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DANIEL MUNDO

VA R I AC I O N E S
SOBRE
EL PORNO
Sexo y vínculo en la era de los medios
Mundo, Daniel
Variaciones sobre el porno. Sexo y vínculo en la era de los medios,
ÍNDICE
1a ed., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Dedalus, 2018.
208 p.; 21 x 14 cm.

ISBN 978-987-3744-08-2

1. Pornografía. 2. Comunicación Social. 3. Internet. I. Título.


CDD 302.23

Agradecimientos7
Presentación15
La filosofía del Futuro 27
Masa crítica 37
Pornografía49
¿Antipornografía?73
Crítica intrascendental 79
© 2018 Daniel Mundo Pequeña teoría de la evolución mediática 85
© 2018 Dedalus Editores
Precalentamientos89
Paraguay 3034, 3°D, Buenos Aires, Argentina. ¿Qué es un ½? 105
info@dedaluseditores.com.ar, dedalus.editores@gmail.com
www. dedaluseditores.com.ar ¿Proyectan los ½ s acaso humanos virtuales? 113
1ª edición: enero 2018 ¡Gozar! Es tan parecido a matar 116
Técnica-Medios-Masa130
Diseño: Alejandro Crudele
Diagramación: Ariel Shalom Ser cyborg 139
ISBN 978-987-3744-08-2 Registro159
Hecho el depóstito que marca la ley 11.723 Virtual170
Impreso en Argentina
Acabamiento: a®182
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, This is The End 188
almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, digital, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Anexo: Glosario para cyborgs 191
AGRADECIMIENTOS

Este libro no hubiera podido ser escrito sin las cientos de


“páginas” o “sitios” porno que existen en Internet. A sus crea-
dores, a todos y cada uno de los actores que posibilitaron que
esas imágenes se crearan y llegaran hasta la pantalla, nuestro
agradecimiento.
Quiero agradecer también a Peter Bultmann y a mi editor
español Francisco Ochoa por la colaboración en la compra
y traslado de libros desde Europa. Ellos me permitieron leer
textos a los que de otro modo no hubiera tenido acceso. Quiero
agradecerle a Yaqui Setton por abrirme la institución que dirige
para llevar a cabo una encuesta entre jóvenes muy atentos. Varias
ideas del presente libro fueron presentadas de modo abreviado
en artículos de revistas especializadas, en notas periodísticas
de difusión masiva, en congresos y jornadas. Agradezco
especialmente a Washington Uranga por permitirme utilizar
ese espacio tan plural que es La Ventana, la sección del diario
Página 12 que se abre los miércoles. También a “Quique” de la
Calle quiero agradecerle de manera particular por la invitación
que me hizo para escribir una especie de columna en la Agencia
de Noticias Paco Urondo. Ambos aceptaron publicar todos los
artículos que les envié, incluso si rayaban la ciencia ficción.
Muchas de las páginas del libro fueron leídas y elaboradas en el
grupo de investigación con el que nos reunimos a trabajar desde
hace años. Agradezco a Sabrina Barbalarga, Mariela Genovesi,
Ana Centeno, Vanina Agostini, María Florencia Marciani, Lucas
Bazzara, Mauro Greco, Maximiliano de la Puente y Ariel Idez
el aliento y la paciencia de releer textos ilegibles. El Glosario
que figura como un anexo lo escribimos en conjunto con VA R I AC I O N E S
María Florencia Marciani: salió como en un rapto de libertad.
Agradezco también a Gustavo Aprea, que leyó algún capítulo y SOBRE
aportó sugerencias valiosas. Por último, pero no por eso menos
importante, más bien al contrario, quiero agradecer al equipo EL PORNO
editorial de Dedalus, en especial a Ariel Shalom, no sólo por la
publicación del libro sino por cómo nos ayudaron a mejorarlo
y corregirlo. Los errores o fallas argumentativas, por supuesto,
hay que cargarlas a nuestra cuenta.
Le agradezco a mi mamá la posibilidad que tengo de pensar
estos temas. No recuerdo que en mi adolescencia me haya pro-
hibido alguna vez ver pornografía o me haya censurado la ruti-
na de la masturbación. Sería falso decir que me haya alentado a
desarrollar mi sexualidad: eran los años de la dictadura.
No sé cómo agradecerles a Franny y a Nina su paciencia
innegociable, y cómo pedirles disculpas. Supieron sobrellevar
con valentía al padre que no eligieron, y me enseñaron un ca-
mino de amor incomprensible. Junto con el final del libro llega-
ron otros finales a mi vida. Sería injusto no dedicarle este libro
a Lety, y agradecerle también su estoicismo para acompañar
mis “locuras”. Es un agradecimiento especial porque sin ella la
evolución de la idea que domina este trabajo no hubiera podido
ni siquiera bosquejarse. Sin las presencias constantes de estas
cuatro mujeres, sin sus gracias lumínicas, no nos hubiéramos
atrevido a ir muy lejos.
“Investigar la realidad significa
investigar lo que no hay y es
incomprensible”
KAZIMIR MALEVICH

“El hombre se convierte, por así


decirlo, en los ÓRGANOS SEXUALES
del mundo mecánico, del mismo modo
que la abeja lo es del mundo vegetal,
fecundándolo y creando siempre
formas nuevas”
MARSHALL McLUHAN
La serie de imágenes caprichosas que acompañan o
tensionan los siguientes ensayos argumentados representan
un mundo y una sociedad que desaparecieron. Nosotros las
miramos con sorna, nos parecen graciosas, no nos excitan ni
nos perturban. Tal la dimensión de la transformación orgánica
que hemos vivido.
PRESENTACIÓN

La presente interpretación del porno se propone compren-


der lo que podríamos creer una obviedad, un dato evidente:
¿qué efectos tiene su consumo? No somos ni los primeros ni los
últimos que intentarán responder semejante pregunta. Sólo que
para nosotros esos efectos no se relacionan con patologías psí-
quicas o desviaciones sexuales, sino con lógicas de vinculación
mediatizadas. Los rasgos constitutivos del género dan cuenta
de la lógica multimediática que deseamos instituir como la ma-
nera normalizada de entrar en comunicación con otrxs. Par-
timos de la premisa de que somos individuos mediatizados. Y
de que “individuos mediatizados” remite a un tipo de individuo
masivo o masificado que construye muchas de sus subjetivi-
dades por algún tipo de mediación tecnológica. Él mismo, su
existencia, debe pensarse como un nodo o medio de vincula-
ción. La subjetividad es siempre el producto de los dispositivos
que caracterizan a su época, y si algo caracteriza a esta época
tan ecléctica y cambiante son los multimedios de vinculación
de masas como dispositivo primario de nuestra socialización.
La voluntad, el cálculo pedagógico, los objetivos conscientes,
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vienen muy por detrás de estos dispositivos, acciones y efectos dísimos, a cuestiones trascendentales? ¡Cuánta ilusión puesta
inconscientes o semiconscientes que modelan nuestra subje- en juego! Estamos aquejados por el mal de la sobreinterprerta-
tividad. La pregunta maestra de nuestra interpretación tal vez ción. Para comprender el porno debemos suspender los juicios
podría formularse así: ¿por medio de qué efectos se modula que pesan sobre él, no debemos ni condenarlo ni absolverlo.
y modela nuestra subjetividad? ¿Por medio de qué lógica nos Quizás sólo así seamos capaces de revertir la dirección que
vinculamos intersubjetivamente en tanto individuos mediatiza- tomó nuestra revolución digital.
dos? El porno representa esa lógica. Si lo resumiéramos en un enunciado quedaría dicho así: el
La pornografía o el porno, por lo menos tal como lo entiende individuo mediatizado representa la encarnación más fiel posi-
el sentido común, es un género audiovisualiterario que muestra ble de las masas postmetafísicas o tardocapitalistas. La porno-
sexo explícito. ¿Quién no sabe esto? Lo que nosotros creemos grafía era un género menor y despreciado del campo audiovi-
es que muchas veces, y en este tema de manera sistemática, sualiterario en la Época Moderna; el porno, en cambio, es la ló-
gica de vinculación de las masas mediatizadas en el capitalismo
el hecho de que sepamos algo con tanta claridad, de que nos
tardío. Ambos conceptos, pornografía y porno, se usan como, y
resulte tan obvio, significa que este saber funciona más como
son, de hecho, sinónimos; nosotros no nos proponemos refutar
un dato distractor que como una información certera para com-
o discutir semejante creencia. Por cuestiones analíticas vamos
prender el fenómeno. Si ya sabemos lo que es, ¿para qué inte-
a imaginar que remiten a distintos momentos históricos. Lo que
rrogarnos sobre ello? Nuestra vida cotidiana, y también nues-
ocurre es que la liviandad en la definición de estos términos
tro pensamiento y nuestras percepciones, están gobernados podría considerarse proporcional a nuestra incomprensión del
por prejuicios, perceptos y obviedades por los que no nos pre- fenómeno. Lo vemos reflejado en la serie de importantes auto-
guntamos. ¿A qué creemos que se refería Wittgenstein cuando res que definen a nuestra sociedad como porno o pornográfi-
declaraba hace casi cien años que la filosofía tenía por delante ca, dando siempre por sabido qué significa en realidad lo que
una única tarea: interpretar los fenómenos obvios?1 ¿Pensamos ellos suponen. ¿Alguien con un mínimo de sentido común sería
que usaba el término “obvio” como una metáfora para referirse capaz de afirmar que no sabe qué es la pornografía? El signo
a acontecimientos en verdad inefables, a significados profun- obvio no requiere de ningún tipo de explicación, se entiende
por sí mismo, su comprensión es inmediata, casi automática.
Y cuando hablamos de porno, redundan los prejuicios. Lo que
1 
¿En qué pensarían G. Deleuze y F. Guattari, hará unos cincuenta años, cuando en
el Antiedipo hablaban de “¡la representación antropomórfica del sexo!” que supone el
intentaremos evidenciar son los conceptos que encierran estos
psicoanálisis y que Freud rubricó? Afirmaban que: “Lo que llamamos representación an- prejuicios. Deberemos en algún momento, seguramente, pre-
tropomórfica del sexo es tanto la idea de que hay dos sexos como la idea de que sólo hay guntarnos por la sexualidad que encubren estas frases hechas
uno”. A eso le oponían “el sexo no humano: no uno ni siquiera dos sexos sino n sexos...
por todas partes una transexualidad microscópica... capaces de entrar unos en otros, y estos lugares comunes. Esa cosa, la sexualidad, que también
unos con otros, en relaciones de producción de deseo que trastocan el orden estadístico definimos de manera automática, pues ¿quién no sabe qué es la
de los sexos... El esquizoanálisis es el análisis variable de los n sexos en un sujeto”. No sé
qué “representaba” para ellos “n sexos”, pero seguro que no afirmaban semejante cosa
sexualidad? ¿Qué sexualidad tiene? ¿Qué sexualidad le gusta?
para terminar en una guerra civil declarada de género. No debemos olvidar, como hace la vulgata psicoanalítica o el
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sentido común psicologizado, que para Freud la sexualidad era obviedad está cargada de prejuicios, prejuicios que incluso go-
un problema al que había que interrogar, no el abracadabra que biernan prácticas “libertarias” postpornográficas y progresistas
resolvía todos los problemas. La sexualidad no consistía para que persiguen los mismos objetivos que la serie comercial más
él en una entidad claramente delimitable; la suponía más bien mainstream: el placer del telespectador. Ambos proyectos po-
como una incertidumbre ontológica, una vacilación del ser que lítico-culturales enfrentados, el sentido común comercializado
nos abismaría en un territorio inexplorado —e inexplorable, y las prácticas postporno, objetivan a la pornografía como su
quizás. Cuando el sentido común despacha de buenas a prime- enemigo. Tenemos que ser claros: no es una alternativa estética
ras una cuestión que afecta como afecta (como un terremoto la que hay que inventar, no es un problema de belleza o fealdad;
psíquico) a la sexualidad, debemos sospechar que allí late una es una alternativa lógica: el problema es qué tipo de vínculo
energía que pretendemos sofrenar y negar. Esas cosas por las deseamos entablar. La lógica porno subyace al texto, pero no
que no-nos-preguntamos constituyen el cemento que vincula porque esté “debajo” de él como la esencia se encontraba invi-
los elementos que pueblan nuestra realidad. La pornología, sibilizada “detrás” de la apariencia, sino porque constituye una
nuestra ciencia, es una disciplina rigurosa.2 dimensión del texto que no se ve cuando miramos la panta-
Por un lado, hay un significado obvio en cuanto nombramos lla. No la vemos y sin embargo, o justamente por ello, organiza
la palabra pornografía, una idea más o menos asentada de que nuestra percepción, nuestra sensibilidad y nuestros afectos. Si
la pornografía ratifica hasta la redundancia prejuicios de géne- mantenemos el debate en la estética, si reducimos el problema
ro, reafirma prácticas sociales y sexuales que en otros órdenes a quién o qué es deseable y quién o qué no es deseable, más
fueron cuestionadas e invertidas, nos expropia del placer y nos allá incluso de los patrones de belleza establecidos, podremos
impone una sexualidad atrofiada. Consumir pornografía toda- regocijarnos en nuestro denuncialismo, pero no comprendere-
vía nos degrada como seres humanos y nos vuelve adictos a sig- mos lo que se está poniendo en juego en este momento histó-
nos que no tienen más valor que lo que exponen y exhiben. Esta rico. Lo único que se conseguirá es pisar el acelerador cuando
tenés al otro viniendo de frente directo hacia tu paragolpes.
Para desprejuiciar este sentido común hay que practicar
2 
Esperamos que al final de los presentes ensayos de definición quede claro que porno una crítica realista e intrascendental. Intrascendental porque
y pornografía remiten a dos momentos o niveles diferentes de registro. Para nosotros
ambos conceptos no son sinónimos. Es decir, una vez más: lo son, está más que natu- se encuentra más acá y no más allá del signo, es lo que sopor-
ralizado que se usen como sinónimos, pero también pueden significar otra cosa. La por- ta y exhibe al signo, no proviene de lo que el signo exhibe o
nografía es un género, el porno ya no. Como lo hace notar J. Sáez: la pornografía “es un
género (literario o cinematográfico) que produce género (masculino/femenino)”, en “El
demuestra. Realista significa que intentará sustraerse de todas
macho vulnerable: pornografía y sadomasoquismo”, Revista Hartza, http://www.hartza. esas estratagemas de ilusión que al regodearse en hablar de
com/fist.htm. A nosotros este pasaje de género a género nos interesa además porque de pornografía no reflexionan sobre lo que es el porno (tal vez fue-
la pornografía a “el” porno, que es la deriva que nosotros haremos, no sólo se masculi-
niza el género sino que estrictamente deja de ser un género y pasa a ser una lógica de ra más correcto hablar de una crítica naturalista, si por natu-
vinculación. No olvidemos que para el mismo Freud la dicotomía sexual hombre/mujer ralista entendemos una crítica radical que concibe la totalidad
no cumple ninguna función en el inconsciente. La pornología es un concepto que hasta
donde sabemos fue inventado por Gilles Deleuze. Según su elucubración, Sade y Sacher-
de lo existente como una emanación de la naturaleza, y a la
Masoch, los fundadores de esta ciencia, no son pornógrafos sino pornólogos. naturaleza como una energía gobernada por lógicas o leyes me-
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más pregnantes y de fácil comprensión, más disimulan lo que


CRÍTICA NATURALISTA. La crítica naturalista concibe la to-
desean ocultar. Y ¿qué signo mejor que el del porno testimonia
talidad de lo existente como una emanación de la naturale-
za, como si la naturaleza fuera el principio y el fin de todo lo ese vacío? Creemos que vale la pena correr el riesgo de desen-
vivo. La libertad de la especie humana se ve determinada o mascararlo. Porque el vacío que encubre es contagioso, hasta
sobredeterminada por leyes naturales ingobernables y por el tal punto que muchas veces exige que se lo colme de sentidos
entorno físico o medioambiente. Cualquier ser vivo mantiene
para no perder su poder de licuefacción o nihilización. Lo peor
un diálogo intenso de apropiación y transmutación con su en-
torno. Para la crítica naturalista la naturaleza en general y la que podríamos hacer es intentar darle o inventarle un signifi-
naturaleza sexual en particular están gobernadas por lógicas cado a ese vacío, como suelen hacer sin quererlo los análisis
o leyes mecánicas, tal como las imaginaron los “investigado- tradicionales de la pornografía. Pero entonces ¿qué? ¿Repeti-
res de la naturaleza” entre los siglos XVII y XIX. A la crítica
naturalista le resulta indiferente la clásica diferencia entre lo
remos la nada misma? ¿Un libro denso para no decir nada? La
bello y lo feo, como también los criterios objetivos o subjeti- respuesta la dará el lector cuando termine de interpretar estas
vos que distinguen entre lo que gusta y lo que no gusta. Si la variaciones.
moral guarda una relación con la estética o con la lógica es
Está en discusión si la pornografía viene o no a perturbar
tan sólo para rebatir sus valores.
una sexualidad que sin ella sería normal y sana, porque la
sexualidad es tan ambivalente, densa, contradictoria, positiva y
cánicas que funcionan más allá de la voluntad humana). El jui- negativa como lo es la misma pornografía. Podemos interpretar
cio sobre el porno suele tomarse con mucha anterioridad a la que la pornografía tanto crea modos de practicar y de desear la
exposición a él. Es gracioso y triste que un reputado e influyen- sexualidad como que viene a completar un deseo que sin ella
te historiador del arte como Ernest Gombrinch plantee que la quedaría insatisfecho. La ilusión humanista que cree que el ser
humano es el espécimen vivo más evolucionado, que ahora
imagen pornográfica constituye el mejor ejemplo de la imagen
habría que preservar de su extinción y sus perversiones (uno
realista, no sólo por los requerimientos formales y figurativos
de cuyos ejemplos es el porno), nos hace creer todavía hoy en
que la caracterizan, sino porque además responde a instintos
día que una sexualidad es correcta y buena, y otras sexualida-
básicos del ser humano (“bajos instintos” los llama él). Habría
des son malas y dañinas (las sexualidades postpornográfica y
una especie de contacto directo entre los “bajos instintos” y las para-pornográfica están empezando a considerarse unas bue-
imágenes, como si esas imágenes monótonas no requiriesen ni nas sexualidades; la sexualidad pornográfica, en cambio, sigue
un mínimo esfuerzo de decodificación (de aquí la imposibilidad estigmatizada). ¿Quién puede en el universo postfoucaultiano
de que un signo porno se vuelva un signo artístico o un signo de continuar pensando en estos términos? Nuestra crítica realista
pensamiento). Lo que “ocultan” esas imágenes repetitivas, ob- o naturalista debería superar o resistirse a cualquier exclusión,
vias, redundantes, es lo que nos proponemos develar, teniendo porque con la primera sanción el crítico terminará sustrayéndo-
presente lo que Jean Baudrillard planteó con respecto a los ico- se de lo que critica y criticando desde la exterioridad. Cuando
noclastas, pues “es muy arriesgado desenmascarar unas imá- partimos, como hace Giorgio Agamben, de que “actualmente
genes que disimulan el vacío que hay detrás de ellas”. Cuanto no hay un solo instante en la vida de los individuos que no sea
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modelado, contaminado o controlado por algún dispositivo”, la minada. Todo signo es político. Hay un realismo postmoderno
pregunta que el lector estará obligado a hacer es: ¿cómo logró él artístico que es irónico, sobresaturado y pantagruélico, pero es
sustraerse aunque sea por un minuto —el minuto que le llevó es- un concepto de realismo muy acotado: no llega a las masas; el
cribir esa proposición—, cómo puso entre paréntesis ese dispo- auténtico realismo de masas tiene como presunción el no creer
sitivo totalitario para poder ver que todos los otros estábamos en nada que no pueda registrarse y chequearse en una pantalla.
sobredeterminados por algún dispositivo? ¿Y su dispositivo? ¿O Nos atenemos en la definición a cierta perspectiva semiótica de
él no habla desde ningún dispositivo? Nuestra crítica es realista realismo que lo considera un concepto relativo: un signo rup-
porque tratará de vincularse con el dispositivo para pensar las turista en un momento que en otro momento se vuelve “realis-
características del dispositivo: ni defenderemos ni discriminare- ta”, ya que cambia el código de percepción de la realidad como
mos al porno. Constataremos a lo sumo si funciona o no. también el de la percepción de la representación de la realidad.
Por último, nuestra crítica es realista no porque capte la rea- En ese cambio se instituye la decisión política. El código de
lidad tal cual es (aunque por supuesto que esta presunción está; normalización de un signo, su convertirlo en signo de la rea-
habría que considerar a Kazimir Malevich un pintor realista en lidad, está sobredeterminado por la representación estándar
este caso), ni porque valorice como positivo lo que el imagina- o hegemónica que tiene una sociedad en una época histórica
rio social condena como amoral: es realista porque trataremos específica —lo que no significa que de aquí concluyamos que
de renunciar a cualquier sentimentalismo —incluso a los sen- existe una diferencia real entre un signo natural (la imagen,
timentalismos anticapitalistas que militan por vidas saludables supuestamente) y otro convencional (la palabra).
(no puede dejar de llamarnos la atención que prácticas cultura- Para cumplir nuestra tarea empezaremos definiendo qué se
les, políticas y sexuales que colisionan de frente en una guerra entiende por pornografía, para luego ir desgranando en un tra-
a muerte peleen sin embargo por alcanzar los mismos objetivos bajo crítico sus elementos constituyentes, separando los meros
o efectos: la felicidad, la liberación, la reconciliación, el goce comentarios o interpretaciones periodísticas de su núcleo de
de los seres humanos). verdad. Nos veremos llevados a un punto casi ortogonal al que
El código y la convención realistas que profesamos y por las nos proyectan los prejuicios con los que arrancamos. La nues-
que accedemos a la realidad deberían descubrirnos en nuestra tra es una filosofía de la superficialidad —¿acaso hay algo más
impotencia, en nuestra frustración, en nuestra prepotencia, es superficial que la pornografía? ¿algo con menos significado?—,
más: el objetivo consistiría en acentuar esas sensaciones (des) una sofiaficción. La filo-sofía, el amor al saber, buceaba en la
agradables como para ampliar nuestros horizontes de goce, en- profundidad cuando la esencia se ocultaba, se retraía, se vela-
frentarnos con nosotros mismos en una política de destrucción ba; pero el siglo XX fue el tiempo en el que la filosofía excavó
y superación de nuestro mundo acomodado. Hay un acuerdo toda profundidad y colocó a la verdad en la vidriera concep-
entre los críticos culturales y los historiadores del arte en lo tual más iluminada. Se oferta al final de temporada. Vivimos
que se considera “realista” en una coyuntura histórica y social en el otoño del siglo XX todavía. Lo que encaramos no es un
determinada: se define por una serie de decisiones políticas problema de conocimiento, es un problema de afectividad y de
antes que estéticas, se trata de un tipo de codificación deter- intensidad.
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La reflexión que emprendemos puede desestimarse por- será la disciplina modelo en el nuevo paradigma del saber que
que no sólo no consideramos al ser humano como un ser libre recién estamos inaugurando.
que se enfrenta a n cantidad de opciones y elige la que más le Por último digamos que el presente libro es el desprendi-
convenga, sino que ni siquiera creemos que con su voluntad miento de otro anterior. Será una especie de segundo tomo de
alcance para transformar el mundo y la historia. Quizás en otra una serie que arrancó con Fraude. La experiencia de la verdad
época esto fue posible, lo dudamos igual, pues si fuera cierto en la época de la reproductibilidad mediática. Son variacio-
concluiríamos que alguna vez el ser humano pudo planificar y nes de un tema recurrente interpretadas con la pasión de com-
elaborar la historia y su propia vida en términos instrumenta- prender lo obvio (el Glosario que cierra la presente edición,
les, lo que refutaría de un plumazo precisamente aquello que se escrito junto a María Florencia Marciani, tiene la función de
pretende demostrar. Como sea, ya no estamos en condiciones facilitarle al lector la comprensión de conceptos que quizás no
históricas de subordinar la existencia del universo ni el devenir están del todo desarrollados en el cuerpo del libro, o que se
de la historia ni la disponibilidad de las cosas, los instrumentos, despliegan de manera fragmentaria). El espíritu que nos alienta
la naturaleza y el resto de las especies vivas a un ser que tiene sigue siendo humanista, no podría ser de otro modo, pues si
sus días registrados y su fecha de vencimiento. Individuo no renunciáramos a pensar de modo humanista las interpretacio-
remite ya solamente al sujeto humano. Lo que entendemos por nes se volverían risibles, mamarrachos sin sentido, cacofonías
individuo humano —es decir, nosotros mismos— es el docu- y repeticiones ad infinitum. Eso sí, nos hubiera gustado que
mento vivo de un modo de existencia, de un esquema afectivo fuera un libro no profundo, en todos los sentidos del término,
y una sensibilidad que está llegando a su fin. un libro de lectura fácil que se desplegara como un cuadro con-
Para que un pensamiento abstracto como el que aquí prac- ceptual, todo sobre la misma superficie (no una página detrás
ticamos tenga sentido requiere que transgredamos los límites de otra). Pero como comprueba el lector, no lo logramos. A lo
autoimpuestos por la filosofía, y que probemos ideas impro- sumo pudimos fragmentar el texto en tantas partes como con-
bables. Si existieran, estos pensamientos pertenecerían a lo sideramos factible hacerlo. Cada parte se vincula con el resto
que nos gustaría llamar la sofiaficción, un saber específico de como el hígado se vincula con la pierna o la nariz con la aorta.
la imaginación. ¿En qué consistiría una sofiaficción? Una fic- Posiblemente hubiéramos podido seguir fragmentándolo hasta
ción conceptual filosófica sin resabio de humanismo. Cuando reducirlo a meros aforismos, a polvo tartamudo o a silencios
la sofiaficción madure y organice un campo de saber propio evidentes. Pero en contra de los tiempos audiovisuales que co-
posiblemente prescinda del libro tal como lo conocemos hasta rren elegimos el argumento.
el día de hoy, y las ideas, los pensamientos y las aporías que El argumento razonable es la marca de identidad del huma-
caracterizan su saber se verían encarnadas en imágenes. Una nismo. Nos gustaría definir nuestro humanismo. Exige algo así
suma de spots conceptuales, un volumen de pensamiento des- como una redefinición radical de lo que consideramos ser hu-
plegado al ritmo del videoclip o de las tandas publicitarias. A la mano. Para empezar diríamos que desde siempre éste consti-
disciplina propia de este régimen de saber le damos el nombre tuyó un derivado de los artefactos técnicos y de los medios de
de pornología, una ciencia o lógica del porno. La pornología comunicación; en un momento histórico determinado imaginá-
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bamos al hombre como el hacedor de estos artefactos, y a los LA FILOSOFÍA DEL FUTURO
medios, herramientas y máquinas como extensiones de sus ca-
pacidades productivas y comunicativas. Tal vez fuera así. Ahora
esta fantasía está llegando a su fin. Hoy ya es moneda corriente
imaginar al ser humano como un ensamblador o un nudo de
interconexión especial de las máquinas informativas, una pla-
taforma de despegue de los medios de vinculación de masas,
entre los cuales se cuenta él mismo. La excepción que se otorgó
a sí misma la especie humana está siendo revocada por sus pro-
pios inventos de comunicación masiva. El engaño radica en que
seguimos imaginando que son nuestros inventos, que nosotros
inventamos los aparatos, aunque luego los aparatos se insubor-
dinen. Primero fuimos capaces de imaginar que el concepto de
individuo no remitía sólo al ser humano, como se había conside-
Una de las consignas que hizo famoso a Marshall McLuhan
rado desde siempre. Las cosas, los artefactos técnicos, las má-
fue la de que el medio es el mensaje: The medium is the
quinas, los aparatos cumplen funciones de individuo tanto como
el ser humano. Y el ser humano cumple funciones técnicas tanto message. Es una consigna tramposa, porque es atrayente, pero
como lo hacen las cosas, los artefactos técnicos, las máquinas y demasiado empírica. ¿Significa acaso que no hay más mensaje
los aparatos. Por ahora la relación sigue fundándose en el com- en el sentido tradicional del término, como si ya no hubiera
bate y la desconfianza, en la subordinación y el dominio, pero “contenidos”, “significados”, historias o diégesis, cuando en
cuando volvamos a comprobar una vez más nuestra impotencia cambio todo lo que se ve en las pantallas muestra abundantes
y nuestro fracaso en esa lucha, tarde o temprano deberemos contenidos, historias de todo tipo y hasta antagónicas entre sí
aceptar la complementariedad, la copertenencia y las ventajas que sin embargo se suceden unas detrás de otras en el mismo
del cooperativismo. Esto ocurrirá si antes no se produce una medio de exposición sin ningún tipo de problema? Se trata de
implosión eléctrica, obviamente. Toda esta cultura atiborrada y un problema de código.
tan segura de su potencia pende de un hilo eléctrico muy frágil. La Era de la Técnica consuma la liberación de todo lo re-
Volvamos a decirlo, porque debe quedar claro: no creemos gistrable y exponible: todo, cualquier gesto —una boleta de
que la nuestra sea una cultura porno —como nos quieren lavandería foucaultiana mamarracheada, unos calzoncillos—,
hacer creer tantos comentaristas—, ni siquiera que el porno es pasible de quedar archivado, es decir de convertirse en in-
represente la esencia de nuestro régimen escópico (Fredric formación. De hecho ¿cómo vamos a pensar que no hay más
Jameson), pues si ocurriera tal cosa no tendríamos la capacidad mensaje en el sentido contenidista del término (ya que el me-
de discriminarlo. Eso sí, el porno es el horizonte hacia el que se dio, que es antifigurativo, se habría vuelto el mensaje) cuando
dirige, el que desea, nuestra sociedad. pareciera no haber escena de la vida cotidiana que no sea una
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copia de una escena vista o fantaseada en la pantalla? Lo que el lejano fin del siglo pasado, ocupó el rol de vidente, parodia-
desea imitarse es lo que se ve; se repite lo que no se comprende ba una experiencia que parecía irrealizable; luego vinieron los
ni se visualiza. El gesto o signo copiado de la pantalla es la co- Realities; y luego la digitalización del registro (Volt, la película
pia de una copia, ya que ese gesto o signo mediático es a su vez infantil, es otro muy buen ejemplo para cerrar la serie: el perro
la copia que proyecta el telespectador, consumidor o usuario no tolera que lo que se acostumbró a percibir como realidad
sobre la pantalla del medio (estos tres nombres: telespectador, sea una ficción, y que él no sea en realidad el personaje mediá-
consumidor o usuario, remiten a un mismo actor extramediáti- tico que había creído ser). Practicamos esfuerzos denodados
co que en la sociedad literaria llamábamos ser humano). Ésta para que el mar del all inclusive refleje el color azul cobalto
es la lógica real de la sociedad del espectáculo: no que eso que que compramos cuando sacamos los pasajes, pero el mar se
antes se vivía sin mediatización ahora se experimenta en algo resiste a esa coloración programada por las nuevas gamas cro-
representado, sino que la representación que se asume como la máticas digitales. A contadas cuadras del hotel se encuentra la
realidad es un reflejo del deseo que proyecta la realidad, que ya villa miseria donde vive el ciento por ciento de los empleados
no puede experimentarse si no es por una mediatización. Todo que limpian por la mañana nuestras necesidades nocturnas.
lo que se imagina proviene de lo que ya se ha visto; pero lo visto Hasta bien entrada la postmodernidad (es decir, años después
en la representación es una manera de mostrar lo que se desea de que la pastilla anticonceptiva comenzara a ser utilizada por
ver en la representación. La pose original es la copia de una es- las masas femeninas), hubo algunos pocos filósofos de avanzada
cena previa (olvidada o no). El simulacro, es decir la copia sin que pronosticaron la subordinación humana al dominio de la
original, es una construcción demasiado teórica. técnica que se avecinaba. El género propio de esta reflexión era
El mensaje del medio es diferente al mensaje del mensaje, la ciencia ficción, que siempre fue leída desde la filosofía como
para decirlo con una fórmula. La realidad del medio (video ga- uno de los más característicos géneros masivos (el otro es la
mes, pantallas, juegos de Plays, Realidad Virtual (RV)) absorbe pornografía, obviamente). En el mismo momento histórico en
insumos de la Realidad Real (RR), y la RR desea ser o simula que Donna Haraway introducía en el campo de las ciencias
ser como la Realidad Virtual (la Realidad Virtual propiamente sociales y humanas el concepto de cyborg, la ciencia ficción
dicha; o Gran Hermano, Second Life, Facebook, Twitter o las realizaba obras maestras como Terminator, Robocop, Blade
expectativas eróticas, glamorosas, graciosas, generadas por las Runner, donde el ente que viene a reemplazar al ser humano
series televisivas, los films de Hollywood o las fotos y relatos quedó congelado en una figura grotesca pasible de bondad,
de viajes con las que se promocionan las agencias de turismo).3 un peluche de metal compasivo que produce cariño. Eran los
Literalmente nadie vive en esa realidad. Truman Show, allá en años en los que el campo literario empezaba a aceptar obras de
ciencia ficción, así como la sociedad, al mismo tiempo, había
empezado a aceptar como normal la exposición y el consumo de
3 
Quizás en un comienzo la RV o el conocimiento binario informático o el vínculo cualquier representación de sexo. En este sentido, obviamente
porno funcionaban como apósitos o complementos que “mejoraban” y facilitaban las
acciones de la RR. Ahora no cabe ninguna duda de que la RV fue ganando autonomía
no es que la ciencia ficción haya desplazado de su posición
hasta que se independizó de la RR (o tal vez fuera que la RR se independizó de la RV). de dominio en cuanto a la capacidad de pensar a la filosofía,
30 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O LA FILOSOFÍA DEL FUTURO 31

pero sí comenzaba a competir con ella para delinear el perfil de los medios de información general (Her), para ser un
de la realidad que se estaba construyendo: es ella, más que la organismo intervenido, producido, segregado por la técnica y
filosofía, la que da los parámetros para pensar las condiciones el medio. El clarividente de Marshall McLuhan repetía que el
de existencia a comienzos del siglo XXI. Nosotros hablamos de estudio de los medios habría que hacerlo como si los medios
la sofiaficción: esta ficción conceptual tiene más de δόξα (doxa) fueran tecnologías, el logos-de-la-técnica, y no meros canales
que de ἐπιστήμη (episteme), más de sabiduría que de ciencia. de transmisión sin significación.4
De aquí que hablemos de un saber de la imaginación y no del La Era del Cyborg es la Era del Medio (o Multimedio (RV)). La
entendimiento. En la realidad futura que la ciencia ficción Era que dejamos atrás (la Modernidad) podría llamarse la Era del
pronosticaba era ineludible que el hombre se metamorfoseara Monomedio, donde cada medio de comunicación o información
o medimorfoseara (Roger Findler) en un cyborg. Es hora convivía con otros medios, pero donde cada medio se reproducía
de que pensemos a ese híbrido hecho de carne y cristal, de separado de los otros sin armar una unidad (cine + libro + radio
usuarios humanos y algoritmos automatizados (bots), de + periódico + televisión + teléfono). Esa unidad se consiguió con
afecto y festividades de San Valentín. Y que lo pensemos no el código digital, el auténtico esperanto tan deseado, la sentencia
en abstracto, como lo hace la filosofía de escuela, sino en definitiva de la tan declamada “Muerte de Dios”. La materialidad
sus condiciones materiales de existencia, donde la materia de la realidad en la Era Monomediática estaba hecha y lo sigue
se volvió información, y cualquier información, ¡mercancía! estando por cosas (res extensa) como las piedras, la piel, la chapa
Este ente o ser también tiene un sexo, aunque la filosofía, los del automóvil. La materialidad de la realidad en la Era Multimedia
cultural studies y el periodismo parezcan ignorarlo. está hecha de electricidad e información. Tenemos una vaga idea
En el campo literario y en las ciencias sociales, hasta hace de lo que es la electricidad, una vaga idea de cómo se produce
poco tiempo era una rareza recurrir al concepto de cyborg para y cómo se consume. Y tenemos una idea confusa de lo que es la
dar cuenta de experiencias contemporáneas, era más bien un información —llegará un momento donde Información será = a
concepto de denuncia; hoy, a mediados de la segunda década Electricidad o a Velocidad de Conexión. Por ahora, Información
del siglo XXI, la hibridación es tan normal que se convirtió = a materia virtual.
en la primera naturaleza de lo que antes, hasta hace unos
pocos años, entendíamos que era un ser humano: nuestras
maneras de desear y nuestras maneras de comportarnos 4 
Hizo y dijo muchas cosas McLuhan. Un dato muy importante para el análisis que
emprendemos es que McLuhan se desinteresó rápidamente por los contenidos que los
tienen como principio de realidad el híbrido entre la carne y medios transportaban o por sus condiciones de propiedad, temas con los que suele sa-
el video (Videodromo), la sangre y el byte (Gattaca). No es turarse la agenda de los communication studies. El medio es un logos (½ = MSJ). Para
necesario tener un apósito tecnológico para ser un organismo McLuhan el logos, que en la tradición filosófica soportó múltiples traducciones y que
nosotros elegimos traducir como lógica, no era un problema de conocimiento abstracto
cibernético (un cyborg), pues basta un marcapasos portátil o racional, aunque tampoco lo considerara un ethos. No puede no llamar la atención
en el corazón, o una adicción a cualquier texto del medio que la primera investigación seria en el seminario Media and Society en el Centre for
Culture and Technology, el Seminario que dictaba los lunes McLuhan en el Centro que
audiovisual (porno, programa de chimentos, Disney Channel dirigía en Toronto, fuera para medir la tipología sensorial de la población expuesta a los
o Twitter), o una necesidad de conexión por algún dispositivo medios de masas.
32 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O LA FILOSOFÍA DEL FUTURO 33

lugar de las figuras reconocibles que nos representan tuviéra-


mos que vérnosla con el software que estructura todo el juego
—cosa que por cierto ocurría en la década del ochenta, cuando
la conexión virtual se encontraba en su momento embrionario.
Cypher le responde: “Es necesario. Los traductores de imagen
trabajan para la Estructura. La Matrix tiene demasiada infor-
mación que descifrar. Uno se acostumbra. Yo ya ni siquiera
veo el código. Nada más veo rubia, morena, pelirroja”. En el
portal en el que estaba ubicado Neo en ese momento, portal
que unía y diferenciaba la Realidad Real de la Realidad Virtual,
Neo necesitaba que el signo siguiera cumpliendo la función que
cumplía en la Realidad Monomediática o en la Época Moderna:
el signo como la mediación de un referente de algo así como
lo que entendemos por realidad o mundo extratextual; la fun-
Captura de pantalla de video porno en Internet (c. 2017)
ción del signo era la de la referencialidad, mediaba entre un
conjunto de palabras y un conjunto de cosas. Aquí el medio
hace las veces de una ventana neutra por la que accedemos a
Pondremos un ejemplo, para confundir un poco más. Provie- otras realidades, imitando en esto la función del cuadro rena-
ne de Matrix I. Neo, el héroe, todavía no entiende del todo lo centista. Hay que borrar la acción o el mensaje del medio, y el
que está a punto de ocurrirle. No entiende cómo se vive donde mensaje del texto tiene que reponer verosímilmente la materia-
él es realmente el Elegido, y cómo donde él vivía empíricamen- lidad de la Realidad Real. Cypher, el traidor, ya no requiere ver
te hasta ahora. Es muy semejante a la relación que mantiene el “cuerpos”, figuras realistas o hiperrealistas que nos reenvían a
universo telepático de la Fuerza en Star Wars con la realidad la RR, sino que con el sólo correr del código él ve lo que no se
natural en la que ocurre la historia: “Recorrí de punta a punta ve en la pantalla: rubias, morochas, pelirrojas —y este ejemplo
toda esta galaxia y nunca vi nada semejante a esa cosa que us- tan heteronormativo que raya lo misógino sella como pocos la
tedes llaman Fuerza”, se burla el escéptico mercenario Hans función que cumple la figura o la figurabilidad en nuestra cul-
Solo en Star Wars IV. Neo se abre y se confiesa con quien en tura audiovisual. Pensar la pornografía hasta alcanzar el estado
pocos minutos lo traicionará, Cypher. Escena obvia. Le pregun- puro del porno debería servirnos para evidenciar esta función5.
ta, ya que el otro estaba siguiendo el derrotero de otra heroína
por el ciberespacio, si siempre la veía en código. Es decir: si la
veía sin referente, sin mensaje, sin contenido, sólo en la acción 5 
Cuando hablamos de estado puro del porno, o como haremos más adelante, del
o la lengua del medio, como si jugáramos un videojuego y en sexo puro que representa la pornografía, tenemos en mente esa frase deslumbrante de
Marshall McLuhan que decía que “La luz eléctrica es información pura”
34 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O LA FILOSOFÍA DEL FUTURO 35

