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2018
PRESENTACIÓN
Prever en el centro una mesa con detallitos pequeños, dulces, globos, una
imagen de la Virgen, veladora. Si hay disponible, un micrófono.
Todos en un círculo, sentados en el piso.
El moderador indica: cada uno pasará, tomará un detalle y dará los datos que
él/ella desee (nombre, edad, ocupación, etc.)
Hacer muy amena la presentación.
Actividad por equipo.
Retomando las palabras de San Juan Pablo II, te decimos este día a ti Santísima
Virgen María: Totus Tuus (todo tuyo). Recuerda que María nunca dejará de oír a
sus hijos, ella intercederá por nosotros ante Jesús. Ahora ya lo sabes, quien busca
alcanzar la santidad, busca también a María.
Oración
¡Oh Señora y Madre mía! Con filial cariño vengo a ofrecerte en este día cuanto soy
y cuanto tengo. Mi boca para cantarte, mi voz para bendecirte, mi corazón para
amarte, mi vida para servirte. Acepta, Madre, este don, que te ofrenda mi cariño, y
guárdame como a un niño cerca de tu Corazón. Que nunca sea traidor al amor que
hoy me enajena y que desprecie sin pena los halagos de otro amor. Que, aunque el
dolor me taladre y haga de mí un crucifijo, que yo sepa ser tu hijo y sienta que eres
mi Madre. En la dicha, en la aflicción, en la pena, en la alegría, ¡mírame con
compasión, no me dejes, Madre mía! Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor
es contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Alabanzas a María.
Aquí se presenta lo que trabajaron en la integración de equipos. O si se desea
agregar otros elementos.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a Ti, que sales
al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos también nuestra vida,
nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos
y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad
a Jesucristo, a su Iglesia: No nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos,
para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y
de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de
santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes
y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los Santos
Sacramentos,
Que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones
libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera
paz que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el
Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Delante de Dios.
¡Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra! Venimos
aquí postrados ante tu Santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de
Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia.
Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: "Hijo mío
queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado," cuando radiante
de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras.
Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más
compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te
quedaste en tu imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en
las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras
necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las
amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos
compasivos y no te separes jamás de nosotros.
Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
Presenta una flor cada uno de los participantes en lo que se entona un canto
apropiado.
Compartimos la vida.
En pareja o en equipos les ofrecemos las preguntas, en lo que se pone de fondo
una música instrumental.
¿Qué me motiva participar en esta experiencia?
¿En que ayudara a mi familia, a la Iglesia mi participación?
¿Qué amor o respeto le tenemos hoy a María?
¿Es la primera vez que participo en la antorcha?
La iglesia y la historia.
Sugerencia: representar una escena por día o todos los días, completa. O bien
leer con los personajes correspondientes, con música de fondo etc. Pueden hacerse
equipos que participen por día.
JUAN DIEGO: (viendo hacia los lados) ¿De dónde viene ese canto celestial? ¿O
será que estoy soñando? Si esto es un sueño, es el sueño más dulce que he tenido.
(Ve una figura envuelta en luz y escucha una suave voz)
VIRGEN DE GUADALUPE: Juanito, Juan Dieguito. Hijo mío, Juan Diego, a quien
amo tiernamente, acércate.
(Juan Diego se acerca y se arrodilla)
JUAN DIEGO: Señora, ¡que hermosa eres!
VIRGEN DE GUADALUPE: Juan, el más pequeño de mis hijos. ¿A dónde vas?
JUAN DIEGO: Señora, y niña mía, voy a Tlatelolco, a seguir las cosas divinas que
enseñan los sacerdotes, delegados de nuestro Señor. ¿Quién eres tú?
VIRGEN DE GUADALUPE: Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos,
que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se
vive; del Creador; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija
aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa
pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de
esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí
sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que
mí clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te
envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un
templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído…
Hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo. Ten por seguro que lo
agradeceré y lo pagare porque te haré feliz.
JUAN DIEGO: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de
ti, yo tu humilde siervo.
(Juan Diego sale del escenario)
ESCENA II – EN LA CIUDAD EN EL PALACIO DEL OBISPO
(Juan Diego toca a la puerta del Palacio del Obispo. Un fraile abre la puerta)
JUAN DIEGO: Perdone usted, pero vengo a ver al Obispo.
