprometidos en la interacción s ocial”. Mientras
tanto, des pués de una ruptura, dis minuye la
actividad en el centro de recompens a del cerebro, lo
que indica una dis minución del placer.
Los inves tigadores cons ideran que podrían
derivars e implicaciones importantes para el
tratamiento de tras tornos del es tado de ánimo. Sobre
todo, para entender cómo funcionan las emociones
en el cerebro y es tar más preparados para
contrarres tar s us manifes taciones negativas .
Sinceramente, es pero que la ciencia nos ayude a
entender mejor el univers o emocional de los s eres
humanos , aunque s in derivar hacia exageraciones
indes eadas . Hay quienes temen que dichas
inves tigaciones puedan s er us adas para revelar los
verdaderos s entimientos de una pers ona, y es o
s ignificaría entrar en un mundo pervers o.
Como dijo mi gran amiga, la ps icóloga chilena
Pilar Sordo, el amor es una decis ión, más que un s
entimiento. El enamoramiento es diferente al amor. El
amor es aceptación, des eo, res peto, admiración,
ternura, cariño, amabilidad, afecto, empatía, cordialidad,
s olidaridad, gratitud, interés ,
compas ión... Todas es tas cos as juntas s on el cóctel
del amor.
Hay otros amores , que lógicamente tras cienden a
la pareja. La Madre Teres a de Calcuta cons ideraba
que los s eres humanos padecían “hambre de un amor
compas ivo, que es mucho mayor y cons tituye la
única res pues ta a la s oledad y a la tremenda
pobreza”.
En s u opinión, recogida por Des mond Doig, en
país es como Inglaterra, Es tados Unidos y Aus tralia
“no hay hambre de pan. Pero allí la gente padece una
terrible s oledad, una terrible des es peración, un
terrible odio, una s ens ación de falta de cariño, de
ayuda y de es peranza. Han olvidado cómo s e s onríe,
han olvidado la belleza que encierra el roce humano.
Yes tán olvidando lo que es el amor humano”.
La felicidad
¿Cuál es el hombre feliz? El que tiene un
cuerpo sano, un espíritu despierto y una
naturaleza apacible.
TALES DE MILETO

¿Exis te la felicidad? Es ta es , quizá, la pregunta que


más nos hacemos durante toda la vida. El s egundo
interrogante s ería: ¿qué es la felicidad? El tema, hay
que decirlo, ha movido s iempre el interés de
ps icólogos , filós ofos , religios os , literatos y has ta de
políticos . No pocos han dedicado parte de s u vida a
intentar definir el concepto.
Mois és Ruiz González cons idera que las
emociones ejercen una poderos a influencia s obre la
memoria, el pens amiento y la percepción. Dice que s i
nues tras emociones van hacia el lado de la felicidad,
todo nos res ulta más agradable y ahuyentamos la s
ens ación de fatiga.
Pablo Fernández-Berrocal y Natalio Extremera s e
preguntan: ¿s irve para algo s er feliz? Y a
continuación exponen que las pers onas felices s on
más s anas , fís ica y ps icológicamente; afrontan mejor
el es trés e, inclus o, viven más tiempo. Apuntan que,
s ocialmente, las pers onas felices tienen más amigos ,
es tán más s atis fechas con s us relaciones , s on más
cooperativas , es tán dis pues tas a ayudar a otras
pers onas y además , tienen menos probabilidades de
divorciars e.
Cons idero que uno puede alcanzar grandes dos is
de felicidad en la vida, pero el concepto de felicidad
que yo manejo no excluye el dolor ni las pérdidas . Mi
idea es jus tamente poder encontrar goce, paz y
quietud, inclus o en aquellas circuns tancias en las
que la vida no s igue nues tro plan. Porque la gran
frus tración de todos los s eres humanos es querer
crear un mapa y que la vida s iempre res ponda a es e
dis eño. Y, en realidad, el mapa no es el territorio.
Debemos crearlo porque neces itamos una ruta, y nos
gus ta la certeza s obre el camino a s eguir. Pero s
iempre que llevamos un mapa al territorio nos
damos cuenta de que, por muy precis o que s ea, no
es el territorio. No encaja del todo.
Al hablar de es te tema hay que recurrir al libro En
busca de la felicidad, que es cribió mi amigo Chris
Gardner y luego s e convirtió en una película,
protagonizada por Will Smith. A Chris lo conocí en el
evento “Circuito de ganadores , Cos ta Rica Go”, y
luego lo entrevis té en Cala, en CNN en Es pañol. El
filme cuenta s u propia vida: un hombre que lo pierde
todo, s e convierte en un indigente s in cas a, con un
niño pequeño bajo s u res pons abilidad. Es a fue la
his toria de Chris . Su gran etapa de aprendizaje y
crecimiento.
¿Cuál es el mens aje de En busca de la felicidad?
Bás icamente, que no podemos renunciar a nues tros s
ueños , por más difícil que nos parezca el camino.
Algunas ideas
pres entes en los
diálogos del filme
merecen enmarcars e y
s er cons ultadas , s in
complejos , cada vez que
pens emos que no hay
s alida:

“No permitas que nadie diga que eres incapaz


de hacer algo, ni s iquiera yo. Si tienes un s
ueño, debes cons ervarlo. Si quieres algo, s al a
bus carlo, y punto. ¿Sabes ?, la gente que no
logra cons eguir s us s ueños s uele decirles a
los demás que tampoco cumplirán los s
uyos ”.

“Cuando s e atis ba un rato de


felicidad, s iempre hay alguien que
quiere des truirla”.

“Señor, no muevas es a
montaña. Dame fuerza para
es calarla” (fragmento de una
canción interpretada por un
coro de gós pel).

“Y fue en aquella
ocas ión en la que
empecé a pens ar en
Thomas Jeffers on
es cribiendo la
Declaración de la
Independencia, en
aquel apartado que
hablaba acerca de la
vida, la libertad y la
bús queda de la
felicidad. Y pens é en
cómo s upo poner la
palabra ‘bus car’ ahí en
medio, como s i nadie
realmente pudiera
alcanzar la felicidad.
¿Significa que la
felicidad es algo que
es tamos des tinados a
bus car, pero que nunca
encontraremos ?”.

En la vida real, en el
libro y en la película,
Chris Gardner cayó
has ta lo más profundo
del abis mo, luchó, s e
levantó s obre s us
propias cenizas y creó
un imperio. Todo es o
mientras cuidaba a s u
pequeño hijo. Pero que
nadie s e confunda con
el final de la película. El
verdadero éxito de
Chris no fue
convertirs e en
millonario —s in dudas ,
un gran logro—, s ino
impedir que las
circuns tancias
terminaran
aplas tándolo, a él y a
s us s ueños . Su gran
triunfo fue creer
abs olutamente en s us
potencialidades , no des fallecer, ges tionar
adecuadamente la alegría, la tris teza, el miedo y la ira
y —muy importante— preparars e para la vida.
Porque, s alvo muy raras excepciones , las victorias no
caen del cielo.
Un cas o dis tinto, pero enlazado por la tenacidad y
el des eo de vivir plenamente, es el del venezolano
Maickel Melamed, a quien s iempre cito como ejemplo
de virtuos is mo emocional. ¿Alguien puede decir que
Maickel, es e gran s er humano, no es feliz? Nacido en
1975, y tempranamente s entenciado a morir por
dis trofia mus cular generalizada, es el vivo ejemplo de
la felicidad cons truida peldaño a peldaño, s obre una
bas e fís ica con s erias limitaciones de origen. El parto
fue muy complicado, porque s u cuello es taba
apris ionado por el cordón umbilical. Los médicos lo
habían condenado, primero a la muerte cas i
inmediata, y luego a vivir atado a una s illa. Pes e a s
us dificultades motoras , ya ha corrido cinco
maratones . Lógicamente, por s u condición fís ica él s e
toma gran cantidad de horas . Su última hazaña
conocida fue en el Maratón de Bos ton, cuando
arribó a la meta tras 20 horas de camino. Recuerdo
que lo entrevis té en mi programa y no pude aguantar
las lágrimas de emoción, por lo que s u ejemplo
s ignifica para todos los que dicen que “no s e
puede”.

Maickel Melamed es una mente brillante. Ha


convertido los obs táculos en oportunidades para
ins pirar y crecer. Todo es tá en la actitud, porque
muchos creen que la felicidad va a es tar
predeterminada. Es te tema es mís tico y es piritual,
pues s e habla de felicidad como un concepto del
entorno, pero en realidad viene des de adentro. Se
trata de prepararnos para la vida, de no vivir en
piloto automático ni reaccionando ante las
circuns tancias , s ino manifes tando realidades des de
nues tro interior.
Siempre algo que hacer
Todos podemos formular una definición s obre la
felicidad, aunque me atrevería a exigir una condición:
que favorezca también a los demás , porque no
vivimos s olos en es te mundo. Des de mi punto de
vis ta, la felicidad es un es tado emocional que
dis frutamos los s eres humanos en condiciones de
paz interior y s atis facción pers onal. Sin embargo, s
iempre nos preguntamos s i exis te la felicidad
completa. Paulo Coelho ha dicho que, des pués de
convivir con todo tipo de pers onas : ricas , pobres ,
poderos as y acomodadas , en todos los ojos que s e
cruzaban con los s uyos s iempre le pareció que
faltaba algo. Sigmund Freud, el famos o ps icoanalis ta,
afirmó que “la bús queda de la felicidad s ería algo
utópico pues , para que exis ta, no puede depender del
mundo real, donde la pers ona puede tener
experiencias como el fracas o. Por lo que lo máximo
que el s er humano podría lograr s ería una felicidad
parcial”.
Dos talentos extraordinarios , de diferentes épocas
y profes iones , plantean que la felicidad completa no
exis te. Y coincido en parte con ellos , porque s oy
enemigo de la comodidad, de la es tadía en una cima
determinada que te va dejando s in opciones : o bajas
o te quedas ahí. No creces . Si en es ta vida
tuviéramos la pos ibilidad de convertirnos en s eres
completamente felices , todo el tiempo, ¿con qué
propós itos lucharíamos ? ¿Cómo s eguiríamos
batallando por nos otros y por los demás ?
Cons eguimos un s ueño y nos s entimos felices .
¡Excelente! Dis frutamos el momento de éxito, pero de
inmediato debemos prepararnos para as cender a un
nivel s uperior. “La dicha cons is te en tener s iempre
algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cos a
que es perar”, decía el teólogo es cocés Thomas
Chalmers .
Conozco a varias pers onas con res is tencia
abs oluta hacia la felicidad. Quizás ellas no s epan que
padecen es ta “enfermedad”, pero es evidente que
reúnen todos los s íntomas . Uno, es pecíficamente, es
un profes ional de pres tigio que cons iguió s alir de
Cuba por vías bas tante azaros as y hace algunos
años vive en Europa. Técnicamente hablando, logró
cultivar una mente prodigios a, s iempre halló trabajos
bien remunerados y nunca le faltó nada. Es to último,
des de el punto de vis ta material. Tampoco le
es cas eaban los buenos amigos ni el amor. Sin
embargo, vivía un des equilibrio crónico, una es pecie
de inadaptabilidad a todo. No res is tía vivir más en
Cuba, pero tampoco en los otros país es donde s e
radicó. ¿Por qué alguien que lo tiene todo, o cas i
todo, genera tales res is tencias hacia la felicidad?
Un día me lo encontré en París . Parecía feliz, al
menos exteriormente. Acaba de s alir de un grave
problema médico. Des eo firmemente que la fortaleza
emanada de s u recuperación s irva para indicarle un
camino.
A veces , bas ta con darnos cuenta del problema
para concientizarnos e intentar repararlo. Otras , lo
acons ejable es la vis ita a un profes ional de la
ps icología. Porque s abotear nues tra felicidad es la
peor actitud que podemos des arrollar. Muchas
veces , las caus as de tal guerra contra nos otros
mis mos provienen de nues tro interior y s on ajenas a
cualquier fenómeno del entorno. No influyen el nivel s
ocioeconómico, ni la s ituación política, ni los
amigos , ni los colegas de trabajo, ni nada exterior. El
problema es tá muy dentro, y nunca va a res olvers e s i
no aceptamos que exis te, s i no actuamos para
encontrar la razón profunda de nues tra batalla contra
la felicidad. Hay en la mayoría de nos otros una
res is tencia a los finales felices . Aunque creemos que
los anticipamos , en realidad es tamos s iempre dando
lugar a la pos ibilidad del peor de los es cenarios .
Una película reciente refleja de manera
excepcional es te problema en las s ociedades
occidentales . Se titula Héctor y el secreto de la
felicidad y trata s obre un ps iquiatra británico que
lleva una vida muy acomodada, al igual que la
mayoría de s us pacientes . Pero todos , incluyéndolo a
él, s ienten que s us almas es tán vacías . Entonces , s e
pregunta por qué los s eres humanos no s omos
capaces de apreciar lo que tenemos . Héctor decide
viajar por todo el mundo y averiguar qué hace feliz a
la gente. Algunas de las verdades que va
des cubriendo en s u peregrinaje s on:

• La felicidad es que te quieran tal y como


eres

• Mucha gente ve la felicidad s olo en el


futuro

• El miedo es un impedimento para la felicidad


• Evitar la infelicidad no da la felicidad

• La felicidad es una buena caminata entre


hermos as montañas des conocidas

• El error es creer que la felicidad es el


objetivo

• La felicidad es s entirs e útil

• El s ecreto de la felicidad cons is te en hacer


felices a los demás

• Una buena manera de es tropear la propia


felicidad es hacer comparaciones
• Para que la felicidad s urja, hay que s aber
es cuchar a los demás

¡Cuánta s abiduría, contada de una manera


divertida, reflexiva y directa! Héctor viajó por China y
África para bus car res pues tas a s us dudas , pero
exis ten muchos otros viajes (internos ) para entender
el camino del éxito y la felicidad. Por ejemplo, el libro
Las tres claves de la felicidad, de la ps icóloga María
Jes ús Álava, s ugiere algunos pilares : “Perdónate
bien, quiérete mejor y toma las riendas de tu vida”.
Es toy totalmente de acuerdo con las tres
afirmaciones , porque res umen un punto de vis ta en
el que confío. Todas ellas han es tado pres entes en mi
vida y he podido obs ervar cómo inciden en los
demás .
El libro mues tra los res ultados de un interes ante
es tudio: la mayoría de los encues tados (45,6%) dice
que lo más importante para la felicidad es “querers e a
uno mis mo”. Hace algún tiempo, daba la impres ión
de que no teníamos muy claro lo de querernos lo
s uficiente. O que, por lo menos , no lo admitíamos en
público, quizá porque es taba mal vis to centrar la
cues tión en nos otros mis mos . Me gus taría aclarar
que dicha pos ición no retrata una vis ión
individualis ta, s ino la neces idad de ordenar primero
nues tra cas a, para des pués crear caminos , autopis tas y
todo cuanto nos propongamos en las relaciones
interpers onales .
Según el catecis mo de la Igles ia Católica, los Diez
Mandamientos s e res umen en dos : “Amarás a Dios s
obre todas las cos as y al prójimo como a ti mis mo”.
Tal idea es recurrente en las prioridades de muchos :
“des pués de Dios , nos otros ”, “como a ti mis mo”,
“amarnos bien para amar mejor”.
Los cabalis tas , por s u parte, dicen que la idea de
“amar al prójimo como a ti mis mo” no s e refiere al
trato con los demás . Significa, s egún ellos , “tratar el
alma, la parte eterna, la fuente del hombre”. Creen
que s i lo practicamos as í, “des aparecerán todos los
problemas , dolores y s ufrimientos del mundo”. Más
allá de las divers as interpretaciones s obre la cantidad
de amor que debemos profes arnos , es evidente que
los s eres humanos ahora entendemos mejor tales
beneficios .
La s egunda clave de la felicidad, s egún la
encues ta, es “s entirs e querido” por otras pers onas
(17,2%) y la tercera, “tener el control” s obre nues tra
vida (17%). Solo el 2% de los encues tados cree que,
para s er felices , lo fundamental es “s aber
perdonars e”. Otro tabú, s in dudas , que debería
analizars e más .
Perdóname que me extienda en el tema de la
felicidad, pero s iento que vale la pena abordarlo
des de diferentes puntos de vis ta, incluyendo el de la
gratitud. Un proverbio chino dice: “Cuando bebas
agua, recuerda la fuente”.
La gratitud es tá muy relacionada con la felicidad.
Según el monje católico benedictino David Steindl-
Ras t, “es la gratitud la que nos hace felices ”. “Un
mundo agradecido es un mundo de gente alegre”,
as egura Steindl-Ras t. ¡Cuánto bienes tar y mutua
alegría genera un ges to de agradecimiento o la
palabra “gracias ”, pronunciada con s inceridad, a
quien nos brinda s u apoyo material o es piritual s in
es perar nada a cambio! No dudemos en hacer
público nues tro agradecimiento y utilizar para ello
has ta las redes s ociales .
Otro grande, el médico Deepak Chopra, s os tiene
que la verdadera abundancia es la experiencia en la
que s e s atis facen fácilmente nues tras neces idades , y
nues tros des eos s e cumplen es pontáneamente.
Coincido con el maes tro en que vivimos la verdadera
abundancia al s entir gozo, s alud, felicidad, s entido
de propós ito y vitalidad en cada momento de nues tra
exis tencia.

