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Ê  

http://fundacionannavazquez.wordpress.com/2007/07/20/sueno-y-vigilia/
(Y otras páginas Web)
El girar de la tierra sobre su eje y su girar alrededor del sol, representa estímulos
ambientales poderosísimos ante los cuales los organismos han respondido, como una
forma de adaptación, desarrollando conductas cíclicas, los ’  ’

 (ritmos
diurnos).‘
En relación a estos ritmos los seres vivientes, incluyendo el hombre, muestran en las
24 horas del día una conducta rítmica en la cual su conciencia oscila en tres estados
particulares: ‘
3 el 
 
, caracterizado por un conocimiento permanente de sí mismo
y de su entorno. Es una etapa de actividad.
3 un estado de  
en que no hay conciencia. Es la etapa de ’ ’.
3 un estado intercalado en el dormir, en el que se presentan vivencias no siempre
conscientes. Es la etapa de 
’.
Los dos últimos estados se relacionan con una actividad conductual muy baja que se
ha catalogado como ’’  . ‘
En esos estados de la conciencia la actividad eléctrica del cerebro cambia. Pasa de un
período de alta actividad (ondas eléctricas de alta frecuencia aunque de baja amplitud),
propias del estado de vigilia, a otro período en el cual las ondas eléctricas se
sincronizan y predominan, entonces, 
 
características de la etapa de
dormir. Estas se ven interrumpidas por etapas de intensa actividad eléctrica que
coinciden con la etapa de sueño (etapa de sueño paradojal), llamadas también etapas
de   porque es un período en que se observan movimientos oculares
rápidos. ‘
En el estado de reposo existen entonces períodos de actividad eléctrica lenta
alternados con períodos de alta actividad.
‘

‘
‘
El dormir es el estado conductual que se alterna, en las 24 horas de cada día, con otro
estado de conducta denominado de vigilia, ocupando alrededor de un tercio de ese
período. ‘
Cuando el sujeto duerme esta corrientemente acostado y presenta un alto umbral (baja
sensibilidad) frente a los estímulos que excitan normalmente sus sistemas sensoriales.
Su actividad motora es muy baja. Pero este ³períiodo´ es discontinuo ya que se ve
interrumpido por períodos en que cambia la actividad eléctrica del cerebro y el tono de
ciertos músculos (períodos de soñar). ‘
×

El estado de vigilia es un estado consciente que se caracteriza por un alto nivel de


actividad, en especial en relación al intercambio de información entre el sujeto y su
medio ambiente. La mantención de la conducta de alerta depende del nivel de
información sensorial que puede entrar y del nivel de salida de información motora.
Aparentemente estas características se correlacionan con la composición neuroquímica
del microambiente neuronal. ‘
El estado de vigilia se expresa en una serie de parámetros como son la sensaciones,
las percepciones, la atención, la memoria, los instintos, las emociones, los deseos, el
conocimiento y el leguaje. El efecto integrado de ese conjunto de parámetros
representa el substrato de la conciencia. ‘
Esta etapa de actividad depende de los estímulos nerviosos que envía a la corteza
cerebral el sistema activador de la formación reticular. Este sistema esta formado por
núcleos de esa estructura ubicados a nivel del tronco cerebral y que se activan por los
impulsos sensoriales derivados de la médula espinal y por impulsos que vienen del
tálamo. ‘
Cuando disminuye el estado de alerta y decrece el nivel de conciencia, se comienza
con la etapa inicial del dormir. Este estado presenta una serie de etapas que se han
caracterizado principalmente de acuerdo a los cambios del   ’
’

(). ‘
En la medida que el dormir se profundiza, el EEG se enlentece (ritmo teta) y mientras
más lento mayor es el umbral frente a la información sensorial. Cuando la profundidad
del dormir es la más alta, el despertar es muy difícil y, si ocurre, el período de alerta
que resulta es muy breve. Esta etapa se llama    
 

interrumpido, sin embargo, por husos (período de mayor frecuencia), gráfico 2. En ella,
muchas funciones autonómicas y de control, están disminuidas: frecuencia cardíaca,
presión sanguínea, frecuencia respiratoria. Sin embargo, la actividad neuroendocrina
esta aumentada: alta liberación pulsatil de gonodotrofinas y de hormona de
crecimiento. ‘
Ese período de sueño lento y ligero, es seguido por el sueño lento y profundo. A
intervalos y en forma regular, durante el dormir, el EEG se acelera y aparece un estado
de atonía pero de movimientos oculares rápidos, característica esta que se usa para
designar esta etapa del dormir como etapa de sueño REM. En esta etapa se presentan,
además, cambios posturales, pequeñas contracciones musculares y erección del
pene.. ‘
En la etapa de sueño REM (gráfico 4), hay estados de conciencia de hechos en que
pueden aparecer desde distorsiones de la realidad hasta alucinaciones, pensamientos
extraños e intensas emociones. Es   
’. ‘
‰

El análisis   ’   ha sido fundamental para definir y caracterizar diversas


etapas durante el dormir, el soñar y la vigilia. Ubicando electrodos en la superficie del
cuerpo y en posiciones bien definidas se puede conocer la actividad eléctrica del
cerebro, del encéfalo (  ’
’

o ), la de los músculos oculares
(  ’ ’

o ), la de los músculos esqueléticos del cuerpo o
  ’ ’

(). ‘
La actividad eléctrica del encéfalo corrientemente se le identifica con la actividad
eléctrica cerebral. Se le registra en sujetos adultos en estado relajado, con los ojos
cerrados. Se ubica un electrodo llamado
 , que se puede fijar en diferentes
regiones del cráneo, y otro de ’’
, por ejemplo en el pabellón de la oreja. Se
agrega un tercer electrodo, el   ’ ’’
por estar conectado a tierra, que se
coloca, por ejemplo, en el mentón y que permite eliminar corrientes expureas y mejorar
el registro del electrodo activo. Todos estos electrodos se conectan a un sistema de
’

’ ’ que permiten ver ondas eléctricas aisladas o conjuntos
(trenes) de ellas. En reposo se distinguen los siguientes ritmos: ‘
G

3 Ondas

(½): 8-13 Hz de frecuencia y de alrededor de 50 V de amplitud.
3 Ondas 
(M): 14-30 Hz y de amplitud muy baja.
3 Ondas 
(m): 4-8 Hz y de amplitud muy baja.
3 Ondas 

(ë): frecuencia menor a 3 Hz y de amplitud muy baja.
La etapa de entrada al estado de sueño o de dormir se le designa también 

 y se
le considera como un límite entre el estado de vigilia y el dormir. En esta etapa
predomina el ritmo ½ el cual tiende a enlentecerse y a mostrar la presencia de ondas
llamadas 
que son de mayor amplitud. Los movimientos oculares son lentos y el
tono muscular desciende. La fase I es de corta duración y ocupa alrededor de 3-5% del
dormir. ‘
La 

  es de dormir ligero pero de ondas lentas y el EEG es irregular, 2-7 Hz,
presenta espigas de ondas (grupos de frecuencias de más o menos 7 Hz) y/o los
llamados   , que son ondas lentas bifásicas. El tonus muscular es bajo y las
funciones vegetativas son bajas pero regulares. ‘
En los 
 , el sueño se hace lento y profundo. Se les considera etapas muy
importantes desde el punto de vista funcional. Las ondas del EEG son muy lentas y
predominan las ondas m o ë. ‘
El 
 , presenta un EEG muy rápido con ondas de alta frecuencia y baja
amplitud. Hay movimientos oculares rápidos pero el tono muscular esta abolido. ‘

‘
1. Registro del EEG humano en estado de vigilia 1. Etapa III del dormir
2. Etapa I del dormir 2. Etapa IV del dormir
3. Eatpa II del dormir 3. Período de sueño REM
El sueño (el dormir) es un estado de conciencia que se presenta siguiendo un ciclo de
tipo circadiano en el cual se pueden distinguir distintas características en la actividad
nerviosa motora somática, en la autonómica, en la actividad electroencefalográfica y en
la psicológica. Durante el dormir se presenta una etapa de gran actividad eléctrica,
etapa REM, que coincide con el soñar. ‘
En las etapas de sueño no-REM que predominan en el dormir, además de cambiar el
EEG, el tonus muscular y la actividad refleja se deprimen, la frecuencia cardíaca y la
presión arterial disminuyen, las pupilas se contraen. ‘
En cada etapa de sueño-REM, que dura alrededor de 20 min, el EEG se
descincronizan y se asemeja al observado durante la vigilia. El tonus muscular


esquelético desaparece, los reflejos se inhiben pero hay movimientos oculares muy
rápidos y algunas breves sacudidas musculares. ‘
Los estados de sueño REM y no-REM se alternan pero esta alternancia varía según la
edad. Alteraciones de esas etapas se relacionan con algunos trastornos como los
insomnios y la narcolepsia. La supresión del dormir puede llevar a trastornos
psiquiátricos. Los mecanismos relacionados con estos tipos de sueños no están
aclarados aunque hay evidencias de que en ellos pueden participar neurotransmisores
como la noradrenalina, la acetilcolina o la serotonina. ‘
Considerados en su conjunto los correlatos fisiológicos que se describen en el sueño
no-REM, nos sugieren que esta etapa representa un estado de conservación de la
energía, de reparación de daños y de defensa contra la depredación. ‘
Los ciclos circadianos tienen una duración de 24 horas y se relacionan con otros ciclos
biológicos como el de actividad-reposo que muestran los organismos cada 24 horas. ‘
Los ciclos dormir-soñar, que duran 90-100 minutos cada uno, se dan en las etapas
consideradas de reposo de los ciclos circadianos. Alrededor de 4 de esos ciclos
ocurren en las 24 horas. ‘
Aun no se tiene claro cuáles son las señales que sincronizan esos ciclos ni cuáles son
los procesos y mecanismos celulares y moleculares involucrados. ‘

