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Ética
DOCENTE:
Limo Figueroa, David Fernando
TEMA:
Emotivismo moral
ALUMNOS:
Barba Chapoñan , Saúl Mathew
Elias Efio, Sheyla
Paucar Casto, Angel Arturo
Sánchez Villalobos, Yanella
Sialer Gavidia, Luis Enrique
CICLO:
2019-I
2019
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ÍNDICE
Tabla de contenido
I. Introducción.................................................................................................................... 3
II. Desarrollo ....................................................................................................................... 3
III. Conclusiones ................................................................................................................ 6
IV. Bibliografía ................................................................................................................. 6
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El emotivismo moral
I. Introducción
El problema que plantea el emotivismo moral es que aleja a la ética de la racionalidad, por
ello la define como algo subjetivo que no permite discusión.
II. Desarrollo
Hasta la llegada de la filosofía moderna se pretendía fundar la moral en base a la razón. Esto,
otorgaba a los juicios morales objetividad. Se creía que la condición moral del ser humano
se fundamentaba en su condición de ser racional, y en virtud de ésta se establecía lo bueno
y lo malo.
Por esto el emotivismo moral se opone al intelectualismo moral ya que sostiene que la única
condición necesaria para la conducta moral es el conocimiento, es decir, considera que para
ser algo lo único necesario es conocer su concepto. Por ejemplo, para ser bueno solo se
necesita conocer el concepto bondad. Esta teoría parece contraria a lo que todo el mundo
piensa, dado que podemos conocer el concepto maldad, y no por ello, ser malos.
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El filósofo escocés David Hume, su más importante defensor, se opuso y criticó todo sistema
ético que pretendiera fundar en la razón la distinción entre el bien y el mal. Hume entiende
que el intelectualismo moral puede ser debido a que: pretender deducir normas morales a
partir de hechos es cometer una falacia , dado que el conocimiento de los hechos nos
muestra cómo son éstos, no cómo deben ser; la lógica no nos impulsa por sí sola a la acción,
los sentimientos son los que realmente nos empujan; y por último, aunque la razón nos ayude
a comprender cuales son las consecuencias de las acciones, esto es insuficiente para
fundamentar la experiencia moral.
En su obra “Investigación sobre los principios de la moral”, Hume afirma que la moral
descansa fundamentalmente en los sentimientos. Para él, hay sentimientos morales y
sentimientos que se despiertan en nosotros debido a la percepción de ciertas acciones o
cualidades de las personas. El sentimiento moral básico se denomina “humanidad”,
sentimiento positivo por la felicidad del género humano. Se llaman virtuosas a las acciones
que despiertan en nosotros ese sentimiento, y vicios las que despiertan en nosotros el
sentimiento contrario. Hume llama simpatía a la tendencia que las personas sienten por
participar en las emociones de los demás, una tendencia del sujeto a relacionarse con otros
sujetos.
De su obra “Investigación sobre los principios de la moral”, podemos resaltar los siguientes
puntos:
Esto quiere decir dos cosas: que la bondad o maldad de algo no es un hecho, y que no
vemos o percibimos dicha maldad o bondad como percibimos el carácter de rojo de la
sangre, o la intensidad de las voces, etc.
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2) La esfera moral tiene una clara analogía con la esfera del gusto o experiencia
estética (Hume, 1751), tampoco la belleza es una propiedad que se incluya en los
objetos mismos; es cierto que en la belleza son importantes las relaciones, por
ejemplo, la belleza clásica parece que depende de la proporción, relación y posición de
las partes; pero no por ello la percepción de la belleza consiste en la percepción de
dichas relaciones.
La belleza no es una cualidad de las cosas sino el efecto que ellas producen sobre la
mente, susceptible de recibir tales sentimientos. Ni los sentidos ni el razonamiento son
capaces de captar el carácter estético de las cosas. Y lo mismo ocurre, dice Hume en
la esfera moral: “el crimen o la inmoralidad no es un hecho particular o una relación
que puede ser objeto del entendimiento, sino que surge por entero del sentimiento de
desaprobación, que, debido a la estructura de la naturaleza humana, sentimos
inevitablemente al aprehender la barbarie o la traición”.
4) Los fines últimos de las acciones humanas no dependen de la razón sino del
sentimiento (Hume, 1751). Muchas cosas son deseadas porque sirven para conseguir
otras, pero tienen que existir algunas que sean deseables por sí mismas (no todo lo
que se quiere se quiere por otra cosa). La razón es incapaz de dar fines finales, por
ejemplo: nos muestra los medios que podemos utilizar para alcanzar nuestros fines,
pero no establece que algo sea fin final. Algo se convierte en fin final cuando despierta
en nosotros un sentimiento de agrado.
Lo que se desea por sí no lo dicta la razón sino el sentimiento y el afecto humano, el placer
y el dolor. Dado que la virtud se quiere por sí misma tiene que ocurrir que se quiera porque
despierta en nosotros un sentimiento. Y es precisamente ese sentimiento, y no la razón, el
que provoca que la queramos por sí misma.
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Una de las dificultades de este punto de vista es que parece caer en el subjetivismo y
relativismo moral. Hume intentó eliminar estas consecuencias subjetivistas o relativistas
distinguiendo distintos tipos de sentimientos de agrado y desagrado y estableciendo ciertas
condiciones necesarias para que sea correcto identificar el agrado con el sentimiento moral.
Consideró también que todos los hombres tienen dichos sentimientos y que aparecen de la
misma manera en todos, puesto que se encuentran en nuestra propia naturaleza.
III. Conclusiones
La filosofía de hume no ataca la razón, pero mide su alcance, descubre sus límites y la
destrona como fuente de certeza absoluta en nuestro conocimiento y en nuestra acción. De
este modo Hume ataca a la metafísica y desmiente que la ciencia sea absolutamente cierta
y que los valores morales sean universales.
Para Hume la simpatía representa la tendencia que las personas sienten a participar y revivir
las emociones de los demás. Es una tendencia que tiene el sujeto a ponerse en relación con
otros sujetos. Además, la simpatía hace naturales los sentimientos que despiertan en
nosotros las desgracias ajenas, como, por ejemplo, la compasión y la solidaridad.
El problema mayor que plantea la ética emotivista radica en que al dejar el ámbito de la ética
fuera de la racionalidad elimina la posibilidad de la argumentación y la discusión en temas
de moral. El sentimiento es por definición subjetivo y no universalizable.
IV. Bibliografía
Hume, D. (1751). Investigación sobre los Principios de la Moral. España: Alianza Editorial.