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LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD

¿ES UN MECANISMO IDÓNEO PARA LOGRAR LA INAPLICABILIDAD DE LA


CONSTITUCIÓN?
Precisiones acerca de la naturaleza jurídica de la Acción de Inconstitucionalidad, su
configuración normativa y desarrollo jurisprudencial en Bolivia

Abog. Alan E. Vargas Lima


Miembro de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales
alanvargas4784@gmail.com

RESUMEN

Para desarrollar la fundamentación doctrinal y jurisprudencial del tema propuesto, se partirá


de la premisa esencial de que en el Estado Plurinacional de Bolivia, impera un sistema
jurisdiccional concentrado y plural de control de constitucionalidad, haciendo breve
referencia a las dimensiones y alcances del control de constitucionalidad que realiza el
Tribunal Constitucional Plurinacional -como máximo guardián y supremo intérprete de la
Constitución-, así como a la estructura y alcances del control normativo de constitucionalidad
de las disposiciones legales en Bolivia; para luego examinar en concreto, la Acción de
Inconstitucionalidad prevista en la Constitución boliviana, su configuración en la normativa
procesal constitucional vigente, y las principales líneas jurisprudenciales existentes sobre la
materia.

PALABRAS CLAVE


Este trabajo fue presentado como Conferencia Magistral en las Primeras Jornadas Académicas de Derecho
Constitucional, organizadas por la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales (ABEC Sección Departamental – La
Paz), la Universidad Privada Franz Tamayo (UNIFRANZ) y el Instituto Latinoamericano de Investigación y Capacitación
Jurídica - LATIN IURIS, que se realizaron los días 19 y 20 de octubre de 2017, en el Auditorio del Ilustre Colegio de
Abogados de la ciudad de La Paz – Bolivia.

Especialista en Derecho Constitucional y Procedimientos Constitucionales (UMSA). Docente de la Universidad Privada
Franz Tamayo (UNIFRANZ), del Centro de Capacitación Municipal (CCaM) y de la Universidad Salesiana de Bolivia (USB).
Autor de distintos Libros sobre Derecho Constitucional, Derecho Procesal Constitucional y Derechos Humanos. Miembro
de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales (www.abec.org.bo); del Instituto Iberoamericano de Derecho
Procesal Constitucional – Sección Nacional (Bolivia), y Secretario Académico de la Asociación Boliviana de Derecho
Procesal Constitucional. Responsable del Blog Jurídico: Tren Fugitivo Boliviano (http://alanvargas4784.blogspot.com/).
CONTROL NORMATIVO – CONTROL COMPETENCIAL – CONTROL TUTELAR –
CONTROL PLURAL DE CONSTITUCIONALIDAD – ACCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD

Nota preliminar

Ha provocado diversas reacciones (de rechazo e indignación, en su mayoría) la polémica


noticia de que los jefes de bancada del Movimiento al Socialismo (MAS), recientemente
presentaron ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), una Acción de
Inconstitucionalidad para anular algunos artículos de la Ley N°026 del Régimen Electoral
(que impiden que el presidente Morales vuelva a postularse como candidato a la presidencia).
Por otro lado, los legisladores han amparado su solicitud, en lo dispuesto por el artículo 256
de la Constitución Política del Estado (CPE), que establece que los derechos humanos
reconocidos por tratados internacionales que sean más favorables al ciudadano se aplicarán
con preferencia frente a las normas de la CPE.

En concreto, y de acuerdo a las noticias que se han difundido sobre este tema, los accionantes
piden que el TCP declare que cuatro artículos de la Constitución son "inaplicables"
(refiriéndose a los artículos 156, 168, 285 y 288) por lo que, deberían reestablecerse los
derechos políticos reconocidos en instrumentos internacionales; además, plantean la presunta
inconstitucionalidad de cinco artículos de la Ley N°026 del Régimen Electoral, que permiten
la reelección continua por una sola vez de Presidente, Vicepresidente, Gobernadores,
Asambleístas Departamentales, Alcaldes y Concejales.

Hasta ahí, queda claro que la pretensión principal que persiguen los accionantes para lograr
la “inaplicabilidad de la Constitución”, se encuentra fuera del procedimiento legalmente
establecido para la Acción que plantean. Esta situación, amerita realizar un breve análisis,
explicando previamente cuál es el modelo de control de constitucionalidad que se halla
vigente en Bolivia, para luego enfatizar los aspectos más importantes acerca de la naturaleza
jurídica de la Acción de Inconstitucionalidad, su configuración normativa en la Constitución
Política del Estado, y su intenso desarrollo jurisprudencial en Bolivia, a fin de determinar los
efectos que podría tener la decisión que adopte el TCP.

1. El nuevo modelo de control plural de constitucionalidad en Bolivia. Desarrollo


jurisprudencial1

1 Este acápite, se encuentra desarrollado en el reciente libro de mi autoría: La Justicia Constitucional en el Estado
Plurinacional. Bases del modelo de control concentrado y plural de constitucionalidad en Bolivia; editado con el apoyo de
la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales (ABEC), y publicado en Cochabamba, Bolivia: Editorial Kipus, 2017.
Debemos comenzar precisando que una revisión de las reformas y modificaciones del sistema
constitucional de nuestro país, en cuanto se refiere al sistema de control de
constitucionalidad, permite afirmar que el Estado boliviano en su desarrollo histórico-
legislativo adoptó los diferentes modelos que se conocen en la doctrina del Derecho Procesal
Constitucional.

Así en un primer momento de su vida republicana (1826 – 1861), bajo la influencia del
liberalismo francés, configuró un modelo político de control de constitucionalidad a través
de un Consejo de Estado; en una segunda etapa (1861 – 1994), adoptó el modelo americano,
es decir, el sistema jurisdiccional difuso de control de constitucionalidad a través de la Corte
Suprema de Justicia; en la tercera etapa (1994 – 2009), adoptó el sistema jurisdiccional
concentrado de control de constitucionalidad con la atribución exclusiva del control a un
órgano especializado proveniente del modelo europeo, que fue denominado Tribunal
Constitucional; y finalmente, en la cuarta etapa (2009 hacia adelante), se ha configurado
constitucionalmente un sistema predominantemente concentrado y plural de
constitucionalidad en Bolivia, según lo ha precisado la propia jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Plurinacional, a partir de la interpretación de las normas establecidas por la
Constitución aprobada el año 2009.

En este sentido, y acerca del control plural de constitucionalidad diseñado en la Constitución


Política del Estado aprobada el año 2009, la jurisprudencia constitucional ha señalado que el
reconocimiento transversal de los derechos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, abarca también al campo jurídico, pues existe un reconocimiento del pluralismo
jurídico igualitario que deriva del reconocimiento constitucional de la igual jerarquía de la
jurisdicción indígena originaria campesina con la ordinaria (art. 179.II de la CPE) y del
sistema jurídico ordinario con el sistema indígena originario campesino. Entonces, el
reconocimiento del pluralismo jurídico igualitario parte de un dato real: la coexistencia
dentro del territorio boliviano de diferentes sistemas jurídicos, que tienen sus propias normas,
instituciones, autoridades encargadas de administrar justicia y procedimientos para la
resolución de sus conflictos, que tiene como base valores, principios y lógicas distintas a la
occidental.

La jurisdicción indígena originaria campesina, de acuerdo al artículo 179 de la CPE, forma


parte del Órgano Judicial, haciendo efectivo el derecho de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos a que sus instituciones sean parte de la estructura general del Estado
(art. 30.II.5 de la CPE) y, en ese ámbito, al gozar de igual jerarquía que la jurisdicción
ordinaria, ésta no puede revisar las resoluciones pronunciadas por la jurisdicción indígena
originara campesina y tampoco ésta de aquella; es más, toda autoridad pública o persona debe
acatar las decisiones de esta jurisdicción, pudiendo las autoridades solicitar el apoyo de los
órganos competentes del Estado (art. 192 de la CPE).
No obstante lo señalado, la jurisdicción indígena originaria campesina, al igual que las demás
jurisdicciones, se encuentra limitada por el respeto de los derechos fundamentales a la vida,
a la defensa, y demás derechos y garantías establecidas por la Norma Fundamental (art. 190.II
de la CPE), debiendo añadirse, además, a los derechos contenidos en los tratados
internacionales sobre derechos humanos que forman parte del bloque de constitucionalidad.

Conforme a ello, la Constitución Política del Estado, sobre la base del carácter plurinacional
del Estado y el principio de interculturalidad, ha diseñado la justicia constitucional a través
del Tribunal Constitucional Plurinacional, como la institución encargada de ejercer el control
constitucional sobre la actividad de todas las jurisdicciones y, en general sobre todos los
órganos del poder público, a partir del diálogo intercultural que se entable en este órgano,
que tiene la representación de los dos sistemas de justicia: el ordinario y el indígena originario
campesino.

En ese ámbito, el pluralismo jurídico cobra un nuevo sentido y extensión, pues se


reconceptualiza a partir del relacionamiento e influencia permanente de ambos sistemas, a
partir de la coordinación y cooperación que debe existir entre las diferentes jurisdicciones
que conforman el Órgano Judicial (ordinaria, indígena originaria campesina, agroambiental
y especializadas); así como el principio de unidad de la función judicial (art. 179 de la CPE),
por el cual todas las jurisdicciones tienen como denominador común, el respeto a los derechos
fundamentales, a las garantías constitucionales, y la obediencia a la Constitución Política del
Estado, encontrando la unidad en la interpretación final que efectúe el Tribunal
Constitucional Plurinacional tanto de los derechos y garantías como de las propias normas
constitucionales, pues, por el carácter vinculante de sus resoluciones, todos los jueces y
autoridades, están vinculados a la interpretación efectuada por este órgano.

En ese sentido, debe señalarse que la Constitución boliviana ha diseñado un sistema de


control de constitucionalidad plural, pues no solamente se ejerce el control sobre normas
formales, sino también sobre las normas de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, además de conocer los conflictos de competencias entre las diferentes
jurisdicciones y de revisar las resoluciones pronunciadas por la jurisdicción indígena
originaria campesina cuando se considere que estas normas son lesivas a los derechos
fundamentales y garantías constitucionales.

Estas facultades fueron introducidas en la actual Constitución Política del Estado, en mérito
al reconocimiento expreso a los derechos de los pueblos indígenas originario campesinos, a
la igualdad jerárquica de sistemas jurídicos y jurisdicciones; pero además debe considerarse
que la Ley Fundamental fue el resultado de un proceso dialógico en el que intervinieron los
diferentes sectores de la población boliviana y, claro está, también las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, que tuvieron un rol protagónico para la consolidación del
Estado Plurinacional.

Conforme a ello, el Tribunal Constitucional Plurinacional, ejerce el control de


constitucionalidad de manera plural en tres dimensiones:

1) Control del respeto a los derechos fundamentales y garantías constitucionales o


ámbito tutelar: A través de éste se verifican si las autoridades, funcionarios públicos
o particulares, amenazaron con lesionar o lesionaron los derechos fundamentales y
garantías constitucionales. Este control comprende a las acciones de defensa: de
libertad, de amparo constitucional, de protección a la privacidad, de cumplimiento y
popular. También se encuentra dentro de este ámbito de control el recurso contra
resoluciones de la asamblea legislativa plurinacional, que afecten a uno o más
derechos; sin embargo, en este caso el recurso se presenta directamente ante el
Tribunal Constitucional Plurinacional.

