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ANTOLOGIA

de unaPasión dePatria
RafaelPena Alvarez.
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ANTOLOGIA D E UNA PASION D E PATRIA


RAFAEL PEÑA ALVAREZ

ANTOLOGIA DE UNA
PASION DE PATRIA
A propósito de la Obra de
Mario Briceño Iragorry

FUNDARTE
Rafael Peña Alvarez
ANTOLOGIA DE UNA PASION DE PATRIA
Portada: Iván Estrada
Depósito Legal: lf 82-4.341
Impreso por Editorial Arte
Editado por Fundarte
Apartado de Correos, 17.304
Caracas 1015-A - Venezuela, 1982
A MANERA DE PROLOGO
DE LA PRESENTE EDICION

El final de 1973 y comienzo de 1974 marca un


hito en la historia nacional.
El aumento de los precios del petróleo en un país
no preparado ni técnica ni institucionalmente para
recibir e incorporar al torrente circulatorio la avalan­
cha de dólares que se nos vino encima, trajo como
consecuencia la implantación de “estilos de vida” que
no se corresponden a nivel individual con el esfuerzo
que debe hacerse para obtener los ingresos que se
perciben.
Caracas, y siguiendo su ejemplo otras ciudades del
país, vieron llenar sus calles y avenidas con lujosos
autos. Los viajes al exterior se multiplicaron como por
encanto y hasta nos dimos el lujo de ser responsables
de la bonanza de la industria de la construcción en el
sur del Estado de Florida.
“Está barato” prácticamente se convirtió en un
slogan de nuestros viajeros al exterior.
El facilismo fue invadiendo en forma gradual pero
rápida todas las esferas de la vida nacional. Valores
sustantivos se fueron aflojando y dejó de verse al
corrupto como un ser despreciable entendiéndose “casi
como un hecho normal” el aprovechar las prebendas
del cargo en beneficio propio, fuese éste público o
privado.
La coyuntura petrolera de marzo de 1982, fruto
no de la casualidad, sino de una muy bien estudiada
estrategia de mediano plano articulada por los países
industrializados y la disciplina en el gasto que se
impusieron, debe servirnos de elemento de reflexión
para nuestra acción futura.
Venezuela tiene que cambiar el rumbo. Se nos exige
en la hora actual vivir acorde con una realidad que
no es ni con mucho el espejismo del 74.

5
El petróleo es un bien escaso sujeto a las contin­
gencias de un mercado en el cual Venezuela no es
el factor determinante. Por ello no podemos darnos
el lujo de depender casi exclusivamente de él, lo que
nos obliga a un doble esfuerzo: por una parte debe­
mos reducir la importación de lo suntuario (L a Car­
lota y las marinas de nuestros clubes de playa abun­
dan en ejemplo, lo mismo que nuestros Centros Co­
merciales) y por la otra debemos producir más y mejor
para diversificar nuestra economía.
Hace falta una cruzada que muestre la inmensa
reserva que Venezuela representa. Somos en el Con­
tinente Sudamericano un país privilegiado, y esto es
muy importante de cara al futuro.
Los agresores del fracaso; aquellos que se deleitan
en forma más o menos masoquista con el drama na­
cional cada vez que aparece una coyuntura desfavora­
ble deben ser rechazados, al igual que los responsables
de la dilapidación de nuestro patrimonio.
Venezuela posee inmensas reservas materiales,
buena parte de las cuales yacen bajo tierra en espera
de la acción humana que las aproveche en función
nacional. Pero sobre todo posee una gran reserva mo­
ral conformada por todos aquellos que rechazan el
facilismo, el manguareo, el inmediatismo, la politique­
ría, la corrupción, la superficialidad, la adulación y la
irresponsabilidad.
Nuestra reserva moral la conforman los que creen
y viven en el trabajo tesonero y creador; en la acción
coordinada y finalista; en la solidaridad; en la política
entendida en función de servicio; en la honestidad; en
la crítica acertada y oportuna; en el estudio serio, sis­
temático y profundo; y en la acción responsable y
eficaz en cada acto de la vida cotidiana.
Las nuevas generaciones, que constituyen la mayor
reserva, por la deficiencia de nuestra educación en
buena parte desconocen a muchos de nuestros valores
intelectuales. A ellos se dirige la Antología de una
Pasión de Patria, que presenta el perfil de uno de
ellos. El ejemplo que nos legan, el cúmulo de horas
que dedicaron a la reflexión y su experiencia consti­
tuyen un tesoro de incalculable valor.

6
Sólo en la medida en que internalicemos los “Men­
sajes con Destino” que nos envían los Briceño-
Iragorry de todas las épocas, nuestros países y nuestras
sociedades tendrán futuro.

Ciudad Guayaría, 15 de marzo de 1982.

7
BREVE REFERENCIA A SU OBRA

Comenzamos a leer a Mario Briceño Iragorry con


curiosidad y con reserva. Curiosidad porque habíamos
oído acerca de su defensa de la colonización por Es­
paña. Reserva porque se nos había dicho que era un
conservador.
Sus obras echan por tierra la imagen de conserva­
dor con la cual nos lo habían presentado.
Briceño Iragorry es un venezolano auténtico e ín­
tegro. En momentos cruciales para la vida del país,
cuando otras voces callaron, la de él se mantuvo en
alto. Cuando algunos espíritus flaqueaban, señaló
rumbos con su ejemplo.
Fue fiel al compromiso con un pueblo que pidió
el 30 de noviembre de 1952 un cambio. Salió al
exilio y allí rindió grandes frutos al país, pues sus
obras, de esa época, como Aviso a los Navegantes,
La Hora Undécima, Diálogos de la Soledad, Cartera
del Proscrito, Sentido y Vigencia del 30 de Noviem­
bre y la novela Los Riberas, son un llamado a la re­
flexión sobre nuestro destino de pueblo.
A Don Mario se le lee en líneas y entrelineas.
Quizás las entrelineas constituyen lo más valioso de
su obra, porque sus “líneas” nos permiten pensar en
profundidad, reflexionar sobre nuestro papel histórico.
Constituyen un llamado a la acción.
El estilo de su prosa es de una impecable corrección
idiomàtica. Al tener un excelente dominio del len­
guaje dijo lo que quiso sin estropearlo, muchas de las
veces con una sonoridad oratórica.
Se dedicó fundamentalmente al tratamiento de te­
mas venezolanos. Quizás si hubiese tomado rumbos
más frívolos su nombre literario hoy sería más cono­
cido por las nuevas generaciones, pero él entendió que
su papel era reflexionar sobre lo nuestro, sobre nues­
tros valores sustantivos y transmitírnoslo.

9
“Sin resistencia en el territorio de los valores que
definen la particularidad de lo venezolano, nos expo­
nemos, como ya acontece, a que el sentido de lo
nuestro se diluya en una mezcla inválida, por donde
nos hacemos semejantes a la población pululante de
los muelles de los grandes puertos internacionales” \
A través de toda su obra se percibe un extraordina­
rio calor humano. En Gente de Ayer y de Hoy, cuan­
do se refiere a Pompeyo Oliva, Alberto de Jesús
Güerere, Pío Tamayo, el Padre Carrillo, Rufino Blan­
co Fombona, Isaías Medina Angaritá o Roberto Picón
Lares, se nota ese cuidado en el decir, ese dejar
traslucir su afecto. Afirma que “Sobre lo positivo de
los hombres ejemplares se hace fácil edificar una teo­
ría que adoctrine al pueblo para el cumplimiento de
sus grandes deberes” 2.
En ninguna de sus publicaciones hay ofensa sobre
la dignidad de persona alguna. Para él “la injusticia
contra la dignidad humana carece de lapso prescrip-
tivo” 3.
Impresiona vislumbrar a través de toda su vida una
[>rofunda actividad intelectual. Para escribir- sobre
os temas que con tanta fluidez trató, tenía que haber
estudiado y reflexionado mucho.
Le preocupa la superficialidad de nuestras clases
dirigentes: “La cultura de superficie ha sido y sigue
siendo nuestro fardo más pesado” 4. Su acción pú­
blica y privada está enmarcada por principios éticos.
Para él “la carencia de principios normativos es nues­
tra falla peor” 5.
Fue un gran estudioso de la historia y la tradición:
“Sin tradición, una colectividad no cuaja en pueblo.
Una sociedad es tanto más en sí como valor humano
y conceptual cuanto más vigorosas sean las líneas for-
mativas de su historia” 6. Define a la tradición como

1. Por la Ciudad hacia el Mundo, p. 30.


2. L a Hora Undécima, p. 19.
3. Saldo, p. 95.
4. L a Hora Undécima, p. 48.
5. La Hora Undécima, p. 48.
6. Aviso a los Navegantes, p. 83.

10
“entrega de los valores positivos que ha conservado y
ha elaborado cada generación” 7.
Le inquieta el destino de nuestro pueblo. Lo que
al respecto nos dice constituye quizás el mejor men­
saje que a las nuevas generaciones políticas pueda dar
un venezolano de su generación. Su vigencia es im­
presionante. Cuando trata muchos de sus temas, pa­
reciera que está escribiendo hoy: “Nunca como al
presente necesitó nuestro país una atención mayor en
el análisis de sus problemas de pueblo, porque nunca
como hasta ahora se hizo tan notoria la crisis de sus
valores sustantivos. Tampoco jamás, desde la edad
heroica, nuestro país se había confrontado con mayor
número de problemas a la vez” 8.
Al ser un profundo defensor de lo nuestro se opone
a la invasión neoeultural: “Las revistas literarias en
nuestra propia lengua, las tiras cómicas, destinadas a
desfigurar el pensamiento de los niños, el cine frívolo
y truculento, las espantosas sinfonolas con que se
gangsteriza la música e incluso las propias camisas
Truman, son instrumentos propagandísticos de que se
vale el imperialismo yanqui para imponer a nuestros
pueblos una manera uniforme y esclava de pensar y
sentir” 9.
Su vida — sobre todo la de los últimos años— es
una vida de testimonio. Cuando escribe sobre Alonso
Andrea de Ledesma, nos parece que lo encarna: “Le-
desma. . . representa, sobre todo, al hombre sin
miedo. Al hombre que abre camino, sin rendir home­
naje a la prudencia. Al hombre que es por sí solo
un tratado de agonística” 10.
Este trabajo que trata de sintetizar en 170 citas
la obra de Mario Briceño Iragorry tiene por único
objeto facilitar su conocimiento a las nuevas genera­
ciones que hoy irrumpen en el quehacer venezolano.
Para quienes entramos en actividad política a partir
de 1958, la obra de Don Mario no es lo suficiente­
mente conocida y esto nos parece injusto. El país, hoy

7. Dimensión y Vigencia de la Idea Nacionalista, p. 105.


8 . Mensaje sin Destino, p. 158.
9 . Aviso a los Navegantes, p. 76.
10. El Caballo de Ledesma, p. 61.

11
como nunca, pide voces claras que señalen rumbos
y en eso Mario Briceño Iragorry fue un Maestro. Lo
que nos dice a través de todos sus escritos, y en
contra de uno de sus títulos constituye un mensaje
con destino.

Caracas, marzo de 1976.

12
PATRIA - HISTORIA - PUEBLO

La Patria, para su prolongación en el tiempo, tiene


que llenar “su hoy”. Y el hoy de la Patria son nuestro
propio deber y nuestra propia conciencia de hombres
y de ciudadanos. Aviso a los Navegantes, p. 57.
La Patria, más que el suelo, es el proceso antiguo
de las generaciones que, en el orden material, edifi­
caron pueblos y caminos y crearon la riqueza, y que,
en el orden moral, fijaron las líneas diferenciales que
dan unidad a la familia nacional. Aviso a los Nave­
gantes, p. 13.
La Patria. . . es el campo donde hallamos mejor
espacio para nuestra propia persona, afanosa de reali­
zarse para el proceso ecuménico de la cultura. Aviso
a los Navegantes, p. 58.