A Chopra lo conocí en una “Cumbre del Éxito”, en


Venezuela. Juntos hemos trabajado en varios retos de
meditación de 21 días . Para mí ha s ido un honor
pres tar mi voz y mis s entimientos en la vers ión
dirigida al público his pano. Jus tamente, en el primer
reto, bajo el nombre de “Creando Abundancia”, el
maes tro habla de la ley del karma, que nos recuerda s
embrar cons cientemente las s emillas de abundancia
y atenderlas con el máximo de bondad y cuidado.
“Pronto dis frutará de los plenos frutos de s us
decis iones bas adas en el amor”, afirma.
Deepak pide que pongamos atención en nues tro
corazón y nos preguntemos : “¿Traerá es ta decis ión
realización y felicidad, tanto a mí como a quienes
es tán afectados por ella?”. Y dice que hagamos es to
todas las veces que enfrentemos una decis ión que
vaya a impactarnos a nos otros , o a quienes nos
rodean.
Cierro, de momento, el anális is s obre la felicidad
con una gran verdad en boca de Chopra: “Hay
algunas pers onas que viven preocupadas porque no
tienen lo s uficiente de ciertas cos as , que creen
neces arias para s u felicidad y s eguridad. Lo más
probable es que s u cuerpo multiplique es tos s
entimientos , enviándoles mens ajes de moles tia en
forma de ans iedad, preocupación o es trés . Sin
embargo, es to no tiene por qué s er as í. Si
aprendemos a confiar en la inteligencia del univers o y
a practicar una vida s in inquietudes , podremos vivir
s in temores , s in preocupaciones y s in
concentrarnos en las carencias que tengamos . As í
podremos es perar únicamente lo mejor, y vivir
nues tra vida en un lugar de verdadero gozo”.
El miedo
El propósito del miedo es mejorar tu
conciencia, pero no detener tu progreso.
STEVE MARABOLI

Es ta emoción, como las res tantes , pres enta varias


aris tas . A veces nos paraliza, nos detiene, nos impide
avanzar e inclus o ver más allá de nues tras fronteras
artificiales . Pero el miedo también es pos itivo, porque
nos previene acerca de pos ibles peligros . Piens o
ahora mis mo en un evento y dos s ituaciones . Por
ejemplo, conozco algunas pers onas con un
irrefrenable miedo a volar en aviones . ¿Es una actitud
jus tificada? Depende. Si la aviación es ,
es tadís ticamente, el s is tema de trans porte más s
eguro del mundo, ¿por qué des pierta más temores
que el res to?
La raíz del miedo a volar, en mi opinión, radica en
la incredulidad. Tantos años des pués de los primeros
aviones , aún nos preguntamos cómo es pos ible que
des peguen y s e s os tengan en el aire, con centenares
de pers onas y maletas encima. ¡Es un milagro de la
ciencia! Es tá comprobado que funciona, pero
quienes lo aborrecen s e niegan rotundamente a
as imilarlo. Y muchos , como yo mis mo, nos
as ombramos una y otra vez ante el milagro de volar.
El miedo a morir s e entiende, pero es bajís imo el
porcentaje de pers onas que res ultan víctimas de
accidentes aéreos . Las carreteras s on, por goleada, el
es pacio donde más gente muere actualmente. Punto y
aparte es el cas o de algunas pers onas que no
quieren volar luego de haber tenido una experiencia
turbulenta en un avión. En tal s ituación, el miedo, el
trauma y la fobia tienen una raíz vivencial que puede s
er trabajada directamente.
Daniel Goleman define el miedo como “una
avers ión irracional hacia un peligro es perado”,
porque cuando lo s entimos , “es tamos anticipando
algo que va a s uceder y debemos prepararnos para
enfrentarlo”. El experto en inteligencia emocional
cree que el primer pas o para s uperarlo es identificarlo y
luego, tomar res pons abilidad y reconocer que lo s
entimos .
A veces me pregunto qué s ería de mi vida
pers onal y de mi carrera s i hubies e es tado entre
quienes evitan s ubirs e a un avión. Un apreciado
amigo, que por fin ha
cons eguido limitar su
avers ión, me dice que la
clave es tá en la
información. “A qué te
refieres ”, le pregunto. “A
la información s obre el
proces o de volar.
Mientras más me informo
en webs es pecializadas ,
preguntando a amigos de
la aeronáutica y leyendo,
menos miedo tengo a los
aviones . No hice ningún
curs o con una aerolínea,
pero llegué a entender el
complejo proces o de
s eguridad que rodea a un
vuelo comercial”, me dijo.
Es decir, identificó el problema y luego s e
propus o combatirlo. Uno no debe quedars e en la
epidermis de las cos as , en el fatalis mo de “tengo
miedo, entonces no vuelo”. Porque, hoy día, no
tomar aviones es prácticamente renunciar a entender
el mundo. Sin pretender convertirnos en ingenieros
aeronáuticos , podemos conocer las bas es del
“milagro” e iniciar un plan para trans formar la s
ituación.
Hay muchos otros miedos , quizá más s ubjetivos ,
pero igual de paralizantes . No es lo mis mo temer a un
león fugado del zoológico —una actitud
irreprochable, des de el ins tinto de s upervivencia—
que al “qué dirán”, al fracas o, al rechazo, a la s oledad
o a hacer el ridículo. John F. Kennedy decía que “no
deberíamos permitir que nues tros miedos nos
impidan pers eguir nues tras es peranzas ”. ¡Cuánta
razón! Ser valiente no es lograr la aus encia total de
miedo, s ino enfrentarlo y s uperarlo.
Una de las noches que más miedo he tenido en mi
vida —cas i evacúo en los pantalones — fue cuando
tuve que hacer guardia con un fus il AKM. En Cuba,
en mi etapa de es tudiante, todos los univers itarios
debíamos internarnos 45 días en una unidad militar,
antes de terminar la carrera. A mí me tocó hacer
guardia en la cochiquera, el corral de los cerdos . Y mi
mayor miedo era tener que us ar el fus il. No temía a
los ruidos , que eran cons tantes , pero era difícil
diferenciar s i los cerdos s e movían o s i alguien s e
acercaba a robar. Aquella era la pos ta más
importante, porque los cerdos repres entaban una
mina de dinero, en pleno año 1992, en una de las
mayores cris is económicas de Cuba. Los jefes ponían
énfas is en que era la mis ión más importante, y no
podíamos dormirnos en la guardia. Viví toda la noche
en un ataque de pánico. Aunque ya había hecho
prácticas de tiro al blanco, mi mayor temor era
dis parar a alguien.
Aquel miedo me paralizó. No lo inventé en mi
mente; s in embargo, yo s uponía y anticipaba lo que
nunca pas ó. No s e acercó nadie a robar, pero el temor
s urgía como un ins tinto bás ico de s upervivencia,
además de la pres ión s ocial del momento.
El miedo aparece por el cerebro de reptil que aún
tenemos los s eres humanos . El cerebro reptiliano —o
primitivo— es res pons able de la s upervivencia. Ante
una amenaza, como explica Jes ús Yanes en s u libro
El control del estrés y el mecanismo del miedo,
nues tra mente cons ciente pas a a un s egundo plano,
porque lo más importante es s alvar la vida. Muchas
inves tigaciones s obre el tema exponen que el cerebro
tiene un es tímulo de lucha o huida. Se llama fight or
flight, “luchas o vuelas ”. Se trata de enfrentarte o
es capar. La función del miedo es hacernos tomar una
reacción ins tintiva rápida. Todos los animales la
pos eemos .
Mi propia vida dio un giro, de la noche a la
mañana, cuando me di cuenta de que el miedo era un
aliado y no un enemigo. Aún s igo teniendo miedo
pero, como s iempre digo en mis conferencias ,
valiente no es el que tiene aus encia de temor. La
verdadera valentía es tá en identificar, enfrentar y
gerenciar tus miedos , para que es tos no gerencien tu
vida.
El miedo a perder el control de la mente s igue
s iendo fundamental en mi vida, porque no le temo a
la muerte. Tampoco tengo el miedo número uno y
más común en el mundo. ¿Cuál es ? Hablar en
público. Hay otros que me gus taría s eñalar, porque
es tán pres entes en la vida de mucha gente, y s on los
miedos s ociales : al rechazo, al fracas o, al “qué
dirán”… Es tos s e res umen en lo que los s eres
humanos llamamos “miedo al ridículo”.
Jes ús Yanes indica que el cerebro ha venido
reaccionando s obre la s upervivencia des de hace
millones de años . Y, aunque ahora cambian los
es cenarios y protagonis tas , la “mecánica cerebral” s
igue s iendo la mis ma: “Los bos ques prehis tóricos o las
llanuras s e han cambiado por las ciudades (…) Ahora
los depredadores que amenazan nues tra vida tienen
unos nombres diferentes : jefe, trabajo, hipoteca,
problemas de pareja, terroris mo, fracas o es colar, atas
co, miedo a la muerte”.
Todos los días us o, en pos itivo, el miedo a perder
el control de mi mente. Es una es pecie de
recordatorio de que debo cultivar la mente, el es píritu y
el cuerpo para mi propio bienes tar. Debo mantener el
equilibrio y dedicar tiempo a la meditación. Es e
miedo me mantiene en alerta pos itiva. No me
paraliza, porque mis proyectos s iguen adelante. Al
contrario, ha logrado potenciarme tanto que todo lo
que es cojo y filtro, para colocar en mi mente, tiene
una función nutritiva. Por ejemplo, s olo leo novelas
que alguien me haya recomendado. Solo cons ulto
libros con mens ajes de inteligencia s us tancial para mi
mente. Además de entretenerme, es tos nutren mi
alma, mi cuerpo o mi mente de manera pos itiva. No
leo por leer. Por es o mis textos intentan s er lo que
denomino “lectura con propós ito, lectura con
intención”. No s on materiales para la dis tracción.
Para vencer los miedos que nos frenan, hay que
reconocerlos y s er cons cientes de nues tras
debilidades . Hagámonos s iempre una pregunta
liberadora: s i no tuviera miedo, ¿qué haría? Goleman s
ugiere que lo más importante es reconocer s i
nues tros miedos s on jus tificados o imaginarios .
¡Deberías empezar a hacer una lis ta con ellos ! ¡Toma
papel y lápiz ya!
La ira
El que domina su cólera, domina a su peor
enemigo.
CONFUCIO

Siempre fui un niño tímido y, por tanto, nada


agres ivo. Sin embargo, hay s ituaciones que te
trans forman, y puedes pas ar en s egundos de la
tranquilidad más abs oluta a la ira total. Cómo
controlar la ira ha s ido una pregunta que
probablemente nos hemos hecho todos los s eres
humanos . O, por lo menos , todos los s eres humanos
cons cientes del papel de las emociones en nues tras
vidas ; mejor dicho, cons cientes de s uperar el
analfabetis mo emocional, en donde muchos adultos
pululan.
A los catorce años , cuando es tudiaba en una
es cuela-internado, recuerdo que el bullying era
as fixiante. Has ta que un día es tallé y me enfrenté a
todos . Es e ataque de ira me hizo comprender que
aquel no era mi lugar, que debía as egurarme un
cambio, lo más inmediato pos ible, y as í s ucedió.
Afortunadamente, la ira tomó caminos de catars is ,
pero no de acciones negativas . Porque recuerdo
perfectamente que pens é en lo peor s i no me
tras ladaban de aquel terrible lugar. Gracias a Dios , mi
madre acudió a mi reclamo y me permitió cambiarme
de es cuela, acción que agradeceré toda la vida.
La As ociación Es pañola contra el Cáncer
cons idera que algunas de las reacciones fis iológicas y
comportamentales que des encadenan las
emociones s on innatas , mientras que otras pueden
adquirirs e. La ira, por ejemplo, es tá incluida entre las
que s e aprenden por “experiencia directa”.
El enfado parece
s er el es tado de
ánimo más
pers is tente y difícil
de controlar, de
acuerdo con
Goleman. En s u
opinión, “el enfado
es la más s eductora
de las emociones
negativas , porque
el monólogo interno
que lo
alienta proporciona argumentos convincentes para
jus tificar el hecho de poder des cargarlo s obre
alguien”.
La ira no es mala ni buena, pero s e as ocia con
momentos en los que no la ges tionamos bien. Es to s
e traduce en actos que traen graves cons ecuencias
para uno mis mo, como la agres ividad. Sin embargo, la
ira también puede s er utilizada en nues tro beneficio.
Por ejemplo, en el cas o de los movimientos s ociales
pacíficos en varias partes del mundo.
Cuando alguien s e enfada por un problema,
cuando alcanza un nivel de tens ión ins oportable,
puede utilizar s u ira para luchar por lo que cons idera
una caus a jus ta. Tenemos el cas o de los
“indignados ”, en Es paña; el Movimiento Ocuppy
Wall Street, en Es tados Unidos , o la Primavera
Árabe. Todos s on diferentes , pero unidos por la
irritación individual y colectiva. Jus tamente, la
educación emocional y una apropiada ges tión de la
ira pos ibilitarían que los es tallidos s e produzcan bajo
condiciones res pons ables de moderación,
proporcionalidad y rechazo de la violencia. No s
iempre s ucede as í, y los ejemplos s obran. Nues tros
informativos es tán llenos de res ultados trágicos
como cons ecuencia de la rabia. Solo s ituaciones muy
excepcionales jus tificarían el us o de la fuerza, como
en la Segunda Guerra Mundial, cuando la ira del
mundo s e tradujo en una ofens iva impres cindible
contra el totalitaris mo nazi.
Experiencias angustiosas
¿Podemos controlar la ira? Sí, pero a veces no lo
cons eguimos por diferentes motivos . En una de mis
vis itas a Buenos Aires , mientras participaba como
invitado en el programa “Intratables ”, perdí el control
al res ponder a una acus ación infundada de un
panelis ta. Entonces le es peté: “Es tás hablando
mierda”, una fras e que ni s iquiera us o en privado. Al
día s iguiente, el tema es taba en todos los periódicos ,
quizá porque la gente no es peraba una reacción tan
inus ual en mí.
Fue una dis cus ión que yo no provoqué. El
panelis ta pus o en juego mi credibilidad y la de la
empres a de noticias en la que trabajo, s in aportar
prueba alguna. Des pués pens é: “¿Por qué caí en
es o?”. Mi ira fue muy celebrada en varios medios
argentinos , porque, s egún algunos , pus e “en s u
lugar” al pers onaje. Sin embargo, con toda s
inceridad, aquel Is mael no es el que yo pretendo s er.
Mi amiga Mirtha Legrand me dijo luego en s u
programa que no me preocupara demas iado, que “no
era para tanto”; pero de aquel incidente s aqué
muchas lecciones para hoy y mañana. Por ejemplo,
que a veces es mejor s us pender un evento s i no
es tamos en condiciones fís icas de afrontarlo. Quedar
bien, no generar problemas a los demás o
corres ponder con una generos a invitación es lo que s
e es pera de cualquiera; pero, lo que cas i nadie s abe es
que es a noche es tuve enfermo, con una fiebre muy
alta. No cancelé mi participación por generos
idad, pero la s alud terminó pas ándome factura
frente a un provocador profes ional, de los tantos
que exis ten en es ta vida, a los que les pagan por
atacar, agredir y crear conflictos en bus ca de rating.
También recuerdo mi angus tios a entrevis ta con el
pres idente boliviano Evo Morales en La Paz.
Des pués de la cancelación de la cita, de dimes y
diretes , el gobernante s e s entó frente a las cámaras ,
cas i con ira y des gano, para res ponder a mis
preguntas . Con Morales me tuve que tragar la
lengua. La gente me decía: ¿Por qué no le
res pondis te?, pero en es e momento mi deber era
es cucharle. Varias veces me atacó, pero tomé la
decis ión de dejarlo hablar tranquilamente, s in darme
por aludido. Has ta que dijo que yo “me había
es capado” de Cuba, como s i de un delincuente s e
tratara, y que “repres entaba al imperialis mo”.
Entonces me vi obligado a res ponderle. Con mucha
calma, pero con firmeza.
Siempre lo digo: aquella fue la peor entrevis ta de
mi carrera. Por el tono, por el mal ambiente y por las
enrarecidas emociones que as omaron es e día. Poco
pos itivo s e cons igue en tales circuns tancias . Sin
embargo, s on es as las lecciones que mayor
aprendizaje nos dejan en nues tra carrera por s er
dueños de nues tras emociones , en vez de s us
es clavos s umis os .
No alimentes el fuego de la ira
Es to me lleva a retomar la gran pregunta: ¿podemos
controlar la ira? El filós ofo y pedagogo Manuel
Segura Morales dice que es pos ible s i nos
es forzamos para calmarnos al principio del proces o,
no cuando llega a s u punto máximo. Sugiere además
bus car ambientes para calmarnos , donde no haya
nuevos es tímulos para la ira: el campo, la playa, un
parque… O hacer ejercicio fís ico relajante, no
violento. En cambio, des acons eja golpear una
almohada o técnicas s imilares , porque en s u opinión
es to aumenta la ira y la agres ividad.
Goleman afirma que los pens amientos hos tiles
que alimentan al enfado nos proporcionan una
pos ible idea para calmarlo. En primer lugar, dice,
debemos tratar de s ocavar las convicciones que lo
alimentan. “Cuantas más vueltas demos a los
motivos que nos llevan al enojo, más buenas razones y
más jus tificaciones encontraremos para s eguir
enfadados . Los pens amientos obs es ivos s on la leña
que alimenta el fuego de la ira, un fuego que s olo
podrá extinguirs e contemplando las cos as des de un
punto de vis ta diferente”. Goleman cita una
inves tigación de Diane Tice, que apunta a “volver a
encuadrar la s ituación en un marco más pos itivo”
como uno de los remedios más poderos os para
acabar con el enfado.
En la opinión de Is abel M. Vega, la rabia tiene
como cómplice a la pas ión, por es o los rabios os s
uelen s er impuls ivos , intens os y drás ticos . Es ta
autora cons idera que la ira es “la más s eductora de
las emociones negativas ”, pues tonifica y
proporciona energía. “El problema es que las
res pues tas gatilladas por la rabia, generalmente
res ultan tan des proporcionadas en relación con el
es tímulo, que des encadenan una s erie de
cons ecuencias negativas percibidas como injus tas
por los demás ”.

