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EL ROL DEL SOCIÓLOGO, UNA MIRADA, UNA CONSTRUCCIÓN

ALTERNA: EL SOCIÓLOGO COMO PERITO FORENSE

FABIAN HERRERA MORALES

UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA
PROGRAMA DE SOCIOLOGÍA
MANIZALES
2010
EL ROL DEL SOCIÓLOGO, UNA MIRADA, UNA CONSTRUCCIÓN
ALTERNA: EL SOCIÓLOGO COMO PERITO FORENSE

FABIAN HERRERA MORALES

Monografía de Grado para Optar al Titulo de


SOCIÓLOGO

ASESOR
CARLOS LEOPOLDO PIEDRAHITA G.
Sociólogo

UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
PROGRAMA DE SOCIOLOGÍA MANIZALES –
CALDAS
SEPTIEMBRE 17
2010

2
DEDICATORIA

A las víctimas de la/s violencia/s en Colombia.

A todas y todos aquellos familiares y Amigos/as que me Acompañaron


en ésta experiencia de vida.

3
TABLA DE CONTENIDO

Pág
Resumen 7
Introducción 8

CAPÍTULO I
PERSPECTIVA METODOLÓGICA 13
1.1 La Construcción de la Pregunta de Investigación 13
1.2 La Puesta Sobre Ruedas del Proyecto de Investigación. Obstáculos Inminentes y 17
Toma de Decisiones
1.3 De la Entrevista como Herramienta Proporcional 21
1.4 Confiabilidad y Validez de la Información 24
Diagrama y Cuadros 27

CAPITULO II
ACERCAMIENTO RETROSPECTIVO AL ROL DEL SOCIÓLOGO EN 33
COLOMBIA: CONTEXTO Y ROL PROFESIONAL

2.1 Elementos para la Noción sobre el Rol Profesional, El Rol Profesional del 33
Sociólogo.
2.2 El Rol del Sociólogo en Colombia, Una Aproximación Contextual Aspectos 48
Preliminares:
2.3 EL Sociólogo, Un Acercamiento a sus Roles Tradicionales y no muy 68
Tradicionales: Un Soliloquio Sobre Ausencias Ocupacionales, Rupturas y
Movilidad de Roles
2.4 Un Posible Rol del Sociólogo… ¿Un Rol en el Ámbito Forense? 81

4
CAPITULO III
PERITOS DEL ÁREA HUMANA Y SOCIAL: UN ACERCAMIENTO 99
DESCRIPTIVO Y RELACIONAL DE SUS ROLES COMO FORENSES
3.1 Entre Antropólogos, Psiquiatras y Psicólogos: Un Acercamiento Descriptivo al 99
Ejercicio de sus Roles como Peritos Forenses
3.1.1 El Rol del Antropólogo Forense: 102
3.1.1 El Rol del Psiquiatra Forense: 106
3.1.1 El Rol del Psicólogo Forense: 110
3.2 Roles Relacionales y no muy Relacionales, Peritos Forenses en el área Humana y 114
Social: ¿Ausencia del concepto sociológico sobre lo social?
3.3 Elementos Estructurales de Orden Sistémico que se Establecen hacia una Nueva 126
Jurisdiccionalidad y Movilidad del Rol del Sociólogo como Forense.

CAPITULO IV
EL ROL DEL SOCIÓLOGO COMO PERITO FORENSE: UNA 132
PROPUESTA, UNA PERSPECTIVA
Trazando una Hipótesis: El Rol del Sociólogo Forense 132
Proposiciones Éticas que Viran en Forma de Dispositivos de Unidad Sistémica 145
para la Complementación de un Potencial Rol del Sociólogo en la Administración
de Justicia
Sobre un Caso hipotético Pericial en Sociología Forense 151

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 160

BIBLIOGRAFÍA 164

ANEXOS 172
Propuesta Formato de Consentimiento Informado 173
Formato de Entrevistas 174
Formato RAES 176
Tarjeta de Investigación 177
Ficha de Lectura 179

5
« Desde hace algún tiempo la sociología está de moda»
(Emilé Durkheim 1897)

6
RESUMEN

Con la entrada en vigencia en el año 2005 de un nuevo sistema procesal de justicia se han venido
legitimando como nunca antes los estudios forenses en torno a los delitos juzgados en
Colombia, en función de tales estudios una creciente movilización multidisciplinaria ha venido
atendiendo el llamado a la experticia forense. Situación que suscita la pregunta a propósito del
rol del sociólogo en una esfera que al parecer no ha sido ampliamente abordada por éste, por
ende, para buscar la forma en como el sociólogo responde a éstas nuevas realidades, empezamos
por realizar en retrospectiva un acercamiento a los roles más relevantes del sociólogo
colombiano y determinar si el día de hoy ha habido o no una movilidad de roles que lo lleve a
ser participe del escenario legal. Para tal trabajo, ha sido relevante observar el modo en que se
construye y desenvuelve el rol profesional del sociólogo ante el sistema profesional de científicos
afines que si tienen un rol institucionalizado en la esfera forense, para de esa manera determinar
que elementos conceptuales y empíricos pueden insertar y caracterizar a los sociólogos en la
pericia legal

Palabras Clave: Rol del Sociólogo, Movilidad de roles, Pericia Forense, Participación, Rol
Institucionalizado, Sistema Profesional, Científicos Afines.

ABSTRACT

With the entry in 2005 of a new criminal justice system have been legitimized forensic studies
about crimes trial in Colombia, in terms of those studies we can see a growing multidisciplinary
mobility have been serving the call to forensic expertise. A situation that raises the question
about the role of the sociologist in a field that apparently has not been widely addressed by it,
therefore, to find the way in which the sociologist respond to these new realities, we begin to
looking back the most important roles of Colombian sociologists and determine if there has
been or not a mobility of roles that lead to be involved in the legal arena. For this work, has
been relevant to observe the way that builds and develops the professional role of the sociologist
with the professional system of social scientists who have an institutionalized role in the forensic
field, to thereby determine the conceptual and empirical elements that could differentiate and
characterize the sociologists as expert witnesses.

Keywords: Role of the Sociologist, Mobility roles, Forensic Expertise, Participation,


Institutionalized Role, Professional System, Social Scientists, Expert witnesses

7
INTRODUCCIÓN

“Le Suicide. Etude de sociologie” publicada en Francia en 1897 se erige como una de las obras
pioneras de la producción académica de Emile Durkheim (1858-1917) quién para finales
del siglo XIX observaba como el acontecer científico llevaba progresivamente a la
sociología a vivir situaciones de aturdimiento y por que no, de vilipendio ante las
contundentes demostraciones científicas que para la época dominaban el escenario
académico a través del auge de ciencias como la psicología y la biología, pues los esfuerzos
de sus representantes conllevaron a fortalecer los lazos que impulsarían a la legitimidad de
las disciplinas nombradas. Por su lado, la producción sociológica se caracterizaba
paulatinamente por vagar en generalidades y disertaciones difíciles de comprobar. No
obstante y ante tal problemática, Durkheim emprendió la tarea de pensar la disciplina a
propósito de una necesaria reacción contra la tradición metodológica así como una
demostración de cuan pertinente yacía una ciencia de la vida en sociedad.

En tal dirección y para acreditar la citada sugerencia, el eminente sociólogo se ocupó por
investigar y proponer los primeros presupuestos científicos que le otorgarían a la sociología
reconocimiento público a través de un meritorio lugar en la Universidad francesa. Es de
destacar entonces como entre la serie de estudios e investigaciones llevadas a cabo por
Durkheim, es “El Suicidio” la obra por la cual demostraría como la sociología podía
hacerse cargo de llegar a estudiar hechos sociales concretos y definidos donde las hipótesis
e inferencias se reflejaran en resultados empíricamente comprobados. Para tal reto, indagar
acerca de una problemática como el suicidio constituía un estudio complejo que a su vez se
haría ejemplar por su considerable relevancia, pues con ello daría cuenta de la propuesta
comteana sobre la necesidad de estudiar “la especificidad de lo social” temática en la cual
deberían dedicarse los sociólogos a favor de la ciencia, en el sentido de hacer presente
investigaciones sobre hechos sociales que en sus resultados pudieran otorgar confianza y
validez.

Si bien las anteriores cuentas nos llevan a pensar que esta obra representó un avance
enriquecedor para la sociología del momento y para aquellas sociologías futuras al sentar
unas sólidas bases teóricas y metodológicas, es apreciable traerla en mención dado que su
significado, se constituye en nuestro caso digno de ilustrar. Este trabajo a finales del siglo
XIX abordaría la aplicación de la sociología sobre un hecho social de fuerte sensibilidad no
sólo moral sino jurídica, ya que en los albores de esta época, tanto en Francia como en
Colombia el suicidio aún era alegado como un suceso inaudible ante la iglesia y la sociedad
por ser a su vez un caso criminal que como homicidio llegase hacer una persona contra su

8
propia vida. Por ende, no sería inoportuno caracterizar “El Suicidio” como uno de los
primeros diagnósticos dados en sociología forense del cual se tenga noticia, subrayando que
se trata de una contribución que no ha pasado en vano, pues en ella podemos aún entrever
cómo un acto en apariencia tan íntimo no solo es inducido por motivaciones individuales
sino por factores sociales generados por el peso mismo de las estructuras que refiere a
fenómenos multicausales que tanto estudian los sociólogos. Si bien para Durkheim tal
hecho es una dolencia colectiva que todos podemos llegar a padecer, es por tal cuestión
necesaria de comprender, siendo un estudio que al ser substancial desde los intereses
académicos de la sociología fueron relacionales con los que para la época también estudiaba
el derecho al tratarse del suicidio, al fin de cuentas un delito.

Desde ese punto de vista, es determinante tener en cuenta que “El Suicidio” se erige en una
investigación de corte cuantitativo al explicar tal problemática a través de diferentes épocas
y diferentes sociedades, es relevante traer al caso como Durkheim no sólo se ocupó de los
movimientos y sobre saltos estadísticos que el fenómeno representaba, también observó el
modo en que las abstrusas realidades conllevaban a comprender la forma en que los
sentimientos privados se transformaban en hechos sociales en tanto estos se constituían en
valores, ideas y creencias inherentes de la sociedad, donde el suicidio se condicionaba en
tipologías que a su vez permitirían entender los motivos sociales y culturales que llevaban a
que las personas tomaran la decisiva determinación de suicidarse. En esta mirada, es
apreciable, renovar nuestra memoria y enfocar nuestra perspectiva, pues la solicitud de
Durkheim sigue vigente en hombros de sociólogos y sociólogas del mundo que investigan
sobre los aconteceres sociales de alta pertinencia científica y que desde la sociología no solo
se pueden explicar sino que además se pueden prever, probar y confirmar.

Es así, como haciendo alusión a uno de los más importantes aportes de Emilé Durkheim,
venimos el día de hoy a hacer público un acercamiento investigativo que ubicado en el
contexto colombiano nos invita a tomar por objeto no a la sociología como ciencia sino al
rol del sociólogo y su (no) relación con la pericia forense, una incógnita que nos lleva
además a resaltar la pertinencia de los científicos forenses en los tribunales de justicia, pues
solo a través del especialista, los administradores de justicia pueden ampliar la mirada de
un mundo tan amplio, tan diverso y tan complejo que la sola ciencia jurídica no
alcanza a percibir sino es a través de la participación interdisciplinaria tan en boga
actualmente en los claustros universitarios en la investigación académica propiamente dicha.

En nuestra indagación comenzamos por realizar un acercamiento retrospectivo de lo que


ha sido el rol del sociólogo en la historia contemporánea de la institucionalización de la

9
sociología en Colombia, un recorrido de aproximación contextual que no sólo resaltará
cuales han sido y cuales son los roles más relevantes de los sociólogos colombianos sino
que hará énfasis en problematizar en si ha habido o no una ruptura de roles que movilice a
los sociólogos a ejercer un rol en la esfera legal, de igual modo, hacemos el esfuerzo por
relacionar el establecimiento de la sociología profesional colombiana con el devenir y
desenvolvimiento de las ciencias forenses en el país.

Es en esta medida, que nuestra ocupación se pretende a propósito de aquellas nuevas


realidades generadas por los cambios legislativos del marco jurídico-penal que desde el año
2005 asentó en función un nuevo sistema penal acusatorio como procedimiento actual en el que
se desenvuelve el juzgamiento de los delitos y demás problemáticas legales en nuestro país,
que aparte de haber adoptado cambios estructurales en las instituciones judiciales, toma a
consideración un elemento significativo enfocado en el papel que ahora cumple el hallazgo
de pruebas y el concepto científico en dirección a la investigación y diagnóstico forense;
ejercicio que ha llevado a que diferentes profesionales afines al sociólogo como psiquiatras,
psicólogos y antropólogos reivindiquen el rol de peritos1 dada su disciplina.

Preguntarnos hoy en día ¿Existe un rol del sociólogo como perito forense? Es
preguntarnos también sobre la posibilidad de una sociología legal. Tal interrogante como
muchos otros serán abordados en la siguientes páginas donde luego de hacer un ejercicio

1 El trabajo realizado por Cortes, García y Martines (2006) describe de forma concisa, la pertinencia de la
prueba pericial para el sistema judicial en la investigación del crimen en tanto esclarecimiento y extensión del
conocimiento especializado sobre los hechos que han devenido en delito. En este sentido, la prueba pericial
se configura a partir del dictamen como un ejercicio final conllevado por un agente específico: el
perito, quién ocupando un status-rol determinado contribuye a las investigaciones llevadas sobre el delito
que está siendo estudiado en el juicio.
“Se llama prueba pericial o experticia porque proviene de peritos o expertos, personas llamadas a cubrir el conocimiento del juez,
cuando el asunto sometido a su decisión verse sobre aspectos que requieren la aplicación de principios científicos o técnicos sobre los
cuales el funcionario no tiene una formación profesional suficiente, generalmente se trata sobre asuntos ajenos al ámbito jurídico”.
(Cortes, García, Martines; 1:2006). La prueba pericial en el proceso penal colombiano es un acto en dónde su
resultado es el dictamen emitido por el perito en el cual rezan las observaciones realizadas desde una ciencia
o técnica sobre el delito en cuestión. Así mismo, el dictamen no posee fuerza alguna sobre la decisión del
juez. Es el juez quién autoriza la idoneidad y pertenencia del perito y su concepto en el momento de
determinarse la evaluación del crimen diligenciado.
Al tener el dictamen la restricción de emitir decisiones jurídicas, lleva a comprender que el diagnostico
pericial debe poseer un principio de imparcialidad por parte del perito quién asume el status de “auxiliar de la
justicia” y quién debe velar por el prestigio de la disciplina que representa. En esta medida, se suma otra
restricción legal, en donde “el perito no puede tener interés en los resultados del proceso, ni vínculos con
quienes lo tienen; su contenido debe tener respaldo científico, técnico o artístico; la oportunidad para su
práctica (a la hora de exponer los resultados de su evaluación) es solamente en el juicio oral, en donde es
controvertida durante el mismo y versa solamente sobre los hechos para cuya demostración fue solicitada”
(Cortes, García, Martines;3: 2006)
En esta medida, podemos caracterizar los elementos básicos por los cuales se estructura el rol del perito el
cual no sólo corresponde a las funciones que éste pueda tener en un juicio oral sino con los compromisos y
requisitos que debe cumplir y adaptarse al entramado estructural de normas como lo son sus derechos
y obligaciones en el orden de ser un “auxiliar de la justicia” contactado por su pertinencia para la
alternativa interpretativa de un hecho delictivo y quién, a voluntad, sólo decide si está en capacidad de
participar en realizar el dictamen o no.

10
de anamnesis2 sobre la historia de la profesión misma, pasaremos a realizar un
acercamiento sobre los roles de los científicos sociales forenses reconocidos en la
institucionalidad jurídica colombiana, para de esa manera, superar dudas y evitar falsas
suposiciones que se tengan al respecto. El caso es pues revisar, describir y analizar hasta
donde la construcción y elucidación sobre el concepto de “rol profesional” nos pueda
conducir en la relevancia que el presente trabajo conlleve a esa necesidad por legitimar una
vez más, que hoy en día la sociología vive, como una ciencia y una profesión moderna que
continua con la iniciativa que propende no sólo la clásica pero vigente invitación para la
construcción de un Estado-Nacional en Colombia sino que también yace actual en el sentido
que la sociología extiende sus propios ánimos de explorar, de extenderse en un mundo que
le sigue siendo amplio y necesario por descubrir.

Es así, que la inusitada mirada que desemboca en revisar la relación del rol de los
sociólogos con la institucionalidad jurídica se establece en la prospectiva de la profesión.
Perspectiva misma que vira a re-establecer los lazos de solidaridad no solo entre los
sociólogos y el establecimiento oficial sino entre los sociólogos y la sociedad pues los
aportes de estos profesionales han venido siendo constitutivos no solo en la comprensión
y explicación de las manifestaciones latentes de las violencias sino que su ejercicio
profesional es inherente a la construcción de paz y justicia social en un país que aún
continua asistiendo tiempos de conflicto armado como de violación de derechos humanos.

Para tal estudio ha sido necesaria la realización de una indagación de carácter documental
que como acercamiento empírico permitiera otorgarle respuesta a los objetivos planteados,
del mismo modo, es de resaltar que la construcción de la investigación ha sido relacional
con una teoría sociológica definida como lo proporciona la teoría de sistemas, la cual nos
permitió concatenar el término “rol” con el esquema conceptual que paulatinamente se fue
estableciendo. En esta medida, retomamos la fuerte valoración que le otorga Talcott
Parsons (1964)3 al desenvolvimiento de las profesiones como eje constitutivo de
las sociedades modernas, de igual modo, que la acepción de un rol el cual no nos
conduce a un simple automatismo del que-hacer del actor social sino que este se
revela en tanto estructura, función y movilidad.

La propuesta Parsonsniana nos permite profundizar acerca de las complejidades mismas


que construyen y establecen sistemas sociales donde los actores en sus voluntades y
estructuras establecen un marco de referencia de la acción que como realidad social es

2 Palabra derivada del griego αναµνησις “traer a la memoria”.


3 En igual medida se retoman los aportes del autor en las obras de (1953) (1968) (1974) (1979) (1983) (1984)

11
pertinente de ser abordada. Con Parsons, hacemos entonces la apuesta de su vigencia en la
medida que nos permite vislumbrar los ejes que pueden explicar los procesos por los
cuales un rol puede considerarse institucionalizado, en la medida que el rol a estudiar se
asume como profesional y si no está institucionalizado, qué se necesita para que lo sea, a
propósito del concepto de expectativa de rol.

Apoyado en esta base epistemológica no solo es Parsons (1984) sino Robert K Merton
(1965) quien nos permitirá comprender los componentes que integran los mecanismos
sociales que suponen la existencia de un rol dadas no solo sus estructuras sino sus
funciones bien latentes o manifiestas.

Complementario a la perspectiva de los anteriores autores, es Andrew Abbott (1988) quién


nos explicitará los elementos por los cuales una profesión puede fundar su
jurisdiccionalidad, dada la fuerte y constante realidad del mercado laboral que lleva a
entretejer a las diferentes disciplinas aprestadas en un sistema interprofesional competitivo
donde la lucha se establece en orientaciones por la legitimación como de reconocimiento,
situación que permite revelar elementos subjetivos y objetivos de la profesión estudiada a
propósito de la existencia de vacantes ocupacionales necesarias de posicionar.

Teniendo en cuenta los anteriores presupuestos hacemos el esfuerzo por concatenar los
elementos que construyen jurisdiccionalidad profesional con los factores sistémicos que
permitan integrar la expectativa de rol como expectativa de rol profesional del sociólogo
en la pericia forense.

Finalmente se quiere subrayar que el presente trabajo no se enfoca en responder


particularidades sugeridas sobre las problemáticas actuales de la oferta o demanda laboral
de los sociólogos, tampoco es pretensión realizar una historia de la sociología en
Colombia, mucho menos el de profundizar en los roles de los peritos forenses actualmente
reconocidos tampoco se supone establecer si el sistema penal acusatorio es o no un
modelo crucial de justicia, es en un sentido más concreto, un proyecto que direccionará a
partir de un acercamiento histórico la sugerencia de reflexiones sobre las condiciones y
proyecciones del ejercicio profesional y científico de la sociología en una esfera que parece
que aún no ha sido plenamente tomada en cuenta por parte de sociólogos colombianos
interesados en llegar a ocupar un rol que permita auxiliar la administración de
justicia.

12
_
CAPÍTULO I PERSPECTIVA
METODOLÓGICA

A continuación daremos cuenta de la perspectiva metodológica utilizada en el transcurso de


la presente apuesta monográfica titulada: “El Rol del Sociólogo, una Mirada, una Construcción
Alterna: El Sociólogo como Perito Forense”. Mirada en la que se pretende exponer los alicientes
por los cuales se enmarca tanto la relación del autor con su objeto de estudio así como los
elementos lógicos que permitieron establecer la decisión de una estrategia de investigación
análoga a un marco teórico definido.

Se pretende entonces dar a conocer como se llevó a cabo el proceso de ideación, búsqueda,
recolección, registro, selección y análisis de diferentes datos hallados, su etapa de validación
así como las situaciones estructurales que influyeron a la hora de direccionarnos por la
senda que conllevara a la reflexión sobre la sociología como profesión en relación con un
posible rol del sociólogo en la institucionalidad jurídica específicamente forense.

1.1 Aspectos Preliminares: La Construcción de la Pregunta de Investigación

El origen de la problemática de investigación se ubica en el contexto del primer semestre


del año 2007 cuando a la oficina del programa de sociología de la Universidad de Caldas
llega una petitoria de un abogado defensor quién determinó viable la solicitud de un
peritazgo sociológico sobre la personalidad, conducta, ambiente familiar y social de una
mujer que hacia parte de un pleito legal por presunto proxenetismo de sus hijas menores de
edad en la que ella era la directa implicada y en la que se ponía en juego no sólo su
libertad sino la dignidad de sus hijas al unísono que la custodia de las adolescentes. Para lo
cual era viable la relevancia que podía registrar el diagnóstico sociológico sobre los
factores socioculturales que conllevaran a explicar la comprensión del comportamiento
asumido por la madre en relación a los hechos llevados ya en el proceso judicial.

Tal solicitud fue asumida por el entonces vinculado profesor Andrés Guerrero Albarracìn
sociólogo y docente del Departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de
Caldas. Esa alternativa ocupacional del sociólogo, conllevó a que pensáramos cuan
pertinente era la pregunta sobre el rol del sociólogo, específicamente en una área que al
parecer poco o nada participan los sociólogos.

13
La pregunta llevó a la construcción de inferencias acerca de la relación laboral que puede o
podía haber entre el gremio de sociólogos y la institucionalidad jurídica colombiana dado
que hasta el momento no se tenía un referente empírico amplio que permitiría enlazar bajo
el término de “tradición” la ocupación de sociólogos en la administración de justicia. A
demás, la pregunta también permitió entrever la necesidad de generar una mirada histórica
y de contexto sobre el tipo de espacios laborales en los que tradicionalmente se insertan los
sociólogos, la creciente y constante competencia con otras profesiones del área social y
humana, por ende, se comenzó a ver una optativa en el pensar que otras alternativas o
posibilidades ocupacionales podrían existir y/o cuales se podrían descubrir o proponer
referente a las aptitudes que podrían desarrollar y desempeñar sociólogos y sociólogas
comprometidos con la paz y el porvenir de la ciencia.

Desde ese primer semestre del año 2007 se comenzó la tarea de realizar lecturas y
recolectar información a través de fichas de lectura4 referente al rol de los sociólogos en
todos los campos del mercado académico y profesional y en concreto sobre los roles que
podría llegar a desempeñar los sociólogos en la rama jurídica. No obstante, se tuvo un
primer inconveniente y era que a nivel investigativo han sido muy escasos los estudios que
se tienen respecto al rol de los sociólogos en Colombia, más aún desde una perspectiva
sociológica.

Durante el trabajo de indagación fue satisfactorio encontrar como en la república Argentina


ya se venia realizando el primer curso preparatorio de sociólogos como peritos de la justicia
en el Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires. Tal información llevó a la
posibilidad de tener contacto con el profesor Raúl Frontera sociólogo coordinador del
programa preparatorio de auxiliares de la justicia en el año 2008.

El profesor Frontera indicaba que el pensamiento y la mirada sociológica sobre el mundo


del derecho y la justicia “como su expresión inmanente” es un aporte que aún falta
proponerle a la justicia en muchos países de nuestra América Latina. En esta perspectiva,
formular una temática de investigación en Colombia sobre un rol del sociólogo como
perito forense es necesaria, por la complejidad misma que encierra la sociedad colombiana
tan pluriétnica y multicultural, no obstante, una realidad se inscribe en que probablemente
la mirada del sociólogo en su trabajo pericial, todavía no se comprenda y valore como sería
deseable, tal vez por falta de conocimiento y costumbre.

4 En los anexos del presente trabajo presentamos la ficha de lectura utilizada en el transcurso de
la investigación.

14
Desde aquella comunicación se comenzaron a solidificar los cimientos que sumados con las
fichas de lectura conllevaron a escribir el primer esbozo del ante-proyecto realizado en el
segundo semestre de 2009. Hasta ese momento, es de precisar que ya se tenia una
bibliografía trabajada, solo era el caso de extender una reflexión entorno a la problemática
y era observar luego de una primera revisión documental de casi dos años en la que se daba
a entender (al menos entre literatura) que los roles de los sociólogos en la
institucionalidad jurídica colombiana era bastante reciente y que la movilidad de un
rol del sociólogo propiamente en la esfera forense surgía como pregunta a la vez que
se enmarcaba en ruptura con sus roles tradicionales.

Para poder continuar con la armazón del proyecto5 vimos relevante aplicar el formato
RAES:“Resumen Analítico Ejecutivo de Investigación para Construcción de Antecedentes de
Investigación” el cual fue muy útil para la construcción del estado del arte sumado con las
demás fichas y apuntes que tenia respecto a la información recolectada6.

Durante ese primer semestre de 2009 también se realizó un primer acercamiento a la


organización oficial encargada de los estudios forenses en el país, el Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLYCF)7 en la que a través de periódicos
acercamientos y conversaciones con su director el Doctor Álvaro Gallego director de la
seccional en Manizales, dio a entender que de los años que llevaba trabajando para el
instituto no tenia conocimiento de sociólogos forenses, únicamente conocía al Doctor
Germán Alberto De La Hoz sociólogo del instituto quién para esa época trabajaba en la
sede de la ciudad de Bogotá.

El 19 de mayo de 2009 se contactó al profesor De La Hoz quién posiblemente con


mayores conocimientos sobre el asunto en construcción, comentaba que su trabajo como
sociólogo en el instituto se limitaba a la División de Referencia de Información Pericial
(DRIP) del Instituto de Medicina Legal más no como perito forense. Su trabajo consiste en
la investigación sobre los diferentes índices de violencia a nivel regional y nacional en el que
con apoyo de un grupo interdisciplinario entregan informes y boletines anuales y
semestrales en el que prima la construcción de estadísticas, indicadores, interpretación y

5 Entre otros elementos que llevaron a continuar con la puesta en marcha del proyecto se adhieren algunos
filmes en el que se destaca la importancia del papel de los científicos sociales como peritos forenses. Filmes
como la película: “Una Verdadera Familia” (What Makes A Family) de la directora Maggie Greenwald del
año 2001 y la película de terror “El Exorcismo de Emily Rose” (The Exorcism of Emily Rose) dirigida por
Scott Derrickson en el año 2005.
6 En los anexos se agrega un ejemplo del formato RAES aplicado durante la construcción del estado del arte.
7 Ahora en adelante nos referiremos con las siglas INMLYCF o sencillamente como Instituto de medicina

legal.

15
propuestas de políticas públicas para la prevención de la violencia. Por ende, con respecto
al tema propuesto, señalaba la viabilidad del mismo dado que en su experiencia como
sociólogo no ha llegado a mencionar que existan sociólogos dedicados a la pericia forense.
Es así pues, que se veía paulatinamente en los objetivos del anteproyecto una acorde
respuesta que podría ayudar más adelante a la urgencia del nuevo sistema penal, al
desarrollo mismo de la administración de justicia, resaltando igualmente lo importante de
hacer visible una optativa de rol profesional del sociólogo, como un ejercicio de
legitimación de la profesión.

Teniendo en cuenta que un factible rol del sociólogo como forense se comenzaba a
inscribir como un rol no institucionalizado8 en Colombia y sobre el cual cada vez se
carecía de antecedentes conocidos, se planteó como viable concretar que el problema de
interés consista en explorar y estudiar el proceso de construcción hipotética de un rol
profesional del sociólogo en la pericia forense. Esa intención se formuló en base a los
resultados del estado del arte que condujeron a tomar el sentido de saber: ¿Qué aspectos
determinarían el rol del sociólogo cómo perito forense en el marco jurídico-penal colombiano? El
objetivo del estudio se centra en conocer los aspectos que caracterizarían las posibles
funciones del sociólogo, sin embargo, esa caracterización no podría ser posible sin tener
en cuenta previamente la existencia de roles ya institucionalizados de científicos sociales
afines al sociólogo.

Para la construcción de tal propuesta (es necesario re-afirmar) que no puede existir nada
obvio a los ojos de la sociología, más aún, seria imprudente plantear como evidente las
tareas forenses de un psiquiatra a las realizadas por un psicólogo o de este a las que
posiblemente podría realizar un sociólogo como forense o de un antropólogo forense de lo
que pudiera hacer de nuevo el sociólogo y viceversa, por ende, se estaría a portas de
cometerse un grave yerro al suscribirnos al sentido común y no a la tentativa de una mirada
científica.

Resaltando los anteriores presupuestos se inició la tarea de llevar a cabo un ejercicio


descriptivo y analítico de los roles entre científicos sociales que si tuvieran un rol
institucionalizado en la rama forense, observar en sus tareas las características que
permitieran derivar aspectos relacionales y no relacionales, así como posibles vacíos en el
que la sociología si pudiera tener una futura y factible participación9. En esos términos, se

8 O sea un rol del sociólogo que aún no esta inscrito formalmente en la colectividad de científicos forenses en
Colombia.
9 Para tal acometida se tuvo en cuenta conceptos y sugerencias de otros sociólogos como las
profesoras Brigette Taryn Cortés, Ángela María Gnecco, los profesores Rodrigo Santofimio, Carlos
Rojas y Carlos Leopoldo Piedrahita (asesor de este trabajo) quienes definieron la viabilidad del proyecto
criterio compartido
16
pensó partir del supuesto de que un rol profesional constituye un proceso complejo, dado
que un rol no sólo evoca un simple que-hacer, sino que se establece en tanto experiencia
social de vida enmarcada en las interacciones sociales, susceptibles de cambios y ordenes
sociales presentadas en diversos sistemas de permanente construcción, realidades que se
sostienen en la praxis y en la memoria social.

En ese sentido fue casi connatural detallar como el marco conceptual surgía paulatinamente
en base a la propuesta que hacen autores contemporáneos como Talcott Parsons (1984) y
Andrew Abbott (1988) sobre el proceso de la construcción, sistemática, jurisdicción y
movilidad de roles. Aspectos conceptuales que se despejaron igualmente con los aportes
del importante teórico funcionalista Robert K. Merton (1965) quien nos permite estimar
que la realidad social es densa y contingente configurada por prácticas recurrentes de
actores sociales reflexivos, los científicos sociales.

1.2 La Puesta Sobre Ruedas del Proyecto de Investigación, Obstáculos Inminentes


y Toma de Decisiones:

Una vez enlazado el acercamiento con el Instituto de Medicina Legal en la ciudad de


Manizales durante el año 2009. Su director, el Doctor Álvaro Gallego, vio la posibilidad de
colaborarnos con el aporte de documentación necesaria teniendo en cuenta la importancia
de su aceptación así como la vigencia del convenio entre la Universidad de Caldas y la
institución oficial.

Subrayando que nuestra propuesta se inscribe en la estrategia de investigación documental,


se pensó inicialmente en la revisión y recolección de fuentes primarias como era la
documentación pericial, se buscó realizar una cuidadosa observación y entrevista a
experticios psiquiátricos, antropológicos y psicológicos que dataran del año 2005 hasta el
año 2009 seleccionados de forma aleatoria.

La significativa labor de examinar la documentación legal respondía a la necesidad de saber


que en esos informes se reflejaba la función elemental del forense, la forma y tratamiento
con que el perito construye su dictamen.

El lapso de tiempo conllevó a comprenderse entre el año 2005 al año 2009 porque el nuevo
sistema penal acusatorio entró en función en el mes de enero de 2005 representativo

por el comité del programa de sociología de la universidad de Caldas en el mes de Noviembre de


2009 encargado de aceptar o denegar los anteproyectos avocados para su realización así como posibilitar el
cambio de status de estudiante regular a tesista.

17
porque este sistema ya no entregaba prioridad al testimonio sino al acervo probatorio y en
el que el testimonio cumplía ahora una función secundaria.

La recolección y selección de las primeras fuentes iniciaron el 10 de marzo del 2010 donde
solo se tuvo acceso a los experticios psiquiátricos, ya que hasta el momento la sede del
Instituto10 carecía de servicios antropológicos y psicológicos que dataran del año 2005. En
dicho proceso, el mismo Doctor Gallego autorizó el acercamiento a los documentos en los
que se había confirmado previamente omitir la identificación de las personas implicadas,
pues se constituían como elementos innecesarios en la recolección que se hacia, solo se
prestó interés a los tipos de solicitudes realizados y el modo en que el perito abordaba y
analizaba los hechos rezados en el proceso judicial de cada evaluado. Para este trabajo se
vio relevante construir una ficha11 para la aprehensión de los datos dado que se trataba de
documentos legales los cuales no se podían fotocopiar ni sacar del instituto; por lo que se
constituía en un trabajo de mucha responsabilidad, honestidad y paciencia por lo
dispendioso del trabajo.

Ese primer momento de la investigación en el INMLYCF consistió entonces en localizar y


consultar información primaria que permitiera, a través de los datos hallados, identificar en
que medida nos acercábamos a los objetivos planteados. Tal ejercicio se proyectaba
repetitivo para los demás documentos, es decir los experticios psicológicos y
antropológicos forenses.

En ese entonces, también se había visto necesario acompañar esa experiencia a través de la
memoria escrita que permite plasmar el diario de campo, el cual “aporta un relato continuo de la
conducta del investigador. Este no solo incluye un registro del trabajo de campo sino también las propias
dificultades y sentimientos personales del etnógrafo” (Hammersley y Atkinson: 182: 1994) sentimientos
que se decidieron no adherir en la ficha de trabajo (solo en el diario) pese a la cruda realidad
observada en los documentos legales sobre las violentas problemáticas sociales de la
cotidianidad.

La posición establecida en esta experiencia se derivó de la comprensión en que por respeto


a las tragedias sociales y emocionales de los sujetos involucrados en cada informe era
meritorio guardar distancia de sus penas transmitiendo esas tristezas, cóleras y demás
malestares al diario de campo. Determinación que bien debe tomar en su lugar el perito

10 En la sede del instituto de Medicina Legal en la ciudad de Manizales.


11 La elaboración de la tarjeta de aplicación tuvo varias modificaciones, sin embargo, se buscó construir de la
manera más precisa posible de acuerdo a una estructura lógica de la realidad estudiada en relación con
el ejercicio llevado en la categorización de las variables. Podemos ver la ficha en los anexos del trabajo.

18
cuando en la realidad se encuentra ante un caso de violencia o criminalidad y en el que a la
hora de ejercer su rol debe primar su orientación de honestidad y aplicabilidad científica
más no una posición asistencialista o de defensa.

El trabajo llevado en el transcurso del mes marzo hasta el 12 de abril de 2010 en el


Instituto de Medicina Legal en la ciudad de Manizales se vio concluido con la elaboración
de 21 fichas en que se exponían a manera de “primera muestra,” una serie de experticios
psiquiátricos forenses que diagnosticaban diferentes problemáticas judiciales, ahora, la labor
era trasladarnos a la ciudad de Pereira12 donde se encontraban los restantes experticios
forenses.

Para el contacto se contó de nuevo con la colaboración del Dr Álvaro Gallego quién
respaldó la justificación del proyecto con su concepto, sumado al convenio vigente e
interinstitucional entre la Universidad de Caldas y el Instituto de Medicina Legal. Para el
siguiente trámite, se debió apartar cita con el Dr. Juan Carlos Medina director de la
seccional en la ciudad de Pereira y así comentarle de nuevo en que consistía el proyecto que
se venia estructurando sustentado, como se menciona, con las cartas y avales del Dr.
Gallego.

El 14 de abril y pese a las recomendaciones y el (aparente) respaldo interinstitucional, el


director del instituto de la seccional Pereira no vio conveniente llevar a cabo tal gestión,
dado que era primordial seguir (según él) políticas internas de la sede para las cuales se
imposibilitaba continuar con la recolección de datos periciales. Para tal situación, nos
comunicó con la facilitadora de investigación regional Mónica Restrepo quién a su vez nos
puso en contacto con la Dra. Liliana Marcela Tamara, Jefe de la División de Investigación
Forense de la ciudad de Bogotá. De nuevo se expuso el propósito de la investigación cuya
respuesta fue un no rotundo y en donde la única esperanza para continuar con el marco
metodológico planteado era inscribir el proyecto al instituto en el Distrito Capital quienes
debían de nuevo evaluarlo. Un trámite que se veía opcional pero el cual tenía una demora
mínima de un año (sin la garantía de ser autorizado el contacto con los informes periciales).

Pese a los contactos que ya había enlazado como la colaboración de la Dra. Mónica
Restrepo y el Dr. Álvaro Gallego, se observaba como una cruda decisión destruía todo
significado que hasta el momento se pudiese tener sobre la acepción de un vigente

12 Se había elegido la sede del instituto en la ciudad de Pereira no solo porque allí se encontraban
las especialidades requeridas en el trabajo de campo sino porque al igual que en Manizales, el nuevo
sistema acusatorio tuvo inicio en enero del año 2005, por ende era supuesto el hallazgo de pericias que
dataran de esa época.

19
convenio del Instituto de Medicina Legal con la Universidad de Caldas13 así como la ruta de
investigación establecida hasta el momento.

Si bien el sentido de frustración fue inminente por el costo metodológico que ello
implicaba, se decidió iniciar desde el mes de mayo un nuevo enfoque en la manera en que
ahora debía orientar la metodología de investigación. Un trabajo para nada fácil, pues se
debió estar atento en buscar la alternativa de crear una ruta que no se desligara
precipitadamente de lo que ya se llevaba, mucho menos que se desvinculara con el perfil
teórico que por lógica se venia construyendo.

A mediados del mismo mes de mayo del año en curso, se encontró la posibilidad de
trabajar con otros documentos, es de resaltar como señala Galeano (2004) que la estrategia
de investigación documental no solo se basa en fuentes primarias sino secundarias, de este
modo, se emprendió la labor por centrar la alternativa de recolección de nuevos datos para
los cuales se aplicó la ficha de lectura que se venia utilizando con anterioridad, pero ahora
en dirección a los objetivos que se buscaba en campo.

Las fuentes secundarias estuvieron constituidas por una serie de estudios e investigaciones
recientes sobre el rol del psicólogo, el rol del antropólogo y el rol del psiquiatra forense en
la que se buscaron los mismos objetivos que se venia orientando con las fichas periciales.

El método de localización y consulta de los documentos estuvo constituido por la


búsqueda en bibliotecas, centros de documentación y áreas ciber-espaciales de consulta. La
idea plasmada en los objetivos de la investigación conllevó a saber que clase de
documentos se necesitaba, por ello, una vez seleccionada la información14 nos dedicamos a
la valoración constituida en el proceso que conduce el análisis de los documentos.

El desarrollo previo del análisis de los documentos se derivaba en relación al ejercicio de


categorización de conceptos que precedente se había venido realizando en relación con el
marco teórico y los datos que progresivamente se fueron hallando a través del contacto
mismo con los documentos de primera y ahora información de segunda fuente. El
acercamiento a los documentos, estuvo orientado hacia cuidadosas lecturas de la serie de
documentos hallados en el que se procuró constantemente identificar elementos que

13 Podemos ver el convenio de la Universidad de Caldas con el INMLYCF en la dirección web:


http://www.medicinalegal.gov.co/convenios/convenios.html
14 Es importante resaltar que si bien puede ser abundante la información que uno puede encontrar al respecto

es necesario establecer un sistema de selección que permita brindar información confiable y relacionada con
lo que se busca. En nuestro caso ese sistema de clasificación estuvo constituido por la ficha de lectura.

20
permitieran deducir aspectos relacionales y no relacionales como conocimientos no
esperados.

La lectura de datos consistió a su vez en agilizar la observación como el interrogatorio a los


documentos mismos y de los resultados hacia la alternativa de estructuración de la
entrevista a profundidad, una entrevista15 a aplicar a los científicos sociales respecto al
significado de su profesión como sobre el ejercicio específico de sus roles como forenses.
Esta tarea fue necesaria en el sentido de poder establecer los parámetros para una fluida
comunicación de los datos que esperarían ser entrecruzados con los datos arrojados
durante la aplicación de las entrevistas.

1.3. De la Entrevista como Herramienta Proporcional:

“Los investigadores cualitativos tratan de comprender a las personas dentro del marco de referencia de ellas mismas. Por lo tanto
para la investigación cualitativa, es esencial experimentar la realidad tal como otros la experimentan.”
(Taylor S. y Bogdan R; 4:1986)
El segundo proceso para la obtención de nuevas fuentes se constituyó con el diseño de la
entrevista, una herramienta cuyas preguntas se elaboraron en relación a la información
encontrada hasta el momento y a los objetivos planteados en la indagación. La entrevista
fue de carácter semiestructurada y aplicada individualmente como decisión que
fundamentaba la íntima correspondencia con las necesidades de descripción y comprensión
del significado de los diferentes roles de los especialistas forenses. En este orden de ideas,
la entrevista semiestructurada permitió mantener una conversación centrada en el rol
profesional de los científicos sociales forenses, que es ahora lo que nos ocupa.

La entrevista como técnica de investigación permite que podamos derivar del uso del
lenguaje información trascendente, datos que permiten aumentar el espectro de
conocimientos esperados e inesperados. En sus códigos, entonaciones, silencios, recuerdos
y pensamientos, se entabla una estrategia conveniente para un futuro contraste de
información en relación con los datos hallados a través de la revisión documental.

Es importante considerar las trayectorias en el ejercicio profesional, por ello, a finales del
mes de mayo del año en curso se llevó a cabo la aplicación de la entrevista a los
profesionales forenses anteriormente mencionados, de igual modo se conversó con el
médico Álvaro Gallego director del Instituto de Medicina Legal en Manizales, con el
sociólogo Germán Alberto De La Hoz funcionario del mismo ubicado para entonces en la
ciudad de Villavicencio y con el profesor Jorge Ronderos sociólogo director de la maestría

15En los anexos podremos encontrar una tabla que contiene la estructura de las preguntas realizadas en la
consecución de la investigación.

21
en cultura y drogas de la Universidad de Caldas quién ha llegado a prestar servicios como
perito..

Para la consecución de las entrevistas, se determinó que para la ubicación de los contactos
necesariamente debíamos recurrir al Instituto de Medicina Legal, aunque no en el caso de la
antropóloga que si se pudo contactar en el Universidad de Caldas, mientras que el
psicólogo y el psiquiatra forenses solo fue posible hallarlos en la Institución legal, el
primero en la ciudad de Pereira y el segundo en la ciudad de Manizales. Al contactarlos, se
explicó someramente a cada uno en que consistía el asunto en cuestión, luego de ello se
debía separar cita acordada oralmente con cada profesional. Para tal logro se tuvo que ser
persistente, pues en el caso del psiquiatra, la antropóloga y el director de medicina legal fue
difícil establecer un día acordado, no obstante, se pudo concertar y llevar a cabo el fin
esperado.

Durante el ejercicio metodológico se buscó que la entrevista no estuviera fuertemente


mecanizada en una cerrada dirección pregunta → respuesta episodio que se trato de evitar al
máximo pensando en naturalizar la entrevista a manera de conversación en la que se
hablaba del contexto jurídico en Colombia como de la pertinencia y funciones en sus roles
como forenses, diálogo que permitió ir más allá de las preguntas pensadas, pues la fluida
conversación condujo en contadas ocasiones a la invención de nuevas preguntas movidas
por la charla.

En el caso de las trayectorias profesionales, el punto de afinidad es el hecho de pertenecer a


una misma esfera ocupacional, es decir, espacios y procesos socio-históricos donde los
peritos forenses se relacionan entre sí y mediante los cuales se recrean prospectos de sus
funciones y tareas reconocidas, producidas y reproducidas.

Vale la pena hacer mención a que la entrevista establece “una situación extraordinaria que
tal vez no se repita en la vida cotidiana del informante” (Berg, 5: 1991), ello nos lleva a
concebir la relevancia del momento en construcción y en las posibilidades de potenciar el
encuentro para producir conocimientos, en tanto que el entrevistado está dispuesto a narrar
su experiencia de manera inhabitual frente a aun sujeto que lo escucha con especial
atención. Este escenario permite la apertura de amplias posibilidades de comunicación y
descubrimiento de la subjetividad individual, en el sentido que el informante tiene la
posibilidad de analizarse así mismo a través de la reflexión sobre su rol profesional. De esta
forma, las entrevistas planteadas en este estudio se comprenden de forma de guión

22
conversacional que permita recuperar la riqueza de los lenguajes entorno a una realidad
inscrita en la cotidianidad de una labor.

La entrevista se desenvuelve entonces en una interacción social constituida por sujetos que
difieren en status y roles, uso del tiempo e intereses…donde es elemental observar el modo
en como el conducto de la interacción atrapado en un ejercicio conversacional conlleva a
que no se eche de menos la actitud de alerta constante por parte del entrevistador y
entrevistado, pues pese a los esfuerzos por crear un ambiente de naturalidad basado en un
ápice de confianza es característico observar el surgimiento de interrupciones que
conllevan a la ruptura de la conversación como puede ser el sonido del teléfono, un
celular o que alguien inesperadamente toque la puerta de la oficina (…) lapsos que
conllevan a episodios de silencio en el que el entrevistador está al tanto de que al
menos la entrevista no se desvincule de la temática abordada, al tiempo que esta atento
a la última nota registrada antes de la interrupción o de darse una oportunidad para
replantear la próxima pregunta o cometario; así como por su parte, el entrevistado
siempre se va a encontrar en un estado expectante sobre la recuperación de la memoria
del momento así como el tipo de preguntas venideras.

En la entrevista es interesante observar como en algunos casos los entrevistados recurren a


formas alternativas de responder o reaccionar ante las preguntas y comentarios realizados
por el investigador, mientras se espera que el entrevistado relate con fluidez o concreción
lo que se le interroga o comenta, es recurrente resaltar que en algunas ocasiones los
entrevistados hablan a través de ejemplos, relato de experiencias y muestras de documentos
como para reafirmar lo que quieren explicar.

Aparte del formato de la entrevista se utilizaron dos instrumentos de más como fue el uso
de la grabadora de voz y el uso de una tabla en la que se tomaban apuntes de los
comentarios, frases o términos más sobresalientes abarcados durante la entrevista. Esta
última herramienta fue fundamental, pues hubo momentos en que una vez apagada la
grabadora y comenzado la despedida formal, el entrevistado hacia una serie de comentarios
de relevancia “extra” en los que por respeto prefería no volver a encender la grabadora,
además del temor que me generaba pensar en que este interlocutor se inhibiera si en ese
preciso instante le espichara on al equipo.

Al termino de las entrevistas se emprendió la labor de trascripción de las mismas pasando


las voces grabadas a texto escrito, ejercicio que se realizó análogamente dado que se carecía
de un software especializado que permitiera hacer el ejercicio automáticamente, por ende se

23
escuchaba la grabadora y se digitalizaba en Microsoft office word 2007. Tarea que requirió
de paciencia y suma atención en su contenido, contenido que progresivamente otorgaba
elementos ricos en información que complementaba y aumentaba la pesquisa que
anteriormente veníamos realizando con las fichas de lectura.

Los datos proporcionados en el desarrollo de las entrevistas permitieron el necesario enlace


con los apuntes ya realizados durante la aplicación de las mismas. En esta medida, se podía
observar como la colección de información desde la aplicación de técnicas diversas pero
convergentes podría llevar al objetivo de poder validar los resultados de uno y otro a través
de una lectura cruzada como de la confrontación de la información conseguida

1.4. Confiabilidad y Validez de la Información:

De acuerdo con Taylor S y Bodgan (1986) el método cualitativo nos destina a asegurar una
estrecha relación entre los datos y lo que la gente realmente dice, hace y piensa. Es una
situación espacio-temporal establecida en la que se trata de estudiar un apartado de la realidad
social en la que el investigador se esfuerza por escuchar lo que estos tienen en mente, en
sus opiniones, en sus puntos de vista sobre aquella realidad descrita y escrita a través de sus
discursos presentes en la interacción como en los documentos generados en contextos
determinados de expresión textual definida.

En esa ilación de ideas, se decidió conllevar los datos recolectados por cada una de las
técnicas aplicadas a un panel en donde se comenzaron a describir y luego analizar en sus
niveles de relación, contradicción, tendencias y vacíos…

Galeano (2004) nos señala que el análisis documental se establece como una herramienta
que permite valorar la autenticidad y credibilidad de los documentos como fuentes veraces
y fiables, es una técnica que se aplica con la ayuda de la cuidadosa lectura de los registros
una vez hallados, seleccionados y registrados a través de las fichas y cuya lectura es
orientada a la interpretación. En este proceso, se toma la información de los documentos
escritos y los datos arrojados por las entrevistas sometidos al criterio básico de observación
para denotar grados de equivalencia y negación como un hecho que se descubre
internamente al detallar la estructura misma de los documentos, su composición y contexto
en el que se produce la información, elemento que permite evidenciar la naturaleza del
discurso.

En este nivel metodológico, el análisis de contenido permite confirmar y a su vez construir


nuevas categorías susceptibles de relación con la teoría perfilada, por ende, la tendencia a
una lectura honesta conlleva a que la misma información se erija en una tarea intelectual

24
básica como la confirmación y establecimiento de inferencias aplicables a la realidad
abordada. Inferencia permitida por la validación de suposiciones y otras reflexiones
conducentes a la conformación de un trabajo de interpretación.

En relación con la teoría se pudo encontrar que era posible no un análisis somero dado
sobre una serie de datos secuenciales sino que fue constitutiva su relación con el análisis
funcional16 sobre la documentación seleccionada. En este sentido observamos como desde
la perspectiva de J Levy (1979) surgían caracteres que nos acercaban a la teoría en la medida
que leíamos los elementos empíricos.

J Levy (1979) propone que para que sea posible el análisis funcional en sociología es
necesario que se denote las estructuras bajo la cual esta implicada la realidad social
estudiada. Así como el descubrir que funciones se realizan según la estructura dada y que
cambios han resultado o cuales pueden surgir en aquel sistema abordado, donde no se
descarta estructuras ideales adherentes que establecen en forma de factibles focos de
patrones o pautas del comportamiento social en el que se inscribe el rol profesional.

