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UNIVERSIDAD NACIONAL DE HUANCAVELICA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS


INTRODUCCION
Consideramos imprescindible basarnos en el artículo 1° de nuestra Constitución
Política del Perú consagra que la defensa de la persona humana y su dignidad,
constituye el fin supremo de la sociedad y del Estado, por ende, todo acto o
acción debe procurar su protección y desarrollo de la persona

Asimismo, la dignidad constituye una categoría que no excluye por ningún motivo,
a ningún ser humano, por lo tanto, la protección jurídica que de ella emana, se
extiende a los detenidos o encarcelados, sin importar las razones hechos que
originaron tal condición.

Por otro lado, la privación de libertad no implica que otros derechos deban sufrir
menoscabo, pues ello solo es posible por orden judicial motivada.

Cabe señalar, que la propia condición de interno puede desbocar en limitaciones


aceptables a algunos derechos como el pleno contacto familiar, votar y ser elegido
(en caso se sea sentenciado) y a mantener una vida familiar. Desde el inicio de
esta exposición, podemos señalar que las condiciones en que se cumple la
privación de libertad pueden resultar vulneradoras a la dignidad humana y
constituir una forma de tortura o trato inhumano o degradante.

El presente trabajo tiene como tema fundamental derechos de los reclusos,


tema que se nos fue asignado para dar a conocer los derechos fundamentales de
los reclusos, mediante bases jurídicas

El presente trabajo se estructura de la siguiente manera:

En el capítulo I. tratamos los antecedentes históricos del Derecho Penitenciario,


su reseñan histórica, así como la evolución de los sistemas penitenciarios.

En el capítulo II. Desarrollaos el tema de la pena, su propósito, y las distintas


clases de penas que se aplican a los delitos.

En el capítulo III. Ponemos en conocimiento los sistemas penitenciarios actuales,


su modo de funcionamiento, su régimen y sus principales deficiencias.

En el capítulo IV. En este capítulo estudiamos la ciencia penitenciaria, lo que dice


la doctrina sobre las diferencias entre Derecho Penitenciario, Derecho Penal y
Derecho Procesal Penal.
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CAPITULO I
ANTECEDENTES HISTORICOS

SISTEMA DE EJECUCIÒN PENAL EN EL PERU

Las cárceles existen en la mayoría de las sociedades desde hace muchos siglos.
Por lo general son lugares en los que las personas quedan detenidas hasta que
se las somete a algún tipo de proceso judicial, donde quizá estén esperando a
que se celebre el juicio o ya estén cumplimiento su pena por haber dañado los
bienes jurídicos protegidos por el Estado.

Desde el día que la sociedad quedo políticamente organizada, se creó la función


represiva, estableciéndose las sanciones respectivas como la pena, penitencia
que contenía aflicción y sufrimiento para los autores de las violaciones del orden
jurídico a quienes se les guardaría en locales a propósito (cárceles), desde aquel
día surgió virtualmente el problema penitenciario.
Al principio la pena era tomada como venganza social estaba dirigida a destruir al
delincuente, después se conceptuó la pena como castigo y dolor, castigando
dentro de los límites de la justicia, para resarcir el derecho violado por la acción
delictuosa; las leyes penales se dirigieron entonces a combatir la delincuencia y
no al delincuente.

El origen de las penas parece que estuviera fundado en el derecho de castigar,


para hallar el derecho de castigar, dice Houtefort es preciso primero considerar la
formación de las primeras sociedades y llegando hasta el primer crimen
encontraremos la primera ley criminal, donde la ley no es sino el grito de la
naturaleza y del deseo de la conservación, y no el resultado de las convenciones
hechas entre los hombres libres.
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Por otro lado, toda pena, dice Montesquieu en su “Espíritu de las
Leyes”, que no se deriva de la absoluta necesidad es tiránica, de lo que se
deduce que todo acto de hombre a hombre sin la absoluta necesidad es tiránico,
porque es el Estado el que asumen el derecho de castigar tales delitos como
representantes de la sociedad. Es la necesidad social la que ha obligado a los
hombres a ceder parte de su propia libertad para asegurar su defensa.

Los delitos se miden en razón de la gravedad de la violación y de la relación que


tiene con el daño hecho en la sociedad, el fin de la pena no es el de atormentar o
el de afligir al delincuente, ni deshacer un delito ya cometido, el fin no es otro que
impedir al reo cause nuevos daños a sus semejantes, y retraer a los demás de la
comisión de otros iguales; la proporción de los delitos entre las penas deben ser
más fuertes con motivos que retraigan a los hombres de los delitos.

SISTEMA PENITENCIARIO EN EL PERÚ

Cabe señalar con precisión, que no existe una fecha exacta cuando empezó a
recluirse a los hombres en locales cerrados, su uso se pierde en la lejanía del
tiempo, sin embargo, cuando se estudia el problema carcelario, puede salvarse en
el Perú, haciendo una apreciación de acuerdo a los periodos de nuestra historia,
es decir: Incanato, Coloniaje y primeros años de vida republicana. Durante el
incanato las prisiones solo servían para recluir a los que esperaban que se dictara
sentencia, fuera esta condenatoria o absolutoria; o por otro lado, tenían por objeto
impedir la fuga de los que habían sido condenados y esperaban la ejecución de la
sentencia, aplicándose frecuentemente la pena de muerte.