Cypher necesita todavía traducir el código a un referente:


allá (o más acá) de la realidad. A este estado o nivel lo llamamos RV.
rubias, morochas, pelirrojas. Pero estamos por dar un nuevo Es el nivel del ½. Allí también el signo es una mediación, sólo que
paso evolutivo en la historia mediática de la humanidad, donde una mediación que se volvió principio y fin de sí misma; y el signo,
ya no será necesario traducir el código a ningún tipo de refe- un registro in-significante. La continuidad entre una realidad y otra
se produce en muchos umbrales, interfaces o ½ s, siendo el cuerpo
rente, donde el signo no remitirá a nada diferente que su ser
uno de los principales. Pero ¿qué es un cuerpo? ¿Una res extensa?
signo, donde para entrar en éxtasis nos alcanzará la misma llu- ¿Una cosa? ¿Un ½? ¿Información? Es todo esto a la vez. Pero para
via verde que presenta al código binario —la exasperación por advertir la significación de esta cosa o ½, lo primero que debemos
capturar, registrar, copiar, duplicar, imitar, recrear, deconstruir hacer es un esfuerzo por repensarlo en la era digital o en el multi-
medio postmetafísico, donde materia y dato, información y vínculo
(Destruktion) la RR, es decir cierto canon realista hegemónico, no son escindibles. El cuerpo siempre se concibió como un objeto,
es lo que determina el uso restringido que hacemos por ahora incluso cuando se intentaba desobjetivarlo. Pero su realidad no es
de la codificación digital. Debemos considerar que la necesidad un objeto, salvo para la mirada médica y la pulsión del deseo. Su
real de traducir o imaginar el signo como un referente rubio o realidad fluctúa entre la carne y el afecto, la piel y el esquema sen-
sible. Todos sabemos el partido que tomó y toma la filosofía: el pen-
morocho es uno de los potentes resabios humanistas que so- samiento por un lado, y por el otro el cuerpo. Esta creencia básica
breviven en la Era del Código Digital. no cambió en el pasaje de la Época Moderna al Multiverso Postme-
tafísico, aunque ahora al cuerpo se lo valore, cuide y admire: el yo
sigue manteniendo con el cuerpo una relación de ajenidad y de pro-
piedad: yo y mi cuerpo. Todas las metáforas, ilusiones, fantasías y
EL PODER DE LAS IMÁGENES. Lo que planteamos remite a la mis- tecnologías que preparan nuestra imaginación para la inmersión
ma antigua lucha de siempre por las imágenes que cada tanto enta- virtual se respaldan en esta creencia: el cuerpo es prescindible; el
blan los iconoclastas y los iconólatras, los que adoran las imágenes cuerpo es mejorable. En los últimos años, y como complemento de
y los que las destruyen por el peligro que ellas representan. Sin esta presunta desmaterialización del cuerpo que traería consigo la
querer practicar un análisis profundo de esta crisis en la vida de las RV, el contacto físico se empezó a tomar como una de las garantías
imágenes, ni tomar partido, advertimos que esa tensión extrema fiables de la RR, pues en la RV no habría contacto físico (este afán
para con el signo icónico es constitutivo de éste: el miedo a las de preservar o revalorar lo físico se respalda en muchos mitos, el
imágenes es la otra cara de su idolatría. No hace falta mucha saga- que más se repite en la bibliografía especializada es la necesidad
cidad para entender que ambas posturas irreconciliables se fundan que tienen los individuos que se conocen en la RV de un contacto
en una misma estructura de poder: el poder de la imagen, del ídolo en la RR). En la RV, a su vez, el pensamiento no consiste en una
y de la copia (o la debilidad de la realidad frente a su duplicación o actividad silenciosa del yo esquizo (Platón definía al pensamiento
registro). Pero —y esta idea la vamos a encontrar repetida más de como el diálogo silencioso entre el yo y el sí mismo, la alteridad
una vez—, la copia es copia en la medida que haya un original; la en la unidad), sino en una X cantidad de combinaciones probables
imagen representa en la medida que haya una figura extradiscursi- de algoritmos. La combinación del pensamiento, la actividad me-
va que representar, incluso si esta figura es irrepresentable. El sig- nos corporal, la más abstracta, que los seres humanos podíamos
no es una mediación entre dos tipos de realidades. Esta estructura practicar; y el contacto físico, el más material de nuestros vínculos
dual de informar a la realidad se vino abajo junto con el edificio (que la virtualización desmaterializaría), funcionaría como un aval
de la metafísica: original y copia, auténtico e inauténtico, verdad y de nuestra realidad. Pero para ello debemos aceptar previamen-
mentira, cuerpo y alma, materia y espíritu, naturaleza y artificio, se te una estructura metafísica de la realidad que ya no funciona, o
acoplan, se funden y terminan produciendo un tercer estado más funciona como el resabio o recuerdo melancólico de una realidad
36 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

inexistente. La jerarquía metafísica tenía valor porque la estructura MASA CRÍTICA


de la realidad estaba organizada de esa manera: lo auténtico por
sobre lo inauténtico; lo percibido por sobre la percepción, la esen-
cia por sobre la apariencia, lo espiritual por sobre lo material, el
original por sobre la copia, el amor por sobre el sexo, el sexo eró-
tico por sobre el sexo porno (o puro), y así. Al final de esta cadena
de contradicciones irreconciliables o de dualismos antagónicos se
hallaba el fundamento de toda la cultura, la moral, el Bien y el Mal.
Esta estructura se desmoronó. Pero recién podremos aceptar este
acontecimiento traumático cuando el yo psíquico de la Era Meta-
física, la identidad tal como la concebimos, sea capaz de soltar su
encarnadura y entregarse a los efluvios de sus deseos. En el medio,
se cambió de código y de escala. Pasamos de la codificación ana-
lógica que instauraba entre el hombre y la máquina una relación
de analogía, a la codificación digital, que organiza una relación de
identidad de todos los entes entre sí. Por otro lado, pasamos de la
imagen como representación que duplicaba o reflejaba el mundo
independientemente del ser humano, a la producción artificial de Los medios masivos de comunicación o los medios de vin-
cuerpos orgánicos que ya no duplican lo real sino que instituyen un culación y registro que caracterizan este comienzo del siglo
nuevo principio de la realidad. XXI constituyen el sistema nervioso del hombre masivo. Son
al cuerpo del hombre masa lo que la sensibilidad y los afectos
son al cuerpo del ser humano. La masa es básicamente infor-
mación. Información y reacción. Excitación y registro. Aunque
nos duela en nuestro narcisismo maltrecho, debemos aceptar
que el sujeto histórico del siglo XXI no son los seres humanos
—lo que entendemos por seres humanos: hombres, mujeres,
gays, lesbianas, transexuales o travestis; burgueses, clase me-
dia, aristócratas, burócratas, proletarios o cartoneros; famosos,
“mediáticos”, ignorados o espectadores; como sea, individuos
que más o menos toman decisiones por sí mismos luego de re-
flexionarlas aunque sea un segundo desde más de una perspec-
tiva— sino, en principio, la masa, y en segundo lugar los me-
dios que le dan existencia. Masa y medios, aunque ambos sean
actores de peso en las condiciones de existencia contemporá-
neas, aunque para que exista una deban existir los otros, no son
lo mismo. Los medios no son los canales por los que se expresa
38 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O MASA CRÍTICA 39

la masa, como supondríamos en un análisis empírico, sino que origen. A las reacciones automáticas del individuo o nudo reac-
son su encarnación. A la encarnación de la masa podríamos pa- tor del siglo XXI hay que someterlas al trabajo analítico de la
rangonarla con la de Dios en la oscura Edad Media (de hecho, ley de las probabilidades. En el siglo XIX el sujeto masivo que
el pueblo como sujeto soberano ya había sido catapultado a tanto atraía a Poe y a Baudelaire estaba, como quien diría, en
esa condición trascendente, con la misma materialidad: todos una etapa infantil de evolución; en el siglo XXI, en cambio, el
y nadie lo encarnaba): se basa en un acto de fe en el que su sujeto masificado se encuentra en su juventud o en su edad
representación icónica es la copia de un ente sin original (Dios madura, en una etapa evolutiva donde comenzó a densificarse
hecho a imagen y semejanza del hombre). La masa no remite a y complejizarse (y a mostrar su potencia de reacción, cuyas
un conglomerado de gente que desinhibe a los individuos y los consecuencias finales desconocemos). De la identificación con
lleva a cometer acciones que de otro modo nunca acometerían. la horda primitiva pasamos a la encarnación en el átomo híper
Quizás en el siglo XIX la masa podía imaginarse de esa mane- acolchonado, híper “aislado” e híper vinculado.
ra (incluso la masa podía ser eso), hoy ya no. ¿Cuál es la ca- A comienzos del siglo XX era todo un mérito descubrir que la
racterística propia de la masa decimonónica? Que la masa y el masa “no piensa” en el sentido corriente del término. En lugar
individuo, o mejor el individuo masificado y el individuo autó- de pensar actuaba por impulsos, hábitos y afectos proyectados
nomo, consciente y dueño de sí mismo poseían una estructura por su líder carismático. Pero en ese lejano momento histórico
mental, sentimental y perceptiva distintas, casi en una relación los líderes carismáticos recién estaban encarnando en figuras
de oposición. No debían aplicarse los cánones de la psicología del espectáculo como Hitler o Stalin, y la actividad de pensar
individual para interpretar la psicología del sujeto masificado o todavía guardaba un sentido, por lo menos el de retraerse a la
la masa propiamente dicha; pero esto no significa, más bien al intimidad y la soledad; tal posibilidad de soledad no existe más,
contrario, que la masa no tuviera una psicología propia, tanto y por lo tanto pensar no tiene ni siquiera ese sentido en default.
en aquella época como ahora. Lo que esta psicología investiga- Ni siquiera los profesionales del pensamiento conservan toda-
ría no es la psique masificada (tal cosa es una contradicción en vía la capacidad de pensar, porque sólo podemos pensar con
sus términos) sino las reacciones automáticas del sujeto. En los términos que nos ofertan los poderes concentrados del ca-
el siglo XIX estas reacciones se tomaban si y sólo si se estaba pital simbólico y también del capital material: los “pensadores”
en grupo, es decir juntado, reunido, amuchado y amultitudina- (científicos, investigadores, “ensayistas”, artistas, académicos,
do junto a una cantidad incontable de individuos en un mismo funcionarios) se someten a ritmos mecánicos impuestos por el
espacio/tiempo. La masa del siglo XXI ya no requiere de este calendario académico (presentación de papers a congresos y
amuchamiento en un mismo espacio y tiempo “reales”; la masa jornadas; informes parciales y finales de investigación; rendi-
encarna de manera más eficaz cuanto más aislado y abandona- ción minuciosa de gastos; contabilización de los artículos pu-
do se encuentra el individuo. Masa e individuo deberían utili- blicados en revistas con referato, nacionales o internacionales;
zarse como sinónimos. A la psique del individuo no masificado publicación de libros; cantidad de veces que se es citado y can-
de principios del siglo XX había que “analizarla” en un proceso tidad de “amigos” en Facebook, etc.), que sólo circunstancial-
hermenéutico largo, tal vez interminable, en un ida y vuelta al mente se toca con el calendario gregoriano que nos rige: el ca-
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lendario académico tiene como horizonte la infinitud, mientras masa evolucionada está llegando a su punto crítico. No hacen
que el calendario oficial marca día a día lo frágil y finita que es falta esfuerzos teóricos para convertir a la masa anónima en
nuestra existencia (todo se vuelve calculable). una multitud activa y contestataria, porque la masa ya no es ese
Podríamos seguir. Lo importante es que en el siglo XXI ya sujeto obediente, instintivo, brutal y alienado que era para Le
sabemos que la masa no piensa, que MASA = no pensamiento, Bon y sus seguidores. Hay que aceptar que la masa es un sujeto
y que por lo tanto responde mecánicamente a los estímulos o político en sí mismo, y que reacciona de modo revolucionario,
efectos programados (æfectos, a®); ahora es tiempo de pen- o podría hacerlo. La masa es un sujeto activo que no se define
sar el sinsentido brutal y gozoso que significa entregarse a esos ya por la cantidad sino por la cualidad de sus reacciones, aun-
efectos preprogramados por la máquina mediática. Como tene- que esto parezca una contradicción, pues justamente para que
mos una compulsión que nos exige encontrar sentido incluso haya reacción masiva debe suspenderse todo juicio cualitativo.
en el absurdo, nos vemos en serias dificultades para percibir La cualidad de sus reacciones se caracteriza por su incapaci-
el sinsentido de nuestras acciones. Antes este sinsentido era dad para abrir espacios de significación e instituir sentidos, por
concomitante con la “inconsciencia” o la irreflexión de las reac- la incapacidad de apreciar los matices y las ambigüedades. O
ciones del sujeto masificado; hoy, es producto de su hipertrofia- mejor dicho: permanentemente, clic a clic, se instituye sentido,
da conducta instrumental, utilitaria y hedonista. No es que no pero son sentidos insignificantes o sinsentidos. La masa se for-
sepamos lo que hacemos; es que reaccionamos con plena cons- ma (es decir, se a-morfa, se a-masa) en el momento en que se
ciencia y por elección propia en cada gesto que elaboramos, supera el punto crítico en el que la cantidad se vuelve calidad,
y que repite con más o menos fidelidad espontánea un signo y la calidad carece de cualquier forma de valoración, o donde
mediático. Hace cien años la masa reponía o subsanaba su falta la capacidad de valorar propia se indistingue de la capacidad
de pensamiento recurriendo a clichés, frases hechas, prejuicios de valorar de todos los otros con los que uno se vincula. Los
totalitarios; hoy ocurre lo mismo, sólo que estos clichés, frases medios ya no son extensiones del hombre-masa sino que el
hechas y prejuicios totalitarios se volvieron sutiles, elaborados, individuo masificado o masa crítica es un organismo vivo que
desbordantes de conceptos inculcados por los países centrales utiliza los medios para reproducirse, expresarse, registrarse,
y su ejército de intelectuales en reserva. Con los años, la masa exhibirse y formarse.
fue mediamorfoseando su naturaleza, en parte adecuándose Los medios de comunicación no son medios que utilizan los
plásticamente a la evolución mediática, en parte madurando hombres para comunicarse o informarse; son medios de expo-
al ritmo de los descubrimientos científicos, conceptuales y tec- sición, encarnación y formación de masas. El sujeto masa tie-
nológicos. Es un gesto de pereza imaginar que la masa sobre- ne dos dimensiones de codificación y decodificación textual:
informada que selecciona minuciosamente lo que exhibe, pero la dimensión del mensaje y la dimensión del medio. En la pri-
haciendo de cuenta que todo lo registrado y exhibido es espon- mera, los modelos con los que se cuenta responden al orden
táneo y lógico, es la misma masa que carecía de información y de la copia, de la mímesis, de la intelección inmediata, de la
que confiaba en prestidigitadores conceptuales que inventaban obviedad, de la redundancia; en la segunda dimensión, en la
entidades inexistentes como el inconsciente, por ejemplo. La del medio, ya no tratamos con modelos, figuras o representa-
42 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O MASA CRÍTICA 43

ciones, lo que vale aquí es la materialidad del medio, su lógica son flashes que iluminan lo que queda de ese mundo en el que
de operatividad y su efectividad (recordemos que información los hombres gobernábamos la historia, oprimíamos a los se-
es sinónimo también de circulación). La reacción cualitativa mejantes y a la naturaleza y disfrutábamos de nuestras va-
del hombre masificado es proporcional a su ancho de banda. caciones all inclusive. Ya no es en la dimensión del mensaje
Estas dos dimensiones encuentran su mejor concreción en la donde habría que entablar el combate si lo que se pretende es
lógica textual de la pornografía. ¿Con qué criterios se valora un transformar o transmediatizar las maneras de percibir o de ser
texto porno? ¿O es acaso invalorable? El texto pornográfico es afectado: ¡Clarín Miente! no servirá para cambiar el paradigma
tan simple, tan obvio, tan repetitivo —y también: tan único, tan mediático vigente. Tampoco lo hará la regulación del conteni-
denso—, que es el texto que más se acerca, reduce y comprime do o la distribución en la propiedad de los medios. Es cierto
para mostrar, exhibir o evidenciar el funcionamiento material que el registro y la acumulación de información íntima que con-
del medio. Obviedad y eficacia. Transparencia y repetitividad. centran apósitos tecnológicos como Google o Facebook, por
Exhibicionismo y efectismo. El cemento que pega todas estas ejemplo, se traducen inmediatamente en vigilancia y control:
redundancias tautológicas es la densidad traumática del fenó- es más, son control puro. Esta acumulación informativa existe
meno, que tiene como efecto o æfecto (a®) la excitación del y será utilizada llegado el momento, pero no será renunciado a
usuario. su uso o jaqueando sus bases de datos que liberaremos esa in-
Lo que vemos, los mensajes leídos, las imágenes interpre- formación. No podríamos masificarnos si no nos registramos y
tadas, en fin lo que se dice y muestra por un medio de comu- vinculamos por medio de estos apósitos o aplicaciones. Google
nicación o vinculación, suele criticarse básicamente por dos o Facebook registran y acumulan la información que registran
razones: por la crítica al contenido ideológico que transmite el y acumulan porque esa información está libre y predispuesta
medio, y por la propiedad de los medios que sirven para pro- para ser registrada y acumulada, desea registrarse y ser contro-
ducir y difundir los signos, como si las intenciones ideológicas lada. La auténtica ley que rige el funcionamiento de los indivi-
conscientes de los propietarios pudieran traducirse en signi- duos mediáticos y masivos es la de la probabilidad, y sólo hay
ficados orgánicos o efectos sensibles (æfectos) en sus consu- posibilidad de evaluar la probabilidad de un hecho cuando se
midores; lo hacen y sin duda lo hicieron en otros momentos cuenta con la información suficiente como para insertarlo en
históricos donde la información era un bien escaso y de alto una serie continua.
valor (hasta hace pocos años la “crítica progresista” llegaba a La crítica típica se funda en el contenido de los mensajes,
otorgarle al usuario la capacidad y el poder de negociar el sen- en lo que solemos entender como crítica literaria o comentario
tido de lo que consumía; Internet y sus mitos de la interactivi- de espectáculos (sea en su nivel contenidista; sea en su nivel
dad, de la transparencia, de la horizontalidad, reafirman estos formalista o estructuralista). Reflexiones sobre el mensaje del
prejuicios). Hoy ya sabemos que no es así. Los escándalos por texto. En este tipo de críticas (por otro lado, quizás impres-
las revelaciones virtuales y las denuncias por el híper control cindibles en el nivel jurídico y social), no se critica el núcleo
digital siguen alentando estas ideas, es cierto, pero ellos son de poder de la sociedad espectacular contemporánea: el medio
como recordatorios de un universo que está desapareciendo, de vinculación en su función, en su lógica de funcionamiento,
44 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O MASA CRÍTICA 45

accesibilidad, inteligibilidad inmediata y velocidad. Ni siquiera básicamente Internet, comprimieron y aceleraron el proce-
hoy, a cien años de las vanguardias históricas y a cincuenta de so de revelación mediática, y evidenciaron la existencia de
los descubrimientos de Marshall McLuhan, logramos visualizar
este poder mediático, esta potencia del medio. El medio puede
más que la voluntad de sus propietarios. Significa más allá de
LÓGICA. ¿El porno, una lógica? ¿Qué es la lógica? ¿Enlo-
lo que soporta, transmite y exhibe. Cuando McLuhan dice que
queció la filosofía, acaso? La lógica es una disciplina rigu-
el medio es el mensaje, lo que está proponiendo es que hay por rosa, quizás la más rigurosa, que tiene varias características
lo menos dos mensajes, el mensaje del mensaje y el mensaje distintivas: simplificación, claridad y univocidad extrema del
del medio (MSJ del ½). La teoría de la comunicación del futuro lenguaje para depurar los enunciados de cualquier ambigüe-
dad y equívoco. El enunciado lógico debe ser lo más claro y
descartará el primero y se focalizará en el segundo si quiere distinto posible. Lo que hace que el contenido de los enuncia-
comprender el nuevo nivel de existencia en el que vivirá. El dos se vuelva totalmente indiferente: a la lógica no le importa
MSJ del ½ es no intencional o con una intencionalidad tal que en absoluto lo que se dice en su enunciado, sino la fórmula
por ahora no somos capaces de comprender; quizás llegue el por medio de la cual se expone. Por ello sus enunciados son
impersonales. La lógica exige que cada expresión sea lo más
momento en que inventemos la tecnología para decodificar ese explícita posible, y sin ninguna resonancia afectiva. El len-
mensaje (no) cifrado, pero por ahora nos conformamos con guaje lógico es universal, pues su marco lingüístico es el más
sugerir —como hizo McLuhan— que es un sentido inconscien- general y abstracto de todos. Por último, “las verdades lógi-
cas son enteramente triviales” (todas estas caracterizaciones
te (un sentido inconsciente no develable con decodificaciones
provienen de un libro del gran Ferrater Mora: Qué es la lógica,
hermenéuticas; un inconsciente no freudiano. ¡Qué tentación Buenos Aires, Columba, 1965). Habría que releer estas ora-
hablar de un “inconsciente warburgiano”! La facultad de la ciones y fijarse si cada una de estas características no sirven
comprensión, sea del signo que sea, reactualiza el humanismo también para definir al género pornográfico, que en términos
puros sería el que más lejos está de la rigurosidad y precisión
moribundo). Nuestra hipótesis afirma que la pornografía logra científicas propias de la lógica, pero que en términos fenome-
reducir y minimizar el mensaje del mensaje, y que de todos los nológicos encarnaría el funcionamiento del ½. El MSJ del ½
textos y géneros posibles es el que más se acerca a registrar, asumirá su (in)significancia cuando reciba como excitación el
exponer y exhibir el MSJ del ½. Para empezar a entender el MSJ feedback de su usuario, también ente mediatizado.

del ½ es imprescindible abandonar la perspectiva estética del


texto para concentrarnos en su perspectiva lógica. Una lógica
de funcionamiento, una lógica del sentido práctico de la comu- un inconsciente mediológico. Las vanguardias estéticas y las
nicación, una lógica quizás ilógica y absurda que se propala en ciencias médicas, psicológicas y biológicas habían empezado
nombre del entendimiento inmediato y la obviedad. a correr este velo a principios del siglo XX. Las vanguardias
Ahora bien, si arribamos a una reflexión de este tipo no es históricas no sólo pueden unificarse en su protesta contra los
por casualidad, es gracias al camino desbrozado desde hace valores y las normas impuestas por la clase burguesa, la clase
más de cien años por las vanguardias artísticas, e incluso por cultural, política y económicamente hegemónica —este rasgo,
el psicoanálisis. Las tecnologías de la comunicación virtual, igualmente, remite a lo más espectacular y escandaloso de los
46 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O MASA CRÍTICA 47

actos vanguardistas, no a lo que la vanguardia destruyó o por ción que la sintetice a su mínima expresión, a la expresión de
lo menos pretendió destruir: el poder opresivo de ilusión que los colores y las formas más elementales. Al poco tiempo des-
tenían los dispositivos mediáticos, que en aquellos años recién cubrirían que estos colores y formas también pertenecen a la
despuntaban (el psicoanálisis demostraba al mismo tiempo dimensión del mensaje, no a la del medio (no olvidemos que lo
que el medio consciente y representacional está habitado por que se proponía instituir Kandinsky, por ejemplo, era una espe-
un medio inconsciente y no representable o representable con cie de vocabulario básico de la lengua icónica; lo que buscaba
muchas complejidades que no viene al caso desbrozar ahora). Bauhaus, por poner otro ejemplo, era que la materia del objeto
Por ello, la crítica a la sociedad burguesa se lleva a cabo no comprimiera en sí forma y función hasta volverlas indistingui-
oponiendo o refutando un contenido con otro contenido, no bles). Ellos comenzaron un camino de develamiento del medio,
por medio de denuncias morales o estéticas, sino poniendo en un camino de evolución mediática al que arrastrarían a buena
cortocircuito dos niveles mediáticos diferentes (el consciente, parte del siglo XX. Incluso en su momento de consumo popular,
el inconsciente; el mensaje, el medio), o reduciendo la figura cuando los experimentos de las vanguardias son acaparados
figurada hasta sus formas más elementales (colores, formas y reciclados por la publicidad, la vanguardia sigue causando
geométricas, manchas, líneas, puntos). Las vanguardias descu- rechazo, pues cuando se la consume, se consume lo contra-
brieron un nuevo método de resistencia, oponiéndole al con- rio de lo que ella buscaba: su consumo fidedigno todavía es
tenido o mensaje que transmite el texto una depuración de los insoportable (de hecho, el consumo del gesto rupturista de la
elementos representados hasta alcanzar su propia insignifican- vanguardia es inconsumible). Si colgamos el Cuadrado negro
cia (Cuadrado negro). Deconstruir (Destruktion) el conteni- en el pasillo de nuestra casa es porque el Cuadrado negro fue
do, fragmentar y reconfigurar la dimensión figurativa del texto, domesticado, pues de otro modo sería como tener de mascota
abrir la dimensión del mensaje del texto a golpes de experi- un gato montés. Pero Cuadrado negro está siempre a punto de
mentación formales, lo que nosotros llamaríamos experimen- perder su civilidad y venírsenos encima cuando pasamos dis-
tación mediática, son los mecanismos de los que se valieron traídamente a su lado. Para ello tendría que romper la ley de la
las vanguardias para presentar en sociedad la manera impla- gravedad que facilita su adherencia a la pared. De aquí que se-
cable y mecánica en la que actúan los medios. Las vanguardias guir creyendo que se trata de un problema de propiedad de los
históricas que combatían la masificación y la serialización que medios o de engaño en lo que los medios exhiben y proyectan
recién despuntaba en ese momento desgarraron el tejido de la hace que retrasemos décadas en la crítica mediática en la que
figuración y comenzaron a mostrar las potencias expresivas del deberíamos estar lanzados. Es un problema de potencia mediá-
medio mismo. Las masas no podían comprender esta acción. tica de registro y transmisión, no del mensaje transmitido; del
Hoy, estas masas viajan a las capitales de la civilización y ha- entorno o medio ambiente que los medios producen y reprodu-
cen cola en los museos para visualizar y registrar la existencia cen, no de lo que organiza la agenda pública (sin desmerecer la
auténtica de un mingitorio fabricado en serie. El mayor logro importancia de los temas y acontecimientos que organizan la
de las vanguardias no consistió en acabar con el encanto de la agenda-setting, o la redistribución de la propiedad de los me-
representación sino en lograr una reducción tal de la figura- dios). Lo que los medios de comunicación producen son vincu-
48 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

laciones de masas. Su objetivo es la efectividad: a un signo un PORNOGRAFÍA


efecto; a un estímulo una excitación. El medio no incomunica
ni engaña ni distrae a nadie con sus mitos híper amaestrados;
el medio utiliza todos esos distractores para que no percibamos
su acción; cuanto más nos entretengamos con las carcajadas
del entretenimiento o insultemos a los gritos a los “animado-
res” mediáticos menos comprenderemos los æfectos que nos
habitan, y por medio de los cuales nos expresamos y somos en
el mundo. La acción del ½ consiste en incorporar los deseos
proyectados por sus teleusuarios y recodificarlos como signos
que proyectan deseos sobre sus usuarios, en un bucle tautoló-
gico donde se inscribe la diferencia; los televidentes usuarios
o lectores de medios, a su vez, introyectan como propios estos
deseos consumidos, reencontrándose al final del proceso trági-
Al texto pornográfico se le adjudican definiciones contra-
co de la cultura con el mismo deseo que se había proyectado al
dictorias y hasta irreconciliables entre sí. No siempre fue así. Si
comienzo, pero ahora modificado por su traspaso mediático o
mediatización (sea este medio un televisor, una aplicación en se lo pensara lógicamente, se supondría que a medida que pasa
el aparato inteligente o un libro de papel). Es y no es el mismo el tiempo esa indefinición se debería ir mitigando, principal-
deseo. Es idéntico a aquél y radicalmente diferente. Es original mente cuando la pornografía va ganando protagonismo social
y copia a la vez. Estamos en el nuevo circuito virtual del deseo y cultural como sucedió en el último medio siglo. Pero no pasa
y el reconocimiento propio de la Era multimediática. Así como eso, más bien al contrario. Lo sintomático es que esto no sólo
a fines del siglo XX se hablaba de trabajo inmaterial para dar ocurre entre meros consumidores o usuarios de pornografía,
cuenta de las nuevas condiciones laborales posibilitadas por sino también entre investigadores y especialistas (amén de que
Internet, en el capitalismo afectivo o digital tendríamos que no queda muy claro en qué se especializa un especialista en
hablar de deseo y goce inmateriales: el cuerpo como otro me- pornografía). A esta dificultad en la definición habría que su-
dio más de conexión, incluso como el medio originario desde marle que a comienzos del siglo XXI seguimos utilizando como
donde se desparraman los rayos de información. Se trata de un insumo conceptual una bibliografía que en el mejor de los ca-
cuerpo ya totalmente individualizado como masa, o masificado sos comprendía la pornografía de la era analógica, como si el
en su individualidad. cambio en las tecnologías de codificación no hubiera afectado
la producción, registro, circulación y consumo de pornografía.
Testimonio de nuestro retraso intelectual.
La desorientación es tal que mientras la consume más o me-
nos a escondidas, el sentido común considera a la pornografía
50 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 51

como un texto obvio, aburrido y redundante que no requiere acoplamiento radical el goce y el signo: goce y signo, imagen y
más comentarios que los que exhibe: es lo que es. A su vez, los excitación, se solapan hasta volverse indiscernibles, por lo que
que realmente se preocupan por la pornografía, lxs activistas tanto uno como otro cambian su función. El goce, en lugar de
postporno que se toman muy en serio la pornografía, pretenden ser un plus de placer, se volvió un efecto del signo; y el signo,
derrocarla en pos de crear un porno amplio, un porno que in- que ya no remite a nada que no sea a sí mismo, dejó de ser un
corpore a todxs como sujetos deseantes y deseados. Tal vez la medio por el cual se invocaban o representaban las cosas para
sociedad necesita estas desvalorizaciones para permitirse no- volverse un fin que desencadena la excitación y el goce. O para
pensarla: liberar el consumo batiendo el parche de la denuncia; decirlo desde otra perspectiva, así como para Marx la lucha
tal vez la pornografía misma las necesita para seguir ubicándo- de clases no es sólo el conflicto entre clases constituidas sino
se en el lado de lo prohibido, lo incorrecto y lo anormal, inclu- el principio instituyente mismo de una sociedad clasista, por
so hoy día, que según estadísticas confiables las páginas porno lo que la lucha fundamental no es la que entablan entre sí las
son las más consumidas en la web (en nuestro país, incluso clases sociales enfrentadas sino la que estructura el conflicto e
más que los sitios que comentan los avatares de la selección instituye a las clases, el porno, como signo imposible que anula
nacional de fútbol, si es que llegamos a creerle a la información el referente al mismo tiempo que se presenta como su más fiel
que difunden los ½). Tal vez la dificultad de elaborar una defini- representante, da cuenta de las contradicciones sexuales irre-
ción clara y precisa se deba a otra cuestión más espinosa, que conciliables que nuestra sociedad propala y detrás de las cua-
se relaciona con aquello que el porno ostenta, pero que en esa les edifica sus imaginarios hedonistas fundamentales. De aquí
ostentación transforma de modo irreversible: el sexo. Porque la urgencia de pensarlo.
si bien es cierto que pareciera que el sexo y la sexualidad se Otro de los problemas del porno consiste en la dificultad
volvieron temas sobre los que se habla desembozadamente en para convertirlo en relato y experiencia: si se cuenta la expe-
cualquier momento y en cualquier lugar, el supuesto del que riencia porno, y cada vez se escucha más esa confesión, se lo
se parte, incluso en la vulgata psicoanalítica, es que la sexuali- hace desde una postura de superioridad, como si la exposición
dad sería algo preciso, una práctica más o menos circunscripta, al porno respondiera a un exceso de sexo y no a una falencia o
comprensible y distinguible fácilmente. Pero para Freud sig- deficiencia que el porno vendría a subsanar. Si existe algo falso
nificaba algo muy diferente. La sexualidad no sólo no es algo en este multiverso en el que la verdad encarnada aparece como
específico y claramente distinguible sino que afecta a todas las
fraude, es ese tipo de confesiones, entre las que nos movemos
otras prácticas y cosas que realizamos los seres humanos, las
como en casa.6 Por nuestra parte, la definición que elaborare-
cubre como con un barniz de incertidumbre irresoluble a cuyo
alrededor se enrolla nuestro inconsciente. Eso irresoluble es la
sexualidad. Para decirlo more lacaniano: así como para el psi- 6 
Nuestro interés por la pornografía proviene de varios motivos. Uno de ellos remite
coanálisis la sexualidad no es más que la manera en que están a un mediodía en el que escuchaba por radio uno de esos programas misógino-progre-
sistas propios de esa clase social que mientras hace un chiste machista defiende los
relacionados en su no-relación el significante y el goce, el por- derechos de colectivos como Ni una menos, y uno de los integrantes del equipo contaba
no sería algo así como el hiato en el que se acoplan en su des- que la noche anterior había visto “una porno”. Ahí advertí que ya nadie ve una porno.
52 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 53

mos no querrá resolver estas contradicciones, ni tampoco to-


mar partido por unas u otras. No nos ubicaremos en el lugar de
los defensores y apólogos de la pornografía, pero tampoco en
el lugar de los que denuncian y se horrorizan por lo que le está
ocurriendo al deseo, a la sensibilidad y a los afectos. Nuestra
definición se organizará como lo hacen las figuras en un cali-
doscopio. Si queremos dejar atrás el calificativo de pornográfi-
co no es porque creamos que es incorrecto o inapropiado para
definir a nuestra sociedad, sino porque la pornografía cambió
de sustancia o de materialidad, sin dejar de ser lo que fue siem-
pre. Salir de lo empírico —ver una porno— sin ubicarse en las
alturas borrascosas de lo abstracto: LO pornográfico.
La mayoría de los libros que trabajan con seriedad
académica la pornografía recurre a la etimología de la palabra.
Nosotros también lo haremos, aunque ya no creamos en las
sobredeterminaciones del origen ni en la influencia determinante
del pasado. Si recurrimos a la etimología es por una razón
particular que va más allá de demostrar nuestra erudición de
Wikipedia; queremos remarcar la transvaloración del concepto,
su mutación en una cosa diferente de lo que es, incluso cuando
usamos el término con conocimiento de causa. Pornografía
significa “escritos de una prostituta”, y está compuesta por dos
términos: πόρνη y γραφή. Si bien suele hacerse hincapié en el
primer término de esta palabra (porné, prostituta o mujer sexual,
mujer reducida a la producción de sexo), para nosotros es más
importante el segundo (graphé, escritura o registro: el registro
del placer que proviene de la venta de sexo; el escrito sobre
el placer). Lo que sucede es que entre un momento histórico
y otro, entre el momento en el que se inventó el término y su
Afiche cinematográfico para el estreno de Garganta profunda (1972).
uso contemporáneo, la práctica de la prostitución y también el
“recurso” de los placeres cambiaron diametralmente de sentido,
como nos lo recuerda el historiador de la antigua Grecia Frederik
Koning. Cuando se acuñó el término “las prostitutas igual que los
54 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 55

burdeles pertenecían a la vida normal, diaria […]; la prostitución El porno es el sexo del ser masivo multimedial que habita
jugaba un rol de gran importancia en la vida privada de los helenos esta sociedad postmoderna. El porno no remite a una simple
de aquel tiempo”7; algo totalmente diferente a lo que sucedió en representación de sexo sino que repone una lógica de vincula-
la Época Moderna y en el mundo contemporáneo, para el cual la ción masiva, sólo que son las características propias del género
prostitución siempre fue ilegal, y también una de las actividades las que nos ayudan a comprender la lógica de vinculación de
más extremas en la venta de la fuerza de trabajo (Fanny Hill, masas. Nos resulta por lo menos llamativo que no nos propon-
posiblemente la primera novela pornográfica propiamente dicha, gamos pensar el sexo de este ser multimediático, de este ser-
escrita a mediados del siglo XVIII, cuenta la vida de una campesina cyborg que somos, como si un cyborg no tuviera sexo, o como
que viaja a la ciudad y a la que sólo le queda prostituirse para si su sexo fuera lo único que se mantiene idéntico entre un mo-
sobrevivir; convierte al sexo en fuerza de trabajo; amasa una mento y otro de subjetivación. A ver, no es que el sexo virtual
pequeña fortuna, dicho sea de paso). El placer y el goce, a su vez, no se haya investigado, diagnosticado, estudiado, es más bien
se volvieron las experiencias privilegiadas a las que se subordinan al contrario: nos la pasamos hablando de nuestro sexo, de su
todas las otras prácticas y experiencias. ¿Quién se atrevería a
virtualización y de la multiplicación de mecanismos y aplica-
denunciar el placer? ¿O el confort? ¿En nombre de qué ascetismo
ciones para facilitarlo: sólo que el fondo de ese pensamiento
trascendental, o de qué melancolía trasnochada, se plantearía
siempre es un sexo bueno y natural que la tecnologización de
la necesidad de revisar el podio en el que los ubicamos? “Lxs
nuestra existencia pone en peligro. El sexo que proyectamos
chicxs sólo quieren divertirse”. Para practicar una crítica de esta
proviene de las películas románticas que nos lo presentan en
sociedad híper hedonista obsesionada con el placer deberíamos
elipsis como una práctica prolongada que puede durar horas
dar un rodeo y analizar los cambios radicales en la práctica de
o días. Para nosotros, en cambio, el cyborg-que-somos tiene
la escritura y el registro que estamos presenciando, y de los que
formamos parte. No es por la obsesión sexual que la pornografía efectivamente un sexo, pero este sexo no es una copia de las
funciona como la esencia de nuestro régimen escópico —como sexualidades del pasado (no puede ser tal cosa, salvo por nues-
sostuvo a fines del siglo pasado el analista cultural Fredric tras ilusiones y temores), es un sexo que está por definirse. El
Jameson8—; es por nuestra obsesión de registro fidedigno que la sexo del cyborg es el porno. Ésta es nuestra tesis. El sexo está
“verdad” se parece cada vez más al signo porno. Es el pasaje de la
sociedad literaria, la sociedad hegemonizada por el monomedio
hegemonizada por el medio Libro. Ésta se extiende más allá de lo que McLuhan nos
Libro, a la sociedad postmetafísica o Multimedia, lo que nos exige acostumbró a llamar Galaxia Gutemberg, y llega hasta un tipo de codificación que el
pensar con rigurosidad lo que sucede con la pornografía.9 comunicólogo canadiense no conoció. Esta Era es contemporánea al despliegue de la
filosofía tal como es definida por los discursos académicos o periodísticos. Como todas
las Eras, las fechas de su principio y su final son discutibles, pero grosso modo podría-
mos decir que va de los años de Platón hasta la obra de Heidegger, o desde Parménides
7 
Frederik Koning: Democracia, erotismo y pornografía, Barcelona, Avesta-Reus, hasta Nietzsche, o desde la fundación de la Academia alrededor del año 388 a.C. hasta
1978. que las vanguardias artísticas de principios del siglo XX revelaron el poder concentrado
8 
Fredric Jameson: Signaturas de lo visible, Buenos Aires, Prometeo, 2012. en el medio. En todo caso constituye la Era cuyo código era analógico, y su estructura
9 
A la Era Metafísica o Literaria también la llamamos Era Monomediática, la Era básica de pensamiento era binaria y excluyente.
56 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 57

dejando de ser una práctica humana intersubjetiva que reque- haremos es corroborar si nuestra sexualidad, nuestro deseo y
ría algún grado de fantasía, y el porno está dejando de ser una nuestros afectos todavía pueden ser pensados con las catego-
mera representación de sexo explícito —o en otras palabras, la rías propias de un momento histórico que quedó definitivamen-
representación está dejando de ser una copia o registro de lo te en el pasado.
real para volverse la auténtica realidad, la realidad que instituye La definición más consensuada de pornografía la vincula au-
nuestra identidad en general y nuestra identidad sexual en par- tomáticamente con el sexo de otros géneros colindantes, como
ticular. Como ya dijimos, el porno es mucho más complejo que por ejemplo el erotismo. En cuanto despunta un argumento,
una serie de spots sexuales que se consumen por una pantalla. cesa la pornografía, por lo menos tal como nosotros creemos
Y el sexo y el placer, mucho más densos que una eyaculación que debe entendérsela a principios del siglo XXI (hay que ha-
conjunta. Esta imagen es la que se empeña en repetir nuestro cer notar que en otros momentos históricos la pornografía se
imaginario social para no tener que enfrentar el auténtico esco- escribía, publicaba y consumía como manifiestos de disidencia
llo que reside en nuestras sexualidades: no están hechas para religiosa o política y no sólo por el sexo explícito en sí mismo).
durar. En la sociedad literaria o metafísica la pornografía se Lo que sucede es que nunca resultó tan fácil como parece de-
comprendía como un género literario despreciado, era como finir qué es sexo explícito (como se burlaba Robbe Grillet: “la
la baulera intelectual en la que se amontonaban los signos in- pornografía es el erotismo de los otros”). Entre las definiciones
significantes, un texto literario y audiovisual sin esencia ni sig- más citadas de la pornografía se encuentra la de un juez nor-
nificado, algo tan obvio como ininteligible. Y si bien en la déca- teamericano, Potter Stewart: “No puedo definirla pero la reco-
da del sesenta hubo un reconocimiento académico del género, nozco en cuanto la veo”. No aclara mucho, pero condensa una
esto ocurría siempre y cuando se recuperaran ciertos nombres sensación bastante generalizada. La distingo aunque no sé bien
y no otros: Sade y no Damiano; Sacher-Masoch y no Cecil B. de qué es ni qué significa. La vaguedad del enunciado en verdad
Mille. El reconocimiento académico de la pornografía llevado a sirve para censurar cualquier imagen, más viniendo de uno de
cabo por un Roland Barthes, un Maurice Blanchot o un Gilles los responsables de la definición de obscenidad en el momento
Deleuze no cambió en nada la apreciación social que se tenía de álgido en el que se estaba pariendo la industria masiva de exhi-
bición de sexo, a mediados de los años sesenta (resulta por lo
ella. De hecho, ni siquiera nos ayuda a nosotros a comprender-
menos sintomático que cuando murió el juez encontraran entre
la. Nosotros no vamos a recuperar a esos autores o directores
sus documentos centenares de fotografías de ombligos, su feti-
que la academia rechaza, porque de hecho la academia ya hace
che secreto, su objeto porno. Habría que ver si él consideraría
tiempo que empezó a aceptarlos por default.10 Lo que nosotros
pornográficas esas fotos).

