EI Gltimo narrador
Nicolas Casullo
Como comenté Graciela Frigerio, provengo de otras regiones, en-
tonces tal cual dijo alguna vez el ultimo genio del jazz Miles Davis
cuando uno de los integrantes de su banda tocé algo fallido, “éste esta
tocando en el club de al lado”. Supongamos que estoy en el club de al
lado, donde Davis imagina el fantasma de su musico, de la interven-
cién fallida, o imagina el fantasma del instrumentista que lo acompa-
fia, y que pareciera tocar, hablar musica, “desde afuera” de esa cueva
neoyorquina con humo, tabaco y fanaticos.
Lo que voy a tratar de hacer respecto a este tema es cruzarlo en
saga de problematica literaria, la problematica del narrador, bucear en
el pensamiento de critica a la historia y dibujar en medio de este cru-
ce una figura, la del profesor. Para eso voy a trabajar sobre algunas
ideas 0 intuiciones conceptuales de un critico literario y filésofo ale-
man, Walter Benjamin, que me inspira esta cita de caminos. Bueno,
ver si puedo acerearme a algo, como intentaba el propio berlinés cuan-
do observaba los objetos expuestos en las vidrieras de Paris.
Parto de la idea de que la historia, como tematica, memoria o
abordaje, es dominio. Es un relato —el de la historia— a discutir y a
impugnar permanentemente no por su adueiarse del pasado, sino por
el avasallamiento del presente a través de esa propiedad del pretérito
como “cosa” acontecida. Sobre todo discutirla en aquellos Ambitos de
transmisién del pensamiento donde, por lo general, la historia apare-
ce de manera fuerte en el conjunto de los saberes, para ser finalmente
lo unico que se trasmite. El contar una historia.
Para Benjamin, la historia es aquel relato de los vencedores que
no se detiene nunca, ni en sus palabras ni en sus silencios. Es un tiem-
Po “heredado”, continuo, homogéneo, unitario: Como legacién sojuzga-
da es entonces barbarie adormecida, consentida, necesitada de reinte-
ligibilizarla con alguna interpretacién a contrapelo sobre ese relato-
cultura-historia. Detener reflexivamente el tiempo de esa historia do-
‘minante, vencedora, que atraviesa la transmisién de esos saberes.
Benjamin planteé (y aca voy a ser grueso en la explicacién por lo
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breve) la necesidad de detener ese continuo del relato a través de +
mirada que espacializara la historia, que la oe en un deter:
nado momento, en escena. En una escena a cargo del propio historiady
investigador o critico. y
Benjamin provenia de la . Boe
tica cultural. Y buseé teéricamente “interrumpir el tiempo de 658 hig
toria continua, de ese leno ya cerrado, a través de espacializarla, de
inmovilizarla en un instante, para reabrirla en los signos y voces inad.
vertidos, como cuando uno escudrifia atentamente una foto, en Cerca.
nfa, al detalle. Benjamin decia que una época podia ser condensadg en
una vida, una vida podia ser condensada en una obra, y en Ultimo tér.
mino una obra podia ser condensada en un texto. Y existia la neces.
dad de encontrar ese punto critico donde la historia pudiese ser conte.
nida, y no proseguir (sobre todo para el pensamiento de izquierda, del
progresismo) confirmada al compas de “los grandes vientos de la histo.
ria” que empujan siempre hacia adelante, y donde el profesor, el histo.
riador, el cuadro politico, el artista, se sienten llevados de manera im.
ptdica por esos vientos del progreso a congeniar con ese dominio que
ejerce la historia legitimada.
Benjamin va a decir que no se trata de que el pasado arroje una
engafiosa luz sobre el presente, ni que el presente arroje una ensober-
becida luz sobre el pasado, sino de permitir que las imagenes (y acd
aparece un tema fuerte en Benjamin) las imagenes de ese pasado que
nos irrumpen de pronto, se conviertan en un pasado ahora. Se convier-
tan en un pasado que recién cobra su pleno sentido, en tanto en este
ahora avasallado iconograficamente sofiemos 0 aspiremos con su reso-
luci6n. No hay pasado entonces estilo “museo”. Es decir, tranquilizado,
resuelto, convenido. Compartido “por la sociedad”. No hay pasado esti-
lo “academia ilustrada”. No debe haber “pacto conceptual” sobre el pa-
sado con los barbaros vencedores que adecuan, totalitaria 0 democra-
ticamente, el pasado a los poderes de turno. El pasado tiene sentido en
la critica, desde lo que quedé tragicamente vencido, en las huellas de
lo humano doliente. Tiene sentido en su siempre acontecer en el pre-
sente. Es decir, cuando en ese cruce con el ahora se constituye como
nuevo relato 0 construccién, o invencién —siempre por primera vez—
del pretérito. De un pretérito por lo tanto que jamés deja de aguardar-
nos. Podriamos imaginar que ese “pasado ahora” es la clave de la esce-
na detenida de la historia.