La Patria somos nosotros mismos en función de


solidaridad y de futuro. Aviso a los Navegantes, p. 59.

La Patria de ayer, para lograr perennidad en los


siglos futuros, pide el ímpetu y la reelaboración diná­
mica que le sumen los hombres vivos que aspiran a
asegurar su propia permanencia en los cuadros de la
Historia. Aviso a los Navegantes, p. 59.

La Patria es más una idea que un sistema de fuer­


za. Aviso a los Navegantes, p. 90.
Ser venezolanos no es ser alegres vendedores de
hierro y petróleo. Ser venezolanos implica un rango
histórico de calidad irrenunciable. Después de tres
siglos de fragua de la voluntad y de las ideas, nos
declaramos con derecho a ser libres en el orden de los
pueblos. No satisfechos con el espacio de nuestras
viejas fronteras coloniales, salimos a los largos cami­

13
nos de América, en ayuda de otros hermanos que
deseaban, como nosotros, romper el vínculo metropo­
litano. Hicimos un pacto con la Historia cuando le
pedimos retortas de magia para cambiar el propio
destino de un continente. La Hora Undécima, p. 9.

Se necesita abrir un proceso de sinceridad y de


austeridad capaz de llevarnos a la salvación de nues­
tro destino histórico. Volviendo sin cesar sobre los
grandes y sobre los pequeños problemas de la sociedad
y enfrentándonos a ellos con sencillez, con reflexión,
sin impaciencia, lograremos hacer de la propia evoca­
ción de nuestra historia una manera de espejo donde
podamos ver con claridad, no ya los acontecimientos
pasados, sino nuestro desfigurado rostro presente. La
Traición de los Mejores, p. 41.
Venezuela ha de ir adelante en busca de sí misma;
en busca de la realidad de su gran fuerza de pueblo.
La angustia que padece debe aprovecharla para el
mejor encuentro de la vía. Como el acero, el pueblo
se está purificando en la fragua del dolor y se está
templando sobre el yunque de la reflexión. Sentido y
Vigencia del 30 de Noviembre, p. 240.
Para sentir la Patria como fuerza creadora de fu­
turo, urge llevarla visceralmente con nosotros mismos,
como un deber y una consigna irrenunciables. Patria
Arriba, p. 72.
De espaldas a lo nuestro, con los ojos puestos en los
caminos por donde se fuga la responsabilidad, no
advertimos cómo los otros hacen caída y mesa limpia
con las cartas de nuestros más altos valores nacionales.
Volvamos humildemente sobre nosotros mismos, y en
lo nuestro, en nuestra tradición, en nuestra historia,
en nuestro suelo agradecido, hallaremos la claridad
que nos permita ver el verdadero rumbo de nuestro
pueblo. Alegría de la Tierra, p. 159.
Sin resistencia en el territorio de los valores que
definen la particularidad de lo venezolano, nos expo­
nemos como ya acontece, a que el sentido de lo nues­

14
tro se diluya en una mezcla inválida, por donde nos
hacemos semejantes a la población pululante en los
muelles de los grandes puertos internacionales. Por
la Ciudad hacia el Mundo, p. 30.
El porvenir del hombre venezolano impone la nece­
sidad de mirar hacia zonas donde la reflexión tenga
oportunidad de realizarse. La Hora Undécima, p. 134.
Sin tradición una colectividad no cuaja en pueblo.
Una sociedad es tanto más en sí como valor humano
y conceptual cuanto más vigorosas sean las líneas for-
mativas de su historia. La historia de un pueblo son
sus hombres y sus símbolos antiguos en constante fun­
ción de producir nuevos valores. La historia no es
cuento de muertos convertidos en ceniza. La historia
es un proceso de formación de valores que tienen su
eco constante en las voces de los hombres actuales.
Aviso a los Navegantes, p. 83.
Los grandes muertos forman el patrimonio espiri­
tual de los pueblos. Son el alma misma de la nación.
Pero no quiere decir ello que saberlos grandes sea
suficiente para vivir sin esfuerzos nuestra hora actual.
El Caballo de Ledesma, p. 45.
Carabobo, sin la idea de Bolívar, es apenas un pe­
dazo de geografía desprovista de sentido; Bolívar, sin
el triunfo obtenido en la llanura gloriosa, sería sólo
un ideólogo de la libertad, sin otro mérito que su afán
de conquistarla. Cartera del Proscrito, p. 37.

La coincidencia de una actitud rebelde y autonó­


mica, tanto en la gente baja como en la burguesía
poderosa, fue causa de que el movimiento iniciado en
1810 y 1811 presentara el fenómeno de clases opues­
tas y convergentes, que caracteriza nuestro proceso
inicial de república. La Hora Undécima, p. 78.
Es preciso aprender a desarticular el pasado, para
lograr nuestra coetaneidad creadora con los arquetipos
que sirven de numen a nuestros actos. La Hora Un­
décima, p. 117.

15
Una vez más abordo en estas líneas el tema tantas
veces por mí tratado, del valor de la Historia como
fuerza creadora de los pueblos. Por la Ciudad hacia
el Mundo, p. 6.

Más que emoción romántica frente al pasado, la


historia es existencia ininterrumpida, vida que al pasar
y al venir, se junta y confunde en el “angor” que anu­
da para el relieve de la hora lo que fue con lo que
será, tanto el “futuro sido” como el ser y el tiempo
que esperan la hora de preterir. Por la Ciudad hacia
el Mundo, p. 7.

Pretender fabricarnos una historia a la medida de


nuestras preferencias actuales, desdeñando, al efecto,
los hechos y los personajes que contradicen nuestras
inclinaciones ideológicas, es también como ir contra
el propio sentido de la nacionalidad. Mensaje sin Des­
tino, p. 115.
Tradición es entrega de los valores positivos que ha
conservado y que ha elaborado cada generación. Di­
mensión y Vigencia de la Idea Nacionalista, p. 105.
Vista la historia nacional como la propia fisonomía
del pueblo, precisa fijar y resguardar los valores de
ella surgentes, del mismo modo como se resguarda el
patrimonio geográfico donde descansa la nacionalidad.
Introducción y Defensa de Nuestra Historia, p. 11.
Función de la historia es mantener viva la memoria
de los valores que sirven de vértebra al edificio social.
Su objeto es presentar las formas antiguas como ele­
mentos indispensables para el proceso de reelaboración
de cultura que corresponde a cada generación. Intro­
ducción y Defensa de Nuestra Historia, p. 13.
. . .nunca llegará a nada un pueblo que se resigne
sólo a admirar la gloria que pasó. De lo contrario
— decíales— , esa gloria de ayer, para no descender
a la categoría de empolvada corona de museo, debe
recibir el flujo constante del esfuerzo joven de la
Patria. Aviso a los Navegantes, p. 66.

16
En países nuevos como el nuestro, donde diaria­
mente se recibe la aportación valiosa de elementos
forasteros, urge más que en otras partes buscar los
medios conducentes a la formación y a la defensa de
las líneas que puedan dar unidad al pueblo y que
contribuyan, en consecuencia, a evitar los procesos
de desagregación social. Aviso a los Navegantes, p. 92.

El pueblo que ayer hizo la libertad de un continente


no puede cambiar un título de tanta excelencia por
el menguado oficio de sordo tecnócrata, dedicado a la
venta de hierro y de petróleo. La Hora Undécima,
p. 11.
Para amar la Patria es preciso amar su historia, y
para amarla en su totalidad, es necesario conocer y
amar su historia total. Y como no son sólo los inte­
reses presentes lo que une a los pueblos para la común
acción constructiva, precisa buscar los valores antiguos
que dan continuidad y homogeneidad al proceso so­
cial. Sin solera histórica los pueblos carecerán de la
fuerza mágica que hinche los espíritus nuevos y los
empuje a realizar su propio destino. Introducción y
Defensa de Nuestra Historia, p. 76.
Buscar mayor resistencia para el basamento de la
venezolanidad, he aquí el solo móvil de mis estudios
de historia. Creo en la historia como una de las
fuerzas más efectivas para la formación de los pue­
blos. No miro los anales antiguos como historia de
muertos o como recuento de anécdotas más o menos
brillantes. La historia tiene por función explicar el
ser de la sociedad presente y preparar los caminos del
futuro. Mientras más penetrante sea ella en el tiempo,
mayor vigor tendrán los valores experimentales que
de su examen podamos extraer. Las torres se empinan
en relación con lo profundo de las bases. Introducción
y Defensa de Nuestra Historia, p. 77.

Los pueblos, para conservarse en el goce de sus


fuerzas creadoras, han de mantener los pies de la
conciencia bien hundidos en la realidad de sí mismos.
Y la realidad de los pueblos es el balance de su his­

17
toria, la cual deben mirar, no en pos de alegre ejem-
plaridad, sino como dimensión que pone los signos
diferenciales y unitivos de las generaciones que la
llenan, y que, con nosotros, habrán de prolongarse por
testimonio de un esfuerzo colectivo. Introducción y
Defensa de Nuestra Historia, p. 96.

La Historia viene a darnos la respuesta de nuestra


propia existencia y nos explica el ritmo de nuestra
vida presente. Sin conocer los hechos pasados, no po­
demos valorar nuestro propio momento. Por ello, más
que disciplina científica y literaria, la historia es una
disciplina moral. Señala el tono de nuestra vida actual.
Introducción y Defensa de Nuestra Historia, p. 139.

Un pueblo es tanto más histórico, es decir, un


pueblo es tanto más pueblo, cuanto mayor vigor y
penetración en el espacio y en el tiempo hayan al­
canzado los cánones que conforman y dan unidad al
genio colectivo. Aviso a los Navegantes, p. 37.

Pueblo que no aspira a perpetuar sus signos a través


de generaciones es pueblo todavía sin densidad his­
tórica o colectividad ya en decadencia. Mensaje sin
Destino, p. 156.

Para que los pueblos entren en la historia necesitan


la marca de una palabra que los distinga, reclaman
una conducta que los personalice. Esa conducta y ese
apelativo no se forjan en la alegre aventura de la
riqueza, ni se ganan en una carrera precipitada de un
progreso sin reflexión y sin espíritu. Ese apelativo y
esa conducta arrancan del ser íntimo, profundo, en­
trañable de las comunidades con autenticidad histórica
y con vocación moral. Por la Cuidad hacia el Mundo,
p. 39.