Por otro lado, en España, trasplantó sus instituciones al Perú, donde los locales
destinados para la reclusión eran marcadamente estrechos y antihigiénicos,
debiendo los internos pagar “carcelaje”, es decir pagar su permanencia en la
prisión, siendo dispensados de esta disposición tan solo los pobres y los
indígenas. Como la gran mayoría de las disposiciones que se establecieron para
las colonias, por parte de España, se ordenaba a los carcelarios dar un buen trato
a los reclusos, estas órdenes jamás fueron obedecidas y el trato fue diferente
dependiendo del color de las personas.

Cuando se produce la expulsión del poder español y se da paso a la vida


republicana es con el gobierno de Ramón Castilla, cuando en forma lenta se
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establecen algunas disposiciones que toman en consideración la
condición humana del recluso. Hasta antes de Castilla, en las cárceles no había
esperanza de mejora y solo eran centros de degradación, sin embrago, con el
nacimiento de la república se intentó la humanización de las prisiones peruanas.
Torre Tagle , promulgó el primer Reglamento Carcelario el 23 de marzo de 1822,
este reglamento contenía principios verdaderamente valiosos , como aquel que
disponía que se sacara a los reos de sus tétricas celdas , una hora en la mañana
y otra en la tarde, además se dispuso la separación de los menores de los adultos
, de las mujeres de los varones , también mediante el Decreto Supremo del 10 de
abril de 1822 , dispuso que no se retardase la libertad de los presos por deuda del
derecho de carcelaje , por lo que fue suprimido , disponiéndose que la
manutención de los reclusos fuera obra de los municipios.

El control y la administración de las prisiones correspondieron inicialmente a la


beneficencia, luego a las municipalidades y finalmente a las autoridades políticas.

El general Andrés de Santa Cruz, protector de la Confederación Perú-Boliviana,


expidió un Reglamento de Tribunales del Estado Nor-Peruano, que contiene
remarcables medidas. El 1º de julio de 1850, se dice el Reglamento para la cárcel
del Cusco; este reglamento establecía entre otros principios:

1) Todos los rematados, salvo caso de enfermedad, estaban obligados a trabajar


exceptuándose a los menores de 14 años y mayores de 60.

2) Los reclusos estaban separados según sexo, edad, nacionalidad, artes y


oficios.

3)Se clasificaba a los penados en cuatro grupos:

 Sentenciados a la pena de muerte


 Los condenados de 6 a 10 años de presidio por crímenes atroces
 Los condenados de 2 a 4 años por delitos comunes y
 Los condenados a menos de 2 años de cárcel

4) Los penados que acreditaban buena conducta y objetivaban su enmienda


recibían recompensas como la traslación a mejor celda, exención de
determinados trabajos, no llevar grilletes, permiso para beber cierta cantidad de
licor no alcoholizado una vez a la semana.
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5)Los presos que observaban mala conducta eran castigados.

6) Cuando un reo demostraba excelentes signos de enmienda podría gozar del


beneficio de la reducción del tiempo de condena.
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CAPITULO II

DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS RECLUSOS

Los pilares fundamentales en el régimen de vida de los reclusos: son el derecho a


la vida y el derecho a la integridad personal

2.1. El principio de dignidad.

La dignidad como principio en el marco de los límites impuestos a los derechos


fundamentales. En el caso de los reclusos, tal como venimos afirmando, la
privación del derecho fundamental a la libertad trae consigo de manera inevitable
restricciones al ejercicio de otros derechos fundamentales. No obstante, es
importante señalar que la dignidad, inherente a todo ser humano, constituirá un
principio esencial que deberá ser respetado en el tratamiento brindado a los
internos.

Así, antes de estudiar la manera en que este principio ha sido entendido en el


ámbito particular de los derechos fundamentales de los reclusos, nos parece
importante brindar un alcance general acerca de su definición.

Y para esto, que mejor manera, que acercarnos a su definición a través de la


jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano, para la cual “partiendo de la
máxima kantiana, la dignidad de la persona supone el respeto del hombre como
fin en sí mismo, premisa que debe estar presente en todas los planes de acción
social del Estado suministrando una base constitucional a sus políticas, pues en el
Estado Social el respeto a la dignidad se refiere esencialmente a lograr una mejor
calidad de vida de las personas”

Asimismo, el Tribunal Constitucional peruano en la sentencia expedida en el año


2003 en el proceso de inconstitucionalidad seguido contra la denominada
“legislación antiterrorista” indicó que “la dignidad de la persona humana es el
presupuesto ontológico para la existencia y defensa de sus derechos
fundamentales. El principio genérico de respeto a la dignidad de la persona por el
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sólo hecho de ser tal, contenido en la Carta Fundamental, es la
vocación irrestricta con la que debe identificarse todo Estado Constitucional y
Democrático de Derecho. En efecto, este es el imperativo que transita en el
primer artículo de nuestra Constitución”