10 
Esto no sólo se constata en la enorme cantidad de congresos y jornadas que se
organizan en su nombre, o en las maestrías y doctorados que se abrieron para estudiar- resumen de la filmografía pornográfica clásica, y llega a conclusiones muy importantes.
los, o porque sus Stars den charlas informativas en las escuelas secundarias; también Ver también de Freixas y Bassa: El sexo en el cine y el cine de sexo, Barcelona, Paidós,
existe bibliografía muy seria que investiga el fenómeno. El libro de Yehya: Pornografía. 2000, donde encontramos otros muy buenos resúmenes de las películas porno. Nos gus-
Obsesión sexual y tecnológica, México, TusQuets, 2012, por ejemplo, hace un excelente taría que quede claro que no es este tipo de abordaje el que nosotros emprendemos aquí.
58 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 59

Sexo explícito era y sigue siendo igual a mostración de ór- una cierta manera, de una manera excitante. Es más, quizás no
ganos y a penetración. Ahora bien, la bibliografía especializada puede decodificarla de otro modo, no porque sea una fatalidad
sostiene que la característica fundamental del signo pornográ- sino porque no depende de la voluntad de la persona el excitar-
fico, aquello sin lo cual no se generaría el fenómeno porno, es se o no.
que excite. Sin excitación, sin esa complementariedad institu- A la pornografía se la considera también un documento de las
yente del espectador o usuario, puede exhibirse todos los órga- fantasías sexuales colectivas que dominan una época. En distin-
nos y todo el sexo que se quiera, pero no habrá signo porno. Si tas épocas y en lugares diferentes significó y significa todavía co-
lo que vemos no nos excita, eso que vemos no es pornografía. sas muy diversas, de acuerdo a la permisividad o a la represión
Si nos excita, puede ser o no ser pornografía (no es tampoco de la representación del sexo que se viva. Tal como suele caratu-
que cualquier cosa que nos excite sea pornografía). Repitámos- larse a la pornografía, alentar o defenestrar su consumo arrastra
lo: no hay texto, signo o fenómeno pornográfico en sí; un texto, siempre un aliento moral. Consumirla es bueno o malo, sano o
signo o fenómeno se vuelven pornográficos de acuerdo al vín- insano. Por supuesto que no será éste el camino que tomaremos
culo o la relación que logren entablar con su telespectador. En nosotros. Es la idea de documento de la definición recién perge-
este sentido se equivoca John Ellis cuando asegura que la por- ñada la que para nosotros abre una vía de reflexión fértil. Algu-
nografía deglute “cualquier representación sexual que alcance nos teóricos del género documental consideran a la pornografía
cierto grado de explicitud”, porque hay literalmente millones como uno de sus más fieles ejemplos, ya que la cámara se limita
de escenas con sexo explícito que no alcanzan a convertirse en a registrar lo que sucede delante de ella, con mínimos juegos de
un signo porno, y “vemos” el signo porno en millones de imáge- enfoque para resaltar lo que se pretende mostrar. No hay género
nes que no tienen que ver con el sexo (en el sentido habitual del ni texto más “transparente” y “realista” que ella. Sería un docu-
término). Lo que Ellis quizás trataba de decir es que cualquier mento tanto por la forma de mostrar sus imágenes como por la
objeto o escena son pasibles de percibirse y consumirse como función que cumplen éstas. Como documento, se la considera
un signo pornográfico (un zapato, un ombligo), y esto no sólo también un dispositivo pedagógico de enseñanza sexual: la me-
por lo polimorfo de nuestra sexualidad sino porque además lo canización del sexo que mata el deseo, deshumaniza al ser hu-
pornográfico no es un objeto, una escena en sí o el contenido mano y reafirma o convalida el sometimiento de la mujer: “una
de un texto, sino el vínculo o la relación que entabla con su industria de hombres para hombres” se quejaban las feministas
telespectador o usuario. Como lo dijo uno de los autores clá- en los años setenta. La pornografía respaldaría la heteronorma-
sicos sobre estos temas, George Bataille: lo pornográfico “no tividad, el machismo y la opresión de la mujer, al tiempo que
es exactamente un objeto sino una relación entre un objeto defendería un espacio de placer en un orden representativo en
y el espíritu de una persona”. Lo pornográfico se funda en el el que se mercantilizaron todos los vínculos afectivos y sexuales
vínculo. El vínculo, no el objeto, es lo pornográfico. No es por (la cuestión del placer más allá de la denuncia de su mercantili-
los contenidos que se transmiten o exhiben, ni por la forma zación es lo que advirtieron las feministas de la “segunda” gene-
de hacerlo, por lo que se define el fenómeno porno, sino por ración, que cambiaron las políticas fundadas en la represión y la
el vínculo entre un signo y alguien que decodifica ese signo de prohibición para tratar de imaginar una pornografía para todxs).
60 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 61

Éstas son cuestiones ideológicas que no resolveremos aquí, aun- no dejó de acrecentarse. Lo que parece cierto es que la
que no está de más presentar una duda que siempre nos inquietó, imagen pornográfica lleva a cabo la mediación o el vínculo
pues la pornografía sería el único género cinematográfico en el intersubjetivo de la manera exacta en que la sociedad desea que
que el actor principal, el hombre, por lo general permanece fuera se medien todos los afectos y vínculos: de modo claro, distinto,
de escena, mientras que al actor secundario, la víctima, se lleva- transparente y obvio. Todas estas afirmaciones se prestan a
ría siempre el primer plano. Inversiones de nuestra psique. ser interpretadas también como lo contrario de lo que afirman:
La representación verídica, hiperreal, más verosímil que la el porno encarna el tipo de vínculo que la sociedad rechaza,
realidad misma, del texto pornográfico, confirma la pretensión y su representación hiperreal deforma como ninguna otra la
de los medios de funcionar como interfaces neutrales y realidad representada. Un texto sin argumento que se consume
transparentes.11 La pornografía exhibe la escena como si no como el documento de una realidad extratextual. El paraíso
fuera un espectáculo, sin maquillajes: “la mujer de al lado, sexual que representa el porno sería entonces la vidriera en la
como una vecina común”, aseguraban los hermanos Mitchell que se exponen nuestras miserias afectivas más elementales —
que querían que se viera Marilyn Chambers, la emblemática repito: afectivas: la miseria sexual que denuncian los que no ven
actriz de Garganta profunda. El fenómeno pornográfico porno debería considerarse en todo caso un devenir de éstas.
ocupa el lugar que ocupa en la sociedad actual porque es el Sin tener porcentajes fiables sobre esta cuestión aseguraríamos
testimonio extremo en el que la representación mediática que el cuanto de porno que se exhibe, circula y se consume
se acerca hasta casi confundirse con lo representado, y lo en la sociedad contemporánea es inversamente proporcional
expuesto pasa entonces como real: “la pornografía promete a la potencia del mito del amor y el afecto que guía nuestros
muy honestamente mostrar una verdad franca y entera: todos comportamientos. El capitalismo desalmado y la proliferación
los detalles, bajo todos los ángulos, todas las posiciones, de medios de registro, vinculación, comunicación e información
todas las combinaciones posibles y todas las perversiones facilitan y simplifican hasta el extremo unas relaciones humanas
conocidas”, aseguraba en los años ochenta el teórico de la que de otro modo supondrían un compromiso sensible para el
pornografía Bernard Arcan.12 De allí en más este “realismo” cual quizás ya no estamos preparados. O nunca lo estuvimos, ya
que este compromiso sensible no es un rasgo de una naturaleza
humana buena y afectiva sino el gesto que complementa al
11 
Esta pretensión es propia de todos los medios, desde el libro y el cuadro renacen- signo porno que proyecta el medio. Como enseñaba el Divino
tista hasta la radio o la televisión; los medios de interconexión digitales se encabalgan
en esta tradición. Marc Zuckerberg, por ejemplo, plantea que hay que “socializar la red”
Marqués, el sexo pornográfico es un sexo sin afecto.
para “volver más transparente el mundo”. La confusión terminológica y el engaño ideoló-
gico se complementan. En la retórica de la transparencia, la neutralidad de los medios y
las buenas intenciones que manifiestan los usuarios corroboran la revolución informati-
va llevada adelante por la digitalización. En esto coincidirían los analistas culturales que Ambos referentes son irrealizables, sólo que el pornográfico está expuesto a la luz in-
suponen que el signo pornográfico es transparente porque es obvio. clemente y “desnudo”, mientras que el erótico, cubierto de veladuras y medias luces.
12 
De más está decir que de todos los géneros audiovisuales el pornográfico es el que El libro de Arcan, Antropología de la pornografía, así como cualquier otro que haya
más se acerca a presentar la “verdad” que anidaría en el referente de la representación. sido escrito antes de la codificación digital y la irrupción masiva de Internet, tiene un
El género erótico es su contrafaz: es un dispositivo que construye un referente ideal. valor relativo o muy menor a la hora de comprender la pornografía y el porno del futuro.
62 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 63

De esta incapacidad afectiva para resolver situaciones com- de desarraigo el sujeto deseante se escinde de sí mismo, y no
prometidas proviene buena parte de las críticas al orden porno- es que no sepa qué desear, es que está muy seguro, sabe con
gráfico, como las múltiples utopías que postulan una sexualidad exactitud qué desea. Una fantasía alucinatoria que se preten-
reconciliada o “feliz”. La indiferencia del capital a las consecuen- de transmediatizar a la realidad. El arraigo que proporciona la
cias morales de las mercancías que produce e intercambia, y su pornografía es tan durable como el que facilita cualquier otra
lógica de penetración cultural, en lugar de satisfacer los apetitos práctica legalmente adictiva.
existentes (por otro lado, difíciles de hacer conscientes), crea de Si pensáramos a la pornografía en términos estrictamente li-
inmediato un siempre nuevo apetito insatisfecho. El signo por- berales deberíamos coincidir en que lo que ella exhibe, incluso
no como la mercancía modelo de la sociedad hipervinculada, la en casos “aberrantes” como podría ser una bukake multitudi-
lógica porno como el esquema que facilita el funcionamiento de naria (esas mujeres que se someten a que decenas de hombres
nuestros vínculos, debería permitirnos vislumbrar el orden afec- les eyaculen en la cara o la boca representan a las heroínas que
tivo en el que estamos insertos. Nosotros lo llamamos æfectivo se “inmolan” en pos de destruir cualquier ilusión que tiña el
(a®). Afecto y efecto que se desprenden del signo. futuro), todo ya está pautado desde el comienzo. En este senti-
El temor que suscitan las imágenes porno es de tal magnitud do respeta el ideal del liberalismo moderno (sólo los discursos
que todavía le achacamos a ellas poner en peligro unos víncu- morales emparentan a la pornografía con la prostitución de me-
los afectivos y un sexo amoroso y gratuito que de otro modo nores o la trata de mujeres; no es que estas prácticas ilegales
proliferarían. Pero la pornografía es el efecto y no la causa del no ocurran, hay que perseguirlas y castigarlas, del mismo modo
desencantamiento de la vida amorosa y del sexo deficiente (de- que habría que sindicalizar a los actores y actrices para garan-
ficiente si tenemos como modelo el sexo que nos inculcan como tizar sus derechos; lo que ocurre es que no hacen a la sustancia
bueno el periodismo y la moral de clase media). Es el mito del del género, por lo menos tal como nosotros estamos tratando
amor, de la media naranja y de la eyaculación conjunta lo que de entenderlo aquí). En la producción de la escena porno no
ya no funciona. Muchos especialistas le adjudican a la porno- habría o no debería haber sorpresas, nada que no salga del con-
grafía arruinar la psique y las vidas de los individuos, así como trato firmado previamente. No habría que olvidar, entonces,
los vínculos sociales, intersubjetivos y familiares. Nada de ello que la pornografía es consustancial al capitalismo y a la vida
fue probado. Diríamos más bien que la pornografía viene a sub- urbanizada: no habría pornografía sin mediación de los víncu-
sanar o por lo menos a mitigar esas transformaciones sociales los. Pero tampoco habría sorpresas en la recepción, no sólo
que obligan a los individuos a cortar los vínculos con los otros porque nadie podrá alegar que miraba pornografía sin saberlo
y con su localidad, y lo aíslan mientras lo bombardean con rela- sino también porque como afirman algunos autores lo que real-
ciones hiperreales, más reales que las que se entablan en lo que mente vemos en la pantalla cuando miramos pornografía son
comúnmente llamamos realidad (RR). La fantasía de la plenitud las proyecciones de nuestras fantasías, las encarnaciones más
sexual inoculada con electroshocks de imágenes e información fieles posibles de nuestros fantasmas, como si lo importante en
chatarra nos hace desear una escena jamás cumplida. Tenemos la pornografía no fueran los mensajes que se emiten sino los
derecho a gozar. Tenemos obligación de gozar. En el proceso que se proyectan. Pretendemos, aquí, sonar equívocos. De este
64 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 65

modo vemos que otra de las objeciones típicas a la pornografía: El que asegura que la pornografía le resulta indiferente o le
que es mecánica, repetitiva y por ello aburrida, es falsa, ya que aburre, miente, o por lo menos no enfrentó el problema en toda
en el momento de la concreción, cuando se organiza el fenó- su complejidad, porque es imposible que no haya una, aunque
meno porno, el signo porno se vuelve único e imprevisible, y sea una imagen que no esté destinada a conmocionarlo y ex-
sin embargo no sorprendente: responde a lo que el teleusuario citarlo. La pornografía será mecánica y aburrida si y sólo si el
proyectó en la imagen. Reencontraríamos así por otro camino que la mire mantenga con ella una posición de distancia inte-
la importancia que se le adjudica al vínculo y a la reacción del lectual y no implicancia emocional. Son mecanismos de defen-
espectador a la hora de definir un fenómeno pornográfico: el sa. Como afirma J. M. Coetzee en su libro Contra la censura:
espectador debe implicarse de una manera total, olvidarse de “no podemos esperar de ella [la pornografía] ninguna ayuda
su localización física, transferirse y proyectarse en la imagen. en forma de autodefensa filosófica: el modo pornográfico es
Como lo plantean Barba y Montes en su importante libro Las completamente irreflexivo, tal vez debido a que, a diferencia
ceremonias del porno, la pornografía exige una “profundísima del erótico, en el cual la conciencia de sí mismo puede generar
implicación emocional y física” que afecta irremediablemen- nuevas emociones placenteras, la pornografía no puede ganar
te las propias ideas: “Es imposible no sentirse profundamen- nada con ello”. Nosotros prolongaríamos esos recaudos inclu-
te perturbado, en lo más hondo de uno mismo, al ver porno”. so a los que pretenden pensarla y comprenderla.
Esta implicancia del espectador en lo observado le da al signo Como documento que registra el imaginario sexual de una
porno un poder casi indestructible, pues sólo puede impugnár- sociedad, la pornografía sería un índice de la tolerancia que tie-
selo desde una relación de exterioridad a él, es decir, desde ne ésta para con su orden representacional del sexo. En este
un vínculo por el cual el fenómeno porno no puede terminar sentido es conservadora, da cuenta de un estado de situación,
de montarse. La denuncia que pesa sobre la pornografía de ser exhibe lo que es, aunque esto que es sea reprimido o negado
aburrida y obvia es tan obvia y rápida que por lo menos genera por el imaginario social. Pero a la vez la imagen pornográfica
sospechas. Quizás por esto antes el consumo de pornografía se es revolucionaria, pues empuja los límites de exhibición y ex-
silenciaba y escondía, pues se relacionaba con la anormalidad, posición hasta más allá de lo socialmente tolerado, ampliando
la masturbación y alguna que otra “deficiencia sexual”; mien- así el grado de deseo y la capacidad de placer. Como sostiene
tras que hoy, en cambio, que se confiesa públicamente, siempre Roman Gubern en “La imagen pornográfica”: el lugar privile-
se lo hace desde un exceso de sexualidad, como si consumir giado que ocupa el sexo bucal, por ejemplo, no es anterior a
pornografía fuera un acto que nos dejase indemnes. En otras la difusión del cine pornográfico, ya que la felatio es de todas
palabras: el consumo real de pornografía, no su consumo tal las imágenes sexuales la que mejor cumple el objetivo de la
como nos atrevemos a declarar públicamente, provoca un cim- cámara, pues reúne la cara bella e “inocente” de la mujer con
bronazo de tal magnitud en nuestra identidad que pronto elegi- el órgano enhiesto del hombre, conjunción que se vuelve por
mos inconscientemente olvidarnos de él, como si él no hubiera lo menos difícil de lograr cuando se registran otros órganos o
existido o no significara nada. Y no significa nada, eso es lo partes de los cuerpos en acoplamiento: “los genitales masculi-
peor. Acá se ponen en marcha los mecanismos de la adicción. nos (sede de la sexualidad) en erección y el rostro de la mujer
66 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 67

en primer plano (sede de la expresividad y de las emociones) dir una y otra vez la prohibición de ver y mostrar pornografía,
[…] Desde el punto de vista iconográfico nos hallamos ante la hoy que nadie se preocupa por definirla, su difusión es masiva
fórmula icónica más rentable en términos de economía erótica. porque finalmente se logró que su medio de exposición se libe-
Además la felación activa los fantasmas de la devoración, del rara de manera casi absoluta.14 Internet es de todos los medios
canibalismo erótico y de la falofagia”13. conocidos el más idóneo para la proyección y el consumo de
En la Época Moderna estos límites del registro visual y del pornografía. Internet: la casa del porno.
orden sexual eran permanentemente corridos, transgredidos y No por nada el registro pornográfico se “liberó” al mismo
vueltos a instituir, pues obedecían a una estructura dialéctica tiempo que se “liberaron” o ampliaron los medios de comuni-
de superación, síntesis y creación que en la era multimedia ya cación de masas. La pornografía siempre estuvo a la vanguar-
no funciona más: hoy lo superado y lo nuevo conviven en una dia en la apropiación de las invenciones tecnológicas, desde
misma grilla de ofertas. No hay gesto que no esté registrado. Si el daguerrotipo hasta Internet, pasando por el estereoscopio
o el video. Ahora bien, un error común sería confundir la libe-
como aseguran sus historiadores la imprecisión en la definición
ración de la representación del sexo con la liberación de las
fue de lo que se valieron los pornógrafos para violar y transgre-
prácticas sexuales, aunque ambas luchas hayan sido contem-
poráneas y tiendan a fundirse. Porque la práctica sexual para
13 
En La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas, Madrid, Akal/ la que estaba y está destinada la pornografía no conoció esa li-
Comunicación, 1989. La felatio es un signo demasiado sexual como para que sirva de beración sexual que atañería a otras prácticas y patologías. De
ejemplo universal, pero podemos pensar en muchísimos otros actos menos sexuales que,
si no existieron gracias al cine, fue éste el que los convirtió en lo que son para las masas todas las prácticas sexuales que se “liberaron”, una permaneció
sensibilizadas: el beso, por ejemplo. “El cinematógrafo ha traído la imagen subrayadora impugnada: la masturbación, la práctica consustancial con el
de los labios al besar […] Ninguna invención: un descubrimiento. Antes del cinematógra-
fo no se había visto besar. Como aparato de laboratorio el cinematógrafo se ha dedicado consumo de pornografía. La pornografía puede consumirse de
al cultivo intensivo del beso”, Corpus Varga en Una genealogía de la pantalla, de Israel manera social o en pareja, pero mayoritariamente se lo hace en
Márquez, Barcelona, Anagrama, 2015. El beso debería considerarse como el ejemplo
más obvio de todo aquello que “nunca se había visto” antes de la invención del cine, y
que fue incorporado por las masas rápidamente como parte de su cuerpo “natural”, de
sus deseos y sus goces. No está de más decir que la película El beso, filmada en 1896 y 14 
Una aclaración. Es cierto que la producción y exposición de pornografía estuvo pro-
con una duración de un minuto nueve segundos, fue la primera película censurada por hibida durante casi toda la Época Moderna (de aquí la casi imposibilidad de datar, por
pornográfica. Las masas fueron educadas afectiva y sentimentalmente por el cine (salvo ejemplo, los cortos mudos de la década de 1900; en su gran mayoría quedarán anónimos
que todavía alguien crea en el mito de que sentimos y afectamos de una manera única, y con fechas aproximadas de producción. Sí sabemos en cambio que en Buenos Aires, en
singular, inventada y producida por uno mismo con una autonomía absoluta). Pero no aquellos años, se había desarrollado una importante industria al respecto). Pero también
es sólo en la dimensión del contenido que el cine y los medios audiovisuales funcionan es verdad que se proyectaba en lugares especiales, como los prostíbulos y los Salones
como actores pedagógicos, también lo hacen en otra dimensión de nuestra corporalidad, de Fumadores, lugares que se desprestigiaban si no proyectaban películas pornográficas
con el ralentí, el acelerado, el plano medio, el primerísimo primer plano, el montaje, es (no está de más hacer notar que en ese momento histórico el consumo de pornografía
decir toda una gama de estructuras perceptuales que no dejarían de incrementarse con constituía una práctica colectiva). Recordemos que al llamado Museo Secreto en el que
la serie de “nuevos” medios que nos “explican” cómo debemos relacionarnos, compor- se “protegían” los murales pornográficos de las ruinas de Pompeya llevados a Londres no
tarnos y sentirnos, desde la televisión a Tinder. La familia y la escuela vienen muy por podían acceder los niños, las mujeres y los pobres, no así los hombres. A mediados del
detrás de estos medios pedagógicos de intercomunicación o “nuevos” medios (½) de siglo XX hubo novelas que se prohibieron, y sus autores fueron perseguidos, como D. H.
virtualización de masas; los amigos también, salvo que estén virtualizados. Lawrence por su El amante de Lady Chatterley; o V. Nabokov por su Lolita, etcétera.
68 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 69

solitario, convirtiendo a la masturbación en su actividad com- grafía, y cerrar de una vez y para siempre su significado. La por-
plementaria. Podríamos afirmar entonces que el texto porno nografía como género reina por sobre todos los otros géneros
facilita o promueve el autoerotismo, lo que socialmente conti- audiovisuales o virtuales, aunque no deje de ser despreciado y
núa provocando rechazo incluso hoy en día, pues anida allí un repudiado, incluso hoy en día que su producción, circulación
principio de disolución tanto de la psique individual como del y consumo se toleran o alientan. El mito de que el objeto más
orden social cuyas consecuencias son imprevisibles. Es lógico consumido de la web son las páginas porno viene acompañado
que esto provoque temor en una sociedad que hizo del hedonis- por los discursos principistas que lo descalifican como aburri-
mo y el disfrute en sí su razón de ser más alta. do y estúpido. Los idiotas son los otros.
Como vemos, el de pornografía es un término que abarca Para comprender los efectos de la pornografía en el mun-
un espectro muy amplio de signos. Incluye tanto las obras del do contemporáneo es necesario advertir que pesan sobre no-
Marqués de Sade como Garganta profunda o cualquier spot sotros más de cien años de cultura audiovisual, y que son el
virtual de sexo en Internet. Esta amplitud colabora en la difi- código digital y el ciberespacio (RV) los medios hegemónicos
cultad para definirla, obviamente. Se hace difícil pensar la por- de conexión y contacto. Si reducimos el problema de la porno-
nografía en el siglo XXI desde textos escritos en la década del grafía a su dimensión estética, y denunciamos los spots donde
sesenta o setenta, es decir en el momento analógico de regis- se nos muestran cuerpos desnudos en interconexión y pene-
tro, incluso cuando esos textos tienen un gran valor intelectual tración continua, es casi imposible que podamos sumar alguna
(por poner otro ejemplo, pienso en el famoso ensayo de Susan reflexión a lo ya dicho hasta la saciedad (basta con ojear los
Sontag “Sobre la pornografía”; pero hay muchos trabajos de dossiers que las revistas culturales le dedican a la cuestión).
este calibre). Para comprender algo de la pornografía contem- Es una ingenuidad, o un resabio poderoso de la época metafí-
poránea debemos aceptar que la nuestra es una sociedad codi- sica, relacionar a la pornografía con el sexo, y dar por sentado
ficada en lenguaje digital. Cuando llamamos a nuestra sociedad que entendemos automáticamente lo que referimos con estos
Pornográfica estamos utilizando un nombre que significa mu- términos. La pornografía tiene como meta y finalidad excitar
chas cosas muy variadas. Si el sentido común, el periodismo e al espectador, sí, y el sexo es un gran excitante en la socie-
incluso algún texto académico hablan de sociedad pornográfi- dad tardocapitalista (como ya lo era sobre el final de la Era
ca, lo único que logran es desvalorizar a nuestra sociedad, pero Monomediática o Época Moderna). Pero en algún momento
no nos ayudan a comprenderla. Para nosotros la pornografía habrá que definir con alguna precisión qué significa excitar
refiere a un fenómeno tan denso que se vuelve casi imposible y excitarse en un mundo híperconectado: excitarse significa
pensarlo. Es verdad que quizás no haya texto audiovisualitera- constatar que un efecto del medio repercute en nuestra sen-
rio más sencillo y efectivo por su claridad, su unidireccionali- sibilidad, y que reaccionamos de algún modo a él. Excitación
dad y su obviedad que el video pornográfico (como sugiere el igual a efecto (æfecto) y estímulo. En la sociedad literaria la
escritor Gore Vidal, el problema con ver pornografía es que al pornografía (su producción, circulación y consumo) estaba
final podés no desear ver nada más que pornografía), pero de prohibida por ley; en la sociedad postliteraria o postmetafísica,
aquí no deberíamos concluir que ya sabemos lo que es la porno- en cambio, su prohibición es a lo sumo moral, o ni siquiera: es
70 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O PORNOGRAFÍA 71

ideológica. En la sociedad literaria se confiaba que la ley y la que también podríamos decir que es el género que evidencia la
moral se superponían; en la sociedad postmetafísica compren- lógica de exposición y registro que tolera y determina nuestra
dimos que la dicotomía que estructuraba la ley y la moral no sociedad. La pornografía será un género prohibido o no será,
era natural sino una construcción histórica y política. Ahora si porque es el género que la totalidad del campo literario rechaza
la ley ya no respalda a la moral es porque la moral sobrevive y minusvalora, un adjetivo que de inmediato desvaloriza cual-
como una fuerza desfalleciente, un resabio ideal que ni quiere quier obra, un virus que infecta con su insignificancia el cuer-
ni deja transformar la realidad (no está de más tener en cuenta po textual en el que se infiltra; pero es también una lógica que
que en la mítica Ley de Medios Audiovisuales dictada en nues- regula el régimen de visibilidad y de vincularidad mediática de
tro país en lo que fue la Guerra de Medios durante la “década” una sociedad, la nuestra.
kirchnernista, y que nunca llegó a funcionar plenamente, la pa- Nuestra tesis —digámoslo una vez más— es simple: la por-
labra pornografía no aparece ni una vez). El estigma a lo sumo nografía dejó de ser un género literario o audiovisual porque
aumenta el atractivo, y además ubica al género en el lugar en el nuestra sociedad dejó de estar regida por el monomedio Libro
que la sociedad liberal y progresista lo necesita arrinconar: por y se volvió una sociedad multimedial cuya lógica de vincula-
un lado, en el margen extremo de nuestro régimen escópico, ción de masas nosotros denominamos porno. Esta lógica go-
ahí donde comienza la vergüenza; por otro lado, como esen- bierna o estructura los vínculos que se crean en la RV, término
cia de lo visible en este régimen visual. ¿Por qué sucede esto? que remite a toda realidad a la que accedemos por medio de
Básicamente porque todavía le tememos. Y le tememos porque, algún tipo de interfaz (hay que tener presente que el antropó-
como afirmó James Ballard hace muchos años, “la pornogra- logo Hans Belting no es el primero ni el último que considera
fía exhibe cómo nos usamos y explotamos de las maneras más a nuestro cuerpo como un medio (½) o interfaz más, al lado
desesperadas posibles”. No hay que olvidar que la pornografía de otras pantallas o medios). Es cierto que todavía hay relato,
exhibe lo que el teleusuario proyecta. En esta época donde la ambigüedad y erotismo, que aún hay amor, afecto y cuidado,
censura está prohibida —época de “liberaciones” exitosas— la pero estas características ya casi no son más que recuerdos de
pornografía se tolera pero no se entiende y nadie quiere hacer una realidad inexistente producida masivamente por la indus-
nada para que se entienda. Preferimos consumirla sin pensarla. tria del espectáculo, y nosotros, sus víctimas. Si siguiéramos la
O no consumirla y repudiarla. La pornografía sigue considerán- evolución mediática comprobaríamos que la tendencia condu-
dose el arcón donde se acumula lo insignificante y malvado. ce hacia la simplificación extrema del discurso, la redundancia
Sólo que este juicio de valor sobre el género no afecta a la lógi- única, la repetición novedosa, la sorpresa conocida, la impro-
ca por medio de la cual entramos en contacto con la realidad: la visación ensayada, en fin hacia la neutralización del argumento
condena tácita del género naturaliza su funcionamiento mediá- y la narración, y su reemplazo por una lógica de electroshocks
tico. De este modo podríamos decir que la pornografía no sólo que producen significados efectivos, materiales, contundentes:
es un género omnívoro que devora cualquier objeto porque en significados insignificantes (si siguiéramos la evolución del me-
última instancia no es el objeto lo que la define (ya lo dijumos: dio la tendencia es hacia lo liviano, lo delgado, lo transparente,
lo que define a la pornografía es la relación o vínculo); sino lo pequeño, lo táctil o tactovisual, es decir hacia la volatiza-
72 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

ción o directa desaparición del aparato y su introyección en el ¿ANTIPORNOGRAFÍA?


medio-cuerpo, donde el instrumento, el chip o el marcapaso
se in-corporan y hacen carne). Cuando la lógica porno se con-
suma en su totalidad, no tendremos los recursos como para
comprender que vivimos bajo esa lógica abrumadora. Hoy que
nada está prohibido de registrarse y exhibirse, tenemos peque-
ños “avances” de lo que acontecerá si vence lo que tratamos de
propalar en este libro. Estos avances que inventamos no nos
servirán como un mapa que nos guiaría por un territorio insó-
lito, nos servirán en todo caso como flashes que nos deslum-
bran y nos hacen creer que lo único importante es la felicidad.
Lo que debemos descubrir es simplemente por qué medios nos
está permitido masificar nuestra existencia.
Cuando la producción, circulación y consumo de pornogra-
fía se empezaba a masificar, allá por los años setenta, la pri-
mera reacción que encontró el feminismo frente a un fenóme-
no tan aluvional fue perseguirla, censurarla y prohibirla. Sus
adalides se convirtieron en actrices políticas de peso a la hora
de definir lo que se podía ver y desear, participando en la rees-
critura de más de una Constitución de los estados de Estados
Unidos. Durante unos largos años decidieron las políticas de
género. La generación posterior, a mediados de los ochenta,
comenzó a interrogarse sobre la posición en que había quedado
ubicada la mujer, ya no al interior de la escena porno sino como
espectadora y sujeto sexual y deseante. De estos interrogantes
surgieron posiciones que sin dejar de impugnar la pornografía,
comenzaban a vislumbrar las posibilidades de revisar sus su-
puestos y de proyectar otro tipo de representación del sexo.
Ese debate todavía no se zanjó.
Si tuviéramos que ser tajantes, diríamos que si el porno no
es redundante, repetitivo, mecánico y efectista, no es porno.
Pero afirmando algo así no sumamos compañeros de ruta.
74 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿ANTIPORNOGRAFÍA? 75

El sentido común de la mayoría de las mujeres asegura que


la pornografía no es un género que ellas disfruten (“es una in-
dustria de hombres para hombres”), y que habría que inventar
otro tipo de representación del sexo y la sexualidad. Puede ser.
Esta creencia posibilitó que se organizara un conjunto de prác-
ticas disidentes que van desde lo que se conoce como “porno
para mujeres” (Erika Lutz), que trajo muchas controversias que
no nos interesa revisar a nosotros ahora, hasta una perspectiva
mucho más amplia que resumiremos con los términos Queer o
postporno. No entraremos tampoco a detallar aquí cada pos-
tura postporno, cosa que superaría lo que nos propusimos en
este capítulo. Lo que nos interesa indicar a nosotros, sin dejar
por ello de ser un poco injustos, es que el conjunto de estos
movimientos postpornográficos parecen saber con tanta clari-
dad como los clásicos movimientos feministas antipornografía
qué es la pornografía, pues se arrogan la facultad de presentar
lo que su registro rechazaría y estigmatizaría. Intentan dispu-
tarle el principio de verosimilitud realista de percepción, deseo
y afectividad. Para bien y para mal, no van a lograrlo. Los mo-
vimientos postporno parten de la base de que la pornografía
convalida la alienación afectiva radical que sufre nuestra so-
ciedad, e impone un modelo acotado y demasiado selecto de
aceptabilidad sexual que habría que extender hasta cubrir la to-
talidad de la población. Suponen que la pornografía es un texto
objetivo que provoca determinados efectos o que transmite un
mensaje claro, unívoco, obvio, repetitivo, soldando la posición
sumisa de la mujer al goce del hombre. Tampoco discutiremos
esta conclusión, pues en última instancia es la conclusión a la
Fotografía anónima (c. 1900)
que la mayoría de estos movimientos arriba, lo que la valida en
sí. Lo que sí llama la atención es la incapacidad de ver aunque
sea un rasgo rescatable de estos textos que rechazan, como si
los spots de sexo representado o de sexo puro todavía cargaran
sobre sí una cuota de malignidad o de aberración irrecupera-
76 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿ANTIPORNOGRAFÍA? 77

bles (habría que considerar que el sexo pornográfico represen- técnico que pone en cuestión su producción y circulación es
ta el principio realista de la sociedad del espectáculo porque, inmediatamente incorporado por la pornografía, lo que supone
como nos enseñaron a pensar estas “mujeres” postpornográ- un cambio en su modo de producción, circulación y consumo. En
ficas, funde en un mismo acto representado ficción y biología el plano ideológico sucede otro tanto: cada nueva impugnación
por un lado, y por otro lado goce y frustración). En el extremo, la renueva. Si se está buscando un lugar de reencuentro, de
estos movimientos desearían que la pornografía desapareciera placer y de goce diferente al que proyecta la pornografía, no
y que sean sus prácticas las que ocupen la posición hegemó- decimos que no se pueda conquistar allende ésta, sólo que vemos
nica. De otro modo no se entiende el combate. Si bien el post- difícil que pueda sostenerse. ¿Reencuentro sexual con quién,
porno se piensa y se proyecta como un conjunto no unificable además? En la época trans- no habría más que interconexiones.
de prácticas y discursos que pretenden abolir o mitigar el daño Los hombres, por nuestra parte, tendríamos que tomar en serio
que genera el imaginario de la pornografía mainstream, que la declaración de guerra que se viene proclamando desde hace
aliena el deseo (o lo mata), cosifica a la mujer, reafirma el ma- medio siglo, no sabemos si para responder al ataque, pero por
chismo heteronormativo, etc., parte de un principio similar al lo menos para que no siempre se nos tome por asalto.
del porno: el sexo como la experiencia modelo de gratificación Para ser honestos nos gustaría cerrar este capítulo con una
de nuestra vida, la práctica de reconciliación y felicidad —sea idea muy potente señalada por Virginie Despentes en su Teoría
lo que sea que se haga en ella, pues sobre gustos no está nada King Kong, y que en verdad luego casi no la vimos expuesta
decidido—. Cuando decimos “un principio similar” estamos di- en ningún lado. Despentes reclama que el discurso masculino
ciendo que tarde o temprano el postporno, por más rebelde que vuelva a asumir una posición activa y sea capaz de defender
sea, por más que reivindique cuerpos y prácticas no tolerados su masculinidad, así como el discurso femenino defiende su
por la pornografía (ni por el imaginario social dominante), se pertenencia de género, denuncia la violencia y la discrimina-
convertirá en un subgénero más entre otros de los que nos pro- ción masculina que sufre, y busca hacerse un lugar en un espa-
pone la oferta pornográfica, si ya no lo es (como sucedió antes cio sociopolítico, económicoafectivo que lo niega. ¿Dónde se
de ayer con el porno amateur, por ejemplo). En este sentido encuentra ese discurso masculino? ¿Alguien lo escuchó? ¿Al-
habría que considerarlo una especie de subgénero “corrector”, guien lo leyó? Su silencio proviene de muchos factores: tal vez
y no un nuevo paradigma que dejará atrás por fin todo lo des- una sensación de desorientación y de culpa, lo que llevó a que
humanizante y alienante que implica la pornografía. Así, y for- el nuevo modelo de hombre implique la realización de tareas
zando tal vez un poco la comparación, podríamos decir que el y una estructura de sentimientos que antes no le competían.
postporno es a la pornografía lo que las vanguardias artísticas Quizás no haya nada o haya muy poco rescatable de la acción
del siglo XX fueron a la concepción académica del arte. de los hombres en la historia, y menos incluso en la sociedad
La pornografía —y en esto coincidirían las posturas post- contemporánea. Algo muy probable es que al ejercer el domi-
porno— comparte con el capitalismo un mismo poder de nio sobre el resto de los géneros y de las especies el discurso
absorción: lo que se le opone y pretende derrocarla, la fortalece masculino y la acción de los hombres no necesitan justificar su
y relanza. En el plano material vemos que cada nuevo invento procedimiento, ya que encarnan la normalidad, se naturaliza-
78 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

ron hasta que ya suponemos que lo que hacemos lo hacemos CRÍTICA INTRASCENDENTAL
porque lo elegimos. Por último, porque los hombres perdimos
la capacidad argumentativa, porque se instaló la creencia de
que el argumento masculino es siempre autoritario y conserva-
dor, lo que nos obliga a callar. Debe de haber más, sin duda. Lo
que resta decir es que los hombres como género y los hombres
como especie merecen desaparecer como desaparecieron in-
numerables opciones de vida bajo el arrollador progreso tecno-
lógico y mediático que nos ufanamos en mostrar como nuestro
más hermoso tesoro, el aparato celular a la diestra de nuestros
cubiertos mientras cenamos en un restó con velitas.

No constituye ninguna novedad metodológica afirmar que al


crítico cultural le gustaría construir frente a todos los fenóme-
nos sociales una posición de neutralidad e imparcialidad, como
si eso que trata de investigar o pensar no lo afectara en ningún
sentido. Neutralidad para enmarcar al fenómeno en su realidad;
imparcialidad para que el juicio no parta de ni imponga un en-
marcamiento prejuicioso. Al crítico no debe interesarle LA ver-
dad, pues nadie puede ya confiar en poder esgrimirla. La verdad
es una construcción que linda con su contrafaz, la ilusión. Ela-
borar o no una posición equidistante como la planteada es lo
que distingue a la crítica del comentario. La pornografía no sólo
no escapa de esta necesidad crítica sino que la ahonda, pues
de los fenómenos sociales quizás sea el más incomprendido y
estigmatizado. O porque se la aborda desde la adicción, la anor-
malidad, lo patológico, y entonces la pornografía carga sobre sí
todas las disfuncionalidades que reparte a diestra y siniestra el
medio audiovisual. O porque es lo obvio, lo aburrido, lo insigni-
ficante, y por lo tanto resulta imposible una crítica juiciosa. O
se la investiga desde el exterior, con los instrumentos asépticos
80 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O C R Í T I C A I N T R A S C E N D E N TA L 81

que nos proveen la psicología, la toxicología, la sociología o el debe pensar y opinar. Al comentarista no le agradan las incer-
periodismo. O se la estudia desde el interior, y por lo tanto se tidumbres. Al crítico tampoco, pero se mueve entre ellas como
termina balbuceando una defensa. ¿Podemos pensar la porno- si fueran su elemento.
grafía? ¿Qué podemos pensar de ella? Poco y nada. Normal- Da en el clavo Camille Paglia cuando invierte el sentido
mente se la denuncia. O se la consume. O ambas cosas. Y desde común y dice que hablar de pornografía “hace que la gente
esas posiciones tan sólidas se dicta cátedra sobre su peligro, bienintencionada se sienta incómoda porque aísla el elemen-
o la liberación que representa. El comentario actúa en un uni- to voyerista presente en todo arte y especialmente en el cine.
verso dicotómico. La crítica, en cambio, trabaja en un mundo Todos los personajes del arte son objetos sexuales. La respues-
ambiguo que sigue siendo al final del proceso tan ambiguo e in- ta emocional del espectador o del lector es inseparable de la
determinado como era al comienzo. La crítica no tiene por fun- respuesta erótica” (cuando ella habla de “respuesta emocional”
ción “aclarar” su objeto, volverlo comprensible y digerible, o nosotros traducimos como respuesta afectiva; emoción y afec-
“resolver” sus contradicciones, lo que no significa tampoco que to en este punto funcionarían como sinónimos). Paglia coloca
deba volverlo confuso e ininteligible: por eso es realista, porque a la pornografía en una posición muy ventajosa para pensarla:
renuncia a cualquier ideal o ilusión de reconciliación. Se trata sería el género que lleva al límite un rasgo que tiñe a todos los
de producir inquietud.15 En cambio el comentario pretende que otros discursos y signos, que si entablan una política extrema
todo sea entendible y consumible de inmediato, despejar todas de diferenciación con la pornografía (y a la vez una política de
las dudas y asentar el significado de su objeto de tal modo que difamación de ésta) es porque de alguna manera saben que lo
luego del “análisis” el lector/espectador sepa con certeza qué que ella representa habita su interior, integra el núcleo duro de
su enunciado. La experiencia pornográfica serviría en prime-
ra instancia para evidenciar la hegemonía del goce voyerista
15 
Inquietud o desagrado. Lo que produce la crítica —la tarea de la crítica— es lo con- sobre otros tipos de goces, como el carnal, por ejemplo.16 Y
trario de-lo-que-gusta, pero no hay en español una palabra que sirva como antónimo de
gusto, ya que disgusto se relaciona más con algo que genera enojo y malestar, y no con
algo que no-nos-gusta —en esta perspectiva no hay nada que no-nos-guste (no hay que
confundir el gusto con la moral). Por ello hablamos de inquietud o desagrado, aunque 16 
Somos conscientes de que trabajar sobre la sexualidad como si no existiera una dife-
ninguno de estos términos repone el significado exacto de lo que pretendemos decir. rencia de género es una ilusión, la ilusión ilustrada de que el conocimiento no tiene género
Este tema proviene de la Crítica del juicio de Kant, pasando por la interpretación que ni sexo. El goce voyerista o goce porno del que hablamos es un goce propiamente mascu-
hace Hannah Arendt y terminando con la disquisición que realiza Pierre Bourdieu en El lino. La pornografía es un género masculino y gay, mal que nos pese a la clase media que
sentido práctico. Cuando Facebook quitó la opción de calificar No Me Gusta y dejó sólo lo consume y lo disfruta (y mal que les pese a las mujeres que no toleran esta diferencia,
Me Gusta, obviamente lo hizo porque todo debe ser positivo, afectuoso y armonioso en la y que buscan su signo porno: la mítica pornografía para mujeres). El pensamiento de la
RV de la clase media. No digo que ese juicio fundado en un clic no tenga valor porque se clase media suele ser universal y bueno. Quizás, como dijimos hace un momento, todo
le quitó su opción negativa, su otra cara, o que esté sobrevalorado (lo está, obviamente), nuestro trabajo en este libro consiste en comprender algo de la posición masculina que
o que la positividad propugnada por cada dispositivo cultural (entre ellos la crítica cul- sufrió tantos embates y reveses en este último siglo. Merecidamente sin duda: ¿quién de-
tural) sea una engañifa, un instrumento ideológico, unos abalorios de colores. La tarea fendería el discurso masculino? ¿Dónde se lo escucha? ¿Quién lo profiere? La cuestión es
del análisis consistiría en valorar ese clic en su realidad, en su materialidad. Ese clic es que ese lugar, el lugar masculino, se quedó sin discurso que lo defienda, pero también sin
una de las encarnaduras del instante de la reconciliación, del orgasmo conjunto, del análisis que lo comprenda y lo posicione. Cada vez de modo más natural el discurso mas-
amor eterno. No hay una desmaterialización del cuerpo, como sostiene el periodismo: culino se confunde con el discurso machista, violento y discriminador. Tendríamos la tarea
hay una mediamorfosis. de impedir que estas creencias se naturalicen, no porque haya a priori algo para defender
82 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O C R Í T I C A I N T R A S C E N D E N TA L 83

muestra también cómo no hay relación social, emocional y es- nuestro deseo de vinculación, el porno. El porno no se despren-
tética que no cargue con un nivel de atracción inevitable, que de de un signo, es lo que permite que el signo se forme. Por ello,
ella llama erótica y nosotros, por muchos motivos, porno. En el a nuestra crítica realista la llamamos también intrascendental e
fondo nos referiríamos a una atracción sexual. La pornografía inmanente, material e insignificante. Si en lugar de percibir el
testimonia un dato que desmiente toda la escena ideal proyec- mensaje percibimos la mediación, y en lugar del sentido de las
tada por la política de los medios, que se empeña en pensar un imágenes su materialidad (que puede tener sentido, como en el
contenido que transmite y una consciencia que recibe ese con- cubismo, pero que también puede ser insignificante, como de-
tenido, lo decodifica y lo disfruta, ríe a carcajadas y se angustia: searía el cine mainstream), deberíamos concluir que ya no son
el corazón de nuestra sexualidad late en la mirada mediatizada los “personajes” los que se travisten en “objetos sexuales” sino
por una pantalla. Pero ¿qué es la mirada? Hace más de medio lo que se encuentra antes de distinguir a los personajes o figu-
siglo que el filósofo Maurice Merleau-Ponty denunció la confu- ras, el vínculo preconsciente, afecto-corporal o mediático que el
sión entre lo percibido y la percepción, entre la visión y lo visto personaje cubre y que al espectador, que puede o no advertirlo
(nosotros diríamos entre el texto y su ½). El comentario se ocu- conscientemente, lo afecta en todo su ser. Ese vínculo se volvió
pa de lo que se ve, y toma eso que se ve como el único sentido porno. Y no lo hizo por una decisión desalmada de un grupo
existente. Es empírico y se pretende trascendental. La crítica, de degenerados pornofílicos, ni por la obsesión tecnosexual en
en cambio, debe elaborar lo que no se ve pero posibilita que se la que estamos inmersos, ni por los comportamientos adictivos
mire algo. No está más allá de la mirada, pero tampoco más acá que produce a troche y moche nuestra cultura hedonista; lo hizo
de ella: pretendería captar su goce. Se pasaría de lo mirado a porque el porno es la lógica más eficaz y la que mejor da cuenta
la mirada, del mensaje o contenido que transmite un texto, los de la virtualización de nuestros vínculos. O mejor: del deseo de
“personajes” y la historia, a la dimensión mediática del texto, la virtualizar nuestros vínculos y nuestra existencia… con la ilu-
del soporte o ½. No es una crítica trascendental al estilo kan- sión, por supuesto, de que llegado el momento se logrará trans-
tiano, que supone un conocimiento a priori o, para decirlo con ferir todo ese capital virtual acumulado a la Realidad Real (RR)
otras palabras, un conocimiento que no trabaja con el objeto por medio de algún tipo de recodificación de la transacción.17
sino que trabaja sobre las condiciones de posibilidad del co-
nocimiento de ese objeto. En nuestro caso no sería un conoci-
miento sobre la pornografía (el objeto; el comentario del conte-
17 
Cuando usamos el concepto “transferir” tenemos en mente la experiencia de la
transferencia psicoanalítica. La transacción es de ese orden. Sabemos de las dificultades
nido del discurso), sino sobre lo que soporta, expone, registra que existen para dar una definición exacta de lo que Freud entendía por tal proceso, y
y permite la lógica de funcionamiento de la mecánica “texto/½”, de los cambios de significado que le adjudicó. Para nosotros transferencia significa pro-
yección de un deseo inconsciente del usuario sobre la pantalla, pero también, como sí
creía Freud, una forma de resistencia a actualizar esa energía que la excitación presente
despertó. Como nosotros estamos muy lejos de cualquier idea de cura (así como de las
en los hombres, pero tampoco porque todo en ellos, en nosotros, sea rechazable. Quizás de origen, autenticidad, infancia o estrato arcaico, sobredeterminaciones del pasado que
llegó la hora de tomar en serio el grito de guerra civil que se viene profiriendo desde hace de un modo u otro sí estaban presentes en Freud y en su mundo), nosotros interpreta-
mucho tiempo. De nuevo: desarrollar esta posición supera los marcos de este trabajo —y mos la transferencia, no como un método para que el contenido conflictivo inconsciente
tal vez de nuestras propias capacidades de análisis estratégico. se manifieste (y lograr así la curación), sino como un proceso por el cual el telespectador
84 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