2) Control de competencias: Dentro de este ámbito de protección, el Tribunal


Constitucional Plurinacional conocerá: a) Los conflictos de competencias y
atribuciones entre órganos del poder público; b) Los conflictos de competencias entre
el gobierno plurinacional, las entidades territoriales autónomas y descentralizadas y
entre éstas; c) El recurso directo de nulidad; y, d) Los conflictos de competencia entre
la jurisdicción indígena originaria campesina y la jurisdicción ordinaria y
agroambiental.

3) Control normativo de constitucionalidad: por el cual se verifican las condiciones


de validez formal y material de las normas jurídicas con las disposiciones
constitucionales y de las normas que conforman el bloque de constitucionalidad. El
control normativo de constitucionalidad es ejercido a través de diferentes acciones,
siendo una de ellas la acción de inconstitucionalidad, que puede asumir la forma
abstracta o concreta (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0300/2012, de
fecha 18 de junio de 2012).

Cabe agregar, por otro lado, que las Sentencias Constitucionales Plurinacionales
Nº1227/2012 y Nº2143/2012, entre otras, establecieron con claridad que el Estado
Plurinacional de Bolivia, adoptó a partir de la aprobación de la Constitución Política del
Estado del año 2009, un sistema jurisdiccional plural y concentrado de control de
constitucionalidad.

En efecto, de manera detallada, la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº2143/2012, de 8


de noviembre, para establecer el sistema de control de constitucionalidad imperante,
desarrolló, las características tanto del sistema de control político de constitucionalidad como
del sistema jurisdiccional de control de constitucionalidad. El citado entendimiento señaló,
que a partir de la reforma constitucional de 1994, Bolivia adoptó un sistema
preeminentemente concentrado de control de constitucionalidad en manos del Tribunal
Constitucional, el cual, ejerció roles preventivos y reparadores de control de
constitucionalidad, cuyo ejercicio fue desarrollado orgánica y competencialmente por la
anterior Ley Nº1836 de 1º de abril de 1998, denominada Ley del Tribunal Constitucional.

Asimismo, la Sentencia Constitucional Plurinacional antes aludida, precisó también que


luego de la “reforma constitucional de 2009”(sic), el Estado Plurinacional de Bolivia, adopta
un sistema jurisdiccional concentrado y plural de control de constitucionalidad, en manos
del Tribunal Constitucional Plurinacional, instancia que ejerce sus roles propios del control
plural de constitucionalidad a partir de la posesión de sus Magistradas y Magistrados con
composición plural y electos por sufragio popular.

En el marco de lo señalado, se establece que el control plural de constitucionalidad, cuya


máxima instancia está encomendada al Tribunal Constitucional Plurinacional, ejerce todos
los roles jurisprudenciales disciplinados en la parte orgánica de la Constitución, de manera
específica en el art. 202.1 de la CPE, concordante con el art. 196.I de la Norma Suprema; por
tanto, al existir una instancia imparcial, independiente y especializada en justicia plural
constitucional, se colige que en el Estado Plurinacional de Bolivia, impera un sistema
jurisdiccional plural y concentrado de control de constitucionalidad, instancia a la cual la
función constituyente encomendó tanto el cuidado del bloque de constitucionalidad como el
resguardo a los derechos fundamentales, en su faceta de derechos individuales o derechos
con incidencia colectiva (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0778/2014, de fecha
21 de abril de 2014).

2. Las dimensiones y alcances del control de constitucionalidad que debe realizar el


Tribunal Constitucional Plurinacional

De acuerdo a su configuración constitucional, el Tribunal Constitucional Plurinacional ha


sido instituido como el máximo guardián y supremo intérprete de la Constitución2, con la

2 El Tribunal Constitucional de Bolivia, se constituye en el defensor de la Constitución y del régimen democrático, y se


encarga de la protección efectiva e idónea de los derechos fundamentales de las personas; por ello es el máximo guardián
y último intérprete de la Constitución, así se infiere de las normas previstas por la Ley Fundamental. “Es el máximo guardián
de la Constitución, porque el constituyente le ha encomendado la labor de resguardar la supremacía de la Constitución
frente al ordenamiento jurídico ordinario, desarrollando el control especializado y concentrado de la constitucionalidad de
las disposiciones legales, emitiendo sentencias con efecto general o erga omnes, anulando la disposición legal
incompatible con la Constitución y expulsándola del ordenamiento jurídico del Estado. Dada la naturaleza jurídica de la
función que desempeña, es el supremo intérprete de la Constitución, lo cual no significa que el resto de los órganos del
poder público en general, los jueces y tribunales en particular, estén impedidos de realizar la interpretación de la
Constitución para resolver el caso concreto sometido a su conocimiento; lo que sucede es que, si bien todas las autoridades
cualidad adicional de defensor de los Derechos Fundamentales, y por lo mismo, su función
principal es la de ejercer en forma exclusiva el control de constitucionalidad con alcance
nacional, garantizando la primacía de la Ley Fundamental del Estado, la plena validez del
orden constitucional y democrático, así como el respeto y vigencia plena de los derechos
fundamentales y garantías constitucionales de las personas.

Precisamente para el cumplimiento eficaz de esas funciones, el artículo 202 de la


Constitución Política del Estado, concordante con el artículo 12 de la Ley Nº 27 del Tribunal
Constitucional Plurinacional (Ley del TCP), enumeran las competencias específicas
atribuidas al Tribunal Constitucional Plurinacional, para que éste órgano desarrolle su labor
jurisdiccional especializada, en una triple dimensión: el control normativo de
constitucionalidad; el control competencial (sobre el ejercicio del poder político); y el
control tutelar de los derechos fundamentales.

Asimismo, respecto a los alcances del control de constitucionalidad, el anterior Tribunal


Constitucional en la SC 0019/2006 de 5 de abril, siguiendo el criterio expresado por la SC
0051/2005 de 18 de agosto, precisó que el control de constitucionalidad abarca los siguientes
ámbitos:

“a) La verificación de la compatibilidad o incompatibilidad de las disposiciones


legales impugnadas con las normas de la Constitución Política del Estado, lo que
incluye el sistema de valores supremos, principios fundamentales, así como los
derechos fundamentales consagrados en dicha Ley Fundamental; b) La
interpretación de las normas constitucionales así como de la disposición legal
sometida al control desde y conforme a la Constitución Política del Estado; c) El
desarrollo de un juicio relacional para determinar si una norma legal es o no
conforme con las normas constitucionales; determinando previamente el significado
de la norma legal por vía de interpretación; y, d) La determinación de mantener las
normas de la disposición legal sometida al control.

De lo referido se concluye que el control de constitucionalidad no alcanza a la


valoración de los fines, los propósitos, la conveniencia o beneficios que pudiese
generar la disposición legal sometida a control; lo que significa que el Tribunal
Constitucional, como órgano encargado del control de constitucionalidad, no tiene
a su cargo la evaluación de si son convenientes, oportunos o benéficos los propósitos

y funcionarios públicos interpretan la Constitución, quien cierra el proceso realizando una interpretación que vincula a todos
los órganos del poder público, autoridades y particulares es el Tribunal Constitucional, por ello se convierte en el último
intérprete de la Constitución. (…)”. (Rivera Santivañez, 2007: 58-59).
buscados por las normas impugnadas, su labor se concentra en el control objetivo de
constitucionalidad de las disposiciones legales objetadas…”.3

Como se puede advertir, este entendimiento constituye uno de indudable importancia, para
comprender el control de constitucionalidad y los ámbitos en que se ejerce en el contexto
boliviano; sin embargo, y en atención a la delimitación temática del presente trabajo, en esta
oportunidad únicamente nos interesará desarrollar, con mayor amplitud, los aspectos más
importantes acerca de la naturaleza jurídica de la Acción de Inconstitucionalidad abstracta,
su configuración normativa en la Constitución Política del Estado, y su intenso desarrollo
jurisprudencial en Bolivia, a fin de determinar si esta vía de control de la normatividad, es o
no un mecanismo idóneo para lograr la inaplicabilidad de la Constitución en un caso
concreto, considerando a su vez los efectos que podría tener la decisión jurisdiccional (de
innegables efectos políticos) que adopte el TCP.

3. Control normativo de constitucionalidad de las disposiciones legales

De acuerdo con las atribuciones que le confieren la Constitución y la Ley Nº 27, el TCP
ejerce un control sobre la constitucionalidad de todas las disposiciones legales, sean éstas
Leyes (nacionales, departamentales o municipales), Estatutos Autonómicos, Cartas
Orgánicas, Decretos y todo género de Resoluciones no judiciales, declarando su
inconstitucionalidad con carácter general o "erga omnes" y el efecto derogatorio o
abrogatorio conforme corresponda en cada caso.

A este efecto, el ordenamiento jurídico establece dos modalidades (en forma previa y
posterior) de control de la normatividad:

A) El control normativo previo (control preventivo)

Este control se realiza con anterioridad a la aprobación de la respectiva disposición legal, en


todos aquellos casos en los que exista una duda fundada sobre su constitucionalidad. Para el
efecto, la Ley del TCP y el Código Procesal Constitucional han previsto las siguientes
acciones:

3 Esto implica que a través del control normativo posterior de constitucionalidad se debe: verificar, si las disposiciones
legales impugnadas son compatibles con las normas, el sistema de valores supremos, principios y derechos fundamentales
consagrados en la Constitución Política del Estado; interpretar la norma sometida a control y la norma constitucional desde
y conforme a la Constitución Política del Estado; realizar un juicio relacional entre la norma legal impugnada y las normas
constitucionales determinando el significado de la disposición legal sometida a control con la finalidad de mantenerla o
retirarla del ordenamiento jurídico (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional N°0614/2014, de 25 de marzo, que declaró
la CONSTITUCIONALIDAD y a su vez la INCONSTITUCIONALIDAD de varios artículos de la Ley Nº315 de 10 de
diciembre de 2012 (Ley de Seguro Privado de Vida e Invalidez Permanente por Accidentes, Enfermedades en General u
otras Causas, para las Trabajadoras y los Trabajadores de la Prensa de Bolivia “Hermanos Peñasco Layme).
1) las consultas de la Presidenta o del Presidente del Estado Plurinacional, de la
Presidenta o Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional, de la Presidenta o
Presidente del Tribunal Supremo de Justicia o del Tribunal Agroambiental, sobre la
constitucionalidad de proyectos de ley (atribución 8va., del art. 12 de la Ley del TCP);

2) el control previo de constitucionalidad en la ratificación de los Tratados


Internacionales (atribución 9na.);

3) la consulta sobre la constitucionalidad del procedimiento de reforma parcial de la


Constitución (atribución 10ma.);

4) control previo sobre la constitucionalidad de Estatutos Autonómicos y Cartas


Orgánicas (atribución 12ava. del artículo 28 de la Ley del TCP);

5) control previo sobre el texto de las preguntas de la convocatoria a referendo


nacional, departamental y municipal (atribución 13ava., del artículo 28 de la Ley del
TCP);

6) las consultas de las autoridades indígenas originarias campesinas sobre la


aplicación de sus normas jurídicas a un caso concreto (atribución 12ava.);

B) El control normativo posterior (control correctivo)4

Ésta forma de control se ejerce con posterioridad a la sanción y promulgación de la


disposición legal respectiva, en aquellos casos en los que presenten eventualmente una
contradicción o incompatibilidad con las normas de la Constitución Política del Estado. El