Nunca como al presente necesitó nuestro país de


una atención mayor en el examen de sus problemas
de pueblo, porque nunca como hasta ahora se hizo
tan notoria la crisis de sus valores sustantivos. Tam­
poco jamás desde la edad heroica nuestro país se había

18
confrontado con mayor número de problemas a la
vez. Mensaje sin Destino, p. 158.
Nuestro pueblo tiene ansia de sentirse y realizarse
en venezolano. Rechaza nuestro pueblo todo ordena­
miento enderezado a aminorar la fuerza de su sobera­
nía y a disminuir el tono de su independencia. Di­
mensión y Vigencia de la Idea 'Nacionalista, p. 93.
Mientras más vigorosos sean los nexos que unen el
alma del pueblo, más resistente y fácil será su defensa.
Cuando en cambio las naciones han descuidado el
cultivo de sus lazos morales, será más factible su
dominio por las fuerzas extrañas. Jamás perecerá ínte­
gramente un pueblo que mire hacia su pasado. Justa­
mente perecen y caen bajo el imperio de nuevas y
extrañas fuerzas, los pueblos que no tienen conciencia
de sí mismos. Introducción y Defensa de Nuestra His­
toria, p. 13.
Sobre lo positivo de los hombres ejemplares se hace
fácil edificar una teoría que adoctrine al pueblo para
el cumplimiento de sus grandes deberes. La Hora Un­
décima, p. 19.
Carabobo es día sin noche que pide la permanencia
de la acción creadora. Cartera del Proscrito, p. 38.
Falta, debemos decirlo una vez más, una conciencia
de fin que dé unidad a la acción colectiva. Carecemos
de fe en nosotros mismos, por cuanto nos falta esa
conciencia finalista. Jamás después de la emancipación
de España nos hemos preocupado por crear valores
que pudieran haber dado carácter de unidad al es­
fuerzo disperso de los hombres. La Traición de los
Mejores, p. 79.
Cada generación está en el deber de renovar el
esfuerzo que los mayores realizaron por la grandeza de
la patria. Introducción y Defensa de Nuestra Historia,
p. 137.
El 30 de noviembre de 1952 marca en la historia
del país la hora meridiana de la conciencia del pue­

19
blo. Nunca Venezuela se había puesto cívicamente
de pie de modo más enérgico para repudiar a sus
verdugos. Aquel día fue en nuestro proceso de nación
como un nuevo 19 de Abril. Sentido y Vigencia del
30 de Noviembre, p. 237.
. . . hemos creído siempre que los cascos de los ca­
ballos han hecho tanto daño a la Historia, y espe­
cialmente a la nuestra, como el propio caballo de
Atila. Muchos de nuestros historiadores se han guiado
al escribir sobre la Colonia por el paso de las caba­
llerías y han gastado más tiempo en describir la
famosa batalla de los Omaguas y los fantásticos escua­
drones de indios que atacaron a los conquistadores,
que el dedicado a exponer las formas político-cultu­
rales. Formación de la Nacionalidad Venezolana,
p. 25.
Junto con el suelo, la economía, la lengua, la cul­
tura, es la Historia recio pilar en el orden construc­
tivo del estado nacional. Sin los supuestos que derivan
del pasado, nuestro propio futuro comienza a flaquear.
Contra el colonialismo secundario, que hoy ha hecho
presa en los países del mundo español de América,
urge elevar el tono de una civilidad cuya pujanza
gravite sobre los valores que nos dan fisonomía pro­
pia en el orden de los pueblos. Tradición, Nacionali­
dad y Americanidad, p. 10.
La lucha contra el corsario fue circunstancia dolo-
rosa que sirvió para conjugar los intereses y recursos
de las ciudades y para estrechar, dándoles fisonomía
común, las tendencias municipales, de suyo egoístas
como trasunto de las antagónicas comunidades espa­
ñolas que renacían en Indias. Aquel largo proceso de
defensa hizo crecer el sentimiento de la nueva nacio­
nalidad nutrido en sus orígenes por el concepto de
autonomía que a boca de la conquista había lanzado
en América, como cierna para la rica vendimia, el
español. Los Corsarios en Venezuela, p. 5.
En el proceso de revisión de nuestra historia co­
lonial se impone la necesidad de una labor analítica

20
que, destruyendo aquellas construcciones donde más
pesa la fantasía que la verdad de los hechos, depure
el material histórico que habrá de servir para una
síntesis comprensiva de nuestro pasado. La Funda­
ción de Maracaibo, p. 28.
Para que las naciones puedan construir algo digno
y durable, necesitan tener conciencia de sí mismas.
Esa conciencia tiene diversos modos de recogerse y de
expresarse, pero ninguno más leve, sutil y vigoroso
que la tradición. Yo diría que ésta es como el fino
alambre y las menudas bisagras con que los anato­
mistas mantienen los esqueletos. Sin el ayuntamiento
y el equilibrio de valores que la tradición produce,
ocurre una dispersión de los propios conceptos de la
nacionalidad. El Sentido de la Tradición, p. 21.
Cuando las naciones pisotean y desfiguran el legado
de los tiempos deshacen su estructura conciencial y
aniquilan su vocación cívica. El Sentido de la Tradi­
ción, p. 13.
Nosotros, por no poseer una tradición vigorosa,
carecemos de la fuerza mágica que pueda poner en
espantada a los filibusteros que vienen destruyendo,
con ayuda doméstica, el vigor económico, el vigor po­
lítico y el vigor moral de la patria venezolana. El
Sentido de la Tradición, p. 14.

21
ACTITUDES - VALORES

Ir más allá de lo que fue el padre, es esfuerzo que


en pequeño debiéramos hacer todos. Es la particula-
rización del propósito general que debe animar a los
pueblos por mejorar. Es la propia marcha de la cul­
tura. El Caballo de Ledesma, p. 64.
En el orden diario de la estimativa civil nos trope­
zamos, en cambio, con esos tenientitos improvisados
de comandantes. Y vemos de diario doctores bien gra­
duados que reciben normas de conducta de bachilleres
aplazados. El Caballo de Ledesma, p. 67.
El hombre que tuvo urbanidad desde el principio,
aprenderá a respetar la dignidad de sus semejantes.
Aprenderá a ver hombres en las demás criaturas hu­
manas. El Caballo de Ledesma, p. 78.
Suelen los cuerpos envilecidos esperar la muerte de
los déspotas para declararlos culpables. Suelen, tam­
bién, gobernantes ingenuos tomar por buenas para su
honra las palabras humilladas de los cuerpos públicos
y de los hombres privados, que se empeñan en hacer­
les creer en el goce de virtudes que en realidad no
tienen. Cartera del Proscrito, p. 91.
Quizá nada me ha enseñado tanto cuanto me han
enseñado mis errores. Con ellos por delante, he mi­
rado a la posibilidad de una actitud que me ayude
a convertir la experiencia de mi angustia en alegre
enseñanza que beneficie a otros. La Hora Undécima,
p. 21.
En el examen de la crisis que padece nuestro pue­
blo pocos dan la debida importancia a la abolición,
casi absoluta, de las reacciones de tipo moral. Los
principios éticos fueron arrinconados con los muebles

23
inútiles de las abuelas escrupulosas. Ld Hora Undé­
cima, p. 59.
Sabe nuestro estudiante que su vida ha de ser lucha
constante contra el vicio mostrenco. A la lógica, a la
antropología, a la etnología, a la preceptiva del curso
oficial, precisa añadir el indispensable aliño de su
reflexión sobre el humano destino que le corresponde
cumplir. La Hora Undécima, p. 64.

Pueden callarse los labios elocuentes, pero las pa­


labras seguirán rodando en busca de nuevos labios.
Caerá el hombre a quien sacrifican los otros hombres,
pero mientras más cruel sea la caída, mayor abono
tendrán sus pensamientos. Aviso a los Navegantes,
p. 20.
No somos advenedizos colocados circunstancial­
mente en el suelo de la Patria, con el solo objeto de
vivir una vida concupiscente, cuyos fines fueran la
riqueza, el vicio y el poder. Somos, por el contrario,
eslabones de una cadena que viene de atrás, con la
responsabilidad de sumar un eslabón más firme en el
proceso de la sociedad. Aviso a los Navegantes, p. 27.
¡Vivir libre o vivir muerto! Porque es vida la muer­
te cuando se la encuentra en el camino del deber,
mientras es muerte la vida cuando, para proseguir
sobre la faz semi-histórica de los pueblos esclavizados,
se ha renunciado el derecho a la integridad personal.
El Caballo de Ledesma, p. 22.
Doctores del disimulo, con un pie en todas las cau­
sas, prestos siempre a pactar con quienes garanticen
mayores oportunidades a sus ansias de permanencia en
el disfrute de los réditos, antes se han hecho sordos a
todo patriotismo que pensar en la verdad y la justicia.
El Caballo de Ledesma, p. 30.
Nuestro deber con el futuro, nuestra obligación con
los hombres que han de sustituirnos en los planos
representativos de mañana, es enseñarles nuestros
defectos, es mostrarles nuestra pobreza, nuestra falla,

24
nuestro propio dolor torturante. Así ellos podrían me­
jorar y superarnos. Así aprenderán, por nuestra expe­
riencia sin remedio, a llenar los vicios que nosotros no
pudimos salvar. El Caballo de Ledesma, p. 36.

Ledesma. . . representa sobre todo, al hombre sin


miedo. Al hombre que abre camino sin rendir home-
consignas culpables del silencio. Al hombre que no
naje a la prudencia. Al hombre que sabe romper las
teme la soledad de sí mismo. Al hombre que por sí
solo es un tratado de agonística. El Caballo de Ledes­
ma, p. 61.

Sin erigirnos en constructores de lo que pregona­


mos, de nada valdrían los más perspicuos razonamien­
tos. Saldo, p. 23.

El mundo reclama un hombre audaz, que desoiga


los consejos del miedo y vaya hacia adelante con la
confianza en el triunfo final de la justicia y del
amor. Saldo, p. 41.

En días pasados un amigo culto, para ponderar su


dominio del inglés, decía: “yo sueño en inglés”. Estos
soñadores bilingües posiblemente no tengan sentido na­
cional en la vigilia. Gente de Ayer y Hoy, p. 137.
Mientras en Venezuela no se levante una voz auto­
rizada, que en tono apocalíptico desnude la verdad
de nuestra miseria total y se ofrezca como guía para
la transformación que reclama la sociedad, en Vene­
zuela todo seguirá lo mismo. Diálogos de la Socie­
dad, p. 61.

El rico que no devuelve en beneficios a la socie­


dad el fruto sobrancero de la riqueza de que es titular,
se mantiene en el peldaño de los ladrones. Desgracia­
damente a este tipo de bandidos se llama “gente de­
cente”. Saldo, p. 86.

La injusticia contra la dignidad del hombre carece


de lapso prescriptivo. Saldo, p. 95.

25
La realización -»del verdadero sentido universal del
pensamiento del hombre no está reñida con el creci­
miento de los grupos nacionales. Por la Ciudad hacia
el Mundo, p. 37.

América es el continente donde se salvará el espí­


ritu. Y nosotros fuimos la voz de América. E l Caballo
de Ledesma, p. 58.
La caridad comienza por cumplir lo menudo, lo casi
invisible de la vida cotidiana. El Caballo de Ledes­
ma, p. 53.
Y hay crisis de caridad porque hay crisis de espi­
ritualidad. Todo se valora sobre la mesa de los presta­
mistas. No tienen curso sino los papeles susceptibles
de redescuento. Toda una cultura fundamentada en
el hecho económico. Cultura cuyo espaldarazo se reci­
be en los bancos y en las bolsas comerciales. Cultura
de éxitos grabados en las letras de cambio. Cultura
de diagnosis materialista que se empeña en ser con­
fundida con la cxdtura cristiana. Cristo no tiene nada
que hacer con quienes le niegan el corazón, así car­
guen su nombre colgado de los labios. El Caballo de
Ledesma, p. 54.
La integridad de la persona humana es profunda­
mente cercenada cuando un sistema social estrecho
garantiza a una minoría el uso de los bienes y de los
instrumentos requeridos para que otros desarrollen nor­
malmente el curso de la vida. Cartera del Proscri­
to, p. 85.

En esa carrera festiva de riqueza se relaja y anula


la fuerza moral donde afinca el vigor de los hombres.
La Hora Undécima, p. 124.
Cuando la sociedad sustituye la conquista de bienes
ubicados en el reino supremo de los valores morales,
por la mera búsqueda de bienes materiales, termina
por enmarcar la dignidad positiva del hombre en el
cuadro de lo simplemente objetivo y sensual. La Hora
Undécima, p. 124.

26
Pueden progresar velozmente las naciones en el cam­
po de la materialidad exterior; sin embargo, si ese
progreso no se acopla con la robustez de los módulos
que definen la personalidad popular y con el empeño
de superar los niveles espirituales, ocurre el riesgo de
la delicuescencia fatal de los valores que definen la
existencia intrínseca de las colectivades y que, sobre
el valor de dicha definición, constituyen una manera
de presenciar sagrada. Por la Ciudad hacia el Mun­
do, p. 24.

Si es mentiroso y plausible aquel progreso que se


dirige al acrecentamiento de la riqueza y a la divul­
gación de los medios de la técnica, mayor precio tie­
nen, en cambio, los programas que persiguen poner
a los hombres en el goce y dominio de su propia
personalidad moral. Por la Ciudad hacia el Mun­
do, p. 44.

