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Asimismo, la dignidad constituye una categoría que no excluye por ningún motivo,
a ningún ser humano, por lo tanto, la protección jurídica que de ella emana, se
extiende a los detenidos o encarcelados, sin importar las razones hechos que
originaron tal condición.
Por otro lado, la privación de libertad no implica que otros derechos deban sufrir
menoscabo, pues ello solo es posible por orden judicial motivada.
CAPITULO I
ANTECEDENTES HISTORICOS
Las cárceles existen en la mayoría de las sociedades desde hace muchos siglos.
Por lo general son lugares en los que las personas quedan detenidas hasta que
se las somete a algún tipo de proceso judicial, donde quizá estén esperando a
que se celebre el juicio o ya estén cumplimiento su pena por haber dañado los
bienes jurídicos protegidos por el Estado.
Cabe señalar con precisión, que no existe una fecha exacta cuando empezó a
recluirse a los hombres en locales cerrados, su uso se pierde en la lejanía del
tiempo, sin embargo, cuando se estudia el problema carcelario, puede salvarse en
el Perú, haciendo una apreciación de acuerdo a los periodos de nuestra historia,
es decir: Incanato, Coloniaje y primeros años de vida republicana. Durante el
incanato las prisiones solo servían para recluir a los que esperaban que se dictara
sentencia, fuera esta condenatoria o absolutoria; o por otro lado, tenían por objeto
impedir la fuga de los que habían sido condenados y esperaban la ejecución de la
sentencia, aplicándose frecuentemente la pena de muerte.
Por otro lado, en España, trasplantó sus instituciones al Perú, donde los locales
destinados para la reclusión eran marcadamente estrechos y antihigiénicos,
debiendo los internos pagar “carcelaje”, es decir pagar su permanencia en la
prisión, siendo dispensados de esta disposición tan solo los pobres y los
indígenas. Como la gran mayoría de las disposiciones que se establecieron para
las colonias, por parte de España, se ordenaba a los carcelarios dar un buen trato
a los reclusos, estas órdenes jamás fueron obedecidas y el trato fue diferente
dependiendo del color de las personas.
CAPITULO II
Asimismo, “este bien jurídico es el derecho que tiene toda persona a existir y a
gozar, sin excepción, del conjunto de facultades que le permiten relacionarse y
comunicarse con los demás miembros de la sociedad. Se trata del primero de los
derechos que debe ser garantizado por el Estado habida cuenta de que, si bien
todos los derechos son indispensables, la vida es el atributo esencial para gozar y
ejercer las libertades que posee la persona. Así, el derecho a la vida tiene un valor
especialísimo porque es la génesis y fundamento de los demás derechos. La vida
posee tal importancia que su respeto se ha convertido en motor del progreso
moral de la humanidad. Una sociedad verdaderamente democrática es aquella en
la cual se reconoce que la vida humana, y que toda vida humana, es siempre
valiosa.
Por ello, al referirnos “al derecho a la vida y a la integridad personal estamos ante
derechos básicos de toda persona sin los que todo lo demás es absolutamente
imposible. Por tanto, el derecho a la vida y a la integridad física y moral, de los
que derivan la prohibición de torturas, así como el derecho a la salud,
corresponden a los reclusos por ser personas, pero, en su especial situación,
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estos derechos esenciales constituyen deberes específicamente
señalados en la Ley para la Administración penitenciaria
En este sentido, podemos señalar que “la tortura constituye el aspecto patológico
de la ausencia de democracia y nace donde faltan o están debilitadas todas
aquellas garantías institucionales y procesales que son expresión indispensable
de la democracia.
De este modo, Balaguer indica que para la Corte Europea “el trato degradante es
el que puede crear en las víctimas sentimientos de temor, de angustia y de
inferioridad susceptibles de humillarles, de envilecerles y de quebrantar, en su
caso, su resistencia física o moral. [Igualmente], la práctica de tratos inhumanos
incluye aquéllos que producen intensos sufrimientos y daños corporales, a veces
de importancia, en torturas se incluyen aquellos tratos inhumanos deliberados que
producen sufrimientos graves y crueles. De las definiciones del Tribunal se
desprende que es la intensidad de los sufrimientos que producen el elemento
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diferenciador entre las torturas y los tratos comentados, pareciendo
exigir un nivel especial en el dolor que caracteriza la tortura”
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CAPITULO III
El objetivo del presente capítulo es mostrar que el alojamiento debe reunir ciertos
requisitos básicos. Las normas internacionales dejan bien claro que los presos
deben tener espacio suficiente y tener acceso a aire y luz en cantidad suficiente
para mantener la salud.
b) La luz artificial tendrá que ser suficiente para que el recluso pueda leer
y trabajar sin perjuicio de su vista.