FRAILE: ¿De qué se trata?
JUAN DIEGO: Traigo un recado que solo a él debo de dar.
FRAILE: Pasa.
(Juan Diego entra al cuarto donde está el obispo. Otros frailes lo acompañan)
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Dime lo que quieres.
JUAN DIEGO: Disculpe, Señor Obispo, me envía la Señora del Cielo, la Santa
Madre de Dios. Esta mañana yo venía rumbo a Tlatelolco, a la Santa Casa de Dios,
cuando vi. de pronto a una señora que estaba de pie y me dijo que me acercara.
Me arrodille delante de ella, y me dijo que viniera a verlo a pedirle que ella desea
que se construya un templo para mostrar en él todo su amor y compasión a todos
los que en ella confían.
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Otra vez vendrás, hijo mío y te oiré más despacio,
lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido.
JUAN DIEGO: Que triste se va a poner mi niña, porque no he logrado que me hagan
caso y recibieran su mensaje. (Sale del palacio del Obispo y camina hacia la cumbre
del cerro. Allí encuentra a la Virgen de Guadalupe. Al verla se arrodilla) Señora, la
más pequeñas de mis hijas, Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu
mandado; aunque con dificultad entré a done es el asiento del prelado; le vi. y
expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con
atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no la tuvo por cierto. Comprendí
perfectamente en la manera que me respondió, que piensa que es quizás invención
mía que Tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya;
por lo cual, te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los
principales, conocido, respetado y estimado le encargues que lleve tu mensaje para
que le crean porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de
tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de
mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro.
VIRGEN DE GUADALUPE: Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son
muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi
mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites
y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío
el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo.
Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad, que tiene que poner
por obra el templo que le pido.
JUAN DIEGO: Entonces iré otra vez a ver al Obispo.
(Juan Diego sale del escenario)
ESCENA III – EN LA CIUDAD EN EL PALACIO DEL OBISPO
(Juan Diego esta frente al Obispo)
JUAN DIEGO: Tata Obispo, estoy aquí otra vez para repetir el mensaje, ya que la
volví a ver a mi Señora en el cerro, y me pidió que regresara con usted con la misma
suplica. Ella me dijo que tiene que poner manos a la obra con el templo que le
solicita.
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Juan Diego, es muy bello esto que me pides, pero
realmente no creo que haya sucedido, tal vez lo sonaste… tendrías que traerme
alguna señal maravillosa para creer que es cierto, y que la Señora del Cielo de
verdad te envío conmigo. Ahora vete, y regresa solamente cuando me traigas esa
señal que te pido.
(Juan Diego sale del escenario)
ESCENA IV – EN LA CHOZA DEL TÍO BERNARDINO
(El tío de Juan Diego está enfermo acostado. Juan Diego está a su lado)
JUAN DIEGO: ¿Que tienes tata, que te ves tan pálido?
TÍO BERNANDINO: Me siento muy mal Juan, necesito que vayas a la capital y
traigas a un sacerdote para confesarme. Siento que me muero.
JUAN DIEGO: Voy inmediatamente, no tardo en cumplir tu deseo. (Sale corriendo
de la choza tratando de evitar el lugar donde se le había aparecido la Virgen de
Guadalupe) Ojalá que la Señora del Cielo no me detenga, mi tata está muy mal y
necesito llegar rápido a la capital.
(Se detiene al ver a la Virgen de Guadalupe)
VIRGEN DE GUADALUPE: Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es
nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni
otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No
estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?
¿Qué más has de menester?? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la
enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro de que ya sanó.
JUAN DIEGO: Señora y niña mía, mándame ahora a llevarle al tata Obispo la
prueba que me pide.
VIRGEN DE GUADALUPE: Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo,
allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas y
júntalas. En seguida bajas y tráelas a mi presencia.
JUAN DIEGO: (se arrodilla) Así lo haré, señora y niña mía. (Sale corriendo hacia la
cima del cielo a recoger las flores) ¡Oh, cuantas rosas tan hermosas! En esta época
de frío no deberían de estar aquí, y menos entre tantas piedras. Las recogeré, las
pondré en mi tilma y se las llevare a mi Señora. (Recoge las rosas y se las lleva a
la Virgen) Aquí traigo niña, las flores que me pediste.