Consecuente con la mirada de J Levy (1979) es Robert K Merton (1965) quien señala que el
análisis funcional conlleva a ubicar en primer lugar a los actores sociales que participan
dentro de la estructura social establecida (los científicos sociales forenses reconocidos por
la institucionalidad jurídica) seguido del estudio de los modos de conducta social lo cual
implica comportamientos normalizados y divergentes (relación de cada perito con las
convenciones y el orden social en el que desempeñan su rol ocupacional) Merton también
añade que es necesario resaltar el significado cognitivo y emocional atribuidos en los
participantes de la norma (las posiciones de los peritos frente a problemáticas de fuerte
sensibilidad social y el papel de las pautas que definen sus roles, sus decisiones) así como la
distinción entre las motivaciones para aplicar la norma y la conducta objetiva que implica la
norma, finalmente se lleva a cabo la tarea de abordar las regularidades de conducta no
reconocidas por los participantes y/o potenciales participantes, pero que, no obstante,
están asociadas a la norma central de conducta17 (El (no) rol del sociólogo en la institución
forense)

Es así que teniendo en cuenta tal referencia detallamos la viabilidad de una interpretación
que incluyera una permanente y cercana relación entre la teoría y los datos encontrados

16 En la escuela estructural-funcionalista es Robert K Merton (1965) quien haciendo alusión a la obra de


Emilé Durkheim atribuye este paradigma como propuesta para los estudios de carácter científico que han de
realizar los sociólogos. En donde el término función se ha de comprender como aquellas “consecuencias
observadas que favorecen la adaptación o ajuste de un sistema dado. (Merton;61:1965)
17 Estos ítems los podemos revisar en (Merton;66-70:1965)

25
pues nuestra perspectiva conlleva a realzar la preeminencia de aspectos constitutivos del rol
profesional de acuerdo a la teoría de sistemas en el que se vislumbra la existencia de
elementos que han requerido el esfuerzo por describir y descubrir lo externo y lo interno de
los mecanismos sociales propios en el que se inscribe los roles de los especialistas forenses.

En esa perspectiva, se plantea que dada la posible existencia de la ausencia del diagnóstico
sociológico sobre lo social en el desenvolvimiento de los roles forenses estudiados,
entonces puede llegar a ser asequible el asentarnos en la mirada analítica que hace Talcott
Parsons (1984) cuando da lugar a las “expectativas de rol”, refiriéndose a las orientaciones
futuras de un actor en una situación determinada y en las que no se desvinculan las
memorias de acciones pasadas.

Elemento que se siembra en la posibilidad que embarga la actual propuesta referente a los
argumentos empíricos y lógicos que podrán conllevar a la construcción de una hipótesis
final sustentada en la posibilidad de las expectativas que se guardan acerca del
comportamiento social - profesional concretamente de científicos sociales como el
sociólogo.

A continuación presentaremos un gráfico en el cual se expone los lineamientos de la


investigación, de igual modo una tabla representativa sobre la selección de los entrevistados
y un cuadro de codificación el cual ha permitido realizar el proceso de análisis de la
información encontrada, siguiendo criterios de tipo técnico-conceptuales ya enunciados
anteriormente en tanto metodología.

26
Proceso de
Investigación

Selección del tema Elaboración de Recopilación de


de investigación Interrogantes datos investigación

Construcción de los
Antecedentes

Planteamiento del Elaboración del


Diseño de objetivos Problema (Estado del Arte)

Ubicación de la Diseño Metodológico Revisión – Lectura Elaboración del


Unidad de Análisis de Teorías Capitulo I

Diseño de la prueba Obtención de Diseño del


Piloto Información Capitulo II

Procesamiento de la Categorización de
Información la Información

Lectura Cruzada del


total de datos

Comparación
Contrastación

Análisis

Escritura del Capitulo


III

Escritura del Capitulo Conclusiones y


IV Recomendaciones

Interpretación

Revisión de
Fuentes primarias

Revisión de Fuentes Procesamiento de


Secundarias datos

Categorización de
la Información
Selección de Científicos Sociales Forenses y otros Informantes

Apellido Género Titulo Rol Profesional Institución


Donde Labora

Antropóloga. Universidad de
Especialista en Caldas.
Gómez Femenino Docente e
Antropología
Investigadora
Forense.

INMLYCF
Seccional Pereira.
Robledo Masculino Psicólogo Perito Forense
Risaralda.

Medico. INMLYCF
Especialista en Seccional
Sarmiento Masculino Perito Forense
Psiquiatría. Manizales Caldas.

Otros

INMLYCF
Seccional
Gallego Masculino Medico legal Director de
Manizales Caldas.
Medicina Legal

Perito Forense

INMLYCF
Seccional
De La Hoz Masculino Sociólogo Investigador
Villavicencio,
Meta.

Ronderos Masculino Sociólogo Docente e Universidad de


Investigador Caldas

28
Estructura Analítica en la Relación
Objetivos ↔ Categorías

Determinar los aspectos que caracterizarían


al rol del sociólogo como perito forense en el
ObjetivoGeneral: marco jurídico-penal colombiano.

Categoría:
Rol

Explorar en términos históricos si ha habido un


rol del sociólogo en la esfera forense del marco
ObjetivoEspecífico1 jurídico-penal colombiano.

Describir que roles ha tenido el sociólogo en la


institucionalidad jurídica colombiana.
ObjetivoEspecífico2:

Describir que profesionales afines a la sociología


tienen actualmente roles (institucionalizados) en
ObjetivoEspecífico3: la pericia forense del marco jurídico-penal
colombiano

Caracterizar la participación que tienen los


profesionales afines a la sociología en la pericia
ObjetivoEspecífico4: forense del marco jurídico-penal colombiano

Describir el tipo de relaciones sociales que


tienen los profesionales afines a la sociología en
ObjetivoEspecífico5: el ejercicio de la pericia forense en el marco
jurídico-penal colombiano.

Describir las funciones que cumplen los


ObjetivoEspecífico6:
profesionales afines a la sociología en la pericia
forense del marco jurídico-penal colombiano.

Caracterizar el status establecido por los


profesionales afines a la sociología en la pericia
ObjetivoEspecífico7: forense del marco jurídico-penal colombiano

Proponer la participación del sociólogo en la


pericia forense del marco jurídico-penal
ObjetivoEspecífico8: colombiano.

29
Describir el tipo de relaciones sociales que
llegaría a tener el sociólogo en el ejercicio de la
ObjetivoEspecífico9: pericia forense del marco jurídico-penal
colombiano.

Describir las funciones que hipotéticamente


realizaría un sociólogo en el ejercicio de la
ObjetivoEspecífico10: pericia forense del marco jurídico-penal
colombiano.

Caracterizar el status en el se situaría


eventualmente el peritaje sociológico (como rol
ObjetivoEspecífico11: del sociólogo) dado en el acervo probatorio del
marco jurídico-penal colombiano

Institucionalización, Participación,
Relaciones Sociales, Funciones, Status.
Categorías2:

Normas, Valores, Deberes, Referencia Social,


Tareas, Posiciones, Interacciones, Membresías,
Subcategorías:
Asociación.

30
Ejercicio deCategorización
RolProfesional

Aspecto Labores Lo que se hace


Procésales

Conocimientos Antropología
Inferencias → Académicos Psicología
De los Científicos Sociales Psiquiatría
forenses → forenses
FUNCIONES

Aspectos Tareas
clínicos Tratamientos
→ Diagnósticos

Valoración
Aspectos Conocimientos
Técnicos Aplicados → Tipo de Valoración

Uso de Protocolos Características de la


valoración

Aspectos no Técnicas y
Clínicos Recomendaciones metodologías

Posición Motivos de la Actuación Expectativas de la


Científica participación forense

STATUS PosturaÉtica Orientaciones de valor.


Jurisdicción
Pertinenciadela Reconocimiento de la profesional
Actuación → labor forense

31
Momentos de la Campos de Requisitos para el
Actuación Actuación desempeño del rol

Jurisdicción del → Antropólogo Tareas y Limites de


PARTICIPACIÓN Psicólogo los roles
Psiquiatra profesionales
Forenses

Movilidad de Rol
profesional Membresías Asociación

Jurisdicción Sociólogo Forense Tareas factibles


(hipotética) del →

Tipo de Interacción

Formal (Profesional)
RELACIONES Espacios de Actores de la
SOCIALES Interacción Interacción. Informal
(Convencional)

Estructura de la
interacción

32
CAPITULO II

ACERCAMIENTO RETROSPECTIVO AL ROL DEL SOCIÓLOGO EN


COLOMBIA: CONTEXTO Y ROL PROFESIONAL

Resaltar el origen y las fases contextuales que facilitaron la llegada y la institucionalización de


la sociología profesional en Colombia, es fundamento oportuno que nos permite aprestar
los elementos de significativa importancia a la hora de realizar un tentativo acercamiento
sobre el influjo y la relación que los sociólogos han tenido con la estructura del mercado
laboral, las instituciones, su relación con la multidisciplinariedad, con la cultura y la sociedad
(…) en donde la observación reflexiva del rol profesional como del paisaje histórico, nos permitirá
direccionar a la comprensión de los procesos que han permitido establecer los estados de
movilidad del rol de los sociólogos en diferentes campos ocupacionales, presupuestos de ser
estudiados a la luz del papel de un entramado de políticas no ajenas a una memoria que se
revela en auge, luchas, rupturas, estigmas, anatemas, crisis, renacimiento y acepciones, una
sumatoria de motivos y fuerzas estructurales que develan al rol ocupacional del sociólogo
colombiano que en la actualidad le apuesta a la alternativa de participar en el foro jurídico,
quién se presenta con la expectativa de enseñar la pertenencia de la disciplina sociológica ante
el complejo mundo del crimen y la delincuencia tan común hoy en día en una sociedad tan
perturbada por las violencias.

2.1 Elementos para la Noción sobre el Rol Profesional, El Rol Profesional del Sociólogo

“El individuo rinde servicios en cierto contexto de la organización colectiva, como producto de un largo
proceso evolutivo, esas realizaciones llegan a institucionalizarse en sociedades modernas, principalmente en
torno al “rol ocupacional”, en una colectividad de funciones específicas o una organización burocrática”
(Parsons; 28:1983)

De acuerdo con la teoría contemporánea son las profesiones una unidad constitutiva en la
estructuración de las sociedades modernas, pues devienen de un movimiento cultural
jamás visto en la historia de la humanidad, “la revolución educativa”18.

Las profesiones corresponden a un entramado de conocimientos especializados que a


través del tiempo han venido procurándose en tanto organización, conocimientos y
aplicabilidad, instituyéndose en un marco ocupacional que responde no sólo a la
prestación de servicios en vías de nuevas formas de vida y socialización sino a esferas que
permiten a

18
Se hace referencia al significativo valor cultural que se le otorga desde la teoría contemporánea a la
Educación como factor inminente en la constitución de las sociedades modernas. Podemos ver Parsons
(1974)
33
los actores sociales ser parte de ellas como portadores de un rol profesional o por el
contrario ser posibles beneficiarios del mismo.

Talcott Parsons (1979) señala que las profesiones se dividen en dos tipos de
ramificaciones, por un lado se encuentra las profesiones “aplicadas” y por otro se
encuentran las profesiones “liberales”. Su diferencia radica en que las primeras se distinguen
por poseer una mayor técnica, una mayor simpatía con la práctica, tal es el caso de las
ingenierías y tecnologías, mientras las segundas devienen de un proceso diferente al tratarse
de ciencias puras que a través del tiempo han logrado una mayor estructuración por parte
del pensamiento abstracto el cual le ha permitido erigir marcos conceptuales. Ambas vías
profesionales se perfilan funcionales de acuerdo al nivel de respuesta que éstas le brindan a
las crecientes, múltiples y diversas necesidades generadas en las sociedades modernas.

Parsons (1976) comenta: “el complejo laboral que llamamos profesiones liberales está organizado en
torno a un elemento del sistema cultural moderno normalmente conocido como disciplinas intelectuales, las
humanidades y las ciencias tanto naturales como sociales” (Parsons; 538:1976) En ésta medida, ciencias
cómo la antropología, la economía, la psicología y la sociología encajan en el compendio
profesional, pues a pesar de ser ciencias puras han sido protagonistas de un inminente
cambio dado en el sistema laboral moderno al poderse manifestar su grado de maduración
que desde el siglo XIX les ha otorgado su estructuración y funcionalidades propias.

Es desde esta perspectiva que para los funcionalistas “las profesiones implican una técnica
intelectual especializada, adquirida por medio de una formación amplia y formalizada que permite ofrecer
un servicio eficaz a la comunidad.” (Carr- Sanders Y Wilson:; 284: 1933, trad mía) en este orden, Parsons
señala que las profesiones constituyen “Un marco institucional en el que muchas de nuestras más
importantes funciones sociales se desempeñan, en especial, la búsqueda de la ciencia y los conocimientos
humanísticos y su consecuente aplicación práctica” (Parsons; 48:1964, trad mía)

Siguiendo este hilo conductor, Uricoechea (1999) (2001) De La Torre y Saldaña (2002)
Restrepo, Castellanos y Restrepo (2007) indican que las profesiones se distinguen de los
oficios, pues las primeras responden a un entramado de conocimientos intelectuales a su
vez que comprenden familiaridad con los aspectos técnicos, mientras los segundos,
provienen de un conocimiento dado sólo en la práctica generada por una serie de
aprendizajes cotidianos y empíricos. Consecuente a ello, Uricoechea (2001) afirma que
de todas las ocupaciones (entre oficios y profesiones) son las profesiones las únicas
que conjugan una serie de conocimientos abstractos en una rigurosa formación
escolar
enfocada en la producción.

34
De este modo, los autores comentan al respecto:“Un oficio es una práctica experta que ha sido
resultado de un proceso sistemático de formación, pero que la comprensión teórica del proceso sobre el que
actúa está ausente” (De La Torre y Saldaña; 79:2002) En este sentido, Restrepo, Castellanos y
Restrepo (2007) señalan: “La profesión académica en relación con la profesión aplicada,
esta determinada en mayor complejidad por un saber abstracto que, empero, como teoría,
posee relevancia práctica, siendo ambas mucho más complejas que un oficio” (Restrepo,

Castellanos y Restrepo;146:2007) Entonces, tenemos que las profesiones como producto de la


modernidad han recibido un estímulo donde los procesos científicos y técnicos fueron
incorporándose a los procesos organizacionales en la división del trabajo, así cómo, de sus
factores productivos. Es decir, que hay aspectos de formalización que trastocan a las
profesiones llevándolas a ser resultado de un proceso de escolarización y aprendizaje teórico-
práctico donde finalmente es posible la adquisición de un conocimiento que puede ser
aplicable por el profesional que ostenta el título, esto es, el conocimiento científico-técnico.

Si bien las profesiones entrelazan un fenómeno histórico y sociocultural dado en las


sociedades modernas estas llegan a ser entendidas en sí mismas en tanto estructura y
función, pues conllevan niveles de institucionalización que buscan organizarlas en un
compendio normativo enfocado tanto para una mayor funcionalidad como para una mayor
eficacia. Siguiendo éstos términos, podemos observar la “profesión” como un elemento
inherente de los sistemas sociales, específicamente en aquellos subsistemas ocupacionales;
los cuales, según Parsons (1974) están provistos de Valores, normas, colectividades y roles,
dónde “los valores tienen supremacía en el funcionamiento de conservación de patrones, concepciones que
rigen la aceptación de compromisos de las unidades sociales; por otro lado, las normas cuya función
primordial es integrar sistemas sociales, resultan específicas de ciertas funciones y ciertos tipos de situaciones
sociales” (Parsons; 16:1974) es decir, que tanto los valores como las normas son constitutivas de
la estructura social, para nuestro caso de la estructura profesional en si misma en la que los
aspectos citados se asumen como orientaciones de conducta, relacionada en la definición
propia de lo que representa una posesión en tanto colectividad y rol.

Parsons (1974) señala que es apropiado hablar de colectividad cuándo se satisfacen dos
criterios básicos. “En primer lugar, debe haber reglas definidas de pertenencia, de modo que pueda
establecerse generalmente una distinción clara entre miembros y no miembros. En segundo lugar, entre los
miembros debe haber cierta diferenciación relativa a sus status y funciones” (Parsons; 17:1974)

La colectividad como componente estructural de la profesión, representa lo que


anteriormente el Sociólogo Emilé Durkheim (2001) había denominado “grupo o

35
corporación profesional”19 o lo que hoy en día denominamos “asociaciones profesionales”
las cuales se encargan de establecer un orden reglado y normativo que propende el cuidado
de la profesión en tanto otorgamiento de sanciones positivas o negativas, privilegios, o
reconocimientos y, en caso contrario, correctivos sobre los comportamientos de sus
miembros que conllevan a un detrimento de prestigio dado el incorrecto ejercicio que de la
profesión se hace en determinados subsistemas ocupacionales.

En ésta búsqueda por comprender la profesión en tanto estructura y función social, es


necesario determinar el rol como carácter constitutivo de la estructura estudiada. Es así,
entonces, cómo “un rol, es el tipo de componente estructural que tiene supremacía en la función de
adaptación, define la clase de individuos que por medio de esperanzas reciprocas participan de una
colectividad dada. Por consiguiente, los roles comprenden las zonas primarias de interpenetración entre el
sistema social y la personalidad del individuo.” (Parsons; 17:1974)

Desde nuestra perspectiva, el rol profesional no conlleva a una realización autómata de


funciones o tareas fijas, es de tener presente que la continua socialización que tienen
determinados actores sociales en torno a la formación profesional conlleva tanto a una
esperada incorporación e internalización académica y técnica como ética y vocacional. Son
estos procesos que involucran contextos socioculturales de lugar y tiempo, como estados
que generan procesos que van de las estructuras sociales institucionalizadas a las
estructuras mentales manifiestas en la voluntad del actor, en sus orientaciones de meta, en
su acción social y viceversa.

Es necesario observar como los procesos de institucionalización yacen reflejados en la


apropiación o no apropiación del rol profesional, una asignación que se destaca por llevar a
la esfera empírica conocimiento y práctica dispuesta a producir y reproducirse en los
diversos subsistemas ocupacionales en los que a futuro se desempeñe el profesional y en
los cuales los actores de la sociedad se encargan de construir y valorar en componentes
propiamente dichos, bien por su utilidad como por su pertinencia. Es de este modo, una
construcción social dado en el ejercicio de un entramado de reconocimientos y
desconocimientos otorgados a la unidad sistémica status-rol.

19 “La actividad de una profesión no puede reglamentarse eficazmente sino por un grupo muy próximo a ésta
profesión, incluso para conocer bién el funcionamiento, a fin de sentir todas las necesidades y poder seguir
todas sus variaciones” (Durkheim;6:2001) Durkheim hace referencia a la importancia de las corporaciones
profesionales dada la premisa de un urgente orden moral y social no sólo para el ejercicio de determinados
roles profesionales sino en la creación de vínculos de solidaridad entre estos, es fiel reflejo de la división del
trabajo en facilitar la cohesión e integración social a mayor diferenciación de la sociedad.

36
Es relevante tener en cuenta la existencia de mecanismos sociales20 que suponen acto/s de
reflexión o deliberación realizadas a priori por parte del actor en mención, el cual piensa
llevar a cabo una función o una tarea específica, es así un ejercicio que involucra necesidad,
pensamiento, decisión, fines y acción dados por la existencia de estructuras propias en
roles institucionalizados.

Con los anteriores presupuestos tenemos que la institucionalización trata de un proceso


estructurante que involucra al actor mismo en su conocimiento especializado, asumiéndolo
en tanto unidad status-rol. Una unidad interactiva construida por factores motivacionales21
del propio actor en cuestión en relación a su entorno en donde la realidad del sistema
social decide reconocer o no su formación educativa especializada.

En estos términos, el influjo de la motivación se estructura no sólo por contextos


sociofamiliares sino por contextos socioculturales en relación con la personalidad del
profesional22, quién tras experimentar la asistencia en un tiempo formalmente constituido
en el transito por una carrera profesional en una institución educativa legalmente

20 En la teoría funcionalista el término “mecanismos sociales” adquiere relevante significado en la medida que
supone actos reflexivos que conducen a la ordenación jerárquica de valores, a la división social del trabajo, al
aislamiento de exigencias institucionales, estatutos rituales y ceremoniales etc… podemos ver
(Merton;62:1965)
21 Al fijarnos por un momento en los tipos de motivación que interfieren en el ejercicio del rol profesional, es

de subrayar que hay un ideal que “no concibe al profesional empeñado en la búsqueda de su beneficio personal; sino
prestando servicios a sus pacientes, clientes o a valores impersonales tales como el progreso de la ciencia” (Parsons; 35:1964, trad
mía) En ésta posición, nuestro autor deriva dos pautas de motivación que interfieren en toda forma de
actuación, específicamente para nuestro caso, en las tareas de determinado profesional. Así, la motivación se
encuentra promovida por el interés del profesional dado incluso como meta.
Por un lado la motivación del profesional puede ser “altruista” por otro, su motivación puede ser “egoísta”.
Parsons (1964) determina que estos tipos de influjos sociales y personales buscan caracterizar la labor que
representan los actores en los diversos subsistemas sociales, en este caso en el subsistema ocupacional, se
asume que los negociantes son conllevados en función de sus roles por una motivación “egoísta”, ya que no
les interesa el cuidado del otro sino su atención y aceptación de acuerdos del negocio pactado, en el cual el
interés económico es preeminente en su actitud. Así, el obtener ganancias se pondera como meta a seguir.
Desde otro ángülo, el factor interés que en teoría predomina en la motivación en un rol profesional, es de
tipo “altruista,” en el que prima la importancia por el cuidado del otro, con quien se interactúa como una
responsabilidad social, pues, a pesar de que puede ser su cliente o paciente, es a él a quién van dirigidos la
aplicabilidad de los conocimientos especializados, esperando que sean retribuidos en tanto reconocimiento
social, más que para el actor como persona, para el actor como profesional.
En la sociedad, los anteriores ideales se desbocan en el entramado de las realidades sociales, otorgando una
perspectiva que si no se desvincula del todo con la teoría si se asume en la complejidad de las
actitudes sociales. Parsons señala: “La motivación típica de los profesionales no es “altruista”, en su sentido habitual,
ni tampoco enteramente “egoísta” la de los hombres de negocios. En verdad, poca base existe para afirmar que hay una
importante diferencia general entre la motivación típica de ambos casos.”(Parsons; 46:1964, trad mía)

22 A pesar de que sea una realidad la situación en que los profesionales llegan a ver en su ocupación una
alternativa para solventar sus intereses económicos o personales, en lugar de enaltecer la disciplina que
representan a partir de su responsabilidad epistemológica y social, es necesario subrayar las expectativas que
surgen en torno a los comportamientos institucionales. En los que se espera que los profesionales hagan un
esfuerzo por dotar de sentido su acción de acuerdo a los propósitos con los cuales se dispusieron a dedicar
su vida disciplinar, al igual que la mirada ética de su labor en el entramado social.

37
reconocida, corresponde no sólo a la obtención de un titulo sino a un conjunto de
conocimientos que son aplicables en un campo específico, donde el profesional llega a ser,
en tanto estudioso de una rama concreta del conocimiento, una autoridad en su
especialidad, como el médico lo es para el campo de la salud o el sociólogo lo es para
el campo de lo social.

“La autoridad profesional, cómo otro elemento de la pauta profesional, se caracteriza por la “especificidad
de la función”, la competencia técnica que es una de las principales características definitorias del status y el
rol profesional se limita a un “campo” particular de conocimiento y habilidad” (Parsons; 38:1964, trad mía)

Es por ésta razón que el aprendizaje profesional no debe evocar una formación meramente
académica sino alternativa en el sentido de involucrar una constate interacción entre el
método técnico aplicado y el componente teórico. Un aprendizaje que llevado a la práctica
sea competente entre un espectro de estudios dónde compiten otras especialidades, esto
es, la búsqueda de un progreso de la ciencia dado en los usos de ésta como profesión, en
una esfera que le es propia y en la cual se hace presente como rama del conocimiento,
funcionalmente conveniente y necesaria.

La profesión como variable explicita en la estructuración de las sociedades modernas es


asumida en términos de su especialidad y especificidad, susceptible, además, en la
obtención a futuro de determinados roles, prestigios ó membresías, Parsons argumenta: “el
conjunto status-rol, no es en general atributos del actor, sino unidades del sistema social” (Parsons;34:1984) Es
necesario manifestar que el rol social en este caso, el rol profesional es en primera medida
una investidura social y a pesar de que puede llegar a influir en la personalidad del actor en
cuestión por la transmisión incorporada en su status y su rol , no debe ser considerado
como un elemento idiosincrásico. Es así, como la profesión es resultado de una
construcción social, cultural e institucional.

En estos términos, el profesional es reconocido en la sociedad por su procedencia


educativa, por su formación intelectual, por sus títulos, por las membresías o
colectividades a las cuales pertenece o ha pertenecido, por la trayectoria del ejercicio de su
rol de acuerdo a las funciones que realiza en determinado sector ocupacional, sea en una
asociación específica, a una colectividad pública o a un individuo en particular como
cliente o paciente.

En la necesidad por comprender cómo se alcanza el logro de la obtención de un


conocimiento especializado denominado “profesión”, tenemos que cada actor a lo largo de
su experiencia de vida ha pasado por varios sistemas sociales de acción y aprendizaje. Este

38
proceso bien puede denominarse socialización; un proceso que se extiende a través de toda
la existencia y experiencias sociales de vida. Durante este proceso cada actor se involucra
en el sistema cultural de la sociedad a la que pertenece. En este sistema cultural no solo
encontramos representaciones simbólicas precedidas por interacciones y lenguajes,
también, encontramos valores. Un sistema de valores que otorgan reconocimiento a
determinadas acciones, a determinadas instituciones, a determinados roles, “todos los valores
implican lo que podría llamarse una referencia social” (Parsons; 23:1984)

Es así como las sociedades modernas han otorgado valor al factor educativo y en ello a la
optativa de la institucionalización profesional como proceso tanto de socialización como
de motivación social e individual.

Los actores sociales encuentran significando a su actuar en el mundo a partir de las


interacciones dadas a través de los procesos de socialización de los cuales son o han sido
partícipes, bien sea al interior de la familia, en el medio académico, en el medio
ocupacional y finalmente en el medio social. En este sentido, podemos enfocarnos en la
formación escolar cuyo enlace estructural vira en torno a un futuro rol ocupacional, siendo
lo escolar un componente de institucionalización e internalización normativa y regulativa,
un estado de transición que puede ser interpretada en términos de “socialización profesional”.
Para los funcionalistas, entonces, “la adquisición de las orientaciones precisas para funcionar
satisfactoriamente en un rol, es un proceso de aprendizaje, pero no se trata de un aprendizaje general, sino
de una forma particular de aprendizaje, a este proceso lo llamaremos proceso de socialización” (Parsons;
197:1984)

En otros términos, todo proceso de socialización es un espacio de aprendizaje, adaptación


acomodación y movilidad de roles. Es el mismo la parte inherente en el desenvolvimiento
presente y a futuro de roles y nuevos roles en diversos escenarios de la vida. Por ende, en
el sentido de la “socialización profesional” se instauran “expectativas de rol”, en dónde se espera
que el actor lleve a cabo la respuesta a un conjunto de necesidades colectivas concretas,
acciones que originariamente pueden no tener vinculo directo con el actor en formación
pero que como expectativas están orientadas a situaciones pertinentes, históricas y
socialmente estructuradas o a estructurar a futuro.

Entre estas estructuras, la unidad status-rol se establece como un conjunto de mayor


complejidad que el acto-unidad, el cual comprende al individuo en su conciencia y en su
voluntad orientada en su solo actuar. Su actuar social hacia una meta particular, mientras
que el conjunto status-rol conlleva a la determinación de una estructura que surge y se

39
desarrolla en una esfera que es y será siempre relacional, donde se involucra las
disposiciones de necesidad de un “ego” y un “alter”, en un actuar que configura esa red de
interacciones entre diversos actores que juntos construyen el sistema social como un
proceso en el que se involucra al otro. Es así, como desde la teoría contemporánea cada
actor se puede ver implicado en una pluralidad de relacionales sociales en donde cada
interacción es asumida por actores sociales que comparten una diversidad de roles
heterogéneos que en ocasiones buscan ser homogéneos o complementarios.

Al buscar los elementos estructurales que son característicos del rol profesional, es
relevante observar el entramado funcionalmente manifiesto de significación que este
contiene en si mismo, al ser punto de enlace en la constitución de todo sector social como
sistema y subsistema. Parsons señala: “Cada actor individual se encuentra implicado en una
pluralidad de semejantes relaciones interactivas, cada cual con una o más “parejas” en el rol
complementario. Por ello, la participación de un actor en una relación interactiva de este tipo es, para
muchos fines, la unidad más significativa del sistema social (status-rol) – Esta participación tiene, a su
vez, dos aspectos principales. Por una parte, existe el aspecto posicional, aquel en que el actor en cuestión se
encuentra “localizado” en el sistema social, en relación con otros actores. Esto es lo que puede ser llamado
Status, que es un lugar en el sistema de relaciones considerado como una estructura, la cual es un sistema
pautado de partes. De otro lado, existe el aspecto procesual, que es lo que el actor hace en sus relaciones con
otros, considerado en el contexto de su significación funcional para el sistema social. Esto es lo que
llamaremos rol”. (Parsons: 34:1984)

De acuerdo con Parsons (1984) el rol se caracteriza por cuatro aspectos determinantes, en
primera medida, existe una connotación participativa (la de él, /los - actor/es en un sistema
social concreto) donde están orientados motivacionalmente a nivel valorativo como
normativo y quienes además tienen expectativas, (este conjunto es generado con
reciprocidad en la interacción social entre ego y alter). Otro aspecto es el relacional debido a la
comunicación necesaria entre “ego y alter”, situación elemental que construye el sistema
social, pues podemos decir que lo relacional da vida a la existencia del sistema. No se trata
de la simple relación de un actor con otro(s) sino que puede conducir a un grupo mayor
que puede invitar a que la participación sea propicia en otros sistemas.

El siguiente elemento abstraído es el aspecto posicional, el cuál puede ser referido en tanto
roles “adscritos” o “adquiridos”23, es un componente que en alianza con una sumatoria de

23 Parsons (1984) retoma los conceptos del profesor Ralph Linton sobre “status adscrito” y “status
adquirido”, poniendo un mayor acento en tanto roles adscritos y adquiridos, donde los primeros hacen

40
experiencias, conocimientos y apreciaciones definidas por la cultura indica en que modo se
llega a determinar las realizaciones y las cualidades del rol en cuestión y el modo en que
llega a ser representado socialmente.

El aspecto meramente posicional lo podemos denominar status, según la posición del/los


actor/es en el sistema social, se define sus objetivos o sus metas a partir de sus respuestas,
sugerencias, manifestaciones, expectativas, motivaciones, un conjunto de expresiones que
definen su postura o formación de - él ó los actuantes que se toman como punto de
referencia al momento de la interacción. En éste sentido, el status profesional es
susceptible de movilidad ascendente o descendente, vertical u horizontal según sea el
alcance de metas propuestas y logradas de acuerdo a la estructura de oportunidades, en
acuerdo con las escalas de significación valorada que la sociedad añade a la escolaridad
propiamente dicha como a la ocupación de determinados cargos laborales.

Por último, tenemos el elemento funcional el cuál se hace manifiesto según los resultados
y/o proyecciones de las propias acciones de él ó los actuantes (según su posición) también
es denominada cómo un ejercicio procesual es “lo que hace” y “de que manera es lo que hace” cada
actor durante su experiencia en la interacción, las funciones suelen ser observables para
quienes presencian el acto, sea en sentido material (comunicación escrita, obras físicas) o
en su sentido inmaterial (símbolos, gestos, comunicación verbal)

Por lo visto, podemos resaltar cómo no todo rol está provisto de un simple “que – hacer”,
sino que está estructurado en si mismo por un conjunto de características que le son
propias y que le son atribuidas y atribuibles estructuralmente en su concreto accionar
social. Para nuestro caso, es el rol profesional una unidad construida institucional y
socialmente por un entramado de actores que le otorgan legitimidad y regulan a partir de
un compendio de participación y relaciones que le son propias dada una posición y una
funcionalidad que viran hacia la realización de metas comprendidas, bien sea hacia la
búsqueda del éxito o como hemos dicho su movilidad en la estructura de oportunidades.

“El “éxito” en la adquisición ocupacional es, en el sistema social, la fuente principal de gratificación-meta para ésta clase de
roles. En este sentido definimos a la meta de “éxito” en términos de adquisición” (Bales, Parsons y Shils; 244:1953)

Teniendo en cuenta los anteriores presupuestos, subrayamos que un rol profesional dado
en el subsistema ocupacional nunca es estático, por su propia fijación a metas se encuentra
dispuesto a niveles de movilidad, movimientos de fase que se suman al conjunto de pautas
institucionales de la profesión en relación con la búsqueda y apropiación de nuevas esferas

referencia a las realizaciones mientras que los segundo hacen referencia a las cualidades del mismo, más no en
las realizaciones específicas. Parsons; 69:1984

41
ocupacionales dónde yace complementaria e inminente la actuación del conjunto de
actividades en función de problemas objeto de estudio de la profesión en cuestión: “El
estado estable para los movimientos de fase de una unidad particular es idéntico, en general a lo que
llamamos la 'pauta institucionalizada de rol'; así, cómo el “sistema requiere la diferenciación para el
desempeño de las funciones que sus problemas le exigen y su pauta común de valor aprueba a aquellos roles
que contribuyen a su cumplimiento o que al menos, son compatibles con este” (Bales, Parsons y Shils; 240-
241:1953)

Cuándo determinado rol profesional está siendo estructurado en vías de la formación


educativa y/o hacia una pertinente participación en nuevos subsistemas ocupacionales, esta
siendo a su vez movilizado gracias al engranaje que en ello conlleva la serie pautas que
le son propias en tanto que cultiva un significado que a futuro se espera sea llevado a
la práctica, Parsons (1984) denominó este episodio social como “expectativas de
rol”, expectativas que no deben incumbir únicamente a quién se prepara para un futuro
rol profesional sino en quienes, además, han asumido ya un rol profesional, esperando que
sus conocimientos y compromiso éticos sean llevados a cabo, de acuerdo, a la
institucionalidad adquirida y socialmente constituida.

“Una Expectativa tiene como el mismo término lo sugiere, un aspecto temporal en la orientación hacia el desarrollo futuro del
sistema actor-situación y la memoria de las acciones pasadas” (Parsons; 19:1984)

Tenemos en ésta medida cómo la expectativa de un rol en nuestro caso, un rol profesional,
sugiere un conjunto de propósitos y esquemas pautados a lograr en un determinado campo
de aplicabilidad intelectual, así como también, supone memoria de lo que ha sido la
disciplina, o del rol profesional que se representa a nivel histórico.

Nuestro autor observa que la acción social siempre está determinada a partir de estructuras
dadas en uniformidades valorativas, es por ello que propone un conjunto de categorías
estructurales que permiten la descripción y análisis de la sociedad a través del ejercicio que
en ello evoca las conductas que implican regularidad, Variables Pauta (Pattern Variables) que
son directamente relacionales a las expectativas de rol, pues su enfoque nos permite dar
cuenta de que modo se presentan y por qué son necesarios determinados
comportamientos en diversos contextos sociales, es así, que las variables pauta permiten
develar “funcionalidades”, “eufuncionalidades”, “disfuncionalidades” o
“eudisfuncionalidades latentes” 24
en el ejercicio de los roles, al mismo tiempo que

24Los conceptos de “eufunción” y “eudisfunción” son trabajados por Robert Merton (1965) y J Levy (1979) para
quienes la “eufunción” designa una extralimitación de operaciones correctas o esperadas, mientras que la
“eudisfunción” hace relación a aquellas operaciones que no suficiente con ser rechazadas son practicadas
desaforadamente.

42
proporcionan orientación del actor en cuestión al momento de llevar a cabo una
participación social a través del rol que este vaya a ejercer.

“Nos concierne analizar la estructura de las relaciones de un actor con objetos sociales, para identificar los puntos de referencia
que definen los limites de variabilidad estratégicamente significativos de ésta categoría de orientaciones.” (Parsons; 64:1984)

Surge, de este modo una serie de variables de orientación pautada25 que define nuestro
actuar en el sistema social a través del ejercicio de la multiplicidad de roles que a diario nos
vemos implicados, variables pauta tales cómo Afectividad - neutralidad afectiva, que si bién es
cierto que las relaciones sociales están influenciadas por la emotividad26existen momentos y
circunstancias en que nuestro compromiso normativo sugiere un tramite temporal de los
afectos que podemos tener sobre determinado actor (dado alter) hacia al resultado de una
evaluación racional que se obtenga en la misma interacción, tratándose de generar la
diferenciación entre una orientación afectiva y neutralmente afectiva. Parsons agrega: “Ésta
primera pareja de alternativas se centra en lo permisible o no permisible de los intereses
ajustativos inmediatos del actor por la actividad expresiva” (Parsons; 65:1984)

Seguidamente, Parsons adhiere la alternativa de auto-orientación y orientación colectiva dónde si


el desempeño de los roles puede exhibir determinado habito de elección hacia uno u otro
esquema de comportamiento, no es debido echar de menos aspectos mayores que se
superponen a nuestras voluntades, por eso, en este, cómo en los demás casos bien puede
primar sobre la elección una obligatoriedad moral o normativa en el que el actor se ha
comprometido con anterioridad, así, especificando, la auto-orientación hace alusión al modo
en que los intereses propios del actor de referencia (dado ego) considera más pertinentes
sus propósitos que los de la colectividad en la que actúa, mientras que si opta por la
orientación colectiva (dado alter) enseña la forma en que el interés en el ejercicio de su rol
se ve enfatizado en el alcance de intereses sociales y no personales, motivado entonces, por
la colectividad en la que este representa o participa.

En el esquema de variables pauta se adhiere otra polaridad de elección en tanto orientación


para los actores sociales que siempre van a estar orientadas de acuerdo al compromiso
ético o normativo que el actor o actores en cuestión se fije/n cómo expectativa de rol, es
por ello que la pauta universalismo – particularismo hace mención a los preceptos que el actor

25 Parsons sugiere un esquema de variables que permiten relacionar la acción social en los roles sociales y
estos con categorías de valor. Elementos que permiten la observación de conductas que implican regularidad
en los sistemas o subsistemas dónde los actores sociales participen. Para una mayor comprensión de
la temática podemos ver (Parsons; 64-71:1984)
26 “El objeto social es siempre efectiva y potencialmente, en algún grado, un objeto de
catexis” (Parsons;65:1984)

43
elija en el momento de la relación social, si su acción parte de significaciones sociales,
tradicionales o morales sin importar el tipo de distinciones sociales actuaría en base a una
perspectiva universalista, al contrario, si sólo interactúa en base a criterios meramente
personales justificados por lazos solidarios de familiaridad o membresía como escalas de
significados subjetivos respecto a otros actores, entonces estaría actuando de modo
particularista.

Hasta el momento hemos visto tres categorías de conductas pautadas socialmente


esperadas en un rol, siendo los anteriores esquemas ejes que perfilan las orientaciones que
el actor en cuestión puede llevar a cabo en las relaciones sociales que tome dada la
especificidad del momento, pues Parsons (1984) agrega otras dos variables que dictan no
orientación sino cualidades intrínsecas, ya que se fija en las características del actor y no la
orientación del mismo, elección que enfatiza en las particularidades de los actores sociales
que se reflejan (en tanto alter) en nuestras interacciones.

La variable adscripción-adquisición permite descifrar tanto las cualidades ó atribuciones como


las realizaciones de los actores que evaluamos ó elegimos para entablar una relación social,
en ésta medida, la adscripción hace alusión a las características o cualidades del actor, lo que
se “es” en lugar de lo que “se hace”, mientras que una pauta orientada por la adquisición con
lleva a clasificar al interlocutor de la relación (alter) a partir de sus realizaciones, sus
desempeños o logros.

Por último, Parsons propone el factor que evalúa el momento de la relación social, si este
entra en un espacio de especificidad ó difusidad; así, el enlace de nuestros roles en una relación
social, es por especificidad si ya se tiene un orden de la temática a abordar en el momento
interactivo, son relaciones concretas, en momentos concretos bajo prescripciones
concretas y esperadas, razón que conduce a ciertas limitaciones de lenguajes y significados.
Al contrario cuándo la relación social se instaura en una pauta de difusidad tenemos que el
encuentro social entre ego y alter no tiene una estructura o fines determinados, es una
relación casual en la que sin haber concreciones predeterminadas o intereses estrictamente
compartidos se espera que la interacción se enfoque a rumbos amplios y quizá vagos.

44
Es así, el modo en que nuestro autor permite la evaluación ó características de
determinados comportamientos llevados a cabo en sociedad, manifiestos, por el ejercicio
de los roles en la estructuración de las relaciones sociales27.

En la teoría de sistemas las sociedades modernas se asumen como sociedades


meritocráticas, es decir, dónde se le es atribuida a la formación educativa y a la formación
profesional en particular, un significado de importancia considerable al igual que una serie
de metas que el actor o los actores en cuestión logren alcanzar, bien cómo “éxitos”
académicos o laborales, es de hecho entonces, que los individuos de la sociedad
meritocrática consideran la certificación profesional como un logro a seguir. Por lo demás,
es valorada en el sentido de la movilidad social, ya que se concibe que con la obtención de
un status-rol profesional, los actores tengan mayor posibilidad de acceder a una serie de
prestigios sociales, acceso de servicios, acceso a la cultura, ingresos económicos, poder de
decisión, autoridad en su propio campo.

Teniendo en cuenta las anteriores apreciaciones, subrayamos que la unidad status-rol


conlleva a determinar ciertos patrones susceptibles de cambio social, en el sentido que ha
de tratarse de un cambio de significación valorada y normativamente aceptada, un cambio
socialmente ordenado en el que el profesional tiene la disponibilidad de ser legitimador y
potencial productor de reconocimientos y status para su propia disciplina, siempre y
cuándo el profesional se impregne de los valores socialmente esperados cómo de los
aspectos éticos de su ocupación, es así, entonces, que la permisible e ideal destreza y
actuación del profesional implica, también, transformaciones en el sentido del impacto en
tanto servicios que éste aporta a la sociedad en general cómo a la colectividad particular
para la cual labora, bien sea en aspectos de bienestar social, producción técnico-científica,
enseñanza, atención o asesoria especializada, entre otras cosas…

De acuerdo a lo anterior observamos que es a través de la movilidad de roles


(profesionales)28en que es factible que un determinado status se vea sumido hacia un
cambio social dada su (nueva) posición de reconocimiento social, académico, en autoridad

27 En el subcapitulo 3.3 del capitulo III se aplica el esquema de las pauta variables para comprender la
estructuración del orden sistémico en que se compone las profesiones forenses seleccionadas en nuestro
trabajo de campo.
28 Antes que el status, tenemos, que es el rol en tanto agrupación de funciones, relaciones, posiciones y
participación, en el que el actor social en cuestión resignifica y concatena su profesión con la sociedad en la
cuál asienta un lugar, pues, para los sociólogos De La Torre y Saldaña (2002) “una profesión es un universo de
fenómenos y procesos que forman parte de un saber y hacer especializados en un campo de fenómenos sociales o
naturales concretos, un saber especializado de carácter teórico-formal y técnico-ocupacional, objetivado en una serie de
practicas de determinados sujetos” (De La Torre y Saldaña; 86:2002)

45
e incluso prestigio consecuente con ello el cambio que (como suponemos) sugiere sus
funciones científico-técnicas en particular

Así, el complejo laboral moderno denominado “profesiones liberales” puede incrustarse


institucionalmente en un mundo que conlleva a pensar en el desarrollo histórico como a
futuro de ese sistema cultural, que en relación a nuestro caso, ilustrado por una ciencia
pura como la sociología, no es ajena a que ésta se movilice a otros subsistemas
ocupacionales no tradicionales.

Es en estos términos como podemos empezar a concatenar lo que comprenderíamos por


sociología como una ciencia y una profesión que se orienta hacia un objeto determinado de
estudio que provee a sus practicantes y estudiosos (profesionales) la facultad de
direccionarse a subsistemas ocupacionales específicos descubiertos y por descubrir. Es en
este sentido, en el que establecemos que “la tarea del sociólogo es presentar con lucidez el
derecho a proposiciones lógicamente interconectadas y empíricamente confirmadas acerca
de la conducta del actor con otros actores y de las consecuencias sociales de esa conducta”
(Merton; 24:1965) en otras palabras tenemos que los sociólogos se ocupan de hechos
comprobados empíricamente donde la conducta social se comprende a partir de las
relaciones sociales que tienen uno o varios actores entre si. Autores como Talcott Parsons
(1984) agregan que la sociología se ocupa de estudiar las estructuras sociales en las que se
ve inmerso cada actor social en el que es relevante observar los procesos de
institucionalización y anomia, realidades dadas en el acontecer de las relaciones sociales
donde “los criterios morales llegan a ser el aspecto de la orientación de valor que tiene
mayor importancia para el sociólogo” (Parsons; 24:1984)

Es función propia del sociólogo explicar entonces la relación de los actores entre si
mismos donde es convergente el papel de las estructuras sociales, su influencia, anuencia,
descontento y apatía. Develar que motivos son los que llevan a los actores a responder o
no a las reglas y normas sociales constituidas en sociedad, en sus aspectos éticos ó
normativos que influyen en el comportamiento social.

En resumen, resaltamos que el estudio de las relaciones sociales y la incidencia de sus


estructuras en la personalidad del individuo29 compone el objeto de estudio de los
sociólogos. En este enfoque observamos que es necesario establecer como las estructuras
sociales son cimentadas día a día a partir de las interacciones sociales y niveles de

29 Parsons señala: “la sociología se ramifica en virtud de la intrusión de la personalidad del individuo
en varios aspectos de la estructura social, de modo especial, en el nexo de parentesco” (Parsons; 545:1976)”

46
convivencia social, propiciadas no sólo cómo producto de un contexto histórico, social y
político sino de un contexto cultural manifiesto en la moral, esa perspectiva convencional
de las sociedades llevan implícito un valor internalizado en cada actor social, en cada
colectividad, bien por esa facultad funcional de la cultura dada en su transmisión
recreada en la socialización como aprendizaje social o en la creación y acuerdos sociales
actuales, es en ésta mirada, como los funcionalistas atañen a la moral una posición
relevante a la hora de la investigación sociológica.

“La investigación científica cómo cualquier otra actividad humana considerada en los términos del marco de referencia de la
acción, se orienta respecto a ciertos patrones normativos” (Parsons; 37:1964)
El rol profesional del sociólogo30 comparte la serie de expectativas derivadas tanto de su
institucionalización como de la posición valorativa que ocupa la ciencia social, en este
enfoque, Parsons (1984) comenta: “El lugar que ocupa la ciencia de la sociedad forma parte del
influjo de una tradición cultural que implica una alta valoración de ciertos tipos de racionalismo en cuanto
al conocimiento del mundo empírico, sobre unas bases distintas a la base de la aplicación práctica de los
resultados de ese conocimiento.” (Parsons; 319:1984) es decir, entonces, que si bién puede ser
confiable el punto de vista del sociólogo, se debe a que es valorada por la sociedad o por el
sector social en el cual el científico participa, llegan a ser valorados los diferentes
raciocinios con que éste observa los fenómenos que estudia, pues se espera que sean
constatados conceptual, metodológica como empíricamente, es así, como para una mayor
confiabilidad, la conducta del científico debe estar reglada, en primer lugar por la mirada
particular que éste tiene de si mismo en tanto agente de reflexión y en segundo lugar bajo
una ética compartida con la organización profesional y científica con la cual se
compromete y en la cual participa.

30
El profesor Fernando Uricoechea (2001) comenta al respecto: “La sociología es de modo simultaneo un
saber disciplinario y un saber profesional. El desarrollo al nivel de la ciencia como al nivel de
nuestra nacionalidad requiere de ambos tipos de prácticas sociológicas y, por lo tanto, de sus
correspondientes sociólogos: esto es, sociólogos académicos y sociólogos profesionales,
profesionales académicos y profesionales a secas. Ambas prácticas, con sus correspondientes tareas y
deberes, son indispensables en un doble y dialéctico sentido. Por un lado el saber académico se legitima en la
medida en que el saber profesional especializado y aplicado en el mercado se muestra competente y eficiente.
Por otro lado, en la medida en que la práctica académica del saber se revela eficaz, se facilita la legitimación
del saber profesional que resulta de la práctica académica. La honra puesta en juego del saber esforzado en
tratar de mostrar a la nación que la sociología tiene cosas importantes que decir sobre múltiples y diversas
dimensiones de la vida nacional; y el amor propio que se hace valer cuando ese saber es empleado con la
destreza, la precisión, la competencia y el estilo de un samurai, es decir, de un virtuoso. Esa tarea formativa
del sociólogo nos compete a los sociólogos académicos 'y profesionales' ” (Uricoechea;19-22:2001)

47
2.2 El Rol del Sociólogo en Colombia, Una Aproximación Contextual.

“Viene al caso advertir que los intelectuales dedicados a las ciencias sociales han estado tan ocupados en el examen de
la conducta de los demás, que olvidaron en gran medida estudiar sus problemas, su situación y su conducta propios.”
(Robert K. Merton; 213: 1965)
No fue apenas hasta la primara mitad del siglo XX cuándo nuestro país comenzó a
incursionar en etapas embrionarias de modernización e industrialización. Procesos de
cambio social que no incidieron sólo en los aspectos económicos sino en el pensamiento
social, cultural y político de una sociedad polarizada por los discursos políticos y por la
posición de una iglesia cada vez más firme y aferrada al monopolio de la moral, las
tradiciones, las ideas y el poder.

Para Herrera y Low (1994) la institucionalización de la Ciencia Social en Colombia fue el


primer paso de modernización del país, pues con ella irrumpieron las nuevas ideas que
otorgaban miradas divergentes a la situación social y política que venia viviendo la sociedad
colombiana condicionada desde antaño por una visión y mentalidad provincial. Dicha
novedad, permitió a la nación estar un poco más cerca de los países industrializados en
tanto la búsqueda de la occidentalización misma generada en centros de educación superior
cómo desde finales del siglo XIX se había comenzado a ejercer en la Universidad Nacional
de Colombia (1882)31 y sobre todo a mediados del siglo XX con la fenecida Escuela
Normal Superior de Colombia ENS (1936 – 1951) que a pesar de su corta existencia
formal, logró consolidarse como el primer centro de institucionalización a nivel profesional
de las ciencias sociales en nuestro país.32

No obstante, esa tardía llegada de la institucionalización de las ciencias humanas en


Colombia, contrastó con el desenvolvimiento profesional qué para el siglo XIX cobró
mayor rigor conceptual y metodológico en la medicina y en la ingeniería, cuestión que
señala antecedentes críticos para un grupo de profesionales académicos de disciplinas de las
ciencias humanas que debían afrontar desde los claustros de la Escuela Normal Superior la
disputa en torno a su legitimidad.

Entre aquellas ciencias que anteriormente cobraron un rápido ascenso en la esfera


profesional colombiana se establece la medicina y en relación a nuestro estudio la medicina

31 Los profesores Restrepo y Restrepo (1997) señalan cómo la tradición de la enseñanza de la sociología en
Colombia se remonta al año de 1880 cuándo el presidente Rafael Núñez (1823-1894) recomendó la utilidad
de su estudio en nuestro país, ya en 1882 se inauguro la primera cátedra de sociología en la facultad
de derecho de la Universidad Nacional, dictada por Salvador Camacho Roldan (1827-1900)
32 También fue la primera institución de educación superior en la enseñanza de la pedagogía, lingüística y

ciencias naturales en Low y Herrera (1994)

48
legal que embrionaria en nuestro país, se constituyó como la primera ciencia forense junto
con la psiquiatría33 al servicio de la justicia.

De acuerdo con Peña (1993) fue el Dr. Carlos Putman (1850-1915) quien fundó en 1891 la
primera oficina de medicina legal en la ciudad de Bogotá; de igual forma se instauró poco a
poco una área aplicada convergente entre las ciencias humanas y las ciencias médicas, la
psiquiatría forense, una psiquiatría forense que ampliaría su institucionalización a partir de
1916 con su enseñanza en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional.