4 “El control de constitucionalidad correctivo o a posteriori, denominado en nuestra legislación -Ley del Tribunal
Constitucional- como recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad, ahora acción de inconstitucionalidad abstracta,
se hace efectivo con posterioridad a la emisión de la norma cuya constitucionalidad se cuestiona, con la finalidad de retirarla
del ordenamiento jurídico previa verificación de su incompatibilidad con el texto constitucional -principios, valores, derechos
y garantías y normas orgánicas-; y un elemento que distingue a este control, es su no relación a la resolución a un caso
concreto. (…) A través de este recurso se somete a control de constitucionalidad toda disposición legal de carácter
normativo y general que con posterioridad a su emisión resulte contraria a la Constitución Política del Estado, en función
a una interpretación de la disposición legal, desde y conforme la Norma Fundamental, labor encomendada, ahora, al
Tribunal Constitucional Plurinacional, conforme la atribución contenida en el art. 202.1 de la CPE. Lo que significa, que
frente a distintas interpretaciones que pudieran suscitarse de una disposición legal –ley, decreto ley o cualquier género de
resolución-, este Tribunal, deberá aplicar el principio de conservación de la norma; es decir, adoptar aquella interpretación
que concuerde con la Constitución Política del Estado -art. 4 de la LTC-, que implica la modulación del contenido de la
sentencia y sus efectos a través de la emisión de sentencias exhortativas, interpretativas, aditivas o integradoras.
Finalmente, la declaratoria de inconstitucionalidad, de acuerdo a la doctrina y jurisprudencia constitucional, se efectuará
por el fondo o por la forma, en este último caso, el control de constitucionalidad, consiste en efectuar un análisis desde el
origen de la norma, si el órgano emisor es competente para emitir la ley, si se imprimió el procedimiento legislativo previsto
por la Constitución Política del Estado para la formación de una ley, sea desde su elaboración, aprobación, promulgación
y publicación. Dicho de otro modo, implica determinar la validez en la formación y aprobación de la ley” (Cfr. Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº0336/2012, de 18 de junio).
TCP, como órgano jurisdiccional del control de constitucionalidad, lo ejerce al momento de
conocer y resolver:

1) las acciones de inconstitucionalidad de carácter abstracto sobre leyes, estatutos


autonómicos, cartas orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y resoluciones
no judiciales (atribución 1ra., del art. 12 de la Ley del TCP);

2) las acciones de inconstitucionalidad de carácter concreto sobre leyes, estatutos


autonómicos, cartas orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y resoluciones
no judiciales (atribución 2da.);

3) los recursos contra tributos, impuestos, tasas, patentes, derechos o contribuciones,


creados, modificados o suprimidos en contravención a lo dispuesto en la Constitución
Política del Estado5 (atribución 5ta.);

4. La Acción de Inconstitucionalidad prevista en la Constitución boliviana

Una breve retrospección histórica de la acción de inconstitucionalidad, nos demuestra que


este instrumento ha venido a reponer el denominado “recurso de inconstitucionalidad”
(antes previsto por la Constitución Política del Estado abrogada), mismo que fue explicado
por la doctrina constitucional desarrollada por el anterior Tribunal Constitucional de la
siguiente manera:

La Sentencia Constitucional N°0004/2001 de 5 de enero, manifestó lo siguiente: “…el


Recurso de Inconstitucionalidad es una acción de puro derecho en la que el órgano
contralor debe confrontar el texto de las disposiciones legales impugnadas con las
normas de la Constitución Política del Estado para establecer su compatibilidad o
incompatibilidad con las mismas…”. Luego, la Sentencia Constitucional
N°0011/2002 de 5 de febrero, complementó el anterior concepto al explicar que:
“…el Recurso de Inconstitucionalidad es una acción de puro derecho en la que el
juzgador debe confrontar el texto de la norma impugnada con el de la Constitución
Política del Estado para ver si hay contradicción entre sus términos”.

5 De acuerdo al Código Procesal Constitucional (Artículos 133 al 138), este recurso tiene por objeto garantizar que toda
disposición legal que cree, modifique o suprima un tributo, impuesto, tasa, patente, derecho o contribución de cualquier
clase o naturaleza, se establezca de acuerdo con la Constitución Política del Estado. Asimismo, la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº0677/2012, de 2 de agosto (Sala Plena), desarrolla entre sus fundamentos jurídicos: 1) Naturaleza jurídica
y alcances del recurso contra tributos, impuestos, tasas, patentes, derechos o contribuciones especiales; 2) De la
legitimación activa y pasiva; 3) De los requisitos del recurso, de su contenido y forma; 4) De la procedencia del recurso
contra tributos, impuestos, tasas, patentes, derechos o contribuciones especiales.
De lo expuesto, se debe concluir que la Acción de Inconstitucionalidad es una acción de puro
derecho (pues no se debate ningún hecho), en la que ahora el Tribunal Constitucional
Plurinacional, como juez constitucional, debe confrontar el texto de las disposiciones legales
impugnadas o cuestionadas, con la Constitución Política del Estado, para comprobar la
existencia de compatibilidad entre ambos, o de contradicción entre los dos textos jurídicos.

La jurisprudencia constitucional, a tiempo de analizar la naturaleza del ejercicio del control


de constitucionalidad en Bolivia, se ha basado en la premisa de que la Constitución Política
del Estado es la Norma Suprema del ordenamiento jurídico boliviano y goza de primacía
frente a cualquier otra disposición normativa;

“principio de supremacía constitucional que, en el marco del constitucionalismo


boliviano, implica una superación del clásico principio liberal de legalidad, no sólo
en la medida en que la ley misma puede ser analizada, criticada e invalidada a partir
de su confrontación con la Ley Fundamental y las normas del bloque de
constitucionalidad, sino también porque se instaura una nueva forma de entender la
legalidad, más allá del horizonte liberal, en el marco del pluralismo jurídico
igualitario con techo constitucional; en virtud a la cual, se podrán relacionar e
interpelar los diferentes sistemas jurídicos, generando, inclusive, nuevas soluciones
para los casos concretos que se presenten, partiendo de la ductilidad y porosidad del
derecho que el pluralismo jurídico posibilita, lo que indudablemente implica una
relectura del clásico principio de legalidad, es así que se ha establecido el control de
constitucionalidad, labor que consiste en la verificación de la compatibilidad o
conformidad de las disposiciones normativas infraconstitucionales, en relación con
los preceptos, principios y valores contenidos en la Ley Fundamental.

En ese sentido, la validez de las leyes, no dependen únicamente del cumplimiento de


las formalidades atinentes a su producción; es decir, que surjan del procedimiento
legislativo, en el caso de las leyes o, de otros órganos con atribuciones para generar
normas; sino también, están condicionadas fundamentalmente a la armonía con el
texto constitucional en su integridad, en ese sentido, si luego de efectuar el control
de constitucionalidad, el Tribunal Constitucional Plurinacional, advierte la
contradicción con la Norma Suprema, existe la facultad para depurar del
ordenamiento jurídico a través de su expulsión del sistema normativo del Estado, por
resultar incompatible con la Constitución Política del Estado, cuya legitimidad
emerge de un poder cualificado como es la Asamblea Constituyente” (Cfr. Sentencia
Constitucional Plurinacional 0067/2015, de fecha 20 de agosto).

4.1. Configuración constitucional y normativa procesal vigente


En ese contexto, actualmente por mandato constitucional (artículo 132 de la CPE), toda
persona individual o colectiva afectada por una norma jurídica contraria a la Constitución,
tendrá derecho a presentar la Acción de Inconstitucionalidad, de acuerdo con los
procedimientos establecidos por la ley (vale decir, las reglas de procedimiento establecidas
por la Ley Nº254 que aprueba el Código Procesal Constitucional – CPCo). Asimismo, el
artículo 133 de la misma Constitución, previene que la sentencia que declare la
inconstitucionalidad de una ley, decreto o cualquier género de resolución no judicial, hace
inaplicable la norma impugnada y surte plenos efectos respecto a todos.

De una simple lectura de los preceptos constitucionales antes citados, se pueden inferir con
meridiana claridad, las siguientes características jurídico-normativas:

a) Que la Acción de Inconstitucionalidad está prevista para el resguardo de la integridad


del contenido de nuestra Ley Fundamental, abriendo la posibilidad de impugnar la
existencia de una norma jurídica contraria a la Constitución, con el único fin de lograr
una depuración del ordenamiento jurídico (no siendo viable esta acción, para
pretender demostrar la existencia de normas aparentemente contradictorias en el
mismo texto de la Constitución, lo que en su caso deberá salvarse vía interpretación
constitucional);

b) Que la Sentencia Constitucional que pueda emitir el TCP, solo puede declarar la
“constitucionalidad” o la “inconstitucionalidad” de una ley, decreto o cualquier
género de resolución no judicial, sin que exista posibilidad de que pueda declarar otra
cosa distinta y no establecida por la Constitución, o que pueda emitir una decisión
que tenga efectos no previstos en el ordenamiento jurídico.

c) Que una vez realizado el test de constitucionalidad, y verificada la incompatibilidad


de la disposición legal impugnada, ello ameritará la declaración de
inconstitucionalidad de la misma, teniendo como consecuencia inmediata su
expulsión del ordenamiento jurídico nacional, haciendo definitivamente “inaplicable
la norma impugnada” en lo sucesivo (lo que no es lo mismo que declarar la
inaplicabilidad de la Constitución), y surtiendo plenos efectos respecto a todos, vale
decir, que el fallo a emitirse tendrá efecto erga omnes (y no así, sólo para el caso
concreto).

Asimismo, la Ley de desarrollo de las facultades del Tribunal Constitucional Plurinacional,


ha dispuesto que la Acción de Inconstitucionalidad sea ejercida por medio de dos acciones
específicas, dotando así de mecanismos procesales a esta garantía jurisdiccional de rango
constitucional. Es así que, de acuerdo a la configuración normativa prevista en el Código
Procesal Constitucional vigente (y al tenor combinado de los artículos 72 y 73), las Acciones
de Inconstitucionalidad son de “puro derecho” y tienen por objeto declarar la
inconstitucionalidad de toda norma jurídica incluida en una Ley, Decreto o cualquier género
de Resolución no judicial que sea contraria a la Constitución Política del Estado, a instancia
de las autoridades públicas señaladas en el mismo Código.

En síntesis, y conforme lo ha explicado la jurisprudencia constitucional: “los artículos 132


de la CPE; y 72 y 73 del Código Procesal Constitucional (CPCo), prevén mecanismos de
defensa de la Constitución Política del Estado, contra toda norma jurídica incluida en una
Ley, decreto o cualquier género de resolución no judicial, cuyo contenido sea contrario y
lesivo al régimen constitucional vigente. De acuerdo al Código Procesal Constitucional, su
impugnación procede por vía de las acciones de inconstitucionalidad abstracta y concreta,
como mecanismos de control correctivo, reparador o a posteriori. Las acciones de
inconstitucionalidad, instituidas en la Constitución Política del Estado y desarrolladas en el
Código Procesal Constitucional, en esencia buscan compatibilizar toda disposición
normativa de carácter infra-constitucional con los principios, valores y derechos
fundamentales establecidas en la Ley Fundamental del Estado, de modo que, ante una
posible incompatibilidad o contradicción con el régimen constitucional, será necesaria la
expulsión del régimen jurídico nacional, de ahí que se constituye en mecanismos de defensa
de la Norma Suprema del Estado” (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional 0052/2015,
de fecha 4 de mayo).

A este efecto, las Acciones de Inconstitucionalidad pueden presentarse de dos formas:

1. Acción de Inconstitucionalidad de carácter abstracto contra leyes, estatutos


autonómicos, cartas orgánicas, decretos, ordenanzas y todo género de resoluciones no
judiciales.