2.3. El derecho a la vida.

En términos generales, “nuestra Constitución Política de 1993 ha determinado


que la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del Estado; la persona está consagrada como un valor
superior, y el Estado está obligado a protegerla. El cumplimiento de este valor
supremo supone la vigencia irrestricta del derecho a la vida, pues este derecho
constituye su proyección; resulta el de mayor connotación y se erige en el
presupuesto ontológico para el goce de los demás derechos, ya que el ejercicio
de cualquier derecho, prerrogativa, facultad o poder no tiene sentido o deviene
inútil ante la inexistencia de vida física de un titular al cual puedan serle
reconocidos tales derechos”

Asimismo, “este bien jurídico es el derecho que tiene toda persona a existir y a
gozar, sin excepción, del conjunto de facultades que le permiten relacionarse y
comunicarse con los demás miembros de la sociedad. Se trata del primero de los
derechos que debe ser garantizado por el Estado habida cuenta de que, si bien
todos los derechos son indispensables, la vida es el atributo esencial para gozar y
ejercer las libertades que posee la persona. Así, el derecho a la vida tiene un valor
especialísimo porque es la génesis y fundamento de los demás derechos. La vida
posee tal importancia que su respeto se ha convertido en motor del progreso
moral de la humanidad. Una sociedad verdaderamente democrática es aquella en
la cual se reconoce que la vida humana, y que toda vida humana, es siempre
valiosa.

Por ello, al referirnos “al derecho a la vida y a la integridad personal estamos ante
derechos básicos de toda persona sin los que todo lo demás es absolutamente
imposible. Por tanto, el derecho a la vida y a la integridad física y moral, de los
que derivan la prohibición de torturas, así como el derecho a la salud,
corresponden a los reclusos por ser personas, pero, en su especial situación,
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estos derechos esenciales constituyen deberes específicamente
señalados en la Ley para la Administración penitenciaria

2.3. El derecho a la integridad personal

En la actualidad, desafortunadamente el derecho a la integridad personal es uno


de los más vulnerados debido a las existentes condiciones de reclusión. Así, la
tortura es el acto que consagra la mayor vulneración de este derecho. No
obstante, su comisión se torna muchas veces clandestina cuando se lleva a cabo
al interior de un recinto penitenciario.

En este sentido, podemos señalar que “la tortura constituye el aspecto patológico
de la ausencia de democracia y nace donde faltan o están debilitadas todas
aquellas garantías institucionales y procesales que son expresión indispensable
de la democracia.

En un análisis realizado por Javier Balaguer de la sentencia emitida por el


Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso “Irlanda vs. Reino Unido”
-caso en el cual se cuestionó el hecho de que “para luchar contra el terrorismo las
autoridades británicas habían ejercido entre agosto de 1971 y 1975 una serie de
facultades calificadas en la sentencia

como “extrajudiciales” para detener, internar y encarcelar” se puede observar la


distinción que el Tribunal Europeo realiza entre los tres hechos que implican una
clara violación al derecho a la integridad personal:

(i) la comisión de tortura,


(ii) (ii) la comisión de tratos degradantes y
(iii) (iii) la ejecución de tratos inhumanos.

De este modo, Balaguer indica que para la Corte Europea “el trato degradante es
el que puede crear en las víctimas sentimientos de temor, de angustia y de
inferioridad susceptibles de humillarles, de envilecerles y de quebrantar, en su
caso, su resistencia física o moral. [Igualmente], la práctica de tratos inhumanos
incluye aquéllos que producen intensos sufrimientos y daños corporales, a veces
de importancia, en torturas se incluyen aquellos tratos inhumanos deliberados que
producen sufrimientos graves y crueles. De las definiciones del Tribunal se
desprende que es la intensidad de los sufrimientos que producen el elemento
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diferenciador entre las torturas y los tratos comentados, pareciendo
exigir un nivel especial en el dolor que caracteriza la tortura”
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CAPITULO III

DERECHOS DE LOS RECLUSOS

3.1. DERECHO A UNA CALIDAD DE VIDA ADECUADA

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El objetivo de la presente capitulo es subrayar el derecho de que los presos y los


detenidos tienen derecho a disfrutar de condiciones de vida y de detención
adecuadas. Esos derechos se refieren al alojamiento, el alimento, el agua de
bebida, el vestido y la ropa de cama.

Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto


debido a la dignidad inherente al ser humano. Toda persona privada de libertad
tiene derecho a un nivel de vida adecuado y en especial a alimentos y agua de
bebida en cantidad suficiente, vivienda, vestido y ropa de cama

El artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dispone lo


siguiente:

1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le


asegure la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de pérdida
de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de
su voluntad.

El artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos estipula lo


siguiente:

Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el


respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
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El artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales dispone:

Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de


toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso
alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua
de las condiciones de existencia.

La privación de alimentos y agua en cantidad suficiente, así como de vestido y de


alojamiento apropiados a menudo pueden constituir malos tratos a los presos y
ser considerados como tortura en los casos más graves. Es importante saber que
infligir torturas físicas o un trato cruel, inhumano o degradante no es la única
forma de violar la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos y Degradantes.