No obstante y pese a los lentos avances que para esa época se comenzaba a llevar en la
psiquiatría y medicina legal, es sólo hasta la década de los años 30´s del siglo XX cuando
comienza un naciente interés por las disciplinas criminológicas; tal como lo señala
Camacho y Marroquín (2005) pues, no es de dudar las fuertes disputas por el control social
entre la iglesia y el gobierno, las cuales tenían pleno poder de intervención en el sistema
jurídico que no permitían el avance de este tipo de ciencias, dada la relevancia de su criterio
develador sobre determinadas acciones ilegales que quizá podría lleva a la trama una tensa
situación no solo a cualquier particular involucrado sino a las institucionalidades públicas
que se vieran inmiscuidos en atropellos contra la sociedad en sus derechos. Tal fue el caso
en 1929 con la masacre de las bananeras, hecho que fue un aliciente para que se pusiera
sobre la mesa la necesidad legitima de la criminología en Colombia como de la urgencia de
las ciencias forenses en relación con un sistema jurídico que pedía independencia.

Siguiendo a Camacho y Marroquín (2005) subrayamos que un aporte importante lo


otorgarían los investigadores Arcesio Aragón y Bruno Ordóñez quienes en 1935 crean el
Instituto de Antropología y Pedagogía Penitenciaria en Bogotá dedicados al estudio de la
antropología criminal derivada de las teorías positivistas importadas desde Europa, ya a
finales de la década del treinta surge un cambio jurídico importante propuesto en el
gobierno liberal del presidente Alfonso López Pumarejo con el nuevo código de
procedimiento Penal de 1938, el cual enfatizaba en la teoría positivista de la defensa social.
Estos avances se extenderían alrededor de 15 años, pues a partir de allí se vendría lo que los
citados autores subrayan como el “silencio criminológico”, silencio auspiciado no sólo con las
orígenes y efectos de la época de la violencia sino por el sistema penal inquisitivo el cual
rigió a Colombia desde mediados de los años treinta y en el que la participación de los

33 Roselli (1968) señala que en 1837 se llevó a cabo en la ciudad de Medellín el primer peritazgo psiquiátrico
realizado al sacerdote José Maria Botero quién promovió una manifestación en contra del gobierno por estar
fundado en ideas utilitaristas de la época, a pesar que fue condenado a muerte, fue necesaria la intervención
de una junto medica que evaluó su estado mental (Roselli; 97:1968)

49
peritos forenses no representaba un aspecto de acentuada relevancia sino que yacía como
un asunto secundario al relato de los testigos del hecho.

Si bien no existía una relación directa entre la institucionalización de las ciencias forenses
con el devenir de la sociología profesional en Colombia, es necesario considerar que ambas
tuvieron semejantes problemáticas que infirieron en su demora a la hora de legitimasen en
el país, pues es necesario resaltar que estas ciencias han compartido un interés mutuo y es la
búsqueda, el hallazgo de lo latente.

Es de este modo, como la previa llegada de la sociología profesional a Colombia se ve sólo


supeditada a intentos. Segura y Camacho (1999) señalan como una de las primeras
tentativas de institucionalización de la sociología en el país se dio con la existencia de la
Escuela Normal Superior y el Instituto Etnológico Nacional (1935-1941) dónde un grupo
de científicos europeos decidieron participar en la formación de los futuros investigadores
sociales colombianos, especialmente antropólogos, lingüistas y geógrafos, con el conato de
dotar al pensamiento social colombiano de una perspectiva moderna respecto a una serie
de nuevos estudios sobre la realidad nacional y a pesar de que la Sociología no pasaba de
ser un curso de contexto, más adelante, algunos de sus egresados y profesores de la ENS
harían parte del equipo disciplinario de la futura y primera facultad de Sociología de Latino
América en la Universidad Nacional de Colombia en 195934.

De acuerdo con Restrepo y Restrepo (1997) el siguiente intento de institucionalización de


la sociología en el país fué manifiesto anteriormente con la corta existencia del Instituto
Nacional de Sociología en 1950 y a pesar de que en su mayoría fue dirigido por abogados
interesados en las problemáticas sociales, su mayor objetivo, fue revelar en 1956 durante un
seminario sobre las ciencias sociales en Colombia, un diagnóstico de cuán poco avance se
había tenido en el país respecto a la ciencia social en su comparación a nivel internacional35.

“A la vez que el científico ha de asegurarse medios proporcionados por otros en formas que tropiezan con sus intereses y
sentimientos, él ha de enfrentarse con una marcada ansiedad acerca de las implicaciones de los resultados de sus trabajos. El
científico ha de hacer muchas cosas que molestan o chocan a los otros.” (Parsons; 318:1984)

La relación del Estado con los intelectuales académicos, especialmente de los docentes y
estudiantes de la Escuela Normal Superior no fué siempre de aceptación y tolerancia, pues se

34 Orlando Fals Borda (2001) comenta cómo un grupo de intelectuales egresados de la fenecida
Escuela Normal Superior hicieron parte de la planta docente de la nueva facultad de Sociología;
entre ellos, sobresalieron: Roberto Pineda, Virginia Gutiérrez, Milcíades Chávez, Ernesto Guhl y Darío
Mesa.
35 La profesora Rosa del Olmo (1984) señala como en el año de 1955 se lleva a cabo en la ciudad de Buenos

Aires el tercer congreso internacional de criminología en el que se llega a determinar (apoyando lo ya dicho en
el congreso de Bruselas) que no solo las ciencias biológicas y psicológicas eran necesarias en el estudio de la
delincuencia sino que cada vez era más pertinente el estudio de los factores sociales del crimen.

50
argüye que si bien hubieron épocas en que la elite del poder gubernamental abrió la
posibilidad a los procesos de racionalización de la educación orientado a la investigación y
un amplio conocimiento de la diversidad de ideas, se debió a que, éstas, las primeras
miradas criticas producidas desde la academia otorgaron una visión molesta de la historia y
de los aconteceres problemáticos en lo social y lo político, por ende la llegada y transición
de gobiernos de orientación conservadora y confesional, enfatizaba en el regreso
tradicionalista y cristiano de la educación, permitiendo así, entrever los focos de resistencia
al cambio por parte del Estado y la iglesia, ejemplo de ello el temprano cierre de la
institución superior por parte de las tensiones generadas en la lucha de relaciones de poder
en la legitimidad del conocimiento, para éste caso, la “reacción conservadora” en el poder
estatal comenzó a fundir la Escuela Normal Superior desde el año de 1940 al unísono con la
reducción de estudios criminológicos en el país.

Por ello, si nos acercamos más detalladamente, podemos observar cómo el rol de los
intelectuales en Colombia, se superpone a la mirada de un sector social de estudiosos que
han tratado de contribuir a la esforzada tarea de cambio o modificación del orden cultural a
través de la educación y la investigación para la formación de personalidades cívicas que
tengan los elementos básicos para la compresión de los factores críticos y problemáticos de
una sociedad que espera virar hacia procesos de integración nacional como de
modernización.

Para su logro los científicos sociales no solamente han debido ser formados en orientación
a la docencia sino a la investigación, roles de riesgo pero necesarios para una sociedad que
espera vivir tiempos de esclarecimientos, debates, argumentaciones, y orientaciones
determinantes más no de ocultación o auspicios criminales.

“El intelectual se dedica a la producción de ideas, a elaborar constructos mentales, a discernir sobre las
cosas y a dejar constancia de ello” (Barrera; 12:2003) bien sea en su rol docente cómo en su rol de
investigador, dónde el resultado práctico de su trabajo se puede apreciar en la producción
de libros, sus escritos en revistas especializadas, como su fuerte influencia en las claustros
universitarios y en los auditorios abiertos al público lego.

Barrera (2003) indica que el rol del intelectual, es un rol vigente debido a su especialización
y no al esparcimiento generalizado de ideas vagas y sin referencia real, por ello, su énfasis
en la política, en la psicología y en la sociología, garantiza un espacio cultural y de
reconocimiento formal que incide en su status en tanto meritos y prestigio.

51
Pérez (2001) señala que por su parte, la sociología logra su status como profesión a partir de
los años treinta del siglo XX en Estados Unidos. Para entonces, no sólo se apreciaba los
aportes de reconocidos intelectuales sino de una determinada variedad de manuales. Es en
este sentido, cómo la institucionalización de la sociología en Colombia llega en el año de
1959 a la Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Bogotá, que en términos de
Fals (2001) “trajo consigo vientos jóvenes vistos en aspectos de renovación y
transformación de una institución, de una universidad que “era 'pacata y conventual', con
algo de forma jerárquica, medio aburrida y aferrada a rutinas oratorias” (Fals; 7:2001)

Es en esa perspectiva como las primeras generaciones de sociólogos profesionales en


Colombia, se inscribe a penas en el transcurrir de los años sesentas (60´s) a ello se adhiere
un contexto qué en principio fijaba la necesidad de una ciencia social que orientara al
Estado a un proceso de modernización e integración nacional, labor y responsabilidad que
una ciencia moderna cómo la sociología podía llevar a cabo, tras la formación profesional
de sociólogos que en relación con el Estado y la sociedad, permitiera promover y fomentar
planes de cambio social.

De acuerdo con Restrepo y Restrepo (1997) al igual que Segura y Camacho (2004) la
primera muestra de aplicación de la sociología profesional en el país, se encuentra en las
tesis de grado de los Sociólogos fundadores Camilo Torres Restrepo (1929 -1966) y
Orlando Fals Borda (1926 - 2008). Camilo Torres enfatizó en la Sociología urbana en la que
realizó un estudio titulado: “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá: un
estudio sobre la proletarización en Bogotá” publicado en 1958 mientras el maestro Orlando Fals
Borda realizó dos investigaciones desde el enfoque de la sociología rural sobre “Campesinos
de los Andes: Estudio sociológico de Saucío” publicado en 1955 y “El hombre y la tierra en Boyacá;
bases sociológicas e históricas para una reforma agraria” publicado en 1957.

Restrepo y Restrepo (1997) señalan como la facultad de sociología comenzó otorgando dos
enfoques profesionales a sus primeros estudiantes, de un lado la sociología urbana y de otro
la sociología rural. En este último, por ejemplo, con la primera obra de Fals Borda, los
autores muestran como un buen manejo metodológico puede llegar a constituirse en una
completa expresión de observación sociológica de las instituciones y conductas sociales del
habitante rural de la zona andina colombiana.

En consecuencia, el surgimiento de la Sociología profesional en Colombia ocurre en los


inicios de la época del Frente Nacional, pacto histórico que pretendió controlar las largas y
continuas luchas por el poder entre los dos partidos políticos tradicionales con la propuesta

52
de un acuerdo y unos lineamientos bilaterales para el manejo de la administración estatal,
tal hecho condujo a la necesidad por la reforma institucional; entre ellas, cabe nombrar el
intento de reforma agraria (la cuál se constituyó como un ente estatal - el Instituto
Colombiano de la Reforma Agraria INCORA), el cambio también estaba orientado al
fomento de la educación y en general, la promesa de paz sugirió contundentes cambios a
nivel social, político y económico.

En el contexto continental se resaltaba el desenvolvimiento de la revolución cubana,


cuestión que llevó a la organización de los Estados Americanos a repensar y reformular
métodos optativos que conllevaran a nuevos procesos democráticos y para tal fin se
instituyó el proyecto de extensión y difusión para América Latina de lo que se denominó
“la Alianza para el progreso" 36

Al unísono, la aceleración de centros de formación para sociólogos iniciaba en 1959 con


tres facultades: dos en la ciudad de Bogotá, una instalada en la Universidad Nacional de
Colombia de referencia estatal y otra en la Pontificia Universidad Javeriana de orientación
confesional católica. En la ciudad de Medellín, se situó otra facultad en la Pontificia
Universidad Bolivariana, también de referencia religiosa; centros de estudio37 qué
en relación con el pensamiento independiente y en relación con el perfil secular cómo en
su momento lo tuvo la formación profesional y académica de la Escuela Normal Superior,
ha sido la Universidad Nacional de Colombia la que se ha destacado por ser epicentro de
la llegada, desenvolvimiento y expansión a otras universidades de referencia pública a
nivel nacional de aquellos vientos de renovación que constituía la sociología como
profesión y formación científica en Colombia.

Segura y Camacho (1999) al igual que Gabriel Restrepo (2002), señalan como el estudio de
la acción comunal, los movimientos migratorios, las estructuras agrarias, la educación
popular y más tarde los polémicos estudios sobre la violencia, se fueron constituyendo
como ítems centrales de investigación sociológica dado que aquellos fenómenos
representaban procesos de la realidad social colombiana.

36 El profesor Gabriel Restrepo (2002) enuncia otros factores exógenos y endógenos que transformarían el
escenario de la universidad pública en Colombia, “produciéndose como un tiempo de generaciones perdidas
por deliberadas amputaciones intelectuales”: la influencia de la revolución cultural china, los inicios de las
lúdicas y masivas experiencias con la droga, la guerra en Vietnam, los movimientos de insurgencia y
contrainsurgencia, el nadaísmo y el mefitismo, el estropicio de la administración de la universidad pública, los
alzamientos estudiantiles…
37 De estos tres escenarios primigenios para la formación de sociólogos, continúan vigentes el Departamento

de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá y el Departamento de Sociología de la


Pontificia Universidad Javeriana, también en Bogotá DC.

53
“La facultad debía ser escuela de hombres y de sociólogos para el cambio social dirigido, educados en un ambiente
interdisciplinario que pudiera dar cuenta, como en “Campesinos de los Andes”, de la complejidad de fenómenos cómo el agrario,
atentos tanto a la práctica cómo a la teoría y bien asentados sobre estas realidades mestizas de nuestra América latina”
(Restrepo;127:2002)

En el recorrido de su primera década, la facultad de sociología en la Universidad Nacional


se organizó y se reconoció como centro de investigación y consultoria de varias
instituciones gubernamentales, pues cómo lo señala Segura y Camacho (1999) los
sociólogos empezaron a darse a conocer como profesionales en asesoria para proyectos
estatales cómo la reforma agraria, la acción comunal y los programas de vivienda etc.
Ejercicio de roles que sirvió de campo privilegiado para los estudiantes que asistían al
acompañamiento del trabajo de sus profesores.

Es así, cómo en la misma década, al celebrarse en la ciudad de Bogotá el Primer Congreso


Nacional de Sociología en 1963 y al cumplirse sólo cinco años de la sociología profesional
en Colombia, podemos traer a consideración no sólo la instauración legal de la sociología
en carrera profesional sino el significado que en principio se reveló a propósito de la inicial
relación Sociología – Estado. No es de olvidar que la ciencia moderna llegó al país en medio
de reformas políticas en procura de cambios a nivel social, económico y político. El Estado
halló en la sociología una estrategia profesional e intelectual para modernizarse y buscar
tópicos de construcción e integración nacional, que llevaría a que la comprensión de la
diversidad de problemas históricos permitiera implícitamente otorgar a los futuros
sociólogos un mundo donde podían participar dado que el cambio social sugería
motivaciones referidas al progreso.

La proyección de un primer campo laboral propio y legítimo representaría uno de los


tantos espacios ocupacionales a ejercer ahora y oportunos de ejercer en el futuro, bien por
la sociología como profesión, bien por ser lo social una característica propia e inevitable en
todo ámbito de la vida humana.

Fue así como surgió la determinación de otorgar inicialmente a los sociólogos el rol en la
planeacion y la consultoria de proyectos sociales a nivel nacional, departamental, municipal o un
lugar en la administración pública y/o privada, lugar que había sido dado en un principio
gracias a su rol base y suplementario, precisamente su rol como investigadores sociales.
Investigadores sociales que en la complementariedad teórico-práctica tiene la capacidad de
llevar a cabo diagnósticos de lo que en sociología se denomina “realidad social”.

“No se considera prudente o recomendable proyectar y realizar planes de fomento o desarrollo regional o
nacional sin la intervención del sociólogo, quién tiene en estos casos la gran e ineludible responsabilidad de

54
prever el éxito o fracaso de los planes propuestos en función de las condiciones sociales y culturales que tiene
relación con ellos”. (ACS; 141:1962)

La búsqueda inicial de objetivos entre los sociólogos de la universidad pública y privada se


superponía similar:“formar investigadores en ciencias sociales, con capacidad de calificar recursos
humanos para realizar proyectos de cambio a nivel local, regional, nacional y desarrollar habilidades para el
diseño de estrategias de planeacion nacional” (Páez; 74: 1997) en ésta medida, Cataño (1986) cómo
Serna (1997), Restrepo Yusti (1989) y Restrepo (2006) comentan la manera en que los
sociólogos comenzaron a ejercer roles en distintas esferas de la institucionalidad pública y
privada, bien en Planeacion Nacional, en el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria
(INCORA) en los Ministerios de Educación y de Salud, en el Servicio Nacional de
Aprendizaje (SENA), en el Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(DANE), en planes de participación comunitaria, en organismos de las Naciones Unidas
(ONU), en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en las entidades
municipales y en centros universitarios.

Para el ejercicio de la pluralidad de roles practicados por los sociólogos en las entidades de
tipo burocrático, se hace necesario, como venimos diciendo, nombrar un rol que es base y
que incluso posibilita el desenvolvimiento del sociólogo en sus diversos campos laborales,
ésta función es dada en torno a la investigación, el ejercicio de investigación de los sociólogos
es – en - sí construcción y desempeño de sus roles cuya motivación deviene de diversas
causas, bien sea el interés personal en lo académico, laboral, compromiso social o la
demanda gubernamental proveniente de diversas entidades del Estado.

Mientras que se vivía en aquel entonces la orientación de los sociólogos dada su


participación en distintas esferas de la labor pública, Camacho y Marroquín (2005) señalan
que durante ésta época, “época del Frente Nacional” no solo era inexistente una
criminología en Colombia sino que era una ausencia compartida con la falta de un Derecho
Penal critico y una Sociología Jurídica, situación aquella que terminó por conllevar a que se
instaurara una perspectiva judicial de estirpe positivista en el país.

A pesar que hasta el momento no existía un rol profesional del sociólogo en lo jurídico,
denotamos que la labor del sociólogo profesional en otros campos se incorporaba similar a
la designación derivada por la socióloga Dagmar Raczynski (1977) quién afirma que el rol
del sociólogo se resalta porque al buscar una comprensión e interpretación de la realidad
social, el científico de las relaciones sociales, “cuestiona el orden social, político, familiar y
económico, estudia los procesos de socialización, control social, conformismo, alienación, conflicto, etc,

55
poniendo en descubierto la estructura del poder y de dominación, los mecanismos de influencia personal, las
funciones de los grupos de presión, la estratificación social sus causas y consecuencias, los mitos sociales
etc…” (Raczynski; 72:1977)

De ésta manera, el ejercicio profesional y científico de los sociólogos se instauró en las


entidades estatales antes nombradas dónde se denotaba la producción intelectual
proveniente de investigaciones, diagnósticos, estudios, diseño de planes y proyectos
sociales, así como la asesoria y/o consultoría técnica y científica. Iniciándose de éste modo,
la orientación del rol de los sociólogos colombianos en su contribución de la búsqueda de
conocimiento y por qué no, de bienestar social, solicitado inicialmente por un Estado y una
nación que enfatizaban en el cambio social. No obstante, estas fructíferas relaciones de la
sociología con el Estado se diluyeron cada vez más, pues al reconocerse la sociología como
disciplina emergente en un crítico plano social en dónde la inestabilidad política fue especial
mentor, se ponía al descubierto cada vez más las fachadas estructurales que inhibían las
propuestas de justicia social y unidad nacional.

La sociología no fue ajena al responder dado el contraste cada vez más evidente entre los
ideales políticos y la realidad social, las posiciones, al igual que las luchas sindicales de
los obreros, adjunto a los brotes de la violencia política, entre otros factores exógenos dónde
se inscribe el movimiento juvenil del mayo del 68 en Francia y la inspiración de la
revolución cubana dada en las nuevas organizaciones guerrilleras cómo una opción inicial
y radical de la búsqueda de un ineludible cambio social.

En esa medida, una de las primeras rupturas en la relación Sociología-Estado seria la


investigación de los profesores Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna y Monseñor
German Guzmán sobre “La Violencia en Colombia: Estudio de un Proceso Social” cuya primera
publicación fue en 1962. Según lo anota Segura y Camacho (1999) representó un estudio
que financiado por el gobierno de entonces, inició toda una corriente de análisis y
diagnósticos independientes sobre el problema más grave de la sociedad colombiana, (para
ese entonces se concebía mayor énfasis en la violencia política) del mismo modo que
representó una severa crítica a la clase social dominante, ya que, trastocaba un ámbito de
alta sensibilidad social y política no sólo de otrora sino auspiciadas aún por el propio
régimen del Frente Nacional.

A pesar que el informe sobre la violencia en Colombia fue una de las primeras
aproximaciones de la sociología colombiana en un campo no solo de referencia social sino
penal, fue evidencia proporcionada a modo descriptivo y reflexivo que un enfoque de la

56
sociología aplicada podía llevar a cabo, tal fue el hecho que el devenir de la polémica en el
congreso por los resultados, inspiró no solo uno de los mayores alicientes de ruptura en la
relación Sociología - Estado sino que paradójicamente también hizo que fuera interna la
ruptura en la carrera misma.

Por ende, y pese a la postura de la sociología aplicada en aquel entonces, se empezó a


cuestionar no su contenido de perspectiva y acento critico sino la forma práctica de llevarla
a cabo, se interrogó la formación y la orientación metodológica y epistemológica de los
primeros egresados de la década de los sesentas (60´s), al igual que se cuestionó la ayuda
financiera de entidades norteamericanas al desarrollo de la sociología colombiana; de este
modo, se llegó a considerar no sólo a la sociología en general sino a sus primeros docentes
y egresados en particular cómo apéndices del positivismo y pragmatismo estadounidense.

Es entonces, como señala Segura y Camacho (1999) que la radicalización estudiantil de la


década de los años setentas (70´s) llevaron a la decisión por una exigente formación
académica, en el sentido de otorgar a los futuros sociólogos elementos para una mayor
comprensión de las realidades sociales a nivel global, nacional y local, constituyéndose a
partir de 1968 la reforma al plan de estudios como indica Restrepo (2002) y Pérez (2001)
para la construcción de una sociología que fuera aún más critica, la propuesta de una
Sociología Nacional, Política y Científica.

Año que coincide con uno de los primeros y pertinentes aportes a las ciencias forenses en
Colombia la obra “Criminología”38 (1968) del profesor Alfonso Reyes Eschandía (1975)
quién no solo inicia su libro con un llamado de atención a la falta de investigación criminal
a escala regional y nacional sino que recalca la ausencia de científicos como antropólogos,
psicólogos y sociólogos que se aprestaran más en aquella labor orientada a la construcción
de administración de justicia en el país, sin embargo, seria la sociología la que se vería más
alejada de aquella petición por su cuestionado perfil aplicado que hasta entonces venia
ejerciéndose en el país y criticándose fehacientemente en la misma facultad.

Pérez (2001) comenta que la sociología necesariamente debía reafirmarse cómo Científica,
por abrirse al estudio crítico de los grandes pensadores de la disciplina; Nacional, por el
compromiso de investigación de los principales problemas de la sociedad colombiana, del
que se derivaría una teoría propia. Y Política, por su vocación para transformar el Estado

38 Camacho y Marroquín (2005) comentan que a partir de ésta obra varios juristas “introducen en nuestro
medio la dogmática jurídica de origen Alemán, en contraposición al positivismo imperante en ese campo, y
comienzan a interesarse por la fenomenología del delito”, caso contrario que vivía la sociología en Argentina
y otros países que se empezaron a ocupar de la importancia de la sociología jurídica y sus áreas de interés.

57
mediante el conocimiento, elementos no de la sociedad dividida en lineamientos de
estudios descriptivos, sino en la configuración de objetivos de investigación científica que
conllevarían a la construcción del Estado nacional colombiano y sus relaciones con los
otros Estados nacionales. Fue así, entonces, qué el cambio venidero para la década del
setenta (70) originó no sólo cambios en los planes de estudio de la carrera de Sociología en
la Universidad Nacional sino también como lo señala Serna (1997) de la Universidad de
Antioquia (1968) en la ciudad de Medellín. Situación que condujo a que se procurara la
formación de sociólogos “capaces de describir y explicar el país” cómo lo manifiestan con
actualidad los profesores Pérez (2001) y Rojas (2006) 39

Camacho y Segura (1999) al igual que Cataño (1986) y Restrepo Yusti (1989) demarcan
la década de los años setentas (70´s) como “un tiempo difícil” para la sociedad, para la
sociología y para los sociólogos en Colombia. Una década que tuvo un severo impacto en
el ejercicio de la Sociología colombiana, que si en principio se había ofrecido una labor
de diálogo permanente entre las diversas organizaciones estatales y la academia
representada en los roles emergentes de los sociólogos de la década del sesenta (60),
ahora, la sociología yacía casi hermética al interior de las aulas con el ideal por la
emergencia del cambio social, cuestión que no sólo llevó a la disolución de la recién
conformada Asociación Colombiana de Sociología40 sino a su distanciamiento con
entidades gubernamentales como con diversas líneas de investigación que más tarde
cobrarían su necesidad por ser estudiadas.

La intolerancia y el señalamiento despectivo pasaban de confundir las posiciones teóricas y


metodológicas con las posiciones políticas. En ésta medida, amplios sectores de jóvenes
universitarios, estudiantes de sociología transformaron su formación académica en una
opción de pensamiento crítico y radical, una lucha que se enfocó además en estigmatizar
todo lo que representara el oficialismo.

Las investigaciones y discusiones académicas se centraron en el análisis económico y


político del país, que si bien, sabemos son de incidencia e incumbencia sociológica no son

39 Este ítem normativo no sólo fue constitutivo en la formación del Sociólogo en la Universidad Nacional y la
Universidad de Antioquia durante las pasada década de los años 70´s sino que también hace parte en
la formación de los sociólogos de la Universidad de Caldas: “En la Universidad de Caldas compartimos la
orientación general que en 1969 postuló el departamento de Sociología de la Universidad Nacional: sus tareas habrían de
orientarse hacia la formación de sociólogos capaces de describir y explicar al país”(Rojas; 3:2006)
40 “Además, a poco tiempo de ponerse en marcha en 1969 el nuevo plan de estudios (en la carrera

de
sociología de la Universidad Nacional) se vio privado de la mayoría de los docentes formados en el exterior,
estudiantes y docentes de la primera etapa que, por una u otra razón, entraron en conflicto con la
administración de entonces. Tal conflicto fue apenas una de las múltiples manifestaciones de la comunidad
sociológica ya fracturada, que incidió en la disolución de la Asociación Colombiana de Sociología, factor que, a la
vez, acentuaría las diferencias generacionales, las regionales, las provocadas por las orientaciones teóricas o
ideológicas o, incluso, las referentes a las preferencias laborales. (Restrepo;13:1997)La Asociación Colombiana
de Sociología desapareció en el lapso comprendido entre 1969 a 1979. (Restrepo;17:1997)
58
determinantes u objetos únicos y exclusivos de ésta ciencia social. Por lo tanto, la relectura
de los clásicos de la sociología europea llevaba a los futuros sociólogos a una interminable
apetencia por el enfoque y discusión permanente de la teoría, la metodología frente a la
práctica41. De otro modo, es necesario señalar como tan sólo una década fué suficiente para
que la formación y el rol de los sociólogos fuera crítica y fuertemente incrustada en la
difusa y conflictiva dicotomía creada en si misma.

Es el caso de tener en cuenta cómo la propuesta y denominación casi hegemónica de una


sociología nacional, política y científica fuese orientada a la legitimidad de una sola forma
de pensar sociológicamente, en el sentido de la formación de sociólogos académicos
orientados a la investigación de tipo macrosociológico, desconocedores a la vez de la
legitimidad de los estudios microsociológicos, como la baja o casi nula frecuencia de
investigaciones sobre infancia, género, moda, cultura, deporte y especialmente la
delincuencia frente a las investigaciones de carácter político, de la acumulación de capital, la
tenencia de tierra, y/o sobre estudios macro sobre la violencia. Cómo lo señala Uricoechea
(2001) igual sucedía entre la sociología como opción académica y como opción profesional,
una escisión que llevó a disputa entre lo sagrado y lo profano, que ha mitificado posiciones
de varias generaciones de sociólogos, que para profesores como Restrepo (2006) y Arango
(2006) llevan a la discusión de cuán valido es preguntarse no antes por la sociología del
género, sino por el género de la sociología42, elementos que deben ser superados a la hora
de ser todas las temáticas mencionadas y por mencionar referentes optativos de
observación e inserción sociológica.

“Uno de los grandes problemas culturales de Colombia deriva de la contrarreforma: no sólo se devalúa “el saber”, sino más aún,
“el saber hacer”; ello incluye una visión negligente frente a la empresa, la innovación tecnológica y las dimensiones aplicadas de la
economía y otras ciencias sociales.” (Restrepo; 144:2007)

Tal fue el caso en ésta tipología de pensamiento binario, que de acuerdo con Restrepo
(2006) la división también se presentaba en áreas profesionales convergentes
subestimándose el estigma en que mientras la sociología se ocupaba de la dignidad de la
teoría o del estudio del Estado, el trabajo social se haría cargo de la labor “sucia” y

41 El profesor Gabriel Restrepo señala:“Si bien la primera versión del programa de sociología en la
Universidad Nacional era tachada de tecnicista y profecionalizante, la segunda, se decía que era más propia
para la formación de docentes que de sociólogos.” Respecto a la formación de sociólogos a partir del
polémico nuevo plan de estudios de 1969 (Restrepo;29:1997)
42 En su investigación la profesora Luz Gabriela Arango comenta como el énfasis político de la carrera de

sociología a partir de la reforma de 1968 en la Universidad Nacional ratificó una jerarquía en relación con el
valor de los temas dignos se ser estudiados, constituyéndose así, “una visión machista” de hacer sociología.
(Arango;10:2006) Por su parte el profesor Gabriel Restrepo cita un pertinente ensayo de Humberto Eco
sobre “El Genero Menor”, “Entendiendo el concepto de género en su doble sentido como una división por
la constitución cultural de la sexualidad o como una división según clases de temas o de profesiones”
(Restrepo;394:2006)

59
“práctica” de la acción social, algo similar que sucede en la salud entre médicos y
enfermeras pero de modo más radical. Fue así, de este manera, cómo agrega el profesor
Uricoechea (2001) que la sociología de los años 70´s le otorgó un énfasis tan exagerado al
estudio de todo lo que representara al Estado, que distrajo una multiplicidad de temas que
quedaron en manos de antropólogos y trabajadores sociales, todo porque, según los
autores, allí se sembró implícitamente una orientación “machista” a la hora de investigar la
realidad social.

A finales de los años sesentas y en el transcurso de la década del setenta, se abrieron nuevos
programas de sociología cómo ocurrió en la Universidad del Valle (1967) de referencia
pública en la ciudad de Cali, en la Universidad Social Católica de la Salle (1966), la
Universidad Santo Tomas (1965) cómo establecimientos privados de orientación
confesional católica y la Universidad Cooperativa de Colombia (1972) institución privada
de carácter laico; las tres universidades ubicadas en la ciudad de Bogotá43.

En Medellín también se presentó una proliferación de programas de sociología, figurando a


finales de la década del sesenta, instalándose tres programas de sociología en centros
universitarios como la Universidad Autónoma Latinoamericana (1967), La Universidad de
San Buenaventura (1967) y la Universidad de Antioquia (1968) como la única de referencia
pública en Medellín44. En la costa atlántica se fundaron otras facultades de sociología en
establecimientos cómo la Universidad Autónoma del Caribe (1969) y la Universidad Simón
Bolívar (1972) ambas universidades de carácter privado laico en la ciudad de Barranquilla45.
Sin embargo, las tensiones vividas en la Universidad Nacional en Bogotá lograron trastocar
el ambiente socio-político de las demás universidades públicas, llegando incluso a tocar
las puertas de algunas universidades privadas, provocando conflictos internos en
ocasiones tolerantes, pero en algunos casos se volvían problemáticas que terminaban por
provocar decididos cierres de facultad o de programas de sociología.

“Los jóvenes sociólogos no lograban ponerse de acuerdo en si eran investigadores o agentes de cambio, ideólogos, científicos,
revolucionarios… o la suma de cada uno de esos estereotipos”
(Restrepo Yusti; 10:1989)

El rol del sociólogo se diluyó progresivamente en marcos estigmatizantes, pues era


continuo el énfasis al identificar al interior de la carrera misma posturas que llevaban a

43 De las anteriores universidades únicamente la Universidad Social Católica de la Salle cerró definitivamente
el departamento de Sociología como carrera de formación profesional.
44 Hoy en día, lo que comprende la región antioqueña, la carrera de sociología sólo es ofrecida por la

Universidad de Antioquia en la ciudad de Medellín.


45 En la costa caribe colombiana, es la Universidad del Atlántico, y la Universidad Popular de Valledupar los

únicos centros de educación superior dónde se ofrece la formación de sociólogos profesionales.

60
suponer la existencia de una sociología crítica y otra diferente dada en una sociología
burguesa46.

Páez (1997) por su parte señala como la situación de las universidades privadas se entretejía
desde una lógica diferente. En primer término se trataba de facultades y programas de
sociología que no tenían fundadores, su existencia sólo hacia parte de una decisión
institucional establecida por políticas de la universidad misma o de políticas eclesiásticas, lo
que determinaba que se trataba de programas que debían auto-sostenerse con recursos
propios provenientes de matriculas y otros recursos. Existía, entonces, la presión de que los
programas fueran rentables. De este modo, muchos de los programas de sociología en estas
universidades fijaban su situación financiera de acuerdo con la venta de servicios en
contratos de investigación para entidades del Estado, instituciones privadas en la
organización de consultorios para la asesoria de proyectos etc.

La profesora Alba Lucia Serna (1997) señala el caso de los programas de sociología en
Medellín en la década del 70, dónde las universidades de San Buenaventura y la Pontificia
Universidad Bolivariana formaban sociólogos para el servicio de la empresa privada y
pública, vinculando a algunos egresados a departamentos de personal en algunas industrias,
ofreciéndose cursos de estudio en sociología industrial y temas laborales y administrativos.
También se buscaban espacios para pasantias en la oficina de planeacion municipal. No
obstante, y paradójicamente tanto la universidad Autónoma como la Universidad de
Antioquia rechazaban ésta orientación con el argumento central y compartido con los
reformistas del 68 de que “la sociología era ante todo una disciplina cuestionadora y crítica de la
realidad social, más que una disciplina aplicada al servicio de instituciones públicas o privadas orientadas a
la intervención social” (Serna; 156-155:1997)

En su monografía, Gabriel Restrepo (2006) comenta que la década del setenta fue una
época que es difícil descifrar, señalando que “la caída de la sociología en la universidad pública
durante esa época, la opacó en un ritmo sin secuencia, hermética y sin lógica aparente, casi secreto, una
década perdida”. (Restrepo; 381,382:2006)

Una “década perdida” en el sentido que su mayor ente institucional, político, académico y
profesional fue cerrado: “La Asociación Colombiana de Sociología47” y dónde el resultado del

46 Tal era el caso divergente entre los programas de sociología en las universidades privadas versus
los programas de sociología de las universidades públicas.
47 El profesor Gonzalo Cataño (1979) añade en la convocatoria al Tercer Congreso Nacional la situación

vivida desde el año 1967 desde la cual se dejaron de organizar encuentros nacionales
de sociología,”Iniciándose una década en que desapareció la evaluación y la mirada critica del desarrollo de
la profesión y el nivel de la producción intelectual que disminuyó considerablemente” (Cataño; 147:1979)

61
radicalismo hizo prever estigmas en quienes por vocación o simple elección, optaban por
estudiar sociología en la universidad, transfiriéndoles status de revolucionarios,
contestatarios y críticos acérrimos del sistema, por ende, si bien acaecieron aperturas de
programas de sociología, también ocurrieron demasiados cierres definitivos de facultades y
departamentos de sociología.

Durante la década de los años setenta, a pesar de las tensiones y hostilidades vividas entre
los sociólogos académicos en desprestigio de quienes profesaban una sociología
profesional y aplicada. Zamosc (1987) comenta el modo en que un grupo de sociólogos
hicieron caso omiso de las posturas académicas dominantes del momento, en el sentido
que decidieron conformar un cuerpo de investigación a inicios de los años 70´s llamado
“La Rosca de investigación y Acción Social”, cuyas primeras actividades duraron hasta finales del
año 1975, éste grupo de intelectuales colombianos, encabezados por el Profesor Orlando
Fals Borda48, decidieron romper con los paradigmas teóricos dominantes e importados,
enfocando sus actividades académicas al trabajo con las organizaciones populares dentro
del marco del acercamiento y reconocimiento de su idiosincrasia cultural, prestando su
servicio cómo alternativa para buscar salidas prácticas a problemáticas políticas49 y
organizacionales de las comunidades rurales.50

A pesar de todo y como si las decisiones pasadas se convirtieran en un preocupante


anatema, los sociólogos de la Universidad Pública se verían prontamente afectados, pues
pese las posiciones criticas y contestatarias era inminente la producción de nuevos
egresados en el que Cataño (1986) al igual que Serna (1997) argumentan el modo en que
éstos “los sociólogos” afrontaban una realidad social y laboral cada vez más cruda, puesto
que una vez graduados de la universidad se encontraban con complejas encrucijadas
forjadas en la estructura ocupacional, ya que el conjunto de estigmas y confusiones
entorno al rol del sociólogo hicieron efecto en la consecución de ingresos para aquellos
quienes esperaban sobrevivir de los conocimientos dados tras el recorrido en la

48 Quién al igual que otros profesores fue expulsado de la Universidad Nacional por su formación académica
en Estados Unidos y por supuestas sospechas de sus relaciones con entidades del Estado (Restrepo 2006)
49 Por otro lado y sin relación aparente, Camacho y Marroquín (2005) señalan que es en el acontecer de esta

misma época en que la Policía Nacional se convierte en la institución que toma para si la enseñanza y
la aplicación práctica de las ciencias criminológicas, dado que en la universidad algunas facultades
sólo brindaban su pedagogía siempre electiva pero en cuya opción como ejercicio profesional iría más
adelante en crecimiento, y en el caso de la sociología yacería más que distante esa relación con las ciencias
criminológicas y forenses.

50 Tal fueron sus actividades que hoy en día la metodología de Investigación Acción Participativa IAP tiene
reconocimiento científico internacional, que siendo uno de los factores determinantes de la producción
sociológica nacional aún no se le ha brindado el reconocimiento propio por parte de la comunidad de
sociólogos colombianos.

62
universidad, en la cual se creaban contundentes posiciones y perspectivas.

En consecuencia, quienes esperaban vivir de la sociología, escasamente y con fuertes


dificultades accedían a las funciones que otrora se podían ejercer “plenamente” en los
institutos y organismos estatales o privados; ya que, desde que se intensificó la
preocupación por formar sociólogos como intelectuales, sumergidos casi
“estrepitosamente” en la academia, la estructura de oportunidades laborales no pareció ir a
favor de los sociólogos en su rol profesional fuera de las universidades.

Una de las labores más enfáticas de las primeras promociones de sociólogos, fué la
formación para la planeacion y el ejercicio experto dirigido al ordenamiento territorial y el
estudio de la población, ejercicio que luego se hizo poco atractivo por su vinculación
estatal, pues todo lo que consideraba el “que –hacer” del sociólogo era valorado por gestas
retóricas, intelectualistas, discusiones dadas al interior de las aulas donde la intensificación
y participación política solía ser muy cercana a una natural postura de izquierda, por
lo menos en lo que se refiere a las universidades estatales de los años 70´s.

Mientras se discutía, argumentándose y poniendo en relieve la verdad de una sociología que


fuera nacional, política y científica, su antiguo reconocimiento profesional y ocupacional
fue asumido por otras profesiones como por los economistas y arquitectos, en la
planeacion, que pese a que otorgaban respuestas más técnicas que científicas al Estado
“generaban mayor confianza”, igual sucedía en otros organismos con otros profesionales
de la ciencia social como los antropólogos, psicólogos y trabajadores sociales en
organismos donde el rol se desenvolvía en actividades de administración, el manejo de
personal de la empresa privada, y en programas orientados al desarrollo social51.

A pesar de ser largo el contexto en que el perfil y el rol del sociólogo colombiano se vio
socialmente estigmatizado, el profesor Páez (1997) señala de qué modo la imagen del
sociólogo en la opinión pública ha venido recuperándose de la serie de estereotipos traídos
desde la década del setenta (70) de manera bastante tardía, hecho que ha afectado el
desempeño práctico de la sociología fuera de la academia, pues si bien es cierto que hasta la
Asociación Colombiana de Sociología fue cerrada por un largo lapso de diez (10) años, uno
de sus efectos cruciales se manifestó en que no se pudo lograr la reglamentación legal del
ejercicio de la profesión, episodio que ha forzado a los sociólogos a entrar en competencia

51Podemos revisar: “Dificultades laborales de los Sociólogos “ en: “ La Sociología en Colombia: Balance
Critico”: (Cataño: 1986)

63
con otros profesionales en disputa de oportunidades de trabajo que originalmente le
empezaban a ser reconocidas como legitimas a los sociólogos.

Más tarde, al celebrarse el tercer Congreso nacional de sociología en 1980 en la ciudad de


Bogotá DC y tras un largo receso de actividades por parte de la Asociación Colombiana de
Sociología, vino al caso adjuntar como una de las temáticas principales de este encuentro
fueron las reflexiones y perspectivas de la sociología en el país, no sólo como ciencia sino
también como profesión, pues la necesidad por realizar una mirada al ejercicio profesional
de la sociología, yacía inminente debido a la aparente distancia que se tenia para ese
entonces del “status-rol” que en principio se había perfilado en las labores de las primeras
generaciones de sociólogos egresados de la academia, para seguidamente observar el modo
en que los sociólogos debían afrontar las realidades cada vez más amplias y más complejas
que requerían (y aún requieren) mayor o continua labor investigativa.

En éste evento, sobresalió la importancia por el manejo de otras opciones investigativas,


metodológicas y teóricas52. Para efectos de este Congreso es de resaltar el balance realizado
por el profesor Gonzalo Cataño (1986) quién desde una mirada critica expone una
reflexión sobre el devenir de la sociología como profesión en Colombia, dónde la
observación critica se sugiere a propósito de varios de los objetivos no alcanzados por los
sociólogos hasta el momento, pues en 1980 al cumplirse 20 años de la sociología en el
país53, por lo menos su última década figurada en los años setentas (70´s) había producido
no sólo concepciones difusas en torno al rol de la sociología sino un conjunto de
expectativas divergentes, incluso confusas en torno al rol del sociólogo en particular.

Sólo después de una década aproximadamente, los sociólogos poco a poco comenzaron a
reivindicar sus propias relaciones. Organizaron de nuevo la Asociación Colombiana de
Sociología e incluso se expandieron los ítems de investigación en áreas antes inexploradas
por la sociología en Colombia. A éste ritmo, se lograron rehacer los Congresos
colombianos de Sociología como el III Congreso celebrado en Bogotá y el IV Congreso

52 El profesor Manuel Restrepo Yusti, señala las propuestas más sobresalientes del congreso que conllevaba a
la profundización de líneas investigativas sobre la sociología de la educación, sociología del trabajo y la
industria, sociología urbana y rural. Denota, que en el congreso se expuso la sistematización sobre las
experiencias en investigaciones marxistas en Colombia llevadas a cabo durante los últimos años, así como el
resalte de la primera sistematización sobre el método de la Investigación-acción participativa del maestro
Orlando Fals Borda. Restrepo Yusti indica que en este congreso se intensificó el interés por nuevas líneas de
investigación; señala además que los discursos anti-statu-quo no pudieron opacar las voces de quienes desde ese
momento presentaron los avances de un prometedor trabajo profesional. (Restrepo Yusti; 25:1989)
53 Se toma como referencia la sociología desde el ámbito profesional y académico iniciado en las primeras

facultades de sociología en Colombia en el año de 1959. Antes y a finales del siglo XIX ya se venia gestando
en Colombia el interés, necesidad e importancia por el pensamiento sociológico, como fue el caso del
expresidente Rafael Núñez o el académico don Salvador Camacho Roldan. (Restrepo;387:2006)

64
realizado en la ciudad de Santiago de Cali, el primero en 1980 y el segundo en 1982. Tal fue
el preámbulo del IV Congreso Nacional de Sociología llevado a cabo en la ciudad de
Santiago de Cali:

“Es satisfactorio encontrar finalmente que los sociólogos colombianos hemos comenzado a cambiar las reyertas
metodológicas y las facciones teóricas por la discusión de temas de investigación, si en el pasado invertimos nuestros
esfuerzos en apoyar las cualidades de determinados métodos o las basadas en ciertas teorías, ahora lo invertimos en la
observación de las dificultades de nuestro oficio, ya no nos interesa tanto si esta teoría es buena o mala. Si más bién,
si es adecuada al asunto en cuestión. Esto nos ha llevado a una actitud más tolerante hacia los diversos enfoques y
hacia distintos procedimientos de recolección y tratamiento de datos. De ello resultará, sin duda, una mayor riqueza
en la retrospección de análisis y en las formas de acercarnos a los problemas de investigación.” (ACS 1983)
Ambos congresos, entonces, se caracterizaron porque no sólo se expandieron las temáticas
investigativas en cultura, sexualidad y familia, sino porque se discutían las perspectivas y las
problemáticas que los sociólogos enfrentaban para la época, en su nivel académico y
profesional54.

El problema laboral de los nuevos sociólogos55 a finales de los años 70´s y en la década de
los 80´s llevó a que gran parte de los sociólogos graduados no trabajaran a partir de la
formación como tales sino que se dedicaran a otra serie de labores desempeñadas en el
comercio, en la industria o como trabajadores independientes (Serna; 1962:1997). No obstante,
el balance realizado por Serna (1997) señala el contraste con la década del noventa (90),
época en la cual empezó a surgir una demanda creciente de sociólogos en nuevos campos
de trabajo, en organismos no gubernamentales y en instituciones estatales, en labores
orientadas al desarrollo y la promoción social, en funciones dirigidas a la organización
comunitaria, planeacion y bienestar social, una demanda que a pesar de todo no ha sido
proporcional con la cantidad de sociólogos egresados, en un mercado dónde se requiere
cada vez “una formación en temas muy específicos que quizás no ofrecen graduados de programas con
orientación muy clásica” (Serna; 163:1997)

En tanto el contexto social y político, se emprendió acercamientos de aliento más


democráticos, en 1986 con el cambio legislativo para la elección popular de alcaldes y de
forma contundente con la aprobación de la constitución política de Colombia en 1991 que
fundamentado en una ampliación de las libertades civiles, se adhiere significativamente la
ruptura de las creencias teo-políticas. En ésta medida, se complementa la apertura y énfasis

54 El profesor Gonzalo Cataño (1979) comenta como los sociólogos colombianos debían tomar conciencia
que para el avance de la disciplina, dependía de la atención y ocupación propias a los problemas de
la profesión. Así como el Estado y las Universidades debían encargarse de implementar los planes y
programas que los mismo sociólogos serian capaces de diseñar, de llevar a cabo en la práctica
55 Finalmente los sociólogos fueron los más afectados por los cambios, dado que habían crecido al calor de

las reformas impulsadas por el Estado durante los primeros años del Frente Nacional. La ideología del
cambio, comenzó a ser calificada de “subversiva” e “irrealista”. A ello se sumó el estereotipo a los sociólogos
de “Revolucionarios”, “reformadores sociales” o “agitadores”.(Cataño;49:1986)

65
por parte de la ciencia sociológica en líneas de investigación anteriormente discriminadas,
en la que el Departamento de Sociología de la Universidad del Valle ha ocupado un lugar
determinante desde los años ochentas (80´s).

A pesar de los progresivos cambios llevados a cabo en el transcurso de los años ochentas
(80´s) en la apertura a nuevas líneas de investigación y participación profesional es
necesario subrayar que aún permanencia lejana una relación profesional de los sociólogos
en la esfera jurídica, pues a esta fecha los sociólogos sólo se limitaban a una reducida
producción académica en matera de delincuencia y criminalidad. Cuestión que no sucedía
igual con los psicólogos, ya que es de resaltar, como señala Peña (1993) que una vez
aprobada la reglamentación de su ejercicio profesional en 1983 los psicólogos comenzaron
a incursionar con mayor legitimación en distintas entidades privadas y estatales como su
lenta pero oportuna entrada en la esfera jurídica.

Por su parte Beltrán y Vargas (1993) mencionan que fue a inicios de los 80´s cuando el
ministerio de justicia vio oportuno el convenio con la facultad de psicología de la
Universidad Católica de Colombia orientada al desarrollo y aplicación de esta disciplina
al sistema penal colombiano. No obstante, no hubo más contrataciones a
nivel interinstitucional después de 1985 y pese a los vaivenes circunstanciales, los
psicólogos ganaron en reconocimiento y por ello comenzaron a ser contratados a modo
individual y progresivo en la esfera jurídica colombiana.

Por otro lado menciona Rodríguez (1994) que fueron los trabajos como el de Gonzalo
Correal con “el caso de la cueva de la Trementina” en el departamento del Cesar en 1985
que los antropólogos comenzaron a tener relaciones con la esfera judicial, por su
pertinencia a la hora de estudiar e identificar restos óseos en presuntos hechos criminales,
es así, como tres años más tarde con la apertura del laboratorio de antropología física de la
Universidad Nacional, los antropólogos ejercieron gradualmente su debut con sus
determinantes contribuciones a la administración de justicia en el país56.Es de tener en
cuenta que Colombia venia viviendo una situación de conflicto encabezada por altos
índices de secuestro y actos terroristas, panorama que ha convocado a que los antropólogos
colaboren en la labor de identificación tanto de cadáveres y/o restos óseos hallados como
de desaparecidos, un aporte que los ha venido introduciendo con sus necesarios servicios

56 Rodríguez (2004) señala que el primer trabajo realizado en antropología forense en el país fue el
del profesor Luís Duque Gómez quien se encargó de la labor de encontrar e identificar los restos óseos del
sabio José Celestino Mutis (1732-1808) durante el mes de febrero de 1957 en el subsuelo de la iglesia Santa
Inés en Bogotá. Pero progresivamente con el devenir de las décadas hechos más cruentos se hallarían
enterrados en el subsuelo colombiano.

66
en instituciones del marco judicial no antes, sin tener en cuenta el importante encuentro
convocado en Bogotá en Julio de 1993 con el “Primer Seminario Internacional de Ciencias
Forenses y Derechos Humanos”.

Merchán (1998) comenta que el propósito del seminario se centró en buscar salidas eficaces
que permitieran poner fin a las dificultades que tenían las entidades encargadas del
reconocimiento e identificación de las personas víctimas de desastres naturales o conflictos
sociales violentos. Y pese a que en el encuentro académico interdisciplinario, se reunieron
esfuerzos no solo para promover espacios académicos de futuros encuentros sino de
buscar la cooperación y contribución que los científicos podían hacer con las instituciones
orientadas en la investigación forense, no se registra participación de sociólogos que
propusieran el modo de establecer su factible aportación en este enfoque profesional.

A pesar de lo anterior es necesario tener en cuenta que si bien la memoria del rol del
sociólogo no entreteje aún una relación laboral específica con la esfera forense es necesario
subrayar el acercamiento que han tenido los sociólogos con la esfera jurídica en general,
como ocurrió con la Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales: “Gerardo Molina”
(UNIJUS) fundada por el sociólogo y abogado Gabriel Ricardo Nemogá (1960*) en el año
de 1995 y adscrita a la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional de Colombia en Bogotá.57

(UNIJUS) es considerado entonces como un grupo pionero en la investigación de estudios


sociojurídicos en el país, una escuela caracterizada por su vigencia y pertenencia.

A finales de la década “los años 90´s” es el sociólogo Mauricio García Villegas (2001) quién
señala como durante el seminario intensivo de sociología jurídica en la maestría de derecho
de la Universidad Nacional de Colombia era característico observar la falta bibliografía en
español, estableciéndose tanto como una dificultad para el desarrollo del seminario como
una demostración sintomática del poco desarrollo en la producción de sociología jurídica
en el país, fue así entonces, como se comenzaron a perfilar objetivos que permitieran llenar
esos vacíos a partir de la intensiva investigación, estudio de autores contemporáneos,
traducciones etc...