Las principales estructuras nerviosas relacionadas con el dormir son la corteza


cerebral, el tálamo, el hipotálamo y el tronco cerebral, a nivel del puente. Dentro de
algunas de ellas, un núcleo, la formación reticular parece tener especial importancia. ‘
La formación reticular del puente contiene grupos específicos de neuronas que, por una
parte, reciben información sensorial y, por otra activan a la corteza cerebral por lo que
]

aparecerían involucradas en diferentes formas de conducta. También grupos de


neuronas de esa formación parecen modular a sistemas moduladores, como el locus
ceruleus o el complejo rafé, que regulan la actividad de neuronas de la corteza. ‘
Se ha demostrado que la formación reticular es necesaria para mantener el estado de
vigilia (alerta). Así la destrucción de las neuronas reticulares del cerebro medio produce
un estado similar al del sueño no-REM. ‘
Otra región que participa en los estados del ciclo dormir-vigilia es el hipotálamo.
Patologías o lesiones específicas en el hipotálamo posterior producen estados de
sueños prolongados mientras que lesiones en el hipotálamo anterior, en la región
preóptica, provocan supresión del sueño. Se ha podido precisar que el área preóptica
centrolateral del hipotálamo tiene neuronas, aparentemente gabaérgicas que estarían
relacionadas con la aparición del sueño no-REM. ‘
El tálamo, la corteza cerebral y sus respectivas interacciones están relacionados con el
sueño no REM. Parece existir un circuito neuronal de interconexión entre ambas
estructuras cuya actividad oscilatoria se puede correlacionar con la aparición de sueño
no-REM. Neuronas del tálamo muestran actividad oscilatoria que tiende a ser inhibida
desde el hipotálamo o desde la formación reticular. Cuando ello ocurre, las células
corticales quedan liberadas a su propio ritmo, induciéndose las etapas de sueño REM. ‘


1. Neuronas colinérgicas
mesopontinas
2. Tálamo
3. Núcleo magno celular
del bulbo
4. Hipotálamo
5. Núcleo basal de
Maynert
6. Corteza occipital
7. Cerebelo
8. Bulbo olfatorio
9. Nervio ocular motor
10. Nervio facial
11. Substancia gris
periacueductal
12. Locus ceruleus
13. Quiasma óptico

‘
V

[ ’   ’   


’ 
    ’’
 ’ ‘‘
1. Vía formación reticular-
hipotálamo-corteza
Vía formación reticular-
tálamo-corteza
2. Cerebelo
3. Núcleo basal de Meynert
(vía colinérgica a la
corteza)
4. Tálamo (vía
glutamatérgica a la
corteza)
5. Vía mesencéfalo-
tálamica (posiblemente
glutamatérgica)
6. Bulbo raquídeo
7. Rafé dorsal (vía
serotoninérgica a la
corteza)
8. Locus Cereleus (vía
‘

noradrenérgica a la
corteza)
9. Vía meso-pontina,
colinérgica
÷ ’   ’    ’ 
 ’’ ’ ‘
1. Interneuronas gabaérgicas 1. Núcleos tálamicos con interneuronas
que actúan sobre 2 gabaérgicas (4a) y neuronas de proyección
2. Células piramidales de la hacia la corteza
corteza 2. Area preóptica del hipotálamo con neuronas
3. Cerebelo de proyección hacia la corteza
3. Núcleo del fascículo solitario que proyecta
al hipotálamo
En el estado de alerta (vigilia) la unidad cerebro-mente procesa principalmente
información que le llega desde el medio ambiente. En el sueño no-REM ese sistema es
desactivado y en el soñar (sueño REM) las representaciones del mundo exterior, que
están ahora en el interior, se transforman en estímulos. En esos tres estados participan
los neurotransmisores noradrenérgicos y los serotoninérgicos del tronco cerebral. ‘
Los estudios neuroquímicos realizados durante esos estados muestran que las
neuronas del cerebro en vigilia están ³sumergidas´ en noradrenalína que deriva del
locus ceruleus, en serotonina del complejo rafé, algunas de cuyas neuronas descargan
constantemente ya que parecen funcionar como marcapasos. ‘
Cuando llega nueva información aumentan, además los niveles de acetilcolina, que se
libera de neuronas que no son marcapasos. ‘
Ú

También hay neuronas histaminérgicas que están activas en la vigilia y en la fase de


sueño REM. ‘
Al comenzar el sueño, los niveles de noradrenalina y de serotonina decrecen, mientras
que los de acetilcolina aumentan gradual y espontáneamente. Estos cambios son
máximos al comienzo del sueño REM. Por ello al agregar tópicamente carbacol (un
agonista colinérgico que no es destruido por la colinesterasa) o un anticolinesterásico
(neostigmina), en el tronco cerebral, se produce un período de sueño REM. ‘

http://fundacionannavazquez.wordpress.com/2007/07/20/sueno-y-vigilia/
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’

Por Antonia Chornet y José Ángel Oteo, Servicio de Neurofisiología Clínica, Casa de
Salud, Valencia y Departamento de Física Teórica, Universitat de València

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 The routine interpretation of
electroencephalograms (EEG) is a clinical task carried out by specialists that no longer
stirs up public surprise. The electric impulses in the brain, which generate EEG signals,
are the consequence of the synchronised activity of millions of neurones. In the article
the authors wonder whether further information could be hidden in EEG, a vestige of the
single neurone non-linear behaviour and the collective synchronisation of neurones.
They outline some ideas about how information and complexity may be measured from
complex signals providing quantitative indexes associated to underlying physiological
processes. The tools they use are borrowed from non-conventional statistics and fractal
geometry.

Una de las formas con que el cerebro expresa su función es mediante la actividad
eléctrica que puede detectarse con un electroencefalograma (EEG). Esta técnica
sencilla, barata y no invasiva se ha desarrollado durante el último siglo y ha alcanzado
grandes cuotas de utilización tanto en la investigación como en el diagnóstico médico
rutinario. Junto a los potenciales evocados, es actualmente la única técnica de
laboratorio realmente accesible para el estudio de la fisiología cerebral. La cuestión que
planteamos es: ¿en qué medida es posible desencriptar la información contenida en el
EEG y desvelar así lo que sucede en niveles más profundos del cerebro?

En 1870, durante una guerra, los médicos prusianos Hitzig y Fritsch observaron que, al
estimular mediante corriente galvánica determinadas áreas del cerebro descubiertas,
se producían movimientos en el lado opuesto del cuerpo. Cinco años después, Richard
Caton descubrió señales eléctricas procedentes directamente de la superficie de
cerebros expuestos de animales. Con todo esto, a finales del siglo XIX se tenían
bastantes pruebas de que el cerebro poseía actividad eléctrica. Pero no fue hasta 1929
cuando Hans Berger anunció al mundo que era posible registrar las débiles corrientes
eléctricas que se generan en su interior (un millón de veces menos intensas que la pila
de un mando a distancia de TV) sin abrir el cráneo. Berger llamó a esta nueva forma de
registro 


y estableció las bases de una técnica de gran
importancia en el estudio funcional del cerebro. Tardó en ser reconocida como válida
por sus colegas hasta bien entrados los años treinta, fundamentalmente por las dudas
acerca del origen cerebral de la señal y por las dificultades para reproducir los
registros.
cc

Figura 1

La imagen de una cabeza conectada a un gran número de cables (figura 1) ya no nos


sorprende hoy. Sin embargo, resulta un ejercicio divertido imaginar a Berger buscando
voluntarios, realizando las primeras experiencias y, con el tiempo, intentando
convencer a la comunidad científica de que unos trazados como los de la figura 2
aportaban alguna información valiosa.

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  ‘ ‘   ‘ ‘‘  ‘‘ ‘ ‘
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El caso fue que consiguieron describir cambios en el nivel funcional del cerebro, como
por ejemplo el sueño, la anestesia, la hipoxia (falta de oxígeno en la sangre) y en
enfermedades nerviosas como la epilepsia. También llevaron a término la primera
descripción de las ondas que contiene el EEG, que llamaron alfa y beta.

La figura 2 corresponde a uno de los primeros registros históricos de un EEG. El


trazado superior es un ejemplo de ondas cerebrales alfa. Hoy en día los registros EEG
son mucho más completos. Se utiliza un gran número de electrodos colocados sobre la
superficie del cráneo para explorar la actividad funcional de las distintas áreas
cerebrales (figura 1). La señal obtenida no es igual en todas ellas, hay patrones de
normalidad en diferentes situaciones fisiológicas, en los sucesivos estadios
madurativos del cerebro o incluso en el envejecimiento, además de los diversos
contextos patológicos. Sirva todo eso para significar que, a veces, se puede llegar a
extraer información a partir de datos en los que aparentemente no hay más que
desorden.
Un electrodo aplicado sobre el cráneo registra la suma de potenciales eléctricos
procedentes de millones de neuronas de las zonas próximas, que principalmente
pertenecen al neocórtex y están modeladas en su actividad por conexiones; algunas de
esas neuronas cada cierto tiempo, liberan su carga eléctrica de manera casi
instantánea. Así pues, cada punto en el trazado EEG es el resultado de la cooperación
de una multitud de neuronas. La amplitud del trazado nos habla del tamaño de la
población de neuronas que liberó su carga en este tiempo.
Las neuronas no se cargan y descargan por el puro placer de hacerlo. Estas corrientes
eléctricas son el vestigio de un flujo intenso de información fisiológica y sensorial:
estímulos que llegan a los receptores sensoriales y se encaminan a ser procesados en
el cerebro, órdenes motrices, procesos asociativos infracorticales (probablemente los
más numerosos) y cognitivos, e incluso de actividades vegetativas necesarias para el
mantenimiento corporal. La perspectiva desde un electrodo del tránsito neuronal debe
ser parecida a la que se puede tener desde el punto más alto de un rascacielos sobre
el tránsito urbano mediante la escucha del ruido que llega de la ciudad. En medio del
caos de sonidos, ocasionalmente se distingue una sirena o un claxon particularmente
molesto. Estos sonidos son portadores de una información precisa y útil allá abajo.
Incluso con la práctica seríamos capaces de identificar más sonidos. Es lo que un
director de orquesta lleva a cabo (con dotes naturales) durante un ensayo, localizando,
por ejemplo, el violín que suena a destiempo o que está desafinado. Podemos admitir
que estos sistemas se comunican con el exterior mediante un lenguaje propio que,
aunque en general no a todo el mundo le es dado entender, podemos apreciar en
alguna medida.
Un mensaje no puede ser codificado mediante una sucesión aleatoria de signos,
símbolos o sonidos porque tiene que contener información. Hace falta un conjunto de
reglas muy definidas. Si los EEG son el vestigio de la información que cruza por la red
de neuronas vecinas al electrodo, no es extraño, por tanto, que puedan ser
identificados determinados trazados.