Mi empeño apunta a fijar líneas para una concep­


ción integral del valor y el deber del hombre venezo­
lano. La Hora Undécima, p. 138.

Soy un venezolano con espíritu desollado, según me


pintó en 1921 Rafael Cabrera Malo, que, sintiendo
sobre su débil conciencia el peso de un compromiso
con el tiempo, no puede permanecer, como testigo
inútil en un momento crucial, en que la nación, sin
caer en ninguna manera de bizantinismo, busca res­
puesta para su propio destino de pueblo. La Hora
Undécima, p. 139.

Aunque muchos flaqueen, quedan más brazos para


levantar las airosas banderas. Aunque muchos, atemo­
rizados o vendidos, cierren los labios que ayer divul­
garan elevadas consignas, en silencio mil más meditan
mejores acciones. Aviso a los Navegantes, p. 164.

Lo que pido a nuestros hombres es que no piensen


en inglés. Una cosa es la facilidad de lenguas, don
divino por medio del cual hizo su presencia en la
comunidad cristiana el Espíritu Santo. Otra cosa es

27
tener conciencia bilingüe. Contra el papiamento moral
en que viven nuestros hombres más representativos
proseguiré quebrando lanzas. De esa actitud entre-
guista y pecaminosa, de esa flaccidez en que discurre
la vida de muchos compatriotas que miran la existen­
cia como mera oportunidad concupiscente, he señalado
la necesidad de huir. Problemas de la Juventud Vene­
zolana, p. 180.

Cada generación está en el deber de renovar el es­


fuerzo que los mayores realizaron por la grandeza de
la Patria. Introducción y Defensa de Nuestra His­
toria, p. 137.

Apresado el misterio de la energía creadora, el hom­


bre irreflexiblemente se volvió contra sí mismo y cons­
truyó los instrumentos cuyo anuncio ha terminado por
producir el estado de crisis conciencial que sirve de
fondo al drama de la hora. Saldo, p. 21.

Las campanas son como la voz de la abuela cons­


tante que recuerda el deber de una conducta. . . El
mundo lo que pide es más campanas. Cartera del
Proscrito, p. 35.

Quizá suene a cosa romántica y banal, la exaltación


de las virtudes interiores cuando la realidad circun­
dante ofrece un cuadro en abierta contradicción con
toda filosofía que mire a la racionalidad de las fun­
ciones y de los actos humanos. Aviso a los Navegan­
tes, p. 128.

Quienes se niegan a servir con su ciencia la causa


de la guerra, prueban lealtad a la causa del hombre.
Aviso a los Navegantes, p. 129.

Cuando el hombre, por la propia holganza que de­


bía garantizarle la ayuda de los instrumentos mecáni-
nos, tuvo mayor derecho a la libertad, se vio, en
cambio, sojuzgado por la tiranía de los valores mate­
riales surgidos al compás del progreso creado por él
mismo. Aviso a los Navegantes, p. 132.

28
La verdad es para decirla a los cuatro vientos, así
vaya a estrujar malos planes de quienes, sin escrúpu­
los, madrugaron al éxito de las causas transitorias. El
Caballo de Ledesma, p. 27.
Siempre he considerado que los hombres de letras
estamos en el deber de recoger pormenores enraizados
en lo folklórico de nuestras respectivas localidades.
Gente de Ayer y de Hoy, p. 9.
La cultura de superficie ha sido y sigue siendo nues­
tro fardo más pesado. La carencia de principios nor­
mativos es nuestra falla peor. La Hora Undécima,
p. 48.
La paz es asegurada por la plenitud espiritual y ma­
terial de los pueblos. El Hijo de Agar, p. 133.
. . . el mejor aliado de las causas justas es la auto­
ridad que las persigue con implacable saña y que nada
se propaga con mayor vivacidad como las ideas que
arbitrariamente se quieren silenciar. Aviso a los Na­
vegantes, p. 32.

Las ideas no se matan con el silencio. Las ideas se


destruyen cuando, bien expuestas, son sustituidas por
ideas mejdres. El callarlas las hace, en cambio, más
fecundas. Persiga usted, en nombre de la autoridad, la
más erradiza tesis política y verá cómo sus principios
adquieren mayor proselitismo. El Caballo de Ledes­
ma, p. 93.
. . . y feliz en extremo conceptúo su comentario tan
oportuno sobre el valor de nuestro folklore como ex­
presión de fuerzas subterráneas que en el suelo de
nuestra conciencia popular subsisten por testigos de
las viejas culturas que se sumaron para la formación
de nuestro carácter nacional. El Caballo de Ledesma,
p. 112.
Yo hablo en venezolano para los venezolanos que
no están en actitud de vender por unas jugosas lente­
jas la primogenitura que la historia asignó ayer a núes-

29
tros padres en los cuadros de la libertad y de la digni­
dad del nuevo mundo. Por la Ciudad hacia el Mun­
do, p. 41.
Cierto que hombres llamados por su actitud moral,
por su cultura intelectual, por su posición social, por
su prestigio universitario, han traicionado, por acción
u omisión, a las generaciones que esperaron de ellos
el ejemplo decoroso y altivo con cuya repetición y difu­
sión se hubiera salvado la República. También la
historia ofrece nombres que probando la posibilidad
de la conducta contraria, son testimonio de la perdu­
rabilidad fecunda de los ideales desamparados. La Trai­
ción de los Mejores, p. 77.
La falta de sentido lógico de la gente hace que todo
se gaste en vanidades y en cosas de mera apariencia,
mientras se descuida lo primordial de la vida. Es decir,
descuídase la vida misma. Los Riberas, p. 65.
Quizá el mejor homenaje que los hombres de hoy
podemos hacer a los hombres de ayer es traerlos a
nueva vida en la dinámica social. Nada valen sus lu­
minosos retratos en las vistosas galerías. Importa, por
el contrario, exprimir de ellos su valor social, su ejem­
plo útil, su lección digna. Pequeño Anecdotario Tru-
jillano, p. 10.

Tienen su edad las palabras como los hombres que


las emplean. Se decoloran también por el uso o por
el abuso que de ellas hagamos. Esto ocurre fundamen­
talmente con los adjetivos. Honorable, distinguido, ex­
celente e ilustre son voces que han perdido su valor
conceptual. Cuando ladrones, verdugos, sicofantes reci­
ben tratamiento de ilustres, egregios y distinguidos,
estos calificativos terminan por ser meros esqueletos
gráficos sin contenido ideológico. Saldo, p. 157.
Muchos han robado a caballo, exponiendo el pelle­
jo; otros han robado a pie o sentados en confortables
sillas; mas la llamada gente de buena sociedad aplaude
y agasaja a unos y a otros, por cuanto tiene en sus

30
propias cuentas partidas semejantes y porque le con­
viene estar en la buena con los hombres influyentes.
Los Riberas, p. 86.
Más que cultura de la inteligencia, necesitamos de
la voluntad. Más que sabios capaces de hacer leyes
previsoras y que humanistas que levanten el tono de
la literatura, necesitamos hombres honestos, con volun­
tad de ampliar los valores humanos. Los Riberas,
p. 481.

Ya no se busca como arquetipo del venezolano al


hombre capaz de crear cultura y de fijar líneas de
moralidad pública. José Vargas, Santos Michelena,
Fermín Toro, Cecilio Acosta, Luis López Méndez,
Rafael Arévalo González son entelequias sin función
ejemplar en nuestro mundo. Por meros arquetipos se
busca al afortunado negociante o al habilidoso político
que aumenta su riqueza a costa del decoro personal
o al amparo de turbias complacencias con los poderosos.
Problemas de la Juventud Venezolana, p. 172.
Al estímulo de la vocación de poder urge anteponer
el estímulo de una vocación de resistir los males del
poder. La Hora Undécima, p. 68.
No necesitan los pueblos grandes plazas, ni anchas
calles, ni costosas carreteras para que vivan su vida
profunda los ciudadanos. Necesitan, en cambio, que
en los sitios por donde hagan el tráfico cotidiano que
los lleva al cumplimiento de sus deberes de hombres,
no encuentren la contradicción arbitraria de la autori­
dad, ni la voz alzada que procura mantener una recto­
ría sin fundamento. Palabras en Guayaría, p. 41.
No hay libertad, ni hay derecho, ni hay vida social
allí donde la voz templada del juez no prevalece sobre
la voz airada de autoridades que se creen dueñas de
la vida, de la libertad y de la honra de los ciudadanos.
Responso al Juez Desesperado, p. 15.
Acaso de nada esté tan urgido nuestro medio como
de una cruzada de proyecciones morales que conduzca

31
a dar sentido humano a nuestros actos. Temas Incon­
clusos, p. 15.

Siempre he creído que la vida sea yuxtaposición,


congruencia, mezcla de varias corrientes y hasta con­
jugación de lo antitético. El orden social que se fun­
damente en el silencio forzado de las voces contrarias
no será sino la expresión de un concepto de negación
del hombre mismo. La armonía de lo diverso es la
racional resultante del lógico ejercicio de la libertad
esencial del espíritu, por cuyo dominio luchan las con­
signas de la democracia. Temas Inconclusos, p. 32.

La vida reclama a diario la revisión de nuestros


actos y de nuestras ideas, no para alabarlos sino para
enmendarlos y ponerlos a tono con el progreso y la
verdad. Temas Inconclusos, p. 38.
. . . creo que jamás sentirá el neto valor y la respon­
sabilidad plena de lo nacional, quien no sienta vigo­
rosamente los vínculos amorosos que lo unen a la tierra
nativa. Ni crecerá cuanto es debido la gran patria, si
al deseado crecimiento no precede un esfuerzo por
levantar, en función acoplada y conjugante, los valo­
res de las patrias chicas. Mi Infancia y mi Pueblo,
p. 18.

32
IMPERIALISMO

Abiertas han de estar las puertas del progreso para


las ideas y para los hombres. Abiertas, sí, cuando esas
ideas no sean naves corsarias cargadas de mercadería
pirata, como son las publicaciones de encargo, con que
para provecho de su política fenicia, el industrialismo
yanqui quiere “estandarizar” la conciencia de nuestros
pueblos. Aviso a los Navegantes, p. 54.

Mucha gente honesta se compra, pongamos por


caso, a “Selecciones”, a “Visión” o a “Temas”, sin ad­
vertir que tras el relativo interés de sus amenos e ins­
tructivos artículos se oculta el propósito de yanquizar
la conciencia de nuestro mundo. Esa fácil literatura
de barato cosmopolitismo es manera de garra en el
proceso de coloniaje intelectual con que el yanqui pre­
tende doblegar la conciencia de nuestros pueblos para
convertilos en fáciles changayes. Aviso a los Navegan­
tes, p. 70.

Para los que pensamos con ideas humanistas, nada


es tan deseable como la justa armonía entre los hom­
bres y los pueblos todos. La misión ecuménica de la
cultura obliga a que miremos con humana pasión los
problemas encaminados a conjugar naciones y espíri­
tus. Pero creemos, también, quienes así pensamos, que
los hombres para unirse en una obra comunitaria,
necesitan ajustar su colaboración a una medida de
equidad, y que los pueblos, para hacer viables sus
compromisos, necesitan, también, que éstos se apoyen
sobre la igualdad jurídica y sobre el efectivo respeto
de sus voces. A una unión de pueblos sin fuerza con
un pueblo vigoroso, preferibles son las uniones paula­
tinas de los pequeños países a quienes cultura, lengua
y costumbres ofrecen un denominador común. El Fa-
riseímo Boliviano y la Antiamérica, p. 155.