Para inicios del presente siglo vale la pena subrayar que en Colombia el primer doctorado
en sociología es en “sociología jurídica,” auspiciado por la Universidad Externado de
Colombia, en donde su objetivo central está orientado en la formación de doctores

57 Podemos encontrar información on line en :http://www.unal.edu.co/unijus/g18plebio.html

67
dedicados a la investigación académica sobre las realidades Sociojurídicas nacionales e
internacionales.

2.3 EL Sociólogo, Un Acercamiento a sus Roles Tradicionales y no muy


Tradicionales: Un Soliloquio Sobre Ausencias Ocupacionales, Rupturas y
Movilidad de Roles.

“Pensar que todo lo que tiene que ver con la investigación sociológica en Colombia, es un absurdo, decir que nada se ha hecho,
una mentira. Pero tal vez la idea de analizar lo que la ciencia contemporánea ha señalado como características de las instituciones
que tienen por objetivo producir hechos científicos, contribuye a buscar parámetros para evaluar subjetivamente al menos un
aspecto de éste tópico tan significativo para la sociología en Colombia” (Restrepo Yusti; 111:1989)

Si se llega a cuestionar lo poco o mucho que han hecho los sociólogos en Colombia, bien
podemos ubicarnos en una reciente investigación en la que Gonzáles (2001) señala la
riqueza en producción de conocimiento generado por sociólogas y sociólogos hasta finales
de la década de los años 90´s donde tras el análisis de diversos grupos de investigación
reconocidos ante COLCIENCIAS demuestra como en el intragrupo de las ciencias sociales
y humanas tanto la economía como la sociología concentran la gran mayoría de trabajos
investigativos. “Cabe destacar que mientras la Economía tiene un número considerable de asesorias
tecnológicas, la Sociología se reparte equitativa entre las asesorias científicas y las tecnológicas, aunque en el
caso de ésta última existe proporcionalmente una mayor inclinación a las asesorias de tipo científico y con
esto el énfasis se marca en la producción de conocimiento” (Gonzáles: 2001)58.

Actualmente entre la movilidad de roles de los sociólogos profesionales encontramos su rol


en la planeación, así como en la asesoria científica o tecnológica ejercicio que
progresivamente ha venido recobrando status ante algunos claustros universitarios, su
reconocimiento por parte del Estado y diferentes organizaciones que requieren y valoran el
conocimiento sociológico de la realidad social.

Para Camacho y Hernández (1990) el enfoque que prima en el rol del sociólogo en la
planeacion son los estudios sociológicos sobre la pobreza y sobre la calidad de vida en

58 También se agrega que: En el periodo de 1960 a 1985 egresaron de programas de Economía un total de
23.422 estudiantes y en el mismo periodo egresaron de Sociología un total de 4.116 egresados.
En el caso de la Sociología el proceso de profesionalización que comenzó hace un poco más de cuarenta años
ha permitido el surgimiento de unos cuantos programas de formación universitaria, algunos de los cuales no
se destacan por su permanencia en el tiempo. Desde este punto de vista el volumen de egresados es inferior al
de las disciplinas antes mencionadas. En cuanto las oportunidades laborales, para los egresados de esta
disciplina las opciones son limitadas a campos como el de las organizaciones gubernamentales y las no
gubernamentales, así como la docencia. En estas condiciones, la formación recibida y la posibilidad de
vincularse con el tratamiento de problemas sociales de diversa naturaleza, parece constituirse en una plausible
opción de desempeño laboral. Este rasgo parece encontrar sustento en el tipo de dedicación de quienes se
vinculan a las tareas de investigación, en tanto que prevalece la dedicación de tiempo completo. Gonzáles
Rojas Jorge Enrique en: "La Sociología en los Grupos y Centros de Investigación en Colombia. Análisis de la Convocatoria
de COLCIENCIAS en 1998” Revista Colombiana de Sociología. Vol. 6 Num.2 - Bogota DC - 2001.

68
relación con el territorio. Para estas tareas, el sociólogo debe estar capacitado no sólo en la
gestión o administración de recursos y personal sino en la creación de indicadores sociales
para la medición de problemas de bienestar social o de calidad de vida, al igual que la
elaboración de informes que den cuenta de las situaciones sociales en una óptica que devele
e interprete el trasfondo de las problemáticas de la población asistida, para luego encontrar
posibles soluciones para la superación de la situación en conflicto.

Desde ésta perspectiva, el trabajo realizado por Quintero y Montoya (2005) adhieren como
una alternativa en el rol del sociólogo en la planeación, un énfasis en hacer de ésta un
ejercicio de participación colectiva dónde a diferencia de arquitectos o ingenieros, el
sociólogo, más allá del trabajo técnico conlleva un acercamiento de carácter tanto científico
como ético con los pobladores, generando así espacios de confianza, respeto y solidaridad.
El objetivo crucial en la planeacion es posibilitar la participación y el fortalecimiento del
tejido social, consolidándolo a partir del constante entrecruce de comunicación e
interacciones sociales permitiéndose, de este modo, tanto el generar un capital social como
la construcción social del territorio.

En el sentido de los roles asumidos tradicionalmente por los sociólogos, nos acercamos al
rol del sociólogo ejercido en la asesoria o consultoria técnico-científica.59 Podemos llegar
a desprender dos factores, una de pertinencia académica en el cuál el sociólogo elige el
tema de investigación de acuerdo al reglamento inscrito en el grupo de investigación al
que pertenece, actuando así por demanda institucional bien intragrupal o interdisciplinaria.
Otro es por cuenta propia dada la experiencia en una especialidad concreta o afín a la
sociología. Sin embargo, cuándo las asesorias ya no pertenecen al ámbito académico sino
a la esfera privada o estatal el sociólogo se encarga de resolver el problema planteado por
su cliente. Es el cliente quién elige el problema que le interesa investigar y no el
sociólogo. En este sentido, el sociólogo se sitúa normalmente cómo agente externo a la
organización que lo solicita, siendo contratado para trabajar bien sea para
laborar en un ambiente interdisciplinario o individual.

El sociólogo que llega a ser contratado asume el compromiso de entregar un diagnóstico, y


a diferencia de las asesorias dadas en el campo académico, la labor en organismos no
académicos, por ejemplo de referencia pública o privada, pone limite al tiempo de entrega
de los informes investigativos tanto a corto como a largo plazo.

59Éste rol del sociólogo se expuso en el seminario gestado en la Universidad Austral de Chile sobre el rol del
sociólogo. (1977)

69
De igual modo, De La Peña (1984) señala que cuándo se asume el rol en la consultoria, se
espera que el sociólogo sea un experto en métodos y procedimientos de planeacion, manejo
de grupos, es un profesional que reconocido por su cliente se espera tenga la habilidad para
otorgar opciones de solución a los problemas planteados, así como producción de
propuestas que este debe aportar en tanto estrategias y metas a trazar en determinado
término.

En el seminario llevado a cabo en la Universidad Austral de Chile a finales de los 70´s


sobre “El Rol del Sociólogo: Análisis y Perspectivas” (1977) se señala la necesidad de emplear
sociólogos que dada su formación cómo investigadores pueden plantear estudios y
diagnósticos de referencia científica sobre problemáticas sociales concretas. Tal es el caso
en los organismos y agencias de planificación del desarrollo o en la administración pública
nacional, que como el trabajo del profesor Augusto De Venanzi (2003) señala que pese a
las problemáticas dadas por la acomodación de los sociólogos en los institutos
gubernamentales, es reconocible la pertinencia de estos, más aún si están formados en un
campo específico.

De Venanzi (2003) agrega que cómo el sociólogo trabaja con base en abstracciones y
esquemas conceptuales que le sirven a manera de herramienta para explicar los aspectos
más relevantes de la vida social, en ocasiones, exponer ésta postura al público ajeno a la
ciencia social, le puede llevar a simultaneas controversias “como ocurre inicialmente en las
presiones dadas exógenamente al empujar al sociólogo usar un lenguaje sociológico restringido, al necesitar
ser claro y conciso.” (DeVenanzi; 241:2003)

Desde éste enfoque, siguiendo a De Venanzi (2003) es una dificultad y una realidad que
muchos sociólogos admiten a la hora de iniciar o ser novatos en el ejercicio laboral de las
entidades gubernamentales orientadas a la administración cómo es el caso de la labor
ejecutada en proyectos sociales de vivienda, en alcaldías y en programas de atención al
menor y la familia etc…

Para Venanzi (2003) es necesario el equilibrio entre metodologías de investigación y teorías


en la formación universitaria del sociólogo, pues el excesivo énfasis en uno de ellos puede
ser de alto costo para el sociólogo egresado, ya que, esto puede influir fuertemente en la
competencia que tiene con otros profesionales de las ciencias sociales y humanas.

El otro rol que tradicionalmente se asocia con el ejercicio de la sociología, precisamente


con los sociólogos académicos, es la docencia. En éste rol, el profesor Uricoechea
(1999)
caracteriza al mercado académico en primer lugar como un espacio en el que el

70
establecimiento de una jerarquía de posiciones y prestigios son elementales a base de la
racionalidad cognitiva y los meritos que cada profesional académico le son reconocidos en
su labor y trayectoria, así, como también se determina su carrera y estabilidad en la
docencia universitaria y la creación o membresía a una comunidad académica reconocida.
En este sentido, Uricoechea (1999) diseña tres tipologías docentes que tienen en común la
producción y reproducción de conocimiento, capacitación y orientación, cuyos
consumidores directos son los estudiantes universitarios.

En primer lugar, podemos encontrar al sociólogo como profesional académico, el cuál


dedica todo su tiempo de trabajo a las tareas correspondientes en la Universidad, labor
realizada por su contrato de planta. Se caracterizan por tener formación post-graduada y
sus funciones en el centro de educación superior se distinguen por su compromiso y
dedicación a la investigación científica o a la docencia. Seguidamente, encontramos al
profesional o profesor disciplinario que al igual que el profesional académico, dedica
tiempo completo de labores en la Universidad, la única diferencia es que no posee
formación post-graduada y que su rol en la docencia conlleva una transmisión de
conocimientos en el aula de clases, involucrándose solo de forma tangencial en la re-
producción de conocimiento.

Otro tipo de rol que el sociólogo puede ejercer en la docencia es a nivel profesional en el
que sin tener una formación de post-grado, su enfoque se basa en la capacitación
instrumental más allá que en el desarrollo del saber mismo y cuya orientación, entonces,
guía al educando hacia una búsqueda de labores extra-académicas. Por último, Uricoechea
(1999) nos remite al profesor de medio tiempo, caracterizado por su no permanente
vinculación con la universidad y cuyas posibles labores se entretejen entre la docencia y el
trabajo extra-académico.

En el informe de investigación de los profesores Restrepo, Castellanos y Restrepo (2007) se


resalta los aportes que han realizado en los últimos años los sociólogos participantes del
mercado no académico en Colombia, en el que pese a las tensiones que han tenido con
quienes profesan radicalmente una sociología académica, se hace cada vez más necesario
brindar un espacio en el que se reconozcan sus meritorios esfuerzos por enseñar que tan
pertinente es la sociología en sociedades como la nuestra.

La contribución más importante, subrayan los autores, enfatiza en el desarrollo social


colombiano en dimensiones cruciales de la formación y seguimiento de las políticas
públicas.

71
“El trabajo se encamina en lo fundamental a exaltar trayectorias de los sociólogos/as pertenecientes a la
comunidad profesional no académica que han contribuido al cambio social mediante programas
nacionalmente pertinentes y mundialmente relevantes, de modo que sirven como modelos en la formación de
nuevos profesionales, académicos y no académicos.”(Restrepo, Castellanos y Restrepo; 148:2007) Es tal el
currículum de aportes que cabe mencionar entonces cuales han sido éstos:

Los programas sociales diseñados y asesorados por los sociólogos colombianos han
conllevado a una forma aplicada de la sociología al aporte y ejecución de las políticas
sociales en vías de un mejoramiento de la calidad de vida; entre estos, se
resaltan experiencias iniciales como la alternativa para la educación a distancia con la
“Acción Cultural Popular” en 1947, así como las asesorias de sociólogos en la creación del
ICETEX para el crédito educativo masivo en 1950. En este sentido, es de resaltar, además, los
avances en la planeacion educativa, el cual fue modelo a seguir por la UNESCO con el
“Instituto de Planificación de la Educación”.

Entre otros aportes generados con la asesoria de sociólogos profesionales ocurrió con la
creación de las “Juntas de Acción Comunal” y la metodología de Investigación Acción
Participativa liderada por el Dr. Orlando Fals Borda.

Otro programa social coordinado por sociólogos profesionales enfatizó en la búsqueda de


alternativas de capacitación y organización laboral con el Servicio Nacional de Aprendizaje
SENA en 1958. Trascendental, también, fue el programa “Escuela Nueva Volvamos a la
Gente” liderado por la socióloga Vicky Colbert en 1989 y reconocida en el año 2000 por la
oficina de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas como uno de los mayores logros del
país en cuanto política educativa se refiere60.

Entre otros programas relevantes, los autores señalan la capacidad de los sociólogos en el
diseño y asesoramiento para la aplicación de políticas públicas tales como se hizo con
programas como “Cuentas Sociales” (1986-199) y se ha hecho con planes como “Familias en
Acción” y la “Misión para el Diseño de una Estrategia para la Reducción de la Pobreza y la
Desigualdad” en la medida en que su pertinencia ha sido elemental en el Departamento
Administrativo Nacional de Estadística DANE con el diseño de indicadores sociales de la
pobreza y educación en Colombia.

Restrepo, Castellanos y Restrepo (2007) comentan que actualmente un aporte significativo


de la sociología profesional no académica en Colombia se presenta con “el programa de
Desarrollo Humano,” el cual ha logrado elaborar desde el departamento de Córdoba un

60 Podemos ver (Restrepo, Castellanos y Restrepo; 148:2007)

72
sistema de indicadores de calidad de vida muy completo que se perfila sea aplicable en todo
el territorio nacional, pues en él, se resaltan marcos dónde se denotan los niveles de
deterioro de la democracia local por la violencia, la corrupción y se alcanza a determinar los
aspectos de anomia en culturas locales propicias a la corrupción familiar y comunal en
relación con los poderes locales no siempre civiles. Los autores señalan como Córdoba se
clasifica actualmente como un laboratorio sociológico de nivel microscópico en dónde se
examinan diversos dramas sociales.

Es con base a los anteriores presupuestos, en que podemos considerar dos características
relevantes. En primera medida, se tiene en cuenta que el principal sector demandante de
sociólogos es el Estado, secundario a ello, las organizaciones no gubernamentales u ONG´s
y en una menor medida lo sigue siendo la empresa privada. Adjunto, se determina como al
ser las entidades estatales el mayor mercado laboral de sociólogos no académicos se
observa como su desempeño por lógica va ligado a la aplicación de proyectos de carácter
macrosociológico dado en la búsqueda práctica de las políticas sociales finalmente patentes
en programas sociales masivos.

No obstante, Restrepo, Castellanos y Restrepo (2007) señalan que al ser el Estado un


referente tradicional de mercado laboral para los sociólogos colombianos, denotan cierta
ausencia investigativa en otros tópicos importantes de la vida cotidiana cómo el deporte, la
fiesta, la moda, la belleza, la cocina, estilos contemporáneos de vida, la juventud y el
género. No hace falta mencionar que su limitada respuesta hace referencia simplemente a
que no han sido temas de considerable pertinencia.

Continuando en la perspectiva de los citados autores, es de determinar que no sólo falta


más presencia de sociólogos en sectores de carácter más cualitativo, sino que es de subrayar
que pocos sociólogos se han movilizado a labores de intervención como son las
Instituciones de re-socialización (penitenciarias, centros de menores, centros para
drogadictos, indigentes) y a entidades de asesoria sociofamiliar (comisarías de familia,
correccionales, fundaciones sociales) sino que también, hay que añadir, empero, que pocos
sociólogos han transitado hacia la rama legislativa y judicial, lo mismo en los movimientos
sociales y en la empresa privada

En las últimas décadas, la sociología ha venido incursionado en diferentes ámbitos de la


vida social y cultural del país, ganando no solo reconocimiento como ciencia sino como
profesión de pertinente utilidad social. Es por ello, que los sociólogos hoy en día participan
en entidades gubernamentales en la planeacion y en los avances de indicadores sociales, en

73
la investigación o educación universitaria, además como describe el profesor Restrepo
(2002) quién comenta que los sociólogos también han ganado espacio con mucho éxito en
campos no tan tradicionales de estos como el periodismo, la política, la literatura y las
artes61.

Es en ésta medida cómo podemos agregar un punto de interconexión y es que los roles del
sociólogo comparten un denominador que encaja como punto de equilibrio en los
diferentes desempeños de la profesión. El rol del sociólogo en la investigación, sea ésta
meramente académica o extra-académica, la investigación en tanto práctica científica, se
construye en forma de relación social es lo que para Camacho y Hernández (1990) hace
parte de un proceso de transformaciones que van de la relación sujeto-objeto a la relación
“sujeto-sujeto”, una relación que los sociólogos se disponen a asumir en tanto que no
tratan con seres artificiales e inertes sino con un entramado de personalidades llenos de
historia, sentido, acción y pensamiento. Es por ello, que los autores señalan como la
investigación no sólo es una transformación relacional que conlleva a comprender al
“objeto” como “sujeto” sino una transformación que va de la metodología a la creación de
un episodio tanto social como ético.

El rol del sociólogo en la investigación es retomado por Zamosc (1987) quién comenta que
el investigador en el ejercicio de su labor se atiene a la reglamentación que define su trabajo
científico; ejercicio que progresa a través de la dialéctica entre teoría y realidad, la
sistematización rigurosa en la recolección y/o producción de datos, la sustentación de
los resultados y la preocupación por el carácter verificable de éstas. Todos éstos son
ítems inherentes a la actividad científica y a este grado, la responsabilidad del sociólogo se
expresa principalmente en la selección de tareas y en la observación a adoptar.

La incidencia en la movilidad de roles de un campo a otro no solo puede estar determinada


por la estructura ocupacional que le es competente a la propia profesión sino que puede
devenir una serie de factores exógenos que denoten un entramado de ausencia ocupacional
que llama la atención del sociólogo al tratarse de un momento laboral y/o académico que,
de algún modo, llega a incidir en el desempeño profesional. Tal es el caso de la
introducción del rol profesional del sociólogo en sectores no muy tradicionales de su labor.

61 “Aunque dichos encuentros (los Congresos Nacionales de Sociología) no han sido tan orgánicos ni
continuos como hubiera sido deseable, si han venido introduciendo una idea mas plural sobre el rol del
sociólogo en la sociedad. Algo de ello incidió, sin duda, en los relativos cambios de énfasis en los planes de
estudios de todas las carreras de sociología – hasta entonces concebidos en función del rol académico -,
aunque no en la magnitud que hubiera sido deseable, pues, a falta de interlocución, los distintos roles y estilos
de pensamiento y de acción de los sociólogos permanecen faltos de reconocimiento, y mucho mas de
retroalimentación. (Restrepo;190:2002)

74
Pueden ser varios y diferentes los elementos externos que conlleven a que el rol del
sociólogo se introduzca en ámbitos no tradicionales de su ejercicio ocupacional. Tal es el
caso de ciertas lógicas de mercado que develan la ausencia del sociólogo en esferas "no
conquistadas", como lo describe el trabajo de grado de Giraldo y Molina (2009) sobre “Una
Aproximación a la Sociología de la Muerte y el Duelo en Medellín desde la Experiencia de la Unidad de
Duelo de la Funeraria San Vicente S.A”; lugar dónde llevan a cabo una reflexión sobre el rol
del sociólogo en un espacio que tradicionalmente poco o nada trabaja la práctica
sociológica en el país, pero donde se reconoce la importancia de la muerte como hecho
social que impacta la cotidianidad de los actores sociales. Los autores comentan cómo la
muerte y el duelo llegan s ser parte de una línea de inferencia sociológica por la ruptura de
realidades y de relaciones sociales entre la familia y allegados por el fallecimiento de un
actor que también fue social.

Giraldo y Molina (2009) señalan como la experiencia de trabajo en la unidad de duelo de la


funeraria San Vicente S.A conllevó a determinar el uso práctico de la sociología, no solo en
acompañamiento psico-social sino en tanto que ésta disciplina puede generar una amplia
reflexión sobre la muerte y la superación del duelo otorgándole un sentido diferente, más
profundo en el modo de comprender la situación como eje vital de una nueva socialización,
cómo parte elemental en la estructuración de la vida, un proceso social de cambio que
influye en la construcción social de la realidad.

Otro de los roles que podemos mencionar hace parte del rol del sociólogo en los procesos
de resocialización carcelaria, en dónde siendo tomada como “un factor posible en
Colombia”, no se distancia del ejercicio tradicional, tanto investigativo como docente, que
desempeñaría el sociólogo. Es así, como el informe de pasantia de Foronda y Vélez (2003)
señala el aporte que el sociólogo puede otorgar al interior de la cárcel, bien sea, como ha
sucedido en este caso, a través de la institución educativa “Francisco de Paula Santander”
del centro penitenciario “Bellavista” de la ciudad de Medellín. La función básica de ésta
sociología penitenciaria es la orientación en la instrucción a un grupo de internos sobre el
reconocimiento del papel de la cárcel en el medio actual colombiano, su realidad y relación
con el entorno social y con las relaciones sociales de poder que allí se construyen y se
practican. Así, en el informe se describe el ejercicio llevado a cabo en una tarea a cerca de
la transmisión de reflexiones sobre el sentido de las normas y reglas que se construyen en
sociedad, cómo el eminente lugar que tiene la perspectiva ética cómo factor básico de
convivencia social.

75
En los últimos años la sociedad colombiana ha presenciado una serie de cambios que a
nivel legislativo han permitido una apertura en la esfera judicial. De ésta, no sólo va de
lleno una propuesta sobre nuevas alternativas de conciliación o juicio penal que pretenden
buscar solución legal a las diferentes problemáticas de conflicto sino que se representa
como un espacio que siendo jurídico invoca la necesidad de la interdisciplinariedad y
renueva con ello la vigencia de antigüos roles y en otros permite la entrada en función de
nuevas opciones de roles profesionales que permiten generar tanto aportes para la
superación de problemáticas sociales, como enfoques que pueden asentir cierta eficiencia
de la justicia en un país que requiere tanto de una administración de justicia con mayor
calidad.

Es así, que hasta ahora el rol (no académico) más cercano que han tenido los sociólogos en
el entramado jurídico colombiano, es un lugar en la mediación para la conciliación del
conflicto. Tal fue el trabajo de Rojas Gallego (2006) en las instalaciones de la SAU62 de
la Fiscalia General de la Nación seccional Envigado - Antioquia, quién describe en “El rol
del sociólogo en la mediación del conflicto de violencia intrafamiliar”, la manera en que los cambios
dados en el código de procedimiento penal (ley 906 Art. 523 de 2004) generan la
posibilidad de intervención de un tercer actor en la mediación de los conflictos sociales
denunciados ante la fiscalia. Como mecanismo de intervención, el mediador (el cuál una
vez nombrado por la fiscalia actúa de acuerdo al reglamento del manual de justicia
restaurativa) ejerce su función en la orientación dada en las relaciones entre “litigante” y
“demandado” con el fin de encontrar salidas propicias al conflicto denunciado por los
usuarios del sistema jurídico. La mediación, hace parte de la justicia restaurativa y su fin
se erige en la búsqueda optativa para la superación del conflicto que decante las
posibilidades y deniegue las opciones de ir a las instancias penales. Es un mecanismo
dónde se procura evitar llevar a los estrados penales el problema tratado. Por ende,
se expone a partir de la función del diálogo, exposición de disensos interactivos para
llegar a un acuerdo conjunto y consensuado.

Rojas Gallego (2006) señala como el sociólogo, siendo el profesional del área de las
ciencias sociales y humanas puede contribuir en la realización de la valoración de los
factores sociológicos generadores de las problemáticas sobre diversas tentativas de delito
denunciadas en la Fiscalia, dónde este profesional, además, puede prestar servicios en la
perspectiva de aportar soluciones en el marco de la mediación de diversos tipos de
problemáticas.

62 Salas de Atención al Usuario de la Fiscalia General de la Nación.

76
En esta versión práctica de la sociología jurídica se resalta como el sociólogo puede llegar a
elaborar estudios sociológicos sobre comportamientos delictivos atendidos por la Sala de
Atención al Usuario de la Fiscalia General de la Nación (SAU), que orienten una
política criminal y realizar diagnósticos sociofamiliar de los usuarios. También asesoran al
Fiscal y al personal de la SAU en lo referente a su área disciplinar. De igual modo, los
sociólogos participan con los demás profesionales de la Sala, de forma
interdisciplinaria para el asesoramiento de los diferentes casos que se reciben en la
institución.

De igual modo, Ramírez, Gómez y Montoya (2005) cómo Álvarez y Guerra (2006)
comentan respecto a sus trabajos de intervención en la SAU de la Fiscalia General de la
Nación, un trabajo sobre el delito de inasistencia alimentaría en la problemática de conflicto
sociofamiliar que, según sus autores urge de un manejo de seguimiento, análisis y
mediación desde las ciencias sociales y humanas, en cuyo lugar el sociólogo busca la
reconstrucción del tejido social enfocado a través de la orientación en alternativas para la
superación del conflicto a un grupo social básico como la familia.

De acuerdo con los autores, la labor del sociólogo se circunscribe al acompañamiento


social a lo jurídico, enfatizando en la forma en que el sociólogo puede desempeñar la
mediación al poner en acuerdo a dos partes oponentes (demandante y demandado) llegar a
una conciliación, a un contrato sin que exista la necesidad de llegar a los estrados penales.
Es por ello, que el sociólogo puede proyectar una visión sobre la importancia de la familia
en la sociedad, en su conglomerado de significados que así lo requieren, pues cuando
aparecen las situaciones de violencia, estas suelen conducir a inestabilidades en la
sociabilidad y al arribo de episodios de transformación en la estructura emotiva, valorativa,
organizativa, relacional y racional de la familia que vive el conflicto, en cuyo sitio pueden
incidir diversos tipos de maltrato como el abandono, la agresión física y verbal, la deserción
escolar etc.. Contextos que devienen en nuevos comportamientos sociales los cuales
requieren una interpretación sociológica.

En su intervención, el sociólogo devela los factores causales del conflicto a través del
estudio y análisis de casos, compartiendo no una observación micro o macro-sociológica
sino la complementariedad bipartita en una sola, en dónde la posición del sociólogo yace
relacional sobre las especificidades de las diversas situaciones y estudios de caso en relación
con el contexto regional, nacional o global del mismo. Ésta participación permite
demostrar no únicamente la pertinencia sobre el rol del sociólogo sino que conlleva
también a exponer los aportes de la sociología ante la multiplicidad de problemáticas
sociales y jurídicas dadas en la institucionalidad judicial, tal cómo son los procesos sobre el

77
delito de inasistencia alimentaría u otras manifestaciones propias de la violencia social e
intrafamiliar manejadas en la Fiscalia General de la Nación.

Es así, cómo al otorgar un recorrido por las funciones más significativas en el ejercicio o rol
del sociólogo como científico y profesional, planteamos que teniendo en cuenta las
investigaciones más recientes que abordan su rol en Colombia, podemos ver cómo, hasta el
momento, al haber aperturas investigativas en diversas áreas del saber, (expuestas en cada
Congreso Nacional de Sociología63) y exploradas por ciertos investigadores que hayan
aquella ausencia del rol ocupacional en determinados espacios no muy tradicionales de su
labor. Resulta ser que no muchos sociólogos se han cuestionado nuevas aperturas a sus
roles profesionales que difieran de la investigación académica, la docencia, la planeacion y la
consultoria. Mucho menos que se inserten en la esfera jurídico-penal 64. Aún, no ha habido una
ruptura que conlleve a otra nueva movilidad del rol profesional de los sociólogos en la estructura jurídica que
más allá de la mediación del conflicto, se ubique concretamente en la investigación forense del ámbito
jurídico-penal.

Responder a preguntas como: ¿Qué podría hacer un sociólogo en la institucionalidad


jurídico-penal? ¿Que haría un sociólogo en un juicio oral propiamente dicho? Es llegar a
preguntar a modo de propuesta investigativa: ¿Qué aspectos determinarían el rol del sociólogo como
Perito Forense en su movilidad hacia el marco jurídico-penal colombiano? ¿Qué funciones caracterizarían
al rol del sociólogo como perito forense en el marco jurídico-penal colombiano? …

Son preguntas que nos podrían llevar a especificar la caracterización del status-rol del
sociólogo en la práctica legal. No obstante, hay caminos que seguir legitimando y, aunque
el camino suele plantearse como problema mismo, es hora de llevar a cabo nuevos
enfrentamientos de pertinencia sociológica dada las nuevas realidades otorgadas, bien sea
por cambios legislativos65 que nos abren las puertas allí en donde la mirada sociológica yace
inminente ante la necesidad de develar las estructuras que conllevan a descubrir la trama de
los factores delincuenciales en las sociedades actuales. Por ende, uno de los acuerdos que
pueden postularse como éticos del ejercicio sociológico es la relevancia del compromiso

63 A partir del IV Congreso Nacional de sociología es característico ver como en cada encuentro de
los sociólogos colombianos llegan a exponer nuevos ejes temáticos de investigación, verdaderamente se
alcanza a observar hasta donde llega la sociología. (podemos ver memorias del IV, V, VIII Y IX Congresos
nacionales de sociología)
64 Es paradójico observar como en algunos congresos nacionales de sociología nunca se ha hablado sobre

problemáticas y/o nuevas perspectivas laborales propiamente para los sociólogos y más paradójico aún
cuando en un congreso nacional el tema es “El trabajo y la Estructura Ocupacional y Laboral en Colombia”
como ocurrió en el VIII congreso nacional en 1991 donde se punteó como una de las temáticas “El Rol del
Economista en Colombia”, en lugar de compartir la mirada con “El Rol del Sociólogo” en nuestro país.
Podemos ver (memorias VIII congreso nacional de sociología, Bogotá 1992)
65 Los cambios legislativos del marco jurídico-penal desde el año 2002 – Restrepo

(2005)

78
social y académico devenido además en llevar a la acción la postura crítica que se tiene ante
el crimen y la impunidad.

Hasta el momento el acercamiento más próximo que ha tenido la práctica sociológica


colombiana en la esfera forense ésta enmarcada en la investigación académica tal como
ocurrió hace unas décadas con los estudios sobre la violencia en Colombia, que a solicitud
del Estado se ha llegado a requerir diagnósticos sociológicos con el fin de comprender a la
luz de la ciencia no solo explicaciones de causa y efecto sobre la violencia sino en como
este fenómeno es comprendido a través de sus aspectos relacionales, transformaciones y
procesos sociales complejos, informes que conllevarían a la creación de opciones políticas
para su superación.

Ésta línea macro de investigación fue abierta por la obra pionera realizada por Orlando
Fals Borda, German Guzmán y Eduardo Umaña Luna, quienes en 1962 publicaron “La
Violencia en Colombia: Estudio de un Proceso Social” 66 cuyo merito, igual como lo señala Pecaut
(1998) está en asociar la descripción con la reflexión teórica, dónde la descripción es la que
permite entrar al “mundo social de la violencia” resaltando, entonces, la voz de los
participantes, protagonistas y víctimas de la violencia política.

Cubides (1998) resalta que una constatación de dos décadas puede señalar que el principal
financiador “demandante” del conocimiento a cerca de la sociedad ha sido el Estado. Tal es
el caso de la conformación de la “Comisión de Estudios sobre la Violencia” en 1986 conformada
por científicos sociales de diversas disciplinas y dirigidas en su mayoría por sociólogos,
agentes investigadores conocidos luego cómo los “violentólogos” su principal producción
se encuentra en “Colombia: Violencia y Democracia” (1987).

Otra comisión fue organizada con el propósito de generar otro diagnóstico sobre la
violencia en Colombia como la producida por la “Comisión de Superación de la Violencia” en
1990 cuyo informe se tituló: “Pacificar la Paz: Lo que no se ha negociado en los Acuerdos de Paz”
(1991).

Por último, surge otra producción investigativa elaborada por: “La Misión para Sentar las
Bases de una Política Estatal de Paz”, cuya obra final fue: “Armar la Paz es Desarmar la Guerra”
en (1996)

66 Una de las investigaciones que por cierto le otorgó reconocimiento a la sociología como disciplina académica.
(Cubides 1998) fue” la Violencia en Colombia”, que adjunto a las demás investigaciones realizadas por
el maestro Orlando Fals Borda, así como, por varios de sus colegas y condiscípulos, estudios de
comunidades donde se aplicaron métodos y categorías sociológicas radica en importancia porque introdujo a
la sociología el primer exponente moderno de la profesión en Colombia. Segura Escobar y Camacho Guizado
(2001)

79
Con el aporte de los “violentólogos” se ha logrado tener un acercamiento a la comprensión
del conjunto de dinámicas políticas, culturales y sociales producidas y transformadas en
ambientes de conflicto propias del país en sus regiones, dónde se ha observado que la/s
violencia/s no sólo tratan de un problema de integración social y política sino de un serio
problema de socialización que ha desencadenado tanto en diversidad de tipologías de orden
social divergentes como disfuncionales, así, como en factores de descomposición social
dada una cada vez mayor des-estructuración de la escala de valores. Roles investigativos
que se han desatado en la comprensión de los nuevos sentidos de la violencia cómo
experiencia social. Es así, cómo la/s violencia/s tiene/n la capacidad de engendrar sus
propios modos de regulación, incidiendo en el entramado de las relaciones sociales,
alimentándose con reciprocidad, alimentando su/s propio/s contexto/s, influyendo no
sólo al exterior de las instituciones sino al interior de las mismas cómo ha llegado a ocurrir
con los grupos insurgentes, el Estado, las organizaciones narcotraficantes, el crimen
organizado, o en violencias más privadas en la familia, en la cotidianidad e individualidad de
los actores sociales etc…

Al igual que Cubides (1998) Segura y Camacho Guizado (2001) comentan cómo la
“violentologia” le ha otorgado reconocimientos internacionales a la sociología profesional
académica colombiana, precisando que en Colombia pueden coexistir diferentes formas de
violencia y que, en consecuencia, ésta no se agota en el conflicto armado que enfrenta a
los grupos insurgentes con el Estado. La aceptación de que las vidas cotidianas de
los colombianos se encuentran día a día amenazadas por múltiples formas de violencia,
cuyas dinámicas se asocian directamente con el conflicto armado y su directa o
indirecta afectación con la calidad de vida, con la manera como se organizan las
relaciones sociales. Patrones de acumulación de riqueza, generación de desigualdades
sociales, discriminación y negación de derechos (…) han sido estudios que al día de hoy
permitirían al sociólogo poder tener un campo más allá de la investigación académica.

En ésta medida es como compartimos la mirada del profesor Cubides (1998) cuándo
señala que: “ los usos de la sociología han sido múltiples y sorprenden a los propios sociólogos” (Cubides; 7 –
8: 1998) al igual que su afirmación citando a Daniel Bell en tanto que “el Sociólogo es el último
especialista en generalidades” dado que a final de siglo, su rol ha tendido a la diversificación y nuevas
oportunidades laborales por el reconocimiento de su pertinencia (Cubides; 7 – 8: 1998)

Un acercamiento al rol del científico social en temas como la violencia, es retomada por
Cubides (1998) quién haciendo un comentario sobre la trayectoria del profesor Alfredo
Molano (1944*) indica que el rol del Sociólogo además de la selección de los
entrevistados

80
y de la realización de las entrevistas, consiste en tomar un relato cuya coherencia, por lo
general es precaria, en el que sin lugar a dudas, el sociólogo tiene la facultad de convertirlo
(para el lector) en una secuencia significante y orientada de acontecimientos, ofreciendo un
contexto que permita descifrar el drama social a través de las relaciones sociales
establecidas entre los actores en cuestión, entre los actores de la acción social.

2.4 Un Posible Rol del Sociólogo…. ¿Un Rol en el Ámbito Forense?

“De allí que sea indispensable apelar a la sociología, pues dado que el delito sólo puede presentarse dentro del seno de la
sociedad, resulta imposible prescindir de la explicación de las conductas criminales como fenómenos sociales”.
(Reyes; 9:1975)
Es así, pues como se ciernen sobre el sociólogo peguntas acerca de la ausencia de un rol en
el entramado jurídico-penal67. Por ende, las perspectivas de un posible rol en una esfera no
previamente ocupada, como lo representa el campo forense otorga no sólo la inminente
apertura de un nuevo rol profesional sino la manera en como el sociólogo afronta esas
nuevas realidades sociojurídicas.

La reforma legislativa del año 2002 se caracteriza porque legitima la multidisciplinariedad


en las investigaciones de carácter penal, cuestión que ha sido requerida con antelación por
diversas investigaciones, tal podemos revisar el informe de Aristizábal y Huertas (1992)
dónde critican las limitaciones con que los forenses tratan los diversos delitos en especial
los crímenes dados al interior de la familia, demostrando así, la ausencia de una
perspectiva cualitativa científico-social alrededor de los mismos. Más tarde, el informe
de Ramírez (2006) señala la necesidad de una mayor inversión
multidisciplinaria sobre las investigaciones forenses, pues tras su estudio, el autor
critica las limitaciones de las funciones periciales a partir del año 2000, específicamente
entre los años 2002 y 2004 en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Situación que cada vez hace más urgente la necesidad de una diversa y mayor presencia
profesional en la labor forense.

Si bien es cierto que la sociología es una ciencia y una profesión joven, ha sido una
disciplina que, provista de teorías, métodos y técnicas propias, provee al sociólogo
autoridad en el campo de lo social y que en procura del status que requiere el diagnóstico y
concepto sociológico, otorga inicio al indispensable llamado de atención sobre la

67 Otro factor que se suma a la ausencia de un rol del sociólogo en el campo forense, esta dado en los perfiles
profesionales de los sociólogos ofrecidos por los programas y departamentos de sociología actual y
formalmente inscritos en el RECFADES de la Asociación Colombiana de Sociología, que si bien algunos
ofrecen las especialidades de sociología criminal, jurídica o de la violencia. No se plantea concretamente un
rol que conlleve a la actuación de los sociólogos en el campo jurídico-penal. El único doctorado en
Sociología, es el doctorado en Sociología Jurídica de la Universidad Externado de Colombia la cuál enfoca su
perfil en las investigaciones Sociojurídicas a nivel académico.

81
pertinente presencia de la observación sociológica en procura de la administración de
justicia, una presencia, que comienza a través de una posible movilidad del rol del científico
social en la pericia legal68.

Es en ésta medida, como otros postulados surgen y nos permiten ahondar en el


planteamiento de ruptura de roles tradicionales de la sociología invocando a su vez una
nueva movilidad hacia una esfera ocupacional que si bien se inspira en la práctica no aparta
en ningún momento la orientación científica necesaria, situación aquella que de algún
modo ya lo había previsto para nuestro país el sociólogo portugués Boaventura De Sousa
(2004) quién prevé la necesidad de sociólogos en la institucionalidad jurídica colombiana, al
señalar como la sociología jurídica en Colombia necesita de una mayor investigación que
conlleve a la observación de las dinámicas de la justicia en las sociedades urbanas y en las
comunidades rurales, pues existen factores que determinan el necesario estudio sobre el
modo en que se organiza y funciona la justicia legal, como la justicia convencional de las
organizaciones sociales, el modo en que estos tipos de justicia es concebida y la forma
como las diferentes agencias y agentes sociales la practican en sus contextos.

De Sousa (2004) también señala cómo los altos niveles de criminalidad, en particular, la
violencia, sigue afectando la búsqueda de una posible “equidad social”, donde los derechos
de la ciudadanía imponen la necesidad de emprender una nueva aproximación a los
problemas derivados del crimen y su relación con el funcionamiento del sistema penal.

Las reformas otorgadas al interior de la justicia formal en estos últimos años han permitido
no sólo las posibilidades de acceso al derecho por parte de los colombianos (aunque en
realidad aún continua siendo un punto de discusión) sino de una mayor intervención y
participación interdisciplinaria por parte de los profesionales de las ciencias sociales en el
rol como “auxiliares de la justicia”.

68 “No cabe duda sobre el nuevo vigor de nuestra disciplina que ha pasado por las duras y las maduras, quizá,
para su propio bien - se ha vuelto ha forjar en el vientre de la experiencia práctica en circunstancias
contextuales, difíciles y peligrosas, aunque también puede entenderse cómo una reacción positiva ante la
descomposición social y la persistencia de la violencia en nuestro país, tragedia colectiva que competen a la
sociología, sociólogos y sociólogas como a los colegas de las ciencias afines y convergentes, este es pues, un
momento de crisis renovada y al mismo tiempo de auge disciplinario en el que si nos manejamos bien
podremos dar nuevas y mejores pruebas sobre la pertinencia de nuestra(s) disciplina, estoy seguro que ésta
urgente tarea de reconstrucción estructural en lo social y cultural, en lo económico y político, hasta en lo
religioso y valorativo, puede y debe realizarse con nuestro concurso, para con el cual, por fin, me parece que
hemos madurado, mi impresión es que debemos dejar atrás nuestro original complejo de inferioridad
en relación con las llamadas ciencias duras o naturales. Polémica sobre aquella materia iniciada en el siglo
XIX está superada en nuestra opinión, no sólo por nuestros esfuerzos sino por los de los físicos cuánticos que
han aprendido y enseñado tanto sobre la relatividad del conocimiento antes llamado racional u
objetivo.” (Conferencia Inaugural Central realizada por el Profesor Orlando Fals Borda en el IX Congreso
Nacional de Sociología. Podemos ver memorias del IX congreso el cuál fue realizado en la ciudad de
Bogotá en el año
2006.)

82
Apartir de las movilidades legislativas generadas desde el año 2002 la institucionalidad
judicial colombiana, “la cuál se instituye cómo ente independiente del poder ejecutivo” ha entrado con
el pasar de este primer decenio, liderando un proceso que espera la disminución de
problemáticas como la impunidad, los represamientos jurídicos, la ineficacia en el respeto
por el marco de los derechos humanos de víctimas y victimarios etc... Proyecto que ha
venido presentándose a través de la reforma a la justicia. Es así, entonces como se viene a
desenvolver la apertura institucional caracterizada por tratar de llevar a planteamientos
imparciales basados tanto en la promoción del diálogo (factor de la justicia restaurativa), la
reparación a las víctimas (Ley de Justicia y Paz) y al acceso garantista de legitima defensa a
las presuntas víctimas y victimarios (Nuevo Sistema Penal Acusatorio).

La apertura institucional de la esfera legislativa a las problemáticas sociales actuales, ha


provocado una mayor posibilidad de que profesionales como los sociólogos adquieran,
paso a paso, nuevos roles ocupacionales ante las nuevas realidades jurídicas. Realidades
necesitadas cada vez más de la mirada científica sobre el complejo estructural y sintomático
de las relaciones sociales, de los comportamientos sociales de individuos en
correspondencia a hechos que como la delincuencia no dejan de producir efectos y de ser
re-producidos en la vida cotidiana, situación que yace necesitada de descripción,
explicación, e interpretación sociológica.

La formación de sociólogos en teorías sociológicas, en metodologías, técnicas de


investigación y el énfasis en sociologías especiales como en diversas líneas de investigación,
fortalece la capacidad intelectual para la provisión y orientación profesional a distintas
problemáticas del ámbito social-judicial y en relación concreta con los comportamientos
sociales delictivos.

A pesar de que es posible señalar un reciente rol del sociólogo en la esfera jurídica, como
ha ocurrido con el rol del sociólogo en los centros penitenciarios o con el rol del sociólogo
en la mediación del conflicto, hay que reconocer la situación de casos que una vez
denunciados en la Fiscalia; no necesariamente pasan por el ejercicio de la mediación, cómo
son los delitos contra la vida, la libertad y la dignidad, hechos que requieren llevar un
proceso en los estrados judiciales los cuales parecen estar cada vez más ausentes de una
pericia sociológica.

En los tribunales se tratan, pues diversas situaciones delictivas o de carácter legal que
subyacen a hechos de factibles causas probabilísticas como los homicidios, los delitos
sexuales, la inducción al suicidio, factores criminales de la violencia intrafamiliar que van

83
más allá del maltrato como el intento de homicidio, el matricidio, el filicidio, el parricidio, el
crimen pasional, el fratricidio, el incesto; o inclusive, asuntos delincuenciales de la esfera
política cómo la corrupción de la hacienda pública, la estafa etc… sumado a ello, otros
problemas sociales como es el caso del crimen organizado, el pandillismo, el sicariato,
las masacres llevadas a cabo por diversos grupos armados, falsos positivos, o de otro
lado, la relación de culturas indígenas y subculturas urbanas con la delincuencia,.
Adherido a los anteriores casos surgen problemáticas extremas de incidencia criminal
llevados a cabo por factores ideológicos de persuasión, orientaciones racistas y/o
posturas radicales y discriminantes de política y género.

De acuerdo con lo anterior, podemos tener en cuenta, que si bien las víctimas y/o
victimarios de hechos criminales como los anteriormente mencionados pueden llegar a ser
remitidos por parte de un representante directo de la justicia para su debida identificación
antropológica ó valoración psicológica y/o psiquiátrica forense, nos cabe preguntar ¿Se
realizan actualmente valoraciones sociológicas sobre problemáticas sociales en el marco
jurídico penal colombiano? ¿De las profesiones en mención cuales realizan ésta función?

Basados en los anteriores presupuestos, nos surgen preguntas complementarias donde si bien
no existe un rol institucionalizado del sociólogo en la pericia forense, nos interrogamos a nivel
general: ¿Que aspectos determinan el rol de los peritos afines al sociólogo en la práctica
forense del marco jurídico-penal colombiano? O específicamente ¿Cuáles son las funciones
que determinan a los profesionales afines a la sociología en la pericia forense del marco
jurídico penal colombiano? ¿Qué participación tienen en el marco jurídico-penal colombiano?
¿Como son las relaciones sociales que asumen a la hora de ejercer su rol forense? ¿Cuál es la
pertenencia de su rol como petitos forenses?

Dado que difícilmente una realidad social pueda llegar a ser asumida como obvia en
sociología, observamos detenidamente que para poder otorgarle respuesta a los anteriores
interrogantes que enfatizan en la cuestionada y factible ausencia de pericias sociológicas
forenses , es necesario convocarnos a una inspección que nos lleve a consultar el rol de los
científicos sociales afines a la sociología en la pericia forense, funciones llevadas a cabo
especialmente por psiquiatras, psicólogos y antropólogos los cuales, como hemos dicho,
han venido escalonadamente cultivando un lugar profesional necesario orientado al auxilio
de la administración de justicia.

Antes de orientarnos en la exploración preliminarmente anunciada y sin con ello querer


determinar aún que exista un rol del sociólogo como forense, nos avocamos a establecer

84
los argumentos por los cuales podemos llegar a pensar en tal posibilidad y para ello nos
remitimos tanto al orden de la justicia actual como a las facultades mismas que podrían
empezar a caracterizar al científico social en tan expectante rol ocupacional.

Si bien en las últimas reformas legislativas se ha reconocido la urgencia que convoca la


participación interdisciplinaria en el rol de la mediación del conflicto llevado a cabo en las
Salas de Atención al Usuario de la Fiscalia General de la Nación (SAU) deviene un llamado
anexo proveniente de una subsecuente reforma jurídica que permite una movilidad del rol
social de los profesionales y por qué no? de los sociólogos hacia su factible participación en
el marco jurídico-penal colombiano.

A partir del año 2005 en Colombia entró en función un nuevo sistema penal de justicia69
que, tras una reforma acaecida en el año 2002 logró un cambio estructural en la
administración de justicia, en tanto que se reestablecieron los roles institucionales de la
Fiscalia y Defensa70. Así, el nuevo sistema procesal pretende buscar eficiencia en la medida
en que es oral y participativo, pretendiendo otorgar garantías a los presuntos actores
investigados, entendiendo que uno de los elementos que se resaltan es el énfasis en la
indagación que, fundada en el hallazgo de pruebas sobre los hechos delictivos, indica si quién
debe ser juzgado es o no culpable del hecho por el cual se le acusa.

En este orden de ideas, surge la profundización en el elemento probatorio o pericial el cual


suele estar a cargo de profesiones diferentes al derecho. Para este efecto, el Código de
Procedimiento Penal Colombiano (CPP) señala que la prueba pericial puede ser prestada
por la Policía Judicial, particulares especializados en la materia de que se trate,
entidades
privadas o públicas y específicamente el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses71

69 A través de la reforma del articulo 250 de la Constitución Política de Colombia y mediante el


acto legislativo numero 3 de 2002; se constituyó un cambio elemental en el sistema de investigación y
juzgamiento de los delitos en Colombia; denominado sistema penal acusatorio. El nuevo sistema no se
implantó de ipso facto, pues, fueron necesarias dos reformas, una en el 2003 y otra en el 2004. esta última se
caracteriza por la exposición de las normas del procedimiento aplicables; legalizadas mediante la ley 906 del
mismo año. Desde el primero (1) de enero de 2005; comenzó el establecimiento de manera gradual en el
territorio nacional del nuevo sistema penal acusatorio. Manizales, en el departamento de Caldas, se
caracteriza por ser una de las primeras ciudades en adoptar esta nueva forma de administrar justicia.
(podemos encontrar una amplia descripción revisando Restrepo Medina, Manuel – “El Nuevo Sistema
Acusatorio” - 2005 y Fiscalia General de la Nación – “Hablemos de Justicia” – Imprenta Nacional de
Colombia. 2005.
70 Entre los factores de cambio más significativos se presentan las funciones de la institución fiscal la cual

ahora solo se encarga de direccionar las investigaciones, dejándose la facultad de juzgamiento únicamente a
los jueces, permitiéndose de este modo que el sistema procesal otorgue mayor legitimación a las formas de
evaluar las condiciones en las que ha incurrido el crimen; es así, como el peritaje o la valoración de los hechos
se hacen necesarios para otorgar mayor objetividad en manos del juez quien es el que finalmente decide el
caso. También podemos ver Manuel Restrepo Medina (2005)
71 El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses actúa como una organización que se especializa en la

prestación del servicio de peritos o estudios de carácter científico-forenses Articulo 406 (CPP): “prestación
85
el cual se constituye como organización pública de referencia Técnica y Científica que
presta servicio pericial no sólo a la fiscalia sino a la policía judicial y a la Defensa.

El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLYCF)72 es una


organización del sistema de justicia la cual responde a las necesidades de carácter científico
y técnico en investigaciones forenses requeridas por la estructura judicial, actuando bajo
componentes éticos de responsabilidad social y profesional independientes.

De acuerdo con documentación compartida por el INMLYCF en la ciudad de Manizales


(2008) se comenta que la Institución ha sido objeto de reestructuraciones internas de
actualización con referencia a estándares internacionales y a modificaciones exógenas de la
administración de justicia, ejes que la han llevado en la actualidad a tener una progresiva
cobertura todo el territorio nacional.

Entre las reorganizaciones más significativas podemos ver las referentes no solo a la
actuación de la organización en el sistema penal sino en tanto la entrada de nuevo personal
profesional de carácter científico que progresivamente ha venido siendo parte del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Profesionales como: Psicólogos,
psiquiatras, antropólogos, grafólogos, geólogos, biólogos, odontólogos, dactiloscopistas,
topógrafos, genetistas, especialistas en balística, ingenieros, contadores públicos, físicos, y
químicos forenses. Cada profesional define su rol respecto a su formación, conocimientos
y aplicación que desde su especialidad realicen a determinado caso delictivo, otorgando
como resultado dictámenes periciales solicitados por el propio INMLYCF en tanto éste
responda a las necesidades o solicitudes provenientes de la Fiscalia y/o la Defensa, pues
se hace necesario la participación multidisciplinaria, ya que hay perspectivas
especializadas sobre el crimen que la ciencia jurídica no alcanza a percibir, como la
mentalidad del actor (victima o victimario), su conducta, identificación de restos óseos,
situación y/o ambiente social y físico donde se involucró el delito, datos de medición,
estafas o extorsiones por Internet, archivos digitales, manipulación de información
contable, dudosa formulación farmacéutica o nutricional etc...