Figura 3

El estudio de señales complejas como la de la figura 3 no es privativo de la


neurofisiología, sino que es común a muchas disciplinas de la ciencia. Un geólogo trata
de interpretar los trazados de su sismógrafo. El meteorólogo estudia las curvas de
temperatura y presión atmosféricas. Un economista interpreta la evolución de los
vaivenes bursátiles. Y un especialista en genética busca secuencias codificadas en las
cadenas de ADN, por citar sólo unos pocos ejemplos. Los objetivos pueden ser muy
variados. A veces se pretende prevenir un fenómeno, como el terremoto. Pero quizá
caracterizarlo ya sea un gran progreso. Todo depende de cuánto se conozca sobre el
mecanismo que lo origina. En el caso que nos ocupa, es bien sabido el comportamiento
de una neurona de forma individual, pero no está tan claro cuando las neuronas actúan
de manera colectiva.
El descubrimiento de las leyes empíricas es el paso previo cuando no se tienen
primeros principios. Generalmente parecen como leyes de escala en forma de una ley
de potencias. Estas leyes capturan la esencia de un conjunto de fenómenos en el
dominio de la geometría fractal. La dimensión fractal de una curva es igual a 1. Y la de
una curva compleja, como en la figura 3, formada por segmentos de orientación
arbitraria, puede llegar a ser 1,5. ¿Qué dimensión fractal tienen los trazados EEG?
¿Tiene alguna utilidad la dimensión fractal para clasificar la complejidad de un EEG? O,
después de todo, ¿tiene alguna utilidad determinar la complejidad de un EEG?
No sólo la complejidad de una señal se puede cuantificar. Mediante la entropía de
Shannon se puede estimar también la cantidad de información transportada. La idea de
base es que un hecho improbable o inesperado contiene más información, y por tanto
reduce más la incertidumbre, que un hecho esperado. En compensación, un hecho
sorprendente es procesado con mayor dificultad. Así, la cuestión es: ¿cuánta
información contiene un EEG? Y, en definitiva, ¿estimar la información y la complejidad
de un EEG nos ayuda a comprender mejor la función cerebral?
En este contexto, durante la última década han surgido colaboraciones entre
neurofisiólogos e investigadores de sistemas complejos, caos y dinámica no lineal con
la intención de aplicar nuevos tipos de análisis de EEG. Algunos resultados comienzan
a aparecer en el campo de la epilepsia, el sueño, la anestesia y enfermedades como el
Parkinson y la demencia, como señalamos a continuación.
cG

--- TERREMOTOS NEURONALES


La epilepsia es una enfermedad más extendida de lo que pueda parecer. Se da cuando
un conjunto de neuronas de una zona del cerebro inicia una actividad colectiva
sincronizada que, si es bastante intensa, puede desencadenar una verdadera tormenta
eléctrica, una crisis. Un ejemplo espectacular y real: puede desencadenarse por una
simple lectura, si las neuronas del foco epiléptico corresponden a esta función. ¿Se
pueden prevenir las crisis? Para aquellos sujetos afectados sería una ayuda valiosa,
porque les permitiría tomar precauciones. La respuesta es positiva, según diferentes
grupos de investigadores. Mediante técnicas de análisis no lineal se pueden identificar
con minutos de antelación los precursores de las crisis epilépticas. Es como prevenir un
terremoto neuronal, a todos los efectos. La idea es que previamente y durante la crisis
epiléptica la dimensión fractal del EEG disminuye: hay una ³pérdida de complejidad´
debida a la coordinación de la población de neuronas desencadenante. Así, aunque
resulta paradójico por la apariencia y el aparato de la crisis, las ondas cerebrales han
reducido notablemente su complejidad. En el futuro podría aplicarse esta técnica a
sistemas predictivos capaces de registrar la actividad EEG del foco epiléptico mediante
electrodos intracraneales y así, si detectan los cambios característicos, permitir al
sujeto tomar medidas de seguridad, algún fármaco, o incluso descargar sobre el foco
impulsos eléctricos que hagan abortar al proceso.

--- µSWEET DREAMS ARE MADE OF THIS« ¶


Durante el sueño, nuestra actividad cerebral experimenta numerosos cambios y
completa ciclos que se distribuyen durante la noche siguiendo unos patrones de
normalidad conocidos. Es signo de buena salud. Así, el sueño normal pasa
progresivamente de la somnolencia al sueño superficial antes de entrar en el sueño
profundo, reparador. Sin embargo, no permanecemos en él toda la noche y
ocasionalmente salimos a estados de sueño ligero. El sueño REM es otra de las fases
que visitamos, y se supone que dentro tiene lugar la actividad onírica. Estos cambios
de fase se definen principalmente a partir de los trazados del EEG. La dimensión fractal
del EEG de vigilia se acerca al valor 1,4, es decir, cerca del comportamiento aleatorio
1,5 y por tanto el más complejo. Podemos especular que en razón de la gran cantidad
de información que durante la vigilia el cerebro ha de procesar de manera simultánea,
ésta viaja contenida en paquetes de muy corta duración y muy mezclada entre sí, lo
que da lugar a una señal necesariamente compleja. A medida que el sueño se hace
profundo, la dimensión fractal disminuye hasta el valor 1,1: la actividad cerebral se
simplifica, el cerebro no tiene que procesar tanta información simultánea y los
mensajes pueden viajar en trenes de ondas más largos que durante la vigilia.
c

Figura 4

Eso dota al EEG de una cierta estructura y, por tanto, la complejidad media disminuye
(figura 4). Vemos así que la dimensión fractal contribuye al conocimiento de la función
cerebral durante el sueño. De manera más práctica, podría utilizarse en la distinción
entre fases de sueño y de vigilia.
Las conclusiones que se extraen mediante el estudio de la entropía de Shannon
refuerzan las anteriores. Nos indican que en el estado de vigilia, la información circula
en trenes de ondas de una duración típica de la décima de segundo. Con el inicio del
sueño, estos paquetes alargan su duración. En el sueño REM el trazado EEG, que es
muy similar al de la vigilia (y por eso también se le conoce como sueño paradójico),
corresponde a un tiempo característico de medio segundo, propio de una verdadera
etapa de sueño.

--- FUERA DE SERVICIO


Hay situaciones en las que las funciones cerebrales son tan anormales que la actividad
del sujeto queda limitada. Un caso extremo es durante la anestesia. Estudios recientes
analizan que la entropía de Shannon puede proporcionar un índice para evaluar el
grado de profundidad de la anestesia. Sería algo parecido a la toma de la temperatura
corporal por un simple termómetro. La idea es ajustar al máximo la dosis de anestesia
que recibe el paciente durante una intervención quirúrgica.
El Parkinson y la demencia van acompañados de una dimensión fractal baja. Se trata,
por tanto, de enfermedades caracterizadas por una disminución en el nivel de
complejidad de la actividad neuronal colectiva. A primera vista, esta conclusión puede
parecer evidente. No lo es, porque el argumento en la dirección opuesta también es
consistente con la imagen clínica de estos enfermos: una dimensión fractal próxima a
1,5 se corresponde con un contenido de información prácticamente nulo.
Con el EEG tenemos a nuestro alcance una señal rica en información de la que tal vez
c]

sólo hemos llegado a descifrar una parte muy pequeña. Respecto a la caracterización
del EEG mediante técnicas de análisis no lineal, los primeros resultados parecen
prometedores. Por un lado, aparecen contribuciones a la caracterización de la función
cerebral, y por el otro, se gana en conocimiento sobre los mecanismos colectivos del
funcionamiento neuronal. Pero probablemente estamos, en este terreno tan nuevo, en
una situación parecida a la que Berger vivió hace casi un siglo.
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Publicado en la revista nº007
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&
[Nota: Los términos afecto, sentimiento y emoción son utilizados por Panksepp
indistintamente]

Para Panksepp, los neurocientíficos cognitivos y afectivos (aquellos que trabajan en


 


, término propuesto por el propio Panksepp para nombrar al 

    

    
   


 
), se
encuentran en un momento en el que pueden establecer conexiones entre entidades
neurales concretas y diversos conceptos abstractos psicológicos y psicoanalíticos.

La polaridad existente hasta la fecha se pone de manifiesto por el escaso número de


trabajos que tratan aspectos psicoanalíticos y cerebrales (40 trabajos de un total de
más de 240.000 citas) y curiosamente ninguno en revistas dedicadas a la neurociencia,
por lo que parece que dentro del psicoanálisis se está intentando el acercamiento a la
neurociencia, sin mucha reciprocidad.