3.2. DERECHO DE ALOJAMIENTO

El objetivo del presente capítulo es mostrar que el alojamiento debe reunir ciertos
requisitos básicos. Las normas internacionales dejan bien claro que los presos
deben tener espacio suficiente y tener acceso a aire y luz en cantidad suficiente
para mantener la salud.

Los locales destinados a los reclusos deberán proporcionar un volumen suficiente


de aire, superficie mínima, alumbrado, calefacción y ventilación. Los presos que
hayan de ocupar dormitorios colectivos habrán de ser cuidadosamente
seleccionados y sometidos a vigilancia nocturna.

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El artículo 16 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,


Inhumanos y Degradantes dispone lo siguiente:

Todo Estado Parte se comprometerá a prohibir en cualquier territorio bajo


su jurisdicción otros actos que constituyan tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes y que no lleguen a ser tortura, cuando esos actos
sean cometidos por un funcionario público u otra persona que actúe en el
ejercicio de funciones oficiales, o por instigación o con el consentimiento o
la aquiescencia de tal funcionario o persona.
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Las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos exigen lo
siguiente:

Las celdas o cuartos destinados al aislamiento nocturno no deberán ser


ocupados más que por un solo recluso. Si por razones especiales, tales
como el exceso temporal de población carcelaria, resultara indispensable
que la administración penitenciaria central hiciera excepciones a esta regla,
se deberá evitar que se alojen dos reclusos en cada celda o cuarto
individual.

2) Cuando se recurra a dormitorios, éstos deberán ser ocupados por reclusos


cuidadosamente seleccionados y reconocidos como aptos para ser alojados en
estas condiciones. Por la noche estarán sometidos a una vigilancia regular,
adaptada al tipo de establecimiento de que se trate.

Los locales destinados a los reclusos y especialmente aquellos que se


destinan al alojamiento de los reclusos durante la noche deberán satisfacer
las exigencias de la higiene, habida cuenta del clima, particularmente en lo
que concierne al volumen de aire, superficie mínima, alumbrado, calefacción
y ventilación. 11. En todo local donde los reclusos tengan que vivir o
trabajar:

a) Las ventanas tendrán que ser suficientemente grandes para que el


recluso pueda leer y trabajar con luz natural; y deberán estar dispuestas
de manera que pueda entrar aire fresco, haya o no ventilación artificial;

b) La luz artificial tendrá que ser suficiente para que el recluso pueda leer
y trabajar sin perjuicio de su vista.

26. 1) El médico hará inspecciones regulares y asesorará al director


respecto a: …

c) Las condiciones sanitarias, la calefacción, el alumbrado y la


ventilación del establecimiento; Las Directrices y Medidas para la
prohibición y la prevención de la tortura y los tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes en África (Directrices de Robben Island)
disponen que los Estados deben
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34. Adoptar medidas para mejorar las condiciones de los
lugares de detención que no se ajusten a las normas internacionales.

La sobreocupación de las instalaciones donde se alojan los presos es uno de los


mayores problemas en muchas cárceles, sobre todo en nuestro país, en algunos
países esto significa que dos o tres presos viven en celdas originalmente
previstas para una sola persona. Ello hace que un gran número de reclusos se
encuentren hacinados en pequeños dormitorios, a menudo con un número
insuficiente de camas o sin colchones o ropa de cama adecuada. Cuando las
personas permanecen largos períodos en esas condiciones de hacinamiento
puede haber peligro de actos violentos y de que las personas fuertes abusen de
las débiles. En las situaciones extremas en las que no todos los presos tienen una
cama, es probable que los más débiles se vean obligados a dormir en el suelo.
Cuando los presos están encerrados la mayor parte del día sin nada que hacer ni
tiempo para estar a solas, es probable que se vuelvan unos contra otros como
medio de aliviar la tensión o romper la monotonía. Hay peligro de que se
produzcan abusos sexuales y físicos

En esas condiciones, también hay gran peligro de enfermedades y de contagios.


En muchas prisiones, por ejemplo, la tuberculosis, las enfermedades de
transmisión sexual y el VIH/SIDA suponen una amenaza creciente para la salud.
Esas condiciones de alojamiento tienen graves repercusiones y pueden constituir
trato inhumano degradante o maltrato de otro tipo en violación de las normas
internacionales. Una temperatura adecuada y una calefacción suficiente son
importantes para garantizar condiciones de vida aceptables. A este respecto,
todas las celdas deben estar debidamente caldeadas para proporcionar una
temperatura adecuada y para hacer frente a las condiciones invernales; además,
deben estar bien ventiladas. Una ventilación apropiada también contribuye a
prevenir las enfermedades y a hacer que el entorno sea más saludable.

3.3. DERECHO A SUFICIENTES ALIMENTOS Y AGUA DE BEBIDA OBJETIVO

El objetivo de este capítulo es subrayar que los presos deben recibir alimentos
nutritivos que sean apropiados para preservar su salud y su energía. También
deben tener acceso regular a agua de bebida.
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Los alimentos y el agua de bebida en cantidad suficiente son
derechos humanos. Todos los presos tienen derecho a recibir alimentos nutritivos
y en cantidad suficiente a horas regulares, con agua potable siempre que la
necesiten.

