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Terror onírico

Por Lissette Rodríguez Castro

¿Qué sería de nosotros si dejamos de creer en la existencia de un Dios? Con el paso del
tiempo, la gente que no cree en una deidad, ha ido en aumento ¿Debemos preocuparnos?
Hace siglos, cuando comenzaron estos pensamientos, causaron tal impacto, que provocó la
escritura de muchos textos que ponían en tela de juicio la existencia de Dios, pero es algo
que será muy difícil de averiguar, no mientras el ser humano tenga fe.

Uno de los escritos, pertenece a Jean-Paul Richter, estoy hablando de “Discurso de Cristo
muerto desde lo alto del Edificio del Mundo: no hay Dios”, en el cuál, expresa su
preocupación por la idea de que Dios no exista. En este artículo, no trataré de buscar qué
pasará con la humanidad si deja de creer en la existencia de Dios, tampoco, apoyaré la idea
de su existencia, simplemente, analizaré en cómo, el autor está preocupado por el contexto
en el cual vive y lo refleja en su forma de escribir, y en los recursos que utiliza para causar
mayor impacto al lector.

Desde el momento en que plantea el problema como un sueño, nos hace razonar que es algo
imposible lo que pasará a continuación. La narración es tal, que provoca que olvidemos que
en un principio todo era un sueño, pero, para mantener el ambiente onírico, mete pequeños
detalles que nos hacen decir “Que pase esto es imposible”, por lo que, es en ese momento,
que recordamos que no es más que un sueño, incluso, agrega sucesos que podrían
fácilmente, pertenecer a una película de terror, de esta forma, provoca un sentimiento de
terror ante la idea de la desaparición de Dios en nuestros días.

Por como empieza el escrito, da alusión de que es algo que realmente le pasó a él (no
sabemos si así fue, no vivimos en su época, no lo conocimos y, aunque hubiésemos estado
conocido las anteriores, el ser humano siempre puede recurrir a la mentira), pero, en esta
reflexión lo tomaremos como si hubiera sido él.

Relata que se quedó dormido en una montaña y despertó en un cementerio, en este lugar,
ocurren un montón de cosas raras, de tal forma que de un momento a otro, se pierde su
figura, pasando a ser ‘Jesús’ el que lleva a cabo el debate en cómo su Padre (Dios) no
existe, que lo ha buscado por las galaxias y no fue capaz de encontrarlo, todo esto, se dirige
a unas pobres almas que sufren por las palabras de negación que tiene Jesús hacia ellas.

El hecho de que sea algo divino, el hijo de Dios, para ser específicos, quien habla sobre la
no existencia de Dios, hace que se provoque en el lector un impacto aún mayor al que
hubiera sido, si sólo era un humano quien hablaba de ello, incluso, causa más preocupación.
Si hubiera sido el autor quien negara la existencia de Dios, no haría más que provocar
pensamientos que cuestionaran su cordura, unos cuantos que se enojarían y otras a los
cuales, les causaría risa. Pero, al poner la acción en manos de Jesús, provoca un sabor de
boca raro, te hace pensar “¿Qué sería de la humanidad si deja de creer que hay algo por
encima de él?” Sinceramente, creo que sería un caos total, puesto que, de cierta forma, esta
creencia hace que reprimamos muchas de nuestras acciones más egoístas, aunque, también
es usado por muchos, para ser más egoístas, causa de estos son acciones como la Ley anti
aborto de Veracruz o el Frente Nacional por la Familia, que no hacen más que ser egoístas,
tratando de restar de derechos a otros seres humanos.

Otro punto que llama mi atención de la lectura, es el como, “sólo los niños dormían en los
féretros abiertos”. El hecho de que los niños duerman, no puede ser mayor significado que
la inocencia de ellos, el como, se mantienen ajenos a la situación que ocurre, puesto que,
aunque parezca imposible, un niño puede estar alejado de todos estos temas dependiendo de
cómo sea criado, pero, ¿Si es criado por alguien que no cree en Dios? ¿Creerá el niño en
algo en un futuro? ¿Se lo transmitirá a sus hijos en un futuro? Si esto pasa, sería otra causa
de preocupación, en como, poco a poco, las creencias se transmitirían, llegando al punto en
que, lo que antes era una minoría se transforme en mayoría.

¿Cómo sé que este tema preocupa al escritor? Simple, en su párrafo final, habla de cómo, al
despertar, su “alma llora de alegría al poder de nuevo adorar a Dios”, por lo que, no hace
más que demostrar como la idea de la falta de Dios en el mundo, lo aterra, al punto de
agradecer despertar de un sueño, que, probablemente, fue una pesadilla para él.

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