Cada profesional que presta este tipo de servicios en la institución forense o especialistas
particulares que llegan a ser solicitados por alguna de las partes (fiscalia, juez o defensa)

del servicio de peritos” en el Código de Procedimiento Penal Ley 906 de 2004, con las correcciones
que dispuso el decreto 2770 de 2004. – LEGIS Editores. Bogota DC. 2004
72 Como referimos en el primer subcapitulo el Instituto Nacional de Medicina Legal lleva un funcionamiento

con antigüedad fijada desde el año de 1891 con sus primeras oficinas en la ciudad de Bogotá.

86
aceptando la solicitud de apoyar al tribunal con sus conocimientos, toma el rol de perito73,
en tanto sus funciones se orientan a la elaboración de una valoración que permite
proporcionar un mayor esclarecimiento de los presuntos hechos delictivos
judicializados, dictamen pericial que una vez realizado y una vez sustentado en el tribunal
complementa la investigación criminal llevada hasta el momento, un informe de
carácter científico que finalmente llega a manos del juez quién toma decisión del fallo
judicial.

Es de este modo que al poder subrayar las nuevas realidades jurídicas, se puede brindar un
primer acercamiento a lo que representa actualmente el rol del perito forense, siendo el
cambio jurídico, un elemento de incidencia primordialmente social e institucional, factor
que propicia no solo expectativas de rol o factores de movilidad social de roles en los
profesionales de las ciencias exactas, médicas y cognitivas, sino también, un punto que
puede llevar al sociólogo como científico social hacia una nueva ruptura de sus roles
tradicionales y a una movilidad hacia una esfera no antes ejercida en Colombia por éste
profesional.

Es así, como podemos traer a término la investigación realizada por el profesor Ramírez
(2006) quién tras correlacionar actividades periciales del INMLYCF entre los años de 2002
a 2004 observa, desde una perspectiva estadística, que el número de dictámenes realizados
por los forenses ha tendido a la baja, lo cual no ocurrió con los dictámenes sobre delito
sexual teniendo a favor un progresivo número de diagnósticos: 14.239 en 2003 a 17.912 en
2004 hallándose el problema en que las altas tasas de violencia intrafamiliar, homicidio y
suicido tienden a una baja en los diagnósticos forenses como ocurre por ejemplo, con el
homicidio donde en el 2003 se registraron 22.172 y en 2004 18.888 dictámenes. En esta
medida, el autor destaca que a nivel nacional el número de dictámenes sobre abuso sexual
no es proporcional al número de diagnósticos requeridos dado las altas tasas de violencia
doméstica, homicidio y suicido. Por ende, no solo denomina como un fracaso las
investigaciones del organismo forense colombiano por la falta de experticios sino que,

73 También denominado forense o experto, es un profesional que aplica sus conocimientos, técnicas y
herramientas realizando exámenes y emitiendo conceptos con destino al campo judicial y por tanto
ilustrando a quien administra justicia. (según documentación otorgada por el INMLYCF. Duque Piedrahita
Alberto. 2008) De acuerdo con el CPP Art. 408. Podrán ser peritos, los siguientes: 1. Las personas con titulo
legalmente reconocido en la respectiva ciencia, técnica o arte. 2. En circunstancias diferentes, podrán ser
nombradas las personas de reconocido entendimiento en la respectiva ciencia, técnica, arte, oficio o afición
aunque carezca de titulo. A los efectos de la cualificación, podrán utilizarse todos los medios de prueba
admisibles, incluido el propio testimonio del declarante que se presenta como perito.
Art.409: Quienes no pueden ser peritos nombrados: no pueden ser nombrados en ningún caso:
1 Los menores de diez y ocho (18) años, los interdictos y los enfermos mentales. 2. Quienes hayan sido
suspendidos en el ejercicio de la respectiva ciencia, técnica o arte, mientras dure la suspensión. 3. Los que
hayan sido condenados por algún delito, a menos que se encuentren rehabilitados.

87
además, hace un llamado a la urgente intervención multidisciplinaria en su aporte a la
investigación criminológica - forense en el país.

El trabajo de investigación seguido del diagnóstico y posterior sustentación oral, se


constituye como la función elemental del rol del forense, e incluso como uno de los ejes
primordiales del nuevo sistema procesal, siendo así un factor elemental dado en los
cambios estructurales del campo jurídico penal con carácter de investigaciones científicas.

Estudios recopilados hasta el momento demuestran que en países que comparten un


sistema penal similar al colombiano, los sociólogos son reconocidos como tales. Incluso,
su status y rol como peritos ha sido un factor aceptado desde vieja data, dadas tanto la
disponibilidad de las estructuras jurídicas en su apertura a la multidisciplinariedad como el
énfasis de los mismos sociólogos que no hacen escisiones radicales de prestigio como, por
ejemplo, ocurre en la antigua distinción entre quién hace investigación académica o no
académica.

Para el profesor Lewis Yablonski (2002) es necesario que más sociólogos contribuyan en
investigaciones forenses, pues la adquisición de un rol que auxilie en la administración de
justicia otorga mayor legitimación a la labor de los sociólogos mismos, como una mayor
amplitud al conocimiento de casos delincuenciales llevados a los tribunales de justicia.

Yablonski (2002) al realizar una exposición de algunas de sus investigaciones en su rol


como sociólogo forense, resalta cómo el concepto científico-social ha podido tener progresiva
relevancia en la corte estadounidense. Por ende, su experiencia de haber sido participe en
más de 75 casos desde el año 1975 se constituye en argumento que conlleva a la
posibilidad de fomentar credibilidad pública en la esfera judicial. Es así, entonces, como el
profesor Lewis Yablonski resalta que es necesario que más sociólogos sean partícipes en su
capacidad de poder explicar los complejos hechos que abordan el comportamiento social
humano como los problemas del orden social, la anomia, las problemáticas del orden
familiar etc… todos dados en la esfera criminal.

La formalidad acogida en los institutos del amibito jurídico-penal exige la confianza en


científicos que conlleven una labor enriquecedora en el sistema probatorio. Además,
otorga no sólo un rol a un grupo interdisciplinario de profesionales sino que asigna y
reconoce el status de científicos, en el sentido en que no son los peritos los que finalmente
juzgan y condenan, pues este rol, como ya lo anunciamos anteriormente, lo asumen los
jueces con la participación de defensores, fiscales y jurados. Así, el rol de perito se inscribe

88
en los límites de la investigación independiente, donde la construcción de conceptos es el
objetivo que conlleva a la explicación científica del delito.

Otro aporte acerca del rol del sociólogo forense lo encontramos en P. Jenkins y Steve
Kroll Smith (1996) quienes hacen una descripción del ascenso de la sociología en el campo
de las ciencias forenses a través de una serie recopilada de investigaciones hechas por
sociólogos en sus contribuciones a la justicia norteamericana. En su trabajo señalan la
posibilidad del ejercicio sociológico en la experticia forense donde el concepto sociológico
va desde la interpretación de hechos como el homicidio hasta efectos ideológicos llevados
a cabo por algunos cultos religiosos involucrados con delitos de fuerte persuasión social a
través de los llamados “lavados de cerebro”. De este modo, la institucionalización de la
sociología en el ámbito forense conlleva a la pertinencia de comprender la estructura social
y cultural de la cual provienen los hechos criminales.

El reconocimiento de tareas por emprender y revisar la creciente participación de la ciencia


social en el sistema legal, también lo podemos ver en el manual “Forensic Sociology: Some
Cautions and Recommendations” de los profesores James T Richardson, K Gregory Swain,
Jeffrey Codega y Ken Bazzel (2007) al igual que los objetivos planteados para el curso
orientado por el profesor Raúl H Frontera para la capacitación de sociólogos peritos en la
Argentina, donde se busca crear espacios de reflexión en ésta área laboral. Del mismo
modo en que se proyecta como una optativa para la conformación de postgrado del
programa “peritos de la justicia” del Colegio de Sociólogos de la Provincia de la Ciudad de
Buenos Aires74

El rol de perito en el sistema acusatorio, no se limita únicamente al trabajo escrito reflejado


en el diagnostico, sino que el perito debe sustentar públicamente al tribunal el concepto
que desde la ciencia que representa explica la realidad social criminal tratada en el
estrado, puesto que lo significativo de éste tipo de procedimiento jurídico es la oralidad.

Dado el factor anterior, el sociólogo Mathieu Deflem (2006) sostiene que la teoría
sociológica puede ser funcional a los estudios jurídicos permitiendo observar la
complejidad de los hechos sociales de un modo diverso pero que puede ser
complementario al interpretado por la ciencia jurídica. Ésta mirada científico-social se
constituye en “jurisprudencia sociológica”, concepto acuñado por el sociólogo Roscoe Pound

74 Podemos ver información del mes de agosto de 2008 en http//sociologospba.blogspot.com/2008/08/de-interes-


capacitacion-para-peritos-en.html perito

89
en (Deflem 2006) quién hace referencia al interés de la sociología por los hechos sociales
que son tratados por los profesionales del derecho en la práctica jurídica.

Desde estos presupuestos, se busca que la jurisprudencia sociológica se concentre en el


objeto jurídico del momento, es decir, en el hecho social empírico otorgándole una
observación de análisis a partir del énfasis en los procedimientos sociológicos necesarios,
más no a partir de elementos teóricos de la ciencia legal, pues el propósito de la
jurisprudencia sociológica es orientar al derecho a especificar la distinción entre “Law in
action” y “law in the books”.

Los anteriores puntos enuncian sucintamente que la jurisprudencia sociológica: “pretende


estudiar como la ley debe ser adaptada y adecuada para responder a las condiciones cambiantes de la
sociedad” (Deflem; 110:2006). De este modo, los citados enunciados establecen elementos
funcionales del sociólogo que se alista para su participación en los tribunales, en su
posición de sociólogo forense posibilitando además, anexas contribuciones que este puede
llegar a realizar cómo asesor y promotor de políticas públicas para la prevención del delito.

Otra perspectiva funcional nos la otorga el sociólogo español Diego Torrente (2001)
cuando comenta de qué manera se estudia el delito en sociología, aduciendo que para
estudiar de manera científica la delincuencia es necesario poder medirla, construyendo
convenciones numéricas y descripciones cuantitativas como ejercicios de caracterización y
análisis cualitativos de los fenómenos observables, entendiendo que la medición no sólo es
un acto empírico sino que es dependiente de la teoría y, en ello, la construcción conceptual
que implica, permitiendo entender lo complejo de la comprensión del delito como
término. Si bien es cierto que el delito está definido en el marco jurídico, en tanto al grado
de agresión que tenga cierto individuo o cierto grupo social frente a otro/s actor/es y a la
vez al conjunto de normas, reglas sociales y morales del momento.

En consecuencia, los sociólogos se fijan en las estructuras sociales y en el peso que estas
llegan a supeditar en el sentido de la acción social, logrando determinar en qué medida las
normas sociales más influyentes, como la escala de valores sociales de una sociedad, se
pueden definir a partir del cambio o el grado de agresión que éstas sufren, por las
manifestaciones de conductas desviadas o por el contrario, la manera en que son aceptadas
conductas divergentes que finalizan por demostrar la forma en que los valores sociales se
desarrollan presentándose en nuevos cambios y siendo aprehendidos diferencial y
relacionalmente por los actores en cuestión.

90
Torrente (2001) comenta que los objetos de estudio del sociólogo del delito suelen
sustraerse de diversas paradojas:“Muchas veces, los delincuentes escapan a la ley debido precisamente
a las ambigüedades de ésta. Personas prestigiosas cometen de vez en cuándo algún delito que suele quedar
impune. La sociedad suele tolerar menos a una persona que roba carteras que a un empresario que
defrauda la hacienda pública. La policía negocia informal y cotidianamente el orden con los ciudadanos.
Los jueces no siempre ven clara la adecuación de un caso de derecho. Las leyes penales son productos
complejos. Una complejidad que arranca precisamente del intento de limitar la arbitrariedad en los
enjuiciamientos estableciendo un estándar normativo rígido, algo que no evita del todo”. (Torrente; 76:2001)

A pesar de que de hecho existen avances en la ciencia jurídica, es pertinente dar cuenta de
que no es suficiente otorgar explicaciones ubicadas desde la sola ciencia del derecho. Es
necesaria la participación interdisciplinaria que auxilie al campo judicial en la búsqueda de
respuestas, interpretación e inclusive con la producción de más hipótesis sobre la
ocurrencia de una acción ilegal o de un crimen. En este sentido, Torrente (2001) nos señala
de qué manera las situaciones exteriores que llevan a la ejecución de un delito provienen de
las propias estructuras sociales, de lo que la población comprende por normas en su
legalidad y el entramado convencional que incumbe a las consideraciones éticas sobre el
significado social y legal de la delincuencia. Es por ello, que si una estructura jurídica suele
ser más formalista no es posible que capte las dimensiones sociales del crimen, se dice
poco o nada sobre el contexto sociocultural en que ocurre la acción delictiva y su gravedad.

Teniendo en cuenta los anteriores aspectos, sumamos otros elementos que nos confieren
la perspectiva hacia una acertada inserción de la sociología en el campo judicial
especialmente en la esfera forense, derivada desde el espectro en la Sociología de la desviación
que nos expone el sociólogo inglés Anthony Giddens (2001) quién señala que ésta
especialidad sociológica estudia la relación de los distintos actores sociales con la estructura
normativa y convencional de la sociedad en la cual se vive y el modo de comportamiento
ante aspectos de conformidad, disconformidad o divergencia. En esta medida, los
sociólogos estudian el papel de la sanción y la socialización, las relaciones sociales de
poder, de dominación, y la influencia de las clase social, la anomia, los factores que
motivan el delito, el desenvolvimiento de las subculturas urbanas y su interacción con la
sociedad, su reacción con las normas, los valores y reglas socioculturales y sociojurídicas.

Giddens (2001) señala que “los sociólogos que estudian la desviación pretenden comprender el por qué
ciertos comportamientos suelen ser considerados cómo desviados y como varia la idea de desviación a
diferentes personas en la sociedad” (Giddens: 268:2001) Es de éste modo, como resaltamos la vigencia
de esta postura sociológica, dado que la concepción de la norma es susceptible de cambiar

91
con el tiempo y dado el modo en que nuevos tipos de delincuencia surgen y se implantan
progresivamente en las sociedades contemporáneas.

Una investigación auspiciada por COLCIENCIAS y respaldada en convenio con la


Universidad de Caldas (2002) nos otorga una mirada al estado del arte de las
investigaciones sobre la violencia en Colombia entre los años 1968-2000 realizada por las
investigadoras Maria Cristina Palacio, Ana Judith Valencia y Maria Hilda Sánchez (2002).
La importancia del proyecto de investigación radica en la evolución que han tenido este
tipo de investigaciones desde el ámbito de las ciencias sociales y en especial desde la
sociología, ya que si bien, ésta fue la primera disciplina científico-social en abordar este tipo
de estudios en el país, es característico determinar los aportes y avances que ha tenido al
respecto.

Palacio, Valencia y Sánchez (2002) mencionan no sólo las continuidades y discontinuidades


que han tenido los estudios sobre la violencia en Colombia, sino que ahondan en un punto
de elemental interés para la comprensión de este fenómeno social dado que, si bien los
primeros investigadores sobre la violencia en el país dedujeron sus diagnósticos
sociológicos desde la relación macro-estructural entre los históricos desequilibrios de las
instituciones del Estado en relación con los grupos insurgentes y las distintas esferas
sociales a partir de las tensiones políticas y las luchas vistas en cruentas relaciones sociales
de poder, cabe advertir que éstos, los científicos sociales, han podido aportar al cocimiento
académico y público, ya que han descubierto que no es tan claro hablar sobre la violencia y
sus efectos sociales. Es una observación que designa, más allá de lo innegable, un complejo
relacional que con el devenir de las décadas ha experimentado que este fenómeno social no
se queda en la sola esfera macro-estructural como se vino entretejiendo en los años 70´s y
80´s, pues a finales de los 80´s y en la década de los 90´s se detalló cada vez más, que la
violencia no se comprendía en su funcionalidad unilateral (violencia política) sino que ésta
empezó a denotarse de un modo que desinhibía sus móviles dados, en una seria
transversalidad en la vida social (violencia familiar, violencia social, urbana, organizada,
criminalidad etc)

Es de subrayar entonces, cómo los investigadores sociales han señalado que la violencia no
encaja únicamente en un espacio-tiempo determinado de la historia nacional sino que ésta
ha venido siendo develada en relación con las políticas globales y las políticas de vida, una
red que configura entramados culturales y organizacionales entre diversas instituciones
como la familia, la vida social y cotidiana de los actores sociales, llevándolos a
sometidos
estados de conformidad o molestas situaciones de sanciones impuestas dada la

92
inconformidad con las ramas institucionales del Estado y las convenciones sociales. Surge,
así la necesidad de hablar de las violencias como una red compleja que incorpora, además,
luchas por la vida y el poder como por los recursos económicos en el orden individual y
social manifestándose en diversidad de formas, desde el desconocimiento por el otro en
sus derechos, como en la exclusión, la creación y multiplicación de escalas de ciudadanía,
hasta la revelación de diversas formas de robo como el fraude, la expropiación. La
creación, actuación y reproducción de la figura de (los) actor/es dominante/s, es posible
en cualquier clase y situación social, en donde la des-estructuración de los valores sociales
son transfigurados por necesidades en su mayoría económicas o por confusas ansias de
vivir momentos de poder. Tal ha sido el caso del sicariato en Colombia, fenómeno que ha
dejado ver en sus protagonistas, en sus respectivos perfiles sociológicos que sus
personalidades no dependen únicamente de su socialización en la familia y en la escuela
sino de una serie de espacios de interacción (el entorno sociocultural de origen y
permanencia, sus relaciones sociales, sus relaciones con el mundo de la mafia, la
concepción y usos sociales de la droga, la delincuencia urbana etc…) como también de los
medios de comunicación, todos ellos factores posibles de incidencia en la formación de sus
comportamientos violentos y sus representaciones sociales de la vida.

Investigaciones como las realizadas por la socióloga Maria Cristina Palacio (1993) (2002)
(2004) sobre temáticas como el desplazamiento forzado, la violencia familiar y la violencia
de género, demuestran una vez más la pertinencia científico-social en el estudio de este
fenómeno dado que es necesario visualizar aquellas otras violencias privadas, hacerlas
manifiestas para poder comprender estos hechos en el sentido de las relaciones sociales
que permitan cuestionar la tradicional dicotomía victima-victimario y enriquecer, en su
lugar, la lógica relacional de las actuaciones de cada uno de los actores comprometidos con
esas vivencias.

Sociología de las violencias privadas que permite enseñar que las manifestaciones de
criminalidad no sólo se deben comprender como fenómenos producidos únicamente por
formaciones y complejos psíquicos o neuropsicológicos, o pretendidamente explicados
solo a partir de estadísticas y aspectos sociales macro-estructurales sino como
representaciones y construcciones cualitativas continúas, relacionales y transfiguraciones
sociales complejas de la vida en sociedad, sociabilidades que conllevan a mostrarse
además como eje manifiesto de la sociedad de la cual hacemos parte.

Tal es el caso de la violencia familiar que aparte de incluir violencias de género y


generación producidas y reproducidas en relaciones sociales de dominación, nos indica, de

93
alguna manera que la familia puede llegar a ser el lugar más inseguro del mundo, donde
hechos tan privados como el crimen pasional o el suicidio (…) se perfilan
sociológicamente en la forma de que el primero es realizado contra el actor social al cual
se ama y con quién desde hace un tiempo se ha venido forjando una relación y
un compromiso sociohistórico y socioafectivo, es un crimen que no basta con
determinarlo desde la mera (in)capacidad cognitiva o grado de interferencia meramente
emocional del presunto autor a la hora de la acometida, sino como constructo cultural
de relaciones previas y representaciones sociales de genero, generación y posición social
del presunto agresor en relación con la victima y del entorno en el que se llega a pensar y
tomar como posible semejante actitud. Por otra parte, el suicidio representado como
crimen realizado por un actor en contra de si mismo, no termina allí, pues es
necesario pensar en que medida la ocurrencia de tal hecho afecta el orden social de la
familia, de su vida social, situación que de alguna manera genera cambios en su entorno
societal. Palacio, Valencia y Sánchez (2002) agregan que este hecho es tan complejo que
el acto suicida debe además observarse en relación con la moral y los valores
practicados por la sociedad, para poder permitir develar el por qué de esa toma de
decisiones y un por qué al sentido de la vida.

Sumado a sus aportes investigativos, especialmente sobre la familia y la violencia


intrafamiliar, Palacio (2004) nos enseña cómo dentro de la tipología de
“violencias privadas” las instituciones estatales y la sociedad misma está llamada a
abordar, visualizar, denunciar, reflexionar e intervenir en la búsqueda de logros que
conlleven a que el Estado diseñe y aplique un conjunto de políticas públicas con el
propósito de prevenir la violencia, susceptible de producirse y reproducirse en todas las
clases sociales. Del mismo modo se espera un compromiso público de promoción de la
no violencia. Es de este modo que Palacio (2004) propone un perfil de interventoria al
rol social y profesional del sociólogo y demás profesionales de las ciencias humanas
interesados en descubrir los aspectos latentes del crimen, develar componentes que
inhiben la violencia familiar en sus diferentes manifestaciones y, así, poder contribuir
al restablecimiento del tejido social una constante relación y comunicación entre el Estado
y la Sociedad misma.

“La familia, con los procesos y dinámicas que en ella se evidencian (y momentos disfuncionales cómo la
violencia) es una cuestión de reflexión y actuación del Estado, la sociedad y las diferentes disciplinas. Esto
no es una propuesta distinta a darse el estatuto que le corresponde como ámbito inherente a la formación
humana” (Palacio; 143:2004) Es así, que entre los ejes de intervención propuestos por Palacio
(2004) evoca una serie de roles posibles en la atención como un proceso de mediación en
el escenario de la afectación, la prevención como proceso de formación educativa sobre la
94
creación de condiciones protectivas. Otro eje que asume el rol interventor se adhiere a la
promoción como proceso de difusión de la problemática y la terapia no clínica que,
enfocada en el rol pedagógico, propone objetivos conducentes a la comprensión de la
experiencias vividas por las víctimas allende a nuevas orientaciones y generación de
métodos para la superación de episodios violentos a partir de la elaboración y diseño de
planes de vida, funciones que, con el respaldo estatal, permitirían un avance contra las
fuentes de violencia familiar y social en nuestro país75.

Sumado a lo anterior, tenemos la contribución a la pertenencia de los científicos sociales en


la investigación criminal propuesta en la tesis doctoral realizada por la profesora Myriam
Jimeno (2004) quién explora entre las relaciones de pareja los factores que conllevan a
hechos de crimen pasional pues al igual que Palacio, Valencia y Sánchez (2002) y Palacio
(2004), la profesora Jimeno concibe la violencia en el sentido de una sociabilidad, una
relación social que en el comportamiento criminal responde más a una construcción
sociocultural que a una simple actuación de instinto. En su investigación, resalta que pese a
la fructífera comprensión que otorgaría una mirada de contexto social y cultural a este tipo
de homicidio en la interpretación jurídico-penal en países como Colombia y Brasil aún este
tipo de crimen se sigue observando bajo consideraciones costumbritas en un esquema que
no va más allá de una bifurcación entre la emoción y la razón, cayendo así la juricialidad
penal en “apresurados” supuestos “psicologístas”, en dónde ni siquiera prevé las
reproducciones de ordenes violentos de género, como jerarquía social susceptible de ser
introyectada por quienes ven en la justicia del momento una posición de verdad.

Desde esa óptica, Jimeno (2004) propone el papel de la ciencia social como una alternativa
complementaria para la explicación de este tipo de fenómenos socioculturales dado que un
hecho de crimen pasional reclama su comprensión como un episodio dónde las emociones
se conjugan con ideologías, trazados morales y sociales invisibles e insensibles practicados
como códigos del honor y vergüenza, rasgos simbólicos manifiestos en las formas de
agredir física o verbalmente al otro. Elementos de significado que preemitirían develar el
modo en que ciertas conductas de relaciones emotivas terminan en crueles homicidios.

Hechos como el crimen pasional pueden ser vistos más allá de versiones psiquiátricas y
psicológicas limitados en la noción de enfermedad mental o instinto. En este caso, el
crimen pasional responde a lógicas más complejas y relacionales, a modo de
configuraciones dadas en las interacciones sociales en dónde sentimientos, emociones,

75 El perfil para la intervención de casos de violencia familiar los podemos ver en (Palacio;145:2004)

95
concepciones y/o representaciones sociales se acentúan en la conciencia individual, pero
que además son manifiestos en acciones sociales compartidas y culturalmente construidas.
Es una propuesta que conduce a ejercer un llamado de atención a los factores de
impunidad y continuidad de órdenes sociales tradicionales de dominación y exclusión
demostrando que la investigación criminal puede abrir la brecha, siempre y cuando el
objetivo de la justicia siga aspirando a un acercamiento más cordial al ejercicio de los
derechos humanos.

Procurando por una visión de mayor amplitud sobre las esferas criminales previamente a la
hora de determinar la culpabilidad del delincuente, la inocencia del acusado o los efectos
sobre la victima, teóricamente podemos ver que los recientes cambios en los procesos
judiciales han construido varias figuras que permiten proveer mayor confiabilidad a la hora
de realizar los señalamientos y el tramite legal de las responsabilidades respectivas llevadas
a cabo por los abogados, fiscales y jueces. El ítem de confiabilidad de que la justicia obre
por el camino más correcto se atiene a las múltiples versiones de los hechos que son
investigados, en donde las figuras se construyen y actúan en tanto roles sociales. Tal es el
caso de los testigos, los jurados y los peritos Y en donde éstos últimos, cuándo son
partícipes de sistemas acusatorios como el recientemente constituido en Colombia, perfilan
mayor autoridad y preferencia dada su formación académica especializada y su
profesionalismo.

Teniendo en cuenta las anteriores reflexiones viene al caso resaltar uno de los únicos
peritazgos socioculturales registrados hasta la fecha76, en el que pese a la importancia de tal
función, no se profundiza la alternativa de significados que enlaza al rol profesional del
sociólogo como perito sino que máxime se toma como un trabajo de investigación
académica77. Se trata de un experticio realizado en el mes de agosto del año 2002 en el que
un joven procesado por el delito de parricidio se le concede realizársele un análisis sobre el
grado de comprensión que tuvo sobre los hechos desde un punto de vista científico social.

Tal ejercicio se solicitó necesario puesto que el hecho se direccionaba a la fuerte relación
que se entretejía entre el consumo de drogas y la pertenencia y práctica de ritos satánicos.
Para este caso fue sugerida la colaboración de dos expertos como lo fueron el sociólogo

76 El articulo lleva por titulo: "Identidades, Cultura y Contracultura: Las Drogas y Lucifer" publicado en la
revista Cultura y Drogas año 7 nº 8 y 9 Enero-diciembre 2002. Maestría en Cultura y Drogas Universidad de
Caldas, Manizales - Colombia.
77 Pese a la importancia que amerita el articulo científico no es suficiente inscribirlo como una pesquisa obvia

en la que se dé por sentada la existencia de un rol del sociólogo como perito forense, pues es relevante
especificar que es un estudio que no refiere a la descripción, estudio y delimitación de tareas, ni la existencia o
propuesta de protocolos, ni códigos de ética que requeriría un estudio semejante (…)

96
Jorge Ronderos y el antropólogo social Segundo Tercero, quienes diagnosticaron como la
acción social se inscribía en un estado de construcción identitaria en el que tenia lugar
concepciones y relaciones sociales diversificadas de realidades construidas y contrapuestas,
una situación en el que los mass media y los efectos de una desmedida versión moralista y
tradicional de las drogas y sus usos generaron unas circunstancias de fuerte presión y
tensión social en la que el joven se vio inmerso.

Es pues relevante determinar como un estudio con tales características sirve de incentivo
para seguir planteando y argumentando la posibilidad de manifestar la sugerencia que
ameritaría el auge de una propuesta alternativa de rol del sociólogo como forense.

En nuestro país, a pesar de que aún es bastante incipiente la inserción del sociólogo en la
experticia forense, es gratificante encontrar otras motivaciones que se suman a nuestra
perspectiva como la propuesta en el proyecto de ley por el cual se reglamenta la profesión
de la sociología en Colombia, del (ex)congresista Elías Matus Torres (2005) quién en su
artículo veintitrés (23) capitulo cuarto (4º) subraya la pertenencia del rol del sociólogo
como “auxiliar de la justicia” en cuya función se caracteriza la perspectiva ética que éste debe
poseer para consigo mismo, la sociedad, y la profesión que representa.

La constitución de la ciencia social y jurídica en las sociedades modernas funciona acorde a


los objetivos planteados en la formación universitaria, en el sentido de abarcar las
dimensiones sociales de manera idealmente objetivas, por lo tanto, para la profesión legal
como para la profesión sociológica, es necesario que los actos llevados en la pluralidad de
roles asumidos estén en continua relación con un marco ético y de carácter personal del
científico, en dónde se refleje una vez más el compromiso y responsabilidad en la que día a
día conlleva a poner en determinado status no solo al científico como persona sino a la
ciencia que este representa.

Al tener en cuenta las anteriores referencias y la problemática dada alrededor del


continuismo del rol del sociólogo en Colombia, que poco se ha atrevido a asumir un rol
concretamente en la esfera forense que sobrepase los limites de la investigación académica,
conlleva a la necesidad de preguntarnos ¿Cómo se puede establecer el peritaje sociológico
(como rol del sociólogo) en el acervo probatorio del (nuevo) sistema penal acusatorio
colombiano? Cuestionamiento inherente que busca respuestas en repensar el rol de los
sociólogos y en mirar en los cambios jurídicos opciones de participación posibles, para una
comunidad de sociólogos que también reconocen los beneficios de la legitimidad de su
labor.

97
Proponer que los sociólogos sean partícipes en una apertura al rol profesional y científico,
orientado en este caso al estudio dado en las nuevas realidades sociojurídicas que
experimentamos actualmente en nuestro país, es proponer una búsqueda que ofrezca un
nuevo rostro a la sociología, una posición de hecho que se revele a los escasos roles
profesionales no académicos reconocidos para los sociólogos en Colombia y que se pueda
demostrar, una vez más, la prioridad de la ciencia social donde el rol del sociólogo, como
investigador que llega a incursionar en campos sociales del saber y la cultura, puede ir más
allá de alguna delimitación pre-establecida. Es de valorar su poder de descripción,
interpretación, construcción conceptual y relación social, cultural, histórica y política en
todo actuar humano.

Nuestro reto es entonces, proponer a partir de una juiciosa revisión de los roles
profesionales de científicos forenses afines al rol del sociólogo una construcción del rol del
sociólogo en la pericia forense el cual estaría orientado en los problemas que, como
sabemos, históricamente han afectado el día a día de la sociedad colombiana, haciéndose
pertinente la apertura investigativa y metodológica necesarias ante la diversidad de
fenómenos y problemas sociales y sociológicos que requieren comprensión e
interpretación, allende a los optativos esquemas que los científicos de la sociedad presenten
como expectativas de superación a decisión de los agentes que entran en el juego socio-
jurídico y ejercicio profesional, el cuál se postula ir más allá del escenario académico.

98
CAPITULO III
PERITOS DEL ÁREA HUMANA Y SOCIAL:
UN ACERCAMIENTO DESCRIPTIVO Y RELACIONAL DE SUS
ROLES COMO FORENSES.

Los elementos emitidos en el segundo capitulo y los datos encontrados durante el trabajo
de campo permiten identificar que para que exista la posibilidad de pensar y proponer un
nuevo rol profesional del sociólogo en el área forense, comprendido a su vez a manera de
una nueva jurisdiccionalidad Abbott (1988) y movilidad de rol Bales, Parsons y Shils (1953)
es pertinente observar no solamente aspectos de caracterización sino aspectos de relación y
descripción de los roles de profesionales afines a la ciencia social, “que en la actualidad si
tienen un lugar en la esfera forense”, encontrar en sus realizaciones y cualidades los
elementos que caractericen o no el ejercicio de sus funciones dada su imprescindible labor a
la hora de colaborar con la administración de justicia en Colombia.

3.1 Entre Antropólogos, Psiquiatras y Psicólogos: Un Acercamiento Descriptivo al


Ejercicio de sus Roles como Peritos Forenses:
En primer lugar, podemos establecer que son los antropólogos, los psiquiatras y
recientemente los psicólogos, quienes han venido participando como científicos sociales
forenses en la administración de justicia en nuestro país, entendiendo en primer lugar que la
ciencia forense es de acuerdo con Matte PJ (1970) el estudio y práctica de la ciencia a los
propósitos de la ley y como señala Fuertes y Cabrera (2007) que para llegar a ser científico
forense no necesariamente se necesita ser formado en las ciencias biológicas o exactas sino
en las ciencias sociales por lo que su objetivo irradia al hombre como individuo y lo hace
extenso en relación a un contexto más amplio como lo es el ámbito social, es así, que a
pesar de venir de diferentes orientaciones disciplinarias, los científicos forenses se
caracterizan por cumplir finalmente una tarea semejante y es la de actuar como peritos o
auxiliares de la justicia.

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española


(2001) el término perito proviene (del latín perÏtus) es decir, “el entendido, experimentado,
hábil, práctico de una ciencia o arte // es una persona que poseyendo determinados
conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos informa bajo juramento, al
juzgador sobre puntos litigiosos en cuanto su relación con su especial saber o experiencia”.

99
Por otro lado, este actor social se le conoce como forense (del latín forensis) perteneciente o
relativo al foro, bien público y/o manifiesto.

Es así, que las funciones de estos científicos se caracterizan por compartir en conjunto un
mismo rol, el de ser “peritos forenses” como profesionales que desde sus diversas profesiones
aportan desde la aplicación epistemológica, metodológica y técnica saberes especiales que
auxilian al establecimiento jurídico. Institución que a su vez solicita al perito para explicar e
ilustrar al tribunal fenómenos relacionados con la delincuencia o asuntos del orden legal
que atañen con su formación académica o especial saber o como en el caso de los
científicos sociales es de dar a conocer identidades, personalidades, mentalidades,
motivaciones, comportamientos y demás determinaciones en actores sociales a quienes en
dado momento deben asumir el status de víctimas o victimarios donde el concepto del
perito depende de la orientación de las preguntas que necesita esclarecer el tribunal.

Es de subrayar, en esta medida, que los peritos tienen una relevante actuación en sistemas
penales de naturaleza oral y acusatoria, pues su objetivo no es juzgar referentes que
conduzcan a establecer la peligrosidad, culpabilidad o inocencia del actor involucrado sino
el de aportar con sus conocimientos el esclarecimiento de hechos legales, examinar,
construir y sustentar conceptos que serán considerados como pruebas. En esta medida, los
peritos trabajan a partir de elementos empíricos que den cuenta de lo sucedido, entre este
eje probatorio se posiciona la función del peritazgo dada la imparcialidad que representa la
posición del perito al no abogar por ninguno de los bandos contrapuestos, solo se espera
del forense obtener un mayor conocimiento de lo sucedido que no pueda ser abordado por
los juristas, una tarea que consiste en la aplicación de la ciencia a la investigación judicial
que para el caso sea necesaria.

Una de las características del sistema penal acusatorio en Colombia esta dada en la
delimitación de funciones que ejerce cada institución competente, por un lado, el abogado
defensor, por otra parte, la fiscalia y dado su momento el juez. En su lugar, la fiscalia activa
sus funciones una vez se enuncie la existencia de una noticia criminal o denuncia y para
verificar la calidad de ésta, es necesario que el fiscal dirija las respectivas investigaciones; así,
para organizar el proceso investigativo se requiere de policías judiciales o un staff de
funcionarios investigadores quienes pueden ser miembros del Cuerpo Técnico de
Investigación (CTI) de la Fiscalia, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) la
Dirección de Policía Judicial (DIJIN) y/o la Policía Nacional quienes tienen la labor de
buscar y recopilar pruebas a la administración de justicia para de esa manera la institución
jurídica tenga elementos que contribuyan en el objetivo de llevar a cabo un juicio con

100
garantías tanto para la victima como para el presunto victimario. Por su parte, el defensor
puede iniciar la recopilación de pruebas en beneficio de su cliente, teniendo en cuenta que
ambas partes tienen pleno derecho de acceder a los resultados de las investigaciones que se
hayan hecho en contraparte. Por otro lado, el juez se presenta como un actor neutro quién
de acuerdo a las pruebas presentadas decide finamente el futuro legal de las personas
procesadas.

Para el acceso a las pruebas de carácter pericial, el Código de Procediendo Penal


Colombiano (ley 906 de 2004) establece que tanto la defensoria como la fiscalia pueden
solicitar colaboración de los investigadores judiciales expertos en una área especifica del
conocimiento, al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses o centros
científicos como las Universidades, instituciones o unidades de investigación donde se
pueda requerir de personal especializado en una ciencia, técnica o arte que sea necesario su
concepto a la hora de examinar determinado asunto del hecho legal estudiado, dada la
exigencia del caso, también se pude acudir de un modo particular a un profesional experto
en la materia que se trate, así, por ejemplo, el problema requiere conocimientos químicos
entonces un químico, si son informáticos un ingeniero de sistemas y así sucesivamente…78
En esta medida es de agregar que la investigación criminal emprendida por la fiscalia parece
estar inicialmente escindida de la parte meramente pericial, sin embargo, ésta última
termina por ser un significativo complemento de las investigaciones llevadas hasta su
momento; teniendo en cuenta además, que la Policía Judicial como el Defensor de Familia
también puede emitir valoraciones respectivas a manera de pericia forense situación que
depende de los factores que establezca en su desarrollo el proceso judicial.

Con el sistema penal acusatorio vigente desde el año 2005 en Colombia las pruebas pasan a
ser protagonistas, cuya muestra, estudio e interpretación son proporcionadas con la labor
de los investigadores y los peritos, pues una vez recopiladas las pruebas hay más
probabilidad de que el desarrollo del enjuiciamiento sea más contundente en contra de la
impunidad, respetando las garantías tanto para la victima en el reestablecimiento de sus
derechos como para el victimario que desde un comienzo tendrá acceso a la plena defensa
al igual que a su presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario.

78Art 406 del CPP (Ley 906 de 2004): “El servicio de peritos se prestará por los expertos de la policía judicial,
del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, entidades públicas o privadas y
particulares especializados en la materia que se trate. Las investigaciones o los análisis se realizaran por el
perito o los peritos según el caso. el informe será firmado por quienes hubieren intervenido en la
parte que les corresponda. todos los peritos deberán rendir su dictamen bajo la gravedad de juramento”.

101
3.1.1 El Rol del Antropólogo Forense:

Una vez que exista la noticia criminal suele tener lugar profesionales de determinadas áreas,
tratase bien de policías judiciales o funcionarios de investigación, uno de ellos y haciendo
referencia a los científicos sociales, es el rol del antropólogo forense.

“La antropología forense es una aplicación de la ciencia antropológica la cual utiliza distintas técnicas y
métodos derivados de la antropología social, biológica y la arqueología que son utilizadas al momento de
relacionar la antropología con los procedimientos judiciales. En estos términos, el antropólogo lleva a la
aplicación aquellas herramientas y conocimientos a la hora ejercer su labor en la tarea de identificación de
NN´s y desaparecidos entre restos óseos o cadáveres en estado de descomposición en laboratorio y cuando
es necesario llevar esta parte aplicada de la antropología en yacimientos o tumbas “sitios de ocultamiento”
donde se recurre a los métodos derivados de la arqueología” (Gómez)
Desde un inicio, el antropólogo forense comienza a asistir con el trabajo de campo a
realizar la consecución de material probatorio, es de exaltar en esta medida que hoy en día
uno de los más fuertes alicientes de la participación de estos especialistas en nuestro país es
el incremento de la violencia en todas sus esferas y donde los procesos de reinserción
llevados desde el año 2006 de antiguos integrantes de grupos al margen de la ley como el
Ejercito de Liberación Nacional (ELN) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) y de las Autodefensas Campesinas de Colombia (AUC) han venido
contribuyendo en la ubicación de personas bien individualizadas o en grandes grupos de
víctimas de diverso origen étnico, sexual, generacional y socioeconómico padecientes de
masacres y ejecuciones extrajuicio, cuyos cuerpos o cadáveres yacen desde hace tiempo en
diferentes zonas climáticas y regiones del país.

Por otra parte, es relevante señalar como la labor de los antropólogos forenses suele ser
solicitada cuando ha habido víctimas de atentados terroristas, desastres naturales ó grandes
incendios provocados o accidentales que hayan arrasado con personas o grupos sociales
enteros.

En este orden de ideas, el rol del antropólogo comienza a distinguirse por una serie de
funciones que van de acuerdo a escalonados procesos y espacios de investigación como de
participación, es así, como con la aplicación de teorías, métodos y técnicas propias, los
antropólogos forenses orientan su que-hacer a la ubicación, exhumación, análisis e
individualización de restos óseos humanos en avanzados estado de descomposición,
esqueletizados o incinerados, por ende, desde un principio el antropólogo se enfoca en la
búsqueda, recolección, estudio e interpretación de elementos materiales de prueba, donde
su tarea especifica esta orientada a la identificación de restos óseos humanos, elementos que
suelen figurar como NNs en las largas listas de desaparecidos.

102
El rol del antropólogo, se caracteriza al mismo tiempo por ser una labor humanitaria en el
sentido que este profesional se puede convertir en la esperanza de muchas personas y
familias que sin poder calmar el malestar y la zozobra por la desaparición de sus allegados
anhelan con saber al menos su paradero o al menos tener sus restos ya identificados.

Para este ejercicio profesional, el antropólogo no solamente debe requerir de un


conocimiento técnico sino también académico y para el cumplimiento de este requisito es
preferible que sea antropólogo titulado no necesariamente egresado de un postgrado en
antropología forense79, se requiere al menos ser antropólogo con amplios conocimientos y
experiencia en ésta área. Dada la pertinencia de su participación es importante que el
antropólogo maneje todo un bagaje conceptual y práctico que conlleve a que la ardua tarea
de identificación sea lo más ágil y profesional posible, situación que no solamente depende
de la calidad del especialista sino de las herramientas de laboratorio y demás elementos que
este requiera para su desempeño.

En su disposición por brindar un adecuado apoyo a la problemática social y legal, el


antropólogo forense debe estar provisto de conocimientos prácticos en arqueología,
antropología biológica y antropología social, esta última materia fundamenta inicialmente
su recurrencia por la contribución que deriva en la labor etnográfica, ya que si bien el
objeto de estudio del antropólogo forense se orienta e intrinca en la reconstrucción de
identidades, es de tener en cuenta que estas no allanan exclusivamente el ámbito de lo
biológico sino que además interfieren en la esfera de lo social, y para ello, es necesario
reconstruir al unísono la memoria y contexto social del individuo y/o del colectivo de
víctimas, investigación que es posible con ayuda de las áreas mencionadas.

“En Colombia el trabajo del antropólogo forense se circunscribe a diferentes etapas, las que cabe destacar la
investigación preliminar en la que se describe el contexto social y cultural. Para ello se aplican métodos
etnográficos como la entrevista la observación etc... Se hace una entrevista antemorten a los familiares o
testigos, se les pide que describan las características físicas del o los desaparecidos, se busca detalles y aspectos
que ayuden a reconstruir la historia de los desaparecidos o cadáveres hallados, se hace descripción del espacio
físico, se excava, se toman fotografías, se recogen los restos óseos de acuerdo a un protocolo. Estos son
elementos que finalmente estarán orientados para el cotejo”. (Gómez)
Los conocimientos en arqueología, antropología biológica y social son de ayuda al
antropólogo forense en el transcurso de la primera etapa de su actividad legal realizada en
campo, la cual se efectúa con el proceso de exhumación y es la información documental la
cual se obtiene a través de una secuencia metodológica e interacciones sociales llevadas a

79 Actualmente en nuestro país es sólo la Universidad Nacional de Colombia donde se encuentra la


especialización en Antropología Forense podemos ver información on line:
http://www.humanas.unal.edu.co/img/PDF%20adjuntos/especializa.pdf

103
cabo con diversos informantes80, testigos o familiares quienes otorgan datos que serán
tenidos en cuenta a la hora de plasmar en un primer informe las características
mencionadas.

En resumen podemos señalar que las funciones del antropólogo en la investigación judicial
realizada en campo se constituye a partir de subsecuentes momentos de participación: un
primer paso esta en la documentación, la prospección (que consiste en inspeccionar el área
donde se lleva a cabo el ejercicio de ubicación con ayuda de recursos como información
oral o escrita, cartográfica, fotográfica o topográfica) la exhumación (que consiste en
condicionar el área y donde se alista los procedimientos técnicos arqueológicos de
excavación) luego se hace la excavación (donde una vez montada la cuadricula en el área, se
comienza a extraer tierra con la pala y se detiene hasta encontrar los restos óseos, luego de
esto se manipula el palustre y la brocha que serán utilizados cuidadosamente hasta
descubrir totalmente la osamenta) esta primera parte del ejercicio de su rol termina con el
registro fotográfico o gráfico de la escena y la recolección de las evidencias embalándolas
en papel y guardándolas en bolsas plásticas asignándole numero de orden correspondiente,
hora, fecha y lugar.

Sin embargo, el trabajo del antropólogo forense no termina aquí, pues una vez recopilados
los elementos materiales de prueba aumenta su responsabilidad. El antropólogo a su vez
asume el cargo como custodio de los elementos óseos que son llevados al laboratorio
donde a sus conocimientos aplicados se suma fuertemente la antropología biológica. En el
laboratorio su ocupación se orienta en la plena identificación biológica del esqueleto o
restos hallados. En Colombia las instituciones que actualmente cuentan con laboratorios de
antropología forense son el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
(INMYLCF) El Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) el Departamento Administrativo
de Seguridad (DAS) y la Dirección de Policía Judicial (DIJIN).

Para el análisis de los restos óseos, el antropólogo forense se encarga de realizar un


cuidadoso inventario de los elementos recolectados y en primer lugar determina la especie
biológica individualizando cada parte. Esta función se hace mucho más compleja cuando
los restos recopilados se encuentran mezclados con restos óseos de otros individuos, en
estos casos se configura una dispendiosa tarea en la que el antropólogo debe seleccionar y
examinar muy bien cada fragmento estudiado en laboratorio.

80 En el mejor sentido del término, es decir el que informa.

104
En el proceso de identificación el antropólogo se encarga de establecer la edad, la
lateralidad81, determinar el sexo, estimar los rasgos individuales, la estatura y filiación
poblacional, este reconocimiento es posible gracias a los grandes avances que ha tenido la
ciencia antropológica que tanto ha contribuido al proceso de identificación, y a pesar de
que la causa y forma de muerte es realizada en la mayoría de casos por los médicos forenses
por medio de la autopsia, el antropólogo puede llegar también a determinarla a partir de sus
elementos de estudio las características de la muerte y forma de muerte del occiso.

En el laboratorio se concluye el proceso de identificación donde el cotejo conlleva


finalmente a comparar la base de datos obtenida hasta el momento tomando en cuenta
datos precedentes desde el perfil enunciado por los familiares y/o perfil reconstruido en la
investigación preliminar, pasando por el trabajo de campo hasta el perfil ya construido en
el laboratorio. En donde la comparación de los resultados, permite esclarecer
complementariedades, afirmaciones o inconsistencias en la construcción identitaria.

En Colombia los antropólogos que laboran en el trabajo de investigación preliminar no


suelen ser los mismos que continúan su labor en el laboratorio forense, pero para
desestimar los posibles problemas de información se cumple con una serie de requisitos en
lo que vale subrayar los informes y los protocolos y demás documentos gráficos como
fotográficos que permiten conectar puentes de comunicación entre pares.

Cada antropólogo tienen plena disposición de poder ser llamado a los estrados judiciales
cuando se trata de emitir concepto o sustentar alguna aclaración que trastoque con su
trabajo y conocimientos, de igual forma en el proceso de identificación los antropólogos
encargados son asesorados por antropólogos jefes de sección quienes apoyan o determinan
la calidad del trabajo realizado por sus colegas.

“El trabajo interdisciplinario se limita o se aplica mas que todo a la identificación, identificación de cuerpos,
se necesita de un trabajo de varias personas no solo médicos sino antropólogos, odontólogos, de los
laboratorios forenses ahí hay mucho de eso” (Gallego)
En el desarrollo de su rol forense, el antropólogo suele relacionarse tanto con los policías
judiciales, familiares e informantes o representantes legales como con otros profesionales
que limitan en espacio de actuación científica pues un ejercicio de reconstrucción de
identidad depende del estado de descomposición del occiso entre los que entra a participar
el medico legal, el fotógrafo, el patólogo, el genetista, el morfólogo, el dactiloscopista y el
odontólogo forense e incluso en la reconstrucción facial gráfica estimada por los familiares

81 Saber si la persona era zurda o diestra.

105
o conocidos del desaparecido con la labor del artista judicial quien es el experto en dibujar
retratos hablados.

De acuerdo a la lectura documental se advierte que la pertinencia de los antropólogos es


cada vez creciente dado no solo los altos índices de desaparecidos en Colombia y cientos
de esqueletos por identificar sino que se les reconoce a los antropólogos la habilidad de
hacer hablar los restos óseos de una victima en el sentido que puede llegar tanto a
determinar sus características identitarias tato físicas, biológicas como sociales como en
la posibilidad de estimar la causa de muerte, estilo de vida antes de su muerte y forma
de muerte, en cuyo procedimiento no se descarta hallazgos que pueden llegar
incluso a involucrar a presuntos victimarios.

Es en esa medida entonces, que los antropólogos forenses especialmente en Colombia


deben poseer una formación integral, con conocimientos holísticos que los siga
convocando dada su necesaria presencia de lo que consiste no solo lo que puede ser
llamado “la identificación de personas” sino de conllevar la reconstrucción de historias de
lugares, de memorias colectivas e individuales, es una ardua labor cuya mayor gratificación
se encuentra en la reconstrucción y reconocimiento de aquel otro “desconocido”
otorgándole o reafirmando de nuevo su identidad.

3.1.2 El Rol del Psiquiatra Forense:

Un trabajo de carácter humano y social también se denota con la contribución que para
ésta tarea legal realiza el psiquiatra forense, que a pesar de que no suele tener una participación
tan secuencial y extensa como la que realiza el antropólogo en la investigación criminal, su
responsabilidad es igual de importante al momento de emitir concepto pericial
complementario del actor investigado tras llamado correspondiente del tribunal de justicia.

“La psiquiatría como tal es la rama de la medicina que se encarga del estudio de las enfermedades mentales
todo lo que tiene que ver con la parte de la prevención y tratamiento de ese tipo de enfermedades, en el caso
de la psiquiatría forense, es un área de la psiquiatría que se encarga básicamente de aplicar todos lo
conocimientos de psiquiatría dentro del campo judicial con el fin de dar unos conceptos que sirvan de ayuda
en un momento dado al sistema de justicia para poder asesorar y brindar una mejor solución en sus procesos
cuando así sea requerido”. (Sarmiento)
El psiquiatra forense es entonces un médico especialista en psiquiatría que auxilia a la
justicia a través del conocimiento teórico y aplicado para dar a conocer “la subjetividad del
delito”, así, como la dinámica del mismo a partir de la valoración que puede llegar hacer de
la personalidad y salud mental del presunto delincuente o presunta victima, todo depende
de la solicitud que desde alguna de las partes, “defensa o fiscalia”, le haga conocer.