2. Acción de Inconstitucionalidad de carácter concreto, que procederá en el marco


de un proceso6 judicial o administrativo cuya decisión dependa de la
constitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos,
ordenanzas y todo género de resoluciones no judiciales.7

6 En relación a este inciso, la SCP 0253/2013 de 8 de marzo, estableció que: “(…) cuando se hace referencia a la acción
de inconstitucionalidad concreta, corresponde interpretar el término proceso en su vertiente más amplia que abarca y
conglomera a procesos y procedimientos judiciales y administrativos, ello en razón a que: 1) Si bien el incidente de
inconstitucionalidad proviene de una situación particular, el interés de sanear el ordenamiento jurídico de normas
inconstitucionales trasciende el interés particular y alcanza al colectivo -orden público constitucional-…”. Esta
jurisprudencia es seguida por la SCP 1911/2013 de 29 de octubre.
7 De la norma precedente, se deduce que la Acción de Inconstitucionalidad puede ser de carácter abstracto o de carácter

concreto; la primera de ellas sin mayores requisitos previos; mientras que para la segunda, para el caso de la acción
concreta, se exige su vinculación a un proceso judicial o administrativo, lo que impone una carga procesal adicional al
interesado en activar esta garantía jurisdiccional constitucional. “Antes de continuar, conviene exponer que de las dos vías
materializadas para el ejercicio de la acción de inconstitucionalidad, la segunda de ellas, la acción de inconstitucionalidad
de carácter concreto, es de interés para el caso presente, puesto que la accionante interpuso una acción de
Según Rivera Santivañez, la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta es precisamente una
acción constitucional que tiene por finalidad realizar el control objetivo de las disposiciones
legales ordinarias, para establecer su compatibilidad o incompatibilidad con los valores,
principios, derechos fundamentales y normas orgánicas previstas por la Constitución, con el
objeto de lograr una depuración del ordenamiento jurídico del Estado. Ciertamente, se trata
de una acción abstracta, porque la impugnación de la disposición legal se la plantea como
una acción no vinculada a un caso concreto, es decir, independientemente de su proyección
de aplicabilidad, o la existencia de un interés subjetivo; y es una acción directa, porque la
persona o autoridad legitimada efectúa la impugnación de la disposición legal, de manera
directa y sin condicionamiento alguno, es decir, sin que la supuesta incompatibilidad esté
vinculada a la solución de un conflicto concreto de intereses.8

4.2. Clases de inconstitucionalidad: por la forma o por el fondo

Entonces, el objeto de la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta es el texto normativo de


la disposición legal impugnada, cuyo origen o contenido material puede desconocer los
valores supremos y principios fundamentales (parte axiológica), los derechos y garantías
constitucionales (parte dogmática), o las demás normas orgánicas contenidas en la
Constitución, que además le otorgan validez dentro del ordenamiento jurídico del Estado. Al
respecto, cabe tener presente que la jurisprudencia constitucional, a través de la Sentencia
Constitucional Nº0009/2003 de 3 de febrero, ha precisado:

inconstitucionalidad de carácter concreto; la que encuentra una naturaleza similar al extinto recurso indirecto o incidental
de inconstitucionalidad previsto por la Ley del Tribunal Constitucional ahora abrogada. Tal identidad se puede resumir en
lo expuesto por la SC 0056/2002 de 8 de julio, que al explicar el recurso indirecto o incidental de inconstitucionalidad, lo
reconoció como una vía concreta para el ejercicio del control de constitucionalidad, al exponer que: “…el Recurso Indirecto
o Incidental de Inconstitucionalidad como una vía de control concreto de constitucionalidad…”. Ahora bien, el recuso
indirecto o incidental de inconstitucionalidad, debía su naturaleza indirecta, a que sólo podía ser activado durante el
desarrollo de un proceso judicial o administrativo, para demandar la inconstitucionalidad de una norma que necesariamente
tenía que ser utilizada en el procedimiento judicial o administrativo en el que se impulsó el recurso; tramitándose el mismo
de modo accesorio a ese procedimiento principal, de ahí su naturaleza incidental. Conforme a ello, la acción de
inconstitucionalidad de carácter concreto, tampoco puede activarse de modo independiente, pues sólo puede ser iniciada
en un proceso judicial o administrativo; y de igual manera, también precisa que la norma cuestionada de
inconstitucionalidad deba ser aplicada necesariamente en el proceso judicial o administrativo en el que se propuso, y por
último, su trámite también es accesorio al principal, por lo que comparte todas las características del recurso indirecto o
incidental de inconstitucionalidad” (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional N°0555/2013, de 15 de mayo). Asimismo,
acerca de la naturaleza jurídica y alcances de la Acción de Inconstitucionalidad Concreta, es de utilidad consultar la
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0005/2017, de 9 de marzo, que declaró la INCONSTITUCIONALIDAD del artículo
234.6 del Código de Procedimiento Penal (relativo al Peligro de Fuga), por vulnerar el derecho a la presunción de inocencia
establecido en el artículo 116.I de la CPE.
8 “Es una acción constitucional que se articula al sistema de control correctivo o a posteriori de las disposiciones legales,

pues a través de ella se busca la verificación de la compatibilidad de la disposición legal impugnada con los valores,
principios, derechos fundamentales, y las normas orgánicas previstas por la Constitución, de manera que si se establece
su incompatibilidad, se la retire del ordenamiento jurídico. Significa que el órgano de control de constitucionalidad corrige
el acto legislativo inconstitucional, con posterioridad a la promulgación de la disposición legal respectiva, depurando de
esa forma el ordenamiento jurídico del Estado”. (Rivera Santivañez, 2011: 233).
“Que, este Tribunal, conforme a la doctrina del Derecho Constitucional, ha
establecido en su jurisprudencia que una norma puede ser inconstitucional por la
forma o por el fondo. En el primer caso cuando en su elaboración, sanción y
promulgación se infringe el procedimiento legislativo previsto en la Constitución; y
en el segundo cuando su contenido es el que vulnera los mandatos de la Ley
Fundamental.

Así se ha entendido a partir de la SC 082/2000 de 14 de noviembre que dice:


"…conforme lo ha precisado la doctrina constitucional, una disposición legal puede
ser impugnada de inconstitucional por su origen o por su contenido. En el primer
caso, cuando en su elaboración y aprobación no se han cumplido ni respetado los
procedimientos establecidos por el texto constitucional para tal efecto o se las ha
elaborado y aprobado en una instancia o por autoridad no establecida por la
Constitución para tal efecto. En el segundo caso, cuando la disposición legal, a pesar
de haber sido elaborada y aprobada conforme a los procedimientos y formas
establecidos por el texto constitucional contiene normas que son incompatibles con
los principios y normas de la Constitución Política del Estado."

Que, en un Estado Democrático de Derecho, el procedimiento legislativo que da


validez constitucional a una Ley material no se reduce a las diferentes fases o etapas
que el legislador debe seguir para la formación de una Ley, desde la presentación
del proyecto hasta la promulgación y publicación, que en el Sistema Constitucional
boliviano están previstas en el Título IV, Parte Segunda, Capítulo V, arts. 71 al 81
de la Constitución, al contrario comprende también las condiciones de validez del
acto legislativo, es decir, que el órgano emisor de la Ley sea competente y desarrolle
el procedimiento de elaboración de una determinada Ley, como en el presente caso,
en el marco de las normas previstas para su legal funcionamiento”.

4.3. Desarrollo jurisprudencial

De acuerdo a lo anterior, la Sentencia Constitucional Nº0048/2010 de 6 de diciembre, ha


establecido que la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta: “…es una de las vías o medios
jurisdiccionales de rango constitucional de control normativo correctivo o a posteriori; es
decir, de normas vigentes, acción a través de la cual el Tribunal Constitucional analiza la
compatibilidad o incompatibilidad de las disposiciones legales impugnadas, de diferentes
jerarquías y ámbitos jurídicos, con los principios, valores y normas de la Constitución
Política del Estado, de tal manera que desaparezca la duda de constitucionalidad sobre
dicha norma…”.
De igual manera, la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0680/2012 de 2 de agosto,
estableció: “En cuanto al control de constitucionalidad, la Constitución Política del Estado,
prevé un medio o recurso idóneo para el control objetivo de las normas jurídicas con
relación a preceptos, principios y valores contenidos en la Norma Suprema, cuya finalidad
es sanear o depurar el ordenamiento jurídico a través de un fallo con efectos derogatorios o
abrogatorios de la norma que resulte incompatible; es así que en el art. 202.1 de la CPE,
entre las atribuciones fijadas para el Tribunal Constitucional Plurinacional, establece el
conocer y resolver en única instancia, los asuntos de puro derecho sobre la
inconstitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos y todo
género de ordenanzas y resoluciones no judiciales, determinando además que en la acción
de carácter abstracto, sólo podrán interponerla la Presidenta o Presidente de la República,
Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados, Legisladores, Legisladoras y máximas
autoridades ejecutivas de las entidades territoriales autónomas, incorporando además entre
los legitimados para interponer la acción de inconstitucionalidad abstracta al defensor o
defensora del pueblo conforme a lo previsto por el art. 222.1 de la CPE”.

Por otro lado, en la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0614/2014, de 25 de marzo, el


TCP realizó algunas precisiones acerca de la naturaleza jurídica de la Acción de
Inconstitucionalidad Abstracta y su configuración normativa en el Código Procesal
Constitucional (CPCo), para concluir señalando que de acuerdo a dichas normas: “la acción
de inconstitucionalidad abstracta, es una acción constitucional de control correctivo o a
posteriori, de las disposiciones legales vigentes, acción a través de la cual el Tribunal
Constitucional Plurinacional, verifica la compatibilidad o incompatibilidad de las
disposiciones legales promulgadas, con los principios, valores, derechos fundamentales y
normas orgánicas de la Constitución Política del Estado Plurinacional, con el objetivo de
depurarla del ordenamiento jurídico en caso de comprobarse su incompatibilidad. A su vez
se constituye en una acción directa, porque a través de ella la autoridad legitimada efectúa
la impugnación sin que la supuesta incompatibilidad esté vinculada a la solución de un caso
concreto”.

5. El caso concreto de la Acción de Inconstitucionalidad presentada por legisladores

En el presente caso, a través de la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta, los legisladores


oficialistas (ahora accionantes) han solicitado al TCP anular los artículos 52, 64, 65 71 y 72
de la Ley 026 del Órgano Electoral, porque según ellos, vulneran el artículo 26 de la
Constitución Política del Estado (CPE) que establece que: “Todas las ciudadanas y los
ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del
poder político, directamente o por medio de sus representantes, y de manera individual o
colectiva. La participación será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y
mujeres. (…)”.
Sin embargo, de la simple lectura de las normas impugnadas, se advierte que aquellas
establecen la limitación de que las autoridades nacionales, departamentales y municipales,
sólo pueden ser reelegidas por una sola vez, en desarrollo del mandato constitucional
establecido en el mismo sentido (en los artículos 156, 168, 285 y 288 de la misma
Constitución); en consecuencia, la aparente contradicción que debiera existir entre la
disposición legal frente a las normas del texto constitucional para demandar su
inconstitucionalidad, no es evidente y no concurre en el presente caso, lo que implica que
indudablemente la acción planteada carece de relevancia jurídico-constitucional.