Según el autor esto se debe en parte a que los neurocientíficos, muestran en general
cierto orgullo de ignorar aspectos de un alto nivel de integración, especialmente
algunos como los "estados centrales" que sólo pueden ser medidos de manera
indirecta. Por otra parte, Freud se distanció intencionadamente de los aspectos
cerebrales, en buena medida porque el conocimiento disponible sobre el cerebro
resultaba insuficiente para intentar cualquier aproximación. Un siglo después, del
abandono de la aspiración inicial de Freud de una psicobiología coherente, quizás ha
llegado el momento de intentar una adecuada síntesis entre el pensamiento
psicoanalítico y la neurociencia (Bilder, 1998).

Solms y Nersessian ofrecen una sinopsis de las opiniones de Freud sobre los procesos
afectivos, proporcionando un rico conjunto de ideas y preguntas para generar
asociaciones que pueden ser sometidas a evaluación entre los datos emergentes de la
neurociencia sobre las emociones y los puntos de vista psicoanalíticos. Panksepp
enfatiza que 
 
 
    
  
    
 


 
  



  
 
.

El autor defiende que el fallo en someter sus ideas a la evaluación empírica continúa
siendo la crítica principal al psicoanálisis. Aunque dichas ideas tampoco pueden ser
descartadas, ya que en su mayor parte las tesis de Freud no han sido evaluadas aún,
lo cual sólo puede realizarse de manera efectiva a partir de los avances en
neurociencia, desde la neuroimagen a la psicofarmacología. Asimismo, propone
distinguir claramente entre las tesis sobre el funcionamiento del psiquismo y la teoría
de la técnica, pues para Panksepp, el hecho que el psicoanálisis no consiga aliviar
ciertos síntomas psiquiátricos (como los asociados a la esquizofrenia o ciertos
trastornos autísticos) no limita su credibilidad a la hora de entender la emoción
humana.
cV

Aunque, afirma el autor, la neurociencia tiene una escasa tendencia a incorporar


dominios funcionales complejos en sus esquemas conceptuales, el momento propicio
ha llegado, y pone como ejemplo el trabajo de Solms (1997) donde los datos
psicológicos y neuropatológicos se combinan en forma efectiva para destacar la
naturaleza de los sueños, o de Damasio en la comprensión neuropsicológica de los
procesos afectivos (1994).

En su comentario sigue un paralelismo en la estructura con el de Solms y Nersessian,


centrándose en proponer conexiones conceptuales con los datos existentes de la
neurociencia. Remite para una revisión extensa de la neurociencia de las emociones a
otro trabajo suyo (Panksepp, 1998).

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1. Las teorías modernas de la emoción intentan en general cubrir todos los


aspectos esenciales pero sin destacar ninguno de los componentes sobre el
resto. A menudo queda en segundo plano o se omite el componente del estado
afectivo interno. Si bien para los no-especialistas este ingrediente es esencial
(posición que Panksepp comparte), es el que más se evita en el abordaje
objetivo de los aspectos emocionales. Sin embargo Panksepp cree que puede
demostrarse de manera creíble a través de los abordajes-neurocientíficos:

1. Buscando procesos cerebrales esenciales que   las expresiones


somáticas y viscerales de las emociones,

2. que sean igualmente componentes claves de los aspectos mnésicos y


cognitivos de las emociones, y

3. combinando estos hallazgos experimentalmente con un estudio de informes


subjetivos de diferentes personas.

Panksepp ofrece una serie de presupuestos básicos, armónicos con los de Freud: Los
valores biológicos y los procesos afectivos neurales por medio de los cuales se
manifiestan penetran todas las estructuras cognitivas del cerebro-mente de los
mamíferos. El comportamiento emocional observable se modula probablemente por un
efecto de fondo de las emociones de bajo nivel (estado de ánimo), y es dentro de estas
influencias a largo plazo que la experiencia emocional puede resultar crucial. Así, para
Panksepp, en la infancia precoz no existe una línea sostenida de pensamiento sin una
línea sostenida de afecto, por lo que si se quiere entender cómo se comportan las
personas y los animales a largo plazo, hay que comprender sus sentimientos. Sólo en
la edad adulta, cuando ya están establecidos los patrones de comportamiento, los
hábitos de pensamiento y las defensas, las conexiones evidentes entre el afecto y la
conducta disminuyen. De hecho, los reguladores afectivos quizá simplemente

descendieron a niveles preconscientes de procesamiento neural, ejerciendo aún


controles fundamentales sobre la mente y la conducta.

Respecto a la evidencia disponible: En el cerebro de los mamíferos existen varios


sistemas ejecutivos para los distintos procesos emocionales. Dichos sistemas no son
modulares y simples, sino que se ramifican ampliamente, interactuando con múltiples
procesos cerebrales específicos e inespecíficos. Para Panksepp la clave en la
investigación sobre la emoción es la caracterización de las energías instintivas del ello
o "sistemas de comando emocional" generadores de afecto (en terminología del autor),
que instigan y orquestan los diversos aspectos de lo emocional en el cerebro.

Freud conceptualizó tales procesos del ello no sólo como las bases de las emociones y
la personalidad, sino también como substratos esenciales de la maduración de las
funciones del yo. Por desgracia, Freud no disponía de una forma creíble de realizar una
taxonomía científica de las funciones del ello, que permanecieron como uno de los
elementos más ambiguos de su teoría. La  


ha proporcionado
abundante evidencia de los tipos de funciones básicas del ello contenidas en el cerebro
de los mamíferos [nótese que Panksepp se refiere casi siempre al cerebro de los
mamíferos. Para él los elementos básicos de las emociones están representados en el
cerebro de los mamíferos no humanos (con importantes analogías, sobre todo a nivel
subcortical, con el cerebro de los humanos) y propone que la investigación sobre la
emoción incluya como una etapa el trabajo con animales, lo cual es objeto de
considerable polémica dentro de los neurocientíficos], que van desde los sistemas de
BÚSQUEDA, pasando por los de RABIA, MIEDO, o CUIDADO, a aquéllos que
elaboran el JUEGO. Si quisiera, la neurociencia cognitiva podría destacar la naturaleza
neural de algunas de las defensas del yo que emergen cuando las desenfrenadas
funciones del ello llegan al control neural más elevado, en parte a través del
aprendizaje asociativo y en parte por medio de la evolución de procesos
neuropsicológicos más sutiles reguladores de la emoción, tales como las diversas
defensas conceptualizadas por Freud. La psicología evolutiva apenas empieza a
conceptualizar cómo las estrategias sociobiológicas reflejan de forma marcada las
presiones que permean nuestras racionalizaciones cerebrales más elevadas, pero aún
tiene que lidiar con la naturaleza biológica básica de los afectos.

Al intentar cubrir todos los aspectos (dejando fuera algunos de los más importantes
como la naturaleza subjetiva de las emociones), las modernas teorías de la emoción no
proporcionan las necesarias simplificaciones analíticas desde las que poder desarrollar
evaluaciones empíricas sólidas de los aspectos clave. Panksepp afirma que Freud
acertó situando el afecto (el principio del placer) en el centro de su esquema. Sin esas
funciones, ni siquiera se pueden hacer computadoras realmente inteligentes (Clark,
1997), y los humanos parecen perder su sentido común si se dañan los sistemas
emocionales (Damasio, 1994; Picard, 1997).

Por supuesto, las funciones del ello han de clasificarse de manera más exhaustiva de
la que Freud pudo hacer, a través de una investigación conjunta psicológica y neural,
además de reconocer abiertamente que la investigación animal es absolutamente
×

esencial para resolver los detalles últimos de los sistemas subyacentes con claridad
adecuada.

Freud centró sus esfuerzos en discutir los procesos psicológicos más complejos -cómo
las funciones del yo y el superyó son moldeadas por la experiencia. Panksepp ha
basado su trabajo de los últimos 25 años en la suposición de que, la clarificación de la
neuroanatomía y la neuroquímica de las diversas energías del ello en el cerebro de los
mamíferos, debe ser la base de la comprensión de la naturaleza fundamental de las
formas básicas de experiencia emocional humana y del control de la conducta. Trabaja
bajo la premisa de que las energías del ello aparecieron hace mucho en la evolución y
que permanecen homólogas en las especies cercanas en la evolución al ser humano
(que él mismo reconoce no es compartida por muchos de sus colegas).

Para Panksepp parece razonable asumir que la divergencia evolutiva ha sido mayor en
los estratos más recientes de la evolución cerebral, mientras que permanece muy
similar en los niveles más antiguos. De hecho, algunos de los procesos superiores,
como el lenguaje, a menudo tienden a homogeneizar diversas entidades emocionales
distintivas subcorticales en categorías más amplias de valencia como activaciones de
afecto positivas o negativas, pudiendo confundir aspectos cerebrales más básicos.
Estos conceptos no son más que identificadores de clase de multitud de subprocesos
que deben ser especificados empíricamente, si bien se aceptan con mayor facilidad
que las categorías más concretas, quizás porque parecen simplificar las cosas, cuando
de hecho es posible que estén obstaculizando la investigación de sistemas cerebrales
básicos. Para Panksepp, la investigación conjunta en animales y humanos podría
ayudar a clarificar estos sistemas.

