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Este documento discute la responsabilidad de los padres en inculcar valores en la juventud. Señala que muchos jóvenes carecen de respeto, integridad y responsabilidad debido a que provienen de hogares disfuncionales donde los padres no han modelado ni enseñado valores positivos. Argumenta que para mejorar la situación, los padres deben involucrarse más en las actividades extracurriculares de sus hijos, compartir tiempo en familia y apoyar los intereses de los jóvenes.
Este documento discute la responsabilidad de los padres en inculcar valores en la juventud. Señala que muchos jóvenes carecen de respeto, integridad y responsabilidad debido a que provienen de hogares disfuncionales donde los padres no han modelado ni enseñado valores positivos. Argumenta que para mejorar la situación, los padres deben involucrarse más en las actividades extracurriculares de sus hijos, compartir tiempo en familia y apoyar los intereses de los jóvenes.
Este documento discute la responsabilidad de los padres en inculcar valores en la juventud. Señala que muchos jóvenes carecen de respeto, integridad y responsabilidad debido a que provienen de hogares disfuncionales donde los padres no han modelado ni enseñado valores positivos. Argumenta que para mejorar la situación, los padres deben involucrarse más en las actividades extracurriculares de sus hijos, compartir tiempo en familia y apoyar los intereses de los jóvenes.
¡¡Hay una lucha constante, donde los padres, los maestros y la sociedad deben dar el
ejemplo en cada uno de sus acciones, porque es lamentable ver como día a día, la energía y entusiasmo de la juventud va cayendo en un vacío, en un mundo sin valores.
LA JUVENTUD Y SUS VALORES
La juventud hoy día está sumamente dañada y corrompida, esto según los moralistas. Estas personas moralistas los juzgan y señalan culpables sin piedad. No culpemos a las amistades, no culpemos a la escuela, no culpemos a los gobernantes, ¡NO! En la mayoría de los casos los principales responsables de las conductas criminales en los jóvenes son los padres que no han asumido aún el verdadero rol en la vida de sus hijos.
Formo parte de la ya mencionada juventud, soy testigo a diario del comportamiento de
algunos jóvenes. De que muchos carecen de respeto, integridad moral, ética, responsabilidad, entre otros. Es impactante estar en contacto con ese tipo de comportamiento. Me preguntó; ¿es normal para ellos comportarse de esta manera?, ¿actúan así en sus hogares?, ¿sus padres no les inculcaron valores y principios? A diario me digo: esto no puede estar pasando. No recae en la juventud la responsabilidad de saber lo que es bueno y malo. Es en el hogar que, papá y mamá deben inculcar estos valores, también se debe continuamente reforzarlos. Pero muchos jóvenes carecen de un hogar íntegro, sus hogares son disfuncionales, están solos en la calle no tienen quien le modele, o sea, ejemplo de valores positivos. El comportamiento de los jóvenes es visto por los adultos como inaceptable, pero me pregunto: ¿los adultos practican lo que predican?, ¿será ésta la causante de la crisis de valores que vivimos? La sociedad está formada por todos: niños, jóvenes y adultos. Así que todos deberíamos ya predicar la moral con compromiso. Reforcemos el núcleo familiar al igual que otros aspectos de nuestro diario vivir. Ya la escuela cumple su parte, ya la Iglesia predica el buen camino, todos debemos esforzarnos, nuestra juventud lo merece.
Respeto, responsabilidad, civismo, compromiso, justicia y confianza valores de
fácil adquisición. Propongamos que los padres se involucren más en las actividades extracurriculares de sus hijos. Inviertan tiempo, compartan en familia. Apoyen sus preferencias y gustos. Como por ejemplo actividades recreativas tales como: baile, canto, banda y deportes. Apoyen la participación de sus hijos en organizaciones escolares y cívicas. Ambas apoyan y ofrecen a nuestros jóvenes la oportunidad de desarrollar sus talentos para el bien de nuestra escuela y país. Practiquen junto a ellos sus pasatiempos. Jamás elijan por sus hijos. Tomen la tarea de saber que realmente quieren ser en un futuro, aconséjenlos o mejor aun simplemente escúchenlos. Para finalizar reitero que la juventud es un divino tesoro que se va, pero se recuerda por siempre. Los valores se inculcan desde la niñez y viven con ellos para siempre, estos forman parte esencial en todas las facetas de su vida. Ahora bien, no todo está perdido con nuestra juventud. Somos jóvenes y representamos los valores morales, sociales, cívicos y religiosos que aún imperan en nuestra sociedad. Yo quiero un mejor Perú y sé, que si cada uno de nosotros aportamos tan solo un granito de arena, en tan encomiable causa, lograremos ese Perú tan soñado y anhelado.