Por otro lado, ciertamente los legisladores han justificado su solicitud, en lo dispuesto por el
artículo 256 de la Constitución, que establece que los derechos humanos reconocidos por
tratados internacionales que sean más favorables al ciudadano se aplicarán con preferencia
frente a las normas de la CPE9; y también de acuerdo a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (CADH) que en su artículo 23 se refiere al respeto y goce de los derechos
políticos de los ciudadanos, en el siguiente sentido:

“Artículo 23. (Derechos Políticos)


1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades:
a) de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes libremente elegidos;
b) de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio
universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad
de los electores, y;
c) de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de
su país. (…)”.

Como se puede apreciar, este instrumento internacional solo establece algunas directrices
generales, pero en ninguna de sus partes permite la posibilidad de la reelección presidencial

9 Ciertamente, los artículos 13 y 256 de la CPE, introducen dos principios que guían la interpretación de los derechos
fundamentales, cuales son la interpretación pro homine y la interpretación conforme a los Pactos internacionales sobre
Derechos Humanos: “En virtud a la primera, los jueces, tribunales y autoridades administrativas, tienen el deber de aplicar
aquella norma que sea más favorable para la protección del derecho en cuestión -ya sea que esté contenida en la Ley
Fundamental o en las normas del bloque de constitucionalidad- y de adoptar la interpretación que sea más favorable y
extensiva al derecho en cuestión; y en virtud a la segunda (interpretación conforme a los Pactos Internacionales sobre
Derechos Humanos), tienen el deber de -ejerciendo el control de convencionalidad- interpretar el derecho de acuerdo a
las normas contenidas en tratados e instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos ratificado o a los que
se hubiere adherido el Estado, siempre y cuando, claro está, declaren derechos más favorables a los contenidos en la
Constitución Política del Estado; obligación que se extiende, además al contraste del derecho con la interpretación que de
él ha dado la Corte Interamericana de Derechos Humanos” (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional 0210/2013, de 5
de marzo), más aún si se considera que –en el caso de Bolivia– las Sentencias de la CoIDH forman parte del Bloque de
Constitucionalidad (SC 110/2010, de 10 de mayo).
indefinida, como una modalidad a ser necesariamente adoptada por los países que se hubieran
adherido o ratificado este Pacto Internacional.

No obstante, de una simple comparación entre el contenido y alcances de los derechos


políticos consagrados en la CPE, frente a los derechos políticos consagrados en la CADH,
queda claro que las normas de la Constitución resultan mucho más favorables y amplias en
sus alcances para asegurar la eficacia de esos derechos10, dado que las normas previstas por
el artículo 26 de la CPE consagran con bastante amplitud el derecho a la participación
política, que contiene entre sus elementos: la participación en la formación, ejercicio y
control del poder político, de forma directa, o por medio de representantes; y de manera
individual o colectiva; de lo cual se infiere que los dispositivos de: “participación y control”
son vitales a tiempo de dotar de contenido a los derechos políticos, pues son considerados
como parte de esos derechos.

“Artículo 26.
I. Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en
la formación, ejercicio y control del poder político, directamente o por medio de sus
representantes, y de manera individual o colectiva. La participación será equitativa
y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
II. El derecho a la participación comprende:
1. La organización con fines de participación política, conforme a la Constitución y
a la ley.
2. El sufragio, mediante voto igual, universal, directo, individual, secreto, libre y
obligatorio, escrutado públicamente. El sufragio se ejercerá a partir de los dieciocho
años cumplidos.
3. Donde se practique la democracia comunitaria, los procesos electorales se
ejercerán según normas y procedimientos propios, supervisados por el Órgano

10 Estas disposiciones, concuerdan con la configuración democrática del Estado Plurinacional de Bolivia, que tiene como
elementos cualificadores los siguientes: a) el principio de la soberanía popular, como el modo específico y peculiar de
concebir el poder en el Estado, en el que el referente último es la voluntad del pueblo; b) la concepción plural de la sociedad,
lo que supone una comprensión de la sociedad como un entramado en el que se interaccionan los diferentes grupos
sociales, situados en un plano de igualdad, grupos que responden a la propia libertad del ser humano y que, a la par,
proporcionan a éste la posibilidad de desarrollar libremente y en plenitud su personalidad; c) la participación como principio
rector de la vida social y política, lo que significa que el proceso político debe estar asentado en la participación de todos
los ciudadanos en la conformación de los órganos del poder constituido y en la expresión de su voluntad o decisión política
sobre los asuntos o temas sometidos a su consideración por las autoridades de gobierno, a través de los mecanismos
previstos por la Constitución; d) la democracia como principio de convivencia, que significa la formación de todos y cada
uno de los ciudadanos en un espíritu de respeto y tolerancia (Cfr. Sentencia Constitucional Nº0075/2005, de 13 de octubre);
y -agrego- e) la alternabilidad en el ejercicio del poder político (o simplemente “alternancia”, que en el ámbito político
significa cambio de gobierno), vale decir, la posibilidad de renovar o cambiar a las autoridades gubernamentales (quienes
detentan temporalmente el poder político), precisamente en resguardo de los derechos políticos de la ciudadanía (a través
del derecho político a elegir y ser elegido libremente), brindando una oportunidad a las nuevas generaciones de líderes
políticos y sociales, para llevar adelante los destinos de un país, con una mejor visión de futuro, y con nuevas alternativas
de desarrollo a nivel político, social, económico, etc. (Vargas Lima, 2017: 20).
Electoral, siempre y cuando el acto electoral no esté sujeto al voto igual, universal,
directo, secreto, libre y obligatorio.
4. La elección, designación y nominación directa de los representantes de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, de acuerdo con sus normas y
procedimientos propios.
5. La fiscalización de los actos de la función pública.”11

Asimismo, si bien se invocan los derechos políticos consagrados en la Convención


Americana sobre Derechos Humanos, se debe aclarar que esos derechos no son absolutos,
sino que tienen limitaciones. Así lo entiende la propia Convención, cuando declara:

“Artículo 32. (Correlación entre Deberes y Derechos)


1. Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad.
2. Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por
la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática.”12

11 Como se puede ver, la Ley Fundamental también proclama a la organización con fines de participación política, como
otro de los nuevos elementos de los derechos políticos, conforme se ha expuesto ampliamente en la Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 0828/2012, de 20 de agosto de 2012, que resulta de indispensable consulta para
profundizar sobre este tema. Asimismo, cabe hacer notar que el TCP, se ha referido anteriormente al reconocimiento
efectuado por las normas constitucionales y del bloque de constitucionalidad con relación al ejercicio de los derechos
políticos, habiendo establecido lo siguiente: “En el bloque de constitucionalidad, el art. 23.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, establece que todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades,
los cuales deben ser garantizados por el Estado en condiciones de igualdad: i) a la participación en la dirección de los
asuntos públicos, directamente o por representantes libremente elegidos; ii) a votar y a ser elegido en elecciones periódicas
auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de los electores, y
iii) a acceder a las funciones públicas de su país. Por su parte el art. 23.2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, establece cuáles son las causales que permiten restringir los derechos reconocidos en el art. 23.1 y cuáles los
requisitos que deben cumplirse para que proceda tal restricción, determinando que “ La Ley debe reglamentar el ejercicio
de los derechos y oportunidades a que se refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad,
residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez competente en proceso penal”. Por su parte,
el art. 25 del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, señala: “Todos los ciudadanos gozarán (…) de los
siguientes derechos y oportunidades: (…) b) Votar y ser elegidos en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por
sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores”. Desarrollando
el núcleo esencial de los derechos políticos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que: “el ejercicio
efectivo de los derechos políticos constituye un fin en sí mismo, y a la vez, un medio fundamental que las sociedades
democráticas tienen para garantizar los demás derechos humanos previstos en la Convención”. (Caso Castañeda Gutman,
143), y que sus titulares, es decir, los ciudadanos, no sólo deben gozar de derechos, sino también de oportunidades. Este
último término implica la obligación de garantizar como medidas positivas que toda persona que formalmente sea titular
de derechos políticos tenga la oportunidad real para ejercerlos” (Caso Yatama. Párr. 195). Entendimiento que fue reiterado
en el caso López Méndoza vs. Venezuela, Sentencia de 1 de septiembre de 2011” (Cfr. Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº2055/2012, de 16 de octubre).
12 Se debe considerar que de acuerdo al artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana (aprobada en la primera Sesión

Plenaria de la OEA, celebrada el 11 de septiembre de 2001, y ratificada por la mayoría de los países latinoamericanos):
“Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas,
libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de
partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. Sin embargo, es
6. La naturaleza jurídica de los derechos presuntamente vulnerados y sus limitaciones
según la jurisprudencia constitucional

A tiempo de precisar la naturaleza jurídica de los derechos fundamentales, en la Sentencia


Constitucional Nº400/2006-R, de 25 de abril, el Tribunal Constitucional señaló que:

“Los derechos fundamentales son todos aquellos derechos subjetivos que


corresponden universalmente a todos los seres humanos por su status de personas,
de ciudadanos o personas con capacidad de obrar; entendiendo por derecho
subjetivo cualquier expectativa positiva (de prestaciones) o negativa (de no sufrir
lesiones) adscrita a un sujeto por una norma jurídica, en ese entendido, una de las
notas caracterizadoras de todo derecho fundamental es el de ser un derecho
subjetivo, lo que implica que su titular tiene la facultad de exigir su respeto y
observancia, pudiendo acudir al órgano jurisdiccional competente para reclamar, a
través de los recursos que establece el respectivo orden jurídico, la protección de
tales derechos y la reparación del menoscabo sufrido.

Debe agregarse que según la doctrina contemporánea del Derecho Constitucional,


los derechos fundamentales constituyen el límite al ejercicio del poder político del
Estado, pero también un mecanismo de realización del propio Estado; por ello, se
sostiene que los derechos fundamentales no incluyen sólo derechos subjetivos y
garantías constitucionales a través de los cuales el individuo se defiende frente a las
actuaciones de las autoridades públicas, también incluyen deberes positivos que
vinculan a todas las ramas del poder público. En ese criterio, no sólo existe la
obligación negativa por parte del Estado de no lesionar la esfera individual, también
existe la obligación positiva de contribuir a la realización efectiva de tales derechos.
(…)”.

Asimismo, cabe recordar que la Sentencia Constitucional Nº1127/2003-R de 12 de agosto (al


igual que en las SSCC 1181/2003-R, 1144/2003-R, entre otras), estableció que:

"una de las notas que caracteriza a todo derecho fundamental, es la de tener la


calidad de derecho subjetivo, que faculta a su titular a acudir al órgano
jurisdiccional competente, cuando funcionarios públicos o particulares restrinjan,

recomendable seguir el consejo del diplomático boliviano Carlos Antonio Carrasco, quien propone que el principio de
alternancia en la función gubernamental, debería plasmarse en una “ley de hierro”, infranqueable del sistema democrático,
y que quienes en verdad sotengan ese principio, deberían gestionar una enmienda al citado artículo 3 de la Carta, cuyo
texto reformado debería decir: “... la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal
y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; la separación
e independencia de los poderes públicos y la obligada alternancia en la jefatura del Estado”. (Carrasco, 2012: 26-27).
supriman o amenacen restringir o suprimir tales derechos. En nuestro país, el
legislador constituyente ha instituido el recurso de amparo como un medio de tutela
para la eficaz salvaguarda de estos derechos, los cuales, desde un punto de vista
moral y político se consideran básicos para la convivencia humana, creando a su
fragua las condiciones necesarias para asegurar el desarrollo de la vida del hombre
en libertad, en circunstancias compatibles con la dignidad humana, legitimando y
limitando el poder estatal, creando así un marco de convivencia propicio para el
desarrollo libre de la personalidad".