El estudio de los estados afectivos es uno de los aspectos más problemáticos de la


investigación animal. Los animales no pueden proporcionar informes verbales de sus
sentimientos, y en la actualidad sólo son razonablemente bien aceptadas como
indicadores de valencia las muy generales medidas de aproximación o evitación,
mientras que el grueso de la comunidad neurocientífica no acepta el uso de índices
más directos, como la cuantificación de diversos cambios espontáneos conductuales y
autonómicos. Para Panksepp, no obstante, no existe otra alternativa para poder
analizar los distintos procesos abarcados en las categorías aproximación/evitación, que
asumir que las diversas conductas animales pueden ser usadas como un índice de los
diversos procesos afectivos de sus cerebros. Previamente cualquier tentativa de
interpretación debería ser evaluada y contrastada empíricamente. Para el autor, la
triangulación entre la investigación del cerebro de los mamíferos, el estudio de la
conducta animal y el análisis sistemático de la experiencia subjetiva humana constituye
una estrategia robusta para mantener un nivel creíble de progreso científico (Panksepp,
1998ª), así como una forma de acceder a una monitorización más directa de la
actividad cerebral.

Dicha triangulación permitiría el abordaje científico de la experiencia afectiva en


animales. Partiendo de la base de que se reconocen profundas homologías en las
distintas especies de mamíferos en cuanto a la estructura anatómica, dinámica
×c

fisiológica y codificación neuroquímica de los procesos cerebrales, se podrían validar


muchos de los hallazgos procedentes de la investigación sobre el cerebro y la conducta
de los animales, estudiando la experiencia subjetiva humana. En este sentido existen
correspondencias neurofisiológicas y neuroquímicas que apuntan a las homologías
entre el cerebro humano y el de los mamíferos, destacan los trabajos con estimulación
cerebral localizada (Panksepp, 1995), y más recientemente la estimulación magnética
transcraneal en cuanto a la fisiología. Las modernas técnicas de neuroimagen
proporcionan correlatos neuroanatómicos del procesamiento emocional (George et al.,
1996).

El autor lamenta el corticocentrismo que propician algunas de estas técnicas, mucho


más sensibles a los cambios en la corteza que a nivel de las estructuras subcorticales,
absolutamente esenciales para generar las emociones básicas. De hecho, hipotetiza
Panksepp, sería posible que la inhibición cortical de procesos inferiores suprimiera la
experiencia consciente del afecto en humanos, dando lugar a la internalización o
"ligazón" de las energías emocionales, como Freud discutió ampliamente. En cualquier
caso, la mayor parte de la teorización freudiana se centró asimismo en los niveles
cognitivos más elevados, donde las energías instintivas son manejadas con diversos
mecanismos regulatorios emocionales como la represión, proyección, formación
reactiva, etc. (casi imposibles de plantear en animales, quizás con la excepción de
algunos procesos de memoria que parecen gobernar la expresión emocional). En
opinión de Panksepp, la herencia común subcortical, de la que emergen las energías
del ello en las distintas especies de mamíferos, proporciona una base sólida y esencial
para la comprensión de la naturaleza de los procesos afectivos y de las funciones
cerebrales más elevadas regulatorias de la emoción, si bien por el momento sólo puede
monitorizarse de forma indirecta.

Panksepp señala sus coincidencias con Freud, entre las que destaca el hecho de que
al colocar el afecto en el centro de su análisis, Freud reconoció que la asignación de
valor a la conducta y los procesos psicológicos más elevados era la función clave de
las emociones. Igualmente al registrar la importancia de los eventos del mundo externo,
los afectos permeabilizan las funciones conscientes más elevadas del cerebro-mente.
Más aún, Freud veía el afecto como proveniente de mecanismos biológicos
fundamentales (presumiblemente circuitos cerebrales) que guiaban las tendencias
instintivas a la acción. Los programas cerebrales del afecto (con diversos códigos
químicos, fundamentalmente neuropeptidérgicos) que se han descubierto
recientemente probablemente son la infraestructura inmediata de dichos procesos.

 
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El autor señala la necesidad de que la neurociencia moderna incorpore la noción


freudiana que los diversos tipos de afecto son funciones intrínsecas de asignación de
valor de los sistemas neurales. Freud distinguió entre la 

emergente de las
modalidades exteroceptivas, y los afectos. Panksepp denomina a estas funciones
cerebrales afectivas, 

 
 o  
(

abreviado). Parece probable
××

que el proceso neural "del que el afecto es una percepción" sea fundamentalmente
inconsciente (durante sus etapas evolutivas precoces), y que se hizo preconsciente y
más adelante consciente a medida que ciertos tipos de sistemas neurales adicionales
evolucionaron. El autor afirma que hay que aceptar que una gran parte de la
infraestructura para lo emocional opera automáticamente, con pocas causas
conscientes, pero siempre (al menos en los mamíferos) con el potencial para causar
abundantes efectos en la conciencia. Los estados afectivos pueden constituir el "fondo"
en las relaciones figura-fondo que constituyen las experiencias ordinarias de la
conciencia. Si bien la mente consciente no está preparada para focalizar sobre los
procesos de fondo tan fácilmente como sobre los contenidos figurativos, los estados
afectivos probablemente sean esenciales para la aparición de cualquier forma de
conciencia a lo largo de la evolución.

Se alinea con Freud en su asunción que la mayoría de las fuentes primitivas de la


mente yacen sumergidas bajo lo que aparece en la consciencia. Propone mantener
abierta la posibilidad de que existan diversas áreas de conciencia en el cerebro que se
comunican pobremente entre sí en condiciones normales (no sólo la variedad
hemisferio derecho - hemisferio izquierdo), y que cuando una está activada las otras se
desactiva.

El substrato neural que permitió la emergencia de las emociones en la evolución


cerebral puede, de acuerdo con la teoría psicoanalítica básica, proporcionar las bases
fundamentales para el desarrollo del yo, lo cual aún debe ser evaluado empíricamente.
Sin embargo, Panksepp prevé que el yo brote de áreas muy primitivas del cerebro
donde los sistemas emocionales básicos interaccionen con las representaciones
neurales básicas del cuerpo (Panksepp, 1998ª), si bien su desarrollo alcanza
posteriormente múltiples y complejos componentes adicionales psicológicos y neurales.
En este punto, Panksepp opina que la evolución cerebral estableció, en un nivel bajo
del neuroeje, un "cuerpo virtual" neurosimbólico que representa al organismo como una
entidad coherente (como resultado de un acrónimo Panksepp denomina SELF a esta
entidad, la forma más primitiva del yo de Freud).. Sugiere que este SELF hipotético
podría ubicarse en las áreas centromediales del tronco cerebral - área gris
periacueductal (PAG) y las zonas colicular y tegmental que la rodean-, pero su
influencia se distribuye ampliamente por todo el cerebro por vías directas e indirectas.
Cree que los diversos sistemas emocionales crean sus experiencias afectivas
interaccionando con una estructura del yo así de diseminada. El nivel basal de
reverberación dentro de este sistema constituye un epicentro sobre el que los diversos
placeres y displaceres de la vida se manifiestan.

Dada la centralidad de un sistema así de asignación de valor a todo lo que el animal


hace, Panksepp discrepa de la idea que los sentimientos pueden ser epifenómenos
causales ineficaces en el cerebro humano (asunción ampliamente difundida entre los
neurocientíficos que estudian la conducta).

Panksepp opina que las bases neurales del cuerpo virtual del SELF permiten la
interacción de los estímulos externos (percepciones simples) y los valores internos
׉

(estados emocionales) con una representación motora coherente y estable del cuerpo.
En este esquema, los sentimientos reflejarían en último término los distintos tipos de
disposición a la acción que permeabilizan las extendidas neurodinámicas del SELF.

La anatomía de las estructuras neurales subyacentes concuerda con la idea que el


tronco cerebral centromedial contiene ingredientes esenciales para la coherencia y la
disposición a la acción del organismo. 1) El PAG contiene una convergencia masiva de
múltiples sistemas emocionales fuertemente conectados con sistemas sensoriales y
motores de la médula espinal. 2) Los colículos inmediatamente superiores contienen
una convergencia masiva de la mayoría de los principales sistemas sensoriales
externos. 3) Entre ambos existen mapas motores que pueden producir movimientos
corporales coherentes.

Panksepp asume (si bien recalca que no existe evidencia científica aún para sus
afirmaciones) que este SELF primitivo fija los organismos como criaturas coherentes
con sentimientos y una forma básica de identidad, pero también que sus conexiones
neurales ampliamente diseminadas, especialmente las dirigidas hacia las áreas
corticales frontales, pueden proporcionar diversas formas de activación y coherencia
afectivas a lo largo del neuroeje. La amplia extensión neural de estos sistemas permite
la construcción de abundantes tipos de expresión emocional a partir de los
sentimientos básicos. En esta visión, la esencia de los sentimientos afectivos surge de
varios sistemas operativos emocionales básicos interaccionando con las extendidas
redes del SELF, mientras que los procesos más elevados mnésicos / asociativos
extenderían y modificarían estas formas de disposición a la acción con contenidos
cognitivos (visión compatible con la freudiana, al menos como principio general).

Freud distinguía tres formas de ansiedad, un ejemplo paradigmático de un afecto. La


evidencia sugiere la existencia de diversas formas de ansiedad de proceso primario en
el cerebro. Un sistema masivo va de la amígdala central al PAG. Otro es el sistema de
ansiedad de separación, que discurre del cíngulo y la región preóptica ventral a través
del tálamo dorsomedial hasta el PAG, que gobierna los procesos de vinculación a la
largo de la infancia, y que probablemente es un elemento clave para el desarrollo de un
apego seguro. Parece probable que la activación precoz de este sistema pueda
promover depresiones en el futuro.

