Вы находитесь на странице: 1из 2

Arco Minero del Orinoco

En Venezuela actualmente existen serios problemas que van de lo


económico a lo social. A partir del 2008, con el desplome de la bolsa de valores
estadounidense, Venezuela ha ido sufriendo un colapso sistemático en su
economía, desde la caída de los precios del petróleo, antaño valorizado en un
máximo de 150 dólares por barril en octubre del 2008 hasta los 39 dólares actuales,
hasta la acentuada escasez de productos de primera necesidad como alimentos y
medicinas. La economía venezolana, la cual se ha basado erróneamente en la
dependencia total de la exportación del llamado “oro negro”, se encuentra
atravesando la mayor debacle de toda su historia. Por ello el gobierno venezolano
dirigido por el presidente Nicolás Maduro, ha tomado diversas acciones con el fin
de contrarrestar esta tendencia y así evitar una explosión social, producto del
descontento por las políticas económicas rentistas e ineficiencia a la hora de
administrar el gran capital obtenido en todos estos años de bonanza petrolera. Una
de estas nuevas acciones tomadas por el Jefe de Estado para mejorar la economía
del país; ha sido la creación del llamado Arco Minero del Orinoco (AMO).

La creación del Arco Minero del Orinoco (AMO) contemplada en gaceta oficial
nro. 40.855, abarca una extensión de 112 mil Km² de los estados Bolívar, Amazonas
y Delta Amacuro, que representan un 12% de todo el territorio nacional, y tiene como
planteamiento el permitir a 150 empresas transnacionales la explotación de
minerales altamente codiciados como lo son: oro, diamantes, coltán, hierro, bauxita,
entre otros, en la mayoría de los casos mediante la técnica de extracción llamada
“minería a cielo abierto”. No obstante, el gobierno nacional, en vista del riesgo
ambiental que representa un macroproyecto de esta envergadura, ha creado el
Ministerio del Poder Popular del Desarrollo Minero Ecológico, cuyo objetivo esencial
es promover el uso de tecnologías y técnicas de extracción de minerales de formas
más amigable con el ambiente, además de controlar, desarrollar y operar proyectos
de esta índole, así como también el dar concesiones y autorizaciones a las distintas
empresas que pretendan aprovechar el rico tesoro minero que existe en el AMO.

Primeramente, hay que hacer un pequeño hincapié en la ironía que


representa un ministerio de minería ecológica, puesto que la minería es una de las
actividades más destructivas ambientalmente hablando, y no existen ejemplos a
nivel mundial sobre “minería ecológica” debido a que los términos “minería” y
“ecológico” son conceptos oximorónicos entre sí, por lo que da a entender que la
creación apresurada de un ministerio para tal fin, no es más que un velo para ocultar
la causticidad y opacidad con que el gobierno nacional ha llevado este tema. Dicho
ministerio no posee infraestructura, experiencia y organización previa para cumplir
su finalidad, y es contradictorio que un ente que promueva la minería como solución
económica (algo que es inviable a largo plazo) también promueva el respeto hacia
el medio ambiente. Por otra parte, la técnica con que se plantea extraer la mayor
parte de las riquezas del suelo venezolano, la “minería a cielo abierto”, es una de
las más dañinas en cuanto a técnicas de extracción de minerales, debido a que esta
inyecta agua y químicos como el cianuro al suelo (algo muy parecido a lo que hace
el fracking); se consumen grandes cantidades de agua para el desarrollo de este
proceso y por cada gramo de oro extraído queda aproximadamente una tonelada
de tierra contaminada por cianuro, arsénicos, plomo y entre otros metales pesados.
La economía local, lejos de mejorar, es afectada, debido a que se pierden tierras
para el cultivo y la presencia de minas afecta el potencial biológico, cultural y
socionatural de la zona afectada. ¿Cómo puede esto ayudar a la recuperación de la
economía nacional?

La aplicación del gigantesco proyecto del Arco Minero del Orinoco, llevado
de la manera en que se plantea, representara un deterioro irreversible del
ecosistema que existe en los estados ya antes nombrados, ecosistemas que ya se
ven afectados por las distintas actividades mineras ilegales, que pasan
desapercibidas a los ojos de las autoridades pertinentes y, peor aún, en algunos
casos cuentan con el consentimiento del Estado para realizar dichas actividades.
La corrupción ha sido uno de los males que más ha afectado a los distintos
gobiernos de este país, y el aumento desmesurado de la misma en los últimos años,
así como la aparición de bandas delictivas que se “adueñan” y zonifican a su antojo
vastos territorios ricos en minerales codiciados, son algunos ejemplos del “buen”
desempeño del gobierno venezolano en materia de minería.

Antes de modificar cualquier componente de una zona, de deben contemplar


previamente la diversidad y relaciones biológicas que existen en el lugar, así como
también la precavida planificación de proyectos que salvaguarden el ecosistema
que se piensa intervenir y como esto afecta a todos los ciudadanos que vemos
disminuida nuestra calidad de vida a causa de proyectos que atentan con el medio
ambiente. Estos ecosistemas que regulan el ciclo hidrológico y quimico, que son el
sostén esencial de la biodiversidad y el hábitat de faunas, floras y culturas
indígenas, que producen biomasas cosumidas por todos nosotros y que son
patrimonio de la humanidad, como en el caso de parques y reservorios, deben ser
cuidados y preservados para las futuras generaciones.

Вам также может понравиться