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales garantiza el derecho a una alimentación adecuada como componente
del derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado.

El párrafo 2 de ese artículo dispone en particular que los Estados Partes


reconocen el derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el
hambre. El derecho a una alimentación adecuada es elaborado con más detalle
por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en su Observación
General 12 (1999) al respecto3, que afirma:

6. El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre,


mujer o niño, ya sea solo o en común con otros, tiene acceso físico y
económico, en todo momento, a la alimentación adecuada o a medios para
obtenerla. El derecho a la alimentación adecuada no debe interpretarse, por
consiguiente, en forma estrecha o restrictiva asimilándolo a un conjunto de
calorías, proteínas y otros elementos nutritivos concretos.

10. Al decir sin sustancias nocivas se fijan los requisitos de la inocuidad de


los alimentos y una gama de medidas de protección tanto por medios
públicos como privados para evitar la contaminación de los productos
alimenticios debido a la adulteración y/o la mala higiene ambiental o la
manipulación incorrecta en distintas etapas de la cadena alimentaria; debe
también procurarse determinar y evitar o destruir las toxinas que se
producen naturalmente.

El derecho a agua suficiente es detallado por el Comité de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales en su Observación General 15 (2002), sobre el derecho al
agua (artículos 11 y 12 del Pacto). La regla 20 de las Reglas mínimas para el
tratamiento de los reclusos exige lo siguiente:
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1) Todo recluso recibirá de la administración, a las horas
acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y
servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su
salud y de sus fuerzas.

2) Todo recluso deberá tener la posibilidad de proveerse de agua potable cuando


la necesite. Además, la regla 26 de las Reglas mínimas exige lo siguiente:

1) El médico hará inspecciones regulares y asesorará al director respecto a:

a) La cantidad, calidad, preparación y distribución de los alimentos;

3.4. DERECHO AL VESTIDO Y A LA ROPA DE CAMA

El objetivo de este capítulo es destacar la importancia que tiene para la salud


general de todas las personas de la prisión y para la autoestima de las personas
el hecho de que los presos dispongan de vestimenta y ropa de cama limpias y
adecuadas.

El vestido, como componente del derecho a un nivel de vida adecuado, es un


derecho humano. Todos los presos a los que no se permita llevar sus propias
ropas recibirán ropas adecuadas. Se dispondrá de medios para mantener la ropa
limpia y en buenas condiciones. Todos los presos recibirán una cama individual y
ropa de cama limpia, así como medios para mantenerlas limpias. Se dispondrá de
medios para lavar y secar regularmente la ropa de vestir y la ropa de cama.

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El párrafo 1 del artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales prevé el derecho al vestido como componente del derecho
de toda persona a un nivel adecuado de vida.

Las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos exigen lo siguiente:

17. 1) Todo recluso a quien no se permita vestir sus propias prendas


recibirá las apropiadas al clima y suficientes para mantenerle en buena
salud. Dichas prendas no deberán ser en modo alguno degradantes ni
humillantes.
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2) Todas las prendas deberán estar limpias y mantenidas en
buen estado. La ropa interior se cambiará y lavará con la frecuencia
necesaria para mantener la higiene.

3) En circunstancias excepcionales, cuando el recluso se aleje del


establecimiento para fines autorizados, se le permitirá que use sus propias
prendas o vestidos que no llamen la atención.

18. Cuando se autorice a los reclusos para que vistan sus propias prendas,
se tomarán disposiciones en el momento de su ingreso en el
establecimiento, para asegurarse de que están limpias y utilizables.

19. Cada recluso dispondrá, en conformidad con los usos locales o


nacionales, de una cama individual y de ropa de cama individual suficiente,
mantenida convenientemente y mudada con regularidad a fin de asegurar su
limpieza.

En algunos países, los presos preventivos pueden llevar sus propias ropas y los
condenados deben llevar un uniforme del centro penitenciario. En otros países,
todos los presos, salvo los de la categoría de máxima seguridad, pueden llevar
sus propias ropas. Sea cual sea el sistema empleado, los presos deben mudar
periódicamente sus prendas de vestir personales. Deben existir dentro o fuera del
establecimiento medios para lavar y secar la ropa de la prisión. Si los presos
llevan sus propias ropas, debe permitirse a las familias proporcionarles mudas
regulares. Las ropas de la prisión no serán degradantes ni humillantes. En
algunos países el grado de sobreocupación de las prisiones obliga a que los
presos compartan camas. Debe hacerse todo lo posible para evitar esa situación.
Las características de la cama y de la ropa de cama pueden variar con arreglo a
las tradiciones locales. Lo que se proporcione en la prisión debe ser parecido a lo
que se utiliza en la comunidad.

3.4. DERECHOS DE LOS PRESOS EN MATERIA DE SALUD

El objetivo de esta sección es destacar que la atención de salud adecuada es un


derecho básico de todo ser humano y que las condiciones de la atención sanitaria
en las prisiones afectan a la salud pública.
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El disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental es un
derecho humano.

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El párrafo 1 del artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales reconoce: el derecho de toda persona al disfrute del más
alto nivel posible de salud física y mental.