Sería como creer que la adicción a la híper vinculación se rela- PEQUEÑA TEORÍA DE
ciona con nuestra necesidad de expresarnos y de comunicarnos LA EVOLUCIÓN MEDIÁTICA
con otrxs, de tener noticias de esos otrxs o de que los otrxs se
enteren de nuestras novedades. Puro comentario. En muy poco
tiempo, sino ahora mismo, viviremos en una civilización integra-
da por individuos incapacitados de tolerar el aburrimiento y la
soledad, aunque ésta esté superpoblada y aquél ultraentretenido.
El modo en que los hombres virtualizamos nuestros víncu-
los sin duda es diferente a los modos en que lo hacen las muje-
res, que a su vez es diferente de los modos en que lo hacen los
gays, los trans- y las lesbianas. A esta altura de nuestro análisis
científico creemos que esta diferencia de género fundada en el
consumo de un signo pertenece a una dimensión del discurso
que a nosotros no nos interesa investigar: la dimensión del con-
tenido. No decimos que este tipo de análisis no sea necesario y Nuestra pequeña teoría de la evolución mediática culmina
productivo (o híperproductivo), decimos que no nos interesa. en un nivel existencial o “biológico” que no fue tenido en cuen-
A nosotros no nos interesa lo que sucede o se intercambia en ta, no podía serlo, por el gran Charles Darwin, un cuarto nivel
el vínculo, sino que nos interesa el vínculo en sí mismo. Ese a los tres elaborados por él. Recurrimos al modelo teórico de
dato mínimo, un clic, es lo que cuenta ahora como la auténtica la teoría de la evolución, y lo completamos con la “transmuta-
información y mensaje (MSJ) que expresamos, el MSJ del que se ción” o la mediamorfosis que estamos viviendo en la actuali-
extraerá toda la información necesaria para hacerlo proliferar, dad. Para Darwin, la preocupación central de cualquier ser vivo
difundirse y crecer. Éste es un MSJ producido con una lógica radica en garantizar su autorreproducción. Darwin elaboró tres
que busca un único objetivo, un efecto específico, uno solo, y niveles de seres vivos: el molar y protoplasmático, el celular
lo busca sin saberlo, persiguiendo otros efectos sin duda más y el animal. A esta serie nosotros le agregamos el del cyborg.
nobles y presentables. A ese efecto deseado pero negado, inde- Los tres niveles clásicos tienen como característica común
cible, lo llamamos æfecto o afecto registrado (a®). Proviene de y central su preocupación por la reproducción de la especie
la excitación. Y se “resuelve” o consuma en ella. (siempre, por supuesto, en interacción, adaptación y transfor-
mación de su medio ambiente o entorno); el cyborg precisa-
mente despunta como la primera especie que se origina de su
indiferencia por la autorreproducción, o en la subordinación de
la reproducción a otras experiencias que se volvieron necesida-
renueva las figuras de sus repeticiones, con toda la carga afectiva y sexual correspon-
diente. La economía política libidinal y la economía política del signo deben refundar sus
des somáticas y psíquicas de primer orden: el placer, el goce, la
principios de análisis si quieren comprender algo del mundo real del siglo XXI. felicidad, la gratificación. El cyborg es el resultado filogenético
86 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O P E Q U E Ñ A T E O R Í A D E L A E V O L U C I Ó N M E D I ÁT I C A 87

de la intervención en el acto sexual para desviar o invertir su que gusta de los íconos, las repeticiones, las estadísticas y las
curso natural: el sexo perdió la exclusividad en lo que respecta probabilidades con el fin de ganar autonomía, espontaneidad
a la reproducción de la especie para pasar a ser el modelo de e improvisación. Los antecedentes inmediatos del cyborg son,
cualquier experiencia gozosa o de placer. El ser vivo de cada ni- por un lado, la extrema tecnificación de la dimensión biológi-
vel existencial tiene un modo de reproducirse cualitativamente ca de las especies; y por otro lado, las prácticas culturales o
diferente a los modos que tienen los seres vivos de los otros transformaciones del entorno de peso decisivo en la formación
niveles de existencia. En la teoría darwinista la evolución cul- de subjetividad —como ser, para repetir el ejemplo, la difusión
mina en el nivel animal, el ser vivo más complejo. Darwin ar- generalizada de prácticas sexuales sin fines reproductivos, o
gumentó que cada especie encuentra mecanismos para frenar la mediatización de los vínculos primarios. Darwin llega a sos-
la evolución y estabilizarse. Rápidamente estos mecanismos se tener que un cambio sostenido de costumbres produce efec-
incorporan a la especie y forman parte de su herencia. Con el tos hereditarios, es decir que cambia o afecta la fisiología de
tiempo aparecerán mecanismos que permitirán evolucionar a la especie o el funcionamiento del órgano en cuestión, “como
la especie hacia una nueva configuración. La reproducción ani- en la época de la floración de las plantas cuando se las trans-
mal obedece a un patrón que comienza con la delimitación de porta de un clima a otro”, ejemplifica. Un poco más adelante,
las células sexuales y su encapsulamiento en gónadas, la regu- previendo quizás la dirección hacia la que se dirigía el hombre,
lación y serialización de la actividad de éstas, la cópula con otro agrega: “Por tanto, si el hombre continúa seleccionando y por
organismo, la puesta de huevos, la fertilización, el desarrollo consiguiente aumentando cualquier peculiaridad, casi sin duda
embrionario y finalmente el desarrollo fetal. El cyborg, como se modificará involuntariamente otras partes de la estructura,
un “desprendimiento” del nivel animal, puede o no seguir este debido a las misteriosas leyes de la correlación”. Sólo Jules
proceso evolutivo. Se lo haga o no, lo que caracteriza al nivel Verne pudo prever un poco lo que acontecería de ahí en más.
cyborg es por un lado su ser-copia de la evolución animal; y por La ciencia ficción advirtió tempranamente de estos cambios y
otro lado, la asistencia tecnomediática que cuidará la “perfecti- modificaciones fisiognómicas y biológicas, pero no pudimos
bilidad” o la mediamorfosis del nuevo espécimen reproducido. entenderla: la despreciamos como a cualquier otro producto
El cyborg es el producto lógico o natural de una construcción de la sociedad de masas (sin advertir, dicho sea de paso, que los
imaginaria y política que había catapultado al Hombre como mismos valores de elite que dominaban el campo filoliterario
el ente supremo de la evolución. Por un lado, la elaboración provenían de esa sociedad, aunque fueran su negación, su “ne-
darwinista lo hirió en su narcisismo, pues con ella dejó de ser gativo” o su complemento; hoy todo esto ha cambiado). Ahora
una especie excepcional —la especie creada por Dios— para convivimos con ellos, ellos modificaron nuestro entorno, y no-
pasar a estar gobernada por la misma ley evolutiva de las otras sotros mismos nos convertimos en el medio ambiente o pla-
especies. Dios ya había sido expulsado de la escena cuando taforma que la estructura humana intervenida, los individuos
Nietzsche lo revivió anunciando a los cuatro vientos su muerte. mediáticamente afectados o cyborgs usan para desarrollar su
Es lógico o natural que este ser endiosado, el hombre, haya fa- potencia. Quizás ni siquiera la clasificación de bisexual o mul-
bricado otro ser a su imagen y semejanza —el hombre es un ser tisexual sirva para superar las transmutaciones inimaginables
88 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

que afectan al cyborg y su sexualidad. Posiblemente una forma PRECALENTAMIENTOS


de resistencia a este programa de “mejoramiento” consista en
renunciar a conceptos tales como el de “superación”, reconci-
liación o mejoramiento.

El academicismo se define
por la naturalización del medio
CLEMENT GREENBERG

Para que nosotros lleguemos a imaginar como nombre de


la lógica que gobierna los vínculos de la RV el término “porno”
hubo una serie extensa de autores y de prácticas culturales que
precalentaron los conceptos y los usos para que así sea. De esa
serie nos detendremos brevemente en dos que, para bien y para
mal, resultaron ser sus precursores, ambos minusvalorados o
despreciados por el campo filosófico: Marshall McLuhan y Jean
Baudrillard. Ejercitaremos una breve lectura de ambos, sin
discutir ni poner a prueba su obra, cosa que creemos empo-
brecería nuestro trabajo analítico. Simplemente la deseamos
desarrollar. Para ambos, los medios de comunicación cumplen
funciones que la sociedad de las letras y el pensamiento (una
subclase social que hasta hace poco tiempo ejercía la hegemo-
nía de los gustos “culturales” de la sociedad) niega y rechaza,
pues los medios actualizan una tradición que desde siempre se
enfrentó al tipo de cultura que proponen los libros: el recogi-
miento del espíritu nunca se llevó bien con el espectáculo de
masas. Lo que sucedió a fines del siglo XX no es simplemente la
irrupción de un medio más potente que los medios anteriores;
90 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O P R E C A L E N TA M I E N T O S 91

cambió la naturaleza del medio, su materialidad y por lo tanto por la electricidad, es decir durante la larga duración de lo que
su realidad. nosotros llamamos la era de los monomedios. Es cierto que en
McLuhan nos enseñó que cualquier elaboración seria de la historia que traza McLuhan la electricidad resulta el cambio
una idea no debe trabajar sobre esa idea ni sobre el estilo o cuantitativo y cualitativo más importante (habla de una “Elec-
la forma con el que esa idea se manifiesta —único objeto que tric Age”); y que para nosotros la electricidad es el sustrato o
los estudios filosóficos, semióticos o hermenéuticos de los me- fondo que permite el verdadero salto evolutivo en la historia de
dios y los discursos investigan—, sino sobre el medio que esa los medios: la digitalización de la información. No es un detalle
idea cubre y oculta. Cubrimiento y ocultación. Tendremos que lo que marcamos: si la cibernética era considerada como una
hacernos cargo de esta contradicción flagrante, que el medio extensión del sistema nervioso, la digitalización debería publi-
se oculte, que el medio esté cubierto o invisibilizado por los citarse como la materialización de un nuevo tipo de ser: un ser
discursos que soporta. Ni McLuhan ni Baudrillard comulgaron virtual al que llamamos cyborg.
con ninguna “teoría de la sospecha” o de lo profundo, más bien McLuhan podía creer que los medios eran extensiones del
al contrario, se cansaron de repetir que esta escisión metafísica hombre porque le resultaba natural colocar al ser humano en
entre la apariencia y la esencia, entre lo velado y lo develado, el centro de una extensa red de relaciones, nodos e informa-
entre lo profundo y lo superficial, era lo que frenaba o neutrali- ciones en circulación que partían de y confluían hacia él. Hizo
zaba el poder de los medios (o lo que los liberaba, según el pun- esto no por sus creencias religiosas, como arriesgan a decir
to de vista del que juzgue). Invirtieron la ecuación, entonces: el algunos especialistas, aunque posiblemente éstas hayan cola-
medio que permanece “oculto” por el signo constituye lo más borado en asentar esta creencia; lo hizo porque ése era el mito
evidente, superficial y obvio del aparato semiótico, tan eviden- que gobernaba tanto el sentido común, la difusión científica de
te, superficial y obvio que pasa desapercibido. conocimiento, las políticas de las liberaciones y los nuevos me-
Junto al precalentamiento intelectual hubo un precalenta- canismos de productividad capitalista y de cohesión masiva. El
miento físico o material que posibilitó que lleguemos a una in- humanismo todavía hoy milita esa creencia. El hombre como
vestigación de los medios de comunicación como la que propo- el principio y el fin, el emisor y el receptor, de la comunicación,
nemos nosotros. Los medios de comunicación no se inventan y los medios a su disposición. Tenía fe en que lo que para él
ex nihilo, ni son aceptados y fagocitados por casualidad. Cada constituía la clave de cualquier teoría de los medios, la sensi-
medio se engarza con uno anterior, lo invierte, se lo apropia en bilidad, era una facultad que sólo le pertenecía al ser humano;
forma de contenido y lo vuelve obsoleto. El ½ anterior, como ni los medios ni los artefactos ni las tecnologías poseían, en su
una especie en vías de extinción, se va “actualizando” dentro de horizonte, afectibilidad o sensibilidad —recordemos que para
sus posibilidades para sobrevivir. Ahora bien, hay que observar él todos estos medios no eran más que “extensiones” del ser
que esta especie de evolución mediática que el mediólogo cana- humano. Nuestra epidermis se va cubriendo con la sensibilidad
diense propuso funcionaba posiblemente para los medios que maquínica, que primero aparece como insensible o con tanta
existieron hasta el momento histórico que le tocó vivir, desde sensibilidad como la que pueden provocar los programas que
el origen mismo de las especies hasta la televisión, pasando se consumen, pero que lentamente va instituyéndose como un
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modo normal y correcto de reacción frente a shocks afectivos fían en hacerles tomar consciencia de los peligros a los que
que desbaratan nuestra capacidad para procesarlos e incorpo- se exponen, mientras los excitan de maneras muy variadas; en
rarlos. El afecto maquínico (æfecto) de la sonrisa social. Si na- verdad producen un resentimiento reactivo que puede hacer
turalizamos y aceptamos como normal esa sonrisa, esa mirada, implosionar este sistema de marcas y logotipos personaliza-
esa manera de rozarnos o de penetrarnos, es porque todos esos dos. La pérdida y el gasto se volvieron la variable productiva
gestos se registraron, y ya forman parte de nuestra corporali- más importante en la nueva economía capitalista antiahorro,
dad. Nosotros, los seres humanos, todavía nos erguimos como ninguna novedad. Lo que sucede es que resulta lógico que ocu-
el principio y el fin de la historia, y continuamos imponiéndoles rra esto en una sociedad hiperhedonista que hizo del placer y
sentidos a actos que ya no lo tienen, o lo tienen en un sentido el goce el imperativo de todas las actividades, incluso las más
que no somos capaces aún de vislumbrar. banales (o precisamente ellas: poner la ropa sucia en el lavarro-
La teoría antropocéntrica e instrumental de los medios pas bailando al son de una música de fiesta).
está fundamentada no en datos racionales o empíricos sino en Ahora bien, si esta historia de los medios permaneció oculta
un “pánico moral” que nos impide (o nos salva de) asumir la fue porque el interés estaba centrado en otra cosa, se centra-
realidad en toda su envergadura. A comienzos del siglo XXI, y ba en los discursos o contenidos que esos medios soportaban,
en parte gracias a los “descubrimientos” del mismo McLuhan, transportaban, conservaban y exhibían.18 En el espíritu, no en
podemos imaginar al ser humano como una plataforma de des- la letra, si queremos sintetizarlo en una imagen. Y esto fue así
pegue de los medios de masas, ya no como el origen y el obje- hasta que inventamos un procesador de información que per-
tivo, como el concentrador y el recolector de información, sino mitió cambiar el código de registro de la información, cuando
como un nodo más en una red en expansión por donde circula
ininterrumpidamente la información. Pasamos de una sociedad
en la que la información escaseaba, a una sociedad virtual so- 18 
Si aceptamos que los medios tejen una historia paralela y “oculta” que acompaña
como una sombra la historia visible de las ideas y los discursos no es porque queramos
breinformada (lo que no significa, ni mucho menos, que con la emparentarnos con teorías del inconsciente marcado por huellas arcaicas, o con los
información que consumimos logremos hacernos un mapa co- Pathosformel warburgianos que van hilando una deriva formal por entre las imágenes
herente de la realidad que habitamos: el mapa se superpone al que redunda en una historia del arte muy distinta a la historia oficial; tampoco creemos
que se deba a una decisión política. No era posible elaborar unas teorías de los medios
territorio; la escala es de 1:1, como nos lo recuerda Baudrillard porque no contábamos con la tecnología de codificación y decodificación suficiente como
citando a Jorge Luis Borges). Si en la modernidad había que para descubrir su funcionamiento, así como la electricidad no fue “descubierta” hasta
que Maxwell logró su unificación con el magnetismo en un único fenómeno electromag-
crear antientornos y contrainformación para boicotear la cul- nético. La fotografía como dispositivo liberó a la pintura de su exigencia de representar
tura capitalista, en la postmodernidad se trata de crear sinsen- fielmente la realidad. La electricidad posibilitó la invención de técnicas de comunicación
tidos y caos en forma de información hipercoherente y clara. que redujeron el mundo al tamaño de una aldea global. Los artistas inventaron “antien-
tornos” a partir de su política de destrucción de la representación y la figurabilidad.
No debemos preocuparnos por publicitar la sensación de te- El cubismo evidenció la potencia artística que residía en el medio, y el suprematismo
rror que una lucha así debería despertar, pues es lo que hacen la llevó hasta su límite. A las teorías de la comunicación tradicionales les llevó casi un
siglo aceptar que los medios en sí mismos son un individuo de peso en los destinos del
los medios de información hegemónicos: mientras le inoculan ser humano. Se los camufla con una pátina de ideología. La Teoría Matemática de la
miedo y angustia a sus lectores, usuarios y televidentes, con- Información fue la primera Teoría de los Medios propiamente dicha.
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pasamos de la codificación analógica de registro a la digital. cionó para que cumplieran esa función. Tal vez resulte reduc-
Sólo gracias a este nuevo tipo de codificación general de la cionista decir que aplicaciones “inocentes” como Facebook,
información, y al cambio de significado mismo de la palabra por ejemplo, tienen como objetivo “excitar” a sus usuarios (la
información (su giro hacia el origen: in-formar, dar-forma), palabra excitación genera inmediatamente resquemores); pero
se instituyó la RV como lugar de residencia posible y —como sería negador descartar de buenas a primeras la idea de que
afirman algunos autores— como el medio más idóneo para el aplicaciones como Facebook no provoquen excitaciones, y que
consumo de pornografía. La batería de aparatos de registro sus usuarios deseen que detrás de la información “chatarra”
y de medios de comunicación que proliferaron en la Época que “les gusta” y consumen existan otros efectos diferentes que
Moderna, desde el reloj hasta la central telefónica, desde la el mero consumo de información inocente. Bucear, por detrás.
imprenta hasta Internet, constituyeron la “preparación cultu- Mientras tanto, las ciencias comunicológicas debaten si cada
ral” para el arribo de una nueva realidad, que no reemplazará a cliqueo en la red “escribe” o no nuestra biografía póstuma.19
la antigua, como temen los profetas tecnófobos, pero sí le hará Obviamente no es que los formatos o géneros digitales hayan
perder su lugar de hegemonía. He aquí el terror que alimenta tenido a la pornografía como modelo, ¡vade retro! Pero la por-
nuestros recelos y rechazos frente al deseo que despiertan los nografía era el género que mejor cumplía el objetivo que todos
medios, al cual, por otro lado, y como resulta evidente, esta- los textos pretenden (de hecho, recordemos que no se mon-
mos entregados. ta el fenómeno porno hasta que no se logra la excitación del
Sin dudas que el consumo de pornografía es la práctica cul- televidente). La serialidad, la repetitibilidad, la objetividad, la
tural más importante que preparó el terreno para imaginar la ló- homogeneización, la estandarización, la búsqueda de novedad,
gica porno como la lógica de vinculación propia de los medios la fotorrealidad como principio de representación, la figurabi-
digitales de masas, pero no fue la única. Los efectos preceden lidad y la necesidad de excitación, que son características que
a las causas. Los medios digitales continúan una larguísima tra- afectan a todos los productos mediáticos (hay excepciones,
dición de entretenimientos y diversiones comerciales e indus- por supuesto, que rompen con este entorno, pero el espacio
triales populares y masivos, pero a la vez producen un quiebre vital mediático, la RV, obedece a estos principios de conducta),
irreversible en esa tradición. Consuman el fin material de la era es en la pornografía donde se consuman de modo más cabal. El
metafísica misma, es decir de unas estructuras de pensamien- mote de sexo explícito que tan rápidamente le atribuimos a la
to, de percepción y de afectación, que acompañó, alimentó y pornografía se retuerce en una figura incomprensible.
más de una vez puso en crisis la tradición de los espectáculos Cuando cambia el código básico o elemental de procesamien-
de masas, con su predominio puesto en la sensación y la exci- to de la información (de lo analógico a lo digital; Baudrillard está
tación: “los efectos de la tecnología —sostiene McLuhan— no
son visibles en el nivel de las opiniones o del contenido, pero
alteran las relaciones sensibles y los modelos de percepción 19 
Como el lector ya lo tiene que haber notado, la izquierda progresista agota su análi-
sis en denunciar que ese clic es la firma de sometimiento y colaboración en la construc-
continua e inconscientemente”. La necesidad de excitación del ción de un mundo cibernético que nos aliena y embrutece. Para nosotros, esta “crítica”
teleusuario o espectador transformó los géneros y los acondi- no puede ser el objetivo al que arribamos sino el suelo del que partimos.
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en lo correcto cuando habla indistintamente de código digital, la lógica de funcionamiento del medio obedece a los patrones
código genético y código cibernético; son sinónimos, remiten porno. El medio no es el fondo de un mensaje que sería la figura,
a lo mismo), no cambia el contenido del medio, su software, lo el ½ es el soporte de esa unidad estructural que conceptualizamos
que el medio transporta y soporta; cambia la misma materiali- como figura/fondo. Los signos del MSJ del ½ sólo existen en su
dad de los medios de registro, archivo, difusión y vinculación manifestación o exhibición: no tienen ni remiten a un más allá.
de masas, su hardware. Esta insignificancia del contenido de Filósofos de la talla de Graham Harman, que se ocuparon de
un texto, esta indiferencia a lo que el texto dice y muestra, no pensar estas temáticas mcluhanianas, no terminan de entender
sólo es una característica que se le achaca al género pornográ- que el medio posee una entidad propia que, como dice McLuhan,
fico: “siempre lo mismo”; es lo que McLuhan se empecinó en es intraducible a figura, contenido o discurso consciente, pero
repetir cada vez que pudo: “el contenido o mensaje de un medio que no por ello debe confundírselo con el fondo sobre el que se
particular tiene tanta importancia como el texto impreso en el recorta la figura: el ½ no es el fondo, es el soporte sobre el que
casco de una bomba atómica”. No importa el contenido, impor- se despliega el fondo y la figura.20 Por ello, para “comprender”
ta el vínculo. estos MSJs (aunque a decir verdad este MSJ es ininteligible)
Muchos comentaristas avisados de McLuhan plantean que debemos renunciar a las capas de significaciones y mensajes
esta indiferencia por el contenido o mensaje del medio se debe (figura/fondo) que lo cubren. El sentido originario de este MSJ
a la importancia que tiene para éste el fondo invisible sobre el depende del grado de excitación alcanzada; llamamos excitación
cual este mensaje se recorta; a ese fondo se lo confunde con a un múltiple conjunto de efectos que repercuten en nuestra
el medio. Consideran al mensaje transmitido como la figura de sensibilidad y afectividad, como por ejemplo la transpiración
la clásica dicotomía figura/fondo, y al medio como el fondo no provocada por un signo que da miedo, o la pesadez de los ojos si
visibilizado sobre el cual aquélla se recorta, sin advertir que tanto los signos que vemos nos aburren.
la figura como el fondo constituyen los elementos básicos de la Del “precalentamiento físico” que preparó la imaginación
Gestalt de cualquier mensaje que el medio soporta y transmite, para la llegada de la RV hay un par de cuestiones más que nos
o que los humanos podemos percibir. No hay texto en el que no gustaría indicar, fundamentales para el ascenso del dominio del
se cumpla la estructura elemental que diferencia a la figura del porno. Baudrillard plantea que “el mundo hiperreal” (en un mo-
fondo (incluso en un caso extremo, que lleva la diferencia hasta mento interpretaremos qué significa hiperreal) se rige por una
su grado cero, como es el Cuadrado negro de Kasimir Malevich,
“objetividad pornográfica”, lo que es cierto. De todas las opcio-
sigue habiendo figura sobre fondo), el fondo pertenece al
nes que trajo consigo el traspaso de una manera de codificar a
contenido de ese texto, instituye ese contenido exactamente de
la misma manera que lo hace la figura, de aquí que no debamos
confundirlo con el medio que soporta y exhibe ese texto. Si no 20 
Es cierto que en algunos pasajes es el mismo McLuhan el que habla en estos tér-
entendemos esta diferencia, que no se debe a una sutileza o una minos: “El estudiante de literatura o filosofía tiende a preocuparse por el “contenido”
del libro y a ignorar su forma … en un mundo con alfabeto fonético esta compulsión a
elucubración abstracta de la interpretación, sino a una obviedad escindir forma y contenido es universal”, La galaxia Gutenberg, Barcelona, Planeta
en los planteos mcluhanianos, no comprenderemos de qué modo Agostini, 1985, p. 99. Donde él dice forma nosotros entendemos medio (½).
98 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O P R E C A L E N TA M I E N T O S 99

otra, la que prevaleció fue el fortalecimiento, ensanchamiento y sus representaciones, con las potencialidades casi ilimitadas de
profundización de la construcción del verosímil realista propio cambio de representación que esto posibilitaría, el que prevale-
de los medios clásicos (fotografía, cine y televisión). Incluso ció, según los autores que investigan este fenómeno en profundi-
el término “verosímil” resulta limitado o demasiado teórico: es dad, es el que le da continuidad al principio realista (fotorrealis-
la verdad misma la que en la sociedad del espectáculo no se ta) que dominaba la representación tecnomediática. Si hay una
distingue del signo o imagen captado por un medio de comuni- ruptura es por el lado de la potenciación y la multiplicación de
cación (el significado de ese signo no cumple ningún valor, es copias, archivos, registros, vínculos, etc., no por el lado del prin-
—como nos cansaremos de repetir— insignificante; sólo vale cipio de realidad que rige la representación. En otras palabras:
su exhibición, así como la identidad del individuo en la RV no se si la RV tiende a parecerse, a copiar, a simular o a duplicar a la
distingue de sus vínculos o contactos). Es cierto, como asegura RR, esto sucede porque hay una decisión político-espectacular
la crítica, que los medios de masas confunden signo y referen- para mantener el mismo principio de verosimilitud que regía en
te, representación y realidad representada, pero también, y de la era de los monomedios, no porque estructuralmente deba ser
modo más importante, invierten esa relación: convierten a lo así. Es así porque a pesar de la crisis que vivió la figuralibilidad
real en un signo cuyo referente reside en su representación; la y la representación “ingenua” a lo largo de todo el siglo pasado
realidad requiere verse confirmada en su representación para —tanto desde las experiencias artísticas como desde las inves-
asumir del todo su función de realidad (la frase hecha macha- tigaciones de los medios de vinculación de masas—, nos nega-
ca que “la vida imita al arte”, pero quizás este cliché confunde mos a aceptar que lo que percibimos y apreciamos proviene de
más que aclara). La representación o signo es tan o más real decisiones políticas de representación, y no de una percepción
que la realidad que refiere, representa o significa, de aquí que o afectación “naturales”. De otro modo nos veríamos obligados
Baudrillard hable de una hiperrealidad. En la hiperrealidad, las a problematizar la misma concepción de ser humano. El hu-
cosas, los productos, los objetos, las mercancías, los entes, los mano se ubica en el origen y en el objetivo de los medios de
seres y las relaciones que se organizan entre ellos “se conciben masas, que simplemente cumplirían una función de mediación
directamente en función de su reproductibilidad ilimitada”. transparente, neutra y anodina, una función de representación
Desde su concepción misma llevan registrada su fecha de cadu- hacia ese referente extramediático que el humano desea alcan-
cidad o vencimiento. La hiperrealidad es una realidad aumenta- zar. Esto podía ser así en la era de los monomedios (dicho esto
da por los medios, es una realidad sobreinformada o saturada con mucha cautela, incluso), pero en la era del multimedia, en
de información. Pero por ello mismo es a la vez una realidad la hiperrealidad (RV), los medios suplantan o sustituyen al refe-
disminuida, pues sólo puede experimentarse o experienciarse rente no por un referente caótico, sin figura ni contorno, sino
gracias a su mediación. Encontramos que en estas prácticas por un referente idéntico al que vienen a sustituir… hasta que ya
germina ya la desaparición del referente. Y cuando desaparece no podemos hablar de sustitución ni suplantación, pues no hay
el referente, el contenido se vuelve inocuo. original ni experiencia vivida real que vendrían a suplantar: esa
Lo que queríamos indicar aquí, igual, es que si hubo y hay experiencia es una copia o actualización de un signo mediático.
múltiples usos posibles de la codificación digital de la realidad y Un simulacro, en términos de Baudrillard.
100 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O P R E C A L E N TA M I E N T O S 101

SATISFACCIÓN FRUSTRANTE. Creo que tenemos que tener mucho que significan deseo, y cada una tiene un significado distinto; en
cuidado con los conceptos con los que trabajamos. Creo que los español y francés, en cambio, hay sola una: deseo, désir. La pri-
equívocos y las equivocaciones conceptuales no son casuales, y mera aclaración conceptual que hace Freud en su Tres ensayos
que a veces hasta los grandes pensadores con los que charlamos para una teoría sexual es sobre el término Lust (deseo), que
se permiten licencias que nadie debería permitirse. El concepto —asegura— “se emplea para referirse tanto a experimentar una
de “satisfacción frustrante” es uno de ellos. Tomo el término de necesidad como una gratificación”. Freud no desconoce el con-
Beatriz Preciado: “El objeto del porno es la producción de satis- cepto hegeliano Begierde, que también significa deseo, y que está
facción frustrante. La satisfacción frustrante define a cualquier más relacionado a la tradición filosófica y con la necesidad (nece-
otra producción en la economía posfordista”. El peligro en este sidad de reconocimiento) que el término Lust, por el que Freud
tipo de definición reside en que creamos, como naturalmente, entiende una pasión inconsciente que no puede satisfacerse. Para
que existe una satisfacción (sexual) plena, una buena satisfac- Freud no se trata, como ocurre con el concepto Begierde, de un
ción, una satisfacción no reificada o frustrante, perteneciente al deseo de reconocimiento por parte del otro (un objeto imaginario
capitalismo anterior al posfordismo. Es la estructura que pone a propio) por el cual la conciencia o yo se convierte en objeto de
la satisfacción y a la felicidad como su horizonte más alto la que deseo de ese otro; se trata de una “realización” o cumplimien-
convierte a estas experiencias en prácticas inaccesibles. Ambos to del deseo (Wunsch) inconsciente. Unas páginas más delante
conceptos, satisfacción y frustrante, están cargados de significa- de Tres ensayos…, en otro pie de página, Freud vuelve a nom-
ción. Su uso impensado o indiscriminado puede hacernos creer brar la complejidad del término Lust: “’Lust’ tiene dos sentidos:
que habría una satisfacción que-no-sería frustrante, cuando no uno describe la sensación de tensión sexual (‘Ich habe Lust’, ‘me
es eso lo que se lee en la bibliografía especializada, básicamente gustaría…’, ‘siento un impulso…’); y el otro, el sentimiento de
en Freud. Para Freud, la frustración es uno de los caminos po- satisfacción”. ¿Por qué indico esto? Porque quizás esto que de-
sibles de la cura. Hay una frustración externa y otra interna, la nunciamos como marca de la mercancía capitalista, sinécdoque
psicológicamente significativa es la segunda, que irrumpe luego de la lógica de producción/consumo de la sociedad capitalista,
de que la frustración externa “dio lugar” para la realización del constituye la contradicción inherente a todos los signos y prácti-
deseo. Un ejemplo son los autoboicots que nos hacemos cuando cas capitalistas: en Freud el deseo es deseo inconsciente que no
estamos a punto de cumplir “un sueño”. De manera sintética diría se satisface sino que se realiza o cumple por medio de “signos” o
que para Freud la frustración es el resultado de la insatisfacción “sentimientos” de satisfacción. Estamos en una realización alu-
de una pulsión. Pero como las pulsiones son realizables (de ma- cinatoria del deseo. Según Freud, estos “signos” de satisfacción
nera alucinatoria) pero no satisfacibles, entonces la frustración poseen siempre un carácter sexual. No deberíamos aceptar sin
sería para Freud inherente a la naturaleza humana que pretende criticar conceptos densos (como por ejemplo los de satisfacción,
o desea satisfacer sus pulsiones: “Creo que por extraño que sue- frustración y deseo) porque terminaremos repitiendo cosas que
ne, habría que ocuparse de la posibilidad de que haya algo en la los autores que citamos nunca enunciaron.
naturaleza de la pulsión sexual misma desfavorable al logro de la
satisfacción plena”. Freud habla de “pulsión sexual” no porque
el sexo sea la cifra de todos nuestros enigmas (no tiene ni pro-
porciona ninguna “solución”), sino porque es lo indescifrable y
lo insignificante que le da (sin)sentido a todo lo que hacemos. El El simulacro no es una copia ni la simulación de un hecho
concepto de satisfacción, por su parte, también se las trae. Lo que real sino una entidad real que se vive como copia auténtica
se denuncia en el término “satisfacción frustrante” es que ningu- o simulación de sí misma. El nodo telemediático en el que
na satisfacción es plena o colma el deseo que viene a satisfacer.
Pero ¿qué entendemos por deseo? En alemán hay tres palabras
se funda la identidad del individuo consume lo mismo que
consumía en la RR, sólo que lo que consume ahora es onto-
102 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O P R E C A L E N TA M I E N T O S 103

lógicamente diferente, porque lo hace en la RV. Consume un biológico, incluso para creer que lo biológico tiene un peso es-
simulacro, una realidad más real que la realidad (el ejemplo pecífico en lo cultural. Se biologizaron los signos al tiempo que
obvio son las verduras “mejoradas” genéticamente que provo- la biología se codificó como información.
can un sabor más potente y “natural” que el que naturalmente En la “cultura del simulacro” se naturalizó la idea de que el
tendrían). Baudrillard propone que este consumo crea un “es- deseo debe satisfacerse como se satisface la necesidad. La in-
tado de desilusión radical”, pues la lógica de los medios que formación y la digitalización avanzaron sobre las necesidades
pretende mostrar y exhibir todo acaba con cualquier tipo de biológicas hasta convertirlas en mercancías, y las mercancías
ilusionismo y de fantasía. Algunos autores sostienen que este se presentan como objetos naturales que vienen a satisfacer ne-
tipo de consumo produce una satisfacción vicaria. Otros ha- cesidades culturales. Los bienes de uso y los bienes de cambio
blan de una satisfacción frustrante, una frustración inscripta en se volvieron bienes de consumo, y como sabemos, los bienes
la misma satisfacción de consumir un simulacro real, aunque de consumo no sobreviven al uso que se hace de ellos (tal el
sea virtual.21 Si volviéramos a leer a Freud (un Freud postaren- significado etimológico del término consumo: la extinción de la
dtiano), comprobaríamos que él ya había planteado que lo que cosa en su uso). En la era de la superproducción el consumo de
encuentra su satisfacción (Befriedigung) en un objeto real es la mercancía —en el sentido vulgar del término— viene a sa-
una necesidad (el hambre y el alimento, por ejemplo), pero no tisfacer un deseo, y el deseo ya no es una construcción cultural
el deseo. Freud pone mucha atención en que deseo y necesi- o semiótica sino un proceso “natural” de nuestro organismo, lo
dad (sexualidad y biología) queden claramente diferenciados, que es lógicamente imposible. La cultura del consumo confun-
como si una, la necesidad, naciera de tensiones internas y res- de deseo y necesidad, y nos presenta como real lo que no son
pondiera a la dimensión biológica de nuestra existencia; y el más que signos que remiten a nuestro “recuerdo” de un hecho
otro fuera el producto de huellas inmemoriales y perteneciera real. Para Freud el deseo se liga indisolublemente a ‘huellas
a la dimensión cultural o humana. Los intérpretes de Freud mu- mnémicas’, no a necesidades orgánicas o a tensiones natura-
chas veces olvidan esto. Lo olvidan entre otros motivos porque les; y encuentra su concreción o realización (Erfüllung) en la
cada vez hay más dificultades para diferenciar lo cultural de lo reproducción alucinatoria de un hecho real, no en un hecho
real. El deseo elabora signos, no manipula cosas. No se satisfa-
ce, se realiza. Y se realiza o concreta por medio de signos que
21 
De nuestras reflexiones tal vez alguien concluya que deberíamos “soñar”, alucinar, nos “recuerdan” esa satisfacción originaria (también sabemos
postular o propiciar un mundo no-capitalista o postcapitalista. Puede ser. Pero este pro-
yecto debe siempre venir acompañado de la idea de que cualquier intento de neutralizar
lo que Freud pensaba de la “realización” del deseo). La búsque-
o abolir el capitalismo fue absorbido por éste y devuelto como postal turística, anacro- da del objeto del deseo en la realidad está marcada, orientada
nismo progresista o cualquier otra modalidad novedosa de producción capitalista retro. o “realizada” por medio de signos. Pero, ¿de dónde provienen
Quizás llegó el momento de dejar de fantasear alternativas para este capitalismo híper
conectado y asumir sus contradicciones como una energía positiva de destrucción, una estos signos? La disposición de estos signos, su organización,
manera de “resolver” impotencias incluso más poderosas que la contradicción que ex- es el resultado de la fantasía. La fantasía es el complemento
presan. Acompañar el vínculo hasta su desconexión o su saturación. O tal vez debamos
seguir soñando con un mundo reconciliado en el que todos, todas y todxs tengamos
del deseo, su materia. Ahora bien, esta materia ¿responde a un
pleno acceso a nuestra cuota de felicidad free tax. resorte natural de nuestra psique? La psique del urbanita de
104 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

comienzos del siglo XX, imbuida tal vez por el montaje cinema- ¿QUÉ ES UN ½?
tográfico pero en las antípodas de una vinculación constante
tecnológicamente mediatizada, ¿es la misma psique que la del
cyborg de un siglo más tarde? ¿La psique es ahistórica, formada
por estratos arcaicos que sobreviven a las revoluciones técni-
cas? Quizás Freud pensara que esa satisfacción originaria (el
hambre del bebé y la leche que emana de un pezón) sea una
experiencia real; hoy sabemos que es la reconstrucción retro-
activa producida por la fantasía de un deseo.