El objetivo de este capítulo es subrayar que los presos deben recibir alimentos
nutritivos que sean apropiados para preservar su salud y su energía. También
deben tener acceso regular a agua de bebida.
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Los alimentos y el agua de bebida en cantidad suficiente son
derechos humanos. Todos los presos tienen derecho a recibir alimentos nutritivos
y en cantidad suficiente a horas regulares, con agua potable siempre que la
necesiten.
18. Cuando se autorice a los reclusos para que vistan sus propias prendas,
se tomarán disposiciones en el momento de su ingreso en el
establecimiento, para asegurarse de que están limpias y utilizables.
En algunos países, los presos preventivos pueden llevar sus propias ropas y los
condenados deben llevar un uniforme del centro penitenciario. En otros países,
todos los presos, salvo los de la categoría de máxima seguridad, pueden llevar
sus propias ropas. Sea cual sea el sistema empleado, los presos deben mudar
periódicamente sus prendas de vestir personales. Deben existir dentro o fuera del
establecimiento medios para lavar y secar la ropa de la prisión. Si los presos
llevan sus propias ropas, debe permitirse a las familias proporcionarles mudas
regulares. Las ropas de la prisión no serán degradantes ni humillantes. En
algunos países el grado de sobreocupación de las prisiones obliga a que los
presos compartan camas. Debe hacerse todo lo posible para evitar esa situación.
Las características de la cama y de la ropa de cama pueden variar con arreglo a
las tradiciones locales. Lo que se proporcione en la prisión debe ser parecido a lo
que se utiliza en la comunidad.
El estado de salud tanto físico como mental de todo ser humano influye en la
forma en que vive, trabaja y se comporta. Esto es cierto tanto para el personal
penitenciario como para los reclusos. El estado de salud de una persona puede
influir en el de otras personas. Los enfermos necesitan cuidados especiales y no
pueden contribuir plenamente a la sociedad en la que viven. Algunos problemas
de salud influyen en la conducta de las personas y por consiguiente a las
relaciones con otras personas. Esto es particularmente cierto en el caso de los
problemas de salud mental, que pueden afectar a una proporción importante de
los presos. Algunos problemas de salud pueden transmitirse a otras personas.
Esto sucede especialmente con algunas enfermedades de alta prevalencia en
algunos sistemas penitenciarios, como el VIH/SIDA y la tuberculosis. La inmensa
mayoría de los presos abandonan la cárcel antes o después. El personal
penitenciario va de unas prisiones a otras y entra y sale de la prisión, al igual que
los visitantes. Esto significa que los problemas de salud en las prisiones pueden
pasar a ser problemas de salud en la comunidad. Por consiguiente, mantener la
salud en las prisiones interesa a todos. Cuando el personal penitenciario está
sano, trabajará mejor. Cuando los presos están sanos, están más capacitados
para trabajar y en mejores condiciones de sobrellevar la privación de libertad.
Todos los presos deben ser sometidos a un examen médico en cuanto ingresen
en una prisión o un centro de detención. Todo tratamiento médico que sea
necesario se proporcionará con carácter gratuito. En general, los presos tendrán
derecho a solicitar una segunda opinión médica.
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BASE EN LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
Es importante contar con un sistema claro y comprensible para que los presos
tengan acceso a un médico.
■ Todo preso que pida ver a un médico podrá hacerlo lo antes posible.
CAPITULO III.
Ahora bien, cuando los conflictos comportan una mayor gravedad y no pueden ser
solucionados por los mecanismos antes mencionados, entrará en funcionamiento
el denominado “control social formal”, que instaurado por el Estado, tiene como
expresión máxima al “sistema penal”, que está conformado por varias agencias de
control y medios normativos que pretenden garantizar el mantenimiento de una
mínima convivencia social.
CAPITULO IV
Por ello se establece que el interno tiene derecho y obligaciones que deben
observarse en la fase de ejecución penal, desde el preciso momento en que la
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sentencia legitima la ejecución de la pena privativa de libertad, hasta
su finalización.
CONCLUSIONES
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La dignidad como principio en el marco de los límites
impuestos a los derechos fundamentales. En el caso de los reclusos, tal
como venimos afirmando, la privación del derecho fundamental a la libertad
trae consigo de manera inevitable restricciones al ejercicio de otros
derechos fundamentales. No obstante, es importante señalar que la
dignidad, inherente a todo ser humano, constituirá un principio esencial que
deberá ser respetado en el tratamiento brindado a los internos.