El estado de salud tanto físico como mental de todo ser humano influye en la
forma en que vive, trabaja y se comporta. Esto es cierto tanto para el personal
penitenciario como para los reclusos. El estado de salud de una persona puede
influir en el de otras personas. Los enfermos necesitan cuidados especiales y no
pueden contribuir plenamente a la sociedad en la que viven. Algunos problemas
de salud influyen en la conducta de las personas y por consiguiente a las
relaciones con otras personas. Esto es particularmente cierto en el caso de los
problemas de salud mental, que pueden afectar a una proporción importante de
los presos. Algunos problemas de salud pueden transmitirse a otras personas.
Esto sucede especialmente con algunas enfermedades de alta prevalencia en
algunos sistemas penitenciarios, como el VIH/SIDA y la tuberculosis. La inmensa
mayoría de los presos abandonan la cárcel antes o después. El personal
penitenciario va de unas prisiones a otras y entra y sale de la prisión, al igual que
los visitantes. Esto significa que los problemas de salud en las prisiones pueden
pasar a ser problemas de salud en la comunidad. Por consiguiente, mantener la
salud en las prisiones interesa a todos. Cuando el personal penitenciario está
sano, trabajará mejor. Cuando los presos están sanos, están más capacitados
para trabajar y en mejores condiciones de sobrellevar la privación de libertad.

3.5. RECONOCIMIENTO MÉDICO DE TODOS LOS NUEVOS RECLUSOS

El objetivo de este capítulo es destacar que el derecho de los presos a una


atención de salud adecuada comienza en el momento en que ingresa en custodia.

Todos los presos deben ser sometidos a un examen médico en cuanto ingresen
en una prisión o un centro de detención. Todo tratamiento médico que sea
necesario se proporcionará con carácter gratuito. En general, los presos tendrán
derecho a solicitar una segunda opinión médica.
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BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

El principio 24 del Conjunto de principios para la protección de todas las personas


sometidas a cualquier forma de detención o prisión dispone que se ofrecerá a
toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor
dilación posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y,
posteriormente, esas personas recibirán atención y tratamiento médico cada vez
que sea necesario. Esa atención y ese tratamiento serán gratuitos. Esta
disposición ya se mencionó en el capítulo 4 del presente Manual. La necesidad de
una supervisión y un tratamiento médicos sostenidos se confirma en la Regla 24
de las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, también estudiada en
el capítulo 4.

El principio 25 del Conjunto de principios para la protección de todas las personas


sometidas a cualquier forma de detención o prisión dispone lo siguiente:

La persona detenida o presa o su abogado, con sujeción únicamente a


condiciones razonables que garanticen la seguridad y el orden en el lugar
de detención o prisión, tendrá derecho a solicitar autorización de un juez u
otra autoridad para un segundo examen médico o una segunda opinión
médica.

3.6. DERECHO DE ACCESO A LA ATENCIÓN DE SALUD

Los instrumentos internacionales protegen a todas las personas, incluidos los


reclusos, contra las violaciones manifiestas de su derecho a la salud y la
integridad física. El objetivo del presente capítulo es destacar que, puesto que las
personas bajo custodia son particularmente vulnerables, existen normas
internacionales específicas que protegen su derecho a la atención de salud.
Todos los presos y los detenidos tienen derecho al más alto grado posible de
salud física y mental. Los presos deben tener acceso gratuito a los servicios de
salud disponibles en el país. Las decisiones acerca de la salud de un preso sólo
deben ser tomadas por personal con calificaciones médicas y con criterios
médicos.

BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES


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El párrafo 1 del artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos garantiza a toda persona, incluidos los presos:

El derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure la salud y el


bienestar y en especial la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios

Además, el párrafo 1 del artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales reconoce el derecho de toda persona,
incluidos los presos, a la salud.

El principio 9 de los Principios Básicos para el tratamiento de los reclusos dispone


lo siguiente:

Los reclusos tendrán acceso a los servicios de salud de que disponga el


país, sin discriminación por su condición jurídica.

La regla 22 de las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos exige lo


siguiente:

1) Los servicios médicos deberán organizarse íntimamente vinculados


con la administración general del servicio sanitario de la comunidad o
de la nación.

La regla 25 de las Reglas mínimas dispone lo siguiente:

1) El médico deberá velar por la salud física y mental de los reclusos.


Deberá visitar diariamente a todos los reclusos enfermos, a todos los que se
quejen de estar enfermos y a todos aquellos sobre los cuales se llame su
atención.

2) El médico presentará un informe al director cada vez que estime que la


salud física o mental de un recluso haya sido o pueda ser afectada por la
prolongación o por una modalidad cualquiera de la reclusión.

En los países donde la atención sanitaria que recibe la población general no es de


gran calidad debe preocupar especialmente el nivel de la atención sanitaria en las
prisiones. No es apropiado el argumento de que, puesto que una persona está en
prisión, tiene derecho a una atención sanitaria de peor calidad que la que se
presta en la comunidad. Por el contrario, al privar a una persona de su libertad, el
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Estado asume la responsabilidad especial de prestarle atención
sanitaria apropiada.

Es importante contar con un sistema claro y comprensible para que los presos
tengan acceso a un médico.