¿Qué es un medio de comunicación? ¿Qué es un medio de


masas (mass media)? En el siglo XIX al ferrocarril se lo con-
sideraba un medio de comunicación. Hoy lo siguen siendo los
“clásicos” periódicos, revistas, radios, cine, video. Medios de
comunicación son tanto los aparatos de telefonía celular como
las cientos de aplicaciones que conviven en él. También lo son
un hueso o la sangre. Un cabello encierra toda la historia ge-
nética de su propietario. El ½ es el soporte “invisible” de un
texto o conjunto de signos codificados de alguna manera. Una
de las principales características de la Época Moderna consis-
tió en haber multiplicado las técnicas de decodificación de la
información encapsulada en la materia, desde la electricidad al
código digital. El ½ es lo que no se ve cuando se ve el mensaje
o la información que aquél soporta; el ½ es lo que se percibe
cuando no se ve ni percibe el mensaje o la información en el
sentido común del término. Escribimos ½ para que quede clara
la diferencia con lo que entendemos usualmente como medios
de comunicación, de información o de vinculación de masas.
Cuando escribimos ½ hablamos del soporte, pero no de un sim-
106 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿QUÉ ES UN ½? 107

ple soporte; pues es un soporte significativo, un ½ instituyente cuando un medio convivía al lado de otros y cada uno era inde-
o final, una materialidad espiritual. Eso sí, un ½ está más cer- pendiente de los demás (diario + cine + radio + televisión). To-
ca de las ondas hertzianas que de una empresa multimediática dos competían por quedarse con la mejor representación de la
monopólica (lo que no tiene nada que ver con el hecho de que realidad posible. De allí en más los medios no dejaron de evolu-
la liberación de la potencia del ½ favorezca o no al Capital con- cionar. Ya no compiten por lograr la mejor representación sino
centrado; por supuesto que lo favorece, aunque la capa ideo- que conviven en un dispositivo Multimedios. La realidad que
lógica nos haga creer que hoy estamos más comunicados que genera es RV. Este pasaje de época se debe principalmente a la
en la Era de los Monomedios, que Internet, Facebook o Tinder unificación de todos los códigos en uno solo, el código digital:
fortalecen la democracia, la horizontalidad y la interactividad). letras, imágenes, huesos y piel portan una misma mercancía:
Ahora bien, este ½ también crea, produce, copia, inventa o información. Desde ya que la RV no es menos ni más real que
transporta un mensaje. Nosotros lo llamamos MSJ. Remite al la RR, sólo supone otras condiciones ontológicas de existencia.
efecto o la excitación que percibe o recepciona en su ½ el E El ½ constituye su materialidad. Su ontología no es dual: ser o
(espectador). Es un æfecto (a®). nada. Es por lo menos trifásica: ser-½-nada.
Esta concepción parte de la idea de que desde por lo menos Marshall McLuhan —digámoslo una vez más— consideraba
el cubismo —la vanguardia fundada por Picasso y Braque en que los medios eran prolongaciones de los sentidos del ser hu-
1909— el medio se fue convirtiendo en un actor que disputa- mano: no designan sólo un conjunto de artefactos individuales,
ba la hegemonía con lo que hasta ese momento había reinado designan un conjunto de saberes encarnados en esos artefactos,
como el único valor de la obra de arte: la información que el hábitos y rituales sociales de producción y apropiación de la rea-
medio soportaba (si de la Mona Lisa veo la textura del óleo lidad (McLuhan llamaba a todo esto el entorno). El medio como
y la tela cuarteada pierdo de vista la sonrisa enigmática de la fundamento; y el mensaje, un texto subsidiario: “Las sociedades
señora; si veo a la señora, no veo su soporte o medio). La in- —sentenciaba— siempre fueron remodeladas mucho más por la
formación que el medio transmitía tradicionalmente se dividía naturaleza de los medios con que se comunican los hombres que
en dos dimensiones: la del contenido y la de la forma. Pero a por el contenido de la comunicación”. El mensaje es el recurso
esta altura de los análisis formales se vuelve imposible separar del ½ para distraernos y que no percibamos su acción.
a una de la otra; configuran una unidad: el contenido hace a la Unos años antes Norbert Wiener, el fundador de la cibernéti-
forma; y la forma, al contenido. El contenido es soportado por ca, había dicho algo extrañamente parecido: lo que importa no
el medio, pero el medio no es la “forma”; la forma forma parte es el “contenido” de la comunicación sino el ½ por el que se en-
del contenido. El ½ se independizó. Con vanguardias como el tablan las relaciones que ella organiza —el proyecto cibernético
cubismo o el suprematismo no sólo se liquidaron la figuración requería claridad y transparencia para garantizar el cumplimien-
y la ilusión de referencia, es el ½ mismo el que se vuelve tema to de la orden. La red vincular constituye el auténtico modo de
de la pintura. Establece el fin de cualquier trascendencia. A la existencia de los fenómenos comunicativos. Es probable que
filosofía le llevaría un tiempo aceptarlo, aunque ya ella había finalmente el hombre se convierta en un Homo Comunicans, un
hecho sonar su hora. Era todavía la época de los Monomedios, ser hecho en forma íntegra y orgánica de información, pero para
108 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿QUÉ ES UN ½? 109

ello deberá dejar de imaginarse como la fuente o el destino de dio, el lugar donde imagen y espectador se encuentran, reúne a
la comunicación. Lo es para una teoría antropocéntrica de los la imagen y al espectador en tanto ½ s de comunicación masivos.
medios. Pero para los autores que investigan en serio una teoría La comunicación, si es una experiencia originaria, aunque sea
de los medios de masas el hombre ya no puede considerarse — masiva, se entabla de medio a medio (de ½ a ½). El significado
como lo consideraba el mismo McLuhan— el eje desde el cual de esa imagen, por lo tanto, es un efecto mediático. Si no acep-
y alrededor del cual se despliega toda la batería de medios. A lo tamos esto podemos seguir fantaseando que nuestra libertad se
sumo encarna un nodo en la red informática —es más o menos concentra en la mano que aprieta el control remoto.
fácil cambiar en las personas el contenido de los pensamientos, Si McLuhan tenía razón y los medios amplían las potenciali-
su mensaje; más difícil es cambiar la manera en que se procesan dades humanas de percibir y comprender (de la pintura rupes-
esos datos, su ½ de pensar. El ser humano no sería más que un tre o la escritura al multimedio virtual), lo que el medio logra
½ del medio de comunicación. hoy es llevarnos más allá de los confines humanos, o de lo que
Hace tiempo que la antropología comenzó a dar este giro: entendíamos por humano. Vuelve a salirnos al paso el concepto
los hombres, de ser los creadores de imágenes, empezaron a de cyborg (el concepto fue pergeñado en los años sesenta por
convertirse en los lugares o interfaces en los que las imágenes los psicólogos Klein y Clain). McLuhan no llegó a ver las pelícu-
encarnaban (así como para Heidegger la técnica dejó de ser un las mainstream que encarnaban para las masas ese concepto. A
instrumento creado por el hombre y que el hombre utilizaba a todas ellas les falta una función, un rasgo de esta nueva natu-
su antojo, para pasar a ser la condición de posibilidad del ser raleza que había sido investigado hasta la obsesión en la vieja
humano). Hans Belting postula que imagen y medio represen- naturaleza humana: el sexo. El cyborg era capaz de aprehender,
tan las dos caras de una misma moneda, lo mismo que el cuer- imitar y “mejorar” la estructura sensible y afectiva de los seres
po con respecto al espectador. El vínculo es así: humanos, pero nada sabían ni les interesaba ni interfería en su
evolución el sexo, pues ellos habían descubierto formas de re-
I — ½ — E producción que no necesitaban ya de éste (el único ejemplo que
se me ocurre que difiere de estos cyborgs asexuados es Tetsuo:
Lo que significa: el hombre de hierro, pero sólo por el fetiche del taladro).22 El
tema es que los seres humanos también habían descubierto
I [½ / I] — ½ — E [cuerpo = ½]

El espectador crea sentido (crea sentido es una manera de


22 
Un comentario aparte merece Rachel, la replicante de Blade Runner. Lo que per-
turba al cazador de copias Deckard es el sexo que desea con la replicante. La escena que
decir: responde, acata los efectos que los medios exponen, se lo desencadenará es de las más eróticas de la ciencia ficción:
excita, se implica en la escena y monta el fenómeno mediático) DECKARD: Ahora decí “besame”.
RACHEL: Besame.
no por medio de un acto de conciencia sino por medio de un acto DECKARD: “Te deseo”.
perceptivo, es decir de un acto medial. La imagen se ve como RACHEL: Te deseo.
DECKARD: De nuevo.
imagen en la medida en que oculta el medio que la porta. El me- RACHEL: Te deseo.
110 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿QUÉ ES UN ½? 111

formas de practicar el sexo que ya no tenían ninguna relación


con la reproducción de la especie. Para el visionario McLuhan
la última extensión mediática, la del cerebro y el sistema nervio-
so, estaría encarnada en la televisión (para nosotros un mono y
paleomedio). Si nosotros nos propusiéramos adivinar cuál será
la última extensión del ser humano tendremos que enfocarnos
en su sexualidad y su sexo (una de las experiencias humanas
más importantes, por lo menos para el siglo XX, y que ningún
comunicólogo ni ninguna teoría de los medios tomó en cuenta
hasta la fecha). Y será el multimedio digital (RV) el ½ donde
encarne esa humanidad expandida. El cerebro, el sistema ner-
vioso, los afectos, la sexualidad, los estados anímicos han sido
mediatizados por el código digital, y lo fueron hasta tal punto
que hoy nos resulta de lo más normal aceptar nuestra condición
de existencia cyborg, cosa de vanguardia tecnofílica hasta hace
apenas unos años atrás. Ahora debemos aceptar que este ser
híbrido tiene un sexo. Que tiene y practica un sexo. Incluso que
es un sexo: el porno.
De entorno a medio, de fantasía futurista a realidad cotidia-
na, el código digital e Internet volvieron a provocar un paso
gigante en la evolución mediática (u homomediática o tam-
bién mediomorfósica). El acoplamiento de los hombres con
la técnica es ineludible e irreversible, por lo menos mientras
haya electricidad (digámoslo de una vez y para siempre: esta
aclaración debería acompañar la conjunción del hombre con
la técnica y los medios cada vez que sea invocada). Resulta in-
útil lamentarse por el olvido de términos y sentidos originarios
que nos definían como humanos. Pensemos, por ejemplo, cómo
funciona efectivamente para nosotros la experiencia de la ver-
dad (no lo que imaginamos que sabemos que es o debería ser la The swerve (“El viraje”), Thomas Rowlandson (c. 1784)
verdad): lo otro de la verdad ya no es la mentira, es la falta de
espontaneidad. El cambio conceptual se debe a la televisión,
cuyos modelos estructurales de comportamiento terminan so-
112 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

brecondicionando las maneras de actuar de las personas en la ¿PROYECTAN LOS ½ S ACASO
RR. Algo similar ocurre con las experiencias del amor, el afecto HUMANOS VIRTUALES?
o el sexo. El poder totalitario del medio ya no pretende reducir
la realidad a su propia capacidad, como ocurría en la era de
los monomedios; en la era del multimedio se multiplican las
dimensiones de la realidad: lo virtual no niega lo material, lo
desplaza para abrirse un espacio propio de materialidad. La bi-
sagra entre un ½ y otro se halla en el cuerpo y la materia (no en
la letra y el espíritu), que ahora también se volvieron medios de
comunicación o soportes de información cuyo código recién
comenzamos a deletrear.
Seguir imaginando que un cyborg se parece a algunos de los
fetiches que nos inculcó la ciencia ficción es una reacción de-
fensiva que no logrará contener su avance. Tampoco nuestro
Recién ahora que los medios empezaron a mostrar desem-
pene se mediomorfoseará en un taladro. Lo que presenciamos
bozadamente su autonomía y su superioridad en crear, proce-
en este momento histórico no es la lucha ideológica de un me-
dio contra otro (como nos quiere hacer creer el dispositivo es- sar, distribuir y producir información, empezamos nosotros a
pectacular); es la lucha del medio para torcer el pavor que nos comprender que son los medios de comunicación o de infor-
provoca la idea de que la materia se licue en información, y que mación o de vinculación, y no los hombres, las mujeres o los
nos terminemos enamorando de los datos cuantificables que trans-, los auténticos sujetos de la historia. Seguimos creyendo
nos proporcionan las nuevas aplicaciones del teléfono celular. que los medios nos engañan ideológicamente, que propalan fal-
No habría que perder de vista que las series que nos fascinan sas informaciones y que esas falsas ilusiones sobredeterminan
(excitan) son producidas a partir de datos cuantificables y de nuestra manera de comprender y percibir los fenómenos que
probabilidades elaboradas a partir de los gustos y deseos de sus vivimos. Es lógico que suceda esto: siempre necesitamos de
consumidores. La sonrisa espontánea de un actor es el efecto responsables externos omnipotentes a los que culpar por nues-
preciso de n cantidad de datos que garantizan que ese gesto es tra ignorancia y nuestros miedos (Dios, el Rey, el Sistema, la
el que complace (excita) al telespectador. El error en todo caso CIA, Wikileaks).
proviene de una falla natural de la naturaleza humana. En la dimensión del contenido del texto, su significado y su
referente, es inevitable que los medios nos embauquen, pues
somos seres hechos de ilusiones; y la palabra y las imágenes,
los instrumentos adecuados para el ilusionismo. Pero por fin
comprendimos que el medio de comunicación no es algo dife-
rente de nosotros, no sólo en tanto lectores, telespectadores
114 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¿ P R O Y E C TA N L O S ½ S A C A S O H U M A N O S V I R T U A L E S ? 115

o usuarios de medios, sino también y principalmente en tanto cotómica pertenecía a la era metafísica, cuyo fin viene anun-
medios espirituales y materiales de información y vinculación ciándose desde hace más de un siglo, y que se consumó con
constantes. En la dimensión mediática de un texto no hay ilu- el descubrimiento del código digital, cuando las máquinas (las
sión: la ilusión se funde con la realidad. Nuestra naturaleza (nos llamamos máquinas por costumbre, pero no son máquinas: son
tomamos el atrevimiento de suponer que el hombre tiene una organismos artificiales, espontaneidad ensayada, naturaleza
naturaleza) es la información, y en el futuro sobrevivirá la espe- producida que es más bella y más placentera que la naturaleza
cie que sea capaz de procesar, almacenar, distribuir, producir, propiamente dicha) redujeron a todos los entes materiales o
inventar, más información. Siempre fue así. Los paranoicos ven inmateriales a su elemento básico: la información. En la era
máquinas gigantes alimentándose de nuestros cerebros; los es- postmetafísica o postmoderna no vivimos en una urbe desal-
quizoides llegan al éxtasis cuando imaginan nuevas alucinacio- mada colmada de gente divertida, ni dominados por tecnolo-
nes producidas sobre la interfaz de nuestra piel. Todavía ima- gías masivas de vinculación, ni autoalienados con la sensibili-
ginamos el futuro con los elementos que nos provee un pasado dad preprogramada, sino disfrutando de una cultura que alienta
demasiado humano. la difusión de singularidades masificadas que gozan de hechos
Proponemos como hipótesis imaginar al Hombre como un virtuales que se promocionan como espectáculos inigualables.
eslabón que duró ¿cuánto? ¿6.000.000 de años? ¿2500 años? en ¿Cómo se codificará nuestra razón y nuestra sensibilidad si el
la evolución de los ½ s. Se necesita un ejercicio por el cual in- principio de este multiverso fuera la repetición original de un
virtamos nuestros prejuicios. Hasta ahora creíamos que los me- signo registrado (S®) como irrepetible? Estadísticamente, esta
dios permitían y facilitaban nuestra comunicación; hoy adivina- mediamorfosis general se manifestará con más contundencia
mos que funcionamos como una plataforma de despegue para el en el sexo y los afectos, nuestros modos de ser en el mundo. Ya
desarrollo de los ½ s (a los ½ s sólo les interesa que conectemos, lo está haciendo, mal que le pese a nuestra conciencia, que se
no qué hagamos en la conexión). Podemos creer que los ½ s tan niega a aceptar lo evidente.
sólo median entre la realidad y nosotros; hay muchos intere-
ses políticos y económicos para que así sea. Pero basta con que
corramos un milésimo de microsegundo nuestra percepción (o
que comprendamos el sentido insignificante que produce la per-
cepción cuando nos cuidamos por tomarla como lo percibido)
para que constatemos que la definición más pertinente del ser
humano ya no se funda en un mandato trascendente, ni en un
privilegio de especie, ni en una sustancia biológica, ni en la po-
sesión de un órgano especial: ser humano es administrar, con-
centrar, derrochar, procesar, multiplicar información.
Dirán: el ser humano es dual, hecho de cuerpo y alma, ma-
teria y espíritu, naturaleza y cultura. Pero esta estructura di-
117

¡GOZAR! ES TAN PARECIDO A MATAR que exhibe la pornografía muestra una escena democrática y
placentera; nada de traumático se revela en ella. Sería casi tan
traumático que ella mostrase un conflicto sindical como si la ley
obligase el uso de preservativos. La pornografía no se preocupa
por su localización, por lo general muy austera o kitsch, porque
lo que muestra es un ideal. Los signos de la RR tan sólo deben
ratificar esta búsqueda, así como los signos del poder deben
escamotearse. La cámara no existe, porque cuando “ellas” nos
miran directo a los ojos, no miran la lente, nos miran a noso-
tros. Nosotros no vemos la pantalla, vemos sus ojos. La cámara
es una gran ventana abierta al mundo de las maravillas. No hay
nunca conflictos allí, más bien al contrario: veremos siempre
una predisposición y una apertura absolutas a lo que vendrá,
y un goce por lo que acontece, sea lo que sea. Como ya diji-
A pesar de todo lo que nuestra sociedad quiere aparentar,
mos, para muchas críticas a la pornografía esta “armonía” de
con su promoción ilimitada de aplicaciones que facilitan has-
contrato representa el sello del sometimiento y la dominación
ta la insignificancia los vínculos amorosos y los encuentros machista, la convalidación de la heterosexualidad y la norma-
sexuales, el amor y el sexo siguen representando un problema lización del coitocentrismo. Para el sentido común se convier-
enorme. Soluciones mágicas como la del Viagra colaboran en la te en un ideal demasiado alto. Lo que repite una y otra vez es
misma dirección. No por otro motivo reaparecen como un tema que no se debe fallar nunca: ni en la elección del auto ni en la
recurrente en las tapas de los medios de masas, en las revistas del corpiño; ni en la de la chica ni en la liberalidad con la que
dominicales, en las revistas femeninas y en las “masculinas”, presentarse; ni en la del vino ni en las palabras y los ritos con
donde se ofertan a la vez marcas de vino, estilos de automóviles los que se demuestra todo lo que nos gusta esa cepa. No fallar.
y prototipos de mujer para cada ocasión. El sexo aparece como El capitalismo liberal y la mujer complaciente y profesional. El
un aviso publicitario más: estire o engorde su pene. La serie hombre que duda pero toma decisiones acertadas y consigue
hace sentido. Que Playboy haya decido el año pasado dejar de un crédito conveniente. El miedo, la angustia, las contradiccio-
publicar cuerpos modelos de mujeres desnudas constituye todo nes, las ambigüedades, quedan fuera de las opciones: se viven
un síntoma sociosexual, teniendo en cuenta que hace cincuenta como una fatalidad. Y se busca una solución rápida y efectiva,
años había sido la vanguardia de lo contrario. La revista alega un ibuprofeno-rápida-acción que resetee el alma y la deje como
que mostrar una mujer desnuda en la era digital ya no transgre- nueva para salir a la acción. La escena porno había adelantado
de ningún límite. La excitación recorre otros códigos. todo esto. Como ya dijimos: lo único que interesa en esa es-
Si se suspendieran por un instante los prejuicios ideológicos, cena es lo que se muestra, ni el estado anímico de los actores
convendríamos en que la representación de desnudos y de sexo ni las intervenciones farmacológicas que haya debido ingerir
118 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 119

para cumplir eficientemente con su función, ni los problemas comportar ningún tipo de afecto; había sido más radical aún:
familiares de la actriz ni nada que no determine efectivamente el sexo pornográfico no debía tampoco venir acompañado de
lo que se ve. Algunos lo llaman pragmatismo. Otros eficacia. Un placer. El sexo pornográfico en tanto sexo puro o trascenden-
pragmatismo de 146 caracteres o 720 x 576 pixeles por MSJ. tal debía servir simplemente para poner en juego los límites
Es interesante lo que este ideal proyecta, porque siempre que definían nuestro gusto. Kant + Sade = Lacan. Es más una
es lo mismo: ¡goce! Todo debe redundar en nuestro goce. Y ob- prueba que una constatación. Por otro lado, está la famosa es-
viamente ¿dónde proyecta el sentido común el ideal extremo cena de cierre llamada money shot (la auténtica escena por la
de goce? En la pornografía. La pornografía es el sello del goce que se paga). La eyaculación masculina exterior tiene tanto o
garantizado. Es al imaginario sexual lo que el hotel all inclu- más valor económico que todas las otras escenas. Habría que
sive al imaginario turístico. Sólo que ya no hay alternativas al contabilizar el valor psíquico que carga. En la economía libidi-
paquete turístico. Los actores no actúan. ¡Cómo lo harían, si nal ambas dimensiones, lo económico y lo psíquico, se comple-
están desnudos! ¿Para qué lo harían, si a nadie le importa su in- mentan: mientras que acceder a la pornografía es cada vez más
terpretación? Su “interpretación” es un calco o copia de lo que barato, hasta llegar casi a lo gratuito, la psique se empeña en
el espectador desea ver. Sin embargo, este mensaje es tan ex- alcanzar una satisfacción imposible (por ello esas personas que
plícito que debemos suponer que incluso en el más inconscien- se regodean y esgrimen como una victoria haber conseguido
te de los consumidores despunta por un segundo la sospecha una conexión virtual gratuita, y se la pasan enviando y recibien-
titilante, y duda de lo que está viendo (cualquier telespectador do MSJs por ella, constituyen los auténticos referentes de estas
de noticieros sabe a qué nos referimos; el que nunca sospecha páginas, nuestro objeto de estudio: están tomados por el ½).
de lo que ve o lee o piensa es el producto exitoso del proyec- Si la lógica pornográfica —diferente de lo que nosotros con-
to mediático). Y ¿por qué duda? Porque se sabe que allí pasan ceptualizamos como la lógica porno, porque es una lógica esté-
muchas cosas, más de las que podemos imaginar incluso, fuera tica—, si la lógica pornográfica tiene razón y la eyaculación del
de cámara, antes, después o mientras se está registrando lo que hombre es igual a su goce (el money shot como el acto de más
ocurre, para no hablar de lo que ocurre de este lado de la pan- valor…), debemos aceptar que el placer responde a un vínculo
talla: la psique sale conmocionada del fenómeno porno. Pero mecánico. Es el objetivo, pues de otro modo estaríamos frente
hay una que no va a ocurrir, una que será la única que la actriz a un goce cutáneo: nos quieren hacer creer que el hombre goza
deberá actuar o fingir: el goce. Y gozar es muy parecido a matar. por lo general en silencio mientras enarbola su órgano que escu-
Un par de cuestiones sobre esta soldadura entre sexo, goce pe sobre los pechos de la mujer su esperma, y ella grita orgásmi-
y placer. Aceptarla sin más, como hace un recién iniciado en camente por el efluvio de semen que se le desliza sobre el ojo o el
la pornografía o un consumidor modelo de cualquier medio, pezón. Ahora bien, no deberíamos olvidar que lo auténticamente
da cuenta de la ignorancia con la que encaramos estos temas. mecánico, lo que debe ser maquínico, por lo menos en el marco
El afán de ilusión bajo el que vivimos. Ya el mismo Marqués de pornográfico, no es el placer sino el sexo. El placer no le atañe
Sade había decretado, cuando la pornografía estaba tecnológi- a la pornografía. Si hay un placer mecánico es el que produce la
camente en pañales, que no sólo el sexo pornográfico no debía conexión, la exhibición, la excitación, la descarga mediática o el
120 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 121

MSJ del ½. Basta con recordar los cortometrajes porno de las pri- del setenta, sentiría que los personajes se quieren, se tratan con
meras décadas del siglo XX. Los actores y actrices no tenían en respeto y se cuidan. La aceleración en nuestra mediatización
aquel entonces ningún interés en convencer al espectador de que afectiva no deja de aumentar. Mientras que estos actores que no
estaban gozando, como parecen compelidos a hacer los actores actúan de otra cosa que de sus órganos biológicos se ven com-
y actrices porno de la era virtual. Estos actores y actrices del pelidos a gemir y a fingir el orgasmo: yesyesyes, el (no) placer o
porno virtual nos quieren confundir, cosa que no les preocupaba el placer efímero y repetitivo del acto sexual mecánico funda un
a los actores preindustriales, porque mientras estos últimos dis- sentido que podríamos definir con un concepto contradictorio:
criminaban con facilidad entre ellos y el medio que los registra- goce frustrante. ¿Goce sin satisfacción? ¿Descarga insatisfacto-
ba, los porno stars postmodernos ya no están capacitados para ria en una serie ilimitada de cargas y descargas cuyo fin lo insti-
hacerlo. Su mundo entorno tampoco. Frente a la presión apabu- tuye nuestro ½ de contacto? ¡Hay que capacitar al usuario para
llante que ejerce el medio, los actores tienen que “actuar”, trucar que alcance este tipo de reacción o descarga!
la realidad, diferenciarse del medio, convertir la realidad en algo Sexo pornográfico significa sexo puro. El sexo liberado de
deseable. Son las condiciones políticas que rigen nuestro imagi- cualquier otro efecto o significado que no sea el mismo sexo.
nario. Cualquiera que haya accedido a esos cortos de la década Cualquier interferencia sentimental o afectiva, cualquier defi-
del veinte no podrá no sentirse asombrado, asombrado hasta la ciencia física o química que no colaboren en la consecución del
perturbación, al ver lo mecánico que se representaba el sexo allí. acto sexual debe ser corregida o borrada. Afirmamos, además,
Ya lo habíamos leído en la obra del Marqués de Sade, el más que el sexo pornográfico es puro porque para que haya sexo
grande sin duda de los ingenieros sexuales que nos haya dado la pornográfico es imprescindible que el sexo esté mediatizado. Si
pornografía, el modelo abstracto de estructuras combinadas de no hay mediatización, no hay pornografía. La escena que con-
orificios y penetraciones que trazó los límites y las posibilidades sumimos como pornográfica de este lado de la pantalla no es
del género… y de su lógica. Esos cortos mudos nos asombran pornográfica para el cameraman que enfoca el diafragma del
porque contemporáneamente a ellos, e incluso desde antes, la lente que la registra, aunque él también la esté viendo por me-
educación sentimental se empeñó en teñir al sexo con una capa dio de una pantalla. La pantalla es una de las formas de mediati-
de afecto.23 Si un verdadero consumidor de porno, un usuario de zación. Pero si no logramos que nuestro cuerpo se vuelva un ½
las plataformas de representación de sexo en el siglo XXI mira- de vinculación con un signo mediático, es decir si no logramos
ra hoy una de las clásicas películas pornográficas de la década vivirlo o soportarlo como una interfaz, olvidarnos de él en tanto
objeto o propiedad (mi cuerpo), y vivirlo como deseo, tampo-
co habrá porno. De aquí también lo puro que es el sexo porno.
23 
Recordemos que al mismo tiempo que se construía el Mito Sade también se imponía Implica otro cuerpo. Pensar al porno significa llegar hasta esa
el de Don Juan, el caballero que contabilizaba sus conquistas, que renunciaba a satisfacer
su goce porque su única preocupación, su auténtico goce consistía en el hecho mismo de altura (hasta esa bajeza, dirán algunos).
la conquista. En Don Juan tampoco hay amor o afecto; de otro modo no podría descartar En tanto condición de posibilidad de nuestro goce, el sexo
a su presa ni bien la atrapó. El único signo de afecto que se permitiría tenía por objetivo
doblegar las defensas de lo que había que conquistar. Si Sade pertenecería al gremio de
porno debe obligarnos a interrogarnos sobre nuestros gustos,
los ingenieros civiles, Don Juan pertenecería al de los contadores públicos. nuestros gustos sexuales en particular y nuestros gustos y cos-
122 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 123

tumbres en general. Antes, cuando la religión todavía funciona- su acción; es por lo menos difícil que un actor o actriz porno se
ba como aglutinante social, o la discusión política no se había forje una carrera profesional fuera de su profesión —los casos
clausurado en el régimen democrático-liberal, la pornografía son contados con los dedos de una mano. También existen ca-
nos proponía opciones y críticas utilizando al sexo como herra- sos en los que el paso por la pornografía les granjeó a algunos
mienta pedagógica: no nos enseñaba una manera de tener sexo, actores y actrices un lugar social y político difícil de conseguir
sino lo que implicaba que tuviéramos sexo como lo teníamos de otro modo (pensemos en la Cicciolina). Obviamente que lo
dentro de ese determinado orden teológico-político. Hoy que mejor que puede ocurrir es que en la industria de la pornografía
cualquier diferencia política se despliega dentro de un espectro se vuelva obligatorio dejar asentado en el contrato previo todo
cerrado de opciones, y la religión se volvió básicamente una lo que ocurrirá una vez desencadenado el acto sexual (¿cómo
institución política más pero no rige ya la conciencia de las ma- saberlo?), para ahuyentar efectivamente esos fantasmas que le
sas (“Dios murió” constituye la consigna que gobierna nuestra achacan los que no comprenden la pornografía. No será pro-
existencia), la pornografía refleja la insignificancia del sexo y hibiéndola o negando su potencia o multiplicando las ofertas
sus goces, y al mismo tiempo su trascendentalidad: se lo desea, disidentes que se logrará “vencerla”.
espera y vive como en otra época se hacía con el Santo Grial. Entre los actores que aparecen en la superficie del texto no
Si la representación pornográfica no pusiera en marcha ningu- debe despuntar otra acción o pasión que la del sexo —sólo que
na crítica política, estaríamos quedándonos tan sólo en el nivel como vimos recién, el sexo y su representación están fechados
empírico del sexo, en la satisfacción inmediata de una necesi- históricamente, es decir cambian como cambian los peinados o
dad o una exigencia sexual, sin elevarnos (o descender) a la la ropa. Lo que para un imaginario social es un sexo tremendo,
significación de ese acto sexual. Tendríamos un concepto muy para otro es un mero entretenimiento inofensivo. Es cierto que
acotado de lo que es la política: la política como administra- hubo algunos casos emblemáticos de actores y actrices por-
ción de lo común. Si estamos “locos por el sexo” es porque el no que terminaron formando pareja y se negaron a filmar con
sexo y sus representaciones (a las representaciones de sexo las otrxs que no fueran ellos mismos, pero cuando enfrentaban la
podemos llamar signos excitantes o efectos mediáticos; ellas cama y debían actuar, se convertían en lo que habían sido, má-
son sexo de la misma manera que un acto sexual sin represen- quinas profesionales de sexo. Para comprender la envergadu-
tación, sólo que este último no sería pornográfico), tal como ra de lo que planteamos habría que recordar una vez más que
las imaginamos y consumimos, reflejan, proyectan y exponen sólo habrá fenómeno pornográfico si se logra la excitación del
nuestra normalidad. Los actores y actrices porno, que son los telespectador o usuario —lo repetiremos hasta el hartazgo: lo
que ponen toda su carne psíquica en juego en la representación, pornográfico no es un objeto o una imagen sino la relación en-
son quizás los que menos arriesgan a la hora de cuestionar sus tre un “objeto” y su telespectador—. Ahora bien, como vimos
“gustos”, porque en gran medida advirtieron que ya no hay algo hace un momento, el que es para nosotros el actor fundamen-
que no les guste (o incluso algo que “les guste”: el sexo porno tal del fenómeno porno, el que lo instituye, el telespectador o
se instituye allende lo que guste o no guste). Sabemos que es- usuario de porno, también debería renunciar a cualquier tipo
tamos siendo injustos: ellxs se juegan realmente todo su ser en de afectividad (sería por lo menos extraño que un consumidor
124 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 125

de porno asesinase a un actor por celos). Él puede enamorarse A diferencia de lo que la sociedad moderna hizo del sexo,
de una escena, de un actor, de una actriz, de unos ojos o de lo que lo catapultó como una experiencia fundamental para de-
que sea, pero es un amor que muere en cuanto eyacula y apaga terminar nuestra identidad social, el sexo responde a nuestra
la pantalla. Sólo un intérprete prejuicioso puede confundir eya- naturaleza más mecánica. Nuestra naturaleza más mecánica.
culación con goce o con alguna forma de afecto. En realidad, Para la filosofía clásica, la naturaleza se atenía a una lógica me-
confundir eyaculación con goce es el gran éxito no sólo de la cánica y la cultura se emparentaba con la improvisación y la
industria del sexo (la pornografía), sino también de la industria libertad. Este tipo de interpretación terminó con el surgimiento
del amor (los medios y sus modelos “exitosos” de vinculación del romanticismo y con la producción industrial de “mercan-
social). Cuando la eyaculación exterior (money shot) se medio- cías naturales”. El sexo es una de ellas, posiblemente la princi-
morfosea en el signo más excitante o reconciliador de nuestra pal. Por un lado, porque el sexo se sobredimensionó como la
sociedad híper sexualizada, significa que el porno se volvió la caja negra de nuestra identidad, aquello que debíamos “resol-
lógica de nuestra vinculación masiva. ver” para normalizarnos. Por otro lado, el sexo se híper privati-
Traducido a nuestro esquema analítico deberíamos decir zó: no se habla de eso en público, o se lo hace con eufemismos,
que la falta de afecto se daría tanto en el plano del contenido o o de modo descarado y brutal o de modo científico, maneras de
mensaje del texto (el contenido del mensaje), como en el plano evitar referirse a él. A la vez, infinidad de signos culturales lo
del MSJ del ½, en la interfaz del espectador y en el cuerpo de refieren, lo invocan, lo incitan, lo provocan, lo evidencian como
la superficie de la pantalla que expone esos signos. Pero no es una práctica de lo más placentera, el abracadabra de nuestro
así. En el contenido del texto, en lo que un texto dice, repite y goce. Y por otro, el sexo representa un umbral privilegiado
muestra, el mensaje se exhibe saturado de afecto. Lo hace para para corroborar la interconexión y confusión de la naturaleza y
que no quede ninguna duda de lo que debemos sentir, y de la cultura (cuando hablamos de “cultura” en este texto nos re-
la manera en que debemos ser afectados por lo que vemos (a ferimos a la Occidental). Partamos de una obviedad que la an-
lo que nos ex-ponemos). Pero nuestra interfaz decodifica otra tropología denunció hace un siglo: lo que entendemos por natu-
cosa, no porque enloquezca y desobedezca las órdenes o los raleza responde siempre a un imperativo cultural, la naturaleza
efectos con los que se nos bombardea, sino porque al mismo es lo otro de la cultura (o por lo menos esto fue así hasta bien
tiempo el ½ —o el MSJ del ½— viene martillando nuestros ór- entrada la Época Moderna). Hablar de una naturaleza humana
ganos decodificadores con un significado ortogonal a éste: si resulta de este modo una contradicción en sus términos, pues
apareciera el afecto en la dimensión del medio (si el afecto se lo humano se instituye en el mismo momento en que culmina la
sobrepusiera al æfecto), moriría el sexo, el sexo propiamen- naturaleza. Hay pocas cosas naturales en el ser humano: el fun-
te dicho, el sexo puro. El sexo puro es esa práctica que nos cionamiento de su organismo, comer, defecar, respirar, cami-
empuja más allá de nuestros estrechos límites del gusto, del nar, el sexo. Pero por extraño que parezca, el sexo siempre es
género y del deseo (por lo menos tal como éste es representado lo desechado por la teoría social y la filosofía. El psicoanálisis
por nosotros), porque suspende o pone entre paréntesis todos lo empujó a fuerza de perseverancia y perversiones al centro
nuestros afectos. del escenario conceptual, pero la vulgata psicoanalítica termi-
126 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 127

nó mistificándolo: era la sociedad la que lo necesitaba exhibir cias colindantes o conjuntas. E incluso en este caso habría que
en todo su esplendor. Cada uno de esos umbrales que recuer- redefinir o definir con claridad lo que entendemos por amor.24
dan o conectan con nuestra naturaleza se viven investidos de Todo el que haya leído alguna sucinta historia de la porno-
sentidos sociales y culturales, por ello implican experiencias grafía sabe que una importante cantidad de porno stars de la
muy distintas comer o practicar sexo en Occidente que lo que primera generación llegó a la pornografía bajo la ideología del
significan en Oriente (“Oriente” puede ubicarse en la villa mi- amor libre y la ruptura con los cánones de la sexualidad burgue-
seria de la vuelta de tu casa; “Occidente” remite al imaginario sa, lo que se revela en las mismas películas de aquella época.
de la clase media hegemónica que construye sus medios de ma- De cualquier manera, no es éste el motivo por el cual en esas
sas). De nuevo, el sexo constituye esa experiencia que la teoría películas se denota afecto y cariño; sucede esto —como diji-
preferirá marginar. Incluso sucede esto con las investigacio- mos hace un momento— porque nuestro régimen escópico está
nes sobre pornografía, aunque parezca insólito. Hoy, en la era fundado en una estructura sensible diferente. Ese afecto que se
postporno, si la naturaleza mecánica y repetitiva irrumpe en el percibe se lo hace como por error, pues no era lo que se propo-
acto de comer, por ejemplo, la obesidad debería considerarse nían los productores ni era lo que contemporáneamente el pú-
una enfermedad, como se viene reclamando. Hasta hace poco blico percibió. No era un æfecto. El significado involuntario del
tiempo, ese privilegio se le concedía sólo a la sexualidad: había texto pornográfico responde a los marcos técnicos, mediáticos
sexualidades desviadas y sexualidades normales, sexualidades y afectivos o perceptuales dentro de los que fueron filmadas y
enfermas y sexualidades sanas. Todavía las hay. Cuando apare- exhibidas las películas. A pesar de que nunca se dejó de culpabi-
ce la naturaleza, el impulso, el instinto, lo salvaje —y está y no lizar a la pornografía mainstream por deshumanizar los vínculos
está en nuestro poder hacer que eso aparezca—, toda nuestra y mecanizar el sexo, hoy percibimos lo “humanas” que todavía
identidad debería ponerse en cuestión, y hasta venirse abajo. eran esas producciones. Las extrañamos una vez que nos acos-
La matriz cultural se cuida de que no lleguemos hasta este es- tumbramos a mirar pornografía en Internet, su tierra prometida.
tado de sometimiento límite. Nos proporciona ininterrumpida- Es como si recién ahora estuviéramos aprendiendo a mirar o
mente andaderas. Quizás nuestro atrofiado imaginario sexual consumir porno en serio, como si toda la valiosa historia de la
le dio al sexo un significado trascendente al desnaturalizarlo pornografía no fuera más que una preparación sentimental para
y convertirlo en algo que no era. Al rodearlo de expectativas lograr acostumbrarnos a las conexiones afectivas que requiere
altísimas e instituirlo como el paradigma del goce y la felicidad el capitalismo hedonista del siglo XXI para garantizar su fun-
(estados anímicos con los cuales el sexo mantiene en todo caso
una relación lateral e indirecta), se le atribuyó el poder de deve-
lar nuestros secretos más fundamentales. Su energía, que pro-
24 
Un libro que cuando comenzamos a leer nos dio pavor fue el de Ercole Lissardi: La
pasión erótica. Resume las dos tradiciones que se refieren al sexo, la pornográfica y la
viene del fondo de los tiempos y nos atraviesa como si tan sólo amorosa. Temía que el análisis excepcional con el que empieza investigando la porno-
fuéramos unas bujías de carne en el derrotero de su despliegue, grafía se mantuviera a lo largo de todo el libro, lo que iba a volver inútil todo nuestro
esfuerzo. Por suerte, luego de una especie de genealogía apabullante redunda en los
más que protegernos nos abandona en la intemperie… salvo mismos prejuicios antipornografía de la era virtual a la que ya estamos acostumbrados.
que pensemos ingenuamente al sexo y al amor como experien- Se lamenta por el ser humano.
128 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ¡ G O Z A R ! E S TA N PA R E C I D O A M ATA R 129

cionamiento: sólo el sexo tiene sentido, pero este sentido no sultado produjo efectos contrarios a los previstos: en lugar de
tiene ningún sentido, es sinsentido e insignificante.25 Esta insig- afianzar la comunidad en detrimento de la sociedad —combate
nificancia, hay que decirlo, es proporcional a la transparencia clásico de la Época Moderna—, creó un nuevo tipo de comuni-
mediática con la que se invisten los medios. dad. Y de soledad. Esto significa que creó una nueva manera de
La liberación de la representación sexual que conduce a la ser común, y por lo tanto una nueva manera de ser en el mundo
lógica porno como lógica de vinculación y comunicación ma- que ya no compite con la manera de ser en el mundo propia de
siva (como la lógica propia de la sociedad de masas) es el re- la sociedad literaria o metafísica (la sociedad monomediática):
sultado de una batalla que la libertad de expresión y la multipli- a esta nueva comunidad le damos el nombre de ciberespacio,
cación de tecnologías de vinculación ganaron sobre un poder era multimedia o RV. La pornografía, el género literario más
concentrado de la información y la censura. Lo que no podemos despreciado del campo cultural moderno, acompañó como nin-
dilucidar todavía es si esta victoria en verdad no significa una gún otro esta transformación radical que todavía estamos vi-
derrota política, social y sexual mayúscula. Hasta la década del viendo. Más que de una transformación de la naturaleza, como
noventa, hasta la difusión masiva de Internet, el camino de re- hubiera sido concebible en otro momento histórico, en este
sistencia social que se propugnaba consistía en convertir a los principio de siglo XXI lo que ocurre es una mediamorfosis entre
receptores de información, lectores y espectadores pasivos que naturaleza y cultura cuyos resultados finales sólo la ciencia fic-
recibían en su hogar la noticia producida en centros o agencias ción previó, y una ciencia ficción muy acotada: la que no teme
de divulgación de masas, en actores activos en la producción y empezar a imaginar el futuro en el límite en el que se deja atrás
circulación de información. Internet se publicitó como esa red lo que normalmente concebíamos como especie humana. El
de intercambio e interacción que activaba la participación co- problema cuando empezamos a imaginar el futuro humano —y
lectiva, y realmente lo logró hacer: hoy todos somos consciente en especial el sexo— es que lo hacemos dentro de los marcos
o inconscientemente productores de información. Pero el re- conceptuales de un pasado sobrevalorado.