Con respecto al preconsciente, existen diversas explicaciones alternativas posibles y


no es posible hacer ninguna declaración sobre la relación entre la neurociencia y las
inferencias freudianas. Pueden producirse diversas formas de aproximación y
escape/evitación estimulando circuitos transdiencefálicos específicos bidireccionales
que discurren entre el PAG y otras áreas del sistema límbico. No puede asimilarse
simplemente aproximación a placer y viceversa. Existen múltiples formas de "bueno" y
"malo" en el cerebro, como indican los patrones de conducta emocional coordinada tan
distintos que pueden evocarse. Se requiere más investigación antes de poder
determinar de manera fiable qué áreas cerebrales median qué cualidades afectivas.
×G

En cualquier caso, Panksepp sugiere que los afectos básicos estarían más
estrechamente relacionados con sistemas básicos instintivos de disposición a la acción
(Panksepp, 1998ª), mientras que los afectos motivacionales estarían más ligados con
los sistemas perceptivos (Solms, 1996). En último término, ambos tipos de afecto son
mediados por capacidades integrativas sensitivo-motoras intrínsecas, no aprendidas de
regiones subcorticales (arcaicas en términos evolutivos), que pueden establecer
diversos tipos de estados afectivos neurodinámicos dentro del cerebro.

Para Panksepp, Freud no reconoció adecuadamente la existencia de sistemas


emocionales dedicados a los distintos procesos sociales. Aunque dio mucha atención a
la sexualidad, no pudo apreciar la probable existencia de sistemas instintivos básicos
para la devoción maternal (ternura), apego social (amor), ansiedad de separación
(tristeza) y capacidad de juego (alegría), todos fuertemente representados en la línea
media del tálamo y la corteza límbica (área frontal, cíngulo anterior e ínsula).
Generaciones posteriores del pensamiento psicoanalítico desarrollaron varios de estos
temas bajo la rúbrica de las "relaciones de objeto", pero gran parte de la discusión se
hizo como si fueran derivados, no verdaderos procesos emocionales básicos.
Actualmente se puede hipotetizar que dichas psicodinámicas surgen bajo los auspicios
de los diversos sistemas básicos socio-emocionales. El modo en que las emociones
sociales más elevadas (presumiblemente funciones superyoicas) como la envidia, la
culpa, los celos emergen de estos sistemas constituye uno de los capítulos
apasionantes de la neuropsicología, en la que empieza a aparecer investigación de
orientación psicoanalítica (Lewis, 1998). El refinamiento de las emociones sociales más
elevadas puede proceder de formas de aprendizaje "preparadas" que emergen de las
neurodinámicas de las tendencias emocionales más básicas reverberando a lo largo de
los canales evolutivamente preparados del SELF extendido (que incluye las conexiones
con otras áreas cerebrales).

Del mismo modo, la dominancia social y la sumisión surgen de procesos de


aprendizaje ligados a estos sistemas básicos, y una comprensión más profunda de las
dimensiones sociales puede proporcionar datos importantes de la eficacia del
psicoanálisis en el tratamiento de trastornos "neuróticos". Para Panksepp, la técnica
clásica podría reflejar, y quizás operar, a través de el establecimiento de relaciones de
dominación-sumisión. Una observación consistente con la conducta animal es que los
animales sumisos suelen exhibir una conducta más social (una especie de asociación
libre comportamental), mientras que los animales dominantes exhiben un
comportamiento menos amistoso y típicamente sólo responden si se les solicita
activamente. A veces la terapia se termina abruptamente cuando esta relación
asimétrica resulta psicológicamente intolerable para el paciente. Por otro lado, la
terapia llega a una conclusión más satisfactoria cuando el paciente inicialmente sumiso,
a partir de la elaboración de las energías emocionales negativas, emerge con una
actitud más individualizada y dominante o de aceptación frente a la vida.

Las áreas cerebrales que generan todas estas respuestas afectivas deben ser
anatómicamente distintas de los sistemas tálamo-corticales que median la qualia
básica que deriva de las sensaciones exteroceptivas. Si bien estos sistemas
×

interactúan con múltiples zonas del cerebro, permitiendo a los valores permeabilizar
las percepciones a medida que los estímulos externos acceden a los sistemas internos
de valoración, para ayudar a establecer patrones de conducta aprendidos más
complejos. En la amígdala es donde más se han estudiado las conexiones adquiridas
(LeDoux, 1996), pero se pueden anticipar numerosas áreas donde estos fenómenos
tienen lugar. Por ejemplo, gran parte del aprendizaje social y de la regulación
emocional 
  
(cursivas añadidas) dentro de la corteza frontal y el área anterior
del cíngulo, especialmente para la frustración y las pérdidas sociales (Devinsky, Morrel,
& Vogt, 1995; Drevets et al., 1997). Recientemente existe documentación que apunta
que la psicoterapia puede mejorar la hiperactivación de dichas áreas cerebrales
(Schwartz et al., 1996).

En cuanto a las defensas más sutiles, al margen de procesos asociativos, pudieran


incluir diversas formas de aprendizaje implícito mediado internamente, incluyendo
condensaciones, desplazamientos, proyecciones y transferencias. Por ejemplo, como
Freud enfatizó explícitamente, las experiencias emocionales excesivas tempranas, con
ciertos estados emocionales negativos, pueden promover rutas diferentes de auto-
organización dentro de los procesos jerárquicos que controlan la conducta. Existe poca
investigación al respecto si exceptuamos el hecho que ciertas experiencias pueden
sensibilizar las respuestas emocionales, quizás promoviendo la capacidad de las
funciones más elevadas de disparar sistemas emocionales subcorticales, proceso
definido como un incremento en la "permeabilidad límbica". En cualquier caso, el
objetivo de la terapia sería establecer unas resonancias emocionales más armónicas
dentro de las infraestructuras neurales primitivas. Panksepp sugiere una aproximación
del psicoanálisis a las terapias somáticas con efecto conocido sobre el estado de
ánimo.

Un aspecto empírico clave es la clarificación del modo en que los diversos estados
afectivos se representan en el cerebro. La respuesta más probable es "ampliamente",
sin embargo, el neocórtex no parece una ubicación probable (por más que el
procesamiento cortical esté afectado de forma masiva por las emociones), pese a lo
cual, se queja el autor, la investigación de la emoción se mueve en una era
corticocéntrica (lóbulo frontal, corteza límbica), mientras que se presta menos atención
a la creciente evidencia sobre los extensamente ramificados circuitos de comando
subcorticales que generan y sincronizan diversas conductas emocionales y los cambios
corporales asociados, esenciales para generar emociones (Panksepp, 1998ª). Como
ejemplo menciona el hecho de que los opiáceos generan más efectos de recompensa
en áreas como el PAG o la tegmental ventral que cuando se administran en áreas más
elevadas como la amígdala o la corteza frontal (David & Cazala, 1996).
Lamentablemente, para la mayoría de los sentimientos se desconoce cuál de los
niveles (cortical o subcortical) es el más importante.

Según la visión subcortical, todos los sistemas emocionales básicos se modulan por un
gran número de inputs, que van desde los simples    
 que entran en los
sistemas emocionales (p.eje. el olor de los felinos para las ratas) a los asociativos de
niveles más elevados. También existirán parámetros fisiológicos y hormonales
×]

intrínsecos que modulan la sensibilidad de los circuitos, y sobre todo, parece haber una
forma substancial de codificación neuropeptidérgica dentro de la mayoría de los
sistemas emocionales. A modo de ejemplo, los opioides endógenos y la oxitocina son
esenciales para la regulación de las emociones sociales, el factor liberador de
corticotropina (CRF) media una forma de ansiedad muy básica, o la sustancia P es
importante para instigar la agresión.

Para Panksepp, la interacción de los sistemas emocionales con los estratos más bajos
como el PAG pueden ser esenciales para la creación de estados afectivos que son
entonces difundidos ampliamente por el cerebro. Si esto fuera así, identificar los
diversos correlatos neuroquímicos y neurodinámicos que acompañan a los distintos
tipos de emoción y la evaluación de sus papeles causales a través de líneas paralelas
de investigación, serían claves para la comprensión de la naturaleza de los afectos. Si
bien en este momento no puede darse una respuesta definitiva a la pregunta de Solms
y Nersessian "¿de qué son percepciones los afectos?", sí que es un momento en el
que pueden realizarse trabajos empíricos relevantes. En este sentido, urge a los
investigadores a dedicar más atención a regiones cerebrales como el área
centromedial del mesencéfalo y el núcleo reticular del tálamo, donde se coordinan por
primera vez las valencias emocionales y los eventos externos con un mapa coherente
del cuerpo y las percepciones desencadenadas exteroceptivamente. Pueden ser áreas
cerebrales críticas donde los procesos del yo y del ello comienzan su lucha por la
primacía que reverbera a través de los niveles subsecuentes de desarrollo neural de
cada individuo y cada especie. Con cada nuevo estrato de desarrollo, aparecen nuevas
oportunidades a la emergencia de defensas, actividades de desplazamiento, y
sensibilizaciones neurales que son muy difíciles de desentrañar.

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Freud consideraba que el afecto estaba controlado de alguna forma por "la cantidad de
excitación presente en la mente". En la actualidad se han identificado numerosos
agentes neuroquímicos, específicos e inespecíficos, en cada uno de los "programas
afectivos" del cerebro. Algunos son muy generalizados, e intervienen en casi todas las
respuestas emocionales y cognitivas [p.eje. noradrenalina (NA), serotonina (5-HT),
acetilcolina (Ach) o glutamato], mientras que otros, especialmente los
neuromoduladores peptídicos, tienen efectos más discretos limitados a estados
afectivos concretos. Así, la oxitocina promueve estados afectivos positivos, mientras
que el CRF y la colecistoquinina (CCK) promueven los negativos. Panksepp asume que
la activación de estos sistemas genera respuestas afectivas distintivas, pero el trabajo
empírico relevante escasea; además, le resulta difícil imaginar cómo podría evaluarse
en humanos sin una investigación de los contenidos mentales con la aportación de los
métodos que proporciona el psicoanálisis. Propone que en un primer momento se
trabaje sobre cada sentimiento y motivación, dejando para un segundo tiempo la
relación de los hallazgos con generalizaciones previas como el principio del placer
freudiano.
×

Respecto a la conceptualización sobre qué es la excitación "libre" y la "ligada", por el


momento es un terreno meramente especulativo. Como sugieren Solms y Nersessian,
una forma provocativa de distinguir entre los aspectos "cuantitativos" y los "cualitativos"
de la vida afectiva sería centrarse en los sistemas más generalizados compartidos por
todos los sistemas funcionales discretos, que contribuirían substancialmente a la
dimensión cuantitativa del afecto, mientras que los neuromoduladores más específicos
influirían más en las diferencias cualitativas entre afectos.