La tris teza
Las tristezas no se hicieron para las bestias,
sino para los hombres; pero si los hombres
las sienten demasiado, se vuelven bestias.
MIGUEL DE CERVANTES

A pes ar de s u connotación negativa, la tris teza


cumple un papel relevante en el mapa de nues tras
emociones . Fue lo primero que pens é al ver la
película Inside out (Intensa-Mente, en América
Latina, o Del revés, en Es paña), una excelente
producción s obre el papel de la ira, la alegría, la
tris teza, el miedo y la repuls ión en nues tras vidas . Al
final del filme, la tris teza ayuda a la protagonis ta a
res olver el gran conflicto que padece. Es cierto que s
e trata de un viaje de dos —alegría y tris teza—,
pero la película aporta mucho cuando expone el
papel pos itivo de la tris teza en una s ituación
determinada.
Es te enfoque me fas cina, porque pres enta a las
emociones como un s is tema. En las peores cris is s on
capaces de articulars e y aportar s oluciones , juntas y
por s eparado.
Fue maravillos o que una multinacional como
Dis ney Pixar s e arries gara a hacer una película s obre
inteligencia emocional. Es te filme debería s er
exhibido en todas las es cuelas , por la brillantez de los
pers onajes que repres entan a las emociones bás icas .
Ellos nos hicieron s aber que nues tra vida y nues tra
mente es tán regidas por las emociones .
Según Goleman, la principal función de la tris teza
es ayudarnos a as imilar una pérdida irreparable
(como la muerte de un s er querido o un gran
des engaño). “La tris teza provoca la dis minución de
la energía y del entus ias mo por las actividades
vitales —es pecialmente las divers iones y los
placeres — y, cuanto más s e profundiza y s e acerca a
la depres ión, más s e enlentece el metabolis mo
corporal. Es te encierro intros pectivo nos brinda as í la
oportunidad de llorar una pérdida o una es peranza
frus trada, s opes ar s us cons ecuencias y planificar,
cuando la energía retorna, un nuevo comienzo”.
La ps icóloga Nuria Javaloyes define la tris teza
como una emoción que nos ayuda a reparar las
pérdidas , porque es un s entimiento neces ario para
vivir y afrontar aquello que nos viene de frente.
Según es ta definición, s u canal de expres ión es el
llanto, pues en es ta s ituación tendemos a es cribir o a
realizar actividades que nos ayudan a des ahogarnos .
Miguel L. Martín Jorge cons idera por s u parte que la
tris teza da lugar a conductas de protección y facilita
la cohes ión s ocial.
¿Exis ten varios tipos de tris teza? Más bien me
inclino a pens ar que exis ten muchos modos de
enfocar dicha emoción. Como todo en la vida, s i no
alcanzamos el equilibro en las s ituaciones donde la
tris teza aparece, podemos s alir adelante o
autodes truirnos .
Anteriormente he comentado el cas o de mi abuela
Annea, quien nunca s uperó el dolor por la pérdida de
un hijo. Su empeño por vivir fue s ignificativo
mientras es tuvo a cargo de mi crianza, pero s e dis ipó
cuando decidí hacer mi propia vida y mudarme a un
apartamento con Eva, mi novia de entonces .
Mi abuela s e encontraba en una embos cada
mental. Mi vida no podía quedar en aquel pueblito
cerca de Santiago de Cuba, del que mi familia no
había querido s alir. Ella no aceptaba mi partida. Al
mudarme a la capital del país , mi abuela entró en una
fuerte cris is emocional y s e dejó abatir por la tris teza.
Una vez, recibí en La Habana una llamada de
urgencia porque ella había s ido ingres ada en una s
ala de ps iquiatría. Cuando pregunté a mi madre qué le
pas aba, res pondió: “Se muere de tris teza porque no
es tás aquí”. Viajé tan pronto pude y la vis ité, pero aquel
ges to fue ins uficiente para ella. La tris teza marcó
cas i toda s u vida, incluyendo s us últimos días .
El inevitable duelo
En la primavera de 2015 viví un momento de gran
tris teza al conocer la muerte de mi amigo Ado Sanz
Milá. Él trabajaba en Cuba en la radio, la televis ión y
en otras tantas actividades como locutor y director
de programas . La muerte s e lo llevó con s olo
cuarenta y nueve años . Su madre, s u hermana, s u
es pos a y s us dos hijos quedaron des olados por la
ines perada partida. Fueron días difíciles para todos ,
incluyendo a los que es tábamos a miles de
kilómetros de dis tancia.
Mi primera reacción fue de incertidumbre. ¿Quién
había muerto? ¿El padre —ya muy mayor y de s imilar
nombre— o el hijo? Al enterarme de todos los
detalles , no pude menos que preguntarme cómo y
por qué un hombre tan joven moría tan pronto. Ado
y yo trabajamos juntos en innumerables proyectos
en la emis ora CMKC, de Santiago de Cuba. Teníamos
dos es tilos profes ionales completamente diferentes ,
y creo que es o hizo que llegáramos a
complementarnos muy bien. Nos conocíamos des de
la adoles cencia y nues tras familias , es pecialmente
nues tras madres , han mantenido una muy es trecha
relación. As í que conocer la noticia de s u muerte me
produjo una extraña s ens ación, un s entimiento
arras ador de tris teza.
Pero, frente a lo inevitable, a lo que s ucedió y no
tiene marcha atrás , s olo res tan el duelo y la reflexión.
Y es ahí donde la tris teza crea condiciones para
ambos momentos , porque es evidente que los s eres
humanos actuamos ante acontecimientos s imilares
marcados por es ta emoción. Y uno s e pregunta s i es
feliz, s i ha vivido conforme a s us más puras creencias y
s entimientos , s i ha s abido aprovechar el tiempo, s i no
s e ha quedado corto o s i s e extralimita en el
trabajo…
En fin, la tris teza por la pérdida nos pone contra
las cuerdas , nos aboca a un repas o ins tantáneo de
toda nues tra vida, en
cues tión de minutos ; pero
no para arrojar la toalla ni
para abatirnos en una
dis quis ición eterna e
improductiva. Toda
pérdida, para que pueda s er
s uperada, debe s er pues ta
en un lugar en el tiempo; a
partir de allí, s e pas a a vivir
el duelo, un proces o muy
pers onal, has ta llegar a la
celebración del regalo del
adiós . Un regalo que nos
permitirá celebrar en
memoria los aportes de es a
pers ona a nues tras vidas . Si hay dolor es porque
hubo pérdida, y en la pérdida, de manera implícita,
es tá el valor que es a pers ona dejó en nues tra vida.
He ahí donde la inteligencia emocional convierte en
virtud a la tris teza: duelo, recogimiento, reflexión,
nuevas metas … Hay s eres humanos que s olo
reparan en la fugacidad de nues tra exis tencia al ver
morir a alguien cercano. La tris teza les s irve para
reaccionar ante s u propia vida.
Para muchos , s iempre es un duelo. Y es verdad
que cuando hay partidas , des prendimientos o s
eparaciones , repito, hay que pas ar el duelo, pues
forma parte de la cultura y las cos tumbres del género
humano. Pero, ¿qué tan s aludable es quedarnos
es tancados en el duelo? Si s e perpetúa, produce una
tris teza generalizada que puede derivar en una
depres ión des tructiva. La tris teza puede
inmovilizarte, a diferencia de otras emociones más
explos ivas o de alta vibración.
Cuando el sistema se apaga
En nues tro evento “En Cuerpo y Alma 2015”,
celebrado en Punta Cana, la ps icóloga Es trella
Flores -Carretero explicó muy certeramente por qué
ocurre es to: la tris teza es una emoción muy dis tinta a
las demás . Sucede cuando el s is tema s e apaga. El
S.A.R.A. (Sis tema Activador Reticular As cendente)
es como la primera centralita que codifica y des pués
planifica cuál es el nivel de activación que debe tener
nues tro cerebro en cada momento. Es te pierde s u
capacidad para es timular el s is tema global. La
neurotrans mis ión deja de exis tir cuanto mayor es el
nivel de tris teza. Es como s i s e des activaran las
es tructuras neurológicas , creando un paro en el
s is tema.
Hace unos años , aparecieron en la prens a mundial
titulares como: “Un británico, incapaz de s entir
tris teza tras s ufrir una embolia cerebral”, “El hombre
condenado a s onreír de por vida” o “Infarto deja a
abuelo en es tado de perpetua felicidad”. Se referían a
Malcolm Myatt, un camionero de s es enta y ocho
años que pas ó diecinueve s emanas en el hos pital
tras s ufrir un ictus y perder la s ens ación en s u lado
izquierdo. Según el diario británico The Telegraph,
que reportó el cas o, el accidente le había afectado el
lóbulo frontal de s u cerebro, que controla las
emociones .
Para Myatt, la pérdida de la tris teza de s u
repertorio emocional fue algo pos itivo: “Nunca es toy
deprimido. Es tar tris te no ayudaría en nada. Sin duda,
prefiero es tar feliz todo el tiempo”. No fueron pocos
quienes se preguntaron s i verdaderamente
es tábamos ante una ventaja, debido al papel de la
tris teza en la regulación de nues tra exis tencia.
Los médicos del cas o repararon en que algunos
pierden la capacidad de detectar la emoción en la
cara de otros , o pueden llegar a s er menos
emocionales en s í mis mos , menos s ens ibles a
noticias felices o tris tes , más apáticos y menos
empáticos . Es excelente que el s eñor Myatt intente
reconvertir s u enfermedad cerebral en algo pos itivo,
pero la tris teza no debe s er extirpada de nues tras
vidas , s ino adecuadamente ges tionada.
De mi libreta de apuntes
1. Dedica al menos diez minutos cada día para
meditar. Bus ca en is maelcala.com todo lo
relacionado con principios y técnicas
meditativas .
2. Des pués de conocer cada una de las
emociones , reflexiona s obre cómo se
manifies tan en la vida cotidiana a tu alrededor.
3. Identifica es tos ras gos emocionales en tus
familiares , amigos y pers onas cercanas . Y
luego valóralos en ti mis mo, con la mayor
autocrítica pos ible.
4. Hazte cinco preguntas . Si las res pondes de
manera afirmativa, pos iblemente vas bien
encaminado por la s enda de la felicidad:
¿Realmente s abes qué quieres en la vida?
¿Tienes definido tu camino? ¿Luchas por
recorrerlo en aras de tus s ueños y
expectativas ? ¿Amas o luchas por amar? ¿Es tás
dis pues to a cambiar s i es neces ario para hacer
realidad tus s ueños ?
5. Para s uperar la tris teza, planifica
dis tracciones como leer, ir al cine o practicar
deportes . Intenta cambiar de actividad.
6. En cas os muy complejos , como las
enfermedades , los expertos acons ejan
comparars e con otras pers onas en peor
s ituación.
7. Colaborar en caus as y otros proyectos
humanos es una actividad verdaderamente
reparadora. Por muy mal que es temos , s iempre
hay pers onas que neces itan nues tra ayuda.
8. Identifica tus miedos . Haz una lis ta y explica
cada caus a que te venga a la mente.
9. Haz una lis ta de los ataques de ira que
recuerdes . Identifica en qué s ituación s e
produjeron y cuáles fueron los res ultados
finales .
10. ¿Te cons ideras capaz de cambiar tu vida
des pués de conocer mejor las emociones ?
Capítulo II
La escuela de las
emociones
Educación integral
Todo aprendizaje tiene una base emocional.
PLATÓN

ué gran decis ión hubies e s ido que en las


¡Q
es cuelas , además de aprender matemáticas , idiomas ,
ciencias y humanidades , todos hubiés emos
s ido educados emocionalmente! Empezando por
Alejandro, el amigo que as es inó a s u es pos a por
caus a de unos celos incontrolables . Inteligente,
educado y has ta amable s on adjetivos que podrían
calificar s u conducta, pero ninguno aporta elementos
reales s obre s u coeficiente emocional. Inclus o en la
cárcel, Alejandro ha continuado es tudiando. Su
condena es extens a, tiene mucho tiempo para s
uperars e; s in embargo, dudo de que en el s is tema
penal pueda curs ar la “carrera” que él más neces ita.
No faltan quienes piden una formación educativa
con tales caracterís ticas , s obre todo en las edades
es colares , pero lo cierto es que la res is tencia
permanece. El propio Daniel Goleman repite
inces antemente que la inteligencia académica “no
ofrece prácticamente ninguna preparación para los
tras tornos u oportunidades que acarrea la vida”; s in
embargo, nues tras es cuelas s e centran en las
habilidades académicas e ignoran la inteligencia
emocional, pes e a s abers e que un coeficiente
intelectual “no es garantía de pros peridad, pres tigio
ni felicidad en la vida”. Goleman afirma que, de todas
las es pecies , el s er humano es el que más tarda en
alcanzar la madurez cerebral.
Según un es tudio del hos pital catalán Sant Joan
de Déu, “hacer cons ciente el bienes tar y la felicidad
es uno de los objetivos de la educación emocional”.
La ins titución avala los efectos pos itivos de la
inteligencia emocional en muchos as pectos de la
vida; por ejemplo, dice que contribuye a “una
dis minución de ans iedad, es trés , indis ciplina,
comportamientos de ries go y conflictos ”,
acompañada de “un aumento de la tolerancia a la
frus tración, res iliencia y, en último término, del
bienes tar emocional”.
La afirmación inicial de es te capítulo encuentra
algún eco en las inves tigaciones del centro médico, a
través de lo que s e denomina “prevención
ines pecífica”. Es to s ignifica, por ejemplo, que un
individuo con competencias emocionales es tá más
preparado para no implicars e en el cons umo de
drogas y en comportamientos de ries go. Los
expertos llegaron a dos conclus iones relevantes al
res pecto:

a Es impres cindible adquirir competencias


emocionales por parte de niños y
adoles centes , de cara al des arrollo pers onal
y profes ional.

b En temas de educación emocional, hay que


empezar lo antes pos ible.