106
Es así, que antes de aceptar su disposición para evaluar y emitir concepto alguno, el
psiquiatra lee cuidadosamente la solicitud legal y dependiendo de lo que requiera la parte
interesada decide si lo que se pide o pregunta está o no al alcance de sus conocimientos
dado que a veces no se tiene un concepto muy preciso de hasta donde puede llegar la
psiquiatría e incluso otras ciencias por parte del jurista peticionario82.

Durante la recopilación de datos en el trabajo de campo se pudo caracterizar que al


psiquiatra forense se le otorga una serie de funciones en la que tiene la responsabilidad de
establecer si el actor que se sugiere examinar es imputable o inimputable, es decir, si el
actor investigado tenía capacidad mental de comprender y/o autodeterminarse en su acción
delictiva o no. De igual forma al psiquiatra también se le destina en demostrar y dar a
conocer que por condición mental un actor dado puede ameritar ser o no trasladado de la
penitenciaria donde se encuentra a una clínica psiquiátrica, también define si el relato de
una presunta victima es coherente o no en relación al hecho y a su estado mental y
personalidad, este especialista puede determinar si un trastorno o perturbación psíquica
fue o no transitorio, o si un padre o una madre de familia esta en capacidad mental de
poseer la custodia de sus hijos/as etc…

Por otro lado, cuando se trata de una victima, el psiquiatra es solicitado para estimar el
grado o profundidad de la secuela psíquica que padeció la persona durante el abuso o
violencia que experimentó, puede además llegar a identificar si el abuso fue consentido o
no por la victima, pues es de tener en cuenta la probabilidad que tienen algunas personas en
construir ideas que permiten exagerar el hecho sucedido, como problemática que se
relaciona directamente con el estado psíquico. Igual, el psiquiatra forense puede determinar
la influencia que ejerce el uso de sustancias psicoactivas en presuntas víctimas o victimarios
y el grado de esa farmacodependencia hacia ellas.

El momento de actuación del psiquiatra suele desenvolverse en el intermedio o en la parte


final o posterior al proceso de investigación criminal según sea requerida por alguna de las
partes, en donde su participación llega a ser elemental dado la fuerza que tiene el poner en
conocimiento el estado mental de la persona evaluada. Es así, como la evaluación o
valoración del estado mental se convierte en la función específica o característica que hace
el psiquiatra forense.

La valoración forense realizada por el psiquiatra consta de un trabajo cuidadoso, bien sea
una valoración del estado psíquico para encontrar daños en presuntas víctimas o una

82 Es decir, el que solicita el peritazgo.

107
evaluación orientada a determinar el grado de salud mental del presunto victimario, por
ende, para la construcción de su concepto no solo es determinante partir de la entrevista
psiquiátrica a realizar a la persona indicada sino que antes de esto, le debe llegar toda la
información y documentación judicial del procesado, de este modo, el psiquiatra debe
conocer el delito que se ha venido tratando para comprender y poderlo relacionar con la
realidad que comienza a evaluar, de esta manera, el psiquiatra empieza por tomar datos de
identificación, nombre, apellidos, documentos de identidad, fecha de nacimiento, lugar de
nacimiento, ciudad o barrio donde actualmente vive, escolaridad, estado civil, ocupación,
religión, el experto se informa sobre la historia clínica, historia familiar, historia
personal, historia sexual y de pareja del examinado, toma en cuenta, dado el caso,
informes psicológicos, sexológicos o psiquiátricos precedentes, así como informes
emitidos por trabajadores sociales de instituciones donde el evaluado haya podido haber
estado antes.

En esta dirección, como hemos venido mencionando para la construcción del diagnóstico,
el psiquiatra debe conocer en lo más posible la historia personal y familiar de quien va a
examinar, pues estos son elementales a la hora de comenzar su tratamiento forense, el cual
no sólo depende de sus conocimientos académicos sino de los elementos empíricos
recolectados.

La valoración forense realizada por el psiquiatra se constituye poco a poco en un


documento escrito conocido como informe o dictamen pericial, un documento que no es
terminado hasta que este haya leído todos los documentos relacionados con el caso y que el
diagnóstico sea derivado de la entrevista a realizar al sujeto sugerido por el proceso judicial.

Para dar inicio al dictamen, el psiquiatra se muestra comprometido con un mínimo de ética
correspondiente al código de ética de su profesión para que el examinado en ningún
momento se sienta demasiado tenso o incomodo. Antes de ser tratado, este actor (el sujeto
que va a ser examinado) debe estar de acuerdo con una carta de consentimiento informado
brindada por la institución a la que pertenezca el profesional o por el profesional mismo al
tratarse de una consulta privada, el psiquiatra debe aclararle al examinado que el secreto
medico es imposible dosificarse entre este (el examinado) y el perito, pues la autoridad
judicial debe conocer los resultados de la valoración; del mismo modo, se debe elucidar que
la actuación del psiquiatra forense no tiene fines asistenciales, son solo evaluativos. En este
diagnóstico el forense suele aplicar un protocolo constituido por una serie de ítems que
deben ser deducidos analíticamente en la entrevista por el especialista:

108
Para la evaluación del estado mental de la presunta victima o victimario el psiquiatra busca
responder y relacionar puntos como: apariencia general, actitud, conciencia, orientación (de
persona, lugar y tiempo) atención, lenguaje, pensamiento, sensopercepción, memoria,
afecto, inteligencia, introspección, prospección, conducta motora.

En sumatoria, aspectos clínicos que la adecuada aplicación de teorías y técnicas


psiquiátricas le permite deducir a partir de su contacto con el actor examinado, la
valoración que termina con una conclusión final en la que resume todo el análisis en
conjunto desde los datos descriptivos del caso, pasando por la historia clínica, familiar y
personal hasta la valoración de momento, ésta conclusión debe estar orientada a responder
a la solicitud o pregunta que en un principio ha hecho la parte solicitante bien fiscalia o
defensa, es de tener en cuenta que en la parte final del informe, el perito puede otorgar
recomendaciones de carácter clínico o profesional.

El informe pericial es escrito de manera clara y concisa, donde los conceptos psiquiátricos
aplicados son debidamente explicados para evitar erróneas interpretaciones durante el
juicio. Para esto, el psiquiatra debe lograr una posición y un lenguaje imparcial y aunque la
imparcialidad es difícil lograrla en un ciento por ciento, debe esforzarse porque sus
enunciados sean clínicos sin hacer juicios de valor, debe esforzarse por no tomar una
posición de defensor mostrar siempre la verdad de lo hallado pensando a su vez en su
integridad profesional.

Una vez terminada la valoración escrita, cuya duración depende de la agilidad que lleve en
su conjunto la diligencia judicial, el perito psiquiatra es llamado a sustentar ante el tribunal
el diagnostico realizado respondiendo de manera clara y precisa los interrogatorios y
contra-interrogatorios que cada una de las partes (fiscalia, defensa o juez) le haga.

Ante el foro de discusión el perito siendo conciente de los límites de su ciencia responde
sobre lo que debe saber, responder solo en relación entre el caso discutido y los alcances de
la ciencia que representa, es una situación que se puede tornar tensa dado el interrogatorio
y contra-interrogatorio, pero que es posible sustentar conservando una posición de
tranquilidad y madurez como de confiabilidad en su propio dictamen, pues de esta
actuación depende la idoneidad de su labor como su honorabilidad profesional.

Para poder lograr una inicial credibilidad ante el tribunal, el perito, en este caso, el
psiquiatra, sin la necesidad de tener especialidad propiamente en psiquiatría forense83, se

83 En Colombia es la Universidad del Bosque en Bogotá donde existe actualmente la única especialidad en
psiquiatría forense: http://www.uelbosque.edu.co/?q=es/programas/maestrias/psiforense/infogeneral

109
espera que sea un psiquiatra titulado, con trayectoria, enseñar su tarjeta profesional, hoja de
vida, detallando experiencia y estudios realizados y a la hora de sustentar su informe, igual
que cualquier otro perito, debe ser cuidadoso de su lenguaje, en el manejo de expresiones,
gestos, muletillas etc... Pues la forma de explicar al tribunal el resultado del diagnóstico
puede sumar o restar a su credibilidad.

3.1.3 El Rol del Psicólogo Forense:

Para movilizarse hacia el rol de perito forense el psicólogo se establece en un determinado


espacio de actuación dado en el proceso de investigación criminal, pues su participación
depende del requerimiento exclusivo que haga una de las partes del tribunal y a pesar que
su rol varia por tener una dinámica participación en la esfera legal al haber psicólogos
judiciales o criminales84, difieren del rol propiamente forense. No obstante, subrayamos que
si bien un psicólogo judicial o criminal actúa especialmente en el proceso de investigación
judicial, en cualquier momento puede ser convocado a ejercer su rol como forense siendo
en este caso su objetivo central el de dictaminar, y al igual que los demás peritos, procurar
ser contributivo a la obtención de una mayor calidad en pruebas presentadas a la
administración de justicia.

El psicólogo al igual que el antropólogo forense, puede llegar a tener una extensa
participación en el proceso de investigación criminal llevada a cabo por los policías
judiciales y demás investigadores, donde se encuentra dedicado a colaborar con el
esclarecimiento de los hechos de un crimen, ocupándose concretamente de los aspectos
psicológicos del mismo, para tal cargo, es notable que el psicólogo se distinga en principio
no como forense sino como psicólogo judicial o criminal

El psicólogo judicial se ocupa de una serie de fusiones en las que se destacan la


construcción de perfiles criminales, en los que se encarga de predecir las características
psicológicas del agresor, y de igual modo, con su trabajo, ayuda a delimitar la investigación
llevada hasta el momento. Los perfiles criminales sobresalen como técnica que contribuye a
la construcción de la mentalidad y personalidad del agresor; para ello la ciencia aplicada
expone tres tipologías de perfiles:

1) Perfil psicológico o método inductivo

2) Perfil psicológico o método deductivo

84 En el presente trabajo determinamos que el término “psicólogo criminal” es sinónimo de “psicólogo


judicial” quienes tienen una preeminente actuación en la investigación criminal. Ya, cuando es llamado a
emitir concepto ante el tribunal se le conoce como “psicólogo forense o psicólogo legal”

110
3) Perfil geográfico

El perfil 1) parte de lo particular a lo general, regularmente es utilizado para caracterizar


y extraer aspectos necesarios de agresores conocidos, es una caracterización de tipo
general que se hace para identificar una población en particular. Mientras que el perfil
2) es el utilizado para casos e investigaciones criminales concretas elaborado a partir de
los datos encontrados en campo y de acuerdo al relato de la victima o los testigos del
hecho y finalmente el perfil 3) tiene el objetivo de identificar físicamente la escena del
crimen y a su vez reconstruir el mapa mental que tuvo el agresor para la acometida del
crimen o la serie de crímenes cometidos. El perfil psicológico de un agresor conlleva
a una labor de identificación física y psicosocial del agresor.

Otro de los ejercicios del psicólogo judicial se establece en la realización de autopsias


psicológicas la cual consiste en efectuar un análisis en retrospectiva de los aspectos
necesarios del estado mental, por lo regular, de una victima ya fenecida cuya muerte sea de
carácter dudoso. Ese procedimiento es elemental dado que puede otorgar respuestas que
permitan explicar motivaciones del hecho a partir de la construcción mental de una persona
fallecida, tipo de resistencia, incluso aspectos necesarios relacionados con su estilo de vida,
su personalidad, sus hábitos... La autopsia psicológica también es conocida como una
“psicosociología postmortem” que técnicamente es denominada bajo las siglas (MAP) Modelo de
Autopsia Psicológica, la cual se basa en responder los siguientes ítems:

1) Valorar los factores de riesgo suicida, de riesgo heteroagresivo o de riesgo a la accidentalidad.


2) Valorar el estilo de vida del occiso.
3) Determinar el estado mental en el momento de la muerte.
4) Establecer las áreas de conflicto y motivacionales.
5) Diseñar el perfil de personalidad del occiso.
6) Determinar si existían señales de aviso presuicida.
7) Determinar si existía un estado presuicida.

Vemos de esta manera, que desde un principio, la función del psicólogo es el levantamiento
de huellas psicológicas que ayude a comprender lo sucedido en un crimen de dudoso
desenlace, emplazándose así mismo en la función de identificación psicológica bien de
victimarios (perfiles) como de víctimas (MAP).

Su labor en la investigación criminal sobresale por la aplicación de teorías y técnicas


psicológicas a favor del desarrollo judicial y psíquico del hecho, otorgando explicaciones
que desde su campo permita a las autoridades comprender lo sucedido y en relación a los
familiares y personas conocidas brindarles acompañamiento y orientaciones hacia la

111
superación del duelo, brindándole la confianza de que en lo posible habrá explicaciones de
lo sucedido, de igual forma, para poder tener un apoyo empírico mas sustentado, el
psicólogo emplea la entrevista a familiares, personas cercanas o testigos directos para la
elaboración posterior de su informe, así, como la visita al lugar de los hechos en donde
debe emplear una aguda observación de la escena, en ese lugar, el psicólogo detalla la
posición del cuerpo de la victima o en algunos casos también del victimario, observa sus
heridas así como también la forma en que están acomodados los objetos que están
alrededor de la escena, el recorrido marcado por las huellas de sangre etc… por ende, el
occiso o los cadáveres no pueden ser movidos hasta que no termine la recopilación de
datos y en caso que sea necesario mover el (o los) cuerpo(s), el investigador marca con tiza
la posición original del cuerpo.

En su posición de investigador, se espera que el psicólogo, no se identifique o “case” de


inmediato con una hipótesis hasta que no asevere en lo posible las ambigüedades de lo
sucedido, por ende, hasta no tener manera contundente de argumentación siempre debe de
abstenerse de asegurar si una de las víctimas, sus allegados o testigos directos tienen alta
responsabilidad en el hecho. Durante su labor entonces, el psicólogo también se informa de
los adelantos ó hallazgos de otros profesionales que participan con él en la investigación.

En esta primera participación que constituye el rol del psicólogo en la investigación


criminal, es de subrayar que en resumen, su función es la identificación psicológica de
las víctimas y/o victimarios, según la misión encargada.

“Un psicólogo forense establece un puente entre la ley, el derecho y la psicología, ahí quedamos sirviéndole a
la ley y concretamente los jueces de la república uno lo que hace es emitir conceptos para ayudarle a los jueces
a tomar decisiones judiciales, que atraviesa el derecho penal, derecho laboral, el derecho administrativo etc y
cuestiones disciplinarias, entonces es como mirar ese puente, siempre está uno dando conceptos para ayudar a
tomar dediciones jurídicas” (Robledo)
Cuando el psicólogo asume su participación meramente forense, es de recodar que no
necesariamente es el mismo psicólogo de la investigación criminal, sino que suele ser otro a
quien una vez acordada su tarea le debe llegar todo tipo de documentación referente al caso
y entre ellos el informe protocolar del psicólogo judicial que trabajó en la investigación
inicial e intermedia.

La participación de un psicólogo forense es la de establecer nexos entre la normatividad


legal y los elementos empíricos hallados prestos al análisis de la ciencia psicológica. Donde
el perito psicólogo orienta su función de acuerdo a la situación jurídica a la que ha sido
llamado, bien de carácter civil, familiar, laboral, penal o de infancia. El psicólogo forense
evalúa la conducta y mentalidad implicada con fines probatorios, evaluación que finalmente

112
será presentada como diagnóstico factible de sustentación en el tribunal. De igual modo,
como en cualquier otra situación de participación pericial (de algún otro forense), el
psicólogo puede llegar a ser solicitado por una de las partes bien la fiscalia o la defensa,
para lo cual le debe llegar previa solicitud en la que se le invita y se le pregunta la
posibilidad de asumir un determinado caso, pues el mismo debe saber y ser honesto de los
limites que su disciplina y conocimientos propios le permite abordar.

Un psicólogo forense valora el estado mental y psicológico, niveles de mendacidad o


veracidad del testimonio, inteligencia, aptitudes, actitudes, personalidad, agresividad,
ansiedad, depresión, necesidad de tratamiento psicoterapéutico del actor examinado al igual
que un psiquiatra, el psicólogo puede estar en capacidad de argumentar o explicar los
factores que conlleven a un estado de imputabilidad o inimputabilidad85 de un presunto
victimario dada la inmadurez psicológica o trastorno mental del examinado, no obstante,
para esta específica función es necesario el conocimiento en psicopatología, bien en
psiquiatría y/o neurología.

Otra función de importante determinación es al momento de evaluar a la/s victima/s para


lo cual el psicólogo se encarga de establecer los daños psicológicos que hayan quedado en
la persona, siendo esta una tarea en la que se rastrean las huellas o secuelas que perturban o
perturbaran al examinado, en este caso, el profesional no solo explica en su informe las
características del daño psíquico sino que puede recomendar cual es el tratamiento a seguir.

En el ejercicio de su función vía a la construcción del informe pericial el psicólogo aplica


diversidad de metodologías y técnicas, dependiendo del caso, por lo que regularmente, una
vez estudiados los documentos e informes jurídicos del caso, se encarga de aplicar la
entrevista psicológica, examen psicométrico (tests, dibujos, cuestionarios) examen mental, y
la observación…

Otras funciones solicitadas al psicólogo forense e incluso compartidas por el psiquiatra


forense están relacionadas con sus explicaciones sobre las medidas o efectos mentales de
separación o divorcio en la familia en los cónyuges e hijos, la idoneidad de cada uno de los
padres o “pareja de hecho” para ejercer la custodia de los hijos o en el caso de la adopción
de niños/as, la potencial capacidad mental de los padres adoptivos para tomar la patria
potestad, al igual que la posibilidad de determinar la capacidad o incapacidad laboral de un
trabajador por invalidez mental etc.

85 Como hemos dicho anteriormente la decisión de imputabilidad o imputabilidad la ejerce la institucionalidad


judicial no el perito, el perito solo explica los factores que podrían explicar el estado de imputabilidad o
imputabilidad, esto último queda en manos del juez.

113
En la construcción de su informe pericial, el psicólogo al igual que los demás forenses debe
ser lo mas concreto que pueda, en donde el lenguaje técnico de ser necesario debe ser
explicado en palabras claras para evitar desviaciones en la interpretación del mismo, tener
en cuenta que el informe no debe ser tan extenso 4 o 7 páginas, ser puntual, finalizar con
una resumida conclusión y dar a conocer el porque de sus recomendaciones si fuesen
necesarias, a la suma de lo dicho, este profesional sigue un semejante modelo protocolar
que el psiquiatra, este debe posicionarse éticamente (en relación al código de ética de su
profesión) ante el examinado y al tribunal, al igual que enseñar una perspectiva lo
suficientemente objetiva que pueda responder de un modo óptimo a la institución jurídica
que ha encomendado su participación.

Al igual que los demás forenses, es necesario enunciar que la ley colombiana no exige, en
este caso que el psicólogo deba necesariamente ostentar el titulo de psicólogo forense86, lo
que si se requiere minimamente es tener conocimientos amplios es esta área y sobretodo en
la temática para la cual esta siendo solicitado.

3.2 Roles Relacionales y no muy Relacionales, Peritos Forenses en el área Humana


y Social: ¿Ausencia del concepto sociológico sobre lo social?

En relación con el contexto jurídico-penal actual y en relación a los datos hallados en


campo, podemos distinguir que es el eje participación – función las cualidades que permiten
que en un principio el rol comience a desenvolverse como unidad significativa de la
interacción entre peritos forenses en el sistema legal (sistema profesional ↔ subsistema
ocupacional) relación que fundada en motivaciones y expectativas de parte y contraparte
quiere en últimas ser funcional a través del auxilio que la justicia debe prestar a las
sociedades en general y de un modo más particular en el servicio que un colectivo de
profesionales prestan al desenvolvimiento y cumplimiento del derecho en la sociedad.

De acuerdo con Andrew Abbott (1988) las profesiones forman un sistema (the system of
professions) dividido en espacios más o menos legitimados de acuerdo con el poder ejercido
en cada uno de ellos, cada espacio es denominado como una jurisdiccionalidad (Jurisdiction)
en la que las profesiones histórica o progresivamente han venido haciendo reconocible
determinada ocupación como ejercicio propio, no obstante, es de resaltar que estos no
actúan individualmente sino en sistema, es decir a partir de interrelaciones en las que la
competencia y el trabajo práctico es una constante. ”Las bases de la competencia

86 Es de anotar que en Colombia la única universidad donde se forman especialistas en psicología forense es
la Universidad del Norte en la ciudad de Barranquilla, podemos ver:
http://www.uninorte.edu.co/programas/contenido.asp?ID=76

114
interprofesional se establecen en los actos muy propios del trabajo profesional” (Abbott;
36:1988 trad mía) estos actos son comprendidos a la lente de Abbott como tareas (tasks) las
cuales hacemos referencia en relación a la jurisdicción establecida en la esfera forense.

Es así, como a partir de lo anterior podemos estimar que la función o tarea base de los
antropólogos, psiquiatras y psicólogos en su rol como peritos forenses se orienta respecto
al objetivo de elaborar un dictamen, el cual consiste en una valoración o diagnóstico de una
problemática social y jurídica necesariamente empírica, en esta medida, se revela las
habilidades teóricas y técnicas requeridas en un principio por el proceso judicial y
orientadas finalmente al beneficio social como propiamente jurídico.

“En la parte de problemas de salud mental, hacemos trabajo interdisciplinario con el psicólogo y el
psiquiatra, pues les solicitamos colaboración apoyo y psico-diagnósticos etc…Otros trabajo en equipo
digamos que no son muy frecuentes pero el apoyo es con los laboratorios, los casos se orientan hacia
aclararlos con la ayuda de los laboratorios forenses esos son nuestros tres sitios de ayuda, la antropología, la
neuropsicología y demás laboratorios” (Gallego).
“La misión de nosotros es aportar pruebas de muy buena calidad, muy éticas, muy profesionales y
muy rápidas al sistema judicial, decimos que tiene una persona, que no tiene, no nos matriculamos por el lado
del agresor ni del agredido, decimos lo que es desde el punto de vista científico.” (Gallego)
De esta forma podemos indicar que si hay algo relacional entre el rol de los diferentes
peritos forenses es la producción de pruebas y para llegar a ellas es necesario que desde sus
disciplinas se apliquen diversos marcos conceptuales y múltiples enfoques metodológicos
que permitan develar la secuencia de una realidad social de un delito u otro problema de
orden legal. Así, el dictamen forense más que una construcción espacio-temporal y
descriptiva de un evento implica una reflexión, un ejercicio analítico en el que se activa lo
que Parsons (1984) denominó “modos básicos de orientación motivacional” dados en la
interacción social por parte de cada actor social (científico) participante.

Si bien es cierto que el rol del perito como evaluador científico de los hechos legales parte
de una revisión de documentos e informes que resumen la historia clínica social y judicial
del procesado o de la victima, es previsto recordar que el avistamiento empírico del perito
con el problema surge con la relación social de carácter profesional que subyace entre el
forense y el representante legal (defensa o fiscalia) y el forense con el examinado, cuya
interacción es de carácter formal (profesional). Es de subrayar que si bien en todo proceso
de interacción social cada actor se ve motivado por aspectos de necesidad- gratificación y
orientaciones de carecer cognitivo y valorativo, también puede originarse orientaciones de
carácter emotivo. Sin embargo, este tipo de orientación debe subyugarse en lo mas posible
a los objetivos buscados por el perito, estos son los aspectos a valores y sobretodo los
cognitivos que permiten examinar. “los mapas cognitivos presentan alternativas de enjuiciamiento e

115
interpretación sobre los cuales son los objetos y lo que significan” (Parsons; 19:1984) es entonces importante
resaltar que tanto el examinador como el examinado disponen de necesidades reciprocas
relacionadas pero con fines diferentes, dado que el primero espera ejercer su tarea pericial
desde una perspectiva que demanda su profesión, mientras que el segundo, (el examinado)
espera que al menos su proceso judicial se agilice viéndose encaminado a seguir el
reglamento que indica la necesidad del peritazgo el cual él o ella personalmente espera o
piensa que arroje respuesta alguna.

Como se podrá entrever, este encuentro social entre el perito (evaluador) y el procesado
(evaluado) en vías a la realización del peritazgo, difiere de una relación social de carácter
familiar e informal por el fin que constituye su existencia y su función, por ende, este se ve
previsto en el marco formal de una entrevista, una entrevista que surge como eje estructural
que condiciona las motivaciones y las expectativas de la reunión limitándolas bajo un orden
social que se establece, en esta situación, el status del perito se ve previsto de autoridad
profesional y legal; por ende su labor es ser “arbitro” del desarrollo de la conversación y
donde el examinado adquiere plena libertad de hablar y señalar todos los por menores que
vea necesario solo en relación a las preguntas que le haga el forense y en general al hecho
investigado.

En este proceso social estructuralmente condicionado, la orientación a valores subyace


como eje elemental entre el perito y el examinado y viceversa, pero por el lado del
profesional influye esta regla social como elemento constitutivo de su propio rol a manera
de norma, una norma ética de su colectivo profesional del cual es miembro: “los valores tienen
preponderancia en el mantenimiento del funcionamiento de patrones de un sistema social. Las normas son
primordialmente de integración y regulan la gran cantidad de procesos que contribuyen a la aplicación de los
compromisos de valores incluidos en el patrón el funcionamiento primario de la colectividad. Cuando los
individuos desempeñan funciones importantes desde el punto de vista societario, lo hacen en su capacidad de
miembros de la colectividad. (Parsons; 36: 1983) siguiendo los parámetros que constituye su examen
bien sea psicológico o psiquiátrico es de tener en cuenta que las tareas profesionales se ven
estipuladas por ejes normativos de protocolos y manuales los cuales estructuraran la pericia
como documento analítico, escrito y susceptible de ser leído y sustentado oralmente.

Si bien el documento final revela la significación del hecho investigado en el proceso


judicial desde un punto de vista especializado, no quiere decir que éste va a ser vinculante
a la sentencia que expedirá el tribunal donde será presentado y sustentado por el perito,
quien aparte de relacionarse con el examinado o con los investigadores debe relacionarse
con los
representantes legales bien con el fiscal, el defensor o el juez a quienes deberá explicar su

116
dictamen, momento en el cual el perito debe saber muy bien de la importancia de su rol así
como de la seguridad de sus conocimientos que deberá en últimas trasmitir en público.
Vigilante de su actuación, el perito suele estar atento al interrogatorio y contra-
interrogatorio que le hagan las partes (fiscalia o defensa), pues las preguntas no deben
salirse del contexto del caso en relación con su disciplina y el hecho indagado.

Una vez escrito y sustentando el informe pericial, el tribunal corresponde a decidir las
razones por las cuales es pertinente o no la vinculación del dictamen forense a la sentencia.

“La referencia social implica, desde el lado motivacional, una significación evaluativa de todos los criterios
de valor.” (Parsons; 23:1984) En esta medida, podemos inferir cómo un informe pericial llega a
ser funcional si está fundado en una sólida, disciplinada y aséptica composición
correspondiente a los criterios de evaluación que en la forma más imparcial posible pueda
llegar a desempeñar la figura del forense en el desarrollo manifiesto de su rol.

La cientificidad del documento pericial exige entonces una postura que el científico en este
caso puede alcanzar tanto a partir de sus conocimientos disciplinares, de la internalización y
prácticas éticas de sí mismo como persona, actor social y sobre todo como profesional en
la sociedad, pues como miembro de una colectividad de profesionales pares, en la práctica
de su rol, se espera que éste se comprometa dado que su honor personal y profesional esta
en juego, constitutivamente son elementos adherentes por ser de referencia social.

En la realización de un informe pericial, es adicional que se establezcan criterios cualitativos


de pautas procedímiéntales y/o protocolarias que pueden variar de acuerdo a la disciplina
académica a la cual pertenece el perito, sin embargo, por lo general es implícito que el
dictamen esté constituido a partir de un lenguaje comprensible. Así, la pericia comienza con
ítems de referencia donde se advierten datos básicos como ciudad y fecha, institución que
respalda al perito, asunto judicial, nombre de la persona a examinar (o elementos físicos a
estudiar) nombre y profesión del forense. Seguidamente se presenta una parte expositiva en
la que se indican los datos del objeto o sujeto de estudio. En el caso de los antropólogos se
sobresaltan aspectos biológicos-humanos de individuación y en general características
antropométricas que permiten un proceso de identificación para el reconocimiento de
víctimas o victimarios.

Por parte de los psicólogos y psiquiatras forenses, la pericia conserva un marco similar,
donde sobresale el asunto por el cual se solicita el estudio experto, al igual que los datos de
identificación y antecedentes personales, sexuales y familiares de la persona examinada,
luego se hace una descripción del hecho en la versión que ha venido dictando el proceso

117
jurídico, luego la versión del entrevistado, una vez elaborada ésta parte, el perito entra a
analizar escribiendo sucintamente en el documento, expresando consideraciones clínicas
derivadas de su saber disciplinar, más adelante, el forense detalla las conclusiones en la que
sintetiza sin repetir los detalles de los anteriores epígrafes, y finalmente de ser necesario
expresa recomendaciones sustentando con firma y sello.

“Nosotros manejamos acá dictámenes que están relacionados con diversos campos del sistema judicial,
hacemos dictámenes que están relacionados con el área penal entre esos lo que es el establecimiento de la
capacidad de comprensión o autodeterminación de un sujeto cuando comete un delito, en esos casos lo que
se esta buscando pues es establecer si hay inimputabilidad por eso nos solicitan ese dictamen, también hay
dictámenes para establecer perturbación psíquica, cuando se presenta un delito de lesiones personales
hay dictámenes que se solicita en los casos de los delitos sexuales es uno de los mas solicitados, en general,
con frecuencia solicitan en esos casos en relación con las declaraciones o las versiones que han dado los
o las menores presuntamente abusados sexualmente, en esos casos uno muchas veces tiende a mirar
que tan verosímil han sido las declaraciones que dan los menores, desde luego que ese dictamen cada vez
en el área de psicología es en donde se están perfeccionando mucho mejor, no obstante, muchos psiquiatras,
como acá en Manizales que hasta hace muy poquito contamos con una psicóloga en el área forense,
entonces ayudamos, ayudo de esa manera también al sistema judicial haciendo ese tipo de dictámenes. En
el caso de abusos sexuales es importante determinar las secuelas que hayan podido presentarse como
consecuencia del presunto abuso, esto también va a ayudar después al proceso de incidente de reparación
que se hace con las víctimas; además de eso, hay otra parte que es el establecimiento de la incapacidad de
las víctimas de abuso sexual, es decir, si la victima fue puesta en incapacidad de resistir o si estaba en
capacidad de resistir porque son las dos situaciones que pueden darse en ese momento”. (Sarmiento)
“Bueno, hay otra parte también dentro del área penal que tiene que ver por ejemplo con la capacidad de
testar de una persona en un momento dado, en casos de delito por ejemplo de abuso en circunstancias de
inferioridad, entonces muchas veces hay personas que por su condición mental, no son competentes, mas
bien para firmar y determinar en un momento dado lo que quiere testar, entonces en esas circunstancias
también se puede (hacer dictamen forense) (Sarmiento)
El campo relacionado con la salud mental, la personalidad y la conducta humana suele
convertirse en el vínculo por el cual el procedimiento jurídico espera conocer mejor a la
presunta victima o victimario, es una labor que por lo visto involucra no solo al psiquiatra
sino al psicólogo forense, pues ambos profesionales comparten al parecer el mismo campo
de estudio y a pesar de que sus limites se encuentran intermediados por aspectos
netamente médicos que separa en momentos dados al psiquiatra del psicólogo, son
compartidas las ocasiones en que ambos son solicitados para el diagnóstico de
problemáticas similares.

“Si, los psiquiatras y los psicólogos trabajamos áreas muy similares estamos estrechamente relacionados, nos
ayudamos los unos a los otros, hay dictámenes que incluso los pueden realizar tanto los psiquiatras como los
psicólogos, hay algunos dictámenes que son más de competencia de los psiquiatras y otros de más
competencia de los psicólogos.” (Sarmiento)
“En cada caso, cada profesión tiene una cierta capacidad para mantener la jurisdicción, en donde la
habilidad depende tanto del sistema de conocimiento como de la estructura interna de la profesión misma”.
(Abbott; 98:1988 trad mía)

A pesar que cada vez parece abriesen más campos del derecho en que pueden participar los
Antropólogos, Psiquiatras y Psicólogos como expertos, es relevante señalar que la

118
legitimidad de su labor no solo se debe a los avances de la ciencia sino de la eficacia con
que aplican sus conocimientos académicos.

Uno de los ejes de mayor pertinencia de su rol pericial se encuentra en el auxilio que puede
proporcionar los psiquiatras y psicólogos a la hora de valorar el estado mental de los
presuntos victimarios, y a pesar que estos profesionales no deciden la inimputabilidad o
imputabilidad, ya que estas son categorías netamente jurídicas, si pueden proporcionar
conocimiento de un alto valor al tribunal y específicamente al juez sobre la salud mental del
presunto victimario al momento de hacer la acometida del delito.

Según el Código de Procedimiento Penal Colombiano (ley 906 de 2004) en su artículo 33


señala que: “Es inimputable quién en el momento de ejecutar la conducta típica y antijurídica no tuviere
la capacidad de comprender su ilicitud o de determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez
psicológica, trastorno mental, diversidad sociocultural o estados similares. No será inimputable el agente que
hubiere pre-ordenado su trastorno mental.”

De acuerdo con la revisión de fuentes podemos estimar que la mirada psiquiátrica y


psicológica yacen relacionales al momento que desde sus enfoques disciplinares se puede
dilucidar la circunstancia de trastorno mental, inmadurez psicológicas y demás
psicopatologías; no obstante, los casos de incomprensión de la acción del delito por
“diversidad sociocultural o estados similares” que necesitan de la observación no medica,
no suelen ser expuestas a los científicos pertinentes, como podría llegar a ser un
antropólogo social y/o un sociólogo.

“Tradicionalmente el campo jurídico colombiano existe gran limitación en la capacidad de comprender en


que medida las situaciones delictivas se ven inmersas en contextos socioculturales. Limitación que ha
dominado la formación de abogados quienes se distinguen por una fuerte formación técnica más no
investigativa. No obstante, es importante resaltar que al interior del derecho se han venido haciendo esfuerzos
en fortalecer los currículos en la que la acentuada formación en investigación conlleva en tomar en cuenta
miradas de contexto en el que se involucre la mirada sugerente de la interdisciplinariedad” (Ronderos)
Por un lado, el subsistema jurídico en Colombia exige de los antropólogos forenses unas
tareas especificas en la búsqueda, hallazgo y reconstrucción de identidades que en lugar de
ser conocido como un trabajo integral de labor antropológica por la amplitud disciplinar, se
les solicita cada vez más la sugerencia de aspectos técnicos y fundamentos biológicos en
fuerte demanda y por otro lado, se tiene ausente institucionalmente hablando, la
perspectiva sociológica tan necesaria para el esclarecimiento de estos hechos, subrayando
adrede, que por diversidad sociocultural no solo se reserva a las comunidades indígenas
sino a demás grupos aislados y marginales que no se inscriben en el ordenamiento social
dominante.

119
Otro eje relacional en el desempeño de los roles de psiquiatras y psicólogos son los casos
donde se involucra ya no al presunto victimario sino a la presunta victima, tal es el caso de
los delitos sexuales:

“También hay dictámenes para establecer perturbación psíquica cuando se presenta un delito de
lesiones personales hay dictámenes que se solicita en los casos de los delitos sexuales es uno de los mas
solicitados, en general, con frecuencia solicitan en esos casos en relación con las declaraciones o las versiones
que han dado los o las menores presuntamente abusados sexualmente” (Sarmiento)
“Los delitos sexuales y familia, en los delitos sexuales es ver la lógica y la coherencia de un relato de un niño
abusado sexualmente y el daño psicológico y en familia tenencia de hijos y patria potestad, a quien se
le entregan los hijos y si alguien puede o no ejercer la patria potestad esas son como lo que mas
buscan” (Robledo)
En estas mismas funciones tanto un psiquiatra como un psicólogo forense suelen ser
solicitados para valoraciones referentes a cualquier forma de abuso como los abusos de
acoso sexual y acceso carnal, en donde su rol (en la mayoría de casos) es el de evaluar
además el estado emocional de las víctimas o presuntas víctimas, encontrar qué secuelas
quedaron en su psiquis tras el violento acto, analizar la coherencia de los relatos teniendo en
cuenta que si bien un experto en este campo puede aproximarse a la verdad o falsedad de
lo sucedido por intermedio del relato del examinado, es prudente tener en cuenta que los
instrumentos utilizados no pueden conducir a que lo dicho sea cien por ciento falso o
verdadero, además, esa decisión está es en manos del juez, quién finalmente resuelve. Lo
que puede llegar a determinar un profesional del área de la salud mental y la conducta
humana es una valoración sobre la coherencia de lo dicho por el examinado; su labor es la
de conducir su objetivo hacia el descubrimiento de traumas y daños psicológicos, el perito
psicólogo o psiquiatra enseña a la justicia que fue lo que sucedió psiquiátrica o
psicológicamente a la victima y recomendar qué es lo que hay que hacer para superarlo,
situación concluyente que depende de la gravedad del caso.

De acuerdo a lo anterior, podemos observar que si bien los psiquiatras y psicólogos se


encargan de valorar que daños psicológicos hubieron tras la agresión que vivió la presunta
victima, no encontramos que estos profesionales se encargaran además de valorar los daños
sociales y morales87 de las víctimas. Es de comprender que sus tareas tienen un objetivo
específico y sus conocimientos un límite.

El rol de los psicólogos y psiquiatras forenses una vez más se relaciona en la labor que
tienen al evaluar la habilitación o inhabilitación mental de madres y padres como demás
familiares a la hora de pugnar legalmente por la custodia de sus hijas e hijos. En esta tarea
la rama jurídica les exige a los peritos conocer y explicar tanto los aspectos sociales como

87 En el capítulo cuarto abordaremos con mayor profundidad lo referente al “daño social” que padecen las
víctimas.

120
mentales de los actores examinados; es así, que estos recurren a visitas sociofamiliares
como a la aplicación de entrevistas, test y cuestionarios; no obstante, debemos tener en
cuenta que si bien las diferentes estados psicopatológicos y emocionales requieren de una
mirada científica, los aspectos sociales también, dado que el entorno sociocultural más allá
de una mera descripción, impregnan esquemas ideológicos tanto en las representaciones de
la vida, en las dinámicas de convivencia, como de la constitución social y familiar en tanto
prácticas, costumbres y creencias que se llevan a cabo en determinados sectores sociales
como las unidades familiares que habitan áreas urbanas y rurales.

En la parte que tiene que ver con lo social y de ese tipo de violencias no médicas; a veces, en algunas partes
se dispone del trabajo social con lo que tiene que ver con la intervención de los casos pero no, no hay más, la
mayoría de los forenses en Colombia son o médicos, o técnicos en laboratorio, antropólogos o psiquiatras y
psicólogos. (Gallego)
En nuestro trabajo de campo pudimos encontrar que suelen ser los trabajadores sociales de
comisarías de familia o del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) los que
suelen realizar visitas a unidades familiares en las que sus conceptos son emitidos tras la
realización de informes de carácter social y sociofamiliar; sin embargo, y a pesar de la
importancia de su trabajo, es de subrayar que estos profesionales no tienen un espacio
legitimado en la práctica forense, situación ocupacional que en ocasiones es cuestionada
por no representar una ciencia pura y en su práctica por su orientación directa a la
asistencia social; es por ello que sus informes son anexos de los dictámenes emitidos por
psicólogos y psiquiatras, eludiéndose en esa medida, la pertenencia que tendrían las
valoraciones sociales forenses que desde la perspectiva sociológica se podrían procurar,
dado la experticia de los sociólogos en la investigación, aplicación de metodologías y
constitución de esquemas conceptuales comprobados e incluso propios y compartidos en
las ciencias sociales.

En términos de Abbott (1988) podemos decir que el sistema legal se presenta actualmente
como una jurisdicción abierta, en la que el protagonismo de la prueba pericial ha llevado a
que profesiones como la antropología, la psicología y la psiquiatría hayan venido
legitimando sus espacios en las últimas décadas en el sistema jurídico colombiano. De este
modo, es predecible observar como el actuar de estos profesionales se instaura en un
ambiente competitivo en el que el perfeccionamiento de sus funciones específicas como la
elaboración de diagnósticos forenses parece cerrar la posibilidad a que otras profesiones
puedan ser partícipes al parecer del mismo campo.

“Al igual que las cualidades objetivas del problema, las cualidades subjetivas dadas por los
perfeccionamientos de diagnósticos afectan en gran medida la apertura de la jurisdicción o redefinición y

121
reconstrucción de otras profesiones” (Abbott; 44:1988 trad mía) en estos términos, es importante estimar
que si bien los sistemas profesionales se preocupan por el mantenimiento de esos sistemas
de clasificación, es de aparecer eventualidades en los que cambios externos (como el
cambio de la realidad jurídica acaecida desde el año 2005 en nuestro país) ha conllevado a
que sea posible la movilidad de roles profesionales, pues el movimiento de una profesión
puede afectar a otras, dado que las profesiones interactúan (tal como podemos observar en
la esfera forense) y no están en situación de aislamiento en una misma arena.

Estas situaciones de movimiento conlleva a que los roles profesionales estén atentos a la
vulnerabilidad que otras disciplinas con determinado dominio y apropiación quedan
expuestas, tal es el caso de la inexistencia legitima de valoraciones sociológicas forenses
respecto a problemáticas sociales y humanas en la esfera legal. Abbott (1988) llama a este
fenómeno como un caso de (Vacancy Models): “el modelo en que individuos particulares ocupan
lugares particulares son denominados “vacantes”. Tal situación refleja la naturaleza de la movilidad de
(roles profesionales) en cada sistema, donde ningún profesional puede moverse excepto si no hay una vacante
y por lo tanto las vacantes son iniciativa ocasional (dada la configuraciones de unas circunstancias) no por
criterio individual” (Abbott; 88:1988 trad mía)

De acuerdo a lo anterior tenemos entonces que es el status o posición profesional, una


unidad adyacente del rol donde su formación como unidad es socialmente existente y
culturalmente estructurada.

Si nos acercamos ahora a otro eje relacional observado en el rol de los peritos forenses,
podemos considerar que no es la posición por condiciones socioeconómicas o posiciones a
gusto o disgusto personal los que estructuran el status de un forense sino los meritos
académicos y experiencia profesional que le brindan autoridad en determinado campo y
sobre todo las consideraciones éticas que tenga frente a sus tareas en relación a la
construcción de meritos en valores de honestidad y responsabilidad científica al servicio de
la justicia y la sociedad.

Subsecuente a ello, se adhiere un elemento vinculante a toda esta experiencia del proceso
constructivo del rol profesional y es el esquema relacional del mismo, un esquema
relacional que permite distinguir tanto aspectos conexos como divergentes entre los actores
que desempeñan el rol de peritos forenses, estos aspectos pueden ser verificables dada que
la orientación de la unidad status-rol permite convertirse en si mismo como un marco de
referencia de la acción en el que la realidad de sus orientaciones y acciones no están

122
escindidas de la realidad que conforma su propia existencia estructural, sus cambios y su
movilidad.

“El esquema relativo a las unidades de acción e interacción – es un esquema relacional. Analiza la
estructura y procesos de los sistemas constitutivos por las relaciones de esas unidades con sus situaciones,
incluyendo otras unidades”. (Parsons; 15:1984) sobresalen en esta medida, unidades que conllevan a
resaltar los aspectos no relacionales entre los roles estudiados. Si bien hay científicos del
área humana y social que comparten la posibilidad de ejercer un rol en el peritaje forense
del sub-sistema jurídico colombiano sobresalen aspectos no relacionales no solo entre los
enfoques que cada área científica ejerce debido a la naturaleza de sus orientaciones sino
al reconocimiento y alta valoración de sus características meramente funcionales más
no complementarias.

“Si bien se tiene en cuenta que la aplicación de la antropología forense difiere del país de donde se ejerza, en
Colombia, por ejemplo, la labor del antropólogo al momento de emitir su peritaje se ha visto limitada a una
labor técnica en la que instituciones competentes del Estado requiere de detalles relacionados con los
procesos de identificación de cadáveres en estado de descomposición o restos óseos, en donde la
contextualización sociocultural no suele ser detallada. En otros países como Guatemala y Perú la antropología
forense el informe pericial es integro en el que no solo se detalla el contexto sociocultural del hecho sino los
aspectos biológicos del mismo”. (Gómez)
“Muy frecuentes es el apoyo de los laboratorios, los casos se orientan hacia aclarar y descubrir pruebas con la
ayuda de los laboratorios forenses esos son nuestros tres sitios de ayuda, la antropología, la neuropsicología y
la medicina legal en general...” (Gallego)
Si bien los antropólogos juegan un rol en el peritaje forense el cual en teoría exige la
formación en tres subdisciplinas o especialidades de la propia ciencia antropológica, no es
subsecuente en la realidad observar que los antropólogos se desenvuelven como científicos
sociales integrales en todas sus actividades forenses, es necesario estimar de acuerdo a la
documentación hallada en campo que su mayor desenvolvimiento o énfasis en la esfera
judicial es el área biológica debido a los progresivos avances de sus métodos y técnicas para
la reconstrucción de identidades, sin embargo, el subsistema jurídico colombiano parece
olvidar paulatinamente que el deber de la antropología forense esta enfocado no sólo en los
factores biológicos sino sociales de la identidad y no solo de cuerpos y esqueletos
individualizados y fenecidos sino de la identidad de grupos sociales vivos al igual que por
otro lado subyace en relación con las comunidades indígenas referentes a problemáticas
eventuales con la dinámica legal en el entorno de sus comunidades como de la sociedad en
general.

Es por ello, que seria reconstituyente reclamar no solo la pertinencia de los factores
biológicos sino de los elementos sociales y analíticos de sus informes, para beneficio del

123
reconocimiento integral de las víctimas y para beneficio de una debida investigación
criminal y forense en nuestro país desde el aporte antropológico.

Por otro lado, es de resaltar, la fuerte jurisdiccionalidad que parece ser abarcada por los
psicólogos y los psiquiatras en el área social de la investigación criminal y forense, se
detalla, además, que el sub-sistema jurídico destina a los psicólogos y psiquiatras no solo las
valoraciones endógenas sino exógenas de la criminalidad o de problemáticas que estén
relacionadas con otros referentes del orden legal, es apreciable determinar en este sentido
que de acuerdo a lo observado, la orientación profesional de sus roles es persistente en el
análisis de los rasgos clínicos y neurobiológicos de los individuos como del estado y
desenvolvimiento emocional y cognitivo de los actores sociales examinados;
especificándose en la pertinencia de sus funciones una orientación enfática de los factores
endógenos en relación con los fenómenos delictivos

A pesar que en el protocolo de peritaje psiquiátrico o psicológico se revelan aspectos como


historia personal y familiar, escolaridad, ocupación, religión, estado civil, lugar de
nacimiento y lugar procedente, es importante enunciar cómo, en su función pericial, se
suele emplazar los dictámenes a factores de carácter médico como lo relevante que es la
historia clínica y el análisis de la personalidad, estos profesionales estudian los estados
emocionales y mentales subjetivos del procesado a partir del relato de la experiencia que
tiene involucrado al actor de la diligencia judicial adentrándose en su pensamiento, en su
lenguaje verbal y corporal haciendo una reconstrucción de los hechos a partir de aspectos
derivados de la sensopercepción del examinado.

“En su que hacer, los antropólogos, psicólogos o psiquiatras no llegan a explicar y sustentar las relaciones
sociales entre víctima y agresor en el complejo mundo del delito desde el punto de vista socioespacial
(ambiental)”. Creo, que una teoría de la construcción social de la mentalidad (que por supuesto ya fue
planteada) iría en esa dirección. (De La hoz)
Los aspectos de evaluación que hacen psiquiatras y psicólogos son de sobremanera
pertinentes, mas aún, cuando enunciamos que también traen a colación aspectos exógenos
en sus evaluaciones, sin embargo, una vez más exaltamos que su fuerte orientación en la
construcción del informe pericial es el descubrimiento de posibles problemáticas de
carácter psicopatológico o daños psicológicos de los examinados que intervienen en su (in)
- comprensión de lo sucedido o en su condición de (in)-habilitación; por ende, es
consecuente advertir que de lo observado en la indagación permite entrever que en la
función de estos científicos no se establece un énfasis orientado a re-descubrir los factores
y presiones socioculturales como las efectuadas en la historia y desarrollo de las relaciones
sociales de los examinados y con ello las estructuras sociales de vida en las que ha tenido

124
desenlace el hecho judicial que involucra e impregna la personalidad de los actores
procesados bien a la presunta victima o al presunto victimario, pues desde ahora es
necesario subrayar una vez más de cuan condicionada puede llegar a estar las situaciones
criminales o de orden legal por los aspectos socioculturales producidos y reproducidos por
los actores y en los actores en sociedad, en sus sociedades, en sus relaciones cotidianas, en
sus ambientes sociales…

“Si! Es relevante pensar en un rol del sociólogo en la pericia forense dado que los desarrollos de la sociología
conllevan a que se profundice en estudios delictuales tales como lo podría proporcionar la sociología de la
desviación” (Ronderos)

“La visión del sociólogo debe contribuir abrir la perspectiva integral y de acercamiento a otras disciplinas
fortaleciendo los procesos de trabajo colectivo en que se tiene en cuenta los adelantos de otras ciencias así
como los procesos naturales de indagación llevados a cabo por las propias comunidades” (Ronderos)
Las relaciones sociales son construcciones sistémicas de integración y conflicto en donde se
posibilita el consenso o el disenso, son sistemas y subsistemas históricos que involucra a los
actores individuales como actores sociales quienes han participado en mayor o menor
medida en la configuración de instituciones familiares, escolares, religiosas, ocupacionales,
sociales civiles u organizaciones del orden comunitario o sectario, cuyas normativas,
concepciones y comportamientos no pueden ser calificados apresuradamente como
“normales” o “anormales” por ser distintas a las estructuras sociales dominantes, sino que se
debe sembrar la necesidad de ser examinadas por la lente sociológica como posibles focos
de ordenamientos sociales “divergentes”, “uniformes”, “patológicos”… teniendo en cuenta
su naturaleza y diversidad sociocultural, construcciones que permiten tejer nuevas
sociabilidades, aprendizajes, creencias sociales, representaciones religiosas, actitudes,
memorias, ideologías, posturas éticas, convenciones, símbolos, políticas de vida, prácticas
sociales, internalización de valores, construcciones sociales de la realidad, comportamientos
colectivos compartidos y rechazados etc…

La ausencia de un concepto sociológico frente a las problemáticas del orden social,


criminológico y legal en general es convergente a la ausencia de un rol del sociólogo en la
esfera forense, situación por la cual los sociólogos deben atender el llamado que involucra
su participación al igual que a otros científicos como peritos forenses del sub-sistema
jurídico.

En los actuales términos, no queda más que convocar la forma por la cual podría llegarse a
establecer la propuesta de una sociología jurídica y del derecho que no se conforme en
dirigir su trabajo a arrumes meramente teóricos e investigaciones académicas, sino que
también se atreva a ser práctica sirviendo a la justicia y primordialmente a la sociedad a

125
través del rol que podrían ejercer nuevas generaciones de sociólogos que sean críticos de
los viejos cercos que limitaban labores que desde hace algún tiempo se revelan a la ciencia
social, en donde surgen motivaciones, expectativas y movilidades de rol que como la
presente situación invita a la necesidad de una sociología aplicada que sea pie de apoyo para
el beneficio de las víctimas como de sus derechos fundamentales como al porvenir de la
ciencia.

Antes de llegar a tal propuesta es relevante observar a través de la lente sistémica los
factores estructurales que permitirán resaltar la movilidad en que se propende un nuevo rol
profesional del sociólogo en la esfera legal, para que de esta manera podamos luego
exponer los aspectos funcionales del sociólogo como perito forense.