25 
Así como Paul Virilio sostenía que la televisión recién comenzó con la TV en color,
así podríamos decir nosotros que con el abaratamiento del costo del film tradicional, pri-
mero; con la aparición del registro de video luego, que abarata aún más los materiales y
vuelve hogareño tanto la producción como el consumo; y finalmente por ahora con la vir-
tualización y digitalización de toda la escena, se va abandonando la imagen pornográfica
y se ingresa por fin en el imaginario porno. La literatura pornográfica y todo el paquete
de imágenes pornográficas, desde los daguerrotipos hasta la producción industrial de la
década del setenta y la producción en video de la década siguiente, debería considerarse
la etapa protoporno o Paleo-porno, la preparación cultural para el arribo del porno, lo
que no significa que lo que nosotros conceptualizamos como porno sea la última etapa
en el despliegue de la lógica audiovisual. Es tan sólo la que domina el régimen escópico a
comienzos del siglo XXI. Una crítica prejuiciosa de lo que supone este régimen escópico,
bastante fiel a lo que defiende el imaginario humanista, se encuentra en La pornografía
y el agotamiento del deseo, el libro de Michela Marzano.
131

TÉCNICA-MEDIOS-MASA En la Era Metafísica la técnica mantenía con los hombres


una relación de exterioridad. Se hablaba del hombre y la téc-
nica. La técnica era lo que mediaba entre el hombre y el res-
to de los entes vivos, las cosas animadas y las inanimadas. La
mediación técnica construía el mundo o la cultura, el medio-
ambiente artificial que el hombre edificaba una y otra vez para
sobrevivir. En este sentido, la técnica venía a subsanar falen-
cias propias del ser antropológico, que si bien contaba con una
plasticidad monstruosa para ajustarse a la mayor cantidad de
medioambientes cambiantes que le eran dados descubrir, al
mismo tiempo sólo podía habitarlos si intervenía en ellos y los
transformaba por medio de sus técnicas como para volverlos
habitables.26
Vivimos en los estertores finales de la Era de la Técnica. A Pero no sólo había una relación de exterioridad entre hom-
la Era de la Técnica le dimos diferentes nombres hasta ahora, bre y técnica, también había una relación de dominio: el hombre
la llamamos la Era Metafísica o Era Monomediática, la Era he- inventó, creó, usó y usufructuó la técnica para crear su entor-
gemonizada por el monomedio libro de papel. En el proceso no cultural, su medio-ambiente. La técnica era el medio que nos
de derrumbe de la metafísica llevada adelante con sus propios permitía a los hombres alcanzar los fines que nos habíamos pro-
automartillazos, la técnica parecía haberse liberado de la tute- puesto. Pero sobre el final de la Era de la Técnica algo cambió,
la humana y desplegarse en toda su potencia. Era una ilusión pues la técnica, como el dinero, sin dejar de ser un medio, se
perceptual, una ilusión fagocitada por los medios de comunica- volvió un fin en sí mismo. Ya no había cosas que deseáramos que
ción masivos. Con la metafísica caerá y cayó de hecho el impe- no necesitásemos del medio de la técnica para alcanzarlas (la
rio de la técnica. A lo sumo goza aún de un lapso de gracia, una misma estructura proposicional podríamos usar cambiando la
sobrevida sostenida con material humano, pero tiene sus días palabra “técnica” por la de “medio”: el medio de vinculación se
contados. La imbricación de la técnica con la carne también yergue como la técnica hegemónica que subordina a todos los
hará que la materia técnica se licúe, conformando una nueva otros dispositivos mecánicos o digitales bajo su impronta). En
sustancia. Por ahora sólo imaginamos ese acoplamiento desde
el punto de vista antropocéntrico, y es lógico que sea así pues 26 
Incluso la “teoría” opuesta a esta perspectiva que asegura que efectivamente existe
al fin y al cabo somos seres humanos. Pero desde el punto de una naturaleza humana y que la técnica, la lengua y la cultura forman parte de ella (los
vista de los individuos técnicos, ellos también esperan una re- seres humanos ya no seríamos una excepción en el reino animal sino que pertenece-
ríamos al mismo conjunto de seres vivos) no nos ayuda tampoco a imaginar cómo se
volución de dimensiones inimaginables para nuestra facultad ordenaría el multiverso una vez que la especie se haya acoplado con las máquinas. A lo
de juicio. sumo permite que elaboremos una evolución sin saltos ontológicos.
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esto consistió la última relación que hubo entre el hombre y la consciencia de que tal cosa era otra ilusión más. Con lo que
técnica. La relación de exterioridad se mantenía. La de dominio, nos quedaba de la facultad de comprender, advertimos (por lo
en cambio, había comenzado a resquebrajarse. Allí el hombre menos un grupo de iniciados en el conocimiento de tales temas
comenzó a desconfiar de sus invenciones, al tiempo que no deja- comprendió…) que el uso de la técnica acarreaba consigo una
ba de inventar más y más eficientes máquinas y aparatos inteli- infinidad de saberes microscópicos o molares que organizaban
gentes. Le fascinaban y les temía como a un Dios. nuestro mundo de una manera muy férrea, tanto que esos sa-
En la Era de la Técnica se vivió un creciente proceso de au- beres eran finalmente los que terminaban constituyendo nues-
tonomización de la técnica, ésta fue ganando independencia tro mundo. Nos dimos cuenta de que esto siempre había sido
con respecto al hombre, hasta lograr que el hombre se fuese así, sólo que ahora se había vuelto explícito y evidente, entre
ajustando a los entornos que la técnica organizaba más allá otros motivos porque el conocimiento cada vez se iba alejando
del deseo y la voluntad humanos. La intemperie se hizo más más de las condiciones de existencia de las que partía, y a las
inclemente todavía. ¡Incluso dejó de haber intemperie! Los en- que debía cartografiar. Se veía con más claridad, pero desde
tornos protegidos que se creaban en pos de garantizar la feli- una distancia que impedía que esa visión acarreara algún tipo
cidad humana tampoco eran creados por voluntad de la técni- de cambio. Por otro lado, entendimos que dejar de recurrir a
ca, obviamente. Ésta es una idea muy mezquina porque sigue la técnica hubiera significado dejar de habitar el mundo que
siendo un prejuicio antropocéntrico, ya que proyectamos en la habíamos construido con nuestros saberes (y con nuestras
técnica, en los instrumentos y en las máquinas la misma estruc- ignorancias), con nuestros poderes (y con nuestras impoten-
tura comportamental que nos caracterizaba a los seres huma- cias). No eran saberes manipulables, como manipulábamos los
nos premultimediáticos. ¿Los seres humanos multimediáticos instrumentos o las máquinas donde esos saberes encarnaban,
o lógicamente pornos cambiaron su estructura de comporta- aunque tampoco eran saberes inconscientes: constituían nues-
miento? Por supuesto. Como cambiaron también su esquema tros hábitos, nuestras maneras de pensar, nuestras maneras de
sensible, su percepción y sus afectos. Estas características de sentir y de ser afectados y de afectar a los otros y a las cosas
la especie humana funcionaban como un fondo natural que la (quizás la idea de que a las máquinas sí las manipulamos, mien-
cultura moldeaba, pero tan sólo podía hacer eso: moldear, mo- tras que a los saberes o al complejo ideológico y fisiológico
delar, formar. La cultura codificada de modo digital o mediática que ellas comportan no, no deja de ser un resabio humanista
comenzó a “inventar” o producir estados anímicos generaliza- que nos recuerda la omnipotencia imaginaria de la que gozá-
bles que ya no parten de un basamento natural. Su basamento bamos). Ahora bien, nuestros hábitos y nuestras maneras de
es industrial. Y su comportamiento, mecánicamente plástico. pensar, de hablar, de sentir y de afectar se volvieron mercan-
La especie humana siempre creyó que mantenía en su poder cías socialmente intercambiables tanto como las máquinas y
la posibilidad de usar o no usar, o de usar de una determinada los instrumentos, y los saberes necesarios para manipular esas
manera o de otra, a la técnica, como si la técnica fuera un mero máquinas e instrumentos. Llamábamos “lengua materna” a la
instrumento del que nos valíamos o no según nuestra voluntad lengua que aprendíamos y aprehendíamos de nuestros agentes
o necesidad. Sobre el final de la Era de la Técnica tomamos de socialización primaria; esa lengua era mucho más que unas
134 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O TÉCNICA-MEDIOS-MASA 135

miles de palabras y unas reglas gramaticales que permitían or- te en descubrir relaciones inéditas entre las cosas que ocurren
ganizarlas, era al fin de cuentas la forma en la que íbamos a vi- en la RR, para armar con ellas mapas y marcos conceptuales
vir nuestra vida o habitar el mundo —como sostenía el eslogan que nos ayuden comprender lo que vivimos. Esto podía ocu-
de una escuela de filosofía del siglo pasado. Según encuestas rrir en la Era Metafísica donde la facultad de comprender era
más o menos fidedignas, la lengua mediática ya le sacó ventaja fundamental. Hoy, en la Era Postmetafísica, la facultad funda-
a lo que llamábamos “la lengua materna” como organizadora mental ya no es comprender, es la de reaccionar a los estímulos
de mundo, como red de compresión de las cosas que nos afec- tal como fuimos programados para hacerlo, tal como se espera
tan, como esquema perceptual por el cual nos convertimos en que reaccionemos o nos excitemos. De aquí que nos la pasemos
seres-en-el-mundo. No es muy difícil prever las consecuencias. invocando conceptos fabricados en otras latitudes lejanas a los
Sufriremos más y realmente por lo que le pasa a nuestro héroe que exigimos que nuestras cosas se adecuen y adapten. Al final
en la serie que por la muerte de un ser íntimo y querido. En la de la Era de la Técnica esos conceptos teóricos también se vol-
primera cita con nuestro amor repetiremos los eslóganes que vieron meros instrumentos, y nos usan a nosotros, nos exigen
aprehendimos de memoria mirando televisión. Cada uno de que recurramos a ellos pensando que de ese modo comprende-
nosotros se creerá único y fundamental cuanto más logre ser ríamos mejor el mundo. En verdad es el mundo el que se com-
igual a los demás. prime, se empequeñece y se mediatiza con ellos. Fue fantástico
Cuando escribimos hace un momento el término “molares”, descubrir que allí donde aparece lo liberador yace también una
lo hicimos con el fin de que se evidencie de modo perceptual o nueva forma de esclavitud.
preconsciente, no cognitivo, lo que tratamos de decir: los con- El fin de la Era de la Técnica traerá consigo el fin del Hombre
ceptos funcionan de la misma manera que las patentes, tienen (El Hombre, los hombres, las mujeres, los gays, los trans-, es
dueños (Deleuze&Guattari®). No responden a nuestra lengua decir todas esas sustancias que inventemos para invocar a
materna, responden lo más fielmente posible a la lengua acadé- seres que dominaban la naturaleza, esclavizaban a los otros y
mica o a la de los autores hegemónicos a los que nos subordina- se autocoaccionaban a sí mismos). ¿Significa eso que acaso ya
mos (la lengua académica es una versión de la lengua mediáti- no dominaremos ni esclavizaremos ni autocoaccionaremos?
ca; hay otras versiones: la lengua del entretenimiento, la lengua Obviamente que no. Significa que en lugar de querer liberarnos
de las noticias, la lengua de los pasillos de los Congresos de de esas esclavitudes empezaremos a buscar maneras de
la Lengua, la lengua de 146 caracteres, etc.). Cada palabra que adecuarnos mejor a ellas. Nos volveremos masivos. El fin del
usemos remite a una tradición.27 El conocimiento ya no consis- hombre no significa que éste desaparecerá y será reemplazado
por máquinas, como nos acostumbró a pensar la ciencia ficción
chatarra. No seremos otra cosa que relaciones, mediaciones
27 
El término tradición es demasiado pretensioso, pues nos reenvía a una temporali-
dad que tan sólo conocemos de segunda mano, o como “retro” en todo caso, pero no de
manera fehaciente y carnal. Quizás los países europeos todavía conozcan jirones de lo
que era la tradición, pero para los países modernos como el nuestro es imposible, por su y hecha desaparecer, porque una de las potencias contra las que nos revelamos era pre-
breve vida, porque una parte orgánica e importante de nuestra tradición fue aniquilada cisamente la tradición, etcétera.
136 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O TÉCNICA-MEDIOS-MASA 137

y vínculos. Nuestra materialidad tendrá la consistencia de vel del ½. Lo otro, lo que los autores afirman, lo que los anima-
la información. Los medios de masas cumplen una función dores animan, lo que los entrevistadores preguntan, lo que los
fundamental en esta tarea (ahora bien: hay que aceptar que periodistas descubren y denuncian, constituye en todo caso un
el conocimiento social se volvió un mecanismo de masas umbral por el cual ingresar a ese nivel material del medio que
más junto a otros; la característica de lo masivo radica en que nos permanece invisibilizado, desafectado, insignificante. Para
debe ser inmediata y automáticamente entendido, pero no nosotros la pornografía constituye el Gran Umbral. Cuando las
compartible o compartible tal como quieren los medios que se masas no sólo descubren los medios adecuados para volverse
compartan las cosas: productos estandarizados y “únicos” que masas, sino que logran con los medios un acoplamiento del que
se singularizan cuando nos excitan únicamente a nosotros). no pueden escindirse, una fusión conjuntiva, en ese momen-
Los medios actúan en por lo menos dos niveles: en el nivel to la técnica pierde su cualidad de exterioridad con los seres
del mensaje del contenido, que tradicionalmente llamábamos humanos: es la hora que dejemos de hablar de los hombres y
el epifenómeno ideológico, lo que los medios (la televisión, los la técnica. Ahora bien, habría que ver si somos capaces de sus-
libros, las revistas de chimentos, los programas radiales de pe- pender la ilusión de dominio que nos empeñamos en denunciar
riodismo de investigación, etc.) logran exitosamente que pen- y reproducir.
semos. Y en el nivel del MSJ del ½, donde los medios consiguen El periodismo y sus glosas humanistas imaginan que es al
que deseemos sin saberlo excitaciones que ellos nos provocan revés, que la Era de la Técnica recién está comenzando y se ho-
sin ellos tampoco tener conocimiento de tal cosa. Lo saben, por rrorizan frente a la deshumanización creciente y a la tendencia
supuesto, por medio de estadísticas, investigaciones de audien- irreversible a la hibridación homotecnológica. Se lamentan por
cia, ranking, etc., es decir por los ritmos cardíacos de sus siste- la pérdida de cosas que en otro contexto tampoco defenderían.
mas de existencia. Lo saben a su manera: constatando, confir- La Era de la Técnica llega a su final y nace un nuevo a priori
mando, comprobando la información sobre su nivel de vida (si histórico cuyo representante en lo individual es el cyborg, y su
una aplicación aminora el ritmo de sus latidos, si no encuentra encarnación social, su especie específica, la masa. ¿Qué es la
un reanimador virtual que la vuelva a poner arriba en el rating, masa? ¿Qué es el cyborg? Relaciones. Tipos de relaciones. Re-
tiene sus días contados). Cuando imaginamos a los ½ s como laciones sobredeterminadas, híper codificadas, imprevisibles,
los auténticos sujetos de la historia que utilizan a los hombres y estándares y únicas, relaciones deseadas y deseantes.
mujeres como plataformas de evolución no estamos pensando Las tecnologías de vinculación y registro y su código genéti-
que los medios pretenden “perder”, arruinar o idiotizar a los co constituyen los medios de expresión y formación de este su-
seres humanos; que los humanos somos víctimas de los medios jeto. Estas masas tienen varias formas de irrumpir en el devenir
de masas; que los medios de masas son malvados, o cosas por histórico, pero si tuviéramos que adjudicarle una materialidad
el estilo. Decimos tan sólo que entre los medios y los hombres hegemónica o una realidad propia, ésta encarnaría en los me-
se producen cosas (cosas acá significa no algo, no una cosa, dios que se dio para informarse y exponerse. De hecho, si nos
esto o aquello, sino un vínculo, una relación entre cosas, entre pusiéramos rigurosos, sería imposible escindir al cyborg o a la
las que se cuenta el ser humano), y que se producen en este ni- masa de los medios por medio de los cuales se informa y vin-
138 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

cula: lograron un acoplamiento exitoso. La conquista de estos SER CYBORG


medios, es decir su sometimiento general a su lógica efectista,
son el fin de las masas, pues sin ellos las masas no serían mu-
cho más que una multitud de átomos o portales desagregados
y singulares: los medios masifican a estos portales o usuarios.
El medio que por ahora consiguió la más exitosa masifica-
ción general, sin importar la clase social a la que se pertenezca,
es lo que llamamos Multimedio (RV). A diferencia de los Mono-
medios, en la era de los Multimedios lo que cambió es el código
de registro y exposición mediático. Este código, el código digi-
tal, transformó la materialidad de la realidad, a diferencia de lo
que había hecho el código mediático de los monomedios, que
—como ya dijimos— con sus lenguajes “analógicos” competían
unos con otros y todos contra el código de la realidad para ver
I
cuál era el medio dominante para interpretar, construir, repre-
sentar la realidad propiamente dicha (RR). Cada monomedio
construía su propia realidad, que convivía con la RR, que era A todas estas caracterizaciones que venimos enumerando de
permanentemente amenazada y desplazada por los códigos de la pornografía podríamos agregarles muchas otras: es un géne-
los monomedios; el multimedio, en cambio, creó un código que ro prolífico y permeable a las caracterizaciones (si son negati-
ya no compite con la realidad por ver quién encarna la realidad vas casi que es mejor). Ahora probaremos una digresión que en
auténtica, porque ya no habría una realidad auténtica o una rea- unas pocas palabras nos llevará muy lejos, y que retomaremos
lidad inauténtica: el original funcionaría como una copia de sí al final de este breve capítulo. El lector quizás espere aquí una
mismo, a lo sumo. El código genético del multimedio multiplica sistematización, una definición exacta de lo que entendemos
al infinito las posibilidades de lo real. O también: hay infinitas por cyborg, y qué vínculo mantiene éste con la pornografía. El
realidades, pero como por ahora sólo accedimos a un par de título lo predispone a esperar tal cosa. El título, un efecto. Pero
tecnologías de decodificación, el código analógico y el código no lo haremos. Será una promesa de definición. Ya dijimos casi
digital, entonces por ahora estamos capacitados tan sólo para todo lo que podemos decir del cyborg. Pero el recorrido nos
conocer o acceder a dos tipos de realidades, la RR y la RV. El debe dejar entrever el nuevo régimen de visibilidad, la nueva
cyborg es el ser de esta nueva era que recién despunta. Y el lógica de vinculación de masas y las nuevas condiciones de
porno, su sexualidad. existencia masiva que acarrea lo que llamamos indistintamente
RV o Era Multimedia. Al ser propio de la RV lo denominamos
cyborg. El cyborg entra y sale de la RR y de la RV, no pertenece
a ninguna, funciona de fusible que conecta ambas realidades,
140 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 141

que ya no compiten entre sí por ver cuál es más real (el arte de clase, que recién en la postmodernidad, a fines de los años
copiando a la vida o la vida copiando al arte). El cyborg es el sesenta, desbordarían los diques represivos y la representación
actor y el espectador del orden político híper espectacular que de sexo se liberaría e ingresaríamos en lo que se conoce como
comenzó a gestarse en la Época Moderna, y que encuentra en la la industria de la pornografía masiva o la edad de oro de la por-
era del código digital su momento de máximo despliegue, por nografía, con films emblemáticos que se consumían en salas
lo menos por ahora. El cyborg no remite a una sustancia, a un comerciales. Es la Era Liberal de las Masas Democráticas (Ma-
tipo o clase de ser específico, sino que es —o puede ser— una sas Democráticas remite a un período de tiempo en el que las
capa que afecta a todos los seres. No es un ser que subvertirá masas son a la vez postfascistas y protofascistas). Esta edad
el lenguaje —como soñaba Haraway—, es un no-ser-algo cuya de oro del cine pornográfico tuvo un primer cisma importante
plasticidad le permitirá ajustarse al código y al entorno (que él, con la aparición de las cámaras y los reproductores de video,
por otro lado, colabora en gestar). La sustancia del cyborg es el que la producción y circulación de cine pornográfico hizo pro-
vínculo o la relación. La tesis podría formularse de esta mane- pias rápidamente: como ya dijimos, la pornografía siempre es-
ra: el porno —no la pornografía— es el sexo del cyborg. Sexo, tuvo a la vanguardia en la apropiación de los adelantos en los
aquí, refiere a una práctica muy distinta de lo que entendemos aparatos de comunicación y registro, y en especial en los que
comúnmente por tal cosa. Sexo remite a un vínculo que excita,
afectan al sentido de la vista, desde por lo menos el grabado
y cuyo efecto produce algún tipo de satisfacción (sexual, a®),
en adelante.28 El consumo de porno, a su vez, se iría privatizan-
aunque esa satisfacción no pueda distinguirse de la frustración.
do de a poco: pasaría de ser una práctica más o menos social
Volvamos atrás.
como la de concurrir a una sala de cine a consumirse en videos
La pornografía siempre fue una frontera móvil y conflictiva
hogareños (que, como dijimos, implicó ya un primer paso de
entre lo público y lo privado, entre la ley y su transgresión. Con
gigante en la privatización de la exposición al cine en general y
respecto a la ley, siempre estuvo del lado de la ilegalidad. Con
a la pornografía en particular); pero en el dispositivo de video
respecto a lo público, siempre constituyó una práctica priva-
da. Hasta hace pocos años, medio siglo, incluso la literatura el formato mantenía más o menos una estructura cinematográ-
pornográfica propiamente dicha, las novelas escritas en libros fica clásica, y el usuario inexorablemente estaba obligado a ver
de papel, que hoy nos parecen las cosas más inofensivas del de a una película por vez, del principio hasta el final. Mientras
mundo y hasta los diarios de tirada masiva las venden entre sus tanto, gracias al mismo video y a otros medios de información
ofertas semanales, estaba prohibida. La pornografía audiovi- masivos, el televidente iba acostumbrándose a intervenir sobre
sual a su vez conoció diversos mecanismos de consumo, nunca
del todo legal, un consumo no masivo, aunque sí colectivo y so- 28 
Internet significó la entrada en un nuevo orden de existencia para la pornografía,
cial. La disfrutaban exclusivamente los hombres, y en especial pero obviamente no sólo para ella. Internet cambió radicalmente la forma de produc-
los hombres de una clase social más o menos asegurada (y las ción, circulación y consumo de pornografía en particular, pero también de la información
en general —de hecho, el mismo concepto de información entraría en un torbellino re-
prostitutas que trabajaban en los burdeles). A lo largo de toda volucionario. Cambiarían al mismo tiempo, y de un modo que todavía no somos capaces
la Época Moderna centellearon estos privilegios de género y de asumir, la forma y la lógica de vinculación social e intersubjetiva.
142 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 143

lo que miraba, haciendo zapping o poniendo pausa, retrasando o monomediática. Lo que decimos suena a ciencia ficción, pero
o haciendo fast forward, conclusiones a las que llega cualquier ocurre a nuestro alrededor. El teleusuario multimediático con-
trabajo sobre la aparición del video. Para la primera generación serva algo de la capacidad de construir sentido, pero cambió su
de videoespectadores, el video suponía la posibilidad de “traer” forma de proceder: antes se debía mirar desde el principio una
el cine a casa; el video exigía todavía un ritual que con el tiempo diégesis para comprender su significado, y a veces no se estaba
se perdería. La desaparición de esos rituales de consumo hizo seguro de cuál era, o si lo tenía o si tenía sólo uno; ahora puede
que mercancías audiovisuales, con el porno a la cabeza, comen- empezarse a ver una película desde la mitad y entender de in-
zasen a ser codificadas para adecuarse al ritmo de tolerancia mediato cuál es la intriga y cuáles son los sospechosos y quién
del usuario, en períodos de tiempo pautados de manera cada el culpable: obviamente son películas o series producidas en
vez más rígida. O quizás sea al revés: es el ritmo de los formatos otro formato, con signos o efectos distribuidos aquí y allá para
y dispositivos el que le exige al usuario cambiar la capacidad orientar al espectador (de acuerdo a la cantidad de signos que
de atención y sus hábitos más íntimos con el fin de adecuarse a se muestren, la película o serie audiovisual querrá parecer más
la nueva temporalidad inaugurada por el ½: en Internet resulta o menos “intelectual”, más o menos actual, más o menos pobre
literalmente imposible mirar una película, cuando “mirar una o rica en significado). Con algunos minutos de concentración
película” significa verla entera y de una vez, sentado y concen- se logrará imaginar lo que vino antes y también lo que vendrá
trado frente a la pantalla. Incluso si quiere mirarse una pelícu- a continuación. Esto sucede porque todavía su percepción y
la, se la ve de modo fragmentado y distraídamente, lo que hasta su entendimiento están formateados por estructuras narrati-
se consideraría un logro en pos de escapar de la tiranía del emi- vas más o menos clásicas (incluso los videoclips, que acaban
sor (E). Finalmente —como lo repiten importantes teóricos de con este formato, se adaptan y siguen en diálogo con él). Con
los medios—, con Internet estallaría el sistema broadcasting e Internet, esta estructura narrativa y perceptual que caracteri-
ingresaríamos a un ritmo y una lógica de conexión o vincula- za lo que nosotros llamamos la Era de la Metafísica entra en
ción que recién estamos comenzando a deletrear. Nos espera quiebra. Cuando la filosofía vislumbró hace más de un siglo el
un futuro muy prometedor. El cyborg lo sabe. fin de la metafísica debió recurrir al medio libro para informar-
El espectador viene siendo entrenado para aceptar y festejar lo, y de hecho todos los esfuerzos ciclópeos para cumplir con
estos cambios, a los cuales no todos pueden adaptarse. Al ½ no el derrumbamiento debieron hacerse por el mismo medio de
le importa. La tecnología va dejando en el camino a aquellos comunicación (el periódico, la radio, el tocadiscos, el cine, la
usuarios no nativos que tienen dificultades para ajustarse a las televisión, colaboraron en la tarea, pero socialmente no tuvie-
transformaciones del entorno. Hace lo mismo con las máquinas. ron el valor político-cultural necesario como para culminarla).
¿Cómo recuperaremos la información preservada en un disco Incluso nosotros seguimos enganchados a ese medio. ¿Podrá el
de 3½? Por un tiempo los individuos obsoletos podrán sobre- pensamiento cambiar de ½? Este freno de mano mediático no
vivir todavía organizando guetos, congresos de artesanos me- nos impide comprender que con la difusión del nuevo multime-
diáticos o retiros espirituales, pero finalmente desaparecerán o dio hegemónico, Internet (RV), se alcanzó por fin el derrumbe
quedarán protegidos como material humano de la era predigital definitivo de la metafísica, no porque aquél devele los arcanos
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filosóficos tradicionales y demuestre la engañifa filosófica (lo “Me Gusta”, porque en este caso tiene que ceder su posición
que sólo le importaría a un puñado de académicos desocializa- de negatividad privilegiada y confundirse con todos los
dos), sino porque le proporciona a los medios de información comentarios que realizan los “expertos” en cualquier arte o
una capacidad de coexistencia inédita. Como ya dijimos, recién disciplina. La crítica debe expresarse como un comentario,
con Internet y el código digital el medio de información ma- pero siendo un comentario que no se termina de entender, un
sivo logró autonomizarse de la voluntad humana y crear una comentario que provoca desazón más que empatía.
realidad paralela (RV) que ya no compite ideológicamente con Otro problema con el que se enfrenta la crítica cultural re-
la realidad (RR) por dirimir cuál es dueña de la verdad o cuál side en que ya no puede abogar por los viejos buenos tiempos
representa más fielmente, de modo más realista o verosímil po- premasivos de la crítica comprometida y lúcida, donde la crítica
sible, la realidad, sino que produce una nueva verdad que en el contaba con lectores cómplices que decodificaban exactamente
antiguo orden de existencia se hubiera considerado a lo sumo las letales palabras que habían sido codificadas en el texto. Esto
una verdad impura, una verdad mentirosa, o como lo llamamos no funciona más: la recepción de la crítica depende de variables
nosotros, un fraude (ni verdad ni mentira).29 que escapan a la crítica, como la cantidad de “amigos” online o
La crítica cultural tiene por delante una tarea compleja, la cantidad de influencia offline que se contabilizan en la apli-
ya que no está capacitada para comprender el mundo actual cación por la que se difunde. La sociedad de masas consumada
en el que el libro funciona como monumento de un pasado o sociedad postespectacular cumple de alguna manera con los
sobrestimado (lo que recordamos del pasado en el que se leía sueños de esa crítica que ahora no tolera lo que se gestó. Como
cada vez más se parece a lo que las películas románticas y los el psicoanálisis ya nos enseñó, los deseos que se cumplen, se
medios de masas nos exhiben de él; lo mismo sucede con otras cumplen tal cual se los desea. La crítica cultural que ayer alenta-
prácticas y afectos). La crítica no soporta un ser que tiene el ba la multiplicación de vínculos comunicativos e informativos,
poder de transmutar todos los valores en juicios positivos, en y por lo tanto un mundo interconectado y transparente que des-
tronara la estructura mediática broadcasting y la concentración
de la información, hoy se alarma por —y denuncia— esa trans-
29 
Esta contradicción o ambigüedad constitutiva propia de la verdad la desarrollamos
en Fraude. La experiencia de la verdad en la época de la reproductibilidad me-
parencia e hipervinculación. Sordamente se burla de los que en-
diática, Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2016. Con respecto a la independización de la contramos en el multimedio nuestra tierra prometida. Confía en
RV me gustaría citar unas palabras de Pierre Bourdieu, porque él intuía que este proceso
mitos que hasta ayer defenestraba. Está en problemas.
era inevitable, pero se lo adjudicaba erróneamente a la vida social: “La evolución de las
sociedades tiende a hacer aparecer universos (que yo llamo campos) con leyes propias, Por ejemplo, el famoso mito de la transparencia mediática,
autónomos […] Tenemos así unos universos sociales regidos por una ley fundamental, de la neutralidad de su mediación, que se encabalga en la mo-
un nomos independiente del de los demás universos, que son auto-nomos, que valoran
lo que en ellos se hace, los envites que en ellos hay en juego, según unos principios y cri- derna Teoría de la Sospecha, donde cada signo que se expone
terios irreductibles a los de los demás universos”. Todos esos universos sociales hoy hay remite a otro que se sustrae.30 Seguimos viviendo en la creen-
que someterlos a un proceso de subdivisión en por lo menos dos grandes realidades. Por
ejemplo: hay un universo o campo erótico o sexual en la RR y hay un universo o campo
erótico o sexual en la RV. No es que uno y otro no mantengan entre sí vínculos o incluso
determinaciones, pero cada vez se vuelve más difícil negar esta diferencia ontológica. 30 
El espacio mediático como superficie que oculta, aunque exhiba, otro espacio
146 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 147

cia de que la apariencia oculta una esencia, que lo profundo es ca, nuestro pasado en el que fuimos formados y en el que el li-
más elaborado que lo superficial, y que en el fondo los seres bro de papel funcionaba como el monomedio hegemónico para
humanos somos lo contrario de lo que decimos que somos. La la transmisión cultural. Incluso hoy el libro sigue cumpliendo
información “sospechosa” que cada tanto se libera de que a la ese rol, aunque parezca imposible. Si algo de lo que hacemos en
larga no habrá manera de detener la liberación de la informa- ese momento se parece a lo que usualmente entendemos por
ción, como les gusta repetir a los militantes del software libre lectura (que el ojo persiga una tras otras las letras para organi-
(y que además puede ser cierto), más que refutar la sospecha zar sílabas, palabras, oraciones, párrafos, textos y finalmente
colabora con ella, pues la liberación de cualquier signo o clic significaciones), eso significa que es lógicamente atribuible al
revela el ocultamiento como el estado normal de su existencia. cyborg rasgos distorsionados que en la RR ayudan a definir al
De su existencia… porque la información existe, nace, crece, ser humano. El sexo y los afectos constituyen los rasgos cen-
prolifera, se comercializa, adelgaza y finalmente desaparece. trales en estas definiciones. ¿O acaso el cyborg no tiene sexo?
Para el emisor algorítmico cada reacción es el efecto de un sig- ¿O no tiene afecto, ni afecta ni es afectado por nada? Hay que
no o una excitación, y nada más. Culturalmente a ese emisor cuidarse de no repetir con el cyborg el mismo error que la cien-
críticas tan exactas como las que elaboran algunos analistas cia clásica practicó con el Hombre. El sexo, el placer, el goce,
lograrían desactivarlo si a él le importara aunque sea un poco la excitación, los afectos, la satisfacción y la frustración deben
esa información. No es que no le importa, no la comprende. No ser repensados desde cero, sin prejuicios pero principalmente
tiene la capacidad de comprenderla. En su multiverso binario sin ilusiones.
simplemente las cosas funcionan o no funcionan, “Me gustan”.
Esta modalidad de comportamiento, que es el modo estándar
de vincularse en la RV, se está proyectando sobre la RR y orga- II
nizando nuevos tipos de comportamientos, que creemos que
entendemos porque desde la RR proyectamos sobre ellos todo Hace ya décadas que se viene repitiendo que nuestra cultura
nuestro bagaje humanista, nuestra cosmovisión antropocéntri- es una cultura del presente, del disfrute del presente, a dife-
rencia de la cultura de la Época Moderna que era una cultura
del futuro, una cultura en la que se postergaba el goce del pre-
submediático, en el decir de Boris Groys. La filosofía proclamada por Facebook sintetiza sente por los beneficios (materiales o simbólicos) que se iban
el espíritu de la vida online. Sus Principios comienzan con estas palabras: “Estamos a conseguir en el mañana. La cultura del ahorro, el ascetismo
construyendo Facebook para lograr un mundo más abierto y transparente, con lo que
consideramos que se alcanzará un mayor entendimiento y conexión. Facebook promue-
y la racionalidad instrumental. Esa cultura conoció su fin hace
ve la sinceridad y la transparencia ofreciendo a los individuos un mayor poder para com- medio siglo, más o menos, cuando apareció la moda retro. El
partir y conectarse”. A lo largo de esta década Facebook conoció denuncias de peso que retro nos acostumbró a concebir cualquier pasado como un po-
desmienten esta retórica publicitaria para los usuarios, y que se cuida bien de no cumplir
tencial presente, una potencia que lo único que necesita para
cuando se trata de sus intereses económicos y de su acumulación y manipulación de
datos. Este tipo de crítica nos parece irrelevante al lado del cambio radical en el gusto y conseguir tal cosa es ponerse de moda. El futuro, para nues-
los deseos llevados a cabo por los algoritmos que alimentan la vida online. tro imaginario, se volvió tan lejano y extraño como el pasado,
148 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 149

aunque los libros de historia se multipliquen, la divulgación dad de la crítica se confunde con el comentario repetido ma-
histórica sea un género masivo y el hecho más ínfimo se vuel- chaconamente por todos los medios disponibles. La sociedad
va un objeto histórico. A pesar de todo este conocimiento his- de masas es la sociedad individualista e híper informada, ávi-
tórico, el legado del pasado se volatiliza. El único tiempo que da de experiencias cada vez más nuevas e “intensas” para ser
vale, el único tiempo que tiene sentido, es el presente. Sobre registradas y “compartidas”. Lo que se llama comunicación e
este presente sobrevalorado actúa la RV. ¿Cómo? Volviéndolo información es el engrosamiento permanente de los datos de
en el acto pasado. Como afirma uno de los personajes de Peter una base informativa cuya potencia de archivo es casi infinita
Capusotto: el problema es que cualquier maldita esperanza del (sólo requiere que haya electricidad, como ya dijimos). Ya no
futuro se va a cumplir en este puto presente de frustración y en- intercambiamos palabras o enunciados, repetimos siglas cuyo
gaño. Los recuerdos se volvieron signos que son contemporá- significado no sólo olvidamos sino que no nos importa. Y sin
neos a los hechos que recuerdan, o incluso anteriores: volver al embargo decodificamos sin ningún problema, de manera origi-
futuro del pasado. Por eso fotografiamos la comida que vamos nal y automática, lo que nos tratan de comunicar. Ya no son la
a comer en ese restó tan singular: creemos que lo hacemos para semiología o la ciencia de los lenguajes las encargadas de estu-
“inmortalizar” el momento, o para “compartirlo” en las redes diar este nuevo estatuto de los signos que se organizan en la RV,
sociales, pero en verdad lo que sucede es que ya vivimos toda sino la pornología, una nueva disciplina en la que los signos y
esa escena como un recuerdo. Como un déjà vu. Un recuerdo sus referentes constituyen las dos caras de un mismo fenóme-
que está sucediendo ahora por primera vez. La sorpresa debe no, donde estudiar los signos significa lo mismo que investigar
anunciarse con exactitud. Cada vez confiamos más ciegamen- el referente. En principio ese referente es el sexo. La pornolo-
te en las imágenes. Cada vez nos gustan más casualmente las gía es la ciencia de un tipo muy específico de sexo y de afectos;
series. Cada vez nos complace más que las cosas ocurran si- investiga, de hecho, el sexo sin afecto, el sexo puro, mecánico,
guiendo patrones de comportamiento previsibles, calculables, instrumental propio de la era multimediática de la RV. El sexo
mecánicos (aunque nos cansemos de repetir a los cuatro vien- hecho de signos, señales y símbolos. Porno ya no remite a su
tos que nos vuelve locos la improvisación y el amor pasional). significado etimológico (ni siquiera lo hace cuando va acompa-
La crítica actúa sobre esta sociedad de tiempos trastocados: ñado del sufijo –grafía, de hecho), sino a una lógica de vincu-
el pasado es futuro (retro); el futuro ya llegó; el presente debe lación afectiva muy específica caracterizada por un afecto sin
ser el momento más pleno, más feliz, más vital de todos los afecto, una novedad tautológica, una satisfacción frustrante,
presentes que conocemos y que conoceremos. Una contradic- un significado insignificante y excitante. La pornología no es
ción. Una contradicción en cuya resolución tenemos puestas una disciplina científica que estudiaría la pornografía, sus efec-
nuestras esperanzas. tos y su estructura; sino una ciencia que investigaría la lógica
La potencia de la crítica no depende ahora del valor de ver- de vinculación que urde la sociedad de masas. En esta etapa
dad de lo que descubra, que la ubicaría en una dimensión de evolutiva de la sociedad, vinculación y ser deben usarse como
eternidad (aunque sea una eternidad históricamente fechada); sinónimos.
depende del agente de prensa y difusión que se consiga: la ver-
150 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 151

III tán a nuestra disposición y bajo el poder de nuestra voluntad


para cumplir su función sin distorsionar lo que transmiten. La
La estructura dualista: ser/nada, esencia/apariencia, ver- ilusión antropocéntrica.
dad/mentira, significante/significado, resulta por lo menos su- Esta ilusión, mantenida incluso por filósofos que trataban
perficial para comprender los fenómenos que caracterizan a de revelar su engañifa (filósofos que incluso la demolieron),
nuestra sociedad híperconectada. La mediación, el poder del concibe al cuerpo como un objeto, el objeto de un sujeto fun-
medio de intervenir sobre la esencia y la apariencia de cual- dado en el yo pienso cartesiano. Maurice Merleau-Ponty, por
quier objeto, transforma las diferencias dicotómicas en por ejemplo, llegó a la conclusión de que había que abandonar el
lo menos figuras triádicas, donde la / funcionaría como una concepto de cuerpo para comprender en su ambigüedad cons-
membrana o una interfaz por medio de la cual el ser y la nada, titutiva a ese atado de carne, nervios y afectos que es nuestro
el significado y lo (in)significante, la esencia y la apariencia se cuerpo —Heidegger ni siquiera lo nombra de esta manera: al
con-fundirían hasta indistinguirse. El sentido común, que vive hombre lo llama Dasein y al “cuerpo”, Stimmung (“estado de
en medio de esta indistinción, sigue sin embargo estructurado ánimo”). Merleau-Ponty decía que si hablamos del cuerpo es
por la dicotomía metafísica. Confía todavía que la verdad es indefectible que terminemos objetivándolo, aunque sea incons-
enunciable y claramente distinta de la mentira o las ilusiones; cientemente, como si la trampa que inventó la Época Moderna
que el ser es diferente de la apariencia, que las apariencias en- sobreviviera a sus propias resoluciones. Ese cuerpo objeto, in-
gañan, etc. Lo que nos interesa remarcar de esta herencia es el cluso ese cuerpo postobjetivo que modeló la filosofía a lo largo
lugar que se le adjudica al medio. El medio (½) como la barra del siglo XX, seguía siendo una propiedad diferente al yo que lo
(/) cumplirían en esta estructura una función neutral e inmate- definía: mi cuerpo. Ahora bien, al final del bucle emprendido
rial: una “ventana” transparente, como lo planteó Alberti en su sobre nuestra corporalidad y nuestra identidad, cuando la libe-
Tratado de la pintura, y del que Magritte tanto provecho sa- ración de la información convirtió a cualquier parte del cuerpo
caría cuando la representación ingresara en su crisis terminal. en un banco de datos, el cuerpo termina concibiéndose como
En un principio, el medio remitía a lo que el sentido común un medio, no un medio entre el mundo y nosotros (yo pienso),
entiende que es un medio: la tela y los oleos en la pintura; las o entre el referente y la conciencia que lo codifica y le otorga
lentes, la cámara, los rollos fílmicos en el cine y la fotografía; significado, tal como lo concibió la Época Moderna, sino un
la función de transmisión y la pantalla, los píxeles en la tele- medio (½) más inserto en una vasta red de medios y mediacio-
visión, etc. Llevó su tiempo aceptar que nosotros, los seres nes sin eje ni centro (o cuyo centro se halla en cada uno de sus
humanos, y en especial nuestra corporalidad, también somos nodos). El cuerpo del cyborg es un ½, y este ½ tiene un sexo. El
un medio que transmite, procesa, crea, codifica y decodifica sexo del cyborg es porno. Pero el porno no es sólo una manera
permanentemente información; de hecho, como acabamos de de practicar el sexo o de representarlo, es más vasto que esto:
afirmar, aún hoy en día somos refractarios a esta idea: nos em- el sexo porno da cuenta de un modo específico de vincularnos,
pecinamos en creer que somos el origen y el destino de toda la un vínculo sin afecto, un vínculo marcado por el æfecto o el
información que circula por el universo, y que los medios es- afecto registrado (a®).
152 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 153

El fondo sobre el que se recorta este vínculo es (todavía)


la RR. El E y el R son sujetos conscientes, voluntariosos, in-
tencionales, interesados, inteligentes, sutiles, en fin: humanos
con más o menos poder. La materia o RR se presenta como
una representación: la lejanía entre el objeto y el espectador
es irreductible, aunque se lo consuma como si no hubiera dis-
tancia, como si el acceso al objeto fuera próximo e inmediato.
La pornografía daría cuenta de esta confusión. Lo que vemos
allí es real, refiera o remita a una RR, con cuerpos más o menos
lubricados que se insertan en otros cuerpos como si de piezas
de una máquina se tratara; pero a la vez “sabemos” que eso que
vemos no remite más que a las fantasías que los usuarios o te-
lespectadores proyectamos sobre lo que vemos. Lo que vemos
es un signo y a la vez es el referente, no un signo que remite a sí
mismo (giro al que la literatura nos tiene muy acostumbrados),
sino unas nuevas categorías de signo y de referente donde ya
no habría diferencias entre ellos. Estamos en la RV.
El analista, con un mínimo esfuerzo intelectual, descula que
el objeto al que se accede por la mediación de una cámara/pan-
Pintura sobre muro en cambiador de baño termal: Pompeya (c. 79 a.C.)
talla es el signo de un objeto y no un objeto en el sentido común
del término, un signo que al presentarse como transparente e
insignificante nos hace creer que es el objeto al que está remi-
tiendo. Este signo transparente e in-significante es en verdad
IV denso y sobredeterminado. Creemos que ese signo es legible
o perceptible de manera natural o automática, y que como en
Cuando el medio se aprovecha de la ilusión antropocéntrica cualquier otro proceso hermenéutico, se presta para donar sig-
la fórmula clásica para conceptualizar la comunicación es: nificados incalculables. No es así, pues la corporalidad del es-
pectador, o mejor dicho su implicancia emocional, su ½, cons-
E  codificación  mensaje  decodificación  R tituyen el fundamento del significado de este signo mediático,
como si la pantalla fuera el emisor, la causa y el significante;
a lo sumo acompañado por un y nuestro cuerpo fuera el perceptor, el efecto y el significado.
Nuestro cuerpo, es decir, las reacciones emocionales de
 (feedback)  nuestra corporalidad, nuestra afectividad, nuestra sensibili-
154 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 155

dad, nuestra sexualidad, instituye la significación del signifi- real), y habría un OV (objeto virtual) y un SV (sujeto virtual).
cante que proyecta la pantalla. El vínculo es directo entre el ½ En un punto no muy lejano, ambas dimensiones se con-fun-
cámara/pantalla y el ½ cuerpo, el ½ de nuestras emociones y den. Como plantean los estudios más actuales sobre los me-
afectos. Recordemos una vez más la cita de Bataille en la que dios sociales o digitales, la vida online y la vida offline cada
plantea que lo pornográfico no es un objeto sino una relación vez interactúan de manera más penetrante, intercambiando
entre un objeto y un sujeto (y sería muy pobre a esta altura de o transfiriendo entre sí comportamientos, deseos y capitales
las investigaciones fenomenológicas creer que este “sujeto” es simbólicos y materiales.31 Pero en otros puntos, ambas vidas
una consciencia, y el “objeto” una imagen definida). Así como se diferencian de modo irrevocable: la RV no viene a dispu-
Linda Williams hablaba de un embodied image, de una imagen tarle su hegemonía o su valor a la RR, crea un nuevo valor.
incorporada (un signo hecho carne o ½), para dar cuenta de la Ahora bien, si existe un nodo por donde la transferencia se
importancia del cuerpo del espectador en la constitución del produce de manera intensa, un hecho o una práctica que con-
significado de la imagen pornográfica, así nosotros podríamos funde ambas realidades, ese nodo es el sexo. En una y otra
arriesgar la idea de que el signo mediático (o MSJ; obviamen- dimensión el sexo cumple —según el imaginario social, según
te diferente del signo del texto) no está ni enteramente en la la norma— una función fundamental: representa el Santo Grial
pantalla ni enteramente en el espectador, se halla más bien en
de la postmodernidad, la clave de la vida buena. Ahora bien,
el medio-pantalla y en el medio-cuerpo (sensibilidad, emoción,
tanto en una como en otra dimensión hay un elemento que se
afecto, sexo), como si este signo se conectara de medio a me-
comparte: no se tiene sexo con un pedazo de carne. Incluso
dio (½ - ½), sin mediación representacional. De aquí que la pre-
cuando en términos estrictos únicamente se tiene sexo con un
sencia de este objeto, un signo carnal, sea sin-presentación, o
pedazo de carne que desprende un olor y un lubricante para tal
como también lo llamamos: in-significante. No sólo el medio
fin, no toleraríamos reducir el sexo a esa realidad material. Se
(½) no es transparente, entonces, sino que con su poder mediá-
tiene siempre sexo con otra cosa: un recuerdo, una fantasía,
tico transforma indefectible y materialmente aquello que está
mediando, pues de hecho forma parte de su estructura de signi- una patología, una neurosis, un ser del que se está enamorado
ficación elemental. Afecta al objeto y también afecta al sujeto, y que difiere brutalmente del que uno tiene debajo o encima de
si es que mantenemos todavía esta estructura dual o dicotómi- sí al tener sexo. Una de las críticas usuales y no muy reflexiona-
ca de pensamiento. das a la pornografía la responsabiliza de acabar con la fantasía,
un ingrediente fundamental en la sexualidad humana (conver-