VIRGEN DE GUADALUPE: Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es
la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi
voluntad y que él tiene que cumplirla: Tú eres mi embajador, muy digno de
confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu
manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la
cumbre del cerrillo que fueras a cortar flores; y todo lo que viste y admiraste; para
que puedas inducir al prelado a que te dé su ayuda, con objeto de que se haga y
erija el templo que he pedido.
JUAN DIEGO: Me voy ya a llevarle al tata obispo tu encargo.
(Juan Diego sale del escenario)
ESCENA IV – EN EL PALACIO DEL OBISPO
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Otra vez aquí querido hijo? ¿Traes acaso la
prueba que te pedí sobre tu Señora?
JUAN DIEGO: Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la
Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para
poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y
además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba,
que me encargaste, de su voluntad.
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Y qué te dijo?
JUAN DIEGO: Acepto tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal
y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra
vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho
que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde
antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla. Ella me dijo por qué
te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y
cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi
mensaje.
FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Y cuál es esa prueba que la Señora del Cielo me
envía?
(Juan Diego desenvuelve su tilma y caen al suelo todas las diferentes rosas, y en
su tilma esta la imagen de la Virgen de Guadalupe)
FRAY JUAN DE ZUMMARRAGA: ¡Milagro! ¡La Virgen de Guadalupe!
FRAILES: Esta es una obra de Dios que ha hablado a través de su madre, Nuestra
Santa Virgen María.
(El Obispo y los Frailes se arrodillan al ver la imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe en la tilma de Juan Diego)
FRAY JUAN DE ZUMMARRAGA: (llorando) Perdón Señora Mía por no haber
aceptado antes tú mandatas. Tu deseo será cumplido, y edificaremos tu santuario
para que todo el pueblo venere tu Sagrada Imagen, y bendigas a nuestro pueblo
por los siglos de los siglos.
Delante de Dios.
Encendemos una antorcha
Canto. Opcional
Cada uno expresa una jaculatoria a María Santísima
Canto
Compartimos la vida.
En equipos o abiertamente compartimos en unos minutos.
¿Qué momentos de mi vida me han impedido la felicidad?
¿Qué le pediría a Dios al correr con la antorcha?
¿Qué pasa por mi mente al correr con la antorcha?
La iglesia y la historia.
Hoy más que nunca muchos adolescente y jóvenes han dejado de luchar, de ser
atletas, de permanecer en el camino, de dar la cara. Estamos llamados a mirar el
futuro con esperanza. No se deben de agotar las ganas de luchar, de vivir, de
triunfar. A continuación, presentamos un párrafo sobre unos de los aspectos del
documento pre-sinodal.
Delante de Dios.
Canto.
Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Compartimos la vida.
Elegir una frase de una canción que me identifique
Que tenga elementos que me anime a darlo todo
Compartirla y si se quiere cantar el coro de la canción, puede hacerlo
La iglesia y la historia.
Adolescentes protagonistas
La Iglesia debe involucrar a los adolescentes y jóvenes en sus procesos de toma
de decisiones y ofrecerles mayores roles de liderazgo. Estas posiciones deben
darse en todos los niveles: parroquias, diócesis, a nivel nacional e internacional,
inclusive una comisión ante el Vaticano. Sentimos con grande pasión que estamos
preparados para ser protagonistas, que podemos crecer y dejarnos enseñar por los
miembros de la Iglesia que son mayores que nosotros, por religiosos, religiosas,
hombre y mujeres laicos. Necesitamos programas de liderazgo juvenil para la
formación y continuo desarrollo de adolescentes y jóvenes líderes. Algunas mujeres
adolescentes y muy jóvenes sienten que hacen falta mayores ejemplos de liderazgo
femenino dentro de la Iglesia y desean contribuir con sus dones intelectuales y
profesionales a la Iglesia. También creemos que los seminaristas, los religiosos y
las religiosas deberían tener una mayor capacidad para acompañar a estos
adolescentes líderes.
Más allá de la toma de decisiones institucional, queremos ser una presencia alegre,
entusiasta y misionera dentro de la Iglesia. También expresamos nuestro fuerte
deseo de ser una voz prominente y creativa. Esta creatividad a menudo se
encuentra en la música, la liturgia y las artes, pero, de momento, este es un potencial
sin explorar, estando este aspecto creativo de la Iglesia dominado por sus miembros
más antiguos.