La pedagoga Ana María Maqueo apunta que la


educación emocional cons tituye el vínculo entre los s
entimientos y los impuls os morales , lo que
pos ibilitaría la capacidad de regular aquellas
acciones que es tán a merced de los impuls os . Y
créeme que s on muchas las acciones que
des arrollamos a golpe de impuls os .
Pongámonos en marcha
Siempre piens o en el internado donde es tudié a los
catorce años . Entre aquellas paredes , el bullying era
lo habitual. Se trataba, s egún las autoridades , de un
colegio muy es pecial, con es tudiantes s eleccionados
por s u rendimiento intelectual y s us habilidades s
ociales . Sin embargo, más allá de la capacidad
académica, la realidad era otra: guerras entre grupos ,
bromas des humanizantes , robos y todo lo negativo
que alguien pueda imaginar.
No s é s i es pos ible eliminar totalmente el
bullying, porque la naturaleza humana es demas iado
compleja; pero s í es toy convencido de cuánto
podríamos avanzar s i al menos des cruzáramos los
brazos y nos pus iéramos en marcha para educar
emocionalmente a las nuevas generaciones .
Como explican María Elena López y María
Fernanda González, los niños s on los s eres con
menos prevenciones y prejuicios frente a las
emociones , por lo que s uelen expres arlas con mayor
fluidez. Recientemente leí un mens aje en redes s
ociales que refleja claramente es ta opinión. Un
padre pregunta a s u hijo “s i hay muchos extranjeros
en s u clas e”. Entonces el pequeño res ponde con
toda naturalidad: “No, s olo hay niños ”. ¿En qué
momento de nues tras vidas perdemos es a
es pontaneidad, es e concepto de igualdad entre los s
eres humanos , por encima de cualquier otra
cons ideración?
“Somos los adultos quienes imponemos controles
en la educación, que en muchas ocas iones s e tornan
contraproducentes , debido a que les ens eñamos a
negarlas o a no reconocerlas (s e refieren a las
emociones ), dis minuyendo s u autoconocimiento
emocional”, afirman López y González. Y
recomiendan ens eñar a niños y adoles centes a
reconocer s us propias emociones , a manejarlas y
darles un adecuado curs o a s u expres ión.
En una inves tigación s obre proyectos
emocionales en el aula, el profes or Jonathan Cohen
pregunta a los padres : “Cuando s u hijo crezca, ¿qué
clas e de pers ona quiere us ted que s ea?”. Y afirma
que la educación emocional y s ocial implica el
aprendizaje de habilidades , conocimientos y valores
que aumentan nues tra capacidad de “leer” en
nos otros mis mos y en los demás , para res olver
problemas con creatividad y flexibilidad.
Cuando es cucho la pregunta de Cohen, piens o en
mis s obrinos , en los hijos de mis amigos y en todos
los infantes que hoy s e forman para vivir y s ervir en
la s ociedad. Mis cinco s obrinos s on adorables y han s
ido educados en el bien por s us padres y abuelos .
Una permanece en Cuba, luchando contra las
carencias materiales y emocionales de mi país natal;
los otros cuatro viven en Miami, con una vida
materialmente más des ahogada, pero expues tos a los
mis mos problemas emocionales que en cualquier otro
lugar.

Por un lado, mucha gente en Cuba es tá


demas iado afectada por la cultura de la
s upervivencia, donde da la impres ión de que “todo
vale”. Pero, la cultura de la s obreabundancia material,
del derroche y la comodidad, es también
preocupante, des de el punto de vis ta educativo.
Creo profundamente en la política del es fuerzo, del
premio y del es tímulo. No s e forman valores des de
una s upues ta s uperioridad material, s ino des de la
igualdad. He vis to, por el contrario, a mucha gente s
onreír donde menos recurs os materiales tiene a s u dis
pos ición; mientras otros van de caras largas y
hombros caídos en país es de altos niveles de
des arrollo económico.
La educación emocional es tras cendente en el
des arrollo integral de los más pequeños . La
res pues ta de aquel niño s obre el número de
extranjeros en s u aula cons tituye un claro ejemplo de
cómo la es cuela es una fas e decis iva para el progres o
cognitivo y emocional de los menores . Para ellos ,
cas i s iempre todo es s ano y normal, has ta que los
adultos decidimos inculcarles nues tras propias
dudas , temores , pens amientos tóxicos y divis iones
artificiales .
Es cierto que s iempre podemos remediar algunas
actitudes no aprendidas —o mal aprendidas — en
es e período, pero muchos pedagogos creen que
determinados valores y comportamientos s ociales
deben fijars e en edades tempranas . Es toy totalmente
de acuerdo, s obre todo s i s e trata de actitudes
pos itivas , tendientes a la convivencia, al
entendimiento y al equilibrio. Por es o confío en que
los s is temas educativos cons igan dar la vuelta a la
tortilla y empiecen, mas ivamente, a promover el
es tudio y dominio de las emociones .
¿Sanciones o educación?
Tuve la s uerte de contar con una maes tra
ejemplar, des de todo punto de vis ta. Curios amente,
no pertenecía al ámbito de la educación reglada, s ino
al de los medios de comunicación. Nilda G. Alemán,
que afortunadamente aún vive, s upo moldear no s olo
mis conocimientos técnicos , s ino también emociones
impres cindibles para el trabajo de un actor o locutor.
La recuerdo con mucho cariño, colocando una
pequeña cama plegable en s u cas a, para que yo me
quedara los fines de s emana y pudiera repas ar los
pers onajes a interpretar en el programa radial y
participar en actividades culturales . Allí es tuve yo
por los pas illos de s u cas a, s iempre con un guion en
las manos , leyendo y aprendiendo.
Naturalmente, la es cuela fue muy importante en mi
vida, lo que s iempre demos tré con calificaciones
altas ; pero no deja de s orprenderme el tercer factor
que delineó mi exis tencia, además de la familia y el
colegio. Y con es ta reflexión quiero llegar a un punto:
¿acas o no es pos ible integrar el es tudio de las
emociones al s is tema educativo? Un tercer factor —
como encontrar un guía pers onal adecuado— s
iempre res ulta demas iado s electivo, y puede s er
fruto del azar o de otras caus as . En la mayoría de los
país es los s is temas educativos intentan s er
univers ales . Es cierto que podemos toparnos con un
maes tro ins uficiente, o con una es cuela de es cas os
recurs os , pero los es tándares de las materias y
objetivos educativos s on bás icamente los mis mos en
comunidades afines .
Muchos pens adores han pedido la generalización
del es tudio de las emociones en el s is tema es colar.
Uno de ellos es Alejandro Cas tro Santander, autor
del libro Analfabetismo emocional, a quien felicito
por s us interes antes ideas en el campo de la
prevención de la violencia. Él cons idera que “muchas
de las violencias cotidianas tienen s u origen en la
dificultad para comunicar a los demás una idea, un
punto de vis ta, un es tado de ánimo”; s in embargo,
las autoridades es colares ins is ten en los reglamentos
dis ciplinarios y en las s anciones para mejorar el clima
en los es tablecimientos educativos .
Vuelvo a mis catorce años , y recuerdo las
exigentes “normas ” y los cas tigos previs tos en el
ordenamiento es colar. La s everidad era máxima, las s
anciones es taban previs tas con lujo de detalles ,
pero el res ultado era des as tros o. Aclaro que s iempre
he s ido un ciudadano res petuos o de las leyes y creo
en las normas de convivencia entre los s eres
humanos . Los códigos y reglamentos s on muy
importantes , pero la prevención s ocial también.
Porque aquellas fieras a las que teníamos que
enfrentarnos s e s abían el cas tigo de memoria, pero
no eran capaces de demos trar compas ión o empatía
por s us compañeros . Y as í s ucede en cas i todas
partes .
Cas tro Santander afirma que el perfil del nuevo
ciudadano del s iglo XXI debe s er el de una pers ona
con capacidad para adaptars e a grandes cambios ,
“autónomo pero no individualis ta, con es píritu
cooperativo, defens or de una pluralidad de valores y
de opciones morales ”. También dice que debe s er de
pens amiento abierto, para comprender la complejidad
del mundo, as í como “entender, aceptar y vivir
cons igo mis mo y con los demás ”.
No hay dudas de que s i tales caracterís ticas s on
promovidas des de las es cuelas , y todos nos
es forzamos en la parte que nos corres ponde, los
habitantes de es te convuls o y es tres ado mundo
podremos dis frutar de la convivencia y la paz. Con
nos otros mis mos y con los demás .
A través de experimentos y de una extens a
bibliografía, la ciencia ha explicado las caracterís ticas
de los alumnos inteligentes . Alejandro Cas tro
Santander las expone as í:

• Buen nivel de autoes tima

• Aprenden más y mejor

• Pres entan menos problemas de conducta

• Se s ienten bien cons igo mis mos


• Son pos itivos y optimis tas

• Entienden los s entimientos de los demás

• Superan s in dificultad las frus traciones

• Superan bien los conflictos

• Son más felices , s aludables y exitos os

La “competencia s ocial”, referida a los


comportamientos y conductas de niños y
adoles centes , ha s ido es tudiada por Noelia López de
Dicas tillo Rupérez, de la Univers idad de Navarra. La
experta concluye que los vínculos interpers onales
deben contemplars e a la luz de una educación en
valores cívicos y morales . Yres ume: “La competencia
s ocial facilitaría la participación en la familia, en la
es cuela y en la s ociedad democrática”. También
“es timularía la convivencia, el es tablecimiento de
unas relaciones pacíficas , no agres ivas y, además , no
utilitaris tas s ino s olidarias ”.
Muchas veces , ni para los padres es fácil lidiar
con determinadas actitudes de s us hijos . En Ciudad
de México tengo una gran amiga que temía regañar a s
u pequeño, de s olo diez años de edad, debido a s u
nivel de agres ividad. No había paz en aquel hogar,
pero tampoco en la es cuela ni en el barrio. Aquel
niño era incapaz de comunicars e con normalidad con
el res to.
Sus habilidades s ociales , de acuerdo con los
criterios que marca la As ociación Americana s obre
Dis capacidad Intelectual, no le permitían controlar s
us impuls os , interactuar correctamente, reconocer los
principales s entimientos , colaborar con los demás y
forjar amis tades en s u entorno. Aquella familia s
ufría mucho, porque nadie es capaz de s er feliz en es
as circuns tancias . De es to hace ya mucho tiempo. Lo
último que s upe de ellos fue que cons iguieron poner
al niño bajo tratamiento es pecializado. Ojalá él haya
podido avanzar en cues tiones tan importantes como
la empatía y la as ertividad.
Su cas o nos mues tra una realidad. En cues tiones
emocionales , cas i s iempre actuamos reactivamente;
es decir, con vis tas a s olucionar problemas que ya
nos han reventado en las narices . Por ello he
concebido es te libro, para reparar en nues tras
potencialidades . No como remedio a una enfermedad, s
ino como plan formativo para el bienes tar.
López de
Dicas tillo
advierte que
las actividades
en torno a la
competencia s
ocial no
deberían s er
s olamente para
“corregir”
problemas de
inadaptación
por defecto,
como la inhibición o la timidez, o por exces o, como la
agres ividad, s ino para “fomentar comportamientos
cooperativos , pros ociales y altruis tas ”. Ins is to en la
relevancia de es ta última cues tión, en tanto los
enfoques s uelen centrars e en los problemas
exis tentes , y no en prevenir las malas conductas , o
en formar actitudes pos itivas .
Las raíces de la violencia
Des de que mis s obrinos llegaron a Es tados Unidos ,
todos en edad es colar, he es tado pendiente de s u
ins erción integral. Cuando les pregunto s obre el
colegio, cas i s iempre recibo las mis mas res pues tas :
en inglés avanzamos muchís imo, y en matemáticas ,
también. Para un niño que ha vivido unos pocos
años en otro país , la adaptación res ulta más fácil que
para un adulto. Pero no hay que des cuidar el impacto
de elementos nuevos como la lengua, las cos tumbres y
has ta el clima. Y en es as circuns tancias , la
educación emocional es doblemente neces aria.
Es tados Unidos es un país de grandes genios , en
todos los s ectores . En parte, es a fabulos a
producción científica e intelectual es cons ecuencia
de un s is tema educativo potente, y de un concepto
muy enraizado s obre el es fuerzo y la igualdad de
oportunidades . Son muchos los factores .
Me pregunto s i todas es tas fortalezas no s erían
mayores —y s ocialmente más equilibradas — con la
completa integración de la ins trucción emocional en
el s is tema educativo.
También me alarman los niveles de violencia en
las es cuelas y univers idades de Es tados Unidos ,
des de los cas os más incruentos has ta los más
graves . Muchas veces , el debate s e ha centrado
entre dos pos iciones : “armas no” y “armas s í”, pero
el factor humano debería pres idir cualquier anális is .
Des de luego, es impres cindible un mayor control de
armas , para evitar que nues tras calles y centros
es colares s e conviertan en un es cenario de guerra.
Pero, ¿por qué un joven es capaz de dis parar a
mans alva contra s us compañeros de clas e o s us
profes ores ? He ahí el auténtico problema a enfrentar.
Ante el tema, aparecen s oluciones fals as que no van a
la raíz de la cues tión.
En medio de la es critura de es te libro leí que el
es tado de Texas permitiría armas de fuego en las
ins talaciones univers itarias . El argumento de las
autoridades es que los es tudiantes podrían
defenders e o inclus o aniquilar a cualquiera que
intentara una matanza, como las que han ocurrido en
las últimas décadas . En el lado opues to, s egún
recogió la BBC, más de ochocientos profes ores de la
Univers idad de Texas firmaron una carta de rechazo a
la ley que permitirá el porte de armas en el centro
educacional.
Mientras el debate s igue enfocado en las armas y s
us cons ecuencias , la cons ultora Gallup as egura que la
cantidad de norteamericanos que exige mayores
controles armamentís ticos es del 47%. La cifra podría
parecer alta, pero no lo es tanto, s i s e compara con el
79% cons eguido en 1990.
¡Sí, se puede!
Ante es tos es cenarios , mi equipo y yo nos dimos a la
tarea de inves tigar los país es o regiones que han
decidido ins ertar los es tudios de inteligencia
emocional en s us s is temas educativos . No es un
dato exhaus tivo, s ino s olo un botón de mues tra de
los principales es fuerzos por ens eñar a ges tionar los
impuls os , la importancia de la empatía y otras
habilidades s ociales que res ultan determinantes en la
formación de la conducta de un ciudadano.
En el propio Es tados Unidos , la Collaborative for
Academic, Social and Emotional Learning (CASEL),
con apoyo del Departamento de Educación, lanzó un
es tudio en las es cuelas públicas de Chicago para
evaluar el impacto del aprendizaje s ocial y emocional
en el aula. Además , CASEL encontró que muchos
es tados de la Unión han es tablecido es tándares
de aprendizaje, des de
prees colar has ta s ecundaria, que hacen hincapié en
la competencia s ocial y emocional. Una norma federal
—la Ley de Aprendizaje Emocional— s e pres entó en
2015 con el apoyo de ambos partidos .

El repres entante Tim Ryan, citado por CASEL,


afirmó al defender la ley: “Las competencias s ociales y
emocionales no s on ‘habilidades blandas ’, s ino la bas
e de todas las habilidades . Si queremos una
s ociedad tolerante y compas iva, tenemos que
ens eñar las habilidades que crean es a s ociedad”.
¡Cuánta razón y s entido común!
En el año 2010, la Ins titución Educativa SEK y la
Fundación Redes para la Ciencia pres entaron en
Es paña un proyecto para la aplicación de un
proyecto de ges tión emocional, también en alianza
con CASEL y la Univers idad Camilo Jos é Cela. El
rector de es e centro univers itario, Rafael Cortés
Elvira, dijo entonces que era “increíble que nues tro s
is tema no es té apos tando por la educación en
emociones , indis pens able en el des arrollo futuro de
los jóvenes en un mundo en cons tante cambio”.
¿Cómo es tos colegios es pañoles abordaron la
cues tión? El programa académico s e bas ó en varios
ejes :

• Crear el es cenario (autoconocimiento)

• Fomentar la cooperación (buena y mala


es cucha, clima es colar pos itivo)

• La comunicación (es cucha activa)

• Identificar y comunicar s entimientos ,


enfrentars e a la ira

• Fomentar la res iliencia interior (relajación


mus cular, la atención plena)

• Res olución creativa de conflictos

• La paz y el conflicto

Según la Ins titución Educativa SEK, en los


colegios que integran el aprendizaje s ocial y
emocional en s u vida diaria, “los es tudiantes s e s
ienten más felices y más motivados para aprender,
los adultos s e s ienten más s atis fechos de s u trabajo
y los logros académicos de los es tudiantes
aumentan”.
Aprender a ser felices
En Is las Canarias , otra región de Es paña, s e creó en
2014 la as ignatura Educación Emocional y para la
Creatividad, dis eñada para primaria (primera
ens eñanza), al amparo de la Ley Orgánica de Mejora
de la Calidad Educativa, de ámbito nacional. Según
las autoridades , la materia promueve, des de un
enfoque educativo, el des arrollo emocional y
creativo del alumnado, as umiéndolo des de una
pers pectiva integradora y trans vers al. La as ignatura,
obligatoria y evaluable, tiene como principal finalidad
el bienes tar pers onal y s ocial del individuo. “Supone
una oportunidad única para el profes orado de educar
niños y niñas para que aprendan a s er felices , y
tengan mayor éxito en las es cuelas ”.
A raíz de s u implementación, el diario es pañol El
Mundo recogió algunos tes timonios s obre la
experiencia: “Los alumnos de s iete años del colegio
público Tinguaro de Vecindario (Gran Canaria) llevan
dos s emanas aprendiendo s obre el miedo. Sentados
en el s uelo del aula formando un círculo, los
veinticinco chicos y chicas de 2 B hablan de
mons truos , de arañas y de otras cos as que les hacen
temblar”.
La clas e, s egún el periódico, intenta que los niños
revelen, proyecten o reconozcan s us s entimientos ,
de que los obs erven y los modelen como s i fueran
plas tilina o mas illa, de que aprendan a ver dentro de s
í mis mos . La premis a de los profes ores , Virginia
Santana y David García, s e bas aba en que es más
fácil entender y manejar una emoción s i es ta s e
vis ibiliza.
La iniciativa canaria no ha es tado exenta de
elogios y críticas . Es tas últimas , enfocadas en el
miedo paralizante que padecen muchos s eres
humanos . A veces , las pers onas ni s iquiera s aben
que tienen un problema, porque s e niegan a
reconocerlo. Como expres ara William Blake, “s i las
puertas de la percepción s e purificaran, todo s e le
aparecería al hombre como es , infinito. Pues el
hombre s e ha cerrado s obre s í mis mo has ta ver todas
las cos as por las es trechas rendijas de s u caverna”.
Es cojo algunas ideas expres adas por los lectores ,
en la nota de es e mis mo periódico, que demues tran
clamoros amente por qué es tamos tan mal,
emocionalmente hablando, y cuál debería s er el
camino. Prepárate para leer:

• “Todo es to es cos a de mujeres , que tienen


en s us manos el 80% del s is tema educativo y
lo conforman a s u medida (…) Las cues
tiones emocionales debemos aprender a res
olverlas s olitos …”.