33
Pitiyanqui resulta algo así como yanquicito, yanqui-
to, yancuelo. Algo que pretende ser un yanqui, pero
no llega jamás a serlo. Aviso a los Navegantes, p. 46.
Colaboración no es subordinación, ni olvido de la
personalidad. Colaboración es igualdad. Claro que es
en extremo difícil la sociedad del gato con el ratón.
El ratón corresponde al pitiyanqui. Puede, en cambio,
haber sociedad de gatos grandes y gatos pequeños.
Aviso a los Navegantes, p. 47.
Explicar el hambre por carencia de capacidad pro­
ductora de la tierra es una mera falacia, que queda
anulada cuando se piensa en el trigo y en el café que­
mados, en las naranjas y en la remolacha destruidas
para que se puedan mantener los altos precios del mer­
cado internacional. Aviso a los Navegantes, p. 137.
Es tanto como traicionar a la patria cruzarse de
brazos ante el riesgo que representa el hecho de que
la dirección intelectual y moral del pueblo se deje a
consorcios publicitarios interesados en doblegar nues­
tra conciencia de nación. Aviso a los Navegantes ^
p. 71.

Las publicaciones sin categoría que lanza sobre nues­


tra América española el mercado editor de los Estados
Unidos, están destinadas a crear una conciencia uni­
forme y mediocre en nuestro mundo intelectual. Aviso
a los Navegantes, p. 74.

Las revistas literarias en nuestra propia lengua, las


tiras cómicas destinadas a desfigurar el pensamiento
de los niños, el cine frívolo y truculento, las espan­
tosas, sinfonolas con que se gangsteriza la música e
incluso las propias camisas. Truman, son instrumen­
tos propagandísticos de que se vale el imperialismo
yanqui para imponer a nuestros pueblos una manera
uniforme y esclava de pensar y sentir. Aviso a los Na­
vegantes, p. 76.
De mano en mano, las cómicas que representan
como hechos naturales la destrucción física y moral

34
de la persona humana, han venido creando paulatina­
mente en la sociedad una conciencia fría, indiferente,
casi aprobadora, que ni siquiera provoca encogimiento
de hombros cuando se relatan crímenes horribles. Avi­
so a los Navegantes, p. 81.

El cine es vehículo del cual se vale el imperialismo


para promover vivencias disolventes en el espíritu de
los pueblos. Hollywood es en realidad un cuartel don­
de se adiestran los forbantes de la nueva aventura
aniquiladora de nuestros pueblos. Aviso a los Navegan­
tes, p. 160.
El cine americano es una excelente escuela para
formar pitiyanquis. Aviso a los Navegantes, p. 161.
No considero al pesebre navideño y al enano de la
nomía de la continua amenaza que para ella repre­
sentan los intereses imperialistas de la gran nación del
norte. Se requiere levantar conjuntamente el signifi­
cado moral de los valores que se suman para hacer
de nosotros una comunidad nacional con derechos
históricos que nos alejan de la posición colonialista a
que se intenta reducir junto con la explotación econó­
mica, el propio orden político-cultural del país. Dimen­
sión y Vigencia de la Idea Nacionalista, p. 108.
No considero al pesebre navideño y al enano de la
Kalenda trujillana como factores de esencialidad para
la construcción de un orden social. Miro en su derrota
por el arbolito de Navidad y por el barbudo San Ni­
colás, la expresión de un relajamiento de nuestro espí­
ritu y el eco medroso de la conciencia bilingüe que
pretende erigirse en signo de nuestros tiempos! Men­
saje sin Destino, p. 100.
Bueno también es recordar que una cosa es el impe­
rialismo del Pentágono, de la Casa Blanca y de Wall
Street y otra cosa es Estados Unidos como pueblo.
Aviso a los Navegantes, p. 48.
Claro y tendido os he hablado de lo que significa
el hispanismo como elemento creador de signos que

35
aún pueden dar fisonomía a nuestra América criolla,
visiblemente amenazada de ruina por el imperialismo
yanqui y por el entreguismo criollo. Tapices de Histo­
ria Patria, p. 26.

Durante dos años miré diariamente en los tranvías


de New Orleans el infamante letrero “For Color People
Only” con que se señalaba el sitio donde solamente
podía sentarse la pobre gente negra. En varios tem­
plos vi también con espanto cómo se segregaba al pue­
blo de color. En cambio, de rodillas ante un negro
contemplé más de una vez en las tiendas de calzado
a hombres blancos que probaban a gente de tu raza
distintos zapatos. En este caso no funcionaba el pre­
juicio del color, sino el aliciente del dinero que paga­
rían los compradores. ¡Oh, absurda moral cíe merca­
deres! 2 Responsos a Emmet Till, p. 23.

Nosotros hemos ofrecido a la codicia del mundo


nuestro petróleo, nuestro hierro, nuestro oro, nuestros
diamantes, nuestra extraordinaria capacidad para com-
Iírar todo lo que salga de los países industrializados y,
o que es peor, nuestra ingenuidad ante el aventurero
que hoy se inmiscuye arteramente en los propios nego­
cios de la política y en la misma suerte de Venezuela.
Por la Ciudad hacia el Mundo, p. 34.

36
BOLIVAR - BELLO - VARGAS

Para la inteligencia de Venezuela como fin y meta


de un esfuerzo constructivo, nada ayuda tanto como
la comprensión exacta del ideario de Bolívar. La Hora
Undécima, p. 96.
Sin que signifique fetichismo bolivariano alguno,
considero que una verdadera teoría de lo venezolano
reclama como paso previo una teoría de Bolívar. Tan
profunda ha sido y sigue siendo la influencia de Bolí­
var en el orden constructivo — y aun en el orden des­
tructivo— de la nación, que la salud de la República
impone una explicación cabal del pensamiento y de
la intención del Libertador. La Hora Undécima, p. 82.
La comprensión de Bolívar como esfuerzo angustia­
do hacia la realización del orden democrático, ilumina
el sentido de autenticidad de lo venezolano. La Hora
Undécima, p. 104.

Ciento veinte y tantos años después de su Ocaso en


Santa Marta, Bolívar sigue siendo víctima de su desco­
munal dimensión. Nuestras deficiencias, nuestros pe­
cados contra la República, nuestras traiciones a la
libertad, convalecen y, en apariencia, curan con la
evocación de Bolívar o con la glosa mendaz de algún
desarticulado pensamiento suyo. La Hora Undécima,
p. 98.

. . . Lo mismo sucede con Bolívar. El está vivo, y


si muchos lo miran como muerto, debemos luchar
tenazmente contra tal idea. Bolívar murió para aque­
llos que quisieron hacerse sus albaceas. Y ha sido
durante los largos cien años de nuestra historia repu­
blicana, un muerto cuya fama sirvió para dar lustre a
todas nuestras deficiencias. Hemos vivido de la gloria
de un gran muerto. De un muerto a medio enterrar

37
que, pese a su grandeza, ha despedido un hálito fúne­
bre en nuestro propio ambiente cívico. El Caballo de
Ledesma, p. 43.

Vargas fue como Magistrado, la expresión de una


conciencia monolítica que supo enfrentarse, sin otras
armas que la severa verdad, primero a la audacia cri­
minal de quien confundió con el éxito de la fuerza
la propia filosofía de la sociedad, después, al absolu­
tismo de quien quiso tomar su bonhomía y su virtud
como pantalla honorable que ocultase sus apetitos de
gobierno. Meditación sobre Vargas, p. 4.
. . . ¿qué vamos a hacer nosotros con nuestro Bello,
retomado al seno de la Patria, con su carga lumi­
nosa de ciencia, de virtudes y de gloria? Labor estéril
y falsa sería pensar tomarlo cual recarnada túnica para
vestir nuestras carencias de pueblo; peor aún servirnos
de él, como pecaminosamente nos servimos del nombre
venerable de Bolívar, para exportar gloria pretérita y
recabar con ella interesados e inútiles aplausos, que
hagan la cortina de ruido para ensordecer nuestros la­
mentos colectivos. El Retorno de Bello, p. 31.
En la continua comunión del hombre con la tierra,
encontraba Bello ambiente para la "frugal llaneza” que
defiende al ciudadano de los vicios incitados por el
ansia de riqueza y el afán del mando, donde toman
aliento las civiles disensiones. Cada estancia, cada ver­
so de la Silva admirable, contienen un precepto de
educación cívica, cuyos comentarios debieran ser ob­
jeto continuo de los educadores. . . Bello, Maestro de
Civismo, p. 14.
Bello reclama vigencia en el proceso de nuestra vida
intelectual. Un país como Venezuela, clamoroso de
arquetipos que guíen y ayuden en la formación de
nuestra conciencia social, no tiene necesidad de bus­
carlos fuera de sus límites. Bello, Sanz, Vargas, Ramos,
Toro, Cecilio Acosta, López Méndez, están pidiendo
conciencias nuevas que inciten y prosigan la pujanza
de sus pensamientos. A ellos debemos ir hoy con fe y
con entusiasmo. Fuera de nuestro pensamiento educa-

38
tívo permanecieron por largos años, mas ellos repre­
sentan una gloriosa tradición, desgraciadamente rota
en nombre de un falso progreso y de un empirismo
malsano, y por cuya carencia se quebraron las líneas
de nuestra propia estructura de pueblo. Virutas, p. 27.

39
POLITICA - CULTURA

. . .perecen, y caen bajo el imperio de nuevas y


extrañas fuerzas, los pueblos que no tienen conciencia
de sí mismos. La función de la historia es mantener
viva la memoria de los valores que sirven de vértebras
al edificio social. Su objeto es presentar las fuerzas
antiguas como elementos indispensables para el proceso
de reelaboración de la cultura que corresponde a cada
generación. Aviso a los Navegantes, p. 38.

La política es la suma de los hábitos sociales. Un


pueblo no será políticamente culto si sus componentes
no lo son como individuos. El Caballo de Ledesma,
p. 78.

La cultura es un proceso callado de humanización


de la geografía. De allí la geografía funcional como
disciplina destinada al estudio de la tierra en relación
con el servicio del hombre. Dimensión y Vigencia de
la Idea Nacionalista, p. 112.

. . . He aquí la gran consigna de trabajo en un país


que clama por el esfuerzo tenaz de todos sus hijos.
Un país que debiera convertir en días las noches para
trabajar por su destino. Y la mata de cambure del
mismo modo como esteriliza el suelo ha esterilizado
la voluntad crítica del venezolano. Al amor del som­
breado cambure nos hemos echado a dormir. Toda otra
carrera fue sobrepujada por la carrera de “asegurar el
cambure”. Aquí, allá, fácilmente o a cualquier costo,
el venezolano ha de tener un "cambure”. Cambure de
presupuesto, o cambure de comisión. Por ello, mientras
se abandona el suelo, mientras todo escasea, el bananal
del gobierno crece sin medida. Alegría de la Tierra,
p. 40.

41
El orden no es orden por cuanto garantice una tran­
quilidad material en el área social, sino en tanto dicha
tranquilidad tenga un correlato de consentimiento en
el ánimo de la comunidad. Lo que separa al orden con­
sentido del orden impuesto es lo mismo que distancia
a la paz justa de las repúblicas de la paz injusta de las
tiranías. Cartera del Proscrito, p. 67.
La marcha del hombre venezolano ha desembocado
en ciega carrera hacia el provecho material. Vértigo
de inmediata explicación en un país sin resistencias
morales, que ha recibido el don peligroso de una rique­
za descomunal y a cuyo llamado el mundo, con todos
sus vicios y con muy pocas virtudes, se vuelca sobre
nuestra indefensa nación. La Hora Undécima, p. 121.
Las palabras siguen la misma meta de las ideas y
de los sentimientos que expresan. Saldo, p. 110.
Los poetas que buscan temas nacionales y se tornan
expresión del pueblo, tienen función de númenes en
la formación de la conciencia de las naciones. Aviso
a los Navegantes, p. 43.
Sobre nuestra desunión de países y sobre nuestra
invalidez de pueblo ha sido fácil al extraordinario im­
perio angloamericano dominar los intereses económi­
cos y morales de los países formados al calor de las
instituciones de la vieja España. Patria Arriba, p. 10.