La historia se espacializa, para Benjamin, y desde alli va a volver
a indagar lo que qued6 indecible de esa historia. Las imagenes reno-
vantes de la teoria: lo que no se dijo, lo que no se pronuncié, lo que n°
pudo ser transmitido. En ultimo término, para Benjamin, aquella dis
cursividades redentoras no sélo de este presente, sino de los derrote”
dos en la historia, Las imagenes son intensidades que se agolpa?,
critica literaria, de la filosofia, de |, ee
a crf.EL GLTIMO NARRADOR
jrrumpen, inventan, predisponen la teatralizacién de fondo de toda
teorizacién. El intérprete es el que reimagina lo que luego devendra
pensamiento reflexivo.
Tarea compleja, va a decir Benjamin, porque se trata de nadar
contra la corriente del presente, de sus metodologias, cosmovisiones y
politicas bienintencionadas. Tarea siempre amenazada por el fracaso.
Pero para Benjamin, esas amenaza de fracaso, esa alarma cierta, es lo
uinico que permite una critica genuina. Por el contrario, lo que se pien-
sa que al “iluminar’, ilumina, esa ilusién totalizante del saber, es lo
que en realidad no importa. En ese sentido su reflexion tiene eco de lo
biblico judfo: en el momento de mayor peligro es cuando en Israel apa-
recen los profetas que marcan desde otro relato (el originario) el cami-
no hacia adelante. O sea, tarea critica permanentemente amenazada
de fracaso, cuestionamiento de la historia a partir de plantear su pues-
ta escénica del paréntesis. La historia-dominio se quiebra como trans-
curso dado, se vuelve puro presente en las imagenes y la voz critica.
Benjamin va a pensar en términos aproximados a una detencién me-
sidnica, y consecuentemente en el ingreso de otro conocimiento, de otra
juz sobre la historia. Va a plantear que esta trasmisién esta amenaza-
da porque los testigos de la contrahistoria que él intenta, estan cons-
tantemente desapareciendo, es decir, los testigos de esa contrahistoria
que en la escena se vislumbra, se transformaron en desperdicio, en ol-
vido, se transformaron en lo que no esta de moda, en lo que para Ben-
jamin carece de funcién en el orden capitalista. Y él va a decir que la
acelerada desaparicién de este material, de esos restos diurnos y noc-
turnos, de ese potencial relato contrahistérico en la transmisién del co-
nocimiento, viene acompaiiada por el empobrecimiento creciente de la
experiencia espiritual del sujeto. Experiencia donde esta en juego la
capacidad del sujeto para establecer relaciones entre el pasado y el
presente biografico.
A partir de ahi Benjamin va a disefiar un planteo de trabajo, va a
partir de la construccién de esa escena de transmisi6n a contrapelo (de
la historia dominante) desae lo que van a ser figuras, siluetas, conste-
laciones, que interpeladas de determinada manera después se trans-
formardn en conceptualizaciones sobre cultura. Partir de la escena
donde las nuevas relaciones, indicios, las inéditas figuras a construir
de esa escena van a permitir una reiluminacién en la transmisién del
conocimiento. Un relato querellante. En todo caso, la gestacién de una
experiencia, la del narrador de esa transmisién. Y acé comienza, en lo
teorético en ciernes, su hacerse desde su fondo literario otorgdndole un
nuevo sentido a un conjunto de fragmentos inertes y aislados, a la his-
toria en ruinas de lo moderno. Experiencia auténtica de la narracién,
Y por ende, de la transmisién de un saber en el salvar aquello que co-
Tre peligro de ser olvidado o reprimido definitivamente.