V 31 
No hay en juego una lógica inflexible, en el sentido de que cada usuario o televi-
dente se ve obligado a negociar con ella un uso y un tipo de apropiación singular. Y sin
Objeto y sujeto se inscriben en por lo menos dos dimen- embargo no deja de ser sobredeterminante: de un modo u otro, de manera natural, el
usuario termina comportándose del modo en que la plataforma o programa codificó su
siones ontológicas complementarias o simultáneas, a las que respuesta o reacción, incluso cuando esta reacción, “interacción” o “participación” del
llamamos RR y RV. Habría sí un OR (objeto real) y un SR (sujeto usuario sea imprevisible, incalculable, “espontánea”.
156 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O SER CYBORG 157

tir a ese pedazo de carne en un objeto deseado y deseante); pronta, un poco real, un poco sobredimensionada, de que los
tal vez lo haga… pero en todo caso, si lo hace, lo hace con una medios digitales permitían una interacción y una participación
sobreexposición de fantasías de tal magnitud que finalmente la de los teleusuarios que para los medios tradicionales, estructu-
única manera que encontramos de fantasear con la sexualidad ralmente fundados en la unidireccionalidad de la transmisión,
sea recurriendo a ella —a otras personas les gustan las esce- era imposible. Como el lector ya imaginará, nosotros creemos
nas románticas con velitas y elipsis, pero el efecto, la función- que en realidad entre un medio y otro cambió la modalidad de
efecto es la misma. Para repetirlo desde una perspectiva más ejercer el poder. Si el poder nunca fue sólo sometimiento y pro-
psicoanalítica: la pornografía, más que acabar con la fantasía, hibición, sino también resistencia y creación de posiciones de
la cumple, pero la cumple tal como esta fantasía escópica fue sujeto, esta nueva concepción del poder calza como un guan-
deseada y fantaseada. Como todo deseo cumplido, se cumple te en los medios digitales, que en buena medida requieren de
de manera siniestra. la colaboración de sus usuarios para reproducirse o crecer. El
El multiverso de la RV concreta en la superficie mediática medio encarna un deseo social. De interpretar este deseo se en-
carga la pornología (algunos autores, como Debray, por ejem-
la fantasía irrevelable que proyecta el ½. Porque el ½ desea.32
plo, hablan de una mediología; para nosotros ambos términos
¿Qué desea? Desea lo que proyectan sus usuarios o televiden-
podrían tomarse como sinónimos: el porno, mal que nos pese,
tes. Desde que existen investigaciones en comunicación social
es la esencia del medio, y el medio, la esencia del porno —no
la tensión entre el medio y sus usuarios no dejó de estar pre-
hay porno sin mediación).
sente. Para alguna teoría ya vetusta, los medios determinan de
Nuestra sociedad, que presume de “decirlo todo”, de
manera hipodérmica a sus teleusuarios: los televidentes son
“exhibirlo todo”, que cree que “todo puede y debe ser dicho,
víctimas de esta omnipotencia mediática. En el otro extremo,
mostrado, explicitado”; que cree fervientemente que todos
algún francés enclaustrado les otorga a los telespectadores un y todas tenemos derecho a nuestra cuota sin intereses de
poder táctico que desbarata la estrategia de alienación progra- felicidad, a ser y actuar de manera autónoma, a que se cumplan
mada por el medio. Entre una y otra postura, cientos de hipó- nuestros sueños, “inventó” un sujeto que es a la vez un objeto,
tesis, perspectivas intermedias y mediaciones. Lo que quere- un suobjeto que in-corpora la codificación mediática hasta que
mos decir es que el problema de la determinación o sobrede- se con-funde con su estructura afectiva y sensible, y que a la
terminación entre el aparato y sus usuarios siempre atraviesa vez transforma esa codificación a partir de sus interacciones y
la reflexión sobre los medios. También lo hace, por supuesto, cliqueos. A ese ser nosotros lo llamamos cyborg. El cyborg no es
en las que abordan los medios de vinculación o conexión di- una esperanza —como lo era para Haraway y sus seguidorxs—
gitales. Porque justamente estos medios nacieron bajo la im- pero tampoco una fatalidad —como lo interpretan los
humanistas que tanto temen la desaparición de ese ente llamado
hombre—: es un hecho. No tiene otra sustancia que ese hecho.
32 
Esta categoría es un aporte de Mauro Greco a la “teoría del porno” que venimos de-
sarrollando durante los últimos años en nuestro grupo de investigación. Es un concepto
Y ese hecho no es otra cosa que una relación, comunicación o
que dará mucho para pensar. vinculación social.
158 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O

La exhibición del yo que habilitarían los medios digitales de REGISTRO


masas, con sus plataformas interactivas y sus programas par-
ticipativos (Facebook, Instagram, etc.), lo que muestra son los
síntomas de una sociedad o una clase social que tiene muchas
dificultades para poder expresar y mostrar sus emociones, para
lograr tramitar sus afectos y gozar de sus satisfacciones, que
logró convertir la materia y el espíritu en información, pero en
un tipo de información que desbordó su capacidad de interpre-
tación (de hecho, tampoco somos capaces de diferenciar entre
lo que creemos que deseamos, lo que nos decimos a nosotros
mismos que deseamos y el deseo real). Ella sabe pero no acep-
ta que sus goces y sus deseos provengan de los algoritmos que
produjeron sus propias reacciones emocionales, que a su vez
responden de manera más o menos automática a las variables
El periodismo y la sociología, la mediología y el psicoaná-
puestas en juego para conseguir un comportamiento espontá-
lisis coinciden en que nuestra sociedad pornográfica está an-
neamente estándar. Ingresamos por este umbral a la dimensión
mediática del ½, a su MSJ más allá de todos los mensajes del siosa por exhibirse. Libros, ponencias, informes, papers, miles
texto. Es eso lo que constituye el elemento de la RV —a este de horas filmadas reflexionando y repitiendo lo mismo. Pue-
MSJ también lo denominaremos información. En el plano del de ser. Quiénes somos nosotros para refutar tamaño cemento
contenido del texto, la tensión se da entre aquello que se insi- ideológico. Y además, tratando de pensar el porno. Lo cierto es
núa (lo virtual) y aquello que se dice o muestra (entre la forma que si se recorren las redes sociales y se mira con una mínima
de decirlo y aquello que efectivamente se dice: lo virtual como atención lo que se expone, lo primero que llama la atención es
posibilidad no realizada de lo real); en el plano del ½, la ten- la semejanza de todo lo que se expone como diferente. En el
sión se da entre el texto y el medio que lo soporta, entre las nivel del contenido de esos discursos, en lo que mostramos, se
imágenes y las pantallas. La RV evidencia que estas tensiones pone en evidencia que elegimos con mucho cuidado qué que-
existen y son connaturales de los textos, pero que ahora hay remos mostrar. Y por lo tanto ¡qué no vamos a mostrar! Las
que agregar un nuevo vínculo, una nueva tensión, en la que la opciones se vuelven limitadas. No exhibimos cualquier cosa.
virtualidad es un dato, una efectividad y no sólo una posibilidad En la enorme mayoría de los casos, exhibimos nuestros ins-
de lo real. La RR y la RV son dos realidades ontológicamente tantes festivos y alegres. La tristeza, la desazón y la angustia
autónomas e interdependientes. En su intersección se “realiza” sólo caben en la medida en que sus efectos sean compartidos,
o materializa, se consuma o crea, el ser cyborg. para buscar aliento y apoyo, o para recalentar la indignación.
Pocas cosas traumáticas que nos dejan sin aliento y quebrados
encontraremos en la RV, y las encontramos fuera de lugar. Y
160 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O REGISTRO 161

no está ni bien ni mal que sea así, pues finalmente todas estas embozadamente por cualquier medio de masas. El peligro que
aplicaciones fueron inventadas, programadas e implementadas comporta un signo porno se reduce a un par de tópicos: la adic-
con un objetivo. Más que exponer nuestra intimidad, lo que pa- ción que generaría, y que no afecte a niños y adolescentes (el
reciera que buscamos con “nuestra exhibición” es registrarlo imaginario social ya no se preocupa por las mujeres, más bien
todo, grabar y dejar constancia de que esto que vivimos existió al contrario: éstas vienen tratando de encontrar su signo por-
y tuvo un valor, y si es posible apropiarnos de esa experiencia no como “los hombres” habríamos encontrado el nuestro). Por
como si de una marca se tratara. Aquí se encuentra en acción otro lado, como ya sabemos, los daguerrotipos, las imágenes
el MSJ del ½. A la larga no sólo no habrá acto comunicativo estereoscópicas, los cortos mudos y las películas anteriores a
o espontaneidad sino tampoco afecto sentido, auténtico dolor la era de la producción industrial tenían una circulación fantas-
o deseo “inconsciente” que no vengan con su logo de registro mática, ilegal, lo que acrecentaba seguramente el entusiasmo
(®): te amo mucho®, , o feliz aniversario®. En realidad no de su consumo: al lado de lo que se expone hoy, aquel registro
deseamos exhibirnos, deseamos permanecer… cuando todo se nos parece paleomediático, artesanal y franco. Nadie tenía que
esfuma tan rápidamente. Deseamos que nos deseen, nos ala- fingir el gozo en esas escenas. La ilegalidad del género, a la vez,
ben, nos voten y nos quieran. Antes que exhibirse nuestra so- trazaba una diferencia de clase y de género: si bien siempre fue
ciedad pretende registrarse. un género de masas, las masas no accedían a él. No lo hacían
En esta línea, el texto pornográfico de nuevo viene en nues- ni los pobres, ni las mujeres ni los niños, y tampoco cualquier
tro auxilio. Por un lado es cierto que en la pornografía parecie- hombre. Consumir pornografía instauraba una distinción. Ayer
ra no haber nada que se salve de su exhibición. Pero tampoco y hoy. Sólo que esa distinción no significa lo mismo siempre. No
en ella se exhibe todo, todo el tiempo, ni se consume cualquier queremos cerrar en un significado lo que significaba consumir
cosa. Se exhibe lo que fue previamente pactado antes de ser pornografía a mediados del siglo XX, o qué significa a comien-
actuado y filmado; y se consume el signo que se está buscan- zos del siglo XXI, pues no es el tema que tratamos de reflexio-
do. Este dato jurídico es casi una obviedad. Pero recordemos nar en este trabajo. Dimos un par de pistas ya: que antes se mi-
que en la pornografía lo importante no es la exposición por la raba pornografía en lugares preponderantemente masculinos y
exposición sino que lo que se exponga esté de alguna manera sociales y hoy se lo hace en el espacio y el tiempo más íntimo
catalogado, es decir registrado, pues es el modo más probable y solitario; que hoy se confiesa su consumo mientras que ayer
de conseguir su objetivo. Más importante que lo que se exhibe exponerse al porno cargaba con un estigma social; que ayer es-
en la pornografía es lo que se consume. No hay en la porno- taba prohibido y hoy se accede con un par de clics en el mouse.
grafía ni una escena tan extravagante o vanguardista que no La multiplicación de los subgéneros también da cuenta de esta
sea ubicable en alguno de sus innumerables subgéneros. No lo transformación. La pornografía no sólo es consustancial al ca-
sabemos, pero quizás esto haya colaborado en la domestica- pitalismo como sistema abstracto de dominación. Es consus-
ción de la pornografía, en que haya dejado de ser una práctica tancial al momento histórico y tecnológico de evolución del
prohibida o transgresora, y se convierta en un entretenimiento capitalismo. Y a su clase hegemónica, la que negocia los gustos
constante cuyo consumo puede confesarse más o menos des- e impone las modas. Hasta la clase social económicamente más
162 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O REGISTRO 163

pudiente compra ofertas de lujo de fin de temporada, y se ale- legalización siempre neutraliza el halo “maldito” de los signos
gra de conseguir un dispositivo gratuito para conectarse. y las prácticas. Fue el momento en el que las masas por fin ac-
Si bien la pornografía es un género de masas semejante a cedieron a ver “sexo”, el flash del “destape” y de la producción
otros como la ciencia ficción, el policial negro o la historieta (es industrial de textos pornográficos.33 Se vivió como conquista
decir, géneros que en la época del capitalismo pujante el campo y libertad lo que fue necesidad e imposición. La liberación del
literario consideraba menores o despreciables), su consumo, signo era el resultado de una sociedad que había alfabetizado
como acabamos de decir, no era inmediatamente accesible a a casi la totalidad de su población, y que necesitaba canalizar
las masas; el acceso a su consumo requería cierta capacidad de alguna manera su potencia sexual. Ya que no lo podía ha-
para decodificar el entorno, cosa que a las masas no les intere- cer en los hechos, lo hacía por intermedio de sus signos, de
sa, ya que ellas son el entorno y el afuera de sí mismas. Por lo esos signos que si bien no son los hechos, son sí los que mejor
tanto, la pornografía era el menor o más despreciable género los “representan”. Se inventaron rituales y se acondicionaron
de los géneros despreciados de la cultura de masas. Como tam- espacios para su consumo, aunque aún había que sobrellevar
bién ya dijimos, lo sigue siendo incluso hoy, cuando la toleran- ciertas reprimendas y admoniciones sociales para acceder al
cia postmoderna la convirtió en objeto de los Porno Studies. texto, incluso en la era de los videoclubs, cuando era necesario
Por supuesto que esta especie de acaparamiento por parte de acuclillarse en un rincón lleno de pelusa para alcanzar lo que
la cultura oficial y académica, entre las que quizás el presente se deseaba ver (la mínima reprimenda social como para que no
ensayo ocupará un lugar, ni dignifica al género ni nos ayudará a pierda del todo su interés, por otro lado). Pero qué infinitamen-
comprenderlo, más bien al contrario, lo vuelve algo sofisticado te tedioso e insoportable se nos hacen ahora estos rituales en
y diferente de lo que es en realidad, es decir de lo que es para cuanto lo comparamos con el delivery del porno virtual. Sólo
las masas. Para las masas la pornografía es un signo sobresatu- se podía consumir una película por vez (una película significa
rado de información obvia, información registrada (I® o a®). una única fantasía). La digitalización cultural que acarrearon
Si un usuario se propusiera arribar con otro usuario al más alto los inventos tecnológicos de fines de siglo XX redujo a un solo
grado de intercambio de información inútil jamás imaginado, gesto la posibilidad de cambiar de perversión. El porno propia-
elegiría la pornografía como texto a intercambiar: la redundan-
mente dicho comienza con el código digital, que en la instancia
cia alcanzaría un grado de saturación tal que se tornaría explo-
de producción simplifica y perfecciona aún más sus requeri-
siva, y liberaría un caudal de información que ni nuestra morfo-
mientos formales: introducción-nudo-desenlace en un tiempo
logía mediática ni nuestra fisiología maquínica serían capaces
acelerado de exposición (que a su vez no deja de acelerarse y
de registrar, recibir, codificar, procesar, incorporar y por último
representar. Sólo se consumiría. No exigiría más que abrirnos
a su consumo. 33 
Muchos libros relatan la historia de este destape. Recomiendo una obra facsimi-
Cuando la pornografía se aceptó legalmente, se la arrinconó lar que en la década del ochenta se vendía en Argentina en los kioscos de diarios: El
erotismo en el cine (40 fascículos), pues allí se muestra cómo el desnudo y hasta el
en espacios públicos especiales (a los que se le irían agregando sexo explícito recorrió toda la imaginería cinematográfica y transgredió los más férreos
X como un método para catalogar la vergüenza y el oprobio). La censores.
164 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O REGISTRO 165

reducirse); y que en la instancia de recepción supone la priva- el texto porno abandona “el mundo demasiado limitado de
tización extrema de su consumo, cambiando radicalmente los las imágenes fijas por el de las animadas” o producidas, como
rituales de acceso y satisfacción. Como aseguró el actor porno sostiene Folscheid. Folscheid realiza esta comparación cuando
Tim Connelly: “hoy no es posible pensar en el porno sin pensar investiga el pasaje de la pantalla a la inmersión virtual. Tiene
en el fast-forward”. mucha confianza en ello. Para nosotros este tipo de análisis es
En su libro Sexe mécanique. La crise contemporaine de la un error, ya que no sólo la inmersión está aún por comprobarse,
sexualité, Dominique Folscheid plantea que “La pornografía es
sino que la virtualidad propiamente dicha no exige “inmersión”
una buena y vieja cosa, [mientras que] el porno es moderno”
alguna para concretarse; en todo caso exige transferencia
[o postmoderno, corregiríamos nosotros]. Frente al porno de
(no identificación).34 Repitámoslo: no es la exhibición sino el
la era digital o virtual, la pornografía aparece como un texto
inocente y reivindicable. Folscheid no es el único ni el primero registro lo predominante. El problema radica en que cuando
en realizar tal simplificación. Cada etapa del dispositivo imaginamos el futuro en general y el futuro de la sexualidad
audiovisual (½) se comunica de diversas maneras con su
entorno histórico: el vestuario o la fisonomía de los personajes, 34 
Si bien no creemos en los tecnicismos, en este caso vale la pena detenernos y acla-
por ejemplo, o incluso la manera de desarrollar el acto sexual, rar qué tratamos de decir con esta aclaración en un pie de página. Hace al núcleo de
y siempre la “última novedad” del dispositivo se recibe con la nuestras tesis, además. Los análisis de la pornografía suelen plantear que existe un pro-
ceso de identificación del consumidor con los personajes que ve actuar en la pantalla.
misma “alegría” (ahora sí nos comunicamos mejor) y el mismo Este tipo de análisis es demasiado empírico y falaz. A mediados de los años setenta
rechazo: antes nos preguntábamos cuántos minutos podía Barthélemy Amengual, en un ensayo titulado “Del cine porno como redención de la
pasar un niño frente a la televisión; hoy queremos regular la realidad física”, sostenía que “Salvo excepciones, la identificación del espectador no se
hace con los personajes ni con las situaciones, sino con el objetivo: no con el cineasta en
cantidad de días sin dormir que pueden estar jugando a la tanto que persona capaz de puntos de vista y de sentimientos propios, sino solamente
Play o mirando porno. Cada dispositivo anuncia un futuro con sus ojos” (en La revolución teórica de la pornografía, Barcelona, Ucronia, 1978.
El subrayado es nuestro). Se justificaría, así, las tomas híper subjetivas que acosan los
promisorio acorde con sus transformaciones: en 146 caracteres spots pornos. En el capítulo: “Identificación, espejo”, de su libro El significante imagi-
se logrará mejor que en cualquier otro formato el shifter nario. Psicoanálisis y cine, Barcelona, Paidós, 2001, el crítico de cine Christian Metz
político que las argumentaciones vuelven tedioso. Y es a la vez agrega un factor para nosotros central, pues “los ojos” con los que se identificaría el te-
lespectador remitirían a una instancia preconsciente o previsual y no humana, remitiría
heredero de una tradición que preparó su arribo: si dispositivos a aquello “invisible” que permite ver lo que se está viendo: la cámara. El espectador se
de registro, vinculación e intercambio de información como identifica con lo que ve en una segunda instancia; la identificación primaria se produce
con lo que no ve, con lo que falta y posibilita la mirada. Metz, tratando de conservar la es-
Instagram o Whatsapp nos resultan tan cómodos y “perfectos” tructura freudiana de análisis, diferencia entre una “identificación primaria” psicológica
es porque nuestra sensibilidad y nuestro deseo de exhibición y otra “identificación primaria cinematográfica”. Este segundo tipo de identificación es
o comunicación ya habían sido entrenados por la televisión, por supuesto la que funciona en la RV, sólo que allí lo psíquico y lo mediático se acopla-
ron, constituyendo una unidad. Nosotros conceptualizamos esta identificación primaria
el intercambio de mails y chats, entre otros dispositivos y ½ s. como una transferencia porque en ella se pone en juego una revivencia o revivificación
Es así, fascinación y rechazo, miedo y entusiasmo van de la psíquica por la cual el telespectador transfiere inconscientemente sus propios senti-
mientos, afectos y deseos hacia la lente. Si bien el dispositivo psicoanalítico se empeña
mano. Ahora bien, esto no nos habilita a suponer que el pasaje en relacionar esta revivificación con recuerdos olvidados de la infancia, a comienzos del
de un dispositivo de exposición de sexo a otro se deba a que siglo XXI no resulta muy descabellado transportar esa revivencia a la máquina o el ½.
166 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O REGISTRO 167

en particular lo hacemos con las herramientas que nos provee superficie de la pantalla, cuerpos desnudos conectados como
el pasado. Nuestro pene como un taladro. Si no entendemos protuberancias y cañerías de lo más insólitas, sino porque ade-
mal el uso de los conceptos, que el “porno sea moderno” más y principalmente cualquier estilización del signo, cualquier
significa que no es indiferente al medio que lo expone: hace intento de velarlo o volverlo “interesante”, hace que el signo se
del medio parte de su mensaje; de la virtualidad digital, su desmaterialice en el aire como una pompa de detergente. Es un
esencia. Si hubo, como hubo, una fuerte resistencia de parte de signo al que resulta muy fácil reaccionar, aunque no tengamos
Hollywood o del campo de la publicidad en aceptar las imágenes idea de qué hacemos, ni de por qué lo hacemos.
producidas digitalmente (a Hollywood le llevó casi una década;
en el campo de la pornografía es un subgénero menor muy
específico), fue porque atentaba contra el imaginario realista
hegemónico, apuntalado como está por el medio audiovisual:
el registro y exhibición de la realidad, de esa realidad anterior
a la cámara y que la cámara se limita a registrar y mostrar, y que
inmortalizaría para siempre. La digitalización arruinaría esta
ilusión. Y junto con ella se irían por la cloaca muchas otras.
No somos los primeros en afirmar que el signo porno es el
más realista de todos los signos posibles. Lo que agregaríamos
es que a la vez constituye el signo más ortogonal a lo que se
considera normalmente “realidad”. Todos entendemos qué es
un signo: una mediación. Sólo que el del porno es un signo
“negado”, un sinsigno transparente recargado de significados
insignificantes y traumáticos. ¿Qué tipo de signo “interpreta-
mos” o vemos cuando vemos cuerpos copulando? Si siempre
accedemos a la realidad por algún tipo de mediación, como
venimos repitiéndolo desde el comienzo del presente trabajo,
la mediación que facilita el porno es por lo menos compleja y
contradictoria, al tiempo que híper simple y obvia: todo está ahí
expuesto. De los signos icónicos el del porno es el más trans-
parente. Quizás el lector espere de parte nuestra que le adjudi-
quemos un significado a ese signo. Ya lo hicimos: es un signo
in-significante. Habría que considerar a la pornografía como el
género y al porno como la lógica más realista (hiperreal) que
somos capaces de alcanzar, no sólo por lo que se proyecta en la Vasija griega (c. 400 a.C.)
168 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O REGISTRO 169

Lo que debe registrar la pornografía es tan básico, tan ele- El dispositivo pornográfico colabora en esta tarea. Por ello
mental, tan antisofisticado, que le facilita la apropiación de es casi imposible que los cortos porno mudos nos exciten, o
cualquier cambio tecnológico. Debe cumplir un conjunto muy incluso que nos excite un gran éxito de la década del seten-
acotado de funciones: debe abaratar los costos y facilitar la ta, si bien siempre se atuvo a unos pocos objetivos básicos:
producción, distribución y consumo de su mercancía sígnica. conseguir que los efectos precodificados que gobiernan toda su
Si aparece un dispositivo que garantiza estas dos cosas, la por- producción exciten al espectador, logrando así la transferencia
nografía y el porno abandonarán prontamente la vieja genera- libidinal que conecta el cuerpo de éste con los signos que con-
ción de aparatos, e incorporarán los nuevos, pues no sienten sume, proyectados por la pantalla: de ½ a ½, con una mediación
hacia ellos ningún tipo de fidelidad. Los aparatos, las cámaras, básicamente material. Para esto inventa una realidad excitante,
los lentes, la cinta, la digitalización, no tienen para ella ningún registrándola y repitiéndola de tal modo que si fuera necesario
valor, salvo uno: que le permita registrar lo más fidedignamente recurriría a códigos extremos que logren que en cada repeti-
posible, del modo más transparente posible, la RR. La RR no ción de lo mismo el signo sea totalmente diferente (o pueda
tiene más significado que su posibilidad de ser registrada por la serlo). Esta es la razón por la que cada nuevo aparato o disposi-
cámara. La RR se limita únicamente a lo que ocurre frente a la tivo de registro, de la fotografía al cine, de la televisión al video,
cámara. No hay más RR que ésa, que a su vez organiza la RV. Lo del Gonzo y la imagen amateur a la webcam, de la digitalización
otro que cualquiera pensaría, que el contexto de la escena, el a la cámara incrustada en la punta del cable que recorrerá mi
cameraman, los muebles o las chicas que esperan a que termine ano, renueve las esperanzas de que ahora sí la imagen no será
la toma para seguir manteniéndole erecto el órgano al actor, intervenida y que lo que expone responde a la realidad y sólo
por ejemplo, no poseen ningún valor ni ninguna existencia. El a la realidad. Que lo que se ve es la realidad. El auténtico rea-
registro y la conexión virtuales o mediatizados constituyen dos lismo de masas tiene como presunción el no creer en nada que
de los elementos fundamentales para comenzar a comprender no pueda registrarse y chequearse en una interfaz, ni siquiera
el orden de existencia que gobierna el despertar del siglo XXI. lo que se vive en carne viva. Hay que subirlo a Facebook y es-
Para que nuestro ser-en-el-mundo tenga un sentido realista o perar las repercusiones. En fin, se sabe desde hace mucho que
naturalista es imprescindible que seamos capaces de imaginar cuando las cámaras se volvieron las máquinas registradoras de
nuestra virtualidad, pues de otro modo, aunque recurramos a la realidad, se volvieron al mismo tiempo los dispositivos legiti-
conceptos sofisticados y abstrusos, sólo nos acercaríamos a un madores de la verdad. La pornografía es la prueba.
tipo de ser que ya no existe, o que existe como postal testimo-
nial de un mundo desaparecido.35
el código de percepción de la realidad como también el de la percepción de la represen-
tación de la realidad. El cambio da cuenta de una decisión política. El realismo pretende
copiar la realidad, no representarla. El código de normalización de un signo, su con-
35 
¿Por qué hablamos de un “sentido realista”? En la Presentación ya esbozamos una vertirlo en signo de la realidad, está sobredeterminado por la representación estándar
definición de lo que entendíamos por realismo. Si nos atuviéramos a una elaboración o hegemónica que tiene una sociedad en una época histórica específica —lo que no
más académica diríamos que el concepto de realismo es relativo y convencional: un sig- significa que de aquí concluyamos que existe una diferencia real entre un signo natural
no rupturista en un momento que en otro momento se vuelve “realista”, ya que cambia (la imagen, supuestamente) y otro convencional (la palabra).
171

VIRTUAL infinitos atributos, pero que a los seres humanos sólo nos estaba
dado conocer dos: el pensamiento y la extensión, así podríamos
imaginar que La Realidad tiene infinitas dimensiones de las cua-
les sólo podemos por ahora acceder a dos: la RV y la RR. De esta
manera la RV tendría su propia ontología, semejante y diferente
a la que tiene la RR. Como también tendría su propia política,
su propia economía, su propia estética, su propia lógica y por
supuesto su propia sexualidad. Todo es tan real allí como en la
otra dimensión de la realidad. Pero es diferente.

LO VIRTUAL. Nos tomamos en serio lo que Gilles Deleuze


sostiene en Diferencia y repetición cuando asegura que “Lo
Para empezar habría que repetir que el porno se origina en virtual posee una realidad plena en tanto que virtual”. Lo
virtual no es real, pero tampoco es irreal, constituye más bien,
una sexualidad virtual, mediatizada, una cyborgización de la no una dimensión de la realidad (RR), sino otra realidad. Otra
sexualidad, una cibersexualidad en términos estrictos. Habría realidad que interconecta e interactúa con lo que llamamos
que aclarar, también, que cuando decimos “en términos estric- la realidad (RR). Algunos pensadores como Roman Gubern
critican el concepto de realidad virtual porque concretaría
tos” no queremos decir que ésa sea su mejor denominación,
una contradicción irresoluble: “una paradoja verbal voluntaria
pues no lo creemos, sino que apelamos a “su significado puro”, a provocativa […] ya que algo no puede ser real y virtual a la
“su sentido (in)trascendental”, tratando de reducir al mínimo no vez” (en Del Bisonte a la realidad virtual. La escena y el
imponible cualquier figuración que remita al sexo real, en el sen- laberinto, Barcelona, Anagrama, 1996). Estas limitaciones
intelectuales son muy graves. No es sólo una ampliación o un
tido del sexo de la RR o tal cual lo imaginamos de manera vulgar. aumento de la RR lo que consigue la RV, ni su suplantación,
También habría que precisar que si hablamos de una sexualidad sino la producción o programación de una nueva dimensión
“virtual” no es porque le adjudiquemos menos valor o menos de realidad que se relaciona y no se relaciona a la vez con
lo que entendemos comúnmente por realidad. Si “antes
“plenitud” que a otras sexualidades que serían “más reales” o girábamos alrededor de las imágenes, ahora vamos a girar
“más plenas”; estamos diciendo que es virtual y que hay que dar- dentro de ellas” nos augura Philippe Quéau. Y agrega: “Al
le valor y significado desde sus propios principios virtuales. La producir en nosotros la ilusión de que podemos entrar en
la imágenes los mundos virtuales invaden nuestra corteza
virtualidad ya no es lo que era en el universo predigital, que se cerebral” (en Lo virtual. Virtudes y vértigos, Buenos Aires,
consideraba algo así como una posibilidad o una potencialidad Paidós, 1999). Ver una hormiga con una lupa de aumento no es
de lo real; es una de las dimensiones de un espacio/tiempo más lo mismo que ver una hormiga que ingresa en un hormiguero
por el que nos deslizamos como si fuera un tobogán. La
vasto que podemos denominar La Realidad. Así como imaginá-
hormiga y el hormiguero son virtuales; nosotros ¿qué somos?
bamos en pleno despegue de la filosofía moderna que Dios tenía
172 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O VIRTUAL 173

es que queda claro, hay que avanzar con cuidado, porque la por-
Somos reales y virtuales al mismo tiempo. Ver de Pierre Lévy:
¿Qué es lo virtual?, Barcelona, Paidós, 1999. F. Guattari
nografía no es a la estética virtual lo que el porno es a la lógica
decía esto de la televisión: “cuando veo televisión, existo en de funcionamiento del ½. Todos deseamos que la pornografía
la intersección 1) de una fascinación perpetua provocada venza por fin a cualquier otra figuración estética en el combate
por las animaciones luminosas de la pantalla rayanas en
por las imágenes que “proyectará” el ½ (ponemos entre comi-
lo hipnótico; 2) de una relación cautiva con el contenido
narrativo del programa, asociado a una consciencia lateral de llas el “proyectará” porque queremos recalcar su ambigüedad o
los eventos que me rodean; 3) de un mundo de fantasmas que doble sentido), pero aún no lo logra. Por otro lado, la diferencia
ocupan mis ensonañaciones. Mis sentimientos de identidad entre una y otra realidad, como entre la pornografía y el porno,
personal se ven empujados así en varias direcciones”. Si
esto dice de la TV, ¡lo que diría de la explosión multimedia
radicaría en el pasaje que lleva del medio (o monomedio) al
que estamos viviendo! Nadie es dueño del código con el que multimedio y a la virtualización de la realidad (RV y ½). Como
decodifica sus percepciones y afectaciones: cada opción de señalamos, el monomedio remite a los medios propios de la Era
decodificación es una opción en el menú de servicio. Que “no
de la Metafísica (Mario Carlón habla de una Era de los Medios
me guste nada” incluso es una opción muy tentadora para la
apatía de masas que redunda cuando las masas seleccionan que duró más o menos doscientos años, y que nosotros llama-
consumir indiscriminadamente. Hasta ahora, de ahí nos mos Época Moderna). Su transformación, la mediamorfosis
precipitábamos al desierto o al abismo; habrá que ver hacia producida, no consiste sólo en pasar la información del código
dónde derivamos en esta era digital. Seguir pensando que lo
digital no intervendrá en nuestra manera de afectar y de ser
analógico al código digital, cambio fundamental, por otro lado.
afectados es como seguir haciendo retratos fotorrealistas con Cambia también la sustancia misma de la información. Y lo hace
la pretensión de vencer a la fotografía como registro fiel de por lo menos por dos motivos. Los dos son bastante evidentes:
la realidad. O es como creer que el código de procesamiento
1) de un orden de la escasez de los recursos informativos y de
de la información afectiva es un invento y un producto de
nuestra decisión soberana. ¡Un absurdo! los medios para expresarlos o mostrarlos se saltó a un orden
de la abundancia y saturación de productos informativos, una
sobreabundancia de “informaciones” materiales e inmateriales
para ser archivadas, y de posibilidades ilimitadas de seguir am-
Cuando decimos como al pasar “su propia estética” esta-
pliando la producción, registro, archivo y consumo de bienes
mos pensando en la pornografía. Pero cuidado, la pornografía
coleccionables. El usuario se ve permanentemente compelido,
no significa aquí sexo virtual, aunque no haya pornografía sin
obligado, exigido a reaccionar a mensajes que le llegan por una
mediación tecnocomunicativa o por alguna interfaz. La porno-
gran diversidad de medios. La “opinión” de cada cual vale por la
grafía no es el sexo de la RV porque no deja de ser un signo cantidad de votos Me Gusta que recibió. Allí encuentra el goce,
que impacta en la RR. No habrá pornografía sin excitación del porque logró perfilar de tal modo a su “lector” o “público” que
receptor, recordémoslo. La pornografía es una forma de media- reacciona exactamente como desea que se le responda.36 Los
tizar los vínculos, no es un vínculo mediatizado, como lo sería
el porno. Por ello nosotros relacionábamos a la pornografía con
la estética y no con la sexualidad. Pero incluso en este caso, si 36 
Los emoticones que introdujo Facebook para materializar o acompañar el Me Gusta
174 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O VIRTUAL 175

medios en general y el medio audiovisual y digital en particu- que no hay nada que no esté hecho para ser exhibido, ni nada
lar son los encargados de convertir lo privado en público o de lo suficientemente repulsivo y detestable como para no tener
crear un nuevo concepto de lo público, que tiene a la RV como derecho a ser registrado (es más, quizás ya no haya nada que en
espacio/tiempo común: el medio de información o de comuni- su mismo hacer, en el proceso de su producción, no ponga en
cación de masas inventa o transforma un hecho en un acon- juego su ser-exhibido).37 Esta transformación es tan radical que
tecimiento o una noticia (como sabe cualquier estudiante de se debe a ella que el porno (no la pornografía) dejará de remitir
alguna carrera de comunicación social o periodismo), y le pro- a un texto literario o audiovisual aislado, para remitir a una
porciona así vida social. En esto consiste uno de sus grandes lógica específica de vínculo sociosexual. Este pasaje de género
éxitos: duplicar la realidad mientras la representa. Pero aquí a lógica daría cuenta de un tipo específico de relación social,
todavía permanecemos en lo que llamamos el mensaje o con- para nosotros, no sabemos si dominante, pero sí en una lucha
tenido de un texto. 2) En la dimensión del ½, a su vez, se pro- signo a signo por ganarse un lugar y una posición entre los ac-
duce el registro. Es lo que denuncia cualquier periodista más o tores de peso. El vínculo porno (o el porno propiamente dicho)
menos avezado sobre la libertad de la que se goza navegando aúna en un mismo gesto lo íntimo con lo público, el espectáculo
en la web. En esta dimensión lo privado incluso se vuelve más con la privacidad, un gesto único que se produce para repetirse
público todavía, porque no hay clic que hagamos o deriva que infinitas veces pero que se vive y se consume como irrepetible,
emprendamos que no trace alguna curva de información que aunque se lo consuma de manera idéntica a muchos otros vín-
luego podría ser recuperada, analizada, perseguida o comercia- culos o a todos los vínculos que se consigan concretar por ese
lizada. Con cada clic vamos escribiendo y registrando nuestra medio. Lo singular en lo común. Lo común como una reunión
autobiografía de nuestro ser virtual. El ½ “controla” la interfaz de individualidades. La frustración en la satisfacción. Y por lo
de nuestro cuerpo cuando logra que reaccione a un estímulo tanto una satisfacción, por lo menos una, en la frustración. La
proyectado en la pantalla. Por esto es importante entender en pornografía tradicional se halla en un extremo de esta lógica
qué radica la diferencia ente porno y pornografía. El porno no vincular, los “amigos” virtuales hechos de “perfiles” en el otro.
remite al contenido de una imagen, remite a la acción del ½ y a Cuando Paul (B) Preciado afirma que “Una representación ad-
la lógica de su funcionamiento. quiere el estatuto de pornográfica cuando pone en marcha el
En el extremo postularíamos una hipótesis improbable: ya devenir público de aquello que se supone privado”, coincide
no habría posibilidad de catalogar un texto como obsceno por-
37 
Esta publicitación o espectacularización de lo privado y hasta de lo íntimo cambió
de modo radical el significado de obscenidad, pues justamente para que hubiera obs-
no son más que nuevos métodos para recolectar información sobre el comportamiento
cenidad se necesitaba que hubiera una realidad que no entraba en escena, un fuera de
y los gustos de sus usuarios, con una interfaz tan o más amable que la anterior. La lucha escena que la obscenidad mostraba, y ya no habría tal cosa. Por otro lado esta definición
entre los usuarios y los productores y propietarios de las plataformas o aplicaciones nos interesa porque va más allá de si hay o no representación sexual. Afecta a algo,
siempre ronda la misma problemática: estos últimos necesitan reducir las opciones para una escena, una práctica, un hecho, que “se supone privado” pero cuya representación
poder estandarizar los datos, mientras que los primeros quieren multiplicar las opciones la hace de inmediato pública y política. Con respecto a esta temática el libro de Paula
para expresarse “libremente”. Sibilia: La intimidad como espectáculo, se volvió un clásico.
176 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O VIRTUAL 177

de alguna manera con lo sustentado por el sentido común, que teórica. La nueva tecnología, o mejor dicho el código digital
encierra al sexo en el secreto de la privacidad,38 y denuncia por (RV), transforma los hechos más anodinos e idiotas en acon-
una red social sentir invadida su privacidad, saberse vigilado, tecimientos mediáticos exhibibles de inmediato y que inme-
rastreado y localizado quizás no todo el tiempo sino cuando diatamente ganarán una respuesta social. Es decir, tienden a
es necesario (si el sentido común conociera de manera clara y y compiten por acaparar la excitación del usuario, como ya lo
distinta cómo se produce la información que uno “representa” hacía cualquier medio tradicional de comunicación. Esta ex-
o “es” en la RV posiblemente se abandonaría el espacio; hay citación se logra combinando dos tipos de experiencias extre-
que ejercer un gran poder de negación para seguir conectado mas: la mayor novedad (un chiste repetido no causa risa) junto
cuando se descubre lo que significa estarlo). La abundancia de con la satisfacción previsible. Aquí habría dos interpretaciones
recursos exige actuar con racionalidad. diferentes. Que ese signo único que es repetido se consigue por
La cita del “Sr.” Preciado que elegí, y la interpretación ten- azar (el mismo azar que guiaba la mano del pintor cuando mez-
denciosa que le di, son un poco injustas, la verdad, porque ob- claba colores y alcanzaba el azul del cielo que venía buscan-
viamente ellx sabe que el sexo y la sexualidad responden a po- do desde hacía años). O que ese signo novedoso es producido
líticas públicas que exigen privatizar esas prácticas; sabe que en serie pero logra su efecto porque ese efecto no depende de
cada acto íntimo es en el mismo instante político; lo que sucede él sino de su usuario. Una interpretación hace hincapié en un
es que cuando ella se deja llevar por el clima de época que pos- polo, la otra en el otro. Por supuesto, nosotros nos inclinamos
tula que lo más íntimo y secreto se expone como espectáculo, por la segunda interpretación: no hay gesto o palabra, oferta o
en una agudización y expansión de la sociedad del espectáculo novedad única de fin de temporada que no estén ya registrados.
tal como se planteaba hace casi medio siglo atrás, cuando lo La imagen que se capta con el teléfono celular (lo seguimos
alternativo, resistencial y revolucionario consistía en multipli- llamando de este modo por inercia; no hace falta mucha dedi-
car los medios para producir e intercambiar información (de cación para comprender que eso es otra cosa que un teléfono,
William Burroughs a Vilém Flusser, pasando por Paolo Virno & si seguimos entendiendo por teléfono lo que era ese aparato en
Cía.), en ese desliz Preciado pone en duda toda su construcción la era predigital), esa imagen repite infinitas imágenes que se
vieron o se desearon, que son exactamente igual a ella, aunque
el “contenido” sea totalmente diferente (una pizza en lugar de
unos lagos dorados; un atardecer en la montaña en lugar de un
38 
No por nada ésta es la definición que ella da de la pornografía, que cumple un rol
fundamental en su marco comprensivo ya que constituye una de las dos dimensiones
acto escolar). La lógica, a este nivel, es entrópica, porque cortó
del dispositivo capitalista, la dimensión discursiva; la farmacología pertenece a la dimen- todo vínculo con el exterior de sí misma: el registro o signo
sión corporal del régimen farmacopornográfico, como lo llama. En cambio, en la deriva refiere siempre a una realidad previa, la realidad es el producto
teórico-experimental que ella abre cuando cuenta su trabajo en la deconstrucción del
género y del sexo, habría que seguirla fielmente. Sin embargo, como aquí no trabajaría del registro, registro y realidad se realizan, se concretan, se
con representaciones en pantalla sino con “representaciones” (¿teatrales? ¿de roles?) materializan, en el mismo acto de registro, que se comprime en
sociales de “códigos culturales performativos aprendidos e incorporados a través de lo
que Butler llamaría ‘la repetición coercitiva’”, para nosotros es muy probable que nos
el ½ y se efectiviza en su usuario. El efecto produce una causa
encontrásemos ya fuera de la lógica porno. que produce un efecto que produce la misma causa en un eter-
178 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O VIRTUAL 179

no efecto de lo diferente. El héroe nacional del fútbol que reco- de los innumerables caracteres adictivos que se oferta en nues-
noce o no la paternidad de un bastardo, sacándose una foto con tra sociedad es normal. Lo normal es la adicción. Es más, el
él en un abrazo, o no dejándolo ingresar en su palco privado grado de adicción al que sometemos a nuestro cuerpo, a nues-
en la cancha, esa información chatarra de valor neutro o nulo tra psique y a nuestra consciencia es nimio frente a todas las
se viraliza y se transforma en ejemplo de conducta cívica. Los posibilidades que se están abriendo.
periodistas convocan a especialistas que le dedican horas de El análisis del vínculo mediado por los multimedia suele en-
análisis, programas especiales y comentarios que alcanzan a la cararse desde el festejo o el rechazo (tecnofilia y tecnofobia);
tercera generación de sus ex mujeres que siguen pujando por desde la moral: lo bueno y lo malo, lo maravilloso y lo horro-
tener un lugar en el universo mediático, y que pagaron por ser roso; desde la economía: los cibermillonarios y el mercado on
nombradas o etiquetadas al aire, etc. La realidad, aquello que line de mercancías; pero no desde la lógica a partir de la cual se
el pobre niño de treinta años puede procesar en este cambio entablan todos los otros vínculos. Las investigaciones que tra-
de información en la relación con su astro, es un dato de color, tan de desentrañar el secreto de esta lógica suelen concluir en
una nota al pie en la que nadie se detendrá. A lo sumo se inte- lo mismo: las personas que se conocen por alguno de estos me-
rrogará por qué el héroe cambió de opinión.39 dios de vinculación virtuales terminan queriéndose encontrar
No se trata de desvalorizar ninguna experiencia (ni la de los en persona, incluso aunque se haya mentido descaradamente
miles de amigos en Facebook ni la de la obviedad de la escena en la conformación de su perfil digital;40 estos espacios virtuales
pornográfica), siempre y cuando aceptemos que el porno y la de encuentro funcionarían de manera semejante a los espacios
pornografía cargan con un tipo de valor peculiar, el valor de sociales de antaño (el club, el barrio, el café, el partido político),
desvalorizar de inmediato cualquier signo que adjetiva. Algo como si el cambio de materialidad entre un espacio y otro no
semejante ocurría con las parejas que se conocían por medio produjera ningún efecto sobre nuestra afectividad. Sólo esfuer-
de la web unos años atrás, a principio de siglo, por ejemplo. La zos ciclópeos por desentendernos de las ligazones que entabla-
experiencia porno implica un vínculo del que si no es imposible mos con las pantallas (pantalla sintetiza un conjunto importante
desvincularse es por lo menos absurdo hacerlo. Los moralistas de máquinas o interfaces más o menos inteligentes por medio
denunciarán acá “adicción”. Bueno, es hora de reivindicar este de las cuales entramos en contacto con otrxs entes: lentes, ojos,
tipo de práctica. Ninguna conducta que no responda a alguno manos, cámaras, son otras tantas interfaces) pueden lograr se-
mejante grado de negacionismo. La lógica del vínculo media-
do por la pantalla despliega sus radios sobre las más diversas
39 
Éste es un ejemplo muy a la mano que remite al contenido de un discurso. En este
nivel podría replicarse en diferentes formatos o con diferentes “personajes”. En lugar de maneras de ligarnos a la realidad. O también: de confirmar la
un futbolista podría ser el animador de algún programa de análisis político, una actriz realidad tal cual es. La pornografía no hace algo muy distinto.
de telenovela o un jurado de un programa de chimentos, lo que se llaman vulgarmente
“los mediáticos”, pero con una mínima “trayectoria”, es decir que no existen sólo por
una noticia, y luego desaparecen y vuelven a donde habían salido, la RR. En el otro nivel,
en el nivel del ½, este ejemplo híper banal funciona como umbral para dar cuenta de la 40 
Ver de Eva Illouz Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo,
lógica que gobierna el funcionamiento del medio. Buenos Aires, Katz, 2006.
180 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O VIRTUAL 181