■ Todo preso que pida ver a un médico podrá hacerlo lo antes posible.

■ Todo preso enfermo será visitado a diario por el médico.

■ Las mujeres recluidas tendrán acceso a servicios de salud reproductiva.

■ Deberán existir estrechos vínculos entre el personal médico de la prisión y el


personal médico de la comunidad.

■ Los mejores ejemplos de atención sanitaria en la prisión a menudo se dan


cuando aquélla está a cargo de las autoridades sanitarias de la comunidad.

■ El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y de los Tratos o Penas


Inhumanos o Degradantes ha recomendado que las prisiones cuenten con el
apoyo directo de un servicio hospitalario plenamente equipado, sea en un hospital
civil o un hospital penitenciario. Además, el servicio de atención sanitaria de la
prisión debe ser capaz de proporcionar tratamiento y cuidados médicos, además
de dietas especiales adecuadas, fisioterapia, rehabilitación o cualquier otro
servicio especial que sea necesario, en condiciones comparables a las que
disfrutan los pacientes de la comunidad exterior.
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CAPITULO III.

SISTEMA PENITENCIARIO PENAL Y SISTEMA DE CONTROL PENAL

En la historia de la humanidad, toda sociedad que ha pretendido asegurar la


permanencia y continuidad de sus relaciones sociales, ha necesitado de un
sistema de control.

El control social es el conjunto de instituciones, estrategias y sanciones sociales,


que pretenden promover y garantizar el sometimiento del individuo a los modelos
y normas comunitarias. Para que un sistema de control social sea eficaz, deberá
garantizar la conformidad del individuo y su sometimiento a las normas de
convivencia (disciplina social) dirigiendo satisfactoriamente los procesos de
socialización.

El control social, es entonces, una condición básica de la sociedad, que asegura


el cumplimiento de las expectativas de conductas y los intereses contenidos en
las normas que rigen la convivencia, confirmándolas contra fácticamente en caso
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de su frustración o incumplimiento con la respectiva sanción
impuesta en una determinada forma o procedimiento.

De acuerdo a los mecanismos o medios utilizados para resolver los conflictos, el


sistema de control social puede ser informal o formal. El control social informal, es
el conjunto de relaciones sociales (normas, roles, creencias comunes, valores,
formas de comunicación y de cooperación, etc), que pueden presentarse entre los
miembros de un grupo permanente, pero que no están prescritas ni definidas por
las reglas de dicho grupo; tiene, además, un espacio amplísimo y los medios que
se usan están más o menos ocultos, encubiertos. Este control se ejerce a través
de la familia, la disciplina social, la educación, las normas sociales, la medicina, la
religión, la actividad política, los medios masivos de comunicación, la actividad
artística, la investigación, etc. Los medios que se utilizan son difusos y muy
diversos, pero en todos los niveles de control predomina una amplia
intercambiabilidad y una considerable flexibilidad.

Los mecanismos de control informal, actúan sin regirse por procedimientos


formalizados o preestablecidos e imponen sanciones de carácter social que no
tienen capacidad de coerción, pues no son más que “mecanismos naturales de
regulación social”.

Ahora bien, cuando los conflictos comportan una mayor gravedad y no pueden ser
solucionados por los mecanismos antes mencionados, entrará en funcionamiento
el denominado “control social formal”, que instaurado por el Estado, tiene como
expresión máxima al “sistema penal”, que está conformado por varias agencias de
control y medios normativos que pretenden garantizar el mantenimiento de una
mínima convivencia social.

El control social formal, ocupa un lugar secundario, puramente confirmador y


asegurador de otras instancias muchos más sutiles y eficaces.
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CAPITULO IV

LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DEL INTERNO EN EL SISTEMA


PENITENCIARIO PERUANO

Dentro de un sistema democrático, la relación Estado interno no se define como


una relación especial sino como una relación jurídica con derechos y deberes
para cada una de las partes, los cuales deben estar especificados sobre derecho
humanos, así como en las leyes y en los reglamentos que desarrollan las mismas.

Siendo que esta relación jurídica estado interno garantiza la permanencia de un


estado democrático de derecho, resulta necesario que este haga eso de su
otorgada por la sociedad solo de manera excepcional e indispensable al no existir
otros mecanismos que brinden una respuesta satisfactoria a los conflictos
sociales más graves.

Por ello se establece que el interno tiene derecho y obligaciones que deben
observarse en la fase de ejecución penal, desde el preciso momento en que la
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sentencia legitima la ejecución de la pena privativa de libertad, hasta
su finalización.

La observación y garantía de estos derechos constituye la institucionalización del


Estado de Derecho en un sistema democrático, pues la falta de reconocimiento y
la afectación arbitraria e indiscriminada de estos conllevaría a la legitimación de
un estado autoritario y dictatorial donde el respeto de los derechos fundamentales
del interno estaría dado por el concepto que tenga de ellos el gobernante de
turno.