Lo mismo que proclamaron Guzmán y Betancourt,


lo sintieron o lo mintieron Gómez y Castro, Crespo y
Los Monagas. Cada uno se creyó a su turno el mago
de Venezuela y preocupados los magos y los brujos
de cada momento en variar y mejorar el rostro de la
Patria, hemos terminado por sufrir una fatal ausencia
de perfiles determinantes. Mensaje sin Destino,
p. 131.
La convivencia internacional impone la necesidad
de estrechar los vínculos con todos los países del mun­
do, en especial con los países vecinos, con quienes
se realizan los procesos de interferencia económica y

42
espiritual. Mas ese estrechamiento debe basarse en la
permanencia de los valores troncales que dan fisono­
mía a los distintos pueblos. Aviso a los Navegantes,
p. 141.

Nuestra población es sobrado escasa para lo que


pide el marco geográfico; mas, si violentamente se le
suma una inmigración que no encuentre elementos
que le impongan el sentido y el sentimiento de lo
nuestro, quedamos expuestos a desaparecer como uni­
dad moral, para pasar a ser una factoría internacio­
nal, de pingüe provecho para toda suerte de aventu­
reros y de mercaderes — ya de trastos, ya de ideas—
a quienes no preocupe la desfiguración fisonómica
de Venezuela, siempre que tal proceso vaya en bene­
ficio de su hacienda personal. Por la Ciudad Hacia el
Mundo, p. 41.

Cada gobernante cree que su respectiva parcela tem­


poral corresponde a una república salvada, mejorada,
independizada, cuando lo que ha hecho cada uno no
ha sido olvidar y fragmentar la coherencia social don­
de se apoyan los pueblos. Para sentirse creadores,
declaran inexistente el orden anterior y provocan una
delirante conciencia de caos, por donde queda roto
el sentid» de continuidad que da vida a los pueblos.
Los Riberas, p. 416.

Para salvarnos nos queda sin embargo, el recurso


fácil y formidable de salvar la conciencia de nuestra
historia de pueblo. A quienes miden el valor de las
naciones, haciendo sólo cuenta de los ladrillos, los
rieles y el cemento, parecerán inoperantes las fórmu­
las abstractas que proponen los hombres del pensamien­
to puro. Ellos jamás han meditado en el valor moral
de la historia como aliada y consejera de la política.
Jamás ellos han preguntado con Ranke si ‘‘podrán
gobernar bien un Estado, cumplir bien con su misión
de gobernantes, quienes, presa de los prejuicios que
ciertas opiniones tentadoras imponen a su espíritu,
tienden a considerar como anticuado y ya inaplicable
todo lo anterior, lo desprecian y tratan de dejarlo a

43
un lado por inútil, se colocan de espaldas ante las
formas y las leyes consagradas por la tradición, para
dejarse llevar solamente de lo nuevo y tratan, en una
palabra, de transformar un estado que no conocen".
Esos no han tenido, tampoco, la respuesta salvadora
que logró el padre de la historiografía moderna: “tales
gobernantes más bien son aptos para demoler que para
construir”. El sentido de la Tradición, p. 17.

Angostura es un símbolo en la vida de nuestros pue­


blos. Angostura es un hito al cual hemos de volver
nuestros ojos hambrientos de esperanza. En aquella
reunión memorable expresó a cabalidad Bolívar su pen­
samiento aglutinante. El era abanderado de una idea
de integración americana. . . Los países que formaron
ayer la Gran Colombia se encuentran de nuevo llenos
de la misma angustia creadora de 1819 y se enfrentan
a la misma necesidad de conquistar un mundo mejor.
Y nada nos separa. Por el contrario, nos une el deber
de realizar conjuntamente nuestro común destino ame­
ricano. El deber de estructurar el continente donde el
hombre, por medio de una revaluación de sí mismo,
habrá de realizar los mejores estudios de la cultura.
Sentido y Ambito del Congreso de Angostura, p. 23.

La ciudad sobre el valor de la piedra y el peso del


ladrillo, es una fornida comunidad de hombres que,
sintiéndose comprometidos en una misma empresa de
cultura, se esfuerzan tanto por levantar su propia con­
ciencia de humanidad como por alzar el tono que Ies
hace sentir y amar más vivamente la existencia misma.
Por la Ciudad hacia el Mundo, p. 64.

. . . El Diente Roto. Y mire usted que hay gracia


en decir, como admirablemente usted dice, que no
habría labor más larga y difícil en nuestra patria que
la de remendar los dientes a nuestros grandes hom­
bres. El Caballo de Ledesma, p. 94.
Si algo funesto ha habido y continúa habiendo en
Venezuela es la distinguida clase de los privilegiados,
que asumen por sí y ante sí la función de dispensar

44
honras y la creencia de ser los depositarios legítimos
del destino de la República. Toda recta intención que
pueda acompañar a un nuevo mandatario, ha de su­
frir el filtro maligno del sanedrín que maneja los se­
cretos del poder financiero, el cual, a la vez, valido de
un falso prestigio pseudoaristocrático, logra para sus
intereses la adhesión de los nuevos e improvisados ejer­
citantes del poder. La Traición de los Mejores, p. 63.

El valor histórico y tradicional de los directores de


pueblos ha de considerarse tanto en la especificidad
momentánea como en la fuerza germinativa ofrecida
por sus ideas y sus anhelos en el orden por venir. Di­
mensión y Vigencia de la Idea Nacionalista, p. 95.

Haciéndonos y defendiéndonos a nosotros mismos;


uniéndonos, después, para esa misma defensa de los
pueblos de América que se saben forjados en la misma
fragua material y que, a la vez, se ven amenazados por
idénticos peligros, podemos llegar a sentirnos dignos
miembros de la unidad de naciones que agrupa, de
acuerdo con lo plural y lo diferencial del carácter na­
cional, a hombres sobre quienes gravita el mismo des­
tino de seres portadores de espíritu. Dimensión y Vi­
gencia de la Idea Nacionalista, p. 123.

Sea así duro el hecho de decirlo, obligado es reco­


nocer que la crisis de nuestra cultura tiene sus causas
más dolorosas y profundas en la presencia sobre el
estrado social de más de una generación formada sin
la palabra orientadora del maestro. La Hora Undé­
cima, p. 110.

Creo que la política, desde un punto de vista ético,


es poner al servicio de los intereses generales nuestros
propios recursos morales y nuestras luces y compren­
sión de los problemas de la sociedad. Palabras en Gua­
yaría, p. 4.

Tomás Lander. . . había sido embalsamado en rito


singular y mantenido en posición de escribir durante
cuarenta años en la sala principal de su casa solariega.

45
Materializado fantasma de otro tiempo, representa en
la quietud hogareña la tragedia del pensamiento vene­
zolano. Es el cuerpo sin alma de los sistemas en cuyo
nombre se ha venido formando la trama política y se
han expresado los ideales revolucionarios que dan car­
ta de legitimidad popular a los nuevos gobiernos.
Apuntes para un retrato de Pedro Emilio Coll, p. 18.
. . . debemos hacer colectivamente el propósito de
borrar de nuestras prácticas sociales los vicios que han
detenido el vuelo de nuestra cultura. Urge una aguzada
revisión de nuestros males históricos. Precisa un des­
pertar mañanero hacia caminos que permitan una
más ancha y cómoda acoplación de sistemas y valo­
res. La república pide sitio holgado para la labor sin
reticencia de sus hombres de pensamiento. Apuntes
para un retrato de Pedro Emilio Coll, p. 19.
Ese carácter paradojal de crear permanentemente
valores llamados a ser sustituidos en la dinámica del
tiempo, hace que la democracia, más que una deter­
minada situación de hechos institucionales, sea un
verdadero estado de conciencia y aún de sensibilidad
colectiva, producido por el desarrollo de la cultura.
Temas Inconclusos, p. 47.

Sobre los valores de pujanza viril, ayer representa­


dos por quienes defendieron sobre los campos de la
guerra los derechos de la independencia de la patria y
más tarde la legítima autonomía de la región, se alzan
hoy los valores permanentes de una cultura urgida de
símbolos que coloquen más allá de los primitivos inte­
reses diferenciales, creados por las banderías y los
partidos, los grandes intereses llamados a unir, en un
plano superior, los ánimos en pasajero antagonismo.
Apología de la Ciudad Pacífica, p. 8.
. . .Educar es tanto como engendrar moralmente a
través de las generaciones venideras. Trayectoria y
Tránsito de Caracciolo Parra, p. 38.
. . . Diez años hace que luchan contra los fabrican­
tes de guerra los hombres que anhelan un compromiso

46
pacífico en el orden de las naciones, y por nada se
anuncia la hora de la razón y de la concordia. El hom­
bre parece destinado fatalmente a proseguir su exis­
tencia de temblor y pavor. O sosiega en la plegaria
silenciosa, que le aísla del mundo atormentado; o se
aturde en el festín de la riqueza, engendrada al amor
de las propias empresas que alimentan la devastación:
hierro, cobalto, petróleo, uranio, estaño, plomo, car­
bón, celulosa. Responso al Niño de Hiroshima, p. 11.

47
SENTIDO CRISTIANO

Si Cristo reapareciera se le prohibiría el amor y la


paz. Cristo está “prohibido” en el seno de una socie­
dad corrompida, traidora y criminal, cuyos pilares se
quebrarían a sólo el enunciado de la palabra evangé­
lica, pero que, vana y paradójicamente, se empeña en
ser llamada “sociedad cristiana”. El Hijo de Agar,
p. 23.
Se me ha motejado más de una vez de excesivo idea­
lismo. Si ser idealista es pensar con ideas cargadas de
espiritualidad y desinterés, acepto de grado la impu­
tación, ya que muchos dan en llamar idealista a todo
sistema que repudie el positivismo materialista y la
ética hedonística. De las vertientes que nutren el pen­
samiento contemporáneo yo he buscado abrevar en las
aguas cristianas. Saldo, p. 7.
Creo que quienes nos decimos cristianos estamos en
el deber de insistir constantemente sobre lo que signi­
fica la solución religiosa en el problema del hombre.
Saldo, p. 8.
Cuando nos acercamos a la misma Eucaristía, busca­
mos nuestra individual senda de eternidad en el Cuer­
po del Señor. Ese sano egoísmo, esa obligada salvación
de nosotros mismos, que no es perfecta sino en cuanto
nos sabemos obligados a propender a la salvación aje­
na, es natural que se distienda hacia todas las expre­
siones de nuestra vida exterior. Diálogos de la Soledad,
p. 16.
El hombre que hoy se siente libre de los riesgos de
la antiteología del positivismo, encuentra fácilmente
los caminos de Dios en los propios abismos de duda
que ayer le creó hacia abajo el determinismo materia­
lista. Cuando rompió el viejo átomo invisible que ayer

49
se quiso oponer al propio concepto de creación, dio
con una fuerza nueva, que si no se supedita a los
valores inefables del espíritu, concluirá fatalmente por
destruir el propio mundo civilizado. Saldo, p. 39.
El hombre del Siglo xx necesitaba oír hablar de
Cristo en lenguaje cargado de realidad humana. No
era con el estilo denso de los teólogos ni con las frases
tetánicas de los místicos como precisaba hiciese su
reaparición en el mundo de los descreídos el Cristo
Salvador. El Cristo del Siglo xx — idéntico al Cristo
de la hora cero de la Redención— necesitaba hablar
un lenguaje rotundo, directo, acerado, demoledor,
como para hacerse oír de oídos tupidos de cerumen
emponzoñado por la voz venenosa de los evangelistas
del anticristo. Responso a Giovanni Papini, p. 8.

50
SINTESIS BIOGRAFICA

Mario Briceño Iragorry nace en Trujillo el 15 de


septiembre de 1897. Realiza sus primeros estudios en
el Colegio Federal de Trujillo y en el Colegio Santo
Tomás de Aquino de Valera.
A los once años queda huérfano de padre. En 1911
junto con un grupo de compañeros de colegio, co­
mienza a publicar un pequeño periódico con el nom­
bre de Génesis, que editan en los talleres de Pompeyo
Oliva en la ciudad de Valera.