3.3 Elementos Estructurales de Orden Sistémico que se Establecen hacia una


Nueva Jurisdiccionalidad y Movilidad del Rol del Sociólogo como Forense.

De acuerdo con Abbott (1988) todo sistema profesional se caracteriza por la existencia de
cualidades subjetivas y objetivas, donde estas últimas sobresalen porque definen el nivel de
resistencia que tienen ciertas profesiones o ciertos profesionales ante la posibilidad en que
otra disciplina que sin tener un fuerte emplazamiento en el campo se movilice o reclame
para si una nueva jurisdiccionalidad, un lugar en lo cual los primeros puedan llegar a pensar
que no le es propia o pertinente a la disciplina que aparece.

“Este es un mecanismo básico de la competencia interprofesional donde las cualidades objetivas de una tarea
son las cualidades que se resisten a tal reconstrucción” (Abbott; 36:1988 trad mía) es de apreciar, que las
profesiones que tienen larga trayectoria en determinada esfera laboral, suelen creer que
todas las funciones requeridas por los fenómenos que estudian son satisfechas por su
estructura teórica, metodológica y técnica dada su participación y funciones en el área. Es
así, que las cualidades objetivas son elementos caracterizados por estados externos de
avances tecnológicos y académicos que hacen ver a otras profesiones como materia
innecesaria. Por otra parte, la creencia fundada en que otras profesiones tienen mayor
historia en el campo, de ahí su legitimidad, de ahí la constitución de los factores objetivos
como esquemas estereotipados que yacen como diques mentales compartidos y
conservados.

“Una profesión es siempre vulnerable a los cambios en el carácter objetivo de sus tareas centrales”
(Abbott; 39:1988 trad mía)

No obstante, y continuando una vez más con lo comentado en el anterior subcapitulo,


adherimos que la resistencia no es perpetua, pues las diversas tareas realizadas por las

126
profesiones que tienen jurisdicción en determinada esfera “como la esfera forense” puede
dejar entrever “vacantes” como la generadas por la ausencia de evaluaciones de carácter
sociológico, tareas que no son realizadas por el prospecto disciplinar establecido, es un
evento que permite conllevar a un cambio en donde tiene lugar la participación de un
nueva profesión en el área, donde se espera que su llegada tenga la capacidad de responder
a esas necesidades que produce la existencia de tal “vacante”.

Para que una profesión como la sociología pueda “apropiarse de una jurisdicción”88es
necesario que esta manifieste sus enfoques prácticos, teóricos y metodológicos como
cualidad subjetiva tendientes de ser objetivada, labor que comienza con el resalte de sus
funciones propias, Abbott señala que “para investigar las cualidades subjetivas que atañen a la
jurisdicción, es pues necesario analizar los mecanismos del trabajo profesional en si mismo” (Abbott; 40:1988

trad mía) por ende, es conveniente detallar lo que se esperaría de un sociólogo forense en
relación a la tarea compartida con otros profesionales de llegar a ser auxiliar de la justicia.
Resaltando en principio los aspectos estructurales como finalmente los factores funcionales
del mismo.

Fundar la expectativa de un rol del sociólogo en el marco criminal o forense no es lejano de


establecer en un comienzo como estructura en relación con la normatividad en que actúan
los peritos forenses en general, pues son comportamientos pautados que se espera sean
asumidos como prácticos al momento de la participación, una participación orientada a
normas y a valores dirigidas al alcance de metas establecidas o como señala Parsons: “La
dirección de meta de la acción, es una propiedad fundamental de los sistemas de acción,” (Parsons; 19:1984)

Al tratar de las bases de orientación en relación a las metas, es necesario evocar el papel de
las variables pautas (Pattern Variables) que una vez explicadas en el primer capitulo permiten
entrever en relación a los roles de peritos forenses observados en campo, que ha de existir
convenciones ineludibles a la hora de llevar a cabo la lista de tareas fundadas. Es así, que en
un primer lugar vemos que el perito necesariamente debe esforzarse por actuar de una
manera que procura la neutralidad afectiva, dado que no es conveniente dejarse llevar por
las emociones, gustos o disgustos personales a la hora de realizar la valoración forense,
pues más que un ejercicio profesional es la manera de exponer en público su coordinación
y prestigio siendo parciales en la evaluación del problema.

88Andrew Abbott comenta : “The subjetive qualities of a task arise in the current construction of the
problem by the profession currently “holdingjurisdiction” of that task” (Abbott;40:1988)

127
El rol del perito manifiesto en el mero actuar legal a través de sus funciones establece que
sus tareas se encuentran orientadas colectiva y universalmente no por elección personal
o lazos familiares sino a favor de quienes sea necesaria su intervención una vez
requerida por la institución o actor jurídico solicitante.

La participación del perito en relación con el examen del hecho criminal o problemática
legal es de adscripción dado que el científico forense se ocupa de las cualidades del hecho
a través de la valoración del actor o actores involucrados, pues el lugar de la adquisición es
el de juzgar directamente por sus hechos, función que corresponde a los abogados y jueces.

Por último, nos ubicamos en la situación o aspecto característico en la construcción de su


sistema de interacciones laborales en la que el perito se debe encargar de custodiar un
ambiente de especificidad respecto a la conservación temática ordenada en sus funciones
y orientaciones construidas con sus interlocutores.

De acuerdo con los anteriores postulados, podemos decir que el rol de un perito forense en
el sistema jurídico como subsistema ocupacional se revela estructuralmente universalista,
neutralmente afectivo, orientado a la colectividad, adscriptivo y funcionalmente específico.

Elementos valorativos compartidos, subsecuentes no solo a las orientaciones normativas


del rol de cada perito forense en general sino que al mismo tiempo se constituyen como
expectativas del rol pautado para un factible rol del sociólogo forense en particular que en
relación al enfrentamiento con una realidad dada, se espera que ponga en práctica sus
conocimientos disciplinarios dirigidos a funciones especificas y regularidades reflejadas en
una posición ética más amplia y explicita por construir. Por otro lado, es de comprender
que la expectativa de rol no solamente se desarrolla en vista de los propios peritos sino
desde la perspectiva de los interlocutores quienes una vez en el tribunal pueden converger y
valorar la calidad de sustentación oral y argumentativa de la pericia presentada en el foro.

Como colectivo interprofesional diversificado - los peritos forenses orientados normativa y


valorativamente en sus funciones procura la institucionalización dada la internalización de
estructuras conformadas por sus propios conocimientos académicos, códigos de ética y
aspectos procedímentales en el ejercicio de su rol el cual permite entrever la entrada a un
proceso de institucionalización por componerse de una pluralidad de pautas compartidas
que dan sentido a la permanencia activa de los sistemas de participación y/o actuación.

Es así, entonces, que nos permitimos señalar que el rol del perito forense se establece como
un rol institucionalizado en tanto se estructura normativamente por elementos legales
como los requisitos estatuidos por la ley penal y por otro lado por convenciones que

128
permiten la legitimidad de posiciones éticas individualizadas pero socialmente construidas y
conservadas en sustento de su reconocimiento. Para Parsons: “Una institución es un complejo de
integraciones de rol institucionalizado que tiene significación estructural en el sistema social en cuestión, es
una construcción que tiene que ver con la integración de las expectativas de acción con las pautas de valor
que sirven de base a la definición de los derechos de posición y obligaciones relativas a ellos” (Parsons; 46:1988)

Como hemos señalado hasta el momento, todo rol social (profesional) se establece gracias
a la existencia de actores e interacciones que procuran el desenvolvimiento de los sistemas
sociales, es una estructura social provista de condicionamientos funcionales ítems de
regulación y orientación que conllevan en el caso de los peritos forenses a una posible
alternativa de configuración laboral en el campo legal en su integración, en el cumplimiento
de sus dispositivos de necesidad y orientaciones establecidas.

Es de considerar que desde la teoría de sistemas el rol profesional no solo se caracteriza por
factores latentes como participación, funciones, posiciones, relaciones sociales y variables
pautas sino que, a su vez, es necesario advertir que sobre estos surgen tres modalidades de
acción comprendidos a su vez como funciones manifiestas. Abbott señala: “En su aspecto
cultural, las afirmaciones jurisdiccionales que crea esta cualidades subjetivas tienen tres partes: diagnostico,
inferencia y tratamiento” (Abbott; 40:1988 trad mía) aspectos adicionales al rol profesional que son
funcionales respecto a los valores y normas previamente acordados y aprobados por la
colectividad científica.

Al revelarse lo anterior observamos que el diagnóstico hace referencia a la capacidad de


definir y clasificar un determinado problema, la inferencia es el proceso mental de
intermedio el cual consiste en la capacidad que tiene el profesional en razonar en torno al
problema expuesto y por último, el tratamiento el cual corresponde a las soluciones del
mismo.

A pesar de lo anterior ha de haber un elemento que no es asumido tal cual parece estar
señalado. Este es el tratamiento pues es dado que los forenses están impedidos de hacer
tratamientos en el enfoque puramente asistencialista, ya que esto conllevaría fácilmente a la
posibilidad de tomar posición a favor de una de las partes antes de la decisión judicial, es
por eso que subrayamos una vez más que la función del perito se orienta a la inferencia y al
diagnostico. Sin embargo, esto no quiere decir que el forense deba callar las posibles
soluciones que piense sean benéficos para determinada problemática en salud mental,
orientación psicológica o apoyo social, el forense tiene abiertas las puertas para exponer y
compartir la posibilidad de tratamiento pero solo como anexo de su diagnóstico a manera

129
de recomendaciones que crea necesarias, una recomendación sustentada en el por que de
dicho procedimiento.

Para abbott (1988) las modalidades de diagnóstico, inferencia y tratamiento más que actos
en si, son momentos que conforman la esencia lógica de la práctica profesional: “Es dentro
de esta lógica que las tareas reciben las cualidades subjetivas que son la estructura cognitiva de una
reclamación jurisdiccional” (Abbott; 40: 1988 trad mía) situación pendiente que espera ser aceptada
dada las problemáticas sociales y demás condicionamiento estructurales que han creado la
existencia de una vacante, como la vacante forense en la esfera jurídico-penal colombiana.

Tanto el diagnóstico como el tratamiento son cualidades subjetivas adheridas al rol


profesional en el que se sustenta un sistema de clasificación orientado a la explicación y
solución de problemáticas objetivas. En este sentido, agregamos un ítem de especial
referencia y es el sistema de conocimientos académicos los cuales trazan los límites como
las tareas específicas de cada profesional en donde el poder de la abstracción conlleva a
determinar la capacidad de inferencia como de actuación práctica.

Abbott comenta: “El carácter del sistema de clasificación abstracta es pues dictada por sus custodios, los
académicos, cuyos criterios no son la claridad y la eficacia práctica” (Abbott; 53:1988 trad mía) a pesar de
esta realidad, es necesario advertir que los profesionales avocados a la aplicabilidad de la
ciencia deben esforzarse en tener un pensamiento abstracto y una vocación metodológica
en la que permita demostrar la pertinencia de su profesión al explicar y otorgar vías de
solución a diferentes problemáticas sociales.

“El conocimiento académico legitima el trabajo profesional por aclarar fundamentos y trazarlos hacia una mayor
consistencia cultural y a valores” (Abbott; 54:1988 trad mía)
El resalte de cualidades manifiestas en el rol profesional como lo es el sistema de
conocimientos académicos permite conducir a que progresivamente se establezcan algunos
sectores de frontera en el ejercicio profesional, dado el respeto y prestigio que refieren los
fundamentos teóricos, metodológicos y técnicos de una profesión determinada, más aún al
verse solicitada en un ambiente de convivencia interdisciplinaria.

Para Abbott (1988) las reivindicaciones como las reclamaciones jurisdiccionales suelen
suceder en diferentes esferas de ocupación profesional, sin embargo, señala que una de las
que mayor movilidad requiere es el ámbito legal dado que en este se solicita de un
mayor control formal del trabajo dado lo delicado de las problemáticas que allí se
discuten, problemáticas que en otros términos podemos denominar de vida o muerte
dado que se
involucra la dignidad y los derechos de las víctimas como de apreciados valores como la

130
libertad. Es de este modo, entonces, que la precisión juega un papel determinante en esta
esfera donde si se requiere de un diagnóstico forense en contabilidad un especialista en
contable debe hacerlo, en aspectos emocionales o psicológicos un psicólogo, en aspectos
sociales y culturales un sociólogo etc…

Desde la teoría de sistemas la fundamentación analítica que sustenta los conocimientos


académicos de los profesionales orientados a la aplicación suma un esquema que conduce a
la consolidación, permanencia y pertinencia de la disciplina que se representa y se hace
conocer en un subsistema ocupacional concreto. En esta perspectiva, nuestro actor indica
que todo sistema de conocimientos académicos debe llevar a cabo tres tareas básicas:
legitimación, investigación e instrucción. Aspectos adherentes al rol profesional que permite
conservar la jurisdiccionalidad de determinada labor profesional por la voluntad individual
dada la vocación de los profesionales, la voluntad de la asociación profesional y las
condiciones externas que permitan descubrir nuevas arenas de conocimiento, nuevos
avances científicos, aspectos que no solo fortalecen internamente a las profesiones o a la
profesión que se establece en un nuevo espacio sino que enriquece la carta de
posibilidades para el bien-estar de la sociedad en general.

Luego de brindar un acercamiento mas o menos detallado sobre lo que significa los
factores latentes y manifiestos de los elementos estructurales que sustentan un factible rol
profesional del sociólogo, nos prestamos ahora a proponer un marco funcionalmente
descriptivo y adscriptivo que permita conducir hipotéticamente hacia la movilidad del rol
del sociólogo en la pericia forense con el propósito social, no sólo de fundar expectativas
de rol sino de suturar dudas que hasta el momento se hallan tenido frente a las tareas que
puede llegar a realizar un sociólogo en el subsistema jurídico-penal.

Tareas que, dado el caso, la administración de justicia llegara a confiar, permitirían


demostrar una vez más al Estado de cuán pertinente podría llegar a ser la colaboración de
sociólogas y sociólogos en la justicia y, de igual modo, poder alcanzar una mayor relación
Sociología-sociedad civil a través del alcance de logros y reanudación de derechos sociales
civiles
.

131
CAPITULO IV

EL ROL DEL SOCIÓLOGO COMO PERITO FORENSE: UNA PROPUESTA,


UNA PERSPECTIVA.

Páginas atrás anotamos como no ha de ser nueva la alternativa de un rol del sociólogo
como perito forense en algunos países de nuestro continente americano, sólo es el caso, en
que el día de hoy buscamos proponer la optativa que permita caracterizar el rol del
sociólogo forense colombiano dadas las nuevas realidades sociojurídicas del país, dada la
necesidad de su lente que permita evaluar y entrever la latencia de las violencias sociales y
cotidianas vividas en diferentes contextos y clases sociales de nuestro país.

Hacemos referencia no sólo a aquellas tareas propias y compartidas que ubicarían al


sociólogo en la pericia forense sino que se espera fundar la expectativa de un rol donde los
sociólogos comprometidos con la paz y el respeto por los derechos humanos conlleve una
vez más a exponer lo útil que podría llegar a ser la ciencia sociológica al servicio de la
sociedad, en donde la participación de los sociólogos se muestre pertinente en vías de una
justicia social, en vías del desarrollo de la administración de justicia en Colombia.

4.1 Trazando una Hipótesis: El Rol del Sociólogo Forense

Para comenzar apuntamos que de acuerdo a los datos hallados y las reflexiones enmarcadas
en la construcción del presente trabajo, se aviva la necesidad por establecer diferencias y
significados entre lo que podríamos denominar "sociología forense" y "sociólogo forense" en
particular.

En principio comprenderíamos a la sociología forense o a la sociología legal 89no como


una subdisciplina académica de la sociología sino como un área de aplicación de la
sociología general que a nivel epistemológico y metodológico yacería orientada a la
evaluación especializada de problemáticas sociales específicas dirigidas por la
institucionalidad jurídica. En otros términos, podríamos considerar a la sociología forense a
manera de una “jurisprudencia sociológica” pues en base a los estudios de la obra de Roscoe
Pound (1910, 1912,1942)90 es Mathieu Deflem (2006) quién señala que la jurisprudencia

89 En nuestro trabajo de investigación el término “sociología legal” es sinónimo de “sociología forense” dado
que los hechos y problemáticas sociales a estudiar son de carácter legal.
90 Se hace referencia a la obra de Roscoe Pound: “Law in Books and Law in Action” (1910) “The Scope and

Purpose of Sociological Jurisprudence” (1912) “Social Control Through Law” (1942) en Deflem (2006)

132
sociológica más que un estado de desarrollo de las teorías del derecho, es el estudio
científico-social que toma en cuenta los hechos sociales sobre los cuales el derecho
interviene y con los cuales esta implicado.

En estos términos, resaltamos que el factible rol del sociólogo forense no seria muy similar
a los roles que podría desempeñar un científico social como sociólogo jurídico, judicial y/o
criminal. Si bien podríamos dilucidar que todos hacen referencia a la relación de las
posibles tareas del sociólogo en la perspectiva del derecho y los estudios sobre delincuencia
y asuntos legales, debemos en primer lugar resaltar que la diferencia crucial surge al
momento de haber encontrado una acepción de lo que en nuestro idioma significa el
término “forense” como aquel que participa en el foro enseñando y demostrando
públicamente los resultados prácticos que se pueden lograr desde la formación disciplinar y
experiencia profesional a la valoración de conflictos y problemáticas judiciales. Es así, que
antes de nuestra exposición, consideramos relevante caracterizar los factores que diferirían
los optativos roles del sociólogo.

En primer lugar entenderíamos que un sociólogo jurídico es aquel que teniendo un rol en la
institucionalidad jurídica se encargaría de tareas como la asesoria especializada en
sociología, capacitador, mediador en conflictos sociales, investigador en temas de carácter
sociojurídico. Por otra parte, el sociólogo judicial o criminal91 es aquel que también,
vinculado con las entidades judiciales participa de la investigación criminal compartiendo y
aplicando sus conocimientos en sociología.

Finalmente el sociólogo forense seria aquel que sin la necesidad de estar vinculado a la
institucionalidad oficial y sin la necesidad de ser participe (in extenso) de la investigación
criminal se encargaría de emitir conceptos o diagnósticos en problemáticas sociales de
orden legal; resaltando a su vez, que un sociólogo criminal o jurídico también podría llegar
a ejercer el rol forense en determinado momento, y según el llamado que las autoridades
competentes le hagan.

Los anteriores roles que podrían presentársele al sociólogo requiere unos requisitos previos
respecto a su formación académica y profesional, donde se fija como necesario que al ser la
sociología una ciencia tan amplia, es recurrente que el sociólogo tenga mayor énfasis (dado
sus estudios o su trayectoria) en la aplicación de sociologías especiales como lo podría ser la

91Al igual que la terminología utilizada para describir el rol del psicólogo, ambas categorías la utilizamos
como sinónimos.

133
sociología de la familia, de la educación, de la desviación, del conflicto, del género, de la
cultura, del trabajo etc (…)

Es interesante sumar a lo anterior como la propuesta de Robert K Merton (1965) lleva a la


conclusión en que si bien un sociólogo puede formarse en sociología general, es viable que
este perfile sus conocimientos en la sociología especial, resaltando que al ser un experto en
determinada subdisciplina de la sociología, no quiere decir que no sean validos sus
conocimientos en sociología general, solo es el caso, que al tener mayores conocimientos y
entrenamiento en temas específicos de interés profesional podría desempeñarse mejor en la
problemática a tratar.

Para que los sociólogos puedan enfocarse en las sociologías especiales ha sido necesario
tener presente los planteamientos de Robert K Merton (1965) quien señala que el progreso
de la ciencia social está enfocado en la producción de teorías intermedias, nuestro autor
dice: “creo que nuestra principal tarea hoy es formular teorías especiales aplicables a
campos limitados de datos – teorías por ejemplo, de dinámicas de clase, de presión, de
grupos antagónicos, o de la corriente de poder y el ejercicio de la influencia interpersonal
(…)” (Merton;19:1965) Es finalmente un trabajo que requiere continuidad en la investigación
aplicada y la importancia de crear nuevos conocimientos teórico-metodológicos.

En síntesis, el sociólogo legal es aquel profesional que titulado formalmente en sociología


tendría la disposición de aplicar los conocimientos teóricos, metodológicos y técnicos de la
sociología a la explicación y diagnóstico de problemáticas sociales de carácter judicial y
criminales concretos, problemáticas en las que (el sociólogo) se sienta dispuesto de asumir
dado su experiencia y conocimientos previos, donde a diferencia de los antropólogos,
psiquiatras y psicólogos forenses, orientaría su unidad de análisis no al actor en su mera
individualidad, biología, emocional y cognitiva sino que comprendería al actor como actor
social dada la realidad de sus relaciones sociales históricas y cotidianas actuales, en sus
prácticas sociales y culturales, en sus relaciones con las instituciones sociales, familiares,
religiosas, educativas, laborales, comunitarias, con el Estado.

El sociólogo forense se ocuparía entonces del comportamiento social de aquellos actores


que han tenido la experiencia de vivir un fenómeno de intensa violencia, criminalidad o
acciones ilegales, en donde su relación con el contexto legal permitirá contribuir a la
dignidad, integridad, buen nombre y demás derechos civiles de actores evaluados bien
potenciales víctimas o victimarios.

134
Teniendo en cuenta los anteriores términos nos prestamos ahora a trazar a manera de
“know how” y “know do” las tareas propias que podría desempeñar el sociólogo que sin ser
necesariamente funcionario de la institucionalidad oficial estaría atento a la posibilidad
de asumir el rol como forense.

Es así, que una vez que le haya sido conocido el caso legal por parte del fiscal o defensor al
sociólogo, este debe encontrarse muy seguro de que el asunto que se le esta exponiendo
está al alcance de sus conocimientos, donde la problemática a tratar. Es decir, el caso a
estudiar sea de carácter social como cultural y el cual implique la necesidad de una
valoración sociológica.

Por la naturaleza de los casos que la Fiscalia o la Defensoria del Pueblo presentasen al
sociólogo dispuesto a asumir el rol como perito forense, cabria destacar que este
profesional se basaría especialmente en la metodología cualitativa de investigación, cuyas
técnicas y conceptualización a aplicar estarían científicamente sustentadas y cuyas
estrategias y paradigmas metodológicos solo cambiarían dependiendo de la especificidad o
particularidad del caso. Es de este modo, que una vez aceptado asumir el rol, el sociólogo
se dispondría a recopilar toda la información disponible.

Entre la información pertinente el sociólogo comenzaría por recopilar documentos como


expedientes judiciales, registros de centros educativos, religiosos, entidades de re-
socialización, evaluaciones psicosociales entre otra documentación que implique a la
persona a evaluar. Este primer paso debe realizarse a partir de la aplicación de la estrategia
de investigación documental donde en la revisión de fuentes escritas se relata la
observación como la entrevista a los mismos informes compilados.

Una vez recapitulada, leída y seleccionada la documentación necesaria, el sociólogo se


dispondría a comenzar el proceso de evaluación requerida a la persona investigada. En
estos términos, el dictamen sociológico consistiría en plantear como objetivo la
identificación y caracterización de las condiciones ambientales,
sociofamiliares, socioculturales y económicas en las cuales se encuentra
sumida la persona. Conocer su contexto e historia familiar y personal comprendida
como una historia social de vida que involucra a la persona en sus relaciones de grupo y
relaciones sociales en general, en este sentido, el perito sociólogo se ocuparía por
determinar el grado en que los factores exógenos y experiencias sociales de vida
han transformado la personalidad, el
comportamiento y concepciones del actor social, pues el entorno sociocultural y los

135
cambios sociales permiten comprender los aspectos que condicionan la vulnerabilidad de la
victima o explican la agresividad del victimario.

Para lograr el objetivo del diagnóstico el sociólogo hace conocer de la persona a evaluar
una carta de consentimiento informado92 en la que se detalle explícitamente que la
información que emita el diagnóstico final será conocido solo por los partícipes del proceso
judicial pero por fuera del foro este será validado como un documento legal confidencial.

Una vez aclaradas las políticas de la consulta, el sociólogo se dispondría a aplicar la


estrategia metodológica que piense sea adecuada bien el estudio cualitativo de caso,
etnometodología ó historia oral cuya orientación no solo es colectiva sino individual; así,
para el efecto de cualquiera de las anteriores estrategias, el sociólogo se basaría en la
aplicación de la entrevista a profundidad la cual permitiría conocer a la persona en todo su
contexto, de igual forma, en la medida de los posible el sociólogo acudiría a entrevistar a la
potencial victima o victimario, descubrir la estructura de sus relaciones sociales, también se
entrevistaría a familiares y allegados.

La entrevista en sociología forense se constituiría a partir de las siguientes pautas:

1. Datos personales:

o Aspectos demográficos del evaluado: edad, género, escolaridad, ocupación,


(aptitudes) lugar de nacimiento, lugar donde vive actualmente, estado civil,
religión que practica, grupos sociales o colectividades políticas, culturales o
religiosas a las que pertenece.

o Construcción de su historia social - personal: se construye la opinión que


tiene sobre si mismo, así como la opinión frente al como han sido sus relaciones
con la familia, institución educativa, ambiente de trabajo, vecindario, grupo/s
social/es, iglesia. En este paso, se adhiere su condición socioeconómica, así
como sus aptitudes, hobbies, uso del tiempo libre y acceso e influencia de los
medios de comunicación.

2. Datos familiares:

o Historia familiar: se resaltaría el papel de los padres o parientes en la


conformación familiar, las relaciones sociales al interior de la familia, se
destacarían las problemáticas más agudas que haya tenido la familia o algún

92 En la página de anexos presentamos una propuesta de “carta de consentimiento informado” para


diagnóstico forense en sociología.

136
miembro cercano de la familia a nivel social y judicial. En esta categoría
también se esperaría observar el estado socioeconómico de la familia y si en
relación a los hechos este se constituye en una variable sustancial.

o Concepción de familia: en opinión del evaluado y de los familiares


entrevistados se caracterizarían las costumbres, formas de pensar y actuar
de la persona, acciones sociales compartidas en familia.

o Constitución familiar: en esta categoría no sólo se resaltaría la morfología


familiar sino que en su opinión se destacarían aspectos relevantes de las
relaciones de la unidad familiar con otros familiares y el vecindario en
general.

o Movimientos estructurales de la familia: reacciones de la familia frente a


la problemática legal que vive el evaluado, denotar nivel de apoyo como de
cambios del orden social de la familia después de la ocurrencia de los
hechos.

3. Versión de los Hechos:

o Descripción del Hecho: Testimonio del evaluado frente a la experiencia


vivida, tipo de vinculo que tenia con su victima o victimario, desenlace de los
hechos.

o Ciclo de los Hechos: en este enlace se establece la frecuencia en que este


mismo evento ha ocurrido al evaluado, en el caso de las víctimas se determina
junto con los demás datos recopilados el nivel de vulnerabilidad o ejes
protectores que pueda tener la persona.

o Factores socioculturales: de acuerdo al relato de los hechos por parte del


evaluado se resaltan los aspectos de descripción social, cultural, geográfica y/
ambiental del lugar donde acaecieron los hechos a la vez que se analizarían en
relación con los antecedentes sociales, familiares y demás ejes constitutivos del
comportamiento social y personalidad del entrevistado.

Proceso de Inferencia:

Una vez obtenida toda la información necesaria el sociólogo se encargaría de elaborar el


diagnóstico, el cual seria funcionalmente proporcional al análisis que le concedería a toda la
documentación recopilada, es aquí entonces cuándo el sociólogo se dispondría a generar
una lectura cruzada y comparativa de los documentos obtenidos antes de la entrevista

137
frente a los datos arrojados durante la entrevista propiamente dicha, observaciones y demás
entrevistas o conversaciones realizadas.

En este proceso de análisis, el sociólogo se da a la labor de categorizar u operacionalizar


variables93 que lógicamente debe relacionar desde la pregunta inicial que le ha sido
presentada por la institucionalidad judicial con los datos arrojados en la documentación y
las entrevistas, concernidas al unísono con el referente teórico complementario de la
metodología aplicada, de esta manera el esquema conceptual podría devenir de la sociología
fenomenológica, el estructural-funcionalismo, constructivismo, interaccionísmo simbólico,
estructuralismo genético, el funcional-estructuralismo94, teoría de género, teorías criticas
etc…

En el que hacer de sus tareas forenses, el sociólogo tendría la facultad de diagnosticar el


daño social95 padecido por la/s victima/s, después de un hecho violento o de
problemáticas derivadas de la segregación racial o de genero, por estratificación social,
laboral, cultural por escasez de recursos, por errores médicos o mal formaciones del cuerpo
(…) El sociólogo también estaría en la capacidad de evaluar si el padre, la madre o
acudiente se encontrarían en la condición social y económica apta para ejercer la potestad
de su/s hijo(a)/s. El sociólogo también explicaría en que medida la concepción y el uso de
drogas se desenvuelven en un espacio sociocultural.

Por otro lado, el sociólogo podría evaluar el grado de (in)comprensión de lo sucedido por
parte del victimario, dictaminando en qué medida la fuerza de los condicionamientos
socioculturales manifiestos en imaginarios y/o representaciones sociales del actor social en

93 Según sea el criterio de la metodología, pues, si llegase a ser cuantitativa se recurriría a la operacionalización,
si es cualitativa se hace un ejercicio de categorización de conceptos.
94 En “Sistemas Sociales: Lineamientos para una Teoría General” Niklas Luhmann (1991) expresa la necesidad de

diferir de la perspectiva parsonssiana en el sentido de que las funciones están sobre las estructuras y no al
contrario.
95 El término de “daño social” lo entendemos en el sentido que le confiere el profesor Francisco A. Ortega al

“trauma social.” El autor comenta: “es precisamente esa atención a las lógicas estructurales (es decir, las
estructuras sociales) las que permite señalar que la violencia no se agota en actos directos, brutales aislados
llevados a cabo por diversos agentes sociales. Las sociedades también sufren de otro tipo de violencia,
endémica, independientes de las conductas individuales, prácticamente invisible, y cuyos efectos son
sistémicos y se siente más drásticamente en la vida diaria y los cuerpos de aquellos que están en condiciones
de mayor vulnerabilidad en la sociedad” (Ortega; 38:2008) de acuerdo a lo anterior, subrayamos que la
violencia suele reconfigurarse a través de una experiencia social vivida, donde la ocupación de los sociólogos
es estudiar la cotidianidad entendida como una unidad espacio-temporal donde nuestras relaciones sociales
logran concreción y por lo tanto se llenan de experiencia y sentido social. Teniendo en cuenta estos
elementos, comprendemos que el sociólogo no se ocuparía de la conducta individual sino del
comportamiento social del actor en cuestión. El autor enfatiza: “se hace necesario, por lo tanto, examinar el
fenómeno de la violencia desde la perspectiva de los sufrientes, los modos en que estos padecen la violencia,
negocian y obtienen reductos de dignidad (a veces de manera poco evidente) resisten y reconstruyen sus
relaciones cotidianas y sobrellevan la huella de la violencia de una manera que no siempre aparece perceptible
para quien proviene de afuera” (Ortega; 39:2008)

138
cuestión, interfirieron en la acometida del hecho. Estos como otros casos el sociólogo
podría llegar a intervenir.

De acuerdo a las anteriores tareas factibles de ser adheridas al rol del sociólogo forense
subrayamos los daños sociales y los niveles de influencia espacial (formación cultural en la personalidad y
mentalidad de determinado actor social). Ambas variables repercutirían en amplitud de contextos
penales que involucrarían no sólo a la victima sino al victimario.

Bajo la premisa de que toda experiencia traumática no solo deja daños psicológicos sino
daños sociales, comprendemos que estos últimos al igual que otros interesarían al sociólogo
forense, el cual establecería que toda situación de violencia es acaecida en un entramado
relacional bien histórico (cuando la ilicitud cometida ha sido vivida antes por la victima) o
ahistórico (cuando se es victima de un abuso por primera vez) son escenarios de violencia
que se caracterizarían, además, por ser posibles constructos sociales de trauma social,
estigma, acoso moral, exclusión social, deshonra, discriminación. El daño social puede
producirse además por la perdida de un bien material, físico o biológico, o perdida de un
bien inmaterial, su dignidad.

Un entramado de perjuicios sociales que producen en las víctimas secuelas en su


personalidad devaluando su integridad, su dignidad, y su moral, su status, síntomas que
conllevarían a un cambio social de vida de la victima siendo manifiestos en la
transformación de sus relaciones sociales y el orden social de su familia, su normal
convivencia, el daño social suma entonces una serie de aspectos que en el diagnóstico
sociológico dejaría entrever el grado de vulnerabilidad a la que estaría expuesta la persona
en su vida social post-crimen.

Por otra parte, tenemos que la Constitución Política de Colombia, al igual que numerosos
hallazgos investigativos de carácter sociológico y antropológico realizados en el territorio
nacional demuestran que Colombia se caracteriza por ser un país diverso, pluriétnico y
multicultural por ende, es de resaltar que cuando determinado actor social ha cometido un
delito, es posible que este se encuentre en la incapacidad de autodeterminarse de acuerdo
con la comprensión del hecho o ilicitud de la acción cometida, pues su proceso de
socialización ha sido ajeno al de la sociedad dominante en Colombia, o cuando ese proceso
de socialización ha sido más fuerte que el constituido socialmente, conllevando al autor del
crimen no ha tener un estado mental o de inteligencia inferior al promedio sino que estima
que su estado mental ha sido estructurado bajo otros condicionamientos socioculturales e
incluso socioespaciales donde su ideología, creencias y demás visiones del mundo han sido

139
estructurados reflejado en sus hábitos y comportamientos un aspecto diferente dado que el
actor social pueda pertenecer a una comunidad indígena, a una colectividad marginal,
grupos aislados como las subculturas y/o fuertemente influenciado por las sectas religiosas,
o en otros casos cuando el actor del delito sea proveniente de otro país, de otra sociedad y
otra cultura.

Como hemos visto en el tercer capitulo, el Código de Procedimiento Penal que rige
actualmente en Colombia define en su articulo 33 que el estado de inimputabilidad puede
presentarse por diversidad sociocultural o estados similares, donde la inimputabilidad es
una calificación de índole subjetiva correspondiente al autor del delito el cual requiere una
valoración de carácter científico que determine el grado de afectación social en su
mentalidad, personalidad y comportamiento. Una vez logrado el diagnóstico son los jueces
y demás partícipes del proceso judicial quienes establecen la culpabilidad o no culpabilidad
del actor del crimen, es decir, su inimputabilidad o imputabilidad.

Es pues epistemológica y metodológicamente legitimo que el diagnóstico que determine el


estado o el grado de afectación sociocultural sea elaborado por un sociólogo forense o
dado el caso un antropólogo social forense, dos científicos sociales que se caracterizan por
sus extensos conocimientos en la diversidad de lógicas de pensamiento y prácticas
socioculturales existentes en Colombia y en otras sociedades.

Para nuestro caso, el sociólogo forense podría entonces estar habilitado desde su bagaje
conceptual y metodológico en la capacidad de emitir dictamen referente al nivel de
influencia que ha dejando las estructuras sociales en las estructuras mentales del autor del
delito, donde se debe anotar que la condición subjetiva por diversidad sociocultural o
estados similares no implica que el autor del delito sea automáticamente calificado como
inimputable, es el perito el que debe probar que las circunstancias estructurales
incapacitaron o no al actor en la ejecución del hecho.

Las anteriores particularidades que conllevarían a la construcción hipotética del rol del
sociólogo como perito forense estimaría que sus funciones y específicamente la elaboración
del dictamen no estaría comprendida en forma de investigación propiamente dicha, sino
que seria una valoración complementaria de la investigación criminal llevada a cabo por los
policías judiciales y demás investigadores pertenecientes a la unidad investigativa
competente la cual haya asumido el caso; así, en este orden de ideas y tendiendo en cuenta
afirmaciones anteriores, los investigadores judiciales también podrían ser llamados a asumir

140
el rol como peritos, en este caso perfilamos de igual modo el rol que ejercería un sociólogo
forense que estuviese vinculado directamente con la institucionalidad oficial investigativa:

Es preciso resaltar que la posible designación de sociólogos forenses vinculados


directamente en instituciones como el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la
Fiscalia, con el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), con la Dirección de
Policía Judicial (DIJIN) con la Defensoria del Pueblo o con la Policía Nacional entre
otras… no necesariamente debería encaminarse a la investigación y pericia forense, sus
tareas en estos casos como sociólogos judiciales podrían distinguirse por funciones como el
asesoramiento y dirección de programas sobre políticas de prevención del delito,
capacitación a funcionarios, policías e investigadores en el área de sociología general y/o
especial, o en otros casos en el rol de sociólogos jurídicos en la mediación de conflictos
llevados a cabo por la alternativa de justicia restaurativa y asesoramiento a jueces y fiscales
frente a problemáticas legales de orden familiar, social y/o político etc. Sin embargo,
cuando el sociólogo llegue a formar parte del equipo de investigación criminal, podría
asumir el rol como sociólogo criminal si no es llamado a los tribunales a participar como
perito pero si es llamado a sustentar su concepto y aporte en el proceso de investigación
yace la optativa en que de sociólogo criminal podría pasar a ser denominado sociólogo forense,
sin embargo, ambos se caracterizarían por funciones similares dado el rol fundado en la
investigación.

Como podríamos apreciar, independientemente de su rol en la esfera jurídico-penal, el


sociólogo podría estar expuesto a la solicitud de diversas funciones designadas en algún
momento por una de estas entidades, por el lado de la inclusión en la investigación criminal
el científico social podría llegar a ser un soporte clave en la reconstrucción de perfiles de
víctimas una vez hallados en la escena del crimen o en el lugar de enterramiento, si bien
esta tarea es similar a la realizada por los antropólogos forenses en la investigación
preliminar o ante- mortem o por los psicólogos en la autopsia psicológica, los sociólogos también
podrían proporcionar una valiosa ayuda a través del levantamiento del perfil sociocultural
de la/s victima/s dado que su saber y técnica en la recopilación de documentación primaria
y/o secundaria en trabajo de campo permitiría orientar la indagación judicial en la
explicación del contexto social, geográfico y cultural del área en que fueron hallados los
restos humanos o el cadáver, trabajo que requeriría una aguda observación y juiciosa
aplicación metodológica en la selección de información a través de entrevistas hechas a
familiares, allegados y testigos así como la aplicación de diversas técnicas dependiendo de
la
exigencia del caso y experticia del investigador.

141
En esta labor humanitaria el sociólogo también podría llegar a formar parte del equipo de
acompañamiento psicosocial a víctimas sobrevivientes o familiares de las víctimas
fenecidas, en donde no solo entra a jugar su alta responsabilidad y cuidados éticos sino su
capacidad de explicar y tratar estos acontecimientos de violencia en que asumiría el ejercicio
de hacer comprender el lapso de estas experiencias como espacios de ruptura y
trasformaciones de vida, su capacidad de enseñar el modo en que los seres humanos como
seres sociales estamos continuamente expuestos a factores de cambio y al devenir de
nuevas realidades sociales, en donde la tarea profesional conllevaría a fortalecer lazos de
cohesión social en la medida que el sociólogo puede estar preparado para ilustrar individual
o colectivamente el modo en como diseñar políticas de vida a futuro orientados en la
disposición de encontrar salidas alternas a las problemáticas que como las vividas en
situaciones de violencia afectan la superación del duelo, la superación del trauma social, la
convivencia, las costumbres de una comunidad, el bienestar social, la tranquilidad.

A pesar de la disposición que puede llegar a tener un sociólogo en el acompañamiento


psicosocial y en las orientaciones que puede otorgar para la planificación y estructuración
social de la vida, es recomendable que como científico social se abstenga de inferir en la
libre decisión y voluntad de las personas que acompaña, el sociólogo no enseña que es lo
que se debe hacer sino que por respeto a la libre autodeterminación e identidad de cada
persona, el sociólogo solo explicaría y presentaría opciones. En esta labor humanitaria, se
debe recalcar que el sociólogo posiblemente no podría ser llamado a rendir informe como
perito (en el mismo caso en que se encuentra trabajando) dado que sus funciones han sido
de intervención, situación que no es viable al momento de asumir su rol como forense,
pero que es necesario tener en cuenta dado que se trata de un rol en expansión y relación
con la administración de justicia.

Subrayando que la investigación criminal no solo se caracteriza por identificar víctimas sino
potenciales victimarios; agregaríamos que, en estos casos, el sociólogo podría llegar a ser un
investigador clave para la reconstrucción de perfiles criminales, pero para esta labor el
sociólogo en primer lugar comenzaría por documentarse sobre las circunstancias de espacio
y tiempo de lo sucedido, lectura de casos semejantes, rescate de fuentes que relaten lo
sucedido, y demás elementos que le conduzcan a la elaboración de hipótesis.

Es necesario tener en cuenta que un perfil no consiste únicamente en reconstruir la


mentalidad y la psicología del victimario sino de su modo o estilos sociales de vida,
subrayando qué - como seres sociales, no solo llegamos a desempeñar un único papel en
sociedad sino que nuestras presentaciones en la vida cotidiana tienden a ser
diversificadas

142
dependiendo de los escenarios en que participemos como del numero de status y roles que
socialmente adquirimos y ejercemos, cuya realidad es demostrable en espacio y tiempo; de
esta manera, el sociólogo puede develar las potenciales estructuras de las relaciones sociales
entre victimario y víctimas, descubrir el modo de interacción y grado de conformidad con
los factores como pautas, valores, hábitos y creencias del medio social del cual
posiblemente pertenezca el victimario y sus víctimas como el ambiente social en el que se
haya cometido el crimen, son elementos que una vez descubiertos posibilitarían encuadrar
los alcances que tendría el victimario en tanto la definición del grado de peligrosidad social
que representaría este.

Por otro lado el sociólogo podría tener una significativa labor orientada al análisis de las
estructuras y funciones de organizaciones delictivas o prestar colaboración especializada en
la desarticulación de pequeñas bandas o pandillas hasta grandes y complejos grupos del
crimen organizado puesto al margen de la ley.

Para esta específica tarea el sociólogo criminal o forense podría abordar la metodología
sociométrica la cual se distingue por permitir descubrir y medir las relaciones sociales entre
los sujetos que forman un grupo, permitiendo explicar los niveles de influencia, preferencia
y liderazgo de los miembros, dejando entrever los lazos de solidaridad intragrupal, los
subgrupos que yacen alternos como la pirámide de autoridad, jerarquía y la reglamentación
social construida.

Para estos casos, el sociólogo criminal acudiría a estrategias de entrevista con integrantes ya
capturados o entregados a las autoridades, se les aplicaría el test sociométrico en cuyo
formato estaría enfocado con referencia al grupo al que pertenecen.

De acuerdo a lo anterior, el sociólogo que ejerce un rol en la investigación criminal puede


llegar a ser un valioso colaborador orientado en el proceso que convoca a la reconstrucción
de identidades bien de víctimas, victimarios o desaparecidos como podrían llegar a ser los
casos de los NN´s vivos96 en quienes el Estado y la sociedad deberían procurar la
recuperación de sus identidades a través de la contratación de sociólogos que se apresten a
la re-construcción de la memoria de estos actores, a partir de la ardua tarea que consistiría
el restablecimiento de la red social del cual fueron partícipes, además el sociólogo también

96 Se hace referencia a aquellas personas que por diferentes motivos en diferentes circunstancias han perdido
la memoria y resultan en los hospitales o CAIs de policía. Normalmente este tipo de personas son ansíanos,
enfermos o niños quienes son abandonados por sus familias o se pierden del lado de sus familias viéndose en
situación de desaparecidos.

143
puede llegar a dar cuenta sobre el por que de la situación de los NN´S vivos como de la
carga estatal que representan.

Finalmente cuando el sociólogo ha sido convocado a ejercer su rol como perito forense o
cuando el sociólogo vinculado con la institucionalidad judicial ha sido solicitado a sustentar
informe, el sociólogo se orientaría a la elaboración del diagnóstico sociológico forense, el
cual se trataría de un documento standard esquematizado por las siguientes pautas:

1) Instituciónquerespalda alperitosociólogo/a: (esta institución puede ser judicial,


educativa, instituto de investigación oficial o privada etc)

2) Fechayciudad

3) Asunto: en el cual se señala el objetivo o pregunta a analizar.

4) Solicitante: Es la autoridad judicial que requiere que sea resuelto el asunto expuesto al
perito, el solicitante podría ser el fiscal, el defensor, o en determinado caso un juez.

5) Sociólogo/a: nombre del sociólogo o socióloga que haya asumido el rol pericial.

6) Referenciadelcaso: este es el código que individualiza el caso en el proceso judicial.

7) Técnicautilizada: son las estrategias utilizadas para realizar el diagnóstico.

8) Teoríasutilizadas: es el esquema epistemológico por el cual se sustentan y se cruzan las


variables derivadas del caso

9) Identificación: son las características demográficas, sociales y culturales del evaluado.

10) Resumen de los hechos: acá se toma la versión expuesta por los investigadores
judiciales.

11) Versiónquedescribeelevaluadoacercadeloshechos.

12) Versióndesuvictimarioovictimaenrelaciónaloshechos

13) Historia sociofamiliar: se resaltan las características históricas a nivel personal, social y
familiar del entrevistado, se señala la constitución familiar de la que procede y en la
que vive actualmente, se derivan los factores ambientales, socioculturales y
económicos así como sus concepciones y relaciones sociales.

14) (Optativa) Historia del comportamiento: informes de centros de re-socialización,


penitenciarios, informes psicosociales de centros educativos o laborales, informes
psiquiátricos (si los hubiere) etc...

15) Análisissociológico: proceso de inferencia.

144
16) Conclusiones

17) (optativa)Recomendaciones:

18) Firmaysello: del sociólogo/a que asumió el caso

Finalmente se debe subrayar que el sociólogo como forense también podría llegar a ser
participe de contextos más amplios dados en la posibilidad de proponer políticas públicas
a través de programas sobre la no violencia bien sea el caso de un sociólogo contratado
por la institucionalidad judicial o en el caso de sociólogos particulares. De igual modo,
el sociólogo pondría orientarse en la investigación de carácter macrosociológico en
la construcción de variables, índices e interpretación de estadísticas de violencia
y delincuencia a nivel de poblaciones específicas o a nivel nacional. Es determinante
agregar que en el caso de los sociólogos particulares, es decir, de aquellos que son
exteriores a la institución oficial también podrían llegar a ser solicitados a asumir el rol
como testigos expertos97 o en términos más precisos cuando de él no se espera
propiamente un peritazgo pero sì un concepto acerca de alguna aclaración o concreción
en la pregunta que el juez o alguna de las partes le cuestione, en el sentido de lograr
mayor seguridad frente a una problemática legal, propiamente de carácter social en la que
sea necesaria la observación del experto.

4.2 Proposiciones Éticas que Viran en Forma de Dispositivos de Unidad Sistémica


para la Complementación de un Potencial Rol del Sociólogo en la Administración
de Justicia.

La teoría de sistemas aportada por Talcott Parsons (1974) nos lleva a comprender que para
que exista una secuencia lógica que sustente la propuesta de un rol social, específicamente
un rol ocupacional del sociólogo como perito forense, es necesario que se observe el grado
de intercomunicación entre cada una de las variables que componen la unidad sistémica
(rol). En nuestro caso podemos ver la continua perfilación de toda una serie de funciones
(del rol del sociólogo) derivadas a partir de la existencia de un llamado social en relación al
orden legal que a su vez se presenta como eje motivacional y que por ende a simple
observación permite aceptar la posibilidad institucionalizada de un rol del sociólogo como
perito forense en el tiempo. No obstante, parece no ser suficiente al momento de tener
presente que se requiere aún más un cuadro valorativo propósitivo que más allá de los

97Comprendido en el idioma español cuya diferencia radica en que su rol no tiene igual numero de funciones
que si tiene el perito forense; al contrario, en el idioma inglés el termino “expert witnesses” sirve tanto para
connotar a un forense como a un testigo que es exterior a la pericia propiamente dicha, pues ambos tienen en
común que son expertos..

145
elementos proporcionados por las variables pautas, nos permita entretejer tanto el
intercambio entre las variables como un equilibrio o nivelación de integración de la unidad
status-rol en el sistema social concreto dado específicamente en el subsistema jurídico.

Para Parsons “Uno de los principales problemas de la integración de un sistema de acción lo representa la
coordinación de sus unidades constitutivas” (Parsons; 14:1974) En estos términos nuestro autor deja
entrever que para que sea posible la constitución y permanencia de todo sistema social es
necesario un eje de intercambio (coordinación) entre subsistemas que integren al actor en
cuestión con el entramado social concreto en el que pone en juego su accionar. Es por ello
que se requiere en primer lugar el reconocimiento de un sistema de la personalidad y un
sistema del organismo conductual (como factores energéticos e internos del actor quien se
toma como sociólogo) y la existencia de un sistema social y un sistema cultural (como
factores externos que se internalizan en el actor mediante la acción social) “sus
interacciones sociales, su profesión en la esfera jurídica”.

Nuestro autor señala que “las distinciones entre los cuatro subsistemas de acción son funcionales y las
establecemos de acuerdo con las cuatro funciones primarias que adscribimos a todos los sistemas de acción:
mantenimiento de patrones, integración, alcance de metas y adaptación” (Parsons; 14:1974) Estos son los
ejes constitutivos en los que hacemos referencia para que toda integración de un sistema
social sea posible. Es así, como la aplicación de estos patrones funcionales nos permitirá
observar en qué medida se podría venir estructurando el hipotético rol del sociólogo en la
pericia forense cómo sería y que haría falta.

De acuerdo con el registro anterior es necesario observar como el sociólogo forense podría
llegar a cumplir con cuatro funciones primarias de un sistema de acción social constitutivo
de todo rol, funciones en las que es de resaltar la adaptación (Adaptation) como
condicionamiento estructurado, que regla la acción social, es una situación en la que
deliberativamente el científico toma posición frente a hechos sociales de estudio, ejecución
de tareas que responden al grado de conformidad de sus cargos como de la disciplina que
representa. Es de subrayar las fuentes que proveen al sociólogo y su entorno dada la
complementariedad de necesidades. Por un lado, el sociólogo puede participar en el
subsistema ocupacional (como perito forense) donde dispone de un entramado de
conocimientos teóricos y prácticos especializados frente a un cúmulo de problemáticas que
lo solicitan. Desde otro enfoque, el entorno mismo (subsistema jurídico) puede llegar a
responder a la serie de necesidades compartidas entre el actor y el sistema, mayor
conocimiento en beneficio de la ciencia y la justicia y unas necesidades de carácter
profesional y otras de carácter específicamente económico supeditadas a nivel personal.

146
El alcance de metas (Goal Attainment) es necesariamente compartido por los actores del
sistema social. Por un lado tenemos a la sociedad cuyas violencias y problemáticas legales
son llevadas al subsistema jurídico (lo que en términos de Niklas Luhmann
denominaríamos como sistema opcional para la reducción de la complejidad). Es así
entonces que en la conformación de un subsistema jurídico se establecen metas orientadas
a la actuación y cumplimiento de la justicia en beneficio de la convivencia, el re-
establecimiento de derechos de víctimas y victimarios. Por otro lado, tenemos la
participación de un actor social como el científico forense cuya actuación se presta al
alcance de metas provenientes de las necesidades por re-establecer el status de su profesión
a través de la producción y reproducción de intereses académicos a nivel de la ciencia que
representa e intereses económicos. Esto es, en que el sociólogo tenga la capacidad de
ofrecer y compartir no solamente su capacidad de análisis que le proporciona el uso
adecuado de su aplicabilidad técnico-científica sino de llegar a ser creativo y brindar soporte
para el esclarecimiento de hechos complejos de carácter legal como asuntos delictivos, en
acciones que siempre estén orientadas a la restauración y promoción de los derechos de la
víctimas.

