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El método Psicoanalítico de Freud. 1903. Tomo VII.

El método psicoanalítico de Freud proviene del procedimiento catártico del que se informó en 1895 en los
estudios sobre la histeria, escritos en colaboración con Josef Breuer.

La terapia catártica fue un descubrimiento de Breuer, y a raíz de la incitación hacia Freud, este retomo
después el procedimiento y lo puso a prueba en un número mayor de enfermos.

Este procedimiento tenía por condición que el paciente fuera susceptible de hipnosis y se basaba en una
ampliación de la conciencia que sobreviene en ese estado. Su objetivo era eliminar los síntomas patológicos
haciendo retroceder al paciente hasta el estado psíquico en que el síntoma se había presentado por primera vez.
Con lo que emergían recuerdos, pensamientos e impulsos hasta entonces ausentes en su conciencia.

Al comunicar al médico sobre los procesos anímicos suyos, el síntoma quedaba superado y no retornaba jamás.

Ambos autores afirmaban que el síntoma remplazaba a unos procesos psíquicos sofocados que no llegaban
hasta la conciencia, es decir, figuraba una trasmudación (conversión) de esos procesos.

Su eficiencia terapéutica, explicaban, era el resultado de la descarga del afecto adherido a las acciones anímicas
sofocadas, que hasta entonces se encontraba estrangulado (abreaccion)

Luego se vio que en la génesis del síntoma no participaba una impresión traumática única, sino casi siempre una
serie de ellas, difícil de abarcar.

El carácter principal del método catártico, reside en que no transfiere la eficacia terapéutica a una
prohibición impartida por el medico mediante sugestión. Más bien esperaba que los síntomas desaparecieran por si
solos hecha la intervención médica, que se basaba en lograr que unos procesos anímicos pasen a un circuito
diferente del que desemboco en la formación del síntoma.

Este método, catártico, había renunciado ya a la sugestión, y Freud emprendió el segundo paso, abandonando la
hipnosis.

A partir de esto Freud invita a sus pacientes a sentarse en un sofá y él toma asiento en una silla detrás,
sustraído de la vista del paciente. No les pide que cierren los ojos y, evitar todo tipo de contacto y cualquier otro
procedimiento que pudiera recordar a la hipnosis. Esta sesión transcurre como una conversación entre dos personas
igualmente alertas.

Por un lado la renuncia a la hipnosis aseguro la aplicabilidad del procedimiento a un número irrestricto de
enfermos. Y por el otro, se perdió la ampliación de la conciencia que había brindado al médico de material psíquico
de recuerdos y representaciones.

Para esa falta, Freud hallo en las ocurrencias de los enfermos un sustituto de esa índole: los pensamientos
involuntarios.

Freud le pedía a sus pacientes, antes de que relaten su historial clínico, que comunicaran todo lo que se les
pase por la cabeza, pensamiento u ocurrencia , por más que los avergüence o resulte penoso. Gracias a esto pudo
recolectar material para hacer las observaciones que pasaron a ser decisivas para toda su concepción.

Freud infirió que las amnesias son el resultado de un proceso que él llama represión y cuyo motivo
individualiza en el sentimiento de displacer. Las fuerzas psíquicas que originan esta represión, cree registrarlas en la
resistencia que se opone a la reproducción.
El factor de la resistencia ha sido uno de los fundamentos de su teoría. Y a las ocurrencias que suelen dejarse
de lado, las considera retoños de los productos psíquicos reprimidos, desfiguraciones de estos últimos provocadas
por la resistencia que se opone a su reproducción. Cuanto mayor la resistencia, mayor la desfiguración.

El valor de esta técnica terapéutica reside en que si se posee un procedimiento que permita avanzar desde
las ocurrencias hasta lo reprimido, desde las desfiguraciones hasta lo desfigurado, también sin recurrir a la hipnosis,
se puede volver asequible a la conciencia lo que antes era inconsciente en la vida anímica.

El objeto de este trabajo interpretativo no solo son las ocurrencias del enfermo, sino también sus sueños, sus
acciones no deliberadas, como carentes de plan ( acciones sintomáticas) y los deslices que comete en las
operaciones de su vida cotidiana.

Un amplio libro sobre la interpretación de los sueños, publicado en 1900 por Freud, se ve como el precursor de esa
introducción a la técnica.

A la hipnosis se le debe reprochar el hecho de que oculta la resistencia, impidiendo al médico penetrar en el
juego de las fuerzas psíquicas. No liquida las resistencias, solo las elude, por lo que proporciona datos incompletos y
resultados efímeros.

La tarea del método psicoanalítico consiste en volver asequible lo inconsciente a la conciencia, lo cual se
logra venciendo las resistencias. Aunque ese estado ideal no se presenta en el ser humano normal, y pocas veces
suele el tratamiento aproximarse a ese punto.

La naturaleza del método psicoanalítico supone indicaciones y contraindicaciones, tanto con relación a las
personas que deben ser tratadas como al cuadro patógeno. La persona que quiera someterse a psicoanálisis debe
llenar algunos requisitos; tiene que ser capaz de un estado psíquico normal (no épocas de confusión o depresión
melancólica), cierto grado de inteligencia natural y de desarrollo ético, la capacidad de deshacer procesos psíquicos
comienza a desfallecer si el paciente ronda el quinto decenio (no posible dominar la masa de material psíquico).

Para un tratamiento eficaz, Freud exige plazos largos, desde medio año hasta tres. Aunque depende la gravedad del
caso.

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