• “…Unas horas para que los niños no hagan


nada en la es cuela”.

• “¡Qué barbaridad! Has ta pretender


mecanizar a los niños en el mundo
emocional. Las emociones s on
es pontáneas , no hay que ens eñarlas ”.

• “Dis tintos mecanis mos para un mis mo fin:


domes ticar las mentes del ciudadano,
adocenarlo, s ometerlo y forzarle a aceptar
s u des trucción”.
Afortunadamente, la mayoría s e mos traba a favor
de la idea:

• “Me parece es tupendo. Menos agres ividad y


más felicidad. Menos frus tración y más
generos idad. Más pers onalidad y menos
gregaris mo”.

• “Todos tenemos limitaciones , los padres


también. En el mundo de las emociones s
olemos s er unos ignorantes (…) Unas
nociones s obre emociones , que s on las que
nos impuls an en nues tras vidas , no nos s
obran a nadie”.

• “La inteligencia emocional en es tos años de


competitividad, paro alarmante y
globalización debería s er de obligado
cumplimiento des de la ens eñanza”.
En América Latina también hay cas os res eñables
de s u aplicación. El informe “Educación Emocional y
Social. Anális is Internacional 2015”, de la Fundación
Botín, recoge el cas o de México, con des taque para
la complejidad de s u es cenario s ocial. Entre las
iniciativas mexicanas aparece el proyecto “Amis tad
para s iempre”, cuyo reto cons is te en “modificar los
paradigmas : dejar de centrars e en intervenciones
reactivas y des conectadas para hacer hincapié en la
importancia de la prevención y fomentar la
res iliencia”. También tenemos el proyecto de
“Es cuelas Seguras ” y la introducción de planes de
es tudio en la educación primaria y s ecundaria, con
curs os de habilidades emocionales y s ociales
mediante las as ignaturas de Ética y Educación
Cívica, “para fomentar compromis os y puntos de
vis ta éticos relacionados con el des arrollo pers onal y s
ocial del alumnado”.
En la Peníns ula de Yucatán, por ejemplo, s e han
des arrollado inves tigaciones s obre la educación
emocional y s ocial tradicional de las comunidades
mayas . Es tas afirman que “los jóvenes mayas
pres entan la tas a más baja del país en violencia
es colar. Sin embargo, tienen una de las más altas de
México en s uicidios ”.
En Argentina, s egún el informe 2013 de la propia
Fundación Botín, s obres alen proyectos tales como el
Programa de Educación Emocional en el Was hington
School, concebido como “un es pacio participativo,
abierto a la reflexión, la creatividad y la aceptación de
la divers idad”. Es ta es cuela —privada, mixta,
bilingüe y laica— ha des arrollado un Programa de
Educación Emocional que integra pens amientos de
teóricos relevantes , res ultados de programas
educativos e inves tigaciones en es te campo de
diferentes partes del mundo.
En la jornada es colar s e des arrollan actividades
para aprender a ges tionar la vida, mejorar la
autoconciencia, la confianza en uno mis mo, dominar
las emociones y los impuls os perturbadores ,
aumentar la empatía y la colaboración. El objetivo es
el des arrollo de competencias emocionales y s ociales a
través de una metodología participativa, activa, que s
us cita la reflexión, el diálogo y la comunicación.
Otro proyecto argentino lleva el nombre de “Sin
afecto no s e aprende ni s e crece”, en la provincia de
Entre Ríos , dis eñado para fortalecer los recurs os
afectivos , cognitivos y lingüís ticos . Se bas a en tres
pilares fundamentales : los niños , los padres y los
docentes , en zonas de alta vulnerabilidad
ps icos ocial. Entre otros , también debe mencionars e
el programa “Clima Emocional Pos itivo en el Aula”,
para formar a maes tras y otros profes ionales en
temas de educación emocional y s ocial.
Experiencias s imilares podemos encontrar en
Aus tria. Belinda Heys , experta de la Fundación
Botín, dijo al diario ABC que des de 2009 allí s e
comenzó a impartir el programa Happiness en centros
educativos . El proyecto cons is te en dotar a los niños
de las herramientas para que ganen confianza en s í
mis mos y aprendan a s er más felices . “Si la felicidad
es una actitud de la mente, hay fórmulas y
actividades para mejorarla”, as egura Heys .
Happiness incluye s eis módulos diferentes : bienes tar
emocional, logros pers onales , nutrición y s alud
fís ica, cuerpo, movimiento y ejercicio, cuerpo como
modo de expres ión y el yo y la res pons abilidad s ocial
como modo de ayudar a los demás .
“Todo s e ens eña de manera muy práctica y, para
ello, primero deben fijars e en un as pecto, des pués
actuar y pos teriormente reflexionar. De es ta manera
aprenden que s i no nos fijamos en nues tras
emociones , no podremos ges tionarlas ”, explica Heys .
Y terminamos es te breve recorrido por Dinamarca.
El informe
“Educación
Emocional y
Social. Anális is
Internacional
2015” recoge que
durante cas i dos s
iglos el s is tema
educativo danés
ha tenido como
meta alcanzar la
excelencia, tanto
en el s entido
académico como
en el pers onal.
Dicha “concepción dual” fue introducida en 1816 por
la “Es cuela para la vida”, de N. F. S. Grundtvig.
El ideal his tórico de la es cuela danes a ha s ido s
iempre que “s olo tiene s entido que un hombre
aprenda a s er hombre s i también recibe formación
para des arrollars e en el contexto s ocial exis tente”. El
reporte añade que la “competencia relacional” es una
de las tres principales as ignaturas impartidas a los
es tudiantes de magis terio. En Dinamarca, s in
embargo, no exis ten planes de es tudios obligatorios
para el des arrollo de las competencias emocionales y s
ociales .
Según las inves tigaciones citadas , la opinión
general que prevalece es que la educación emocional
y s ocial debería impregnar las relaciones entre
profes ores y alumnos en todos los niveles . No
obs tante, el cons iderado “mejor s is tema educativo
de Europa” es tá ahora mis mo en medio de un debate s
obre s u futuro, en el que s e invoca con frecuencia el es
píritu trans formador de Grundtvig, s u padre
fundador.
Razonar y aprender
Es pero que es te capítulo te ayude a ilus trar
rápidamente cómo operan algunas experiencias en
divers as partes del mundo. La educación es una de
mis obs es iones , por s u importancia en la formación
de valores para enfrentar la vida, des de todo punto
de vis ta.
Por muchos años padecí un s is tema educativo
con demas iado énfas is en la propaganda política,
que no ens eñaba nada en materia de inteligencia
emocional. En la es cuela primaria, des de cuarto
grado, crecí repitiendo la cons igna “Pioneros por el
comunis mo, s eremos como el Che”. La coreé
demas iado tiempo, s in s aber exactamente quién era el
Che, ni tampoco qué s ignificaba s er comunis ta, de
izquierdas , derechas o liberal. Es lógico que un niño
de es a edad no lo entienda, por lo que res ulta
contraproducente una educación tan politizada, un
adoctrinamiento como es e. De ahí que los poemas
que aún cons ervo de es os años formativos
primarios , s ean de temas políticos y no de lo que un
niño de cualquier lugar del mundo tendría como
fuente creativa en s u imaginación. No s olo s ucede
en Cuba, s ino en muchos otros país es , inclus o en
algunos democráticos , donde la educación s e
plantea como una batalla ideológica para s embrar
ideas uniformes .
En es te punto me pregunto nuevamente: ¿qué
habría s ido de nues tra generación s i hubiés emos
aprovechado aquel preciado tiempo en aprender s
obre las emociones , en vez de repetir lemas s obre
polémicas figuras políticas ? Y que cons te: no creo en s
oluciones mágicas , pero s í en la s edimentación del es
fuerzo, en el grano de arena diario y en el
perfeccionamiento de nues tros s is temas de
ens eñanza. Solo recogeremos lo que s eamos capaces
de s embrar. Todo ello s in olvidar el papel de la
familia, porque a veces entregamos toda la
res pons abilidad a la es cuela, omitiendo nues tros
deberes como tutores de vida. Como explica la
profes ora Es ther García Navarro, s i hay un entorno
donde es impres cindible que s e dé el des arrollo de
competencias emocionales , es el de las familias ,
porque “los fuertes lazos emocionales entre padres e
hijos hacen neces ario que unos y otros puedan
aprender a s er emocionalmente inteligentes , con el
objetivo de cons eguir vivir todos con mayor
bienes tar”.
García Navarro recuerda a Sócrates (“conócete a
ti mis mo”) para indicar que el des arrollo de las
competencias emocionales comienza por uno mis mo.
Es evidente que los padres s on “modelos de
comportamiento para s us hijos ”. La experta propone
que los adultos conectemos varias veces al día con
nos otros mis mos , para detectar qué es tamos s
intiendo en es os momentos . Sugiere la s iguiente
guía, que me parece adecuada para todos :
• ¿Cómo me s iento?

• ¿Por qué me s iento as í?

• ¿Cómo es toy manifes tando lo que es toy s


intiendo?

• ¿Es ta emoción me ayuda ahora mis mo?

• ¿Qué es trategia puedo aplicar para


mantenerla? O bien: ¿qué puedo hacer para
cambiarla y s entirme mejor?

El s iguiente pas o, explica la profes ora, es ayudar a


nues tros hijos a detectar cómo s e s ienten, a conectar
con ellos mis mos des de temprano.
Podemos res umir el capítulo citando una entrevis ta a
Daniel Goleman en la red educativa Tiching.com. El
maes tro de la inteligencia emocional cons idera que
los mejores curs os s obre el tema s on los que s e
des arrollan “des de muy pequeños y has ta que los
es tudiantes es tán lis tos para ir a la univers idad”. Su
teoría apunta a “es trategias de involucración de los
es tudiantes y las familias , aunque también s irven de
ayuda a los profes ores para que incorporen es tas
habilidades ”.
A la pregunta de s i los
programas de
alfabetización s ocial y
emocional es taban
obteniendo tan buenos
res ultados , por qué no s e
incluían en los planes de
es tudios , Goleman
res ponde: “El mundo
académico ha es tado
s iempre centrado en las
capacidades intelectuales
y de razonamiento y las
emociones s e cons ideran
una interferencia, algo que
no res ulta útil para la comprens ión de los contenidos
académicos . Pero s on igualmente importantes ”.
“No incidir en las emociones es una percepción
anticuada, ya que cuanto mejor entendemos cómo
funciona el cerebro, obtenemos más información que
corrobora que el es tado de nues tras emociones es ,
en realidad, el que determina la capacidad para
razonar y aprender. Por lo tanto, s on indis pens ables
para el aprendizaje de los es tudiantes ”, as egura.

De mi libreta de apuntes
1. Identifica cuáles s on las principales
emociones que prevalecen en tus hijos ,
s obrinos , vecinos , alumnos u otros niños y
adoles centes de tu entorno.
2. Ponte frente a un es pejo, junto a tus hijos , e
imita diferentes ros tros relacionados con las
principales emociones . Ponles cara a todas .
Identifícalas y repas a cuáles has s entido es e
día y por qué.
3. Utiliza las películas citadas anteriormente
para s embrar el mens aje de las emociones en
los más pequeños de la cas a. Ayúdalos a
comprender quiénes s on los pers onajes , cuáles
s on s us caracterís ticas y por qué tienen
problemas .
4. Pregunta en el colegio de tus hijos s obre los
planes de ens eñanza en materia de inteligencia
emocional. Habla con los maes tros . Interés ate
por las notas de tus hijos en ciencias y
humanidades , pero también por cómo
ges tionan las emociones en clas e, cómo
reaccionan a los problemas y cuál es s u nivel
de empatía.
5. Si no es viable el plan es colar, por aus encia
de as ignaturas o por falta de voluntad
ins titucional para implementarlas , toma el
control de la educación emocional de tus hijos y
familiares . Empieza por las películas , los
dibujos animados y los ejemplos de la
cotidianidad; pero también hay abundante
bibliografía s obre el tema. La biblioteca s iempre s
erá una excelente opción.
Capítulo III
Salud emocional
Tristezas que
matan, alegrías que
sanan
No olvidemos que las pequeñas emociones son los
grandes capitanes de nuestras vidas y las
obedecemos sin darnos cuenta.
VINCENT VAN GOGH

uál es la relación entre las emociones y la


¿Q s alud? Es ta es una de las grandes
preguntas que muchos s e hacen cada día. En es te
capítulo intentaremos explicarlo con la ayuda de
des tacados expertos .
¿Podríamos decir que Alejandro, encarcelado por
matar a s u es pos a Martha, es una es pecie de
“enfermo emocional”? Los celos pueden llegar a s er
una enfermedad, como indican des tacados
inves tigadores . El ps iquiatra y s exólogo Walter
Ghedin s e refiere al “s índrome de Otelo” como un
delirio mediante el cual una pers ona es tá firmemente
convencida de que s u pareja le es infiel. ¿Sería es te el
problema de Alejandro?
“La pers ona es tá obs es ionada con la idea de la
infidelidad y mues tra una s erie de conductas que s e
manifies tan tratando de bus car pruebas que lo
demues tren, por ejemplo, entrando en el ordenador o
mirando el teléfono móvil de s u pareja. También
puede mos trars e violenta o humillar al otro (…)
Cuando s e llega al extremo del homicidio es que
exis te otro tipo de pers onalidad patológica de bas e,
como la paranoia o un delirio celotípico”, dijo el
experto argentino a la BBC.
Ghedin cons idera que los celos no s on
neces ariamente patológicos , pero forman parte del
capital de emociones de toda pers ona. “Se
cons ideran s íntomas de un tras torno ps iquiátrico s
olo cuando dominan al s ujeto e interfieren
notoriamente en s u vida de relación y en el res to de s
us ocupaciones ”.
Siempre me pregunto: ¿s e habría evitado el trágico
des enlace entre Alejandro y Martha s i él hubies e s
ido una pers ona emocionalmente alfabetizada? La s
alud mental s uele s er la primera víctima del mal
manejo de nues tras emociones ; pero todo el cuerpo
—incluyendo los órganos — es capaz de reaccionar
ante las complejidades relacionadas con la alegría, la
felicidad, la ira, el miedo, la tris teza y la alegría.
Según datos
de la
Organización
Mundial de la
Salud, en torno
a ciento
cincuenta
millones de
pers onas
padecen es
quizofrenia
en el mundo.
Otras es tadís
ticas del
organis mo
indican que más de noventa millones s ufren
tras tornos derivados del cons umo de alcohol o
drogas , y unas ochocientas mil s e s uicidan cada año.
Toda preocupación es poca frente a tal es cenario.
Para el Colegio Oficial de Ps icólogos de Madrid
(COPM), los s eres humanos podemos s entir agobio,
ans iedad y tris teza ante grandes problemas como los
económicos y los divorcios , y ante los “es tres ores
cotidianos ”, léas e s obrecarga familiar, dis cus iones y
exámenes , entre otros . En es tos complejos
es cenarios , nues tro cuerpo reacciona y s e produce la
“res pues ta de es trés ”, que a la larga puede caus ar
alteraciones como herpes , problemas intes tinales ,
cefaleas y res friados , y malos hábitos como fumar,
beber o dejar de hacer ejercicio. No obs tante, s egún
el COPM, “no s on los acontecimientos es tres antes
en s í los que nos producen problemas , s ino la
valoración y el afrontamiento que hacemos de ellos .
No todas las pers onas s e toman igual lo que les s
ucede”.
Un es tudio médico elaborado por el hos pital Sant
Joan de Déu, as egura que la emoción es un motor
que todos llevamos dentro. “Una energía codificada
en ciertos circuitos neuronales localizados en zonas
profundas de nues tro cerebro que nos mueve y nos
empuja ‘a vivir’, a querer es tar vivos en interacción
cons tante con el mundo y con nos otros mis mos ”.
La chispa de Dios
Mientras es cribía es te libro s upe de la muerte del
doctor Wayne Dyer, un gurú de la trans formación
pers onal, la es piritualidad y autor de libros bes t s
ellers impres cindibles . Dyer, como ya mencioné
anteriormente, fue un convencido del poder de las
emociones . En 2009 anunció que padecía leucemia y,
años más tarde, que s e había curado. Según dijo,
bas ó s u recuperación en “cambiar nues tro concepto
de nos otros mis mos ”. Dice que abandonó cualquier
pens amiento limitante, al es tilo de “es toy deprimido”,
“me s iento débil” o “es toy enfermo”. En lo s uces ivo, s
us mantras fueron: “Es toy bien, s oy s alud perfecta, s
oy s alud divina, s oy s anación, s oy feliz”.
Dyer decía que había una “chis pa de Dios ”
dentro de cada pers ona.
Más allá del res ultado final y de las controvers ias
al res pecto, es indis cutible que un adecuado manejo
de las emociones puede hacer la diferencia en el
trans curs o de una enfermedad. No polemizo aquí s
obre s i el gran Wayne Dyer s e curó por s u actitud
emocional frente a la leucemia. No me corres ponde,
porque no s oy médico, ni dis pongo de todos los
datos del cas o. Simplemente hablo de actitudes ante
la vida, de procedimientos para elevar la autoes tima y
de que aprovechemos cada minuto de nues tra
valios a exis tencia.