En 1914 integra junto con Claudio Llavaneras,


Manases Capriles, Saúl Moreno, José Félix Fonseca,
Manuel Vargas y Carlos Briceño el grupo Ariel por
la influencia que en ellos ejerce la obra de José En­
rique Rodó. A principios de 1918 comienza a publi­
car en Trujillo una pequeña revista literaria, de efí­
mera existencia, bajo el título de Juan Cristóbal, a
través de .la cual buscaban entre otras divulgar el
pensamiento de Romain Rolland. La revista cesa su
circulación al irse Briceño Iragorry a Mérida a con­
cluir sus estudios de Derecho.
Ese año era empleado subalterno en la Administra­
ción del Estado Trujillo y renuncia al cargo porque
en forma injusta se le niega un ascenso. En la Univer­
sidad de Mérida conoce a Caracciolo Parra León, quien
será su entrañable amigo hasta la muerte prematura de
éste a los 39 años.

En 1920 obtiene el título de Abogado en la Univer­


sidad de Los Andes y en 1921 ingresa al Ministerio de
Relaciones Exteriores en la Dirección de Política In­
ternacional. Para esa época trabajaban en ese Minis­
terio Lisandro Al varado (con el correr del tiempo

n
ocupará el sillón de éste en la Academia Nacional de
la Historia), César Mármol, Jacinto Fombona Pacha­
no y José Antonio Ramos Sucre.
En 1925 obtiene el Doctorado en Ciencias Políti­
cas en la Universidad de Caracas y en 1928 ocupa el
cargo de Secretario de la misma. El Rector era el
doctor Rodríguez Rivero y el Vicerrector el doctor Cara-
cciolo Parra. Con este último comienza a profundizar
en las raíces de la cultura venezolana.
Fue Concejal Municipal por Caracas, Presidente del
Estado Bolívar durante el Gobierno del General Isaías
Medina Angarita, Gobernador de Valencia, Diputado
por el Estado Yaracuy, Senador por el Estado Trujillo
y Presidente del Congreso Nacional.
Fue Profesor del Colegio Federal de Trujillo y del
Liceo Libertador de Mérida, Director del Liceo Andrés
Bello, Cronista Oficial de la Ciudad de Caracas, Ar­
chivero General de la Nación y Juez de varios Tribu­
nales y Cortes, Embajador en la República de Colom­
bia y Encargado de Negocios en Centroamérica.
Individuo de Número de la Academia Nacional de
la Historia y de la Academia Venezolana de la Lengua,
correspondiente de la Española; Miembro de la Aca­
demia de la Historia de la Medicina de Caracas;
Miembro Honorario del Centro de Estudiantes de Fi­
losofía de la Universidad de Caracas; Miembro Ho­
norario del Centro de Historia del Liceo Fermín Toro.

Fue Diputado (sin asistencia) por el Distrito Fede­


ral a la Asamblea Nacional Constituyente convocada
para enero de 1953. Va al exilio durante la dictadura
del General Marcos Pérez Jiménez. A la caída de éste
regresa a Venezuela y muere en Caracas el 6 de junio
de 1958.

Su última Bitácora la publica el diario El Nacional


el día de su entierro sábado 7 de junio bajo el título
Exaltación de Andrés Eloy Blanco, la cual termina
con estas palabras: “Andrés Eloy Blanco o Andrés

52
Eloy Pueblo ha adquirido función ejemplar en el orden
de los valores que mejor sirven a la unidad del pueblo
venezolano y a la salvación de la República”.
La mancheta de El Nacional de ese mismo día nos
entrega la siguiente cita de Don Mario: “Mi insisten­
cia en la valorización de lo nacional y de lo regional
ha sido parte para que algunos críticos de buena o de
mala fe, me hayan presentado como enemigo del pro­
greso universal. No caen en cuenta esos falsos defen­
sores del orden universalista de la cultura, que el
nacionalismo no es categoría opuesta al internaciona­
lismo sino al imperialismo”.

53
FICHA BIO-BIBLIOGRAFICA

MARIO BRICEÑO-IRAGORRY nació en Trujillo (Venezue­


la ) el 15 de septiembre de 1897 y murió en Caracas el 6 de
junio de 1958.
Concluyó la carrera de Abogado en la Universidad de Los
Andes, en 1920, y se recibió de Doctor en Ciencias Políticas
en la Universidad de Caracas, el año 1925.
Profesor de Castellano y de Literatura en el Liceo Libertador,
de Mérida; Profesor de Castellano y Educación Cívica, en el
Colegio "Sagrado Corazón de lesús”, de Mérida; Profesor de
Historia de Venezuela y Director del Liceo "Andrés Bello” ,
de Caracas; Profesor de Literaturas Antiguas y de Historia
Colonial en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universi­
dad de Caracas; Profesor de Historia de Venezuela en el Co­
legio de "Santa Rosa de Lima”, de Caracas; Profesor de His­
toria de Venezuela en la Universidad Obrera (1 9 4 3 );
Secretario de la Universidad de Caracas; Director de Educa­
ción Primaria y Secundaria y de Educación Superior y Espe­
cial en el Ministerio de Educación Nacional; Miembro del
Patronato Nacional de Alfabetización; Miembro del Grupo
venezolano de la UNESCO (1 9 4 7 ).
Director de Política y Encargado de la Secretaría General
del Estado Mérida; Secretario de las Asambleas Legislativas
de los Estados Mérida y Trujillo; Secretario General y Encar­
gado de la Presidencia del Estado Trujillo; Gobernador de la
ciudad de Valencia; Presidente del Estado Bolívar; Secretario
de la Cámara de Diputados; Diputado por el Estado Yaracuy;
Senador por el Estado Trujillo; Presidente del Congreso Na­
cional; Diputado (sin asistencia) por el Distrito Federal,
a la Asamblea Nacional Constituyente convocada para enero
de 1953.
Juez Penal del Estado Trujillo; Canciller de la Corte Superior
del Distrito Federal; Auditor de la III Zona Militar.
Miembro del Concejo Municipal de Caracas; Cronista Oficial
de Caracas; Director del Archivo General de la Nación;
Miembro de la Junta Superior de Archivos.
Director de Política Internacional en el Ministerio de RR. Ex­
teriores; Cónsul General en New Orleans; Secretario de Le­
gación; Encargado de Negocios ad hoc en Centroamérica;
Ministro Plenipotenciario en Panamá y Costa Rica; Delegado
de Venezuela a la I Reunión de Cancilleres de América;
Embajador Especial en Panamá y Costa Rica; Embajador en
Colombia; Delegado al IV Congreso Panamericano de Historia.

55
Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia
y de la Venezolana correspondiente de la Española; Miembro
de la Academia de Historia de la Medicina de Caracas; Miem­
bro correspondiente de las Academias de Historia de Madrid,
Colombia, Panamá, La Habana y Santo Domingo; Miembro
Honorario de la Sociedad Bolivariana de Costa Rica y corres­
pondiente de la de Colombia; Miembro Honorario de la So­
ciedad de Geografía e Historia de Costa Rica y correspon­
diente de la de Guatemala; de la Sociedad Geográfica de
Lima; del Instituto Histórico del Uruguay; de la Sociedad de
Geografía e Historia de Chile; del Instituto de Cooperación
Americana de Buenos Aires; Miembro Honorario del Ateneo
de Trujillo; Miembro correspondiente del Centro Histórico
Larense; Miembro Honorario del Centro de Estudiantes de
Filosofía de la Universidad de Caracas; Miembro Honorario
del Centro de Historia del Liceo “Fermín Toro” ; Miembro
de la Comisión revisora de textos de Literatura, Historia y
Geografía de América, del Ministerio de Educación del Estado
Español; Gran Cordón de la Orden del Libertador; Gran
Banda de la Orden de Vasco Núñez de Balboa; Gran Cruz
de Boyacá; Medalla de Honor de la Instrucción Pública de
Venezuela; Medalla de Honor del Magisterio de Guayana;
Medalla de Oro de la Academia Venezolana de la Lengua;
Placa de la Academia de Ciencias y Letras de Cádiz.

LIBROS
1. Hora. (Ensayos Literarios). Caracas, 1921.
2. Ventanas en la Noche. (Ensayos Literarios). Caracas,
1925.
3. Lecturas Venezolanas. (Pequeña Crestomatía venezola­
n a). Caracas, 1926, 1930, 1942; Buenos Aires, 1944-
47; Madrid, 1952, 1955, 1956 y 1957; Edime, 1968.
4. Los Fundadores de Trujillo. (Discurso de incorporación
en la Academia de la Historia). Caracas, 1930.
5. Tapices de Historia Patria. (Esquema de una morfo­
logía de la cultura colonial). Caracas, 1934, 1943;
Bogotá, 1950; Madrid, 1956; Caracas, 1978.
6. Temas Inconclusos. (Ensayos). Caracas, 1942.
7. El Caballo de Ledestna. Caracas, 1942, 1944, 1949;
Madrid, 1955; Caracas, Monteávila, 1970.
8. Palabras en Guayana. Caracas, 1945.
9. Casa León y su Tiempo. (Premio Municipal de Prosa).
Caracas, 1946, 1948; Madrid, 1955.
10. Papeles de Urdaneta el Joven. Caracas, 1946.
11. El Regente Heredia o la Piedad Heroica. (Premio Na­
cional de Literatura). Caracas, 1947, 1948; Madrid,
1954.

%
12. Mensaje sin Destino. (Ensayo sobre nuestra crisis de
pueblo). Caracas, 1952 (dos ediciones); Madrid, 1954;
Caracas (Monteávila, 1970, 1982).
13. Virutas. (Colección de ensayos). Caracas, 1951.
14. Mi Infancia y Mi Pueblo. (Evocación de Trujillo).
Caracas, 1952.
15. Sentido y Vigencia del 30 de Noviembre. (Examen del
proceso electoral venezolano). Madrid, 1953.
16. Aviso a los Navegantes. (Tradición, Venezolanidad e
Hispanoamericanidad). Madrid, 1953; Santiago de
Chile, 1955.
17. Alegría de la Tierra. (Apología de nuestra agricultura
antigua). Caracas, 1952; Madrid, 1953.
18. Introducción y Defensa de Nuestra Historia. Caracas,
1952. Caracas (Monteávila, 1970).
19. Gente de Ayer y de Hoy. Madrid, 1954.
2 0. El Hijo de Agar. (Temas de crítica). Madrid, 1954.
21. Obras Selectas. Madrid, 1954; Edime, 1970.
22. Patria Arriba. (Nuevo ensayo sobre la hispanoamerica­
nidad). Madrid, 1955.
23. La Hora Undécima. (Hacia una teoría de lo venezola­
no). Madrid, 1956.
24. Saldo. (Ensayos). Madrid, 1956.
25. Pequeño Anecdotario Trujillano. Madrid, 1957.
2 6. Los Riberas. (Retablo novelado). 1957.
27. Diálogo de la Soledad. (1 9 5 8 ).
28. Ideario Político. (1 9 5 8 ).
29. Cartera del Proscrito. (1 9 5 8 ).
30. Prosas de Llanto. (1 9 6 8 ).
31. Presencia e Imagen de Trujillo. Biblioteca de Temas
de Autores Trujillanos, 1981.

CONFERENCIAS, DISCURSOS Y MONOGRAFIAS


1. Los libros y el verdadero concepto modernista. Trujillo,
1917.
2. “Los orígenes del Arte". Revista Universitaria, Mérida,
1918.
3. Elogio del Dr. Eloy Paredes. Mérida, 1920.
4. Motivos. Caracas, 1922.
5. La educación del superconsciente. Caracas, 1925.
6. Discurso de grado en la Universidad Central. Caracas,
1925.