En este sentido, la jurisprudencia constitucional, conforme las normas previstas en la


Constitución así como en los tratados, convenciones y convenios internacionales suscritos y
ratificados por el Estado boliviano, ha asumido que el ejercicio de los derechos
fundamentales tiene límites, en consecuencia las personas no pueden hacer un ejercicio
absoluto o arbitrario que lesione los derechos de las otras personas o los intereses generales;
así en las Sentencias Constitucionales que se detallan a continuación, el Tribunal ha
expresado los siguientes razonamientos:

 SC 04/2001 de 5 de enero:
"… los derechos fundamentales no son absolutos, encuentran límites y restricciones
en los derechos de los demás, la prevalencia del interés general, la primacía del
orden jurídico y los factores de seguridad, moralidad y salubridad públicos, que no
pueden verse sacrificados en aras de un ejercicio arbitrario o abusivo de las
prerrogativas individuales; es decir, que los derechos fundamentales pueden ser
limitados en función del interés social. Es en ese orden que la Constitución ha
establecido el mecanismo legal para la regulación y restricción de los derechos
fundamentales".

 SC 429/2002-R de 15 de abril:
"… el art. 28 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
dispone que: "los derechos de cada hombre están limitados por los derechos de los
demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bienestar general y
del desenvolvimiento democrático". Esto significa que las personas no pueden
ejercer de manera irrestricta y arbitraria sus derechos en desmedro de los derechos
de los demás, por lo que su ejercicio debe estar reglamentado, conforme lo dispone
la propia Constitución en su art. 7".

Esta jurisprudencia –conforme lo reconoció la SC 0061/2003, de 1 de julio, entre otras- tiene


su fundamento en el hecho de que, tanto la Constitución como los instrumentos
internacionales de protección de los derechos humanos que forman parte del bloque de
constitucionalidad, no se limitan a proclamar el conjunto de los derechos, libertades y
garantías de los seres humanos, sino que también hacen referencia explícita o implícita de las
restricciones o limitaciones de su ejercicio13, estableciendo en su caso, las condiciones
particulares en las cuales es posible que el Estado, a través de sus órganos del Poder Público,
aplique la restricción al ejercicio de los derechos y libertades sin violarlos (Cfr. Sentencia
Constitucional Plurinacional 0336/2012, de fecha 18 de junio de 2012).

7. La presunta “inaplicabilidad” de la Constitución

Finalmente, y de acuerdo a las noticias que se han difundido sobre este tema, los accionantes
piden que el TCP declare que 4 artículos de la Constitución son "inaplicables" (se refieren a
los artículos 156, 168, 285 y 288) por lo que debería reestablecerse los derechos políticos,
amparados en instrumentos internacionales (aunque en rigor de verdad, los derechos políticos
no han sido vulnerados en ninguna forma); y plantean la inconstitucionalidad de cinco
artículos de la Ley 026 de Régimen Electoral, que permiten la reelección continua por una
sola vez de Presidente, Vicepresidente, Gobernadores, Asambleístas Departamentales,
Alcaldes y Concejales.

Sobre este aspecto, es pertinente y necesario realizar las siguientes puntualizaciones:

i) Las disposiciones legales y/o constitucionales, no pueden ser tachadas de


“inconstitucionales” solo por el hecho de no satisfacer los intereses personales de una
autoridad electa, dado que en realidad, dichas autoridades deben sujetar sus actos a lo
dispuesto por la Constitución; más aún si se considera que todas las disposiciones
legales gozan de presunción de constitucionalidad14.

13 En este sentido, la jurisprudencia constitucional también ha precisado que: “Conforme a la doctrina del derecho
constitucional, las limitaciones al ejercicio de los derechos fundamentales pueden ser intrínsecas o extrínsecas; las
primeras son aquellas derivadas del propio contenido o naturaleza jurídica del derecho fundamental o de su función social;
mientras que las limitaciones extrínsecas, son las derivadas de la coexistencia con otros derechos, las impuestas por
exigencias del bien general, el derecho ajeno, la moral social, el orden público y el bien común. Los límites intrínsecos son
inherentes al ente titular de los derechos y son dados por la misma condición del sujeto, pues el hombre al ser limitado
debe hacer un uso proporcional de su derecho, no pudiendo ejercerlo más allá de su expresa finalidad, lo cual no sería ya
usar el derecho, sino abusar de él; mientras que los límites extrínsecos son los impuestos por el Estado o reconocidos por
éste, y que conforme se establece desde la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución
Francesa, son impuestos mediante una Ley como regulante de los derechos. Empero, si bien es cierto que el ejercicio de
los derechos fundamentales no es absoluto, no es menos cierto que la aplicación de las limitaciones a dicho ejercicio
tampoco pueden ser absolutos o arbitrarios, al contrario tienen sus propios límites en los valores supremos y principios
fundamentales inherentes a todo Estado Democrático Constitucional, de manera que se traten de limitaciones y no de
verdaderas supresiones; por ello, en lo que respecta a las limitaciones extrínsecas se aplica el principio de la reserva legal.”
(Cfr. Sentencia Constitucional Nº0060/2005, de 12 de septiembre).
14 Es preciso apuntar que la Presunción de Constitucionalidad, es un principio en virtud al cual, se presume la

constitucionalidad de toda disposición legal hasta tanto el Tribunal Constitucional resuelva y declare su
inconstitucionalidad. Este principio básicamente tiene la finalidad de resguardar los principios de legalidad y seguridad
jurídica inherentes al Estado Democrático de Derecho (que es la base del Estado Plurinacional), en el que todos sus
miembros, gobernantes y gobernados, están sometidos al ordenamiento jurídico que obliga por igual a todos, de manera
que los actos, las decisiones o resoluciones emitidas al amparo de las disposiciones legales vigentes, no pueden ser
ii) Las normas constitucionales tampoco pueden ser consideradas “inconvencionales”
(es decir, contrarias a la Convención Americana sobre Derechos Humanos), por
cuanto no restringen los derechos fundamentales (derechos políticos, en este caso) de
los ciudadanos; más al contrario, la Constitución impone la obligación de interpretar
los derechos conforme a los tratados internacionales de derechos humanos (entre
ellos, la CADH, que forma parte de nuestro bloque de constitucionalidad).

iii) El Tribunal Constitucional Plurinacional, conforme a su configuración


constitucional y a la naturaleza de sus atribuciones, no está autorizado para declarar
la inaplicabilidad de normas constitucionales que se hallan vigentes y que son de
cumplimiento obligatorio (para gobernantes y gobernados), en virtud de la fuerza
normativa de la Constitución.

iv) Si bien el Tribunal Constitucional debe realizar el control normativo de todas las
disposiciones legales mediante la Acción (concreta o abstracta) de
Inconstitucionalidad, no puede declarar la "inaplicabilidad" de una disposición legal
para el caso concreto, y mucho menos podría disponer la inaplicabilidad de las normas
de la Constitución, porque los efectos de sus sentencias de inconstitucionalidad, son
de carácter general ("erga omnes") lo que implica que tienen carácter vinculante y son
de cumplimiento obligatorio para todos (gobernantes y gobernados), conforme lo ha
previsto la misma Constitución.

En definitiva, el Constituyente ha conferido al Tribunal Constitucional Plurinacional, el


ejercicio de la jurisdicción constitucional, que entre sus finalidades tiene la de ejercer el
control (concentrado y plural)15 de la constitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos,

desconocidos o incumplidos con la sola invocación o argumento de una aparente inconstitucionalidad. Por ello, para
preservar la seguridad jurídica, sólo el órgano de control constitucional (el TCP) puede pronunciar oficialmente la
inconstitucionalidad de una Ley, Decreto o Resolución, con efecto erga omnes. Actualmente, este principio se encuentra
previsto tanto en el artículo 5º de la Ley del TCP, como también en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional.
15 En el año 2009, con la aprobación de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, se ha configurado un

sistema de control concentrado y plural de constitucionalidad, que básicamente se refleja en la nueva composición del
TCP, que ahora está integrado por Magistradas y Magistrados elegidos con criterios de plurinacionalidad, con
representación del sistema ordinario y del sistema indígena originario campesino. Asimismo, la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº0300/2012, de 18 de junio de 2012, ha precisado: “(…) que la Constitución boliviana ha diseñado un
sistema de control de constitucionalidad plural, pues no solamente se ejerce el control sobre normas formales, sino también
sobre las normas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, además de conocer los conflictos de
competencias entre las diferentes jurisdicciones y de revisar las resoluciones pronunciadas por la jurisdicción indígena
originaria campesina cuando se considere que estas normas son lesivas a los derechos fundamentales y garantías
constitucionales. Estas facultades fueron introducidas en la actual Constitución Política del Estado, en mérito al
reconocimiento expreso a los derechos de los pueblos indígenas originario campesinos, a la igualdad jerárquica de
sistemas jurídicos y jurisdicciones; pero además debe considerarse que la Ley Fundamental fue el resultado de un proceso
dialógico en el que intervinieron los diferentes sectores de la población boliviana y, claro está, también las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, que tuvieron un rol protagónico para la consolidación del Estado Plurinacional.
(…)”. Asimismo, un breve ensayo que desarrolla la fundamentación doctrinal de este tema, haciendo una breve referencia
cartas orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y resoluciones no judiciales; control
que se instrumenta a través de las Acciones de Inconstitucionalidad, sean en la vía abstracta
o concreta, con carácter correctivo o posterior, con la finalidad de que el Tribunal someta las
normas cuestionadas a un juicio de constitucionalidad para establecer su compatibilidad o
incompatibilidad con los valores supremos, principios fundamentales y normas de la
Constitución Política del Estado.

Sin embargo, corresponde también considerar que la Comisión de Admisión del TCP, debe
cumplir una función revisora acerca del cumplimiento de los requisitos y condiciones que
cada acción, recurso o consulta debe contener, para posteriormente admitirla o rechazarla,
caso éste último que sólo se justifica en la inexistencia de uno de los requisitos de
admisibilidad expresamente enumerados.

A este efecto, se tiene que las normas previstas por el art. 24.I del CPCo, establecen que todas
las acciones de inconstitucionalidad, deben contener: “(…) 1. Nombre, apellido y generales
de ley de quien interpone la acción, demanda, consulta o recurso, o de su representante
legal, acompañando en este último caso la documentación que acredite su personería.
Además deberá indicarse la dirección de un correo electrónico u otro medio alternativo de
comunicación inmediata. 2. Nombre y domicilio contra quien se dirige la acción o recurso,
cuando así corresponda. 3. Exposición de los hechos, cuando corresponda. 4. En las
acciones de inconstitucionalidad, la identificación de la disposición legal y las normas
impugnadas, así como las normas constitucionales que se consideren infringidas,
formulando con claridad los motivos por los que la norma impugnada es contraria a la
Constitución Política del Estado. 5. Solicitud, en su caso, de medidas cautelares. 6.
Petitorio”. Previsiones que para el caso de la acción de inconstitucionalidad concreta se
aplica en lo atinente, que son los numerales 3 al 6, de las que el numeral 5 es optativo,
mientras que los otros tres requisitos son imprescindibles. Con esas premisas, la
jurisprudencia constitucional también ha señalado que:

“de acuerdo al art. 24.I.3 del CPCo, los hechos demostrarán la existencia de un
proceso administrativo y judicial, lo que hace a la relevancia constitucional de la
presunta inconstitucionalidad, que también es un requisito imprescindible para la
acción de inconstitucionalidad concreta, conforme a las normas del art. 79 del
CPCo; mientras que el numeral 4 referido a la identificación de las normas
impugnadas, hace al objeto de la demanda de inconstitucionalidad, de la misma
forma que la enunciación de las normas constitucionales infringidas; finalmente, la

a la evolución histórica del control de constitucionalidad en Bolivia, así como los principales antecedentes de la creación
del Tribunal Constitucional en el país, para luego examinar la configuración actual del sistema de control de
constitucionalidad a partir de la Constitución aprobada el año 2009, hasta su más reciente manifestación jurisprudencial,
como control de carácter concentrado y de naturaleza plural, distinta de otras formas de control existentes en el Derecho
Comparado; puede encontrarse en: (Vargas Lima, 2016).
formulación con claridad de los motivos o fundamentos que sustentan la tesis de la
inconstitucionalidad, es el necesario marco argumentativo que justifica la existencia
de relevancia constitucional en el tema concreto; por ello, el incumplimiento del
requisito previsto en el art. 24.I.4 del CPCo, encuentra puntualización en el art. 27.II
del mismo Código, como una causal de rechazo de la acción de inconstitucionalidad
abstracta o concreta, disponiendo que toda acción, recurso o consulta, debe ser
rechazado por la Comisión de Admisión, cuando carezca en absoluto de fundamentos
jurídico constitucionales que justifiquen una decisión de fondo.