También existe el deseo de comunidades sólidas en las que los adolescentes
puedan compartir sus dificultades y testimonio entre ellos. En muchos lugares, esto
ya está sucediendo a través de iniciativas de laicos, movimientos y asociaciones,
pero los adolescentes desean ser más apoyados oficial y financieramente.
La Iglesia joven también mira hacia afuera; los adolescentes y jóvenes tienen una
pasión por la política, la vida civil y las actividades humanitarias. Como católicos
quieren actuar en la esfera pública para mejorar toda la sociedad. En todos estos
aspectos de la vida de la Iglesia los adolescentes desean ser acompañados y
tomados en cuenta como miembros plenamente responsables de la misma.
Actividad
En equipos se les entrega un trozo de madera, hilo etc.
Tratarán de elaborar una cruz rústica
Explicarán qué sentido tiene con el tema
Palabra de vida
Leer una de las siguientes lecturas y comentar.
Crucifixión y muerte de Jesús (Mt. 27.32-56; Mr. 15.21-41; Jn. 19.17-30)
Asumo con fe.
Canto
Cada equipo presenta una oración espontánea con la cruz elaborada
Comparto mi compromiso
Canto: Al pecho llevo una cruz
Actividad cultural.
Algunos de los ámbitos específicos para evangelizar
- Las universidades y las escuelas católicas, con su valioso servicio cultural y
formativo, son otro instrumento de presencia de la Iglesia entre adolescentes y
jóvenes.
- Las actividades sociales y de voluntariado ofrecen la oportunidad de implicarse en
el servicio generoso; el encuentro con personas que experimentan pobreza y
exclusión puede ser una ocasión favorable de crecimiento espiritual y de
discernimiento vocacional: también desde este punto de vista los pobres son
maestros, mejor dicho, portadores de la buena noticia de que la fragilidad es el lugar
donde se vive la experiencia de la salvación.
- Las asociaciones y los movimientos eclesiales, pero también muchos lugares de
espiritualidad ofrecen a los jóvenes serios itinerarios de discernimiento; las
experiencias misioneras se convierten en momentos de servicio generoso y de
intercambio fecundo; el redescubrimiento de la peregrinación como forma y estilo
de camino resulta válido y prometedor; en muchos contextos la experiencia de la
piedad popular sostiene y nutre la fe de los jóvenes.
En algún lugar público preparar o solicitar lo indispensable. (tarima, sonido,
sillas etc.)
Adornar, frases etc.
Algún ballet. O prepara obrar
Invitar previamente a la comunidad.
Ventas. (Que les pueda ayudar a sus gastos y que la comunidad colabore
con los participantes)
Delante de Dios.
A cada adolescente se le entrega una imagen en estampita de la virgen.
En el reverso podrán hacer una breve oración. (lo ocuparan para la oración
final)
Se termina con un canto.
Compartimos la vida.
¿Qué has hecho para defender a María Madre de Jesús ante los ataques?
¿Que podrá impedirme permanecer en la comunidad?
¿Cómo voy a contribuir para que este grupo permanezca a pesar de todo?
La iglesia y la historia.
1. Jesús, después de haber confiado el discípulo Juan a María con las palabras:
"Mujer, he ahí a tu hijo", desde lo alto de la cruz se dirige al discípulo amado,
diciéndole: "He ahí a tu madre" (Jn 19, 26-27). Con esta expresión, revela a
María la cumbre de su maternidad: en cuanto madre del Salvador, también
es la madre de los redimidos, de todos los miembros del Cuerpo místico de
su Hijo.
La Virgen acoge en silencio la elevación a este grado máximo de su maternidad de
gracia, habiendo dado ya una respuesta de fe con su "sí" en la Anunciación.
Jesús no sólo recomienda a Juan que cuide con particular amor de María; también
se la confía, para que la reconozca como su propia madre.
Durante la última cena, "el discípulo a quien Jesús amaba" escuchó el mandamiento
del Maestro: "Que os améis los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12)
y, recostando su cabeza en el pecho del Señor, recibió de él un signo singular de
amor. Esas experiencias lo prepararon para percibir mejor en las palabras de Jesús
la invitación a acoger a la mujer que le fue dada como madre y a amarla como él
con afecto filial.