51
7. Discurso inaugural del reloj de la Universidad. Caracas,
1925.
8. Pro Missionibus. Caracas, 1926.
9. Ornamentos Fúnebres de los Aborígenes del Occidente
de Venezuela. Caracas, 1928.
10. Genealogía de Don Cristóbal Mendoza. Caracas, 1929.
11. Historia de la Fundación de la ciudad de Trujillo. Ca­
racas, 1929.
12. La fundación de Maracaibo. Caracas, 1929; Madrid,
1957.
13. “Procedencia y cultura de los Timoto-cuycas” . Separata
de Anales de la Universidad de Caracas, 1930.
14. Elogio de San Agustín. Caracas, 1930.
15. Franciscanismo y Pseudo-Franciscanismo. (Discurso de
incorporación a la Academia Venezolana de la Len­
gua). Caracas, 1932.
16. Notas sobre arqueología venezolana. Caracas, 1932.
17. Discurso en la recepción de Don Eloy G. González en
la Academia Venezolana de la Lengua. Caracas, 1932.
18. Colegio Federal de Trujillo. Caracas, 1932.
19. A propósito de la Ley ele Patronato Eclesiástico. Cara­
cas, 1932.
2 0. Discurso en la recepción del doctor Crispín Ayala en la
Academia Venezolana de la Lengua. Caracas, 1932.
21. Triunfo y Tragedia del Libertador. San José de Costa
Rica, 1938.
22. Recuerdo de Ayacucho. (U na reliquia del Libertador
en Centroamérica). Guatemala, 1939.
2 3. Trayectoria y Tránsito de Caracciolo Parra. San José
de Costa Rica, 1940.
24. Discurso en la Sociedad de Geografía e Historia de
Costa Rica. San José, 1941.
25. Discurso de la Inauguración de la Universidad de Costa
Rica. San José de Costa Rica, 1941.
2 6. Pasión y Triunfo de dos graneles libros. (Baralt y Co-
dazzi). Caracas, 1942.
27. Preparatorio para las pompas de Bolívar. (Evocación
de 1842). Caracas, 1942.
28. La Historia como elemento de creación. Caracas, 1942,
1945.
29. Sentido y ámbito del Congreso de Angostura. Caracas,
1943.
30. Relación geográfica de la Provincia de Cuicas. (N otas).
Caracas, 1948.
31. Discurso en la recepción del doctor Diego Carbonell en
la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1943.

58
32. Discurso inaugural de la Sociedad Económica de Ami­
gos de Guayana. Ciudad Bolívar, 1944.
33. Discurso al entregar al Municipio de Ciudad Bolívar
la Ley que le devuelve su autonomía. Ciudad Bolívar,
1944.
34. Voz y presencia de Bolívar. Ciudad Bolívar, 1944.
35. Mensaje a la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar.
Ciudad Bolívar, 1944.
36. Formación de la nacionalidad venezolana. Caracas,
1945.
37. Discurso de Apertura del Senado de la República. Ca­
racas, 1945.
38. Discurso de Apertura de las sesiones extraordinarias del
Senado de la República. Caracas, 1945.
39. Discurso de apertura de la sesión solemne del Congreso
de la República el Día Nacional. Caracas, 1945.
40. Discurso en el Homenaje del Congreso al General Ra­
fael Urdaneta. Maracaibo, 1945.
41. Discurso en la clausura de las sesiones extraordinarias
de la Cámara del Senado. Caracas, 1945.
42. Discurso en el homenaje del Congreso Nacional al Pre­
sidente Roosevelt. Caracas, 1945.
43. Discurso en el homenaje del Congreso Nacional a José
Martí. Caracas, 1945.
4 4. Discurso en el homenaje del Congreso Nacional al Ge­
neral José Gregorio Monagos. Caracas, 1945.
4 5. Discurso en el Congreso Nacional el Día del Ejército.
Caracas, 1945.
46. Discurso de presentación en el P.D.V. de la candida­
tura presidencial del doctor Angel Biaggini. Caracas,
1945.
47. Ante una infamia. Caracas, 1945.
48. Régimen de Archivos y Museos Nacionales. (N otas).
Caracas, 1946.
49. Los Corsarios en Venezuela. Caracas, 1946.
50. Apología de la ciudad pacífica. (Elogio de Trujillo).
Caracas. 1947.
51. Notas sobre los estudios históricos en Venezuela. Méxi­
co, 1947.
52. Discurso en la recepción de Enrique Bernardo Núñez
en la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1948.
53. Apuntes para un retrato ele Pedro-Emilio Coll. Cara­
cas, 1948.
54. Discurso en la recepción del doctor Santos Dominici
en la Academia Venezolana. Caracas, 1949.
55. Palabras para alabar a Luis Correa. Caracas, 1948.

59
5 6. Sentido y Presencia de Miranda. Bogotá, 1950.
57. Carta a Andrés Iduarte. Bogotá, 1949.
58. Mentís a Rómulo Betancourt. Bogotá, 1949.
59. La Tragedia de Peñalver. Bogotá, 1950.
6 0. Meditación sobre Vargas. (Discurso en el Municipio de
Caracas). Caracas, 1951.
6 1. El retorno de Bello. (Discurso en el Teatro Municipal
de Caracas, en el acto académico de la Primera Semana
de Bello). Caracas, 1951.
62. Bello, Maestro de Civismo. (Discurso en la Universidad
de Los Andes, en el homenaje a Andrés Bello). Cara­
cas, 1952.
6 3. María, Caracas y la unidad de la Patria. (Discurso en
la clausura del Segundo Congreso Mariano venezola­
no). Caracas, 1952.
6 4. Discurso en la recepción de Pedro José Muñoz en la
Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1952.
6 5. Al servicio de Venezuela. (Discurso electoral en el
Nuevo Circo de Caracas, la noche del 26 de noviembre
de 1952). Caracas, 1952; San José de Costa Rica,
1953.
66. L a traición de los mejores. (Esquema interpretativo de
la realidad política venezolana). Madrid. 1953.
67. Dimensión y urgencia de la idea nacionalista. (Pequeño
discurso sobre venezolanidad y americanidad). Madrid,
1953.
68. Problemas de la juventud venezolana. (Temas acerca
de la presente crisis universitaria). Madrid, 1953.
69. E l Fariseísmo bolivariano y la anti-América. (Temas
sobre hispanoamericanismo y panamericanismo). Ma­
drid, 1953.
70. Venezuela sin luz. (A propósito del carácter fraudulen­
to de las instituciones políticas venezolanas). Madrid,
1953.
7 1. 2 Responsos a Emmett Till. Zaragoza, 1956.
72. Responso al niño de Hiroshima. Zaragoza, 1956.
73. En tono de cuento. . . " (Elogio de la abuela para re­
galo de la nieta). Zaragoza, 1956.
74. Responso con luces para don Gnocchi. Zaragoza, 1956.
75. Palabras para consolar a Víctor Riesel. Zaragoza. 1956.
76. Responso al Juez desesperado. Zaragoza, 1956. ,
7 7. Responso al General José Moscardó. Zaragoza, 1956.
78. En torno al asilo diplomático. (Carta al Dr. Simón
Planas Suárez). Zaragoza, 1956.
79. Responso al Elector de voluntad de hierro. Zaragoza,
1956.

60
80 . Responso a 4 víctimas del terror en Chipre. Zaragoza,
1956.
81. Vigencia rectora de San Ignacio de Loyola. Zaragoza,
1956.
82. Responso a las víctimas de la tragedia argentina. Ma­
drid, 1956. i
83. Responso a los estudiantes del avión incendiado. Za­
ragoza, 1956.
8 4. Responso a Giovanni Papini. Zaragoza, 1956.
8 5. Primera lección a mis nietas desterradas. Zaragoza,
1956.
86. La declaración de Panamá. (Anverso y reverso de una
conducta). Zaragoza, 1956.
8 7. Lección y sentido de Antonio Nicolás Briceño. Zara­
goza, 1956.
88. Palabras para consolar a un cobarde. Zaragoza, 1956.
89. Por la ciudad, hacia el mundo. Zaragoza, 1957.
90. Saludo primicial al obispo de Trujillo. Zaragoza, 1957.

PROLOGOS

1. Alma en Flor (Poesía). Jesús Antonio Llavaneras Ca­


rrillo. Trujillo, 1916.
2. Hojas errantes (Poesías). José Félix Fonseca. Trujillo,
1917.
3. Genealogías Caroreñas. Ambrosio Perera. Caracas, 1932.
4. La InsXfucciótt en Caracas. Caracciolo Parra. Caracas,
1933.
5. Orígenes ¿le la Hacienda en Venezuela. (Publicación
del Archivo General de la Nación). Caracas, 1942.
6. La Cocina Criolla. Tulio Febres Cordero. Caracas,
1942.
7. Actas del Cabildo de Caracas. Tomo I. Caracas, 1943.
8. E l doctor Francisco Espejo. Héctor Parra Márquez. Ca­
racas, 1944.
9. L a libertad económica y la intervención del Estado.
(Publicaciones del Partido Democrático Venezolano).
Caracas, 1945.
10. La Puebla de Bolívar. Andrés Ponte. Caracas, 1946.
11. Poesías. Fray Angel Sáenz, A. R. Caracas, 1948.
12. Tierra de Gracia. Guillermo Morón. Caracas, 1948.
13. El Poder de la Idea. E. Gil Borges, Ediciones de la
Embajada de Venezuela. Bogotá, 1949.
14. Regreso del Olvido. E. Alvarez de Lugo. Ediciones de
la Embajada de Venezuela. Bogotá, 1949.

61
15. Discurso. Excmo. Mons. José Humberto Quintero. Ca­
racas, 1950.
16. Así es Caracas. Publicación de Plinío Mendoza Neira.
Caracas, 1950.
17. Caracas de antaño. Lucas Manzano. Caracas, 1951.
18. Política y Parlamento. Numa Quevedo. Caracas, 1951.
19. Actas del Cabildo de Caracas. Tomo IV. Caracas, 1952.
20. En busca del olvido. Cecilia Núñez Sucre. Zaragoza,
1956.

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INDICE

5 / A manera de prólogo de la presente edición.


9 / Breve referencia a su obra.
1 3 / Patria-Historia-Pueblo.
23 / Actitudes-Valores.
3 3 / Imperialismo.
37 / Bolívar-Bello-Vargas.
41 / Política Cultura.
49 / Sentido Cristiano.
5 1 / Síntesis biográfica.
55 / Ficha Bio-Bibliográfica
ESTE LIBRO SE TERMINO DE
IMPRIMIR EL DIA 14 DE JULIO
DE MIL NOVECIENTOS OCHENTA
Y DOS EN LAS PR EN SA S
VENEZOLANAS DE EDITORIAL
ARTE, EN LA CIUDAD DE
CARACAS
FUNDARTE

Fundación para la Cultura y las Artes del Distrito Federal

Mario Briceño Iragorri ha sido uno de nuestros hombres más


preocupados por el destino nacional. Lúcido y sin concesiones
en el análisis de los varios problemas que nos aquejan, su
palabra ha apuntado siempre, sin embargo, a una discusión
de altura, a un progreso de nuestro medio.
Es uno de los tantos olvidados a la hora de las decisiones.
Rafael Peña Alvarez, con verdadera pasión de discípulo, se
dio el trabajo de extractar, a través de toda su obra, lo mejor
del pensamiento de M.B.I. o, en todo caso, aquellos aspectos
que guardan una íntima conexión con el tiempo presente
y con la nacionalidad.
Economista de profesión (Ph.D. en USA), Rafael Peña
Alvarez es un activo interesado en los problemas venezolanos.
De allí que encontrara en la obra y en la voz de Mario
Briceño Iragorri la ocasión de hacer oír también su propia
voz en la selección de estos textos.
Este año se cumplen 24 de la muerte de Mario Briceño
Iragorri (1897-1958). Sirva esta edición como pequeño
homenaje a la palabra de un hombre que siempre nos
acompaña y nos obliga.

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