Pues bien, la carencia absoluta de fundamentos jurídico constitucionales alude a una


operación argumentativa ineludible, basada en razonamientos constitucionales que
sean suficientes de acuerdo al caso concreto que se analiza, para germinar una duda
sobre la adecuación de la norma demandada a los valores, principios y normas de la
Constitución Política del Estado; mas, no es una operación dependiente de la
extensión de la demanda o la acumulación de doctrina y jurisprudencia, sino que
consiste en la presentación de razonamientos y criterios derivados de la Constitución
Política del Estado, que configure una duda razonable y haga justificable un examen
de los mismos, con el objeto de verificar si la norma demandada es conforme a la
Constitución Política del Estado.” (Cfr. Sentencia Constitucional Plurinacional
N°1785/2013, de 21 de octubre).

De acuerdo a lo expuesto, ciertamente la Comisión de Admisión del TCP –conforme a


procedimiento previsto en los artículos 26.II y 27 del CPCo–, una vez recibidos los
antecedentes de la Acción presentada, debía observar previamente el cumplimiento de los
requisitos de admisión de la Acción (según lo previsto en el artículo 24 del CPCo), y una vez
verificado el cumplimiento de estos (o habiendo sido subsanados), recién podía pronunciarse
sobre la admisión o rechazo de la misma, dado que la inobservancia de requisitos, hace
inviable el ejercicio de un verdadero control de constitucionalidad y amerita el rechazo de la
acción.

Sin embargo, en el presente caso, el rechazo de la Acción resultaba ser la alternativa más
adecuada y la única legalmente posible, para evitar ingresar inútilmente al análisis de una
Acción de Inconstitucionalidad que sin duda, carece de fundamentos jurídico
constitucionales que justifiquen una decisión de fondo16 (porque se están cuestionando

16 En este sentido, si bien el artículo 196.I de la CPE, establece que el Tribunal Constitucional Plurinacional, vela por la
supremacía de la Constitución y ejerce el control de constitucionalidad; la jurisprudencia constitucional ha establecido de
manera expresa, que: “(…) para que este Tribunal ejerza esta facultad, es necesario que las pretensiones de
inconstitucionalidad se encuentren debidamente fundamentadas, cumplan con requisitos mínimos de argumentación, que
hagan posible la contrastación de la norma impugnada con la Ley Fundamental; por ello, el art. 27.II del Código Procesal
Constitucional (CPCo), faculta a la Comisión de Admisión rechazar las acciones cuando concurra la cosa juzgada
constitucional; la acción o recurso sea presentado de manera extemporánea (en los casos en exista un plazo de
normas de desarrollo constitucional, y al propio tiempo, la validez normativa de la misma
Constitución), pero sobre todo, para evitar incurrir en una ilegalidad que tarde o temprano
podría ocasionar graves consecuencias para el país, poniendo en serio riesgo nuestra
institucionalidad democrática.

8. Acerca de la admisión de la Acción de Inconstitucionalidad: ¿Cuál es el rol que debió


cumplir el Tribunal Constitucional Plurinacional en Bolivia?

“Una Constitución sin un Tribunal Constitucional que imponga su interpretación y la


efectividad de la misma en los casos cuestionados, es una Constitución herida de muerte,
que liga su suerte a la del partido en el poder, que impone en esos casos, por simple
prevalencia fáctica, la interpretación que en ese momento le conviene. (Entonces) la
Constitución pasa a ser instrumentalizada políticamente por unos grupos o partidos frente
a otros”; afirmaba con certeza en su día el ilustre jurista español Eduardo García de Enterría
(García de Enterría, 1994: 186)17.

Dicha opinión autorizada –que a pesar del tiempo transcurrido aún se mantiene vigente y,
según considero, merece ser tenida en cuenta en la actual coyuntura política boliviana–, ha
motivado también el pronunciamiento favorable del distinguido constitucionalista boliviano
José Antonio Rivera Santivañez18, quien con base en su amplia experiencia en la magistratura

caducidad); y, cuando la demanda carezca en absoluto de fundamentos jurídico-constitucionales que justifiquen una
decisión de fondo.” (Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0057/2015, de 8 de julio).
17 Así también, recomiendo leer la columna de opinión de mi autoría: “El pensamiento constitucional de Eduardo García

de Enterría” (La Gaceta Jurídica, 15/10/2013); cuyo texto posteriormente fue incluido en el Libro Homenaje: Eduardo García
de Enterría. Semblanzas de su Vida y de su Obra. España: Editorial Civitas, 2014.
18 El profesor José Antonio Rivera, también ha expresado su desacuerdo frente la pretensión de los legisladores oficialistas,

plasmada en la Acción de Inconstitucionalidad, y asimismo, ha señalado que la misma carece de consistencia, por las
siguientes razones: “En primer lugar, el Tribunal Constitucional Plurinacional tiene por misión custodiar y defender la
Constitución Política del Estado (CPE) contra las leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, reglamentos,
resoluciones, acciones y decisiones de las autoridades públicas; en ese cometido, a través de la Acción de
Inconstitucionalidad somete a juicio de constitucionalidad las disposiciones legales y reglamentarias contrastando con las
normas de la Constitución, para anular aquellas que sean contrarias a estas últimas; pero no tiene competencia alguna
para declarar la inaplicabilidad de las normas de la Constitución. En segundo lugar, si bien es cierto que, por previsión del
artículo 26 de la CPE y el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), toda persona tiene
derecho de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto
secreto; no es menos cierto que el ejercicio de ese derecho no es absoluto e irrestricto, como todo otro derecho humano
o fundamental es susceptible de limitaciones y restricciones; pues por previsión expresa del art. 32.2) de la CADH y art.
29 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Los derechos de cada persona están limitados por los derechos
de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”; lo que
significa el Estado está legitimado para imponer limitaciones o restricciones al ejercicio de los derechos humanos y
fundamentales. Es en el marco de la norma convencional referida que el poder constituyente boliviano ha establecido una
restricción constitucional al ejercicio del derecho político a ejercer los cargos electivos, limitando la reelección continua; de
manera que las normas previstas por los arts. 156, 168, 285 y 288 de la CPE no violan el derecho político como
erróneamente se arguye en la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta; y esa limitación establecida por las normas
constitucionales, desarrolladas por las normas de la Ley del Régimen Electoral tiene por finalidad el armonizar el ejercicio
del derecho político de los ciudadanos que acceden a los cargos electivos con los derechos de las demás personas, así
como resguardar el bien común y el régimen democrático, ya que la democracia representativa tiene como uno de sus
y el análisis de la Jurisdicción Constitucional en Bolivia, ha dejado establecido también que:
“…en el siglo XXI no existe ni puede existir un Estado Constitucional sin un Tribunal
Constitucional como guardián y máximo intérprete de la Constitución y protector de los
derechos fundamentales y garantías constitucionales”.

En el contexto boliviano, resulta más vigente que nunca la premonición del jurista español
García de Enterría, cuando advertía la herida de muerte de la Constitución, aunque en nuestro
caso, no es tanto por falta de un Tribunal Constitucional, sino al contrario, por la reciente
decisión asumida por el Tribunal Constitucional Plurinacional ante la Acción de
Inconstitucionalidad planteada, lo que ciertamente ha rebasado los límites de lo razonable y
lógico.

Es así que ante la Acción de Inconstitucionalidad planteada por legisladores oficialistas para
anular algunos artículos de la Ley N°026 del Régimen Electoral, pidiendo que el TCP declare
que cuatro artículos de la Constitución son “inaplicables” (refiriéndose a los artículos 156,
168, 285 y 288) presuntamente para reestablecer los derechos políticos, al amparo de
instrumentos internacionales; se ha emitido el Auto Constitucional Nº269/2017-CA, de fecha
28 de septiembre de este año, que dispone admitir la Acción de Inconstitucionalidad
Abstracta planteada por una senadora y otros diputados, miembros de la Asamblea
Legislativa Plurinacional, y en consecuencia, poner en conocimiento del Presidente de la
misma Asamblea (en representación del órgano que generó la norma impugnada) a objeto de
su apersonamiento y formulación de alegatos que considere necesarios19.

Cabe hacer notar que de acuerdo al procedimiento legalmente establecido en el Código


Procesal Constitucional, el Tribunal Constitucional Plurinacional ciertamente tenía la
posibilidad de admitir o rechazar la Acción de Inconstitucionalidad, y lo primero que hizo
fue admitirla (¡!) alegando para ello la supuesta existencia de una "duda razonable" (¿?).

En este sentido, el fundamento que señala el TCP para admitir la acción, consiste en que:

pilares la alternancia en el ejercicio del poder político, también para resguardar los principios de la separación de funciones
y de los pesos y contrapesos”. En consecuencia, Rivera concluye señalando que la Acción de Inconstitucionalidad
Abstracta tiene por finalidad la anulación de toda restricción o limitación constitucional a la reelección, burlando la voluntad
soberana del pueblo que el 25 de enero de 2009 refrendó la Constitución aprobada por la Asamblea Constituyente, en la
que se consignó esa limitación constitucional, y la voluntad expresada el 21 de febrero de 2016 que rechazó la reforma
constitucional que pretendía incluir en la Constitución la permisión de dos reelecciones consecutivas y continuas; pues si
el Tribunal Constitucional Plurinacional da curso a la Acción, se implantará la reelección indefinida, causando una herida
de muerte al régimen democrático. (Los Tiempos, 20/09/2017), disponible en: http://bit.ly/2hNtGzo
19 Aquí se presenta un evidente conflicto de intereses, dado que el Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional es

al mismo tiempo el Vicepresidente del Estado, y los directos beneficiarios con esta Acción de Inconstitucionalidad, son
precisamente el Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia que pretenden ser reelegidos, burlando la
Constitución. Entonces, su situación política ciertamente lo inhabilita para pronunciarse, dado que está imposibilitado de
poder asumir una posición imparcial, alegando con objetividad la constitucionalidad de la disposición legal impugnada.
“(…) del análisis de la acción presentada, se evidencia que esta se respalda en una
suficiente fundamentación jurídico-constitucional y convencional, precisando los
accionantes las razones por las cuales consideran que los preceptos legales hoy
cuestionados son contrarios a la Constitución Política del Estado y al bloque de
constitucionalidad, generando duda razonable sobre la constitucionalidad de los
preceptos legales impugnados, que posibilita realizar el juicio de constitucionalidad
y convencionalidad”.