Ojalá que todos descubran en las palabras de Jesús: "He ahí a tu madre", la
invitación a aceptar a María como madre, respondiendo como verdaderos hijos a su
amor materno.
2. A la luz de esta consigna al discípulo amado, se puede comprender el sentido
auténtico del culto mariano en la comunidad eclesial, pues ese culto sitúa a los
cristianos en la relación filial de Jesús con su Madre, permitiéndoles crecer en la
intimidad con ambos.
El culto que la Iglesia rinde a la Virgen no es sólo fruto de una iniciativa espontánea
de los creyentes ante el valor excepcional de su persona y la importancia de su
papel en la obra de la salvación; se funda en la voluntad de Cristo.
Las palabras: "He ahí a tu madre" expresan la intención de Jesús de suscitar en sus
discípulos una actitud de amor y confianza en María, impulsándolos a reconocer en
ella a su madre, la madre de todo creyente.
En la escuela de la Virgen, los discípulos aprenden, como Juan, a conocer
profundamente al Señor y a entablar una íntima y perseverante relación de amor
con él. Descubren, además, la alegría de confiar en el amor materno de María,
viviendo como hijos afectuosos y dóciles.
La historia de la piedad cristiana enseña que María es el camino que lleva a Cristo
y que la devoción filial dirigida a ella no quita nada a la intimidad con Jesús; por el
contrario, la acrecienta y la lleva a altísimos niveles de perfección.
Los innumerables santuarios marianos esparcidos por el mundo testimonian las
maravillas que realiza la gracia por intercesión de María, Madre del Señor y Madre
nuestra.
Al recurrir a ella, atraídos por su ternura, también los hombres y las mujeres de
nuestro tiempo encuentran a Jesús, Salvador y Señor de su vida.
Sobre todo, los pobres, probados en lo más íntimo, en los afectos y en los bienes,
encontrando refugio y paz en la Madre de Dios, descubren que la verdadera riqueza
consiste para todos en la gracia de la conversión y del seguimiento de Cristo.
3. El texto evangélico, siguiendo el original griego, prosigue: "Y desde aquella hora
el discípulo la acogió entre sus bienes" (Jn 19, 27), subrayando así la adhesión
pronta y generosa de Juan a las palabras de Jesús, e informándonos sobre la actitud
que mantuvo durante toda su vida como fiel custodio e hijo dócil de la Virgen.
La hora de la acogida es la del cumplimiento de la obra de salvación. Precisamente
en ese contexto, comienza la maternidad espiritual de María y la primera
manifestación del nuevo vínculo entre ella y los discípulos del Señor.
Juan acogió a María "entre sus bienes". Esta expresión, más bien genérica, pone
de manifiesto su iniciativa, llena de respeto y amor, no sólo de acoger a María en
su casa, sino sobre todo de vivir la vida espiritual en comunión con ella.
En efecto, la expresión griega, traducida al pie de la letra "entre sus bienes", no se
refiere a los bienes materiales, dado que Juan -como observa san Agustín (In Ioan.
Evang. tract., 119, 3)- "no poseía nada propio", sino a los bienes espirituales o dones
recibidos de Cristo: la gracia (Jn 1, 16), la Palabra (Jn 12, 48; 17, 8), el Espíritu (Jn
7, 39; 14, 17), la Eucaristía (Jn 6, 32-58) ... Entre estos dones, que recibió por el
hecho de ser amado por Jesús, el discípulo acoge a María como madre, entablando
con ella una profunda comunión de vida (cf. Redemptoris Mater, 45, nota 130).
Ojalá que todo cristiano, a ejemplo del discípulo amado, "acoja a María en su casa"
y le deje espacio en su vida diaria, reconociendo su misión providencial en el camino
de la salvación.
Palabra de vida
María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra
en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las
generaciones me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo
es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven
en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus
planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de
bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a
Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. María se quedó unos tres
meses con Isabel, y después volvió a su casa. (Lc. 1, 46-56)
Adoración.
Motivar a vivir este encuentro de acción de gracias por esta gran experiencia
de Fe.
Ponernos delante de la presencia de Dios para revisar mis
responsabilidades. Para asumir mis nuevos propósitos de Fe.
Canto
Momentos de silencio.