4.1. Derechos fundamentes de toda persona.

La persona como consecuencia de una determinada resolución judicial que


restrinja su libertad individual ambulatoria, además puede ver afectado otros
derechos fundamentales que son compatibles con el objeto de la detención o
cumplimiento de la condena y, por ende, conservar los demás derechos
fundamentales que le son inherentes a todo ser humano. En este orden de ideas
podemos establecer las siguientes categorías:

4.2. Derechos directamente afectados.

La constitución política de 1993 en los incisos 11 y 24 del artículo 2º preserva el


derecho de la persona a elegir libremente su lugar de residencia y a transitar
libremente por el territorio nacional.

Sin embargo, como consecuencia de la pena privativa de la libertad estos


derechos fundamentales de rango constitucional resultan directamente afectados
en su ejercicio y efectividad. Es decir, estos derechos constitucionales se ven
legítimamente restringido por lo expresamente contenido en la resolución judicial
en virtud de la ley.

Como señala el Tribunal Constitucional al establecer que tratándose de personas


privadas legalmente de su libertad locomotora, una obligación de la que no
pueden rehuir las autoridades penitenciarias es la de prestar las debidas
garantías para que no se afecte o lesione la vida, integridad física y los demás
derechos constitucionales que no se les haya restringido, ello supone que, dentro
de márgenes sujetos al principio de razonabilidad, no solo pueden sino que deben
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adaptarse aquellas medidas estrictamente necesarias con el objeto
de preservarlas.

Por lo tanto, la persona que se encuentra privada de su libertad es un sujeto titular


de todos los derechos fundamentales amparados por la constitución e
instrumentos internacionales ratificados por el Perú.

4.3. Derechos Indirectamente Afectados

Así mismo, como consecuencia de la ley y la sentencia judicial se ven afectados


indirectamente diversos derechos fundamentales de la persona, entre los cuales
tenemos: derecho a la familia, derecho de propiedad, derecho a la propia imagen,
derecho a la reunión y asociación, derecho al trabajo y a la educación, derecho al
sufragio, etc., donde el ejercicio pleno de los mismo es materialmente imposible
por el h echo de la permanencia del interno en el establecimiento penitenciario.

En efecto, en el caso de la persona privada de la libertad, el derecho a la familia –


consagrado en el artículo 4º de la Constitución considerada como un derecho
social y económico vale decir, a estar en contacto con los padres, esposos o
conviviente, hijos y otros familiares se ve indudablemente limitado puesto que el
ejercicio de este derecho estará sujeto a la periodicidad y horario de visita
programado por la Administración Penitenciaria.

Por otro lado, los derechos de trabajo y educación se encuentran supeditados a


las posibilidades materiales y presupuestarias que dispone la Administración
Penitenciaria.

4.4. Derechos excepcionalmente afectados.

De igual manera, con la privación de la libertad se ven afectados eventual y


excepcionalmente algunos derechos fundamentales de la persona, tales como: el
derecho a la intimidad o privacidad y el derecho al secreto de las comunicaciones
ordenada y pacífica dentro del establecimiento penitenciario, deber que le viene
impuesto a la Administración Penitenciaria.

El Tribunal Constitucional ha señalado que “en cuanto a la invasión de la


privacidad de los internos beneficiarios mediante la filmación permanente de sus
actividades rutinarias, la diligencia de inspección ha corroborado que, si bien
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existen cámaras filmadoras en el recinto penal, estos se hallan
apostados en lugares estratégicos para controlar la seguridad del penal y la
propia seguridad de los internos, y no en los lugares de alojamiento de los
beneficiarios como se alegaba.

4.5. Derechos Inalienables.

Son los derechos que los internos en calidad de procesados sentenciados


preservan al ser inherentes a su status de persona con excepción, obvio es de
aquellos que se encuentran limitados o afectados por la ley y la sentencia judicial
respectiva. Con esta categoría de derechos se incluyen aquellos que forman parte
del núcleo duro de los derechos fundamentales de la persona recogidos y
garantizados por nuestra Constitución Política y reconocidos en los tratados y
pactos internacionales, sobre derechos humanos ratificados por el Perú, los
cuales constituyen el marco jurídico fundamental de la ejecución penal en
concordancia con lo estipulado en el artículo 3º del Reglamento Penitenciario, que
contiene el mandato general de respeto de los demás derechos fundamentales de
los internos, al establecerse que: “ la ejecución de la pena se cumplirá respetando
los derechos fundamentales de la persona consagrados en la Constitución política
del Perú, y en el resto del ordenamiento jurídico peruano. Los derechos de los
internos son los siguientes: derecho a la dignidad, derecho a la vida, derecho a la
igualdad, derecho a la integridad personal, derecho a la salud, etc.

CONCLUSIONES
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 La dignidad como principio en el marco de los límites
impuestos a los derechos fundamentales. En el caso de los reclusos, tal
como venimos afirmando, la privación del derecho fundamental a la libertad
trae consigo de manera inevitable restricciones al ejercicio de otros
derechos fundamentales. No obstante, es importante señalar que la
dignidad, inherente a todo ser humano, constituirá un principio esencial que
deberá ser respetado en el tratamiento brindado a los internos.

 Todo establecimiento penitenciario debe procurar que los internos gocen de


una buena salud física y mental; a su vez deberá proveer de una atención médica
al nivel promedio del brindado a la población en general.

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