El cáncer es una enfermedad des garradora, tanto


para los afectados como para s us familiares . Muchas
veces , s u tratamiento requiere técnicas muy
agres ivas , que caus an dolores s everos , daños
colaterales y has ta depres ión. Por ello, las
organizaciones médicas valoran en alto grado el
dominio de las emociones , para ayudar a los
enfermos a s obreponers e ante los tratamientos . Es
un magnífico ejemplo de inteligencia emocional para s
olucionar problemas por los que cualquier s er
humano puede trans itar.
El Dr. Eddie Armas , eminente médico y un s er
humano admirable, cons idera que es lógico que los
enfermos de cáncer s e preocupen por el futuro. “A
muchos les preocupa la forma en que s e ven y s e s
ienten, y que el cáncer pueda regres ar, pero s aber
qué es perar des pués del tratamiento, puede ayudar a
los s obrevivientes y a s us familias a programar el
s eguimiento, hacer cambios en s u es tilo de vida,
mantener la es peranza y tomar decis iones ”, me
explica el doctor.
Des pués del tratamiento, lo más importante es
cambiar el es tilo de vida y la alimentación. El Dr.
Armas recomienda a s us pacientes cons umir
alimentos adecuados para una buena s alud,
enfatizando en aquellos que provienen de fuentes
vegetales . Pero, además , mantener una vida activa,
con ejercicios fís icos por lo menos tres veces por s
emana. Caminar, nadar o montar bicicleta, para
mejorar el es tado de ánimo y reducir la ans iedad y la
depres ión tras el tratamiento. Es decir, una mezcla de
cons ejos es trictamente médicos y nutricionales con
otros emocionales , referidos al es píritu, al control de
los es tados de ánimo. Más adelante res eñaré toda mi
convers ación con Eddie Armas .
Rogelia Perea Ques ada, en s u libro Promoción y
educación para la salud, ins is te en que las
emociones s on fundamentales para el es tado de la s
alud, bienes tar y calidad de vida de las pers onas ,
incidiendo en la aparición y alteración de la
enfermedad y en la recuperación de la mis ma.
Para la As ociación Es pañola contra el Cáncer
(AECC), una emoción es un proces o que s e activa
cuando el organis mo detecta algún peligro, amenaza
o des equilibrio, con el fin de poner en marcha los
recurs os a s u alcance para controlar la s ituación.
Mejor res umido, impos ible. La organización recuerda
que las emociones o s entimientos s on parte de
nues tra vida y nos proporcionan energía para
res olver un problema o realizar una actividad nueva.
“En definitiva, actúan como res ortes que nos
impuls an a actuar para cons eguir nues tros des eos y s
atis facer nues tras neces idades ”. Es evidente la
importancia de las emociones en es te campo.
En cuanto a la relación entre emoción y s alud,
Beatriz García, Enrique Jurado y Adelina Ruano
afirman que reacciones emocionales des agradables ,
tales como ans iedad, ira, tris teza o depres ión,
pres entan correlatos fis iológicos : “Son el res ultado
de complejos mecanis mos que, bajo la influencia del s
is tema nervios o, afectan a las s ecreciones
glandulares , los órganos , los tejidos , los mús culos y
la s angre, ocas ionando tras tornos cardiovas culares ,
diges tivos y los derivados de un mal funcionamiento
del s is tema inmunológico”. Ellos as eguran que la
inteligencia emocional tiene implicaciones en nues tra
manera de afrontar muchos de los problemas
cotidianos con que nos encontramos .
Cuerpo y mente: una unión para siempre
La ira es una emoción des tructiva para la s alud
mental, s egún des tacados es pecialis tas . Por ejemplo,
el maes tro Deepak Chopra as egura que la ira arruina
relaciones , intimida a los compañeros de trabajo y
genera s entimientos negativos .
Sin embargo, nos dice Chopra, llega el momento
en que muchas pers onas enojadas entienden que
deben cambiar de táctica. “Comienzan a ver lo
negativo que el enojo es en realidad. Cuando s e le
compara con s u s upues ta utilidad, enojars e res ulta
exagerado, poco práctico y nada s aludable. Es
exagerado porque tu enojo no hace que los demás
cambien, s in importar qué tanto creas que deben
hacerlo. Es poco práctico porque la ira de una
pers ona es diminuta en comparación con los males y
las injus ticias del mundo. No es s aludable porque el
males tar que s ientes des pués de un es tado de es trés
es dañino para cada célula de tu cuerpo”. Una clas e
magis tral.
Chopra, además , propone que te hagas una s erie
de preguntas : ¿es tás enojado? ¿Qué tanto depende
tu enojo de ti mis mo? ¿Te has pues to a analizarlo y lo
has vis to como la emoción negativa que es ? El
maes tro dice que los ps icólogos acons ejan que
evalúes el nivel y tomes las medidas pertinentes para
lidiar con los problemas que s e pres enten. “Pero la
terapia para el manejo del enojo parece s ervir de
poco; te ens eña a es tar más cons ciente de tu enojo,
pero no es útil cuando es te decide es tallar. Se trata
de una fuerza demas iado primaria para vencerla con
control racional”.
Chopra as egura que las tradiciones de s abiduría
del mundo “adoptan una táctica dis tinta” y nos
ens eñan dos cos as importantes : “Tu enojo
únicamente tiene que ver contigo. Nunca lo
enfrentarás s ino has ta que vayas hacia adentro para
analizarte”. Y que una vez que vayas hacia tu interior,
verás que el enojo no es parte de tu verdadero yo.
“Sé tu verdadero yo y s e res olverá el enojo”.
Para hallar otras opiniones s obre el tema, hablé
con el Dr. Eddie Armas , en una s es ión de trabajo
únicamente dedicada a la s alud y las emociones . Me
fui a s u cons ulta, en la ciudad de Miami, donde
atiende a centenares de pers onas , incluyendo a
varias celebridades . Armas ejerce la medicina des de
hace muchos años y admite s u interés por las
llamadas “enfermedades ps íquico-s omáticas ”, es
decir, las que pres entan una parte ps íquica o mental,
y otra orgánica.
La lis ta de enfermedades matizadas por las
emociones depara otras s orpres as . La irritabilidad, el
enojo o la ira afectan directamente al hígado, explica
el doctor. “Hay un dicho muy s impático, que decía mi
abuelita: que cuando uno es taba dis gus tado, no
debía comer, porque nos afectaba. Y realmente es as í,
porque el hígado s ecreta algunas enzimas que
ayudan a la diges tión. Si es tamos muy bravos o muy
tris tes , deberíamos es perar y comer cuando es temos
más relajados o contentos , cuando hayamos s
olucionado los problemas ”.
En medio del interes ante diálogo, Eddie me
pres enta a una amiga que accedió a contarnos s u
cas o. Melis s a, llamémos le as í, fue intervenida hace
unos años del bazo. Ella vivía “en modo iracundo”,
prácticamente todo el día. Según s u tes timonio,
es taba permanentemente ins talada en la angus tia, la
ira y la amargura. Más allá de las caus as médicas ,
que las había, el doctor cree que es tos s on
pens amientos negativos que inciden directamente en
el cuerpo, y uno de los órganos más afectados es el
bazo: “Son cos as que realmente nos atormentan.
Tenemos que s acar es tos pens amientos negativos ,
porque actúan directamente s obre las
enfermedades ”.
Y en un punto
importante, Melis s a
reconoce los cons ejos del
Dr. Armas , para ahora y
para s iempre. “Me advirtió
de que es e genio, es a ira
gratuita, me podían convertir
en una pers ona deprimida.
No fue fácil aprender a s
entir, s oltar y s onreír. A
veces , mantener el rencor
dentro nos afecta a nos otros
mis mos , y no a la pers ona
a la que le tenemos
rencor u odio”.
Entonces as iento con la cabeza y s onrío, porque
s iempre queda demos trada la importancia del perdón,
como una forma de exorcis mo pers onal. “Hay que
tratar de vivir felices , de perdonar las cos as malas del
pas ado. No podemos vivir ciegamente con el pas ado,
porque es to afecta directamente nues tra s alud”,
remata Eddie.
No s é por qué, pero entonces me vino a la mente
el peligro que repres enta s alir a la calle, tomar el
automóvil o manejar una maquinaria en medio de una
cris is de ira o dis gus to. Y Eddie apuntala la idea
recordando un cas o con es as caracterís ticas . “A
veces , cuando tenemos un s us to, una conmoción,
una caída o un accidente automovilís tico, s e afectan
directamente los riñones y el corazón. Debemos tener s
iempre mucho cuidado con es tas emociones , que
inciden en nues tro s is tema orgánico”.
En es te s entido, el doctor Chopra recuerda que
hace tan s olo unas décadas , la medicina
convencional cons ideraba al cuerpo humano como
una máquina, cuyas partes quebrarían y enfermarían,
inevitablemente, has ta que ya no fuera pos ible
repararla.

1 1
Hay que tratar
de vivir felices,
de perdonar las cosas malas

del pasado. No podemos

vivir ciegamente con el

pasado, porque esto


afecta directamente
nuestra salud.

“La inves tigación científica actual es tá llegando a


una comprens ión radicalmente diferente: mientras el
cuerpo humano aparentemente es tá cons tituido por
materia, en realidad es un campo de energía e
inteligencia conectado a la mente. Ahora s abemos
que lo que era cons iderado como una experiencia
‘normal’ de envejecimiento —un des cens o
progres ivo hacia la incapacidad fís ica y mental— es
en gran parte una res pues ta condicionada. La mente
influye en cada célula del cuerpo y, por cons iguiente,
el envejecimiento es fluido y cambiante. Puede
acelerars e, retardars e e inclus o revertirs e a s í mis mo”,
explica.
Deepak cree que al tomar decis iones cons cientes
en nues tro comportamiento y aquello en lo que
enfocamos la atención, podemos trans formar las
experiencias de nues tro cuerpo para dis minuir la
edad biológica. Para ello propone caminos prácticos
para conectar con nues tra res erva interna de energía
ilimitada, creatividad, vitalidad y amor.
Eddie Armas aporta s u vis ión al res pecto, a partir
de que s iempre ha compartido es a dualidad con s us
pacientes , con muy buenos res ultados . “A veces
pens amos que la s alud es no tener enfermedades .
Según la OMS, la s alud es un es tado de completo
bienes tar, ya s ea fís ico, mental o s ocial, y no
s olamente la aus encia de algunas enfermedades o
afecciones orgánicas . Teniendo en cuenta es to, los
médicos debemos s iempre ver la parte mental unida a
la parte orgánica”, explica.
¿Nues tras emociones pueden beneficiar o
perjudicar a las enfermedades que es tamos
atraves ando?, inquiero. “Exis te una conexión muy
fuerte, indes tructible y muy directa entre el cuerpo y
la mente. Siempre hemos hablado de las
enfermedades ps icos omáticas , pero muchas veces
no hablamos realmente de qué s on”.
Lo primero, ins is te el doctor, es entender y
aceptar la unión ins eparable entre cuerpo y mente.
Las emociones s iempre tienen una res pues ta en
nues tro organis mo, y un ejemplo es la tris teza. “A
veces , la tris teza, cuando aparece por un dis gus to
pers onal, familiar o laboral, nos afecta directamente.
A muchos nos da gripe y algunas manifes taciones
pulmonares … O s ea, s e refleja en el s is tema
res piratorio y en el corazón. A veces , cuando s
entimos tris teza, nos tocamos el pecho y decimos :
‘¡Ay, s iento como un males tar, una tris teza en mi
corazón!’. Y, por s upues to, la tris teza es una de las
emociones más fuertes ”.
Mientras me ens eña s u extens a biblioteca, Armas
menciona otra emoción potente: el miedo. “Cuando
tenemos miedo por un trabajo nuevo o por una
enfermedad, y es tamos pendientes y temeros os , es to s
e as ocia directamente con los riñones . Inclus o,
muchas veces un niño, por miedo hacia alguien que
lo maltrata, puede s ufrir una relajación de es fínteres y s
e hace pipí… Son cos as que es tán manifes tadas por es
tas emociones ”.
Oda a la alegría
Hacemos una paus a para el café, en una terraza con
vis tas al ajetreo de la ciudad. Un grupo de turis tas
jóvenes (al parecer mexicanos , a juzgar por s us
banderas ) s e dis pone a tomar un autobús . Por más
que corren, no llegan a tiempo y terminan lanzándos e a
la hierba a pura carcajada. ¿Los vis te?, pregunto al Dr.
Armas . Mira cómo s e ríen de s us problemas …
¡Qué maravillos a manera de calmars e! Si no puedes
controlar algo, reír y aceptarlo es mejor que dar un
puñetazo en la pared. Piens o que s ucede igual en los
temas de s alud.
“Es la alegría, Is mael. Siempre digo a mis
pacientes que es algo que jamás debe faltar para
enfrentar la vida. Podemos padecer problemas de
s alud, pers onales o económicos , pero
definitivamente debemos s onreír, tratar de bus car
una s olución a es tos problemas , porque realmente la
alegría nos beneficia. Es como un báls amo para
nues tro corazón, para nues tros s entimientos ; mejora
muchas enfermedades . Cuando tenemos alguna
enfermedad, pero s omos alegres , s abemos que nos
vamos a curar, que vamos a hacer cambios en
nues tra vida. Logramos realmente mejorar nues tro
es tado de s alud con es a s onris a, con es a alegría que
nos nace des de adentro”.
Dejamos la
vis ta, el café y
retornamos a la
biblioteca. Le
pido a Melis s a
que s iga un
poco más con
nos otros ,
porque me
apas ionan las
convers aciones
directas con los
protagonis tas .
Sería bueno
mencionar otros ejemplos , para que las pers onas
entiendan mejor lo que es tamos hablando, s olicito al
anfitrión. “Cuando nos s entimos nervios os o
ans ios os , debido a s ituaciones pers onales , s ociales ,
laborales o s entimentales , automáticamente s e
afectan algunos órganos . Por ejemplo, el es tómago.
A veces , es tamos tris tes y padecemos malas
diges tiones . Podemos tener diarreas , cons tipación,
es treñimiento, males tar abdominal, dolor de cabeza,
náus eas y vómitos … Todo es to, definitivamente,
debíamos evitarlo”.
Con es ta explicación me viene a la mente un
artículo de la profes ora Es ther García Navarro s obre
los beneficios de las emociones pos itivas en
s ituaciones de enfermedad. Algunos s on:

• Dis minución del dolor

• Reducción de la pres ión s anguínea


• Dis minución de los niveles de adrenalina
as ociados a la ans iedad

• Promoción de la calma

• Potenciación de las funciones del s is tema


inmunitario

El Dr. Armas es tá bás icamente de acuerdo.