Esto es algo sorprendente e inaudito (muy cercano a lo absurdo), porque inexplicablemente


se pretende justificar lo injustificable, dado que hasta un estudiante de la Carrera de Derecho
(de primer o segundo año) puede observar con bastante claridad, que comparando las normas
existentes que forman parte del bloque de constitucionalidad, no existe ningún grado de
contradicción entre la Constitución Política del Estado y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; así como tampoco es lógico alegar que podría existir o incompatibilidad
entre las normas de la Ley del Régimen Electoral y las normas de la Constitución, porque
aquella es precisamente una Ley de desarrollo constitucional que entre sus normas (ahora
impugnadas) únicamente reitera, explica y detalla las directrices y mandatos ya establecidos
por la Ley Fundamental (en lo referente a la reelección de autoridades por una sola vez)20.

Aquí, resulta necesario precisar nuevamente que el Tribunal Constitucional Plurinacional es


el órgano especializado de la jurisdicción constitucional, creado con la exclusiva finalidad de
administrar justicia constitucional a través del control concentrado y plural de
constitucionalidad de las leyes y de los actos provenientes de los Órganos del Estado
Plurinacional de Bolivia, para resguardar la supremacía de la Constitución (no para
determinar su inaplicabilidad cuando así sea conveniente), y precautelar el respeto y la
vigencia de los derechos y las garantías constitucionales.

A este efecto, el órgano contralor de la constitucionalidad, debe conocer y resolver todos los
conflictos jurídico-constitucionales, que se manifiesten en una triple dimensión: a)
normativa, en los casos en que se produzca la incompatibilidad de una disposición legal
ordinaria (sean Leyes, Estatutos Autonómicos, Cartas Orgánicas, Decretos y todo género de
Resoluciones no judiciales), frente a las normas (axiológicas, dogmáticas y/u orgánicas)
previstas por la Constitución; b) competencial, en los casos en que se llegue a desconocer el

20 Se debe tener presente, que conforme lo ha precisado la jurisprudencia constitucional reciente: “(…) no resulta suficiente
la identificación de la norma, sino que es necesario que se expresen razonablemente los argumentos que determinan la
inconstitucionalidad de la misma, logrando la existencia de una duda razonable en su constitucionalidad. (En consecuencia)
La labor encomendada por la Constitución Política del Estado en acciones de control normativo, se hace posible
únicamente cuando los argumentos planteados en la acción son expresados con claridad, de modo tal que se manifieste,
por qué la norma impugnada es contraria o desconoce la Norma Suprema; ya que si no se cumple con esta carga de
argumentación, el Tribunal se encontrará impedido de realizar una interpretación de la norma legal impugnada; en razón
a que, al no existir argumentos claros para ello, tampoco podrá determinar si mantiene o no la norma cuestionada” (Cfr.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0057/2015, de 8 de julio)
principio de separación de funciones o división del ejercicio del poder político, para poner
fin a los eventuales conflictos de competencia que llegaren a suscitarse entre los diferentes
órganos del poder público y/o niveles de gobierno, o bien, cuando se desconozcan los
derechos de las minorías imponiendo decisiones contrarias a la Constitución, y; c) tutelar, en
situaciones en que el poder público –o un eventual poder particular– vulnere ilegalmente, por
acción u omisión, los derechos fundamentales consagrados por la Ley Fundamental y/o los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos, como parte del bloque de
constitucionalidad.

De ahí que la Constitución en su artículo 196, establece expresamente que las funciones del
Tribunal Constitucional Plurinacional consisten principalmente en: velar por la supremacía
de la Constitución, ejercer el control de constitucionalidad y precautelar el respeto y la
vigencia de los derechos y garantías constitucionales. En consecuencia, el Tribunal
Constitucional Plurinacional de Bolivia, conforme a su configuración constitucional y a la
naturaleza de sus atribuciones, en el ejercicio de su labor de control de constitucionalidad,
no está facultado ni menos autorizado para declarar la inaplicabilidad de normas
constitucionales que se hallan vigentes y que son de cumplimiento obligatorio, en virtud de
la fuerza normativa de la Constitución en Bolivia21.

Por ello, es evidente que el Tribunal Constitucional Plurinacional, ante la Acción de


Inconstitucionalidad planteada, y a tiempo de revisar el cumplimiento de los requisitos
mínimos de procedibilidad de la Acción, tenía el deber jurídico de dar aplicación a lo previsto
en el artículo 27 del Código Procesal Constitucional, que establece claramente que una vez
verificado el cumplimiento de los requisitos o subsanadas las observaciones hechas a la
acción presentada, la Comisión de Admisión en un plazo no mayor de cinco días se
pronunciará sobre la admisión o rechazo de acuerdo con el procedimiento establecido en el
mismo Código. A este efecto, el citado artículo prevé también que: “II. La Comisión de
Admisión rechazará las acciones, demandas, consultas y recursos en los siguientes casos:
(…) c) Cuando carezca en absoluto de fundamentos jurídico constitucionales que justifiquen
una decisión de fondo”; en mérito a lo cual, y siendo por demás evidente la carencia de
razones constitucionales suficientes que sustenten la acción, se debió disponer el rechazo
inmediato de la Acción de Inconstitucionalidad por carecer de fundamento jurídico-
constitucional válido para ingresar al análisis de fondo de la Acción.

21 En este sentido, la jurisprudencia constitucional ha señalado que: “Debe considerarse que la Constitución Política del
Estado tiene una incuestionable fuerza normativa; pues es una norma jurídica auténtica, susceptible de invocación en la
sustanciación de cualquier proceso o causa, de manera que los jueces y tribunales están compelidos a resolver los litigios
a la luz de la Norma Suprema, entendimiento que supone la materialización del principio de eficacia y aplicación directa
del texto constitucional. Bajo ese razonamiento, los principios insertos en la Ley Fundamental se establecen como
directrices para los poderes públicos y particularmente para los administradores de justicia, ello permite prescindir de un
desarrollo legislativo para garantizar la eficacia de los derechos fundamentales, viabilizando su materialización y el ejercicio
pleno a la luz de la interpretación de los principios insertos en la Constitución Política del Estado” (Cfr. Sentencia
Constitucional Plurinacional N°1697/2013, de 10 de octubre).
Sin embargo, al haber actuado en sentido contrario a lo legalmente previsible, el Tribunal ha
cometido un grave error, poniendo en tela de juicio su condición de órgano constitucional
imparcial, y en consecuencia, la probidad de sus Magistrados corre el riesgo de desvirtuarse.
Esta situación irregular, habilita a interponer una denuncia contra los jueces constitucionales
que fallaron de forma manifiestamente contraria a la Constitución y las leyes del país,
debiendo dilucidarse este cuestionable accionar, en un juicio de responsabilidades, conforme
señala la Ley.

9. Conclusiones preliminares

El Tribunal Constitucional Plurinacional es el órgano especializado de la jurisdicción


constitucional, creado con la exclusiva finalidad de administrar justicia constitucional a
través del control concentrado y plural de constitucionalidad de las leyes y de los actos
provenientes de los Órganos del Estado Plurinacional de Bolivia, para resguardar la
supremacía de la Constitución, y no para determinar su inaplicabilidad cuando así sea
conveniente a los intereses de un caudillo o grupo de personas, además que también tiene el
deber de precautelar el respeto y vigencia de los derechos y garantías constitucionales.

De acuerdo a su naturaleza jurídica, el Tribunal Constitucional Plurinacional ha sido


instituido como el máximo guardián y supremo intérprete de la Constitución, con la cualidad
adicional de defensor de los Derechos Fundamentales, y por lo mismo, su función principal
es la de ejercer en forma exclusiva el control de constitucionalidad con alcance nacional,
garantizando la primacía de la Ley Fundamental del Estado, la plena validez del orden
constitucional y democrático, así como la vigencia plena de los derechos y garantías
constitucionales de todos(as) los(as) ciudadanos(as).

En este sentido, el control concentrado y plural de constitucionalidad que ejerce el TCP, lo


realiza en tres ámbitos: normativo, competencial y tutelar. El control normativo, se
materializa a través de las Acciones de Inconstitucionalidad, sean en la vía abstracta o
concreta, con carácter preventivo o correctivo, con la finalidad de que el Tribunal someta las
normas cuestionadas a un juicio de constitucionalidad para establecer su compatibilidad o
incompatibilidad con los valores supremos, principios fundamentales y normas de la
Constitución Política del Estado.

Sin embargo, es evidente que en el presente caso, no existían cargos suficientes que
determinen la posibilidad de que el TCP ingrese a analizar el fondo de la inconstitucionalidad
alegada, correspondiendo ahora que dicha instancia declare la improcedencia de la Acción
de Inconstitucionalidad abstracta, no obstante de su admisión inicial; dado que en virtud de
lo establecido por la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0646/2012, de 23 de julio:
“…la Comisión de Admisión al admitir la acción realiza un análisis sobre el cumplimiento
de requisitos de admisibilidad guiado necesariamente por el principio pro actione, de
manera que al momento de conocer el fondo, no existe impedimento para que el Pleno del
Tribunal Constitucional Plurinacional pueda observar el incumplimiento de requisitos o
condiciones que den mérito a un pronunciamiento de fondo de la problemática”; más aún
cuando es evidente que la inconstitucionalidad planteada, carece en absoluto de fundamentos
jurídico-constitucionales que justifiquen una decisión de fondo.

Finalmente, cabe insistir que en su calidad de máximo guardián de la Constitución, el


constituyente le ha encomendado la labor de resguardar la supremacía de la Constitución
frente al ordenamiento jurídico ordinario, desarrollando el control especializado y
concentrado de la constitucionalidad de las disposiciones legales, emitiendo sentencias con
efecto general o erga omnes, anulando la disposición legal incompatible con la Constitución
y expulsándola del ordenamiento jurídico del Estado. En consecuencia, el Tribunal
Constitucional Plurinacional, conforme a su configuración constitucional y a la naturaleza de
sus atribuciones, no está autorizado para declarar la “inaplicabilidad” de normas
constitucionales (como pretenden los accionantes) que se hallan vigentes y que son de
cumplimiento obligatorio, para gobernantes y gobernados, en virtud de la fuerza normativa
de la Constitución.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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JURISPRUDENCIA CITADA

Auto Constitucional Nº269/2017-CA, de 28 de septiembre.


Sentencia Constitucional Nº0060/2005, de 12 de septiembre.
Sentencia Constitucional Nº0075/2005, de 13 de octubre.
Sentencia Constitucional Nº110/2010, de 10 de mayo.
Sentencia Constitucional Nº0048/2010 de 6 de diciembre.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0336/2012, de 18 de junio.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0646/2012, de 23 de julio.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0677/2012, de 2 de agosto.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0680/2012 de 2 de agosto.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0828/2012, de 20 de agosto.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº2055/2012, de 16 de octubre.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0253/2013 de 8 de marzo.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0210/2013, de 5 de marzo.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0555/2013, de 15 de mayo.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°1697/2013, de 10 de octubre.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°1785/2013, de 21 de octubre.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°1911/2013 de 29 de octubre.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0614/2014, de 25 de marzo.
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº0057/2015, de 8 de julio.
Sentencia Constitucional Plurinacional N°0005/2017, de 9 de marzo.

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