La integración (Integration) hace parte constitutiva de la relación del actor con el sistema o
subsistema social donde espera actuar. En estos términos tenemos que el subsistema
jurídico establece unos patrones de orientación que deben ser asumidos por todos los
especialistas que tienen la opción de asumir el rol como peritos forenses. Son un eje
normativo que permite esperar, en el ejercicio del rol de los forenses, aspectos supeditados
a reglamentos legales, valores y funciones propias de cada profesional. En resumen, la
integración debe ser proporcional, el subsistema otorga orientaciones a quienes allí
participan y si quienes son partícipes deliberan respondiendo satisfactoriamente a estas
normatividades entonces es posible un mínimo de integración dada la motivación que
conlleva la superación de las necesidades que en parte y parte son constantes. Sin embargo,
es valido pensar en la integración que debe haber al interior de la colectividad de sociólogos
al momento de la actuación, es decir, al momento de asumir el rol como peritos forenses,
elemento que dada la ausencia ocupacional del sociólogo en la esfera jurídica, es faltante su
configuración propia y colectivamente normativa.

En términos conexos, tenemos que para que se fortalezca la constitución interrelacional en


todo subsistema ocupacional, como el generado en el subsistema jurídico, es necesario que
el sociólogo como los demás partícipes del subsistema se adscriban a las orientaciones
normativas propias del sistema como en la normatividad propia de su colectivo profesional

147
el cual se debe estructurar en la medida que promueva el mantenimiento de patrones
(Latency) y en que las acciones sociales de su promoción enlacen la integración y alcance de
metas que solo son posibles por compromiso mutuo y por un continuo intercambio
comunicativo dado por cada una de las partes del subsistema en el que se participa, pues
son subsistemas que por estar conformados por realidades concretas requieren una alta
densidad en sus estructuras y funciones.

“Los valores tienen supremacía en el funcionamiento de conservación de patrones de los sistemas sociales” (Parsons;
1974:16)

Desde esta perspectiva, es de considerar que para que sea posible la construcción de una
unidad status-rol como principio interactivo de todo sistema y subsistema social-ocupacional
no solo es necesario la existencia de una serie de necesidades y un entorno que facilite su
complexión y desencadenamiento, o una suma de tareas y funciones propias y compartidas
que se podrían ejercer otorgando respuestas o una serie de elementos constitutivos
motivacionalmente compartidos que permitan la estructuración de una expectativa de rol
profesional sino que es relevante tener en cuenta la consonancia de una reglamentación
valorativa como eje propio del rol profesional que a su vez sea complementario con la
reglamentación y normatividad legal que el entorno exige a quién se presente y quiera
participar en el rol esperado.

Las normas sociales tienen la función de integrar, resultando especìficas de ciertas


funciones y ciertas situaciones sociales, que como en el caso de los subsistemas
ocupacionales, requieren que quienes se presten a un desempeño específico, su acción
social no solo recaiga en las orientaciones normativas o reglamentarias del entorno sino que
estas sean correspondidas con el compromiso previo que el profesional tenga con un
código de ética que caracterice el compromiso hacia las tareas técnico-científicas de su
disciplina.

Páginas atrás observamos como debido a una serie de aspectos circunstanciales se abrió la
posibilidad de fijarnos a la tarea de postular las funciones de un optativo rol del sociólogo
en la pericia forense. Ahora, y en valor a esas funciones, nos sumamos a comprender lo
significativo que seria la integración a la hora de ser partícipes de un subsistema
ocupacional concreto, por ende, ésta sumatoria nos lleva a complementar tal propuesta con
la construcción de un código de ética profesional propia de la labor humanitaria del sociólogo
forense, la postulación de un cuadro axiológico que siendo estructural tenga la función de
llevar al sociólogo a vivir una experiencia moral en relación a su propio ser y desde su ser
a
la vivencia moral del colectivo de sociólogos profesionales como miembro y en el que

148
surjan otros científicos que le apuesten a la valiosa labor de auxiliar a la justicia, a la
sociedad en general.

Un código de ética para tareas específicas que se presenta no como imposición sino como
proposición comunicativa para un futuro consenso del colectivo de sociólogos donde, a su
vez se presentan como elementos de reflexión que contribuyan al fortalecimiento de la
solidaridad intraprofesional y a la integración extra-profesional con subsistemas
ocupacionales concretos como el subsistema jurídico.

Un cuadro ético específico en el que se espera postular, a través de normas concretas, la


regulación del comportamiento no del sociólogo como persona, sino del sociólogo en su
actividad profesional forense en la hora de enfrentarse con realidades sociales extremas, en
la hora que se exige derrotar la dura contingencia de los tiempos contemporáneos.

Propuesta del Código Ético


Del Sociólogo como Perito Forense

a) El sociólogo es el científico que estudia el comportamiento social humano en sus


relaciones sociales cotidianas e históricas, en su cultura, en sus grupos y sociedades.

b) El sociólogo adquiere el rol de perito forense una vez corresponda a los servicios
requeridos por la institucionalidad jurídica que le ha contratado.

c) El sociólogo garantizará su idoneidad en base a un comportamiento ejemplar como


ciudadano, su titulo profesional y a una meritoria hoja de vida laboral.

d) La labor del sociólogo se enmarca en asesorar al fiscal, al juez o defensor en


problemáticas sociales especiales que contrarresten factores socioculturales del
comportamiento humano y cuyo concepto requiera fuera del contexto meramente
jurídico la mirada de la ciencia sociológica aplicada en donde una vez aceptado el
rol de perito al sociólogo también se le conocerá como sociólogo forense.

e) El sociólogo que asume el rol como perito forense trabaja a favor de los derechos
humanos y el respeto por la dignidad humana de los actores sociales que serán
sujetos de su estudio.

f) El sociólogo que llega a tener participación en determinado proceso judicial en


calidad de perito forense no podrá tener interés en el resultado del proceso y
mucho menos vínculos con quienes son protagonistas del mismo.

149
g) El sociólogo limitará su trabajo al ejercicio científico y durante su examen respetará
la libre decisión de la persona que va a evaluar presentándole una carta de
consentimiento informado en términos claros y concretos.

h) Durante la valoración forense el sociólogo se abstendrá de aconsejar e influir en el


libre pensamiento, decisión y voluntad de la/s persona/s que entreviste.

i) El diagnóstico del sociólogo forense se caracterizará por su pertinencia sociológica,


por ser un documento contundente, fundamentado científicamente y en el que se
alcanza a percibir un alto grado de imparcialidad.

j) Al sustentar oralmente el sociólogo forense estará dispuesto a exponer los


argumentos científicos de su valoración al público asistente al tribunal de justicia
respectivo.

k) En el tribunal el sociólogo estará dispuesto a responder al debido interrogatorio y


contra interrogatorio.

l) El sociólogo forense no contestará preguntas que sean ajenas a la peritación que ha


realizado.

m) El sociólogo forense sólo revelará a su cliente, al evaluado y a demás partícipes del


proceso los datos, fuentes, métodos, técnicas y postulados teóricos con los que ha
trabajado.

n) El sociólogo forense expondrá los resultados de su diagnóstico en documento


escrito únicamente a su cliente, al evaluado, su representante legal y al juez que lleva
el proceso.

o) El comportamiento del sociólogo forense estará basado en la veracidad del rigor


científico y en el significativo valor de la honestidad intelectual.

p) El sociólogo debe saber sobre el valor de la prudencia, pues lo dicho por él puede
llegar a tener gran influjo en la sociedad en la que participa. Por ende un
impertinente comentario puede conllevar a cuestionamientos de su honorabilidad y
credibilidad como científico.

q) El sociólogo forense se acogerá a la normatividad de la Constitución Política, a la


reglamentación de los códigos procesales del derecho que orienten la participación
de los peritos forenses en Colombia y a la reglamentación profesional de la
sociología que rija en el país.

150
r) El sociólogo actuará con Respeto y Prudencia ante los conceptos que emitan sus
colegas o profesionales de ciencias afines que sean peritos en otros casos.

s) El sociólogo forense reconoce que su diagnóstico pericial es de su propia autoría


intelectual y cuyo criterio es valido siempre y cuando haya aplicado con suma
honestidad los paradigmas metodológicos y teóricos de la sociología que considere
adecuados.

t) El sociólogo forense reconoce que su rol como perito es una labor humanitaria en
la que a favor de la administración de justicia se dispone a trabajar
interdisciplinariamente en el momento en que los juristas del proceso lo consideren
necesario.

u) El sociólogo forense se compromete a fortalecer la administración de justicia en


Colombia estimulando el principio de objetividad a la hora de asumir su rol como
perito forense.

4.3 Sobre un Caso hipotético Pericial en Sociología Forense:

A continuación se expondrá un caso que, siendo hipotético no se desvincula de la realidad


social que viven muchas familias en su privacidad. Sé trata de un caso de violencia
intrafamiliar en el que el objetivo de la pericia virará hacia el análisis sociológico de la vida
social y familiar de una mujer que ha denunciado a su esposo por violencia doméstica.

Es en esa perspectiva, como un caso que luego de ser denunciado en la institucionalidad


judicial requiere pruebas, una de ellas podrían llegar a ser las heridas físicas o secuelas
psicológicas. No obstante, para este caso en particular, se requiere constatar de que modo
el ambiente social-familiar de la denunciante la ha llevado a ser posible victima de la
violencia conyugal. En esta medida, al surgir el diagnóstico sociológico como elemento
probatorio podría llegar a tener gran influjo en el proceso judicial a favor o disfavor, bien
del presunto agresor o presunto agredido, decisión final que depende del desenvolvimiento
del rol de los juristas. Es así como para nuestro ejemplo, la defensa del presunto agresor
también podría llegar a solicitar en su momento una pericia, sea esta psiquiátrica,
psicológica o sociológica, donde se esperaría que el perito solicitado (al igual que el perito
invitado por parte de la fiscalia) sea un agente independiente del proceso y donde su
dictamen proporcione elementos de confianza e imparcialidad.

Es así como esforzándonos por no separarnos de la realidad se ha revisado una vez más las
fichas periciales que hicieron parte del proceso primario de recolección de datos de la

151
presente monografía y en las que en base a varios casos reales de violencia doméstica se ha
construido el presente ejemplo hipotético el cual se caracteriza por presentar lugares,
identidades, personas y nombres ficticios en base a un hecho no ficticio.

Como ya hemos indicado, el documento pericial es una de las funciones elementales del rol
del forense, por ende, esperamos proporcionar un modelo en el que se resalten las
observaciones que podría tener en cuenta el sociólogo una vez llegue asumir su rol como
perito forense. En el siguiente documento se podrán observar los diferentes ítems como las
escalas de variables, las teorías y técnicas aplicadas tentativamente al hecho estudiado; para
luego, corresponder a sustentar el por qué de este caso y no otro.

Colegiodesociólogos

Manizales junio 16 de 2009


ASUNTO: Evaluación de carácter sociológico acerca del comportamiento, vida social y
familiar de la señora Isabel Restrepo Garzón presunta victima de violencia intrafamiliar.
Solicitante: Dra. Alejandra Zuluaga Hincapié
Fiscal
Oficio No S 002-10
Sociólogo: Elkin Jiménez Bran
Técnicas utilizadas:
Revisión de documentación judicial.
Entrevista sociológica semiestructurada.
Estudio Cualitativo de Caso.
Teorías aplicadas:
Sociología de la familia, sociología de la cultura, sociología del derecho.
Identificación:
Nombre: Isabel Restrepo Garzón
Cedula de Ciudadanía CC: 24632565
Edad: 31 años Género:
femenino Escolaridad:
secundaria. Ocupación:
ama de casa
Estrato socioeconómico: 3 (tres)
Lugar de nacimiento: Salamina (Caldas)
Lugar donde vive actualmente: Panorama 3ra etapa - Villamaría (Caldas)
Estado civil: casada
Hijos: 1 (uno)

152
Religión que practica:
Católica.
Colectividades, grupos o asociaciones a las que pertenece actualmente: ninguna

Resumen de los hechos:

De acuerdo a la información judicial el día 30 de abril de 2009 se acerca a las instalaciones


de la Fiscalia en la ciudad de Manizales la señora Isabel Restrepo Garzón quién denuncia a
su esposo el señor Francisco Torres ex – agente de la policía por violencia intrafamiliar y
tentativa de homicidio. Señala en el reporte la señora Isabel que el día 7 del mismo mes su
esposo le apuntó con el arma en la cabeza en el intermedio de una discusión, resalta además
que no es primera vez que sucede recibir maltrato por parte de su esposo pues con
anterioridad la había golpeado y amenazado, pues, el motivo que indica la señora Isabel son
los celos de su esposo. Comenta la señora Isabel que anteriormente no lo había denunciado
por temor a que él se llevará a sus hijos.
Versión que describe la Señora Isabel Restrepo acerca de los hechos.

“Días antes a que sucederán los hechos estaba yendo a las reuniones del centro comunitario del barrio
invitada por una amiga, pues allí se llevaba a cabo una capacitación de empleo para hacer parte de una
microempresa, pues me gustaría emplearme para así poder generar mis propios ingresos y aunque Francisco
diga que no lo necesitamos yo digo que si es importante, además antes de casarme con él me gustaba
trabajar, ya nada es como antes, Francisco se ha vuelto una persona muy celosa, la idea de seguir yendo a
esas capacitaciones no le gustó porque decía que quién sabe de quién estaría yo detrás, la verdad me duele
que con casi 9 años de matrimonio desconfié de mi, por él fuera que yo mantuviera encerrada, también decía
que esos temas no eran de mi incumbencia y que yo no sabía hacer nada”.
“Yo me atreví y seguí asistiendo, además en esos días nos reuníamos tres veces a la semana después del
medio día, y podía ir porque me quedaba fácil podía recoger a mi hijo cuando saliera de la escuela en horas
de la tarde”.
“En esos días me empezó a discutir porque él insistía en que no iba a permitir que siguiera yendo a esas
reuniones, incluso me hizo la advertencia de no asistir el miércoles, yo fui, y en la noche me empezó alegar y
a tirar todas las cosas que había por delante y como yo nunca le había alzado la mano como para darle una
cachetada, no sé en que momento fue y sacó el arma y me apuntó en la cabeza, todo fue tan rápido, cuando
me apuntaba me decía que núnca, pero que núnca me atreviera alzarle la mano, me hizo arrodillar y pedir
perdón. Lo que más me duele es que todo lo hizo en presencia del niño y también me duele de cómo es que
me he aguantado tanto, pues no es primera vez que me agrede, esta vez si pienso que se pasó porque sacó el
arma, no sé porque tuvo que llegar a ese extremo”.
Versión que hace el señor Francisco Torres Sepúlveda en la entrevista.
“Siempre he querido a mi familia y no quiero que les pase nada, por eso hago lo posible para que no les
falte nada, pero lo que sucede es que Isabel es una persona que siempre trata de huirle a la responsabilidad
y por eso me ha tocado enseñarle, pero siempre dialogando, soy una persona que siempre me ha gustado
dialogar, como debe ser un padre de familia”.
“En esos días le había dicho lo problemático que era que ella asistiera a unas reuniones que para trabajar,
ella no lo necesita, además uno no sabe, hoy en día no se puede uno confiar, usted sabe que no faltan las
malas influencias y era lo que yo no quería, además ella es una mujer casada debe estar en la casa
atendiendo a su familia ese es el deber de ella, pero nunca ha entendido, prefería ir a esos sitios y descuidar
la familia, le advertí una vez más que no fuera el miércoles y si asistió, le discutí y como me pegó una
cachetada reconozco que me ofusqué, la verdad no sé que me pasó saqué el revolver pero no recuerdo si le
apunte, creo que no, yo no seria capaz de hacerle daño, por eso reaccioné y le pedí perdón, traté de decirle que

153
para que dos personas convivieran bien, no podía existir la idea de hacerle dar rabia al compañero porque
ahí venia la agresión física y por eso pasa lo que pasa.”
“Además no es cierto que yo le pegara antes, solo le llamaba la atención pero como nunca se le ha podido
decir nada entonces ahí esta, que surgen estos problemas que no convienen al matrimonio”.
Historia sociofamiliar de la señora Isabel Restrepo Garzón.

Su padre fue José Restrepo Monsalve quién falleció hace 6 años y su madre es Ana Garzón
Buitrago de 70 años de edad. Ambos padres se dedicaron por muchos años a la recolección
de café, ellos convivieron durante 40 años en matrimonio, la familia fue fiel practicante de
las creencias y cultos católicos, así como de las tradiciones del pueblo. La familia estuvo
compuesta por 5 hijos entre los cuales Isabel fue la menor, en la actualidad Isabel tiene una
relación distante con sus hermanos excepto con Camilo Restrepo quien vive en Manizales y
quien actualmente alberga en su casa a su madre. Isabel comenta que tiene una muy buena
relación con su hermano Camilo y su familia, de igual modo tiene buena relación con su
madre, dice que hay una fluida comunicación, los demás hermanos viven en municipios de
Antioquia.

La infancia de Isabel trascurrió en el municipio de Salamina Caldas, a la edad de 6 años


empezó a asistir a la escuela “me iba muy bien porque me gustaba estudiar, aprendía con facilidad y
me gustaba jugar con mis compañeritos, terminé la escuela e inicié el bachillerato, a pesar que era más duro
estudiaba con más ganas, nunca tuve mala conducta porque cada vez veía el esfuerzo de mis padres por
apoyarme a pesar de que a medida que terminaba el colegio las condiciones económicas en mi familia
empezaron a complicarse ya mis hermanos se empezaron a ir de la casa y mi papá comenzaba a
enfermarse.”
Durante la infancia y la adolescencia Isabel relata que en su casa vivió algunas situaciones
de violencia, pues su padre después de embriagarse le pegaba a su madre, y se enfrentaba
con los hermanos mayores, recuerda que luego de la pendencia su padre amenazaba con
suicidarse si la señora Ana lo dejaba. “Solo con el pasar del tiempo mi papá fue cambiando, creo yo
por la situación y al verse enfermo ya no era tan agresivo”.
Terminó el colegio a la edad de 17 años y empezó a trabajar en un supermercado, durante
un tiempo colaboró en la iglesia, también trabajó como vendedora en un almacén del
pueblo, ya a la edad de 22 años conoció a Francisco quien por ese entonces trabajaba en el
CAI de policía: “Cuando conocí a Francisco todo era color de rosa, era muy amable y demasiado atento
decía que por fin había conocido a alguien que lo iba a querer de verdad, luego de unos meses nos
ennoviamos y luego en corto tiempo me propuso matrimonio, creo que ese fue el error haberme casado tan
rápido sin haberlo conocido mejor, pero bueno, una vez nos casamos solicitó traslado a la ciudad de
Manizales porque él es de aquí, se hizo a una casa en Villamaría y ahí es donde vivimos, al poco tiempo
tuvimos a Juan Pablo que va para 9 años, él esta estudiando está en grado cuarto de escuela”.
Referente a la relación que tiene Isabel con la familia de su esposo comenta que es muy
distante, pues desde un principio no tuvo una constante comunicación con sus suegros, ni
con sus cuñados “al principio la familia de mi esposo no estuvo muy de acuerdo con este matrimonio, de
todos modos hoy en día, no tenemos una relación muy cercana”.
“Los primeros años de casados todo iba bien, pero desde hace por ahí 3 o 4 años todo empezó a cambiar él
no quería que yo trabajara, de hecho desde que nos casamos no le ha gustado la idea, yo quería seguir

154
estudiando pero mucho menos, no me apoyaba, me sacaba las cosas en cara, me comenzó a celar con todo
mundo, me empezó a quitar poco a poco las viejas amistades que tenia, cuando iba al pueblo porque en ese
entonces mi mamá aún vivía allá.”
“En el barrio donde vivimos le disgusta que hable con los vecinos dice que los vecinos no se trata nada más
que viejas chismosas que como en toda parte, a veces decía que si era que yo estaba detrás de alguien. Yo
siempre le decía que no, que como se le ocurría pero siempre me alegaba y me pegaba aún sabiendo que
nunca le he sido infiel. El día que a él le dispararon en la pierna pensé que ya iba a ser diferente, que iba a
ser una experiencia en la que Dios le iba a cambiar la actitud, que iba a dejar de ser tan agresivo, como no
quedo muy bien, le dieron la oportunidad de retirarse del servicio quedando pensionado, ahora cuando se
recuperó mantenía más que antes en la casa, a veces salía y no decía pá donde, pese a eso, seguía
maltratándome por nada, me pellizcaba, me mordía y me dejaba morados en diferentes partes del cuerpo por
los golpes, un día me lanzó por las escaleras y me fracturé un brazo, decía que si algún día se me ocurría
denunciarlo no me iban a creer que porque era mi palabra contra la suya además que me podía quitar los
niños, por eso no lo hacia, me daba miedo”.
“Siempre me pegaba porque algunas veces no le hacia caso, una de ellas fue haber asistido a las reuniones
que le comento, pero con la humillación que me dio en delante de mi hijo, no sé de donde saqué fuerzas y
vine a denunciarlo, eso no es vida, lo que nunca hice fue decirle toda la verdad a mi familia y no haber
venido antes a denunciarlo, era más el temor, aunque no sé que pasará ahora”.
De los pocos allegados que tiene la señora Isabel se logró entrevistar a sus vecinos a la
señora Martha Gonzáles y don Julio Márquez quienes la conocen desde hace 5 años, doña
Martha indica que desde que la conoce, la señora Isabel ha sido una mujer muy callada y
muy amable “pero en ocasiones cuando la llamaba o cuando llegaba su marido se asustaba, su esposo ha
sido un señor no muy sociable, bastante rígido”. Añade don Julio: “a veces le veíamos a Isabel moretones
en los brazos pero nunca le preguntamos, porque en esos asuntos uno no debe meterse, creemos que
últimamente tienen como muchos problemas.”
Se entrevistó a otra vecina a la señora Rubi Castañeda y respecto a la señora Isabel resaltó
lo siguiente: “hace dos años conozco a Isabel, ellas es una mujer muy respetable con mucho carisma y con
muchas ganas por aprender cosas nuevas pero lo que presume una es que el marido la tiene atada, no le deja
que salga ni que tenga amistades, yo le he aconsejado que lo mejor es que le dé a entender que ella es una
mujer adulta y que pude tomar sus propias dediciones, yo la invité a que poco a poco hiciera parte de esta
nueva asociación de trabajo pero nunca me imaginé que eso fuera para tanto problema.”
Para completar el cuadro de entrevistas se conversó con la madre de Isabel, la señora Ana
Garzón que a pesar de que no vive en el municipio, nos señala que ya presentía lo que
sucedía pero Isabel solo decía que si tenían problemas pero que eran pasajeros: “siempre ha
sido una mujer muy reservada con sus asuntos, muy calladita, una vez vino como con moretones pero nos
dijo que se había caído, siempre que aparecía con algún moretón o algo decía que se había caído y la verdad
creo que ha sido ignorancia nuestra ser tan descuidados con eso, además Francisco es una persona muy
estricta, eso siempre me ha preocupado.”
El señor Camilo Restrepo comenta que la señora Isabel es muy buena hermana, y que
siempre ha sido muy responsable, también argumenta el señor Camilo que: “nunca me he
metido en la relación de ella con Francisco porque siempre dicen que toda esta bién, que a veces tienen
problemas como toda familia pero que es normal, entonces ahí uno no puede hacer nada”.
Análisis sociológico:
La señora Isabel Restrepo procede de una familia nuclear biparental de origen campesino
cuyos padres mantuvieron una unión estable en matrimonio consolidado en la zona rural
del municipio de salamina Caldas, cabe resaltar que los vínculos al trabajo fueron
trasmitidos generacionalmente por sus padres quienes se dedicaron a la recolección de café
en su juventud y en gran parte del matrimonio, como también por parte de sus hermanos

155
mayores, resaltando además que el trabajo supone una actividad de fuerte enlace cultural
de la región en la que la entrevistada ha nacido y vivido. La señora Isabel asistió a la escuela
y a diferencia de sus hermanos realizó estudios secundarios, en los que resaltó su
naciente interés por el estudio, que conforme al trabajo los concibe actualmente como
actividades de un alto valor y merito social. Durante su vida de estudiante, la señora Isabel
indica que tuvo buen rendimiento académico y disciplinario, una vez terminados sus
estudios trabajó dedicándose a la venta de productos al comienzo en un supermercado
y luego en un almacén del pueblo. Es de recalcar que a pesar que ninguno de sus
padres la maltrató físicamente durante su infancia y adolescencia si llegó a vivir en
algunas ocasiones eventos de violencia que ejercía su padre sobre su madre y entre sus
hermanos mayores con su padre.
La señora Isabel se casó por ritual católico a la edad de 23 años con el señor Francisco
Torres quien para ese entonces era agente activo de la policía nacional, en la actualidad
lleva
8 años cumplidos de matrimonio y un hijo menor de edad hijo del matrimonio. En relación
con su familia de nacimiento tiene una relación distante con la mayoría de sus hermanos,
teniendo solo una cercana interacción con su madre y un hermano quienes viven en la
ciudad de Manizales.
De acuerdo a la evaluación realizada al ambiente sociofamiliar pudimos observar que se
constituye en un área residencial urbana de estratificación tres (3) del municipio de
Villamaría Caldas. En la visita realizada a su vivienda se resalta que no hay carencias de
condiciones materiales de existencia y en relación al vecindario se denota un buen nivel de
tolerancia y sociabilidad dado que en el mismo barrio se constituye una población que va
del estrato tres (3) al cuatro (4) conformado por familias con un buen promedio de
estudiantes, trabajadores, profesionales y jubilados. Lo que conlleva a determinar que es un
barrio propicio para la sana convivencia.
La relación conyugal constituida por la señora Isabel Restrepo con el señor Francisco
Torres conlleva a determinar que se entreteje bajo el modelo de familia nuclear de carácter
patriarcalista, cuyo convenio está constituido por la alianza del matrimonio; no obstante,
la situación familiar de la señora Isabel no se propende a su favor, pues la posición del
señor Torres, su esposo, evidencia una reducida práctica de valores propios de las
sociedades modernas como el respeto, la equidad de genero, el valor de la
autodeterminación, la integridad personal y el diálogo, elementos que al no ser
practicados conllevan a que surja la ruptura de vínculos, más aún cuando se desconoce la
confianza como base de la sana sociabilidad y fortalecimiento de los lazos familiares.
Cabe subrayar, en este sentido que en la familia Torres Restrepo la responsabilidad
económica es asumida únicamente por el señor Francisco lo que le permite legitimar su
autoridad dentro del hogar, una autoridad que de acuerdo a las entrevistas permite
comprender que el status de la señora Isabel tiene alta incidencia de ser violentado a
través del no reconocimiento de sus derechos y su potestad como esposa, madre, mujer
y ciudadana factor que la lleva a vivir una posición de sumisión.
En la actualidad es constitutivo que la institución de la familia no este aislada de otras
instituciones como lo es el trabajo y la educación, ejes de interacciones fundamentales para
construir sociedad civil. Tal es el caso de la familia Torres en el que por la resistencia del
señor Francisco en asumir estas realidades ha desencadenado en limitar el significativo
valor de la libre voluntad e imaginarios estructurados socialmente como la concepción que
tiene la señora Isabel acerca del trabajo y la educación, lo que ha permitido entender que su
esposo exprese su oposición a través de agresiones verbales y físicas producto de
sentimientos y pensamientos como lo son la desconfianza y los celos, motivaciones
vigentes, que sin tener referencias históricas en los años de matrimonio permite referir de

156
que se trata de una construcción social y cultural establecida en determinados espacios y
compartida por el señor Torres.
Es necesario recalcar que el día de los hechos la señora Isabel se vio en la necesidad de
irrumpir la regla instaurada por su esposo dado que sabe el valor que debe tener su
posición en la familia, así como la concepción que refiere a la importancia del trabajo como
fuente de progreso, no obstante, fue victima una vez más de la violencia de su esposo,
quien vio en el arma una extensión de su autoridad y poderío como formas de inserción y
reestablecimiento del orden que él ha creado y piensa como legítimos, siendo ésta una
condición estructural que no garantizaría la permanencia de los lazos matrimoniales,
recordando que esta se construye en pareja y no de modo individual.
De acuerdo a la actitud tomada por la señora Isabel durante la entrevista, así como la
referencia social e histórica que sus vecinos y familiares hacen sobre su personalidad y
conducta, se permite entrever que la señora Isabel Restrepo es una persona respetuosa y
honesta que se preocupa en poder en practica los valores de su moral cristiana.
Conclusión:
Teniendo en cuenta los análisis realizados se puede deducir que a pesar de que el ambiente
social en el que vive la familia Torres Restrepo se pueden llegar a proyectar buenas
condiciones para que se estructure una sana convivencia social y familiar, es al interior de
las relaciones conyugales donde la señora Isabel Restrepo ha venido tomando una posición
de subordinación y dependencia. Otra realidad viviría la familia Torres donde la señora
Isabel pudiera cumplir un rol de madre y esposa consecuente con el rol que cumpliría en
una familia contemporánea. No obstante, el lugar de subordinación a esas relaciones de
poder no sólo lleva a que cualquier acción o cuestionamiento al poder paternal sea
característico que se exprese en violencia sino que lleva a que la familia no pueda establecer
lazos duraderos de integración en si misma, ni con la sociedad.

Elkin Jiménez Bran


----------------------
- Sociólogo

Uno de los alicientes por los cuales se proyecta la propuesta de un rol del sociólogo en la
pericia forense no solo ésta constituida por los cambios estructurales del marco jurídico
penal colombiano sino por los crecientes índices de violencias cada vez más diversificadas
e insensibles que viven tantas personas, familias y poblaciones en complejidad de
condiciones y espacios sociales en nuestro país, situación que ha convocado a que cambie y
amplié sustancialmente la perspectiva del que-hacer forense, así como en nuestro caso el
explorar y proponer acerca del “saber hacer” y “saber como” de un profesional específico,
como seria el sociólogo forense.

Es de subrayar, que en relación a las violencia sociales e históricas en Colombia, se


mantiene el enfrentamiento entre las fuerzas estatales, autodefensas y guerrilleros
sumándole a ello la acción de la delincuencia común, lo cual ha producido centenares de
víctimas como las filas de desplazados y de fosas comunes que invitan a la administración

157
de justicia procurarse la necesidad de más profesionales que se sumen a la labor de
identificación de víctimas, perfilación de agresores, perfilación de presuntos victimarios,
valoraciones legales y demás elementos probatorios que permitan que el desenvolvimiento
de la justicia en el país sea proporcional a la objetividad de sus decisiones, postura que se
logra solo a través de la seria aplicación técnico-científica que sea incluida por los juristas.
Por otro lado podemos establecer que la labor de los investigadores criminales como de los
peritos forenses propiamente dichos se constituye como labor humanitaria que encamina la
reparación de las víctimas como el caso directo de familiares de los asesinados y demás
víctimas. Crudas situaciones y experiencias sociales donde el diagnóstico sociológico
empieza a ser cuestionado por su ausencia.

En estos términos, subrayamos que de acuerdo a las estadísticas manejadas por el Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLYCF) el homicidio sigue siendo el
principal factor de muerte en Colombia, pues a pesar de que en los últimos cuatro años se
tuvo una tendencia a la baja de 18.866 homicidios registrados en 2004, a 15.250 casos en
2008, para el año 2009 su tendencia ha venido escalonando de nuevo en forma ascendente
instaurándose en 17.717 casos de homicidio registrados a nivel nacional, a la fecha de hoy.

Si observamos la situación de las otras violencias como las violencias interpersonales e


intrafamiliares, el panorama no yace muy halagador, ya que de acuerdo a las mismas
estadísticas tenemos que para el año 2004 se registraron 86.478 casos totales de violencia
interpersonal y 59.770 de violencia intrafamiliar en el territorio colombiano. Sin embargo,
su tendencia anual fue emplazándose sucesivamente de manera ascendente, estimándose
luego para el año 2009 un total de 138.617 casos de violencia interpersonal a nivel nacional,
subsecuente a esto, la violencia intrafamiliar pasó a 93.859 casos en este último año .

Tales cifras al igual que otras que no están mencionadas entre estas líneas, han motivado la
necesidad de continuar con el modelo de justicia de carácter oral y acusatorio, que no solo
procura una mayor agilidad para el juzgamiento de los casos sino que está comprometido
con la promoción de la justicia restaurativa que no escapa de su crítica condición. Al
unísono de esta situación el desarrollo de la administración de justicia ha conllevado que se
requiera el auxilio de profesionales de diversas disciplinas en su colaboración para el
esclarecimiento de los hechos a través de su participación, bien en la investigación criminal
o en la pericia forense.

Es de acuerdo a los anteriores presupuestos por los cuales hemos decidido representar una
pericia sociológica de violencia intrafamiliar dado los crecientes índices que año tras año

158
ocurren en muchas familias donde la violencia en diferentes estados, yace y actúa, sin
distinción de clase social, status, género, generación, condición intelectual, racial,
incapacidad (…) Las unidades familiares también se convierten en focos de inseguridad y
espacios de intolerancia y desconocimiento por la libertad y el respeto por la dignidad
humana. Por otra parte recordamos que, conforme con las últimas inestimaciones
realizadas sobre la producción de pericias legales,98 son los casos de violencia
intrafamiliar
las que menos representatividad tienen.

98 Podemos ver investigación de Ramírez (2006)

159
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Para la realización del anterior trabajo fue necesario llevar a cabo una indagación que nos
aproximara al rol que generación tras generación han asumido tantas y tantos sociólogos
colombianos empeñados en legitimar diversidad de espacios ocupacionales afines a la
ciencia social. Para tal ejercicio, fue relevante comprender tal trasegar como un proceso
social en el que se ha asentido el auge, la caída y el renacer de una profesión que el día de
hoy se le reconoce en su campo en tanto ha logrado institucionalizarse en diferentes
labores. No obstante, se ha encontrado un problema y es que la movilidad del rol de los
sociólogos en relación a la estructura jurídica del país ha sido lenta, por no decir nula en
algunos espacios en donde aún carece de reconocimiento, tal es el caso de la investigación
criminal y específicamente la pericia forense. Nuestro objetivo, entonces, ha sido pues el de
tratar de demostrar que si bien un profesional de la sociología puede movilizarse a esos
terrenos es porque observa necesario otorgarle nuevos significados a los momentos de
ruptura de roles que se pueden asumir como tradicionales de la ciencia social y extender la
mirada a otros campos donde es ausente la lente sociológica y donde los sociólogos,
aprovechando el esquema conceptual y metodológico de más de doscientos años de
historia en la investigación científica internacional y ya medio siglo de existencia propia
puede jurisdiccionalizar. Es así, como nos prestamos a otorgar una reflexión en la que
comprobamos que si bien es urgente la propuesta de institucionalización de un nuevo rol
del sociólogo como perito forense es porque también es ineludible que la sociología sea
participe de asuntos de tan alta sensibilidad social como su colaboración en la construcción
de administración de justicia en un país que aún continua falto de auto-reconocimiento no
como sociedad sino como conjunto de sociedades incrustadas en el intersticio que define
su pluriétnicidad y su multiculturalidad, cuya realidad social no es ajena a los fenómenos de
violencia, ilegalidad y ausencia de justicia social.

Haber asumido este trabajo de investigación ha permitido entrever que es necesario que los
sociólogos y sociólogas en formación como los sociólogos y sociólogas profesionales se
ocupen de una realidad tan cercana como es el de tomar su propio rol como objeto de
estudio, pues ante la presencia de estos estudiosos y profesionales se erige un complejo
mundo como es el mercado laboral que sumido en problemáticas estructurales introduce el
ideal de la meritocracia en la fuerte, aturdida y vertiginosa competitividad donde
desafortunadamente los grupos de influencia tienen tan alta atribución. Por ende, es
necesario asumir una estrategia y es la de tener al menos un marco de referencia concreto
que nos permita comprender, definir y enseñar más allá de todo lo que estudia la ciencia

160
sociológica demostrar qué es lo que un sociólogo puede hacer y cómo lo hace, como un
llamado pleno de reflexión que promueva el enriquecimiento de orientaciones como el de
trabajar en procura de una organización más consistente que se auxilie en el fortalecimiento
de lazos sociales convocados a una mayor integración gremial.

La apuesta que atañe a la pertinencia de un rol del sociólogo como sociólogo legal conlleva
a que es relevante que la ciencia de la vida en sociedad sea aplicable en el sentido
profesional a la explicación y a la advertencia sobre el impacto de las realidades y nuevas
realidades sociojurídicas en las instituciones y en las sociedades propiamente dichas, donde
los sociólogos aparte de estudiar el influjo de la criminalidad y la ilegalidad también
hagan énfasis en la forma en que se constituye, se concibe y se practica la justicia
legal y convencional en las comunidades y sociedades urbanas y rurales de un país tan
diverso como Colombia.

Uno de los elementos conducentes derivados del ejercicio de investigación nos lleva a
inferir que históricamente la institucionalidad jurídica colombiana posee mayor confianza
en la aplicación científico-técnica de corte positivista en el que se analizan fenómenos en el
sentido causa-efecto en lugar de ampliar su espectro y tener en cuenta otras lógicas que
permiten prever comprensiones alternas, reales y epistemológicamente sustentadas como lo
pude otorgar los análisis de relación, los análisis de procesos, las teorías histórico-
compresivas, las teorías críticas entre otras… que tanto permite explicar las problemáticas y
complejidades dadas en los entornos socioculturales.

De acuerdo a los anteriores términos, podemos decir que la experiencia de investigación ha


permitido hacer relevante que en la actualidad seria inoportuno que la criminalística y las
ciencias forenses sigan limitándose en las ciencias biomédicas y en las disciplinas
tecnológicas. Es preciso tener un referente que permita demostrar cuan necesaria es la
mirada multidisciplinaria sobre un fenómeno tan inextricable como la delincuencia,
la criminalidad y en general la ilegalidad, como fenómenos que requieren más de
una perspectiva y una posición científica.

En ese sentido ha sido importante descubrir que si bien es necesaria y sumamente


pertinente la participación de científicos afines al sociólogo en la institucionalidad forense
cabe connotar que la ausencia del concepto sociológico sobre lo social en materia legal
revela que existe una vacante optima de jurisdicción en donde la intrínseca urgencia que
conlleva a vivir tiempos de auge inter y multidisciplinario establece que la participación de
los sociólogos puede permitir comprender al individuo que experimenta el pleito jurídico

161
no en su mera individualidad bio-psíquica sino en la estructura social que compone su
comportamiento, que de forma relacional conlleva a estudiar al agente social en sus
concepciones e interacciones con otros actores, las instituciones sociales y la cultura.

Cuando hacemos referencia a un eventual rol del sociólogo en la investigación criminal no


queremos decir que sea necesario el reemplazo o relevo de antropólogos y psicólogos
criminales, al contrario, resaltamos su importante y necesaria participación en el proceso
que constituye la investigación judicial, lo que queremos resaltar, es que un eventual rol del
sociólogo como sociólogo criminal aportaría de sobremanera en la investigación preliminar
de un crimen, donde el sociólogo también se encargaría de la reconstrucción de los perfiles
socioculturales bien sea de víctimas o victimarios.

A modo de recomendación es necesario tener presente que cuando una socióloga o un


sociólogo le sea solicitado asumir un rol como perito forense, como testigo experto o como
investigador criminal se cerciore antes de tomar el cargo en que la problemática a abordar
esté al alcance de sus conocimientos, que la problemática a diagnosticar sea de pertinencia
sociológica y que su función como perito o investigador no se reduzca al criterio técnico
sino que es necesario que el sociólogo haga útil su pensamiento abstracto el cual es solo
derivable de una amplia formación teórica, del énfasis en una especialidad de la sociología
como de una mirada metodológica que le permite asumir el caso de una manera específica y
explicable.

Esto permite subrayar que dada la complejidad de nuestras sociedades inmersas en los
amplios esquemas multiculturales y cibernéticos generados por la globalización y el boom
de las sociedades de la información, es recomendable que los sociólogos se avoquen a
ahondar en investigaciones no tradicionales pero no por ello superfluas como la muerte,
la moral, el duelo, el trauma social, el crimen, la desviación, pues son fenómenos
que requieren mayor conocimiento sobre el subrepticio de las difíciles realidades que
representa la vida cotidiana en un país sumido en el sufrimiento y la insensibilidad de
una histórica violencia.

La propuesta de un rol del sociólogo en el entramado jurídico y especialmente en la pericia


forense lleva a exponer elementos de significativa importancia, por un lado, la investigación
judicial abarca una tarea completamente funcional a la puesta en práctica de un marco de
valores que el sociólogo comprometido debe haber sabido internalizar o al menos trabajar
en ello, valores éticos tales como la humildad, la honestidad y la responsabilidad, pues son

162
imprescindibles en la labor del perito que en determinado momento pone en juego la
dignidad, el buen nombre y libertad de las personas.

Sumado a lo anterior subrayamos la connotación de sentido que debe manifestar la


prudencia que como evento comunicativo debe practicar el sociólogo, al saber que en el
ejercicio de sus roles como científico, su concepto y/o diagnóstico puede llegar a tener
fuerte influjo en la sociedad en que es participe, situación no libre de in-factibilidad al
tratarse de un especialista que también pone en juego su credibilidad y su honorabilidad
propios como el la disciplina que representa.

En la presente monografía se ha hecho el intento por exponer a la institucionalidad jurídica


colombiana, al gremio de sociólogos comprometidos con la profesión, a todo lector
interesado y a la sociedad civil en general, un esquema en el que se expone en sumatoria
algunas de las aptitudes y ocupaciones que pueden llegar a desempeñar los sociólogos en su
trabajo por la paz y la justicia social, así mismo como una presentación en la que sin
titubear se apreste a poner en claro cuales serian las funciones optativas del científico de la
sociedad.

Como ejercicio en el que una vez mas se reanude nuestra memoria, el presente trabajo ha
transmitido un sentimiento de satisfacción en el sentido de expresar lo pertinente que es la
sociología como ciencia y profesión y sobre todo al esfuerzo de generaciones de sociólogos
y sociólogas en quienes no cabe duda se han ocupado de esas luchas por la legitimación de
una labor que tanto ha enseñado y advertido sobre las criticas y duras inestabilidades de la
estructura social colombiana.

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171
ANEXOS

172
Propuesta de Formato de consentimiento Informado en Sociología Forense

CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA DICTAMEN SOCIOLÓGICO LEGAL

Fecha y Hora:

Día: Mes: Año: Hora:

Ciudad: _

ASUNTO: _ _

Referencia de caso Nº: _

Nombre de la Persona a Entrevistar: _ _

Nombre del Representante Legal:


(Al tratarse de menores de edad o personas que por discapacidad no puedan leer y/o escribir)

A través de la presente carta de consentimiento informado esta siendo usted invitado a participar en este estudio de
carácter sociológico legal. Antes de decidir si participa o no, le sugerimos conocer los siguientes puntos. Si tiene
alguna pregunta o inquietud acerca del presente protocolo, siéntase con absoluta confianza en preguntar o aclarar
alguna duda que tenga al respecto.

Una vez haya comprendido en que consiste la actual propuesta y se sienta dispuesto a participar, se le pedirá que
firme la actual carta de consentimiento informado, de la cual se le entregará una copia fechada y firmada.

OBJETIVO DEL DIAGNÓSTICO:

La presente solicitud tiene como objetivo: (en lenguaje no especializado resaltar la necesidad de conocer los aspectos
sociológicos del caso legal)

Entidad que realiza el Estudio: _

Si usted acepta participar en el presente estudio es necesario que sepa que este consiste en una entrevista en la cual
se le harán unas preguntas relacionadas a su vida social, familiar y personal, en la que cabe resaltar su versión sobre
los hechos que están siendo investigados por las autoridades competentes.

ACLARACIONES:

Los resultados de la entrevista sólo serán compartidos con las autoridades legales que se encuentran manejando el
caso en particular.

Otorgo en forma libre mi consentimiento: Si No:

_
Firma

Cedula de Ciudadanía Nº:_ de: _ _

173
Formato de Entrevistas

Entrevista Semiestructurada

Durante los meses de mayo a junio del año en curso se realizó la entrevista a los informantes
primarios y secundarios de la investigación99. La entrevista fue de carácter semiestructurado lo que
conllevó a que se establecieran unas preguntas bases que permitiera fijar la orientación de la
conversación. Es de resaltar que esas mismas preguntas fueron realizadas a los informantes
seleccionados subrayando que en cada ocasión surgían preguntas alternas o comentarios que
permitieron obtener mayor información en cada encuentro. Al tratase de una entrevista con
connotaciones de profundidad, nos aprestamos a poner mayor énfasis en los objetivos del mismo,
más no en aspectos de carácter biográfico que desviaran la finalidad de la reunión. Nuestro interés
primó en el rol profesional de estos entrevistados, comprendido como una construcción social en
perspectiva.

Aspecto preliminar:

Luego de realizar los contactos me dispuse a presentarme por nombre, carrera y universidad, realicé
breves comentarios y aclaraciones sobre las intenciones de la entrevista, para lo cual resalto que
tuve respuestas de disponibilidad por parte de los profesionales, quienes me otorgaron fechas y
hora a modo de cita en su lugar de trabajo.

Ficha de identificación:
Fecha, hora, lugar.
Nombre y apellido
Introducción: (saludo cordial inicio de la entrevista)
Asunto: El rol profesional del perito forense.
o Trayectoria profesional.
o Definición de la disciplina de la cual es especialista.
o Apreciación sobre su rol profesional
o Descripción de sus funciones periciales
o Tipo de asuntos (forenses) en los cuales suele ser solicitado con mayor frecuencia.
o Tipo de asuntos (forenses) en los cuales llega a ser solicitado en forma inusual.
o Tipo de estudios académicos que requiere su labor.
o Normatividad existente que rige y orienta su labor.
o Caracterización de las relaciones sociolaborales que realiza durante el ejercicio profesional.
o Lugares establecidos y transitorios donde ejerce el rol profesional.
o Observación sobre la pertinencia de su profesión como eje auxiliar en el nuevo sistema
penal acusatorio.
o Especificidad de sus tareas profesionales como forense.
o Aspectos clínicos y no clínicos utilizados: Investigación - diagnostico.
o Herramientas utilizadas en la función de sus ocupaciones forenses.
o Espacios interdisciplinarios en el ejercicio del rol forense.

99
En el segundo capitulo dedicado a la metodología del trabajo, exponemos un cuadro en el que se
encuentra con mayor especificidad datos sobre quienes fueron los entrevistados centrales y secundarios.

174
o Relación de su disciplina con otras profesiones forenses.
o Inferencias sobre la profesión del sociólogo.
o Concepciones sobre un hipotético rol del sociólogo como forense.
(Más preguntas de momento)
(Despedida y agradecimientos)
Estructura de la entrevista (semiestructurada) realizada al director del INMLYCF seccional
Manizales.
Ficha de identificación:
Fecha, hora, lugar.
Nombre y apellido
Introducción: (saludo cordial inicio de la entrevista)
o Trayectoria profesional como forense.
o Conocimientos sobre disciplinas de las ciencias sociales que participan en la pericia legal.
o Pertinencia del trabajo interdisciplinario.
o Relaciones sociolaborales y nivel de participación de los peritos forenses con los
investigadores criminales.
o Nivel de exigencia en tiempo o espacio que deben cumplir los forenses.
o Normatividad y ética.
(Más preguntas de momento)
(Despedida y agradecimientos).
Estructura de la entrevista (semiestructurada) realizada a los sociólogos seleccionados100.
Ficha de identificación:
Fecha, hora, lugar.
Nombre y apellido
Introducción: (saludo cordial inicio de la entrevista)
o Trayectoria
o Relaciones sociolaborales actuales o pasadas con la administración de justicia.
o Caracterización de sus funciones dado el rol que haya o no tenido con el sistema de justicia.
o Participación o no participación como perito forense
o Casos que haya llegado a tratar como forense.
o Importancia de las disciplinas no médicas en la experticia forense.
o Conocimientos sobre el ejercicio de esta labor por parte de otros sociólogos
o Relevancia de la inclusión de sociólogos a la investigación forense y criminal.
o Apreciación sobre la importancia de las especialidades de la sociología como formación
profesional (opcional) del sociólogo.
(Más preguntas de momento)
(Despedida y agradecimientos)

100
Es de aclarar que la selección de los sociólogos entrevistados estuvo supeditada a la relación que
actual y anteriormente han tenido con la institucionalidad judicial colombiana.

175
RESUMEN ANALITICO EJECUTIVO DE INVESTIGACION PARA CONSTRUCCION DE
ANTECEDENTES DE INVESTIGACION TESIS DE GRADO

CATEGORÍA: Título Artículo de investigación de


revista libro tesis de grado X informe de consultoría etc
AUTORES
.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA DE LA FUENTE: año de publicación, página, editorial, tomo,
volumen, número, serie, etc

RESUMEN de las ideas centrales de la investigación consultada (Máximo 250 palabras, fuente: Arial, Tamaño 10)

PALABRAS CLAVE:

PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN PLANTEADO: Preguntas de investigación, tesis, hipótesis o


inferencias que se desarrollan.

ENFOQUE TEÓRICO –CONCEPTUAL: Exponer el enfoque teórico y conceptual que se utiliza en la


investigación consultada.

ENFOQUE METODOLÓGICO: Cualitativo, cuantitativo, características del diseño empleado, etc

POBLACIÓN DE ESTUDIO, TIEMPO Y ESPACIO DE LA INVESTIGACIÓN: Cuál es el grupo


social objeto de investigación, dónde se desarrolla temporal y espacialmente (ciudad, municipio, región, etc)

RESULTADOS DEL ESTUDIO (hallazgos principales):

CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN:

APORTES DE LA INVESTIGACIÓN AL TEMA DE INTERÉS: Cómo se relaciona la investigación


consultada con el tema de trabajo, en qué puntos ayuda a esclarecer, delimitar y plantear el problema de
investigación?
.
REFLEXIÓN SOBRE LA INVESTIGACIÓN CONSULTADA: Problemas y preguntas que suscita la
investigación..y otros que el estudiante considere necesarios. Qué aportes puedes ser relevantes para la
construcción del propio problema de investigación.

176
FICHA DE INVESTIGACIÓN PARA LA DESCRIPCIÓN
DEL ROL DEL PERITO FORENSE: LA VALORACIÓN FORENSE

Tarjeta Nº: Año Mes: Ciudad Referencia Caso Nº: _

Característica del Caso:

Referencia de la Fuente Pericial:

Profesional:

El Profesional labora en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses: SI: NO:

OTRO : _ Dónde: _

Descripción de la valoración Pericial:

Autor Diagnosticado:

El Perito maneja Antecedentes Sociofamiliares del Autor Diagnosticado: SI: NO: _

El Perito maneja Aspectos Socioculturales del Autor Diagnosticado: SI: _ NO: _

Tipo de Valoración:

Psiquiátrica: _ Fisiológica:

Psicológica: Sexológica:

Antropológica: _

Enfoque Metodológico y Conceptual Utilizado por el Perito:

Técnica Utilizada por el Perito:

Referencias Bibliográficas o de Laboratorio Abordadas por el Perito:

Dudas y Solicitudes de Intervención Interdisciplinaria:

El Perito Admite Algunas Dudas en la Especificidad de su Diagnostico Forense: SI: _ NO: _

Solicitud de intervención interdisciplinaria: SI: NO:

177
Tipo de Intervención Solicitada:

Recomendaciones Previstas por el Perito en el Diagnóstico:

Observaciones:

178
PALABRAS
Ficha FICHA DE LECTURA CLAVE

Referencia Bibliográfica:

Titulo:

Autor: Año:
1.
Ciudad Articulo: Libro: Tesis:

Informe de Investigación: Editorial:

Resumen:

Cita - página:

Comentarios:

2.

Cita - página:

Comentarios:

3.

Cita - página:

Comentarios:
4.

179
CONTACTO

fabiherreram@gmail.com
sanyolk@hotmail.com

180

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