Aprovecho para preguntarle un poco más s obre el
es trés , un fenómeno que nos afecta a todos , y s u
relación con la s alud emocional: “Es tamos
cons tantemente exigiendo muchas
res pons abilidades , porque tenemos fecha para
cumplirlas . El es trés es nues tro enemigo más
poderos o en los tiempos actuales : puede s er caus a
de gas tritis y úlceras gás tricas , diarreas ,
cons tipación, náus eas , dis minución o aumento del
apetito”.
Cuando habla de comida, caigo en cuenta de la
hora. Convers ar con gente inteligente y talentos a, no
tiene precio; parece que el tiempo no trans curre,
aunque el es tómago avis a. Prefiero controlarme y
es perar. De pas o, aprovecho para preguntar al doctor s
obre la ans iedad y los alimentos , en un contexto
emocional. “Muchas pers onas aumentan de pes o por
la ans iedad de comer, es tán tan es tres adas que les da
por comer chocolates , galletas o alimentos que
tienen un contenido calórico exagerado. Es to nos
lleva a malas diges tiones , aumento de pes o, dolores
de cabeza, s ubidas de pres ión, taquicardia,
palpitaciones ; inclus o, en cas os s everos , el es trés
podría producir has ta un infarto de miocardio”.
¿Cómo enfocarlo entonces ? Armas cons idera que s
e ha demos trado que la felicidad, la ris a y el
relajamiento aumentan nues tra s alud y energía,
controlan la hipertens ión y la diabetes , mejoran
nues tras relaciones pers onales , familiares ,
s entimentales y laborales . “Definitivamente, la
alegría, la ris a, mejoran la calidad de nues tras vidas , y
por es o tenemos que luchar s iempre para s olucionar
nues tros problemas , para no ahogarnos , como s e
dice, en un vas o de agua”.
No hay una receta única para cons eguir tales
equilibrios . Es toy de acuerdo con el doctor en que
nunca debemos compararnos con otras pers onas ,
porque s omos únicos e irrepetibles . “Tal vez a mí me
gus ta ir al cine para relajarme, y a ti a la playa. O s ea,
s omos totalmente diferentes , debemos reconocer
nues tros defectos y problemas y tratar de mejorarlos ,
porque todos s omos capaces de mejorar”.
Melis s a, que no s e ha perdido ni un minuto la
dis ertación, interviene nuevamente para recordar la
operación de s u bazo, en una época s in alegrías y
dominada por la ira y la tris teza. Ella no s olo perdió
es e órgano del cuerpo, s ino también al amor de toda
s u vida, porque parte del problema provenía de unos
celos enfermizos .
“Con el tiempo fue que pude vis ualizar todo lo
que había perdido. Es increíble que nos encerremos
as í, en las cuatro paredes de la mente, en medio de
pens amientos tóxicos y emociones negativas .
Porque al final terminamos enfermándonos , como en
mi cas o. Y s i no lo paramos a tiempo, también
contaminamos toda nues tra vida, a nues tros s eres
más queridos ; nos convertimos en la mofeta de la s
ociedad”, explica Melis s a.
Armas le res ponde: “A veces tenemos celos y
nos hacemos una película de que es tá pas ando algo,
y realmente todo es producto de la imaginación.
Debemos erradicar los celos , las envidias , los
miedos . Es algo que debemos s iempre tener pres ente
para una vida mucho más placentera”.
La carga emocional
En los proces os s omáticos u orgánicos , el doctor
pide cons iderar las cues tiones ps íquicas , s ociales ,
familiares y culturales . En s u opinión, todos tenemos
diferentes des cendencias y pens amientos , y por ello
debemos actuar como un ente individual, en función
de cos tumbres , religiones y otros factores .
¿Y qué s ucede cuando bajan nues tras defens as ?
¿También entran en juego las emociones ?, pregunto.
“El es tado de ánimo también puede caus ar
muchos tras tornos inmunológicos . Por ejemplo,
cuando es tamos tris tes o deprimidos , podemos
pres entar con mucha más frecuencia la gripe o el
catarro común. La tris teza y la depres ión nos bajan
las defens as . A veces no nos s entimos bien, es tamos
cans ados , no s abemos lo que pas a y vamos al
médico. Nos hacemos exámenes minucios os , con
res ultados negativos . En res umen, en es e momento,
lo que nos afecta es tá s olo en nues tra mente”, aclara.
Deepak Chopra acude a la meditación —una
herramienta s imple y poderos a— que “nos lleva a un
es tado de relajación profunda que dis uelve la fatiga
y el es trés acumulado que aceleran el proces o de
envejecimiento”. Puedo dar fe de ello, porque he
participado, has ta el momento, en tres retos de
meditación online y gratuitos de 21 días junto al
maes tro. Ycientos de miles de pers onas s e han unido a
nos otros para convertir en hábito la meditación.

“Durante la meditación, la res piración s e vuelve


más lenta, la pres ión arterial y ritmo cardíaco
dis minuyen, al igual que los niveles de la hormona
del es trés . Por s u mis ma naturaleza, la meditación
calma la mente y cuando la mente es tá en un es tado
de conciencia relajada, el cuerpo s e relaja también”,
añade Chopra.
De acuerdo con las inves tigaciones que cita, los
meditadores habituales tienen menor tendencia a la
hipertens ión, enfermedades del corazón, ans iedad y a
otras afecciones relacionadas con el es trés , que
aceleran el proces o de envejecimiento. Además ,
añade, nuevos es tudios han encontrado que la
meditación “res taura” literalmente el cerebro.
En s us cas i treinta años de carrera, el doctor
Armas ha cons tatado entre s us pacientes la es trecha
vinculación entre emociones y s alud. Un ejemplo es
el de As unción, una s eñora muy cercana a él, que
padecía fiebre reumática pero caminaba s in
problemas . Ella recibió una emoción muy fuerte —la
noticia de que s u hijo es taba pres o—, y entonces s e
quedó totalmente dis capacitada. Fue llevada
rápidamente a los mejores neurólogos , s e le hicieron
todos los es tudios radiológicos pos ibles , con alta
tecnología, pero todos los exámenes res ultaron
negativos .
Des pués fue remitida a ps icólogos y ps iquiatras ,
quienes detectaron que s u parális is de s eis mes es s e
produjo, lamentablemente, por s u s ituación mental.
“Se deprimió tanto, s ufrió tanto el efecto de s u hijo
pres o, que s e quedó s in caminar. Inclus o, us aba una s
illa para impedidos fís icos , porque realmente no
podía andar. Des pués de muchos es tudios y terapia
ps icológica, y gracias a Dios , la s eñora volvió a
caminar”.
Propongo otra paus a, y aprovecho para leer al Dr.
Armas fragmentos de otro artículo de Deepak
Chopra. El maes tro de la meditación y también
médico afirma que el ais lamiento y la s oledad crean
las condiciones para un rápido envejecimiento.
“Los ataques del corazón y la tas a de mortalidad s
e incrementan en aquellos hombres que han
enviudado recientemente o que han s ido des pedidos
de s u empleo s in previo avis o. La carga emocional de
los vínculos s ociales es inmens a; s in embargo, en
algunos país es , incluyendo Es tados Unidos , nos
hemos dirigido en la dirección opues ta por décadas ”,
indica.
Para Deepak, la s olución es permanecer
“conectado y abierto a nuevas relaciones a lo largo
de la vida. Res is tirs e al impuls o de permanecer en s
emi-ais lamiento, porque as umes que la s ociedad
es pera es o de ti. La pérdida de amigos o pareja es
una parte inevitable del envejecimiento, y mucha
gente no puede encontrar un reemplazo o carece de
la motivación para ello. Por ‘reemplazo’ no quiero
decir una nueva pareja y familia (aunque es una
pos ibilidad), s ino vínculos emocionales que s
ignifiquen algo para ti y le den s ignificado a tu
exis tencia”. Chopra nos recuerda que “ninguna
cantidad de lectura o de televis ión s us tituye el
contacto humano que abriga el amor y el cuidado”.
El doctor Armas me expone otro ejemplo que
también lo motivó en s u carrera. Entre los
tratamientos que ofrece s u clínica es tá la medicina
antienvejecimiento, para mantener el pes o ideal y
controlar los niveles de vitaminas y antioxidantes .
Una vez, tuvo una paciente muy bella, una mujer
joven de veintitantos años . “En el primer año de
matrimonio, ella s e protegió, us aba anticonceptivos
porque era muy joven. Des pués , comenzó a aumentar
de pes o. Vino a mi oficina y me dijo: ‘Mire, doctor,
es toy muy preocupada. Tengo cuarenta libras de más
en mi cuerpo, me s iento fea. Creo que mi es pos o me
es tá engañando, es toy muy tris te, creo que me voy a s
eparar’. Aunque no es mi es pecialidad, los llamé a los
dos para reunirme y des pués los mandamos a terapia
de familia”.
Le pus o un tratamiento para bajar de pes o. Hacía
cuatro años que no s e cuidaba, había ido inclus o a
médicos para hacers e es tudios , y res ultaba que los
dos eran fértiles . “Una vez me dijo: ‘No, yo no es toy
deprimida, no tengo problemas . Lo único es que me s
iento mal porque es toy gorda, me veo fea’. A los s
eis mes es , tras el tratamiento, la s eñora había
perdido treinta libras . Le hicimos un cambio en el
es tilo de vida, con dietas y ejercicios .
Afortunadamente, s alió embarazada”. El doctor
Armas cons idera que s u obes idad exógena no era
demas iado grande, pero en s u mente, ella mis ma s e
había inhibido, y no lograba tener hijos . “Es toy
convencido de que no había s alido embarazada
porque mentalmente no es taba preparada para ello”,
me dijo.
Armas cree —y concuerdo con él— que la mente
tiene un poder impres ionante s obre nues tras vidas y
enfermedades . Por es o ins is te en mantener un
equilibrio, un es tado de bienes tar fís ico, mental y s
ocial, y no pens ar que s olo hay s alud en aus encia de
enfermedades . En es te momento, no puedo evitar pens
ar en mi querida abuela Annea, que
prácticamente s e des pidió del mundo s in tener una
enfermedad s eria, s olo porque no quería vivir lejos
de s u nieto más cercano.
De mi libreta de apuntes
1. Cuidar el cuerpo, como s oporte material de
nues tra exis tencia, es fundamental para la
s alud; pero también lo es comprender e
identificar las emociones . Acércate a ambos
mundos a la vez, para vivir s aludablemente.
2. Aprender a identificar la magnitud de las
cos as . Unas s on muy importantes y
tras cendentes para nues tro proyecto de vida;
otras , menos . Emocionalmente, te conviene s
aber cuáles s on tus prioridades para llevar
una vida s aludable. A veces es importante
dejar pas ar temas menores , que no nos aportan
nada.
3. Activa las emociones pos itivas para
enfrentar los problemas y circuns tancias de la
vida.
4. Practica la meditación para equilibrar tu
mente, alimentar tu es píritu, enviar energía
s anadora a tu cuerpo y mantener a raya los
pens amientos limitantes . Tu s alud integral lo
agradecerá.
5. Expres a correctamente tus emociones , no te
guardes los s entimientos y aprende a perdonar.
Mantén s ana tu mente.
6. Relaciónate con pers onas que s ean
importantes y pos itivas para ti y organiza
actividades y labores compartidas .
7. Agradece las bendiciones recibidas y
comparte otras con los demás . Recuerda que el
verdadero éxito es el que celebramos con
otros , no en s olitario.
Capítulo IV
Rompiendo ataduras,
mirando al futuro
Practicando la
alfabetización
La diferencia esencial entre emoción y razón es que
la emoción lleva a la acción, mientras que la razón
lleva a conclusiones.
DONALD CALNE

es pués de cons tatar las ens eñanzas que nos


D han dejado clás icos de la filos ofía, expertos en ps
icología y ps iquiatría, pedagogos , médicos ,
ins piradores y otros es tudios os s obre las emociones ,
me gus taría compartir algunos ejercicios , dinámicas y
tes ts dis eñados por pres tigios as ins tituciones y
pers onalidades . Mi recomendación es que los
pongas en práctica para identificar tu s ituación
emocional y bus car s oluciones inmediatas .
4,1
Conócete y mejora aquello que no quieres en tu vida
Fuente: Es trella Flores -Carretero, doctora en
Ps icología.
www.es trellaflores carretero.com
Solo puedes cons eguir aquello que puedes llegar a
imaginar en tu mente. Pero antes , debes s aber algo
de ti. Debes imaginar lo que quieres , los cambios que
pretendes y que tu cerebro pueda poners e en
marcha. Si lo ves y no lo puedes imaginar, para ti no
exis te.
Te s ugiero un ejercicio que te ayudará a
conocerte un poco más , a s aber cómo eres y a
trabajar tus emociones . Podrás s acar una conclus ión
para ti mis mo/a. Tómate tu tiempo.

Analizando tus emociones bás icas :


Puntúa de 1 A 10 en función de la fuerza que crees
que tiene en ti la cotidianidad. Para valorarla, bus ca
en tu cabeza s ituaciones reales vividas . As í s e
ajus tará más a la realidad:

1. Rabia
2. Miedo
3. Advers ión
4. Culpa
5. Tris teza
6. Alegría
7. Curios idad
8. Seguridad

Ordénalas en función de tu valoración:


1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.

Toma una de es as emociones y bus ca en tu


imaginación un recuerdo vivido donde s e dio.
Es críbelo. Des pués imagina y vuelve a es cribir la s
ituación opues ta, pero des de un punto de vis ta
pos itivo.
Ahora cues tiónate:

1. ¿Lo haces de forma intencionada aunque


parezca mecánica?
2. ¿Te has planteado hacerlo de otra manera?
3. ¿Podrías cambiarlo? ¿Cómo?
4. ¿La fuente de es a emoción es tuya o de las
demás pers onas ?
5. ¿Qué alternativas tienes al cambio?
6. ¿Qué dos objetivos te vas a marcar para
cons eguirlo?
7. ¿Cómo imaginas que lo podrías hacer?
8. ¿Sabrás cambiar el “debo” por “quiero”?

Conclus ión pers onal:


4.2
Dos ejercicios para ges tionar las emociones en
niños y adoles centes
Fuente: As ociación Es pañola contra el cáncer.
(www.aecc.es )
1. Des arrollar actividades alternativas : hay muchas
cos as que podemos hacer cuando nos encontramos
ante una emoción intens a. Lo importante es
determinar cuáles de ellas s on las adecuadas para
cada niño y para cada s ituación.
Algunas formas de controlars e:

• Alejarte del lugar

• No volver has ta es tar tranquilo


• Res pirar profundamente

• Pens ar en otra cos a

• Contar has ta diez

• Pas ear

• Hablar con un compañero

• Es cuchar mús ica

• Leer
• Jugar

• Hablar con tus amigos

• Imaginarte que es tás en otro lugar

• Ver la televis ión

• Recordar la letra de una canción

2. Técnica del s emáforo: el objetivo es que el niño


aprenda a as ociar los colores con las emociones y la
conducta. El s emáforo de las emociones :

Rojo: parars e. Cuando s entimos mucha rabia nos


ponemos muy nervios os , queremos gritar y patalear...
¡Alto! Es el momento de detenernos . Es como s i
fueras el conductor de un automóvil que s e
encuentra con el s emáforo con luz roja.
Amarillo: pens ar. Ahora es el momento de parars e a
pens ar. Tenemos que averiguar cuál es el problema y
lo que es tamos s intiendo. Cuando el s emáforo es tá
en naranja, los conductores piens an, bus can s
oluciones y s e preparan para s alir.
Verde: s olucionarlo. Vía libre para los vehículos .
Ahora, es el momento de circular de nuevo. Es la
hora de elegir la mejor s olución y ponerla en marcha.
4.3
Exterior e interior
Fuente: Claes Solborg Peders en, ejercicios
propues tos en el “Informe Fundación Botín 2015:
Educación Emocional y Social. Anális is
Internacional”.

www.fundacionbotin.org/educacion- contenidos
/educacion-emocional-y-s ocial-analis is -
internacional.html)

Cuerpo: pres ta atención s is temáticamente a


todas las partes de tu cuerpo.
Res piración: limítate a obs ervar cómo
res piras . Pres ta atención al proces o de
ins piración-paus a-es piración. Fíjate en cómo el
es tómago cambia de tamaño al ins pirar y
es pirar.
Corazón: ponte la mano en el corazón. Piens a
en alguien a quien tú quieras mucho, como tu
mejor amigo, tus padres , tu hermano o
hermana. Deja que el s entimiento de amor s e
vaya extendiendo por todo tu cuerpo.
Des pués , levántate y empieza a caminar lenta y
tranquilamente alrededor del aula.
Siente tu cuerpo y tu res piración al cruzarte
en s ilencio y uno a uno con tus compañeros .
Mírales a los ojos y as iente brevemente con la
cabeza. Cuando hayas s aludado a todos de
es te modo, s iéntate y es pera a que los demás
hayan terminado.
Conciencia: los niños tienden a quedars e
fas cinados cuando s e les dice: “intenta
obs ervar qué es tá s ucediendo en tu interior.
Des pués , piens a en algo, s iéntelo y s igue es te
pens amiento has ta que des aparezca. Y jus to
entonces , cuando haya des aparecido y
todavía no te haya venido un nuevo
pens amiento a la mente, obs ervarás que s e
crea un pequeño es pacio, tan diminuto, que
cas i no podrás percibirlo. Si te relajas , notarás
que la paus a s e prolonga, s e alarga”. (Las
pers onas adultas s olemos pens ar que no
puede exis tir ningún es pacio entre un
pens amiento y el s iguiente, pero los niños
carecen de tales prejuicios y s implemente
bus carán es e es pacio).
Se precis a valor para s entir las paus as , pues
nues tra cultura nos ens eña que s on s inónimo
de holgazanería; que deberíamos trabajar más ,
es tudiar más , hacer más , terminar más rápido.
Creatividad: haz algo que normalmente s e
cons idere creativo, como dibujar, cantar o
bailar. Dile a tus hijos o a ti mis mo: “¿Te has
fijado en que en es tos momentos es tamos
haciendo algo que nunca habíamos hecho
antes ?”.
4.4
Ejercicio práctico de comprens ión emocional
Fuente: Davide Antognazza. “Informe Fundación
Botín 2015: Educación Emocional y Social. Anális is
Internacional”.
www.fundacionbotin.org/educacion-contenidos /

educacion-emocional-y-s ocial-analis is -

internacional.html)

Dirigido a comprender las emociones , identificar s us


caus as y cómo pueden afectar nues tros
pens amientos . Se propone a los niños la realización
de un s encillo ejercicio: rellenar el s iguiente cuadro
en función de las emociones bás icas , s egún el
criterio de Paul Ekman. Se incluyen las pos ibles
res pues tas , a modo de ejemplo:
¿Qué me
Reacción ha hecho
Emoción
física sentir
esto?