Panksepp critica la vaguedad del concepto hidráulico de pulsión, que dificulta que los
neurocientíficos trabajen con él para relacionarlo con los componentes inespecíficos, al
disponer de descripciones más específicas de cómo estos sistemas operan en el
cerebro. Por ejemplo, la NA controla la eficiencia del procesamiento cortical de la
información incrementando los efectos de las señales que llegan respecto al ruido de
fondo; La 5-HT tiende a disminuir el impacto de la información en la corteza; y la Ach
focaliza los recursos atencionales.

Periódicamente se ha intentado relacionar estos sistemas con afectos concretos,


especialmente el miedo, pero los datos apuntan de manera consistente a la existencia
de efectos amplios e inespecíficos en el procesamiento de la información afectiva y
cognitiva. Si bien estos sistemas actúan globalmente, si nos concentramos en áreas
concretas del cerebro, parecen tener efectos cualitativamente distintos sobre los
recuerdos afectivos dentro de circuitos cerebrales muy específicos, como el del miedo
en la amígdala (McGaugh, Cahill, & Roozendaal, 1996). Hay que ser cautos, ya que la
especificidad en lo cualitativo puede ser el resultado global de la neurodinámica de los
circuitos, junto con los efectos en las llamativamente distintas subpoblaciones de
receptores sobre los que actúan los neurotransmisores aminérgicos.

Cabe asimismo la posibilidad que un mismo sistema químico pueda tener


simultáneamente consecuencias cuali y cuantitativas. Esto es especialmente evidente
en el caso del glutamato, que parece operar directamente en prácticamente todos los
procesos afectivos y emocionales identificados en animales. Un gran número de
respuestas emocionales pueden activarse con la estimulación glutamatérgica de
distintas áreas cerebrales. Sin embargo, parece necesario que este estímulo adquiera
cierta intensidad y active ciertos sistemas de control emocional más específicos (como
los sistemas neuropeptídicos) para que estos efectos tengan lugar (incorporando así
los componentes cuali y cuantitativos). Por otra parte, un neurotransmisor
metabólicamente relacionado, el ácido gamma-aminobutírico (GABA), el
neurotransmisor inhibidor por excelencia, ejerce controles inhibitorios locales sobre los
mismos potenciales neuropsicológicos y conductuales. Así, podría imaginarse el
glutamato como controlando los componentes cualitativos y cuantitativos excitatorios
de cada respuesta emocional, mientras que el GABA puede hacer lo mismo,
controlando los componentes inhibitorios de esas respuestas, tanto en circuitos
restringidos funcionalmente como en redes cerebrales extensas. Sin duda, la actividad
tónica de todos estos sistemas puede contribuir a un concepto general como el de
"pulsión", pues es conocido que los cerebros con niveles de GABA bajos son muy
×V

excitables, tendentes a la actividad epiléptica, igualmente producido por la facilitación


glutamatérgica. Si la situación es la inversa, los organismos se vuelven inconscientes.

Continuando su crítica al concepto de pulsión, Panksepp opina que hay demasiadas


influencias distintas para subsumirlas dentro de un concepto único, excepto como un
identificador de clase general. Además señala que el término ha sido usado de
demasiadas maneras en la historia de la psicología para resucitarlo como un concepto
explicativo principal en cualquier sistema. El uso tradicional del término cayó en desuso
cuando se percibió que era intrínsecamente ambiguo y podía carecer de poder
explicativo (Bolles, 1975). En una reciente revisión, el autor (Panksepp, 1998b) lo
relegó a aquellas funciones motivacionales regulatorias específicas como el hambre, la
sed, la termorregulación, con elementos detectores interoceptivos específicos en los
estratos mediales del diencéfalo. Otros emplean el concepto de pulsión para
neurotransmisores como la dopamina (DA) que ayudan a regular las funciones
apetitivas generalizadas (lo que Panksepp denomina función de BÚSQUEDA), si bien
debe aclararse que dichos circuitos no regulan al alza otras conductas afectivas
energéticas tales como el juego y el miedo, lo que hace conceptualmente confusos
términos como sistemas de activación conductual general o de facilitación, empleados
para referirse a los mismos.

El autor señala que el debate terminológico se extiende en paralelo en la neurociencia,


así se propone sustituir el término "sistema límbico" (e incluso la amígdala) por
terminologías anatómicas más precisas. Plantea que es difícil que alguna vez se
tengan localizaciones neurales concretas para conceptos psicoanalíticos como ello, yo
o superyó, pero que se deben continuar usando como identificadores de clase de los
tipos de categorías o procesos globales que el cerebro contiene. Algunos deberán
abandonarse cuando se pierda su valor explicativo, lo cual para Panksepp ya ha
sucedido para el término "pulsión".

No obstante, el autor reconoce que el uso del término que Freud hacía es distinto del
suyo (diversos estados cerebrales que surgen directamente de detectores de
necesidades corporales). Para Freud la pulsión representa una tensión o activación
generalizada que acompaña a los distintos desequilibrios homeostáticos. Así, si se
pretendiera reforzar el concepto freudiano con los datos de la neurociencia moderna,
habría que concentrarse en los sistemas de activación e inhibición generales antes
descritos (glutamato y GABA), pero también en los circuitos ascendentes de la DA, NA,
y 5-HT bien conocidos y otros menos estudiados como los histaminérgicos. La mayoría
de estos sistemas responden a ciertas variables de estado corporal, como los niveles
de esteroides circulantes o los estados de alerta. Podría proponerse que la activación
de la DA y la NA, junto con la quiescencia de la 5-HT promueve la pulsión, mientras
que la situación inversa tiende a reducir la percepción de un sentimiento global de
tensión pulsional. Panksepp señala que para apoyar esto sería necesario que añadiera
capacidad de comprensión sobre las observaciones existentes concernientes a la
psique humana, sobre lo cual se carece, por el momento, de datos relevantes.
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Panksepp considera especialmente importante que la neurociencia considere la


distinción freudiana entre las modalidades perceptivas y motoras dirigidas hacia el
interior y el exterior, dedicando más interés a los (postergados hasta ahora por la
tradición conductual de la neurociencia) procesos dirigidos hacia el interior descritos
por Freud. Las emociones experimentadas internamente pueden ser vistas como
influencias modulatorias a largo plazo que figuran de manera preponderante en la
planificación de conductas y en la selección más deliberada de acciones futuras, más
que en la mera emisión de actos emocionales impulsivos (que sólo es un componente,
transitorio, de la respuesta emocional global). Del mismo modo, la mayor parte de la
actividad cerebral consciente, tanto afectiva como cognitiva, no está dedicada
simplemente a generar la conducta, sino a la planificación de estrategias conductuales
futuras.

Igualmente señala la necesidad de un esfuerzo compensador en la investigación del


componente motor de la emoción. En este sentido, en situaciones donde acciones
explícitas se inhiben por reglas sociales aprendidas, muchas respuestas motoras del
sistema nervioso continúan siendo observables en diversas tensiones corporales,
pequeñas contracciones musculares, posturas o gestos, al igual que en numerosos
efectos a nivel corporal, autonómicos y/o hormonales. Dichas respuestas deberían
figurar en el análisis de los estados afectivos de conciencia al igual que las formas más
groseras de disposición a la acción que se manifiestan típicamente en las variedades
de acciones motoras instintivas que caracterizan los estados emocionales eruptivos en
los animales. De hecho, el psicoanálisis se encuentra en la mejor posición para intentar
analizar estos pequeños pero poderosos signos que parecen reflejar una batalla entre
las diversas energías del ello y los controles yoicos, si bien los abordajes verbales
quizás tengan que ser suplementados con el análisis etológico de las tendencias
neuromusculares (tanto groseras como más sutiles). De hecho estos datos pueden ser
un reflejo más fidedigno del estado afectivo de un sujeto que su propio discurso,
especialmente si como sugieren algunas líneas de investigación, las funciones del
lenguaje del hemisferio izquierdo evolucionaron tanto para mentir y ocultar como para
la comunicación directa y clara.

Freud reconoció dichos aspectos en su concepto de energía afectiva "ligada", y Solms


& Nersessian animan a conceptualizar el modo en que las acciones voluntarias-
instrumentales derivan evolutivamente de las acciones afectivas más primitivas del
sistema nervioso. Una respuesta simple y directa sería que los cambios en los estados
afectivos internos, al relacionarse tanto con acciones motoras implícitas y explícitas,
probablemente refuerzan los patrones de conducta precedentes. Los estados afectivos
pueden constituir los principales refuerzos para el desarrollo de los patrones de
conducta a largo plazo. El insistir en la investigación de los correlatos neurales del
aspecto motor de las emociones podría ser un abordaje complementario. En este
sentido, es ampliamente reconocido por los embriólogos que el aspecto motor aparece
en el sistema nervioso antes que el aspecto perceptivo, sugiriendo su primacía en la
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evolución cerebral. Esta primacía es de particular interés en el estudio de la


consciencia afectiva y Damasio (1994) ha enfatizado el papel del cuerpo en la
experiencia afectiva. Panksepp apunta a que serán las representaciones
neurosimbólicas del "cuerpo virtual" del SELF las que supondrán una mayor influencia
en la comprensión de la naturaleza fundamental del afecto dentro del cerebro.