Algunos investigadores se detienen en la masculinización Marqués de Sade, Sacher Masoch y tantos otros pornógrafos,
del término: de la pornografía a el porno (Andrés Barba y Javier hasta llegar a su momento luminoso con Garganta profunda,
Montes, por ejemplo). A nosotros esta especie de trans-ducción las películas de Alex de Renzi o las de los hermanos Mitchell, las
del término nos sirve para indicar el pasaje de ser un género me- exploraciones de Radley Metzger o del mismo Gerard Damiano
nor y reprimido a ser una lógica general de vinculación (la otra (que como afirman Freixas y Bassa, “es un moralista conven-
partición de aguas, la de la pornografía y el postporno, como ya cido que pulveriza el puritanismo cinematográfico estadouni-
debe de estar claro, nos parece intrascendente, aunque política- dense. Inquietudes como el pecado, el castigo, la redención, el
mente correcta). No es por una cuestión de género que el porno deseo, la sumisión o la disidencia sexual son la sal de su obra”).
se volvió reivindicable y la pornografía no, como llega a sostener Ahora bien, en el mundo “liberado” de lo postpornográfico si-
algún pensador (nosotros ni siquiera estamos tratando de reivin- gue habiendo una experiencia sexual a subvertir o rechazar,
dicar nada aquí, sólo tratamos de describir lo que es). El pasaje o por lo menos una experiencia no reivindicable: la pornográfi-
mediamorfosis se relaciona obviamente con los cambios tecno- ca propiamente dicha (y quizás también su complemento, la
lógicos que afectaron a los medios de comunicación. masturbación).42 Si bien todo está expuesto para ser visto en
En la “era porno” la pornografía prolifera y termina volvién- cualquier momento, sin embargo sigue habiendo una escena a
dose contra sí misma: hay pornografía antiporno, para no de- invisibilizar. Todo es entendido de inmediato, pero lo más obvio
cir ideólogos de la más variada laya que lo defenestran, inclu- y repetido queda sin entenderse. Todo debe ser entendido de
so tratando de entenderlo.41 Mientras tanto, el texto postporno inmediato, menos eso. Quizás sea redundante decirlo, pero para
(tomando al postporno como un actor unitario, que no lo es) nosotros aún no hay una experiencia audiovisual o cibersexual
quiere ser “más humano” que la pornografía, y piensa que desde o sexovirtual más efectiva, más representativa y más real que
allí le disputará su lugar de poder (cuando decimos “más huma- la del porno, que se presenta con figuras muy variadas que van
no” decimos más tolerante, más diverso, más exploratorio, más desde canales infantiles de televisión que le exigen a los niños
“imperfecto”, más bueno, más “feo”, más “gordo”, etc.). Equivo- responder a consignas elementales, hasta redes sociales que
cadamente confía en seguir siendo porno mientras se adentra nos preguntan qué estamos sintiendo, pasando por programas
en las tierras develadas de la denuncia, el argumento y el erotis- “ómnibus” de los cuales el televidente sale sin saber qué ha vis-
to. El ensamblaje entre la virtualidad del medio y la virtualidad
mo. Esto no quiere decir que los textos postpornos no cumplan
del texto porno es, por ahora, insuperable.
funciones de subversión, como también lo supieron hacer los
textos pornográficos clásicos, porque la simple mostración de
sexo explícito servía para narrar un conflicto, derribar a fuerza
de pijazos un tabú, desde la famosa Fanny Hill pasando por el 42 
Ver el libro de María Llopis: El postporno era eso, Barcelona, Melusina, 2010.
Obviamente, cuando P. Preciado postula que una de las dimensiones del capitalismo, su
dimensión discursiva o semiótica, es el régimen pornográfico, no está defendiendo este
régimen sino desvalorizando la realidad capitalista a la que esa denominación refiere. Con
41 
Pensamos en el libro de Ercole Lissardi, La pasión erótica, pero los ejemplos po- respecto a la masturbación, consultar el clásico de Thomas Laqueur: Sexo solitario. Una
drían multiplicarse. historia cultural de la masturbación, México, Fondo de Cultura Económico, 2007.
183

ACABAMIENTO: A® anímicos, afectos y percepciones mediáticas a los que llamamos


æfecto o afecto registrado (a®). La pornografía cumple varios
rasgos que confirman esta lógica de funcionamiento, que fusio-
na o confunde al texto con el medio que lo soporta o transmite.
En otras palabras, los rasgos centrales del género sirven para
definir la lógica de funcionamiento del ½. Recordemos algunos.
Primero, los actores. Los actores porno no actúan ningún per-
sonaje, o en todo caso el personaje que representan son ellos
mismos, resaltando las propiedades que los hicieron famosos:
actúan de funciones orgánicas, de funciones sexuales, actúan
de lo que son. El personaje no desprende algo de sí, un plus de
ser que encanta al espectador y lo convierte en “objeto sexual”,
como suponen los comentarios teóricos y los vulgares; el per-
sonaje y la persona solo son un objeto sexual. Esto es contra-
Digámoslo por última vez: a modo de síntesis. Existe por lo
dictorio e importante, porque a la vez el acto sexual en general
menos una relación entre el medio audiovisual, la exposición
debe considerarse como una de las pocas prácticas en las que
subjetiva al medio y la construcción de la verdad en y gracias al
medio que responde a una lógica específica de funcionamien-
to.43 Esa lógica produce gestos concretos del medio, estados la verdad depende de la exhibición y sobre todo del énfasis con el que se la exhibe. Para
Foucault, la parrhesía es “una actividad verbal en la que el hablante expresa su relación
personal con la verdad y arriesga su vida porque reconoce el decir la verdad como un
deber para mejorar o ayudar a otros (como también a sí mismo)”. La parrhesía se aso-
43 
Si seguimos los análisis realizados por Foucault y consideramos que la verdad es cia a la imposibilidad de nombrar lo inaceptable. Sólo que nuestra sociedad se encarga
una construcción, esa construcción determinará lo que entendemos por verdad y la de fabricar en serie referentes inaceptables que se exhibirán con lágrimas en los ojos:
forma en que la verdad debe aparecer para ser aceptada como verdad, la transformación constituye el alimento del mensaje mediático. Lo que también quiere decir que no hay
perceptual necesaria para reconocer un texto u otro como verdadero o como no verda- nada, ningún hecho, que sea inaceptable, por lo menos en la dimensión del contenido del
dero. ¿Qué mecanismos son necesarios hoy para hacer aparecer la verdad? Seguro que medio, lo que el medio soporta y transmite: que el mayor astro del universo del espec-
ya no por medio de las antinomias filosóficas ni por los sistemas inductivos-deductivos táculo sea un violador, que un famosísimo recordman del deporte pague por sexo oral a
de la ciencia, o por los métodos de adivinación religiosos, ni tampoco por el camino de una prostituta callejera, que un violador serial sea nominado para los premios nobel de
la argumentación literaria o poética. La verdad se entreteje en el registro mediático que la paz, cualquier información puede propalarse por los medios; lo inaceptable es develar
realiza la cámara de un hecho extramediático, hasta el punto de que cualquier referente el funcionamiento del medio que expone esa información cualquiera. La apuesta por in-
real o extramediático, para ser tal, requiere ser registrado por un medio: no es la reali- crementar lo escabroso y flagelante no responde a los riesgos que corre el parrhesiastés
dad la que valida el mensaje del medio sino este mensaje el que le da realidad a lo que en pos de “mejorar o ayudar a los otros”, sino para que el comentario más banal logre
expone. El último Foucault, además, nos descubrió cuál es la encarnación de la verdad algún tipo de trascendencia: debe producir un efecto (o æfecto o a®). Ésta es la marca
en el discurso del capitalismo mediático: la parrhesía, el último eslabón en la cadena de distintiva del mensaje mediático. Por supuesto, el género que concreta de modo más
los tipos de confesiones que jalonan la historia de la verdad en Occidente (último esla- eficaz posible esta verdad revelada y enfática es el de la pornografía, no necesariamente
bón no porque sea el último tipo de verdad sino porque es la forma más extrema de ma- por la desnudez de la escena ni por la pretendida transparencia del medio, sino porque
nifestarla, construirla o exhibirla). La verdad ya no depende de la correlación entre las esa verdad se presenta en su misma obviedad intencional. La verdad es el cumplimiento
palabras y las cosas, o en la constatación de los signos en la materialidad de la realidad; del efecto, la verdad es la excitación.
184 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ACABAMIENTO: A® 185

lo biológico y la cultura se interconectan, el acto en el que se mático. ¿Dónde ubicarlo? ¿En la pantalla? ¿En nuestra piel? ¿En
evidencia cómo el estrato biológico de nuestro ser de desploma la punta de los dedos, como insistía Flusser? ¿En la erección
bajo el imperativo de la cultura, incluso cuando la cultura em- del pene? ¿En los suspiros gritados del orgasmo? Para el sen-
puja hasta sus límites su propio poder de representación, como tido común o el periodismo ese punto reside en la conciencia,
ocurre en la pornografía. Nuestra energía biológica se rebela a la conciencia del espectador se identificaría con algunos per-
esa apropiación. La pornografía la exhibe y registra mientras la sonajes y no con otros (el héroe, la víctima, etc.). Obviamente
mecaniza. Esa apropiación, en la cultura del siglo XXI, se vive estos personajes se convertirán en “objetos sexuales” por fuera
como la renuncia de la cultura a ella misma y el festejo del ser- de lo que haga o deje de hacer la conciencia. ¿En el incons-
sexo natural, es decir demasiado humano. Queremos un sexo ciente, entonces? Quizás. Pero preferimos pensar en otra di-
porno con afecto, una contradicción en sus términos. Conocer mensión, ubicar en la dimensión perceptual y afectiva el punto
en Tinder al amor de nuestra vida. en el que la imagen proyectada interconecta con el espectador,
Segundo, la cámara. Para la pornografía la cámara es la mi- que no es pasivo sino que también proyecta sobre la pantalla
rilla invisible, neutra e inexistente por medio de la cual el usua- su imagen específica (que de hecho terminará siendo la imagen
rio busca y encuentra exhibido el signo porno que necesita para proyectada por el medio). En este caso, la identificación o el
que afecte en su percepción y lograr de este modo excitarse. En reconocimiento ya no serán con un personaje del mensaje, sino
pocos subgéneros documentales la cámara ocupa un lugar tan con un efecto o función del ½, con un protosujeto o un sujeto
importante en la construcción del relato. La perspectiva ultra mediático (SV) que se vuelve “objeto sexual” en el momento en
subjetiva o la escena de la felatio como la escena audiovisual el que él también se metamorfosea en objeto sexual (OV). Ya no
perfecta —para algunos teóricos la gran conquista del género es entonces una cuestión textual, es una cuestión mediática,
pornográfico—, dan cuenta de la presencia de la cámara en la como si la comunicación se entablara no por inter-medio de
escena, con la cual el televidente busca y llegado el caso consi- un texto, entre un emisor y un receptor (para quedarnos en la
gue un vínculo de transferencia. Cuando consigue ese vínculo se fórmula clásica con la que se define la comunicación), sino de
monta el fenómeno porno, pues el consumidor se excita y satis- ½ a ½, de pantalla a cuerpo, de interfaz a interfaz, en donde la
face así su pulsión al vínculo. La pulsión al vínculo no necesaria- mediación se da en el espacio o interfaz que separa (y une) a la
mente exige eyaculación, sólo convierte al vínculo por el vínculo pantalla con el espectador.
en una exigencia y un placer. Vilem Flusser había extremado la Cuando se confiesa en público el consumo de porno, nada
hipótesis mcluhaniana y había planteado que la cámara iría re- decimos de la experiencia siniestra que acarrea esa exposi-
quiriendo cada vez más el contacto con la piel humana, el touch. ción: la soledad, el aislamiento, el narcisismo, la frustración,
Esto está sucediendo. Para que haya porno es imprescindible la culpa, la masturbación. En el porno experimentamos una
que haya mediación. Con o sin contacto el vínculo es igualmente excitación y una (des)carga de degradación erótica inversa-
virtual. En lo táctil hay tanta mediación como en la tele-visión. mente proporcional a la hipersexualización de los vínculos
El punto o nodo en el que se concreta el vínculo entre el per- mediáticos e hipermediáticos que fagocita nuestra cultura.
sonaje y el espectador constituye un punto por demás proble- Lo peor, igual, no es esa excitación y su descarga concomi-
186 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ACABAMIENTO: A® 187

tante, sino que deseamos esa excitación, deseamos la des- del siglo XXI —hay muchos, algunos quizás más válidos que
carga, la reacción o la (in)satisfacción frustrante, de las que otros— debería incluir entre sus elementos fundamentales a
abjuramos no bien las conquistamos, que despreciamos no la tecnología de la comunicación, y en particular a los medios
bien se concretan en nuestro medio-cuerpo. ¿Estamos capa- audiovisuales y su lógica propia de funcionamiento viral. La
citados para recibir una frustración que sea proporcional al realidad que gobierna este principio es la RV, y el ser de esta
goce que la causa? ¿Estamos preparados para so-portar la RV es el cyborg. Su sexo es el porno. El objetivo de su función
contradicción hasta su extremo existencial sin buscarle una es la excitación y el registro.
salvaguarda aunque sea ideológica? Nadie quiere vivir en un
all inclusive. O en un Gran Hermano. Debemos renunciar a
los finales felices y a los conceptos reconciliadores. La ex-
posición al porno habría que relacionarla más con la manera
que tenemos de consumirla que con el objeto que consumi-
mos, con las contradicciones que implica y no con las solu-
ciones que idealiza. Habría que escuchar lo que se calla en la
confesión, el impulso innombrable e ignorado que lo llevó a
uno a buscar, consumir y satisfacerse con porno, pero sobre
todo a vincularlo a la réplica de esa experiencia en la coti-
dianidad, esta vez presentada con el rostro tolerante de una
comunicación teleaudiovisual exitosa. El más mínimo gesto
de amor o de dolor, de acercamiento o de rechazo, se ubica
en el frágil límite, a veces indistinguible, que lo convierte en
el gesto repetido y registrado del ½, un a®. El a® remite al
gesto afectivo y efectivo que el sujeto realiza como si provi-
niera de una parte de su ser íntima, cuando en verdad es la
copia exacta, es decir la copia reapropiada, transformada y
que pensarla como una experiencia positiva. El laissez faire que gobierna las escenas
repetida de un gesto exhibido y registrado por el ½. La expe- porno, donde nunca se manifiesta el conflicto ni hay violencia (salvo en los subgéneros
riencia es siniestra. Ahora bien, quizás llegó el momento de específicos), el orden mecánico, racional y absurdo en la persecución del placer ¿no
aceptar que lo siniestro tiene un sentido positivo, como si pu- estará dando cuenta de las dificultades que existen no sólo de alcanzar esa satisfacción
sino también, antes y de modo fundamental, de elaborar una mínima idea de lo que
diera convertirse en un principio de realidad posible, y hasta efectivamente nos proporciona placer? ¿No cabe como anillo al dedo aquí esa idea con
deseable.44 Si hay un principio de realidad válido a comienzos la que Walter Benjamin termina su famoso ensayo sobre “La obra de arte en la era de la
reproductibilidad mecánica”?: “Su autoalienación [la de los hombres] alcanzó un grado
que le permite vivir su propia destrucción como un goce [Genuss] estético de primer
orden” (solo que donde Benjamin escribe “estético” nosotros lo reemplazaríamos por
44 
Es lo que sucede también con el concepto de alienación. A la alienación habría sexual o lógico).
THIS IS THE END

Para terminar, nada de acabamientos rimbombantes ni con-


clusiones evidentes (money shots), a lo sumo una fórmula en
A
un susurro: EL PORNO ES EL SEXO DEL CYBORG (y pornología
la ciencia que lo estudia).
N

O
GLOSARIO PARA CYBORGS

María Florencia Marciani


y Daniel Mundo

ABURRIMIENTO: experiencia traumática que los medios de en-


tretenimiento y de vinculación de masas lograron por fin erra-
dicar. Un cyborg auténtico sólo la conoce de manera ideal,
como una fatalidad que sufrían los seres humanos.

ÆFECTO: son las pasiones, afectaciones o excitaciones produ-


cidas por medio de una pantalla, efectos más o menos calcu-
lados del código digital o lógica porno. Como el æfecto está
registrado, puede reemplazárselo por la sigla a®.

AFECTAR: tiene una doble acepción: 1. acción de afecto, algo


que nos afecta más allá de si es afectivo o no; 2. Cuando se pone
mucho cuidado en la imagen propia y sobredimensionamos
nuestra personalidad: afectado (sinónimo de fingir o actuar).

AFECTO: dícese de las pasiones anímicas (amor, odio, ira) o la


estructura de sentimiento que la razón no termina de explicar y
que influyen en el comportamiento cotidiano.
192 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 193

AMOR: un sentimiento propio de la especie humana, manipula- CÓDIGO DIGITAL: el medio materialmente ideal que suministra
ble o no y que provoca que algo fugaz y doloroso se viva como una interpretación sensible del modelo abstracto que la engen-
eterno y feliz. Su antónimo no es el odio o el desamor, al fin de dra. El Código digital como medio de información modifica
cuentas sentimientos dependientes del amor: es la indiferencia. nuestra relación con lo real; como realidad virtual establece
El amor también está ingresando en un proceso de codificación lazos inéditos entre lo inteligible y lo perceptible, lo abstracto
cyborg (organismos afectados cibernéticamente). y lo concreto.

BELLEZA: el texto en el que el contenido es inescindible de la COMUNICACIÓN: el vínculo entre dos o más nodos o individuos

forma. Donde el mensaje se funde con el medio. de una red de información en circulación retroalimentada
(feedback).
BESO: 1. Forma de comunicación principalmente humana que
se emplea para transmitir, según el código social, respeto, fa- COMUNIDAD: antigua utopía social que encontraba en la fe en
el hombre y en la esperanza de un mundo mejor el motor de
miliaridad o amor. Su práctica trasciende el roce de los labios y
la lucha política. En el tardocapitalismo las comunidades son
puede concretarse a través de múltiples soportes. 2. En un dis-
creadas por empresas de servicios transnacionales.
positivo presencial, el beso se localiza en la boca y constituye
un modo de conocer al otro y al mundo –el mundo para el bebé
CONEXIÓN: puede ser física o telemediática. La física supone
es solamente succionable–. La presencia de dispositivos de co-
que dos nodos singulares de la red se vinculan o entran de al-
nexión virtual diluyó esta última función. 3. Práctica sexual de
guna manera en contacto. La telemediática supone una manco-
baja intensidad. 4. Probablemente su fecha de origen sea algún munidad æfectiva.
día de 1896, cuando se proyectó El beso.
CONTENIDO: el contenido de ningún mensaje tiene ya ningún
CAUSA Y EFECTO: el vínculo puro que el medio desearía mante- valor. A nadie le importa el contenido de un discurso. Podemos
ner entre el mensaje y su usuario. horrorizarnos, indignarnos o gozar por algunos contenidos: son
æfectaciones que se prolongan de la sociedad sentimental de
CÓDIGO: sistema consciente o inconsciente de reglas que posi- la que provenimos (en realidad, el paso evolutivo anterior en
bilita la combinación de unidades distintivas y oposicionales, nuestra transmutación homotecnológica o mediamorfológica).
materiales o espirituales, separables de sus producciones con- En aquella sociedad, estas afectaciones no eran producidas por
cretas, pero que por sí mismas, aisladas del resto, no tendrían lo que veíamos en los medios, lo que veíamos remitía o refería
significado. El código permite que el mensaje se autonomice de una realidad extramediática (RR); los medios no eran más que
su medio, al tiempo que le impone a aquél –o podría imponerle– una ventana transparente que nos mostraba esa realidad. Eran
un significado pre-dominante (hegemónico). las cosas y no su signo lo que nos provocaba espanto, enojo
194 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 195

o goce. Hoy que ese referente fue reemplazado por su propia DESNUDEZ: apertura del cuerpo a la actividad erótica en un mo-
materialidad sígnica, y que sólo nos afectan los efectos prepro- vimiento de seducción. La desnudez se despliega mediante sig-
gramados por los medios, es decir que el referente ya no es un nos que hay que interpretar para excitarse. En la pornografía,
testimonio de verdad válido, sólo somos afectados (horroriza- adopta su pleno carácter sígnico y suele ser requisito y punto
dos, indignados, gozados) por el signo o causa æfectual que de partida para impulsar la satisfacción-frustración. Su desbor-
proyecta el multimedio. Como este signo no tiene un valor en de la coloca del lado de lo obsceno.
sí mismo, pues no es más que un nexo entre realidades dife-
rentes (material, discursiva, carnal, psíquica), ya no hay posi- DIGITAL: la forma de procedimiento del código de vinculación
bilidad alguna de afirmar que algo es o no verdad: depende tan elemental en la Era de Internet. 
sólo de nuestro gusto (de nuestros “Me Gusta”, construidos a
su vez por la batería de efectos mediáticos a los que estamos DISTANCIA: intervalo de espacio-tiempo imprescindible para el
expuestos).
ejercicio de la visión. Su anulación es la promesa del porno.

CYBORG: individuo que reúne atributos cibernéticos y comple-


DROGA: sustancia –sintética u orgánica– que pone al hombre en
mentos humanos —orgánicos y afectivos. La vida del cyborg
sintonía con el mundo.
es un sistema integrado electrónico. Su existencia se ubica en
un horizonte postgenérico, y su lenguaje, mirada y modo de
EFECTO: lo producido por una causa.
sentir tienden naturalmente al porno. En el cyborg auténtico o
consumado es imposible diferenciar al ser de la información y
ÉPOCA MODERNA: si bien su fecha de origen es incierta podría
de la vinculación.
postularse al Renacimiento italiano como su plataforma de des-
DESEO: 1. Acción de desear. 2. Consiste en el movimiento enfá-
pegue. ¿Cuándo concluyó? El primer indicio de su fin recibió el
tico que a través de flujos pone en funcionamiento lo social. Su nombre de Primera Guerra Mundial. Otros autores plantean al
manifestación no se funda en la carencia ni en un impulso natu- crack económico del 29 como su parte de defunción, cuando
ral; evidencia la posibilidad de construir de múltiples maneras. 3. se pasó de un capitalismo de la falta a un capitalismo del exce-
Tercerización del reconocimiento: deseo el deseo del otro. so. Otros autores lo relacionan con los campos de exterminio
que hizo famosos el nacionalsocialismo. Su muerte definitiva,
DESHUMANIZACIÓN: forma de alienación que supone el arrasa- sin embargo, tardaría en arribar: comenzó en la década del
miento de las características propias del Hombre. Es el efecto sesenta, la Era de las Liberaciones. Porque uno de los rasgos
buscado por la lógica porno en un mundo posthumano-postor- más propios de la Época Moderna fue la represión: austeridad,
gánico-posmoderno multimediático. Algunos autores sostie- ahorro, renuncia a los placeres carnales, maquinización del
nen que este término lo inventaron los humanistas para darle cuerpo, coacción externa, autocontrol y racionalización de la
sentido a la lucha contra la realidad. conducta (contemporáneamente se sobrevaloraba lo irracional
196 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 197

y desmedido hasta el punto de postular a un filósofo que vivió se monta, si éste es semejante o idéntico a algún espectáculo
una década en la locura como su mejor intérprete). Su manera posible (tiene que parecer un espectáculo o una actitud natural
de pensar y vivir el tiempo se llamó Progreso: una línea recta tanto para los otros como para sí mismo). Cuando una escena
e irreversible en la que la especie evolucionaba desde un ori- no se parece ni puede parecerse a ninguna otra, estamos fuera
gen traumático hasta el individuo erecto, hacedor de maravi- de la postmetafísica espectacular. Estas escenas desaparecie-
llas nunca imaginadas. Progreso significaba también ascenso ron de la existencia humana a tal punto que algún autor pone
social, confort y vacaciones pagas. En esta Época se derrocó en duda que hayan existido realmente.
cualquier trascendencia (la consigna para las masas fue: “Dios
ha muerto”), y la autosuperación se volvió un deber. El trabajo EXHIBICIÓN: acto mediante el cual los hombres comparten con
se proyectó como la esencia del hombre, al mismo tiempo que otros (a través de dispositivos específicos) qué piensan, a quié-
los hombres eran librados a las manos transparentes del mer- nes aman y qué comen. Tradicionalmente, su uso indicaba el
cado para ofertar la única fuerza que les quedaba, su fuerza de despliegue público de una actividad no competitiva, pero el
trabajo. Arbeit macht frei. código imperante en las redes interpersonales recuperó esta
función y la colocó en el centro de la escena social. La inflación
EROTISMO: actividad humana que el sentido común informado de esta variable es un rasgo típico de esta época.
cree que impulsa al placer. Cuando el amor se embiste de sen-
sualidad y sexo se ingresa en la dimensión erótica. Posee una EXPERIENCIA: colección de momentos vividos en el transcurso
relación inextricable con la muerte porque supone la pérdida del Tiempo. En el universo pre-digital, la experiencia se aloja-
de la unidad de un cuerpo individual y discontinuo que entra ba en la memoria del cuerpo y se transmitía oralmente bajo la
en descomposición al fusionarse con otro/s. Su práctica se des- forma de relato. En el tardocapitalismo, el hombre desarrolló
pliega por fuera del orden, rutina y racionalidad del trabajo, aparatos técnicos que viven y cuentan su vida por ellos.
divergiendo de la lógica productiva y mecánica del porno.
FAMILIA: recuerdo vivo de una época que tal vez nunca existió.
ESPECTÁCULO: la “metafísica” de la era postmetafísica. Si la Célula viva del orden social moderno o capitalista. Cuando el
metafísica se estructuraba en esencia y apariencia, espíritu y intercambio de mujeres entre tribus o familias funcionaba más
materia, verdad y mentira, real e irreal, la postmetafísica es- o menos mecánicamente, la familia era un modo de ampliar las
pectacular licúa los contrarios y organiza un híbrido que no es influencias y acrecentar el poder; en la era de la mujer libera-
ni real ni irreal, ni verdad ni mentira. La hibridación no implica da se volvió un modo de acolchonar la lucha permanente de
que haya desaparecido la diferencia, el antagonismo o la lucha afectos.
de contrarios, sólo que ahora la diferencia, el antagonismo y la
lucha de contrarios se restringe a una realidad probable, no a la FENÓMENO: el modo de aparecer de las cosas y los seres, con-
totalidad de la realidad (infinita). La separación y la no reconci- siderando además que las cosas y los seres no tienen más sig-
liación hoy se producen en la verosimilitud del espectáculo que nificado ni existencia que su modo de aparecer y los vínculos
198 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 199

y relaciones que entablen a partir de allí con otros seres, cosas HIPERSEXUALIDAD: trastorno adictivo frente a la estimulación
e individuos naturales o artificiales. En el modo de aparecer audiovisual y constante del medio [½]. Su efecto inmediato es
de los seres y las cosas lo que se intercambia es información la satisfacción frustrante.
(la sustancia o materia con la que están hechas las cosas y los
seres). Cuando lo real se interpreta como información, la infor- HOMBRE: 1. Entelequia con el órgano sexual exterior. 2. Concepto
mación se manifiesta o exhibe como fenómeno. universal para designar a toda la especie. 3. El ser que construyó
imperios y los destruyó, que creó obras hermosas y provocó ma-
FLUIDO: elemento de naturaleza variable y móvil, que en su ver- sacres incontables. 4. Sobre el final de su dominio terminó me-
sión orgánica puede transportar información. El intercambio diatizando su sexo y su sexualidad, y enamorándose del vehículo
sexual cuerpo a cuerpo se encuentra repleto de fluidos, ex- automotor que lo llevaba de un lado para otro del territorio.
creciones y otros elementos biológicos que, impregnados de
pasiones y humores, compusieron la experiencia moderna del HOMOSEXUALIDAD: un derivado de la heteronormalidad.
sexo.
IDENTIDAD: es uno de los mitos más exitosos de una cultura que
FRUSTRACIÓN: sentimiento de desasosiego frente a un sueño in- pretendió desmitologizar toda la herencia oscura del Antiguo
cumplido. Cuando el medio [½] no produce el æfecto que pro- Régimen. La creencia en la identidad es como el grito agónico
mete provoca frustración. o el canto del cisne de un universo a punto de desaparecer,
el universo metafísico fundado en una lógica de exclusión y
FICCIÓN: forma que adopta la vida ordinaria al incorporar los discriminación radicales: 1 = 1 (el ser es y el no-ser no es). La
recursos estilísticos y códigos del ½. diferencia ontológica fue la última estrategia de peso inventa-
da para sostener esta estructura filosófica cuya pérdida tanto
GÉNERO: 1. la malinterpretada transposición de una diferencia lamentamos, sin entender bien por qué.
lingüística de sexo a una diferencia sexual material; 2. agru-
pamiento de seres que comparten características semejantes y IMPOTENCIA: 1. Desfallecimiento de la potencia que conduce a
que instituyen, en su recurrencia histórica, ciertas condiciones la depresión o a la prepotencia. 2. Suele relacionarse con el
de previsibilidad por su conducta y apariencia. El género no es órgano sexual masculino, cuando no logra la erección deseada;
un destino biológico, es el producto maleable y performativo y también con el mito de la frigidez de la mujer, muchas veces
propio del entramado cultural y técnico de esta época. negada o desconocida por parte de ésta (un recurso para que
los seres con consciencia sigan sintiéndose culpables).
HETERONORMALIDAD: el principio de realidad propio del com-
plejo científico-técnico. Último avatar de la dominación mascu- INFORMACIÓN: 1. Elemento situado entre la materia y el espí-
lina sobre el resto de las especies vivientes. ritu. Las máquinas informáticas son la materialización de los
200 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 201

recuerdos y el pensamiento humano. 2. El dato mínimo que sería inconcebible sin sus medios de expresión, reproducción
debe transportarse de un punto del espacio o del tiempo a otro y transmisión).
punto del espacio o del tiempo. 3. La mercancía en su estado
más puro, cuando despejada de todos los valores metafísicos MEDIO: lo que relaciona (vincula, comunica) dos elementos se-
(valor estético, de uso, de cambio, político) aparece el único parados en el espacio o el tiempo, tratando de perder la menor
valor que vale realmente, el valor de información. 4. Sinónimo cantidad de información en el intento, sea cual sea el material
de circulación o vínculo. que lo integre.

LIBIDO: masa indiferenciada de energías e intensidades que via- ½: individuo o nodo que asume diferentes materialidades se-
ja a través de los hombres y las sociedades según la direccio- gún donde encarne. Pantalla, píxeles y ojo, si encarna en la tele-
nalidad que le indica el poder. El capitalismo tardío es testigo visión; micrófonos, aires, ondas sonoras y escucha, si encarna
de una energía deseante que se superpone con la actividad pro- en la radio; banda y velocidad de conexión, pantalla, mouse y
ductiva y se orienta hacia el consumo. psique, si encarna en la computadora; carne, piel y afectos, si
encarna en individuos animales; etcétera.
MASA (μᾱζα): punto de fusión psíquico en el que UNO es = a
TODOS o TODOS son = a UNO. Desde mediados del siglo XIX
MEMORIA: la facultad equivalente a la capacidad de registro y
hasta fines del siglo XX su principal característica se fundó
almacenamiento de nuestro hardware carnal, mientras que su
en la cantidad: n número de ciudadanos que al juntarse logra-
contraparte, el olvido, no es otra cosa que la capacidad que te-
ban que el individuo perdiera sus rasgos identificatorios (la
nemos de no quedar registrados en ningún tipo de medio. El
masa es un sujeto social urbano). Que el individuo perdiera
olvido querido puede vivirse como un acto iconoclasta, y el
su identidad significaba para la psicología y la sociología mo-
dernas que la sociedad se disolviera en innumerables átomos olvido involuntario como un retraso en el soporte que vuelve
aislados que se amuchaban sin orden: el orden de la sociedad imposible actualizar o visualizar los datos que ese medio trans-
era lo normal. Con el pasaje de la Época Moderna al capita- mite (como si pretendiéramos recuperar los datos grabados o
lismo tardío la masa cambió su definición, como también lo almacenados en un disco de 3 ½ en la era del pendrive).
hicieron los conceptos de orden y de normalidad. Ahora masa
remite más a una cuestión cualitativa que a un mero asunto MENSAJE: textos (audiovisuales, escritos, etc.) que cubren al
de cantidad. Se trata de una manera de percibir y de apreciar medio, lo contienen (no lo dejan desarrollarse) y lo ocultan
el mundo, independientemente de si se lo hace juntos con (para visualizar al medio hay que cubrir el mensaje).
muchos o sólo manipulando una aplicación virtual. Porque
uno de los motivos centrales por los que se produjo esta re- MSJ (O MSJ DEL ½): un tipo de efecto que produce el medio
volución conceptual se debió a los cambios en los medios de que viene camuflado por los signos o contenidos que el medio
comunicación, información o vinculación de masas (la masa soporta.
202 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 203

ONANISMO/MASTURBACIÓN: es una práctica mayoritariamente vinculación. A comienzos del siglo XXI podemos asegurar que la
solitaria donde el individuo se propicia placer a sí mismo al pornología investiga no sólo el sexo puro en todas sus variantes
entrar en contacto con sus fantasías a través del medio [½]. La ilimitadas, sino principalmente los vínculos sociales gobernados
pornografía es el género mediático por antonomasia que incita por la lógica porno, es decir la lógica más austera y eficaz en la
al autoerotismo. prosecución de un único efecto. La pornología también se refiere
al estudio del ser propio del cyborg, que no es una sustancia, un
ORGASMO: dos acepciones contrapuestas: 1. Foco de resisten- ente específico, sino una relación o vínculo. Por lo tanto podría-
cia, comúnmente asociado a prácticas eróticas liberadoras. 2. mos afirmar que la pornología es a la sociedad multimediática
Capital económico sujeto a micro-controles políticos. lo que la sociología fue a la sociedad del registro analógico; y
también que la pornología funciona como una ontología del ser
PLACER: 1. Sensación de complacencia y deleite ante un estí- postmetafísico, donde ser y vínculo son indistinguibles.
mulo propiciado por el sujeto o su entorno. 2. dato que contie-
ne a los sujetos del desborde que ejercen el deseo y sus pulsio- PROSTITUCIÓN: profesión muy antigua por medio de la cual se
nes, mediante actividades, prácticas y conductas que pueden satisfacían necesidades sexuales masculinas. El sistema pro-
ser preseteadas por el medio y sus mecanismos. ductivo capitalista le dio un giro a la actividad, y la convirtió en
la posibilidad extrema que tiene la mujer para vender su fuerza
PORNO: la lógica vincular del capitalismo afectivo o RV o Era corporal. En el tardocapitalismo la prostitución atraviesa a to-
Multimedia. No es un rasgo del contenido de un discurso sino das las sexualidades.
del MSJ del ½.
PUDOR: antiguo procedimiento humano empleado para señalar
PORNOGRAFÍA: mensajes caracterizados por exponer sexo ex- el límite entre la esfera pública y la intimidad.
plícito en los que cualquier relato queda subordinado a los efec-
tos pre-vistos o pre-fijados de excitar al teleusuario. Género REALIDAD: espacio-tiempo material en el que se desenvolvía la
prohibido durante toda la Época Moderna que se definía por vida normal de las personas.
representar sexo.
REGISTRO (®): es la función básica o elemental de los medios
PORNOLOGÍA: el logos o lógica porno. El término lo registró el de vinculación de masas. Antes que exhibir los ½ s registran.
eminente filósofo francés Gilles Deleuze, cuando afirmó que el Registran en el nivel del contenido. Y registran en el nivel del ½.
Marqués de Sade y Sacher-Masoch no habían escrito pornografía
sino que habían fundado la pornología, una disciplina dedicada SATISFACCIÓN: la experiencia que se abre entre una búsqueda
al estudio del sexo puro. Deleuze planteó esta disciplina cuando y la frustración concomitante que reinicia otro proceso de bús-
todavía la lógica porno no había desplegado todo su poder de queda. Si existe, es fugaz como un rayo.
204 VA R I AC I O N E S S O B R E E L P O R N O ANEXO: GLOSARIO PARA CYBORGS 205

SENSIBILIDAD: estadio previo a la deshumanización, o la úl- USUARIO: llámese así a la figura que mira, usa y es usada por los
tima mercancía inventada por el capitalismo, en el cual el medios audiovisuales de masas. También se lo podría llamar
sujeto se ve invadido por un sentimiento de profunda apatía telespectador.
hacia el mundo y los otros. Algunxs encuentran aquí su mayor
consumación. VÍNCULO: resulta de la unión de ideas, información o seres hu-
manos a través de soportes materiales o espirituales/reflexi-
SER (VIRTUAL): ser (virtual) es igual a estar registrado (S=®). vos. Su alianza no siempre se basa en la empatía o la afinidad:
Y estar registrado (®) es igual a estar vinculado, relacionado, puede ser el resultado de la casualidad o el cálculo.
linkeado o comunicado. El ser no se oculta ni hay que deve-
larlo, se ex-pone o exhibe todo el tiempo, incluso cuando VIOLACIÓN: acto de violencia sexual y profanación del cuerpo
desaparece. del Otro, donde el deseo intenso y patológico de una parte no
se condice con la predisposición y consentimiento de la otra.
SEXO: actividad mecánica que en el universo metafísico o
Para ciertos estudios feministas, la violación es expresión del
monomedial servía para reproducir a la especie animal (el dominio masculino y producto de la socialización y asignación
de roles a cada género. La misma sería legitimada y comerciali-
sexo de los vegetales es lo más parecido que podemos co-
zada a través de la pornografía.
nocer al sexo de los ángeles). En el multiverso o universo
postmetafísico se convirtió en una actividad plástica, mo-
VIRTUAL: 1. Una dimensión de lo Real (en el universo preinfor-
delo para todas las demás formas de obtención de placer.
mático). 2. Una realidad colindante y conexa a otras realidades
Algunxs autorxs plantean que la denominación de sexo sirve
factibles en la sociedad multimediática.
para mitigar la monstruosidad maquínica del acto de copular
(Schopenhauer). YO O EGO: desde el punto de vista subjetivo, un nudo digital que
concentra, produce y consume información, y que es afecta-
SEXUALIDAD: nudo de la subjetividad humana. Es el resultado do por estos procesos de información o intercambio. Desde el
de la codificación del deseo y los afectos por parte del poder punto de vista objetivo, un dato estadístico que acumula infor-
hegemónico. mación, cuya publicitación negocia o dona a los dispositivos
gracias a los cuales entra en vinculación con otros egos.
TRAVESTISMO: comportamiento y actitud sexual que el sujeto
adopta al moldear su género. No resulta de la personifica-
ción de un rol social femenino/masculino –nunca natural–,
es la añoranza de un mundo con hombres y mujeres. Último
bastión de la lógica bi-sexual y antesala de un universo
posgenérico.
Esta edición se terminó de imprimir
en enero de 2018 en Imprenta Nostra,
Buenos Aires, Argentina.

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