Tristeza Lentitud Pérdida

Felicidad Energía Ganancia

Pérdida Cierta
Ira de control injusticia

Miedo Vacilación Peligro


4.5
¿Quién s oy?
Fuente: Entidad capacitadora Gerza.
www.gerza.com

Eres mucho más que un nombre, un s exo, un oficio,


una profes ión, una etiqueta. Hazte es ta pregunta y
es cucha, obs erva lo que s ientes . ¿Quién eres ?
El cues tionario s e contes ta de forma individual.

¿Quién s oy?

• Soy Me identifico con

• Si pudiera pedir un des eo, s ería:


• Me s iento feliz cuando:

• Me s iento tris te cuando:

• Me enojo cuando:

• Me s iento muy importante cuando:

• Una pregunta que tengo s obre la vida es :

• La fantas ía que más me gus taría tener es :


• Un pens amiento que aún s igo teniendo es :
• Cuando me enojo, me s iento:

• Cuando es toy tris te, me s iento:

• Cuando tengo miedo, me s iento:

• Me da miedo cuando:

• Algo que quiero, pero que me da miedo pedir es :

• Me s iento valiente cuando:


• Me s entí valiente cuando:
• Amo a:

• Me veo a mí mis mo(a) como:

• Algo que hago bien es :

• Es toy preocupado(a) por:

• Más que nada me gus taría:

• Si fuera anciano(a):
• Si fuera niño(a):
• Lo mejor de s er yo es :

Ahora podrás es cribir un breve párrafo s obre


¿quién s oy?
4.6
¿Qué tan feliz es tu familia?
Fuente: Tamara Lechner, The Chopra Center.
(www.choprameditacion.com)

Si tu rutina implica que tu familia corra de la es cuela a


las clas es de baile, de ahí al fútbol y por último a
dormir, s in tiempo s uficiente para conectar, s entirs e
en equilibrio o divertirs e, es momento de cambiar. El
primer pas o para aumentar la felicidad es ver más allá
de los patrones acos tumbrados y as í darte cuenta de
que puede haber mejores maneras de hacer las cos as .
En ocas iones , el s olo hecho de terminar todas las
actividades del día nos hace s entir exitos os . Sin
embargo, el éxito no debería medirs e a partir de las
tareas realizadas . Lo que debería impuls arte es qué
tan feliz te s ientes cuando has cumplido con es as
tareas .
El tes t es tá dis eñado para que puedas ver con
claridad dónde bus car el equilibrio que tú y tu familia
neces itan, de manera que puedan hacerle es pacio a
mayor alegría en s us vidas . Contes ta “fals o” o
“verdadero” a los enunciados de cada s ección para
des cubrir las áreas de tu vida a las que les haría bien
un cambio.

a) Alegría
Si contes tas te más veces “verdadero” que “fals o”
en la s ección uno, es tás en el camino correcto hacia
una familia equilibrada. Para s eguir avanzando,
puedes promover las convers aciones abiertas entre
los miembros de la familia s obre las cos as que los
afectan a todos . Pregúntales qué les gus taría que
incluyera el menú, adónde des earían ir de vacaciones y
cómo les gus taría pas ar el tiempo libre.
Si obtuvis te 50/50 en es ta s ección, vas por buen
camino, pero hay margen para mejorar. Tómate un
rato para organizar los horarios de todos y dale
prioridad a poder pas ar más tiempo juntos .
Si la mayoría de tus res pues tas fueron “fals o”,
elige una prioridad y trabaja en ella. Si no pas an s
uficiente tiempo juntos , puedes planear noches de
juegos en familia entre s emana o caminatas familiares
durante los fines de s emana. Si requieres trabajar en
la organización, s aca un calendario y anota las
actividades s emanales para que todos s epan qué
es perar.

b) Salud

• Mis hijos hacen ejercicio/practican algún


deporte diario

• Mi pareja hace ejercicio todos los días

• Yo me ejercito con regularidad

• Cocinamos en cas a con más frecuencia de


lo que comemos fuera
• No compramos alimentos precocinados

• Seguimos una dieta intencionalmente


nutritiva

• Los refres cos de dieta no s on parte de


nues tra lis ta de compras

Si la mayoría de tus res pues tas s on “verdadero”,


tú y tu familia es tán cumpliendo el objetivo de la s
alud fís ica. Verifica s iempre que ningún miembro de la
familia es té bajo demas iada pres ión. Mantener la
felicidad requiere equilibrio.
Si obtuvis te 50/50 en es ta s ección, quizá debas
convertirte en es pía de la s alud. Muchas mamás dan
prioridad a la s alud de s us hijos y s e olvidan de la
propia. Otras utilizan las pantallas como niñera o
recurren a la comida rápida como una manera de lidiar
con la s obrecarga de actividades .
Si contes tas te más “fals o” en es ta s ección, a tu
familia le vendría bien cambiar de hábitos de s alud.
Ejercitars e con regularidad y s eguir cos tumbres y
rutinas alimenticias s aludables es importante para el
bienes tar general, lo que tiene un impacto directo s
obre el ánimo y la res is tencia emocional.
Repas a los res ultados del tes t y utiliza tus
res pues tas como una guía para los pas os que
tomarás .
Si neces itas mejorar todas las áreas , comienza hoy
mis mo dando prioridad a la felicidad.
EPÍLOGO
ti, querido lector/a, van mis primeros
A agradecimientos por haber llegado has ta aquí.
Debo advertir que es te no es el final, s ino
pos iblemente el principio de un proces o de
aprendizaje que dura toda la vida.
Admito que es cribí es te libro, porque en los
últimos veinticinco años he evolucionado has ta
alcanzar una trans formación pers onal y profes ional
acelerada y exponencial. Y cuando analicé mis
hábitos , creencias y es tudios profes ionales , reparé
en que s entí demas iados miedos y creencias
limitantes en mis primeros años , porque la mayoría
no hemos contado con un s is tema de educación que
incluya en s u currículum la inteligencia emocional. Y
que además nos ens eñara a actuar, teniendo en
cuenta diferentes formas de pens amiento para vivir
realmente a pleno, y no frus trados o en modo
reactivo.
Literalmente, es cribí
es tas páginas porque
s iento que durante muchos
años fui un analfabeto
emocional. Ninguna
ins titución, gobierno u
ONG realmente me ayudó a
des pertar en los temas de
conciencia emocional.
Entonces , muchas veces
me pregunté: ¿por qué
es toy deprimido?, ¿por qué
es toy tris te?, ¿por qué
reacciono con tanta
violencia a la violencia?,
¿por qué mis emociones y reacciones es tán a merced
de lo que los demás me lancen?
Me tocó cons truir una his toria de s alvación
pers onal, debido a la herencia familiar que ya he
mencionado anteriormente. Queriendo s alvar mi
mente, realmente s alvé mi des tino. Edifiqué la vida
que nunca pens é tener, porque no s abía que los s
eres humanos s omos capaces , a través del
pens amiento y la gerencia emocional, de ir
trans formando las circuns tancias , por muy negativas
que parezcan. Tenemos la capacidad de colocar un
pens amiento reflexivo o global, como aprendí de
John C. Maxwell. Luego tuve el placer de poner en
práctica mis conocimientos en el curs o “11 s ecretos
para trans formar patrones de pens amiento”, que
des arrollé junto al maes tro a través de
CalaMaxwell.com.
Antes mi vis ión era de luz corta.
Al es cribir es te libro s entí prácticamente lo mis mo
que con El poder de escuchar. Fue un proces o de
catars is para compartir con otros , para afirmar: “no te
quejes más ”. E, inclus o, decir: “s i es tás invirtiendo
dinero en tu educación, analiza dónde lo es tas
poniendo, porque quizá no neces ites otro pos tgrado
técnico más de tu es pecialización. A lo mejor, invertir
en las habilidades blandas relacionadas con la
comunicación y la gerencia emocional, te va a abrir
muchís imas más puertas y caminos ”.
Es te proyecto nació de una neces idad propia,
porque quería poner en orden una s erie de
conceptos , fuentes bibliográficas y opiniones de
líderes muy importantes en mi crecimiento pers onal.
He querido tras ladar es ta valios a información a todas
las pers onas que en los últimos años han empezado
a conocerme a través de mis publicaciones , pero
también a las que antes me han s eguido por
televis ión.
Es cribí es te libro para continuar aprendiendo,
pero también para añadir valor a mis lectores .
Finalizarlo me ha res ultado vital para es calar a otro
nivel, me ha invitado a pens ar en los próximos
objetivos que des eo conquis tar.
También lo es cribí porque es parte de mi filos ofía:
he creado el método CALA de vida, que s ignifica: C,
de cons tante; A, de aprendizaje; L, de liderazgo; y, A
acción. El método CALA de vida repres enta un
“cons tante aprendizaje para el liderazgo en acción”.
Es pero que cada palabra de es tas páginas te haya
ayudado en el largo camino para dejar atrás el
analfabetis mo emocional, para s alir del rebaño y
tomar tus propias decis iones . También des eo que
haya s ido útil a quienes aún cons ideran que s us
des tinos ya es tán es critos y que no pueden hacer
nada más por redis eñar s us vidas .
En es tas páginas , con gran res peto y s eriedad, he
ins is tido en los llamados “parás itos de la fe”, que s
on pers onas muy co-dependientes de Dios .
Algunos van a la igles ia a pedir a Dios que haga
milagros , s in entender que Dios nos concedió
elementos tras cendentales , como la fuerza de
voluntad, el libre albedrío y la intuición, para que
s ean nues tras brújulas y cada cual des arrolle s u
crecimiento interior.
Des cubrir nues tras emociones es una ciencia que
también tiene mucho de magia. Entre más uno cultiva
la inteligencia emocional, más des arrolla s u propia
confianza y trans parencia, s obre la bas e de una
intuición innata. Y muchas pers onas han cometido el
error de erradicar s u propia intuición, pues no la han
cultivado. Se han negado a es cuchar s u voz interior,
entre tanto ruido mental y creencias adquiridas y
es cuchadas de otros , y entre condicionamientos s
ociales que han roto s u verdadera identidad y
libertad.
Entonces , dedicarme a es te libro ha s ido una
es pecie de canto a la libertad pers onal. A la
verdadera libertad del s er humano, que es s u
capacidad de elegir s u actitud frente a todo lo que le
va a s uceder en la vida, frente a cues tiones que no
podemos adivinar.
De niño y adoles cente s iempre tuve tendencia a la
depres ión, a ver contínuamente lo peor en cada
es cenario. Por es o creo firmemente en la
trans formación pers onal. No nací genéticamente
predes tinado a la alegría y al optimis mo, pero mi
meta, para no s er un analfabeto emocional, cons is tió
en bus car en la ciencia y en expertos de la ps icología
pos itiva, que es la rama que no es tudia a los
enfermos , s ino a la gente s ana.
Con la inves tigación exhaus tiva para es te
proyecto, hemos querido unir dos puntos que
algunas pers onas creen que es tán s eparados : la
ciencia con el des arrollo humano, la es piritualidad de
la creación y la elevación de conciencia. Hemos
combinado lo que en inglés s e denomina
mindfulness, un término al que la gente no teme
porque no menciona la “meditación”. Hay pers onas
que aún incluyen la meditación en una categoría
religios a, cuando no lo es , y confunden
es piritualidad con religión. Es difícil encontrar una
traducción literal de mindfulness en es pañol, pero s í
puede entenders e como elevación de conciencia.
Inves tigando para es te libro nos hemos dado
cuenta de que los científicos , gurús y expertos en
educación y pedagogía ya hablan de mindfulness.
Ahora entienden que nues tros s is temas de
educación primaria deben introducirlo para ens eñar a
los niños a pens ar, a identificar y ges tionar s us
emociones . Y no s olo a enfrentar problemas con una
única s olución, s ino a des arrollar un pens amiento
creativo y reflexivo, y a encontrar otras vías .
Aún nos falta s aber muchís imo s obre es tos
temas . Por ello s eguiremos inves tigando y pronto
pondremos a tu dis pos ición un nuevo libro, El líder
emocional. Para s u es critura me bas aré en la
experiencia propia como facilitador, comunicador,
entrevis tador, conferencis ta; en todos mis
intercambios con pers onas que hacen la diferencia
con s u liderazgo.
Todo líder
emocional debe
s er parte de una
generación de
conciencia. No
s olo de un
cambio con
propós itos
políticos o
económicos , s
ino de una
generación que
contribuya a
trans formar el des tino de la humanidad. Solo una
vis ión as í evitará que colaps emos como s ociedad y
que nos aniquilemos los unos a los otros .
Es pero haber aportado aunque s ea un granito de
arena en tu realidad como s er emocional. Es ta
his toria apenas comienza a es cribirs e. Ya eres parte
de la mis ma y tienes derecho a protagonizarla, des de
el autoconocimiento, la s uperación pers onal y la
trans formación.

Con todas mis mejores


emociones, te digo:
¡gracias,
gracias,
nr~ri~rl
6' ª"''ª"¡
Agradecimientos
Quiero enviar un mens aje de infinita gratitud, allá
donde es tén, a mis maes tros y profes ores ; a mi
familia, por inculcarme des de pequeño los mejores
valores humanos , a pes ar de los graves problemas
que enfrentábamos . A los amigos y compañeros que
me han acompañado en los buenos y los malos
momentos de la vida. A V&R Editoras , por entender
que el tema de la inteligencia emocional merece la
pena abordars e, ahora y s iempre. A CNN en Es pañol
y a todo el equipo de Cala Enterpris es Corporation.
Para la inves tigación y redacción de es te libro
conté, como s iempre, con el talento y el compromis o
de muchos de nues tros profes ionales en la Dirección
de Contenidos Creativos de Cala Enterpris es . Sin
ellos no pudiera ni s iquiera llegar a acometer la tarea
de emprender y multiplicar, potenciar, mejorar mis
ideas . Gracias Michel D. Suárez, Els a Tadea y Bruno
Torres Sr., por haber dedicado energía, tiempo y,
s obre todo, compromis o con la excelencia de
aglutinar lo más útil, relevante y tras cendente s obre
inteligencia emocional, dentro de un inagotable
manantial de fuentes de donde beber.
También agradezco es pecialmente a las s iguientes
ins tituciones y pers onalidades que han es tudiado,
inves tigado y pues to en práctica s us experiencias en
materia de inteligencia emocional. El conocimiento
colectivo es uno de los mayores bienes de la
humanidad. ¡Gracias por compartirlo y contribuir a un
mundo mejor!
Daniel Goleman
Fundación Botín
Eduard Puns et
Proyecto Univers o de Emociones As
ociación Es pañola contra el Cáncer
Eddie Armas M.D.
Deepak Chopra M.D. y The Chopra Center
Gerza
Colegio Oficial de Ps icólogos de Madrid
Red Educativa Tiching.com
Univers idad Aalto Hos
pital Sant Joan de Déu Es
trella Flores -Carretero
Collaborative for Academic, Social and Emotional
Learning (CASEL)
TED
Pilar Sordo
Alejandro Cas tro Santander
Edición: Cris tina Alemany
Colaboración editorial: Carolina Genoves e
Coordinación de dis eño: Marianela Acuña
Dis eño: Daniela Coduto
Armado de ebook: Tomas Caramella
Ilus traciones : Celes te Aires
© 2016 Is mael Cala
© 2016 V&R Editoras • www.vreditoras .com
Todos los derechos res ervados . Prohibidos , dentro
de los límites es tablecidos
por la ley, la reproducción total o parcial de es ta obra,
el almacenamiento
o trans mis ión por medios electrónicos o mecánicos ,
las fotocopias o cualquier
otra forma de ces ión de la mis ma, s in previa
autorización es crita de las editoras .
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e-mail: editoras @vergarariba.com.mx
ISBN: 978-987-747-100-7
Marzo de 2016

Cala, Is mael
El analfabeto emocional / Is mael Cala ;
ilus trado por Celes te Aires .
- 1a ed . - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : V&R, 2016.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: des carga y online
ISBN 978-987-747-100-7
1. Autoayuda. 2. Superación Pers onal.
I. Aires , Celes te, ilus . II. Título. CDD
158.1
Tu opinión es importante
Es críbenos un e-mail a miopinion@vreditoras .com
con el título de es te libro en el “As unto”.

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