Las distintas resonancias de los sistemas emocionales sobre el "cuerpo virtual" pueden
dar lugar a neurodinámicas específicas emocionales, que son difundidas ampliamente
por el cerebro, constituyendo así la verdadera esencia de las emociones. A medida que
los sentimientos se transmiten por el cerebro, presumiblemente interaccionan con las
capacidades para "amortiguar" la información de las áreas cerebrales más elevadas.
Es posible que sea a través de estas interacciones asociativas como la energía
instintiva "libre" quede ligada en redes más elevadas de inhibición y regulación. Es
decir, y de acuerdo con el pensamiento tradicional freudiano, las primitivas funciones
del ello junto con las funciones básicas de la identidad del SELF están estrechamente
relacionadas con las energías afectivas "libres" que emergen de los sistema de
comando emocional ya comentados, mientras que las acciones más deliberadas,
volitivas y guiadas por la moral (las funciones más elevadas del yo), sólo pueden surgir
al amparo de diversas formas de inhibición, la capacidad de amortiguar la información
de la memoria de trabajo y de módulos cerebrales más elevados. Según esta hipótesis,
la mayor parte de las emociones y el pensamiento siguen a la conducta, más
dedicados a preparar futuras estrategias conductuales más que a la generación de
acciones instintivas.

Existen razones para pensar que el estimulante primario de la actividad cerebral es el


glutamato, y el GABA el principal inhibidor, con un ajuste fino del procesamiento de la
información en las distintas áreas cerebrales ejercido por la NA (aumentándola) y la 5-
HT (reduciéndola), mientras la ACh ayuda a construir un foco atencional que está bajo
el control directo del SELF emocional. Aparentemente, los distintos neuropéptidos
hacen que partes restringidas de los mecanismos de control afectivo (ampliamente
distribuidos) se ocupen de los tipos específicos de problemas vitales. La comprensión
íntima del funcionamiento conjunto de estos sistemas permanece como un reto para
todas las ciencias que estudian la mente.

 

Existen numerosas razones para entender las dificultades de ambas disciplinas para
aproximarse.

En cualquier caso, durante las fases tempranas de la evolución cerebral, se crearon


diversos mecanismos neurales que permitieron a los animales afrontar un conjunto
limitado de situaciones amenazantes. Muchos estaban localizados en la médula espinal
y en la parte baja del tronco del encéfalo. Sobre estas capacidades, relativamente
reflejas y predecibles, la evolución añadió funciones orquestales para propósitos más
generales que pudieran coordinar diversas funciones corporales, para poder afrontar de
forma más flexible con los aspectos clave para la supervivencia. Algunos de estos
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sistemas de coordinación son los circuitos emocionales básicos y arquetípicos que


comparten todos los mamíferos, concentrados en la línea media del mesencéfalo y el
diencéfalo, y en zonas más elevadas tradicionalmente denominadas sistema límbico. A
medida que la competencia por los recursos se hizo más intensa, los mecanismos de
aprendizaje generales, añadieron estratos de flexibilidad cognitiva, permitiendo a los
animales conceptualizar sus circunstancias al poder comportarse con grados variables
de anticipación y reflexión. Estas capacidades biológicas sutiles derivan de los
desarrollos evolutivos más recientes del cerebro de los mamíferos, como el neocórtex.

En el cerebro humano, con un grado muy destacable de encefalización los mecanismos


regulatorios de la emoción de orden elevado (las funciones superyoicas) se han
añadido con tal profusión, que constituye un reto intentar desentrañar los estratos
resultantes de influencia y contrainfluencia. No obstante, los valores emocionales que
fueron establecidos en las primeras fases de la evolución cerebral han permanecido
íntimamente coordinados con las funciones recientemente adquiridas (en términos
evolutivos), entre ellas, las tendencias emocionales construidas socialmente que deben
su existencia a funciones cognitivas. Es imposible imaginar sentimientos como los
celos o la culpa sin la existencia de ciertos pensamientos, y por ende memorias de
trabajo, en el cerebro. Por otra parte, las emociones básicas pueden sentirse sin
actividad cognitiva que las preceda (al menos sin participación cortical), si bien se
producen numerosos cambios cognitivos cuando se experimenta una emoción.

Panksepp cree que la naturaleza primitiva de las emociones, conscientes e


inconscientes, debe partir de la premisa de la comprensión de los procesos neurales
subcorticales que coordinan ciertos tipos de disposición a la acción, como por ejemplo
los que se ponen de manifiesto en diversos estallidos emocionales. En los humanos,
las elevadas funciones del yo y el superyó pueden controlar la expresión externa de
estas fuerzas eruptivas, pero su control en cuanto a la expresión interna es mucho
menor.

La "gran red intermediaria" del cerebro sólo podrá ser desentrañada con un abordaje
conjunto desde lo molecular a la psicodinamia global. Para ello, el psicoanálisis
necesita invertir más intensamente en el estudio de las manipulaciones experimentales,
especialmente las psicofarmacológicas, estudiando los informes subjetivos de las
dinámicas y las experiencias internas tras la inducción sistemática de cambios en el
grado de activación de sistemas cerebrales específicos. Existen finalmente los
instrumentos para ello (técnicas de transcripción computerizada, análisis espectral y
procesamiento de los datos acústicos...).

En cuanto al diseño de situaciones experimentales, las hipótesis deberían basarse en


líneas de trabajo en investigación animal que sugiriesen formas, particularmente claras
y seguras, de modificar la reactividad emocional [En este sentido propone la realización
de estudios con opiáceos como la naloxona y su antagonista la naltrexona, probados
seguros en humanos clínicamente, y con datos procedentes de la investigación animal,
donde los opioides desempeñan un papel fundamental de un "principio del placer"
cerebral].
‰×

Los cerebros humanos están diseñados para proyectar afecto (al igual que
percepciones) de vuelta al mudo externo, e incluso los animales de estudio parecen
imbuir los eventos ambientales neutrales con elementos afectivos, ya que exhiben un
condicionamiento contextual con marcada facilidad.

En cuanto al progreso de la investigación propone dos líneas paralelas: por un lado,


intentar entender cómo el cerebro de los animales genera los afectos que progresa
lentamente, según Panksepp por la ceguera conceptual autoimpuesta por algunos
neurocientíficos, "los animales no pueden sentir"; por otro, realizar estudios
fenomenológicos de las experiencias emocionales subjetivas en humanos, donde se
choca con el papel "ocultador" que desempeña el hemisferio izquierdo en la
comunicación verbal, muy influenciado por factores sociales. En este sentido, es donde
el psicoanálisis puede resultar una bendición para los empeños empíricos en este área.
Evaluar situaciones donde los individuos están deseando confiar su intimidad puede
ayudar a ver, más claramente, los sentimientos profundos tras la superficie de la
deseabilidad social. De hecho, apunta a que estudios de ese tipo podrían ayudar a
definir la especificidad de acción y la eficacia de agentes psicofarmacológicos.

En opinión del autor, la comprensión de cómo la mente emerge de las funciones


cerebrales requiere conceptualizar nuevas entidades coherentes como el SELF que él
propone. Se debe considerar que el cerebro de todos los mamíferos puede generar
diversos sentimientos básicos, incluida la alegría [a partir de aceptar dichas
posibilidades, han descubierto lo que parece una forma de risa primitiva en ratas de
laboratorio (Panksepp & Burgdorf, 1998)]. Ha llegado el momento para los
neurocientíficos de considerar seriamente la evidencia que apunta a la existencia de
estados afectivos internos que son causalmente eficaces en el gobierno de la conducta.
Debería buscarse una nueva conciliación entre todas las disciplinas que buscan
sinceramente revelar los estratos más profundos de la naturaleza humana, tarea en la
que el psicoanálisis debe ocupar un lugar destacado, dada la complejidad del
funcionamiento de la mente, que escapa a ninguna de las tecnologías de la
neurociencia.

El mayor legado de Freud puede ser, sigue Panksepp, su voluntad de conceptualizar


cuan profundamente los sentimientos se engranan en nuestro ser y la intensidad con
que los procesos inconscientes influyen las experiencias conscientes. Es una pena que
sus ideas no pudieran ser comprobables empíricamente en el momento en el que se
desarrollaron, pero apuntó en la línea correcta dejando un mapa teórico de una
psicología profunda con el que poder acceder a la comprensión de los grandes
misterios de las mentes humanas y animales.

Para aquellos que creen que nunca se comprenderá la naturaleza de la experiencia


subjetiva ya que la "distancia explicativa" es simplemente demasiado grande,
Panksepp hace notar que la "distancia predecible" continuará disminuyendo
marcadamente a medida que crezca el conocimiento neurocientífico. El psicoanálisis
puede resultar un apoyo inestimable para la neurociencia si pudiera clarificar
‰‰

científicamente patrones consistentes en el aspecto experiencial de la vida. A la


inversa, la neurociencia puede proporcionar un conocimiento de los fundamentos,
esencial para comprender el funcionamiento de la mente. Por supuesto, el ingrediente
crítico para todas las modalidades de pensamiento será su capacidad para generar
predicciones que puedan ser apoyadas o descartadas por medio de metodologías
científicamente aceptables. Para el psicoanálisis, el reto está en la medida en que
puede renovar la teoría freudiana en un modo de pensamiento moderno y dinámico que
continúe rejuveneciendo a partir de la evidencia acumulada.
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